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ERNESTO SEMAN BREVE HISTORIA DEL ANTIPOPULISMO Los intentos por domesticar a la Argentina plebeya, de 1810 a Macri grupo editorial siglo veintiuno “olowal edtores, mea Etconainsre Rnerese erence Oven cr Sowaganectrsos ne sisi xa editores argentina ‘wausgooedioescomar naan 2 cmos eH Semin, Ernesto Breve historia del ansipepulismo/ Emesto Semén- 1? e@.-Ciudad ‘Anténoma de Buenos Ane Siglo XXI Editores Argentina, 2021 280 p.s 29x16 cm (Singular) ISBN 978-987. 801-0786 1. Populism 2. Historia Politiea Argentina 4, Personajes Histéricos.[. Tilo. EDD g20.55620982 © 2021, Siglo Veintiuno Bditores Argentina S.A. Diseo de eubiers: Ana Zelada & Rompo ISBN 978-987-801-0786 Impreso en Alsuna Impresores// Doblas 1968, Buenas Aires cenelmes de junio de 2021 Hecho el episito gue marca la ey 11.725 Impreso en Argentina // Made in Argentina INDICE Introduccién. EI pasado perpetuo PARTE |. PREHISTORIA 1. “El pueblo compite en excederse”. Mayo 2. ;Cerquen! Sarmiento, barbarie y propiedad Caudilos "Los hombres materiales” Leattad Eleteme retorno de la chalad 3. El dia que la plebe tengz hambre. Las masas el programa centenario ‘Seres nuevas bajo el so} Foformiemo desde adentro Postdatia para la prehistoria de! antipopulsmo PARTE I, HISTORIA 4, Democracia de arrabal. La irrupcién radical ylla politica de masas 5. Ascenso y caida del despotismo ilustrado, Caterva © los monstruos de la década infame La década (mas 0 menos} nfame 6. “Inculcar en ta gente de limitada cultura aspiracionos: irrealizables". La décads peronista De aluviones y zootigicos Antiperonismo a desta y siesta. Y ¢ desta otra vez Gale y zfinal? at 3 33 7 42 46 288 86 13 87 403 107 126 134 8 Breve historia del anipopullso 7. Las masas sin Perén. Los rostros del antipopulisme de la Libertadora a 1976 A desnazificar, a desnazife 1955-1958. Que estallen las diez mil flores del antiperonismo 41959-1966. La conirontacion, Una inevitable revolucién violenta: (Orden, dsciptina y trabajo Interruptus ‘Antipopuismo de tzquierda y latinoamericanista 1968-1976. El pals moderno 8. Elhartazgo como proyecto de nacién. Del multifacético ntipopulismo de la dictadura Bajar los costos La médica incomodidad intelectual LLacerteza antipopulista Perorismo sin Peron. Ni peronistas PARTE Ill. POSTHISTORIA 2. Ultimas postales del pats de la brecha chica. Comienzo y final de la Argentina alfonsinista Elantipopulismo democrética de A¥fonsin Dos teyes y un escolo. Entre la modernizacin y ol clentelismo 40, Cruzada final. El macrismo, primer triunfo democratico de a derecha antipopulista El futuro es nuestro por prepotencia de mercado Por le razén 0 a fuerza. Especialmente la fuerza Nueve dias Ellevantamiento Coda. El triunfo de la soledad Agradecimientos Notas 145 145 153 184 187 160 161 164 179 188 198 197 202 207 214 219 223 ear 237 239 249 251 257 265 287 INTRODUCCION EL PASADO PERPETUO La Argentina fue sediciasa antes de ser la Argentina, Desde el siglo XVI, el Tribunal de la Inquisicién eon sede en Lima esta- ba comprometido con la imposicion de la fe catdlica en América. No solo se trataba de convertir indigenas en cristianos. Al presidente del Tribunal, Francisco Verdugo, le inquietaba la contaminaci6n religiosa que la pro- pia Europa trafa al otto lado del AUlintico, penetrando sus bordes menos custodiados. Desde 1601, insistia con la necesidad de controlar alas flotas portuguesas que, con su influencia “judaizante”, salfan de Lisboa y Nega- ban a Buenos Aires tripuladas por flamencos, ya fuera judios, protestantes ‘© moros, ajenos al catolicismo, refugiados en la libertad religiosa de los Paises Bajos. Fingiendo que transportaban vino 0 sal, estos personajes traian en pi- pas “libros e imagenes que metian a escondidas en casa de algin vecino para extraerlas después y enviarlas tierra adentro’, decfa Verdugo. Desde Espaia, la Inquisicién confirmaba “Aqui se ha entendido que a esos rei- ‘nos y provincias pasan algunos herejes de diferentes naciones con ocasion de las entradas que en ellas hacen los holandeses y que andan libremente tratando y comunicando con todos y tal ver disputando de la religién”. Llegaban al Rio de la Plata para “introducir sus sectas y falsa doctrina en- te la gente novelera, envuelta en infinidad de supersticiones”. Para todo esto, Verdugo pedia y proponia eficaz remedio, ya fuera la creacion de una sucursal del Tribunal en Tucumsino el refuerzo de soldados realstas en la zona del R{o de la Plata, Los espaioles esperaban que, asi, la disposicién nativa se doblegara bajo las dos posibilidades que ofrecia la Inquisicibn conversién o la pira, *conforme a derecho y severidad de los sagrados “Cimon [Tans quellequen ast mayore on ncomvenientes Desde borties geogratficos o socales, el peligro de ideas que fomenta- van Ia sediiciOn siguié acechando los equilibrios basicos del orden en los siglos siguientes. La obsesiGn de les autoridades y de las élites politicas 0 religiosas con ese peligro se acentué cuando esta vaga zona del sur del continente dej6 de ser la parte remota de wn virreinato para transformar- Ie cnt CMG tra cnnen.¥' ve inerermened ain wide emai clusain 10 Breve Fistora del antipopulsmo colonial colapsé yla propia idea de orden politico se tradujo en institucio- nes identidades y decisiones que conformarian la nueva nacién. Algunas veces, como durante buena parte del siglo XIX, los cimientos de esa na- ci6n eran tan precarios que la amenaza al orden se constituyé en el orden mismo, La figura clegida por una parte importante de la élite heredera de Ia Revolucién de Mayo para designar a esa realidad acechante fue la de “barbarie”, una forma politica premodemi en Ta que Tideres despoticos “como Rosas~ se apoyaban en intermediaries como los caudillos~ para explotar las emociones de masas iletradas ~como los gauchos~. Otras ve- ces, como alrededor de 1920, 1945 o 1970, las fuerzas oscuras que ponian en peligro la armonja de la naci6n parecieron salirse de cauce y romper Jos equilibrios internos en busca de una mayor participacién de las masas cn las decisiones politicas, en la expansiGn de derechos o en el reparto de la riqueza. La idea de la barbarie aparecia de nuevo en el lenguaje de quienes se sentfan intimidados y prometian corregir estos desvios. Pero en la advertencia fundante de la Argentina moderna ~que la naci6n est amenazada, un mundo plebeyo espectral y que Jas élitey Genen una ae apuesta a un futuro redentor. Ese futuro redentor se hizo realidad en 2015, cuando Juntos por el Cambio se convirtié en la primera coalicién en llegar al poder por la via electoral sobre la base de una agenda ardientemente antipopulista Mauricio Macri, el primer represéntante de las élites argentinas e ga- nar elecciones democraticas desde la década infame, gobern6 cuatro afios con una lealtad suicida al mandato de corregir el pecado original de la po- Iitica de masas. La liberalizaci6n de las relaciones econémicas y el control sobre la protesta social desterrarian los obstaculos que mediaban entre la Argentina y el progreso. Esos obstéculos, claro, eran fruto de la existencia del populismo, EI colapso de aquellos cuatro afios mostré que la realidad del progrevo era més complejo, en la mirada antipopulista, que aquel plebeyo no era tan fcl de desterar. Durante el siglo XX, el antipopulismo ha sido la forma predilecta de imaginar esa amenaza que viene desde abajo aquellapromesa correctora Gqueeberisaplicarse deade ariba. En los itimoscienafiony bajo diversas form, la cha contra la amenaza fantasmagérica del populismo anima tasilusiones de un proyecto de naciOn victorioso. Aquel peligro populista cr difuso yvariado enel iempo, una quimera més que un objeto, pro con tina caractertda extablet el populimo 4e piensa cas siempre como una forma defectuoss de integracion de las masa ala politiea moderna. Esta falla converte al populismo no solo en un obsticulo sino en ef obsticulo ee ooitierconie enrredia reaifdadl devon: pais twecuclaaa ¢/i Ideal La Inroduccién. | pasado perpetuo 11 historia del antipopulismo es, entonces, la historia de los intentos por co- rregir esa imperfeccién, @Cual es la receta para enmendarla? La respuesta varia. No hay un antipopulismo, hay antipopulistros. Frontales, conciliadores, defectuo- s0s, aspiracionales, democriticos, violentos, violentisimos, efimeros. La respuesta mut6 a lo largo de los aiios, sobre todo porque quienes vefan un problema en la relacién entre masas y politica tenfan solo ese punto en comin. Conservadores buscando retomnar a un pasado de gloria per- dido, liberales persuadidos de la necesidad de avanzar a una economia modema para el progreso del pais, demécratas seiialando el respeto a las instituciones democraticas como requisito para acuerdos sociales sus- tentables, socialistas y marxistas convencidos de que los trabajadores de- bfan sostener su proyecto sin aliarzas sociales que desvirtuaran sus intere- ses, nacionalistas afirmados sobre una unién indestructible entre Iglesia y nacién; la lista parece inagotable porque la lista de preocupaciones es igualmente extensa. La pregunta central de este ensayo es cémo, en el iltimo medio siglo, tuna forma especifica de antipopulismo, de carga liberal y conservadora, “Se impuso sobre Tas restantes. Hay ahi una historia corta y una historia Targa. La historia larga es la forma en que las élites imaginaron el lugar de las masas en la politica a lo la-go de la historia nacional desde 1810. Supone tener en cuenta un rasgo fundamental de las élites argentinas: que raramente imaginaron una esfera politica que excluyera a las masas, Esta voluntad de inclusi6n las oblig6 a recorrer caminos tortuosos para imaginar emo se las incorporaba sin dafiar el status quo que mantenia a ‘esas mismas élites en la ciispide. Esta es una diferencia con, por cjemplo, las élites de los Estados Unidos, donde el lugar dominante que ocupé la _esclavitud en fa economia y en la unificacion politica de la nueva repiibli- «a forj6 la convicci6n de que, bajociertos parametros, las masas.o parte de ellas podian ser efectivamente desterradas de la polis, En la Argentina, en cambt, Tantipopulism abrew en deformé) una tensa tadiion de diseiar formas politicas en las que gauchos, obreros o pobres tuvieran una insercién en el sistema, siempre que esa insercién no pusiera en riesgo el liderazgo de las élites. Ese equilibrio precario que debié reconstruirse pe- riddicamente tuvo dosrupturas en la historia moderna, que en su momen- to se percibieron como definitivas, como si toda la imagineria de las élites ara haccr las cosas ordenadamente se hubiera desbordado para siempre: una en la segunda década del siglo XX con el triunfo del radicalismo, la otra en 1945 con el ascenso atin mis disruptivo de Perén. La historia corta es la que se cifra desde la crisis del modelo de creci- micnto fsdustrial, una crisis que empieza enn el propio nacimiento del 12. Breve historia del anteopulismo modelo, pero que se radicaliza desde el comienzo de la dictadura militar de 1976. Es durante este perfodo en el que otras criticas valiosas al popu- lismo ~y al peronismo en particular pierden protagonisino o relevancia «en la discusién nacional, hasta que el antipopulismo se convierte casi en sinénimo de parte del liberalismo argentino. Aquellos que nombran conquistan. “Populismo” no ha sido casi nunca ‘una identidad adoptada por algsin proyecto politico, sino la combinacién de una deseripci6n, una categoriay una acusacién contraformas especificas de imaginar la relacién entre politica sociedad. En la actualidad es, sobre todo, un concepto usado como arma mas que como categoria de andliss. A diferencia de Ia critica a nociones como “demacracia” 0 "socialisino”, no hay en ese uso una separaci6n minima entre el rechazo yel concepto. Con excepciones aisladas, entre las que destaca el trabajo de Emesto Laclan, “populismo” significa sobre todo un problema por resolver. Pero existe la cosa por fuera de quien la nombra? Claro que sf. El po- pulismo latinoamericano, como experiencia hist6rica, es la forma domi- nante de inclusi6n de las clases populares (obreros urbands campesinos) “airls politica de masas entre los atos teinta y los sesenta del siglo XX. Sus «ejemplos paradigmaticos son el peronismo de la Argentina, el varguismo en Brasil y el cardenismo en México. Con muchisimas diferencias, estos ‘movimientos tuvieron algunos rasgos comunes, ademas de la fuerte repre- sentacién personalista. Todos buscaron una mejor participacién de los sectores mas postergados en los frutos de la modernizacién industrial y comercial de la economia dentro de los limites del capitalismo de posgue- ra. ¥ todos hicieron esa biisqueda con instrumentos similares: fuerte tervencién del Estado en la economia (algo que en muchos casos compar- tieron con sus enemigos liberales de los aos treinta), nacionalizaciones, ims y mejores regulaciones laborales, expansién de beneficis sociales y econémicos, amplia presencia de los sindicatos y un férrco control del lider (oal menos un intento de parte de los Kideres en cuestién) sobre las organizaciones politicas y sindicales que lo apoyaron, Como espacios politicos, se formaron alrededor de coaliciones pluri- clasistas que combinaron pragmaticamente dosis de confrontaci6n y 1 iciacin, En el centro ideolégico del populismo latinoamericano est ocidn de derechos sociales: la creencia de que ciertos grupos han sido sistemticamente postergados de los réditos econémicos de la nacién, por lo que el gobierno debe proveer beneficios, garantias y derechos adicio- nales a esos grupos, mas allé de los derechos y de las cualidades individua- les de sus integrantes y de! rendimiento econémico de sus acciones. De ese modo, los miembros de estos grupos postergados podrian alcanzar de farmaicolectva ypor a acclée politicy ol alam peie ea'la bodadadl ie Introducin, I pasado perpetuo 19 ico. En ell ‘otros tienen de forma individual y gracias a su poder econ ‘caso de 10s populismos latinoamericanos, estos derechos sociales fueron pensados como forma de recomponer el lugar de los trabajadores en la sociedad y el poder de su representacién, los sindicatos, en la politica. Lo fascinante en verdad es comprobar que casi no hay trabajos sobre el antipopulismo, Esté abordado er la buena historiografia sobre el antipe- ronismo (cuantitativamente menor que la que hay sobre el peronismo), sobre la derecha y sobre el neoliveralismo. Pero para un término que se convirtié en identidad aglutinante en las lites argentinas y masiva entre la poblacién, el estudio del antipopulismo en si esta limitado a unos poqui- simos trabajos de calidad. Argumento(s) Si, por definicién, el analisis social y politico se concentra en aquello que percibe como problematico, la ceneia politica, la sociologéa y la historia transformaron al antipopulismo en sinénimo de normalidad. Hay cinco ideas que recorren este ensayo pafa poner en cuestiGn esa normalidad. El argumento central es que la Argentina esté fundada sobre la invenci6n de tun mundo plebeyo amenazante ya promeza de defendemos de esa amena- za, De ahi que el nombre mismo de “antipopulismo” sea engafioso. Insiniia tuna reacci6n, un rechazo a algo. Pero contra lo que su nombre sugiere, ese rechazo es mas que nada el dispesitive interno de una visién politica, una ‘maquinita para producir una mirada ongénica, totalmente auténoma respec- tode esa amenaza populista. Esto se ve més claramente cuando se coloca el antipopulismo en una cronologia historica mas extensa. La emergencia del peronismo en 1945 desestabiliza un poco esta fSrmuila, en la medida en que parcial para convertirse en una ora y re a Elfinal del gobiemo de dere- ‘ha en 2019, a su ver, evidencié elagotamiento de esa promesa pacificadora Y ofrecié algunas claves sobre los legados del antipopulismo para el futuro. En segundo lugar, la prehistoria del antipopulismo es tan importante como su propia historia. Al igual que otras formas de pensamiento atra- ‘esadas por versiones de la teorié de la modernizacién, el antipopuilismo se concibe como fa lucha contra ‘a presencia espectral del pasado, Puede ser un fendmeno de as sociedades modernas, pero el antipopulismo esta sostenido en tn argumento profindamente cronolégico, organizado alre- dedor de una idea de pasado quese niega a desaparecery resurge obstina- damente en el presente, deforméndolo. En esa mirada, el pasado se pre- senta de dos formas distintas y superpuestas. Una, propia de las miradas “14 Browe histora del antipopulsme decadentistas que alimentan el antipopulismo, es como una época dorada perdida por la irrupcién de las masas en algiin momento de la historia. “Taira, que convive con el decadentismo, es la que se sta en el presente para advertir los riesgos de un retorno al pasado, marcado por la politica plebeya y las tres formas ominosas que se trasladan del campo ala ciudad: Ja violencia por encima del consenso, la centralidad de las emociones por encima de Ta raz6n y fa lealtad testaruda de las masas a los caudillos. Eltercer elemento es el caricter transnacional del antipopulismo como identidad politica. La Argentina 7BNOTBIG creativamente ideas del resto del mundo sobre las masas, sus practicas politicas y el Estado. Desde Antonio Gramscia Friedrich Von Hayek, y desde José Ortega y Gasset a Gustav Le Bon, politicos e intelectuales recurricron a ideas de avanzada a la hora de elaborar sus propias concepciones sobre qué era el pueblo y qué lugar debfa tener en la nacién, Sarmiento, Ramos Mejia y José Luis Romero nu- trieron su pensamiento sobre las masas con un intercambio intenso con el resto del mundo. Pero el transnacionalismo también funcion6 en la otra direecién: el estudio del peronismo, y del populisme latinoamericano en general, alimenté la redefinici6n del liberalismo en los Estados Unidos y Barope- Delos Tepeseniaba Fein’ estefan soncludane wbre lo que fo debla sicemeral hasta convertir al peronismo en lo que Un “Socidlogo norteamericano definié como “el caso poco conocido que, mok- deado a los requerimientos de la teorfa, imparte una sensaci6n de univer- salidad” a preocupaciones fuertemente domésticas. El euarto tema, la bisagra que une al populismo argentino con el mun- do, es el concepto de transicidn, la idea de que en distintos momentos las ‘masas necesitan alguia forma de guia para evolucionar de fuerzas sociales a sujetos politicos. En ese imaginario, el presente pierde textura, casi deja de existir mas que como un momento de confusién de las masas, atra- padas entre algo que se perdié y algo que no legan a aprehender. En la Argentina en particular, Ia interpretacidn de la adhesi6n de los obreros al peronismo en 1945 como producto de la inse§ = imexperiencia de los trabajadores que recién llegaban a la ciudad dominé las cien Jes durante décadas y atin hoy es una forma de relatar la historia nacional. La transicién de Ia esclavitud al trabajo libre, del campo a la ciudad, de Ta agricultura a la industria, de la industria ala era digital, de lo local a lo global; ya sea para entender el surgimiento del peronismo en la Argentina de los afios cuarenta como el movimiento Brexit en el Reino Unido o el ascenso al poder de Donald Trump en los Estados Unidos, el presente para las masas existe solo como lugar de desorientaci6n. Finalmente, el antipopulismo ha sido sobre todo el intento de producir un ajuste cronolégico de la Argentina y una adaptacién de sus consen- Intreduccicn. El pasado perpetuo 16 s0s fundamentales a los cambios acurridos en el mundo desde la década del ochenta del siglo XX, Esta formulacién presenta dos paradojas. Una cs que el antipopulismo se hace més fuerte cuando el populismo, como experiencia historia, ha Teaparecido junto con Ta sociedad iidustrial en la que germin6, La-ota, en sentido contrario, es que desde los aiios ochenta en adelante se combinaron algunos legados del populismo dé posguetra con aprendizajes de la década del setenta para producir el complejo derechos humanogderechos sociales’ que se convirtié en el JeruIaere-chemige del antipopulismo. Este consenso, parecido al “mo- ‘iieiito constitucional” con el que Bruce Ackerman describe el New Deal cn los Estados Unidos, se asienta en transformaciones lo suficientemente profundas, duraderas y extendides como para dar forma y lenguaje a In sociedad. En la Argentina, este consenso se organiz6 alrededor de Ia idea de que la democracia solo podia validarse en la medida en que satisficiera una aspiracin igualitaria de la sosiedad. “Con la democracia se come, se ccaray se educa” fue el ema de Ia campatia de Rati Alfonsin de 198, pero su sombra se extendié por cuatro décadas. En ese sentido, el legado po- lista fue nto o més poderoso cue la experiencia populisia en la que x6 inspir6, Pero lo interesante es que esa vision sc Rizo més fucrte cuando los instramentos para realiarla estaban desapareciendo, y cuando la revoli cin conservadora en los Estados Unidos e Inglaterra reforzaba, justamen- te, una separacidn tajante entre derechos huumanos y sociales. Desde 1983, clantipopulismo sefialé que la Argentina cstaba a contramano del tiempo ydel mundo y que el triunfo de ur: consenso profundamente liberal ea la ‘inica actializacién posible. Ese dia llegé en 2015, Antipopulismo, el corazén de la patria La cronologia de esta historia acompaha los cambios en los temas de la conversacién nacional. La primera parte, “Prehistoria”, empieza con la Revolucién de Mayo en 1810 y termina con la sancidn de la Ley Séenz Pevia en 1912. Es un siglo que presede al surgimiento de los movimientos populistas latinoamericanos, en el que toman forma las primeras definicio- nes de “pueblo”. Pero también es a1 sigio en el que se construye el Estado nacién del que ese pueblo va a se> fuente de legitimidad y de peligro. La segunda parte, “Historia”, comienza en 1912, sigue con Ia extraordinaria Negada al poder de la Unién Givica Radical en 1916 de la mano de Hipdlito Yrigoyen y termina con el final de la dictadura militar en 1983. Lo que ocu- rre en este periodo es el crecimien‘o, apogeo y cafda del populismo, con el surgimiento del peronismo en el centro, El iltimo periodo, “Poshistoria”, ~ 16 Brew historia de anipoputsmo comienzacon la restaracién democrtca en 1088 y fnaiza en 2019. el periodo en el que el antipopulismo adquiere sus perfiles mas definidos. Para una historia del antpopulismo, cl interés de esta cronologa ests dada por In percepsicn dhaaanicg aREaTeectafata dein Sanaa pea Rae (Ae SESH ‘HmPIoHederao Lo indsposicion de ese mundo para sumarse'a la eco- Spits ac ner yuna rk pola digi el pind clatialorgara Je medemitaciSp Ac palit parhowcaong vie fun l fandamento par opciones polities autoritarias que eneausarfan esa, masas, reemplazando lideres demagogos por regimenes dictatoriales hao Idea de quajermenns en cl asenpers defiocksat moder, bis eatin prepared pita alas G5 Heiser yor af ale, Ta democracia sempre legafa cuando se prodiera eve tel proble ma popullista no era el lider ni su agengla, como se declamaba, sino sis “TERUG Ta secuencia: i gaucho-compactito-cabectta negra-choriplanero recorre esos doscientos afios de representaciones de los sectores popt- lares en el punto justo de encuentro entre la sociedad y la politica. ¥ es, por eso, el verdadero arco narrativo de esta historia. La preocupacién por 1 populismo ocupa la segunda parte de ese arco. Son descripciones dis- tintas, con énfasis diferentes, médula de un pais que no para de cambiar, pero con una preocupacién més 0 menos permanente por las formas en Jas que las pasiones o los intereses o la educacién o la geografia o la sole- dad extrema o la compatiia excesiva pueden levar a estos personajes a ser parte de opciones politicas opresivas y autoritarias, pero por sobre todas las cosas, como aquellos indigenas de 1601 susceptibles a la influencia extranjera, incontrolables, En las tiltimas décadas de esta larga historia, la ambicién ce un pais libe- rado de los sacudones de Ia acci6n colectiva y de las demandas ylos modos plebeyos se hizo mas transparente, La reivindicacién del individuo como €l sujeto politico por excelenciay com agente econdmico racional capaz ae SSeS aaTeatidejaront de ser ute algun para convertrse en tna agenda precisa con medidas concretas para abrir Jos cerrojos que mantenian encerrada ala Argentina. Consecuentemente, Ta yascicaasbieel populiang some A obsitzaloingebernable, quotiade 3015 offecia el camino de la sanacién mediante la superacién personal ¥ el esfuerzo individual, se tomé violentay téxica contra quienes no Lo graban reconvertirse. En esa combinacign se cit el ascenso y caida del x rimer experimenta antipopulista en democracia entre 2015 y 2019. Yr gE Introduccién. £ pasado perpetuo 17 Pero la frustracién ante la te-ca presién por mejores niveles de vida y menor desigualdad social que condicion6 el accionar del gobierno en 2508 aifos, lejos de obligar‘a una teflexiGn sobre los limites del liberalismo, reforz6 cn este un rechazo a la accidn colectiva ya sus formas politicas que se acercé bastante a la violencia y la insensibitidad. Ast Ilegé Macri al final de 2019, derrotado por el peronismo, removido del poder antes de lo que nadie en su lugar hubiera previsto. En marzo de 2020, al comienzo de una epidemia que expuso en el mundo los fracasos de las salidas individuales ¥yde las soluciones monetizadas, Macri subi6 a un escenario en Guatemala para decir que “este fenémeno que estamos viviendo, que recién comien- za, nos lleva al desafio de evitar algo que es mucho més peligroso que el coronavirus, que es el populi Elescenario era el de la Fundacién Libertad, una distinta y homénima ala que presidia Macri en la Argentina, fundada y financiada por el mi nario guatemalteco Dionisio Gutiérrez. Hay paralelismos obvios entre Macri y Gutiérrez, descendientes de familias acaudaladas, figuras del fu- turo generacionalmente distanciadas del autoritarismo de derecha que caracteriz6 a la regién. La violencia ret6rica de la comparaci6n retomaba Ja impugnacién totalitaria clasica en la que el adversario era el contami- nante externo de un cuerpo social sano. “Realmente, el populismo lleva a hipotecar el futuro”, comentaba Macri en el tono de un simple fluir de conciencia. “No cree en el equilibrio macroeconémico y realmente com- promete no solo al desarrollo de sus comunidades". Macri retomaba los argumentos decadentistas, preguntandose si “cree- mos qué las sociedades progresin cuando son meritocraticas © quere- mos caer en el relativismo moral”. Era un razonamiento recurrente en América Latina, Pero el antipopulismo le servia 2 Macri como puente ara conectarse con sectores més amplios de la derecha yl liberalismo Para quienes la violencia politica y material son parte de un plano con uo. Pasados los primeros espasmos y malpasos, Macri y Cambiemos ya habjan encontrado un universo de empatias con Donald Trump en los Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil, Yal fin y al cabo, el foro de la Fundacién Libertad en el que estaba participando se proponia explicita- mente poner en contacto “personalidades del mundo econémico, pol tico y social” de América Latina con “agencias dle seguridad de Estados Unidos”, Una convocatoria con resonancias inequivocas: Guatemala es el Pafs que en 1954 sufri6 el primer plan de desestabilizacién de América Latina organizado por la CIA contra el gobierno reformista de Jacobo Arbenz. Varios golpes de Estado y unos trescientos mil muertos mas tar- de, el pais habia retomado la senda de una democracia diczmada por el terror la desigualdad 118 Brave hietora del antipopuliemo En las semanas siguientes a aquella conferencia, los muertos y arrui- nados del covid-19 comenzaban a multiplicarse por millones en todo el mundo. Por primera vez en el siglo, la humanidad se hundéa en una forma global del desamparo, mal equipada por Estados desmantelados y el ideal de los refugios de millonarios ex6ticos en islas remotas como nica y per versa fantasia irrealizable, En la Argentina y el resto del mundo, Ia crisis consecuente bien podia funcionar como un amplificador para las palabras de Macri aquella noche guatemalteca en la que los fantasmas de 1954 bai- laban en las sombras de un abandono global que recién estaba llegando. El antipopulismo segufa hablando en nombre del futuro, Pero ese fu- turo ya habia llegado y en la vida de millones no tenia el candor de un suefio, sino las marcas de una pesadilla. PARTE | PREHISTORIA 1. “EL PUEBLO COMPITE EN EXCEDERSE” MAYO ‘Animales y muerte, insinto, sangre y descorirl. Luego de 1810, os mataderos despertaron eri vanes intleotuales fantasies sobre las masas y sus cornportarientos Carlos Pellagin, mpresiones de un matadoro on Buenos Aires (1828), ‘Museo Nacional de Ballas Artes, Los primeros festejos por la creacién de Ia patria tomaron la forma de una expresi6n popular que debia ser al mismo tiempo promo- vida y contenida atin antes de que la misma idea de “patria” tuviera algin sentido real, La Revolucién del 25 de Mayo de 1810 fue uno de esos even- tos cuya magnitud se hace inmeciatamente evidente para sus contempo- rdneos. Las celebraciones comenzaron apenas un afio mas tarde, en 1811, cuando la Junta Grande, el primer gobierno mas 0 menos funcional de fas Provincias Unidas del Rio de 'a Plata, decidié que la parte de la plaza central frente al fuerte, del otro lado de la Recova, se lamara Plaza 25 de Mayo, y resolvié erigir en el medo un obelisco en homenaje a lo que var rios miembros de la misma junta habjan hecho el afio anterior. Cémo se acuia una identidad, cémo se imagina un destino comin, un interés? Asi: desde la pirémide salfa una comparsa, La comparsa recorria las calles adyacentes a la plaza y declamaba para los vecinos una er6nica teatralizada de los sucesos de mayo del afio anterior. Actores, cantantes, poetas pérsonificaban algo que ri siquiera era pasado pero que ya debia ‘convertirse en mito mediante recitados y proclamas. En Ia revolucién del aiio anterior, grupos patricios habjan escenificado una diferenciacién con la peninsula, ya fuera para dramatizar un perjuicio comercial, ya fuera para reafinmar la adhesin a un rey perseguido. Un afio después, actores, Jaboriosos dectamaban la historiz de una burocracia y un grupo de patri- ios que habjan hecho de esos sentimientos el comienzo de un espacio comin, de una forma de organizacién de la cosa puiblica que levaria des pués ala creacién de la Argentina Antes de Rosas y sus masas ensangrentadas, antes de EI matadero, del Facundo, antes de la desaz6n, antes de aplaudir a falsos idolos, demagogos Y eruditos, antes de Milagro Sala y los hurtos de la Puna, antes de la fron- tera, antes del horror. Antes que li nacién misma, inseripta en la geografia nacional, aparecfa la idea de tun pueblo. Bsa idea se inscribfa sobre todo ‘en la palabra “plebe" (las referercias a un “pueblo”, en cambio, sugerfan el conjunto de la poblacién). Lz plebe no era una imposicién obligada desde abajo, una presencia irrenediable ante la cual las élites no podfan 24, Brove historia del antipopulsmo cerrar los ojos. Era mis bien el corolario de la comprensi6n por parte de los grupos ilustrados de la dimensién de aquello que habian puesto en marcha. Muestra de esa magnitud era la certeza entre ellos, los revolticio- narios, de que la alegria por esa hazafia de 1810 debia ser compartida y celebrada por sectores mas amplios que ellos mismos. En esa escena temprana de la naci6n, en la forma teatratizada de los festejos, el pueblo irrumpia en el comien70 de la historia nacional me- rnos como un hecho inevitable, y més como creaciGn de esos dirigentes patricios de un sujeto con sensibilidades expecificas, més pasionales que racionales, necesitado de expresarse. Lo cual no significa que la plebe no existiera en sf misma y més alld de las interpretaciones de la élite. Al con- trario, esa multitud de grupos més o menos informe fue tna protagonista clave desde antes de la independencia y, sobre todo, del proceso de or- ganizacién politica de las décadas siguientes. Esclavos, libertos, mestizos, artesanos, labradores y otras denominaciones dificilmente se identificaran asi mismos como parte de un colectivo con intereses comunes, pero si eran vistos desde afuera y desde arriba como elementos distintos de una sma cosa: la plebe. Es esa foto, externa y jerarquica, el embridn de una mirada del pueblo como amenaza y posibilidad que nutrir més tarde al antipopulismo moderno. El lugar de esa plebe podfa ser una invenci6n, la comparsa proyectaba el imaginario de lo que debia ser. Lo que no era una invencién era que eso sectores habian tenido su lugar en ese otofio porteiio de 1810, mo- mento seminal de la nacién poblado de paraguas, signo de distinci6n y bonanza. Hay varias razones por las que la historia puso en ducda ese lugar de Ia plebe en toda América Latina, sobre todo en el siglo XX: liberales que destacaban el caricter rector de las élites en un proyecto republica- no inspirado en la filosofia politica europea, nacionalistas que condena- ban... precisamente eso, marxistas que vislumbraron en el Estado nacién la expresién de los intereses de una incipiente burguesia local frente a un protoproletariado. Esas posiciones nunca resistieron la evidencia hist6ri ca diversa que mostraba, de distintas maneras a lo largo del continente, que esclavos, negros libres, pequeiios propietarios, artesanos e indigenas, tuvieron un lugar clave en un paisaje marcado menos por las reuniones de patricios en cuartos cerrados y mis por la politica en las calles, pueblos armados, sublevaciones desde abajo contra autoridades coloniales y no coloniales, cemandas por mejores condiciones econémicas o mayor parti cipacién politica. En la Argentina, descle Mariano Moreno en el lugar de Jos hechos hasta Bartolomé Mitre en su rol de historiador fundacional, y desde Halperin Donghi hasta Gabriel Di Meglio en la actualidad, si algo Se nee ee a pn ll “El pustio compte on excederso" 25 ‘mo de la politica de esas décadas. Domesticar y reimaginar la narrativa de esa intervencién popular ha sido una clave en la construecién de una identidad antipopulista moderna, Con 0 sin plebe, la Revolucién de Mayo es, ademas, casi un acto muné- cipal, circunscripto. Y también per eso mas tangible que la independencia de 1816, cuya ambici6n -naciomal y suddamericana- implicaba niveles de abstraccién que identificaban a regiones, economias, idiomas y poblacio- nes desconocidas para muchos como parte de una gesta comtin. Pero en los limites del tramado urbano portefto, tan expandido era el entusiasmo con la Revolucién de Mayo, que en 1813 Ja Asamblea del Afio XII oficia- lizé la conmemoracién bajo el titulo de Fiestas Mayas”, con tres dias de festejos en la ciudad. Fl conocido relato de un observador norteamerica- no revela en 1818 las ambivalencias de los festejos respecto de qué es un pueblo, cémo debe expresarse. En ver de fiestas cfvicas, comenta, “en que el pueblo compite en excederse en comer y beber, acé se inventan una variedad de exhibiciones piiblic:s mucho ms conformes a la raz6n y el buen gusto”, Las Fiestas Mayas so populares pero educadas, desbordadas y contenidas al mismo tiempo. all, “cierto niimero de los esclavos mas meritorios son comprados y libertados; se apartan sumas y se tiran a la suerte para ayudar a los artesanos que estin ansiosos de poner tienda”. Las Fiestas Mayas son el carnaval sin carnaval. Las teglas se levantan momentineamente, reafirmando que su vulnera- «idn es solo tolerada en ese espacio controlado. El resto del afio, las reglas son las reglas. Y sobre esas reglas se instaura el orden en el que esa pequeiia ‘multitud tiene que acomodarse Qué es ese pueblo en gestacién? De qué hablan en esa época cuando evocan a la plebe? El observador norteamericano no tiene una demografia social de la ciudad que describe, pero en su comentario habla, justamente, de la fuente de conflicto inaugural de Ia plebe nacional: esclavos y artesa- ros. Porque la ayuda que necesitan esos artesanos, creadores de oficios va- rios, pequeiios productores, holozrama precambrico de la clase media, se SPOT RSE I lar ag Mc al gisionan prwencon- ‘var un mercado parael fruto de su trabajo, Buenos Aires es una metr6polis Pequeita y pujante, que sin embargo no logra contener con un minimo de bienestara sus cincuenta mil habiaantes. Claro que el paisaje porteiio no es le los leprosarios ni el de las aglomeraciones infrahumanas de otras ciu- dades del continente, pero los artesanos son la imagen misma de la desola- cin. El cliché de la leyenda negra del imperio espafiolatribuye la chatura econdmica de esos grupos a cardcter ocioso de la colonia, acostumbrada a las certezas de una sociedad jerarquica en la que nadie sale de a casta ala que pertenece y, por tanto, tampeco se esfuerza por prosperar. 26 Breve historia dol adipopuismo Pero desconfiemos siempre de los argumentos que hablan de una cul- cura nacional emancipada de sus formas matric, en la historia y en presen: Lan atataBisdes Ac ee nuehls om ctaciba ton Tasch Tio eaten, si STRESS Pe cores eaten lear Ree earache a que pulveriza cualquier emprendimiento de wabajo libre. "Yin cotipeteacs Gaceva a bam porgjon & mucha, [OOTERETED hay en ese momento en las Provincias Unidas del Rio de la Plata? Un mon- ilies dom pero wanprancfen Sue ifforl dc loecareamen? ten sign foe Pol Chile Shc pe etic a place de Buenos Aires y las provincias del virreinato. Entre 1740 y 1810 entran unos cuarenta y cinco mil por el puerto de Buenos Aires y hacia fines del asia lays ch Comtarcabatiagtia Baler yTucuatcn ademis de ser el 25% de la poblacién bonaerense. Son las manos. En la economia del siglo XVII y XVII los esclavos se Ge oT lscendalo cotiobts compra oairoe mame Orozco mari yaa Jeranat Ia aa tt tsa proricta Ho Tooundn ec para ser la cae relaamenteodctta el comerdante bonaetens. Liegan en bare, en poscion horizontal oft, som Totes. os que sobreviven el rigor y la tortura del viaje, regulan a la baja el precio de la fuerza de trabajo que se expande misera pero libre en el continente. Un siglo dexpute el paso de “manos” a “esbcray cx probablemente un diulonirerakceacirane dics Gc ci ds To open tiyentes bre ua drgidor No porque “cabecta negra’ sea mejor © peor {goa aR it ni ees gt enn Nepean ate Bic formas de entender In plitation de los seetores que se conciben aun sorte $a Bitte ue ewe darren i a ple Fn i Argeniina In coondrenci dab rt 7 loa Sentlagn lpm 9B iotligencia ern engransje Euniacional de resto tsi republican jure perpetia lain leiglo XXL la gypucioenneS TOF Erase arate v sr dempec inn Peeters dlspurda cincotble ange rea stetedar ie lino ennlcn'y da gud apemtanctanleac extra Conformacién de un orden police iam daeadavoryafczanor eso que mums we vecfnos para sclera Fema psy pascaie alan pata de Miche quar srecenvedadas para ellos el resto del sho, Son Tos que expresan su mirada delnauna tert que ya Ser iagadal cane pelecas para ge no podran ser is potent. No tiene sent dilidar si en laeaclaitud porteha predomina wn raciano puro y duro 6 una yrsin destlada, un seen seems. epel pep epmbemer eae es i el legado peninsular, sing la com- "1pusblo compite en excederse" 27 formas pudiera ser més que un lenguaje que hablara siempre de eso y de algo mas. Como con los gauchos y las versiones modemas del mundo plebeyo, el racismo es también un espacio ambiguo donde el impulso por Ja aniquilaci6n convive con la esperanza sanadora. El ritual de la compra yliberacidn de esclavos durante las Fiestas Mayas es un escal6n en ese pro- yecto perpetuamente inacabado. Ese pueblo hace el ingreso a la narrativa patridtica con la patria misma, ‘esas “clases medianas, los mas pobres de la sociedad” que “son los prime- ros que se apresuran a porfia a consagrara la Patria una parte de su escasa fortuna”, como los describe Mariano Moreno en 1810 en las paginas de La Gaceta.¥ aunque el monto aportado por los ricos para la causa de Mayo sea mas elevado, este “no podra disputar ya al pobre el mérito recomenda- ble de la prontitud en sus ofertas” En la valoracin de Moreno ingresa la necesidad de una élite capaz de transformar esa voluntad de cambio imprecisa en un proyecto republica- xno un poco mas claro, Para el historiador Oscar Teran, més de ciento cin- cuenta afios después, se trata de la “valoracién del mundo de los simples, de matriz cristiano-populista”. Que Terdn lleve de paseo el término “po- pulista” desde la Argentina moderna hasta 1810 no es un error. Tiene que ‘ver menos con 1810 y mas con 1980, pero eso es algo a lo que no llegamos atin, Tern “confunde” en el sentido literal del término; funde en un solo concepto deliberadamente anacrénico la accién populista que caracteriza, alas masas obreras de posguerra con el uso jacobino que hace Moreno del apoyo popular para radicalizar el ‘eseo de productores y propietarios de abrir el eoimercio y transformarlo en un proyecto politico republicano. En esa confusién deliberada estd la gestaciGn del engendro populista. Como invencién, esa comparsa que en 1811 arranca de la Plaza de la Victoria -el lado este y contiguo ala Plaza 25 de Mayo, dos secciones que recién hacia final de siglo se conocerén juntas como Plaza de Mayo- va a seguir dando vueltas por la Argentina, caravana serpenteante que avanza levantando esperanzas. Siguen visas en 1813 con sus Fiestas Mayas insti- tnclooalizadan psuks vias tee ood SSE ea ‘eautiecaris ecierts dal voces esetbe se nAsT os A ma Etta eet Ue (0a Voerap rch plc noTeeipch un lugar central ante Rosas y su Tia Exconaoresreratoes Tome “negras TSA aa pos UE eer aegis eae, can como records Vicente F. Lépez, cuien los ofa “como un rumor si y ominoso desde las calles del centro, semejante al de una amenazante in- vasion de tribus africans, negras ydesnudas”, antcipando en su prosa un componente central del dispositive antipopulista del siglo siguiente: el de Jas apariciones espectrales, indefinidas y hasta cierto punto ininteligibles. Ce AY ee eee en ner CD me Eris ros homies mm tur de esta Ge ig 28 Breve histora el atipopulsro La excepcién carnavalesca finalmente es carnaval, concesién a esa cul- tura hibrida que excede a esclavos y descendientes, morena y miserable, autorizada y celebrada desde el Estado. No por Rosas ni por Facundo, ‘que como presidente en 1869 no solo mien! sino por el mismisimg, restablece los festejos oficiales del carnaval de la época rosista “mas alla” ~e que en las calles el carnaval se cclebrara desde los tiempos de la colo- nis-, sino que organiza el primer corso oficial de la Argentina, porque dca TeSED Se SESE chalcone [ose Westra tal cual es en estos dias de desorden autorizado”. Claro esti, “desorden autorizado” es el micleo dinémico de la relacién entre grupos dirigentes y pueblo. Bajo Rosas, esa sensualidad ominosa e- cenifica la supresion del disenso pubblico. Con Sarmiento, lo torna viable y contenido. ‘Ahi se hace obvio lo que pocos dicen, y es que, mil afios més tarde, por ‘ambien la convicci6n de que orden y revuelta son polos destinados a con- sivie dentro de la repaiblica. Que la nacidn solo sera posible si hay lugar para desafiarla, pero que solo se puede desafiarla i hay Tego un espacio TEER To gue se ha abierto. Semillas de esa ambivalencia aparecerdn cen la perpetua esperanza peronista: carnavalesca, potente y fragil al mis- ‘mo tiempo, breve muchisimas veces. Sarmiento se deleita con ellas: {§) “Hagan bulla, canten, salten, rfan a més no poder", dice ol | Emperador de las méscaras, como Io llamaban a Sarmiento | después de haber reestablecido ol camaval. Pero no jodan. Hay bombos y gritos, hay canciones y versos. De negros y mulatos, gau- cchos, indios, mestizos, blancos, un estruendo informe. Solo desde la vere- da de enfrente esa explosién imperfecta se escucha como un bloque de ruidos amenazantes, Los cénticos y 1a inventiva plebeya tientan hasta a los mAs enaltecidos. Como “Los habitantes de la luna", la murga que imita a Sarmiento y que en 1873 monta un espectaculs en su honor. Pero he ahi el desafio. Los grupos dirigentes del siglo XIX tienen ideas claras sobre cémo quieren que sea el pais y cémo debe comportarse el resto debajo de ellos, aun si no cuenta con Ios recursos politicos necesa- tios para transformar esas ideas en e] interés general. En muchos casos se trata de ideas de avanzada, incluso en formatos inclusivos, como el repu- blicanismo que desde Rivadavia en adelante fluye entre los patriotas de la década siguiente. Pero siempre son opciones estéticamente predetermi- nadas, La explosién populista del siglo siguiente fue menos una respuesta al carieter retrégrado de los programas de los grupos dominantes, como F “6 pucbio compte on axcaderse" 29 Per6n sabiamente nos hizo creer, y més una superaciéa-dela obtu wece- dad con la que esos mismos grupos despreciaron otras voces. Bi problema con esos grupos es entonces Ia forma en Ta que sus capa- cidades sensoriales los disponen para entender el poder. Llegan para im- poner un orden, aun en sus versiones mas licidas, como si el mismo acto de incorporar'a nucvos sectores no empezara por tratar de entender qué significa *incorporar” para esos recién llegados. Las élites argentinas dif cilmente pensaron su lugar en el mundo sin alguna forma de integracién de los otros a su proyecto de pats, Pero la forma de ese pais no siempre estuvo abierta a debate, porque en la Argentina las élites no vienen a cs mas cis no wienen a se cuchar, sino a habl —“Tiguiendo desde el aire a esa comparsa en su paso por el siglo XIX, cobservando las pasiones y miedes que genera, emerge una panorémica de las cuestiones que van a dar forma a las preguntas del siglo siguiente, Esas interrogaciones fundamentales se organizan a partir de dos sistemas de problemas y soluciones, que se persiguen unos a otros construyendo la historia argentina. Una de esas secuencias es la que se pregunta donde ra- dica la riquezay el poder econdmico de la repiiblica. Asf, el orden colonial cen su fase terminal est marcado por el predominio de los comerciantes, sobre todo de Buenos Aires, que se benefician de los derechos de inter- cambio comercial con la peninstia y el trafico ilegal con el imperio bri- tinico, a expensas de los productores del campo. La Revolucién de Mayo reacomoda esas inequidades y las décadas que siguen marcan el traslado del poder politico de la ciudad al campo, a los grandes hacendados y due- fios de la'tierra y de la vida en el interior del pais. Es el periodo politico dominado por la experiencia caudillista del rosismo, a la que Sarmiento le opone el ideal de la ciudad, un suefio en el que la riqueza del agro ali- menta una cultura urbana atada al comercio, la industria, el gobierno ¥ ‘I COROCTMTENTS- ro a otra secuencia de problemas y soluciones es la de la genética social y politica de los habitantes de estas nuevas geografias. Ahi, el dispositivo de regeneracién del sujeto de masas se transforma en una maquina que Produce sus propios problemas vara poder generar nuevas soluciones, avanzando moeabiamente siempre sobre el mismo lugar. En el comienzo el siglo XIX, son los desamparados que rodean y habitan las ciudades de la colonia los que en Buenos Aires sirven de apoyo para jacobinizar la Revolucién de Mayo. Las élites patricias se relacionan con esto de forma Paradojal. Conciben que la transformacién del fin del status colonial en Tevoluci6n necesariamente ineluys a las masas, Pero al mismo tiempo han, visto los estragos y desbordes de la Revolucién Francesa, y mis cerca de ‘asa, la violencia extrema de la rebelign de Tupac Kavari que habia sitia- 120 Breve historia dal antpopulamo do por seis meses a La Paz, y la revolucion haitiana que habia puesto fin a la esclavitud y en defensa Te'esa libertad amenazada habia aniquilado a buena parte de la poblacién blanca, Para los que imaginan un futuro desde Buenos Aires, las masas son parte de la revolucién, pero también un problema para esta, Mala y deforme, Ia escena escolar de la Primera Junta y el negrito ven- dedor de yelas unidos el 25 de Mayo reiine de todos modos el conjunto ‘complejo de una sociedad heterogénea. La solucién al problema colonial viene de la mano del traspaso del poder de la ciudad al campo y con esto el cambio en el imaginario sobre lo que hay més alld del despacho oficial y la propiedad. Y en el encuentro con ese mundo que hay puertas afuera aparece el relato letrado de la Argentina sobre un conjunto heterogéneo! ‘el de los seguidores. Son los que se disputan los restos de las vacas en los alrededores del matadero, los que festejan el carnaval junto a Rosas 0 bajo Rosas, los que viven en el campo ylos que pelean a ambos lados de la fron- tera, los que protagonizan la militarizacién de la vida rural, Pordioseros, negros, gauichos, incluso indios. Son los que van a excitar Cuarenta aos’ “Teignaclon pollica desde la yeneracGh UT 37 ETT. De exe "arrachera analitica y politica sale, ni mas ni Ia Argentina moderna, ienos, el Estado nacin de iCERQUEN! SARMIENTO, BARBARIE Y PROPIEDAD Volvemos a forzados por el modo en que otros se han puesto bajo su sombra, El hecho de la nacién modema y préspera tom6 forma alrededor de Jo que Sarmiento rodujo politicamente junto con Taito de su peneTIIGn, pero de entre todo eae hay tex partculas de proyecto nacional que vajaron por décadasy se mantuvieron relativamen- te estables en el tiempo para seguir siendo el nud de la narracion anti populista del siglo XI: los cauills, los seguidores y a lealtad. Sin esos tes elementos en crisis permanen‘e, cortiendo a la historia desde atrés y wraci6n antipopulista moderna. sicmpre a punto de alcanzarla, no hay Caudillos De forma cabal, pareceria que no hay una traduccién al inglés de la pa Jabra “caudillo”. No existe. Nada. En apariencia, no hay una sola palabra ‘en todo el'idioma que pueda expresar la imagen de un lider fuerte y de las masas enardecidas que lo siguen. El inglés y los sigios de vocabuile- Ho acumulado se hacen a un lado para que entre “caudillo”. Se lo ne- cesita asf como ¢s, castellano, latinoamericano, no.inglés, Se lo necesita extranjero y amenazante para ocupar un lugar en el horizonte. Es una ironfa de la poética del imaginario politico norteamericano que solo pre- Servando la esencia hispana del concepto “caudillo” se pueda evocar st Sentido anglosajén més profundo: el del pavor perenne a las masas, a su Ena mirada de Sarmiento, raclonalizar las relaciones econGmicas era una ho: ‘raminta prortaria para a creacién de ciudadanesrrodemos. Mec y dkmiar tos tends era tambien una forma de cvizar al campo, de trensformar aque paisa rural que habia desprecado an un bien con valor de carbo. amenaza irreductible. 1a Chiguita, 1884 Obviamente, esto no es asf. No es verdad que no haya una palabra ue exprese sentidos similares a “caudillo” en inglés y en otros idiomas. Cuando Mary Mann tradujo Facundo en parte para promover la figura de Su amigo Sarmiento en los Estados Unidos, opt6 por usar el término chief ‘ain. Otros habfan usado la misma palabra para hablar antes del conquista- dor Hernan Cortés, Los islandeses discuten el rol de los stigodar,lideres a Sarmiento en la estancia de Emiloy José M. Miuz, {as su vista se lamaria oficialmente "Mar Sarmiento’ mitad de camino entre punteros y caudillos que organizaron poblaciones y distribuyeron recursos en Ia isla a mediados del siglo XII. 34 Breve historia del antipopulismo ‘Su imposibilidad sajona moderna, su intraducibilidad, ¢s externa e im puesta sobre la palabra. Como creador de sentido, el término “caudillo” se convierte en un valor de cambio global, un vehiculo que asegura la libre circulaciSn de sentidos a través de fronteras ¢ idiomas, pero preservan- do siempre el sello de origen inconfundible de la herencia hispanica en Europa y América E] murmullo sobre caudillos y cauuillismos existe en todo el mundo desde muchisimo antes de que Sarmiento le diera contornos contunden- tesy configurara el imaginario politico antipopulista del continente como para que, siglos después, alguien como Alfonso Prat-Gay pudiera emunciar ‘1 término sin tener que dar explicaciones para invocar la sensacién de pavor que buscaba en su audiencia al advertir que “cada diez aiios nos dejamos cooptar por un caudillo que viene del norge™. De hecho, “caudi- 1. recede incluso esfuerzos por sistematizar el idioma, y aparece en el ‘Tesoro dela lengua castllanade Sebastidn de Covarrubias de 1611, el primer diccionario espaiiol. Alli es “el guiador de las huestes [...] de donde tam- ign viene ‘capitén’, que significa To mismo que el caudillo [...] porque ha de cuidar de toda su gente”. Pero mds interesante atin es la aparicin en la definicign del término “xeque”, la forma antigua de la escritura de ‘jeque”. Covarrubias explica que, “en arabe”, jeque puede ser entendida como “anciano, Alcalde, seiior de vasallos”, que “vale tanto como el que es caudillo de gente, del verbo xeiche, que significa envejecer, porque son {os més ancianos y honrados entre todos” Sarmiento, cuya mirada del mundo arabe lo lev6 a imaginar a los gauchos como beduinos de las pampas, hubiera amado el hallazgo, ‘Covarrubias ve a la palabra “jeque” como un caballo de Troya érabe den- tro del Imperio Espafiol (que acaba de expulsar a la poblaci6n arabe po- cos afios atrds). Es un lider con cualidades que lo hacen capaz de corpori- zar un orden, o la resistencia a él, en una sola persona, y de llevar tras de sino solo la aceptacién, sino la devocién de las mayorias. Los fundadores del Estado moderno argentino van a encontrar en los secretos de esa in- condicionalidad, tan temidos como deseados, el comienzo del ovillo para entender la especificidad de la politica latinoamericana. ‘A primera vista, Facundo es un retrato de Facundo Quiroga, el jefe po- Iitico de La Rioja ligado a Juan Manuel de Rosas y asesinado en Barranca Yaco en 1835. En esa mirada sarmientina, Facundo cs Facundo y es tam- 1 el arquetipo de una clase de liderazgo especifica de Ia region. Tanto © més importante, el libro oftece una descripcién vivida de una terra desolada, una evaluacién de su dinamica politica barbara, y en el mismo acto bosqueja el proyecto de la nacién moderna que, Sarmiento crefa, ‘curarfa estas deficiencias. Con una mirada caleidoscépica, su descripcién yy. |Cexquen! 36 del caudillo argentino fue sobre todo un medio para examinar el mundo. temergente de la politica y las relaciones sociales modernas. ara, como ddecfa Ezequiel Martinez Estrada, ser el primero “que en cl caos hablé del Facundo sale por eniegas en Chile en TBIB. EI caudillo que escribe Sarmiento en ese momento es frut de su lugar en el mundo, huyendo de Rosi, iniciando au exilio en Chile, buscando prestgio, imaginando apo- yosen los Estados Unidos y Europa. Es decir, cresndose a si mismo como el anti-Facundo en el mismo acto de crear a Facundo. Para eso, recurre ana mulitud apurada de géneros e ideas, inventa anéedotas, velca sus Aelros, celosy odios respecto de una politica que I intriga y un tervtorio aque desconoce Un foco de ese texto es lo que despierta en Sarmiento el lugar del pu blo desde 1810, No son los setentaafos de peronismo, pero las paginas de Facundo estén inspiradas en una reflexi6a histéricaaniloga sobre qué sali mal en los treinta y cinco posteriores a la revolucién. Ahi conviteii Senso “Gomes cua Tone se newline dearden social, la iltarieacén yla lealtad poiitica, Sarmiento comparteen ese momento la idea de que la Reyoluciéa de Mayo ha sido truncida. B intuye que, como seialata José Ingenieros més tarde, los tradores son los hacendadog furura columna vertebral del rosismo-, que obstruysron con su poder cada intento moder- nizador. Son los que usan el fervor patritico de laplebe para expandir su cepacia de comeRTarCon ofa del mundD para congprar en cae sucesivamente contra Moreno, Akar, Rivadavia y Dorrego, erosionando en apenas ina década las chances de una sociedad dinémica como la que habia prometido la revoluci6n. Se rata de una mirada que no ¢s perfecta par el pasado, pet es protic pars lp. que Sarmiento ayudar a indar, en el que la clases terratenientes creadas alrededor de sus pol ticas se convertrin en el obsticulo abyecto de sus sue‘ios democriticos La vida rural corporiza el atraso y, en ese panorama sombrio, Facundo Quiroga representa el modo defectuono de integracién de los gauchos a a vida' politica que da forma al orden rosista, que al menos es un orden, que sucede al period revolucionario, Ese es el timo eslabén de un ee, de organizacion de décadas pobladas de facinerosos, bandoleros, mi nerees partes que pull ene campo, fie format Soto dela eo lipo a poo om our Los personajes que alimentan hasta la intoxicaci6n el imaginario de Sarmiento son protagonists de ese pueblo que moldea et mundo rural lesde la Revolucion de Mayo y que representan un desafo alos dos pil es fundamentales del Estado modemno por venir: el monopolio legitimo 36. Breve histra dal anipopulsmo dei fuse yl propiedad Eleaf niegen a deaojrta hacienda de un propitario que sla adjudie con los los correspom (Banich Cargyipae tcl Gor oie a Fas Grupa nomad que Sea el eeroone lor alee inure 33 Cala sean equdia GRIER que abapn la devray presmmenpar sD qe tienen derecho a ella, Personaesidosinerdicos que se aribuyen la ST resenuacin de ets comunidades ane el gobierno cv, ante Tot ran See caliares,antelesamcnasasindfgenan. Conjure familiares que reo tran aestos recurso para preservarsuvidaysu espacio ante Inamenaza de teaver indigents ya cnaceifa de oper ijn, Bandoleros olents {Jur resstn cualgquley forma de autoridad. Cabecilas que negocan enre Tgezain et inlocy loa propieasioewm espacio pers eln’Equeive saaigas entero crorsmssian jth ol juexare deft un Hea de derecho, Dirgentes omados que se auibuyen, en el borde presun del vlslern eLie ateamprctale de sl beens oro flora. See ease asa ne ay SSrarar de opreasnince bart dessralar GHESsCoVahas como plantar eeertog eorataisaa andi, comsciat blister wengulen, ofrecer Feber caloywogie shmaginar un futuro: psd if otc Guerin, Dood lan Gat Bedi) odo beurre ef uaimraad roel al que ho puedvanreder en menes de una hora por autopstaEluniverso del orden de la ciudad es un punto mintisculo en un mundo caético e ininteligible Tare quienes ban ovarian egal poled balada on ora Zan verersentatén. Esc abinmo que percen como a crpenaza africa que eine sta politico en verdad Ta polten misma un mundo cargad de sentido, intereses, tradiclonesyvifones de futuro que esté ms vivo que ter desc privet deli co rerlovtoraila did Bats eochinad ei TE1O:cmplezn mn seats unt Glenda uistardt clnimao Hemporqe: se nize pele central. El aiio de 1820 es, como afirma Gabriel Di Meglio, un afio con rugs tra Si exbegeyen ln croza delgado de Mie RED wri Ins prictcan,vislones 7 proyectos que vara alumibrar Ia pofica de fos décades potriores Lo que ocurre deade 1890 es, fundamencalmente, a emergencia de un proyecto de republicanismo popular, singularmente latinoamericano. Un conjunto informe de intereses en el que los sectores papular mds ni menos "contrioayeron a deGneae [on] la forma ea rie a ai connie otf teallad lca, peondasen spc. que ne fed al cnet. Conances encima! largo Agent, 20 rerdtorio poblado de calles, revoluiones, nestbilidad y proyectos i de ada tse Pt iusto com narymolda 0 unrrecaa. Temi Se pce Teak eRAdTE, lr quunnoragiox Fr {erauen! 97 en esas décadas es una sociedad movilizada consolidando un proyecto de pais. Aquellos ruidos son, como sefiala Hilda Sabato para América Latina, Jas manifestaciones evidentes de un proceso de construccién politica en ‘el que élites y sectores populares experimentan con distintas f6rmulas: la ‘expansin del derecho a voto y Ia ciudadan‘a, la repiibtica, la moviliza- ‘idn de ciudadanos en armas que abren el espacio para la participacién politica y la movilidad social, o la intervencién enérgica de la opinién po- pular en un espacio pablico naciente, poblado de asociaciones, partidos politicos y peridicos. Bajo esta lur, la inestabilidad politica del siglo XIX {que muchos historiadores atribuyen a Ta herencia colonial, premoderna y antirrepublicana, emerge como alzo distinto a la barbaric y mas parecido Bi forma dll de epublinteaps connects Reka Lein-con ees se scatends et otros Tpared de ropa Lot Era Unido Pero aquella interpretacidn de este proceso en clave mitica, como el ‘origen del fracaso nacional, y como la consecuente negacién del caricter de avanzada de la experiencia politica latinoamericana de aquellos tiem- ‘pos, sera uno de los pilares del antipopulismo menos de un siglo después. Durante el siglo XX, pero sobre tedo hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, intelectuales, diplomaticos y funcionarios harén una relectura del perfodo tratando de dar cuents de la nueva realidad en la que viven: poderosa hegemonia politica, econémica y militar de los Estados Unidos en el mundo. En esa revisién, el legado catdlico y espariol de sociedades Jerérquicas con posiciones fijases lo que impide a América Latina abrazar él riesgo implicito en el comercie y Ia exploracién que caracterizaria a 4a cultura anglosajona. “Los brazes de la Espaiia no nos oprimen; pero sus tradiciones nos abruman”, dirfa Esteban Echeverria, reproduciendo y creando la leyenda negra del legado ibérico, Sera una de las leyendas del Se a siglo XX. Pero Sarmiento nace en 1811 junto con la aparicién de este elenco de ersonajes y de este conjunto de pricticas, y aunque nunca va a tomar una Conciencia cabal de las contribuciones de esa politica popular a un pro- Yecto republicano, su vida adulta va a girar alrededor de un rechazo hacia ‘3 proyecto que apenas oculta su admiracién y perplejidad. Algo que, de Aisin fori METER Teva FOVOCHTTGS Eads Union y Burp, “Los hombres materiales” “a ambivalencia de Sarmiento ente el impulso imaginativo y las convie- tiones esTo que wa a defini Ta dea de politica popular en el liberalismo argentino hasta nuestros dias. Desde el siglo XVIL, la filosoffa politica mo- {98 Breve histria delantpopulsmo derma adopts una forma de domesticar ta fecién ala hora de imaginar el fancionamiento de eiudades, imperios y naciones. Hay tantos elementos iinaginativos 0 puramente fantasiosos para imaginar un orden politico en tl estado de naturaleza de Hobbes, el buen salvaje de Rousseau, a ciudad fle Maquiavelo en las historias de Miguel de Cervantes. Lo que ocurre on evos texto una vez que salen dela mente de sus ereadores es un esfuer- 20 por hacer de unos verdad y de otros un juego. Esa separacién entre fic- Gin y toria le dio forma ala torfa politica moderna: el poder se entiende tii dese ls ensefianzas de Rousseau que desde las de Lope de Vega, atin ‘jen ese juego, de alguna manera, perdemos todos. Dos silos después, Pecundo ca un esfuerzo por retroceder en el tempo, por unir Io que el FOS SA erurrla bree que separa la fin ya Bilosfia politica, Sarmiento «sid tensfonado entre diverts con la pluma 0 cont FEF naciéa, pero este tikimo impulso ex el que termina de dar forma a susacciones y, sobre todo, a c6mo esas acciones ser leas mis tarde. Sarmiento recorre todos los géneros imaginables para describir a Facundo Quiroga, merodea el delirioe inventa historias que bien podrian ser heroicas 0 salvajs. Facundo lidera con Rosas una “guerra obstinada [._] al fiae ya la moda’, es un hombre “genio a su pesar” nacido “para rmandar, para dominar, para combatirel poder de a ciudad, la partida de ta poliefa” Su infanciayjuventud som el gético sarmientino por excelen- Gar donde el héroe no solo pelea con tgres imaginarios. Intenta arreba- tarle dinero al padre y, ante la negativa, prende fuego al rancho donde uermen sus progenitores.Castiga asus eguidores deslealesy aun ladrén ‘con un fusilamiento sumario; a otro con cien azotes hasta que confiese lo Gquese ba llevado de una estanca, Cuando el reo admite, Quiroga explica Smo lo supo desde un principio: “Vea, patrén, cuando un gaucho al hac bar esté haciendo mareas con el pie, es sefal que esté mintiendo”. En El ‘Tala, un Facundo demoniaco enarbota “una bandera que no esargentina, gue es dea invencion, Es un paiio negro con na calaveray huesos cr ‘ado en el centro”. As se produce wn Facimndo “que no gobierna, porque re ea ak cahahien beucheG Hee” por oe Seabandona los instintos de una avaricia sin medidas, sin escriipulos”. *“Sormento cr un ereadoralo largo de todo el ibro, tensionado entre sus frat entre una obra maestraliterariay una nueva nacion. ¥ por més que se dedique a eruzar esas fronteras con una sordera (literal) ante los gritos de “detengase", ya no puede hacer como Cervantes y er recibido desde fa ironfay la gracia. Sarmiento apenas puede decidir cémo escribir, pero poco puede incidir en c6mo seré led. ‘Pero también por exo, sus disquisiciones sobre las aventuras del caudillo Fecandis Ouirogs aon ef telar en el que teje una geografia social, la de la , |Cerquen! 38 pampa y el gaucho, que lo obsesiona. Ast inaugura un mecanismo intimo de la narrativa antipopulista: El desvelo por los lideres es siempre una preocupacion por sus seguidores. El gaucho es la primera de una serie de caracterizaciones que acom vit ia eanafienactn de a lok en sujet polio hast ass di No es que a Sarmiento no le interesaran los caudillos, ni que fuera el pri- mero en preocuparse por los hombres yel poder que tienen en sus manos. Nada nunca es nuevo, tampoco en ia obra de Sarmicnto. El grupo de sagas del siglo XII reunidas en los fslendingasigur, por ejemplo, describe la pol tica local y los problemas que los laos entre lideres y seguidores provocan en un contexto distinto como es blandia en la era medieval temprana. Emotiva interesada, la conexién entre aquellos que tienen poder y aque- Tmoderidad, ala Argentina, a toda El gaucho es la quintaescencia dela vida rural. El “gaucho malo” corpo- riza todo lo que vaa estar asociado ala barbare, el andamiaje sobre el que has lites no solo construirén su mirada de los de abajo, sino también el lugar desde donde imaginarn las soluciones a los problemas que estos ge- neran. El eampo es ese espacio que le permite a Sarmiento fundamentar surechazo al gaucho como sujeto politico y ala vez idealizar la vida salvaje Riss age Se TSSTad qual el leas engso PEEarS pai, Be su cuerpo,’en el del gaucho, se cifran el pasado y el futuro de la patria que Sarmiento ha construido en su imaginaci6n. Lejos de demonizatlo, fn ese ideal conviven Ia admiraciGa, el terror y el desprecio. El cardcter del gaucho esté forjado en la durera de la vida rural, alguien a quien el “habito de triunfar de las resistencias, de mostrarse siempre superior a la natraera, de desir yvencela, deserve en lel sentiment de la importancia individual y de la superioridad”. El gaucho que acompai: al jercito en los bores de afutara nacién esienpreseindbte “esl top srafo mas completo, es el nico mapa que lleva un general para dirigir los movimientos de su campaiia; la suerte del ejército, el éxito de una batalla, la conquista de una provincia’. Esa misma naturaleza alimenta la teoria que ya tiene decidida: por qué ‘stin ahi, instaludos como el principal obsticulo para el atraso. En su imaginario, ese atraso estd asocindo al mundo arabe. Fl caudillo es “un Mahoma”, “Como en Asia [es] el jefe de la caravana” que encarna “el espi- itu de la fuerea pastor, drabe,trtara, que va a destrur las cudades”. A Sarmiento le preocupa que “el aspecto de la Palestina es parecido al de La 40 Breve historia del anipopulsimo Rioja’, introduciendo la cuestién del medio ambiente que da forma ala personalidad (que, a su vez, dard forma a la conducta politica). El gaucho ¢s el producto del campoargentino, un territorio tan vasto ‘que no promueve las dos condiciones eruciales para la sociedad moder- na: Testimulo aa asociacién y el gobierno, y el respeto a la propiedad. Esia ultima ocupa un lugar prominente ¢ incémodo en el ideal republi- cano, Sarmiento relee la década de 1810 como un tiempo en el que tanto Rivadavia como Martin Rodriguez habjan logrado dejar una huella clara colocando al respeto a la propiedad al tope de su legado, El problema no es centralmente politico. En Facund, él ve que el aislamiento dificulta la obsesi6n por el limite, que es intrinseca a la propiedad, a su sentido y utilidad, A diferencia de los beduinos, “en las llanuras argentinas [...] el pastor posee el suelo con titulos de propiedad”, pero la distancia infinita centre tna casa y otra, la soledad que Sarmiento intuye en la pampa, vuelve ese titulo inverosimil. “El desenvolvimiento de la propiedad mobiliatia no es imposible [...] pero el estimulo falta, el ejemplo desaparece”, se ‘queja. De ahi que detecte la ironia de que el sistema politico de este régi- men social esté liderado por Rosas, “el gaucho propietario” (aunque mas irénica ain para cl imaginafio sarmientino es la compra de la casona de Jos Lezica en la ciudad de Buenos Aires por parte de la viuda del mismisi- mo Facundo Quiroga) La raz6n por la que la propiedad en la Argentina no tiene el efecto ivilizatorio que Sarmiento espera es la mismisima pampa, la extensién infinitaen ta que los hombres viven aislados. Es una falencia que afecta 2 todas las clases sociales. A las clases altas porque no encuentran el interés comin, ya que “no estando reunidos los estancieros, no tienen necesida- des piiblicas que satisfacer”. “En una palabra ~agrega~ no hay res publica” ‘Al gaucho le moldea tanto su cuerpo como su predisposicién politica “En estos largos viajes” por la Ilanura, escribe, “el proletario argentino ad- quiere el habito de vivir lejos de la sociedad y de luchar individualmente contra la naturaleza”, ‘Aislado de todo menos de la naturaleza, el gaucho desarrolla las facetas de un hombre asocial tanto mas que el cowboy norteamericano. Para ‘Sarmiento, es ahi donde el habito de camnear vacas lo acostumbra a la san- igre, la muerte y cl cuchillo, donde la dureza del clima y las amenazas de animales diversos le fortalecen el cuerpo y lo hacen valiente, donde “ese habito de triunfar de las resistencias, de mostrarse siempre superior a la naturaleza [...] desenvuelve prodigiosamente el sentimiento de la impor- tancia individual y de la prodigiosidad”. Sumado a eso, Sarmiento intuye que los gauchos “desde la infancia, estén habituados a matar las reses, y que este acto de crueldad necesaria los familiariza con el derramamiento Fr ; ‘erauen! 41 de sangre, y endurece su coraz6n contra los gemidos de las vietimas", El 52 Breve histor del antipopuésmo judfos son prominentes, Esa erosion desde arriba da espacio ala revuelta desde abajo, una reacci6n consagrada en la Revolucién del Parque de ta que surgié la Unién Givica Radical. Tarde pero seguro, algunos nicteos del PAN recién se reconocieron como conservadores hacia principios del siglo XX. ¥ fue ante esos grupos que emergié el ala moderada promovien- do una salida a esa transicién eterna, El media siglo que va desde la batalla de Pavén hasta 1912 revela la construccién del liberalismo modemo ar- gentino no como adaptaci6n pasiva de ideas llegadas de afuera, sino como, ‘una construccién activa de un proyecto politico marcadamente hist6rico y profundamente nacional. De ahi emerge, robusta, la matriz de una super- posicién entre liberatismo, conservadurismo y la necesidad de incorporar alas masas que se va a repetir apenas décadas més tarde. Eder con lossueiios cumplidos, su realidad es demasiado distinta alo que Sofador tenfa en ments. Nada es igual, y Sarmiento deambula las wtimas Sestonie wrvids cnc el desencant y, como sugiere Halperin Donghi Ja desintegracién de las certezas que le dieron fuerza a su escritura décadas atris, Mis que el granjero que produce la riqueza de la naci6n y participa activamente dela vida piblica el simbolo dela espectacular expansiGn na- clonal el oligarca, que promucve quel Estado se endeude antes de que aunente los impuesios e insste en reducir el espacio pablico a su esquele- to minimo, “La cajtilla de frac”, como los lama Martinez Estrada. Quiz sea la educacién su mayor legado: no solo en la expansién que atraves6, sino sobre todo en Ia forma en la que las élites impulsaron la ensefianza Iaica, publica ¢ inclusva Pero la ciudad. Esa que seria el remedio contra el gaucho. Ese destino tuminoso que sacaria a la barbarie de cuajo para reemplazarla con sus hdbitos universales © igualadores. El arina misteriosa que iba a relegar al gaucho a un objeto cultural en disputa entre ciudadanos modernos, urbanos, vestidos, asociados, educados, bres. La ciudad empezaba a ba- cerse realidad, sobre todo en Buenos Aires, Sin embargo, en sus entrafas se estaba gest monstruo que amenazaria todo lo que se “Fabia logrado. _ 3. EL DIA QUE LA PLEBE TENGA HAMBRE LAS MASAS DEL PROGRAMA CENTENARIO

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