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REVISTA DE DERECHO Y JURISPRUDENCIA — TOMO XCIII -_N* EL JUICIO ARBITRAL CONSTITUIDO CON INFRACCION A LA EXISTENCIA DE UN LITISCONSORCIO NECESARIO ALEJANDRO ROMERO SEGUEL ‘Doctor en Derecho (Universidad de Navarra) Profesor de Derecho Procesal (Universidad de los Andes) SUMARIO 1. Antecedentes generales. 2. El valor del arbitraje respecto de tereeros. 2.1. Con- ‘ceptos basicos para el planteamiento pro- cesal del problema. 2.1.1. El coneepto de tercero. 2.1.2. El litisconsorcio necesario. 2.1.3. La legitimacién. 2.2. Criticas a la soluci6n eivil de la inoponibilidad. 2.3. Al gunas situaciones de excepeién: casos If- mites. 3. Propuestas procesales para la solucién del problema del litiseonsorte ne- cesario preterido en un juicio arbitral (la intervencién provocada del tercero). 3.1. E] juez arbitro debe declarar (de oficio oa peticién de parte) la falta del litisconsor- te, subsanando el defeeto. 8.2. La inter- veneién litisconsorcial del preterido. 3.3. La sentencia absolutoria de la instancia. Conelusiones. PRESENTACION Partiendo del carseter jurisdiecional que se reconoce al arbitraje en Chile, in- tentaremos abordar -desde una perspec- tiva procesal- el problema que se produ- ce cuando en un juicio arbitral se omite a un tercero que tiene la calidad de litis- consorte necesario. En el fondo, intentaremos demostrar que el eardcter jurisdiccional del arbitra- Je impone la aplicacién de soluciones dis- tintas de las eontractuales civiles. Bn efec- to, nuestra doctrina, para explicar ol efecto del arbitraje respecto de terceros aplica indiscriminadamente el prineipio del efec- to relativo de los contratos (res inter alios acta), en virtud del cual se entiende que el convenio arbitral es inoponible a terce- ros. Coneretamente, entendemos que la simple aplicacién de la inoponibilidad in- vita a una mayor reflexién, si se quiere ser coherente con la naturaleza jurisdic cional que se reconoee al juicio’ arbitral en Chile. En nuestra opinién, la aplicacién tra- dicional de la inoponibilidad debe ser puesta en tela de juicio en los casos en que el objeto del proceso arbitral haya versado sobre un litisconsoreio necesario, y tal revisién pasa indefectiblemente por replantear el dogma no cuestionado entre nosotros, que esa persona que no concu- rrié al acto constitutive del arbitraje es 140 un fercero. En tal sentido, la solucién que propugnamos para este tema se obtiene de la conjugacién de tres institutos proce- sales, a saber: el concepto de tercero, el de litiseonsoreio neeesario, y el de legiti- macion. Con la utilizacion de estos ele- mentos se puede obtener una solucién mas fecunda que la simple aplicacién del prin- cipio contractual del res inter alios acta, segiin tendremos ocasién de justifiear en én, invitando ineluso a de- Jar de lado la inoponibilidad como res- puesta tradicional en el Ambito procesal, cuando el objeto del juicio arbitral (vo- Juntario 0 forzoso) se refiera a un caso de litiseonsoreio necesario. 1. ANTECEDENTES GENERALES: En nuestro pafs el arbitraje civil ha sido una preocupacién recurrente desde Jos comienzos de la Republica, aleanzan- do incluso una consagracién en nuestras primeras constituciones. Concretamente, Jas constituciones politicas del Estado de 1822 y 1823 contenfan disposiciones so- bro arbitrajo.”” Sin duda alguna, es en la Lei de Orga- nizacién de los Tribunales, de 1875, don- de se sientan las bases més importantes sobre el arbitraje civil en nuestro pais, Jas que persisten en su mayor parte has- ta el dia de hoy, por cuanto dicha Lei de Onganizacion de los Tribunales, como se sabe, es Ia antecesora de nuestro actual Cédigo Organico de Tribunales. El Titulo XI de Ia ya derogada Lei de Organizacién de tos Tribunales (articulos 172 al 191), corresponde al actual Titulo IX del Cédi- go Organico de Tribunales (articulos 222 al 243) En su inspiracién histériea, nuestro sis- tema de arbitraje civil fue recibido en la Lei de Organizacién de los Tribunales si- guiendo las antiguas regulaciones espa- Aolas sobre esta misma materia, eonteni das en los tradicionales cuerpos del dere- “© Cfe, Constitucion Politi de 1822, articulo 191; CPE 1823, ariculo 149 N° 8, en relacién al Regla- mento de Administraciéa de Justici, de 2 de junio ‘de 1824 PRIMERA PARTE cho castellano, principalmente la Ley XXIII, Titulo 4" de la Partida Tercera, que roglamentaba de un modo exhaustivo el juicio arbitral Con posterioridad, el Cédigo de Proce- dimiento Civil, promulgado el 28 de agos- to de 1902, reglaments el “Juicio Arbi- tral” en el Titulo IX del Libro III, comple- mentando la Lei de Organizacién de los Tridunales. A modo de resumen, el arbitraje ci presenta en Chile como prineipal caracte- ristiea, el tratarse de una funcién juris- diccional. En efecto, aunque en doctrina y legislacion procesal extranjera, eon cionadas por su propia realidad juridica, se discute sobre el cardcter jurisdiceional del arbitraje,” entre nosotros pacifieamen- te se ha sostenido desde hace bastante tiempo el contenido jurisdiecional de la Justicia arbitral, ello eon las limitaciones que le son propias, y que dieen relacion con Ia falta de imperio que se les recono- ce a estos jueces, para hacer uso directo de la fuerza en la ejecucién de sus resolu- ciones que exijan procedimientas de apre- mio 0 el empleo de otras medidas com- pulsivas (articulo 635 C.P.C.). En rigor, no obstante su origen prefe- rentemente privado, los érbitros en nues- tro medio son reputados jueces en sentido propio, gozando sus sentencias de mérito ejecutivo sin neeesidad de homologaelén Judicial, quedando incluso sometidos a ciertos controles propios de todo juez ord nario 0 especial, como es el caso de Ia ju- risdiccién diseiplinaria que sobre ellos ejer- cen, respectivamente, las Cortes de Apela- ciones y la Corte Suprema (articulos 79 CPE, 96 N° 4 y 540 C.0.7.) De igual for- ima, los arbitros quedan sometidos a la de- nominada jurisdiecién conservadora de los tribuales, preferentemente a través del control de sus funciones que nuestra juris- prudencia ha realizado acogiendo recursos de proteccién en su contra © Una sintosis de las tooria, eft. Serra Domin- ‘quer, “Naturalera Juridica del Arbitraje”, en Bvt ios de Derecho Procesal, Barcelona: Avil, 1969, igs. 571-588, Salvo las hipéteeis del articulo 1942 del Cédigo wt. DiRECHO El cardcter jurisdiccional del arbitraje ya fine visualizado en el siglo pasado por el principal comentarista de Ia Lei de Or- ganizacin de los Tribunales, don Manuel Egidio Ballesteros, cuando examinando la definicion de arbitro de dicha Lei, conten- dida en su articulo 172 —que es idéntico al actual articulo 222 del C.0.T.-, expre- saba que, Nuestra ley ha hecho del arbi- traje una jurisdiceién, i en tal cardeter sus sentencias deben ser obedecidas por Jas partes comprometidas como si ellas emanasen de los jueces ordinarios. Ha cambiado pues radicalmente la base de la institucién, y en tal concepto, era intitil mantener ia disposicién romana que ha- cia del compromiso una obligacién con eldusula penal.” El resto de nuestra doc- ‘trina procesal, con mayor 0 menor ampli- ‘tud ha seguido el mismo derrotero ante- rior, esto es, admite el cardcter jurisdic- cional del arbitraje en Chile.” Sin embargo, y tal como se trataré de demostrar en esie trabajo, la naturaleza Jurisdiccional del arbitraje debe llevar a algunas deduceiones précticas, que nues- tra doctrina cientifica y jurisprudencial no siempre ha reconocido. Tal como se explicara luego, sostenemos que el carée- ter jurisdiccional del arbitraje sea este forzoso o voluntario- invita a solucionar Jos problemas practicos que alli presen tan con las herramientas propias del de- echo procesal. En efecto, no son idént cos los resultados que se obtienen de ob- servar el arbitraje desde la éptica del de- recho privado que examinarlo desde el de- recho ptiblico, las diferencias que alli se “© Ballesteros, Manuel B. La Lef de Organizacién 4 Atribuciones de fos Tribunales de Chile, Santiago ‘de Chile, Imprenta Nacional, 1890, I, pa 74. © Sin dnimo exhaustive, eff. Pereira Anabalin, Hugo, Curso de Derecho Provetal, Santiago: Ediar, 1998, pis, 242; Aylwin, Patricio, Ei Juiio Arbitra, Santiago: Pallos del Mes, 1982 (red), pags. 53 55 ‘Aravena Arredondo, Leonardo, Naturaleea del Ar. bier, Santiago: Balt. Juridica de Chile, 1969, is 22 s8. Kn el ambito jurisprudencial, reconooen ex- prosamento ol earécter juriadicsional de la Justicia arbitral: SCS de 9 de junio de 1958, RDA, € 55, se. 2, p. 79; SCS de 12 de julio de 196i, RDI, t. LVI, see. 1, pigs. 222 a, ui constatan no son exelusivamente tedricas, sino con incidencia préctica real ‘No se puede seguir afirmando en nues- tro medio, casi en forma mecénica, el ca- réeter jurisdiecional del arbitraje, sin que ello tenga repercusiones en la naturaleza de las respuestas a las dificultades que se pueden promover dentro de esta insti- tucisn, ‘De hecho, sostener el carsicter jurisdic cional del arbitraje civil, y solucionar lue- go sus problemas con criterios del dere- cho civil, es a lo menos una ineoherencia dogmatica que debe ser sometida a una profunda revisién, sobre todo cuando el derecho procesal es una disciplina que des- de hace mas de un siglo goza de plena autonomia cientifica. En cl fondo, debe tenerse muy en cuenta lo que explicaba en su momento Prieto-Castro, cuando ad~ vertia que, “..c1 arbitraje es, en su ori- gen, un negocio de derecho privado, como creacién de la voluntad de los particula- res, pero procesal por las sujeciones y li- mitaciones a que esta voluntad esti so- metida Gustamente para que produzca efectos procesales) y por las actividades de orden también procesal que hace sur- gir, en particular el eonocimiento del asun- to por otras personas que termina en el efecto declarative vineulante y mas tarde (..) ejecutivo del laudo arbitral”. Entendemos que la falta de considera- cin procesal en torno a ciertos proble- mas que promueve el arbitraje en nues- tro medio, no obstante su naturaleza ju- risdiccional, se debe a esa peculiar earac- teristica que tiene este instituto, consis- tente en el ejercicio de una funcién pribli- ca con investidura privada. Insistimos una ver més, la inclusién de criterios del de- recho civil en. los problemas del arbitraje se entiende simplemente porque Ia géne- sis del tribunal arbitral -en el arbitraje voluntario- esta en el convenio arbitral (compromiso o cléusula compromisoria), que es un aeto privado celebrado por las ® Prieto Castro, Leonardo, “Una nueva regula cin del arbtrale", en Trabajos y Orientaciones de Derecho Provesal, Madrid, Revista do Derecho Pri ‘vada, 1064, p. 456, 142 partes, pero ocurre que una vez constitu do el tribunal arbitral estamos frente a ‘una institucién netamente procesal, cu- os problemas deberian resolverse con los ‘riterios cientificos propios de esa disci- plina. Con mayor raz6n, en el caso del arbitraje forzoso cuyo cardeter jurisdiecio- nal es mas mareado ain que él arbitraje voluntario, la propuesta de solucidn a sus contrariedades debe ser extraida del de- echo procesal.” En otras palabras, en un intento por innovar en Io que ha sido el tradicional tratamiento cientifico y jurisprudencial del arbitraje entre nosotros, plagado por respuestas sacadas del derecho contrac- tual civil, pretendemos abordar algunos problemas précticos de esta institucién desde una dptica procesal. Con la adverteneia anterior, recién es- ‘tamos en condiciones de someter a revi- sidn el tratamiento del arbitraje respee- to de terceros, especialmente en el caso ‘en que éstos no han eoncurrido al conve- nio arbitral (en el arbitraje voluntario), a la designacién del arbitro (en el arbi traje forz0s0). © Dobe roconocarse una ambigdodad logislativa fen esta materia, que proviene de la circunstancia ‘que para la legsiacién procesl el arbitraje tiene un mariado earacter Jurisdicional ("Los drbitros son Jiucees... arecnlo 222 C.0-T"), en cambio para el ‘Cédigo Civil, Ia partcién de bienes que es una ‘especie de juico arbitral tiene un marcado earie- ter contractual. Bn tal sentido, corobora lo anterior fl articlo 1329 del OC cuando satablece que, “Ia responsabilidad del partidor se extiende hasta eu! pa leve". En igual sentido, el artiulo 1848 del CC. ‘stablece que, "las particiones se anulan 0 se res- ‘Gnden de la misma manera y segun las mismas reglas que Jos eontratos”, No obstante lo anterior, ‘nuestra jurisprudeneia ha reconocido expresamente fl caricterjurisdicional de In particion. (Clr. SCS de 28 de mayo de 1951, RDS, t. XLVI, sec. 1, Digs. 161; SCS de 24 de septiembre de 1987, RDJ, &. XAKY, see. 1, p. 77, € 20.) Acentuando el canicter civil de Ia impugnacion del juiio arbitral, Ta Carte de Concepcion on sentencia do 28 de agosto de 1915 declaraba: “que el artculo 1948 del Co Civil dispone que Ins particiones se anulan... i por ‘onsiguiente, para entablar alguna de esas acciones ‘& necesario, para que sea procedente, fundarla en Ta eatsns que, parm anulnro rescindir un comtrat, tiene senaladas la le. (Gaceta 1915, N° 468.) PRIMERA PARTE 2. EL VALOR DEL ARBITRAJE, RESPECTO DE TERCEROS (res inter alios acta) En nuestra doctrina, para explicar el efecto del arbitraje respecto del terceros es tradicional recurrir al principio de efec- to relativo de los contratos, conocido tam- bien como del res infer alios acta, en vir- tud del cual se entiende que el convenio arbitral es inoponible a terceros. De igual forma, y con base en el mismo principio, se entiende que el laudo o sentencia arbi- tral es inoponible respecto de aquellos que en un arbitraje forzoso no fueron citados ala audiencia de designacién del arbitro, salvo los casos de excepeién que confor- man los sucesores a titulo universal, al- gunos sucesores a titulo singular, y en el evento de obligaciones solidarias. Debe re cordarse que el nombramiento de Arbi- tros debra hacerse con el consentimien- to undnime de todas las partes interesa- das en el litigio sometido a su decisién, y en subsidio de lo anterior, la designacion Ja haré la justicia ordinaria, conforme al mecanismo de designacién previsto para los peritos en el Cédigo de Procedimiento Civil (articulos 232 COT. 646 CPC), En otras palabras, la aplicacién de res inter alios acta significa que la designa- cidn del arbitro, a través de un compro- miso, s6lo produce efectos entre las par- tes que lo convinieron y no respecto de terceros.® Esa misma propuesta se ex- tiende pacifieamente al arbitraje forzoso, aunque en este tiltimo easo Ia fuente del arbitraje esta en la ley y no es necesario ningtin acuerdo entre las partes para acu- dir a la jurisdiccién arbitral. En efecto, en el arbitraje forzoso, por aplicacién del res inter alios acta, se sostiene que la sen- tencia arbitral sélo vineulara a las perso- Por todos, eft. Aylwin, Patricio, BU Juico Arbi- tral, ob. eit, pigs. 311-319; Somarriva, Manuel, In doisian y Partitsn, Santiago: Bait. Juridica de Chi- le, 1987, 4 edie, pigs. 804-905, Bn contra, por la nulidad, eft. Silva Bascunin Marcos, La Partictin de Bienes, Santingo: Bait. Juridiea de Chile * odie. 1948, pags. 124-125; Gacte Bah, Ricardo, Constitu cin det Juicio de Particisn, Mem. de Pricha, Im- preata Rapid, 1940, p. 99. DiRECHO nas que debidamente emplazadas para la designacién Arbitro concurrieron con su acuerdo a su nombramiento, o en defecto del acuerdo anterior, que la designacién que realice el tribunal les afectara s6lo los que fueron citados para tal gestion, salvo que se trate de algunos de los casos de excepeién antes enunciados!”” Desde la perspectiva procesal, lo ante- rior se explica con Ia idea bastante antigua ‘que la cosa juzgada se produce sélo respee- to de los que fueron parte en el proceso, que no afecta a tereeros, ya que extender Jos efectos de una senten tiltimos atentaria contra los principios jun

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