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Perspectivas de la vision del templo de Ezequiel, El Tercer templo y el

Mashiaj

En Ezequiel 40-48 leemos acerca de una visión de un futuro templo. La visión se registra después de la
destrucción del primer templo y antes de la construcción del segundo templo. El segundo templo no fue
un cumplimiento de esta visión porque no tenía las características físicas descritas por Ezequiel. Así que,
algunos conectan esto con la profecía de que los sacrificios serán detenidos y concluyen que habrá un
templo construido en Jerusalén antes del regreso de Cristo.

Pero, como hemos visto, los sacrificios no requieren un templo. Cuando usted estudia la descripción del
templo de Ezequiel, queda claro que esta es una estructura que será construida después de que Jesús
regrese. He aquí algunas razones:

Jerusalén será conocida como “El Eterno allí” (Ezequiel 48:35). Así que este templo se levantará en un
momento en que Dios está gobernando en Jerusalén.

Un río fluirá del templo que sanará la Tierra y los mares (Ezequiel 47:1, 8-9).

El momento en que esto se ubica es después de que Dios libere a Israel (Ezequiel 39:25-28).

El Espíritu de Dios será derramado sobre todo Israel (Ezequiel 39:29).

Entonces, ¿Cuál es el templo futuro en el cual se el anticristo venidero se sentará «en el templo de Dios
como Dios, haciéndose pasar por Dios»? De acuerdo con el premilenarismo histórico es la iglesia. El
Nuevo Testamento explica que somos el templo de Dios. El templo en el Antiguo Testamento era una
sombra de lo que sería la Iglesia. El Señor mora en nosotros, no en un edificio (ni siquiera en uno
construido en Jerusalén). Estos son algunos versículos que hablan esto:

“Jesús le respondió: ‘Si alguien me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y
haremos con él morada’”. (Juan 14:23)

“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Corintios
3:16)

“¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y
que ustedes no se pertenecen a sí mismos?” (1 Corintios 6:19)
“Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: ‘Habitare en ellos, y andaré entre ellos;
y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo’” (2 Corintios 6:16)

Así pues, en el premilenarismo histórico, la iglesia es el templo final que será profanado por el anticristo.
Pero ¿Cómo es esto posible? A través de la apostasía. Pablo afirma: «Pero con respecto a la venida de
nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él… Nadie os engañe en ninguna manera; porque no
vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el
cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el
templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.» (2 Tesalonicenses 2:1-4).

La apostasía en el Nuevo Testamento viene de la palabra griega ἀποστασία que se lee de manera
idéntica en español. Literalmente significa “apartarse de la posición en que estaba”. Este apartamiento
tiene una connotación negativa que implica “deserción”, es decir, abandonar las obligaciones, creencias o
ideales. El apóstol Pablo usa este término para referirse a un período de la historia escatológica en que
habrá engaño doctrinal, moral y espiritual generalizado que traerá un renegar o “apostatar” contra Dios
de muchos que se hacían llamar cristianos dentro de la iglesia (2 Tesalonicenses 2:3). Como bien lo
señalara Juan Calvino, “la sede de la abominación que [Pablo] menciona se levantará en el momento en
que se produzca una rebelión universal en la Iglesia. No obstante, muchos miembros individuales,
dispersos por aquí y por allá, no dejarán de perseverar en la unidad de la verdadera fe”.[1] Lo que se
hará evidente es la presencia del trigo y la cizaña en la iglesia, tal como fue profetizado por nuestro
Señor Jesucristo (Mateo 13:24-30).

Esta apostasía, la abominación desoladora en el lugar donde no debe estar (la iglesia, el templo de Dios)
ocurrirá cuando la fe de los padres —fe a la cual los hijos se adhieren por un tiempo de una manera
meramente formal— será finalmente abandonada del todo por muchos de los creyentes de la última
generación antes de la venida de Cristo. En este sentido la apostasía será muy real. De una manera
general, la iglesia visible abandonará la verdadera fe.[2] La iglesia visible, hablando de la iglesia
institucional y reconocida en la sociedad como cristiana se rebelará contra Dios. ¿Es esto posible? Claro
que sí. Esa rebelión y apartamiento doctrinal y espiritual de la iglesia ya la hemos estado viendo en
ejecución desde hace mucho tiempo, pero se magnificará exponencialmente en el futuro.
¿Significa esto que el premilenarismo clásico cree en una iglesia que será derrotada? No. Por el
contrario. Si continuemos leyendo la carta que Pablo escribe a los tesalonicenses notaremos que, luego
de hablar de la tremenda y dolorosa apostasía futura, él mismo tiene palabras de esperanza y garantía
de salvación para los creyentes cuando les muestra lo que Dios tiene para ellos y lo que el Señor espera
de nosotros:

“Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor,
porque Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la
fe en la verdad. Fue para esto que Él los llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancen la gloria
de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estén firmes y conserven las doctrinas que les fueron
enseñadas, ya de palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:13-15).

El premilenarismo histórico afirma, en concordancia con la Biblia, que, aunque temporalmente se le


permitirá al diablo «hacer guerra contra los santos, y vencerlos» y el maligno recibirá «autoridad sobre
toda tribu, pueblo, lengua y nación» (Apocalipsis 13:7), tenemos la firme esperanza de que «el que
persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 24:13).

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