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01 Ensayo Espiritual La Imagen de Dios
01 Ensayo Espiritual La Imagen de Dios
El argumentar que somos seres materiales tal como lo son los animales, no solo es degradante;
es peligroso. Aceptar esa premisa es aceptar que somos animales. Si es así, entonces
tendremos que aceptar que nos traten como animales. ¿Y qué hacemos con los animales? Los
domesticamos, los enjaulamos, los comemos, los encadenamos, los compramos o vendemos o
matamos, según nuestra conveniencia.
Y es que cuando hablamos de la imagen de Dios, expresamos las similitudes entre Dios y el
hombre (John Laidlaw). Y aunque no somos espíritu, ni infinitos, ni eternos ni inmutables (Juan
4:24, Salmo 90:2; Malaquías 3:6; Jeremías 23:24) como Dios, si poseemos algunos de sus
atributos que nos hacen entender que fuimos creados a Su imagen y semejanza. Ser hechos a
la imagen de Dios establece la diferencia del hombre con el resto de la creación terrenal como
un reflejo de Dios, pues equipa al hombre para gobernar sobre la naturaleza y ennoblece la
vida humana. Como seres espirituales hechos a imagen de Dios, debemos reflejar a Dios,
entendiendo que Dios dignifica el alma y santifica la vida humana de tal manera que Dios
incluso envió a Su Hijo (Juan 3:16) para redimirla.
Como seres humanos llevamos la imagen espiritual de nuestro Creador. Somos valiosos sin
importar nuestras capacidades o estatus en esta vida: Dios nos hizo poco menor que los
ángeles y nos coronó de gloria y honra (Salmo 8:5). Según Cristo, nuestra alma es más valiosa
que el resto de la naturaleza (Mateo 6:26; Marcos 8:36.) Entendemos que la vida es sagrada.
Tanto, que Dios castiga al que la quita (Génesis 9:5-6). Pero entendemos también que la
imagen que mostramos es de una naturaleza caída (Efesios 2:1) y que, necesitamos a un
Salvador para ser renovados y conformarnos a la imagen de Jesucristo, quien es la imagen
perfecta y hermosa de Dios. (Efesios 4:24; Colosenses 3:10)
Así pues, el valor y la dignidad del hombre van más allá de su naturaleza física o material. Van
al aspecto espiritual. La imagen de Dios a través del Evangelio establece que ser portador de la
imagen es algo espiritual; como algo que se encuentra en el ser del hombre, no en su función.
Como dice el apóstol Pablo, algún día nuestro aspecto físico regresará al polvo, pero como
creyentes debemos y podemos renovar el aspecto espiritual día a día. (2 Corintios 4:16).