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= el diagnostico médi 9 Construccién de la hip6tesis terapéutica en practica psicomotriz™ 9.1. INTRODUCCION Es este un tema que deseamos desarrollar desde hace tiempo. Parte de una pregunta que no dejamos de hacernos qui cuant icacién nosol6gica de la patologia del paciente, y el clisico balance psicomotor evaltia objetivamente las performancias y competencias en el plano neuromot de nada: aboca a una cl cémo guiarnos? No partimos al y como la han desarrollado B. Aucouturier y la ASEFOP a lo largo de su ya dilatada ~Sabemos, asimismo, del valor semiético del andlisis psicomotor des- pués de objetivar sus pardmetros fundamentales. Los recordamos: la relacién con el espacio, el tiempo, el material, los otros y consigo mis- ‘mo.®® Estos pardmetros, que componen un nivel inicial de andlisis de la expresividad psicomotriz, desde su constatacién cuantitativa y cualitativa son los que van a guiarnos a la hora de elaborar una hi- pétesis para cada caso. 81, Versién cortegida y ampliada. 2003: «Construccién de la hip6tesis terapéutica en la prdctica psicomoctiz. Actas Il Congreso Es n ‘de Psicomotricidad. INDIVISA. Madrid: Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle Escaneado con CamScanner _ 2 na 00000022 P EE EEA EEE EPSON HUI HVEDBESHSESKGG, de que modifique las significaciones fijadas. tincién entre la observacién y la escucha, sabiendo de su indisociabilidad tempers, como respondis se arregl con su sintoma. De ahi que la practica psicomotri mente orientada, opere por medio de una subversién de Es en el después, en el « posteriori, el apres-eup, de lo doy ‘escuchado, donde el sintoma puede aleanzar el sentido de un antes = 1. Una ver en la sala, este primer nivel y tiempo vendré dado por las observaciones preliminares, que corresponden al nivel descriptive de como cada sesiéa tiene su propio argumento que se enlaza con las Santen cons cnncenmens de manem gies 2. Nivel segundo, el discursive: compuesto por un andlisis de las secuen- cias y subsecuencias de la sesién de prictica, examinando ciertos pardmetros de expresividad ya mencionados. 3, Luego extraeremos un tercer nivel, el narrative, En este, se conjugan dichos pardmetios. Dicha sintesis nos dari una serie de indices, indi- lente ¢ imaginario justo es también una satisfaccién sustitutiva, tuna satisfaccién que llega a ser incluso displacentera, pero que puede sostener fantasméticamente al sujeto en el mundo, cumpliendo cierta funcién. Para entendernos de manera més didéctica vamos a hacer una dis- manifiesta su unidad corporal ¢ los datos significativos de sus 82. Vercap. VII 4. Escaneado con CamScanner 156 | Ls pecs pocamotis tate psgico {9 onsrceié de a hits trptuca en prin piconets | 187 lagu‘ y ahora. negacién: donde lo En la negacién hay una consciente en relacién al son algo muy a tener e \ Puntos relevantes vinculados a su lad y mar necesariamente son de orden patoldgico, antes bien, pueden reflejar una es placentera que se revive sin cesar hasta consolidar su inscrip- ién yoica Las fijaciones: mientras que en las repeticiones podemos constatar tuna secuencia temporal, aunque no parezca evidente, las fjaciones sean espaciales, temporales, relacionales, ténicas o representativas, i tuna detenci6n, una suspensién del discurso psicomotor. Una con que se convierte en acto que excluye toda otra actividad o accién: indicar de manera bastante inequivoca un sufrimiento o un ene: miento fantasmaticos, o, en casos mas grave masivo, fruto de posiciones ligadas a una no estructuracién corporal. Las impulciones: son los denominados pasos al acto. En tod se ha dicho, se suspende el pensamiento. Piénsese en el acto el acto sexual o también, el acto psicomotor. Las impulsiones aparecen bajo las especies de conductas disruprivas, trastornos del control © ma- nifestaciones de tipo pulsional: agresién, destruccién, el acto violento 0 la devoracién; que no Hlegan a ser jugadas, dramatizadas o simbolizad sino directamente actuadas més alld de toda ley contenedora. Denotan, ues, una ausencia de instauracién o trasgresi6n de determinados limites 4 ‘simb6licos, dejando al arbitrio de lo real el rerorno de la pulsién en toda | su crudeza. q Las inhibiciones: son descritas como un no atreverie, no set capaz 4 de ejecutar una accién, a pesar de quererla, por al de temor an- gustiante. Consisten en una dificultad para pasar del pensamiento, del proyecto o la fantasia la acci6n o actividad. Junto con la rumiacién, la duda, la culpa, Ia rigidez, la procastinacién (postponet) o la deu: menudo podemos encontrar inhibiciones ligadas a cierta sintomatologi jo detris de una negacién lo que se esconde es una oposicién negativista, desafiante o una provocacién, como auténticas Mamadas al Otro, : Cuando hablamos de omisién venimos a referinos a la denegacién = riamente tienen porqué suponer un signo patolégico 0 pueden deberse a una simple cuestién del tiempo necesario para des- GF plegar o hacer evol idad, espontaneidad 0 madurez man mucho 10, el Lapsus psicomotor. Fue J. Defontaine (1982) y J. Le al menos desde nuestras referencias, quienes hicieron alusién ‘en concreto. El lapsus no consiste en un paso al acto. Mas bien re- ite al acting-ous, que describe S, Freud, a la irrupcién, la intromisién del inconsciente simbolizado en una accién, Una accién que como | formacién del inconsciente, llama a su interpretacién. Fl lapsus, { vido, el equivoco, el acto fallido, las homologias y las homofoni también tienen su contribucién a la expresividad somatica y estructura psicomotriz, en cuanto que son significantes de la historia de un sujeto ‘raducida al cuerpo. 158 | ta pita poms oo wat peo SS ® Conscin dea ites tpt en rita pice | 158 Escaneado con CamScanner a a 2AM DDDDOMMP DOPMOPM OO LP OOM MLP PLO 906000855844. i" a | qT LUVP doadesssas 9.3 NIVEL DE ESCUCHA. LA EMERGENCIA SEMANTICA singular, lo denominamos emergen En la escucha de la estructura peicomorric van a contar las palabras el interior de la escena psicomotriz; cuentan también aquellas que dan sentido o aportan significantes, muchos de ellos genuinos. Y cuentan aquellas que se dicen en la © paciente, como lo dice y, a su vez, desde donde lo dice; que saberes y que referencias pone en palabras, que cédigos y mensajes emplea, ete. Es = por ello, que lo que denominamos emergencia seméntica es el reflejo de aquellos si ificantes o representaciones que comandaron sus elecciones , ¥ como se organizé y articulé ~de manera diacrénica, lon- I Ia relacin de cada sujeto con el lenguaje, en su armazén o bélico, En este sentido, las palabras de los dichos, dada su materialidad significante, pueden ser leidas bajo la misma gramética, al igual emo se hizo con los parametros de expresividad de las acciones de los hechos. De manera tal que se procediera de modo idéntico al anterior anilisis. Niveles de descripcién y andlisis de los contenidos verbales, ateniéndonos a: las repeticiones, las fijaciones, las impulsiones, inhibiciones, omisiones, = 5, :Exinelo presimbslico!, podemes preguntat a modo de diaqusiién. La exstenci. de una lengua verbal y ot que no eno implica que las dos no estén allenadas al Lenguaje = ‘bajo unas leyes que lo comandan, que son las del universo simbélico. Hay algo de lo hu- ‘mane que no caiga dento dela siboliacién, aunque sala de un par significance (sl, lenguaje no pudo ‘opera intoduciendo, con un primer corte, una diferencia primer signifantizaion, pero {gue sin embargo, queda as erpera de consents as allenacion. E ese sentido, no existe lo ‘presimbalico en tanto eal: oe dao no se dz. cc, Rte procen pucde desebocar en te formulacSn fc , ptopios: histéricos, afectivos for que marcaron 70 enean seuratrelaciones. No en vano y de manera si cmpleado por el propio psi Como resultado del andlisis de la expresividad somdtica y la emergencia ica ~de los hechos y dichos de un sujeto— ante una experiencia wn la escena psicomotriz y fuera de ella, vamos a contar con ciertos rasgos, trazos y emergentes de estructura psicomotriz, schales de la (imposible globalidad corporal de un sujeto, a niveles tanto manifiestos 's como latentes o inconscientes; verbales o no verbales y actuales o longitudinales, hist6ricos. Llegados a este punto, suele llamar la atencién la enorme coherencia no podria ser de otra manera, ya que se trata del mismo sujeto—en esta reduceién a varias frases, que, cual radiografia, describen lo més genuino de alguien en su juego, en sus decires y en sus producciones. Articulacién Pero que, a su vez, nos permite fijar- idades 0 imposibilidades y también ‘en las contingencias y las paradojas encontradas en el anzlisis discursivo de determinado sujeto. Sabremos, en consecuencia, de los acuerdos (0 desacuerdos) posibles que se da entre el hacer y cl decir de alguien cuando algo se pone en juego. Indices significativos. Pongamos atencién cuando aludamos a estos sy acentuemos lo de indicio, lo aproximativo o alusivo en tanto significaci6n dada, ya que como tal hay que tomarlos. Pero que son los ‘que permiten componer un determinado Perfil psicomotor de un sujeto, es decir, la enunciacién de lo més significativo en la interrelacion global de las diversas esferas, en alguien. Ahora bien, dicho proceso, digamos deconstructivo, no puede excluir al divino detalle, an caro a Freud. En el acting de pasada, en la alusién velada, en el lapsus psicomotor, en el equivoco rectificado 0 en la homo- fonia verbal encontraremos la irrupcién del inconsciente puesto en acto. Escaneado con CamScanner 160 | Ls prise pcb onl tame ae 9 Constnesin dea pss wanda e eetca comet: | 18% ave « 9.5 LAHIPOTESIS PsIComoTRIZ Una hipétess psicomotriz, tal y cs que podemos dar a una partié, a la busqueda de sus propias producciones. Entendida asi, una hipétesis emite una luz para el terapeuta indicando una direccién durante | cierto tiempo. Pero una hipétesis, a pesar de que intente articular la prictica con uuna teorfa que la sostenga y le dé sentido, justo por eso, no puede tenet ‘vocacién de totalidad. Simplemente porque no existe la teoria total, es por lo que una hipétesis toma su arranque en la imposibilidad episté- 64, Sin duda alguna, exo no nucede asi cuando nos stuemos ante ls neuromocricidad dererminada afeccign sin por ello tener que defnir su eologia. 162 | a peta pacomet on tata pace E posibilita una nueva forma de situarse frente a las _ naam at oma a PP OPPPPPPP?® Pero no olvidemos que la fi: sla de formular una determinada frente a un alumno o paciente. La hipétesis, aporta ( tun sentido sobre los origenes y entonces, sobre el Persona. Sugiere ¢ indica que caminos a tomar, desbroza el terreno y acentia lo verdadero de cada cual, marcando un: intervenci6n en aquellos aspectos sobre los que tuna sala de ayuda no deja de ser un lugar de enc © Comarca de Modine erotica en pen cman | 163 Escaneado con CamScanner Volvamos hacia at efimero y contingente y coherentes que podamos. § ciones ¢ hipétesis se profieran de 10 La ‘practica psicomotriz (psico) terapéutica. Metodologia y tecnicidad nuestra por ende a mu 9.6 CODA: SOBRE LA IATROGENIA PSICOMOTRIZ Al referimnos a este tiltimo punto, hace tiempo se publicé un articul ritu- lado: «Efectos iatrogénicos en la prictica de la psicomotricidad> (2004), donde expresamos nuestro interés y preocupacién por los posible efect adversos generados, a menudo, con la mejor de las voluntades. Si por estudiadas, ya conocemos algunas de las indicaciones pri la practica psicomotriz, sean en el campo educativo y preventivo, en el ate rai ee tee ceed dromes psicosomiticos, neurolégicos, traumatol6gicos o psicopatol6gicos. SEG Bite meme coe tiempo es la necesidad imperiosa de ir sms alld. ¥ este mas alld pasa, a su ver, por investigar posibles contraind- caciones y efectos secundaries de la prescripci6n de una ayuda psicomotriz a alguien. Por no hablar de sus posibles efectos iatrogénicos.©™ 10.1 LA PRACTICA PSICOMOTRIZ COMO PSICOTERAPIA PROYECTIVA En anteriores ocasiones, hemos ido definiendo algunas lineas maestras que enmarcan la manera de situar la prictica que proponemos. Una aproximacién que hemos tratado de definir como psicoterapéutica de pleno derecho en tanto retine los requisitos para definirse como tal. No en vano: EI ambito psiquidtrico: enorme interés, en espe dos (particularmente los 25) ya que se ha caido e: cuenta de que es el medio més eficaz ~y a menudo el nico de ayudai lecer con ellos el 1980: 3) Evidentemente este marco, que definiremos como proyectivo, no viene de suyo. El término proyeccién fue introducido por Freud en 1894 en su trabajo sobre la neurosis de angustia, donde afirmaba: «la psiquis desarrolla una neurosis de angustia cuando no se siente c jones de realizar la tarea de controlar la excitacién (sexual) que surge endégenamente. Es decir, actia como si hubiera proyeetado esa excitacién en el mundo exterior». Ya que el origen del conflicto no se sitda alld donde aparece, tampoco podemos conocer a priori 164 | La prt prcomote on tao pico 365 Escaneado con CamScanner Temiudad. 166 | La prt ponent on tame co tuna incoherencia institucional manifesta cn la que a menudo predomi- intereses adulterados 0 marcantilistas més que el protagonismo que se merece el paciente a la hora de indicar determinados abordajes. Y en segundo lugar, por el peligro implicito de potenciar una mayor escisién, psicoterapéutico nos podemos preguntar ;qué tendria de genuina esta aportacién? Como iremos viendo, justamente consiste en una manera de ‘entender y poner en accién al sujeto que vaya més alld de las aportaciones sécnicas de cada metodologia, para poder ajustar la propuesta 0 las situa~ ciones més convenientes, en funcién del momento en que el grupo o el precisamente, en su tecnicidad, su saber-hacer metodolégico —que adopta ‘aquellos recursos que considera oportunos bajo la forma de inducciones, sefalamientos o interpretaciones~ en la direccién de la cura. En ese sen- tido, queda claro en todo momento, que el protagonista de la cura ya no 10 pete pcometi (ncofwaptc Metodaog triins | 167 Escaneado con CamScanner bbbah vuuvvvudueusN = de lo més indeseable. ‘Con que no se nos puede escapar la importancia de la minima gruencia exigible a la hora de dotarse del marco epi Digémosl laramente. No se pueden proponer segiin qué cuesti segtin qué lugares: es preciso reservarse un adecuado proceso de reflexi6n ‘bajo preparatorio, para instaurar los requisitos minimos que permitan ides, marcos o terapias comiencen su singladura s a colacién este argumento (sobre todo es institucionales y grupales) es debido a un Siningéin global de las diversas serd menester sostener unos minimos fundamentos comunes entre los procedimientos prescritos para que, pudiendo pecar de dispersos, puedan actuar en coherencia. Y que conste que en abso- luto propugnamos una homogeneidad procedimental con un tinico paradigma: a fin de cuentas toda om: esferas del s cencia deviene fin: impotencia. A menudo puede ductiva ~por poner un ejemplo, xerior del equipo, donde se sujeto del que ocuparse. Pero bien es cierto que cuando de la sul depende mas del deseo'de todos y cada uno os protocolos previamente formulados, por mucha guia que de buenas prédcticas se trate. Lo cual nos eva a formular el punto de la coherencia del propio proyecto terapéutico. A este respecto, el concepto de proceso terapéutico propuesto por Garcfa Badaracco (AEN, 2002: 39) implica «una sucesin, de cambios que pueden presentarse en forma de realizaciones variadas, [pero con una cobesién interna y un sentido progresivo hacia una con humana que se puede formular como integracién de la personalidad, equilibrio emocional, armonfa de la persona, maduracién, etc.». Esta perspectiva, digamos sistémica, de entender el proceso curativo de un paciente, en absoluto excluye que pueda estar a cargo de un solo profesional tal y como sucede en determinados ambitos. A poco que no se pierda de vista, en todo momento, una orientacién integral del proceso, conociendo bien los alcances y limitaciones del abordaje propuesto. Y, a su vez, las aportaciones que otros profesionales pudieran realizar. 168 | prt plemot no tates pico la las comperencias deseables de a deberia poseer: 1 partenaires del equipo edu- ‘grupo de control por medio dela palabra nancias profundas de la 10.3 PROYECTO TERAPEUTICO. ENTREVISTAS PREVIAS: LA ANAMNESIS, Como ya se ha enunciado, abogamos por poner al paciente en el centro de su proyecto clinico. Pero, sin duda, la consistencia de dicho propésito dependerd tanto de la idea previa, del esquema conceptual que se tenga de partida, como del tipo de trastornos subjetivos que presente y el remedio que se sugiere."® Este debate epistémico (que resulta moderadamente didfano cuando de la medicina positiva se trata, dada la preeminencia del paradigma anatomofisiol6gico) en el caso de la clinica del suftimiento psiquico o psi- comotor deberd sostenerse bajo un debate permanente, a fin de no tomar derivas reduccionistas o formulas algoritmicas, en las que al desconocer la singularidad de cada caso se pierde el testimonio propio, asi como los grupal o social alterada, O pensaslo, a partir de wna falta inherent, Incurable del sujetoen a que se pone en juego su deseo y gocefantasmético, en 10 Uric ptomote (nce, Metodelgiy tend | 1 Escaneado con CamScanner una orientacién diagnéstica, orientacién pro Lucion y su epicrisi Un psicomo: preliminares pueder que recabar los daros previos di informa posibilidad de instaurar una alianza terapéutica que tomaré, més tarde, forma transferencial. La anamnesis (Vallejo Ruiloba, 2008: 10) del paciente, debera cons- tarde: filiacién, motivo de consulta, la enfermedad actual, las antecedentes personales (Bsicos, psiquicos y consumo de txicos), asi como los antece- dentes familiares ©” Pot lo tanto, una patografia psicobiografica rigurosa donde se analice las tesituras y acontecimientos vitales desencadenantes, sumado a una correcta asignacién nosoldgica ~sea a nivel psicopatologico o estructural- resultaré imprescindible. Todo lo anterior, con posteridad, va a conducir a la elaboracién de una hipétesis inicial, que cuente tanto con indicaciones de tipo etiolégico (os origenes), como patogénicos (mecanismos desencadenantes, mérbidos y restitutivos). Lo que comportard una recomendacién que oriente la cura y que se va a concretar: en la direccién del tratamiento y los abordajes terapéuticos que se propongan, tendentes a la estabilizacién o suplencia. de los mecanismos subjetivos implicados. ‘Sin embargo, dicho proyecto clinico hiporético, reformulable en todo momento, tampoco podrd desconocer algunos aspectos constitutivos del ‘tratamiento: como la propia familia, la transferencia, el impacto sobre el contexto, la duracién, el pago o el posible final de la cura. Nuestra perso- 87. No necesriamentedeben er los mirmor. De hecho, sobre todo cuando hablamos de ‘abajo en instituciones, cas es preferente que no lo sean. Si el primero tiene una visién de ‘conjunto,ariculada y en el tempo. Los segundos pueden cefilse,entonces, alo que sucede bajo su encuadre aungie luego se converse en el equipo terapéutic. 4170 | Laprcicapleomatiz en vatamiet paiuco la exploracién de la situact ores beso ea BN 9 RE dela 10.4 INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES ‘Como se vio en el anterior capitul tipo de encuadres vendra deter nes mds generales de los grupos terapéuticos. Veamos en concreto, a continuacién, el tipo de afecciones para las cuales estaria indicada una prictica psicomotriz (psice)terapéutica. Pues tal y como enuncian Lapierre y Aucouturier (1980: 60): ‘converttte en wna pe fesional se deberd confrontar en algin momento bajo encuadre terapéutico. Par ‘como el trabajo social en red son etapas que mejor no precipitar. la idoneidad de ser adscritos a este La intervencién a este nivel va a tocar las capas més profundas de la per sonalidad. Es el tinico tipo de enfoque posible de las psicosis y de las per- turbaciones graves de la personalidad; es asimismo el modo de abordaje privilegiado de la primera infancia. En principio, no se trata tanto de definir patrones demasiado res- trictivos como de poder estar alerta frente a los casos en que un abordaje corporal puede llegar a ser contraproducente. Existen sujetos que ante determinadas coyunturas vitales, evocadoras de su fantasma, este no responde con un sintoma sino con una dolencia 88, Esta cues trasciende ampliamente el estaruto linico que queremos datle, para cin auténticamente ética, ¢ incluso deontologica, ala que cada pro- 10 Lapis pricomoti (pico)toaptutien. Metal yeni | _ na 00.0:9:9:0,0,9,9,9 2 22 2 Escaneado con CamScanner VU SUVVVVEVUDVDUVUUUVOVOE a OV Ve unciar —sin Animo de re como especificidad pri del todo innecesario sugerir plantear un proceso bajo la palabi insistimos, independientemente del cuadro c! de otra manera: existen sujetos que preferent o el hacer. ¥ otros que hacen, sea en el decir 0 el hacer. As pueden mostrar una relacién al lenguaje que se demuestra no tanto bajo cl: «yo soy este...» come bajo un «yo soy esto...» Por lo que de entrada, a accién como la palabra, Por nuestra experiencia acumulada los ewadros que mejor pare adecuarse a esta propuesta van desde: desorganizaciones, embotamien- tos afectivos, inhibiciones graves o ciertas regresiones; a afecciones que incluyan alteraciones cenestésicas y de la imagen corporal: neurosis, , pero a su ver ser un limite a su incorporacién. También Jicomantas, adicciones, trastornos imentarios y de el autismo se pueden beneficiar en gran medida, a condicién de respetar (0s principios genuinos de los mecanismos de suplencia en la estabi- jzacién y anudamiento, Se desaconseja este marco a sindromes disociativos, asf como en los © persecutorios; o en determinados estadios ma- 5 en concreto, el Ambito pertencciente a los embrollos del cuerpo 0 a los fendmenos: sean estos de orden elemental, psicéticos 0 fenémenos psicosométicos. Gon lo que, como indicaciones de. destinada a nifios, adolescentes 0 adul 4 terapéutica encontramos con innumerables tipos de defici i | deun abordaje més ajustado por m , necesidades especiales o afecciones 3 iromes neurolégicos, sensoriales, invol psicopatologicos. La adolescencia, exceptuando cuadros muy graves y regresivos, puede ser también un tiempo de oportuna adecuaci6n a una orientacién corporal. También en la ancianidad: alld donde existan de- mencias o deterioros cognitivos. 2. Incluyendo aca aquellos cuadros susceptibles jo de la palabra, al campo de a salud mental, es decir, el abordado, entre otros, por una psicoterapia hemos encontrado > la necesidad instaurar unas condiciones minimas pi nivel de simbolizacién previo. ¥ en se- ‘que quieran asistir. 89, Un sujeto bso estructura psicdica puede muy bien sefalarcirtosfentmer acongojan a su cuerpo. Por el contraro, un sujeto neurbtico puede requerir de una proyectva ointermediada, dads a masividad angustante en la que. fa palabra 4172 | ta micicapcomate oe vatamiene pico 10a pict scones poeple, Mauda y wknd | 73 Escaneado con CamScanner 10.5 CONDICIONES PREVIAS: ENCUADRE. MEDIOS, MATERIAL Respecto a este punto hay que sefialar la convenienci Topco que se encucatien, es dein, on un periodo agudo, agudos- ‘cronificados, crénicos, residuales, etc. Dependeré también del tipo ide institucién que acoja este programa: unidades de tehablitacin, hospitals de dia, comunades rapa ocupacionales o asociaciones de afectados, etc. En general, parece tabos cero consenso en guc una o dos sesiones emanalcs,con una duracién de hora y media, dos horas, parece ser la frecuencia idénea. + Respecto al dispostivo espacial. Contar con una sala am lada, con suelo acogedor, que pueda r. Y que cuente con un asco cercano, ¢s un buen punto de ps ‘Ademds, se le puede aftadir un armario o espacio anexo ala ‘material, asi como abundantes sillas plegables. con una provisién mini- ‘ma, entre la que destaca: és = Material de tipo sensoriomotor, fijo y mébvil:colchonetas, escaleras horizontales, plinto, espalderas, colchoneta quitamiedos, bancos suecos, barra de equilibrios, mini-tramp, pelotas saltarinas, pe- lotas de plistico y de ten “ + Material de tipo simbdlico:telas, aros, cuerdas, pafuclos, loques de gomaespuma, pias, gusanor de piscina, globob + Material de orden representativo: ceras, folios, boligrafos, carcu- ti ee ‘témperas o acuarelas, material de linas, tijeras, pizarra y tizas, construccién (maderas).. : ‘ + Dicho esto, es cierto que aunque existen unas minimas condiciones imprescindibles ligadas al desempefio profesional, y sin pretender caer en ningGn voluntarismo filantrépico que tan perniciosos efectos 474 | picts poms nt atmos pico ie raci6n de significance yas dinémicas q + Porlo que atatc al mimero y sexo de participants. En este it 10 poderle prestar suficien por qué su- aflorar tematicas diferenciadas. 10.6 POSICION DEL TERAPEUTA Sin dudarlo, es la propia posicién que tome el verapeuta, en Ia transfe- een el auténtico motor de la cura (ver cap. 6). paralizantes, pueden convertir este trabajo en una fuente de resistencias incluso de fobia laboral. Tal y como se dijo, es el propio deseo del tera- peuta el que se pone en juego en cada uno de sus actos. Pero dicho deseo que nunca es deseo puro—no puede esclarecerse sin un trabajo personal 90, De hecho, el uso de material recite (papeles de periddico, tubos de cartén, ‘madera sobrants) ee converte en un ecusosumamee Gl élexceso de material el que se conver Abies ser un impedimenca grave para ipsa ch las mejores sesiones han podio sucedr con un mate fobon pelos de 91 La pricticaausencia de cualquler tipo de gratfcaci ‘emia obrsaliente en met desempei hace desiconsjble ‘movado por tales finalidades Lo cual ne deja de ser us pron tn deseo propio aja lahora de despear 10 Ua etn como po apttn Watadlogyteneg | 175 Escaneado con CamScanner rAnnnnniennterrererrrrerrer errs 88 a oe weoovevd s 1 NIM HBatsisiwga aw VUPHHVVVEUOYS Pal vovves eve 008 ugares: al lado del animad aga evolucionar aspectos que ‘en dicho momento. O tambié jad, cuando de grupos con pat al grave se trate, Por el contratio, a menudo, hemos experimentado ‘una cercera modalidad de cointervencién (vendremos a lla) que no cx srulcinea: un craps anime cl tiempo de expresividad corporal y el otro observa; después del tiempo de deacans los roles se invieren, no anima el tempo de expresvidad verbal y el otto observa. En otras ocasiones, se puede incluir la figura del observador. Que desde una posicién neutra aunque visible al grupo, registra la fenome- nologia sucedida a lo largo de la sesion y que en un andlisis posterior, podrd aportar sus propios puntos de vista, en aras de modificar ciertas ‘estrategias 0 propuestas grupales. 10: no se puede wepamos de sus fuencias. Esta confusién de posiciones y de objeti vocado numerosos efectos patégenos. Es lo que constrefir una formacién profesional desatendiendo los personales cuando, efectivamen dejan de estar subordinados a los primeros. Hemos formulado posicién, y no actitudes, del practicante; aunque 10.7 OBSERVACIONES PRELIMINARES. HIPOTESIS INICIAL 5 segundos no Appesar de que hemos definido los pasos que se han de seguir en la construccién de una hipéresis psicomotriz individual, en este primer tiempo de encuentro con los pacientes y el gruy y discernido previamente. So pena de convertir las modeladas actitudes dde buen terapewta en una mascarada que esconda, realmente, su propio horror al saber. Con todo, recordemos como B, Aucouturier desde modelos rogeria- ros, puso el acento en el mantenimiento de la seguridad, la escucha, la embargo, no terminaremos de hacernos una idea pr cionamiento del sujeto a partir de la anterior hipétesis cli hasta que podamos observarlo en el interior del propio grupo. Ahi todo su sentido las observaciones preliminares. 176 | Laprictnpomote trae piace 0 La prctcapleomate(pcoperptiicn Meteo y tended | 471 Escaneado con CamScanner el paciente hace y dice de manera signi + A niveles de expresividad somdtica, nos fijaremos en st toni dad, en su capacidad de re caidas, el salto, los desplazamicr n su plasticidad o fijaciones en el uso del materi propondremos ciertas situaciones concretas para valorar su relacién pulsional con la descruccién, la devoracién, la agresién, el contacto... Respecto a su emergencia semantica, nos fijaremos en los fendmenos perceptivos, del humor, de pensamiento y lenguaje. No solo en la forma que toma el discurso, sino en su contenido, sus relatos, sus fijaciones, neologismos, construcciones interpretativas ete. ‘A partir de estos aspectos digamos llamativos, podremos elaborar de manera fehaciente una primera hipétesis terapéutica individual. Que como tal hipétesis serd siempre transitoria, es decir, una construccién psicopatolégica que daré cuenta de su estructura y fe- nomenologia subjetivas; asi como de los avatares que desencadenaron Ja sinromarologfa actual. Pero que también ser4 contingente, es decir, que modifican su posicién subjeti za, en ningéin caso, excluir una dimensi rigurosa posible.”” Sin embargo, falta un paso inicial més, no menos importante, que €s el céleulo de una hipsresis rerapéutica grupal. Es decir, el tiempo que ‘va desde poder analizar las posibles dindmicas relacionales, corporales y 92. Cuantos casos, en el transcurso de un trabajo terapéutico, no han terminado mos- ‘rando un cuadro diferente al incial adjudicado, por no haberse prevsto el tiempo suilente ‘para propiciar un buen diagnéstico diferencia yevitar mals interpretaciones 0 propuestas esajustadas ala orientacin requerida, 178 | a rites pcomoti en lata pics oi. ae Ek oonnepbhrrervreneenedl 10.8 DIRECCION DE LA CURA 10.8.1 Con unos fundamentos Cémo opera el trabajo propuesto’ Escaneado con CamScanner sintomético; las acciones y saje de los dichos reprimidos Para Freud (O. C. 5: 396), el movimiento puede ser una de las fuen- tirse en representaciones de deseos inconscientes. Dichos estimulos serfan susceptibles de fijarse porque afectaron a ciertas regiones del cuerpo que conservaron en alto grado la significacién de zona erégena.” Sera este recorrido que va desde le palabra a la marca, del corte, la bruclla, el movimiento al trazo, la escritura o la cifra el que habrd que it reconstruyendo en un camino contrario a como lo hizo el sintoma, yendo ahora, de la excritura a la palabra. Entendidos asi, en tanto significances, los semas, provienen de haber sido alienados a una estructura lingiistica, a.un Oro, regido por las leyes de la condensacién y del desplazamiento, de la metéfora, la metonimia o la formacién de imagenes. {De dénde se roman prestados los elementos de nominacién de ese dis- ‘curso (el orden simbélico)? De manera general el material, es el propio ‘cuerpo. (J. Lacan, Sem. III: 22) Es de este modo como podemos entender las acciones realizadas, las producciones simbélicas y el movimiento: como una escritura, como una emisidn de signos que nos interpelan; como un traz0, una huella en. la que se que cifra algo del deseo y goce singular, para ser dados a leer. Y cuando decimos leer, a menudo se trata de hacerlo literalmente, ala 10 L pric plomour(nscopeapttn. Metadlegiy tence | 179 Peevey vers rvs seuvvvusEsUEEOe la ste non mtn ead del lenguaje. No es Seana pein eS delademaniey SE Tene ee ‘en tanto tak y ello solo se dard al ser enunciado el significante de la transferencia. Esto significa que, en puridad, a pesar de haber sido a un programa terapéutico, una terapia verdadera solo tiene lugar cuando se juega algo de la propia verdad, que es la del deseo, bajo Al ser dados a leer os significantes oftecidos por las letras, cifras Dicho esto, la cura que aci se propone no ¢s tanto la estructural del descifrado al mis clisico modo freudiano, que también, como una clinica quiringica del goce (como se enuncié al referirnos a una somdsica _;Cémo orientar esta propuesta de tratamiento? He abi la cuestién que se plantea una vez conformado un grupo terapéutico, De manera evidente raat de eperar © —como en otras ocasiones— la orientacién dada a la ayuda dependerd de la oe eae © Sanayi chars copmncias sigpeteten poe te RE Escaneado con CamScanner , un descongelamiento de ese goce especifico en su fijaci dird Lacan (1988). Hablaremos ac4, entonces, de 1a clinica del sinthome, donde lo que nera protética o suplementaria, facil Para operar bajo se propuso tomar en cuenta lo que nombramos como acontecimi Lo imposible: el riempo (la sorpresa, cl acontecimiento, la espera), el cuerpo (¢l objeto a, la presencia, el encuentro) y la palabr nte filico, alteridad):, lectura y re-anudamiento~ para la emergencia de otra solucién. Signos ‘ significantes, trazos y trazas de lenguaje (de lalengua 0 de sus imagos, que dirfa Lacan) que pudieron ser 0 bien incorporados, o bien signifi- cantizados.™ Es ahi donde el recurso a las técnicas proyectivas adquiere todo su sentido: en el juego, en el disfraz, la danza, el dibujo, la construccién, la vor, la pintura, etc. En el decir y el hacer, confluyen una inscripcién y ocalizacién de goce que toma valor de signo o de significante, Materiales, objetos, gestos, motricidad, mimica o tacto que al modo transicional ~en- tre el dentro y el afuera, entre la conciencia y el inconsciente— son dados leer como dirigidos a un Otro en tanto que este se perciba interpelado. En la medida que exista un otto, alguien, que resulte concernido por ‘esos trazos y que pueda operar para introducir el corte, la hidncia, la falta {que conlleva una palabra remitida, si el sujeto condesciende a ello; dicha 94. Eleccién inextricable a a que cada sujeto se ve confrontado: o bien existir como cexcritura pricosomdtica del fendmeno en el cuerpo o como escritura por fuera del cuerpo, encl Ouo. 182 | ta rites pcamout one tamint psi iii 10 proj ‘a causa de ella. Siendo en iiltima instancia el jerador que va a presentar dichas 10.8.3 Con un itinerario Este recorrido que va desde la hu del rasgo motriz a la palabra, es jovido en la oferta de taciones, propuestas 0 inducciones: bien se definieron vvan.a comandar las estrategias intervenciones del practicante: ineas que abarcan el espectro que va del hacer al de donde el movimiento toma la forma del trazo, en el dibuyj la escritura. Y por fin la palabra. Las propuestas de est terminologia tienen su origen en una herencia piagetiana planteada de ‘manera tal que dicho recorrido, simule el propiamente evolutivo de sus adquisiciones motrices, operativas y formales. Es evidente que no es esta cen los indices de expresividad somética, veremos cémo se establece una ligica transversal especifica. Como la espacial: dela horizontal ala vertical inia; material: mucho material para pocas acciones 0 muchas acciones con un solio material; relacional: desde el trabajo individual al pequefio grupo y gran grupo y vuelta alo individual; 95. Es més, menudo, en conta del eércamente frmulado, vemos mayors di 2 2 trae del trabajo sugerido. Para ello, puede hacer un uso intermedi > > > > > y Recordemos que el valor dado a una interpretacidn es el otorgado ‘por la propia economia libidinal de los sujetos, en tanto se reconozcan cn ella. Empefiarse en que los sujetos acepten el sentido que venga dado parte de despertar numerosas fantasias persecutorias, no tanto de los indices de expresividad, vividos como de los emergentes _ grupales, hablados que se puedan proferir, a condicién de evitar un regodeo descriprivo que los eleve a la categoria de ideal, petrificando 4 el fantasma. $ Elanimador, de modo similar a la fase anterior interviene senalando ¢ interpretando. jones, icosis, enunciando endo fundamental en todo caso, j 8 de grupos ¥y patologias se trate Evidentemente en aquellos grupos, que por sus recursos simbélicos, ri determinado punto, Sin embargo, en el caso de los trastornos mentales 10 La pet pscomai (pseu. etaslg yttenieae | 83, Escaneado con CamScanner rativas para la siguiente. 10.10 EVOLUCION DEL TRATAMIENTO: INDICES E HIPOTESIS. SUPERVISION En el anterior capitulo detalfamos la manera de proceder para elaborar una Hipétesis que nos informe a la hora de tomar en cuenta la posicién subjetiva del paciente respecto a su historia y su actividad, en la accién psicoterapéutica. En la medida en que se pueden proponer algunas lineas directrices para orientar el acompafiamiento. Recordamos, fundamentalmente, los dos ejes: un eje longitudinal y diacrénico, que también nombramos como: de escucha. Y un ¢je trans- versal,y sincrénico, 0 de la mirada. Al primero, lo titulamos de emergencia semdntita que corresponde a los decires del sujeto. El segundo, de expre- sividad somdrica, esté en relacién con los haceres en Ia sesién. La sintesis de los parimetros somaticos y seménticos, aportan unos indices, indicios, significativos de estructura psicomotri 0 subjetiva que ayudan a determinar un perfil psicomotor, un retrato personalizado, sobre Ja manera que un sujeto manifiesta su anudamiento corporal. Retrato que ¢s reflejo, en el aspecto somatico, corporal, en el aquiy el ahora de la escena psicomotriz. Mientras que el semdnt hnos retrotrae a una historia y a como esa historia, presente, pasada oJ facura se ha podido narrar a lo largo de la sesién. No olvidemos que si el tiempo de acci6n, de expresividad corporal, fue un tiempo de hacer y decir; en el segundo, de diccién, de expresividad verbal el hacer estuvo interdict, Es por ello que la expresividad somética remite al andlisis a Jo largo del primer tiempo. Mientras que la emergencia seméntica toma datos de los dos tiempos, alld donde la palabra pueda brotar. En la medida que una hipétesis es un intento explicativo sosteni- do tedricamente que permite hacerse con una composicién etiol6gica, patogénica y diagnéstica del sujeto; es por lo que se pudieron proponer vlertas directrices en aras de orientar las propuestas de intervencién. En la direcci6n de la cura, entontes, a partir de la expresividad psicomotriz debemos calcular la estrategia para modificar la posicién de alguien: pues la propia hip6tesis, a fin de cuentas, no nos habla sino de c6mo wn 1196 | La pica pricomeno lta pin on ico, pudo anudar lo propio cons imagin: tanto y en la medida que /a hipdtess va modificdndose a lo largo deja de afectar al proyecto cl desde el cambio dentro de! g pia coherencia institucional, entonces, deberd estaré nto que facilice y anime sesiones elinicas 0 de revi- istas implicados puedan conversar a partir de sus , grupales, familiares, psicofarmacolégicos, , ocupacion: etc. Delo que se trata, resumidas cuentas, es de i verificando permanen- temente nuestra propia hipétess, es decir, ir ajustando y reformulando la cevolucién del tratamiento con los objetivos iniciales que se trazaron para el sujeto. Es en esa interrelacién continua entre teoria y préctica, pero sobre todo, entre las manifestaciones subjetivas concretas de cada paciente y nuestra composicién clinica, donde se juega la partida, apasionante al fin, de la evolucién del tratamiento.” Serd en este camino nunca recto, plagado de avances y retrocesos, detenciones y progresos, de dudas y de certidumbres progresivas, donde la labor terapéutica adquiere su sentido, tanto clinico como ético. Pues a una cuestién ética remite el hecho de poder sostener, sin desfallecer, el maximo operador de la cura: el deseo de cada uno en su practica terapéutica. 0 lo cual, el practicante no esté solo. Ni como sujeto, ni como Es ahi donde el tercer pilar formativo, la prdctica misma, pone a valoracién su trabajo.** mntrol o la supervision (mncjor: superaudicién, como dirfa J. ) son disp. jente extendidos entre aquellas clinicas de seriedad y eficacia probadas. Consiste en una A prdcticas 99, A menudo, deberemos cambiar radicalmence la composicia que not hemos hecho cen otras ocationes, eadremos que ser novotros qui : nes tengamos que intervenir enérg de medicacia, una mudanza de insticucién, una externalizacion ete 10 Ua prictenpamotic(leoneaptuticn Metodlgiy ended | 195 Escaneado con CamScanner * Pe PMPMPManaanan a ~~ al andlisis de la préi de manifiesto aspectos fantasm: lentes deform: se presentari Este mom denci yente como la prayeccién deseos reprimidos sobre la figura su cualidad posirioa o negativa se dep fan en la fancasmndi amigo rival...). Desde la en el verdadero motor en su mayor impedimento, J. Lacan dedica a la transferencia su clarificador Sem. VIII (2003), en un periodo donde esté reelaborando alguno de sus conceptos ~ent del cuerpo, enten- dido ahora desde un real, como lo imposible, donde el objeto a aparece como resto de goce irreductible a toda simbolizacién posible— en la que el inconsciente y la transferencia son enunciados como una funcién de suposicién, Con Lacan, la transferencia es desplazada de una t6pica ima- ginaria a otra, mas simbélica quedando finalment suposicién de saber encarnada en alguien qu sujeto supuesto saber. Esa partir dela instauraci6n de la transferencia cuando comienza la cura propiamente di que el Otro pueda decirme algo que me sirva ~coinci empo de destitucién subjetiva intoma comienza verdaderamé el enganche a la cura. Y la lad de que el rerapeuta pueda interpretar dicha envoleura sin- era forma -ardcter enriquecedor y confi la pri andlisis personal del propio profesional. Por supuesto, recomendacién se convierte en con! logias mentales graves, dado el car el trabajo continuado con las citadas pat 10.11. TRANSFERENCIA. RESONANCIAS subsumida como tuna ‘falar una serie de con- detenta: es el llamado tidas con anterioridad, nlisis y psicomotr Por lo que se refiere a la rransferencia, queremos sideraciones que complementan algunas otras ¢ sobre todo al hablar de la convergencia entre ps cidad o de grupos psicoterapéuticos. Quizas la primera e importante sea que no hay una cura sin un otro, en la medida en que este otz0 es un Otro. Un terapeuta no es un amigo, ni un colega. Tampoco es un educador, un consejero, un instructor. ‘Aun siendo estas funciones de habilitacién fundamentales en numerosas ocasiones, un verdadero terapeuta no actiia tanto como persona, como— tuna funcién. 2 2 2 a 2 a “2 2 a a 2 oy a a > > > > del estado mental y psicopatoldgico del paciente 's que, en gral sostenimiento del pro de prestar atencién a est jertos y duracién positivo pueda tomar en estimacién, 10.13 FINAL DEL TRATAMIENTO la suposicién de saber que el terapeuta encarnaba cayé, provocando un con lo que sus formaciones sintométicas dejaron gacién y desco de esclare Sin embargo, el deber érico de un terapeuta analiticamente orientado Es este otro aspecto que suscita enormes controversias: zcuwindo finaliza 2 ser llevada hasta el final ~aquel que por nuevo anudamiento sintomtico de lo real con el sentido— en ese punto donde los significantes amos se separan de su objeto de goce. Esto es lo que da cuenta el procedimiento inventado por J. Lacan (Propasicién de octubre, 1967), el pase. En el pase, el sujeto va a testimoniar y trans ante un jurado sobre los avatares de su cura, la manera que tuvo de sor- tear sus impases y la solucién que encontré con su saber-hacer frente a lo imposible de la pulsién, ante la ausencia de un Otro al que aferrase. Hasta mostrar su ser reducido a un yo say eso El sratamiento, es decir la cura se interrumpido 0 finalizado por nt jones. En ocasiones sucede por algiin tipo de imperativo niimero de sesiones estipulado, finalizacién del programa, modificaci6n del proyecto, etc. Orras veces, las més, por la consecucién de los objetivos pactados y planteados con anterioridad en el proyecto del paciente; en el que tras 1 intercambio ente los miembros del equipo, se considera pertinente dar de alta al paciente 0 introducir nuevas modificaciones en su curso paciente. Con lo que, més alld de las estrictas indicat terapeuta estd advertido de su posicién fantasmatica, alejada de narcisis- mos alicnantes, en la medida que la demanda y deseo del paciente asi lo indiquen podrd dejar marchar al paciente recomendindole, en su 280, la continuacién de la cura con otro profesional o dispositivo. El terapeuta, sin embargo, deberia evitar que la cura se eternice 0, por el contrario, se banalice cambiando permanentemente de abordaje 0 de tratamiento: no existe tratamiento que sea perfecto. Es mis, en toda cura llevada hasta el final, a menudo, puede quedar un poso un tanto frustrante, de inacabamiento, de haber podido ir algo mas Hacerse cargo de un final propio para la cura consiste, clevar a la méxima potencia el concepto de re:ponsabilidad. Si para Freud, la cura es interminable, para Lacan el andlisis es terminable (y la forma- cién interminable): pues por mucho que el sentido no deje de generar is sentido, el encuentro de un sujeto con su ser de goce, le coloca ante su propio imposible. Es decir, con aquello que no tiene cura. -mbargo, puede ver 106. Principio, con evidentes connotaciones éias y denegado por numerosos practi- ‘antes de un higienismo «ultransa, Donde bajo de adherence al ratamieno, se exconde la, ‘Amenado, aula consderacién + la palabra del paciente 107, Eta cuestin, que puede ser moderadamente bien resueta en mb 108. Como ya se indicado, dar todo el valor alos dichos y hechos de un paciente ‘en tanto sujeto tiene como contrapartida colocar responsabilidad como brijla de dese. ono ge no sonar nada ex 1ctido subjeivamente, pueda demand ‘cura hasta el fina: por ejemplo, in lua o solo por la palabra, _mente, como escandidas, puntuadar temporalmente, en momentos muy preclsos pars la cua 200 | La psctenplcometis nel vatamlet saico 10 La price pcomett (pio kaptatia. Meodoogay weit | 201 Escaneado con CamScanner

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