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PREMISA.

Ante la decepción de la vida cotidiana, el ser humano suele aferrarse a recuerdos de tiempos mejores,
volviéndose ajeno al presente, idealizando el pasado y creando su propia versión de la realidad.
EXTRACTO DE “LA MAGDALENA DE PROUST”

ES DE DIA. AL CENTRO DEL ESCENARIO VEMOS LA SALA DE UNA CASA. Un sofá orientado hacia el
público. Frente a él, una mesa de centro. Sobre la mesa, una laptop cerrada. A la izquierda una pequeña mesita,
sobre ella, una taza, sobres de té y una tetera. A la izquierda un perchero con una bolsa cerrada con llave. Se
escucha levemente música de fondo, mientras una luz tenue comienza a iluminar el centro del escenario.
Madeleine, despeinada y vistiendo ropa de cama sale a escena desde el lado superior derecho del escenario. Camina
hacia el sofá y abre la computadora e inicia una videollamada.
Madeleine.- (Seria, triste) Hola! Buenas tardes doctora, como esta?
Yo bien, también, muchísimas gracias por hacerme un espacio.
- Quería platicar con usted porque (Apenada, mirando al suelo) ayer le cambié el nombre a mi esposo. (Levanta la mirada
hacia la computadora) Estábamos cenando pizza, como todos los viernes. De pepperoni con champiñones, obviamente.
(Grita) ¡ODIO LOS CHAMPIÑONES!
Pero nunca se lo he dicho. Es que le fascinan y pues cuando andas de novia, lo aguantas todo.
Le dices (imitando burlona) “champiñones y pepperoni es mi combo favorito, ¡¿Cómo supiste!?” Y claro que 10 años de
matrimonio después, no le puedes decir que siempre no te gustan.
Entonces ahí seguimos, él comprando pizza de champiñones y yo poniendo los champiñones disimuladamente en sus
rebanadas. (Imitando burlona) “Si mi vida, ¡te doy mis champiñones porque te amo!”
(Pregunta, expectante) ¿Le ha pasado? Digo, no con los champiñones, sino con su pareja; ¿algo que no le dijo y ahora no
se atreve a contarle?
(pie de dialogo)-Como que?
Pues como que mi verdadero primer amor fue Armando.
(pie de diálogo)-Y así le dijiste?
Pues sí, así le dije. Obviamente se enojó y exigió una explicación “Ay amor, es un personaje de una novela que estoy
viendo”, le dije.
(pie de diálogo)-Ves muchas novelas?
Ugh, no! (con asco) ¡Claro que no veo novelas! (molesta) Después de más de 10 años de conocerme, Él debería saber que
¡Nunca en mi vida he visto una novela!
Así que es su culpa si me cree una mentira tan burda como esa.
(pie de diálogo)-Y por qué crees que le dijiste Armando?
(confundida) ¿Qué por qué le dije Armando? ¡No sé! o sea, está bien que últimamente he estado pensando un poco más en
él de lo que debería, pero eso es todo, pensamiento, imaginación.
(molesta) No es como que le esté siendo infiel o algo. No es como que yo lo recuerde a propósito.
Mire.
Madeleine se para del sillón y se dirige al perchero. Toma su bolso y se regresa al centro del escenario. Coloca el bolso
sobre la mesa, saca la llave y abre el bolso, sacando un puñado de dulces.
(Mostrando los dulces a la cámara de la computadora.) ¡Todo es culpa de estos dulces!
(Pensativa observa los dulces en sus manos) Se siente tan real. Cada dulce, cada sabor. (empunando los dulces) es un
recuerdo diferente. (empuna los dulces)

(Regresando a la realidad) No, de hecho Carlos tiene la culpa.


(pie de diálogo)-Quien es Carlos?
Oh, perdón, así se llama mi esposo. Él me metió esas ideas en la cabeza. Estábamos comiendo una sopa que le hizo su
mamá y me salió con que (burlona) sabía a “Infancia”.(Molesta) A mi me supo a nopales!
El chiste es que me explicó todo eso de cuando pruebas algo y te trae un recuerdo de cuando lo comías antes.
(pie de diálogo)-También pasa con los aromas.
Con los aromas? Claro! como cuando hueles un perfume y, en automático, te recuerda a alguien que lo usaba!
(Seria) Pues algo así me pasa y (defensiva) no es mi problema que Armando sea el protagonista de todos esos recuerdos.
(pie de dialogo)-Parece que se esta convirtiendo en una adicción?
(Molesta) Claro que no es una adicción! ¡Ni que fueran drogas!
(Triste, toma un dulce de la mesa) Además de que ya solo me queda de este recuerdo, digo sabor, y no me gusta. (molesta,
lo avienta al piso)
¿Me permite un segundo? (Se pone de pie y se dirige a la derecha del escenario y se prepara un té. Regresa centro del
escenario, de pie, frente a la computadora, tomando la taza entre sus manos)
(pie de diálogo)-Hablame de Carlos
De Carlos? (Suspira, sonriente, mientras da un sorbo a la taza) Pues que le puedo decir? Que él es muy bueno. (Harta,
voltea los ojos) ¡Demasiado bueno! Lloró en nuestra boda. Ni yo lloré ¡Y eso que estaba muy emocionada!
Pero Armando nunca lloraba, él era fuerte, seguro. (Se sienta en el sofá y observa los dulces, con miedo) un poco
temperamental (toma los dulces, y los pone de regreso en su bolso)
(pie de diálogo)- Era agresivo?
(recordando, con tristeza)Ummm (Molesta cambia el tema) Estamos hablando de Carlos. Le digo que él es muy bueno, y
me ama, me ama mucho. (Sonríe) Yo también lo amo. El caso es que después de que le dije Armando se comenzó a tronar
los dedos; siempre que está nervioso se truena los dedos.
Como que al preguntarme quién es Armando, él estaba más preocupado por mi respuesta que yo misma.
Cuando le dije lo de las novelas pude ver su cara de alivio. ¡Se veía tan tierno! (suspira resignada)
Realmente solo estoy aquí por insistencia de mi amiga Laura y pues porque no quiero preocupar a Carlos, (distraída,
mientras cuenta los dulces de la bolsa) ya tiene suficiente con todos los problemas que hemos tenido.
(Se da cuenta que falta un dulce) Perdón.
Madeleine se agacha bajo la mesa para buscar el dulce que falta, desesperada. De pronto, encuentra un dulce viejo, sin
envoltura. Emocionada lo toma y lo muestra a la cámara de la computadora.
(Notablemente emocionada)¡Mira lo que encontré! (Le sopla el polvo y se lo lleva a la boca, desesperadamente)
OSCURO

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