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Counooioe CLavas Jacques André, Dirigida por Hugo Verzetti Sylvie Dreyfus Asséo, Frangois Hartog (dirs.) Los RELATOS DEL TIEMPO Ediciones Nueva Visién Buenos Aires Introduccion EL TIEMPO YA NO ES LO QUE ERA Tacqves ANDRE En 1919, después dela Gran Guerra, Valéry evoeabaen estos términos al «Hamlet europeo: «Piensa en el fas- tidio que signifiea recomenzar el pasado, en la locura de querer innovar siempre. Vacila entre dos abismos» Y¥ prosegufa: «Por un lado, un pasado que no ha sido abolido ni olvidado, un pasado del que casi no podemos extraer nada para que nos oriente en el presente y que nos sirva para imaginar el futuro. Por el otro, wn por- venir sin el menor rostro»." Mas que recordar el tono decepcionade de la 6poca, esas pocas palabras realizan ‘2 su manera esta comprobacién desconeertante: pasa- do, presente, futuro ya no son ol simple recorte «objeti- vor del tiempo que pasa: su definicién es relativa, inseparable de la representacién que de él se haga el ser colectivo 0 individual. El tiempo no es simplemente el tel6n de fondo de la re- flexién del historiador; también es su objeto: hay una historia del tiempo. De una manera muy diferente, y a partir de una experiencia muy distinta, la afirmacién, por parte de Freud, de una atemporalidad de los procesos psiquicos inconscientes es otra manera de problematizar ‘que quiere decir tiempo. BI tiempo social tiene una histo- ria, el tiempo psiquico tiene una génesis. “Cited por Frangois Hartog en Régimesdhistoriite, Paris, Le Seuil, 2008, pg 13. 9 «La principal innovacién conceptual y metodalégica del pensamiento hist6rico reciente -escribia Jacques Le Goff en 1999 fue el reemplazo de una concepeién unitaria, lineal y objetiva, matemsticamente divisible" del tiempo, por una concepcién multiple, abundante, reversible, subjetiva, incluso més cualitativa que cuan- titativa.»? Entre la historia y el psicoanslisis, las pala- bras no se pueden transponer simplemente; sin embar- g0, resultan fuertemente evocadoras. Esta diversidad ‘que el historiador observa entre los grupos sociales ~el tiempo de la Iglesia no es el tiempo de los eomercian- tes-, entre las culturas ~sociedades firs, sin historia, sociedades calientes, modeladas por la historicidad-, entre las épocas ~privilegio del pasado a la hora de la historia magistra, del futuro a la hora del progreso y de sus Luces, del presente a la hora que es-,' esta diversi- dad, deciamos, el psicoanalista Ia comprueba entre los individuos, pero ante todo dentro de cada uno de noso- tros, La imagen mas aguda de estos desérdenes del tiempo en la escena interior sigue siendo la metafora romana que Freud teje prolongadamente en El males- tar de la cultura. «Supongamos la hipétesis fantastica de que Roma no es un higar de habitaciones humanas, sino un ser psiquico, que tiene un pasado prolongado y rico en sustancia y en el cual nada de lo que alguna vez se produjo ha desaparecido...» Imaginemos en un mis- mo espacio, yuxtapuestos, mezelados, superponiéndo- se, el tiempo etruseo del primer templo a Jupiter Ca- pitolino, el tiempo imperial del Panteén, el tiempo Fenacentista del palacio Farnese, el tiempo vaticano de san Pedro, el tiempo mussoliniano de Ia «Maquina de es cribir».. El niio (lo infantil) que hay en nosotros quiere todo de inmediato, el adolescente posterga lo que puede Citado infra (pag. 88) por’ Thomas Hirsch, " Remito al artculo de Francois Hartog en este volumen, «Lt temporalizacién det tiempo: un largo recorrido 0 evitar hacer hoy y el adulto trabaja con la esperanza de poder gozar finalmente cuando se jubile.. {Bl ser psiquico colectivo procede de la misma mane- ra, también conserva las huellas de esas temporalida- des heterogéneas? El Apocalipsis, por ejemplo,' ese sa- ber sobre el «final de los tiempos», js6lo es una figura datada de la temporalizacion o siempre es posible iden- tificar en él esas huellas? Los integrismos religiosos, Jos grupos milenaristas, a semojanza de los Testigos de Jehova, cultivan explicitamente dicha creencia, Bn tanto lector familiarizado con las Memorias del presi- dente Schreber, no le es demasiado dificil al psicoana- lista recuperar en esas ereencias colectivas el fantas- ma al que el psicético lo ha acostumbrado, el de una coincidencia entre la propia muerte y el fin del mundo. Pero resulta mas sorprendente escuchar esos acentos cn discursos que no tienen en si nada de delirante, ante todo el dela ecologia. Bl Cielo esta vacfo, Dios ha muer-to, pero, por encima de nuestras eabezas, el agujero de la capa de ozono promete lo peor. El oso blanco, mas solo y aislado que nunca, navegando a la deriva sobre un trozo suelto de hielo, es nuestra nueva balsa de la Medusa. E] historiador y el psicoanalista dialogan a distan- cia: sus objetos, sus métodos, no se confunden. Esto no impide los encuentros. Uno de ellos, que afecta al presente, a lo actual, es particularmente apasionante. En su Régimes Chistoricité, Frangois Hartog evoca el ‘auge del «presentismo» de un tiempo, el nuestro, que se vive al dia, sin pasado ni futuro. Un tiempo imposible de relatar, que sélo se puede actuar. Lo que el historia- dor identifica en el orden de los discursos, los que eo- lectivamente nos hablan, «hablan en nuestro lugar», el psicoanalista lo escucha en lo que se ha vueltocominen “Recursimos a este ejemplo porque Francois Hart lededica una parte desu contribucién uw su eliniea, cuando la rememoracién le cede el paso ala repeticién, la historia a lo actual, el relato a la accién, \ el pasado al presente. Lo que Freud formulaba como una generalidad: «Pasado, presente, futuro estan como en- hebrados en el cordel del deseo que los atraviesa»,’ nos parece hoy una particularidad, la del hombre snormalmenter neurético. Quiza la vida sélo se vuelva historia al precio de una travesia por la tragedia edipica. Cuando es asf, el psicoandlisis consiste siem- pre en rehacer, mas 0 menos, la historia, en reeseribir su relato, Lejos esta de ser siempre el caso, Cuando el historiador hace valer, segtin las 6pocas y las eulturas, Ia prevalencia del pasado, del presente o del futuro, el psicoanalista se siente tentado a dar un paso més, a considerar los regimenes psfquicos sin historieidad, tal ver. sin temporalidad. No todo el mundo tiene pasa do; os recuerdos de la infancia se reducen a algunos «se dice», a algunas fotos. El porvenir tampoco se halla seguro y el acto de prever sumerge en el vacio o en la confusién. Y lo més sorprendente atin, el presente no le es dado a todo el mundo: se vive sin estar ahi, la vida pasa, se pasa junto a ella. La temporalidad no es un, dato inmediato de la vida psiquica: es un resultado. La psicogénesis que engendra el tiempo puede fracasar en todo o en parte, puede permanecer bloqueada o no Ile- gar a constituirse, Las capacidades cognitivas no son cuestionadas, se sabe conjugar los verbos, leer la hora ymanejar la agenda, Eso no basta para que el ser sea alli, a fortiori para que se encuentre alli.” El tiempo ya no es lo que ora... {Bs preciso poner en Ja cuenta del genio de la lengua francesa esta anticipa- idn de la confusion entre Io climaitico y lo hist6rieo? © OCF, VIN, pig. 165. sta dtimas consideraciones perteneeon ala obra Les désor adres du temps, PUP, «Petite Bibliotheque de psychanalyse~, 2010, RB LA TEMPORALIZACION DEL TIEMPO: UN LARGO RECORRIDO Prangois Hanroa {Qué entender por la temporalizacién del tiempo? Sean cuales fueren las maneras de contabilizarlo, el tiempo nunea ha dejado de pasar, Hevando a todos los seres vivos desde su aparicién hasta su desaparicién. Los astros nunea han interrumpido sus revoluciones. Lo que no impide que haya una historia del tiempo. En efecto, han variado las modalidades que tuvieron los grupos humanos para operar con el tiempo y para transformar el tiempo, y multiples fueron las maneras de escudrifiarlo, controlarlo, enrolarlo, suspenderlo 0 suprimirlo, 0 al menos de intentar todo eso.’ De ese ‘modo se ingresa propiamente en una historia del tiem- po, que es la de las comunidades frente a la contingen- cia, preocupadas por perpetuarse, debatiéndose en conflictos de intereses y luchas de poder e, inevitable- mente, enfrentadas a la muerte de todos y de cada uno de sus integrantes. Toda esa gama de operaciones sobre el tiempo es lo que he denominado «un largo recorrido> de la temporalizaciin del tiempo, a lo que agrego de inmediato una preeisiGn: el reeorrido no ha sido lineal ni ha estado orientado de entrada hacia un telos tinioo, que habria sido el tiempo de Europa o de Occidente Krzysztof Pomian, Liordre du tomps, Paris, Gallimard, 1984 (et orden det tiempo, Barcelona, Juear, 1990). 18

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