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Es necesario formar científicos documentados, instruidos e

informados, apegados al rigor del método científico.


“La ciencia y la investigación se ocupan de la conversión del dinero (inversión) en
conocimiento, mientras la tecnología se ocupa de la conversión del conocimiento en
dinero y riqueza para los que invirtieron”.

La infoexclusión o brecha de la información pasa casi inadvertida. La brecha digital


se resuelve con la infraestructura de conectividad y una capacitación básica para
operar las redes. Asimismo, la conectividad sin el desarrollo de conocimientos y
habilidades informativas puede sólo beneficiar a los proveedores de la industria de
la información.

El acceso a la información es un paso adelante, no obstante, el paso más importante


es transformar la información (en el entendido de ser verificada) en conocimiento.
Aunque se inviertan recursos para ampliar la infraestructura de acceso a la red, no
es lo mismo una sociedad cableada, en la que se dispone de condiciones de
conectividad, que una sociedad preparada para acceder, evaluar y aplicar la
información.

La aspiración de llegar a la sociedad del conocimiento, implica necesariamente que


las personas, además del acceso a la red, tengan acceso real a la información,
sepan qué hacer con la información y tengan la capacidad de convertir ésta en
conocimiento y el conocimiento en beneficios tangibles.

“Está claro que nos estamos ahogando en un mar de información. El desafío es


aprender a nadar en ese espacio, en lugar de ahogarse en él. Se necesita
desesperadamente de una mejor comprensión y de mejores herramientas si
queremos tomar ventaja plena de la disponibilidad creciente de información."

Claudia Marina Vicario (2002), advierte que en pleno siglo XXI, las instituciones de
educación superior continúan formando profesionales en torno a conocimientos,
habilidades y valores del pasado.
Nos ocupamos en acreditar carreras que pertenecen a disciplinas de la era industrial
y los esfuerzos para introducir tecnología de punta en los espacios educativos,
pocas veces se acompañan de la modificación de los modelos tradicionales,
sustentados en el sistema presencial, y se soslaya el desarrollo de nuevas
habilidades para acceder a la información y convertirla en conocimiento, olvidando
que la función principal de la educación superior consiste, precisamente, en su
generación, preservación y transmisión.

Responder con éxito a estos desafíos requiere de tres condiciones:

✓ reconocer que el entorno ha cambiado;


✓ entender las implicaciones de este cambio; y
✓ desarrollar las respuestas oportunas y eficaces.

La capacidad de competir en la sociedad del conocimiento exige de un conjunto de


habilidades, se debe tener una mayor capacitación y un mayor grado de
independencia intelectual para no quedar excluido.

"Si los países en desarrollo no mejoran considerablemente su capital humano, se


quedarán inevitablemente a la zaga y sufrirán una marginación y un aislamiento en
lo económico e intelectual, lo que significa la persistencia, e incluso el aumento, de
la pobreza" (The Internacional Bank op. cit.).

La demanda que hoy tenemos, de acuerdo con Daniel Medina (1999), no es, en
sentido estricto, enseñar al estudiante a navegar o moverse a través de Internet sino
a localizar la información precisa, validar sus fuentes y saber qué hacer con lo
encontrado.

Para este propósito se requieren nuevas habilidades. Sin ellas, se corre el peligro
de mitificar estas herramientas de información como lo hicimos antes con todo lo
impreso.

El interés principal ha sido disponer de elementos que permitan entender el papel e


importancia de la formación para la información en el campo de la educación,
particularmente en su transición hacia el modelo centrado en el aprendizaje y en su
relación con los nuevos paradigmas en la educación y la llamada sociedad del
conocimiento.

GLOSARIO.
Actitud,

Disposición psicológica, adquirida y organizada a través de la propia experiencia,


que incita al individuo a reaccionar de una manera característica frente a
situaciones, grupos o determinadas personas.

Activos intangibles

La parte del valor real de una empresa formada por sus empleados y sus
habilidades, conocimientos y creatividad, que se constituyen en las fuentes
fundamentales de riqueza y valor en una economía basada en los conocimientos.
Véase: Administración del conocimiento. Capital intelectual. Conocimiento tácito.

Adaptabilidad.

Capacidad, tanto de las empresas como de sus empleados, para adaptarse a las
nuevas tecnologías, las nuevas condiciones del mercado y las nuevas pautas
laborales.

Administración del conocimiento

Designa a la organización y almacenamiento del conocimiento individual de los


trabajadores y grupos de una organización para hacerlo disponible a otros en la
organización.

La información es almacenada en una base de datos especial llamada base de


conocimiento promueve la incorporación e intercambio, clasificación y
reconfiguración de conocimientos y experiencias aportados por los individuos y por
el entorno a fin de acrecentar el capital intelectual de la organización para, a través
del Aprendizaje Organizacional, impactar positivamente la creación de valor.
La gestión de conocimientos busca agrupar la información significativa que adquiere
una empresa y que circula dentro de ella, así como el saber hacer desarrollado por
el personal con el fin de compartir las experiencias vividas por el personal.

Para Lev Semyonovich Vygostky, la concepción que tuvo de la historia y el empleo


que hace de ella en relación con la ciencia y la psicología merecen considerar
seriamente sus ideas.

Su genio estribó en sentar las bases de un nuevo sistema psicológico a partir de


materiales tomados de la filosofía y de las ciencias sociales de su época, la teoría
de Vygotsky es en gran medida una aplicación del materialismo histórico y dialéctico
al sistema mencionado.

El nivel real de desarrollo revela la resolución independiente de un problema, define


las funciones que ya han madurado, caracteriza el desarrollo mental
retrospectivamente.

La Zona de Desarrollo Próximo define aquellas funciones que todavía no han


madurado, pero que se hallan en proceso de maduración, en este sentido se
caracteriza el desarrollo mental prospectivamente.

La relación que establece Vygotsky entre aprendizaje y desarrollo se fundamenta


en la Ley Genética General, donde se establece que toda función en el desarrollo
cultural del niño aparece dos veces, o en dos planos. Primero aparece en el plano
social y luego en el plano psicológico.

Una filosofía de la praxis sólo puede presentarse inicialmente en actitud polémica y


crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento
concreto existente (o del mundo cultural existente).

Es decir, sobre todo, como crítica del "sentido común" (luego de haberse basado en
el sentido común para demostrar que "todos" son filósofos y que no se trata de
introducir ex novo una ciencia en la vida individual de "todos".

Sino de innovar y tornar "crítica” una actividad ya existente) y luego de la filosofía


de los intelectuales, que ha dado lugar a la historia de la filosofía y que, en cuanto
individual (y, en rigor, de desarrollo esencial en la actividad de algunos individuos
particularmente dotados).

Puede considerarse como la "cumbre" del progreso del sentido común, por lo menos
del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través de éstos,
también del sentido común popular.

Sin embargo, en los más recientes desarrollos de la filosofía de la praxis la


profundización del concepto de unidad entre la teoría y la práctica se halla aún en
su fase inicial; quedan todavía residuos de mecanicismo, puesto que se habla de la
teoría como "como elemento", como "accesorio" de la práctica, de la teoría como
sierva de la práctica.

Pero este proceso de creación de intelectuales es largo, difícil, lleno de


contradicciones, de avances y retrocesos, desbandes y reagrupamientos, y en él la
"fidelidad" de las masas (y la fidelidad y la disciplina son inicialmente la forma que
asume la adhesión de la masa y su colaboración al desarrollo de todo fenómeno
cultural) es puesta a dura prueba.
Una filosofía de la praxis sólo puede presentarse inicialmente en actitud polémica y
crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento
concreto existente (o del mundo cultural existente).

Es decir, sobre todo, como crítica del "sentido común" (luego de haberse basado en
el sentido común para demostrar que "todos" son filósofos y que no se trata de
introducir ex novo una ciencia en la vida individual de "todos", sino de innovar y
tornar "crítica* una actividad ya existente) y luego de la filosofía de los intelectuales,
que ha dado lugar a la historia de la filosofía y que, en cuanto individual (y, en rigor,
de desarrollo esencial en la actividad de algunos individuos particularmente
dotados), puede considerarse como la "cumbre" del progreso del sentido común,
por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través
de éstos, también del sentido común popular.

Autoconciencia crítica significa, histórica y políticamente, la creación de una élite de


intelectuales; una masa humana no se "distingue" y no se torna independiente per
se, sin organizarse (en sentido lato), y no hay organización sin intelectuales, o sea,
sin organizadores y dirigentes, es decir, sin que el aspecto teórico del nexo teoría-
práctica se distinga concretamente en una capa de personas "especializadas" en la
elaboración conceptual y filosófica.

Pero este proceso de creación de intelectuales es largo, difícil, lleno de


contradicciones, de avances y retrocesos, desbandes y reagrupamientos, y en él la
"fidelidad" de las masas (y la fidelidad y la disciplina son inicialmente la forma que
asume la adhesión de la masa y su colaboración al desarrollo de todo fenómeno
cultural) es puesta a dura prueba.

Parece necesario que el trabajo de investigación de nuevas verdades y de mejores,


más coherentes y claras formulaciones de las verdades mismas sea dejado a la
libre iniciativa de cada uno de los científicos, aunque éstos vuelven a poner
continuamente en discusión los principios que parecen más esenciales.

Por lo demás, no será difícil descubrir cuándo tales iniciativas de discusión tienen
motivos interesados y no de carácter científico. Tampoco es imposible pensar que
las iniciativas individuales deben ser disciplinadas y ordenadas, de tal suerte que
pasen por la criba de las academias e institutos culturales de diversos géneros, y
sólo después de seleccionadas sean hechas públicas, etcétera.

La escuela, en todos sus grados, y la iglesia son las dos mayores organizaciones
culturales de cada país, por la cantidad de personal que ocupan. Las universidades,
salvo en algunos países, no ejercen ninguna función unificadora; a menudo un
pensador libre tiene más influencia que toda la institución universitaria, etcétera.

La discusión científica. En el análisis de los problemas histórico-críticos es preciso


no concebir la discusión científica como un proceso judicial en el cual hay un
imputado y un procurador que, por obligación de oficio, debe demostrar que aquél
es culpable y digno de ser quitado de la circulación.

En la discusión científica, se supone que el interés sea la búsqueda de la verdad y


el progreso de la ciencia, se muestra más "avanzado" quien se coloca en el punto
de vista de que el adversario puede expresar una exigencia que debe ser
incorporada, quizás como momento subordinado, en la propia construcción.

La filosofía de una época no es la filosofía de tal o cual filósofo, de tal o


cual grupo de intelectuales, de tal o cual sector de las masas populares:
es la combinación de todos estos elementos, que culmina en
determinada dirección y en la cual esa culminación se torna norma de
acción colectiva, esto es, deviene "historia" concreta y completa
(integral).

La filosofía de una época histórica no es, por consiguiente, otra cosa que la "historia"
de dicha época; no es otra cosa que la masa de las variaciones que el grupo
dirigente ha logrado determinar en la realidad precedente: historia y filosofía son
inseparables en ese sentido, forman un "bloque".

El filósofo profesional o técnico no sólo "piensa" con mayor lógica, con mayor
coherencia, con mayor espíritu sistemático que los demás hombres, sino que
además conoce toda la historia del pensamiento, es decir, sabe determinar el
sentido del desarrollo que el pensamiento ha tenido hasta él y se halla en
condiciones de retomar los problemas desde el punto en que se hallan, luego de
haber sufrido el máximo de tentativas de solución, etc.

Tiene en los diversos campos del pensamiento la misma función que en los diversos
campos científicos tienen los especialistas. Sin embargo, hay una diferencia entre
el filósofo especialista y los demás especialistas: aquél se acerca más a los otros
hombres que los demás especialistas.

Este problema puede y debe ser vinculado a la moderna concepción de la teoría y


la práctica pedagógica, según la cual la relación entre el maestro y el alumno es una
relación activa, de vínculos recíprocos, y por lo tanto cada maestro es siempre un
alumno y cada alumno, un maestro.

Pero la relación pedagógica no puede ser reducida a relaciones específicamente


"escolares" por las cuales las nuevas generaciones entren en contacto con las viejas
y absorban sus experiencias y valores históricamente necesarios "madurando" y
desarrollando una personalidad propia, histórica y culturalmente superior.

Por ello se puede decir que la personalidad histórica de un filósofo individual se halla
también determinada por la relación activa existente entre él y el ambiente cultural
que quiere modificar, ambiente que reobra sobre el filósofo y, al obligarlo a una
continua autocrítica, funciona como maestro.

Cuando el "pensador" se contenta con su propio pensamiento, "subjetivamente"


libre, o sea, abstractamente libre, da lugar a la burla: la unidad de ciencia y vida es
una unidad activa y solamente en ella se realiza la libertad de pensamiento; es una
relación de maestro-discípulo, filósofo-ambiente cultural en medio del cual se obra,
en el cual se toman los problemas que es necesario plantear y resolver; esto es, la
relación filosofía-historia.

Con este trabajo se pretende crear conciencia de que la investigación no puede


concebirse aislada del contexto socioeconómico y político; el dominio de las
diferentes teorías, métodos y técnicas sin una auténtica proyección social carece de
una visión científica y humanista.

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