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Artículode Opiniónsobrela Inclusión Forzada
Artículode Opiniónsobrela Inclusión Forzada
La inclusión forzada tiene, sin lugar a duda, consecuencias adversas cuando se trata de
otorgar visibilidad a las minorías étnicas y grupos marginados. Desde los albores mismos del
cine, las producciones se destinaban mayoritariamente a complacer a una sociedad
privilegiada, sumiendo en la exclusión sistemática a personas provenientes de diversas etnias y
realidades sociales. Solo en épocas más recientes, hemos sido testigos de la aparición de
personajes que ostentan diversidad racial y sexual; sin embargo, en no pocas ocasiones, estas
representaciones resultaban ser trazadas con el propósito mañoso de perpetuar estereotipos y
opresiones, en lugar de verdaderamente otorgar visibilidad auténtica a estos grupos. Es cierto
que los medios de entretenimiento han asumido un cambio en sus políticas para abrazar la
inclusividad, mas la gran interrogante persiste: ¿logra, en efecto, la inclusión forzada otorgar
una visibilidad genuina a estos grupos, o más bien se trata de cambios superficiales que, en
última instancia, no hallan justificación adecuada dentro del contexto de la trama? La
respuesta es un no contundente, la inclusión forzada no logra otorgar una visibilidad genuina a
estos grupos principalmente debido a su naturaleza superficial y descontextualizada. Cuando
se realiza la inclusión forzada, los cambios se llevan a cabo de manera apresurada y sin una
adecuada justificación dentro del desarrollo de la trama, lo que suele provocar que los
personajes y sus historias no reflejen con autenticidad las realidades y experiencias de los
grupos marginados, dando como resultado un conglomerado de acciones banales que no
representan cambio alguno para bien de estos grupos.
La inclusión forzada es negativa para combatir la discriminación si tenemos en cuenta
que, desde su enfoque principal, conlleva la modificación de personajes previamente
establecidos para incorporar narrativas diversas, es la que provoca desazón en la mirada crítica
de muchos espectadores. La ardua tarea de reescribir y reformar tramas y personajes a
menudo se traduce en la pérdida de la esencia misma de las historias, dejando en entredicho la
legitimidad de los cambios realizados, lo que conlleva, irremediablemente, a que estas
producciones sean tildadas de "inclusión forzada". El resultado, entonces, es una controversia
que afecta negativamente la calidad y autenticidad de las obras, gestando descontento entre el
público, el cual en su mayoría solo busca un momento de relajo y disfrute en estas
producciones, llevándolos a exclamar muchas veces un ¡no puede ser posible! al observar lo
que se les entrega. Otro punto trascendental es la incapacidad para representar de forma
genuina a los grupos marginados, ya que los personajes forzados pueden sentirse como meros
añadidos sin una verdadera conexión con la trama. Asimismo, la falta de justificación adecuada
para estos cambios genera estereotipos y representaciones poco realistas, lo que a su vez
acentúa las mismas problemáticas que se intentaba abordar a través de la inclusión. Por ello, la
inclusión forzada no logra cumplir con su objetivo de dar visibilidad auténtica a los grupos
marginados, ya que los cambios superficiales y poco reflexionados no permiten una
representación genuina de sus experiencias y realidades. Es fundamental que los creadores de
estos contenidos aborden la inclusión de manera responsable y cuidadosa, asegurando que los
personajes y sus historias reflejen con autenticidad las vivencias y luchas de estos grupos, no
vistiéndolos de mártires con sus rostros llenos de llanto mientras nos dan una imagen de que
son perseguidos como brujas para quemarlos en la hoguera.