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| WARRUADOIRIES IOIHIL Gil MARUCHINEE NO | SELECCION Y COMENTARIOS DE MANUEL MOWTECINOS Bl TECA NACIONAL. ii t 869 es P ‘ = re YW "DICONES U POU H AVA UY UC) | UNIVERSIDAD CATOLICA’DE VALPARAISO @ : i 5 DEDICATORIA Dedico con todo afecto este trabajo A mis recordados ex-alumnos de la Escuela Naval Arturo Prat, en cuya &rata compaiia aprendi a apreciar la importancia que ha tenido y tiene el mar para Chile, A los jévenes de hoy y maftana con el ferviente deseo de que sepan ser dignos continuadores de los que hicieron la &randeza de este Pats mart- timo. MMC. impulsado por @ B CamScanner - +++ ese mar que tranquilo te bafia te promete futuro esplendor. EUSEBIO LILLO Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar, del Sur llamado; tendra del Este a Oeste de angostura cien millas por lo mas ancho tomado; bajo el polo antartico en altura de veintisiete grados prologado hasta do el mar océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno”. ALONSO DE ERCILLA ‘Si la antigua exclamacion pesarosa fue: “ (Chilli! donde se acaba la tierra”, esta otra iluminaré los ojos de esperanza, cuando les oigamos decir: “Chile, donde comienza el mar”. BENJAMIN SUBERCASEAUX impulsado por CamScanner JUICIOS CRITICOS SOBRE LA PRIMERA EDICION : i ricién de esta obra, lontecinos la apa : cgi omen seine nuestros mas desta- en la que retine antologadas hermosas paginas ¢° cados escritores, absortos ante el embeleso del mar, de belleza y heroismos” yenero inagotable. Jeccionadas, porque en cuestién de : ecanae’ eel ‘No vamos a detallar las paginas “dad de criterio; pero si podemos gustos no hay ni puede haber uniformi decir que el autor lo tiene excelente”. | : | “Lo nis importante de “El Mar en Ja Literatura Chilena” no esta en apuntes biogréficos de los escritores estudiados, ni en las leves acotacio- nes criticas e interpretaciones estilisticas que, sin ser extraordinarias, cumplen su cometido de orientar al lector. La real y positiva trascen- dencia estd en la vision total, a través de la cual surge una plasmacién pujante y variada de ese mundo timido, misterioso y subyugante a Ja vez”. (FRANCISCO DUSSUEL, en ET Diario Mustrado Santiago de Chile, 5 de Abril de 1959). “Manuel Montecinos, joven profesor que se perfecciona actualmente en Europa, presenta en este libro un estudio critico y una amplia muestra antolégica de nuestros principales escritores —poetas y prosistas— que han cultivado, con seriedad de enfoques y matices, los inagotables motivos marinos”. “Su trabajo revela acuciosa investigacién y equilibrado buen gusto. recto afan patridtico y noble carifio a la docencia. Su publicacién ha sido oportuna y encomiable”. (PAULINA CID, en revista El Rotario de Chile Enero-Febrero de 1959). impulsado por (3 CamScanner INDICE Pag. Prdlogo a la segunda edicion ll Vision panordmica de 1a narrativa chilena del mar 15) BALDOMERO LILLO (1867 - 1923) 49 Sub-Sole 56 AUGUSTO D’HALMAR (1880 - 1950) 63 Primeros suefios, primer viaje 69 El cementerio de anclas 72 GUILLERMO LABARCA (1878 - 1954) 75 Vasquez 79 MARIANO LATORRE (1886 - 1955) 85 El piloto Oyarzo 92 SALVADOR REYES (1899 - 1970) 105 Laraza ill JUAN MARIN (1900 - 1963) 7 Puerto Negro 121 impulsado por (3 CamScanner BENJAMIN SUBERCASEAUX (1902 - 1973) Donde el bergantin Meteoro nos mostraré un episodio digno de Conrad JACOBO DANKE (1905 - 1963) La rosa de los vientos FRANCISCO COLOANE (1910- ) Golfo de Penas FRANCISCO BERZOVIC (1913- ) Temporal en el Cabo de Hornos ABELARDO BARAHONA (1914 - 1969) Barco de infancia 133 139 151 155 161 168 173 176 183 187 impulsado por CamScanner PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION Pese a su cambio de titulo y a algunas alteraciones en su contenido, bien se puede hablar de segunda edicién de esta pequefia y modesta obra. La primera salié a Ja luz publica cuando su autor estaba con el pie en el estribo del avi6n, para viajar a Espafia por primera vez, cum- pliendo un suefio de juventud. Fue justamente esa juventud y la inex- periencia las que le insinuaron un titulo demasiado ambicioso: El Mar en la Literatura Chilena (Editorial del Pacifico, Santiago, 1958). No obstante su titulo, ese libro corrié una suerte que se podria calificar de curiosa. Muchas de las personas que lo adquirieron lo juzgaron con benevolencia. Incluso algunos criticos le reconocieron ciertos méritos y més que nada celebraron la iniciativa. Y més de alguna revista lo mencioné como una de las publicaciones de ese afio. Sin embargo, la gran mayorfa de los ejemplares se descolorearon en los anaqueles de las librerias esperando su comprador. Cuando desde las més altas esferas de Gobierno surgié la idea de celebrar anualmente el mes del mar, este libro cobr6 actualidad y fue buscado, leido y hasta estudiado. Naturalmente, se agotd. Mientras tanto, Mario Ferrero publicé una antologia pottica con el sugestivo titulo De Ola en Ola. A su vez, el profesor, poeta e inves- tigador Dr. Hugo Montes Brunet —una autoridad tanto en el campo literario como en el educacional— dio a conocer una completisima © antologia de la poesia inspirada en el mar, la que abarca desde Ercilla ll impulsado por (3 CamScanner hasta las tiltimas promociones. Muchas personas —especialmente profesores~ me insinuaron |, conveniencia de publicar una segunda edicion de aquella obra de juventud. Durante mucho tiempo me resisti, porque aquella primer, experiencia me reporté muy poco beneficio, casi nada, salvo el de Ver mi nombre en letras de molde y la satisfaccion de hacer algo por la egy, cacién de nuestros jovenes. Al fin, ahora acogiendo una gentil invitaci6n de Ediciones Univer. sitarias de Valparaiso, entrego esta segunda edicion. Podria decitse que es corregida y modificada. He eliminado algtin aparato erudity y me he abstenido de estudiar a los poctas, ya que Ferrero y Montes lo hicieron con més autoridad de lo que podria hacerlo yo. Me he limitado a tratar la obra de los narradores. Doy primero una visién panordmica de la narrativa de inspiracién marinera. Luego, paso a tratar la vida y Ia obra de once escritores. Si bien sé que en un artista, su vida y su obra estén intimamente unidas, por razones didacticas Jas he separado y asf hablo de ef hombre para referirme a la biografia de cada uno y, en algunos, su semblanza, y luego trato sw obra, en que doy alguna informacién, necesariamente breve, sobre su produccién literaria. Termino haciendo una breve introducci6n a la obra antologa- da. No se trata de un anélisis profundo y acabado, sino de ciertas sugerencias para guiar la lectura. Creo indispensable hacer una declaracién categérica: este libro no es para especialistas. Dios me libre de tamafia pretension. Es simple- mente un libro para estudiantes y para lectores comunes y corrientes. Por eso he usado muy parcialmente el método estructuralista tan en boga entre nosotros. Considero que dicho método puede ser muy util en centros de altos estudios, pero es absolutamente desaconsejable cuando se trabaja con gente que recién se estd acercando a la Litera- tura. Creo que es mucho mds fecundo presentar la obra literaria como producto de un quehacer humano. De ahi que le doy importancia ala vida del autor. Mi intencién, pues, no es hacer ciencia literaria, sino mostrar a los Jovenes, y a los lectores en general, cémo han visto el mar nuestros _ escritores, cémo lo describen, qué nos dicen de los hombres que viven en contacto con él. Ademés, deseo contribuir modestamente al con0- d impulsado por (3 CamScanner cimiento de nuestra literatura y, por supuesto, a su aprovechamiento, Gue no es otro que disfrutar de cli, Mi mayor anelo es que el joven Jector lea con agrado los trozos que aqui se le presentan y luego los analice y los comente, tratando de desentraflar su valor, no sélo lite- rario sino humano. En Literatura, como en las demés artes, no se puede decir la tltima palabra, pero hay que estimular a los jévenes para que busquen su propia verdad y no se limiten a repetir opiniones ajenas, Menos atin se les debe obligar andar a la caza de motivos, t6picos modos, etc., mientras el contenido y la belleza de 1a obra se les esca pan por entre los dedos dejandoles las manos vacias. Una tiltima palabra sobre la seleccién de trozos. Indudablemente que a toda antologfa se le puede aplicar aquello de no estan todos los que son ni son todos los que estan. Es muy probable que ésta no se escape a ese riesgo. Al escoger los trozos me he guiado por dos criterios: la calidad literaria y, dentro de lo posible, el valor formativo. Aunque esto tiltimo suene un poco a siglo XVIII, la época del deleitar aprove- chando, creo que a nuestros jévenes hay que mostrarles el mundo con cierta prudencia. Hay que entregar valores estéticos y también éticos. Flota demasiada suciedad en el ambiente para llevarla al pupitre de nuestros estudiantes, ni aun encubierta bajo un hermoso plumaje. Por eso no he incluido algunos relatos literariamente excelentes, pero que tienen algtin pero que los hace desaconsejables. Bien sabemos que en esos casos, el muchacho no repara en la calidad literaria, sino en lo otro. Ya Iegard a su madurez y entonces, siha sido bien guiado, podra leer sin riesgo una gran variedad de obras. Ya lo dije, hay que proceder con prudencia. Hay que inculcar la idea de que la vida es hermosa y que vale la pena vivirla, mejorando lo que estd malo y afianzando los valores de nuestra nacionalidad. Tenemos la fortuna de vivir en un pafs como el nuestro, pero hay que tener el coraje de ir construyéndolo dia a dia. El mar es una de sus riquezas. Y ese mar hay que conocerlo y hay que amarlo para que nos depare el futuro esplendor que vaticiné un poeta hace ya mas de cien afios. Si este libro contribuye, aunque sea en minima proporci6n, a conseguir tan alto ideal, habré cumplido su objetivo. M.M.C. Valparaiso, Mayo, mes del mar, de 1983. 13 impulsado por CamScanner impulsado por CamScanner VISION PANORAMICA DE LA NARRATIVA CHILENA DEL MAR UNA INQUIETUD De alguna manera, el alma de los pueblos se refleja en su literatura, ast como también se refleja en su arte y en su folclore. Por eso, antes de hablar de los escritores chilenos que se han inspirado en el mar, creemos necesario plantear una pregunta o mejor dicho, una serie de interrogantes: ,Tiene nuestro pueblo una conciencia maritima? ;Ocupa el mar un lugar destacado en sus vivencias, en sus preocupaciones, en su pensamiento? A pesar de poseer més de cuatro mil kilémetros de costa y de estar de cara al océano mds vasto del planeta, creemos que el pueblo chileno no tiene una real conciencia maritima; en todo caso no en la medida en que la tienen otras naciones, como Inglaterra, Noruega, Dinamarca y Japon, por citar algunos ejemplos. Claro esta que nos gusta ir a ver el mar en verano; mas, jcudnta gente no lo ha visto jamds a pesar de vivir a corta distancia de la costa! En nuestra flanqueada por dos cadenas montajiosas, siempre angosta faja de tierra, se vive cerca del mar. Y, sin embargo, tenemos mis caracteristicas de pueblo terrestre, de tierra adentro. Hay que reconocer si que en los liltimos afios se ha promovido un acercamiento efectivo y afectivo al mar; se han estimulado las visitas de escolares a los puertos, se han pro- movido los deportes natiticos, se ha dado impulso a la industria pesque- ray se ha hecho y se estan haciendo interesantes investigaciones cienti- ficas, lo que culmina con Ia celebracién del mes del mar. En otro plano, se ha dado énfasis en la custodia de nuestro territorio maritimo y, en foros internacionales, se han defendido con vigor y elocuencia nuestros 15 impulsado por (3 CamScanner estd muy bien y ha derechos y nuestra soberania en el mar. Todo eso y que continuar en la brecha. La juventud chilena tiene ¢! no sélo con un fin recreativo y vera de mayo: tiene que preocuparse de é los afios de su vida. Sélo asf se ame ursdablemente provechosp conciencia maritima, hecho ane si To dijo en nuestra Cancién ara el porvenir de 1a patria. Ya el po z Rea Ese mar que tranquilo te bafta, te promete un futuro esplen. ie i ejante. Ha habido i i a ocurrido algo seme : ; Eno an olvidado del mar, casi lo han é i asi se hi épocas en que los escritores cas a ee ignorado, Gabriela Mistral lleg6 a decir que escribir sobre el mar en Chile es un oficio vacante. Claro que hubo momentos en que existié mucho interés, una gran inclinacién por escribir acerca 0) mar y de sus hombres, sobre sus mitos y leyendas; pero luego se be orné a la indiferencia o al olvido, con algunas excepciones. Tal olvido ha afec- tado en especial a los narradores, a los autores de cuentos y novelas, no asf a los poetas, Estos tltimos jamds dejan de escribir algiin poema inspirado en el mar. Esto se debe a algo que dijera hace tiempo Salvador Reyes: “El mar es la patria de los sofiadores”. El mar es distancia, lejania, infinitud, algo insondable y misterioso como el amor, la poesia y la muerte. Es que el mar siempre ha sido fuente de inspiracion y de reflexién; es simbolo y es metdfora; es imagen y es visién césmica. {Quién no recuerda aquellos versos inmortales “Nuestras vidas son los rios que van a dar a la mar que es el morir...?” Los poetas chilenos no podian escapar a esta atraccién misteriosa y por eso el mar esta presente en los poemas de Neruda, de la Mistral, de Magallanes Moure, de Pedro Prado, de Oscar Castro, de Nicanor Parra y de muchos poetas de las St ls, te Yen permanente vida misaieasdel nee io 0 preciso sufren el impacto de la ae i t Parra expresa muy bien este des cubrimiento stibito en su hermoso poema Se canta al mar. ; cares ae aa Sasi de la humanidad, los poetas vuelven : 3 son ellos los que sefialan el ino que hay que seguir. Los narradore: OS que sefialan el cami Ss también han jugado un papel ber de mirar hacia el mar, aniego ni tampoco sdlo en el mes ‘1 todos los meses del afio y todos n nuestro pueblo una auténtica | sagrado de 16 impulsado por (3 CamScanner importante en la creacién o preservacién de la vocacién marinera de Chile, vocacion que —sea grande 0 pequefia— puede deparar muchos beneficios no solo materiales, sino también espirituales. LOS PRECURSORES Si miramos hacia los albores de nuestra nacionalidad, veremos algunos hechos dignos de ser tomados en cuenta, porque de alguna manera influyeron en nuestro devenir histérico. Bien sabemos que los primeros ojos curopeos que se posaron sobre el territorio chileno Io hicieron desde el mar. En 1520, Magallanes cruza el estrecho que hoy tiene su nombre y observa lo que ahora son las costas de la duodécima regién. Después vinieron los expedicionarios con Ia intencién de explorar y posesionarse de estas tierras. Para ello cruzaron el desierto més de- sierto del mundo, haciendo gala de un tes6n y de una resistencia real- mente increfbles; pero tanto Almagro como Valdivia trajeron apoyo por mar. El ilustre capitan extremefio —el que inscribird el nombre de Chile entre las naciones civilizadas, segin el decir de Eyzaguirre— le comunica al Emperador Carlos V que una de sus primeras preocu- paciones es reconocer el mar y tomar posesin de sus costas, misin que le encarga a Juan Bautista Pastene, para ir Poblando por ellas toda esta tierra a V.M. hasta el Estrecho de Magallanes y Mar del Norte, segin leemos en una de sus célebres cartas. Tuego Chile tiene la fortuna de recibir a un gran poeta, el insigne don Alonso de Ercilla y Zufiiga, hijo de un alto personaje de la corte del Emperador. Don Alonso escribe el mejor poema épico del Rena- cimiento Espafiol, en el cual habla del mar océano y chileno que bafia las costas de esta fértil provincia y sefialada. Es este mismo mar el que lo recibe, primero, con su rostro apacible, para después poner en peligro su vida con un terrible temporal a la altura de Ja actual Constitucién. El poeta recordar4 aquellos aciagos instantes.en estos versos de clara reminiscencias virgilianas: La braveza del mar, el recio viento, el clamor, alboroto, las promesas, el cerrarse la noche en un momento de negras nubes, lobregas y espesas; los truenos, los relampagos sin cuento, impulsado por CamScanner Tas voces de pilotos, ¥ las priesas ; hacen un son tan triste, y armonta, que parece que el mundo perecia. el mar brama alterado, gime el soberbio viento embravecido; ‘en esto un monte de agua levantado sobre las nubes con un gran ruido embistid el galeon por un costado, Ievandolo un gran rato sumergido yp lagente tragé del temor fuerte ‘avueltas de agua la esperada muerte. (I Parte, Canto XV). Abrese el cielo, Don Alonso, hombre del Renacimiento al fin, quiere verlo todo, ir plus ultra (més allé), alcanzar hasta donde ningin europeo habia legado ain. En su mente tiene el recuerdo de sus lecturas de Virgilio y Ariosto, recuerdo que se convierte en el cristal con que ve Ja realidad chilena. Como integrante de la hueste de Hurtado de Mendoza, se inter. na por los bosques surefios y, tras penosisima cabalgata, llega hasta el Golfo de Reloncavi, cruza el canal de Chacao y desembarca en Ta isla de Chilog. Por un instante abandona a sus compazieros de patrullaje y se adentra en la floresta. Escoge un drbol milenario y sobre su corteza escribe una estrofa para dejar testimonio de que él fue el primer espafiol que Ilegé hasta alli: “Aqut lego donde otro no ha llegado don Alonso de Ercilla, que el primero. . . (it Parte, Canto XXXVI). Se ha dicho que Ercilla no vio el paisaje chileno. Esto es muy relative, por no decir falso. Si el poeta no hubiera observado atentamente aquellos lugares, en especial Melipulli y Carelmapu (en las cercanias del actual Puerto Montt) no habria consignado tanto detalle geogr fico que hasta hoy es verificable. No nos cabe duda de que la sensibi- lidad del poeta se sintié impresionada por Ia belleza agreste y majes: tuosa de la selva y del mar, de los lagos y las montafias. Siguiendo la huella de Ercilla, aparece otro poeta; pero esta ve? 18 “4 impulsado por (3 CamScanner se trata del primer vate nacido en nuestra tierra. Hablamos del licen- ciado Pedro de Offa, natural de la ciudad de los Infantes de Angol. Offa escribe un extenso poema épico, “El Arauco Domado”, en el ae elogia desmesuradamente a don Garefa Hurtado de Mendoza, de cuya familia habfa recibido proteccién y ayuda. En esta obra también en- contramos algunos notables alusiones al mar, pero en una forma mas retorica y culterana que en la de Ercilla, Sus descripciones son mas productos de sus lecturas que de la observacién directa y por eso trae de Grecia toda la fauna mitolégica y aun a los dioses y los hace vivir en las frias aguas del Pacifico. De la misma época es otro escritor oriundo de esta tierra: el padre jesuita Alonso Ovalle, nacido en Santiago del Nuevo Extremo. Ovalle fue un notable misionero, maestro y viajero y, luego, escritor. Por encima de todo esté su condicién de chileno, de pura cepa, es decir, de hombre que se siente orgulloso de haber nacido en este pais. Por sus obligaciones sacerdotales tiene que recorrer gran parte del valle central y varias veces cruza la cordillera. Se baja del caballo para beber el agua de las fuentes y arroyos, para oler las flores silvestres o para coger los frutos que cuelgan generosamente de los drboles. No se cansa de disfrutar de la vision del cielo, de las montafias cubiertas de nieves eternas, de los valles tapizados de hierbas y de los bosques de innume- rables tipos de Arboles. El se deleita con todo eso y lo capta con sus cinco sentidos. Da gracias a Dios por haber regalado tantos bienes a esta tierra. Es enviado por su orden a Espaifia e Italia. Alli comprueba que nada saben de este pafs —algo que suele ocurrir también en nuestros dias— y decide remediar tan lamentable situacién. Para ello se dispone aescribir su magnifica Historica Relacién del Reyno de Chile. Sus mu- sas son la nostalgia y el amor patrio. Por eso bien podriamos decir que aeste buen sacerdote le pasé lo mismo que le sucede a cualquier chileno que reside en el extranjero: idealizé casi excesivamente todo lo de acd, exagerando lo bueno y olvidando lo malo. Para él, todo lo chileno es hermoso, rico, espléndido, mejor que lo de otros sitios. El P. Ovalle elogia con entusiasmo la belleza del paisaje, la grandiosidad de la cordillera, la feracidad de los campos, la hospitalidad de la gente, etc, Cuando habla del mar, pone especial énfasis en ponderar la riqueza y variedad de la fauna marina y se nos revela como un gran gustador de los mariscos y pescados: 19 impulsado por (3 CamScanner acabar referir todas la especies que hay, ast de estas géneros de caracoles, todos de comer, que sp de los que el mar arroja a la playa hay tant abundancia que pueden cargar navios, y son de tanta diversidad de dudo sino que fueran estimados en Europg colores y figuras que no : os | de los curiosos y que harian de ellos los artifices curiosidades bien parecidas (...) Los erizos, aunque también se hallan en otras partes, nunca los he visto tan grandes como en aquellas costas, donde los hay en grandisima abundancia, Y cogiéndolos en crecientes de la luna mo dos dedos. tienen las lenguas muy gordas y anchas co! _ Los cangrejos, apancoras y camarones son también muy buenos y los hay de varias suertes: mayores, pequenos y medianos, y no son de menos estima las langostas y otros mariscos de su data, que se ertan entre las pefias ... En Ovalle, admiramos su observacion penetrante, su memoria, él gracejo de su estilo, y su auténtica actitud afectiva. Es un genuino escritor traspasado de amor patrio. No ha faltado el comentarista que ha dicho de él que es un poeta que escribe en prosa. Bien podriamos detener aqui el recuerdo de los precursores. Después hay un interludio de silencio. Casi no se habla del mar. A nuestros es- critores les preocupan més los temas politicos y patridticos. Ellos de alguna forma quieren participar en la conduccién de la naciente repi- blica. Al promediar el siglo XIX, se produce el famoso Movimiento Literario de 1842, en el que tanta participacién les cupo a Bello y Lastarria. Ellos incitan a los jévenes poetas de entonces a escribir sobre la realidad chilena. Uno de los representantes mds preclaros de aquella generacién fue Alberto Blest Gana, el padre de la novela chilena. A este novelista le atrae la vida urbana y burguesa. Vienen después otros escritores que siguen la misma senda. El mar tendré que esperar todavia. Fuera nunca conchas como de varios crian en aquellas pefias; LOS ESCRITORES DEL SIGLO XX A comie itera, ie ‘tages siglo, Santiago muestra una gran actividad Siar arncelser san de los diarios, en el Ateneo y en muchos y de literatura, Atin e ia clase media, se habla y se discute de politict poeta Rubén Dari = latente la influencia y el recuerdo del gr" Yo, quien habfa estado en nuestro pais en la pendiltim? impulsado por (3 CamScanner década del siglo anterior y ahora triunfaba ampliamente en Espaiia. De Europa siguen Ilegando libros de autores curopeos. En los periddi- cos, en las revistas y en las tertulias se comentan las obras de Balzac, Flaubert, Maupassant, Dickens, Pereda, Pérez Galdés, Tolstoi, Dos. toievski Gorki. No faltan los que se entusiasman con las doctrinas de Comte y Zola y adhieren al Naturalismo. Los escritores chilenos, en especial los jévenes, se deslumbran con las novedades que Ilegan de Europa y tratan de imitar a los grandes maestros del relato. En cuanto a los asuntos, ellos amplian su visién del mundo. Ya no s6lo les interesa la vida urbana, esa vida que transcu- rte en los paseos plblicos de moda y en los elegantes salones de las man- siones de las calles céntricas de la capital; ahora sus ojos se fijan también en el suburbio. . . los campos, las minas, las caletas. Los personajes son elegidos entre los campesinos, los mineros, los pescadores, en general, entre los seres humildes y marginales. En las obras de estos escritores nuevos asoma Ja preocupacién social. Ellos demuestran un deseo de denunciar las injusticias y la explotacién de los humildes. Siguiendo a Tolstoi y a Dostoievski, anhelan exhibir el destino tragico trigico de los humillados y ofendidos. Vamos a abrir un breve paréntesis para tratar un problema bastante controvertido en los wltimos tiempos. Los escritores que afloran a co- mienzos de este siglo han recibido distintas denominaciones. Primero se es llamé Generacién del 900. Cedomil Goié propone designarlos co- ‘mo integrantes de la generacién de 1887 o Generacién Criollista. El nombre es lo de menos. Lo importante es recordar aqui que estos es- critores tienen una orientacién filoséfica y estética bien definida. Ellos pretenden seguir las doctrinas del filésofo francés Augusto Comte, muy de moda entonces en Europa. Comte crea la escuela o tendencia llamada Positivismo, escuela que, en Iineas generales, pretendia la bis- queda de la verdad de los hechos basdndose en la observacién y tenia una confianza ilimitada en los beneficios que traeria el progreso mate- rial. Dicho asi, esta doctrina no tendrfa nada de malo; pero, por otra parte, negaba toda importancia a la religion —incluso la combatia acer- bamente— y no daba mayor importancia a la vida espiritual € inclusi- ve despreciaba la Metaffsica, Atin més, dio origen a una moral posi vista, aparentemente muy recomendable. Esta filosofia fue la que sir- 21 impulsado por (3 CamScanner mas tarde, al Naturalismo. Los cS «6 de base al Realismo literario y, vid di procuran reproducir fielmente |, i id ta doctrina, critores, guiindose por esi uoir realidad que previamente han observado con gran acuciosidad. Su idea es dar en sus obras una imagen fiel y nitida del mundo en que viven, sea éste amable u hostil, hermoso 0 desagradable. Por eso se complacen en describir exten e las costumbres, los seres comunes y vulgares, los fenémenos y conflictos sociales, el mundo del trabajo, la vida miserable de Jos conventillos, etc. En Hispanoamérica, los na. rradores —cuentistas 'y novelistas— buscan los tipos humanos represen. tativos de cada pais 0 de cada region, esto es, los seres mds caracteris. ticos. Pretenden aprehender al hombre criollo, al nacido y formado en estas tierras. De ahi deriva el calificativo de “criollistas” con que se designa a los integrantes de esta generacién. Pero esto no es tan simple. Los términos realismo y criollismo han sido muy debatidos. En efecto, con la palabra realismo se designa tanto a un periodo de la literatura como a una técnica literaria. Como periodo, abarca Jas tres ultimas décadas del siglo pasado, mds o menos. Como técnica, tiene vigencia ca- si hasta fines de la primera mitad del siglo XX. Muchos de los escrito res que aparecen en la presente antologfa pueden ser considerados rez listas por la manera cémo describen el paisaje y el ambiente portuario Pero no todos pueden ser considerados plenamente realistas, como vere- ‘mos luego. Hacia 1912, la literatura de Hispanoamérica en general y la de Chile en particular se orienta notoriamente hacia la descripcién de Ja natura- Ieza: las Ianuras, las montaiias, los valles, rios y selvas. A los escritores les interesa dar una visién amplia, colorista y fiel de la pampa, de la sabana, de las tierras riberefias, en fin, trasuntar en sus obras lo que es el Nuevo Mundo. Por eso a la generacién que surge en ese affo se le de- nomina Mundonovista. Hay que tener presente si que estos autores no se limitan hacer una mera descripcién obietiva, pormenorizada y do- cumentada del paisaje; ellos van més alld y 1e asignan a Ja naturaleza un papel que podrfamos calificar de trascendente, casi protagénico. Es una naturaleza dotada de una especie de alma; es, a veces, la ante- gonista del ser humano, o bien es una fuerza cen misteriosa ue maaniye sobre el hombre, conformandolo fisica y aeieeaera esa fuerza se Ie Hama telurismo. El citado Cedomil Goi¢ —uno de los sa Y detalladament 22 _d impulsado por (3 CamScanner originales estudiosos de la narrativa hispanoamericana— dice al ecto: Ahora, se conoce el espacio como un factor determinante que ejerce Su accion sobre todos ios Ordenes de la realidad, mediante un misteriosO poder que atrae a la cualidad de la naturaleza y del paisaje articular de que se trate todo lo que animaen él... (...) En el Mundo- novismo es el paisaje mismo, demonizado y todopoderoso, el que co- unica a los hombres la condicion de las bestias y del mundo natural incorpordndolos al mundo de la violencia\. Como deciamos, los escritores del mar, en su gran mayoria, perte- necen a esta promocién. Se comprende, entonces, por qué ellos le dan tanta importancia al ambiente marino. Para ellos, el mar puede ser la fuerza jndomable y césmica, el simbolo de la libertad y la evasién, el amigo que atrae y ‘el enemigo que mata. Ya veremos cémo para algunos es sélo un telén de fondo, y para otros es todo un simbolo de signifi- cacién amplia, profunda y compleja. ‘Alrededor del afio 1924, algunos escritores marinistas comenzaron a abandonar la técnica realista, es decir, la tendencia a describir el pai- saje en forma extensa, objetiva y hasta farragosa, y se inclinan por dar libre curso a su fantasia, sin sujetarla a la observacién minuciosa deri- vada del positivismo. En el fondo, ellos pretenden crear una literatura més artistica, con una finalidad en si y no sujeta a finalidades extrali- terarias, Ellos no se desentienden totalmente de la realidad cotidiana para embarcarse hacia mundos exoticos, irreales 0 fantdsticos. En ver- dad, ellos logran una mezcla admirable de lo real y lo fantastico, en que intervienen la experiencia personal y la imaginacién. Por eso a los adscritos a esta nueva tendencia se les denomin6 imaginistas, para dis- tinguirlos de los criollistas; sin embargo, tal distincién no es facil esta- blecerla en forma clara y absoluta. Es que en literatura —al revés de lo que ocurre en las ciencias exactas— no se pueden hacer a veces afirma- ciones perentorias, juicios definitivos, distinciones tajantes. Siempre habré un leve margen para la discusi6n o la duda, o habré distintos pun- tos de vista para enfocar un determinado fenémeno. Por ejemplo, unos dicen que Mariano Latorre es criollista; otros afirman que es mundo- novista. También se afirma que Salvador Reyes es el imaginista por més Cedomil Goié: Historia de la Novela Hispanoamericana. Ediciones Universita. tias de Valparaiso, Coleccién Aula Abierta, 1972 pag. 154. 23 impulsado por (3 CamScanner excelencia, enemigo, por lo tanto, de los criollistas y objetivistas. Pueg bien, para nosotros ni el primero es un realista absoluto ni el segundg es un escritor desconectado de la realidad localista. Lo que si puedg afirmarse es que en ciertos escritores predomina una tendencia, o bien se puede afirmar que su obra tiene tales o cuales caracteristicas sobresalientes; que en éste abundan tales motivos y en cambio en el de més alld predominan otros; que este escritor siente predilec- cién por un determinado tipo de personajes y, en cambio, aquel se in- clina por otros. Y lo que se dice con respecto a un escritor puede decirse de un grupo o de una época o tendencia. En concreto, como decfamos més arriba, la literatura va evolucionando y los escritores viven en una permanente busqueda de asuntos, motivos, personajes y técnicas. Por eso, entre los escritores marinistas es posible hacer distin- ciones. Mas, de pronto, el interés por el mar comienza a languidecer. Poco a poco van disminuyendo los escritores enamorados del mar. Los escritores contempordneos se preocupan de otros asuntos, de otros problemas. En especial son atraidos por los graves problemas existenciales del hombre de la gran ciudad. Ya no interesa describir el ambiente, el entorno material y social; interesa muchisimo més el mun- do interior. Por eso sélo muy de paso hablan del mar escritores como Lafourcade, Blanco, Donoso y Edwards, que son sin duda los mejores narradores de nuestros dias, y desde luego, los mds destacados de la generacién del 50. Distinto es el caso —repitdémoslo una vez mds— de los poetas. Los grandes escritores marinistas chilenos, pues, escribieron en la primera mitad del siglo XX. Ni antes ni después el mar ocupé un lugar preponderante en nuestras letras. ,Reflejo acaso de nuestra escasa con- ciencia maritima? Se nos podrd objetar-afirmando que en los tiltimos afios se han publicado algunas obras relativas al mar. Asi es, en efecto, pero ya no se trata de cuentos o novelas, sino mas bien de obras de ins- piracin histérica o legendaria. Retomemos el punto de partida, veamos cémo se generé la narrati- Led del mar en nuestro pais, y no s6lo Ia narrativa sino también la poe- sfa. Fue, pues, a comienzos de este siglo cuando los escritores y poetas ae empezaron a interesarse Por el mar y todo lo relacionado con - Creemos que tanto en esos ajios iniciales como en los siguientes, 24 i impulsado por (3 CamScanner 1 no poco en estos hombres de letras los libros que trataban viajes por mares Iejanos y de aventuras en pafses exdticos, ya que de ces gozaron de mucha fama en nuestro ambiente las obras de entonces to Pierre Loti, Robert Louis Sievenson, Herman Mebvlls, autores conrad, Jack London y Emilio Salgar. Entre los poets, el pri et foe ‘Arthur Rimbaud. Fueron muchos los escritores de esta tierra bg quisieron seguir las aguas de esos creadores de fantasfas marinas. fans0 no faltaron los que los citaron en sus obras 0 aludieron a per- sonajes que viven en as paginas de esos autores extranjeros. Poco a po- co fue cundiendo el interés por el mar y la vida de los pescadores, ma- rineros, piratas, contrabandistas y todo ese mundo que vive, padece y muere en las costas 0 sobre las aguas. Hubo escritores que, siguiendo Ja moda del tiempo, quisieron observar directamente esa realidad, co- nocerla de cerca, sentir el contacto con los seres y con los objetos, y para ello visitaron los puertos y las caletas; otros se echaron a navegar en fragiles embarcaciones 0 en incémodos buques caleteros. No pier- den oportunidad de hacer un viaje por mar. Es asf cémo Salvador Reyes, por ejemplo, logra llegar hasta més alla del Circulo Polar An- tartico. El profesor Eduardo Solar Correa resumié en una frase feliz y muy repetida esta repentina eclosién del t6pico marino en nuestras letras: Guillermo Labarca se queda Mirando al Océano; Magallanes Moure arma su Casa junto al mar; Pablo Neruda canta nostilgico el amor de los marineros que besan y se van; Salvador Reyes se hace a la mar en su Barco Ebrio y anhela ser EI Ultimo Pirata, y hasta Mariano Latorre baja de la montafia y, olvidando a los chilenos de la sierra, en- reda su plitica con los Chilenos del Mar. A este aserto del recordado maestro podriamos agregar modestamente nosotros: Juan Negro nos cuenta la historia sencilla y tierna de aquel Niffo de la Costa que vive y suefia en La Caleta de Leoncio Guerrero; Maria Aldunate escucha los didlogos de Maria y el Mar, mientras Guillermo Blanco nos habla de aquella muchacha a quien Sdlo un hombre y el mar le habia cefiido a talle y Benjamin Subercaseaux recorre de un extremo a otro esta ue de Océano para revivir las hazafias de los conquistadores del mar chileno, Esta produccién literaria bastante abundante fue como una pleamar que invadié la playa de nuestra vida intelectual y que después se retir6, jnfluyero 25 impulsado por (3 CamScanner do como recuerdo novelas, cuentos, poemas, crdnicas _ vino la baja mar. No sabemos Cuando y, eat 0] histdricas. Lueg : i nr wtinon aquella marea. Mientras tanto, creemos que es muy conven® erie Jos nombres de aquellos escritores que descubrieron a y que nos ensefiaron @ amarlo. Conviene, asimismo, hacer Una ee de recuento de las obras narrativas més importantes, Eso °8 lo que Cie remos en las paginas siguientes. No es nuestra intencién hacer Un e tudio exhaustivo y profundo, un anélisis cientifico de estas oh : s6lo procuraremos dar una informacion somera. Lo mas importan, es que el lector sepa que existen estas obras y que las lea con inter con entusiasmo, con amor, unica manera de disfrutar del arte literais Muchos escritores han declarado que ellos escribieron sus obras, no pin los criticos ni menos para los analistas, que las descuartizan, Sino pay el lector humilde y sencillo, que coge el libro dispuesto a vivir un mo. mento de solaz espiritual. dejan LOS NARRADORES DE Nt UESTRO MAR Ya hemos dicho que hubo un nimero abundante de escritores que ey las primeras décadas de este siglo se apasionaron por el mar. Al esbozar un estudio panordmico, nos topamos con la necesidad de ordenarlos y clasificarlos y surge el problema del criterio. ;Usaremos un criterio cro- nolégico o generacional? {Por tendencias o escuelas? Si usésemos un criterio cronolégico —el que usaremos para disponer Jos trozos en la antologia— dirfamos que uno de los primeros narradores del mar chileno fue Baldomero Lillo, quien es mas conocido por sus te latos mineros, pero que también dej6 excelentes cuentos marinos. Lut go habria que mencionar a tres escritores bastante importantes: Gui llermo Labarca, Augusto D’Halmar y Mariano Latorre, este tiltimo més conocido por sus relatos de ambiente rural. | Mas, por ser el mar el factor comin de las obras que nos ocupat, bien podriamos usar un criterio geogrdfico, aunque ello pueda parte una herejia en estos tiempos tan proclives al cientificismo literario. s Ba que es este un criterio absolutamente extraliteratio: Si n verdad; pero creemos que puede ser més itil por lo claro pa? ees eventuales lectores juveniles, atin no tan duchos en estos ave res, 26 impulsado por (3 CamScanner primero nos referiremos a los escritores que, en sus obras, de todo el mar. Después nos ocuparemos de aquellos que jos hablan jngulo de su visi6n a un determinado sector de nuestro salen fe a esto es, los que optaron por un marco espacial mis restringido. omens a) Escritores de todo el Mar En aquella época de tanto entusiasmo por descubrir el paisaje autéc- tono, de conocer realidades hasta entonces inéditas, hubo escritores que . recorrieron toda la costa, recalando en los puertos y caletas. Tres oa Jos més importantes a nuestro juicio: Latorre, Subercaseaux y Reyes. El primero, Mariano Latorre, indudablemente es mds conocido por sus novelas y cuentos inspirados en el campo y la montajia, porque en yerdad las descripciones de esos sitios ocupan la mayor parte de su obra; sin embargo, él no pudo ignorar el mar. Creemos que esto Ultimo se de- bié a dos razones fundamentales: en primer lugar, por haber nacido en un puerto pequefio y por haber pasado parte de su juventud en otro;en segundo lugar, por su intencién ciclica, esto es, por su intencidn de es- cribir un ciclo de narraciones en que quedara plasmada toda la realidad chilena, todo el territorio nuestro, desde el desierto hasta las islas aus- trales, desde las montafias hasta las costas, con sus Arboles y sus hom- bres, con sus flores y sus animales, en fin, con sus paisajes y sus gentes. Latorre —al igual que el P. Ovalle— va en busca de todo eso para cono- cerlo.de cerca y empaparse en ello. En el poema en prosa Mar de los (hilenos declara enfaticamente: ‘Al amparo de viejas velas, cangrejas Inimedas de Chiloé 0 cuadras parchadas del Maule, he cruzado tu sal- vaje soledad, mar de los chilenos, y bebido tu hdlito salobre, hermano del puelche de las nieves y del acre aliento de los pehuenes. Aqui apa- rece nitido ese afin de dar una visién integral de la realidad chilena, la que se expresa en la hermandad del viento: el de la cordillera, el de los bosques y el del mar. Luego va mencionando los distintos puntos de la costa: mar del desierto, mar del centro, mar de los canales... hasta llegar al mar de los antarticos plenilunios. Empero, no le basta el paisa- je y busca al hombre y por eso a su primer volumen de cuentos sobre el mar le coloca un titulo muy decidor: Chilenos del Mar. Ya volveremos a hablar de don Mariano. El otro viajero es Benjamin Subercaseaux, pero agudo y perspicaz. El también viajé de norte a sur pal escritor controvertido, ra conocer los Bi impulsado por (3 CamScanner este largo pais, porque él mismo Fe 10 que varios, asi como Latorre dijo i i as : bos tienen raz6n. Cualquiera i is incones. Am a era un pais de rinco! De en. com e in distinto es ¢l paisaje de Cala rm con respecto al gy comprobar : se Magallanes- De ese largo wae ce ra . cd y éste al re ; z ; es nuestra literatura: chile o una eee Geografia. Lueg, Subereaseat incursion6 en 1a histor’! naval y publicé “Tierra de Océ, Sor Poh a obras narrativas. de las cuales hablaremos en el mo. no”. Produjo mento oportuno. Completa esta trilogia Sal como el més genuino represen! distintos paises que conforma que Chile no es un solo pais SH wador Reyes, considerado por muchos tante de la literatura del mar en Chile, imOS— calificado como imaginista, poi Este escritor com 0 as Pie contrabandistas y aventuteny facilidad para crit ee que tener en cuenta que en sus obras no fal- ate sin Ties bien concretas, las que sin duda son produc. oa i sioaca de una observacién acuciosa. Reyes escribi } Cuentos, novelas y libros de viajes, en los cuales encontramos estampas. imagenes, detalles que recuerdan sus andanzas por Antofagasta, Copiaps, Valpa- raiso, Punta Arenas y la Antdrtida. Claro que sus lugares predilectos son Jos puertos. En su juventud cultivo, asimismo, la poesia, predominando en su inspiraci6n el halito marino. Ya hablaremos de él con més deteni- miento también. b) Escritores del norte Como sabemos, en el Norte Grande hay tres puertos importantes: ca, Iquique y Antofagasta. También hay otros cuyos nombres convie- ne recordar: Tocopilla, Mejillones y Taltal. Y en el Norte Chico, estdn Caldera y Coquimbo, aparte de numerosas caletas y balnearios. De los primeros, es decir, de los que sirven de puerta de entrada y salida al de- been nos viene el recuerdo de un escritor que en las primeras décadas i a famesisimo como poeta snovelista y dramaturgo: Victor y.éacificada de los z ea se preocupé més que nada de la vida dura que figuran en su libvo i pais de las salitreras, Algunos de sus cuentos alad oleorel aera a 'umpa Tragica atin emocionan por su hum sus cuentos como en eee rain los conflictos sociales. Tanto ” tino. Del Norte Grande ane las, encontramos referencias al mar nor ién salieron otros hombres de letras 4¥* 28 impulsado por (3 CamScanner 1 més de una oportunidad hablaron del mar: Eduardo Barrios, Andrés e bella y Abelardo Barahona. Sal "al pasar por el Norte Chico o Norte Verde, no podemos dejar de mencionar un nombre muy conocido mds alld de nuestras fronteras: Gabriela Mistral. Su obra es un caso notable de fidelidad a la tierra na- tal, pues son innumerables los versos en que recuerda su infancia y su juventud vividas en esas tierras, en que se hermanan la fertilidad de los ‘ales con la aridez de los cerros. Y asf como la tierra esta presente en gu obra, también lo esta el mar, ese mar que la Hevé a lugares tan leja- nos, primero a Punta Arenas y después a Petrépolis, a Rapallo, a Nueva York y, un dia inolvidable para todos los chilenos, a Estocolmo... ¢) Escritores del centro El puerto ms importante del litoral central de Chile es, sin duda algu- na, Valparaiso, el que un dia lo fuera también de todo el Pacffico sur. Valparaiso tiene fama de ser uno de los puertos mas singulares y pin- torescos del mundo y al que Ilegan tripulantes de los paises més lejanos y exéticos. Cuando se viaja por el extranjero, en los lugares mis insos- pechados, es frecuente encontrar a alguien que ha desembarcado en los muelles de Pancho para ir a bailar a los otrora bulliciosos cabarets de la plaza Echaurren. Como tema literario, Valparaiso ha dado origen a una copiosisima literatura. Uno de los primeros escritores que le dedicé hermosas pa- ginas fue el gran Rubén Dario, quien residié en este puerto algunos me- ses en el afio 1888. Algunas de estas paginas pueden leerse en su libro Azul..., el que vio la luz justamente aqui, en esta ciudad. Un parque, a orillas del mar, lleva en la actualidad el nombre del poeta. Después del nicaragiiense genial, viene una larga serie de poetas y narradores, los que en su mayoria fueron estudiados hace algunos afios por el pro- fesor Julio Orlandi, en su tesis universitaria Valparatso en la Literatura. Esta ciudad portuaria, queramos reconocerlo o no, tiene un encanto especial, ejerce una magica atraccién, posee un algo indefinible que la hace grata, de lo cual sus habitantes casi no se dan cuenta, es decir, no lo perciben, Subercaseaux afirma con toda razén que sélo los forasteros Con sensibilidad e imaginacin —en especial los artistas— son capaces de Percibir ese halito misterioso que emerge de su bahfa, de sus cerros, de Sus calles y avenidas, de sus casas adheridas a las laderas o colgando oa icc | impulsado por (3 CamScanner de murallas, ventanas y techos mu turas hasta tocar Ia orilla del mar exhibe, a distintas horas del di nte juego de luces y matices Ya sea en un dia de sol radiante, y sea enun dia de temporal, Valparai. so es un espectaculo. Para el comin de las personas, sin embargo, ¢| puerto es una ciudad atrasada, vieja, casi desfalleciente ; para esas perso. nas la ciudad hermosa es Ja vecina Vifia del Mar, con sus modernos as mansiones, SUS playas y su Casino. Si, esa es una je tipo convencional, una sobre el abismo. Todo ese conjunto ticolores que se extiende desde las al fa, un fascina edificios, sus suntuos: ciudad bonita, no vamos a negarlo ... pero d ciudad como hay muchas; en cambio Valparaiso, es unico. Ja cima de los cerros, y lue. A Valparaiso hay que observarlo desde Iles del plan, hacer un recorrido por Jos caminos go transitar por sus call de circunvalacién y después, para completar, emprender una breve na- vegacion por su bahia al atardecer. ‘Asi se podran descubrir aspectos y perspectivas sorprendentes. Quizds por eso quienes mejor han captado la riqueza plastica y cromatica de Valparaiso han sido los pintores. Ya en el siglo pasado hubo numerosos artistas extranjeros que S¢ maravi- Ilaron ante el espectaculo portefio. Recordemos algunos nombres ya clasicos en la historia de nuestra pintura: Charles Wood, Mauricio Rugendas, Emesto Charton de Treville y Thomas Somerscales. Después comienzos de siglo: Juan vinieron los grandes maestros chilenos de Francisco Gonzalez, Ramén Subercaseaux, Alvaro Casanova, Arturo Gordon, Laureano Guevara y Camilo Mori, entre muchos otros. A estos nombres ilustres habria que agregar los de nuestro tiempo: Oscar Hernandez, Victor Castro, Sergio Hidalgo y muchos mas. Uno de los elementos caracteristicos de Valparaiso lo constituyen sus cerros, con SUS tradicionales ascensores, hoy por desgracia en vias de desaparecer. Habria que agregar otro ingrediente tipicamente porte: fio: el viento, el viento negro de Valparaiso, con sus alas de carbon y espuma, al que canté Neruda. Tanto en invierno como en primavera, ya sea soplando desde el norte 0 desde el sur, el viento aqui es un per” sonaje que no pasa inadvertido. Por eso Joaquin Edwards Bello, uno 4° los mejores retratistas del alma portefia, le puso un titulo muy sugesti- vo a uno de sus libros: Valparaiso, ciudad del viento. Y ya que citamos a este escritor, no podemos dejar de mencionar otras obras suyas sobre “Pancho”: En el Viejo ‘Almendral y Valparaiso, Fantasmas. 30 od impulsado por (3 CamScanner Alentrar de Ileno en el terreno de la literatura marinera, es preciso onda que Augusto D’Halmar emprendio aqui sus primeros viajes nsueno- Mas tarde escribié bellas paginas en que evoca el Valpa- ge ensue fa. Después vino Jacobo Danke, quien compuso una iB ca estampa de Valparaluces, recorrié las tabernas del puerto y le parroca estar a los habitantes de Playa Ancha. Ricardo Valenzuela, escribe una amena crénica de la vida y milagros de los del Bote Salvavidas, benemérita institucién fundada por el ico Olaf Christiansen y que tanto bien ha hecho entre la Leer Viento en la Bahia es sentir asombro al conocer bres, con un arrojo y audacia increibles, unidos a una arriesgan sus vidas por salvar la de los demas yoluntarios marino nordi ente de mar. como esos hom! generosidad encomiable, cuando la bahia es azotada por un temporal. Manuel Rojas, uno de los mejores novelistas chilenos, tuvo también el acierto de descubrir el embrujo de Valparaiso. En su conocida no- hia, nos entrega hermosas descripciones de los vela Lanchas en la Bah cerros portefios vistos, tanto al amanecer como al atardecer, desde un falucho. Inolvidables resultan los personajes que animan el relato. En “Hijo de Ladrén”, Rojas incluyé asimismo visiones de gran belleza. Este escritor es autor también de un cuento de ambiente portuario que es con razon muy conocido: El Vaso de Leche. Pocas veces se ha des- crito con més acierto y patetismo Ja tragedia del hambre y el desam- paro utilizando recursos muy simples. No hemos incluido este cuento en la antologfa —cosa que hicimos en la primera edicién de esta obra— porque el propio autor declar6é que la accion de este cuento no trans- curre en un puerto chileno sino en Montevideo. Se nos dir que el escritor de Valparaiso es Salvador Reyes. Asi es, en efecto, como ya veremos cuando hablemos de él. Por el momento contentémonos con citar dos de sus novelas portefias més conocidas: Monica Sanders y Valparaiso, Puerto de Nostalgia. Valparaiso, como segunda ciudad de Chile, siempre ha tenido cier- ta actividad literaria, con periodos de alta y de baja, como las mareas. fe hombres de letras que han nacido aqui y otros que han Iegado de Wea oy an todos le dan vida a la Sociedad de Escritores, la que orga- é sailir af patrogina concursos, ofrece conferencias, en fin, trata el ambiente intelectual y cultural. Citaremos algunos nombres 31 impulsado por (3 CamScanner

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