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Ses-Lun 17 de Julio-Leemos Crónicas Mi Recuerdo de Huaraz
Ses-Lun 17 de Julio-Leemos Crónicas Mi Recuerdo de Huaraz
SESIÓN DE APRENDIZAJE
DATOS INFORMATIVOS:
Meta de 5°: Lee diversos tipos de textos, seleccionando los de su interés y preferencia.
aprendizaje: Brinda una opinión crítica o sustentada sobre el contenido del texto; estableciendo
Habilidades para la conclusiones, inferencias y deducciones.
vida
PREPARACIÓN DE LA SESIÓN
¿Qué se debe hacer antes de la sesión? ¿Qué recursos o materiales utilizarán en la sesión?
Elaborar la sesión Fichas adaptadas de la actividad.
Fichas de aprendizaje y ficha de evaluación Cuaderno u hojas de reúso.
Imágenes y anexos impresos
Lapicero, lápiz, colores, etc.
MOMENTOS DE LA SESIÓN
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
DURANTE LA LECTURA
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“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
LISTA DE COTEJO
GRADO Y
DOCENTE FECHA
SECCIÓN
CRITERIOS
- Interpreta el texto
- Selecciona datos - Reconoce la
considerando información
específicos e integra estructura y
ESTUDIANTES relevante y
información explícita características
complementaria para
para identificar la del texto
construir su sentido
estructura de un texto. instructivo.
global.
Sí No Sí No SÍ NO
ACEVEDO ESPINOZA, FRAY KENNEDY
ALEJANDRO GALINDO ROIDERT
Recuerdo que antes de llegar a Barranca mi papá pasaba por el pueblo de Huaura, para enseñarme el balcón donde San Martín proclamó la
Independencia del Perú, ¿cómo no recordarlo? De camino estaba Huacho, donde nos deteníamos a comprar fruta. El trayecto siempre iba
acompañado de alguna historia. Yo no me perdía de nada y menos me dormía, estaba atenta a cada dato que mi papá sacaba de su baúl de
recuerdos.
Después de recordar y pasear por Barranca, partíamos a Pativilca, lugar de descanso de Simón Bolívar por su clima y cercanía al mar,
cuenta mi papá. Avanzábamos 10 minutos y hacia la derecha mi papá me mostraba un letrero que decía “Huaraz”. A la izquierda, a unos 200
metros antes, está Paramonga. Recuerdo haberlo conocido. Vienen a mi mente olores e imágenes como a caña de azúcar y cañaverales. Mi
papá guarda buenos recuerdos de sus amigos norteamericanos que trabajaban en las grandes cooperativas azucareras, que lo alojaban
cuando paraba a dormir aquí antes de seguir su camino a Huaraz.
Mientras escribo esta nota, muchos recuerdos vienen a mí. Yo de pequeña, observando, a través de la ventana del auto, aquellos cerros
enormes que adornan el valle que acompañan el camino en su parte más sinuosa y alta. Mi papá deteniéndose con el auto en medio de la
nada para sentir el aire frío que golpeaba nuestros rostros. Se fumaba un cigarro, me invitaba un Sublime, “para la altura”, me decía, y
seguíamos nuestro camino. La ruta continuaba, y parábamos en Chasquitambo, un sitio intermedio, en busca de buena gasolina para el resto
del camino.
En unas pocas horas ya estábamos en Catac, a 4,000 msnm, desde donde pude divisar por primera vez la Cordillera Blanca. Aquella que se
impone y no se olvida. Muy cerca la laguna de Conococha, donde nace el río Santa, que baña todo el Callejón de Huaylas. Este sitio lo
recuerdo mucho porque mi padre me hacía bajar del auto a sentir la altura. “¿Paramos?, me decía. Mi mamá, siempre temerosa de la altura
se negaba, entonces mi papá y yo bajábamos unos minutos a sentir la naturaleza. Salvaje, dura. A lo lejos montañas cubiertas de nieve,
mucho frio, ichu, viento, y pequeños riachuelos de los glaciares cercanos.
El siguiente paso es Recuay, desde donde hace su aparición el imponente Huascarán y el primer pueblo del Callejón de Huaylas, desde
donde se divisan las primeras retamas, y se siente ese aroma a eucalipto, típico del Ande peruano, que conduce hasta la ciudad de Huaraz.
Al llegar nos alojamos en el hotel de un viejo amigo de mi padre, El Patio, en las afueras de Huaraz, en Monterrey, a solo 10 minutos.
“Huaraz Presunción”, comentan. Así se conoce a esta ciudad de la sierra central de nuestro país, que alberga lugares como Carhuaz,
conocido por sus ricos helados artesanales, Yungay y su tragedia, Caraz y sus bizcochuelos. Todos, poblados enmarcados a los pies de
vistas únicas: la cordillera y sus cumbres nevadas, y un cielo celeste que sirve de contraste perfecto.
Por supuesto, desde mi primer viaje a Huaraz, volví a ir unas 3 veces más. Llego en busca de sus quesos y el aroma de sus retamas.
Conservo especial aprecio de esos viajes. Esta semana mi papá y yo recordamos mi primer viaje, mi primer choclo con queso en la laguna de
Llanganuco y mi paseo en bote en sus aguas turquesas. Volvimos a nuestros almuerzos en Tato, en Barranca.
Ahora Huaraz se ha convertido en un destino de deportes de aventura por excelencia. Turistas de todas partes del mundo lo visitan para
escalar sus cumbres y sumergirse en la paz que el Callejón de Huaylas les brinda. Para mi sigue siendo aquel lugar apacible donde viví los
mejores momentos junto a mi familia.
Por Margite Torres.
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”