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Los Derechos Humanos son las garantías que todo ser humano, sin importar su raza; edad;

posición económica o religión, tiene por el hecho de haber nacido para vivir en el respeto y la
tolerancia. De Pina Vara define: “Derechos del hombre: reciben esta denominación aquellos
derechos que corresponden al hombre por su propia naturaleza, como fundamentales e
innatos…”. En este trabajo se pretende dar un panorama general de la temática de derechos
humanos de las mujeres, atendiendo a lo convenido por nuestra nación con la comunidad
internacional por medio de convenciones, protocolos, convenios, declaraciones, conferencias.
Para la realización de este trabajo, se revisaron diversas normatividades jurídicas que inciden en el
ejercicio de los derechos de las mujeres.

Comenzaremos hablando de las mujeres a lo largo de la historia y es a partir de la segunda mitad


del siglo XX cuando da inicio al Reconocimiento y respeto de la Mujer en sí misma y de su actividad
como parte indispensable de la familia, sociedad y de la estructura del Estado, queda atrás la
época de la sumisión y del servilismo, el advenimiento de una nueva era exige la observancia plena
de los Derechos Humanos sin distinción de sexo, edad u otras circunstancias; a pesar de ello,
debemos reconocer que la violación a los Derechos de las Mujeres aún se da y esto, es un signo
grave por su constante presencia y por las repercusiones que este fenómeno acarrea. La
protección de los derechos de las mujeres en el ordenamiento jurídico internacional arranca con la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que se supone aplicable a todas las
personas, sean estas mujeres u hombres. Establece en primer término, que “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…” (art.1). En segundo lugar, afirma que
“Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (art. 2), y que
“Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley” (art. 7)
[1].

Este principio “universal”, que se supone aplicable a todas las personas, ha sido recogido también
en casi todas las constituciones del mundo. Sin embargo, un análisis a fondo de los elementos
normativos, estructurales y culturales que componen este marco jurídico internacional de
protección de los derechos humanos, nos permite concluir que situaciones esenciales de derechos
humanos de las mujeres han quedado fuera de los mismos, o en su caso, aquellos que, a pesar de
estar regulados, no son aplicables debido a la falta de cultura por parte del sexo opuesto o a la
falta de información de las mujeres.

En la actualidad los Derechos Humanos han experimentado un gran impulso ampliándose el


ámbito de esas garantías al incluir derechos de tipo social, económico y cultural. Fruto de esa
evolución, ha sido la firma de declaraciones, convenios y tratados en el plano internacional y el
seguimiento a través de comisiones de los compromisos que los gobiernos han adquirido en la
materia

Es obligación del Estado la preservación y restauración de los derechos humanos, los cuales
son facultades, prerrogativas, intereses y bienes de carácter civil, político, económico,
social, cultural, psíquico, personal e íntimo, que posee el ser humano, y que se encuentran
reconocidos en instrumentos legales del ámbito internacional, nacional y estatal.
El 10 de Diciembre de 1948,  se da un acto trascendental ya que se adopta y proclama por
Resolución de la Asamblea General 217 A de la ONU, la Declaración Universal de
Derechos Humanos, que establece: “Como ideal común por el que todos los pueblos y
naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose
constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos
derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional,
su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados
Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción”.

Los derechos humanos se han definido como:

 El conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la persona, cuya


realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral del individuo
que vive en una sociedad jurídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en
la Constitución y en las leyes, deben ser reconocidos y garantizados por el Estado.[2]
 Conjunto de facultades y libertades fundamentales que gozan en cualquier parte
todas las personas, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política, origen nacional o social, bienes, nacimiento u otra condición.[3]
 Propuesta de convivencia que considera que todos los miembros de la familia
humana, mujeres y hombres, son sujetos autónomos merecedores de dignidad y
derechos.[4]
 Conjunto de normas jurídicas que garantizan a todo ser humano condiciones de
convivencia para su desarrollo material y espiritual satisfaciendo todas sus
necesidades.[5]

De los conceptos vertidos se puede apreciar que contemplan a la población femenina y


masculina, sin embargo se ha tenido que llegar a la denominación de derechos humanos de
las mujeres, en virtud de que no se puede hablar de igualdad  al acceso de los mismos, en
razón de las condiciones en las cuales las mujeres se encuentran en relación a los varones
son diferentes; a éstas se les han asignado roles que las han colocado como personas que
difícilmente acceden a recursos económicos, la sociedad las visualiza en el ámbito privado, y
cuando logran salir de éste para pertenecer al público, aún llevan consigo la carga de
cumplir con sus responsabilidades asistenciales para con los miembros de su familia, sin que
se tome en cuenta el trabajo doméstico que realizan, a efecto de que se les otorgue
remuneración por ello o bien se considere esto como una aportación importante de su
parte en la economía del hogar; por ello no acceden a derechos tales como la atención para
la preservación de la salud física y mental, el ejercicio libre de sus derechos reproductivos,
laborales, educativos, a una vida libre de violencia, entre otros, ya que esto depende de la
actitud permisiva que terceras personas tengan para ella.

En este momento han transcurrido más de dos siglos y aun nos encontramos con que  no
existen condiciones reales para que las mujeres  acceden a estos cargos, que han sido
regularmente ocupados por varones,  y esto se evidencia por ejemplo con el número de
mujeres y hombres que ocupan cargos dentro de la estructura gubernamental  de primer
nivel, en los ámbitos federal, estatal y municipal.
No se puede hablar de igualdad de derechos cuando los aspectos contemplados en la
segunda generación se ubican en el plano de la desigualdad tanto para las mujeres y como
para los varones, por ello es importante que los derechos humanos propicien la erradicación
de la pobreza, y faciliten el acceso a la vivienda, la tierra, la seguridad social, al trabajo en
condiciones equitativas y satisfactorias, a la salud, tanto física como mental, por ello es
importante revisar y adoptar medidas políticas que coadyuven a la protección de estos
derechos, lo cual necesariamente deberá reflejarse en medidas legislativas que contribuyan
a que las personas disfruten de sus derechos humanos y se alejen de la miseria.
En esta tercera generación se contempla que todo ser humano debe contar con seguridad
en su entorno para poder desarrollarse en un medio ambiente sano, no sólo desde el punto
de vista ecológico, aunque éste último es muy importante, y va de la mano con elementos
que han sido denominados patrimonio de la humanidad, como las reservas de la biosfera
existentes; sin olvidar que la comunicación se ha convertido en un factor importante dentro
del desarrollo humano, para ejercer estos derechos deben de ser conocidos, a efecto de
que coadyuven en mejores condiciones de desarrollo lo que se denote en mayor bienestar
En la cuarta generación, como en todos los derechos, para su ejercicio intervienen múltiples
factores que forman parte de la cultura del lugar y la época donde éstos se pretendan
ejercer,  cuando se trata la temática de la sexualidad, de la reproducción humana, así como
a tener una vida libre de violencia, el problema se hace mayor sobre todo para la población
femenina, ya que la mayoría de las sociedades tienen conceptualizada a la mujer como un
ente que no debe denotar sus necesidades sexuales, y si esto se deja ver, se  consideran
violentadas  las normas molares, religiosas, y hasta las de trato social; en la temática de la
reproducción humana el problema también persiste, ya que en algunos grupos sociales se
considera que las mujeres deben procrear tanto como el varón lo desee inclusive poniendo
en riesgo su salud y su vida, existe otro extremo como lo representa el caso de la esterilidad
forzada, que incluso se ha puesto en práctica en algunas naciones como medida de control
demográfico, y se  ha sometido a las mujeres sin tengan conocimiento de que fueron objeto
de estas prácticas; cuando se habla del derecho  a las mujeres a vivir una vida libre de
violencia,  el tema no baja de tono ya que las mujeres por la forma en que han sido
educadas son receptoras continuas de actos que contienen violencia en cualquiera de sus
manifestaciones y lamentablemente estos eventos provienen la mayoría de las veces de
quiénes deberían procurarles seguridad, como es el caso de su familia, principalmente de
sus parejas de quienes las estadísticas refieren reciben el mayor número de agresiones.
Con lo expuesto no se quiere decir que los varones no tengan problemas para ejercer los
derechos consagrados en esta cuarte generación, sino que las mujeres son quienes tienen
menor posibilidad de ejercer estos; un ejemplo lo vemos cuando los problemas de violencia
que sufren los varones regularmente se dan fuera de casa, lejos  de sus parejas y tienen
origen diverso al del ámbito familiar.
El desconocimiento de los derechos es un factor que contribuye a la violación de los
mismos. Los mitos han contribuido a que aún en la actualidad no todas las personas
acepten que se otorgue educación sexual fuera de casa, que se cuente con información
para ejercer la reproducción humana cuando se desee, aún subsisten la discriminación a
personas de preferencias sexuales diferentes a las de la colectividad, y todo ello propicia
condiciones para una vida con violencia, cuando lo ideal sería vivir sin ella.
Toda   mujer y hombre deben gozar de los derechos humanos para alcanzar un
desenvolvimiento adecuado y llevar una existencia digna.
Al tener a la vista este desarrollo es evidente la tendencia a la especialización de los
derechos humanos, con la finalidad de tener garantía del ejercicio pleno de ellos.

En conclusión, Toda nación que se precie de democracia debe hacer valer la exigencia del
irrestricto respeto a los derechos humanos y permitir por igual a hombres y mujeres gozar de
condiciones de igualdad e inequidad de oportunidades que indudablemente conducen al
crecimiento y desarrollo de la nación.

Para ello, necesitamos un verdadero conjunto de herramientas que nos permitan dar respuesta a
este compromiso y así unir la pedagogía, estadística e historia de las mujeres y empoderar a
quienes siguen asumiendo la responsabilidad. Es importante no ignorar la concientización y
capacitación de todos los legisladores en temas de género, incluyendo lenguaje legal, derechos
humanos, desarrollo de los derechos humanos de las mujeres a nivel internacional y nacional.

Por eso creemos que deberían tomar medidas no repetitivas para garantizar que los países ya no
cometan violaciones de los derechos de las mujeres. La reparación del daño causado a la mujer
debe hacerse de acuerdo con las reglas de la justicia integral.

Deben adaptarse a una perspectiva de género en el marco legal de los derechos de las mujeres. La
concientización y educación continua de todos los funcionarios de adquisiciones y justicia sobre los
temas tratados en este trabajo es esencial para que cuenten con las herramientas y la información
que les permita operar en sus áreas de especialización. Aplicar las leyes desde una perspectiva de
género.

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