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Pero
Pero
Cuando nos paramos al frente de un público para pedir aprobación, admiración y aceptación, nuestro ego tiene
mucho que perder. Nuestro ego entra en pánico al exponerse a una posible tragedia, a sentirse no querido ni
aceptado. En cambio, cuando nos paramos al frente del público con una actitud de servicio, el miedo disminuye.
Si nos enfrentamos al público, con una actitud de entregarle lo mejor que puedo ofrecer, de enriquecerlo y ayudarlo, el
miedo no tiene cabida.
No pierda la perspectiva
Una mosca bajo una lupa de gran aumento parece una bestia horripilante, pero cuando la vemos volar en su tamaño
natural es un insecto insignificante. El miedo de hacer una presentación es similar. Lo vemos como un problema enorme,
pero en realidad debemos poner las cosas en perspectiva. Es sólo una presentación de 30’o 1 hora, ¿qué puede significar
este tiempo en toda una vida?
El miedo de hablar en público se basa en tigres imaginarios que llevamos en la mente y que no tienen sustento en la
realidad. Para vencer el miedo tenemos que arriesgarnos y enfrentarlo, aprovechando todas las oportunidades que se
presenten para hablar. Cuando lo hagamos descubriremos que el tigre es sólo un espejismo.
Como dijo Franklin D. Roosevelt, “no tenemos nada que temer excepto al temor en uno mismo”.
Lic. Blanca Loayza 1° A- B Fecha de entrega: 13 de abril
Estudiante: …………………………………………………………………………………………..…………………………………………………………….
Comunicación: Plan lector
¿Qué es lo que hace que algunos salgan adelante y que otros se queden encarcelados en sus fracasos? Según los
investigadores Reivich y Shatte, es su resiliencia. Una de cada tres personas tiene esta capacidad innata, sin embargo,
uno puede formarse en resiliencia.
Según los investigadores, mucho depende de cómo las personas interpretan lo que les pasa en la vida. Imagine que
usted es un delantero en un partido crucial para la selección de futbol de su país. Le pasan el balón frente al arco, usted
patea y sale fuera. Hay personas que se explican lo que pasó diciendo: "Soy una bestia en todo, siempre fallo, nunca me
sale nada". Es decir, tienen una interpretación pesimista que generaliza la falla a todos los ámbitos de la vida y la hace
permanente en el tiempo. Una persona con resiliencia interpretaría lo ocurrido de la siguiente forma: "Que pena que
fallé en esta oportunidad, debo tener más calma cuando esté frente al arco la próxima vez". En este tipo de
interpretación se asume que la falla es temporal, no generalizada, una interpretación en la que la persona logra
aprender de sus errores.
Aprender a interpretar la vida más positivamente no es fácil, se requiere de esfuerzo, pues el ser humano tiene un sesgo
hacia lo negativo. Pero vale la pena.
Solo cambiando la forma en que nos explicamos la vida, podremos aprender a levantarnos luego de un fracaso y crecer
como personas.
Procrastinar es postergar o evitar un trabajo que debe hacerse. Algunas personas son procrastinadores crónicos
pero la mayoría son procrastinadores esporádicos, que en ocasiones postergan la ejecución de alguna tarea.
La ciencia ha encontrado varias razones que pueden explicar este fenómeno:
Miedo al fracaso. El no hacer la actividad y crear excusas para desviar la culpa, puede ser un mecanismo de protección
psicológico si la persona tiene mucha ansiedad y miedo a fallar.
1. Miedo al éxito. Como la persona puede tener baja autoestima puede llegar a sentir que no merece ser
exitoso.
2. Falta de disciplina, orden, manejo del tiempo o planificación.
3. Problemas con la tarea. Quizás la tarea o actividad le parece aburrida o irrelevante.
4. Optimismo. La persona optimista e idealista piensa que no importa cuánto tiempo se demore, igual podrá
hacer bien la tarea.
¿Qué hacer para evitar la procrastinación? El doctor Tal Ben Shahar sugiere las siguientes estrategias:
1. Usar la regla de los 5 minutos. Cuando usted no esté motivado para hacer una tarea, la idea es forzarse a
hacerla por “solo” 5 minutos. Lo difícil es empezar, pero luego de 5 minutos, probablemente usted se
sumergirá en la actividad y se motivará.
2. Si usted no está motivado internamente, prométase un premio externo por hacer la actividad. Puede ser un
helado, un café, o algo que lo estimule a hacerlo.
3. Comprométase públicamente a hacer la actividad. Haga que la presión de grupo funcione a su favor. Se ha
demostrado que las personas que hacen compromisos frente a otros tienen más posibilidades de cumplirlos.
Si está procrastinando porque encuentra la tarea poco importante o aburrida, evalúe las consecuencias de dejar de
hacerla. Es mejor ser sincero y decidir no hacer ciertas tareas en lugar de perder la confianza en usted mismo por
incumplir compromisos.
Cuentan que unas lagartijas estaban peleando y haciendo un revoltijo. El perro intentaba detenerlas, pero no lo
conseguía. Pidió ayuda al burro, pero este le dijo que lo ayudaría después de que termine de descansar. El perro le
suplicó al chancho que lo ayude, pero el chancho le dijo: “Después, primero tengo que terminar mi comida”. El perro
siguió pidiendo ayuda, pero nadie lo ayudó. Las lagartijas siguieron peleando, subieron por el techo, se metieron por
la chimenea y terminaron en la cocina de la casa. Allí, por tanta pelea, empujaron un recipiente con combustible que
incendió la casa y terminó con la muerte de su dueña. Para el velorio, decidieron hacer una comida, sacrificaron al
chancho y al burro lo tuvieron cargando grandes bultos hasta la noche. El perro se acercó al burro y le dijo:
“¿No era mejor hacerte cargo del problema antes de que el problema se haga cargo de ti? "
La superstición está relacionada con la suerte. Las personas supersticiosas piensan que la suerte depende del destino
y que ellas pueden influenciarla al evitar gatos negros o pasar por debajo de escaleras, entre otros. Pero… ¿la suerte
es destino o voluntad?
El psicólogo inglés Richard Wiseman realizó un estudio para probar si la suerte dependía de la casualidad o de la
voluntad. Encontró que el 50% de los entrevistados consideraba que tenía suerte y sólo el 14% pensaba que tenía mala
suerte, el 36% restante no optaba por alguna postura. Este estudio demostró, primero, que las personas que piensan
que tienen suerte no tienen habilidades psíquicas: ambos grupos fallaron en una prueba al intentar predecir el número
de la lotería. Luego, llegó a las siguientes conclusiones sobre las personas que asumen tener buena suerte:
1. Crean un amplio círculo de amistades y relaciones. Al estar más conectadas socialmente, reciben más
oportunidades, sonríen más frecuentemente, tienen un mejor contacto visual y su expresión corporal acerca a las
personas y atrae posibilidades.
2. Tienen una actitud más relajada hacia la vida. Al tener esta actitud, poseen la capacidad de detectar oportunidades.
La gente más estresada, en cambio, está más concentrada en sus problemas y no observa bien su entorno. En una
investigación que menciona Wiseman, se arrojó un billete en el piso, camino hacia una cafetería. Efectivamente, las
personas que consideraban que tenían suerte encontraron el billete en más oportunidades. Con ello se concluye que
el hecho de que tomen la vida con una actitud más relajada les permite observar y captar las oportunidades del
entorno.
3. Toman decisiones confiando en su intuición. En el estudio, 90% de las personas que consideraba que tenía suerte
indicó que confiaba en su intuición versus sólo 20% de las personas que no se sentían con suerte.
4. Esperan que su buena suerte continúe en el futuro, con lo cual crean una profecía que se cumple. Como sienten que
tendrán buena fortuna en lo que hacen, tienen una actitud más positiva, toman más riesgos, aprovechan más
oportunidades. Se sienten más confiados y eso los ayuda a tener más posibilidades de ser exitosos. Todo lo contrario,
ocurre con las personas que consideran que no tienen suerte; si alguna vez son premiados con buena fortuna, lo ven
como un evento temporal que se extinguirá rápidamente.
5. Interpretan los eventos negativos en sus vidas como pasajeros y como una oportunidad para aprender, siempre
rescatando el lado positivo de las cosas.
Si usted está en un banco cuando unos ladrones lo asaltan y recibe una bala que le hiere el brazo, ¿consideraría que
tiene buena o mala suerte? En un estudio, aquellos que previamente consideraban que tenían mala suerte,
respondieron que sería otra situación más de mala suerte. Las respuestas de aquellos que previamente se
consideraban con buena suerte dieron el resultado totalmente contrario. Ellos sentían que herirse sólo el brazo era
buena suerte. Los que sienten que tienen suerte ven los eventos negativos como positivos. Eso les permite tener una
actitud positiva, que les ayuda a tener apertura de mente y a encontrar soluciones a sus problemas.
Si dependiéramos solamente de la corteza cerebral para lidiar con los peligros, hace mucho tiempo hubiéramos
desaparecido como especie. La corteza cerebral reacciona mucho más lentamente y mientras estamos pensando qué
es lo que nos conviene, hubiéramos terminado en el estómago de un depredador.
Pero el mismo mecanismo límbico que nos ha salvado de ser devorados por las bestias, en el mundo moderno se
convierte en un problema. Los seres humanos nacen con la amígdala totalmente desarrollada pero la corteza pre
frontal del cerebro termina desarrollándose hacia los 22 años. Esto genera un serio problema para los bebés y los
niños, dado que tenemos la capacidad de sentir y memorizar emociones fuertes como el miedo, pero no tenemos la
capacidad de entender o racionalizar dichas emociones. Es aquí donde se genera la memoria inconsciente. Esta
memoria está almacenada en el caso del miedo, en la amígdala, pero no tiene un registro en la corteza cerebral. Es
decir, no sabemos que la cargamos.
Por ejemplo, un bebé muy sensible, que a los 3 meses, su madre tuvo que irse de viaje 3 días y se sintió abandonado,
con miedo de que se iba a morir porque no estaba su protectora, con miedo de que su madre se haya muerto. Vivió
intensamente este miedo a esta edad, sin tener la capacidad de entender lo que estaba pasando. Este miedo
almacenado en la amígdala, ahora que la persona ya es un adulto casado de 30 años, lo sigue persiguiendo. Por
ejemplo, cuando su esposa amenazó con separarse, le vino un ataque de pánico, un miedo muy fuerte, como si se
fuera a morir. Si bien separarse puede dar miedo, el miedo que sentía, no tenía relación con la realidad.
¿Por qué la amígdala nos juega esas pasadas? ¿Por qué tenemos que traer esos miedos inconscientes al presente? Es
el mismo mecanismo que nos salvó de los depredadores, el que ahora más bien, nos perjudica. La amígdala, al percibir
una situación similar a la de una amenaza en el pasado (la separación de la esposa la encuentra de alguna forma similar
al abandono de la madre), nos recuerda el miedo profundo del pasado y genera una respuesta de pelea-fuga en el
cuerpo.
¿Cómo evitar ser esclavizado por nuestras emociones inconscientes? Según las teorías psicoanalíticas, la solución está
en recordar las emociones del pasado para procesarlas, entenderlas y “digerirlas” usando nuestra corteza cerebral.
Por ejemplo, en el caso de la persona que sintió el abandono de su madre, a través de una serie de estrategias, en
terapia revive sus miedos. La persona recuerda sus sensaciones y finalmente logra entender que la sensación de
abandono que siente no está relacionada a su esposa sino al episodio que tuvo con su madre.
Para cambiar conductas se requiere mucha disciplina y perseverancia. Similarmente, para subir a otro piso de un
edificio requerimos hacer el esfuerzo de subir las escaleras. Todo cambio es cuesta arriba y requiere esfuerzo. El
problema es que muchos nos olvidamos de que existe el ascensor, es decir los hábitos. Los hábitos perpetúan los
cambios de forma inconsciente y sin esfuerzo.
Por ejemplo, cuando usted se levanta, no piensa cuál será la hora de cepillarse, ni en dónde está su cepillo de dientes,
ni cómo usarlo: lo hace automáticamente porque ya es un hábito.
Según los autores Jim Loehr y Tony Schwartz1, la creación de hábitos o rituales, como ellos
los denominan, nos ahorran energía y son fundamentales para lograr la mejora personal.
En una investigación privaron de comida a los participantes por varias horas, luego les pusieron dos platos de comida:
uno con apetitosas galletas de chocolate y otro con verduras. A un grupo se le permitió comer las galletas hasta saciar
su apetito, al otro grupo se le pidió que no comiera las galletas y que use su disciplina para comer solo verduras. Luego,
les dieron ejercicios matemáticos de mucha dificultad a los participantes de ambos grupos. El grupo que se restringió
de comer galletas mostró menos perseverancia y disciplina en los ejercicios que el grupo que comió todo lo que quiso.
Este tipo de investigaciones se han replicado varias veces, confirmando que el grupo que usó su disciplina al inicio para
restringirse de comer las galletas tenía mayor dificultad afrontando nuevos retos de disciplina. La conclusión a la que
llegaron los investigadores es que contamos con una cantidad limitada de disciplina, que una vez gastada, restringe
nuestra conducta.
Los rituales en cambio, nos ahorran energía. Una vez que logramos instalarlos en nuestras conductas, se perpetúan
en el tiempo y no usan disciplina.
¿Cómo crear rituales de forma efectiva? Según los autores, es vital definir la hora y el lugar donde haremos el ritual
y no cambiarlo.
En un estudio se le pidió a dos grupos de mujeres que realizaran un auto examen de mamas durante el siguiente mes.
A uno de los grupos se les indicó que se comprometan a fijar la hora y el lugar donde se harían el examen y al otro
grupo no. El 100% de las mujeres a la que se les indicó la hora y el lugar se hicieron el examen, en cambio solo el 53%
del otro grupo se lo hizo. Otro aspecto que se ha estudiado es que uno debe crear rituales incrementales. Si queremos
hacer ejercicio, no empecemos con 2 horas diarias de pesas y aeróbicos, más bien tres veces por semana media hora.
Una vez que se ha incorporado el ritual en nuestras conductas podemos incrementar la dificultad.
Si usted quiere cambiar, instale rituales que lo ayuden. Por ejemplo, el profesor Tal Ben Shahar de Psicología Positiva
menciona que pasaba poco tiempo con su esposa y sentía un desbalance. Él decidió instalar un ritual semanal con su
mujer. A una hora determinada, en un día determinado, Shahar sale con su esposa, comparte y profundiza su relación.
Cada salida es diferente, tiene variedad, pero siempre sale a la misma hora. Personalmente tengo muchos rituales
instalados que me ayudan a mejorar: tengo un ritual deportivo, nutricional, de meditación, de escritura de libros, entre
otros.
Defina qué quiere cambiar en su vida y cómo empujar una piedra cuesta arriba en una montaña, y trabaje para lograrlo
con disciplina. Una vez que llegue a la cima, cree hábitos y deje que la piedra se deslice al otro lado, a toda velocidad
y sin esfuerzo.
Creencias limitantes
Por David Fischman
Utilidades de la felicidad
Por David Fischman
Nos preocupamos mucho por hacer rentables nuestras empresas, pero
muy poco por hacer rentable nuestra vida.
Si le preguntara a un empresario si su empresa da utilidades, estoy seguro que obtendría una respuesta
inmediata, ya sea positiva o negativa. No puedes ser empresario y no saber si tu empresa da utilidades o pérdidas. Sin
embargo, si al mismo empresario le preguntara si la empresa de su vida es rentable; es decir, si tiene utilidades o
pérdidas en felicidad, lo más probable es que muchos no sabrían responder a esta pregunta.
En la búsqueda de la felicidad nos ponemos metas económicas, buscamos amistades, hacemos familias, nos
compramos cosas, buscamos nuestro crecimiento profesional, etc. Sin embargo, la felicidad es un concepto abstracto,
difícil de entender y de hallar.
El fin último de la empresa es buscar la rentabilidad para sus accionistas. Para mí, el fin último de la empresa del ser
humano es buscar la felicidad. La metáfora de la empresa nos puede ayudar a entender la felicidad.
De la misma forma en que el estado de ganancias y pérdidas muestra las utilidades o pérdidas
de una empresa, se puede crear un estado de ganancias y pérdidas de unidades de felicidad
de una persona.
Las utilidades en la empresa no vienen de forma fácil. Se requiere de mucho esfuerzo. De la misma manera, para
conseguir la felicidad, se requiere de mucho esfuerzo. No viene fácil y hay que saber qué actividades son aquellas que
te dan más rentabilidad en felicidad.
Una empresa tiene diferentes líneas de productos que le dan ingresos. De la misma forma, existen diferentes líneas
de actividad que dan unidades de felicidad. Entre las principales son:
1. Experimentar gratitud de forma diaria: Se ha demostrado que las personas que llevan un diario de gratitud son
más felices, más sanas y obtienen más logros que aquellas que no lo hacen.
2. Trabajar en “Flow”: Que se da cuando trabajamos en actividades retadoras a la altura de nuestras habilidades y
fortalezas. Aquellos que trabajan en “Flow” generan más unidades de felicidad.
3. Hacer servicio: Aquellas personas que ayudan desinteresadamente a los demás generan una gran cantidad de
unidades de felicidad. La ayuda a los demás te hace sentir útil y te da una sensación de trascendencia.
4. Ser positivo: Uno puede ver la vida con optimismo o con pesimismo. Aquellos que perciben, interpretan y recuerdan
lo positivo de la vida generan más unidades de felicidad.
5. Meditar: La meditación, o poner en blanco tu mente de forma diaria, es una estrategia practicada en el oriente y
está totalmente comprobado que trae una gran cantidad de unidades de felicidad.
6. Perdonar: El que perdona no le hace el favor a otra persona, se hace el favor a sí mismo. Perdonar libera las rabias
y odios del pasado y nos trae unidades de felicidad y paz en el presente.
7. Felicidad genética: Hay personas que vienen a la vida con más felicidad que otras. Estudios demuestran que hasta
50% de la felicidad de una persona depende de la genética. Volviendo a la analogía de una empresa, la felicidad
genética es como un capital que tiene la empresa que le da ingresos por intereses todos los meses. Algunas empresas
tienen ese capital, otras no. Aquellas personas con un capital genético de felicidad reciben una gran cantidad de
unidades de felicidad en su vida.
¿Cuáles son los costos en el estado de ganancias y pérdidas de la vida? Aquellos sentimientos y actividades que nos
quitan felicidad, como por ejemplo el pensamiento negativo, la rabia, el odio, el excesivo materialismo, el dolor, el
estrés, el ego, entre otros.
Finalmente, la resta de los ingresos por felicidad y los gastos determinan nuestro nivel de
utilidad en felicidad. Aproveche, nunca es tarde para hacer nuestra vida rentable en felicidad.
Como menciona Michael Porter, de Harvard, la mayoría de las empresas define su estrategia como “ser la
mejor empresa en la industria”. Pero si todos quieren ser los mejores, entonces copiarán lo que hace el resto y
no habrá diferencias entre los competidores. Ser el mejor es una meta noble, pero no te garantiza una ventaja
competitiva sostenible en el tiempo. Porter propone para ser único, buscar ventajas diferenciales únicas que
te diferencien de la competencia.
Algunos empresarios sugieren que su estrategia es su forma de organizarse, o su excelencia operacional, o
tener la mayor participación de mercado. Pero no mencionan por qué la propuesta de valor de la empresa es
única; es decir, por qué los clientes nos comprarán a nosotros en lugar de a la competencia. La estrategia de
una empresa debe señalar claramente las ventajas diferenciales, a qué clientes servir y dónde hacerlo.
Por otro lado, muchos confunden la visión con la estrategia. La visión es el sueño al que aspira la empresa,
genera una gran meta común y una motivación trascendente. La estrategia es más el “cómo” lograr ese sueño.
En la guerra, la visión es el sueño del territorio conquistado. La estrategia es cómo venceremos al enemigo
para alcanzar ese territorio. Para triunfar no solo debe ser compartida la visión sino también la estrategia. Si
la estrategia no está coordinada y alineada, en la batalla de la competencia, podemos tener muchas bajas o
ineficiencias.
No basta definir las ventajas competitivas que tendremos para que los clientes nos seleccionen. Debemos
alinear cada aspecto de la empresa para lograr estas ventajas. Por ejemplo, la aerolínea más rentable en el
mundo es Ryanair, una línea irlandesa que definió su estrategia como: “ser la línea de bajo costo en Europa”.
Ryanair alineó todas sus actividades con este concepto. Por ejemplo, vuela solo en un tipo de avión, en tramos
cortos, usan aeropuertos secundarios, no entregan comida en los vuelos, no asignan asientos, tienen una alta
utilización de los aviones, no conectan vuelos, son súper austeros en tecnología, entre otras diferencias. Han
alineado toda la cadena de valor de la empresa para que concuerde con su estrategia. Ryanair ha tomado ciertas
opciones y ha dejado otras de lado. Estrategia significa escoger: uno no puede ser todo para todos. En estrategia
es tan importante definir qué somos, como definir qué no somos o qué dejaremos de hacer. Cuando uno quiere
ser todo, empieza a parecerse a los competidores y pierde su ventaja diferencial.
Finalmente, una pregunta vital en estrategia es: ¿son estas ventajas sostenibles en el tiempo? Si su ventaja
diferencial consiste en tener un atributo especial para un producto, probablemente su competencia tratará de
copiarlo, salvo que esté patentado. Las ventajas competitivas más sostenibles son aquellas que requieren una
serie de actividades interrelacionadas en la empresa. Por ejemplo, para que una empresa se diferencie por el
servicio al cliente, requiere un gran número de actividades internas, como la creación de una cultura ganadora
compleja de replicar o que requiera un conjunto de actividades internas en recursos humanos para lograrla.
¿Puede definir claramente cuáles son aquellas ventajas diferenciales de su empresa? ¿Todas las actividades
de su empresa están alineadas con esa estrategia? ¿Son estas ventajas competitivas sostenibles en el tiempo?
Responder a estas preguntas no le garantiza el éxito en la guerra competitiva de todos los días, pero son un
punto de partida para trazar una estrategia ganadora.
Charles Duhigg, en su libro “El poder de los hábitos” trae las últimas investigaciones
neuronales sobre la formación de hábitos. El secreto del éxito es tener la capacidad de formar
hábitos saludables para que luego los hábitos nos formen a nosotros...
Neuronalmente, la disciplina se ubica en la corteza pre-frontal del cerebro, es donde se encuentra nuestra capacidad de tomar
decisiones, de autorregularnos, de prestar atención, entre otras funciones. Sin embargo, como menciona Charles Duhigg, en su
libro “El poder de los hábitos”, los hábitos se almacenan en una zona diferente del cerebro, la de los ganglios basales. Una vez que
se forma un hábito, este actúa de forma automática y no usa otros recursos neuronales.
Es por esto, que es mejor usar nuestra disciplina limitada para formar hábitos saludables y luego estos hábitos, una vez instalados,
nos ayudan a llevar la vida que queremos. Según Duhigg, para instalar un hábito se requiere de una señal, una rutina que repetimos
varias veces y luego, un premio o gratificación. Por ejemplo, aquellas personas que tienen el hábito de comer un postre después
de cenar. La señal sería terminar la comida, el objetivo de la señal es indicarle al cerebro que “lance” el hábito. La rutina sería
comer el dulce y la gratificación sería “la inyección” de azúcar a la sangre que genera una sensación inmediata de bienestar y
gratificación (aunque posteriormente nos pueda hacer daño).
Veamos qué pasó con la persona que deseaba generar el hábito de hacer deportes en un gimnasio. La señal, posiblemente era ver
la hora, el reloj despertador o tomar desayuno. La rutina era hacer deportes. Pero ¿cuál era la gratificación? Cuando uno empieza
a hacer deportes no hay mucha gratificación, más bien hay músculos adoloridos. Si uno continúa haciendo deporte por un tiempo,
empieza a sentir la sensación de bienestar generada por las endorfinas. Pero la gratificación de un postre no compite con la
gratificación a mediano plazo de hacer deportes.
Quizás a la persona le faltó generar un premio temporal hasta que el deporte la empezara a gratificar. Por ejemplo, después de
hacer deporte podría haberse “premiado” con un helado de dieta o algún dulce bajo en calorías.
Si tenemos clara la señal, repetimos una rutina por 30 días y obtenemos una gratificación y así el hábito se forma.
Algunos opinan que hay que “ver para creer”, es decir, constatar algo con datos científicos y
confiables para reconocer que es posible. Sin embargo, en la actualidad, incluso la comunidad
en científica está demostrando que nos conviene “Creer para ver"...
En una investigación, en la que 10 pacientes debían ser operados de la rodilla por ruptura de tendones y
ligamentos, se realizaron operaciones para dos de ellos y a los 8 restantes solo les hicieron un corte con el
bisturí y les pusieron puntos. Se les hizo creer a los pacientes que todos habían sido operados y que la operación
había sido un éxito. Seis meses después, todos los pacientes estaban satisfechos con su operación y se habían
curado por completo. ¿Cómo es posible? Por el efecto placebo. Este efecto se da cuando una persona cree que
un medicamento o procedimiento inocuo, como una pastilla de azúcar o un procedimiento ficticio, le harán
bien, y esta creencia es percibida como realidad.
En otra investigación con píldoras antidepresivas, para definir el impacto del placebo, se administró la píldora
a un grupo de pacientes y una pastilla de azúcar a otro grupo, teniendo como resultado que más del 50% de
los pacientes mejoró solo tomando la pastilla de azúcar.
En un estudio sobre un medicamento para las personas calvas, a un grupo se le dio un producto placebo,
logrando incrementar el crecimiento del cabello al 42% de los participantes.
Así, numerosas investigaciones confirman el efecto que tienen las creencias en nuestra vida. Si creemos,
podemos verlo. Como dice Henry Ford: “Sea que pienses que puedes o no puedes, estás en lo cierto”. No
siempre podemos cambiar la realidad externa, muchas veces no depende de nosotros. Pero sí podemos cambiar
nuestra realidad interna, que es el primer paso para modificar el mundo exterior. Muchas personas tienen
creencias negativas que le restan oportunidades, por ejemplo, una persona que tiene que lograr una meta
importante y en su mente tiene creencias como “No estoy preparado”, “Nunca podré hacerlo” o “Hay mucha
competencia y no voy a poder”. Es posible que la realidad externa sea difícil, competitiva y dura, pero con
esas creencias en nuestra mente será más difícil dominar nuestro entorno.
Tener creencias optimistas nos ayuda a generar el efecto placebo otorgándonos más probabilidades de ser
exitosos. No siempre nos ayudan las creencias optimistas. Si estoy en una cima de una montaña y pienso “voy
a volar, voy a volar”, no me hará nada bien. Cuando estamos en situaciones peligrosas y amenazantes es mejor
ser pesimistas. Pero cuando enfrentamos retos familiares o laborales, donde existen obstáculos, tener creencias
optimistas nos ayuda.
Es importante tener en cuenta que las creencias no lo son todo. Además de tener creencias positivas, para ser
exitoso se requiere de mucho trabajo y perseverancia. Las cosas no suceden mágicamente solo porque las
pensamos.
Dos ranas que cayeron a un porongo de leche intentaron subir, pero las paredes estaban grasosas. Para
mantenerse a flote, tenían que patalear. Después de unas horas, una de ellas dijo: “No hay nada que hacer,
nunca saldremos, mejor me muero ya”, dejó de patalear y se ahogó. La otra siguió pataleando. En su mente
pensaba: “Sí puedo, voy a salir”. Pataleó y pataleó por horas y cuando ya estaba desfalleciendo, a punto de
agotar su última gota de energía, sintió algo sólido debajo. Había pataleado tanto que había formado un trozo
de mantequilla en la leche. Se apoyó sobre la mantequilla y saltó a su libertad.
Sin duda, la creencia “Sí puedo” ayudó a la rana a seguir pataleando, pero fue también el trabajo duro, su
persistencia, lo que le dio su libertad.
Imaginemos que usted no tiene ninguna premura económica y le dan a escoger entre tener $100 dólares de forma inmediata o
tener $150 dólares en 120 días. ¿Cuál escogería? Hice esta pregunta en una investigación y aproximadamente 50% de los
encuestados prefirieron cada opción presentada. Había algunos que preferían tomar el dinero de forma inmediata y gratificarse
con él mientras que otros veían que tener $50 dólares más en 4 meses tenían un mayor valor y estaban dispuestos a postergar la
gratificación.
Según los estudios realizados, aquellas personas que eligen los $100 dólares tienen menos autocontrol y disciplina. En términos
generales, fuman y toman más, procrastinan con mayor frecuencia, tienen dificultades manteniendo su peso, haciendo deportes
y controlando sus gastos.
Existen muchas estrategias investigadas que nos ayudan a tener mayor autocontrol. Por ejemplo, una de ellas es encuadrar el
dilema de autocontrol como una pérdida. Si en lugar del dilema anterior, le hubieran dado a escoger las siguientes alternativas:
recibir $150 dólares en 4 meses, o perder $50 dólares y recibir solo $100 dólares en este momento, ¿cuál elegiría ahora? En este
caso, si bien en términos de dinero el dilema es similar al anterior, la mayoría escoge los $150 dólares en 4 meses. ¿El motivo?
Por ejemplo, si usted está a dieta, puede evitar algunas reuniones sociales donde sabe que va a estar expuesto a toda serie de
alimentos calóricos. Otra forma de manejar las tentaciones es planificar por anticipado qué hará cuando se vea expuesto a ellas.
El tener un plan claro lo ayuda a no usar su autocontrol, sino más bien a usar conductas automáticas que lo protegen. Por ejemplo,
si usted quiere dejar de consumir alcohol y va a una reunión donde sabe que le ofrecerán licor, usted puede pensar: si me ofrecen
un trago, entonces pediré una gaseosa.
Finalmente, es importante recordar que el autocontrol radica en la zona prefrontal de nuestro cerebro y consume mucha glucosa
para funcionar. Por este motivo, trate de evitar retos de autocontrol cuando no ha tomado desayuno, almorzado o comido. Por
ejemplo, no intente discutir con su pareja cuando llegue del trabajo con hambre, es posible que su glucosa esté baja y tenga
dificultades para contener palabras de las que después se pueda arrepentir.
Cuentan que una persona le dijo a su maestro: “Soy un buscador de la verdad”. El maestro contestó: “Si quieres encontrar la
verdad hay algo fundamental que necesitas saber”. “Ya lo sé, es la irresistible pasión por la verdad” dijo el discípulo con mucha
seguridad. “No, es la humildad para aceptar que puedes estar equivocado” respondió el maestro. Como menciona la historia:
De las tres definiciones de humildad proporcionadas por la Real Academia de la Lengua Española, solo una alude a la virtud de
conocer sus propias limitaciones, mientras que las otras dos aluden a la bajeza de nacimiento o a la sumisión. No es de extrañar
que para muchos la palabra humildad tenga un aura peyorativa.
Nada más alejado de la realidad. La persona que demuestra humildad tiene una alta autoestima para reconocer que no es perfecto,
que tiene mucho que aprender de las ideas de los demás.
Como menciona Wilson, Sturm, Biron y Bach1 ser humilde no implica reducir nuestra propia valoración, más bien significa
incrementar la valoración de los demás. Las personas humildes dejan de estar centradas en sí mismas y aprenden a apreciar el
valor de todos los seres humanos. Entienden que todas las personas son valiosas y tienen algo que aportar.
El autor Jim Collins encontró un factor común en su investigación sobre líderes que llevaron a sus empresas de ser buenas a
extraordinarias: La humildad. Las empresas más exitosas eran lideradas por gerentes con alto grado de humildad y determinación.
Se distinguían por buscar el beneficio y visibilidad de la organización y no su prestigio personal. Estos líderes se miran al espejo y
no a la ventana, es decir asumían su responsabilidad en los errores cometidos y no buscaban culpables porque reconocían que se
podían equivocar.
La humildad además nos hace personas más agradecidas, nos permite reconocer que no nos merecemos todo y nos hace valorar
más lo que tenemos. Las personas más humildes son mejores miembros de equipo, porque no se sienten dueños de la verdad y
tienen más apertura a las ideas de los demás. También porque aceptan mejor las críticas constructivas ya que saben que no son
perfectos y pueden mejorar.
Cuentan que un discípulo que regresó de hacer servicio desinteresado en el hogar de leprosos de la ciudad, se acercó a su maestro
y le dijo: “¡Me fue extraordinario! Los monjes dijeron que yo era el que cuidaba mejor a los leprosos, incluso dijeron que nunca
habían tenido una persona como yo”. Al escuchar esto, el maestro arrojó bruscamente una vela al fuego y le dijo: “De la misma
forma que el fuego consume la cera, tus buenas acciones se consumen cuando alardeas de ellas”.
Si uno valora la humildad, nuestro peor enemigo será la soberbia de nuestro ego. El ego es capaz de engañarnos a nosotros
mismos, disfrazándose de humilde. En la mente del ego, mostrarse humilde puede ser una estrategia para ganar mayor aceptación
y reconocimiento de los demás.
En mi opinión, para desarrollar la humildad hay dos frentes. El frente emocional, que es resolver nuestras inseguridades, traumas
inconscientes, elevar nuestra estima y así controlar nuestro ego. El otro frente es el espiritual. Si cultivamos nuestra espiritualidad,
podremos ver a Dios en las demás personas y aprender a reconocer y valorar más su contribución a la vida.
Lic. Blanca Loayza 1° A- B Fecha de entrega: 13 de abril
Estudiante: …………………………………………………………………………………………..…………………………………………………………….
Comunicación: Plan lector
Los finales inesperados, como el de esta historia, o los que rompen esquemas como en ciertos chistes, son los que nos
generan humor. Según Edward de Bono, experto de la creatividad, estimular la ruptura de esquemas fomenta la
creatividad en la empresa. A mayor humor en la empresa, habrá mayor creatividad.
Cada vez más empresas de servicios incluyen en su enunciado de valores, el del sentido del
humor. Lo hacen porque saben que las personas, cuando viven el sentido del humor, son más
creativas y están más relajadas, lo que les permite dar un mejor servicio.
Según Peter Jonas, experto en temas de sentido del humor en la empresa, el valor del sentido del humor tiene muchos
beneficios. En primer lugar, ayuda a curarte como persona, potencia el sistema inmunológico, disminuye el cortisol e
incrementa las endorfinas, lo cual alivia las tensiones. En la oficina, muchos hemos vivido momentos de tensión que
se vieron relajados por una buena broma. También se han realizado estudios en universidades donde se hicieron clases
con y sin humor. Al cabo de seis semanas, las personas que tuvieron clases con humor mostraron un aumento
significativo en la retención de lo enseñado. En conclusión,
Una empresa que fomenta el sentido del humor estará fomentando el bienestar de su personal,
la creatividad y flexibilidad, el servicio al cliente y el aprendizaje.
¿Pero cómo hacerlo en la empresa, donde siempre falta tiempo? No hay tiempo para nada, pero sí lo hay para lo que
la alta gerencia considera importante. Si realmente se ve la importancia del sentido del humor, hay que darse tiempo.
Por ejemplo, conozco una empresa que hace una fiesta anual de disfraces con todo su personal. La alta gerencia
invierte varias horas preparando una pequeña coreografía para presentarla a toda la organización. Otra empresa que
tiene un intranet para el personal, todos los meses invierte tiempo de la alta gerencia pensando en la caricatura del
mes, donde crean caricaturas con escenas cotidianas de la empresa. Otra organización envía a sus ejecutivos la broma
del día para que inicien con buen ánimo su jornada laboral. Estas actividades requieren tiempo, pero estas empresas
están comprometidas con el sentido del humor.
Pero no todo es color de rosa con el sentido del humor. Se debe tener cuidado con las bromas que afectan a un grupo
de personas como las burlas, bromas con contenidos racistas, de discriminación de género, o de religión, entre otras.
Cuando el sentido del humor se utiliza con exceso, también causa problemas, así como cuando sólo se bromea y no se
avanza nada en serio. Por último, hay situaciones donde el sentido del humor puede considerarse una falta de respeto.
Por ejemplo, cuando una persona ha preparado una presentación y se le interrumpe frecuentemente con bromas.
Entonces la persona podría sentirse agredida por el sentido del humor.
Aprendamos a descubrir y a fomentar un sentido del humor sano. No solo mejorará el clima
laboral sino que además tendrá una empresa más productiva.
Las estadísticas demuestran que, en una comunicación interpersonal, el contenido del mensaje
representa solo el 7% del mismo y el restante 93% corresponde a la comunicación no verbal y vocal.
Es decir, gestos, ademanes, posturas, tono, volumen y velocidad de la voz. Cuando usamos el correo
electrónico dejamos de lado la comunicación no verbal y vocal, y el receptor tiene que deducir el
significado del mensaje sólo del contenido textual.
Si le piden que reduzca su presupuesto para el próximo año en 93% y que, con lo que le resta, logre los
mismos resultados que este año, lo más probable es que renuncie a su puesto. Es absurdo pretender
tener los mismos logros con sólo el 7% de los recursos.
Lo mismo ocurre con la comunicación electrónica. Estamos acostumbrados a comunicarnos
personalmente con el 100% de nuestros recursos comunicativos. Sin embargo, a través del correo
debemos lograr los mismos objetivos usando sólo la comunicación escrita que es el 7% de ellos.
Cuando nos llega un mensaje por correo electrónico recibimos sólo un conjunto de palabras y somos
nosotros quienes le atribuimos las emociones. Un mismo correo puede ser interpretado de dos formas
opuestas dependiendo de quién es la persona que lo lee. El mensaje de correo es como el dibujo en los
libros de niños para colorear. Dependiendo de nuestro estado de ánimo, prejuicios y experiencias
pasadas nosotros le ponemos los colores de las emociones al dibujo. Muchas veces estas emociones no
coinciden con la verdadera intención del emisor. Es por eso que los correos electrónicos ocasionan tantos
conflictos interpersonales.
Recomiendo lo siguiente:
1. Evite comunicar por correo temas sensibles o que puedan generar conflictos.
2. Si recibe un correo que siente agresivo no responda de forma similar y no saque conclusiones
inmediatas. Converse con tranquilidad con la persona que lo envió y aclare sus dudas.
3. Evite el ‘raje electrónico’. Si recibe un correo que siente agresivo, no distribuya copias por toda la
organización agregando sus comentarios destructivos. Puede estar generando un conflicto innecesario.
Cuentan que una persona les entregó una moneda a cuatro personas. El primero, que era persa, dijo:
“Compremos angur”. El segundo, árabe, se negó rotundamente y dijo que mejor compraban inab. El
tercero, que era turco, dijo: “Este dinero es mío y compraré usum”. Finalmente, el cuarto, griego, dijo:
“Silencio, compraremos israfil.” Empezaron a pelearse entre ellos y, finalmente, la moneda cayó a un
pozo y nadie pudo comprar lo que quería. Esto no habría pasado si hubieran sabido que todos querían
exactamente lo mismo, expresado en diferentes idiomas: uvas.
Con el correo electrónico, aun hablando el mismo idioma, las personas entienden mensajes diferentes
generando conflictos y peleas.
La próxima vez que reciba un correo, que considere una dinamita electrónica, recuerde que
su percepción lo puede estar engañando.
Quizás es nuestra propia dinamita destructiva que la estamos viendo reflejada en ese mensaje.
La rabia, el odio y otros sentimientos negativos son como espinas que clavamos en nuestro cuerpo
cuando percibimos que alguien nos hace daño. Si no las sacamos a tiempo, pueden infectarse y hasta
producir gangrena. El problema es que muchas veces las clavamos tan profundamente que pasan a
nuestro subconsciente. Tenemos la rabia y el odio guardados contra una persona, pero no somos
conscientes de ellos.
La pasión humana es como la gasolina para los vehículos de doble tracción. El mismo combustible te
puede llevar a la cima o al barranco. La pasión bien utilizada nos puede impulsar hacia el logro de
nuestras metas en la vida. Sin embargo, cuando odiamos, la pasión nos puede llevar a nuestra propia
destrucción.
Tenemos que aprender a transformar odios, rabias e iras en sentimientos de compasión.
La compasión implica pensar más en los demás. Implica entender que las personas cometen errores y
aciertos, y que la universidad de la vida hará que aprendan la lección. La compasión implica dejar de
juzgar las equivocaciones de los demás y, en lo posible, ver la forma de ayudarlos. Compasión implica
ser empático y comprender a las personas.
Pero, ¡qué difícil es lograr compasión cuando alguien te hace daño! Es fácil navegar en balsa con la
corriente del río a favor. Sólo hay que dejarse llevar por ella. Ir cuesta arriba y contra la corriente
requiere un esfuerzo descomunal. Lo mismo le ocurre al ser humano. Es fácil dejarse llevar por
sentimientos bajos y negativos. Vivir con sentimientos y pensamientos elevados requiere de un gran
esfuerzo, pero paga con creces.
La compasión te acerca al bien más preciado: la paz y la felicidad interior.
Algunos consejos para transformar los sentimientos de odio y rabia en compasión:
1. Piense en las personas con las que tuvo un problema en el pasado.
2. Póngase en sus zapatos y reflexione sobre las condiciones que vivía la persona cuando cometió
el error. Entienda su pasado y las circunstancias que influyeron en su conducta.
3. Cuando se tiene odio contra una persona sólo se ve lo malo en ella. Piense en los aspectos
positivos de la persona y en las veces en las que hizo algo bueno por usted.
4. Aprenda a perdonar. Recuerde que todos nos equivocamos alguna vez. Deséele algo bueno a la
persona mentalmente. Cicatrice sus heridas con amor.
El Dalai Lama relata la historia de un monje budista que fue capturado por el gobierno chino y liberado
después de veinte años de cárcel y torturas. Al llegar a su monasterio en la India, el monje había
envejecido, pero seguía teniendo paz interior. Cuando el Dalai Lama le preguntó sobre su mayor miedo,
el monje respondió: “Mi mayor miedo fue perder mi compasión por quienes me encarcelaron y
torturaron”.
Es difícil lograr el desarrollo espiritual de este monje budista, pero lo que sí podemos hacer es empezar
el año limpio de sentimientos negativos y con una actitud de mayor compasión por las personas.
Aquí nace el concepto de las neuronas espejo, neuronas que nos permiten
ver lo que hacen otras personas, poder entenderlos y ponernos en su lugar y
sentir lo que ellos sienten.
Cuando usted ve a una persona bostezar y se contagia el bostezo o ve a un bebé sonreír y usted sonríe
también es porque sus propias neuronas espejo se activan.
Cuando usted va al cine y ve una escena romántica o inspiradora o cuando ve sufrir a uno de los actores
y derrama una lágrima, son sus neuronas espejo las que se están activando en su cerebro y le están
permitiendo sentir lo que sienten los personajes. Algo similar ocurre cuando está viendo un partido de
fútbol y ve a un jugador de su equipo que cae golpeado al piso después de una patada que le da el
oponente. Usted siente la patada, la injusticia, la rabia como si fuera el propio jugador, son sus neuronas
espejo las que le permiten empatizar.
En una investigación, se realizaron resonancias cerebrales a un grupo de personas que tenían unos lentes
en donde podían observar un video. En el video se podía ver a una persona tomando un líquido bajo 3
condiciones diferentes. En la primera, la persona tomaba el líquido y hacía un gesto neutro, en la
segunda, hacía un gesto de agrado y en la tercera, hacía un gesto de desagrado. Cuando la persona, a
quien se le hacía la resonancia cerebral, veía el video de desagrado, su propia ínsula anterior, la zona
del cerebro que se activa con el desagrado, se activaba. Se han hecho varios estudios similares donde
se comprueba que las neuronas espejo nos permiten empatizar y comprender las emociones de los
demás.
Y, ¿qué pasa con las personas que no tienen buena empatía? ¿Les falta neuronas espejo? No
necesariamente. Si bien existe una relación entre la empatía y la activación de las neuronas espejo en
el cerebro, existen otros factores a tomar en cuenta. Por ejemplo, exploremos el caso de Ignacio. Ignacio
es un empresario que de niño fue abusado por su padre y cuya madre no le demostró su cariño. Ignacio
creció con tanto dolor, que la única forma que tuvo de subsistir, fue enterrarlo. Ignacio creó un caparazón
de ego que cubrió su dolor y le permitió desenvolverse y crecer.
Ignacio se distanció de sus emociones para evitar sentir tanto sufrimiento. Ya en la empresa, Ignacio es
muy buen estratega, inteligente, está orientado al logro, pero tiene muy baja empatía. Ignacio tiene
neuronas espejo, pero mi hipótesis es que como está tan desconectado de sus propias emociones, le
resulta imposible percibir las emociones de los demás.
Como es el caso de muchos “Ignacios” que he tenido la oportunidad de ayudar, después de una terapia
donde se ponen en contacto con sus más profundos dolores y miedos, ellos pueden recobrar su empatía.
Lic. Blanca Loayza 1° A- B Fecha de entrega: 13 de abril
Estudiante: …………………………………………………………………………………………..…………………………………………………………….
Comunicación: Plan lector
Si usted ya creció y siente que este artículo lo identifica, no pierda tiempo e inicie alguna terapia para
tomar conciencia de lo que carga en su inconsciente. Terapias como el psicoanálisis o terapias
alternativas como renacer ayudan en este propósito. Uno puede tener una maestría en Harvard, pero
sus problemas emocionales pueden limitar su crecimiento. He sido testigo como ejecutivos con
preparación en postgrados en las mejores universidades han sido despedidos por problemas
emocionales.
El día que exista un ascenso y tengamos que subir la escalera de la compañía con estas “maletas”, quizás
nos sea imposible y perdamos la oportunidad.
Lic. Blanca Loayza 1° A- B Fecha de entrega: 13 de abril
Estudiante: …………………………………………………………………………………………..…………………………………………………………….
Comunicación: Plan lector
La integridad cuesta
Un gobernador que era muy íntegro y no recibía coimas fue llamado por el emperador en China. El
emperador le dijo:
Pasó el tiempo y el emperador nuevamente llamó al gobernador que en esta oportunidad vino con unas
bolsas pesadas. El emperador le dijo:
• Quiero felicitarte, ahora me han llegado excelentes comentarios de tu gestión. Aquí tengo 10
monedas de oro para ti.
• El gobernador lo miró con una actitud humilde y le dijo: Emperador, no merezco su premio. La
verdad es que anteriormente, las personas trataban de darme coimas y no aceptaba. Por eso
hablaban mal de mí. Luego, como usted me pidió que me los gane, acepté todo tipo de coimas
y empezaron a hablar de bien mí.
El gobernador trajo sus bolsas pesadas y las vació en el piso. Salieron cientos de monedas de oro.
Luego le dijo al emperador:
• Estas monedas son todas las coimas que he recibido, es su dinero mi emperador.
• El emperador lo miró con lágrimas en los ojos y le dijo: Hoy me has dado una lección y mañana
serás mi primer ministro.
Imaginemos a una persona que quiere cambiar y ser más ordenado. Su esposa se queja de que su
dormitorio es un desastre, le pide que elimine papeles, que ordene su mesa de noche. Pero el tiempo
pasa y no hace nada. Si bien ser más ordenado es una mejora y un atributo positivo, la persona siente
inconscientemente que ser más ordenado, implica perder su tiempo y su libertad. Todo cambio involucra
alguna pérdida.
Hay personas que son muy ansiosas, se preocupan demasiado, tienen mucho estrés. ¿Cuál es el beneficio
inconsciente que no quieren perder? Quizás asumen que preocuparse implica ser responsable y no
quieren dejar de serlo. Pero si la persona analiza con más detenimiento esta creencia, se dará cuenta
que no tiene asidero en la realidad.
Otras personas que son muy negativas, todo el tiempo se concentran en lo que no funciona y son muy
pesimistas. Pero cambiar a ser más positivo significaría tener algunas decepciones. No importa qué tan
positivos seamos, a veces las cosas no salen como queremos. En cambio, cuando somos negativos, no
nos decepcionamos porque no esperamos nada bueno. Cambiar a ser más positivo significa dejar de lado
una sensación de predictibilidad.
Otros son muy controladores, como jefes dan muy poco poder y les gusta ser los que deciden hasta el
más mínimo detalle. Si quieren ser jefes que empoderen más, deben estar dispuestos a que existan
errores, a tolerar que las personas se equivoquen o que ejerzan las funciones de una forma distinta a la
nuestra.
También están aquellas personas que son muy racionales, que han bloqueado sus emociones. Cambiar
para ellos significa perder su protección y exponerse a ser defraudados por terceros, significa ser
vulnerables.
Reflexione sobre lo que quisiera cambiar como persona. Luego piense en cuál sería su
pérdida. Evalúe en qué medida es una pérdida real o en qué medida está sobrestimando las
consecuencias.
En una habitación poco iluminada por una vela, los objetos se pueden proyectar en la pared mucho más
grandes de lo que son. Pero cuando prendemos las luces, vemos la realidad en su verdadera dimensión.
Lo mismo ocurre en la mente con las pérdidas inconscientes. Sacarlas a la luz, tomar conciencia, las
pone en su verdadera dimensión.
A un rey le regalaron dos águilas, una volaba lindo, pero la otra se mantenía en la rama de un árbol. El
rey estaba desesperado por hacer volar su águila. Contrató a todos los expertos del reino, pero ninguno
pudo lograr que el águila despegue. El rey entonces dio una recompensa al ciudadano que pudiera
resolver el problema. Un día vino una persona humilde del campo y le dijo que podría hacerla volar.
Pasaron unos pocos minutos y el águila ya estaba volando en el cielo. El rey muy agradecido le dio la
recompensa y le preguntó: ¿Cómo lo hizo? El campesino respondió: “Muy fácil, le corté la rama del árbol
y no tuvo otra opción que volar”.
Así como el águila, para cambiar necesitamos salir de nuestra zona de confort.
Lo mejor es que nosotros mismos lo hagamos, antes que la vida nos corte la rama y tengamos que
hacerlo. Tomar conciencia y digerir nuestra sensación de pérdida inconsciente nos impulsa a volar.