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PUERTO RICAN OBITUARY / OBITUARIO PUERTORRIQUEÑO (Sel.

)
Pedro Pietri

They worked
They were always on time
They were never late
They never spoke back
when they were insulted
They worked
They never took days off
that were not on the calendar
They never went on strike
without permission
They worked
ten days a week
and were only paid for five
They worked
They worked
They worked
and they died
They died broke
They died owing
They died never knowing
what the front entrance
of the first national city bank looks like

Juan
Miguel
Milagros
Olga
Manuel
All died yesterday today
and will die again tomorrow
passing their bill collectors
on to the next of kin
All died
waiting for the garden of eden
to open up again
under a new management
All died
dreaming about america
waking them up in the middle of the night
screaming: Mira Mira
your name is on the winning lottery ticket
for one hundred thousand dollars
All died
hating the grocery stores
that sold them make-believe steak
and bullet-proof rice and beans
All died waiting dreaming and hating

Dead Puerto Ricans


Who never knew they were Puerto Ricans
Who never took a coffee break
from the ten commandments
to KILL KILL KILL
the landlords of their cracked skulls
and communicate with their latino souls

Juan
Miguel
Milagros
Olga
Manuel
From the nervous breakdown streets
where the mice live like millionaires
and the people do not live at all
are dead and were never alive

Juan
died waiting for his number to hit
Miguel
died waiting for the welfare check
to come and go and come again
Milagros
died waiting for her ten children
to grow up and work
so she could quit working
Olga
died waiting for a five dollar raise
Manuel
died waiting for his supervisor to drop dead
so he could get a promotion

[...]

Here lies Juan


Here lies Miguel
Here lies Milagros
Here lies Olga
Here lies Manuel
who died yesterday today
and will die again tomorrow
Always broke
Always owing
Never knowing
that they are beautiful people
Never knowing
the geography of their complexion

PUERTO RICO IS A BEAUTIFUL PLACE


PUERTORRIQUEÑOS ARE A BEAUTIFUL RACE
If only they
had turned off the television
and tune into their own imaginations
If only they
had used the white supremacy bibles
for toilet paper purpose
and make their latino souls
the only religion of their race
If only they
had return to the definition of the sun
after the first mental snowstorm
on the summer of their senses
If only they
had kept their eyes open
at the funeral of their fellow employees
who came to this country to make a fortune
and were buried without underwears

Juan
Miguel
Milagros
Olga
Manuel
will right now be doing their own thing
where beautiful people sing
and dance and work together
where the wind is a stranger
to miserable weather conditions
where you do not need a dictionary
to communicate with your people
Aquí
Se Habla Espanol
all the time
Aquí you salute your flag first
Aquí there are no dial soap commercials
Aquí everybody smells good
Aquí tv dinners do not have a future
Aquí the men and women admire desire
and never get tired of each other
Aquí Que Pasa Power is what’s happening
Aquí to be called negrito
means to be called LOVE
INVITACIÓN AL POLVO (Sel.)
Manuel Ramos Otero

I. DE POLVO ENAMORADO

Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
FRANCISCO DE QUEVEDO

No le busques afuera. Él ya no puede


Ser distinto de ti, ni tú tampoco
Ser distinto de él: unidos vais,
Formando un solo ser de dos impulsos,
Como al pájaro solo hacen dos alas.
LUIS CERNUDA

Cuba y Puerto Rico son


las dos efímeras alas del ángel del amor.
Cuba y Puerto Rico son
dos hombres sudorosos exilados al sol.
Cuba es todo niñez
todo sueño de lo que ya no es.
Puerto Rico es el barco siempre anclado
al revés.
Cuba y Puerto Rico son sin ser:
ciudad de la calle abajo
del borracho madrugado
abrazado y malherido de las voces
que en delirio condenan todo su paso,
la libertad que al ocaso
resplandece en cada cirio.
Cuba ama a Puerto Rico por todo
lo que ese puerto de bahía pantanosa
quisiera dejar de ser y ese puerto
quiere a Cuba desesperado y sombrío,
como un amante tardío,
como a fábula lejana, como a infierno
prometido, como al sudor del vencido
que vuelve siempre a su nido
y en la cama encuentra el alma.
Cuba y Puerto Rico son
una canción del desierto de la noche
solitaria, dos alas que al ser cortadas
se encontraron con su cuerpo
se saborearon el sexo destilado
en cada orilla y se besaron heridas
al borde de la locura, que vivieron
pesadillas abrazados a la duda
del amor que no perdura
y la felicidad que acaba,
del cuerpo que se enternece
con la eternidad del mar,
y así como el mar divaga
desde una isla a otra isla
como el que quiere volar
y alejarse de la paz, de la guerra
y del vacío hasta llegar a ese río
y subir por la montaña antes
del atardecer, donde al fin podrá
volver a existir ala con ala
a mirarse cara a cara,
cuerpo a cuerpo y comprender
aquel espejo remoto con sus
lunas astilladas, aquel bosque
que sin hadas sigue siendo misterioso
y ese sabor lujurioso de otro orgasmo
infinito, entre Cuba y Puerto Rico,
con ese ángel que pasa.
4

No amo tu cuerpo sino el misterio


que tu cuerpo habita
la cueva que me arropa de noche
solamente apacigua la oscuridad.
Amo tu gesto más que tus ojos
siempre abiertos cuando la boca besa
con humedad de mar mi isla irregular
de costas bravas y rocas puntiagudas.
Y más que la mentira que todo amor promete
amo la realidad que nos reúne en la cama
que nos gasta la piel de la lengua con erizos
que hace brotar puñales en el jardín de muslos
cada domingo muerto entre esos cuerpos.
Cuando te vayas sin plena ni bolero
cuando regrese al silencio de otra sinfonía
cuando te vuelvas un hombre de papel
un espíritu atrapado en el poema
y ya no pueda volver a definirte en la palabra
que ahora azota toda la nada
recordaremos lo que nunca ocurrió
nos amaremos como nunca nos amamos
hurgaremos en tumbas de tristeza
hasta encontrar la libertad intacta
para quel tiempo restaure lo perdido.
10

Tus manos José tus dedos José


tus brazos José tus hombros
tus labios José tus besos José
tus ojos José tu pelo
todo en mis manos José
todo tu cuerpo en mis manos
todo tu sudor José para mi único vaso
de carne cristal José de papel y de palabras
como un bolero de barcos que al puerto llegaron.
¿En qué fábrica José te hicieron como te hicieron?
Virgo de barro José huevo de hierro forrado
que no se atreve a nacer
por miedo a ser desplumado
y quiere seguir callado
cayendo de lado a lado
como borracho olvidado
de la Cuba que te trajo
hasta este exilio José
espejo del que te ha amado
y aquí está mi pelo plateado José
y mis besos y mis labios
y mis hombros y mis brazos
y mis dedos y mis manos
todo sudado José poema y cuerpo sudados.
20

No digáis que por falta de su bicho


mi verso resplandece hasta que arde
el culo es llamarada por la tarde
de noche, como Dios, vuelve a su nicho.

Si el lector me rechaza por cobarde


por miedo a la verdad es que lo ficho
tentación de poeta es lo entredicho
ignorancia juzgar por puro alarde.

Que no compre mi libro por la fama


para ser en la esquina muy discreto
que hasta muerto mi tumba será cama

una orgía de huesos y esqueleto


apasionado mármol para el que ama
bajo el sol y la luna sin secreto.
23

Éramos flores desterradas desde un Caribe ancho


y luminoso a un apartamento nocturno y estrecho.
Éramos un recuerdo distinto y similar de voces
amorosas que quedaron atrás encerradas en el mar,
jugando al escondite por bosques milenarios y
volcanes dormidos. Éramos todo eso y mucho más:
el eco de un espíritu sincero que cambió brisa
por humo, fuego de sol por ceniza, gente de carne
y hueso por máscaras anónimas, hombres de la ciudad
que en el amor volvieron a sus islas infinitas.
Cubanacán boricua y Borikén cubano, finalmente
abrazados, con las alas cortadas falsificando
vuelos, como cambiando pétalos por plumas. Éramos
boleristas de la misma loseta: vereda tropical
y niebla de riachuelo, un desvelo de amor bajo
Venus, olas y arenas de una nave sin rumbo, besos
de fuego para una canción desesperada, yo era una
flor y tú mi propio yo. Con lágrimas de sangre
quise escribir la historia que ahora escribo con
sangre, con tinta sangre, del corazón. Éramos
compañeros del desorden profundo, pasión de vellonera
hombres por fuera y por dentro, no solamente cuerpos
sino historia. Éramos la victoria de amarnos sin
prejuicios, sin posesión ni celos, sabiendo que
lo eterno dura un segundo. Éramos los remeros
de la misma galera en busca de esa isla que al final
los libera. Éramos mucho menos de lo que ahora somos.
29

Estás enamorado.
Caminas por la calle del exilio
persiguiendo el recuerdo de una niebla.
Es otra vez la hora del crepúsculo
y vuelves a detenerte en esa esquina
donde piensas que le verás pasar.
Esperas. Con el corazón en la boca.
No llega ni llegará el amado.
Él nunca fue pájaro en mano
sino cuerpo tembloroso en tu camino.

Estás perdido.
En el tibio espiral de tu memoria.
Tienes catorce años, estás en Puerto
Rico y estás enamorado de un ángel.
Escribes cuentos de cuerpos con alas
escondidos en las arrugas de un lecho
bajo el polvoriento abanico de aspas.
Te ha sido dado un adelanto de muerte.
Juras que no amarás jamás,
tu escritura será la salvación o el castigo.

Retrocedes a la playa de la infancia


haces un pacto con las sirenas
visitas la cueva de tu primer orgasmo
pero las golondrinas enmudecen.
Nadie te dice adiós ni te echará de menos.
No pides ser recordado. Es tu recuerdo.
Comprendes la soledad de las arañas.
Te vas sin que el espectro del salitre
te detenga.

Cambia la luz del semáforo y cruzas.


En New York se avecina una noche calurosa de otoño.
Parece que los pájaros han emigrado a las islas.
Las hojas secas se arremolinan en la cuneta.
Entras a la bodega pero él no está.
Excusas su ausencia
comprando cigarrillos y cerveza.
Una llovizna repentina
hace que aceleres el paso y llegas
hasta una iglesia clausurada.
Te sientas en los peldaños húmedos.
No han hecho cita. A lo mejor vendrá.
Estás hecho de tiempo.

Tienes miedo al amor


o a la pasión que amenaza
tu pasión por la escritura.
La soledad del verso es bálsamo seguro
de todas esas otras soledades:
John es polvo de tumba sin cadáver
Ángelo es polvo de emigrante sin ruta.
Ángel es polvo de castillo en la arena.
Pero José es polvo sobre polvo.
Para el poeta que ama ya es muy tarde.

Estás obsesionado con la vida


tú que sólo has querido conocer
el mar y el misterio de la muerte.
Ahora te arrepientes. No hay salida.
Tú no escogiste la poesía.
La luna te volvió poeta.
Entonces, ¿a quién rezas?
No tienes religión, tienes historia:
la cruel sospecha de la repetición
que aspira libertad
y gasta su reloj buscando gloria.
Historiador del corazón que late
te bates impotente en la guerra del amor.

Te sientes naufragado.
La noche suda negra sobre la brea.
Piensas que un delirio de drogas
sería la respuesta para la soledad.
Sabes a ciencia cierta que la magia
de adormideras secas no hará un pez
de tu cuerpo en esa playa sin pescador.
Es domingo. Tienes treintiocho años
y es la víspera de algo muy tranquilo:
un voto de vejez, una piedra de paz,
ese volver a estar contigo mismo
que inevitablemente te hace otro
adentro de tu abrazo y tu cariño.
¿Cuál de los que amaste regresó
para abrazarte de la misma manera?
¿Qué se queda? Un charco en la acera
donde mirar a tu mejor amigo.
No dudes que él te amó. No mires atrás.
A lo mejor te ama desde su laberinto
y se conforma con recuerdos precisos
con el sudor de siglos que nunca se evapora
con tu cuerpo que añora en su silencio puro
con tu músculo duro derretido en su boca
con la querencia loca de otro poema tuyo
que siempre supo suyo y aprendió de memoria
con la fugaz historia de dos desconocidos
esclavos abolidos por la misma ternura
que por eso asegura que ausencia no es olvido.
Se habrán reconocido desde lejos
y ya saben espejos de los que no se tocan
esos que siempre evocan la ilusión de lo eterno.

El presente es perfecto. Es todo lo que tienes.


Has descubierto el puente que da sentido al tiempo
que pensabas perdido. La prueba es el poema
que has escrito.
II. LA VÍSPERA DEL POLVO

…y la carne que tienta con sus frescos racimos


y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos...!
RUBÉN DARÍO

Por una senda extraña


frecuentada por ángeles perversos,
bajo el humor maligno de la luna,
más allá de las órbitas y el tiempo…
LUIS PALÉS MATOS

INSOMNIO

Esta mañana llegaron los resultados


de mi muerte y todavía no abro
el sobre (el ataúd, debiera decir).

Los escritores nos morimos lo mismo


en un féretro de roble forrado
de moaré, que en un museo de humo
habitado por dragones de papel
con rostro de bugarrón caribeño.
Aquí debiera de terminar este poema
¡pero no! ¿Por qué invitar la muerte
para que ahora resucite mis recuerdos?

El misterio persiste. La ambigüedad,


diría, si estuviera en un salón de clases
y tratara de explicar lo inexplicable
porque no todas las rosas son iguales
aunque se llamen rosas, porque no
todas las muertes son la misma, aunque,
como dijo el poeta, lo más increíble
de la muerte es que la gente desaparezca.

Él sigue vivo y yo me voy desvaneciendo.

El único temor que abrigo es que la muerte


sea un insomnio eterno en un país fatal
sin cigarrillos, en un lecho sin fin
habitado por nadie, sin que nadie me clave,
como al otro, en un cielo que quiere ser cuneta.
NOBLEZA DE SANGRE

Gracias, Señor, por habernos enviado el SIDA.


Todos los tecatos y los maricones de New York,
San Francisco, Puerto Rico y Haití te estaremos
eternamente agradecidos por tu aplomo de Emperador del Todo y
de la Nada (y si no me equivoco, de Católicos Apostólicos Romanos).

Los heterosexuales del centro de África, creo,


que son ingratos al no reconocer quel SIDA
les ha permitido entrar a la modernidad sin prejuicios,
aunque ya sí saben que la falta de lluvia y de alimentos
son tus justas artimañas de purificador y arquitecto de almas.
Señor, perdona a los bisexuales por su confusión innata
de creer quen la variedad de cuerpos está el gusto,
y sobre todo perdona a la mayoría moral, intachable y serena
que aún ignora la dulce cortadura de tu espada de carne.
Señor, si a alguien le debes agradecer la restauración de tu fama
es al evangelio de carpas, al ejército de circos y jaulas invisibles
que como un río de agua viva de hermanos y hermanas sementales de fe
rechaza tu perfecta belleza de almanaque y como de botánica,
y restituye en lenguas desconocidas hasta por filólogos, tu palabra.
Señor, perdona mi soberbia con los evangelistas de la televisión
y el decoro obsesivo con que piden tanto dinero en tu nombre
porque saben que tuyo es todo el oro de los Incas y el dólar noble.
Perdona a dos o tres poetas de la palabra escrita y a dos o tres
del cine que saben que la seda ni el terciopelo ni el brocado
podían ser tus telas favoritas y restituyeron tu divina mugre
de cuneta, igualando loza y broza en blanco y negro y tecnicholor.

Señor, me consta que muchos pacientes de SIDA que tiernamente creen


quel hombre (y creo que también la mujer) fueron hechos a tu imagen
y semejanza, piensan que tú has pasado por toda esa caterva
de enfermedades infecciosas que a los pacientes de SIDA nos aquejan
(y mira que hemos sido pacientes): esos sudores o escalofríos nocturnos
(como si para ti la noche existiera), ese cansancio eterno, Señor,
que no me deja caminar (y mucho menos dejar de escribir mi poesía),
esa marginación sin límite, ese asco colectivo al Kaposi Sarcoma
y a la tuberculosis, a la flaquencia y a los hongos epidérmicos.
Pero el apego a la vida de este mundo ha hecho a los pacientes de SIDA
ignorantes del contrato. Los cuentos mágicos de los leprosos y el de Lázaro
deben haber sido escritos en la China y como dice el refrán:
yo no creo ni en el médico chino, aunque sí creo en Las mil y una noches.
Señor, me voy a tomar la poca libertad que me queda, colonizado al fin,
y definir nuestra identidad: ¡Que nos llamen sidosos de una vez y todas!
Ya han cometido contra nosotros las barbaridades (y muchas más) que
dicen haber hecho contigo (con métodos privilegiados por nuestra era,
claro está). Señor, sólo me queda bregar con el asunto de tu identidad.
No voy a entrar en cuestiones personales ni a invadir tu intimidad
(que es inviolable), pero ¿qué te llevó a otorgarles la franquicia
de la segunda destrucción de Sodoma, a los americanos? Freud diría:
¿Será, tal vez, tu soledad total, tu colosal hastío, tu complejo de culpa con tantos genocidios, tu
frustración sexual con los apóstoles,
o la ingenua ilusión de creer quel derecho al amor, a la carne secreta,
a la vida y la muerte aún te pertenecen con affidavit de cuna?
III. La nada de nuestros nunca cuerpos

¡Dadme mi número, porque si no,


me moriré después de muerta!

I.

“El fiel y frágil Borges” dicen que dijo


en una de sus tardes de té (con Victoria,
con Enrique, Adolfo y María Luisa)
que el hombre está hecho de tiempo.
Los presentes (y juro que alguno que otro muerto)
aquella tarde supieron proféticamente
que la filosofía no era un arte arcaico
de sentarse en círculo como pitonisas cansadas
de bailar el mismo tango de lujuria y conventillo,
sino que ser Homero y Borges daba igual,
siempre y cuando que Victoria no se olvidara del té
a la inglesa, ni que de vez en cuando se volviera
nacionalista con una torre de miga, servida en vajilla
de Limoges con servilletas de hilo de Irlanda, bordadas
con la palabra Sur. Pero las tardes de té en casa de Victoria
se volvieron brumosas cuando Borges empezó a confundir
amaneceres con atardeceres, y se volvió una Quimera.

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