You are on page 1of 28
Las paradojas del control social punitivo! Juan S. Pegoraro Universidad de Buenos Aires Voy a plantear algunas ideas acerca de las complejas relaciones entre orden social, el control social y el delito. Para esto es nece- sario sefialar algunos presupuestos metodo- légicos y conclusiones a las que he arribado y que son punto de partida de esta presenta- cién; en este sentido el disparador de estas reflexiones es la tesis de Michel Foucault " Este trabajo es parte de la investigacién “La trama social de las ilegalidades: lazos sociales y poderes ‘ocultos en la sociedad argentina del fin del siglo XX" (UBA CyT SO-34) y fue presentado en el Sim- “Vale per la fraternité quello che si é detto per Uuguaglianza: una volta fatto ingresso nella storia dificilmente ne sarebbe uscita Eligio Resta La critica es en cierto modo, ef libro de a bordo de la razén. M. Foucault No hay hechos, solo interpretaciones. F, Nietzsche (1976: 277) acerca del funcionamiento del sis- tema penal como una administracién dife- rencial de los ilegalismos. Creo que esta te- sis pone en tensién y cuestiona gran parte del pensamiento acerca del sistema penal en Ja era modéma y en especial al concepto de “estado de derecho” que es el principal so- porte y justificacién de la modernidad. posio Argentino-Alemén sobre Criminalidad, evo- lucién det Derecho Penal y critica al Derecho Pe- nal en la actualidad, Embajada de Alemania-Facul- tad de Derecho-UBA, 13-15 de diciembre 2007. 8 Juan S, Pegoraro 1. La sociedad no existe, lo que existe en la realidad es un orden social Esta afirmacién contradice gran parte de una vulgata que difundiera la teoria socio- logica de que existe “la sociedad” (que ha sido y es su objeto de andlisis y su justifica- cién académica); esta concepeién de “so- ciedad” supone la existencia de un affectio societatis entre sus miembros, que estarian unidos por una “conciencia moral cotecti- va”; esta conciencia comin se refuerza, dice Durkheim, con la reaccién punitiva ante he- chos que hieren sentimientos morales co- munes de sus miembros. El resultado es que al concebir asi ala “so- ciedad” (conciencia moral colectiva que im- plica una finalidad de armonia y organicidad) ha legitimado el proceso hist6rico “limpian- dolo” de la violencia que lo ha constituido originalmente y acompafiado hasta ahora; a su vez ha impedido incluir a la actividad ile- gal como parte del proceso que ha construi- do “la sociedad” y reduce tal actividad a hechos 0 actos singulares sin implicancias en la estructura social. La teoria sociolégica desde sus inicios en el sigo XIX ha atribuido a la sociedad una naturaleza orgénica, cooperativa, asociativa y considerando solo contingentes las acti- vidades delictivas de personas o grupos sociales. De hecho la mayoria de los soci logos dirigieron sus reflexiones acerca de los obstaculos en el camino de la armonia y el orden (Barman, 2004) que daban por supues- to aunque inacabado 0 amenazado; esto im- plicaba ignorar el papel relevante que las vio- lencias, las ilegalidades y/o los delitos han tenido y tienen tanto en la construccién del + Cémo explicar la realidad social de América Latina sin la “colonizacién espafiola”, sin la caceria de es- clavos en Africa para traficarlos a diferentes Iugares proceso historico cuyo resultado es un de- terminado orden social asi como en el man- tenimiento y reproduccién de dicho orden. Esta omisién ha tenido y tiene solo una vi- sién del “exitoso resultado” del proceso hi t6rico (Barthes, 1991; Elias, 1982; Benjamin, 1980; Adorno, 1983) aunque tal resultado sea un orden de dominantes y dominados, de poderosos y débiles. De tal modo la violen- cia, las inequidades y desigualdades y el ejer- cicio del poder derivado de ello serfan solo una contingencia superable en el inclucta- ble camino hacia la armonia y el orden de- scado, la sociedad deseada. Desconocen asi que el orden real, con sus jerarquias, des- igualdades y relaciones de dominacién sea un producto de las relaciones sociales que crean los seres humanos y no del orden de Ja naturaleza (Freud, 1981)’. Asi Roland Barthes (1991) por ejemplo se refiere a que uno de los mitos del orden es aquel que pri- va totalmente de historia al objeto del que habla y por lo tanto la historia se evapora; dice Barthes que es “una suerte de criada ideal: prepara, trae, dispone, el amo llega y ella desaparece silenciosamente; solo hay que gozar sin preguntarse de dénde viene ese bello objeto, 0 mejor: no puede venir més que de la eternidad...Esta evaporacién milagrosa de la historia es otra forma de un concepto comiin a la mayoria de los mi- tos burgueses: la irresponsabilidad del hombre.” (1991: 247-8) El paradigma del pensamiento organicista de la sociedad tiene como sustento las re- flexiones de Emile Durkheim (1993) preocu- del mundo, sin la evangelizacién, sin la encomienda © el trabajo en las minas, 0 el sagueo de sus riquezas? pado por encontrar los “lazos sociales” o el cemento que impide la disgregacién social; para ello en su libro La Division del Trabajo Social desarrolla la idea de la “funcién” que la divisién del trabajo cumple atribuyéndole precisamente de ser el “lazo social” por an- tonomasia que produce un tipo especial de solidaridad que denomina orgénica, Para fun- dar su idea acerca de la funcién de la divi- sién del trabajo social Durkheim omite el pro- ceso historico cuyo resultado es una forma especial de divisién del trabajo, la divisién del trabajo de la sociedad capitalista; en este sentido Ia concibe como producto de un acuerdo o pacto para vivir mejor y no de una imposicién forzada’, una relacién social cons- truida por medio de guerras, despojos, sometimientos, exclusiones y diversas for- mas de dominacién y disciplinamientos de unos sobre otros. Por lo tanto lo que para Durkheim es la divisién del trabajo en la so- ciedad, para Marx es la divisi6n del trabajo en el orden social capitalista. De tal manera, Durkheim (1999: 68) argu- menta que la division del trabajo aumenta a la vez la fuerza productiva y la habilidad del trabajador y es la condicién necesaria para el desenvolvimiento intelectual y ma- terial de la sociedad; es la fuente de la civi- lizacién. Pero dice que si no sirviera para otra cosa no habria raz6n para atribuirle un cardcter moral y por lo tanto encuentra que Ja verdadera funcién de la divisién del tra- bajo es crear un sentimiento de solidaridad. El efecto mas notable de la divisién del tra- bajo para Durkheim no es solo que aumente * No obstante, de manea ambigua sostiene que los individuos se “adhieren” a ta actual divisin del tra- bajo. “Esta idea de Durkheim ha sido muy cuestionada por estudios antropoldgicos que pusieron de mani- fiesto la complejidad de las relaciones sociales en las Hamadas sociedades primitivas, por ejemplo: B. Las paradojas del control social punitive 9 el rendimiento de las funciones divididas, ino que las hace mas solidarias y conti- niia es la fuente sino tinica al menos princi- pal de solidaridad social (Durkheim, 1999: 81, 83) y la condicién mas importante para la vida social y a su vez condicién de la exis- tencia de la sociedad pues Jas necesidades de orden, de armonia, de solidaridad so- cial pasan generalmente por ser morales. (1999: 84). Durkheim encuentra el observa- ble de este lazo social en las normas juridi- cas, en las leyes civiles, aquellas que repro- ducen las formas principales de la solidari- dad social. Asi, para Durkheim el observable de la soli- daridad orgénica es el derecho, y més que el derecho represivo (penal) ~productor de la solidaridad mecénica en sociedades primiti- vas y con gran semejanza moral‘- el observa- ble es el derecho civil, el derecho “restituti- vo”; éste es el que se ha generalizado en las sociedades modernas caracterizadas por la diversidad y representado por el derecho ci- vil, el comercial, el administrativo y el proce- sal; estos derechos para Durkheim expresan la solidaridad social y la division del trabajo. Ahora bien, para Durkheim el delito ataca precisamente los lazos sociales y tiende a disolverlos y conduce a la crisis moral de la sociedad; el observable de la inmoralidad colectiva estaria dado por las altas tasas de stiicidios y de erimenes de toda especie, dice (1999: 69); por ello la importancia para Durkheim del castigo de tales conductas (de Ja reaccién social) que evidenciaria asi la vi- talidad de la conciencia moral colectiva’. Malinowski, en Crimen y costumbre en las socieda- des salvajes. * Recordemos que para Foucault la “politica de cas- tigos” poco tiene que ver con la conciencia colecti- va y més con un sistema de poder impuesto a la poblacién (Garland, 1999) y con tecnologias de poder y dominacién 10 Juan $, Pegoraro La insistencia de Durkheim en tales ideas tranquilizadoras acerca de la conciencia co- lectiva o comin (1999: 104) —que estaria fun- dada solo en buenos sentimientos como la piedad o la probidad~ debilita la percepeién de otras motivaciones de conductas tanto individuales como colectivas que en espe- cial en una sociedad de mercado son el de- seo de obtener bienes y beneficios diversos de manera legal o ilegal (Merton, 1977). La conciencia colectiva como conciencia moral para Durkheim estaria s6lo objetivada en la ley, en el derecho, en el deber ser; pero una conciencia colectiva que no sea expresada por la realidad es una abstraccién y por lo tanto la negacién de la sociologia. Y la reali- dad esta compuesta por el derecho y por la violacién del derecho, y precisamente la exis tencia de la ley expresa la ausencia de esa “conciencia moral comin” ocupan el lugar de lo ausente (Resta, 1995) porque de otro modo no serian necesarias. Por otra parte Durkheim da por sentado que el derecho es justo porque es moral y es moral por que es justo. Pero, es cierto que el Derecho civil o el Derecho comercial y aun el Derecho penal son ontolégicamente jus- tos? El derecho es una produccién social y por lo tanto una imposicién de aquellos que han triunfado en Ia lucha por imponer un cierto orden y las leyes que lo acompafian (Foucault, 1992), No dudo que la idealiza- cién de la conciencia colectiva como con- ciencia moral o ética que formula Durkheim tiene una intencién loable, tan loable como. alejada de la realidad social; en este sentido sostengo que la “conciencia colectiva” existe pero esta compuesta de necesidades socia- les y no solo de buenos sentimientos y va- loraciones morales. Son estas necesidades sociales el verdadero lazo social, aunque con tensiones 0 conflictos y con contradiccio- nes que por momentos adquieren formas de enfrentamientos sociales y hasta de guerras civiles, Por mi parte sostengo como hipétesis la idea de la existencia de lazos sociales ilega- Jes que lejos de disolver el “principal” la divisin del trabajo y la solidaridad orgéni- ca~conviven con él, forman parte indisolu- ble de él y que tales lazos responden a las necesidades sociales del propio orden so- cial. Estas estén conformadas por la estruc- tura social y también por la estratificacién social que deriva de ella y por concepciones ¢ imaginarios del orden social, deseos de poder, ideas, mitologias, rituales, ambicio- nes, lealtades facciosas, mantenimientos de una estructura de jerarquias y desigualda- des; en suma por Ia reproduccién del orden social, siempre inestable es cierto y por ello la permanente necesidad de reforzarlo. Decfa entonces que partimos de la idea de que lo que existe en la realidad es un “orden social” y no una sociedad y esto implica consecuencias teéricas y metodolézicas al relacionarlo con los otros dos pilares de esta presentacién: el “Control Social” y el “Deli- to” en especial el “Delito Econémico Orga- nizado” (DEO). Las paradojes del control social punitive 11 2. El Control Social Punitivo se ejerce en funcién de sostener el orden social y en tensién con el “estado de derecho” y por lo tanto de manera selectiva’ Con selectiva quiero decir que reprime cier- tas conductas ilegales y paradojalmente to- lera-encubre-promueve-participa en actos ilegales. Su “selectividad” es un instrumen- to para gobernar la conducta de los hom- bres (Foucault, 2005) y también una expre- sin de la realidad del orden social © Me refiero asia una primera paradoja del control social: para preservar el orden social apela no tanto al estado de derecho como al “estado de excep- cién”. Por ejemplo, dice Georgio Agamben: “Del estado de excepcién efectivo en el cual vivimos no es posible el regreso al estado de derecho, puesto que ahora estin en cuestién los conceptos mismo de “estado” y de “derecho”. Georgio Agamben, (2004) Estado de Excepcién, A. H. editora, Buenos Aires. Agamben enumera la frecuencia y continuidad del “estado de excepcién” al que diversos gobiemos de occidente han apelado en el siglo XX, con la excusa de preservar el “estado de derecho” y asi dice: “Del estado de excepeién efectivo en el cual vivimos no es posible el regreso al estado de derecho, puesto que ahora estan en cuestién los conceptos mismo de “estado” y de “derecho”. (las cursivas son mias). Por ejemplo: “Van a juicio oral por robar queso rallado y un estuche de cdmara fotogrifica una mu- jer y un hombre que robaron en un supermercado y en una casa de fotografia. Para los jueces, vulnera- ron el derecho de propiedad. La mujer que esté acu- sada de intentar robar cinco paquetes de queso ralla- do y una botella de cera para piso de un supermerca- do portefi iri a juicio oral y piblico por un delito que prevé hasta un afio de prisién. En otro caso un hombre que rob6 un estuche de edmara fotogriica cen un negocio, los jueces de la Camara del Crimen de Ja Ciudad de Buenos Aires descartaron la “insignifi- cancia” del objeto y tuvieron en cuenta que el acusa- do vulneré el derecho de propiedad mas allé del va- lor econémico del bien y deberd someterse a juicio ‘otal y piblico”. La Razén, 8-8-07 y La Nacién, 8- 8-07. Paralelamente no son elevados @ juicio oral y ‘a punto de prescribir sin resolucién alguna causas Jjudiciales como el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, las causas delictivas originadas en las Privatizaciones de bienes y empresas piiblicas como Augusto Comte, a mediados del siglo XIX, preocupado por el problema del “orden” consideraba que la religién y la moralidad eran sus presupuestos y ellos son parte del problema del control social en cuanto son invocados para sostener el orden; pero la necesidad de invocarlos habla también de YP, Acrolineas Argentinas, Flota Mercante del Estado, Ferrocarriles del Estado, Aguas Argentinas, entre muchas mas durante el gobierno del Presiden- te Menem, asi como tos “sobresueldos” a funciona- rios pablicos en la década de los 90, la causa de los, sobornos a los senadores en el afio 2000 en la que esta involucrada la Secretaria de Inteligencia del Estado en el gobierno de De la Rua; también es de recordar otros sonados casos como lo fuera en la década de los 50 el trigo candeal, en los 60 el caso DELTEC, y en los alos 70 y 80 la “deuda externa” contraida por particulares que luego se insolventaron y el Estado en 1982 se hizo cargo de ella durante la gestién de Domingo Cavallo que inyolueraban a personas importantes social y pi ticamente del pais.; en este sentido ver la sentencia del Juez en lo Criminal Federal, Dr. Ballesteros en la causa “Olmos Alejandro S/denuncia”- Expte N° 7.723/98". Pero quizas sea ain mas ejemplificativo la selectividad del fumcionamiento del poder judicial en el caso del “Terrorismo de estado” desatado du- ante el gobierno militar 1976-83 en el que solo estén actualmente procesaidos y condenados la cti- pula militar preservando asf Ia institucién a la que pertenece cada uno de ellos. EI caso del Prefecto Febres presuntamente asesinado estando en cauti- verio en diciembre de 2007en la propia Prefectura Maritima cuando se aprestaba a denunciar a otros integrantes de esa fuerza en la represién. Y ademés Ja mayoria de los detenidos pertenecientes a las fuer~ zas armadas y a la policia por tales hechos y atin por delitos comunes cumplen la sanciin de pérdida de su libertad en dependencia de sus propias instituciones {que les procuran un pasar privilegiado e ilegal y con pleno conocimiento de los Jueces que tos han juzga- do, Por otra parte, un 72% de los jueces y funciona rios judicieles se negé a revelar su patrimonio ante ‘el pedido Poder Cindadano, una importante ONG. 12 _Iuan $. Pegoraro su menguada o débil presencia ante el avan- ce de la sociedad moderna (Rosenvallén, 2006; Foucault, 2007) en la que el mercado es el arbitro de las relaciones sociales En la obra de Emile Durkheim encontra- mos también constantes referencias a valo- res, ideas ¢ ideales sociales, creencias, sim- bolos, ceremonias rituales, que desempefian formas y también instrumentos de control social en cuanto son los observables de “la sociedad” y paralelamente la ausencia de las ilegalidades. Si bien en la historia del concepto de con- trol social y de su uso conceptual (Sumner, 2006) ha sido cambiante no dudo que Ienta- mente se ha impuesto como asociado a re- clamos 0 necesidades del “gobierno de los hombres” (Foucault, 2001, 2006, 2007) mas que al control de los hombres sobre el go- biemo. En esta linea, el orden social o si se quiere la sociedad es un producto o resulta- do del control social que una vez “instala- do” se mimetiza con el orden social que re- quiere de él para reproducirse (Melossi, 1995). En suma el “orden” hace posible la paz por medio del control social, 0 mejor la ausencia del “estado de guerra” como diria Hobbes. Asi, la Ley es una forma y una ex- presién de control social pero también es un medio o instrumento, como también (subsi- Giariamente?) lo es la opinién piblica, la edu- cacién, las tradiciones, las costumbres, los ceremoniales y demas “dispositivos” que construyen y reproducen el orden social (Bourdieu y Passeron, 2001). En suma, “la ley es la piedra angular del edificio del or- den, la herramienta perfecta y la mas espe cializada del control al servicio de la so- ciedad” (Ross, 1901). Claro que la nocién "Es necesario recordar que para Hobbes (1980) el concepto de “estado de guerra” implica mas un esta- 4o de conflict con relacién a valores y por lo tanto de Ley esta absolutamente asociada a la de un imaginario de orden social moral, tal como lo sostuviera Durkheim y de ahi deriva la idea de control de la sociedad por si misma (cl self-control) que se considera conforme al orden moral de la ley. De echo el “control social” también fue un recurso intelectual para relacionar el andli- sis sociolégico con los valores humanisti- cos y las orientaciones filos6ficas en cl pro- greso social y en la reduccién de Ia irracio- nalidad en el comportamiento humano asi como del rechazo de la teorfa econdmica del interés egoista; ha sido la expresién de una perspectiva que sostiene que los deseos in- dividualistas de la satisfaccién econémica del interés particular (G. Mead, 1918, 1997; R. Park, 1921, 1997; M. Janowitz, 1997) no deberia ser la base de una sociedad y tam- poco proporcionar elementos para el logro de metas éticas. En tal sentido el control social era conce- bido como “el control hecho por la sociedad misma, de sus propios procesos de organi- zaciény creacién” (Gurvicht, 1965: 250) bajo una concepcién un tanto abstracta de qué era la “sociedad” ya que se suponia forma- da por hombres libres e iguales. En tal senti- do la “sociedad” para la mayoria de los so- cidlogos se les presenta como punto de par- tida de la historia y conforme al orden natural de las cosas al fin alcanzado y en tanto cons- truida por la naturaleza y no producto de un proceso histérico con sus relaciones de do- minacién y sometimiento. ‘A partir de la idea de sociedad-consenso- pacto de hombres libres e iguales el concep- to de control social se relaciona con Ia orga- nizacién politica del Estado liberal clisico y individuos que “desprecian la ley” mas que la imagen de una guerra desatada. también con las formas democraticas de go- bierno y representacién politica. Tamar Pitch (1999: 52) sostiene que E/ desplegarse de la democracia a través de Ja ampliacién de la ciudadania politica y el reconocimiento e institucionalizacién de la conflictividad social, disuelve la unidad del Estado ético, y reproponen la cuestin del orden sobre otros planos y otros saberes conjiintamente”. Dice Pitch que Dario Melossi cuando se refiere a la concepeién norteamericana de control social dice que ésta deviene de una tradicién antiestatalista signada por el pragmatismo y su atencién por aspectos voluntarios y procesuales de Ia actividad humana. E! problema del or- den, 0 bien cémo se obtienen esponténea- mente (estos es en modo no coercitive) co- hesién ética y organizacién social, devie- ne él problema del control social. (1999: 53). De tal modo la tradicién estatalista eu- ropea es sustituida en EEUU por “control social” y por lo tanto una descentralizacién de los lugares de produccién del orden, que se encuentra en diferentes espacios e insti- tuciones; esto, dice Pitch-Melossi plantea el problema de cémo explicar/asegurar/re- forzar/ la coherencia entre los diversos “productos” si ellos no dependen de un proceso central jerdrquicamente superior. (1999: 53). El contrato, el consenso, no es solo lo que se trata de aleanzar por medio del control social punitivo sino el “bien comin” defini- do tautolégicamente como el contrato, el consenso, y del que se parte para instru- mentar el control social punitivo y por lo tan- to para obtener consenso, legitimidad. Por Io tanto el uso de este concepto de control * Para ello se utilizaron las teorfas conductistas y la psicologia social. Gurvicht, Ob Cit. " Yale para la fraternidad aguello que se dijo para Las paradojas del control social punitive 13 social por la sociologia norteamericana te- nia como cuestién central cémo se constru- ye democraticamente (sin principes ni reyes, ‘como fuera en la tradicién europea) el orden social, (un problema macro) pas6 a ser el control social que producia conformidad (Janowitz, 1995), que inducia comportamien- tos de acuerdo a un orden como presupues- to y resultado del control social y para ello se utilizaron las teorias conductistas y la psicologia social. (Gurvicht)’. El orden se transforma asi en consenso. Por ello dice Tamar Pitch, “el consenso es, simulténea- mente, aquello de lo cual se parte y aquello que se obtiene; aquello que es presupuesto y aquello a lo cual se tiende; aquello que debe ser explicado y aquello que explica” (1999: 54). (Se parte del paradigma del con- senso). Esta perspectiva supone la naturali- zacién y despolitizacién del control social punitivo: se pregunta gcdmo funciona? y no gqué orden produce? ya que parte de la idea de consenso, inte-rés general, univer sal aunque empiricamente, como se vera en los graficos incorporados mas adelante, es hharto dudoso aceptar que tal orden-desigual sea producto del consenso, del interés ge- neral y que exprese el bien comtin. En este sentido sefialaba el déficit de la teoria social que ha contribuido a naturalizar explicando Ia desigualdad social. Y precisamente el de- lito produce un efecto paradojal en el orden social y “su” control: forma parte de él Eligio Resta (2005; V) dice “Vale per la fraternita quello che si é detto per Uuguaglianza: una volta fatto ingresso nella storia dificilmente ne sarebbe uscita’”"*, ¥ asi cuando se reflexiona sobre el control social punitivo tanto en su historia la igualdad. una vez hecho el ingreso a la historia, dificilmente se podria salir. Eligio Resta, (2005) 11 diritto fraterno. Editori Laterza, Roma-Bari 14 _Juan 8. Pegoraro como en su funcionamiento es dificil salir de é1 por lo menos en cuanto se analiza su rea lidad; en suma lo que puede analizarse so- ciolégicamente es el funcionamiento del con- trol social punitivo y de que “funciona” ges- tionando de manera diferencial las conduc- tas ilegales. 3. El delito no tiene esencia alguna, ontolégicamente no existe, lo que existe es la ley que lo crea y define y en algunos casos lo persigue Decir que el delito no existe puede resultar una provocacién, pero si s que el delito sélo existe porque hay conduc- tas que asi son definidas ya no resulta pro- vocativo sino que apela a la necesidad de Ia reflexién aunque moleste inquiete ya que lleva a la necesidad de otras preguntas. Y con respecto al fenémeno delictivo nuestro supuesto es que no puede ser considerado marginal en la estructuracién del orden so- cial; nos referimos a aquel que tiene conse- cuencias sociales importantes como el Deli- to Econémico Organizado (DEO). En este sentido, el fenémeno social de las ilegalidades ha tenido una escasa relevan- cia en la concepcién de la sociedad para la teorfa sociolégica. Ha sido reducido a mani- festaciones particulares 0 desviaciones ex- plicadas ya sea por patologias personales, 0 por carencias sociales y/o morales y/o inte- leetuales (Young, 2003; Lemert, 1976; Merton 1976; Parsons, 1967) en los que la necesidad de satisfacer tales carencias ha sido Ia cau- sa mas aceptada a la hora de las explicacio- nes de “porqué se pasa al acto?” La apuesta de la teoria social a la Crimino- logia, cuya base cientifica es mas que dudo- sa (Foucault, 1976) y desarrollada en el iilti- mo cuarto del siglo XIX se ha sostenido in- sistiendo que los delincuentes son una minoria y con caracteristicas que lo hacen diferentes al resto de las personas. Ha igno- rado u ocultado que la atribucién de un deli- to a una persona depende en parte de la vio- lacién de una norma pero principalmente de agrega a ello n (0 no reaccién) de las institucio- nes de control social penal (Becker, 1972, Matza 1981) instituciones compuestas por seres humanos que tienen una decisiva ca- pacidad de intermediar entre la norma penal y la aplicacién o no aplicacién de ella asi el poder judicial esta conformado por personas- jueces, y el poder policial esta conformado por personas-policias que interactiian social- mente con distintos roles ante situaciones similares pero con personas con “calidad” distinta, lo que ha Nevado a fundamentar la critica a la selectividad del sistema penal (Pa- varini, 1995; Ferrajoli, 1993; Zaffaroni, 1989, Resta, 1995: Bergalli, 1983; Gouldner, 1973) que historicamente ha Ilenado las carceles de personas socialmente débiles. Por otra parte desde hace un par de déca- das el fendmeno de las ilegalidades ha ad- quirido una mayor visibilidad, en particular por el papel que los medios de comunica- cién han asumido en su difusién; ha sido relevante en esto el denominado “periodis- mo de investigacién” que de manera ambi- valente ofrecen cierta informacién confiable y satisfacen un cierto morbo de la opinién publica al interior del clima cultural impues- to por el neolibelarismo econémico: viola- cién de la norma acompafiado de éxito eco- némico ¢ impunidad social. La transgresin de la norma ha Ilegado en los iltimos afios en mancuerna con el pragmatismo atribuido a los triunfadores sociales que la ideologia neoliberal de mercado y el individualismo han impuesto como modelo a imitar. la reaccic Es de sefialar la extensién y multiplicacién de los lazos sociales creados por las ilegali- dades (el DEO) en la vida social y su rela- cién con los “poderes acultos” en el marco de los cambios que se han producido en la década del 90 en Argentina, en especial como parte de las politicas econémicas sustenta- das por ideologias y razonamientos neolibe- rales (Rosenvallon 2006, Foucault, 2007). Cuando decimos “poderes ocultos” no re: ducimos este concepto a los grandes pode- res econdmicos, las instituciones del Esta- do, sus funcionarios, los servicios secretos, las corporaciones transnacionales; lo exten- demos a una red informal y contingente de individuos poderosos que utilizan sus rela- ciones con sectores del aparato estatal para realizar negocios redituables econémicamen- tea través de actividades ilegales que resul- tan por ello inmunes penalmente. Estos indi- viduos pueden ser empresarios, ciudadanos comunes, ex-funcionarios, militares retirados © en actividad, profesionales en especial abogados 0 asesores financieros que en su actividad responden a lealtades facciosas; los “poderes ocultos” no constituyen un grupo tinico y monoliticos sino que son “re- des” cuyos miembros algunas veces compi- ten entre si que se manifiestan como rivali- dades personales o empresariales. No nece- sariamente constituyen una estructura paralela al estado sino que generalmente se incrustan en los espacios de decisién del estado sea por un tiempo determinado 0 para una accién o actividad particular. Por ejem- plo, El Banco Mundial ha caracterizado este fenémeno como “Estado cautivo” (Hellman Joel; Geraint Jones y Daniel Kaufman, 2000) ™ Su funcin de “lazo social” que le atribuyo en este trabajo es resultado de la investigacién “La trama social de las ilegatidades: lazos sociales y poderes ocultos en la sociedad argentina del fin del siglo Las paradojas del control social punitive 15 Considerando asi el fenémeno se otorga sustento explicativo no solo a las conduc- tas ilegales, sino del encubrimiento con fe- némeno social sustantivo y de la impuni- dad e inmunidad de los actores sociales in- volucrados. El “lazo social” que involucra a diversos actores, ain “pasivos” hace posi- ble la actividad ilegal, su encubrimiento y su inmunidad e impunidad. Se trata por lo tanto de no reducir este fendmeno delictivo a un anilisis ético-juridico (Merton, 1980) de ta~ les conductas sino sociolégico y asi de po- ner de relieve las “funciones latentes” de estas conductas delictivas, y en particular el encubrimiento de tales conductas como un fenémeno social que corresponde al con- cepto de lazo social. Partimos asi del supuesto que los DEO han sido y son parte del orden social (que se denomina vulgarmente sociedad)"" y que en la sociedad de mercado cumplen una fun- cidn que lejos de destruir o debilitar el orden social (Ia sociedad) lo sostiene, lo facilita, lo fortalece. Me refiero con DEO a la organizacién de- lictiva dedicada a negocios legales-ilegales de una cierta complejidad politica-juridica con la necesaria participacién de institucio- nes y/o funcionarios estatales, que produ- cen una recompensa econémica importante y que gozan de impunidad e inmunidad so- cial-penal. Una caracteristica de lo que denomino aqui DEO es la ausencia de una estructura orgi- nica fija; son en este sentido un plural de “telaciones” funcionales para negocios en diversos ambitos geogrificos o instituciona- les y pueden no necesitar de una direecién 2a” (UBA CyT SO 34) y significa una oposicién a In idea de ta existencia de una sociedad basada en la conciencia colectiva moral (Durkheim; 1994, 1976, 1974, 1997).

You might also like