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PERU EN EL FIN DEL MILENIO Heraclio Bonilla compilador anuj Meant tir ta Ate Primera edicion en la coleccién Claves de América Latina: 1994 Producci6n: Direccién General de Publicaciones del CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES © 1994, Heracio Bonilla, ISBN 968-29-5885-7 Impreso y hecho en México Agradecimientos ibro que el lector tiene en sus manos se ha estructurado a partir de dos vertientes. La primera incluye un conjunto de propuestas sobre jadi lencia peruana, sustentado en la reflexi6n de re- cientes investigaciones y en la observacién atenta del proceso politi- co peruano. La segunda es una compilaci6n cuidadosa de los mejo- res estudios sobre la violencia politica del PerG de nuestros dias y su vinculaci6n con Sendero Luminoso. Quiero agradecer a Ronald H Dennis Chavez de Paz, Carlos Ivan Degregori, Henri Favre, wizélez, Manuel Jestis Granados, Nelson Mantique, Cynthia tock y David Scott Palmer por haberme autorizado a rar en este libro sus respectivos trabajos, y de esa manera cor tun mejor conocimiento de una de las coyunturas més dramaticas del mporéneo. 0 extender este reconocimiento a las e f Interamerican Studies and World Aff. ‘Mérgenes (Mantique); Defen: esity y Georgetown University Center for S International Studies (Palmer), por la autorizacién para reproducir y traducir estos trabajos. Heraclio Bonilla I. La década de la violencia* Nelson Manrique Existe una forma de liquidar el debate, cuando se trata de ha- blar sobre Sendero Luminoso, que se ha convertido en una in implicita; ella consiste en calificarlo como terroris- ta. Cuando la discusién llega a este punto, aparentemente es imposible decir una palabra més sin correr el riesgo de ser cdnsi- derado, en el mejor de los casos, como coneciliador con Sendero .Luminoso, cuando no un senderista encubierto, Sin embargo, la caracterizaci6n de “terrorista”, aplicada a Sendero, més que explicar confunde, pues no hay manera de entender, a partir de la experiencia hist6rica concreta de las organizaciones def nidas como terroristas, cémo es que al borde de la nueva déca da Sendero Luminoso no sélo no haya sido derrotado sino que haya llegado a su actual nivel de desarrollo, pasando a convertitse en un dato decisive para cualquier andlisis que se interrogue sobre el futuro del PerG. Es necesario distinguir, pues, entre la utilizaciGn del terrorismo como arma, préctica a la que Sendero recurre habitualmente, y la naturaleza de esta corganizacién, lo cual es algo mucho mas complejo que el sim- ple terrorismo. Pero para entender el fenémeno senderista es necesario comprender al pafs que hizo posible su emergencia Y para explicar su extraordinario desarrollo debemos pregun- tarnos por las carencias profundas de la sociedad peruana que 41 delata, Lima, 1989, pp. Publicado originalmente en Mérgenes, nims. 5-6, af Il 187.201 49 La violencia hoy Un par de aiios atrés habfa quienes sostenian que la opcién mi- litar de Sendero Luminoso era la respuesta a un conjunto de derrotas suftidas por esa agrupaci6n a lo largo de los setenta; por tanto, no tenia mayor viabilidad. La presuncién de base 0 vertical y autoritario no podria conseguir un soporte social popular en el Peri. Hoy tal posi- ci6n es insostenible, si se analiza lo sucedido durante estos tilti- mos nueve afios (véase cuadro 1). Los datos de diversas fuen- tes son undnimes en constatar que la tendencia dominante apunta a un aumento siempre creciente del ntimero de atenta- dos. Esto no se ha modificado ni por los cambios vividos en la escena politica durante este periodo —como la transicién del régimen de Fernando Belatinde al de Alan Garcia—, ni por los contrastes sufridos por las fuerzas insurgentes, incluida la ma- sacre de los penales de junio de 1986. Es ms, a juzgar por la idizacién de la crisis econémica, la virulencia de la ofensiva tar desplegada por las fuerzas senderistas a nivel nacional durante los primeros meses de 1989, asf como por su declara- da voluntad de boicotear las préximas elecciones municipales y presidenciales, se puede afirmar que la tendencia dominante no va hacia el estancamiento o retroceso del conflicto sino a su agudizacién y generalizacién Cuadro 1 ATENTADOS TERRORISTAS, MAYO, 1980-DICIEMBRE, 1988 ‘Afios ‘Alentodos 1980 219 1981 715 1982 891 1983 1123 1984 1760 . 1985 2.050 1986 2434 1987 2448 1988 2.803 Fuente: Banco de Datos de Desco, 1989. 50 Hoy es virtualmente imposible conocer la exacta magnitud del fenémeno insurgente y su represién. La matanza de los pe- riodistas en Uchuraccay, ocurrida en enero de 1983, consiguié en buena medida ahuyentar a la prensa de los escenarios de la guerra; de ahf que el grueso de la informaci6n provenga ma- yoritariamente de los partes oficiales emitidos por las autorida- des polttico-militares de las zonas de emergencia. Aun asf, las estimaciones con relacién al costo social de la guerra varfan notablemente de una fuente a otra. La Comisién Especial del Senado sobre las Causas de la Violencia y Alternativas de Paci- ficaci6n en el Perd calcula el nimero total de bajas, como con- secuencia de la violencia politica, en 12 402 muertos, al 30 de noviemibre de 1988 (p. 375). Por su parte, organismos de de- fensa de los derechos humanos elevan esta cifra hasta 15 000. En los times afios, el accionar subversive ha venido mos- trando algunas importantes transformaciones. En primer lugar si se compara la evoluci6n de las bajas de la policia y de las fuerzas armadas, se observa que, aunque la cantidad de los policfas abatidos sigue siendo ostensiblemente mayor que la de los miembros de las fuerzas armadas caidos, durante los dlti- mos tres afios las cosas vienen cambiando: mientras que las bajas policiales empiezan a reducirse, en las fuerzas armadas sucede exactamente lo contrario; entre 1986 y 1988 el niimero de muertos se ha multiplicado por cinco (véase cuadro 2). Las acciones subversivas de los dltimos afios vienen dirigiéndose, pues, principalmente contra objetivos militares. Los grupos al- zados en armas han desarrollado una notable capacidad ope- tativa. Se ataca ahora a fuerzas especialmente preparadas para confrontaciones bélicas: no personal entrenado para acciones policiales, de mantenimiento del orden piblico, sino a profe- sionales de la guerra, con una formacion logistica e infraes- tructura muy superior a aquélla de la que disponen las fuerzas policiales. - El otro hecho fundamental para caracterizar la naturaleza de la accién insurgente actual es el enorme aumento de las ba- jas sufridas entre las autoridades potiticas durante los dos Gi- timos afios. Desde 1987 hasta 1988 el némero de funciona- rios asesinados casi se ha triplicado, al pasar de 31 a 86. Esto es una consecuencia inmediata de la téctica sequida por Sen- 51 Cuadro 2 VICTIMAS DE LA VIOLENCIA POLITICA, MAYO 1980-DICIEMBRE, 1988 Vietimas 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 Total Pobiis 6 3 8 56 4 10 139 137 566 Foor ‘xmadas 1 9 % 3 29 53 43 m2 Atordades polis Nom 3% 19 43 St Base Altrades velgioses 1 2 Extarjeros 7 ao Owen 2 5 41 6651750.712 416. S71 750 494 feroritas «971 1091226 1721 630 TAL SM 401 S292 Tota 1_82_193 1.979 3588 1497 1.376 1 136 1526 11 328 Fuente: Banca de Dotos de Desco, 1989, dero, de provocar un vacio de poder en las zonas donde actiia para imponer después sus propias autoridades. La experiencia ha demostrado que esta politica tiene un efecto devastador cuando un alcalde 0 una autoridad comunal es asesinado, en los pueblos aledafios inmediatamente se produce una ola de renuncias, lo cual representa para vastas regiones del interior virtual desaparici6n de la presencia esiatal. Informantes de las zonas donde Sendero ha consolidado su presencia repor- tan que los cuadros senderistas, como parte de su prédica polt tica, vienen anunciando que victimarén a los candidatos que se presenten a las elecciones municipales. Aunque es dudoso que Sendero pueda desplegar semejanie téctica en las grandes ciudades, es sin embargo altamente probable que logre impe- dir la realizacin de las elecciones en una fracci6n significativa del territorio nacional, particularmente en las 4reas rurales.* Sendero Luminoso viene tratando de precipitar la crisis pol a, y busca destruir la presencia del Estado en las reas rurales, para remplazarlo después con sus propios érganos de poder (el “Estado de nueva democracia”) | Segcn una estimacin ealizada a fines de abil de 1989, no seria posible realizar elecciones en el 12 por ciento de dstrtos del pas. Pero la agudeacién de la ofensiva senderista podria elevar atin més este porcentaie. . 52 A partir de 1985 —aiio del ascenso del régimen de Alan Garcia al poder—, y durante los tres afios siguientes, hubo una significativa reduccién del ntimero de bajas: la brutal represién desarrollada entre los afios 1983 y 1984 por las fuerzas arma- das provocé 5 567 muertos; la mitad del total de las bajas su- fridas en estos ocho aos. Las bajas descendieron después a 1.437 en 1985, 1 367 en 1986 y 1 136 en 1987. Pero en 1988 la mortandad ha vuelto a incrementarse bruscamente: 1526 bajas. De mantenerse la dindmica de los primeros cua- tro meses de 1989, con seguridad el némero de muertos que dejaré esta sorda guerra continuard creciendo inexorablemente. El Pera ingresa a un periodo critico. Por una parte, la crisis econémica agudiza la polarizacién de la sociedad peruana, al tiempo que se genera un vacio de poder, cuyo més probable beneficiario, en las actuales condiciones, podria ser un gobier- no militar. Durante los periodos de profunda crisis soci de las contradicciones sociales puede provocar que lo: ses de las clases y de las fracciones de clase en pugna tiendan a aparecer abiertamente, casi sin mediaciones y sin el enmasca- ramiento con que la ideologia las reviste durante los periodos de prosperidad, de expansién del ciclo econémico y de estabi- idad politica relativa. La raz6n de este fendmeno radica en que en las sociedades clasistas el avance de la crisis econémica pone a prueba, en una lucha a muerte, a todos los sectores, sociales en pugna; incluso en el interior de una misma clase so- cial la imposicién de una politica benéfica para determinado sector puede significar la sentencia de muerte para otro; no ca- ben pues las medias tintas. Una excelente demostracién de es- te aserto es la polémica desatada recientemente entre dos frac- ciones de la burguesfa peruana: la alineada en torno al credo neoliberal de! Instituto Libertad y Democracia (ILD) de Hernan- do de Soto, y la fraccién exportadora no-tradicional represen- tada por un novisimo instituto, el Ididen, que salié al ruedo con la publicacién de un amplia pronunciamiento en el diario EI Comercio, firmado entre otros por Flavio Gerbolini, Gonza- lo Raffo, Ricardo Vega Llona y Peter Uculmana. El proyecto del 1LD —que inicialmente concit6 el entusiasmo de la dere- cha, pues prometia dotarlos de la identidad de la cual care- 53 cen—, llevado a sus filtimas consecuencias, supone la entrega del mercado peruano a las empresas transnacionales y la con- secuente liquidacién de la industria peruana. El comunicado de los industriales agrupados en torno al Ididen sale al frente de De Soto, proponiendo como alternativa una politica favorable a sus propios intereses que, de asumirse, en los hechos supon- dria otorgarles un délar tres veces mayor que el entregado a quienes —Estado incluido— se dedican a las exportaciones tradicionales.? El ejemplo citado busca mostrar hasta qué punto las contra- dicciones sociales tienden hoy a agudizarse. Las pugnas que van aflorando en la derecha, que se irén exasperando a medi- da que se aproximen las elecciones municipales; la parélisis de Izquierda Unida (IU), y su ausencia en los frentes de masas, empantanada como esté en menudas pujas caudillescas que constituyen una afrenta a la memoria de los militantes izquier- daunidistas que vienen cayendo victimas del accionar homicida tanto del comando Rodrigo Franco cuanto de Sendero Lu noso, que esté empefiado en copar la direcci6n de los sindica- tos mineros por medio del terror; la cafda del APRA, que a estas alturas constituye ya una completa debacle, son tantos otros sintomas de que se viene procesando un profundo vacio de poder. Esto no significa de por sf que la situacién vaya a defi- nirse autométicamente en favor del campo popular. Las crisis sociales profundas abren el camino a la redefinicién de la correlaci6n entre las distintas clases y fracciones de clase, pero s6lo el curso objetivo del desarrollo de la lucha de clases —y en. esto es fundamental que éstas tengan claridad sobre sus intere- ses y la manera de conseguirlos— determina el resultado final. La crisis puede abrir el camino a la revolucién social, pero ésta no es un resultado automético de aquélla ni, menos atin, tiene de por sf el triunfo garantizado. En la agudizaci6n de la crisis en curso Sendero Luminoso ha jugado un papel decisivo. Entre sus objetivos técticos para el periodo esté impedir las elecciones y precipitar un golpe de Es- tado que despeje el terreno, dejéndolos a ellos y a los militares 2 Para el anSlisis de este debate remitimos a los textos de Humberto Campodénico publiados en la revista QueHacer, nim, 58, Lima, Desco, abri-mayo de 1989, y Ac- fuaidad Econémica, nGm. 107, Lima, abel’ de 1989, 54 como los tinicos protagonistas con espacio para desenvolver sus respectivos proyectos, No es accidental que entre los me- ses de noviembre y enero ditimos, cuando el contexto aparecia muy favorable a un pronunciamiento militar, Sendero Lumi- rnoso desatara una gran ofensiva bélica, que tuvo como blanco principal a los efectivos de las fuerzas armadas. Se trataba de forzar la coyuntura hacia una definicién que no se produjo, pe- ro que es una espada de Damocles que pende sobre el movi- miento popular. La gran ofensiva desplegada por las fuerzas armadas entre Jos afios 1983 y 1985 en Ayacucho y sus departamentos lim trofes redujo significativamente el accionar de Sendero en el rea ayacuchana, asi como en Huancavelica y Apurfmac, pero provocé la multiplicaci6n de las acciones subversivas en Lima, Junin, Pasco, Cuzco, Lambayeque y La Libertad (véase cua- dro 3). Aunque en parte esta situaci6n podria atribuirse a que el Movimiento Revolucionario Tapac Amaru (MRTA) inicié sus acciones armadas en 1984, no cabe duda que el accionar de Sendero Luminoso ha jugado un papel determinante en este proceso. La “victoria” gubernamental en Ayacucho tuvo pues como costo la expansi6n de las actividades insurreccionales hacia territorios donde anteriormente Sendero no tenia pre- sencia. Esa es la respuesta que ha dado la realidad a quienes, proponfan una “solucién militar” al desafio senderista. Sendero Luminoso ha venido priorizando durante los éitimos afios el efecto politico de sus acciones militares, de allf que Li- ma se haya convertido en un objetivo fundamental; basta con- frontar las cifras del periodo 1980-1984 con las de 1985-1987 para confirmarlo. Aunque las acciones militares de Sendero se han multiplicado por toda la sierra peruana, su avance también ha conocido reveses; alli estén Cajamarca y Puno para demos- trarlo (aun cuando en esta diltima regin hoy se vive una nueva ofensiva senderista). A medida que se vayan agotando las zo- nas donde Sendero podria desarrollarse sin encontrar bases populares organizadas que le hicieran frente, las condiciones enlas que tendré que actuar se iran modificando radicalmente. Como correctamente lo sefialan los documentos de su primer congreso, la etapa que se abre tendr& como una caracteristica fundamental el desarrollo de la disputa con otras fuerzas politi- 55 (Cuadro 3 ATENTADOS TERRORISTAS POR DEPARTAMENTO. Departamentos 1980 1981 1982 19831984 1985 1986 1987 Total Ammons COT aah 0 8 6 m8 & oe as feat 9 i 5 ie a Wy ass to Sar free gt |g mrocmo B15). 29 ad aS ee aka ah 2 | ££—=—_ Gree se Bd Bom SS Fitrco 62 3 8 Be Si Be Hess 973g aes "sak on fee TB en ete in im ww — _._—=S~—sSesOsOSsSCtisésemséisseseT|. lnoene 2 1s oe ot ‘es ‘ee ae Sk 8 19 8 me ot oD BM ok 908 oo a __=seséséseéséseéseewseW Mowe i w 2 0 1 9 f 4% ® Meeiedoe 90 0 T 9 1 6 6 9 8 Poco 4 9 2 it us ae sae Fre ie Sn Ne TB fre = 3 4 8 & B om B oh Sets = oh SOS ie $m 7 3 0 8 4G Tims — .4e24—2—C—+ Oa | iié_424— Teal 219715891 1123 1760 2050 2549 2489 11751 Fuente: Banco de Datos de Desco, 1989) cas —y en primer lugar la IU— por el control de las bases socia les sobre las cuales espera erigir su proyectada “repéblica popu- lar de nueva democracia”. Los procesos desarrollados durante los dos diltimos afios, y en particular la lucha por la captura de! estratégico valle del Mantaro, permiten pensar algunos de los Problemas cruciales que deben plantearse en los préximos ais. _ Sendero Luminoso viene trabajando firmemente durante los fitimos cuatro afios buscando ampliar y consolidar su presen- cia en el estratégico departamento de Junin. Aparentemente 1989 es el afio escogido para la gran ofensiva: ésta incluye el descabezamiento de los sindicatos mineros de la regi6n, via la 56 ejecuci6n de los dirigentes ‘sindicales que se le oponen, acu- sindolos de “traidores” y “vendeobreros”. En esta accion Sen- dero ha venido coincidiendo con los comandos de ultradere- cha, a quienes se atribuyen varios de los asesinatos perpetrados en contra de los lideres laborales de la regién (en las minas se habla de bolsas millonarias reunidas por sectores de la So- ciedad de Minerfa para financiar estos crimenes).. En los prime- ros meses del presente afio Sendero destruyé la SAIS Cahuide (elafio anterior habia sufrido igual destino la SAIS Herofnas To- edo), previa liquidacién de la presencia de la quardia civil y del Estado en las zonas altas aledafias al valle del Mantaro. Se multiplicaron las acciones en toda la regién central, donde Sendero viene desarrollando una sangrienta disputa con el MRTA por el control de la regién, concentrando sus esfuerzos particularmente en el valle del Mantaro, y sobre todo en la ciu- dad de Huancayo. La accién senderista llegé a su climax con la realizacién del “paro armado”, del 10 al 12 de mayo, en los departamentos de Junin, Pasco y Hudnuco. Este constituye un grave contraste para el Estado. No se trata ya de una em- boscada ante la cual se puede invocar como atenuante el fac- tor sorpresa; ésta es una acci6n anunciada con semanas de ar ticipacién, ante la cual el gobierno ha sido impotente y ni el viaje de Alan Garcia pudo modificar la situacién. La importan- cia politica que reviste el control de la regién ha llevado al dia- rio Expreso a comparar la lucha que hoy se libra en el valle del Mantaro con la gesta de la independencia.* Sendero Luminoso encara hoy la critica coyuntura que se abre en inmejorables condiciones, debido a que ha logrado su- perar los tres problemas fundamentales histéricamente plan- teados a todas las organizaciones politicas que se propusieron iniciar una guerra revolucionaria. En primer lugar, es una im- portante victoria haber logrado sobrevivir a la fase critica de la represin. Por lo general, las fuerzas insurgentes son vulnera- bles sobre todo durante la primera fase de sus acciones, debido a lo localizado de su presencia, su falta de experiencia militar, la escasez de cuadros calficados, lo limitado de sus recursos y la carencia de armamento. Vista en retrospectiva, la decision 2 Expreso, editorial del 5 de mayo de 1989, 57 de iniciar las acciones militares en 1980 —Io cual aparente- mente era un contrasentido, puesto que el pais salia de una ictadura y se instalaba un régimen civil con un elevado apoyo electoral— result6 acertada. Las fuerzas armadas salian des- gastadas luego de doce afios de gobierno; no estaban entonces en condiciones de volver de inmediato al poder, y el arquitecto Belatinde, que habia sido echado de Palacio por los militares en 1968, dudarfa mucho antes de pedirles que intervinieran Esto es explicado por la propia direccién de Sendero: era obvio que Belatinde —afirma Abimael Guzmén—[... ten- drfa un temor: el golpe de Estado y por tanto restringirfa a la fuerza armada; era dificil de prever?, no por la experiencia que tuvo el afio 68 [...] Creemos que los hechos nos han con- firmado, dos afios y no pudo entrar la fuerza armada; cfue asf o no? [...}; luego ha venido la crisis; han entrado los militares ‘con contingentes mayores cada vez lidiando con ellos varios afios y estamos pujantes, vigorosos y en desarrollo. * El tiempo ganado hasta el ingreso de las fuerzas armadas a Ayacucho, en enero de 1983, fue pues vital para que Sendero superara las limitaciones anteriormente sefialadas. El segundo éxito fundamental de Sendero consiste en haber solucionado su problema logistico, asegurandose los recursos, econémicos y el aprovisionamiento de las armas que necesita para proseguir sus acciones. El tiempo transcurrido ha desmen- tido la opinién del arquitecto Belatinde, de que la insurreccién senderista era promovida y financiada desde el exterior. Lue- go de que Sendero atacara las embajadas de la URSS, China y Cuba, nadie puede sostener que tras él se encuentra una “po- tencia comunista”, que financia su accionar. Las fuentes oficia- les reconocen hoy que Sendero se sostiene a partir de recursos generados internamente. Ha jugado en ello un papel determi nante el desarrollo de su presencia politica en el Alto Hualla- ga: la zona productora de coca. Sendero consiguié ganar una importante base social en la zona, mediante una politica que asumi6 la defensa de los intereses de los agricultores producto- 4 "Presidente Gonsalo rompe el slencio", entrevista a Abimael acti Gono romps "entrevista a Abimael Guemén, en El 58 res de coca, tanto frente al Estado, cuanto frente a los nar- Cotraficantes. Los beneficios que Sendero ha obtenido de esta Situacién son grandes. Por una parte, ha construido una firme base de retaguardia en una zona estratégica (la importancia de esta cuestién puede medirse por la reaccién favorable de los pobladores de Uchiza frente al ataque que Sendero realiz6 Contra ef puesto policial de esta ciudad en abril, como pudo Verse en el informe que el periodista Nicolés Liar presenté en la televisi6n). Por otra parte, se ha asegurado una fuente de in- gresos millonarios, por medio del “impuesto” que impone alos narcotraficantes, por la pasta bésica que se saca de la zona. "Gendero no necesita apoyo externo —afirma el coronel Pala- cios, jefe de la Direccién Regional contra el Terrorismo (Dirco- te)—-j es un grupo que se siente nacionalista, aut6ctono. No es narcotraficante tampoco, no trafica ni comercializa, pero sf ex- torsiona al narcotraficante, le cobra cupos por darle pase y se- guridad en algunas zonas criticas.”= Finalmente, tiene acceso al mejor mercado de armas del pais, el que manejan los narcotra- ficantes. Sin embargo, seria desconocer la realidad intentar una explicacién del éxito de Sendero baséndose Gnicamente en que éste ha conseguido un firme asiento en la zona cocale- ta. Si Sendero no s6lo no ha sido derrotado sino que ha vei do incrementando el ndmero de sus combatientes en armas, expandiendo continuamente su radio de accién y ejecutando acciones militares de creciente envergadura, pese a haber sufrido una represi6n durisima, que ha incluido el recurso sis- temético a la tortura, los secuestros, las desapariciones forza- das y las ejecuciones extrajudiciales, es porque ha desarrollado una significativa base social. El tercer problema que deben afrontar las organizaciones que se lanzan a la lucha armada es el de la constitucién de una base social, a la cual acudir para reclutar sus nuevos cuadros Este es un problema vital, pues, de no solucionarlo, serfa im- posible reponer las bajas sufridas en el combate, asf como am- par continuamente su radio de accién. Para Sendero, la actual crisis econémica, cuya perspectiva apunta no a su soluci6n si- no a su agravamiento, acttia como el mejor agente propagan- 5 La Repablica, 19 de marzo de 1989. 59 dizador de su causa. Peto no se trata tinicamente de la agudi- zacién de la miseria siempre creciente del pueblo. Atn mas sublevante es la profundizaci6n de la brecha que separa la con- dicién de los ricos y los pobres; la coexistencia de la extrema miseria al lado de la més insultante opulencia. Para los historia- dores que en el futuro intenten entender lo que sucedié en el Pera de fines del siglo, sera un dato decisivo saber que entre 1976 y 1985 la fracci6n del ingreso nacional destinada a las re- muneraciones descendié del 47.2 por ciento al 31.5 por cien- to, mientras que las rentas, utilidades e intereses del capital as- cendieron en el mismo periodo del 27.7 por ciento al 44.5 por clento; y es evidente que en los tiltimos cuatro afios esa brecha se ha profundizado atin més. A esta distribuci6n de ingresos crecientemente regresiva se suman otros dos factores que jue. gan en favor de Sendero. Por una parte, la crisis econémica iniciada en 1973 ha provocado una fuerte reducci6n de la frac- ci6n asalariada de la poblacién econémicamente activa. En el periodo 1974-1975 ésta ascendia al 41.2 por ciento de la PEA, hoy constituye el 32.8 por ciento. Ha habido un proceso obje. tivo de desproletarizacién de la sociedad peruana, que favore- ce el accionar de una organizacién que crece dominantemente en los sectores sociales precapitalistas. La contradiccién capi- tal-trabajo, que se perfilaba, en tendencia, como la dominante durante la década de los setenta, ha reducido pues su impor- tancia relativa. Por otra parte, la crisis golpea sobre todo a los i6venes, en un pais donde el 60 por ciento de la poblacién tie- ne menos de 25 afios. He ahi una de las principales razones que explica el porqué de la baja edad promedio de los cuadros. senderistas. Pero no basta con la identificacién de las solas causas objeti- vas para entender la naturaleza de la situaci6n que hoy afronta el Pert. Es necesario detenerse en el estudio concreto de las si tuaciones hist6ricamente determinadas para analizar qué meca- nismos permiten que una organizacién vertical y autoritaria, que golpea a sectores populares, manifiesta un radical desprecio Por las organizaciones que el pueblo ha ido forjando en su lu- cha, y pretende imponer desde arriba un proyecto social pre cindiendo de la opinién de sus supuestos beneficiarios, no s6lo no se ha liquidado sino que continia creciendo. 60 La construccién de una base social La cuestién del desarrollo de la base social de Sendero Lumi noso ha provocado el mayor desconcierto entre quienes vie- nen reflexionando sobre el fendmeno insurreccional. Para de- terminados intelectuales el solo hecho de afirmar que tal base social existe es ya una prueba de complicidad con el senderis- mo. Para otros, el solo planteamiento tedrico del problema lle- va.a un callején sin salida: Sendero Luminoso es una organiza- cién terrorista, que no s6lo recurre al asesinato, sino que mata con una crueldad rayana con lo patolégico; que ataca no sélo a los enemigos tradicionales del campesinado sino que golpea inclusive a sectores populares. Por lo tanto, no puede tener ba- se social..Sin embargo los hechos —y entre éstos, en primer lugar el de que no sélo haya sobrevivido a los golpes sufridog sino que esté en continua expansién— demuestran lo contra~ rio. Sendero hace lo que ninguna organizaci6n revolucionaria én el mundo hubiese podido hacer sin suicidarse... y continta cxeciendo. Para los voceros de Sendero la cuestién es simple: ellos son los representantes de los intereses del pueblo —principalmente del campesinado— y éste se identifica con ellos. Pero esta ex- plicacién fécil calla acerca del empleo de una gran dosis de compulsién y terror contra los sectores populares, sus orgar zaciones, y sus dirigentes, utiizado, si no para ganar la adhe- si6n, sf para aplastar toda oposicién y por lo menos asegurarse la sumisién frente a sus imposiciones. La experiencia hasta ahora acumulada ha demostrado que este componente de vio- lencia vertical y autoritaria contra el pueblo no es el simple pro- ducto de “excesos”, cometidos por dirigentes inexpertos, sin formacién politica, sino un componente necesario del accionar politico-militar asi concebido. El problema sigue en pie y desa- fia la comprensi6n de quienes parten de que un proyecto verti- cal y autoritario no podrfa conseguir de ninguna manera una base social popular. Hemos propuesto una explicacién para este fenémeno. La franja social donde Sendero se desarrolla tiene tras de sf una larga tradicién hist6rica profundamente contradictoria, donde coexisten tanto componentes democréticos, como aquéllos 61 presente’ en el funcionamiento de las comunidades campesi- nas andinas, cuanto autoritarios, derivados estos tiltimos de la matriz de poder gamonal, con su secuela de utlizacién de una violencia generalizada, arbitraria y cruel, que atin persiste en vastas regiones serranas, inclusive después de la realizacién de la reforma agraria. Ampliaremos este punto. Para entender la forma como Sendero ha construido la base social sobre la que ha estructurado su continuo crecimiento es necesario tomar en cuenta las enormes diferencias existentes entre las zonas donde acta. Huancavelica, Ayacucho y Apu- rimac forman parte de la regién mas pobre del pats, donde el gamonalismo tuvo una enorme importancia hist6rica. El valle del Mantaro tiene otras caracterfsticas, tanto por la fortaleza histérica de sus comunidades, que tienen como sustento una campesina relativamente préspera, cuanto por la idiosincracia de un campesinado que no ha estado sometido a relaciones de servidumbre, pues hist6ricamente los latifundios s6lo pudieron formarse en las tierras altas, ganaderas, mientras que las amplias y fértiles tierras agricolas del valle han perma- necido en poder de las comunidades campesinas libres del va- lle. Otra es la situacién imperante en la zona cocalera del Alto Huallaga, donde el narcotréfico moviliza millones de délares, donde el campesinado tiene los ingresos més elevados del pais, y donde sus enemigos no son aquéllos contra los que his- t6ricamente se tuvo que enfrentar en la sierra. Veamos con mis detalle cémo consiguié Sendero implantarse en estos tres espacios sociales tan diferenciados. La coca y el Alto Huallaga En el caso del Alto Huallaga, Sendero ha capitalizado habil- mente la torpeza de la pofitica estatal frente al problema del narcotrafico. El Estado peruano afronté la proliferaci6n de los sembradios de coca (desde 1973 a la fecha la superficie sembra- da ha aumentado de 7 000 a més de 200 000 hectéreas) como un simple asunto policial, a través de la politica de la erradica- cién forzada. Los campesinos debfan abandonar la produccién 62 de la coca sustituyéndola por cultivos legales. Una alternativa inviable por dos razones bésicas: primero, porque no hay nin- giin otro cultivo que ni remotamente alcance la rentabilidad de ja coca; y segundo, porque la coca crece incluso en terrenos pobres y de ladera, donde no sucederfa lo mismo con ningin otro cultivo. Esta politica, en la que el gobierno peruano sigue la impuesta por el gobierno norteamericano, que se ha do a descargar el problema del alarmante incremento de la drogadicci6n en su poblaci6n sobre los paises productores del alcaloide, ha convertido al Estado peruano en el enemigo ob- jetivo del campesinado de la regién; lo cual ha permitido a Sendero erigirse en su defensor, saboteando por la fuerza los programas estatales de erradicaci6n, recurriendo inclusive a la liquidacién fisica de los técnicos encargados de ejecutarla. 'Sendero ha consolidado, ademas, su presencia en la regién actuando como mediador entre los productores de la hoja y los, narcotraficantes que la compran. Baséndose en su poder de fuego, Sendero puede garantizar a los campesinos que los tra- ficantes les entrequen precios “justos” —es decir relativamente estables—, asf como protegerlos de los abusos més flagrantes, que contra ellos se cometen. La otra linea de accién senderista —que es una constante en las diferentes regiones donde ac- tia— es la de “moralizar” compulsivamente, reprimiendo drés- ticamente las infracciones cometidas contra un cédigo ético muy estricto, que incluye la sancién contra delitos como el consumo de drogas, el robo, el adulterio, etcétera. Para los narcotraficantes, la presencia de Sendero puede ofrecer, también, algunas ventajas tangibles. Por una parte, Sendero mantiene al Estado convenientemente alejado, lo cual reduce la incertidumbre frente a eventuales intervenciones estatales, con la indeseable secuela de la destrucci6n de la infra- estructura de procesamiento de alcaloide y de los aeropuertos llegales, y reduce el monto de los gastos que deben destinarse a la corupcién de funcioriarios. Por otra parte, la presencia de Sendero garantiza cierta estabilidad social y politica en la re- gi6n, la cual siempre ha sido una condicién imprescindible pa- ra que cualquier negocio prospere. Pero, gqué tan s6lida es la implantacién de Sendero en la re- gi6n? No debe perderse de vista que ella reposa en una asocia- 63 cidn estrictamente pragmatica, basada en la prestacién de un “servicio”, cuya justificacién reposa en dltima instancia en el carécter ilegal de la actividad que es la fuente de ingresos del campesinado. Si el Estado estuviera en capacidad de dar una salida legal, que no atente contra los intereses inmediatos del campesinado, es casi seguro que éste no vacilaria en aliérsele Se trata pues de una asociacién mis bien precaria, cuya mayor garantia de duracién descansa en el hecho de que, aun cuan- do esto no se reconozca oficialmente, los ingresos derivados del narcotréfico tienen una importancia capital para un Estado que tiene que afrontar una crisis econémica como la actual. En este caso, probablemente serfa mAs propio hablar de la cons- trucci6n de una clientela que de la base social para un proyecto de transformacién revolucionaria de la sociedad La sierra central: la batalla decisiva La llave de la capital Es un lugar comiin hablar sobre la importancia estratégica de la sierra central. Desde la época de la independencia, varios ob- servadores llamaron la atenci6n sobre su importancia geopolt tica, desde el punto de vista militar, como la llave de acceso a Lima. Aunque con relaci6n al siglo pasado este papel se ha re- ducido, debido a la construcci6n de la carretera costanera y la apertura de nuevas vias de acceso al interior, aun ahora la carretera central sigue siendo la ruta més transitada para lle- gar a los departamentos de Junin, Pasco, Hudnuco, el norte de Huancavelica, e ingresar a la selva y empalmar con la Carretera Marginal, la otra gran via longitudinal del pafs. No en vano la propuesta de volar el puente del Mantaro, en La Oro- ya, en julio de 1882, fue el eslabén decisivo del proyecto de la campajia bélica més importante de Andrés Avelino Caceres durante la resistencia (el fracaso de esta accién salvé al ejército chileno de ocupaci6n de su definitiva aniquilacién) Pero la importancia estratégica de la sierra central trasciende las razones de carécter bélico. Desde el punto de vista econé- 64 mico, el valle del Mantaro es considerado con justicia como la despensa de Lima, no sélo porque provee a su consumo al ‘menticio inmediato sino por proporcionar insumos imprescin- dibles a la agricultura costefia aledafia a la capital, como la se- milla de papa: a la calidad de ésta se suma el hecho de que en la altura los microorganismos nocivos que atacan al tubérculo no tienen condiciones propicias para desarrollarse, por lo cual las posibilidades de contaminaci6n son menores. La minerfa de la sierra central, por otra parte, provee al pais de buena parte de las divisas sobre las cuales descansa el co- mercio exterior y la satisfaccién de las miiltiples obligaciones fi- nancieras internacionales que agobian a la economia peruana Pero ademés los trabajadores mineros de la regién constituyen uno de los bastiones proletarios mas importantes y con mayor tradicién historica de lucha; ya Mariétegui llamé la atencién sobre ello. De alli que las instalaciones mineras hayan sido ob- jeto de miiltiples atentados y las dirigencias mineras de los de- partamentos de Junin, Pasco y Huancavelica se hayan convert do en un blanco privilegiado de los comandos de ultraderecha y —baséndonos en la informacién de trabajadores mineros de la regién— de los comandos de aniquilamiento de Sendero Lu- minoso. En escasos meses han caido asesinados los secretarios generales de la Federacién Nacional de Mineros Metaltiraicos, del Centro Minero del Perti (Centromin) y del Sindicato de Mo- rococha, para s6lo citar los casos més notorios. Y la “infiltra- ci6n terrorista” se ha convertido en un excelente pretexto para impulsar la militarizacién de los campamentos mineros, via la contratacién de personal civil armado (Morococha, Austria Duvaz, Alpamina, Yauli), o militar, como en La Oroya y Jul- cani, donde la detencién de los dirigentes fue acompafiada de la violacién de las mujeres; la otra cara de la millonaria ofensi- va propagandistica que la Sociedad de Minerfa viene desarro- lando: es un recurso muy rentable meter en un mismo saco el terrorismo y las demandas gremiales, particularmente cuando esté de por medio el desconocimiento del vital pliego fnico, que los mineros conquistaron con sus luchas y que en definiti- va le costé la vida a su artifice, el héroe de los trabajadores, Sail Cantoral. Sin duda al proletariado minero le esperan tiempos muy dificiles. 65 La sierra central es también la mayor proveedora de energia del pafs. De la Central Hidroeléctrica del Mantaro depende Li ma —es decir el mayor polo industrial del pais— y buena parte del litoral. Esta energfa hace posible, también, el procesamien- to del grueso de los minerales que el Per exporta. Fue una notable demostracién de clarividencia de Sendero convertir a la red del tendido eléctrico en un blanco privilegiado de sus atentados, desde ef inicio mismo de sus acciones. Desde el punto de vista social, al proletariado minero se su- ma la existencia de una importante fuerza de trabajo asalariada en el valle del Mantaro. Es vital también la Universidad del Centro, donde el enfrentamiento entre los cuadros de Sendero y el MRTA ha llevado al virtual replieque de las demés fuerzas politicas. No debe subestimarse la importancia de! movimiento estudiantil en una region que, a diferencia de lo que ocurre en otras regiones interandinas, tiene un alto grado de urbaniza- ci6n, sin perder, al mismo tiempo, su relacién con el campesi- nado. El asesinato del profesor Herminio Parra, por parami tares de derecha, y la reciente liquidacién de tres militantes apristas por Sendero, a los que acus6 de integrar el comando Rodrigo Franco, en el campus de la universidad, es un omino- 30 indicador de los tiempos que se viven. Las amenazas contra profesores y autoridades se vienen multiplicando y la situaci6n degenera rpidamente: hay docentes que han sido amenaza- dos de muerte simplemente para exigirles un examen de repo- sicién. En este caso, como sucedié durante la pasada huelga magisterial, al temor provocado por el annimo amenazador se suma la ansiedad de no saber, en definitiva, si éste de ver- dad procede de la fuente que aparentemente lo suscribe. Pero donde més criticamente se plantea la situacién es en relacién con el campesinado. Tras el comin denominador de! temor frente al incremento de las acciones armadas en la re- gién, puede hablarse en general de dos respuestas bien dife- enciadas. Entre los agricultores de las tierras bajas del valle, la reacci6n frente a los golpes de Sendero ha sido de indignaci6n y existe la decisién de resistir, si es necesario recurriendo inclu- so allas armas. Es el caso, por ejemplo, de los pequeiios y me- dianos productores lecheros agrupados en el Fondo de Fo- mento de la Ganaderfa Lechera (Fongal), a quienes afecté 66 fuertemente la destruccién de la planta procesadora de leche Mantaro. En cambio, la reaccién de los pastores de las comu- nidades de las zonas altas tiene una mayor complejidad y exige un anédlisis més riguroso. La liquidacién de la SAIS Cahuide Desde diciembre de 1988 el valle del Canipaco, importante zo- ria ganadera situada al suroeste del valle del Mantaro, Huan- cayo y Junin, pas6 a convertirse en “zona liberada” debido ala ofensiva desplegada por Sendero Luminoso en la regién. En realidad, la presencia esporddica de Sendero se venta sintiendo ya desde dos afios atrés, cuando fuerzas querrilleras, aparente- mente provenientes de la zona de Moya, provincia de Tayacaja (Huancavelica), y de la provincia limefia de Yauyos, empeza- ron a presionar militarmente sobre la zona. Tres puestos de la guardia civil fueron destruidos e igual suerte corrieron dos guarniciones. Para fines de 1988 era evidente que Sendero se proponfa hacerse fuerte en el valle y esto actué como un acele- rador de antiguos conflictos sociales, largamente irresueltos. El Canipaco es un territorio de tierras altas, donde histéri- camente se han enfrentado haciendas y comunidades por el control de los pastos. Haciendas como Laive, Antapongo y Tucle-Rio de la Virgen se expandieron sobre tierras comunales y tienen litigios, secularmente arrastrados, con comunidades ‘como Chongos Alto, Chicche o Huasicancha, que han dado lugar, en miiltiples ocasiones, a sangrientos enfrentamientos, ‘como sucedié durante la guerra con Chile y en la inmediata posguerra; durante la coyuntura del gobierno de Bustamante y Rivero, en 1947; y durante las grandes movilizaciones de 1962, que culminaron con la definitiva ocupacién de Tucle por los comuneros de Huasicancha. A partir de la década de los veinte el enemigo que los comuneros debfan enfrentar cambi6, pues los hacendados de la regidn fueron desplazados por fuertes empresas capitalistas controladas por la plutocracia limefia, como la Sociedad Ganadera del Centro (SGC) que lle~ 6a ser propietaria de haciendas como Laive, Antapongo, Tu- cle-Rio de la Virgen, situadas en la zona que analizamos, pero 67 también de importantes haciendas ganaderas en la otra mar- gen del Mantaro, como Acopalca, Punto, Huari y Runatullo. A partir de 1971 las sociedades ganaderas fueron expropia- das por la reforma agraria. Se constituyd la SAIS Cahuide, uniendo nueve haciendas (270 122 hectareas), y 17 de las 63 comunidades ubicadas en su rea de influencia, Pero la forma- cién de esta unidad asociativa, iniciada por los funcionarios del régimen de Velasco Alvarado, dejé sin resolver la demanda fundamental de los campesinos: la restitucién a las comunida- des de tierras de las que hisi6ricamente fueron despojados por las haciendas de la regién. El modelo Sais dejé sin solucionar la contradiccién hist6rica latifundio-minifundio, En adelante, la contradiccién fundamental opondria a los campesinos comu- neros con el Estado. Alo largo de las dos éitimas décadas, el campesinado cor nué desplegando multiples luchas, con el objetivo de recupe- rar las tierras en litigio. El grueso de los comuneros juzgaba que la SAIS no los beneficiaba. En més de una oportunidad se lleg6 a la accién directa, como cuando las comunidades de Chongo Alto, Llamapsillén, Palmayoc y Palaco se posesionaron de 12 000 hectéreas de la Unidad de Produccién Antapongo. La asamblea general de socios de la SAIS aprob6 por mayoria la restructuracién de la empresa y el 29 de diciembre de 1988 se aprobé su liquidacién. Pero, como sucedié en muchos otros lugares, la burocracia estatal administradora de las unidades asociativas cerré en cada oportunidad el paso a cualquier solu- cin negociada, buscando permanentemente mediatizar toda propuesta que amenazara el statu quo creado por la reforma agraria y acusando a todos aquellos que los cuestionaban de terroristas. Esta situaci6n serfa capitalizada por Sendero para legitimar su presencia en la zona. A fines de 1988 era evidente que la situacién se acercaba a un punto critico. La Confederacién Campesina del PerG (CCP) intenté dar cauce a las demandas de los campesinos, contribu- yendo a formular una propuesta para el movimiento campesi- no de la regi6n: la restructuracién democratica de la SAIS. Es- ta, en esencia, suponia la disoluci6n de la SAIS y la restitucion de las tierras reivindicadas a las comunidades que las deman- daban preservando, al mismo tiempo, los adelantos técnicos 68 de las antiguas explotaciones (la Sociedad Ganadera del Cen- tro fue una de las empresas més avanzadas en su rama en el pafs) mediante la constituci6n de un organismo multicomunal que asumiera la gestién del érea moderna de la explotacién Frente a esta alternativa, Sendero levantaba la de la pura y simple destruccién de la Sais y el reparto de la tierra y el gana- do entre los campesinos. ‘Alo largo de los meses de noviembre y diciembre de 1988 la CP bajé su propuesta en consulta a las comunidades del Cani aco, desafiando las amenazas de Sendero. Este tiltimo mes Victor Lozano, dirigente campesino del valle del Canipaco, y Manuel Soto, director de un centro de promoci6n de la sierra central, fueron interceptados por una columna ‘senderista cuando viajaban a una comunidad de la zona, para participar en una asamblea donde se discutirfa la linea a seguir frente a los problemas de la SAIS. Ambos fueron muertos a mansalva. Posteriormente Sendero reivindicaria el asesinato de Manuel Soto —con quien anteriormente habfan tenido enfrentamien- tos en la Universidad del Centro, donde era profesor—, afir- mando que él “no hizo caso de las advertencias que se le hizo, por lo que se le aniquilé sin contemplaciones”. Finalmente, en enero de 1989, Sendero lanz6 la ofensiva definitiva. Atacé Laive y destruyé por completo la casa hacien- da, las instalaciones, los galpones y toda la infraestructura. A continuaci6n se distribuyeron los enseres de la SAIS y el gana- do, “indemnizando” a los trabajadores de la cooperativa con ganado vacuno y entregando las reses excedentes, asi como jos ovinos, a los campesinos de las comunidades socias de la SAIS, con la orden terminante de que dispusieran inmediata- mente de los animales que habfan recibido. En los dias siguien- tes fue rematado ganado fino a carnicerias clandestinas a precios imrisorios: vacas prefiadas en 120 000 intis (unos 100 délares) y catneros de raza en 12 000 y 14 000 intis (10a 12 délares), es decir, la vigésima parte de su valor teal. Sélo se salvé apenas una mfnima fracei6n del ganado de una de las mejores empre- sas pecuarias del pats. En Laive vivian 200 trabajadores a quienes se ordené retor- nar a sus comunidades de origen. El ganado selecto ascendfa a 5 000 vacunos y 40 000 ovinos; la producci6n de leche era de 69 5.000 litros diarios y la de lana 150 toneladas anuales, y se producia también queso y mantequilla. En las paredes de Laive, junto con las consabidas pintas con vivas al PCP-SL, a la repiiblica de nueva democracia y al Presidente Gonzalo, fue escrito “Destrucci6n total de la Sal, obra del pueblo, con di- reccién del PCP”, “La tierra se conquista y se defiende con las armas” y “Laive pasa a manos de sus legitimos duefios, los campesinos”. Veremos después la sangrienta ironfa contenida en la promesa. Luego de esta incursién, Sendero qued6 como duefio de un vaste territorio. La liquidaci6n de las haciendas de la Sais Cahuide del valle del Canipaco fue precedida por la destruccién de la Sats He- rofnas Toledo, las haciendas Yanacocha, Acopalca, Colpa, Cénsac, y otras. Pero la ofensiva senderista no se limit6 a la destruccién de las empresas creadas y dirigidas por el Estado. Sendero impuso también la disolucién de la cooperativa Ulla- pata, granja multicomunal que era dirigida conjuntamente por cuatro comunidades de la regi6n. Se puede conjeturar que es- ta téctica tuviera por finalidad destruir los recursos que en al- gGn momento pudieran servir como sostén a una campaiia contrasubversiva (los funcionarios de la SAIS fueron entusiastas propulsores de esta iniciativa, quiz4 no tanto para enfrentar a Sendero cuanto para bloquear las demandas de las comunida- des campesinas), pero es igualmente verosimil que el verdade- 10 objetivo perseguido sea reducir al campo al completo miento. En la zona no sélo ha sido liquidada la presen Estado sino también la de todos los proyectos de promocién campesina que alli laboraban. La idea guia es que en el campo s6lo deben quedar Sendero y los campesinos... hasta que in- tervengan las fuerzas contrainsurgentes, forzando la migracién y el desarraigo de vastos sectores del campesinado, como ha sucedido en Ayacucho y su entorno. Por lo pronto, la colum- na senderista explicé que los soldados son hijos de campesi- nos, por lo cual no dispararén contra su pueblo. Lo que calla- ron es que en la represién en Ayacucho se utiizé masivamente reclutas costefios y selvaticos, que no sélo no se identificaban con los indigenas serranos sino que tenfan muy profundos pre- juicios de carécter racista, que los llevaron a cometer bérbaros abusos, hasta hoy impunes. 70 En realidad, la liquidacién violenta de las empresas asociati- vas en el centro fue preparada por el sabotaje del staff técnico de esas unidades creadas por la reforma agraria a todo inten- to de solucién y por la incapacidad de las organizaciones gre- miales del campesinado para romper este impasse. Tal resulta- do era ya previsible examinando la experiencia de Puno, donde Ja cuesti6n del destino de las unidades asociativas se presenté, también, y lo es aun ahora, como el terreno del enfrentamien- to entre Sendero y las organizaciones de la izquierda legal, en la disputa por la base social campesina. Durante los Giltimos dias de mayo los administradores de estas empresas han veni- do empujando a los trabajadores de las SAIS y las Cooperativas Agrarias de Produccién (CaP) contra los comuneros —bajo la cconsigna de “jabajo las invasiones!”—, para bloquear los inten- tos de alterar la situacién imperante. Pero presumiblemente quien sacaré los mayores réditos de este enfrentamiento seré nuevamente Sendero: el 21 de mayo fue destruido el Instituto de Educacién Rural Waqrani, de la prelatura de Ayaviri; dos dias después fue tomado el poblado de Macari, y se liquidé a dos autoridades locales; luego fue arrasado el Instituto Experi- mental de Chuquibambilla, de la Universidad del Altiplano, y se destruyé finalmente la Unidad de Produccién Pacochumbe, donde la incursién senderista culminé con la matanza del ga- nado fino. La disputa por la base social campesina se desarro- llaré pues en los préximos meses principalmente en el terreno de la definicién del destino de las unidades asociativas rurales creadas por la reforma agraria. Y éste se constituiré, objetiva- mente, en un espacio de confrontacién entre Sendero y los, sectores de la IU que trabajan en el campo, como ya lo demos- 16 la brutal masacre de los promotores del Centro Internacio- nal de Cooperacién para el Desarrollo (cicbA), de Apurimac. El 2 de diciembre de 1988 fueron asesinados a martillazos, y luego degollados, dos cooperantes franceses, conjuntamente con un técnico peruano, miembros de una entidad que traba- jaba con promotores peruanos y franceses en proyectos de de- sarrollo rural. Con ellos, fueron también muertos autoridades de la comunidad de Haquira, provincia de Cotabambas (Apu- rfmac) por una columna senderista. Esta matanza fue justifi- cada luego por Luis Arce Borja, director de E! Diario, 6rgano a oficioso de Sendero, el 17 de febrero de 1989: “en el caso de los franceses —afirmé entonces— es cierto: ellos trabajaban en una organizacién —el CICDA— vinculada a lzquierda Unida Y el trabajo que esté haciendo Izquierda Unida en las organi. zaciones campesinas es tratar de restarle base campesina al Partido Comunista Sendero Luminoso”.* Es explicita pues la voluntad de Sendero de disputar el espacio social con las orga- nizaciones de masas dirigidas por el resto de la izquierda, recu triendo como arma al terrorismo. EI nuevo poder Volviendo ala sierra central, al caso del Canipaco, después de la distribucién de los enseres y el ganado, Senderono tenfa na- da més que ofrecer en el terreno econémico al campesinado de la regién. Pero la oportunidad para ganar la confianza de los campesinos se presenté cuando en la comunidad de Chic- che fueron detenidos tres presuntos abigeos. Sendero los fusild, después de reunir previamente a los camniceros del pueblo (uno de los sectores percibido como gran explotador en las zonas ga- naderas) para que presenciaran la ejecuci6n, advirtiéndoles que ése era el destino que les esperaba si seguian engafiando al campesinado en los precios y en el peso de la carne que compraban. Esta ejecucién tuvo efectos benéficos inmediatos para la poblacién; los comerciantes ya no abusan y han desa- Parecido los abigeos, y los delincuentes en general: Sendero castiga con la muerte. Como anécdota, los informantes afir- man que rateros que ese mismo dia habfan desvalijado una ca- ssa del pueblo se apresuraron a abandonar en la carretera el fn- tegro de su botin esa misma noche. Luego vino la fiscalizacién a los profesores de los colegios de la zona. No fue necesario realizar mayores demostraciones de fuerza para que éstos se avinieran de inmediato a'cumplir a conciencia con su trabajo y a respetar escrupulosamente su jor- nada de trabajo. Sendero se convirtié también en el guardién de la moralidad piblica, sancionando draconianamente faltas © Quetfacer, nim. 59, Lima, Desco, junio-julio de 1989, p. 31. 72 como la ebriedad y el adulterio. Esta funcién acompafia a la administraci6n de justicia (al efecto fueron obligados a renun- ciar los jueces de paz, puesto que “en adelante el partido se encargarfa de administrar justicia”), que habria de llegar hasta la dirimencia en los frecuentes conflictos matrimoniales y que incluye el recurso a los castigos corporales: una justicia expedi- tiva y barbara pero efectiva. Vino después la orden de que to- dos los comuneros participaran en las faenas comunales. Esta instituci6n tradicional estaba ya en crisis, pero la renovada par- ticipacién masiva del conjunto de los comuneros la ha revigori- zado. Para lograrlo, bast6 que Sendero destacara por una vez a algunos de sus cuadros a su realizacién.? Las medidas descritas tuvieron una unénime aceptaci6n, y aunque los comuneros eran conscientes de que sus mArgenes de libertad individual se verian cada vez més recortados, consi- deraron que este precio a pagar era aceptable a cambio de la seguridad que Sendero les brindaba. “Asi tiene que ser —ex- a un comunero— porque los peruanos somos llevados por el mal.” La expresién quiere decir que no podrian conseguirse Jos mismos resultados “por las buenas”. El paternalismo verti- cal y violentamente autoritario tiene legitimidad porque se le juzga inevitable: afloran viejos reflejos de fatalismo y pasividad, largamente interiorizados desde la colonia. Libertad a cambio de seguridad: el intercambio puede parecer oneroso, pero en el Pera de hoy tampoco es muy grande la libertad de la que uno puede disfrutar; sobre todo si se es indio y pobre. Pero también en el espacio de este compromiso los limites son muy estrechos. Como puede observarse, la base social de Sendero no se ha construido fundamentalmente ofreciendo beneficios materiales, 7 La informacion que consign diftere dela que sus informantes proporcionaon ‘Victor Caballero, Segin 6, para Sendero, “la comunidad es parte del viejo Estado al cual hay que destrur;y i (los sendetistas) encuentran comunidades débies y fécles de controlar, su trabajo es rns viable” (Amauta, 30 de abi de 1989). La dscrepanci no tlene que derivar necesariamente de una inexactitud en la informacién. Sucede gue ens sonar nt cohrmat de Sendro muestan notables dferencs, nso en zonas aledafas, lo cual puede explicarse porque existe cenralaacién en la toma de decisiones pero autonomia operativa para si ejecucién. Esto plantea la diicultad de que siempre seré posible encontrar lot casos necesarios para demostar cualquier te sis que se formule sobre Sendero. De all laimportancia de no quedarse en la observa ‘6n de los casos alslados y tratar de observa el conjunto. 73 a los campesinos (salvo la inicial entrega de ganado, que co- rrectamente ha sido percibida por el campesinado como una “indemnizacién”, por la destruccién de la Sais). Tampoco hay en las medidas asumidas nada que pudiera considerarse parte de un programa socialista. En honor ala verdad, la linea p. ca de Sendero proclama que en esta etapa lo que esté en el or- den del dia es el cumplimiento de las tareas que el capitalismo no ha realizado. Pero tampoco la democracia encuentra real vigencia puesto que, aunque el partido ha aceptado el mante- nimiento de algunas autoridades locales (descontados los go- bernadores, obligados a renunciar por considerdrseles “los representantes inmediatos del viejo Estado”, hist6ricamente conocidos como personajes abusivos, y los jueces de paz por la raz6n antes explicada) las comunidades no tienen potestad para discutir las decisiones que toman por ellas los cuadros senderis- tas. Esto se halla consagrado en la estructura del “nuevo poder” con que Sendero viene construyendo su “repéblica popular de nueva democracia en formacién”. Este se organiza en el cam- po a partir de-Comités Populares, que son seleccionados por la Asamblea de Delegados siguiendo la norma de los tres, tercios: un tercio de comunistas [es decir, cuadros politicos de ‘Sendero] en representacién del proletariado, un segundo ter- cio de campesinos pobres en representacion del campesinado, ¥y un tercer tercio de campesinos medios y elementos progres! tas en representacién de la pequefia burguesia.* No hay pues proletarios sino sus representantes, y el juego de sustituciones vale igualmente para los demés sectores sociales en nombre de quienes se hace la revolucién. Obviamente Sen- dero determina entre quiénes debe elegirse los delegados, ast ‘como quiénes deben considerarse potenciales representantes de los sectores sociales a los que, se supone, representa el nuevo poder de esta forma constituido. Sendero controla pues completamente la estructura asf creada. Pero su poder es aun mayor de lo que su linea politica consagra formalmente, puesto 5 Comité Central del Partido Comunista del Pert, Desarrllar la guerra popular sruiendo a la revolucién mundial, Pert, Ediciones Bandera Roja, 1986, pp. 16:47. 4 que es muy poco probable que alguien se atreva a levantar propuestas que contradigan a las de sus representantes. Pero, ms alld de las estructuras formales, las necesidades que Sendero satisface tienen que ver sobre todo con la garan- {fa de determinados derechos del campesinado que una revo- luci6n burguesa medianamente consecuente debiera haber so- jucionado: otorgar seguridad personal a los ciudadanos, frente a los desmanes de los delincuentes; un amparo a su patrimo- nio (cuya importancia es mayor cuanto més reducida es su for- tuna); ofrecer instancias ante las cuales sea posible presentar las quejas; que velen por el respeto de los derechos de todos, y que intervengan cuando los funcionarios pablicos no cumplen debidamente con su deber; un organismo administrador de justicia no corrompido y medianamente eficiente. Pero en una sociedad desgarrada no sélo por las oposiciones clasistas sino donde sigue vigente una vigorosa estructura estament presion de la persistencia de una onerosa herencia colonial, donde unos ciudadanos son mas iguales que otros, por su o gen o el color de su piel, conseguir algo tan elemental supondria realizar una completa revolucién. Las tres columnas Vista desde fuera, la accién de Sendero Luminoso presenta la apariencia de una marcha sin contradicciones: la movilizacién de un bloque monolitico, guiado por una mistica fanética, de- cidido a arrasar todo lo que se le oponga. Pero un acercamiento alarealidad cotidiana, que descienda de los grandes discursos y las tendencias histéricas al terreno de la accién concreta, en un tentitorio y un tiempo determinado, mostrar otro panorama. Segiin los campesinos de las comunidades de las zonas altas de la margen derecha del Mantaro, antes de la llegada de la columna senderista que destruyé la SAIS Cahuide, estuvo ac- tuando en la regién ota columna armada. Segtin explicaron después los senderistas, se trataria de una columna de Puka Llacta, una escisi6n de Patria Roja, que, aseguraron, habia si- do liquidada, por lo cual no volverfan a verlos por la zona, lo que result6 cierto. Aparentemente Puka Llacta (Patria Roja, 78 en quechua), luego de escindirse de su antigua organizacién, se volvi6 a subdividir, y se incorporé una fraccin a Sendero, y —a juzgar por la nueva informacién— la otra se dedicé a reali- zar acciones de propaganda armada por su cuenta. Versiones de otras regiones reportan también su presencia; de ser esto cierto, habria entonces, en el presente, no dos, sino tres orga- nizaciones en armas en el pais. Los campesinos distinguen f&- cilmente entre Sendero Luminoso y Puka Llacta: cuando los primeros se presentan rednen a la poblacién, “para dejar su mensaje”; los segundos se limitan a demandar apoyo de los. comerciantes en vituallas diversas. La imagen urbana de Sen- dero, como una organizacién muda, que no explica sus accio- hes, ni sus objetivos, varfa en las reas rurales donde pretende construir su base social Destruida la Sais Cahuide y establecida la hegemonfa de Sendero en la region, la poblacién se adecué al nuevo orden, para lo cual fueron decisivos los beneficios obtenidos, anterior. mente sefialados. Pero entonces lleg6 una segunda columna senderista a la regi6n (los miembros de la primera columna la denominaban “el aparato”). Esta impuso una nueva din&mica cada vez més autoritaria, que no s6lo provocé la alarma en el carnpesinado, e incluso amagos, en determinados sectores po- pulares, de abandonar los pueblos para refugiarse en la capital provincial, Huancayo, intentando garantizar su futura seguri- dad, sino que llev6 incluso a roces con los integrantes de la p mera columna, cuyo acercamiento con la poblaci6n habia sido més dialogante y conciliador. gDiferencias de linea politica? Es dudoso. Més bien las contradicciones parecerfan expresar la existencia de diferentes niveles de desarrollo politico de los in- tegrantes de ambas columnas. La primera actué més flexible. mente porque no estaba tan preocupada por la fidelidad al dogma. La mayor “empatia” en su relacién con los campesi- nos expresa también un mayor enraizamiento y un mejor co- nocimiento de la regién y de la idiosincrasia de sus pobladores. Los integrantes de la segunda columna en cambio parecerfan més preocupados por la coherencia a largo plazo del proyecto; Poseidos por una preocupacién més doctrinaria, y conscientes de que determinadas concesiones, otorgadas apresuradamen- tea los pobladores, podrian sembrar la semilla-de las futuras 76 contradicciones en el desarrollo del proyecto hist4rico sende- rista. Esto tendria una dramatica confirmaciér

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