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DISTRIBUCIÓN DE LAS CASTAS EN LOS PAGOS DE ARECO A TRAVÉS DE

LOS CENSOS DEL SIGLO XVIII1

Clara Angerami*
Alicia Tapia**
Introducción
La sucesión de censos relevados en el área del Río de la Plata a lo largo del siglo
XVIII revela los esfuerzos emprendidos por la Corona española para ejercer un
mayor control sobre aquellas zonas más lejanas de sus dominios de ultramar. En los
confines del Imperio Español, el territorio presentaba una serie de fronteras
interiores definidas por la presencia de nativos no dominados y era especialmente
permeable a la penetración extranjera desde la instauración de la Colonia del
Sacramento en la Banda Oriental del Río de la Plata en 1680. El ascenso de los
Borbones en el siglo XVIII y su afán de controlar de forma efectiva el imperio,
repercutió en una serie de medidas administrativas. En el contexto de este esfuerzo
burocrático, económico y militar, se encuentran los censos de 1726, 1744, 1778 y
1789 (AGN - Padrones, Sala IX, 9-7). Estos documentos son una fuente importante
para conocer los modos de vida a finales de la época colonial, sobre todo por la
información que brindan acerca de la campaña bonaerense para la cual no abundan
las fuentes escritas, quizá debido al escaso número de habitantes y a la elevada
tasa de analfabetismo, entre otros condicionantes.
La información que se registró en los censos fue planteada por el Estado en función
de sus propósitos. En el caso de los padrones que se analizan los datos se
focalizan en la situación de los vecinos, y reflejan los ideales de una sociedad
jerarquizada racialmente; cuando no se especifica la casta es porque la fuente se
refiere al hombre blanco, español, de ascendencia española o criollo. Su objetivo era

1
Este estudio se inserta dentro del Proyecto de investigación Arqueología histórica de la
dinámica poblacional en el sector nordeste de la provincia de Buenos Aires (siglos XVII- XIX)
acreditado en el Departamento de Ciencias Sociales-UNLu para el bienio 2016-2018. Uno de los
objetivos de la investigación planteados busca identificar los diferentes grupos étnicos
representados en el registro arqueológico y el registro documental del área, comprendida entre los
ríos Baradero, Areco y Arrecifes en el nordeste de la Provincia de Buenos Aires.
*
PROEHAA, UNLu, Departamento de Ciencias Sociales, División Historia, DNI 32449995; CEL 2325-
458015; clara.angerami@gmail.com
**
UBA, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Ciencias Antropológicas, Instituto de
Arqueología; UNLu, Departamento de Ciencias Sociales, División Historia, PROEHAA; DNI 6053098;
CEL 11-64419192; aliciahtapia@yahoo.com.ar

1
favorecer la estabilidad de las instalaciones y emprendimientos coloniales, sobre
todo en la campaña y en las áreas de frontera, bastión de la lucha del hombre
blanco contra el indio. La ausencia de información sobre las diferentes castas no
significa que las relaciones interétnicas en la frontera no existieran; por el contrario,
la superioridad atribuida a los pobladores españoles o a sus descendientes se refleja
en los silencios de las fuentes sobre la presencia de afroamericanos e indígenas. Lo
mismo podría mencionarse acerca del papel subordinado que se les otorgaba a las
mujeres en la sociedad colonial (Presta 2000).
Areco tiene una historia muy rica de interacción étnica: durante el siglo XVII albergó
junto a una incipiente población de estancieros “de una ilustración muy superior al
común… y preparados para defenderse” (Ramírez: 2009, 22), dedicados al arreo de
mulas y vacunos hacia el Noroeste, a la reducción de indios llamada San José del
Bagual y a un colegio jesuita, donde mancebos de la tierra e indios se dedicaban a
producir tejas con la tierra arcillosa del lecho del río Areco, bajo la dirección de los
padres. Esta información revela una presencia estable de afrodescendientes e indios
aun anterior a la fundación del pueblo (AGI-ACH 1610-1622).
En los censos se refleja la actitud del Estado ante la casta. El censista registra la
información racial o directamente no incluye a indios, mestizos y afrodescendientes
(sobre todo esclavos), y de no ser gente nacida en el pago se la considera forastero,
de origen desconocido o bien se asienta la antigüedad de su residencia. La
comparación con las fuentes parroquiales que registran nacimientos, matrimonios y
defunciones (si bien excede este somero análisis), da la pauta de que esta sub-
representación racial se vincula en mayor medida con las decisiones que tomaba el
funcionario encargado de empadronar, y no tanto con el registro objetivo de la
presencia –ausencia de las castas de indios y negros en el norte de la campaña
(Libros Parroquiales de Baradero 1756-1815).
La aceptación e incorporación progresiva de las castas en los censos se refleja en
los padrones del siglo XIX donde, a pesar de que el mestizaje y progresivo
“blanqueamiento” debería haber desdibujado un poco las diferencias raciales, los
porcentajes de presencia no española pasan casi a duplicarse, en un contexto en
que el Estado Nacional incipiente -y no la Corona Española- había declarado la
libertad de vientres; y en el que las guerras de independencia y civiles habían
generado de hecho un espacio de libertad de acción mayor para las clases sociales
hasta entonces oprimidas.

2
Acerca del poblamiento temprano en los pagos de Areco
En el siglo XVIII, los pagos de Areco estaban insertos en el área de frontera y eran el
camino obligado para quienes se dirigían hacia Córdoba y el Alto Perú. Ello se
refleja en la presencia de individuos migrantes, ya sea de paso como trabajadores
estacionales o bien como nuevos residentes.
Para 1615, hay registros de la fundación de una reducción de indios del cacique
Juan Bagual bajo protección del encomendero Don Cristóbal Altamirano. Dicho
pueblo de indios primero se habría instalado al norte de Buenos Aires, en un área
habitada por querandíes, pero pocos años después tras una sublevación fue
reubicada a orillas del Río Areco. Allí se inicia el registro del pueblo de San José de
Areco, que como reducción tuvo una breve existencia: hacia 1643 se intentó que los
franciscanos de Santiago del Baradero se hicieran cargo del control de la reducción
de Areco -donde solo se mantenía en pie una humildísima capilla-, pero finalmente
esta se disolvió por la sedición final y muerte del cacique Bagual (AGI-ACH 1610-
1622). Para 1660 ya no existían siquiera sus ruinas (Ramírez: 2009).
En paralelo, los Padres Jesuitas establecieron al sudoeste hacia 1620 una chacra,
con capilla, tres patios, sacristía, hornos de teja y ladrillo que aprovechaban la arcilla
del lecho del río y residencias de hasta 135 negros e indios, que incluso llegaron a
ser armados para la defensa de la chacra en caso de malones. Dicha congregación
procuraba autosustentarse y destinar los excedentes a solventar los gastos del
Colegio de Buenos Aires. Este establecimiento se considera que se mantuvo hasta
la expulsión de los jesuitas en 1767. Sin embargo, no hay registro de ella en los
censos, salvo alguna mención aislada (relativa sobre todo al ganado) en las cartas
enviadas entre los padres (Ramírez: 2009).
La población estable del Pago de Areco propiamente dicho, se asienta a partir de
una merced otorgada en 1588 por Juan Torres de Vera y Aragón a Antón Higueras
de Santana, como recompensa a su colaboración con “descubrir el dicho camino de
Córdoba con gran riesgo de vuestra persona” (Garavaglia: 2009, 21). A partir de ese
momento se establece la primera estancia del Río de Areco, cuya extensión era de
3.000 varas de frente por legua y media de fondo (unas 2.000 hectáreas) y otras tres
en el camino de Córdoba, en Luján y Arrecifes (Figura 1). Las sucesiones y ventas
posteriores, fueron ocupando de forma efectiva el área, donde se registra

3
oficialmente por primera vez una casa estancia en 1710, propiedad de Roque de
San Martín (Garavaglia: 2009).
Hacia 1730 esta primera ocupación abarcaba un área extensa entre la Cañada de la
Cruz y la Cañada Honda, a una distancia máxima de 66 km aproximadamente
incluyendo ambas bandas del Río Areco. Se componía por una serie de estancias
con una mesura ideal de 3.000 varas de frente por legua y media de fondo, como la
merced original. Esta extensión de la población hacia el noroeste de la Villa de
Buenos Aires se asocia a los caminos que llevan hacia Santa Fe, Córdoba y Potosí
(Figura 2). Las postas del camino se transformaron en puntos relevantes en la
ocupación del territorio, una de las cuales pasaba por el casco de la mencionada
estancia de San Martín, río Areco arriba (Garavaglia, 2009).

Figura 1: Ubicación, cantidad y tamaño relativo de las mercedes para la tercera


década del siglo XVII. (Extraído de Garavaglia 2009, pág 25)

Juan Carlos Garavaglia (2009) describe a esta población asentada desde fines del
siglo XVI como una sociedad de frontera, que era a la vez una frontera defensiva
frente a las incursiones indígenas y una frontera agraria, cuya actividad central era la
cría de mulas, muy rentable en el camino al Perú (Garavaglia: 2009, 25)

4
Figura 2: Trayecto probable del Camino Real. Edición sobre el plano extraído de
Garavaglia (2009, p.26). Se indican los asentamientos de: (rojo) Santiago del
Baradero y (azul) San José de Areco vinculados con los pueblos de indios fundados
por Hernandarias en 1615.

Los primeros asentamientos a partir de los cuales se generó la organización


jurisdiccional del pago de Areco y más tarde del partido de San Antonio de Areco,
fueron: 1- el curato sancionado por el obispado en 17302; 2- el maestre de campo
Juan de San Martin instaló un destacamento de milicias en 1745 con el fin de
controlar la frontera (Comando General del Ejército 1973; Thill y Puigdomench
2003); y 3- la institución de los Alcaldes de Hermandad, nombrados por el Cabildo
(de Buenos Aires primero y de Luján después). En el sistema defensivo de la
frontera norte, Areco funcionaba como segundo pilar siendo Arrecifes la primera
defensa y la Guardia Luján la tercera. Los jueces comisionados y los comandantes
de milicias tenían una potestad jurisdiccional amplia (llegando incluso hasta San
Pedro) y entraban en competencia con la autoridad de los alcaldes de hermandad,
sobre todo en cuestiones penales (Garavaglia: 2009).
Dicha línea de fronteras Arrecifes – Areco - Luján, constituye la primera avanzada
firme sobre los territorios indígenas de la región a mediados del siglo XVIII. En 1778,
con la fundación del Fortín de Areco, Río Areco arriba (actual Carmen de Areco) y la
fundación de Salto, el fortín original sería trasladado y la frontera seguiría esta nueva
2
Tradicionalmente, se considera la fundación del pueblo de Areco a partir de la construcción de la
capilla consagrada a San Antonio por Ruiz de Orellano y su esposa Rosa Giles que buscaban
proteger al pueblo de los malones al encomendarse a este santo.

5
línea, acompañada de un nuevo poblamiento, hacia el norte y el oeste (Comando
General del Ejército 1973; Thill y Puigdomench 2003).

Padrón de 1726
El padrón de 1726 responde a la Real Orden de 1725 donde se ordenaba al
Gobernador y Capitán General de provincias Don Bruño Zabala, el recuento de
habitantes de ciudad y campaña para realizar una redistribución de población hacia
Montevideo, donde los portugueses habían intentado apoderarse del puerto. Ante
dicha amenaza portuguesa en la Banda Oriental, el objetivo del censo fue el tratar
de ubicar a las familias sin tierras o domicilio fijo y darles solar propio en Montevideo,
donde una vez verificados sus orígenes legítimos (españoles sin mezcla) serían
incluidos como capitulares del Cabildo. Además se les asignarían 200 vacas, 100
ovejas y las carretas, bueyes y caballos necesarios e indios para acarrear el material
para construir el poblado, herramientas, grano y víveres necesarios (yerba, sal,
bizcocho, tabaco, ají, carne). De esta forma, todos los nuevos pobladores serían
reconocidos como vecinos, hidalgos y pobladores legítimos de locación conocida y
gozarían de estos beneficios y la exención del pago de la alcabala a cambio de una
ocupación efectiva del territorio no menor a cinco años.
Estas nuevas condiciones para los pobladores españoles revelan los esfuerzos que
hicieron los Borbones por afirmar la soberanía imperial de la Corona y evitar las
tendencias al autogobierno de las colonias, a la vez que enfrentaban las
pretensiones portuguesas sobre la Banda Oriental a partir de un poblamiento
ordenado del territorio.
A partir de allí se inició la ardua tarea de empadronar a la población de ciudad y la
campaña, tarea compleja que se refleja en la cantidad de documentos capitulares
que reprochaban las demoras en la confección de los censos. No obstante, en la
campaña, la tarea fue demorada por la informalidad de los asentamientos y por la
actitud de los Alcaldes de Hermandad, principal autoridad de la campaña, que
ejercen cierta resistencia a obedecer las exigencias del Cabildo de Buenos Aires.
Finalmente, se lograron censar los pagos de los Arroyos, la Costa, la Matanza,
Magdalena, Luján y Cañada de la Cruz. Dentro de este último se incluye al Pago de
Areco aunque sin que se mencione expresamente, hecho que se infiere por la
repetición de varios nombres similares en el siguiente censo de 1744 para el Pago
de Areco.

6
A pesar de seguir los objetivos de reubicar a pobladores “legítimos”, el padrón no
considera la casta a la que pertenecen los cabezas de familia censados, dando por
sentado su origen español. De cada unidad censal para Cañada de la Cruz -donde
se incluye al pequeño poblado de Areco indistintamente y en forma específica al de
Pesquería (actual Zárate)- se registran: 1- nombre y apellido del cabeza de familia
(con el tratamiento del cargo militar, ya sea de capitán, teniente o de Don o Doña si
se trataba de una viuda); 2- nombre completo del cónyuge (casi todas las esposas
reciben tratamiento de Doña, salvo dos casos que refieren la casta); la cantidad de
hijos (generalmente sus nombres y edades si son varones mayores de doce años,
sino se aclara hijos o hijas pequeños o muy pequeños o mujeres). A veces existe
alguna información adicional, como la procedencia y el tiempo de residencia, por
ejemplo: “de Santa Fe, dicen que hace once años en esta jurisdicción”.
Excepcionalmente se agrega la ocupación (generalmente de peón) y si viven
agregados a un pariente o con un familiar en otra casa.
Si bien el censista expresa incluir a pardos libres, indios y mestizos “dejando sólo a
los esclavos por parecerse no ser del caso”, para Cañada de la Cruz sólo se relevan
cinco unidades censales que los incluyen: 1- un capitán pardo casado con una
mestiza y dos hijos; 2- agregados a él un hermano soltero y otro casado con seis
niños pequeños; 3- otro matrimonio pardo con tres hijos muy pequeños: 4-
agregados a estos un matrimonio pardo con cuatro hijos muy pequeños y un indio
casado con tres hijos pequeños. Ello resultaría en un total de 29 no españoles
(incluyendo niños) que escasamente superarían el 5% (Tabla 1 y Figura 3).

Blancos/as Pardos/as Mestizos/as Indios/as


522 21 3 5
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
117 95 5 3 0 1 1 1
Niños Niñas Niños Niñas Niños Niñas Niños Niñas
254 563 13 0 24 0 3 0

3
La cantidad de niñas (y por lo tanto de mujeres) podría estar subrrepresentada, dado que en el caso
de los hijos, solo se nombra a los mayores de cierta edad (10/12 años) y nunca a las mujeres, aun
viudas. En el caso de niños pequeños/muy pequeños, el término “hijos” podría incluir niños y niñas.
Lo mismo se aplicaría al caso de pardas, indias y mestizas.
4
El pardo Capitán Miguel Reinoso formó familia con la mestiza Catalina. A fines prácticos,
consideramos a sus hijos como mestizos.

7
Tabla 1. 1726: Clasificación de la población censada para Exaltación de la Cruz.

BLANCOS/AS PARDOS/AS MESTIZOS/AS INDIOS/AS

0.54% 0.91%

3.81%

94.74%

Figura 3: Padrón de 1726: presencia de castas sobre la población total censada en


Cañada de la Cruz

Debemos recordar que en este padrón, se relevaron los datos de las 112 unidades
censales correspondientes a Cañada de la Cruz y Pesquería, de las cuales se
estima que cerca de un tercio habitarían en las riberas el Río Areco.
Si bien el tema excede la temática de este trabajo, es interesante destacar el
tratamiento que se hace de las mujeres en el censo. Ellas solo son mencionadas por
su nombre cuando en su situación de viudas se convierten en cabeza de familia, con
hijos a cargo o excepcionalmente como esposas. El tratamiento de “Doña” no se
aplica a la casta, como hijas no se las nombra y a veces sólo se las enumera. En el
censo sí se suele nombrar a los varones a partir de determinada edad, aunque no
sean cabeza de familia. Los hijos, aún cuando son adultos, no se consideran cabeza
de hogar si son solteros y viven con sus padres o madre viuda. Aun encontrándose
enrolados en milicias en otro destacamento.

Padrón de 1744
El Acuerdo del Cabildo del 7 de diciembre de 1744 resuelve, en función de una
orden del gobernador, que el empadronamiento de la campaña se haga con
“indicación de gente de armas” (Ravignani y Callet Bois: 1919). Es decir que

8
nuevamente se plantea el problema de establecer una frontera contra el indio y se
orienta a la formación de milicias. El padrón conjunto de Areco y Cañada Honda
diferencia entre el pago del Río Areco, las cabezadas del Areco de la otra banda y
las Estancias del veedor Don Nicolás de la Quintana. Salvo en este último caso, sólo
se enumeran los esclavos sin mencionarlos. Los datos que se censan son los
nombres del cabeza de familia (a veces los nombres de su cónyuge e hijos o familia
a cargo), su situación de propiedad y la vinculación de su casa o estancia con
agregados, conchabados, huérfanos y entenados5. Se sobreentiende cuando alude
a españoles, pero se suele diferenciar entre indios y pardos (y en un caso a “dos
chinas de misiones”). También se alude a la presencia de extranjeros y forasteros
indicando su origen (generalmente paraguayos, misioneros, cordobeses y de zonas
aledañas).
De un total de 36 unidades censales para Areco (entre ellas tres estancias) se
contabilizaron 58 familias (incluyendo solteros), unas 336 persona distribuidas de la
siguiente manera: 20 cabezas de familia propietarias, 29 esclavos, 17 pardos, 24
indios y 246 españoles (Figura 4). La relación mayoritaria entre españoles y castas
(246/90) es la esperada en todos los censos: 32 agregados (tanto solteros como con
familia) y 10 conchabados, entre los cuales las castas son también minoría (5 pardos
y 8 indios agregados, y sólo una mención a un peón pardo) representando sólo el
40% de los agregados y el 10% de los peones conchabados. Sólo una mujer viuda
es considerada cabeza de familia y propietaria y no se mencionan propietarios no
españoles.

5
Entenados suele aludir a hijos bastardos, que el hombre reconoce de una relación generalmente
anterior al matrimonio.

9
1744
ESPAÑOLES/AS ESCLAVOS/AS PARDOS/AS INDIOS/AS

8%
5%

9%

78%

Figura 4. Padrón de 1744: presencia de castas sobre la población


total censada en el pago de Areco

Padrón de 1778
El censo de 1778 es ordenado por el Virrey Gálvez para obtener información
poblacional que incluyera a la gente de armas. Nuevamente se priorizó el problema
de la seguridad en la campaña, donde la autoridad del Cabildo no lograba
afianzarse. Además la orden del Cabildo del 10 de noviembre de 1776 (Ravignani y
Callet Bois: 1919) proponía que dicho censo se repitiese anualmente y contemplase
los movimientos de la población. No obstante, ninguno de estos objetivos se cumplió
dado que su concreción demoró más de un año y sólo se repitió un censo (con
objetivos diferentes) recién después algo más de una década. El Acuerdo del
Cabildo del 14 de noviembre de 1778 reiteraba el pedido de una matrícula de
habitantes de la campaña que incluyera datos de status social y fortuna con el
objetivo de combatir a los vagabundos (Ravignani y Callet Bois: 1919). Sigue
primando el objetivo de la seguridad en un área donde el cabildo no logra afianzarse
como centro de autoridad.
En el censo de la campaña realizado desde los curatos, se registró a las poblaciones
de San Nicolás, Baradero, Areco, San Isidro, Merlo y Magdalena (Figura 5).
Aprovechando que los datos cuantitativos de este censo se expresan de forma
mucho más ordenada, se realizaron comparaciones entre el pago de Areco y el resto
del área de la campaña en el noroeste de la actual provincia de Buenos Aires. Los
datos asentados diferencian entre hombres, mujeres y párvulos y entre

10
españoles/as, indios/as, mulatos/as (a veces pardos/as), negros/as (a veces
esclavos/as) y forasteros. En el caso del censo de Merlo se diferencia entre
negros/as de criados (presumiblemente esclavos) y en Magdalena solo se menciona
a los naturales (en lugar de indios) y los negros libres, pero sin incluir esclavos. En
Areco se recabaron los siguientes datos: nombre del cabeza de familia, estado civil,
número de miembros adultos del hogar, cantidad de hijos y cantidad de esclavos.
En el curato de San Antonio de Areco propiamente dicho, el 11 de noviembre de
1775 se contabilizaron 79 familias. Entre los 322 españoles, se cuantificaron: 59
matrimonios, 2 solteros, 5 viudos, 8 viudas (es decir 106 adultos) y 189 hijos. Por su
parte, entre los 18 denominados “indios” se registraron 3 matrimonios, un viudo y 11
niños. De los 38 pardos se diferenciaron 5 matrimonios, 2 viudos, una viuda y 23
niños. Finalmente, los esclavos son a menudo agrupados con los niños
(probablemente como incapaces) y entre ellos no se establecen diferencias de sexo
o edad. Se computaron 69 esclavos. En total para 1778 la población de los pagos de
Areco incluía a 447 personas.

11
Figura 5. Padrón de 1778. Distribución de los grupos sociales en la población
censada de las localidades de San Nicolás, Baradero, Areco, San Isidro, Merlo y
Magdalena.

La clasificación del padrón de Areco no es tan clara como en las demás localidades
de la campaña y en el resumen general no coinciden los cálculos generales con las
cifras presentadas: 22 de las 79 familias españolas poseen 67 de los 69 esclavos y 8
viudas encabezan hogares españoles. Se mencionan 4 hogares de indios y 9 de
pardos (dos de los cuales están encabezados por mujeres: una casada y una viuda).

12
De los 79 hogares españoles 63 tenían hijos (casi un 80%). También en los hogares
pardos e indios se registraron hijos, salvo el hogar de un pardo soltero al que se
aludirá más adelante. En cuanto al tratamiento de Don, se aplica sólo en dos casos:
1- al inicio del padrón Don Roque Galeano se presenta como casado, sin hijos, pero
con 9 esclavos (sólo en otros dos casos se registra la propiedad de 8 y 10 esclavos
sin gozar de ningún tratamiento); 2- el otro trato de Don refiere al mencionado pardo
soltero, Don Juan Miguel de Sosa, el único que tenía dos esclavos.
Cabe recordar que no en todos los censos se utilizaron los mismos criterios de
clasificación6, si bien la comparación puede resultar enriquecedora. Es clara la
preeminencia española, aunque en el caso de Baradero la presencia india es
significativa, dado que entre las castas representan casi un 40% del padrón,
probablemente debido a que el origen de este poblado remite a una reducción o
pueblo de indios (Tapia, Néspolo y Noya: 2015). También se destaca la presencia
negra en Areco en comparación con las otras poblaciones, aunque los esclavos
pueden haber sido parcialmente mencionados o directamente omitidos en el censo.
Tal es el caso del pago de Magdalena, que sólo refiere a dos negros libres,
categoría que tampoco está presente en los demás padrones. Sobre este tipo de
omisiones sólo podemos realizar especulaciones, pero dado que en los censos
anteriores los esclavos raramente se mencionan resulta probable que su presencia
estuviera subestimada en los padrones. Por el contrario, la presencia parda/mulata
es relativamente más pareja, rondando el 10-15% en todos los casos.
Retomando el tema de la población indígena, a diferencia de Baradero en San
Nicolás y a Areco la presencia de esa casta resulta menor al 6%. Este último caso
se puede atribuir a que no se mencionan las tierras de la antigua Estancia Jesuítica
del Rincón de Areco, ni se alude a ella en ninguno de estos documentos. Los
jesuitas fueron expulsados del Virreinato del Río de la Plata por disposición de la
Corona española en 1767 y la antigua estancia de los jesuitas fue adquirida por Don
José Antonio de Otálora a la Junta de Temporalidades por pública subasta en mayo
de 1785 (AGN IX 21-7-2), hecho que tampoco es mencionado en el censo de 1789
(Azcuy y Dougnac: 1989). Sólo a modo de hipótesis preliminar se propone que los
últimos indios y negros empleados por los jesuitas podrían haber sido empleados
por el nuevo propietario de la estancia o bien se habrían dispersado por la campaña

6
Se replican los mismos términos raciales que utiliza el censista en cada caso.

13
o migraron hacia la ciudad. No obstante, cualquiera haya sido su situación se
considera que, al igual que el resto de las castas, la presencia negra ha quedado
sub-representada en los padrones. Es notoria la diferencia demográfica entre Areco
y las demás áreas así como la presencia de negros/pardos y - para los casos en que
se cuenta con datos cuantitativos- la relación entre esclavos/criados (Figuras 6, 7 y
8).

3047
2916
2563 2644

1803

445

SAN NICOLÁS BARADERO ARECO SAN ISIDRO MERLO MAGDALENA

1778: POBLACIÓN TOTAL

Figura 6. Padrón de 1778. Comparación demográfica entre las localidades censadas


de la campaña.

26%

18%
16%

12% 12%
10%

SAN NICOLÁS BARADERO ARECO SAN ISIDRO MERLO MAGDALENA

1778: PRESENCIA NEGRA/PARDA

Figura 7. 1778. Presencia negra/parda porcentual comparada

14
17%

8%

ARECO MERLO

1778: PRESENCIA ESCLAVA PORCENTUAL

Figura 8: 1778. Presencia esclava porcentual comparada

A partir de los datos censales se puede vislumbrar una situación particular en los
pagos del Areco en relación a la cantidad de población y a la presencia negra
(superior al promedio) e india (inferior), al compararlo con las demás poblaciones
empadronadas en 1778. Sin embargo, dado los sesgos cualitativos de los datos
relevados en este tipo de fuentes (como la notable ausencia del registro censal en
las reducciones y en las grandes haciendas, a las que se alude indirectamente), la
existencia y cantidad de población no española podría ser mayor a la que se
encuentra registrada en los padrones. Vale recordar quienes eran los dueños de la
palabra escrita y que este tipo de documentos oficiales siempre perseguían un
objetivo sociopolítico y económico.

Censos de hacendados de 1789


El Acuerdo del Cabildo del 19 de marzo de 1789 revela tanto el motivo del censo
como sus especificaciones. El virrey Loreto había ordenado mediante real orden al
cabildo el 6 del mismo mes, la concreción de un censo de hacendados cuyo objetivo
era de orden público. Es decir que nuevamente se alude a poderes de policía en un
área que solía escapar a la autoridad del Cabildo porteño. Dicha orden exigía relevar
a los hacendados de cada paraje, es decir a aquellos que contaran con algún tipo de
ganado y excluye a los agricultores. En líneas generales se computaron nombres,
parajes, condición o calidad (español, indio, mestizo, etc.), circunstancia (porción de
terreno poseído, cabezas de ganado propias, si estaban en condición de rodeo o no
y la marca del ganado poseído). Los meses subsiguientes estuvieron signados por

15
diversos reclamos de la burocracia colonial, que rechazaba los censos mal
confeccionados y las exigencias de los Alcaldes de Hermandad (única autoridad
reconocida en la campaña junto con los comandantes militares que respondían
directamente al virrey) que no solían obedecer con presteza a las órdenes
capitalinas. Estos vaivenes reflejan nuevamente las tensiones entre la autoridad
local de la campaña y la autoridad metropolitana y la relativa autonomía que
gozaban los poderes locales. Ello llevó a que se recurriera a la autoridad de los
comandantes ante la resistencia de los Alcaldes de Hermandad al Cabildo (Azcuy y
Dougnac 1989).
Azcuy y Dougnac (1989) realizaron un análisis bastante exhaustivo de los padrones
que incluyen las poblaciones de Magdalena, Pilar, Pergamino (Hermanas) y Areco.
Éste se centra sobre todo en la distribución del ganado y de la tierra. En el caso de
Areco, concluyen en el predominio del latifundio con la concentración del 52,9% de
la tierra en diez hacendados y el 85,3% de los hacendados (58 individuos) que
controlan apenas el 47,1% de la tierra. También concluyen acerca del mismo tipo de
concentración respecto al ganado vacuno (el 8,8% de los establecimientos -los más
grandes, de 3000 varas en adelante- concentran el 36,8% de los animales). No
sucede sin embargo lo mismo con caballos y ovejas, en poder de pequeños y
medianos hacendados, probablemente asociados al transporte y consumo personal,
respectivamente.
El padrón de Areco de 1789 propiamente dicho es rico en datos, aunque también
puede suponerse que silencia varias voces y posee lagunas, como la ausencia de
notables estancieros a los que se alude indirectamente por mención a sus
agregados. Además, dado que es un padrón de hacendados, sólo refiere a los
poseedores de ganado (propietarios o agregados) y no a los agricultores. Tampoco
computa los miembros de cada familia de hacendados ni refiere a esclavos. Sí
enumera nombre completo del hacendado, estado civil y si es propietario, agregado
o si su ganado está agregado a otro hacendado.
Sin embargo, el censo tiene una serie de datos interesantes, como la calidad de la
vivienda (casa de teja, rancho de paja, etc.), la cantidad de varas de tierra poseídas
y las cabezas de ganado vacuno, caballar y menor. Finalmente, se detalla la marca
que posee ese ganado, abriendo espacio a un nuevo tipo de investigación.
Se censaron 228 hacendados. Azcuy y Dougnac (1989) estimando la existencia de
unas mil personas incluyendo a sus familias, lo cual, cotejado con los datos que se

16
analizan en este trabajo, implicaría que la población de Areco se habría más que
duplicado en una década, dado que se contabilizaron 445 personas a partir del
censo de 1778 (Figura 9). Si bien es necesario recordar que al comparar con otras
fuentes los censos muestran importantes ausencias, desde diferentes perspectivas
el crecimiento demográfico resultaría innegable.

1200

1000

800

600

400

200

0
1726 1744 1778 1789

ARECO: CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO ESTIMADO

Figura 9. Padrón de 1789. Crecimiento demográfico estimado desde 1726 a 1789

De los 228 hacendados, 186 son españoles, 17 indios, 14 mulatos, 11 mestizos, 4


no se especifican (2 viudas y dos hombres casados) y uno es un negro libre. Es
decir que el 19% de los hacendados pertenece a las denominadas castas y
representan el 7,4% de los propietarios (3 indios y 2 mestizos), aunque sólo poseen
el 0,8% de la tierra. De todos los hacendados solo 47 gozan del tratamiento de Don
y representan el 20,6% del total de los hacendados.
Como adelantamos, se mencionan diferentes formas de tenencia de la tierra: 68
hacendados son propietarios, 4 ocupan tierras familiares, 44 arriendan tierras a los
padres Betlemitas (congregación que no se había mencionado en ningún censo
anterior), 7 están agregados a algún familiar, 33 están agregados en tierra ajena, 2
son agregados a otra persona con ganado, 1 está agregado a un familiar con
ganado y 4 están agregados a los betlemitas. Es síntesis, 47 están agregados de
una u otra forma. Se suman 6 que viven en tierras realengas, 3 en tierras ajenas y
66 en tierras desconocidas. En las Figura 10 y 11 se muestra la distribución de los
hacendados de Areco según los diferentes grupos sociales censados y las diferentes

17
formas de tenencia de la tierra comparando a españoles y criollos respecto del resto
de las castas.

SIN DATOS
MESTIZOS
MULATOS 2%
5%
6%

INDIOS
7%

NEGRO
LIBRE
0%
ESPAÑOLES/A
S
80%

Figura 10. Padrón de 1789. Composición de hacendados de Areco según los


diferentes grupos sociales.

TIERRA FAMILIAR

TIERRA AJENA

TIERRAS REALENGAS

ARRENDATARIOS

AGREGADOS

TIERRAS DESCONOCIDAS

PROPIETARIOS

0 10 20 30 40 50 60 70 80

ESPAÑOLES CASTAS

Figura 11. Padrón de 1879. Distribución de las diversas formas de tenencia de la


tierra Comparación de la entre españoles/criollos y las castas.

18
Conclusiones preliminares

El somero análisis de los censos que se ha realizado relativo al pago de Areco, a


pesar de sus mencionadas lagunas y contradicciones, permite obtener una
información que puede enriquecerse al complementarla con otro tipo de documentos
escritos (como los registros parroquiales) y con el registro material disponible.

 La sucesión de empadronamientos oficiales durante el siglo XVIII claramente


refleja los esfuerzos metropolitanos por extender su autoridad a una campaña
que le era reacia. Esta relativa autonomía de la que gozaban los habitantes de
la campaña, también podía ejercer cierto atractivo para aquellos que no se
vieran beneficiados por las políticas estatales, como aquellos que eran
agrupados en castas y que no gozaban de los mismos derechos que los
vecinos españoles. En este contexto podemos hablar de la campaña como un
territorio que podría actuar como vía de escape para los esclavos,
configurándose como un espacio de libertad relativa ante la laxitud de los
vínculos entre amos y esclavos y el escaso alcance del poder colonial (Presta:
2000). La tenencia de ganado asentada en el censo de hacendados de 1789,
pone al alcance de negros libres y mulatos los medios de subsistencia y la
libertad de disponer de su tiempo y creatividad. Esta actitud también demuestra
la incorporación de las castas al modo de vida de la campaña y su capacidad
de adaptarse de forma exitosa. La presencia en los padrones de sujetos
subordinados que disponen de sus bienes y de algún tipo de tenencia de tierra,
combate la imagen de los afrodescendientes como sujetos pasivos, ya que los
censos permiten apreciar en cierta medida estrategias, relaciones y formas de
asociación que les son propias: Sobrevivir significaba incorporarse (Goldberg y
Mallo: 2011, 3).
 En los censos se expresa de manera implícita la construcción racial de los
grupos sociales durante la colonia. La presencia de los grupos subordinados en
los censos resulta sorpresivamente escasa, lo cual podría atribuirse a que,
como documentos oficiales, éstos reflejan la visión dominante del colonizador
español. Sobre todo ha sido negada la presencia africana en la historia
argentina y es aun negada por el grueso de los habitantes en el interior de la
provincia de Buenos Aires. El mito de origen de la Nación establece una

19
blanquitud y europeidad de una sociedad sin razas ni mestizaje, fortalecida por
la desaparición afroargentina (Lamborghini, Geler y Guzmán: 2017, 70). Sin
embargo, el censo de 1778 registró para la ciudad de Buenos Aires un 30% de
población de color, que habría desaparecido paulatinamente por la alta
mortalidad masculina atribuida a las guerras de independencia y al mestizaje
(Goldberg y Mallo: 2011). Tradicionalmente se ha considerado que la población
africana era escasa en la campaña por su alto costo, dado que su utilización en
las tareas rurales no habría sido rentable. No obstante, algunos estudios han
demostrado que los esclavos fueron un elemento fundamental para el
desarrollo de las estancias rurales (Goldberg y Mallo: 2011). Si bien las cifras
de la presencia africana/afrodescendiente en la campaña son
significativamente menores a las de la ciudad (aproximadamente de 8 al 10%),
esta subrepresentación podría atribuirse a la libertad relativa de la que gozarían
negros libres y pardos y a la misma mencionada debilidad de las autoridades
en la campaña. En cuanto a los esclavos, al considerarse un bien de su amo,
no tenían identidad ante la ley y rara vez eran incluidos en los padrones. El
hecho de que la presencia africana alcance casi al 25% de la población en los
censos del siglo XIX para Areco, colabora con la hipótesis de una presencia
invisibilizada. También se ha postulado que los padrones reflejan la actitud de
resistencia del propio censista y su prejuicio etnocéntrico. La presencia de
sangre africana se presentó siempre como un límite al proceso de
blanqueamiento, en el que indios y mestizos son más rápidamente
incorporados al grupo español y los africanos y afrodescendientes subsisten
como el grupo no blanco, aun durante el periodo post revolucionario, donde
oscilan entre un 12 y 15% (Garavaglia: 2009).7
 También se destaca la presencia de extranjeros y de forasteros. Cuando se
releva esta información en los padrones, identificamos una presencia
significativa de familias y peones oriundos de otros parajes, sobre todo de
Córdoba, Paraguay, el Litoral y Misiones. Este hecho no sorprende dado que
Areco se ubicaba a la vera del Camino Real que unía Buenos Aires y Potosí. El
Camino Real se bifurcaba a la altura de Areco hacia el sudoeste en el Camino
de la Costa y hacia al noroeste en el Camino de Córdoba, que cruzaba

7
Además, por ejemplo, en 1843, Rosas exige específicamente al juez de paz de Areco que “en lo
sucesivo no omita poner en las clasificaciones el color del individuo que remita”.

20
Arrecifes. En su calidad de pueblo de frontera Areco estaba vinculado con las
postas y otros pueblos asentados en el camino Real y ocupaba un espacio
estratégico para la circulación de población y mercancías en diversas
direcciones. Los cambios en su composición demográfica y en su disposición
territorial han quedado registrados en los censos analizados.
 Si bien la propiedad de la tierra fue una prerrogativa casi exclusiva de los
españoles es notoria la presencia de agregados. Al respecto, resulta dudosa la
existencia de un Don mulato, propietario con esclavos del censo de 1778, ya
que en 1789 con el mismo nombre figura sólo un español; podría ser un
homónimo, pero también un error que lo agrupa con los mulatos. Entre este
grupo de personas que habitan en tierra ajena con una relación prevista y cierta
independencia, los españoles siguen manteniendo la mayoría numérica, pero
es la situación más común entre los no españoles. Ello revela un acceso de los
no españoles a los medios de subsistencia que les permitirían mayores
posibilidades de integración e incluso movilidad social y espacial, en las
antípodas de aquellos esclavos sometidos al régimen de plantación. El trabajo
era además un medio para blanquearse e integrarse de esa manera a la
sociedad, permitiéndoles costearse la manumisión con los frutos de su trabajo
o al menos gozar de cierta libertad de hecho (Goldberg y Mallo: 2011). La
presencia de pardos libres es notable como primera minoría étnica en Areco
según la información registrada en los padrones.
 La presencia española se mantiene predominante durante los tres censos que
refieren a la condición de los empadronados. El porcentaje relativo a las castas
no españolas ronda el 25% en los censos de 1744 y 1778 que incluyen
esclavos, y disminuye al 20% en el censo de hacendados de 1789, que sólo
considera a propietarios de ganado libres. Dentro de la población negra, suele
sobreentenderse que refiere a esclavos y rara vez a algún liberto. La presencia
india también es escasa, lo cual puede deberse a la ausencia de cualquier
mención a la reducción jesuítica de la Estancia de Areco.
 Finalmente, podemos vislumbrar en los censos la conformación de un espacio
rural no complementario sino subordinado a la ciudad. La laxitud de los lazos
de autoridad que se evidencian en la campaña en la informalidad de los
asentamientos y en las dificultades administrativas que enfrenta la tarea de los
empadronamientos, podrían evidenciar cierta asimetría cultural entre ciudad y

21
campaña. La vecindad aludía en el Antiguo régimen a la pertenencia a una
corporación urbana (Herzog: 2000). Sin embargo, ante la necesidad de poblar
las fronteras con pioneros que no sólo cumplieran tareas productivas sino que
cumpliesen una función defensiva, era necesario conferir cierto reconocimiento
urbano bajo denominaciones como pueblos o vecinos a estos pagos de
frontera (Néspolo: 2012). En esta sociedad estamental, un vecino era aquel
hombre casado y afincado con la obligación de participar en la formación de
milicias indispensables para la seguridad de la frontera y por ello fueron el
objetivo explícito de los censos de 1744 y 1778. Sin embargo, la precariedad
de las instituciones de campaña, impedía a estos vecinos el ejercicio del
derecho político de representación como cabildantes: las villas debían contar
con un Cabildo y los pagos de Areco se hallaban bajo jurisdicción del Cabildo
de Buenos Aires que nombró a los Alcaldes de Hermandad hasta 1796, cuando
entró en la órbita del partido de Luján, su Cabildo y Comandancia de Fronteras
(Néspolo: 2012). Los vecinos de la campaña estaban sometidos a la obligación
de portar armas en defensa del territorio que habitaban, pero su representación
capitular se encontraba en las ciudades o en la villa más cercana.

Fuentes documentales

A.G.N. Archivo General de la Nación. División Colonia-Sección Gobierno. Padrones


de la ciudad y campaña de Buenos Aires (1726, 1744, 1778 y 1789). Sala IX, c.9
a.7.
AGI-ACH. Archivo General de Indias, Archivo de Charcas. Repositorio del Museo
Etnográfico (MET)
- ACH, Sección V, Leg. 27. Diego Marín Negrón, Carta al Rey de España, 30
de abril de 1610. MET B.12, 2 págs.
- ACH, Sección V, Leg. 101. Expediente iniciado por pedido de Francisco de
Salas, un vecino alcalde de Buenos Aires, 1610-19. MET B.13, 27 págs.
- ACH, Sección V, Leg. 27. Marín Negrón, Diego, Carta al Rey de España, 15
de junio de 1610. MET B.14, 6 págs.
- ACH, Leg. 27. Saavedra, Hernandarias de. Carta al Rey de España, informe
de visita a reducciones, 25 de mayo de 1616. MET B.16.
- ACH, Leg. 147. Bergara Juan. Carta al Rey de España, informe sobre 11
reducciones franciscanas 3 de mayo de 1619. MET C.6, 2 págs.

22
- ACH, Leg 27. Góngora Diego, Carta al Rey de España, informe de misiones
franciscanas del Río de la Plata, 20 de julio de 1619. MET C.7, 9 págs.
- ACH, Leg. 27. Góngora Diego. Carta al Rey de España, informe de
sublevaciones de indios reducidos, 6 de agosto de 1619. MET C.8, 4 págs.
- ACH, Leg. 27. Góngora Diego. Carta al Rey de España, informe de visita a
tres reducciones 2 de marzo de 1620. MET C.10, 12 págs.
- ACH, Leg. 27. Góngora Diego. Carta al Rey de España, informe de fugitivos
de El Bagual, parientes de la Sierra, 4 de mayo de 1620. MET C.11, 5 págs.
- ACH, Leg. 27. Góngora Diego. Relación del Gobernador sobre sus visitas
en la provincia del Río de la Plata en 1621/1622. MET C. 14, 17 págs.
Libros Parroquiales de Santiago del Baradero, 1756-1819, Nacimientos, Matrimonios
y Defunciones. Repositorio de la Iglesia de Santiago Apóstol, Baradero,
Provincia de Buenos Aires.

Bibliografía

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Buenos Aires según los censos de hacendados de 1789. Instituto de Investigaciones
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Económicas. Buenos Aires. Pág. 73.

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volumen 1 (1750-1819. Círculo Militar, Biblioteca del Oficial. Buenos Aires.

Garavaglia, J.C. 2009. San Antonio de Areco, 1680-1880. Un pueblo de campaña,


del Antiguo Régimen a la modernidad argentina. Prehistoria Ediciones. Rosario.
Goldberg, M. y Mallo, D. 2011. Trabajo y vida cotidiana de los africanos de Buenos
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Néspolo, E. 2012. El cabildo de Luján y su jurisdicción: gobernar en la frontera
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