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Módulo 1

Normativa en Derechos Humanos y Géneros


Si bien el desarrollo del campo de los derechos humanos ha significado
un importante avance en la protección de un amplio espectro de
derechos, sólo lenta y progresivamente ha comenzado a incidir en que
las necesidades, experiencias de vida y puntos de vista de mujeres y
colectivos de la diversidad sexual pasen a formar parte de la teoría y
práctica del sistema internacional de protección.

El sistema jurídico de los derechos humanos no ha escapado a una visión


androcéntrica; es decir, ha considerado al varón occidental como la
referencia a partir de la cual se desarrollan sus diversos campos de
acción. Esta perspectiva de abordaje de la experiencia humana tiene (y
ha tenido) como resultado el desarrollo y la reproducción de las distintas
formas de discriminación, así como la desigualdad de trato y
oportunidades para mujeres y personas LGBTIQ+.

La perspectiva de los derechos humanos es una importante herramienta


teórica y política para enmarcar las necesidades y demandas que buscan
contribuir a la eliminación de todas las formas de discriminación por
razón de género. El avance en el reconocimiento de los derechos
humanos de las mujeres ha permitido la reformulación de lo que se
entiende por sujeto de derechos humanos, cuestionando la noción de
sujeto de derecho que ubica al varón occidental como parámetro de lo
humano, sin tomar en cuenta a las mujeres e invisibilizando las
diversidades.

El derecho a la igualdad entre los géneros

El principio de igualdad anclado en el paradigma de los derechos


humanos: no se orienta a suprimir y/o desconocer las diferencias que
existen entre las personas sino a sentar las bases para que ellas –se
trate de diferencias de géneros, culturas, clase, colores de piel, de
lenguas, orientaciones sexuales, entre otras– dejen de ser el
presupuesto sobre las que se fundan y legitiman formas de dominación
y poder, jerarquías sociales, prácticas sociales discriminatorias y otras
formas de desigualdad social.

La igualdad es la condición esencial de toda sociedad que aspire a la


puesta en práctica de los derechos humanos. Esto implica la
participación de todas las personas sin distinción ni discriminación. Es un
postulado indispensable en la construcción de una igualdad real. En
palabras de Marcela Lagarde: “La igualdad significa tener las mismas
oportunidades. En este punto la igualdad es un piso a partir del cual las
mujeres pueden ser reconocidas como iguales, en el sentido de que cada
persona vale igual que cualquier otra persona. Cada mujer vale igual que
otra mujer y cada hombre, en tanto que cada hombre vale igual que
cada hombre y cada mujer. Es el principio de la igual valía de las
personas, que es uno de los derechos humanos universales fundantes”.1

En 1975 las Naciones Unidas declararon el Decenio de la Mujer con el


fin de promover la comprensión de la necesidad de construir la igualdad,
el desarrollo y la paz entre los seres humanos y entre los pueblos; con
base en la incorporación plena de las mujeres y la vigencia efectiva de
sus derechos. El objetivo central consistió en analizar la situación de
distintos grupos (etarios, étnicos, de clase, etc.) sobre la base de una
variable en común: el género. Este rasgo común no implica que las
mujeres como grupo sean un conjunto homogéneo: la condición de
mujer está atravesada por la superposición entre las identidades de
clase, etnia, religión, sexualidades, entre otras que redundan en
detrimento o beneficio ante el reconocimiento de los derechos. A este
último concepto se lo denomina interseccionalidad.2

La defensa de los derechos humanos no incorporaba hasta tiempos


recientes y de forma integral la cuestión de género. La participación de
las organizaciones y movimientos de mujeres y las diversidades
ha sido fundamental para su incorporación.

1Lagarde, Marcela (1996): Género y feminismo. Madrid: Horas y Horas, p. 207.


2 El concepto de interseccionalidad fue utilizado por la teórica afroamericana Kimberly Crenshaw con el
objetivo de señalar las distintas formas en las que raza/etnia-género-clase interactúan y cómo se generan las
múltiples dimensiones y opresiones que conforman las trayectorias de las mujeres negras (Crenshaw 1989).
Los análisis interseccionales ponen de manifiesto dos cuestiones: en primer lugar, la multiplicidad de
experiencias de discriminación vividas por distintas mujeres y, en segundo lugar, la existencia de posiciones
sociales que no padecen ni la marginación ni la discriminación, porque encarnan la norma misma, como la
masculinidad, la heteronormatividad o la blanquitud. Vigoya (2016) La interseccionalidad una aproximación
de dominación situada. Disponible en:
https://debatefeminista.cieg.unam.mx/df_ojs/index.php/debate_feminista/article/view/2077
Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la Mujer (CEDAW)

En diciembre de 1979 fue aprobada por la Asamblea General de las


Naciones Unidas la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Es el primer instrumento
internacional jurídicamente vinculante que les exige a los países
miembros intervenir activamente para evitar la discriminación hacia las
mujeres.

Abarca todos los derechos humanos de las mujeres, explícita o


implícitamente, al prohibir todas las formas de discriminación por razones
de sexo. De acuerdo con su artículo 1° se entiende a la discriminación
contra la mujer como “toda distinción, exclusión o restricción basada en
el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de
su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de
los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.3

Coloca a la violencia contra las mujeres en el marco de las violaciones a


los derechos humanos y esto presenta un cambio conceptual
fundamental. Esta medida supone entender que las mujeres no están
expuestas a la violencia de manera accidental, sino que la violencia es el
resultado de una discriminación estructural muy arraigada, que el Estado
tiene la obligación de abordar. Abordar la discriminación y la violencia
hacia las mujeres es una obligación y un compromiso jurídico que asume
el Estado, que exige medidas y reformas de índole legislativas,
administrativas, jurídicas e instruccionales.

Esta convención fue suscripta por Argentina en 1980, ratificada en 1985


por la Ley Nº 23.179 e incorporada a la Constitución Nacional en 1994.

Compromete a los Estados que la ratifican en numerosos aspectos, entre


los que se destacan los siguientes:
• Atender al cambio en las costumbres y creencias que ayudan a que

3 https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cedaw.aspx.
exista la discriminación;
• Aprobar acciones para eliminar la discriminación contra las mujeres;
• Adoptar medidas que ayuden a alcanzar la igualdad entre mujeres y
varones.

La CEDAW establece que los Estados parte deben legislar y adoptar


medidas necesarias para garantizar la igualdad de oportunidades entre
varones y mujeres, además de prohibir las discriminaciones contra las
mujeres (art. 2). Los Estados parte también convinieron:

• Transformar “patrones socioculturales de conducta de hombres y


mujeres” y remover prejuicios y prácticas “que estén basados en la idea de
la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres” (artículo 5°, inciso a); es decir que
los Estados deben buscar la forma de revertir estructuras de desigualdad
que históricamente posicionaron a las mujeres en una lugar de inferioridad
o desventaja con respecto a los varones generando vulneraciones en el
ejercicio de sus derechos con efectos en su desarrollo y calidad de vida.

• “Garantizar que la educación familiar incluya una comprensión


adecuada de la maternidad como función social y el reconocimiento de la
responsabilidad común de hombres y mujeres” (artículo 5°, inciso b); con
este apartado se busca separarnos de la idea preconcebida de que existen
determinadas tareas asignadas a un género específico.

• Asegurarles a las mujeres el acceso, la permanencia y la igualdad de


condiciones y salario respecto a los hombres (artículo 11), esto refiere a la
noción de brecha salarial que existe entre varones y mujeres que incumple
con la noción de igual remuneración por igual tarea.

En la Recomendación N°19 del Comité para la Eliminación de la


Discriminación contra la Mujer, del año 1990, se entiende a la violencia
contra las mujeres como una forma de discriminación.

Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de


todas las formas de discriminación contra la mujer

El Protocolo del año 1999 indica el modo específico en que se debe actuar
para dar seguimiento a la denuncia en territorio, investigando y
monitoreando las acciones que el Estado parte realice para rectificar,
sancionar y/o reparar los daños sufridos por la o las víctimas.

Establece que la recepción de denuncias (llamadas por la CEDAW como


comunicaciones) pueden ser presentadas ante el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer por personas individuales
o grupos de personas que, estando bajo la jurisdicción del Estado parte de
la ONU, “aleguen ser víctimas de una violación por ese Estado parte de
cualquiera de los derechos enunciados en la convención, o en nombre de
esas personas o grupos de personas” (artículo 2°).4 Es decir, cualquier
persona que tome conocimiento de la violación de los derechos reconocidos
por la convención puede realizar la denuncia ante el Comité.

El haber aceptado y formar parte de este protocolo obliga al Estado parte


que sea denunciado, dentro de los seis meses siguientes a la presentación
de la comunicación, a exponer ante el Comité “por escrito explicaciones o
declaraciones en las que se aclare la cuestión y se indiquen las medidas
correctivas que hubiere adoptado el Estado parte, de haberlas ” (artículo
6°, inciso 2).

Asimismo, en la Recomendación N°28 del año 2010 se explicita que la


CEDAW abarca la discriminación contra la mujer por motivos de género, y
la Recomendación N°35 del año 2017 contiene precisiones importantes en
relación con los estándares sobre el derecho de las mujeres a una vida libre
de violencias.

Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y


Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém
do Pará)

Fue adoptada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en


1994 y aprobada por la Argentina en 1996 mediante la Ley 24.632. Es el
instrumento del sistema interamericano de derechos humanos que
establece una serie de mecanismos de protección y defensa de los
derechos de las mujeres para luchar contra la violencia contra su integridad
física, sexual y psicológica, tanto en el ámbito público como en el privado.

4 https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/default-title
Señala que la violencia es una ofensa a la dignidad humana y una
manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre
mujeres y hombres. Además, llama la atención sobre el hecho de que este
problema atraviesa todos los sectores de la sociedad independientemente
de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel
educacional, edad o religión, afectando negativamente sus propias bases.

Esta Convención tiene especial trascendencia por ser el primer instrumento


de ese tenor en reconocer el derecho a una vida libre de violencias como
un derecho humano y en detallar los deberes de los Estados Parte en
materia de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género.

Tanto por la riqueza de su contenido como por su trascendencia histórica,


la Convención de Belém do Pará constituye una guía insoslayable para el
diseño e implementación de políticas públicas en esta temática.

Propone el desarrollo de mecanismos de protección y defensa de los


derechos de las mujeres como fundamentales para luchar contra el
fenómeno de la violencia contra su integridad física, sexual y psicológica,
tanto en el ámbito público como en el privado, y su reivindicación dentro
de la sociedad.

Algunos ítems centrales de la Convención de Belém do Pará:

 Afirma: “la violencia contra la mujer constituye una violación


de los derechos humanos y las libertades fundamentales y limita
total o parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce y ejercicio de
tales derechos y libertades”.5

 Define violencia contra la mujer como “cualquier acción o conducta,


basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico,
sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en
el privado” (artículo 1°).

 Define de modo amplísimo las formas de violencia física, sexual y/o


psicológica contra las mujeres (artículo 3°). Estos tres tipos de violencia
son más adelante tomados por nuestras leyes internas y ampliadas en

5 https://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-61.html
la ley 26.485 y sus modificatorias, que agregan nuevos tipos y
modalidades en los que se configura la violencia en base al género.

 Cada Estado parte debe, entre otros compromisos, adoptar medidas y


programas para disponer políticas orientadas a prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres, absteniéndose de reproducirla
en sus instituciones e invitando a sus funcionarios y personal a
desempeñarse de acuerdo con esta indicación (artículo 7°).

 También deben fomentar y apoyar programas de educación


gubernamentales y del sector privado destinados a concientizar al
públicosobre los problemas relacionados con la violencia contra la mujer,
los recursoslegales y la reparación que corresponda.

Debida diligencia reforzada

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acuñó un estándar


trascendental al desarrollar el concepto de “debida diligencia reforzada”
para definir el alcance de los deberes estatales en esta temática. Esta regla
implica que el Estado tiene un deber de prevención y protección
calificado o reforzado, en razón de su posición de garante frente a
patrones de violencia estructural que afectan a ciertos grupos subordinados
o en situación de vulnerabilidad.6

De acuerdo con el tribunal regional, la obligación de realizar medidas


integrales para cumplir con la debida diligencia en casos de violencias de
género incluye el deber de contar con un marco jurídico adecuado de
protección, pero también exige diseñar e implementar una estrategia de
prevención amplia, dirigida a evitar, y en su caso eliminar, los factores de
riesgo y a fortalecer las instituciones para que puedan proporcionar una
respuesta efectiva a los casos de violencias contra las mujeres.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos precisó, asimismo, que


los estándares en materia de violencia de género comprenden a su vez la
protección de las personas LGBTIQ+, aunque la orientación sexual y la

6 En esa línea, el tribunal regional ha reconocido el deber de los Estados de actuar con debida diligencia reforzada
en los casos de violencia contra las mujeres a fin de prevenir, investigar seriamente, de imponer las sanciones
pertinentes y de asegurar a las víctimas una adecuada reparación (cf. Corte IDH, caso “González y otras -‘Campo
Algodonero’- vs. México”, sentencia de 16 de noviembre de 2009, Serie C N° 205, párr. 236, entre otros).
identidad de género no estén expresamente incluidas en la Convención de
Belém do Pará.7

Ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y


erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos que se
desarrollen sus relaciones interpersonales

En sintonía con muchos de los estándares internacionales y regionales en


materia de derechos de las mujeres, en nuestro país se han adoptado una
serie de normas de avanzada en estas temáticas. El mayor hito normativo
en la materia fue la sanción, en marzo de 2009, de la Ley 26.485 de
Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra
las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones
interpersonales, en consonancia con los preceptos de la Convención de
Belém do Pará.

En el artículo 4° brinda una definición amplia del concepto de violencia


contra las mujeres como “toda conducta, acción u omisión, que, de manera
directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada
en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad,
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así
también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas
desde el Estado o por sus agentes. Se considera violencia indirecta, a los
efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición,
criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con
respecto al varón”.8

Es importante destacar que en esta exhaustiva definición queda


comprendida la violencia por razones de género que pudiera ser ejercida
desde el Estado o por sus agentes. Si bien vamos a ver que la ley refiere a
la violencia contra las mujeres, entenderemos esta noción de manera
amplia. Es decir, garantizando los mismos derechos y protecciones a
mujeres, lesbianas, gays, personas trans, travestis, transgénero,
transexuales, bisexuales, intersexuales, y todas las personas que forman
parte del colectivo de las diversidades.

7 Cf. CIDH, “Violencia Contra Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en América”,
OAS/Ser.L/V/II.rev.2 Doc. 36, 12 de noviembre 2015, párr. 52.
8 https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26485-152155
Para reconocer esta multidimensionalidad, la Ley 26.485 propone un
abordaje apoyado en categorías establecidas (en las leyes son nombradas
como tipificaciones) que tienen por objetivo visibilizar todas las formas en
que se expresa esta violencia. En particular, se trata de ponerle nombre a
aquellas que suelen no ser reconocidas por encontrarse naturalizadas, para
encontrar en cada caso acciones adecuadas para su visibilización,
prevención y reparación.

Clasificación de tipos y modalidades de las violencias:

Tipos Modalidades
Física Doméstica
Psicológica Institucional
Sexual Laboral
Económica y patrimonial Obstétrica
Simbólica Contra la libertad reproductiva
Política Mediática
En espacios público (Ley 27.501)
Pública política (Ley 27.533)

Principios jurídicos aplicables a las violaciones a los derechos


humanos basados en la orientación sexual y la identidad de
género - Principios de Yogyakarta

La respuesta internacional a las violaciones de derechos humanos basadas


en la orientación sexual y la identidad de género ha sido fragmentada e
inconsistente. Para enfrentar estas deficiencias, resulta necesario contar
con una comprensión sólida del régimen legal internacional en materia de
derechos humanos en toda su extensión y de cómo el mismo se aplica a
las cuestiones de orientación sexual e identidad de género. Resulta crucial
recopilar y clarificar las obligaciones de los Estados bajo la legislación
internacional vigente en materia de derechos humanos en cuanto a
promover y proteger todos los derechos humanos para todas las personas,
sobre la base de la igualdad y sin discriminación alguna.

En el año 2006, un comité de expertas y expertos, que incluía miembros


de la Comisión Internacional de Juristas, del Servicio Internacional para los
Derechos Humanos, académicos y activistas, desarrolló una serie de
principios jurídicos internacionales sobre la aplicación de la legislación
internacional de los derechos humanos a las violaciones basadas en la
orientación sexual y la identidad de género.9

Estos principios y recomendaciones son utilizados como estándares


jurídicos en todo el mundo y abordan entre otros:

• La violación y otras formas de violencia basada en el género


• La ejecución extrajudicial
• La tortura y otras formas de tratos crueles, inhumanos y degradantes
• Los abusos médicos
• La represión de la libertad de expresión y reunión
• La discriminación en el trabajo, en ámbitos e instituciones de salud,
educación, vivienda, acceso a la justicia e inmigración.

Ley 26.743 de Identidad de Género

En Argentina se reconoce, a través Ley 26.734 de Identidad de Género de


mayo de 2012, el derecho a que cualquier persona pueda realizar una
transición hacia el género de su autopercepción. La ley establece el
derecho a que todas las personas sean tratadas de acuerdo con su
identidad de género y, en particular, a ser identificadas de ese modo (art.
2°), se garantiza el derecho a la rectificación registral (respecto de el/los
nombre/s de pila, imagen y sexo con los que fuera registrada).10

Asimismo, se garantiza el acceso a la salud integral, el acceso a


intervenciones quirúrgicas y/o tratamientos integrales hormonales para
adecuar su cuerpo, incluida su genitalidad, su identidad de género auto
percibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa
(art.11), es decir, sin judicialización y sin patologización.

Además, se garantiza el trato digno debiendo ser respetado el derecho a


la identidad de género adoptada “para la citación, registro, legajo, llamado
y cualquier otra gestión o servicio, tanto en los ámbitos públicos como
privados” (art. 12).

9 http://yogyakartaprinciples.org/principles-sp/about/
10 https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26743-197860/
Convenio 190 sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo
y la Recomendación 206 de la Organización Internacional del
Trabajo

En el año 2019 la Organización Internacional del Trabajo aprobó el


Convenio 190 (C190) sobre la Eliminación de la Violencia y el Acoso en el
mundo del trabajo y la Recomendación 206 que lo acompaña. Representa
el primer tratado internacional jurídicamente vinculante que aborda
exclusivamente la problemática de la violencia y el acoso en el mundo del
trabajo, reconociéndola como una violación a los derechos humanos
de las personas trabajadoras. Además, lo considera como una amenaza a
la igualdad de oportunidades y un elemento incompatible con el trabajo
decente.

El preámbulo del C190 establece que toda persona tiene el derecho a


un mundo del trabajo libre de violencia y acoso, incluyendo la
violencia y acoso por razones de género.

Mediante la Ley 27.58011 nuestro país ratificó el instrumento que define


como violencia y acoso a un “conjunto de prácticas inaceptables, o la
amenaza de ellas, que causen daño psíquico, físico, moral y económico a
la persona que lo recibe”. También designa a la violencia y acoso por razón
de género como: “la violencia y el acoso que van dirigidos contra las
personas por razón de su sexo o género, o que afectan de manera
desproporcionada a persona de un sexo o género determinado, e incluye
el acoso sexual”. Este enfoque es fundamental, ya que, si bien cualquier
persona puede sufrir violencia laboral, las mujeres y personas LGTBIQ+ se
encuentran desproporcionadamente expuestas.12

El C190 ya se encuentra vigente en todo el país y otorga responsabilidades


a los actores del mundo del trabajo (Estado, empresas y sindicatos) y
compromisos asumidos en materia de prevención y abordaje de la violencia
y el acoso en el mundo del trabajo.

11https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27580-345170
12(OAVL, 2022). Los datos de la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral del Ministerio de Trabajo,
Empleo y Seguridad Social de la Nación por situaciones de violencia laboral son mujeres 65%, mientras que
más del 90% de los denunciados son varones en posiciones de jefatura.

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