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Este informe recoze ia opinidis coletiva de un grupo inter laras no representa necesriamente #l Criteria nila police de i Ovgantzacién Mundial de lz Sain. ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD SERIE DE INFORMES TECNICOS Ne .177 PSIQUIATRIA SOCIAL Y¥ ACTITUDES DE LA COLECTIVIDAD Séptimo Informe del Comité de Expertos en Salud Mental Naturaleza y fines de la psiguictris social 3 [La colectividad y sus enfermos mentales 5 Actitudes de Ia colecividad y prictica psiquidtrica 2 Recomendacién do medidas 30 Recomendacién de favestgaciones 40 ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD GINERRA 939 COMITE DE EXPERTOS EN SALUD MENTAL, Gincbra, 20-25 de octubre de 1958 Miembros: Dr. Stjepan Betihsim, Profesor Agjunto, Hospital Psiquiétrioo Universitario ‘de la Facultad de Medicina, Zagreb, Yugoslavia Dr. Robert H. Felix, Director, National Institute of Mental Health, Bethesda, ‘Md, Extados Unidos de América (Presidente) Dr. R. H. Hazemann, Inspecteur général de la Santé ct de la Population ‘chargé de la Circonseription sanitaire de In Région de Paris, Ministere dde Ta Santé publique et de Ia Population, Paris, Francia Dr. Maxwell, Jones, Director, Social Rehabilitation Unit, Belmont Hospital, Sutton, Surrey, Inglaterra (Relator) Dr. T. A. Lambo, Psychiatric Consultant, Western Region Government of Nigeria, Abeokuta, Federacion de Nigetia (Relator) Dr. A. Manugian, Médico Jefe, Hospital del Libano para Enfermedades ‘Mentales y Nerviosas, Asfuriyeh, Libano De. Phon Sangsingkeo, Jefe dela Divisin de HosptalesPsiquitricos, Bangkok, Tailandia (Vicepresidente) Dr. Fernando Quités, Director del Servicio de Salud Mental, Ministerio 4 Salubridad Pablica, San José, Costa Rica Secretaria: Dr. B. E. Krapf, Jefe del Servicio de Salud Mental, OMS (Secretario) Dr. Otto Klineberg, Professor of Social Psychology, Columbia Univesity, ‘Nueva York, Estados Unidos de América (Consultor) Dra. M. Pfister, Servicio de Salud Mental, OMS Org. mand. Salud Ser. Inf. téen., 1959, 197 PSIQUIATRIA SOCIAL Y ACTITUDES DE LA COLECTIVIDAD Séptimo Informe * del Comité de Expertos en Salud Mental El Comité de Expertos de Ia OMS en Salud Mental se reunié en Gi bra del 20 al 25 de octubre de 1958 para valorar Ia importancia de la psi quiatria social en la lucha contra las enfermedades mentales y estudiar Ia forma en que las actitudes de la colectividad pueden afectar su aplicacidn. Los doctores R. H. Felix y Phon Sangsinkeo fueron elegidos Presidente y Vicepresidente y los doctores Maxwell S. Jones y T. A. Lambo, Rela- tores. 1, NATURALEZA Y FINES DE LA PSIQUIATRIA SOCIAL, 1.1 Definicién de Ia psiquiatria social adoptada en el presente informe La expresién « psiquiatria social » ha comenzado a usarse en fecha relativamente reciente con diferentes matices de sentido segiin el autor y Jas circunstancias. Entigndese aqui por psiquiatria social el conjunto de medidas preventivas y curativas que tienen por objeto la adaptacién del individuo a una vida satisfactoria y util en su medio social. Para alcanzar sus fines, la psiquiatria social trata de procurar a los enfermos mentales, ¥y los que corren el peligro de serlo, modos de establecer con la sociedad ielaciones favorables al mantenimiento o restauracién de su capacidad de adaptacién social. Parte esa definicidn de dos supuestos basicos : la posibilidad de que los enfermos mentales se adapten a un medio social més complejo y a efcacia, desde el punto de vista preventivo y curativo, de facilitrles oeasiones adecuadas para establecer relaciones sociales favorables, No hay en es0s na cutto des 24 renin, e Cone Fecutny ela OMS adopt a siguiente EI Consejo Ejecutivo 1. OMA Nora del sGpsimo informe del Comité de Expettos en Salud Mental (Psi uistia Social Actitudes de la Colestvidad) 2. DA LAS GRACIAS a los miembros del Comité por la labor realizada ; y 3, AUTORIZA Ia publicacion del infor: (Resoluciin ER24.RI, Aer. of. Org. mund. Salud, 1959, 96) 4 SALUD MENTAL conceptos nada nuevo ; ambos forman parte de los principios fundamen- tales en que siempre se han inspirado las précticas y las aspiraciones de los psiquiatras. No obstante, no se ha apreciado siempre su importancia con la misma elaridad y su formulacién y aplicacién sistematicas son relati- vamente recientes en ia ciencia psiquidtrica. Sin entrar demasiado en detalles historicos, puede recordarse que el «tratamiento moral », segin lo concebian Pinel y sus contempordneos, respondia en gran parte a esas mismas ideas, y otro tanto puede decirse de teorias posteriores, como las representadas por Connolly en Inglaterra, Dorothea Dix en los Estados Unidos, Eugen Bleuler en Suiza y Simon en Alemania, para no citar mis que algunos nombres destacados por su ‘orden cronolégico. Ha de mencionarse también a ese respecto la terapia por el trabajo (ergoterapia) 0, mas exactamente, el trabajo terapéutico, que recomiendan desde hace tiempo eminentes psiquiatras de todas las naciones. Los partidarios més autorizados de la ergoterapia han sefialado siempre que su finalidad no es conseguir del enfermo una elevada produccién ni apartatle de actividades perjudiciales manteniéndole ocupado, sino més bien ofrecerle ocasiones de relacién social que contribuyan al adecuado desarrollo de su personalidad, Se ha recurrido también con frecuencia a Ja ergoterapia como método para sacar a los enfermos de fos hospitales psiquidtricos y reincorporarlos a un tipo mas normal de existencia. Un nuevo paso en ese sentido son los hogares adoptivos, es decir Ia colocacion de los enfermos en familias convenientemente escogidas fuera del estableci- miento psiquidtrico. Esa tendencia se ha acentuado en los tiltimos tiempos debido en parte ‘a los progresos del tratamiento fisico de los trastornos psiquistricos. Gracias a la malarioterapia, al coma insulinico, Ia convulsoterapia eléctrica y Ia aparicién de nuevos medicamentos, han mejorado las funciones indivi ‘duales de los enfermos mentales y, en consecuencia, Ia reintegracién social se ha hecho a la vez mis necesaria y mis ficil. El tratamiento social y la psiquiatria social en conjunto no son en modo alguno incompatibles con el tratamiento individual de carter estrictamente médico, Por el contrario, ambos tratamientos se complementan. Un conocimiento psicol6gico més profundo de Ia dinimica de los trastornos mentales y el perfeccionamiento de las téenicas psicoterdpicas han ampliado el campo de accién de la psiquiatria, tanto en profundidad como en alcancs. La investigacién psicopatolégica y Ia experiencia psico- terdpica han permitido a los psiquiatras comprender mejor la conducta de los enfermos en su medio y extender, ademds, el tratamiento psiquidtrico & muchos trastornos del comportamiento que con anterioridad apenas habian sido objeto de una terapia sistemstica y racional, Esos adelantos han influido considerablemente en el desarrollo de la psiquiatria social, ya que la importancia de los factores sociales en el origen de las enferme- dades mentales y en su prevencién y tratamiento es evidente, sobre todo, SEPTIMO INFORME 5 cn Jos casos que permiten la aplicacién de méodos psicoteripicos. Podsia decirse, en efecto, que los fines de la psicoterapia y de la psiquiatria social se superponen parcialmente. 1.2 Otras concepciones de I psiquiatria social Se ha dicho ya que la expresién psiquiatria social ha sido objeto de otras interpretaciones. Un autor, por ejemplo, ha escrito no hace mucho que el objeto fundamental de esa disciplina es «el enfermo mental en su contexto social ». En ese sentido lato, la psiquiatria social comprende todos Jos puntos de contacto entre el enfermo y el funcionamiento de la sociedad, incluidos los detalles de orden administrative y de préctica forense y las téenicas de desarrollo comunal, Otras definiciones reservan el adjetivo «social» a las actividades relacionadas con el bienestar de las personas habitualmente protegidas por instituciones tales como el seguro social y otras. Investigaciones recientes hhan demostrado que las capas menos favorecidas de Ia sociedad pueden ser también las menos favorecidas desde el punto de vista de Ia asistencia psiquifitrica que se Jes presta, En consecuencia, se ha denominado psi- quiatria social al conjunto de medidas encaminadas a facilitar a esas personas una asistencia psiquidtrica completa, aunque tales medidas dspendan més de la politica social que de In medicina social Gertos autores defienden otra concepeién de la psiguiatria social y mantienen que, una vez determinada con mayor precisidn la infiuencia de los medios Sociales en le dinimica psicolégica individual, Ios concci- mientos adquiridos en Ta préctica psiquidtrica podrian aplicarse al estudio fen gran eseala de Ia dindmica social. y la psiquiatria social podria Negar a offecer el medio de crear un mundo més sano o tal Vez enteramente sano. Segiin algunos autores, las técnicas de los psiquiatras para mantener 0 restablecer Ia capacidad de adaptacién social en las personas sometidas a desequilibrios y presiones podrian constituir la base de una nueva disei- plina, la « sociatria », que tendria por objeto el diagndstico, el tratamiento y la profilaxis de las estructuras sociales « malsanas ». Si esa nocién no se adopta con las debidas reservas, puede llevar a un terreno peligroso. Se ha hecho notar que la salud o la enfermedad mental son atributos exclusivos de los organismos vivos dotados de facultades ‘mentales. Al apliear esos conceptas a las sociedades. se introdueen juicios de valor que convendria evitar. Puede decirse, sin embargo, que ciertas sociedades son mis propicias, que otras al comportamiento normal 9 anormal de los individuos y es de esperar que se conceda a ese hecho una importancia creciente en Jos estudios generales de psiquiatria social y medicina social. En efecto, wn anélisis riguroso y una accién eficaz serian impositles sin conocer a fondo el medio cultural y Ia estructura social en que el individuo evoluciona hacia estados 6 SALUD MENTAL de salud o de enfermedad mental, Es fundamental para la psiquiatria social, por ejemplo, conocer el alcance de los conceptos de normalidad y anormalidad en las distintas sociedades y el grado de tolerancia a tales © cuales formas del comportamiento. Inferesa a la psiquiatria social el conjunto de problemas relacionados con el desarrollo normal o anormal de la personalidad. Es asimismo esencial conocer Is influencia e importancia de determinadas instituciones : sistemas religiosos y juridicos,escue lay familia. 1.3 Funcién de la psiquiatria social en Jos distintos tipos de sociedad Sabido es que las consideraciones de esa naturaleza son hasta cierto punto abstractas. No podra precisarse su verdadera importancia mas que ‘después de un protongado estudio, y un aspecto importante de ese estudio consistiré en determinar la influencia concreta de la cultura y de la estructura social en las personas que padecen o corren el riesgo de padecer algin ‘rastorno psiquiftrico. Es necesario recordar a este respecto que, en cada una de las etapas de su existencia, el individuo pertenece simultineamente a varias estructuras sociales. En consecuencia, al estudiar la influencia de la sociedad sobre el individu habré que definir el geupo o estructura social que se considera « determinante ». Cualquiera que sea la organizacién de la sociedad, la variable que importa tener en cuenta no es el trastorno mental en si mismo, sino la reaccién de la colectividad ante un comportamiento anormal En tas sociedades agricolas, de estructura relativamente rigida, la asistencia a los enfermos mentales apenas esta prevista en los hospitales y establecimientos andlogos, y los pocos casos que se encuentran en ellos son por lo general muy graves. Al mismo tiempo, un gran mimero de en- fermos pasan inadvertidos y siguen viviendo pacificamente en el ambiente {que les s familar. Los resuitados de ese hecho son con frecuencia excelentes, ya que el enfermo asistido normalmente por los miembros de la familia 0 de Ia tribu suele ser menos propicio a los grandes trastornos de compor- tamiento. No obstante, el prondstico individual puede set peor y la necesidad de un tratamiento médico pasar inadvertida, aparte de que la naturaleza de la organizacién social sea, en si misma, un obstéculo para el tratamiento del enfermo. Es importante notar que, cuando la psiquiatria Social se introduce en una sociedad de ese tipo, sus métodos han de adap- tarse cuidadosamente al medio en que se aplican. Por ejemplo, en una Sociedad que evoluciona lentamente seria init exigir 1a hospitalizacion de todos los casos graves, para verse después en la necesidad de reinte- grarlos al medio familiar. En esas circunstancias, el psiquiatra deberd esforzarse, por el contratio, en prestar al enfermo toda la ayuda posible sin apartatlo del seno de la familia, SEPTIMO INFORME a En las socicdades menos estables se plantearin seguramente otros problemas. En primer término, la enfermedad mental suele estar estrecha- ‘mente ligada a la incapacidad del enfermo para adaptarse a su medio y esa ineapacidad puede aumentar cuando el conjunto de la estructura social ‘cambia, En segundo lugar, la reintegracién social, parte esencial de la cura- ign, puede ser més dificil cuando la sociedad esta en plena transformacién. Los pafses donde han sido mayores los efectos de la industrializacion ¥y de las consiguientes transformaciones sociales durante Ios ciento cineuenta ‘iltimos aftos ofecen un rasgo comin de fundamental importancia cuando se consideran los fines de la psiquiatria social : en casi todos ellos se ha manifestado una tendencia creciente a excluir a los enfermos de la vida social mientras duraba su enfermedad. Asi, en los paises donde los cambios sociales colectivos producidos por la revolucién industrial se manifestaron primero, los movimientos de poblacién y los trastornos sociales de mediados. del siglo XIX trajeron como consecuencia la creacién de enormes hospitales psiquidtricos muy alejados de las grandes ciudades y en los que los enfermos. y el personal facultativo vivian enteramente aislados de la sociedad. Se hecesitaba una autorizacién legalizada para recluir o sacar aun enfermo y los médicos con facultad para dar esas autorizaciones levaban el signi- Ficativo titulo de « alienistas ». Esa sogregacién de los enfermos mentales ha ereado un conjunto extraordinario de circunstancias artificiales. Después de un periodo de absoluta exclusién, el enfermo debia ser reintegrado a la vida social, Tal era, en términos generales, el objetivo perseguido por la psiquiatria social en esos paises. Poco @ poco se ha ido progresando : se han simplificado las formalidades legales, los enfermos pueden ingresar en el hospital voluntariamente y sin autorizacién, se ha aplieado el principio de la puerta abierta, se han establecido hospitales diuenos, hospitales nocturnos y clubs terapéuticos. Pero todo ello sigue siendo insuficiente. Los psiquiatras comprenden ahora que no podrén alcanzar sus objetivos mis que abandonando radicalmente el sistema de excluir a los enfermos de Ja Vida social. Pero se dan cuenta al mismo tiempo de que el aislamiento del enfermo no es una mera cuestién de formalidades legales o de puertas eerradas, sino que depende en medida muy considerable de la actitud del comiin de las gentes hacia la enfermedad mental y el tratamiento psi- uidtrico. in la actualidad, un psiquiatra puede con frecuencia conducir a un cenfermo hasta las puertas de la vida normal, pero sus esfuerzos serian inttiles si esas puertas se abrieran sobre el vacio. Para aprovechar en la mayor medida posible los adelantos de la psiquiatria moderna es necesario ‘que la sociedad aprenda a colaborar en la prevencién de los trastornos mentales, en el tratamiento y en la rehabilitacién del enfermo. En oteas palabras, la posibilidad de seguir perfeccionando los métodos psiquidtricos depende en gran parte de las actitudes de la sociedad con respecto a los enfermos mentales y a Ia psiquiatria social misma. 8 SALUD MENTAL 2. LA COLECTIVIDAD Y SUS ENFERMOS MENTALES 2.1. Fuentes de informacion Para conseguir la colaboracién dela colectividad en los esfuerzos preventivos y curativos de Ie psiquiatria social, es evidentemente necesario adquirit primero un conocimiento exacto de la situacién actual de los enfermos mentales en la sociedad. Esta cuestién ha comenzado a estudiarse en diversos lugares, pero en muchos casos la informacién de que se dispone procede tinicamente de impresiones de observadores ocasionales 0 de fuentes indirectas. ‘Las investigaciones sobre fos estados y predisposiciones de la opinién (actitudes colectivas) emprendidas en determinados paises por los socidlogos y los sociopsicélogos seran de gran utilidad para los psiquiatras sociales ; esas investigaciones les facilitaran los datos bésicos para preparar sus planes de accién. El Comité ha examinado un interesante ejemplo de ese tipo de investigaciones. Se trata de los trabajos iniciados en mayo de 1950 por el National Opinion Research Center de la Universidad de Chicago (Estudio NORC). Se interrogé detenidamente a mas de 3500 personas que constituian una muestra representativa de la poblacién adulta de los Estados Unidos. Los objetivos principales de la encuesta eran « en primer lugar, describir de modo detallado las ideas caracteristicas de Ia sociedad americana acerca de la enfermedad mental y, en segundo lugar, explicar en la medida de lo posible por qué esas ideas populares se manifiestan en su forma actual ». ‘Los estudios iniciados en fecha més reciente en la Universidad de ois han sido objeto de un informe preliminar titulado « La formacion yy evolucién de las ideas populares acerca de la salud mental y de las enfer- ‘medades mentales ». La Social Psychiatry Research Unit, del Instituto de Psiquiatria de Londres, investiga en la actualidad esos mismos problemas mediante el estudio comparativo de una colectividad minera y de una colectividad rural desde tres puntos de vista : a) estructura social ; 6) actitudes y com- portamiento de la poblacién respecto a los enfermos mentales,y c) actitudes de las familias respecto a los miembros de las mismas que reciben trata- miento en un hospital psiquistrico, El departamento’de la BBC de estudios sobre la opinién de los oyentes evé a cabo una encuesta sobre los efectos de un programa de televisién transmitido en 1957 con el titulo de «El espiritu enfermo ». Esa serie de cinco programas (uno por semana) de media hora de duracién ofrecié tun cuadro bastante completo de las cuestiones psiquitricas. Se realizé tuna prueba con 800 personas que habian decidido seguir o no seguir el Programa sin tener noticia del estudio que iba a efectuarse. Los datos SEPTINO INFORME 9 ‘obtenidos facilitaron indicaciones titiles acerea de las actitudes colectivas con respecto a los enfermos mentales. Se ha hecho observar en el Comité que la colaboracién de los centros de estudio sobre la opinién piblica existentes en muchos paises permitiria obtener una informacién mucho més detallada. No obstante, ese tipo de investigacién por sf solo puede dar una idea demasiado fragmentaria y poco coherente dela situacién en una colectividad dada si no se combina con los anilisis de tipo més general de los etnélogos y socidlogos. El concurso de estos especialistas es indispensable no sélo para comprender Ia naturaleza diversa y las causas de los desérdenes ‘mentales en las diferentes sociedades, sino para descubrir los motivos que explican las actitudes colectivas a ese respecto. Solo después de haber estu- diado detenidamente Ia situacién de los enfermos mentales en su propio medio cultural sera posible que los psiquiatras sociales adopten medidas racionales de prevencién, tratamiento y rehabilitacién. La terminologia aplicada a los enfermos mentales en los diferentes paises y grupos sociales puede proporcionar algunas indicaciones acerca de la actitud de la colectividad. Sobre este punto se ha ofrecido informacion relativa a los términos de uso corriente en Francia y en América del Norte. También puede ser revelador el vocabulario juridico, cuesti6n que se trata detenidamente en el capitulo sobre terminologia y definiciones de un estudio publicado por la OMS en 1955? acerca de Ia legislacién sobre la materia, La Iegislacién, no s6lo. por las diferencias de terminologia, sino por su contenido, da idea de las actitudes de la colectividad con respecto a Jos enfermos mentales. Pero debe advertirse, y asi se hace notar en el cuarto informe del Comité de Expertos en Salud Mental,? que la legislacién de muchos paises esté més atrasada que las actividades de salud mental ¥ es posible, por lo tanto, que también se dé ese retraso con respecto a las actitudes colectivas La organizacién de Ja asistencia a los enfermos mentales ofrece también datos de interés. Puede estudiarse, por ejemplo, en qué medida los enfermos ‘mentales siguen en contacto con la sociedad o se les recluye en instituciones especiales, 0 puede examinarse la naturaleza de esas instituciones y com- probar hasta qué punto se ocupan de la rehabilitacién de los enfermos 0 son simples lugares de custodia, o también hasta qué extremo se utilizan las prisiones y comisarias de policia para recoger enfermos mentales, etc. Un estudio histérico de la evolucién del problema en diferentes paises contribuiria sin duda a esclarecer Ia presente situacién. Puede comprobarse, por ejemplo, que la creencia primitiva en ls posesién demoniaca como 2 World Health Organization (1985) Hospitalization of mental patients, Ginebra (Pubieado primero en Jat. Dig. Hlth Leg. 1985, 6, 1) © Org. mun. Salud Ser. Inf. téen., 1985, 98 10 SALUD MENTAL causa de Ja enfermedad mental sigue estando muy generalizada en algunas zonas y probablemente no ha desaparecido por completo en las restantes. La literatura y el arte relejan sin duda ciertas actitudes de la sociedad con respecto a Ios enfermos mentales, pero ese aspecto de la cuestién no se ha estudiado todavia. 2.2 Tipos de actitudes Los datos obtenidos de las fuentes de informacién enumeradas revelan aque las actitudes con respecto a los enfermos mentales varian extraordina~ riamente. En un extremo, la anormalidad no se reconoce como tal y el enfermo sigue plenamente incorporado a la sociedad ; en el otro, todo el que no se adapte a Ja norma queda enteramente rechazado. Entre los dos se encuentran las actitudes de veneracién, toleran iad, divertimiento, curiosidad malsana, ansiedad, miedo, prejuicio, repulsion y hostilidad Las actitudes favorables se basan con frecuencia en los laz0s familiares y estin reforzadas a veces por Ia estructura social. Las actitudes hostiles pueden ser fruto del desconocimiento de las eausas de la enfermedad y del comportamiento imprevisible de los enfermos, que amenaza el orden social y origina estados de ansiedad. Afiddanse a todo ello los mitos acerca de tse tipo de enfermedades. En su miedo e ignorancia, el hombre trata de luchar contra la angustia adoptando determinadas actitudes y ciertos tipos e condueta que considera apropiados. La repeticién de las explosiones emotivas (de miedo, por ejemplo) viene a reforzar esas nuevas reacciones y asi se consolidan las actitudes de la sociedad. El alejamiento es uno de los mmedios més frecuentes y eficaces para evitar la angustia. Las colectividades tratardn, por lo tanto, de mantener a los enfermos mentales lo més lejos posible, construyendo grandes hospitals aislados, negindose a dar trabajo a Tos antiguos enfermos y rehuyendo su contacto. El placer de dar satis- facci6n a las tendencias agresivas basadas en prejuicios intensifia sutilmente el deseo de excluir a esos enfermos. Podria suponerse que el habito de considerar a los enfermos mentales ‘como personas que necesitan tratamiento es cosa relativamente moderna y limitada a los paises que disponen de servicios psiquiitricos importantes No obstante, el Comité hace notar que esa concepcidn existe desde hace ruichos siglos en otras partes del mundo, como lo demuestra, por ejemplo, Ia costumbre de enviar a los enfermos a tratarse en los monasterios budistas 0 de confiarlos al cuidado de otros sanadores religiosos, ‘Trataremos a continuacién de clasificar las actitudes predominantes segiin la naturaleza de la enfermedad, la estructura social, el medio ambiente yeel caracter de los grupos examinados. El Comité sefiala una vez mas que Jos datos reunidos estin muy Iejos de ser completos. Sin embargo, es de esperar que este breve examen de los datos y opiniones actuales facilte Ia preparacién de ulteriores estudio. SEVTINO INFORME nl 2.3. Factores que influyen en las actitudes con respecto a los diferentes tipos de enfermedad 2.3.1. Diversas concepciones de la enfermedad mental Los resultados de diversas encuestas y observaciones indican que una gran parte de la poblacién carece de ideas claras sobre Ia naturaleza de las enfermedades mentales y sobre sus diferentes tipos. Por ejemplo, el ‘estudio realizado en la Universidad de Ilinois (pagina 8) revela que hay, al parecer, entre la poblacién de los Estados Unidos dos grupos que se ‘encuentran en ese caso : las personas que solo han frecuentado Ia escuela primaria y las mayores de 50 afios. En el estudio NORC (pagina 8) las personas interrogadas distinguian por lo general entre los « trastornos nerviosos » y la «locura », pero consideratan que ambos eran formas de enfermedad mental. Sin embargo, al contestar a otras preguntas, cuando esas personas no se vefan obligadas a dar una definicidn sino que hablaban espontineamente, manifestaban una tendencia a identificar la enfermedad ‘mental con las psicosis. Se leyeron después a los interrogados seis deserip~ ciones breves de casos redactadas con Ia colakoracién de fsiquiatras, a fin de presentarles los siguientes tips de enfermedad : la paranoia, la esquizo- frenia, el alcohotismo, la neurosis de angustia, la fobia y un ejemplo de trastornos del comportamiento infantil. Tan sélo el caso extremo de la paranoia fue recanocido por la mayoria de los interrogados como caso de ‘enfermedad mental. La conclusién del estudio es que Ia mayoria de la pobla- ign de los Estados Unidos de América sake que la definieidn de enfermedad mental se ha modificado pero no la ha asimilado por entero. En el estudio efectuado por la BBC, se pidié a las personas que no habian seguido el programa de television que dijesen cudles eran, a su juicio, los diferentes tipos de enfermedad mental. Las tres cuartas partes de los interrogados, aproximadamente, mencionaron las neurosis (emple- ando por Jo general una terminologia mucho menos precisa) ; un 25%, s€ refirié de manera vaga a la paranoia, a los trastornos de tipo obsesivo, ‘las depresiones y a la esquizofrenia. Menos del 10% aludieron a las personalidades psicopéticas, Los resultados de diversas encuestas revelan que existe una tendencia ‘muy goneralizada a clasificar a los enfermos mentales en dos categorias : Tos que «es necesario encerrar » y los que «no esti realmente locos ». Por el contrario, se ha observado en Nigeria, entre los « Babalawo > (brujos que combinan las funciones de curandero con las de jefes religiosos) cieria resistencia a admitir una posible distincién entre los diversos tipos de enfermedad mental. 2.3.2 Ideas acerca del origen de las enfermedades mentales Las ideas acerca del origen de las enfermedades mentales pueden ejercer una profunda influencia sobre las actitudes colectivas con respecto a los 2 SALUD MENTAL enfermos. Por ejemplo, en un pais donde una parte de la poblacién cree que la eausa de la Iocura es la posesién demoniaea, es al demonio a quien se detesta y no a la persona enferma, objeto mas bien de compasién. En consecuencia, una vez expulsado el demonio, la persona curada vuelve por entero a su situacién anterior. En algunas sociedades se atribuye a las enfermedades mentales un igen principalmente hereditario, como revela la observacién frecuente : «eso es de familia ». Por tal razén, se supone con frecuencia que el pro- néstico de la enfermedad es malo, se rechaza a Ia persona como posible ‘eényuge y se la mira con hostilidad si contrac matrimonio, considerando ese hecho como un acto de irresponsabilidad del enfermo’respecto a st descendencia. Esa actitud hostil puede intensifcarse en determinadas ccasiones por cl temor de ver un patrimonio malgastado o mal utilizado. Esa actitud ha dejado huella en diversas legiskaciones sobre el matrimonio, el divorcio y los derechos de sucesién de los enfermos mentales. Cuando se cree que los trastornos psiquidtricos tienen un origen somé- tico, la actitud hacia los enfermos suele ser més favorable, en parte porque su curacién parece mAs probable y en parte porque se considera hasta cierto punto que el enfermo es menos responsable de la debilidad de voluntad © de espiritu, que es tal vez Ia causa de su comportamiento anormal. En general, se tolera con més facitidad a las personas cuyos trastornos se suponen originados por un trauma eraneano, por la fatiga 0 por los « ner- vios » 2.3.3 Normalidad y anormatidad Modos de pensar y de conducta que se consideran normales en una sociedad pueden resuitar anormales 0 tenerse incluso por sintomas de enfermedad mental en otra. Por ejemplo, determinadas formas del pensa- miento magico africano parecerian alucinatorias en Europa. Como ejemplo de las distintas reacciones ante Ia conducta se puede tomar los actos indecorosos sintomiéticos de enfermedad mental, que no parece anormal ni provoca una reaccién social hostil en ciertas eolectivi- dades primitivas, mientras que puede suscitar un profundo despreeio y dar lugar a severos castigos en otras partes. Los intentos de suicidio valorados como sacrificios de consagracién a los dioses en determinados medios culturales se consideran como actos punibles en otros. Cuando el enfermo mental puede seguir cumpliendo las funciones que le corresponden dentro de la sociedad, la actitud de ésta puede ser Favorable. Por ejemplo, una sociedad agricola poco evolucionada acepta sin dificultad a los deficientes mentales. Las formas visibles de la anormalidad pueden estar influidas por « la moda ». Tal es, por ejemplo, el caso de la histeria drtica o amok procursivo, las danzas frenéticas de la Edad Media y el predominio pasajero de distintos SEPTIMO INFORME 13 tipos de toxicomantia. La moda no es probablemente ajena a las diferencias ‘entre los tipos de trastornos neuréticos observados, respectivamente, en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda. 2.3.4 Sintomas manifiestos, pronéstico y tratamiento Con las anteriores observaciones se relaciona Ia influencia que los sintomas manifestos de la enfermedad ejercen sobre la actitud coleotiva. Un comportamiento agresivo © molesto dard lugar probablemente a una reaccién hostil, mientras que un enfermo pacifico y reconcentrado recibiré un tratamiento compasivo o indiferente. Tiene, a ese respecto, particular importancia la posibilidad de prever el comportemiento del enfermo, ya que un comportamiento imprevisible origina reacciones de miedo y repulsa. El pronéstico real o supuesto puede tener una considerable importancia. En los casos que se jurgan curables el enfermo tiene més posibilidades de set aceptado ; por el contrario los casos « desesperados » corren el riesgo de verse rechazados y aislados. Los tipos de tratamiento influyen también, como es evidente, en ta reaecién del medio social, El tratamiento psicoanalitico, por ejemplo, rodea al enfermo de una aureola de fascinacién en ciertos medios. El tratamiento por métodos fisicos parece estimular la esperanza y faciitar Ia aceptacién dol enfermo que terminaré por ser tratado igual que los convalecientes de tun trastorno somitico. En la seccién 4 (pagina 30) del presente informe se anotan otras consideraciones acerca de Ia relacién entre el tratamiento y las actitudes de a colectividad 2.4 Tipos de reacciin segin la naturaleza clinica del caso 2.4.1 Psicéticos Alli donde se tiende a identificar la «enfermedad mental» con la « psicosis », los enfermos suelen ser objeto de una reaccién menos favo- rable que cuando los tipos menos graves de trastorno psiquitrico quedan también englobados en Ia nocién general La actitud con respecto a los esquizofiénicos, que constituyen una categoria numerosa, repercute vivamente sobre el resto de los enfermos mentales. Parece, ademas, que esa actitud ha sido compartida en gran medida por los mismos psiquiatras, hasta el momento todavia reciente «en que se introdujeron mievos tipos de tratamiento. Ha podido comprobarse que cn muchas sociedad el término esquizofrénico tiene un significado siniestro y evoca siempre un caso incurable. En algunos lugares un diag- néstico de esquizofrenia puede impedir la entrada en la universidad 0 cerrar el paso a pucstos de importancia. Muchos intelectuales temen ‘encontrar dificultades profesionales si existe en sui familia algiin caso de ‘esquizofrenia. Por ese motivo, los psiquiatras de los hospitales rehuyen 14 SALUD MENTAL con frecuencia ese término, a fin de evitar dificultades a os enfermos cuando se incorporen a la vida normal 2.4.2 Neuréticos Muchas sociedades tienen una terminologia especial para describir a las personas que padecen un tipo leve de anormalidad ; sin embargo, se advierte con frecuencia un esfuerzo para no clasificarlas como enfermos mentales, a fin de que no se vean excluidas del medio social El neurético es un personaje familiar, con el que el hombre de Ia calle puede identificarse fécilmente y que incluso ha llegado a estar de moda en algunos paises y grupos sociales. La opinién general llega a veces a consi- derar la neurosis como signo de inteligencia, No obstante, cuando los sintomas de la enfermedad crean una tensién en las personas que rodean al enfermo, éste empieza a encontrar resistencias y se le comienza a clasificar como psicépata. 2.4.3 Psicdparas Todavia no se ha admitido de modo general que los casos psicopiticos constituyan un problema médico, Abunda todavia, incluso entre los ‘médicos, la opinién de que los psicpatas son simplemente seres antisociales, contra los que es necesario proteger a la sociedad por medio de medidas coercitivas 0 punitivas. Sin embargo, la actitud de los profesionales esté modificéndose en la actualidad. El informe de la Real Comisién? sobre Ia nueva legislacién briténica en materia de salud mental insiste en que el psiquiatra debera hacerse cargo del tratamiento de ese tipo de enfermos. ‘No obstante, para los no profesionales sigue siendo dificil considerar como casos de enfermedad y no de perversidad a ese tipo de personas, caracteri- zadas con frecuencia por su irresponsabilidad, su incapacidad para aprender Y; sobre (odo, por su indiferencia ante los efectos de su comportamiento Sobre los demis. Factor de considerable importancia es el hecho de que muchas personas no hacen diferencia alguna entre los psieépatas que constituyen una autén- tica amenaza para la vida y seguridad de sus semejantes y el tipo mas comiin de psicépata inofensivo. Fl primer tipo es muy reducido en niimero, pero su comportamiento agresivo y criminal suscita temores que se extienden injustamente al segundo tipo de enfermos. 2.4.4 Deficientes mentales Se desprende claramente de las discusiones del Comité, que la actitud colectiva respecto a los deficientes mentales depende en gran parte del 2 Great Britain, Royal Commission on the Law Relating to Mental Ilness and. Mental Deficiency (1957) Report. London, HH. M. Stationery Otlice. SEPTINO INFORME 15 ‘medio a que han de adaptarse. En las sociedades donde no se espera del trabajo un gran rendimiento, esas personas se toleran fieilmente e incluso zo se las considera anormales. En los medios sociales de un nivel de instruc- cidn mis elevado, los padres pueden sentirse avergonzados o culpables de tener hijos mentalmente deficientes y éstos corren mas tarde el riesgo de no conseguir un empleo. En las eiudades, una madre puede Megar mirar con hostilidad a un nifio retrasado, si se ve obligada a permanecer en la casa para atenderlo y privada asi de ocupar un puesto remunerado. Lo ‘mismo sucede en el caso de Ias familias que han de sostener a un miembro ineapaz de ganarse la vida. Muchas de esas reacciones desfavorables, desaparecen cuando la opinidn colectiva adquiere conciencia de que las deficiencins mentales son en gran medida de origen exégeno. 2.4.5. Niflos anormates Por lo general, se suele considerar al nifio retrasado o deficiente mental como un ser que necesita cuidados y muchas veces se le mira eon compasién. Se considera, por regla general, que tanto la familia como la sociedad estén obligadas a compartir esa carga. Muy distinta es la actitud colectiva con respecto a los nifios que manifiestan trastornos de comportamiento. En muchos casos, se les considera responsables de ese comportamiento, atribuido a defectos morales y no a un estado patolégico que exige una Psicoterapia. Los nifios psicépatas, muchos de Ios euales padecen lesiones cerebrales, necesitan un cuidado especial: no obstante. predomina en esos casos una actitud de repulsa por parte del medio social. 2.4.6 Anormalidades en la vejez Machas religiones ensefian que los ancianos llevan ia bendicién divina al hogar y deben ser respetados y protegidos. Esa actitud, que no hace diferencias entre los ancianos que padecen alguna anormalidad y los que no la padecen, esti todavia muy extendida en todo el Oriente, Por otra parte, ciertas investigaciones han demostzado que, contra lo que podria suponerse, incluso on los casos en que al cabo de tres gencraciones la familia comienza a disociarse, el tratamiento que reciben los ancianos no es necesariamente peor. Los cambios a que ha dado lugar Ia industrializacién parecen haber aumentado, sin embargo, el nimero de personas de edad avanzada que, encontréndose aisladas, han de ingreser en una institucién. Hay razones para pensar que la actitud con respecto a los ancianos anormales es menos favorable en las sociedades en vias de evolucién, donde las personas de edad avanzada muestran menos aptitud y disposicin que los j6venes para daptarse a un nuevo tipo de vida. Parece ser también que la actitud con respeeto a los ancianos esta estrechamente relacionada con las diferencias de clase social, especialmente en los paises mis industrializados. La razén de ese hecho es, tal vez, que al pasar Ia joven generacién, con frecuencia, 16 SALUD MENTAL a una clase social més elevada que 1a de sus padres, éstos se convierten entonces en una especie de estorbo o lustre. Es probable que ese motivo influya también en la actitud de repulsa de que puedan ser objeto los ancianos anormales. De todos modos, segiin se sefiala en el informe del Comité de Expertos sobre Problemas de Salud Mental del Envejecimiento y de la Vejez,> ese estado de cosas ha comenzado a modificarse en muchos paises donde la joven generacién se muestra mis dispuesta a colaborar ‘en el tratamiento y rehabilitacién de los ancianos aquejados de enfermedades mentales, 2.5 Influencia de Ia estructura social y de las instituciones 2.5.1 Medio rural y medio urbano Como ya se ha indicado en varias de las secciones precedentes, la situacién de los enfermos mentales depende en gran parte de la estructura de la sociedad en que viven. Asi, segin hemos visto, en una sociedad de carécter fundamentalmente agricola, el grupo familiar, muy extenso y de normas muy estables, suele aceptar a los enfermos y hacerse cargo de ellos ; por el contrario, en los paises muy industrializados y en plena evolucién, esas personas suelen considerarse como una carga y’son recha- zadas. En muchas zonas rurales, una elevada proporcién de deficientes mentales y algunos psicépatas pueden trabajar con suficiente rendimiento y son tolerados por Ia colectividad. Sin embargo, el influjo de las modernas ‘transformaciones econdmicosociales en Ia vida rural esti’ modificando esa actitud. Asi sucede en particular cuando en el trabajo agricola se utilizan innovaciones téenicas que exigen un nivel intelectual mas elevado. Puede comprobarse la existencia de cierta hostilidad hacia los enfermos mentales erénicos con sintomas poco manifiestos, pero que se niegan a trabajar. jettas caracteristicas del medio urbano influyen en la aparicién y formas de expresién de las enfermedades mentales. En efecto, la comple- jidad de la vida en las ciudades exige mayores facultades de adaptacién que la vida en el campo. El hacinamiento en las viviendas puede ser causa de que los enfermos resulten mas dificiles de soportar que en las zonas rurales donde el espacio y Ia libertad son mayores, En compensaci6n, cl nivel de educacién mas élevado, por Io general, entre los habitantes de las ciudades influye favorablemente sobre su actitud con respecto a los enfermos mentales, 2.5.2. Nivel econdmicosocial Se ha mencionado ya que en ciertos medios se recurre al tratamiento psiquiatrico por esnobismo, mientras que en otros ese tratamiento suscita © Org. mud. Salud Ser. Inf. téene, 1989, 171 SEPTIN INFORME 7 cl temor a pasar por un tarado 0 a perder prestigio, La actitud con respecto a los enfetmos mentales suele ser més favorable cuando no constituyen una carga econémica. Por esa razén, en los paises donde los gastos del tratamiento corren a cargo del seguro de enfermedad, los enfermos son objeto de una hostilidad menor que en los lugares donde esa carga pesa sobre la economia familiar. En las sociedades en que est a punto de instituirse un seguro para los enfermos mentales, se espera que mejore su situacién, como sucedié en el caso de los ancianos cuando empezd a aplicarse el sistema de pensiones para la vejez, 2.5.3. Instituciones Ciertas instituciones influyen considerablemente en la formacién y ‘manifestacion de las actitudes colectivas con respecto a los enfermos mentales. Pueden citarse, por ejemplo, las confesiones religiosas estable- cidas, el derecho y Ios sistemas de ensefianza. Los imperativos religiosos que obligan 2 la familia a cuidar a sus enfermos y ancianos, tendrén un efecto favorable, por lo menos en el caso de los enfermos a los que se reconozca como tales, mientras aquellos cuya conducta se juzgue inmoral o contraria a las normas religiosas serén, probablemente rechazados. Por otra parte, es tradicién de muchos paises {que las jerarquias e instituciones religiosas asistan tanto a los enfermos mentales como a los enfermos fisicos. Es evidente que las actitudes de una sociedad ejercen una influencia sobre su legislacién, pero no es menos evidente la relacién inversa, En algunos paises el principal objetivo de las leyes y disposiciones sobre enfermos mentales ¢s garantizar, por una parte, 1os derechos del individuo y, por otra, proteger los intereses y bienes de Ia colectividad. El resultado es a veees un conjunto de disposiciones inedmodas en la prictica, como la necesidad de que un juez no médico reconozea que Ia enfermedad es real o Ja obligacién de probar Ia locura ante un tribunal. En otras socie- dades la legislacién trata, sobre todo, de proteger a Ia colectividad y pueden resultar entonces gravemente perjudieados los enfermos. Una legislacién de esa naturaleza tiende inevitablemente a asociar en la imaginacién popular la idea de enfermedad con las de castigo y reclusin. Por el contratio, en los paises donde Ia legislacién se esfuerza en asegurar una asistencia adecuada y autoriza la admisiOn voluntaria en los hospitales psiquidtricos, cl medio social suele estar més dispuesto a considerar a las victimas de un trastorno mental como enfermos que necesitan un tratamiento. El sistema de ensefianza puede influir también en las reacciones det ‘medio social. La actitud del personal docente depende en cierta medida de la formacién que haya recibido. En algunas zonas, esa formacién comprende el estudio de Ia fsicologia pedagégica y nociones bisicas acerca del desarrollo normal y anormal de la personalidad. Esos estudios 18 SALUD MENTAL ayudan a comprender mejor la situacién del nifio anormal y ejercen indirectamente una influencia saludable sobre Ia opinién piiblica en general. La prensa, la literatura, Ia radio, Ia televisién y el cine contribuyen asimismo a divulgar ideas (buenas o malas) acerca de las enfermedades mentales. El estudio hecho por la BBC fue de resultados positives, pero Podrian citarse casos en que los efectos fucron contraproducentes, 2.6 Factores que influyen en las actitudes individuales 2.6.1 Edad y educacién Existen dentro de los grupos sociales a que se ha hecho referencia ciertos factores que dan lugar a diferencias entre las actitudes individuales. Uno de esos factores, In edad, esta estrechamente rclacionado con la educacién, segin demuestra el estudio ya citado de la Universidad de Mlinois. Comparando un grupo de personas de mas de 50 aiios de edad ‘con un grupo de personas mis jévenes que habian recibido el mismo tipo de educacién (ensefianza secundaria), se comprobé que habia todavia diferencias entre las ideas de ambos grupos acerca de los enfermos mentales, su tratamiento y reincorporacién a la Vida social. No es probable que ese tipo de diferencias se manifieste en sociedades agricolas de cardeter mas estable. 2.6.2. Factores personales La personalidad de cada individuo suele influir intensamente en su actitud con respecto a los enfermos mentales. Las personas que tienden a prejuzgar desfavorablemente a: otros grupos humanos (por razén de su sexo, raza, religin, nacionalidad, etc.) manifiestan también con frecuencia, una actitud hostil con respecto a los enfermos mentales. Se han realizado pruebas en ese sentido, utilizando Ja Hamada escala F, que dan indicio de tendencias a a discriminacién, 2.7 Actitudes de grupos determinados 2.7.1 La familia Parece deducirse de diversos datos que en algunas colectividades la hostilidad de las familias es mayor hacia sus propios enfermos mentales que hacia tos enfermos extrafios al cfrculo familiar. Se comprobé en un, estudio que las palabras « loco » y « loca » estaban cargadas de significado negative, mientras que las palabras « padre», «madre, «hermana» y «abuela» To estaban de significado positive y muy particularmente la palabra « madre ». Cuando ambas categorias de palabras se asocian, como ‘en el caso de « madre loca », la expresion adquiere todavia un significado SEPTIMO INFORME 19 mas negativo que el simple término « loca». La expresién citada aparece cen Ia escala con un maximo significado adverso, como si el comin de las pensase; “una madre no tiene derecho @ hacer una cosa asi a Por otra parte, la actitud de los padres y de los hermanos de un enfermo con frecuencia esté lena de simpatia. Ejemplo de ello es la entrafable consagracién de las madres al cuidado de los nifios retrasados. Del mismo modo, hay muchos hijos que atienden con la mayor abnegacién a sus padres mentalmente anormales. 2.7.2. Personalidades destacadas ‘Un estudio efectuado recientemente en los Estados Unidos de América hha demostrado que Ia actitud de las personas que ocupan un puesto de importancia en una colectividad (alealdes, miembros del consejo municipal, ministros del culto, maestros, etc.) es mas liberal, més tolerante y menos rigida que la de la mayoria de la poblacién. Cierto es que esa afirmacién no es aplicable a todos los casos. Conviene, sin embargo, no olvidar que Ia actitud de las personalidades mis destacadas puede infuir en la organiza cién de un programa de psiquiatria. social 2.7.3 Empresas Es evidente que la actitud de las empresas respecto a sus empleados cenfermos dependera del tipo y, en particular, de fos sintomas de la enfer- ‘medad. En los lugares donde el tratamiento psiquistrico es préctica corriente, ciertas empresas dan tiempo a los enfermos para que acudan al médico como lo harian si se tratase de una enfermedad fisiea. Se conoce el easo de un hospital donde a los pacientes empleados en ciertas empresas y que ppadecen un trastorno psiquidtrico se les sugiere que soliiten su truslado 4. una sueursal cereana a fin de proseguir el tratamiento y las empresas se han declarado dispuestas a faclitar esa solucién. otro Hospital, especiali- zado en el tratamiento de grupos, acuden personas de alto nivel intelectual ¥y profesional a fin de participar en las sesiones colectivas fuera de las horas de trabajo, a veces por periodos de varios affos, sin que ello com- prometa la seguridad de su empleo 2.7.4 Personal médico y sanitario La actitud del médico general con respecto a los enfermos mentales depende, en parte, de su formacién psiquidtrica y, en parte, de lo que pot experiencia haya aprendido sobre las posibilidades y resultados del tra tamiento. La popularidad actual de la medicina psicosomatica puede ¢jercer una influencia favorable. Cuando se puede tratar a los enfermos ‘en [os hospitales generales y en los dispensarios, o sea dentro de la colecti- 20 SALUD MENTAL vidad, es probable que el punto de vista del mésico general acerca de ese tipo de enfermos sca mis exacto que en el caso de estar éstos confinados fn grandes instituciones especializadas. La actitud del personal de enfermeria dependeré inevitablemente de su formacin y del tipo de tratamiento y del régimen aplicados en el hospital © servicio donde trabaje. Resulta cada vez mis evidente que la enfermera necesita, sobre todo, conocer las causas del comportamiento del enfermo y el modo de tratamiento mas favorable para conseguir la curacién. Ese Tesultado puede obtenerse cuando la enfermera forma parte de un grupo terapéutico. La enfermera o el asistente social que visitan a los enfermos en su domicilio han de tener asimismo una disposicién de espiritu favorable que sélo es posible si comprenden la situacién del enfermo, 2.7.5 Los enfermos La actitud que puede advertir en los demés influiré necesariamente sobre Ia actitud del enfermo con respecto a si mismo. Cuando el enfermo se siente rechazado por la coleetividad, experimenta un sentimiento de temor y vergiienza y esti mis expuesto a perder Ia estima y la confianza en si mismo. Se ha demostrado claramente que, con un régimen de libertad y un margen mayor de responsabilidad, 10s enfermos dificiles recobran confianza en si mismos y mejoran su comportamiento, hecho que influye favotablemente en la actitud colectiva. Ese fenémeno es particularmente visible cuando 1a familia del enfermo participa en el tratamiento, 3. ACTITUDES DE LA COLECTIVIDAD Y PRACTICA PSIQUIATRICA 3.1 Actitudes de In colecti id con respecto a los servicios de tratamiento EL posible apoyo que la colectividad esté dispuesta a prestar al psiquiatra depende en gran medida de la opinién comiin acerca de la prictica psiquid- trica. Cuando predomina la idea de que el psiquiatra y sus colaboradores tienen como funcién tinica evitar que los inadaptados sociales causen algin daiio, manteniéndotos a ser posible rigurosamente encerrados, 1a colectividad tiene escasos motivos para prestar una colaboracién activa. Por el contrario, euando se cree que la misi6n fundamental del psiquiatra ayudar a los enfermos a proteger y recuperar su eficacia personal y social, la colectividad estara mucho mas dispuesta a colaborar activamente. Hay que admitir, sin embargo, que ambas posturas no agotan las posibles reacciones del medio social. Cuando se teme que el psiquiatra y sus cola- boradores puedan comprometer Ia seguridad colectiva, Ia sociedad trataré de protegerse por sus propios medios. Por el contrario, la ereencia de que SEPTINO INFORME a 1 psiquiatra se preocupa tanto del bien piiblico como dol de los enfermos hhard nacer un espiritu de activa colaboracién. ‘También a ese respecto se advierten considerables diferencias en los distintos medios culturales. En algunos casos es relativamente facil contar con el asentimiento colectivo para establecer un sistema de asistencia cextrahospitalaria que alcance a todos los enfermos mentales sin excepcion. Por ejemplo, en una regién de Nigeria donde la poblacién es en gran parte hostil a los hospitales por considerarlos instituciones ajenas a sus propias ‘radiciones, ha sido posible organizar el tratamiento en pequefias locali- dades sin suscitar una gran resistencia, No fue dificil obtener, ante todo, 1a colaboracién de los habitantes. Los enfermos ilegan al centro de tra~ tamiento acompafiados por uno de sus parientes y viven con una familia local. El personal médico presta asistencia a domicilio, aunque, de tiempo fen tiempo, el enfermo acuda al hospital para recibir ciertos cuidados especiales. Los enfermos pueden regresar a sus hogares cuando Io desean. En otros lugares ha sido necesario un largo proceso de adaptacin para conseguir que la colectividad aceptara los métodos de la psiquiatria social. En los paises donde la poblacidn esta habituada a tener a sus enfermos mentales confinados en instituciones especiales, ha sido preciso demostrar primero la eficacia de la psiquistria moderna, Puede servir de ejemplo a ose respecto la gran transformacién operada durante los altimos a‘ios en la Gran Bretafia y en otros muchos paises donde se ha conseguido dar tuna nueva orientacién a la opinién colectiva. Se cuenta en la actualidad con un gran ndmero de nuevas instituciones : hospitales diurnos, hospitales nocturnos, servicios de psiquiatria de los hospitales generales y consultorios. Todos esos servicios encuentran gran apoyo entre el piblico, convencida de que son pricticos, iitiles y recomendables desde un punto de vista humanitario. ‘Dato interesante es el cambio casi universal de los términos aplicados 4 las instituciones para enfermos mentales. En muchas lenguas la expresién ‘hospital mental » y otras equivalentes han reemplazado a las de « mani comio » o «asilo de alienados », que han adquirido un sentido peyorativo. ‘Otro dato revelador es el miimero de enfermos mentales que cn Ia actualidad solicitan voluntariamente el ingreso cn los hospitales psiquidtricos. Las escasas estadisticus de que se dispone demuestran que en los Estados Unidos de América, el 10 % aproximadamente de las admisiones registradas en 1949 en los hospitales psiquistrices estatales fueron voluntarias ; en Francia, la proporcién correspondiente en 1952 fue del 31% y en Inglaterra y Gales, casi del 70 % en 1952 y del 90%, aproximadamente, en 1957 ‘Asi, pues, ef hospital psiquidtrico esté comenzando a ser considerado, lo mismo que el hospital general, como un centro de tratamiento y no como un lugar de detencidn. Los progresos en el diagndstico y en los ‘métodos curativos han permitido a las instituciones admitit a los enfermos fen un periodo mucho més temprano de la enfermedad, con lo que el 2 SALUD MENTAL pronéstico suele ser mejor y el individuo puede reintegrarse con mayor rapidez a la sociedad. La idea de que los enfermos mentales pueden ser tratados con éxito esta generalizindose, como revela el informe de la Real Comisién Briténica, al que ya se ha hecho referencia :1 «Un numero creciente de personas tienen amigos o familiares que han estado en ‘un hospital psiquiatrico, de donde la mayor parte de ellos ha regresado para incorporarse ae vida normal, después de estar sometides a tratamiento durante algunas semenss, © quizé meses. Comienza, pues, genetalizarse por ese conducto un conocimiento directo de os hospitales psiquidtricosy de a labor que realizan... En efecto, tos multiples testimonios recibidos autorizan a pensar que en la actualidad la mayor parte de las personas estin dispuestas a reconocer, al menos de palabra, que las victimas de une Aanormalidad mental son simples enfermos y que los hosptales psiquidtricos deben considerarse ante todo como centros de tratamiento. » Gracias a la mejor comprensidn de los trastornos mentales y al perfec- cionamiento de los métodos terapéuticos ha sido posible convertir los hospitales psiquiatricos en « comunidades terapéuticas » (véase el Tercer Informe del Comité de Expertos en Salud Mental) ? y en algunos estableci- mientos se ha podido prescindir de cerraduras y cerrojos. En muchas ocasiones los ensayos de ese experimento han tropezado con viva oposicién, incluso por parte del personal. Pero poco a poco esa actitud va cambiando, a medida que se comprueba que en los hospitales abiertos los enfermos tienden a apaciguarse y que las evasiones son menos numerosas. Segiin ha declarado una enfermera de un pais del Mediterraneo Oriental, después de tres afios de experiencia en una institucién abierta : ‘Los enfermos no consideran que estén en une prisién, sino en un luger donde serén tratados y no eastigados. Fn un régimen de libertad, ganan confianza en si ismos Yen el hospital, y su comportamiento mejora a veces de manera sorprendente, Se encuen- ‘an asi mucho mas dispuesios a manifestar ose esprit de colaboracion tan Conveniente siempre para las relaciones entre los enfermos y el personal, y parecen més capaces de valerse por sf mismos. Adguicren, ademas, una independencia yuna seguridad que Jes ayuda a vencer el sentimiento de inferioridad al que con tuata frecuencia estén suetos.» Se ha hecho notar a propésito de las actitudes de la colectividad con respecto a los establecimientos abiertos que, después de un periodo de ensayo, la poblacién (si se da cuenta del cambio) reaeciona como el personal y los nuevos hospitales sucten ser bien acogidos. Se sefalé a ese propdsito 1 caso de un hospital de América Central cuyo vestibulo viene a ser como una plaza publica donde los visitantes y los enfermos se retinen libremente, donde los nifios juegan al fitbol con gran regocijo por parte de todos los presentes. Otro ejemplo, recogido esta vez en Europa, de la mayor facilidad 2 Great Britain, Royal Commission on the Law Relating to. Mental Tiness and Mental Deficiency (1957) Report. London, H. M. Stationery Office, * Org. mond. Santé Sér. Rapp. techn.: Wid Hith Org. techn. Rep. Ser., 1983, 73 SEPTINO INFORME 2B con que el medio social acepta a los enfermos es el de la sala de cine de un hospital frecuentada también por los habitantes de la vecindad. Se han ensayado otros muchos métodos para poner a la poblacién en contacto con todos los servicios y dependencias del hospital psiquitrico local, familiarizindola asi con los enfermos a la vez que se atentia en éstos Ia sensacién de aislamiento. Los resultados han sido satisfactorios. No obstante, las encuestas realizadas en una zona de los Estados Unidos de ‘América an demostrado que, a pesar de reconocer en teoria la excelencia {de 10s establecimientos abiertos, Ia poblacién no estaba convencida de la oportunidad de poner en préctica ese sistema en su vecindad. En Gran Bretafia se ban creado diversos centros para 10s casos mis graves de neurosis y para algunas psicosis precoces no comprendidas en la ley sobre el tratamiento de los enfermos mentales. Esos centros, donde no se necesita cumplir formalidad alguna para la hospitalizacién, parecen suscitar menos prejuicios que los hospitales psiquidtricos, y muchas per~ sonas estén dispuestas a seguir un tratamiento en ellos. El tratamiento psiquidtrico ambulatorio no es un sistema nuevo, pero hha recibido nuevo impulso en la actualidad, y asi lo demuestra la experiencia ya meneionada, que se Hevd a cabo en Nigeria. En la pequefia ciudad ‘de Gheel en Bélgica, es préctica tradicional desde hace 1200 afios que las familias alojen en sus hogares a los enfermos mentales. Ni éstos ni las consecuencias de su comportamiento inspiran temor, ¢ incluso las vietimas de trastornos greves se mezclen libremente con el resto de Ia poblacién. EI personal del pequefio hospital local, donde los enfermos pueden ser internados por breves periodos, atiende y trata también a los enfermos. Lo mismo ocurre en Francia, on las colonias det departamento del Sena, asi como en otros pafses. El sistema de hogares adoptivos, empleado en muchas partes del mundo, permite a los enfermos adaptarse a Ia vida de familia, incluso en 1os casos ‘en que la ineorporacidn al propio medio familiar resulta por aigiin motivo imposible © poco conveniente. Se ha ensayado también un sistema de hospederias donde se aloja a los enfermos que acaban de salir de los hospitales, Algunos de esos enfermos encuentran empleo én talleres pro- tegidos, donde cjecutan trabajos remunerados bajo Ia direccién de un personal especializado. Al mismo principio responden las colonias de trabajo, establecidas sobre todo para personas procedentes de zonas rurales, que han dado excelentes resultados en algunos paises como Israel En otras partes se han organizado servicios de tratamiento en el propio hogar de los enfermos, teniendo presente la situacién de Ix familia y la relacién del medio con la etiologia de la enfermedad. Ese sistema se aplica, por ejemplo, en los Paises Bajos, particularmente en la ciudad de Amster- dam. Los ejemplos que se acaban de citar demuestran que es posible tratar con éxito a los enfermos en un medio menos cerrado que el de los hospitales 4 SALUD MENTAL psiquidtricos. No obstante, ese tipo de asistencia no suprime necesariamente el problema de la reincorporacién de los enfermos en vias de curacién al medio social a que pertenecen. Es necesario conseguir Ia ayuda de la poblacién. En muchos casos, las tentativas de estrechar el contacto entre los enfermos mentales y la colectividad empezaron por encontrar resistencia ; sin embargo, a medida que la poblacién se acostumbra a convivir con los enfermos, disminuye ef temor a sus reacciones y se les acoge con mayor benevolencia, En bastantes paises, el tratamiento ambulatorio se ha ampliado consi- derablemente en el curso de los iltimos afios. La introduccién de téenicas terapéuticas, tanto psicoldgicas como somiticas, ha contribuido mucho a mejorar los resultados del sistema. Con objeto de reducir la proporcién de ingresos en Ios hospitales mentales mediante la ampliacién de los servicios de tratamiento ambulatorio y domiciliario, se ha efectuado durante dos aiios un experimento comparado en una zona perfectamente definida de la Gran Bretafia, tomandose como referencia la situacién de Ja misma zona en el afio 1956. En ese aio, el indice de los ingresos en Jos hospitales mentales de la zona sobrepasd en un 82,3% al de 1950. En el curso de los seis primeros meses del experimento, es decir, en la primera mitad de 1957, el indice de admisiones disminuyé en un 60% comparado con el correspondiente al mismo periodo de 1956. Sin embargo, no era el indicado mas que uno de los objetivos previstos: se trataba, ademés, de establecer un sistema eficaz y adecuado de tratamiento, cosa que parece haberse logrado. Otro ejemplo interesante de tratamiento ambulatorio es el del servicio psiquidtrico externo, establecido en 1930 en el cantén del Valais, en Suiza. Presta ese servicio un personal mévil que llega hasta la més pequefia aldea del canton. 'No obstante, como el moderno tratamiento ambulatorio no se limita 1 los casos menores (neurosis, trastoros del comportamiento, ete.), sino que se ocupa también de las psicosis, su organizacién suscité al principio una considerable resistencia en la colectividad. Pero numerosos observa- dores han podido comprobar que esa oposici6n disminuia al darse cuenta la poblacién del trabajo realizado ; en la actualidad, nadie pone en duda a gran Tabor de esos servicios y Ia necesidad de su existencia. Puede decirse, en efecto, que la eficaz organizacién del tratamiento ambulatorio ha contribuido en gran medida a reducir las actitudes de hostilidad a la practica psiquidtrica. La experiencia general parece indicar que el ps Quiatra y su personal encuentran un ambiente mis favorable cuanto mas extendido esté el tratamiento ambulatorio. Se han realizado algunos estudios acerca de las reacciones colectivas ‘con respecto a fos enfermos mentales que viven libremente en el seno de la sociedad, pero reciben tratamiento en un consultorio psiquidtrico. En el estudio de la BBC (pagina 8), cerca del 90 % de los interrogados contesta- ron afirmativamente a las preguntas que sugerian una reaccion de simpatia SEPTIMO INFORME 28 yy bonevolencia hacia esos enfermos ; un grupo de un 10 a un 30% reconocié ‘que experimentarla ciertos temores o sentimientos de malestar y descon- fianza, a pesar de que se definin al enfermo hipotético objeto’ del cues- tionario como.« perfectamente normal» y «tan agradable como cualquiera >. Las tres cuartas partes de Tos consultades, aproximadamente, manifestaron {que no tenian ineonveniente en relacionarse con ese tipo de personas, pero menos de la mitad se declararon dispuestos a darles un empleo. 3.2. Actitudes colectivas con respecto a los diferentes tipos de tratamiento psiquiatrico 3.2.1 Tratamiento somético ‘La actitud mis benévola del piblico hacia 1a psiquiatria se debe en ‘gran medida a los notables progresos del tratamiento somitico durante os tkimos decenios. Esa reaceién puede explicarse en parte por Ia semejanza de ese tratamiento con el aplicado en medicina general, pero tiene todavia mayor importancia el hecho de que el tratamiento medicamentoso, 12 electricidad, la. piretoterapia, etc., se hayan empleado con resultados evidentes y répidos en muchas ocasiones. Por otra parte, la terapéutica somitica se comprende con mucha mayor facitidad que la psicoterapia. En todo caso, esti probado que es és0 el tipo de tratamiento preferido ¢ incluso solicitado por Tos sectores menos sofisticados de la sociedad. 3.2.2. Psicoterapia La psicoterapia aparece ante Ios ojos de muchas personas con un nimbo de actividad magica ; sin embargo, ha sido el factor que més ba {nfluido en la evolucién favorable de la actitud piiblica hacia la préetica psiquidtrica. En algunas sociedades rurales los curanderos locales parecen comprender ‘en cierto modo los principios bisicos de la psicoterapia y se maniliesta fen esos medios una inclinacién a someterse a ese tipo de tratamiento: ‘en un mimero reducido de regiones se ha intentado injertar la psicoterapia fen las pricticas de carécter religioso tradicionalmente seguidas por los curanderos, Cuando esa labor se ha realizado con la debida prudencia, 1a psiquiatria ha ganado prestigio y la poblacién ha aceptado mas fécilmente el tratamiento médico. Como ya se ha indicado, cl tratamiento psiquidtrico en una clinica privada no desprestigia necesariamente al enfermo ; el hecho es incluso hhalagador para el esnobismo de ciertos circulos sociales 3.2.3 Terapéutica social Hemos hablado ya de la progresiva tuansformacién de los estableci- mientos psiquidtricos y de la labor realizada en ellos para dar cardcter 6 SALUD MENTAL social al tratamiento de los trastornos de la personalidad. El hecho de ue 10s enfermos mentales hayan resultado capaces de adaptarse aceptable- mente @ la estructura social ha ¢jercido sin duda una gran influencia sobre la actitud cotectiva con respecto a Ia practica psiquidtrica. Conviene sefialar a ese respecto la influencia ejercida en el interior y en el exterior de esos establecimientos por In ergoterapia o terapéutica profesional, que algunos preferen llamar trabajo terapéutico. 3.2.4 Ergoterapia La ergoterapia o terapéutica profesional se utiliza cada vez més en el mundo occidental, no sélo como sistema de tratamiento gradual de los trastornos psiquidtricos, sino como medio para mantener a los enfermos en relacién mis estrecha con la sociedad. En conjunto, la opinidn colectiva parece aprobar ese tipo de tratamiento, en Ia medida en que no plantee problemas de competencia con los demds trabajadores 0 entre en conflcto con los reglamentos de los sindicatos. En algunas partes se considera que el trabajo de los enfermos debe ser retribuido y asi se hace en ciertos casos para ofrecerles el mismo aliciente que si trabajaran fuera del hos- pital. La estructura social puede influir sobre la actitud de los enfermos y de Ia colectividad con respecto a la ergoterapia. En algunos lugares, los enfermos de las clases pudientes se someten con mas dificultad a ese tipo de tratamiento que los de las clases menos favorecidas. Convendré pues tener en cuenta esos factores al decidir el trabajo que haya de ejecutarse. Es necesario tener presente que, por lo general, el trabajo se considera como cosa buena en si mismo tanto en Europa como en América. En otras partes del mundo no sucede necesariamente lo mismo: el trabajo, y particularmente el manual, se considera como una funcién propia de las clases sociales inferiores. Por consiguiente, la ergoterapia no tendré 1 mismo valor en esos paises. A pesar de ello, se sabe que en algunas partes los psiquiatras han conseguido vencer esas resistencias. 3.3. Rehabilitacién y empleo de los enfermos mentales En a actualidad, los enfermos mentales que salen del hospital psiquid- ‘rico pueden dividirse en dos categorias. Forman la primera los enfermos crénicos que han padecido una larga enfermedad, quiz durante muchos afios, pero que pueden seguir ahora los métodos modernos de tratamiento Y que, sin haber recobrado de modo absoluto la salud, han legado a un estado en que Ja hospitalizacién ya no es necesaria. Componen la segunda categoria los enfermos que han padecido una crisis aguda, pero que han respondido con rapidez al tratamiento, y cuya estancia en el hospital ha sido breve. SEPTIMO INFORME 7 El enfermo crénico regresa a una sociedad que él ha olvidado y que, ‘con frecuencia, le ha olvidado también a él. En las zonas industriales el ritmo general de vida se ha intensificado durante su ausencia. Se han reconstruido totalmente distritos enteros. Los paisajes familiares han desaparecido y su lugar lo ocupan construcciones desconocidas. Las condiciones de trabajo han experimentado una considerable transformacion. Ciertas industrias muy activas antaiio han cedido el paso a otras enteramente nuevas que exigen téenicas distintas. Es necesario orientar al enfermo en ese medio nuevo y desconocido y ensefarle a vivir en él. Un primer elemento de desconcierto serd la velo- tidad det ritmo de vida; ineluso si el enfermo todavia posee las téenicas de trabajo con que solia ganarse la vida, puede suceder que la posibilidad de utilizarlas se haya restringido mucho o no exista en absoluto. Habré de adaptarse en tal caso a un medio profesional nuevo e insélito, para Jo cual necesitard consejos y un periodo de aprendizaje, ademas de una yada considerable, a fin de superar Ia desorientacién inicial. Se presentardn, aparte de los mencionados, otros problemas como el restablecimiento de relaciones personales satisfactorias. En muchos casos, Ja familia del enfermo puede haberse deshecho durante la estancia de aque en el hospital, sus amigos y companeros de trabajo pueden haberle olvidado, al paso que las relaciones personales iniciadas en el hospital quedan interrumpidas al abandonarlo. El enfermo se encontrar solo en ‘e503 momentos y sentiré el impulso natural de it en busca de un refugio, cs decir, de regresar al hospital psiquiatrico. Los problemas del enfermo que ha permanecido en un establecimiento psiquidtrico por un periodo breve son, no sélo distintos, sino en cierto ‘modo inversos. Acaso se le recuerde demasiado bien y quizés él mismo conserve todavia una imagen demasiado viva de las circunstancias de su crisis mental. Todo ello puede suscitar graves dificultades. Su crisis pudo ir acompafada de incidentes dramiticos © incluso violentos. Tal vez. la familia y el medio social en general temen su regreso y pueden no estar dispuestos a recibirlo, y el mismo enfermo puede ventirse angustiado ante esa. posibilidad. En ef curso de un estudio realizado en dos ciudades del Canad’, en 1951, se efectuaron encuestas en diferentes medios sociales para determinar hhasta qué punto los interrogados estarian dispuestos a entrar en relacién con una persona que hubiese padecido un trastorno psiquidtrico. Parti- ciparon en la encuesta més de 1500 personas. Las tres cuartas partes de los interrogados, aproximadamente, se manifestaron dispuestos a relacionarse con antiguos enfermos mentalcs en los lugares de trabajo 0 en los clubs ; menos de la mitad declararon que compartirian con ellos una habitaci6n ; tres cuartos aproximadamente admitieron que se esforzarian en disuadir «sus hijos de un posible proyecto de matrimonio con una persona en esas condiciones. 28 SALUD MENTAL Otro estudio, realizado en los Estados Unidos de América, revela, también que la posibilidad de que el enfermo pueda vivir fuera de una institucién psiquidtrica depende del grado de tolerancia del medio social. Los encargados de la encuesta comprobaron que los enfermos que viven separados de sus familias regresan al hospital con mis frecuencia que los otros, Sin embargo, en Inglaterra ha podido comprobarse el hecho opuesto. La importancia del grupo social a que se reintegra el enfermo parece ser mayor en los casos erénicos ; cuando se trata de casos precoces, la edad del enfermo, el diagnéstico y el periodo de hospitalizacién son los faetores principales. ‘Ademis de esforzarse en reintegrar al enfermo mental en su medio anterior, la psiguiatria social trata de adaptarlo a un medio profesional. Se trabaja ya en ese sentido durante el tratamiento y se busca la cola- boracién activa del enfermo, haciéndole comprender eudl es su funcién y ensefiindole a adaptarse a un empleo. La reintegracién profesional ha ‘de hacerse a veces gradualmente, ya que en algunos casos un antiguo enfermo s6lo puede trabajar de modo satisfactorio en un medio especial- mente adecuado, es decir, que permita hacer las concesiones que su estado exige. El empleo de fos enfermos mentales cuando dejan el hospital es, con frecuencia, un problema dificil. Todo lo que se ha dicho anteriormente acerca de la actitud de la sociedad tiene importancia a ese respecto. Los sintomas que el enfermo manifieste al abandonar el hospital ejereerin probablemente una notable influencia. Por ejemplo, al enfermo que da Signos de insuficiente dominio de si mismo se le aceptaré con mas difcultad que al que sufte pacificamente sus alucinaciones. En cualquier caso, ef hecho de haber estado en un hospital psiquidtrico puede bastar para que las posibilidades de encontrar un empleo sean escasas. En algunos paises, Ja legislaci6n y las organizaciones sociales prestan a los deficentes mentales Ja misma proteccién que a las personas fisicamente impedidas. En la Gran Bretafia, por ejemplo, el 3% de los puestos en las fibricas que emplean a mas de 20 obreros se reserva para personas impedidas. En el mismo pais, el Ministerio del Trabajo ha organizado un ampli sistema de rehabilitacién que atiende por igual a los enfermos mentales y a las personas fisicamente impedidas. En cerea de un centenar de fibricas pueden encontrar trabajo personas gravemente impedidas que no podrian ubrirse paso en el mercado ordinario, y existen 14 centros de rehabilitacién industrial administrados por el Gobierno, a los que acuden muchos enfermos mentales, incluso durante el periodo de hospitalizacién. Los resultados de la rehabilitacién son tan satisfactorios en ese grupo como cn el de las personas fisicamente impedidas, En otros muchos paises funcionan sistemas semejantes. No obstante, el éxito de todas esas medidas dependerd en iiltimo término de las personas con las que el enfermo, en un grado mas 0 menos avanzado de curacién, deba trabajar. SEPTIMO INFORME 29 Cuando un antiguo enfermo mental ha de volver a un empleo no protegido, el éxito de la experiencia dependeré en gran medida de la actitud de sus jefes ante el hecho de que esa persona haya seguido un tratamiento. Los puestos de més facil acceso en ese caso son los menos téenicos, los menos peligrosos y de menor responsabilidad. Cerca de la mitad de los interrogados en el estudio de la BBC (pagina 8) se manifestaron dispuestos a emplear enfermos mentales sujetos a trata- miento ambulatorio, y un 65 % aproximadamente a dar trabajo a antiguos enfermos de cstablecimientos psiquidtricos. Sin embargo, tan sélo una cuarta parte de los interrogados se inclinaban a confiar a un antiguo cenfeemo un puesto de importancia. ‘No faltan indicios para suponer que la actitud de las empresas y de Jos trabajadores con respecto a los antiguos enfermos mentales ha mejorado en muchos pafses. Desgraciadamente, la tendencia contratia parece mani- festarse en ciertos paises en vias de desarrollo, donde la reintegracién social de las victimas de un trastorno psiquiatrico era antes altamente satisfactoria. 3.4 Actitudes colectivas con respecto al personal psiquiditrico [Asi como las actitudes con respecto a los enfermos mentales mejoran a medida que se adquiere conciencia de las posibilidades del tratamiento, también son més favorables las actitudes adoptadas con respecto a los psiquiatras una vez que se comprende su funcién como terapeutas, No obstante, en muchas partes persisten todavia prejicios y temores ante Jas personas que atienden a los enfermos mentales. En las sociedades ecidentates, esa actitud tiene probablemente st origen en Ia atmésfera de muchos hospitales organizados como cérceles, que cn fecha todavia reciente engendraba ante las enfermedades mentales un sentimiento de impotencia y desesperanza del que no podian librarse ni el personal de todas las categorias, ni los enfermos, ni la poblacidn en general. La impre~ sidn de que los psiquiatras pueden estar contaminados por la « locura > de sus enfermos sigue siendo corriente en algunas regiones. El hecho de Gue, incluso en la actualidad, Jos psiquiatras de los hospitales no tengan contacto con el mundo del enfermo fuera del establecimiento tiende a alimentar los prejuicios y la incomprensién por parte del medio social Sogiin los resultados del estudio efectuado por la Universidad de linois (pagina 8), las personas interrogadas tienen s6lo una actitud moderadamtente favorable con respecto a las personas que se ocupan de Jos. enfermos mentales: psiquiatras, psicdlogos, asistentes sociales incluso personal de servicio. La poblacién siente una estima mucho mayor pot los profesionales que se dedican a las enfermedades somiticas, es Gecit el resto de los médicos. Pudo comprobarse. por ejemplo, que el término «médico psiquiatra » inspiraba mayor consideracién que la simple denominacién de « psiquiatra » 30 SALUD MENTAL El estudio de ta BBC permitié obtener algunos datos de interés acerca de la eficacia tetapéutica atribuida a los psiquiatras por la colectividad. Se dan a continuacidn las ciftas correspondientes al grupo de personas que no habian seguido el programa de televisién titulado «El espiritu enfermo ». En primer término, y por lo que se refiere a los cambios de caricter general, casi la mitad del grupo admitié que «se han realizado grandes progresos » en los veinte aftos tltimos. Mis del 70% oping que la mayoria de los enfermos mentales pueden ser curados, y el mismo por- ccontaje se incliné a creer que los psiquiatras y demas médicos que se ocupan de enfermos mentales « saben Io que estén, haciendo », Tan sélo el 22°% manifesté un alto grado de confianza. El Comité ha tomado nota de que, en Nigeria, el « Babalawo » trata tanto los trastornos fisicos como los mentales y apenas hace distincién entre lo orginico y lo psicégeno, de modo que és probable que las tribus en cuestién tengan de 1a medicina una concepeién psicosomitica unificada, Tal concepeidn parece favorecer al psiquiatra, en particular si éste demuestra que puede tratar no sélo los trastornos mentales, sino también las dolencias fisicas de los enfermos. De hecho, la doble competencia del psiquiatra ha sido de manifiesta utilidad en otras zonas. La creacién de servicios de psiquiatria en los hospitales generales y el establecimiento de consultorios, centros diurnos y servicios de asistencia

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