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gir a) ea {Donde nace el mandato de obedecer la Ted Sew ese Meee eel mee tated artes yell “entre la autonomia del individuo y la autoridad Pec msm lets (o ie See RMR eelgtert meri tie ie har Pacer cedié la plaza a una sociedad politica autoinstituida”. Seed aul ie eee meee ttre nt Litre la Me Melee) TE Partiendo de ese postulado -la capacidad aT Me Mee ML lec tet ee Tare) feel CMe Tulle ae el told que sustentan ier eae sole eM Recor en eet lee Re ake Role Mell tte ee Ce Mati arty CRM rately Calo Mi cole oea-U RM erent tet CUES oee tere lum oa eich ler tate le ele u a eR MRT col tel te Eee RA Ee Uae eet este a fell 8 en este pequefio libro, radica en el anilisis Werte ede: Ate eu ee Mesut USE OR Sha act CMe Molec tat TR Selo ge) CoN MM erate UR ee colle eu urease te Se RUC elt hte R tien su empresa esta condenada al fracaso”. eR Neelam eM icles Pe oe MI cele fallacies tet BCU ate mei Urner i | | | | | | 789974 789974"4 | 15 JIN | i ROBERT PAUL WOLFF EN DEFENSA DEL ANARQUISMO Thado onypnal an inglés: In daferne of anarquisn © 1970, 1940, Robert Paul Wolff idn, Editorial pedo Math, 12900 Monieviden, Uruguay oe (598-2) 305 S609. fax: 306 1640 ramacitn y disetio de ta Ruben G. Pret: Redes ce tt raga pe: ISBN (Nordan): 9974-42-115-2 D.L. 391.251/08 - Abril de 2004 L EI conflicto entre auforidad y autonomia 1. El concepto de auloridad La politica es cl ejercicio de poder del Estado. o el intento de influir en ese ejercicio. De modo que. en rigor, la filosofia politi- cas la filosofia del Estado. Para definir el contenido de la filoso- fia politica y determinar si realmente existe, hay que empezar por analizar el concepto de Fstado. LI Estado consiste en un grupo de personas que tienen y ejer- cen autoridad suprema dentro de un territorio determinado. | la- bria que decir que un Estado es un grupo de personas que tienen autoridad suprema dentro de un territorio dado o sobre una po- blacion determinada. Una tibu némada pucde tener la estructura de poder de un Estado, siempre y cuando sus integrantes no estén Sujetos a la autoridad superior de un Estado territorial’. !:l Estado puede incluir a todas los personas que estén sujetus a su autori- dad, como ocurre con el Estado democralico segun sus teéricos: también puede consistir cn un solo individuo al que todos los de- mas deben responder. Podemos dudar de que alguna vez haya existido un Estado de una sola persona, aunque Luis X1V eviden- 1. Se pucde encontrar una definicidn similar de wo” en cl libre La pofined como vocacion, de Max Weber, E11 autor subraya cl m: sb fuerzo- por el cual se impone la voluntad del Estado, perv un mnilisis detallado de su delin nMUEsir que tambien se basa en la nocidn de utoridad {~coordinavidn innerntiy 4u tn defensa del onurquisme On lepers Ee OC temente crela que si cuando anuncié “El Estado soy yo". La ca- racteristica distintiva del Estado cs tu autoridad suprema. 0 lo que los filésotos politicos sotian Hamar “soberania”, De modo que sc habla de “soberania popular”, que es la doctrina segiin la cual cl pueblo es el Estado y, por supuesto, cl uso de “soberano” como “rey” refleja una supuesta concentracién del poder en la autori- dad suprema de una monarquia. La autoridad es ¢l derecho a dar ordenes y, correlativamente. el derecho a ser obedecido. Ilay que distinguirla del poder, que es la capacidad para obligar al cumplimiento, ya sea por cl uso de la fuerza o por la amenaza de usar la (uerza. Cuando le entrego mi billetera a un ladrén que me apunta con un arma, lo hago porque su amenaza es peor que la pérdida de dinero que debo suftir. Es cierto que ch ladrén tiene poder sobre mi, pero dificilmente yo pensaria en su anturidad. es decir. en su derecho a exigir mi dine- ro y mi obligacién de entregarselo. lin cambio. cuando el gobier- ho me mandu una factura de impuestos, la pago (en general) aun- que no desee hacerlo. ¢ incluso si crea que podria arreglarmelas para no pagar. Después de todo, se trata de gobierno constituido y. por lo tanto, tiene derecho a cobrarme. Tiene autoridad sobre mi. A veces también Ic hago trampas al gobierno. pero atin asi, Feconozco su autoridad ya que, ,quién habla de “hacerle trampa™ aun ladron? Afirmar que uno tiene autoridad es afinnar el derecho a ser obedecido. fener autoridad, entonces, {qué es? Pucde significar tener ese derecho, o que aquéllos a quiencs se dirige lo reconoz- can y lo acepten. El término “autoridad™ es ambiguo, ya que ticne un sentido descriptive y otro normativo. En correspondencia con tos dos sentidos de autoridad, hay dos conceptos de Estado. En el aspecto descriptivo, se puede de- finir Estado como un grupo de personas que se reconace que tie- nen autoridad suprema en un lerritorio detcrminado —quiénes re- conocen dicha autoridad son aquéllos que estén sujelos a la mis- ma. El estudio de las formas. caracteristicas, instituciones y fun- cionamiento de los Estados de facto, por llamarlos de alguna manera, pertencce a la ciencia politica. Si tomamos el término en El couflicto entre autoridad y autonomia 4 su acepcion prescriptiva. el Estado consiste en un grupo de perso- nas que lienen derecho a ejercer autoridad suprema dentro de un territorio dado. F) descubrimicnto, anal y demostracién de las formas y principios de la autoridad legitima - del derecho a go- bernar- se llama filosofia politica. (Qué significa autoridad suprema? Algunos fildsotos politi- cos, al tratar la autoridad en sentido normativo, han dicho que el verdadero Estado tiene autoridad ultima sobre todos los asuntos que ocurran dentro de su jurisdiccién. Jean-Jacques Rousseau, por ejemplo, sostenia que el contrato social por el cual se forma una comunidad politica justa “brinda al drgano politico control absoluto sobre los miembros por los cuales esta formado; y ese poder, cuando esta dirigido por la voluntad general, es el que lle- va... cl nombre de «soberanian™. John Locke. por su parte, afir- maba que la autoridad suprema del Estado justo se aplica sdlo a los asuntos que le corresponde controlar. Fl Estado es, sin duda. la autoridad suprema, pero su derecho al control no es absolute. Una de las preguntas que la filosofia politica tiene que contestar ¢s si se puede limitar ¢l abanico de asuntos sobre los cuales tiene autoridad un Estado. También hay que cstablecer la diferencia entre el derecho a dar dérdenes con autoridad y el argumento persuasive. Cuando se me ordena hacer algo, pucdo elegir obedecer aunque no se me amenacc, porque creo que se trata de algo que debo hacer. Si cse es el caso. entonces no estoy obedeciendo una orden, sino mas bien reconociendo la fuerza de un argumento o to justo de la or- den. |.a persona que da la “orden” funciona meramente como una oportunidad de tomar concicncia de mi deber y ese rol pucde cumplirlo. cn otras circunstancias, un amigo. o incluso mi propia conciencia. Yo podria decir que la orden tiene autoridad sobre mi, queriendo decir que debo actuar de acuerdo con la misma. Pero la persona, en si misma, no ticne autoridad —o0, para ser més preci- sos, el hecho de que yo cumpla con su orden no significa que reconozca ningun tipo de autoridad. Por lo tanto, autoridad reside cn las personas; la ticnen por ser quiénes son y no por las érdenes que dan. Mi deber de obedecer ¢s un deber para con esas perso- 42 En defensa det anarquixmo 2 Ee—E—e—EeEeEeE=Ee—e—E—eeeee nas, no un deber hacia la ley moral o los bencficiarios de tas ac- ciones que se me ordene hacer. Por supuesto, existen muchas razoncs por las cuales los seres humanos reconocen los reclamos de autoridad. |-a mas comun, teniendo en cuenta toda la historia de la humanidad. es simple- mente la fuerza de la tradicién. El hecho de que algo se haya hecho siempre de una manera constituye. para Ja mayoria de las personas, una razon perfecta para seguir haciéndolo asi. ,Por qué responder a un rey? Porque siempre hemos respondido a reyes. Pero. zpor qué es que el hijo mayor de un rey se convierte en rey a su vez? Porque los hijos mayores siempre fueron los herederos de trono. La Suerza de la tradicién est gravada tan profundamen- le en la mente de tos seres humanos que ni siquiera un estudio sobre los origenes violentos y urbitrarios de una familia real debi- lita su autoridad ante la mirada de sus sujetos. Algunas personas adquicren un aura de autoridad por sus ca- racteristicas extraordinarias: lideres militares, hombres santos, 0 personalidades fuertes. Esas personas redinen a su alrededor a se- guidores y discipulos que les obedecen voluntariamente, sin tener en cuenta sus propios intereses personales ¢ incluso contra su voluntad. I.os seguidores creen que cl lider tiene derecho a man- dar, es decir. autoridad. Lo mas comin hoy en dia, en este mundo de ejércitos burocra- tizados y religiones institucionalizadas, donde escasean los reyes y va cn aumento el numero de protetas, ¢s que la autoridad resida en aquéllos que ocupan posiciones oficiales. Como sefalaba Weber, estas posiciones parecen tener autoridad cn la mente de la mayorla de las personas porque estan definidas por cierto tipo de reglamentaciones que tas hacen publicas, generales, predecibles, ete. Nos volvemos condicionados a responder a los signos visi- bles de la oficialidad, tales como escarapelas y formularios con membrete. A veces podemos tener en mente Ia justificacién de una afirmacién de autoridad, como cuando cumplimos una orden Porque su autor es un funcionario e/egido. Y muy a menudo, eb s6lo hecho de ver un uniforme alcanza para hacernos sentir que el ser humano que lo Ileva tienc derecho a scr ohedecido. Et conflicto entre autoridad y autonomia 43 El hecho de que Jas personas acceden a Jos reclamos de auto- ridad suprema es evidente. Pero que deban acceder a dichos re- clamos no ¢s tan obvio. Nuestra primera pregunta debe ser, en- tonces, En qué condiciones y por qué motivos unu persona tiene autoridad suprema sobre otra? I.a misma pregunta se puede reformular como sigue: en qué condiciones puede existir un Es- tado (cn sentido normativo)? Kant nos ha dado un nombre conveniente para este lipo de investigaciones. Las llamé “deduccién”, que no signilica demos- trar una proposicién por medio de otra, sino demostrar la Icgiti- midad de un concepto. Cuando un concepto es empirico, se dedu- ce meramente sefalando instancias de sus objetos. Por ejemplo. ta deduccién del concepto “caballo” consiste en mostrar un caba- Ilo. Como existen los caballos, debe ser legitimo emplear el con- cepto. Del mismo modo, una deduccidn del concepto descriptivo de Estado consiste simplemente en seflalar los innumerables ejem- plos de comunidades humanas en las que algunas personas afir- man tener autoridad suprema sobre las demas y son obedecidas. Pero cuando el concepto en cuestidn no es empirico, cl procedi- miento de la deduccién cambia. Los conceptos normativos no son cempiricos, porque se reficren al deber ser en lugar de al ser. De modo que no podemos justificar cl concepto (normativo) de auto- ridad suprema presentando instancias’. Tenemos que demostrar con un argumento a priori que pueden existir comunidades hu- manas en las que algunos integrantes ticncn el derecho moral de gobernar. En sintesis. la tarea fundamental de ta filosofia politica ¢s brindar una deduccién del concepto de Estado. Para completar esta deduccién, alcanza con mostrar que exis- ten circunstancias en las que las personas deben hacer to que ar- denan las autoridades de fucto. Incluso hajo los gobiernos mas injustos, suele haber buenas razones para obedecer en lugar de desafiar. Pucde ocurrir que el gobierno del caso ordenc que Jas Personas hagan algo que, de hecho, ya tienen Ja obligacién inde- 2. Porque cada vez que oftecigramos un cjempha de uutoridad | tenulriamos que: Sgregarke un argumento no empirice cume prucha de su begit 44 En defensa det anarguisoo pendiente de hacer; 0 puede suceder que las consecuencias nega- tivas del cuestionamiento de Ja orden sean mucho peores que la indignidad de sometersc a la misma. Lo que ordena un gobiemo pucde prometer efectos beneficiosos, ya sea en forma intencional o no. Por estas razones, y también por prudencia, puede ser que esté bien que una persona cumpla con las ordenes de un gobierno de facto bajo cuya autoridad se encuentra. Pero nada de esto tiene que ver con Ia autoridad legitima, que se relaciona con el derecho adar érdencs y la obligacién correlativa de obedecer a la persona que da ta orden. EI punto sealado en cl parrafo anterior merece siempre un poco mis de insistencia. la abediencia no consiste cn hacer to que otro dice que hagamos, sino en hacerlo porque esa persona lo dice. La autoridad, ya sea legitima o de jure, ticne que ver con los motivos y fuentes de la obligacién moral. Dado que es indiscutible que exisicn personas que creen que otras tienen autoridad sobre ellas, se podria pensar que ese hecho se puede utilizar para demostrar que en algun lado, en un momen- too cn otro. debe haber habido seres humanos que realmente po- seian una autoridad legitima. Fs decir que se pucde pensar que, aunque ciertos reclamos de autoridad sean equivocados, no todos lo son, porque en ese caso nunca habriamos Ilegado al concepto de autoridad legitima. Con un argumento parccido, algunos fild- sofos han intentado mostrar que no todas nuestras experiencias son sucflos, o mas generalmente que. cn la experiencia, no todo ¢s apariencia cn lugar de realidad. El punto es que expresiones tales como “suciio” y “aparicncia™ se definen por contraste con “experiencia de vigilia” o “realidad”. De modo que sélo pudimos desarrollar un uso de las misimas al enfrentamos a situaciones en las cuales algunas experiencias cran sueilus y otras no, o algunas cosus eran meras aparicncias y otras, realidad. Més alld de la fuerza del argumento en general, no se puede aplicar al caso de una autoridad de factv versus una de jure, ya que el componente clave de ambos conceptos, que es el “dere- cho”, se introduce en la discusion procedente del reino de la filo- sofia moral. En lo referente a nuestro compromiso con la posibi- El canjlicto entre autoridad y autonomia 45 lidad de un Estado justo, suponemos que el discurso moral tiene sentido y que se han hecho deducciones adecuadas de conceptos como “derecho”. “obligacién” y “deber'?. Se puede inferir de la existencia de fos Estados de facto que los seres humunos creen en la existencia de la autoridad legitima, ya que por supuesto. una situacién de este tipo implica que los sujetos crean que ¢s legitima (es decir, que realmente tiene la auloridad que se autoadjudica). Pueden estar cquivocados. De hecho, toda creencia sobre Ja autoridud pucde ser errénca puede ser que no haya habido ningun Estado con derecho a ser obedeci- do en la historia de la humanidad. Incluso podria ser imposible que tal Estado existicra, esa es la cuestién que tenemos que tratar de resolver. Pero mientas los seres humanos crean en Ja autoridad del Estado, podemos concluir que poseen el concepto de la auto- tidad de jure’. El concepto normativo de Estado como comunidad humana que posce autoridad. con derecho, dentro de un territorio. define entonces el tema de Ia filosofia politica. Pero, aunque se demos- trara la imposibilidad de presentar una deduccién del concepto -si no puede haber un Estado de jure—, sigue habicndo un gran numero de cuestionamientos morales respecto de la relacién del individuo con el Estado de facto. Se puede preguntar, por gjem- plo, si existe algin principio moral que deba guiar al Estado a la hora de hacer Jas leyes, como pucde ser cl utilitarismo. y en qué condiciones es carrecto que el individuo obedezca las leyes. Po- demos investigar los ideas sociales de igualdad y autodesarrollo, 0 los principios del castigo. o incluso las justificaciones para la guerra. ‘Todas estas investigaciones son. esencialmente. aplica- 3. Ast, la fidosofla politica cx una disciptina dependiente o derivada, igual que la flosatha del ya Ucpende uc la tcoria general del conocimicnio y de las ramas de lu metalisice que in sabe La realidad y In naturskeza del mundo fisico. 4. Esto cs tan simpte que pucde parceer que no vale Io pong insistir. Sin enibuirgo, varios fiksofos politicos, entre ofrus Hobbes y John Austin. han supucsto que el concepto, ab igual que lus principins de la autorided s¢ pucden derivar dc lus conceptos uc pudct o utilidad. Por ejemplo, Austin define una orden come ta significaciin de un desco, expresade pur alyuien que pensam moa! de todos aquellos que ao cuniplan con dl (Jie Providence of Jarispradence Determined, Conferencia 1), 46 En defensa del anarquismo 460 eB feriscs Ponergitre ciones de principios morales generales al fendmeno particular de la politica de facto. De modo que seria adecuado recuperar una palabra que ha caido cn desgracia y baulizar como casuistica a una rama de las ciencias politicas. Como hay personas que reco- nocen los reclamos de autoridad, hay Lstados de facto. Suponien- do que el discurso moral, en general, cs lcgitimo, debe haber cues- tiones morates que surgen respecto de dichos Estados. Por lo tan- to. si existe la casuistica politica como rama de la ética, Aun hay que decidir si existe la filosofia politica. propiamente dicha. 2. El concepto de autonomia El presupucsto fundamental de la filosolia moral es que los seres humanos son responsables de sus acciones. De este presupucsto se sigue, necesariamente, tal como sefalé Kant, que las personas son metafislcamente libres, lo que significa que, en cierto senti- do, son capaces de decidir como actuar. La posibilidad de elegir cémo actuar hace que un ser humano sea responsable, pero la mera cleccidn no es su nic cn si misma para asumir la Fespon- sabilidad de las propias acciones. Asumir la responsabilidad im- plica cl intento de decidir qué ¢s lo que no deberia hacer y esa, como dicen los fildsofos desde Aristétcles, implica Jas cargas adi- cionales de adquirir conocimiento. reflexionar sobre los motives, prever resultados, car principios, y la lista sigue. La obligacién de asumir la responsabilidad de las propias ac- ciones no se deriva sélo de la voluntad libre, ya que s¢ necesita algo mas que libertad de eleccién para asumir una responsabilidad. Solo porque el ser humano tiene capacidad de razonar sobre estas opcio- Nes. se pucde decir que tiene la obligacién permanente de ser res- ponsable de sus elecciones. Es bastante adecuado que los filésofos morales coloquen en el mismo grupo a los niflos y a los locos, que No son totalmente responsables de sus acciones, dado que asf como S¢ supone que los locos no tienen libertad de eleccién, los niflos no ticnen aun la capacidad de razonar bien desarrollada. Incluso seria justo asignarle mas responsabilidad a los niflos, dado que los locos, Et conjlicto entre autoridud y autonomia 47 debido a su carencia de libertad para clegir, son completamente irresponsables mientras los nifos, en la medida en que tienen la capacidad de razonar desarrollada hasta cierto punto, pueden con- siderarse en cierto grado responsables. Cada ser humano con libertad de cleccién y capacidad para razonar tiene la obligacién de ser responsable de sus acciones, aunque puede ser que no s¢ encucntre permancntcemente en pro- ceso de reflexidn. investigacién y deliberacién acerca de cémo deberia actuar. Una persona anuncia cada tanto su deseo de asu- mir la responsabilidad de las consccuencias de sus acciones, aun- que no haya deliberado sobre ellas o no tenga intencidn de hacer- lo en el futuro, Una declaracion de ese tipo constituye un avance sobre Ja negativa a asumir la responsabilidad: al menos implica el reconocimiento de la existencia de la obligacién. Pero no libera al individuo det deber de involucrarse en el proceso reflexivo anun- ciado hasta cl momento. Y no hay que decir que un individuo puede asumir la responsabilidad de sus acciones y actuar en for- ma equivocada. Cuando decimos que alguicn cs responsable, no queremos decir que siempre hace todo bien. sino solamente que mantiene presente su deber de buscar lo correcto. La persona responsable no es caprichosa ni anarquica, yo que admite sus obligaciones morales. Pero insiste en que clla es la Unica que pucde juzgar cudles son esas constricciones, Puede es- cuchar consejos de los otros, pero toma sus propias decisioncs cn base a lo que le parecen buenas sugerencias. Puede aprender de los demas acerca de estas obligaciones morales, pero solo en el sentido en que un matemiatico aprende de otros matemiaticos -es decir, escuchando sus argumentos, cuya validez reconoce a pesar de no haberlos concebido por si mismo. No aprende en el sentido en que uno aprende de un explorador. es decir, aceptando la vera- cidad de sus relatos sobre cosas que uno no pucde ver por su cucnta, Dado que el ser humano responsable toma decisiones mora- les que se manifiesta a si mismo como imperativos, podemos de- cir que se autolegisla. En sintesis. ¢s atddnomo. Como sosticne Kant, la autonomia moral es una combinacién de libertad y res- ponsabilidad; se trata de respetar las leyes que no ha creado para 48 En detenva del anaryuismo a8 beret et ancargutsme si mismo. EI individuo autonomo, en la medida en que lo es. no esta sujeto a la voluntad de otro. Puede hacer lo que otro le diga, pero no porque se lo hayan dicho. Por lo tanto, es una persona libre, en sentido politico. Dado que la responsabilidad de cada persona por sus accioncs es consecuencia de su capacidad de eleccién, no pucde renunciar aclla o dejarla de lado. Pero pucde negarse a reconocerla. ya sea en forma deliberada, o simplemente no reconociendo su condi- cién moral. Todas las personas sc niegan a asumir la responsabi- lidad de sus acciones en un momento u otro de su vida. y algunos individuos rechazan tan sistemiticamente sus deberes que se pa- reccn mas a nifios muy crecidos que a adultos. Si la autonomia moral es sélo la condicién de asumir la responsabilidad completa de las propins acciones, se sigue que los seres humanos pueden perder su autonomia a voluntad. Es decir, un individuo puede decidir obedecer las érdenes de otro sin intentar siquicra decidir por si mismo si lo que se Ie ordena cs bueno o inteligente. Este cs un punto importante y no deberia confundirse con la afirmacion falsa de que un hombre pucde declinar la responsabi- lidad de sus acciones. Incluso luego de haberse sometido al deseo de otro, el individuo sigue siendo responsable de lo que hace. Pero al negarse a cntrar cn deliberaciones morales, al accptar las Ordenes de otros sin cucstionarlas, pierde su autonomia. De modo que Rousseau tiene razén al decir que un ser humano no pucde ser un esclavo ni siquiera por eleccian, si con eso quiere decir que hasta los esclavos son moralmente responsables de sus actos. Pero esté equivocado si con cllo quicre decir que los seres humanos no pueden ubicarse voluntariamente en una posicion de servilismo y obediencia ciega. Existen varias formas y diversos grados de pérdida de la auto- nomia. Un individuo puede renunciar a su independencia de jui- cio sélo en relacién a un asunto, o respecto a cierto tipo de asun- tos. Por ejemplo, cuando me pongo cn manos de un médico, me comprometo a cumplir con cl tratamiento que ¢) indique. pero sélo en relacién a mi salud. No lo convierto en mi consejero le- gal, por ejemplo. Una persona pucde renunciar a su autonomia en Et conjticto enire autoridad y autonomia 49 algunos temas —0 en todo- durante un periodo de ticmpo determi- nado, o para toda la vida. Puede cumplir con todas las érdenes, cualesquiera sean, salvo algunas acciones especificas (por ejem- plo, matar) que se niega a realizar. A partir del ejemplo del médi- co, es evidente que existen al menos ciertas situaciones en las cuales es razonable renunciar a la propia autonomia. Y de hecho, en este complejo mundo de pericias técnicas, nos preguntamos si alguna vez resulta razonable nw hacerlo. Dado que el concepto de asumir o renunciar a Ja responsabili- dad es central para la discusién que sigue, vale la pena aclarar un poco mas. Asumir la responsabilidad de las acciones que uno hace significa tomar decisiones finales sobre lo que uno debe hacer. Para la persona aulonoma, no existen las drdenes, en sentido ¢s- tricto. Si alguien de mi cntomo estd dando lo que se supone son érdenes y espera que sean obedecidas, ese hecho sera tenido en cuenta en mis deliberaciones. Yo puedo decidir hacer lo que esa persona me ordena y hasta puede ocurrir que el hecho mismo de que dé las érdenes sea el factor que hace que. en esa siluacion, sca deseable cumpliclas. Por ejemplo. si me encucntro en un barco que se esté hundiendo y el capitin da la orden de preparar los botes salvavidas. todo el mundo te obedece porque es ef capitan, puedo decidir que en esas circunstancias lo mejor es hacer lo que él indica, dado que la confusién que generaria mi desobediencia seria perniciosa. Pero, en la medida cn que tomo esa decision, no estoy obedeciendo a su orden. Fs decir. no estoy admitiendo que él tiene autoridad sobre mi. Tom fa misma decisién, por los mismos motivos. si uno de los pasajeros hubicra empezado a dar “drdenes™ y. en la confusién. hubiera sido obedecido. En politica, al igual que en Ia vida en general, las personas suclen renunciar a su autonomia. Existen numerosas causas pura este hecho y también numerosos arguinentos pura justificarlo. |a mayoria de los individuos, como ya seflalamos, siente tan inten- samente la fuerza de la uadicién o la burocracia que aceptan sin pensar los reclamos de autoridad que hacen sus supuestos gober- nantes. Es raro en Ja historia de la humanidad. que un individuo llegue siquiera a cuestionar el derecho de sus amos a dar ordenes 50 En defensa del anarguisio y la obligacién, suya y de sus congéneres, de obedecer. Pero una vez inicindo cl peligroso cuestionamiento, se pueden presentar muchos argumentos para demostrar Ia autoridad de los gobernan- tes. Entre los nds antiguos. figura Ja afirmacién de Platén de que los seres humanos deberian remitirse a la autoridad de quiénes tienen un conocimiento o sabiduria superior. Una versién moder- na y mds sofisticada de esta idea es sostener que es mas probable que ¢] porcentaje educado de una poblacién democrdlica partici- pe activamente cn la vida politica y que cs justo que el segmento mal informado del electorado permanezca pasivo, ya que su in- greso cn la cscena politica sélo consliluye un argumento para los demagogos y los extremistas. Varios cientistas politicos estado- unidenses han Ilegado a afirmar que la apatia de las masas de Estados Unidos es una de las causas de la estabilidad y. por ende. una buena cosa. Nuestra condicién moral exige que reconozcamos la respon- sabilidad y practiquemos la autonomia donde y cuando sea posi- ble. A veces, cso implica una reflexidn y deliberaci6n moral; otras veces, hay que reunir informacién especial, incluso técnica. El ciudadano estadounidense contemporanco. por ejemplo, tiene la obligacién de conocer lo suficiente de ciencia moderma como para poder seguir los debates sobre politica nuclear y llegar a una con- clusién independiente’. Lxisten enormes obstéculos. algunos in- superables, para lograr la autonomia completa y racional cn el mundo contempordneo. Pero de todos modos. micniras admita- mos la responsabilidad por nuestras acciones, y reconozcamos cl poder de razonar que tenemos, debemos admilir igualmente la permanente obligacién de ser autores de las Grdenes que podria- mos obedecer. La paradoja de la condicién humana en e! mundo 5. Esto no ¢s tun diftcil como suena, dado que mara vez s¢ discuten detalles tecnicos 0 ledricas para las devisi i i ica no pucde ni siquicra hncer de cucnta que lienen unit de los refugivs atémicos: y como lu cleccidn csencial cnire las estrategias de pi MaQUC © Segundo utaquc depende de la paoibilidad de Construir un sistema de refugivs adecuady, cl ciudadano que nm esi informado queda compktamente a merced de sus “representantes”, igual que un ¢esclavo. El conflicto entre autoridod y autonomia $1 modemo es que, cuanto mis completamente reconoce el derecho y la obligacion de ser su propio amo, més completamente se con- vierte cn el objeto pasivo de una tecnologia y una burocracia cu- yas complejidades no puede ni siquiera aspiror a entender. Hace apenas unos pocos cientos de afios. un individuo con una buena formacién podia entender los principales temas de gobierno, asf como a su rey © Parlamento. Un estudiante terciario de hoy, que no domina los temas de politica externa ¢ interna acerca de los cuales se le pide que vole, podria entender sin grandes dificulta- des los problemas del siglo XVIII. 3. El conflicto entre autoridad y autonomia La marca que define al Estado es la autoridad. el derecho a gober- nar. La obligacgién primordial del ser humano es la autonomia, cl cechazo a ser gobernado. Pareceria. entonces, que no se puede resolver el conflicto entre la autonomia del individuo y ta autori- dad putativa del Estado. En la medida en que un individuo cum- pla con su obligacidn de ser el autor de sus decisiones. podra re- sistir al reclamo del Estado de tener autoridad sobre él. Fs decir. rechazara su obligacién de obedecer las leyes del Estado por ef simple hecHo de que son leyes. lin ese sentido. pareceria que el anarquismo es la unica doctrina politica coherente con la virtud de la autonomia. Pero un anarquista puede entender la necesidad de cumplir con la ley bajo ciertas circunstancias o por el momento. Puede incluso dudar de que exista una posibilidad real de climinar el Estado como institucién humana. Pero nunca sostendra que las érdenes del Estado son /egitimas, en el sentido de tener fuerza moral obligatoria, En un sentido, podriamos describir al anarquista como un individuo sin pais, ya que aunque ciertos lazos lo unan a la tierra de su iene cxactamente la misma relacién mo- ral con “su” gabi¢mg que con el de cualquier otro pais cn cl que podria pasar algun tiempo. Cuando me voy de vacaciones a Gran Bretafia, obedezco fas leyes. lantu por interés propio, cuanto por 52 Er dejensa de! anarquisato 22 ees “er las consideraciones morales obvias en cuanto al valor del orden, las consecuencias gencralmente positivas de preservar un sisle- ma de propicdad y una lista larga de ideas por el estilo. Al regre- sar a Estados Unidos, tengo Ja sensacién de volver a nti pals y. si pienso en el asunto, imagino que tengo una relacién mas intima can las leyes estadounidenses. Fueron promulgada por mri gobier- no y, por ello, tengo la obligacién especial de obedecerlas. Pero el anarquista me dice que mi scnsacién cs puramente cmocional y que no ticne base moral objetiva. Toda autoridad es igualmente ilegitima, aunque no por ello igualmente aceptable o inaceptable, y mi obediencia de las eyes estadounidenses debe provenir dec las mismas consideraciones que tengo fuera del pais, si lo que quiero es ser moralmente auténomo. ll dilema plantcado se puede expresar en forma sucinta como cl concepto de Estado de jure. Si todos los seres humanos tienen la obligacién permanente de lograr el mayor grado de autonomia posible, pareceria que no existe ningun Estado cuyos individuos tengan la obligacién moral de obcdecer sus érdenes. De modo que cl Estado legitimo de jure pareceria ser un concepto vacio y cl anarquisie filoséfico, lu dnica creencia politica razonable para un ser humano bien informado. 1, En busca del Estado legitimo Hemos Ilegado a un callején sin salida en la busqueda de uno forma viable de asociacién politica que integre armoniosamente la autonomia moral del individuo con la autoridad legitima del Estado. La propuesta que parece resolver cl conflicto cn forma genuina, es decir, la democracia directa y undnime, cs tan restrin- gida en su aplicacién que no ofrece una verdadera posibilidad de ser encamada cn un Estado legitimo. Una democracia contractual es Iegitima, sin duda, porque se basa en la promesa de los ciudadanos de obedecer a sus Srdenes. Cualquier Estado que se funde cn dicha promesa sera Iegitimo. Sin embargo, todos esos Estados logran su legitimidad sélo cuan- do los ciudadanos renuncian a su autonomia y por lo tanto. no existe una solucién al problema fundamental de la filosofia poli- tica. La democracia mayoritaria exige una justificacién mas pro- funda que una mera promesa originaria. Se presenta como la uni- ca forma de comunidad politica viable en la que la ciudadania se autogobierna y as! preserva su autonomia, al estar la autoridad individual contenida en la del Estado. Lamentablemente, nuestro examen de los diversos argumentos a favor del gobicrmo de la mayorla mostré que sus afirmaciones de legitimidad no tienen fundamento. Mas alla de todo lo que se diga de la democracia 98 En defensa del ananquivma mayorilaria, no parece cierto que la minoria pucda mantener su libertad y autogestidn si debe someterse a la mayoria. El hecho de no haber encontrado una forma de asociacién politica que combine autonomia moral con autoridad legitima no se debe a que la racionalidad de los seres humanos sea imperfec- ta, nia las pasiones ¢ intereses privados que desvian a las perso- nas de su busqueda de la justicia y cl bien colectivo. Muchos fild- sofos politicos han sostenido que el Estado es cl mal necesario que deben soportar los seres humanos por no cumplir con los prin- cipios de la moralidad. © como herramienta para que una clase de individuos la use contra tos otros en una lucha interminable para obtener ventajas personales. Marx y Hobbes concuerdan en que cn una comunidad de individuos de buena voluntad, donde el bien general fucra cl presupuesto guia de todos Jos ciudadanos, cl Es- tado seria innecesario. Estos fildsofos sélo difieren en el grado de esperanza cn que esa condicién se realice algdn dia. Nuestco dilema tampoco surge de las limitaciones intelectua- les y de conocimicnto que nos afectan a todos —y que ya conoce- mos-., salvo a ulgunos seres cxtraordinarios. Puede ocurrir que en un mundo tecnoldgicamente complejo, sélo unos pocos indivi- duos pucdan tener esperanzas de conocer los principales temas iticos con la profundidad necesaria como para tener convic- nes realmente personales, Pero al plantear una socicdud de in- dividuos racionales y de buena voluntad, hemos climinado esos obstaculos tan conocidus para lograr un Estado completamente justo. La magnitud del problema planteado se hace patente debi- do a nuestra incapacidad para resolver cl dilema de la autonomia y la autoridad, incluso para una sociedad utépica. Los filésofos politicos han supuesto, en todos tos ticmpos y lugares, que la ulo- pia es ldgicamente posible, aunque dudaran de que Ilegara a ser siquiera probable. Pero los argumentos de este ensayo indican que, al Estado justo, huy que ingresarto en la categoria del cua- drado circular, o el soltero casado. Si la autonomia y la autoridad son genuinamente incompati- bles, séto nos quedan dos cursos de accién posible. O adoptamos el anarquismo filoséfico y tratamos a todos tos gobiemos como Més alld del Extado legitimo rr) entidades ilcgitimas cuyas érdenes hay que juzgar y evaluar en cada instancia. antes de obedever: 0, de to contrariv. debemos dar por perdida la bdsqueda de la autonomia cn el reino politico y sometemos (mediante una promesa implicita) a cualquier forma de gobiemo que nos parezca justa y beneficiosa en un momento dado. (No puedo evitar repetir nuevamente que si seguimos este curso de accidn. no existe ninguna razén universal o a priori para sentirnos mas obligados a cumplir con las normas de wn gobier- no democrdtico que con las de cualquier otro tipo. |:n algunas situaciones, puede ser mis intcligente jurar obediencia a una dic- tadura benevolente y cliciente, que a una democracia por medio de la cual una mayoria tirénica se impone sabre la minorla inde- fensa. }’ en los casos en que hayvamos jurado respetar la voluntad de la mayoria, no existe ninguna fuerza superior ala misma, tal como si hubiéramos jurado obediencia a un monarca.) Ni se plantea la posibilidad de renunciar al compromiso que tenemos con la autonomia moral. Las personas adultas no son mis que nifios si. ademas de aceptar que otros gobiernen por fuer za de la necesidad., lo hacen voluntariamente y sacrifican su deber sin cesar para sopesar los mérilus de Jas acciones que llevan a cabo. Cuando me pongo cn manos de otro y te permito decidir los Principios por los cuales debo guiar mi conducta, repudio la liber- tad y ta raz6n que me otorgan dignidad. Asi. cometo to que Kunt habria tildado de pecado de hetcronomia voluntaria. Parccerla que no hay otra posibilidad que no sca acogerse a la doctrina anarquista y rechazar categéricamente fod afirmacién de autoridad Icgitima de una persona sobre otra. Sin embargo. confieso que no me alcgra Uegar a la conclusién de que tengo que dejar de buscar una autoridad colectiva legitima. Quiza seria me- jor decir algo acerca de las razones filosdficas profundas de esta renuencia. El ser humano se encuentra en un mundo natural que es irreductiblemente ofro. que se le enfrenta, mas ull de su voluntad ¢ indiferente a sus deseos. Sdlo la supersticién religiosa. o la lo- cura de la metafisica idcalista, pueden alentamus ao suponer que la naturaleza puede ser racional, o que la oposicién entre el ser 100 En defense del anarquisao humano y los objetos es. por principio, supcrable. E1 ser humano se enfrenta a un mundo social que parece otro, que parece enfrentarsele, al menos en forma parcialmente independicnte de su voluntad y a menudo caprichoso en la frustracion de sus de- seos. ¢ También es una locura suponer que esta oposicién se puc- de superar y que cl ser humano podré conquistar la sociedad para convertirla cn su herramicnta, cn lugar de cn su amo? Para con- lestar esta pregunta, tenemos que decidir si la aparicncia de objc- tividad de la sociedad también es realidad, o si en e! reino de las instituciones y las relaciones interpersonales, ¢l enajenamiento del individuo de la sociedad que lo domina es accidental y, en ltimo término, crradicable. Cada individuo nace en un mundo social que ya esté organiza- do en modelos de conducta y expectativas. Al principio, sdlo es consciente de las pocas personas que se encuentran en su entomo fisico inmediato y de sus cualidades. asi como de su aspecto. Muy pronto, el niflo aprende a esperar secuencias repetidas de compor- tamicnto a su alrededor. Lucgo. cl niflo empieza a ver a esas perso- nas significativas como actores que tienen papeles definidos (ma- dre, padre. macstro/a, policia, etc), que también desarrollan otras Personas en situaciones diferentes (otros nifivs también ticnen ma- dre y padre. etc). I:! aprendizaje de la lengua refuerza esta concien- cia, porque la palabra “padre” incluye la idea de que puede haber muchos padres para muchos hijos. E! nie madura y desarrolla su personalidad identificéndose con diversos personajes del mundo ¢ internalizando como propivs los patrones de conducta y de creen- cias que comesponden a detcnminados roles. Asi. se convierte cn alguien y también descebre quién es al pensar en las posibilidades que le ofrece la vida. El adolescente pasa por un periodo de defini- cién de roles durante cl cual prucba varios, para comprobar cuales son los mds udecuados para él. (Esta deseripcién puede estar muy influida por la experiencia occidental contemporanea. En algunas culluras, la incertidumbre de los roles que provoca una “crisis de identidad™ nunca se da porque la sociedad establece el conjunto de roles que el individuo deberd intemalizar y poner en juego. Pero, para este andlisis, ese punto no es importante.) - Mas alld det Estado legitimo 101 Asi, el mundo social le presenta a cada individuo una realidad objctiva con estructuras que existen en forma independiente, igual que el mundo fisico. LI niflo aprende a distinguir donde termina su cucrpo y dénde empiezan los objetos ajenos a él. Distingue entre lo que estd bajo su control (varios movimientos de su cuer- po) y to que no responde a su voluntad. Del mismo modo, apren- de a reconocer las realidades incambiables de su cntomo social. Cuando se le pregunta a un nifio qué quiere ser cuando sea gran- de, se le pregunta en realidad cual de los roles sociales existentes Piensa adoptar cuando sca adulto. Su respucsta -que quiere ser bombero. ingeniero. o explorador- indica que entiende perlecta- mente bien la naturaleza de la pregunta. Pucde imaginar, al me- Nos ¢n una sociedad como la nuestra, que ejerce algun tipo de control sobre los roles que adoptard: pero ni el que pregunta, il nifio, suponen tener algtin tipo de control sobre la existencia y la naturaleza de los roles en si mismos. Incluso el rebelde social adopta algun rol existente, el de bohemio o revolucionario. Igual que todos los actores, los rebcldes usan la ropa adecuada al rol clegido, al igual que cligen el barrio y usan el lenguaje acorde a su opcidn. En cualquier sociedad razonablemente compleja. los roles sociales s¢ organizan a su vez en modelos aun mas extensivos de conducta y creencias, a los que Ilamamos “instituciones”. La Igle- sia, el Estado, el Ejército y el Mercado son sistemas de roles. Las intcracciones caracteristicas entre los diversos roles que repre- sentan los miembros de una institucién se determinan en fonna independiente de cada individuo, igual que ocurre con los roles en si mismos. Sin embargo. cn este nivel de complejidad organi- zaliva, aparece un nuevo fendmeno que incrementa enormemen- te la aparente objetividad de la realidad social, es decir, lo que s¢ conoce como la “paradoja de las consecuencias inesperadas™. Cada Persona que integra una estructura institucional persigue objcti- vos y adopta modelos al menos parcialmente construidos para ella por la sociedad -es decir, ya existentes cuando assume el rol. que por lo tanto, se le concede. Kn sus roles, la persona deberia ser capaz. de ver la relacién entre lo que hace y los resultados, 102 $n defense def anacquisato aunque es posible que no se sienta libre de cambiar sus metas o probar nuevos medios. En la interaccién con otros actores indivi- duales, se produciran resultados de largo aliento que probable- mente no se prevean, ni scan deseados por fos integrantes del sis- tema. Los actores considerarin que estas consccuencias inespera- das no son producto de sus acciones y. por Io tanto, las tratarén como objetivas. al igual que los eventos naturales. Para citar un ejemplo clésicu: cada empresario busca incrementar sus ganan- cias rebajando un poquito sus precios, con la esperanza de captar asi a un mayor segmento del mercado total, hasta que cl precio de los bienes que venden cac cstrepitosamente y todos pierden. Al pensar en lo ocurrido, un empresario supondré que s¢ encuentra cn una situacién “de baja", que significa estar en manos de una fuerza natural u objctiva incontrolable. Incluso al reconocer la relacidn cuusal entre su accién individual de reducir el precio y la caida del precio de mercado. es probable que se crea incapaz de revertir las consecuencias de las “leyes del mercado”. (Quiz val- ga ba pena seflalar que. a diferencia de los presupuestos de la tco- ria econémica del liberalismo clasico, el empresario se encuentra tan sometido a las fuerzas sociales cuando asume su rol de capita- lista. como cuando se siente pedn del mercado. Incluso la compa- racién mas ligera entre distintas culturas cevela que ¢l “hombre econdmico™ es un rol social peculiar de ciertas culturas y en abso- luto cl “hombre natural” que aparece cuando s¢ levantan las fuer- 2as distorsionantes de la tradicién y i La experiencia del empresario se repite hasta el infinito para que los seres humanos se vean a si mismos completamente escla- vizados por la sociedad, mucho mas de lo que alguna vez lo ha- yan sido por la naturaleza. Sin embargo. su conviccién tiene un error fundamental. Aunque es cierto que cl mundo natural existe en forma independiente de las creencias 0 los descos del ser hu- mano y por lo tanto limita su voluntad -constriccién que, en ¢] Mejor de los casos, se puede mitigar o combatir-, el mundo social No cs nada en si mismo y consiste meramente en la totalidad de los habitos. expectativas, creencias y patrones de conducta de los individuos que viven cn él. Es decir, mientras los individuos sean Mas alld del Estado tegitimoe 103 ignorantes de las estructuras lotales de las instituciones en las que juegan diversos roles, seran victimas de las consecuencias ines- peradas por cualquiera. Ademas, micniras las personas se pongan unas cn contra de otras por conflictos de intercses. aquéllos cuyos roles institucionales les otorguen ventajas de poder o conocimiento en Ia lucha social prevalecerdn sobre los que se encuentren sin ventajas relativas. Pero como Ia falta de libertad de cada indivi- duo es cl resultado ya sea de la i ignorancia. o de un conflicto de intereses, una sociedad de individuos racionales de buena volun- tad deberia poder climinar, en prin . el dominio social y subsumirlo a la multipticidad de voluntades de una manera impo- sible en el caso de la naturaleza. Consideremos como ejemplo a las instituciones ccondmicas de la sociedad. Al principio, los individuos interpretan sus diver- sos roles ccondmicos (agricultor, artesano, comerciante, o pesca- dor, etc) con absoluta ignorancia de la red de interacciones que influyen en el éxito de sus tarcas y los guian en una secuencia de decisiones, para bicn o para mal, cuya estructura y resultado final no pueden ver. Estos mismos individuos se imaginan que estin encapsulados en un conjunto de roles econdmicos incambiables cuyos modelos, recompensas y relaciones sistematicas son bas- tantc independientes de su voluntad, De a poco. a medida que las interconexiones sistematicas s¢ van volviendo mas complejas y mutuamente dependientes, la visién que tienen las personas de la economia cn conjunto crece hasta que. por ejemplo. los empresa- Tios cmpiezan a darse cucnta de que sus réditos dependen de la cantidad total de bienes que producen ellos mismos y sus colegas capitalistas, y también de la acumulacidn de deseos individuales de tener los bienes, que constituye el grado de la demanda. Ia primera etapa en el dominio de la economia puede consistir sim- plomente en cl descubrimiento de csas cantidades de la demanda, cl suministro, la tasa de interés. el rédito, ¢ incluso el precio de mercado. Es decir, los individuos deben descubrir que la interac- cién de varios actos individuales de compra y venta establece un Unico precio de mercado, que refleja la relacién entre la oferta y la demanda del bien comercializado. |.uego de darse cuenta de 104 En defeava det anuryuisma que ese precio existe, las personas pueden empezar a entender cémo se determina. Sdlo entonces. pueden considcrar la posibili- dad de hacer de ese precio un objeto directo de decisidn y asi, finalmente, liberarse de la tirania del mercado. Ademas de la ignorancia que esclaviza a quiénes ocupan car- gos de poder en la economia (los capitalistas del sistema liberal), la consecuencia de priorizar los intereses personales es la explo- tacién y esclavizacién de todos aquéllos cuya posicién econdmi- ca es de escaso poder. De modo que ni siquicra cl mayor avance imaginable del conocimiento social alcanzarfa para liberar a to- dos los individuos de sus lazos sociales, a menos que fucran acom- paiiados de una transformacién del interés personal en la busque- da del bien gencral. Pero si sc Ilegara a una condicién tan uldpica, los individuos podrian sin duda reconquistar de una vez. por todas su producto comun -la socicdad- y al menos dentro del mundo humano. salir del reino de 1a necesidad ¢ ingresar en el de la liber- lad. Se sucle decir que la muerte y los impuestos son lo tnico seguro cn esta vida. Este es un dicho popular que refeja 1a pro- funda conviccion de que el ser humano no puede escapar a la lirania de Ja naturaleza o de lu sociedad, La muerte siempre nos acompaiara. para recordarnos que somos criaturas de la naturale- za. Pero los impuestos, junto con otros instrumentos de Ia accién social, son productos humanos y, por lo tanto, terminarin por so- meterse a la voluntad colectiva de una sociedad de individuos de buena voluntad. Tendria que estar claro ahora por qué no deseo aceptar como finales los resultados negativos de esta busqueda de un orden poli- tico que estabtezca un equilibrio entre autoridad y autonomia. El Estado es una institucion social, de modo que no es mas que la to- talidad de las creencias, expectativas, hdbitos ¢ interaccidn de roles de sus miembros y sujctos. Cuando individuos racionales, en pleno conocimiento de las consecuencias inmediatas y a largo plazo de sus acciones, deciden dejar de lado el interés personal y perseguir el bien comun, deben poder crear una forma de asociacién que cum- pla con esa finalidad sin privar a algunos de su autonomia moral. Fl Estado, al revés de la naturaleza, no puede ser siempre e/ otro.

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