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ADVERTENCIA DEL AUTOR' Desputs de terminada la publicacién de esta obra, he recibido de vatios ami- g0s, tectificaciones’ de varios hechos referidos en ella, Algunas inexactitudes 1La “Advertencia del autor” fue suptimida por Sarmiento en la 2, 3 y 4 ediciones. La incorpord nuevamente en el vol. vit de las Odras. Sarmiento alude a las observaciones sobre hechos registtados en cl Facundo y a las criticas sobre el esquemético sistema a priori (civilizacién y barbatie) que organiza el pro- ‘ceso argentino, Respecto de la rapidez con que la redacté, es indudablemente cierto que Ta Ulcgada del cnviado de Kosas ante cf gobierno chilena —Baldometo Garcia—preci- pité su publicacién. Sin embargo, desde el afio anterior pensaba en Jean Facundo Qui- Toga como personaje ejempliticador de tu concepcién de la barbarie, tal lo revels su ardleulo de Ef Progreso el 28 de agosto de 1844, Asimismo indica ese proyecto la carta a Anselmo Rojo: “... Pienso recolectar datos para la biografia de Quiroga, éte sera un cuadro brillante y sta y la de Aldso mandaries a la Revista de 3 Mundos para que se publiquen” (22 de febrero de 1845), y el pedido de informacién a su ami ¥ comprovinciano Antonio Abcrastain. El anuncia del folletin en El Progreso del 1* de mayo de 1845 sefiala ya la wrgencia de Ia redaccién (Un igterés del_momento, Premioso y urgente 2 mi juicio, me hace trazar rdpidamente un cuadro que habia creido ler prescntar algéin diz, tan acabado como me fuese posible, He crefdo necesario hacinar sobre el papel mis ideas tales como se presentan, sacrificando toda pretensién ltearia aj secesdad de tsjar un mal que puede, ser, trscendental para nosotroe”), insiste en ia carta al general José Matia Pax 22 de diciembre de 1845) con el en vio de Ja obra (“Remito a §.E. un ejemplat del Facundo que he escrito con el ob- jeto de favorecer la revoluciéa y preparar los espiritus, Obra improvisada, lena de ine- wactitudes a designio a veces, no tienc atta importancia que la de ser uno de tantos medios pare ayudar a destruit un gobierno absurdo y prepatar el camino a otro nuevo"), cn Recuerdos de provincia y en la cata a Alsina. ‘Muchos son los ertores sefialados a Sarmiento. Entre las correcciones fechas por_sus coaterporineos sitaremos sélo las ce Alina Iyéase nots y Apéndice), as de Juen Bau- tista Alberdi (véase nota) y las de Bartolomé Mitre en su ejemplar del Facundo, por su valor testimonial dada ta televancia politica de sus autores. En 1903, en un curso en la Facultad de Filosofia y Letzas de la Universidad de Bucnos Aires, Devid Pefia inicia Ja lista de rectificadores de la visién sarmientina de Facundo Quiroga. El lector interesado ch este probleme puede consultar Archivo deb Brigadier General Juan Facundo Quirogs, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras, 1957; Barba, Enrique, Correspondencia entre Rosas, Quiroga y Lépez, Buenos Aires, Hachette, 1958; Céscano, Ram6n, J., Juan Facundo usrogs, Bueaos Aires, Roldin,,1993:, Pela, David, Jaen Facando Oniroze, Buenos Altes, Bd. Americana, 1353. Fn Tas sitimas décacas, ta signifcacién de Roses ¥ Quiroga en el proceso histdrico argentino ha sido valoreda por la comriente historio- 3 han debido necesariamente escaparse en un trabajo hecho de prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto de gue no se habla escrito nada hasta el ptescnte, Al coordinar entre sf sucesos que han tenido lugar en distintas y remotas provincias, y en épocas diversas, consultando un testigo ocular sobre un punto, registrando manuseritos formados a la ligeta, o apes lando a las propias reminiscencias, no es extrafio que de vez en cuando el lector argentino eche de menos algo que él conoce, o disienta en cuanto a algtin nombre propio, una fecha, cambiados o puestos fuera de lugar. Peto debo declarar que en los acontecimientos notables a que me refie- 10, y que sitven de base a las explicaciones que doy, hay una exactitud inta- chable, de que responderén los documentos publicos que sobre ellos existen. Quizé haya un momento en que, desembarazado de las preccupaciones que han precipitado la redaccién de esta obrita, yuelva a refunditla en un plan nuevo, desauddndola de toda digresién accidental, y apoydndola en numerosos documentos oficiales, a que sdlo hago ahora una ligera referencia. 1845. On ne tue point les idées+ ForTout$ A Fines del afio 1840,° salia yo de mi patria, desterrado por Ldstima, estto- sréfica argentina revisionista, coincidente en su juicio negativg sobte Ja figura de Sar- miento, Las notas de esta edicién no registran tales correcciones y discusiones, pues su inclusién haria paricularmente extensa y engozrosa Ia lectura, eccapando, pot otta parte, a la finalidad de esta Biblioteca. La obra, es evidente, petsiguc un objetivo poll- tico y no historico y ese cardcter Ie ha dado el misma Sarmiento (recuércese “Jas inexac- titudes a@ desionio ¢ veces” de la cazta a Paz). Creemos que las notes aclatatorias son suficientes parz ubicar al lector en ef proceso. argentino. 3S bien es certo que Sarmiento corrigié y suprimid partes del texto en Jeg suce- sivas ediciones, Mevado casi siempre por razones pylitices, nanca rehizo la obra, Cuando planea corregitla consulta a Dalmacio Vélez Sarsfield ya su hija Aurelia Vélez, que isienten en el_consejo. El primero fe recomienda en carta de octubre de 1863: “Me rece que al Facundo mentira (subrayado en el original) seré siempre mejor que el Facundo verdadera historia”, y Satmicnto decide cn carta a la segunda: “No tocaré con mis trémulas manos de viejo al Facundo pot complacetla a ustel, cuvo juicio y carifiosa tutela respeto y acato...”. ‘Ambas sentencias fueton suprimidas cn la 2, 3 y 4 ediciones. Reaparecen en ef vol vit de las Obras. SEL critico Paul Groussae afirma que la frase cs de Volney (Critica Titeraria, Buenos Aires, 1924, pag. 255). Sin embargo, et investigador francés Paul Verdevoye to la ha hallado ni en Fortoul ni en Volney, Considera en cambio que Sarmiento, asiduo lector de la Revue Encyclopédique, puco recordar una frase de Diderot (“On ne te pas de coups de fusil aux idées"), acépite de un artieulo de Charles Didier —"Les doctrines er les ilées”, t. Lv, julioset. 1832, pég. 6—, a quien nuesizo auior cita frecuentemente por estos 'afios. La hipétesis parece corzoborarse si se la relaciona con ta frase ce Sar- miento en un articulo de El Progreso (21 de matzo de 1844, xm, 359): “No se fasilan ni degiiellen las ideas”, en que ambas aparecen fundidas (Paull Verdevors, Domingo Faustino Sarmiento; éducateur er publicisie (entre 1839 et 1852), Paris, Impr. Jouve 1963, pig. 76/77, nota 160), Todo este tex aparece en la 1 y 2 edicién y on elt vis de las Obes, En le se- gunda se titulé “Prélogo”. peado, Ieno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el dia anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca y mazorqueros.” Al pasar por los bafios de Zonda, bajo las armas de la patria que en dias mds alegres habia pintado en una sala, escrib{ con carbén estas palabras: On ne tue point tes idées. El Gobierno, a quien se comunicé el hecho, mandé una comisién encar- gada de descifrar el jeroglifico, que se decla contener desahogos ionobles, insultos y amenazas. Oida la traduccién, “iy bien!.—-dijeron—, gqué signifi- ca esto?...”. . Significaba, simplemente, que venia a Chile, donde la libertad brillaba atin, y que me proponfa hacer proyectar fos rayos de las luces de su prensa hasta el otro lado de los Andes. Los que conocen mi conducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta. “Miembros del ala extrema de la Sociedad Popular Restauradora, encargados de so- meter 2 la oposicion mediante actos de terror. La Sociedad se cred a fines de 1833 y la integraban_individuos de las mas diversas clases sociales. EJ nombre popular de Mazozca proviene del emblems, una mazorca de mafz que indicabe unidn. La palabra aparece en a segunda edicién del, Fecwndo con le pealia. de. “maghorquergs", nat, tambien, Ta esctibe E, Echeverria en EP Matadero, pues ella permitia destacar fa funcién terrorista mediante la clara alusin a la horca. Sarmiento da en la Cronica del 23 de diciembre de 1849 Ja siguiente explicacién del otigen de! término: “Sociedad Popular, que des: pués se llamé Mazorca, por un regalo que le hizo Rosas de una mazorca de maiz lena de cintas coloradas para que se fa rvetiesen a los salvajes (la bastarditla es de Sarmiento) unitarios, palabras textuales del mensaje con que acompafaba el genetat Rosas el don”. Véase ademas Ja nota 49 de Alsina en el Apendice, 5 INTRODUCCION' “Je demande 2 Vbistorien l'amour de Ubumanité ow de ia liberté; sa justice impartiale ne doit pas étre imparsible. HE faut, au contraire, qu'il soubaite, wi eipbre, quit soufee, ow s0ik eureux de ce qu'il raconte”. ‘VuteMain, Cours de littérature. jSompra terrible de Facundo? voy a evocarte, pata que, sacudiendo el en- sangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos Ja vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrafias de un noble pueblo! Ta posees ] secreto: jrevélanoslo! Diez afios atin después de tu tré- 1Esta Introdvecién aparece en Iz primera y cuatta edicién, y en el tomo vir de las Obras {en ésta leva el titulo: “Introduccién a la edicién de 1845"). 2Tuan Facundo Quiroga (1788-1845), pertenccid a una poderosa familia de grandes propictarios rurales de ja. Desde joven ayudé a su padre a conducir artias de mulas. Fue voluntario del Regimiento dc Granederos a caballo, En 1816 regresé a su provincia natal, colaborando activamente con el ejército del Norte —al que, provela de, ganado y tropas— en la lucha contra los espafioler, Su aderancia comienza en 1820, con cl cargo de jefe railitar de las tallicas de los Llanos, Desde 1822 domina ta polfcica de La Rioja —ye que goza de an enorme ascendiente sobre Ja poblacién rural de ta regién, como lo confitma ef cargcter casi legendetio adquirido por su figura, avalado, por ejem- plo, por n nutrido cencionero popular—, en la que se ha inicta alor de las Tuchss por Ia hegemonfa entre familias tivales. ‘A medisdos de 1826, La Rioja es una de las ocas povincas, que se pronuncia per la solucién unitaria en el Congreso, peto ante el fracaso de 3a politica andina y portefia, Quirogs abraza la opuesta. Otra rain para este hecho es el conflicto con Jas minas riojanas. Junto con otras gobernantes opucstos a la politica centralista de Rivadavia, que culmina con Ja constitucién unitaria, se levanté en armas enarbolando su lema “Religidn o muerte”. Su lucha contra los unitatios, 16 pida J. triunfal, apoyada por sx notable eficacia miliary su presto cours las, snasas Campesinas, habla comenzado al derrotar a Lamadrid en el Tala (26/x/1826) y Rincén de Valladares. En pocos meses, las victorias de Quiroga cambian el eguilibrio del Inte- rior, ya que mediante ellas obtiene el poder efectivo. Estos triunfos consolidan un que’ de provincias centcales (Cuyo, La Rioja, Cérdoba, Santiago del Estero). Desrotado pot Pax en La Tablada y Oncativo, Mega a’ Buenos Aires en. 1830, donde es recibido ton fervor. A taiz del tretedo de paz y auxilio reciptoco que Guido firma con Pat, Qui- toga debe vérselas solo frente a sus enemigos. Con la prisién de Paz, Ja Liga del Inte. rior exe, y Quisogs derrots por compieto @ las fuerzas unitarias, ahora al mando de La madrid, en Ja Ciudadela de Tucumén (4/x1/31), al frente del ejétcito federal. Participa en Ia etapa preparatoria de 1a carspaiia al desicrto realizada pot Roses, y luego perma. nece durante un tiempo en Buenos Aires. A pedido de Maza_y del mismo Rosas, parte pata intervenir como_mediador en un conflicto entre Salta y Tucumén. Cumplida su mi. sidn y de regreso a Buenos Aires, desoye advertencias que dan como cierto su prowis asesinato, Este se produce en Barranca Yaco (10/2/39). 7 gica muerte, el horabre de las ciudades y el gaucho de los Hanos argentinos? al tomar diversos senderos en el desierto,* decfan: “jNo; no ha muertot iVive ain! {El vendré!” jCietta! Facundo no ha muetto; estd vivo en las tradiciones populares, en Ja polftica y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento: su alma ha pasado a este otro molde, més acaba- do, més perfecto; y lo que en él era sdlo instinto, iniciacién, tendencia, con- virtidse cn Rosas * en sistema, efecto y fin, La naturaleza campestre, colonial y barbara, cambidse en esta metamorfosis en arte, en sistema y en politica regular capaz de ptesentarse a Ia faz del mundo, camo e! modo de ser de un 3EI habitante de los Hanos de la provincia de La Rioja, Véase més adelante les notas de las pigs. 67 y 87. ‘Se denominaba asi hasta el siglo pasado en Ja Argentina a las Sreas baldias de pobla- cién cristiana © europea, a menudo ccupadas por Jos indfgenas no sometidos, especis mente los pampas y araucanos que hacian de elles el escenario de sus correrias- Juan Manuel de Rosas (1793-1877), portefio, pertenecié a una acaudalada familia de la ‘clase tettateniente, de prestigiosa’ insercién colonial, Se inicia tempranamente en Jas actividades ganaderas. Sus severas hébitos de trabajo (compendiados mds tarde en sus Instrucciones a los mayordomos de estancias), su fértea autoridad y un cextero ins- tinto de lo econémico le permiten conyertitse, de administrador de campos de los Ancho- tena, en propictario de Los Cerritos. Un ripido incremento de sus propiedades hace que stas toralicen 327.000 hectiress. Con Tertero y Luis Dosrego instala cerca de Quilmes Las bigueritas, establecimienta saladeril dedicada al entonces préspero negocio del. tasajo ¥ su exportacion, que cuenta con puertos y una flotilla propia. “En 1836 su fortune, segin declaraciones para los impucsios, sobrepasaba los cuatro millones de pesos plata, y no tenia similar en ta provincia, Los bienes alcanzaban valor andlogo al de todos los productos que la campafia bunaerense y algunas provincias vecinas exportaban cn un aio”. (Horacio C. E, Giberti, Historia econdmica de {a ganaderia argentina, Buenos Aires, Solar/Hachette). . Rosas se inicia en Ja actividad politica apoyando al partido directorial: ante la su- blevacién de Tagle, Martin Rodriguez llama 2 los Colorados del Monte: capitaneados por Rosas, restauran el orden establecido. Rosas cuenta con cl apoyo decidido de su clase, que necesita ascgurarse el orden necesario para seguir desarrollando su préspera actividad econémica. Vuelve a intervenir ante el pedido de auxilio de Dortego, con guien tiene algunas disidencias. En 1829, las milicias de Lépez y Rosas vencen a Lavalle en Puente Marquez. El 6/xn/ del mismo afio, lz Legislatura elige a Rosas para el cargo de gobernador de la provincia de Bs. As. otorgindole facultades exttaordinatias, Rosas te- Cibe el epoyo de diversos sectores sociales de la pcia. de Bs. As. (fundamentalmente del sector ganadeto), entre los que se, incluyen las capas populares, adictas al federalismo, instruments palicicamense al Partido. Fedetal para logear un retoreo ela unicad ch Ja peta. Contra Ja conspitacién unitaria apcia al Pacto Federal (1834), por el cual logra tan principio de alianza entre Sta. Fe, Bs. As. y E, Rios. Durante su primer gobierno, ng logra Ia total recuperacién econmice y financiera, pera contiene ¢! proceso de deteriora, reduciendo los gastos publicos y estabilizando la moneda. La campaiia al desierta (1833-4) ascputa las fronteras por lrgos fos. _ Segin las circunstancias Rosas se aceteaté a un mayot o menor grado de proteccio- nismo, que no excederé, en ningtin caso, segin Julio Trazusta, a un “librecambismo mi tigado™."Rosas mantiene en todo momento la hegemonia pottefa, que iti desplazando paulatinentente al docttinarismo feccral. _ A partic de 1836, la enficeusis —que afianza el régimen (ntifundista de tenencia de Ja vietta, manteniendo la hegemonia de los grandes hacendados— es reemplezada pot ia venta de ticrtas piblicas. Ni esta medida ni la donacién de tiercas implica un cambio en. el orden soci Rosas sale, victotioso del conflicto. con Francia: logra conservar intacta Jz soberanfa de le Argentina y su integridad territorial, defendiendo con éxito el principio de auto- determinacién en el continente omericano, pero meanteniendo en sus aspectos esenciales la dependencia econémica ya existente, Su polftica econémica, netamente consetvadora, 1o- 8 pucblo encarnado en un hombre, que ha aspirado a tomar Tos aires de un genio que demina los aconiecimientas, los hombros y las cosas. Facundo, provineiano, birbaro, valiente, audaz, fue reemplarade par Rosas. hijo de [a culta Buenos Aires, sin seclo él: par Rosas. fatso. corazén helado. expfritu calculador, que hace el mal sin pasién, y organiza lersamente el despotisme con toda la inceligencia de un Maquiavelo. Ticano sin rival hoy en Ja tierra, gpor qué sus enemisos quieren disputatle el tituly de Grande que le prodi- gan sus cattesanos? Sf grande y muy grande es, pars gloria y vergtienza de su patria, porque si ha encontrado millires de seres degradados que se unvan a su carro para arrastratlo por encima de cadévetes, también se hallan a millares, las almas generasas que, en quince afos de Wid sangrienta, no han desesperado de vencer al manstrue que nos ptopone el enfama le Ia ergani- zacién politica de la Republica. Un dia vendra, al fin, que lo resuelvan: ¥ Ia Esfinge Argentina, mitad mujer. por lo cobarde, mitad tigre, por lo sanguina- rio, moriré a sus plantas, dando a la Tebas del Plata, el rango clevado que le toca entre Tas naciones del Nuevo Mundo. Necesitasc, empero, para desatar este nudo que no ha pedide corlar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales, en la fisonomia del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, fas puntos en que estén pegndos. La Repablica Argentina es hoy la seccién hispanoamericana que en sus manifestaciones exteriores ha Tamado prefecentemente la atencién de las naciones europeans, que no pocas veces se han visto envueltas en sus extravios, © atraidas, como por una vordeine. a acerearse al centro cn que remolinean elementos tan contrarios. La Francia estuvo a punto de ceder a esta atraccién. y no sin grandes esfuerzos de remo y vela, no sin perder el gahernalle, loord alejarse y mantenerse a la distancia. Sus mas habiles politiens no han alean- zado a comprender nada de lo que sus ojos han visto. af cchar ima mirada precipitada sobre el poder americano que desafiaba a la gran nacién. Al ver Jas Javas ardientes que se revnetcan, se agitan, se chocan bremando en este eran foco de lucha intestina, Ins que por més avisadas se tienen, han dicho: “Es un voledn subalterno. sin nombre, de los muchos que aparecen en a América: pronto se extinauirs’”; v han vuelto a otre parte sus miradas, satis fechos de haber dado una solucidn tan facil como exacta, de los fendmenos sociales que sdlo han vista en grupo v superficialmente. A Ja América del Sur en general, ya la Renitblica Argentina sobre todo, fe ha hecho falta un Tocqueville® que. premunide del conocimiento de las teorias sociales, como el viajera cientifico de bardmetros, octantes vy brijulas, viniera a penetrar gra no obstante duplicar ¢l yalor de Jas exportaciones pecuarias del pais hacia medindos de siglo {con respecte a las de la énoca colonial}. Detrotaco por Urauiza cn 1853, sc fefuaia en Inglaterra SEL pensamienta det francs Alexis CE. ‘Tocaneville influyé en fa denominada gene- racidn del 37 y aun antes, va que Bernardine Rivadavia traduce parte de La dresncracia ex América darante sa desticrro, Especial gravitacién tuvo en Sarmiento, quien lo cita a menudo. en el interior de oucstra vida politica. como en un campo vastfsimo y adn no explorade ni descrito per Is cicncia, v revelase a la Europa, a [a Francia, tan dvida de [ases nuevas en la vida de las diversas porciones de la humanidad, ete nuevo modo de ser, que no tiene antecedentes bien marcadas y conoci- dos, Hubigrase, cnzonces. explicade el misterio de la lucha obstinada que despedaza a aquelly Repdblica; hubiéranse clasificada distintamente los ele- mentos contratios, invencibles. que se chocan; hubigrase asignado su parte ala contiguraciia del terreno y 2 los hibites que ella engendra; su parte a las tradiciones espafiolas y a la conciencia nacional, inicua, plebeya, que han dejado Ja Inquisicién y el abselutismo hispano; su parte a Ia influencia de las ideas opuestas gue han trastornado el munde politico; su parte a la bar barie indigens: su parte a la civilizacién europea; su parte, en fin, a la demo- cracis consagrada por la revolucisn de 1810, a la igualdad, cayo dogma ha penetrado hasta las capas inferiores de la sociedad. Este estudio que noso- tros no estamos atin cn estado de hacer por nuestra falta de instruccién filoséfica e histdrica. hecho por obsetvadores comperentes, habrfa revelado a los ojos aténicos de la Europa, un mundo ouevo en politica, una lucha ingenua, franca y primitiva entre los titimos progtesos del espititn humano y ‘los rudimentos de la vida salvaje. entre las cindades populosas v los bos- ques sombrios, Entonces se habria podido aclarar un poco el problema de Ia Espafia, esa rezagada a la ropa, que. echada entte el Mediterraneo y el Océano. entre la Edad Media y el siglo xtx, unida a la Europa culta por un ancho itsmo y separada del Africa bérhara por un angosto estrecho, estd balancedndore entre dos fuerzas opuestas. va _Tevan- tandose en la balanza de los pueblos libres, va cavendo en la de los despoti- zados: ya impia, ya fandtica: ora constitucionalista declarada, ora despética impudente; maldiciendo sus cadenas rotas a veces, ya cruzando los brazos, v pidiendo a gritos que le impongan el vugo, gue parece ser sa condicién v su medo de existir. ;Qué! ¢El problema de la Fspaiia europea, no podria tesolverse examinando minuciosamente la Fspafia americana, como por la educacién y hdbicos de los hijos se rastrean Jas ideas y Ia moralidad de los padres? jQué! JNo significa nada para [a historia y la filosofia, esta cterna lucha de los pueblos hisnanoamericanos, esa falta supina de capacidad polf- tica € industrial que los tiene inquietos v tevolviéndose sin norte fifa, sin objeto preciso, sin que sepan pot qué no pueden consepuit un dia de reposo, ni qué mano enemiga los echa y emouia en el torbellino fatal oue los arrastra, mal de su grado y sin que les sea dado sustraerse a su maléfica inflvencia? #No valfa la pena de saber por qué en el Paraguay, tierra desmontada por ja mano sabia del jesuitismo, un sabio’ educado en Jas aulas de la antigua Universidad de Cérdoba. abre una nueva pdgina en la historia de Jas sberra- PEL Dr. Gaspar Rodriguez de Francia goberné el Paraguay con mano férrea durante 26 afios (1814-1840). Apoyindose en las masas campesinas, aplast6 a la oligarquia para- guaya, lo que permitié tz concentracidn de fos resortes ‘econémicos fundamentales en. manos del Estado: un Estado omnipotente y paternalista, que suptimié las libertedes pi blicas. Impidid, en cambio, [a penetracién del capital exteanjero, tendiendo a un desarro 10 ciones del espiritu humano, encietra a un pueblo en sus Timites de bosques primitives, y, bortando las sencias que conducen a esta China recéndita, sc cculta y esconde durante treinta aos su presa, en las profundidades del continente americano, y sin dejatla lanzar un solo grito, hasta que muerto, 4l mismo, por la edad y la quieta fatiga de estar inmévil pisando un pueblo sumiso, éste puede al fin, con vor. extenuada y apenas inteligible, decir a los que vagan por sus inmediaciones: jvive atn!, jpeto cudnto he sufrido', jquantum mutatus ob illo! Qué transformacidu ha suftido el Paraguay; qué cardenales y Hagas ha dejado el yugo sobre su cuello, que no oponia resis- tencia! gNo merece estudio et espectéculo de la Reptblica Argentina, que, después de veinte afios de convulsidn interna, de ensayos de organiza. cién de todo génete, ptoduce, al fin, del fondo de sus entrafias, de lo intime de su cotazén, al mismo doctor Francia en fa persona de Rosas, pero més grande, mds desenvuelto y mas hostil, si se pucde, a las ideas, costumbres y Civilizacién de los pueblos europeos? ¢No se descnbre en él, el mismo ren- cor contra el clemento extranjero, In misma idea de Ia auroridad del Gobier- no, la misma insolencia para desafiar la reprobacién del mundo, con més, su otiginalidad salvaje, su carécter frfamente feroz y su voluntad incontras- table, hasta ef sactificio de Ja patria, como Sagunto y Numancia; hasta abjurar cl parvenir y el rango de nacién clta, como la Espafia de Felipe I! y de Torquemada? ¢Fs éste un capricho accidental, una desviecién mecénica cau- sada por la apaticiéa de Ja escena, de un genio poderoso; hien asi como los planetas s¢ salen de su érbita regular, atraidos por Iz aproximacién de algrin otro, pero sin sustractse del todo a In atraccién de su centra de rotacin, que Tuezo asume ta preponderancia y les hace entrar en la carrera otdinaria? M. Guizot® ha dicho desde la tribuna francesa: ‘Hay en Amética dos partidos el partido europen y el partido americano: ésie ¢s el més fuerte”; y cuando Je avisan que fos ftanceses han tomado las armas cn Montevideo y han aso- ciado su porvenit, su vida y su bienestar al triunfo del partido europec civili- zado, se contenta con afiadit: “Los franceses son muy entromeridos, v com- prometen a su nacidn con los demas gobiernos”. jBendito sea Dios! M. Guizot, el historiador de la cieiizecidu curopea, el que ha destindsdo los elementos nuevos que modificaron 19 civilizecién romana y que ha penetrado en el enmarafiado laberinto de Ta Edad Media, para mostrar cémo Ja nacién Ilo. cconémico auténomo. Durante su gobierno, Francia nacionalizé Ia, propiedad rural y fabri! y el comercio. La riqueza pecuaria se mulriplics y los cultivos se diversificaron, Tlegandose al autoabastccimienta agrario © industrial. La renta paraguaya se cuadruplicd, sin que se contrajeran deudas con ¢l exterior. Se erracicaron el analfabetismo. y la desocu- pacién. El precio de usca experiencia autarguica fue el aislamiento de] pueblo paraguayo. 8A pesar de la presién de Thiers y otros opositores, Francois Guizot, autor de Histo- via de ja civilizactén de Exrapa y Revelueidn de Tughiterra, entre otras obras, por en lonces primer ministre de Francia, mantiene una, actilud moderada frente a Tos sucess del Rfo de la Plata, negindase a intervenir si Rosas respeta Tos términos del tracado celebraco cn 1840 (Mackau-Arana), En 1843, Pichdn. el cénsul francés de Montevideo, Se opore a que los frarceses reslentes on ora ciudad constituyan una “Tein francesa” de apoyo a Rivera y Guirot ordena que Ja misma se disuelya, Sarmiento deja en Viajes el testimonio de su entrevista con Guizot en 1847 HL francesa ha sido el crisol en que se ha estado elaborando, mezclando y refun- diendo el espirita moderno; M. Guizot, ministro del rey de Francia, da por toda solucién a esta manifcstacién de simpatias profundas entre los franceses y los enemigos de Rosas: “|Son muy entrometidos los franceses!” Los otros pueblos americanos, que, indiferentes e impasibles, miran esta lucha y estas alianzas de un partido argentino con todo clemento curopeo que venga a prestarle su apoyo, exclaman a su vez Llenos de indignacién: “jEstos argen- tinos son muy amigos de los europeos!” ¥ el tirano de fa Republica Argen- tina se encarge oficiosamente de completarles 1a frase, afiadiendo: “|Traido- res a la causa americana!” jCierto!, dicen todos; jtraidores!, ésta es la pala- bra. jCierto!, decimos nosotros; jtraidores a la causa americana, espafiola, absolutista, barbara! ¢No habéis oido la palabra salvaje, que anda revolo- teando sobte nuesiras cabezas? De eso se trata: de sero no ser salvaje. gRosas, segtin esto, no es un hecho aislado, une aberracién, una monstruosidad? Es, por el contrario, una manifestacidn social; es una férmula de una manera de ser de un pueblo? ePara qué os obstindis en combatirlo, pues, si es fatal, forzoso, natural y Ksgico? {Dios mio! ;Para qué lo combatis!... gAcaso porque la empresa es ardua, es pot eso absurda> zAcaso porque el mal principio triunfa, se le ha de abandonar resignadamente el terreno? ¢Acaso la civilizacién y la Jiber- tad son débiles hoy en el mundo, porque la Italia gima bajo el peso de todos los despotismos, porque la Polonia ande errante sobre la tierra mendigando un poco de pan y un poco de libertad? jPor qué lo combatis!... ¢Acaso no estamos vivos los que después de tantos desastres sobrevivimos aun; 0 hemos perdido nuestra conciencia de lo justo y del porvenir de la patria, porque hemos perdido algunas batallas? ;Qué!, gse quedan también las ideas entre los despojas de los comba.es? ¢Somes duefios de hacer otra cosa que lo que hacemos, ni mds ni menos como Rosas no puede dejar de ser lo que es? aNo hay nada de providencial en estas luchas de los pueblos? ¢Conce- diése jams cl triunfo a quien no sabe perseverar? Por otra parte, zhemos de abandenar un suelo de los mds privilegiados de la América a las devasta- ciones de Ja barbarie, mantener cien rios navegables,’ abandonados a las aves acudticas que estén en quicta posesién de surcarlos ellas solas ah initio? 31g libre navegacién de los rios de la cuenca del Plate fue sostenida por los integran- tes de Ta generacién del 37 (Echeverréa, Atherdi, Sarmiento}. Los unitarios emivrados en Montevideo también hicieron de clla una de sus banderas politices: Florencio Varela le dedice numerosos articulos en el Comercio del Plata, Sarmiento pondré como acépite de su obra dedicada a Justo J de Urquize, Argirdpolis (1850), las palabras “navegacién, inmigracién”. La libre’ navegacidn de los’ rios fue reclamada por las provineias lito: tales’ (Santa Fe. Entre Rios y Corrientes), por el Paraguay y por Francia e Tn. Blaterra. Roses sostuvo siempre la Himitacidn ‘del comercia exterior a! puerto de Buenos Aires y durante ¢] coaflieto atmado con Francia c Inglaterra se negs sistematicamente x censiderar pronucstas de pa, que no recanocieran al Parana v al Uruguay como rios interiores 4 1s Confederacin Areetine, J cor fee respandta a diferentes imtereses Ga pus Tas ros de Te crercy tet Phare fy birata para Tew it porande mersadas mesericamente ingens, La esigencia de este dercho parecia olvidar que en Eutopa ta Ihre navegaciin de los elas ineeiores para bucues de Tyrala e Tnglaterra vefan con sus mergaicige al int dai teers i2 gHemes de certar voluatariamense Ja puerta a Ja inmigracidn europea” gue Hama con golpes repetidos para poblar nuestros desierzos, y bacernos, a Ja sombra de nuestro pabellda, pueblo innumerable como las arenas del mar? gHemos de dejar, ilusorios y vanos, los stefos de desenvolvimiento, de poder y de gloria, con que nos hau mecide desde le infancia, los pronds- ticos que con envidia nos dirigen los que en Europa estudian las necesidades de la humanidad? Después de la Europa, zhay o:ro mundo cristiano civilize- ble y desiesto que la América? gHlay en la América muchos pueblos que estén, como el argentino, Iamados, por lo pronto, a xecibir la poblacién europea que desborda como el liquido en un vaso? ¢No queréis, en fin, que vayamos a invocer Ia ciencia y la industria en nuestro auxilio, a Iamazlas con todas nuestras fuetzas, para que vengan a sentarse en inedio de nosotros, libre la una de toda traba puesta al pensamienso, segura la otra de toda vio lencin y de toda coaccién? ;Oh! {Este porvenir no se renuncia asi no mis! No se renuncia porque un cjército de 20,000 hombres guarde Ia entrada de la patria: los soldados mueren en los combates, desettan 0 cambian de ban- dera. No se renuncia porque la fortuna haya favorecido a un titano durante latgos y pesados atios: la fortuna es ciege, y un dia que no acicrte ¢ encom naz a su favorito, entre cl humo denso y le polvareda sofocante de los com bates, jadiés ticanol; jadiés tiranfa! No se renuncia porque todas las bru les ¢ ignorantes tradiciones coloniales hayan podido més, en un momento de extrayio, en el dnimo de masas inexpertas; Jas convulsiones politicas tracn también la experiencia y la luz, y es ley de la humanidad que los intereses nuevos, las idezs fecundes, el progreso, uriunfen al fin, de las tradiciones envejecidas, de los hdbitos ignorantes y de las preocupaciones estacionarias. No se renuncia porque en un puchlo haya millares de hombres candorosos que toman cl bicn por el mal, egofstas que sacan de él su provecho, indife- rentes gue lo yen sin inieresarse, timidos que no se atreven a combatirlo, odes tas bandetes apenas comenzé a concretarse a mediados del siglo xix (Escalda, 1839; Elba, 1844, v Danubio, 1856). Difereare cra la situacién para Paraguay y las provincias fitorales. El Paraguay, concluida el aislamiento impuesto por Rodriguez de Francia, ne- cesita $a libre navegacion del Parana para lograr un acceso al Atlintics. Desde 1845, et presidente Carlos Antonio Lépez reclama a Rosas el reconocimiento de su indepencencia y a fibre navegacién La negativa de Roses Ja Tleva a aliarse con Corrientes contra el goblerno de Buenos ices e) 1 de noviembre dle 189. Entre las provineas Loves fye ortientes le que, desde 1830, encadeza el reclame de la libre navegacién junto con fa proteccidn para clertos productos nacionales. Evidentemente, el monopotio portefio del comervio extetior mareé la dependencia de esas provincias 2 la de Bucnes Aires, WwTambién fue bandera politica de Ja genecacién del 37 la necesidad de aumentar fa escast poblacida det pais tecurrienco. a Ta inmigracién de europeos, Echevertia la pos- tala eavel Dogma sogtaista, Juan B. Alberdi hast famosa sy. frase “Gabernar es poblet” y Sarmicnto dedicardé buen ‘ntimero de paginas a esta cuestidn, que se relaciona directa: mente con su ideologia respect dy las caracterfsticas que atvibuye a la poblacién de la Argentina de entonces (despreco del gaucho, rechazo racial def indio, influencia ne- zativa el espafiol}, Las csperanzas de progreso’ que pone en a inmigracién —cspecial- Teente de sajenes— tanto en el Focundo coma en Campaita on el Bjército Grande 0 Arguépulis, asi como en miltiples articalos priodisticos, se diluyen hacia el final de sn vida, como lo demucstran sus articulos reunidas en’ Corflictas y armontas de las reses en Américas, cuando el pais ha recibido ya un caudslose apotte inmigtatorio. 13 corrompidos, en fin, que no conociéndolo se entregan a él por inclinacién al mal, por depravacidn: siempre ha habido en los pueblos todo esto, y mun- ca el mal ha triunfado definitivamente. No se renuncia porque los demas pueblos americanos no pucdan prestarnos su ayuda; porque los gobierncs no ven de lejos sinc el brillo del poder otganizado, y no distinguen en la obscuridad humilde y desamparada de Jas revoluciones, los elementos gran- des que estan forcejeando por desenvolverse; porque la oposicidn pretendida liberal abjure de sus principios, imponga silencio a su conciencia, y por aplas- tar bajo su pie un insecta que la importuna, huelle la noble planta a que ese insecto se apegaba. No se renuncia porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras misetias y nuestras grandezas estén dema- siado lejos de su vista para que alcancen a conmeverlos, jNo!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, 2 una misiéa tan elevada, por ese cimulo de contradicciones y dificultades: jlas dificultades se vencen, las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas! Desde Chile, nosotros nada podemos dar a los que perseveran en la lucha bajo todos los rigores de las privaciones, y con Ja cuchilla exterminado- ra, que, como Ia espada de Damocles, pende a todas horas sobre sus cabezas. jNadat, excepto ideas, excepto consuclos, excepto estimulos; arma ninguna ro es dado Hevar a los combatientes, si no es la que la prensa libre de Chile suministra a todos los hombres libres. jLa prensal, jla prensa!!! He aqui, tirano, el enemigo que sofocaste entre nosotros. He aqui el vellocino de oro que tratamos de conquistar. He aqui como la prensa de Francia, Inglaterra, Brasil, Montevideo, Chile y Corrientes, va a turbar ta suefio ea medio del silencio sepuleral de tus victimas; he aqui que te has visto compelido a robar el don de lenguas® para paliar el mal, don que sdlo fue dado para predicar "Desde su primer gobierno Rosas _cjercié un firme control de la prensa yortelia, A comienzos de 1832, la clausura de EP Clusijicador 0 El Nuevo Tribune y Ei Cometa Areentino, timidamente opesivores, y cl decreto sobre obligatoriedad de permiso para la edicidn de periédicos dieron cl tono de fa politica oficial en esta, materi, A’ partic de 1835, el ya esceso nimero de periddicos portefios se reduce pricticamente 2 cuatro: la oficiosa Guceta Mercantil, el oficial Archivo Americavo. El Digrio de la Tarde y The British Packet, semanario destinado a la colcctividad inglesa, sobre todo a los sectores comerciales, E{ periodismo militante se tefugio en ¢] exterior, especialmente en los_paises limitrofes. Ea una primera clapa, Uraguay seri la tribuna de la prensa unitaria. Voceros de Jas ideas de la generacién del 37 serdn FY Jniciador (1838), que publicé el Dogma so- cidlisia de Echevertia, El Nacional (segunda época}, aparecido en 1838 y dirigido en sus comicnzos por Andrés Lamas y Miguel Care —también directores del_mencionade mas arriba—, al que se incorpora mis tarde Juan B, Atberdi Fate Glimo y Cané fundan en 1839 la Revista del Plata. En el afio de publicacién del Fecundo aparéce uno de los diatios mas importames por su calidad de la’prensa de esta época: e! Comercio def Plata, de Florencio Varela (1? de octubre de 1845). Sacmiento fundard el primer diwio de Santiago, Ef Progreso, y hari ce Ei Mercurio el principal exporente de Ia opo~i6n 8 Rosas, seguido por Ef Nucioni. El Heraddo Argentino, La Tribuna, la Revista de Valoa- raiso, Sud América, eteétera, que contaron con 11s plumas de Vicente F. Lépez, Tuan B. Alberdi, Bartolomé Mine, fuan Maria Gutiérrez, entre muchos otros Sarmiento alude al Archivo Americano y Espiritu de fa Prensa del Mando, periddico oficial destinado a generar © concolidar ei apoyo a Rosas en el extranjero. Se public entre 1843 y 1851. Su redactor fue Pedro de Angelis. bajo la supervisiéa directa de 14 cl bien. He aqui que desciendes a justificarte, y que vas por todos los pue- blos europeos y americanos mendigando una pluma venal y fracicida, para que por medio de la prensa defienda al que la ha cacadenado! ¢Por qué no petmites en tu patria, Ja discusién que mantienes on todos los otras pueblos? gPata qué, pues, tantos millares de cictimas sactificadas por el pufal; para qué tantas batallas, si at cabo habfas de concluir por Ia pacitica discusién de la prensa? EI que haya leido las paginas que preceden, ccocrd que es mi énimo trazar un cuadro apasionado de los actos de barbarie que han deshonrado el nombre de don Juan Manuel de Rosas, Que se uanquilicen los que abtiguen este temor. Adin no se ha formado ta dltima pagina de esta biografia inmoral; avin no esté Hera la medida; tos dias de su héroe no han sido contados atin. Por otra parte, las pasiones que subleva en:re sus enemigos son demasiado ren- coroses «iin, pata que pudieran ellos mismos poner fe en su imparcialidad 0 en su justicia. Es de otro personaje de quien debo ocuparme: Facundo Qui roga es el caudillo cuyos hechos quiero consignar cn el papel. Diez afios ha que la tierra pesa sobre sus cenizas, y muy cruel y em- ponzofiada debiera mostrarse la calumnia que fuera a cavar los sepulctos en busca de wietimas, Quign lanzé la bala ofictal® que detuvo su carrera? gPartié de Buenos Aires 0 de Cordoba?" La historia explicard este arcano Facundo Quiroga. empero, es el tipo mds ingenuo del caréccer de la guerra civil de la Republica Argentina; es {a figura més americana que la revelu- cién presenta. Facundo Quiroga enlaza y eslabona todos Jos elementos de desorden que hasta antes de su aparicién estaban agiténdose aisladamente en cada provincia; él hace de Ja gueres local, la guerra nacional, argentina, y presents triuafante, al fin de diez aos de trabajos, de devastaciones y de combates, el resultado de que slo supo aprovecharse el que lo asesiné. He cceido explicar Ia revolucién argentina con la biografia de Juan Far cundo Quiroga, porque cteo gue él explica suficientemente una de las ten- dencias, una de las dos fases diversas que luchan en ¢l seno de aquella socie- dad singular Rosas, Tenfa alrededor de 200 piginas y sc editaba en lengua espafiola, inglesa y francesa. No habia habido hasta entonces en Bucnos Aires una empresa periodisrics de ral enver- gadurz. Sus atticulos en defense de la independencia americana y de la navegacion de fos rios interiores, asi como la habil imagen del gobierno rosista presentada al extean- jefo, especialmente en momentos de Ie intervencién anglofrancesa ‘en el Plata, cosechd numerosos. defensores del régimen ca América y en Europa. NSarmiento_y muchos ottos opositeres, de entonces y posteriores, vieran en Rosas al instigador del asesinato de Facundo Quiroga. Esta tesis es hoy desestimada por com pleto. WReinafé, gobernador de Cérdoba, organizd ta muerte de Quiroga y por tal causa fue juagado. 15 He evocado, pues, mis recuerdos, y buscado para completazios, los detalles que han podido suministrarme hombres que Jo conocicron en su infancia, que fueron sus partidatios o sus enemigos, que han visto con sus ojos unos hechos, ofdo otros, y tenido conocimiento exacto de una época 0 de una situaciin particular, Ain espero més datos de los que poseo, que ya son numerosos, Si algunas inexactitudes se me escapan, ruego a los que las advierian gue me Jas comuniquen; porque en Facundo Quiroga no veo un caudilio simplemente, sino una manifestacién de la vida argentina,’* tal como Ja han hecho la colonizacién y las peculiaridades del terreno, a lo cual creo necesario comsagrar una seria atencién, porque sin esto, la vida y hechos de Facundo Quiroga son vulgaridades que no merecerfan entrar, sino episédica- mente, en el dominio de la historia. Pero Facundo, en relacién con la fiso- nomia de la naturalcza grandiosamente salvaje que prevalece en Ja inmensa extensién de la Repiblica Argentina; Facundo, expresion fiel de una mane- ra de ser de un pueblo, de sus preocupaciones ¢ instintos; Facundo, en fin, siendo lo que fue, no por un accidente de su cardcter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad, es el personaje histérico mas singular, més notable, que puede presentarse a la contemplacién de los hombres que comprenden que un ceudillo que encabeza un gran movimiento social, no es més que el espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las creen- cias, las necesidades, preocupaciones y hébitos de una nacién en una época dada de su historia. Alejandro es la pintura, el reflejo de la Grecia guertera, literaria, politica y artistica; de ia Grecia escéptica, filoséfica y emprende- dora, gue se detrama por sobre el Asia, pata extender la esfera de su accién civilizadora, Por esta nos es necesatio detenernos en los detalles de la vida interior del pueblo argentine, para comprender su ideal, su personificacidn. Sin estos antecedentes, nadie comprenderd a Facundo Quiroga, como nadie, a mi juicio, ha comprendido, todavia, a! inmortal Bolivar,'* por la incompetencia de los bidgrafos que han trazado ei cuadro de su vida. En la Enciclopedia Nueva he lefdo un brillante trabajo sobre el general Bolivar, en el que se hace a aquel caudillo americano toda Ja justicia que merece por sus talentos y por su genio; pero en esta biografia, como en todas las otras *Esctibia Sarmiento en El Merewrio de 20 de marzo de 1842; “La biografia de un hombre que ha desempefiado ua gran papel en una cpoca y pais dacos, o> el resumen de la historia contemporinga, iluminada con Jos animados ‘catfores que teflejan las cos- tumbres y habitos nactonales, Jas ideas dominantes, las tendencias de Ja civiiizecién, © la direccign especial que, el genio de los grandes hombres puede imprimir a Ia sociedad”. Escas ideas, que pucden rastrearse ain antes de Ja fecha citada, provienen de la con- cepcién hegelisna adaptada por Victor Cousin en su teoria cet “hombre representative. “Sarmienco comprande can justeza el caniciée americano de Simén Bolivar y de su empresa Inbertadora. Hasta el tinal del capitelo destaca la peculiaridad en que se ins cribe la accidn_ bolivariana, si bien Sarmiento parece considerar presente atin laevis tencia de la Gran Colombia, Limitt, en cambio, las cualidades de caudillo americano del general San Martin cuando escribe el fucwde, segucamente influido por of decidido apavo que el précer brinda a Jusn Manuel de Rosas en cuanto defensor de la indepen cencia americana ante la agtesion de Francia ¢ Ingluserra 16 que de él se han escrito, he visto al general caropeo, los mariscales del Im- perio, un Napoleén menos colosal; pero a0 he visto al caudillo americano, al jefe de un levantamiento de las masas; veo él remedo de la Europa, y nada que me revele la América. Colombia tiene Manos, vida pastoril, vida birbara, americana pura, y de abf partié el gran Bolivar; de aquel bazro hizo su glorioso editicio, ¢Lémo ¢s, pues, que su biografia lo asemeja a coslquier general europeo de escla recidas prendas? Es que las preocupaciones clisicas curopeas del escrito: des- figuran al héroe, a quien quitan el poxcho” para presenterlo desde el primer diz con el itac, ni mds mi menos como los litdgrafos de Buenos Aires han pintado a Facundo con casaca de solapas, creyendo impropia su chaqueta, quc nunca abandoné. Bien: hen hecho en general, pero Facundo desepatece. La guerta de Bolivar pueden estudiacla en Francia cn la de los choses: Boli- var es un Charette de mas anchas dimensiones. Si los espafioles hubierun pe- neirado en ta Repibiea Argentina cl aio 11, acaso nuestro Bolivar habsria sido Artigas," si ¢ste cauuillo hubiese sido tan prédigamente dotedo por la nazuraleza y la educacién. MPrenda de vestir de origen ataucano. Mey adecuada pare montar a cebally, pins permite cualquier tipo de movimiento, al par ‘gue protege del viento y de la Hevia y sitve de manta por las noches MSarmiento se incluye entze Jos difusores de Ta Sleyenda negra” sobre Artigas, La revelotizacion de su figura, inidada por F. Bayai y Co M. Ramirez, culmina en 1903 con el Alegato histerics de Fstiards Acevedo. José Gervasin de Artigas nacio en, Mon. tevideo en 1764, en vina famile pereneciente a la clase alta oriental. EP negocio del Cuero y cl atreo ‘de ganado cn que ecupa sus alos mozos, su actuacida en el Cuerpo de Blandengues (1797-1811) cicado para persceuir cl coattabando y el robo cn ta cam pana uruguaya— le proporcionan cabal conocimiento de su tierra y un creciente, pres: tisio entre gauchos, indies, pones y hacendsdos, Su contacto cor el comisionudd es patil Fo de Avara (1800-1801) le brinda un caudal de ideas, evidences en las soluci hes esonémicas ¥ sociales que propone en 1815, En 1811 ee ure ¢ Js causa revolucionar: tunfa en Las Piedras, arrincona a los rcalistas en, Colonis y Montevideo, cuvo $i se inicla poco después al mando de Rondeay, TH armisticie (7-X-1811) con ef vitrey Elio y ef abandono del sitio Hena de descontenta a] pueblo oriental, que sigue a Artigas en masa (Exodo Oriental) hasta ch campamunto en cl Avut. Desde entonces aumentard_la influcteia de Artigas en ef Litoral. asi como fas discasioncs con ¢! gobierno pork En el congreso general de su provincia, que reUne G.n-IS13}, precisa su idearlo: sobe: tania popular, independencia, confederaciin, hbertad civil y ‘religiosa, libre < de productes entze fas Provinciay Unidas. F-] Proscetor, ‘blos’ Libres, asi se lo Jlama, va obtenrenco el cansensa en Jas provincias cle Santa Fe, En:re Rios, Corrientes ¥ Cérdoba, petjudicadas por Ja pegemonia ccondmica y politica de Buenos Aires. El litorat es invadide reperidas veces. Artigas se xuesta ilispucsto siempre ¢ la conciliagén y a Ie unidad, pero basada en los principles de repabluz y federacién. Eo 1815 clabora eb “Reglamento Provisorio paral Forente de la Campaia y Seguridad de los Tacen- dades": propone Ta recuperacién ecendmica ¥ cl urdenamiento, social de la cempate eru- goaye con medides que procuran ef asentamicnte rural. combaciende ef luifundio iw productivo y efectivizands la subdivisiia de la terra con la entrega de tigrras, fiscales ¥ de etaigrades a Ins criollos pobces, vialas. indios y negres Libres. Su aplicacién pro- yoca conflictos entre pobladeres pobres y kacendados, lesionando la hegemonfa de Ar- tigas en Ja anda Oriental. Se abre aclends im nuieva frente de lucha: connivenciss s¢- eretas del goblerma porterin, unidas ata presiGa espatiols, aliemtan una nueva, invasida portugues, que ocupa Montevideo {204-1817}. Se inician tres Tatgos atios de luchas Contra el invasor portugnds. cn tanto Artigas procura la declaracion de guerra de las Provineias Unidas, cuyo gobierno insiste en una politica cencralista a pesar cel ideario 7 La manera de tratae Ja historia de Bolivar, de los escrisores curopeos y americangs, conviene a San Martin y @ otros de su clase. San Martin no fue caudillo popular; era realmente un gencral. Habiase educado en Europa y lego a América, donde el Gobiecno era cl revolucionario, y podia formar a srs anchas el ¢jétcito europeo, disciplinarlo y dar batalias regulares, segin las reglas de Ja ciencia, Su expedicién sobre Chile es una conquista en regla, como Ia de Italia por Napoledn. Peco si San Martin hubiese tenido que enca, bezat morntoneras, ser vencido aqui, para it a teunir un gropo de Maneros por alli, lo hubrfan colgado a su segunda tentativa EI drama de Bolivar se compone, pues, de otros elementos de los que hasta hoy conocemos: ¢s preciso poner antes, las decoracioncs y los trajes americanos, para mostrar en seguida el personaje. Bolivar es, tdavfa, un cuento forjado sobre datos ciertos: Bolivar, cl verdadero Bolivar, no lo cono- ce ain cl mundo, y es muy probable que, cuando lo traduzcan a su idioma natal, aparezca mas sorprendente y mis grande adn, Razones de este género me han movido a dividie este precipitado traba- je en dos partes: la una, en que trazo el terreno, ef paisaje, el teatto sobre que va a representarse Ja escena; la otra en que aparece el personaje, con su traje, sus ideas, su sistema de obrar; de manera que la primera esté ya teve- lando a Ja segunda, sin necesidad de comentarios ni explicaciones. Seiior don Valentin Alsina:? CONSAGROLE, mi caro amigo, estas péginas que vuelven a ver Ja luz pu blica, menos por Jo que ellas valen, gue por el conato de usted de amenpuar con sus notas,® los muchos lunares que afcaban la primera edicién. Ensayo federal, propugnado por muchas de ellas, El partido directorial triunfard finalmente. E] Pacto del Litoral, firmado en 1820, resta'e Artigas eb apoyo de Jas cevastadas provinclas litorales, en momentos cn gue ha sico derrotado coralmente en Tacuarembs por los por- tugueses. Ramirez, su anriguo lugarteniente, lo decrota finalmente en agosto de 1820. Artigas se exilia en Paraguay, donde muere en 1850 La carta apatece en la segunda edicin yen elt. vit de Jas Obras. En este tthimo se titula “Cartaprélogo de la edicidin de 1851", Valentin Alsina (1802-1868) se iniciS gn la politica poriefia epoyando al presidente Rivadavia, de quien fue scerctario del Ministetio de Relaciones Esteriores. Se habia destacado ya por su actividad profesional como abogado: dio un curso sobre Derecho Natural y de Gentes en Ja Universidad de Buenos Aites y redacté ei Codigo Rural de Ja provincia de Buenos Aires, Emigtd 2 Mom tevideo con of ascenso de Rosas, a quien combate desde el periodismo uruguayo. Regresa a Buenos Aires Jucgo de Caseras, convirtiéndose en figura ptincipal del Partido Autono- mista porteho. Es uno de los jefes de la rovolucion contra’ Urguiza et 11 de setiembre de 1832. El triunfo del autonomismo lo Meva al cargo de gobernador, que yolversa ocapar en 1857 hasta el_nuevo enfrentamicnta con el presidente de la Confederackin en Cepeda (1859). Compafeto de formula de Sarmicnto, os vicepresideate de I Repiilslica desde 1868 hasta su muerte En Montevideo (1846), Valentin Alsina habfx prometida a Sariniento Ja lista de Jos crcores que habia advertide en la primera edicién de] Facundo. Las notas fueron publir cadas en 1901 por vez primera en la Revista de Derecho, Historia 7 Letras dieigida por Estanislac Zeballos (t, x y xiv, Vease Apéndice. 18 y revelacién, para mi mismo, de mis ideas, el Facundo adolecié de los defec- tos de todo fruto de la inspiracién del momento, sin el auxilio de docu. mentos a la mano, y ejecutada no bien era concebide, lejos del teatro de los sucesos y con propésitos de accién inmediata y militante. Tal como dl era, mi pobre librejo ha tenido la fortuna de hallar en aguella tierra, cerrada a la verdad y a la discusin, lectores apasionados, y de mano en mano, deslizdn- dose futtivamente, guardado en algin secret escondite, para hacer alto en sus peegrinaciones, emprender largos viajes, y ejemplares por centenas Jlegar, ajados y despachurtados de puto leidos, hasta Buenos Aires, a les oficinas del pobre tirano, a los campamentos del soldado y a la cabeia del gaucho, hasta hacerse él mismo, en las hablillas populares, un mito como su héroe. We usado con patsimonia de sus preciosas notas, guardando fas més substanciales para tiempos mejores y més meditados trabajos, temeroso de que por retocar obra tan informe, desapareciese su fisonomia primitiva y la lozana y voluntariosa audacia de Ja mal disciplinada concepcién. Este libro, como tantos otros que Ja lucha de Ia libertad ha hecho nacer, ied bien pronto a confundirse en el fétrago inmenso de materiales, de cuyo caos discordante saldrd un dia, depurada de todo resabio, Ia historia de nues- tra pattia, el drama mds fecundo en lecciones, mds rico en peripecias y més vivaz que la dura y penosa transformacién americana ha presentado. {Feliz yo, si, como lo deseo, puedo un dia consagrarme con éxito a tarea tan grande! Echarfa al fuego, entonces, de buena gana, cuantas pdginas precipitadas he dejado escapar en el combate en que usted y tentos otros valientes escritores han cogido los mas frescos laureles, hiriendo de més cerca, y con armas mejor templadas, al poderoso tirano de nuestra patria. He suprimido® Ja introduccién como indtil, y los dos capitulos éltimos como ociosos hoy, recordando una indicacién de usted, en 1846, en Monte- 2"Sarmionto se valid de algunas personas que de Chile venfan a la Republica Argen- tina para hacer citcular su Facundo; y é mismo me ha referido que Rozas, recostiendo tun ejemplar, les declare a sus intimos: “Pero, seiores, a ustedes les consta cSmio ha pasado: esto: 5, una impostura de Sarmiento’. ¥ lo tengo de’allegados de Rezas que, como alguno no le diese al libro. mayor importancia, Rozas habiale respondido de mal talante: “EL libro del loco Sarmiento es de lo mejor que se ba escrito contra mi: gsi ¢s como se ataca, sefior: asies como se ataca; ya verd usted cémo nadie me defiende tan bien, se- for’ *. ‘Galdias. Adonfo, Historia de la Conjederaciés Argentina, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos’ Aires, 1973, 2 ed. v. 1, pag. 193). 2Las modificaciones texzuales tanta como ta publicacién del Facudo respondieton siem- pre a tazones politicas, salvo, por supuesto, las cotrecciones de vocabulario, enrores, erratas. Sarmicoto afirma en la primera edicidn que si su obra concluyera con fa muerté de Quiroga, criterio gue ahora dice adoptar por consejo de Alina —conscjo que, por otra parte, siguid segtin sa gusto como vemos al comparar las objeciones del amigo y las atendidas por Sarmiento—, la obra quedarfa tranca, La segunda edicién aparece cuando Se busea fa unin entre los contrarios a Rosas en Je figura de Urquiza, olvidanda os Sesentimientos entre unitarios y federales, Este hecho explica las supresiones sefialadas por Sarmiento. Del mismo modo, la tercera edicién (1868) se edita en momentos

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