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Maria Moira Mackinnon Mario Alberto Petrone compiladores POPULISMO y NEOPOPVLISMO EN AMERICA LATINA cl problema de ls Cenicienta eudeba Carrera de Sociologia Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires El populismo en la politica brasilefia* Francisco Weffort** E! populismo es el resultado de la larga eta- pa de transformaciones de la sociedad brasilena a partir de 1930. Como estilo de gobierno, siempre sensible a las presiones populares, o como politica de masas que bus- ca conducirlas manipulando sus aspiraciones, el populismo sélo puede ser comprendido dentro del contexto del proceso de crisis politica y desarrollo econémico que inaugu- ra la revolucién de 1930. El populismo ex- presa el periodo de crisis que atraviesan a la vez la oligarquia y el liberalismo, siempre muy ligados en Ja historia del Brasil; y tam- bién expresa la democratizacién del Estado que debié apoyarse en algtin tipo de autori- tarismo, sea el autoritarismo institucional de la dictadura de Vargas (1937-1945), sea el autoritarismo paternalista o carismatico de los lideres de masa de la democracia de pos- guerra (1945-1964). El populismo fue tam- bién una de las manifestaciones de la fragili- dad politica de los grupos urbanos dominan- tes, cuando éstos intentaron reemplazar a la oligarquia en los puestos de mando politico de un pais tradicionalmente agrario y dependiente en un momento en el cual parecian existir posibilidades de desarrollo capitalista nacional. Expresa, sobre todo, de manera acabada, la emergencia de las cla- ses populares en el seno del desarrollo ur- bano e industrial de la época y la necesi- dad, sentida por algunos de los nuevos gru- pos dominantes, de incorporar a las masas al juego politico. Resultado de un periodo de crisis, por un lado, y permeado por las peculiaridades de esta €poca, por otro, el populismo es un fe- némeno politico con aspectos frecuentemen- te contradictorios. A veces resulta dificil, para aquellos que vivieron, de una manera o de otra, los problemas politicos de esta época hist6rica, presentar una visién de conjunto del movimiento populista que pueda dar cuenta de toda su diversidad. Desde 1945 hasta 1964, muchos lideres de renombre na- cional (tres presidentes y algunos goberna- dores de estado) buscan asegurarse la adhe- sin popular en los centros mas urbanizados del pais. Cada uno de ellos tiene su ‘estilo", su politica propia casi siempre poco explici- tay su ideologia menos explicita atin y mu- chas veces confusa. Las diferencias, a veces * Este articulo fue publicado en Les Temps Modernes, Paris, fasciculo 257, 1967. Traducido por Andrea Poggi y Mario Alberto Petrone; supervisado por Maristella Svampa. ** Francisco Wetfort es profesor de la Universidad de Sao Paulo y actualmente Ministro de Cultura del Gobierno de Brasil 135 Francisco Weffort Jas contradicciones, que existen entre ellos son tales que es dificil desentrafar un signifi- cado fundamental comtin, mas alla del inte- rés que todos tienen en conquistar los votos populares y en manipular sus aspiraciones. Inclusive, estamos tentados de emitir un jui- cio fragmentario y a concebir el populismo més como un fenémeno de naturaleza per- sonal que social y politica. Los bruscos cam- bios de orientaci6n politica de lideres como Vargas 0 Janio Quadros, por ejemplo, pue- den dar la impresion de que el populismo es nada mas que una suerte de “oportu- nismo esencial” de algunos lideres, una am- bicién desmesurada de poder asociada a una capacidad casi ilimitada de manipula- cién de masas. Esta concepcién —que parece traducir la esencia del punto de vista de algunos libera- les de la clase media, perplejos frente a la orientacion que tomé el proceso politico des- pués de 1945—! puede tener su grado de verdad, Muchos hombres de izquierda que también son hombres de clase media— tie- nen una visién semejante. Nos parece, sin embargo, que no se puede caracterizar un estilo de régimen politico inicamente como manipulaci6n; régimen que, de todas mane- ras, se confunde en muchos sentidos con la historia de Brasil en el curso de los tltimos treinta afios. El populismo, sin ninguna duda, sirvié para manipular a las masas, pero esta manipulaci6n nunca fue absoluta. De otro modo, estarfamos obligados a aceptar la con cepcién liberal de la elite que, en definiti- va, ve en el populismo una suerte de aberracién de la historia, alimentada por la emotividad de laS masas y la ausencia de principios de los lideres. En realidad, la complejidad politica del populismo pone de relieve la complejidad de las condiciones hist6ricas dentro de las cuales se produce. El populismo fue una manera de- terminante y concreta de manipulacién de las clases populares, pero de la misma manera representé un medio de expresion de sus in- quietudes. El populismo puede significar al mismo tiempo una forma de organizaci6n del poder para los grupos dominantes y, a la vez, la principal forma de expresién politica del ascenso popular en el proceso de desarrollo industrial y urbano; esto es, un mecanismo a través del cual los grupos dominantes ejercfan su dominacién y, a la vez, un medio de ame- nazar potencialmente esa dominaci6n. Si este estilo de gobiemo y de comportamiento poli- tico es esencialmente ambiguo, se debe cier- tamente por una parte a la ambivalencia per- sonal de los politicos divididos entre el amor hacia pueblo y el amor hacia las funciones gubernamentales. Pero el populismo tiene rai- ces sociales mas profundas y la restituci6n de su unidad en tanto fenémeno social y politico plantea un problema a quien estudie la forma- cin histérica del Brasil en el curso de Jos tlti- mos treinta anos. 1, En 1947, Piinio Barreto, un liberal sorprendido por las derrotas de su partido (UDN, partido liberal que se pas6 después a la derecha) y por la irrupcién politica de las mases, escribié una crénica que es un ejemplo de la perplejidad y del espiritu de elite de algunos sectores de la clase media. Decepcionado por la democracia, busca “aconsejar” a quien pretenda tener éxito en politica, y dice, entre otras cosas, que las masas tienen una “irresistible tendencia hacia la pulla”; “evite por todos los medios obligar al pueblo a reflexionar, La reflexién es un trabajo penoso al que el pueblo no esté habituado. Déle siempre la raz6n. Prométale todo lo que le pide y estréchelo en un abrazo lo mas posible. El Unico talento permitido al candidato es el de Camelot.”, O Estado de Sao Paulo, 26 de enero de 1947 136 La crisis de la oligarquia y las nuevas clases La revolucién de 1930 es el punto de in- flexién entre dos épocas. Este movimien- to dirigido por hombres de clase media y por algunos jefes oligarquicos (entre ellos el mismo Genilio Vargas) abre la crisis del sistema de poder oligarquico, establecido des- de los primeros afios de la Repiblica (1889) y consagrado por la Constitucién liberal de 1891. Una de las particularidades del proceso de transformaci6n politica desencadenado por la insurrecci6n de 1930 parece haber sido que las verdaderas fuerzas sociales y los motivos reales de su comportamiento no siempre fue- ron muy claros. Sin embargo, podemos sefialar algunos de sus rasgos mis visibles. En primer lugar, se trata de la decadencia de los grupos oligirqui cos en tanto factor de poder, Se vieron obli- gados a abandonar las funciones de domina- cién politica que cumplieron hasta 1930 de manera ostensible y casi exclusiva, para pa- sara subsistir en las sombras (aun cuando ellos estdn presentes en el nuevo régimen, en el Ambito regional o municipal en numerosos es- tados) hasta 1945, fecha en la que obtienen una representacion privilegiada en el Congreso.? Por otro lado, se observa a par- tir de 1930 una tendencia a la ampliacion institucional de las bases sociales del Esta- do. Sobre este punto que nos interesa mas, conviene mencionar primero la partici- pacion de las clases medias y de los secto- res de la burguesia ligados a la industrializa- cién en el proceso que condujo a la crisis del régimen oligarquico. La participacién politica de las clases populares tiene mu- El populismo en la politica brasilena cho que ver con las condiciones en las que se instala el nuevo régimen y con la incapacidad de las clases medias y de los sectores industriales de reemplazar a la oligarquia en las funciones del Estado. Los seclores industriales fueron tal vez los mayores beneficiarios de los cambios politi- cos que se produjeron después de 1930. Sin embargo, seria ilusorio suponer que tuvieron un rol importante en los aconteci- mientos que condujeron a la crisis de la oligarquia. El movimiento de la Alianza Li- beral contra el antiguo régimen fue esencialmente el resultado de una transac- ci6n entre algunos grupos urbanos de cla- se media y algunos sectores agrarios que conservaban una posicién divergente en el interior del sistema oligarquico. La bur- guesfa industrial, como fuerza politica individualizada, estuvo practicamente au- sente de los procesos revolucionarios. Analizando las condiciones iniciales de la industrializaciOn del Brasil, Celso Furtado ob- serva que no existen, en esta época de crisis de la economia agraria, condiciones que hu- bieran permitido la aparicion de un conflicto abierto entre los intereses agricolas y los inte- reses industriales en gestaci6n. Es cierto que la politica econémica del gobierno revolu- cionario, consecuencia de las repercusiones internas de Ja gran crisis de 1929, tuvo como uno de sus resultados el estimulo del desarrollo industrial. Furtado observa, sin embargo, que la reorientacién de la economia brasilefa hacia la industria de- penderd menos de una politica conscien- te de industrializacién que de ciertas circunstancias estrechamente asociadas a 2. Sobre la representacién privilegiada de tas fuerzas tradicionales en el Congreso, ver el articulo de Celso Furtado, “Le Bresil ou les entraves au développement”, en Esprit, enero 1966. 137 Francisco Weffort los efectos internos de la crisis. La crisis de la economia agraria es, en primer lugar, un sim- ple reflejo de la disminucién de los estimulos del mercado extero y la politica guberna- mental consisti6, en lo esencial, en transferir hacia el conjunto del pais las pérdidas provo- cadas en el cultivo del café, nuestro principal producto de exportacion. Esta politica permi- tid la defensa del nivel de empleo y también de la demanda interna en un momento en que se reducia la capacidad para importar. Ademis, esta politica cre indirectamente condiciones favorables para las inversiones en el mercado intemo, sobre todo para las inver- siones en la industria. Un anilisis de este tipo nos permite com- prender las condiciones fundamentales de la ausencia politica de los grupos industriales en los inicios de la crisis oligarquica. Es mas, te- nemos aqui algunas de las condiciones que explican el comportamiento politico de los sectores industriales de los afios siguientes. El desarrollo industrial jugara siempre un rol secundario, y en cierta medida complemen- tario en relaci6n a las actividades del sector extemno de la economia. La ausencia de los grupos industriales en la revolucién de 1930 sera confirmada, mas tarde, por su incapaci- dad para asumir responsabilidades politicas en el nuevo régimen. A pesar del crecimiento del sector empresarial en el curso de este periodo, Fernando Henrique Cardoso nos muestra en las investigaciones que efectia en 1962-1963, cémo los actuales empresa- ios no se identifican subjetivamente con el gobierno, y cémo se sittan subjetivamente junto al Pueblo y, como tal, exigen protec- cion y beneficios materiales. También, dice Cardoso, “el hombre de negocios extrae el maximo de provecho del hecho de que per- tenece a una clase econémicamente domi- nante sin serlo totalmente desde el punto de vista politico”* Las clases medias constituyen una de las fuerzas mas importantes entre aquellas que buscan hacer presin para derribar al régimen oligirquico. De estos sectores, constituidos en su mayoria por funcionarios piblicos, milita- res y profesionales liberales, surgen los lide- res mas radicales de las insurrecciones antioligarquicas de la década de 1920. Ellos representan también la parte mas influyente de la opinion publica que buscan dirigir con el objetivo de aplicar los principios liberales consagrados en la constituci6n de 1891, pero sistematicamente desplazados por las oligar- quias en el poder, Desde este punto de vista, la revolucién apareceria como el punto cul- minante de la presi de las clases medias que buscaban obtener las garantias para el sufragio, hasta entonces manipulado de ma- nera fraudulenta, y a moralizar las costumbres politicas. Sin embargo las clases medias no demostraron poseer aquella “vocacién de poder” que les habria permitido transformar el movimiento de 1930 en el punto de parti- da de un nuevo régimen coherente con sus aspiraciones liberal-democriticas El inconformismo de las clases medias vie- ne de lejos y se manifest de diferentes ma- neras, desde las campanas de opinion en el momento de las elecciones, hasta las insurrec- ciones militares de 1922-1924 y 1926, que fue- ron sin duda sus expresiones mas radicales y 3. Celso Furtado, Dialética do Desenvolvimento, Rio de Janeiro, Fundo de Cultura, 2° parte, cap. 2, | 4, Fernando Henrique Cardoso, Empresario Industrial e Desenvolvimento Econémico, Sao Paulo, Dituso Européia du Livro, 1964, p. 168. 138 posibilitaron la emergencia de simpatias ge- nerales en la opinién publica urbana. No obstante, lo que parece cierto es que la pro- testa de las clases medias jamas fue capaz de ser verdaderamente eficaz fuera de un cierto tipo de alianza con un grupo situado en el interior mismo de la oligarquia. Obligados por una situaci6n de dependencia social, en un estructura donde la gran propiedad era el elemento econémico y social dominante,$ estos grupos no llegaron a formular una ideo- logia propia; esto es, un programa de trans- formacién social que expresara un punto de vista original contra el sistema vigente. Sus reivindicaciones de base, “representacién y justicia”, tendian a formularse en el marco de los principios liberales consagrados en la constituci6n de 1891 que constitujan parte del horizonte ideoldgico de la oligarquia. La desconfianza en relacion con los “po- liticos” fue siempre una de las caracteristi- cas del tenentismo, designacién comin- mente aplicada a los movimientos dirigi- dos por los jévenes militares que se cons- tituyeron en los lideres mas representati. vos de las clases medias.‘ Sin embargo, durante su largo perfodo de relativo aisla- miento politico, los tenentes no se mostra- ron capaces 0 interesados en construir alian- zas efectivas con las masas populares ur- El populismo en la politica brasilefia banas 0 rurales y sus acciones tendian mas hacia un radicalismo romantico que hacia una politica revolucionaria eficaz. Su estilo de accién se manifiesta en los heroicos y tragicos episodios de 1922, cuando una docena dé jévenes militares se enfrenta a las fuerzas del régimen en el curso de una lucha absolutamente desigual en Rio de Janeiro, capital de Brasil en la época. Esta igualmente presente, con toda su grande- za, en la marcha de la Columna Prestes, que después de recorrer luchando mas de 20.000 kilémetros por el interior del Bra- sil, fue obligada a recurrir al exilio: imagen de una revuelta que no ha encontrado la posibilidad de una via politica autonoma. En la Revolucién de 1930, los lideres mas importantes del tenentismo, con excepcién de Luis Carlos Prestes, el jefe del movi- miento que ingresa al Partido Comunista, se asocian con algunos de sus antiguos ene- migos para promover la caida del poder oligarquico. Ellos marcan los primeros afios de gobierno revolucionario por su posicién de lucha contra las instituciones oligarquicas todavia existentes, pero no encontraron los medios de llegar al control del poder. Ia divisa de un jefe de la oligarquia que participa en la Alianza Liberal “hagamos la revoluci6n antes que la haga el pueblo’ es 5. A diferencia de la antigua clase media americana, las clases medias brasilefias no tenian su principal actividad social y econémica en la pequefia propiedad independiente sino en sectores subsidiarios (admi- nistracion publica y servicios) de una estructura cuya paula esta dada por la gran propiedad de la tierra 6, Dice Werneck Sodré que los "movimientos mas importantes, que tuvieron eco en la opinién publica y amplio. apoyo ena prensa, eran de orden militar: se sucedian los levantamientos de jévenes oficiales, inconformes con el estado de cosas reinante, No habia, en ese momento, otra valvula de escape y de ahi el predominio de los militares en esos pronunciamientos”. Agrega a continuacién que el tenentismo "sélo en su etapa final se compo- ‘ne de fuerzas partidarias tradicionales, escindidas del grueso de aquetlas que figuraban en el plano politico” Nelson Werneck Sodré, Histéria da Burguesia Brasileira, Rio de Janeiro, Civilizacao Brasileira, 1964, p. 281 Sobre el tenentismo ver también Virgilio Santa Rosa, O sentido do tenentismo, Rio de Janeiro, Schmidt Editor, 1932 (?) sic, y la trilogia de Helio Silva sobre O Ciclo Vargas, Rio de Janeiro, Civilizagao Brasileira, 1965/66. 139 Francuce Ceffort reveladora de la actitud de este movimiento en relacin con las masas populares. El movi- miento revolucionario que, como lo muestra José Honorio Rodrigues, surge de la escisi6n de las minorias dominantes y tenia objetivos casi exclusivamente limitados a la “represen- taci6n” y a la “justicia”, consiguid conquistar la simpatia de las masas populares urbanas pero no llegé a interesarse por su participacién activa. En verdad, la Alianza Liberal slo aspi- raba a atender una muy pequenia parte de las aspiraciones populares y, en lo que es fundamental, buscaba prevenir un posible movimiento popular.’ Por otro lado, las clases populares parecfan no tener atin condiciones para ejercer ellas mismas pre- siones para obtener una participacién au- ténoma en el proceso politico." La incorporacién de las clases popula- res al juego politico dependera del curso ulterior de los acontecimientos y, en parti- cular, de la inestabilidad caracteristica del nuevo equilibrio de poder que se estable- ce a partir de la crisis de la oligarquia. No solamente el movimiento de 1930 fue fundamentalmente un cambio en la estructu- ra de poder operada “desde arriba” y, en este sentido, capaz de actuar antes que las masas populares, sino que la misma participacin de estas tiltimas en el juego politico se hard tam- bién “desde arriba hacia abajo”. Esta, una de las condiciones hist6ricas del “ségimen” y de la “politica” populista vigente en los decenios siguientes, es también uno de los problemas que es necesario examinar a continuacién. Conviene antes interrogarnos acerca de la ausencia de clases populares en el proce- so revolucionario. Es sabido que esta “ausen- cia” no significa de ningtin modo una pos ci6n de indiferencia en relaci6n a los aconte- cimientos.‘La Alianza Liberal, lo mismo que el tenentismo en los afios precedentes, con- quist6 ampliamente las simpatias populares. Por otro lado, las clases populares, en 1930 y atin antes, son percibidas como problema por los grupos dominantes: ellas estardn pre- sentes en sus clculos politicos antes y des- pués de la insurreccion. En este sentido, la descripcién que hace uno de los mejores in- térpretes de la época de la Alianza Liberal en la fase electoral (pre-insurreccional) es muy clara: “La Alianza Liberal era una suerte de puerto para todos los inconformismos y todas las esperanzas. El pobre, el millonario, el obrero, el funcionario, el comunista, la fe- minista, todos podian tener confianza en la accién del candidato que ellos designaban”? {Por qué, en efecto, suponer que las masas populares no miraban con simpatia a un movimiento que se presenta, en definitiva, como la encarnaci6n de la nacién en su lu- cha contra un régimen politico cuya actitud. en relaci6n a las reivindicaciones populares era esencialmente represiva? “La agitacién obrera es una cuestién que interesa mas al orden ptiblico que al orden social”:"” asi se expresaba el tiltimo presidente de la oligar- quia que habia gobernado de 1926 a 1930. La actitud de la Alianza Liberal, tal como se encuentra definida en su plataforma electoral, 7. JOse Honorio Rodrigues, Conciliagdo e Reforma, Rio de Janeiro, Civilizagao Brasileira, 1965, p. 91. 8. Leoncio Martins Rodrigues, Conflicto Industrial e Sindicalismo no Brasil, S40 Paulo, Difusao Européia do Livro, 1966, pp. 115 ss. 9, Santa Rosa, op.cit., p. 62 10. Cf. J. H. Rodrigues, op. cit., p. 83. 140 tenia una orientaci6n totalmente diferente: se buscaba transferir los conflicts sociales de la esfera policial a la del derecho social. Decia Getilio Vargas ya en el afio 1930, definiendo una politica de incorporacién de las masas populares que ser en adelante uno de los leit-motivde su gobiemo, que “si nuestro pro- teccionismo (se refiere al proteccionismo del Estado) favorece a los industriales, se impone igualmente el deber de ayudar al proletario con medidas que le aseguren un confort relati- Vo, estabilidad y ayuda cuando esté enfermo oanciano”; “lo poco que tenemos en materia de legislacion social no se aplica o se aplica muy poco y esporddicamente”.” Para las ma- sas populares, la legislaci6n laboral represen- tara la primera forma en que se expresa su ciudadania asi como sus derechos de partici- pacién en los asuntos de Estado. Esto sera unio de los elementos fundamentales para com- prender el tipo de alianza que establecieron con los grupos dominantes por medio de li- deres populistas. La ausencia de las masas en la insurrecci6n no puede ser pues interpretada como un in- dicador de la pasividad global de su compor- tamiento. Ellas estan ausentes de la accién pero estén presentes para cualquiera de las dos facciones en conflicto como una presin per- manente sobre el statu quo oligarquico. Sus luchas, que se prolongan durante los prime- 108 afios de este siglo, si bien no condujeron a perspectivas claras de transformaciones poli- ticas, representaron, sin embargo, a los ojos El populismo en la politica brasilefia de las minorfas dominantes, un problema real y, hasta cierto punto, una amenaza. Estado y clases populares La exclusion de las clases populares de los procesos politicos fue una de las caracte- risticas notorias del régimen derribado en 1930. $i hubo participaci6n popular en el pro- ceso electoral, ella fue bien débil, pues no lego de ningin modo a gravitar sobre los procesos “democriticos” vigentes en la épo- ca.” En el curso de las elecciones posrevolucionarias de 1933, la proporcién de electores inscriptos sobre el total de la po- blaci6n Ilegaba apenas a cerca del 3,5%, y no hay raz6n de creer que el nivel de participacién hubiera sido mayor en el pe- riodo anterior. En las elecciones de 1934, las liltimas del régimen revolucionario, esta mis- ma proporcién sube a cerca del 6,5%, para legar en el segundo escrutinio realizado en Ia etapa democritica (1950) a cerca de un 22% y a un 22,2% en las elecciones de 1960. Si bien el nivel de participaci6n electoral al- canzado en 1950 y 1969 es inferior al ntime- 10 de adultos ~excluidos los analfabetos, que implica de hecho la no participaci6n de la mayoria de la poblacién rural” conviene su- brayar el aumento producido y las enormes transformaciones que este crecimiento pro- voca en el proceso electoral. Si la presion electoral sobre las estructuras del Estado no 11. Getilio Vargas, A néva Politica do Brasil, Rio de Janeiro, José Olympio Editora, 1938, p. 27. 12. Virginio Santa Rosa, op.cit., p. 28. 13, La proporcién de electores inscriptos sobre el total de la poblacién con 20 afios de edad 0 mas alcanzaba en 1950 solamente a 46.5%. Estas proporciones estén basadas en las informaciones censales (censos de 1950 y 1960) y en los datos electorales y estimaciones de poblacién publicados en los anuarios estadisticos de Brasil de 1939/40 y de 1965. 141 Francisco Weffort puede ser percibida en el proceso anterior a 1930 mas que por la minoria dominante, esta presi6n se transformard a continuacién en uno de los elementos principales del proceso po- litico, por lo menos en el sentido de que las formas de adquisicin o de preservacién del poder estarin cada vez mas impregnadas de la presencia popular. Pero conviene obser- var que, si en el periodo oligarquico las ma- sas estan distanciadas de toda posibilidad de participacion real, en el periodo siguiente durante la dictadura de Vargas, o durante la etapa democritica (1945-1964), su partici- paci6n se producira siempre bajo la tutela de los representantes de algunos de los gru- pos dominantes. Dejando de lado ciertas situaciones excepcionales. en especial en los Ultimos afios del gobierno de Goulart, seria dificil decir que las masas populares 0 algu- nos de sus sectores hayan logrado participar en los procesos politicos con un minimo de autonomia. Cuando se habla del ascenso politico de las masas en el period posterior a 1930, hay que tener en cuenta el hecho de que este ascenso fue condicionado desde su inicio. Esto, sin embargo, no nos permite comprender to- davia las condiciones histéricas en las cuales se produce el populismo. La promocién de la participacién popular no se realizard a través de los grupos dominantes, considerados en bloque, puesto que siempre vieron con ma- los ojos el ascenso politico del pueblo. La pro- mocién de las masas dependera de nuevas condiciones especificamente politicas creadas por la crisis de la oligarquia y, fundamental- mente, de la incapacidad, manifestada por todas las fuerzas sociales que componen la Alianza Liberal, para establecer sdlidamente las bases de una nueva estructura del Estado. El nuevo gobierno, formado sobre la base de una alianza ticita entre los grupos de cla- 142 se media sin horizontes politicos y algunos sectores de la oligarquia que ocupaban en el “antiguo régimen” una posicién secundaria, debera pasar por un largo periodo de inestabi- lidad que se prolonga hasta 1937, cuando se establece la dictadura. Hay numerosas crisis derivadas de las luchas entre los tenentes y los jefes de la oligarquifa, luchas en el curso de las cuales se oponen en lo sucesivo no solamente el enemigo de ayer sino también los amigos. Las mayores dificultades surgen en el sur, principalmente en el Estado de Sao Paulo -el estado en el cual la agricultura de exportacién esta ms desarrollada y que esta en la base misma del antiguo sistema de po- der-, que en 1932 se levanta contra el nue- vo régimen. Sin embargo, los problemas no emergen solamente de las confrontaciones con la oligarquia que habia perdido sus fun- ciones de dominacién. Los sectores de la cla- se media radical se agrupan, bajo la direc- cién de Luis Carlos Prestes, en la Alianza Nacional Libertadora (ANL) y los sectores de derecha encuentran expresin en el integra- lismo, el movimiento de estilo fascista que trata de conquistar las simpatias de Vargas. La estabilidad del nuevo régimen solo sera alcanzada con la derrota de estos dos movi- mientos. La insurrecci6n del ANL en 1935 dara a Vargas la posibilidad de consolidarse personalmente como jefe de gobierno apo- yandose en las fuerzas interesadas en com- batir la amenaza comunista. Una vez estabilizada la dictadura en 1937, Vargas li- quida, en los aio: siguientes, el movimiento “integralista” que, al no poder participar en el gobierno, intenta un putsch Conviene llamar la atencién sobre un dato de base econémica que nos parece funda- mental en el proceso de estructuraci6n del régimen que surgira después de la fase de inestabilidad. La derrota politica de las oligarquias en 1930 no afecté de manera decisiva el control que ellas conservaban so- bre los sectores principales de la economia. Mas exactamente: las derrotas sufridas por la oligarquia de So Paulo entre 1930 y 1932 pudieron conmover las raices del régimen politico del cual era el principal sostén, pero no pudieron hacer olvidar que la exporta- cién de café continuaba y continuaria sien- do el elemento central de la situacién eco- nomica. Los grupos oligarquicos que ocu- pan las nuevas posiciones de mando son relativamente marginales respecto de la eco- nomia de exportaci6n" y sus intereses par- ticulases no podrian servir de orientacion a una reorganizacion global de poder. Por otro lado, los tenentes perdieron rapidamente las. posiciones de influencia obtenidas en las pri- meras etapas del movimiento revoluciona- tio que les habian permitido ejercer un con- trol casi absoluto sobre las regiones del nor- te y noreste del pais. En estas condiciones, el nuevo gobierno no podra més que moverse siempre en un contexto complejo de compromisos y conci- liaciones entre intereses diferentes y a veces contradictorios. De ninguno de los gru- pos participantes —las clases medias, los grupos menos vinculados a la exportacién y a los sectores interesados en la agricul- tura del café- se podria decir que ejerce con exclusividad el poder 0 que ha ase- gurado una hegemonia politica. Por otra parte, ninguno de estos grupos est4 en condiciones de presentar sus propios in- tereses particulares como expresién de los intereses generales de la nacién: las clases me- 14, Cl. Celso Furtado, op.cit., 2° parte, cap. 2, | El populismo en la poltica brasilefia dias porque son socialmente dependientes, los intereses del café porque perdieron las funciones de dominio que ejercian antes de 1930 y porque se encuentran profundamen- te afectados por los éfectos intemos de la cri- sis de 1929, los demas grupos agrarios por- que estn menos vinculados a las actividades de exportacion fundamentales en el conjun- to de la economia. Este equilibrio inestable entre los grupos dominantes y, esencialmente, la incapacidad de cualquiera de ellos de asumir, como la expre- si6n del conjunto de la clase dominante, el con- trol de las funciones politicas, constituye uno de os rasgos relevantes de la politica brasilena en el curso de los tiltimos afios. En estas condicio- nes de compromiso e inestabilidad se forman algunas de las caracteristicas més conocidas de la politica brasilefta en ese momento; entre ellas, componentes de lo que se convertiré en esencial en el populismo, /a personalizacién del poder, la imagen (mitad real y mitad mitica) de la soberania del Estado sobre el conjunto de la sociedad y la necesidad de la participacién de las masas populares urbanas. Por otro lado, esta situacién de compromiso significa que las per- sonas que ejercen las funciones gubemamenta- les ya no representan en forma directa a los grupos que ejercen hegemonia sobre ciertos sectores fundamentales de la economia y de la sociedad. La nueva estructura politica es profundamente diferente de la anterior por lo menos en un aspecto: ya no constituye la ex- presiGn inmediata de la jerarquia social y eco- némica, ya no es mas la expresion inmediata de los intereses de una sola clase social como. lo habia sido el régimen oligarquico."* En esta 15. Sobre las condiciones en que se da la formacién de este Estado de compromiso, véase también Brandao Lopes y Juarez Rubens, Desenvolvimento e Mundanga Social, mimeo, Brasil, 1966, pp. 93 ss. 143 Francisco Weffort nueva estructura, el jefe de Estado asume la posicién de arbitro y alli se encuentra una de las fuentes de su fuerza personal. Por otro lado, esta persona tiende a confundirse con el Estado mismo en tanto instituci6n. Sin embargo, una situaci6n de este tipo no podria ser durable y la manifiesta inestabilidad de los primeros afios del nuevo régimen revelaba claramente la preca- riedad de ese equilibrio entre intereses diferen- tes y a veces contrarios. La dictadura sirvi6 para consolidar el poder personal de Vargas e impo- ner la soberanfa del Estado a las fuerzas sociales presentes. Condicionadas desde el comienzo por la crisis interna de los grupos dominantes, las masas populares urbanas penetran en la po- litica brasilefa. Ellas representan la Unica fuen- te social posible de poder personal auténo- mo para el gobierno y, en cierto sentido, se transformardn en la tinica fuente posible de legitimidad para el Estado mismo. El jefe de Estado comenzar4 a actuar como arbitro en una situacién de compromiso que, inicial- mente formada por los intereses dominan- tes, deberd contar desde ahora con un nue- vo socio: las masas populares urbanas, la representaci6n de las masas en este juego estar controlada por el mismo jefe de Esta- do. En tanto arbitro, él decide en nombre de los intereses de todo el pueblo; esto signifi- ca que tiende, aun si esto no es siempre posible, a optar por las soluciones que des- piertan menor resistencia o mayor apoyo po- pular. Esta tendencia no es simplemente vir- tual y se manifest6 de una manera social- mente significativa con Vargas y con casi to- dos los demas jefes de Estado desde 1930 hasta 1964."° Aparece asf en la historia del Brasil el fan- tasma popular que sera manipulado por Vargas durante veinte afos. A través de los mecanismos de manipulacién que las fun- ciones gubernamentales le aseguran dadas las condiciones de crisis interna entre los mismos grupos dominantes, Vargas encontra- ra la manera de responder a todo tipo de presiones sin someterse, de manera exclu- siva y duradera, a los intereses inmediatos de ninguno de ellos. De este modo el nue- vo régimen no es mas oligarquico, si bien la hegemonia social y politica de las oligar- quias no ha sido verdaderamente afectada en el Ambito local y regional en los que se encuentran de cierta forma representados en el Estado. Se trata sin duda alguna de un Estado burgués sin que pueda hablarse, sin embargo, de una democracia burguesa tal como ella es concebida en la tradicién eu- ropea. Si fuera necesario designar de algun modo esta forma particular de estructura 16. El ejemplo mas notable de esta tendencia es sin duda el de la propia carrera politica de Vargas. Jefe oe una oligarquia regional hasta 1930, Vargas gobierna hasta 1945 seguin un esquema de fuerzas en el que los grupos oligarquicos aparecen como aliados pero no como factores determinantes de la orientacién guber- namental. Es en esta epoca que consiruy6 su prestigio personal junto a las masas urbanas. En su segundo gobierno (1950-54) intenta realizar una politica de desarrollo capitalista nacional pero es derrotado frente a las presiones externas e internas. Negandose a renunciar a sus funciones, se suicida y su carta testamerto es uno de los documentos mas notables del populismo y del nacionalismo brasilefios. El ejemplo de Vargas €8 el més claro pues cubre todo un periodo histérico, pero no es el nico. En menor medida es pose observar tendencias mas 0 menos semejantes en Janio Quadros y Jodo Goulart. En este sentido, la inwca excepcién clara es la del gobierno de Dutra (1945-1950) que, aunque electo sobre la base del prestigo oe Vargas, una vez en el poder establecié una fuerte alianza conservadora. 144 politica, dirfamos que se trata de un Estado de Compromiso que es al mismo tiempo un Estado de Masas, expresion de la pro- longada crisis agraria, de la dependencia social de los grupos de clase media, de la dependencia social y econdmica de la bur- guesia industrial y de la creciente presion popular.” De este modo, una de las fuentes de la capacidad de manipulacion de los grupos dominantes sobre las masas se encuentra en su propia debilidad en tanto clase, en su divi- sin interna y en su incapacidad de asumir en nombre propio las responsabilidades de Esta- do. Incapaces de legitimar por si mismos la dominacién que ejercen, estos grupos domi- nantes necesitaran recurrir a intermediarios — primero Vargas, y luego a los lideres populis- tas de la etapa democratica— que puedan es- tablecer alianzas con los sectores urbanos de las clases dominadas. Estos son los limites del populismo. Primero, la eficacia del lider po- pulista en las funciones gubernamentales cle- pendera del margen de compromiso que e: ta ocasionalmente entre los grupos dominan- tes y de su habilidad personal para resolver los conflictos como arbitro, encarnando la ima- gen de la soberania del Estado frente a las fuerzas sociales en conflicto. En segundo lu- gar, la manipulaci6n populista estar siempre limitada, por parte de las masas populares, por la presién que ellas pueden ejercer espontaneamente y por el nivel creciente de Sus reivindicaciones. El populismo en la politica brasteta Presion popular y ciudadania El condicionamiento del ascenso politico de las clases populares por el Estado también sufri6 la interaccién de factores ligados al pro- pio comportamiento popular. El Estaclo no “in- vento" una nueva fuerza social Gnicamente para responder a las necesidades de su juego interno. Una nocién como ésta no tiene guna base hist6rica a pesar de que pueda te- ner algtin sentido si el andlisis del ascenso popular se realiza unicamente desde el pun- to de vista de los grupos dominantes y de su crisis interna. Conviene entonces volver sobre la idea ya mencionada de la pasividad de las clases po- pulares en el régimen populista. Si nos refi- riéramos a la tradicion europea de la lucha de clases, deberiamos sostener que una activa participacién politica implica una conciencia comtin de intereses de clases y de capaci- dad de autorrepresentaci6n politica. Segura- mente sera necesario, entonces, concluir que todas las clases sociales del Brasil fueron politicamente pasivas en los afios posterio- res a la revoluci6n de 1930. Es justamente la incapacidad de autorrepresentacion de los grupos dominantes y su divisin interna lo que permitié la instauracion de un régimen politico centrado en el poder personal del Presidente. s dudoso que se pueda, sin mayor exa- men, aplicar a las relaciones entre las clases en Brasil -como en cualquier otro pais 17. Cf. Ruy Mauro Marini, en su interesante articulo sobre tas “Contradicciones y conflictos en el Brasil contemporaneo”, en revista Arauco, Chile, octubre de 1966, prefiere designar como “bonapartista” el nuevo régimen. Dentro de la experiencia historica europea el "bonapartismo” seria tal vez la situacién politica mas proxima a ésta que procuramos descr ir para el Brasil. De todos modos nos parecié correcto evitar el empleo de esta expresién que nos hubiera obligado a comparaciones que escapan al alcance de este articulo entre patses de diferentes formaciones capitalistas. Francisco Weffort dependiente y periférico de América Latina— Jos esquemas interpretativos procedentes de la tradiciOn europea del siglo XIX. Respecto del Brasil, c6mo podria analizarse la partici- pacién politica de clases sociales sin tener en cuenta la gran heterogeneidad intema de cada una de ellas? Y esta heterogeneidad no es un atributo exclusivo de las clases dominantes, es particularmente notoria en las clases que deberiamos designar te6ricamente como pro- letarios, en “via de proletarizacién” 0 “gsimilables al proletariado”: obreros industria~ les, obreros agricolas, obreros urbanos no industriales, trabajadores urbanos por cuenta propia, trabajadores rurales sin salario, peque- Atos asalariados de comercio y de servicios piblicos, etc. Entre estos sectores -y en el interior de alguno de ellos existen diferen- cias marcadas con relacién a las condiciones de vida, las relaciones de trabajo, la “situacion ecol6gica” (diferencias regionales, campo-ciu- dad, capital-interion), etc, Ademis, ninguno de estos sectores podria ser considerado como un grupo politicamente homogéneo, a excepcion quizas de los obreros industriales en relacion a su comportamiento sindical. Ciertamente, se puede hablar de clases populares o de masas populares, expresiones vagas pero titi- Jes para captar la homogeneidad posible de este gran conjunto de gente que ocupa los escalones sociales y econémicos inferiores de los diversos sectores del sistema capitalista vi- gente en Brasil. Se puede diferenciar, dentro de este vasto conjunto, el sector urbano de Jas masas populares cuyos rasgos particulares son sus vinculos con la economia urbana y su presencia politica. No obstante, seria todavia ilusorio intentar interpretar directamente, en términos de com- portamiento de clase, segtin la tradici6n eu- ropea, el comportamiento politico de los sec- tores urbanos y los obreros industriales. Las 146 relaciones politicas que las clases populares urbanas mantuvieron con el Estado y con otras clases en los tiltimos aitos de la historia del Brasil, fueron relaciones esencialmente indi- viduales y el contenido de clase en estas rela ciones no s@ manifiesta de manera directa. Fueron, podria decirse, relaciones individua- les de clase. el aspecto especifico de las rela- ciones es el encubrimiento de su contenido de clase, de tal manera que la posible signifi- cacién clasista alli presente no puede ser en- tendida sin que se pase primero por sus expre- siones individuales. Es en el nivel de las rela- ciones individuales que convendria estudiar el populismo si queremos comprender su significaci6n como manipulacién y politica de clase: ghasta qué punto los intereses reales de Jas clases populares fureron satisfechos efecti- vamente por los lideres y hasta qué punto éstas sirvieron pasivamente de “masa manipulable” de los grupos dominantes? {Qué significacién puede atribuirse, por ejemplo, a las iniciativas del Estado respecto de la legistaci6n laboral? Vargas, apoyado en el control de las funciones politicas, “otorga” a las masas urbanas una legislaci6n que co- mienza a formularse en los primeros aftos de gobierno provisorio y que se consolida en 1943, La legislacion esta limitada a los secto- res urbanos: ellos poseen la mayor capacidad de presi6n sobre el Estado y una tradici6n de Jucha; son igualmente los sectores disponibles para la manipulacién politica, puesto que, a pesar de que las reglas del juego electoral estaban suspendidas desde 1937 y que fue- ron una de las primeras conquistas de la revoluciGn de 1930, continuaron teniendo una existencia virtual. Por otro lado, la restricci6n de la legistacion laboral a las ciudades tiene la ventaja de satisfacer a las masas urbanas sin interferir con los intereses de los grandes terratenientes. El contenido social de la manipulacién ejer- cida sobre la legislaci6n laboral va mas alla del mero juego personal del jefe de Estado, aun si éste se presenta ante las masas como, un “donador” y un “protector”. Evidentemen- te, fue sobre actos de esta naturaleza que ‘Vargas construy6 su prestigio y obtuvo la con- fianza necesaria para hablar en nombre de las masas populares, inclusive sobre aquellos te- mas tales como la politica econémica- res- pecto de los cuales ellas habian permanecido ajenas hasta entonces. Una vez establecida la legislacion laboral, su reglamentaci6n pasa a constituir una funcién permanente del Esta- do. Esto hace que se transfiera en cierta me- dida al Estado el prestigio que las masas ha- bian conferido a Vargas. Esta transferencia re- presenta uno de Jos elementos importantes de la politica populista en general, tanto en el periodo de la dictadura como en la fase democritica: 1 lider sera siempre alguien que tenga ya el control de una funcién publica -un presidente, un gobernador, un diputa- do, etc.-, es decir que, por su posici6n en el sistema institucional de poder, tiene la posibi- jidad de “donar”, sea una ley favorable a las masas, sea un aumento de salario 0, por lo menos, una esperanza de dias mejores. Pero por otro lado, una vez que se ha es- tablecido la legislacién laboral como derecho, cuando un asalariado reivindica la puesta en prictica de una disposicién legal precisa, aque- Ila relacion original de “donacién’ (y por lo tanto de dependencia) desaparece. Lo que cuenta de ahora en més, es el ciudadano que reivindica sus “derechos” de hombre libre en las relaciones de trabajo. Lo que esta relacion paternalista entre lider y masas contiene esen- cialmente, desde el punto de vista politico, es, a pesar de la asimetria tipica de todo paternalism, el reconocimiento de la ciuda- danja de las masas, el reconocimiento de su El populismo en la politica brasilefia igualdad fundamental dentro del sistema institucional. La mejor prueba de esta igual- dad es esta selacion de identidad que las ma- sas establecen con el lider, ciudadano de otra clase social que se encuentra en las funciones de Estade. La manipulaci6n populista es una relacién ambigua, tanto desde punto de vista social, como desde el politico. Desde el punto de vista politico, es, por un lado, una relacion de identidad entre individuos, entre el lider que “dona” y los individuos que constituyen la gran masa de asalariados; y, por otro lado, es una relacion entre el Estado como institucin, y ciertas clases sociales. Descle el punto de vis- 1a social, la legislacion laboral es, por una par- te, un mecanismo regulador de las relaciones entre ciudadanos, entre empleadores y asala~ riados; y, por otra, un mecanismo regulador de las relaciones entre clases sociales. En el populismo, el rasgo caracteristico de estas re- laciones se encuentra en el hecho de que las relaciones entre individuos de clases sociales diferentes tienen mas importancia que las re- laciones entre estas mismas clases concebi- das como un todo social y politicamente homogéneo. Esto significa que en el populis- mo las relaciones entre las clases sociales se manifiestan, preferentemente, como relacio- nes entre individuos. De ahi que el politico populista haya tenido siempre poco interés en ofrecer a las clases populares que €1 diri- ge, la oportunidad de organizarse, a menos que esta organizacién implicara un control estricto del comportamiento popular, como se dio durante el periodo de la dictadura, con el movimiento sindical organizado de manera semicorporativa. La introduccién de la organizaci6n, aun con fines exclusivamente reivindicativos, habria ocasionado la posibi- lidad de una ruptura en la relaci6n de identi- dad entre lider y masas, como de hecho se 147 Francisco Weffort observé en los tiltimos afios del gobierno de Goulart. La reivindicaci6n de la ciudadania, o sea, la reivindicaci6n de la participacién politica en condiciones de igualdad, es uno de los aspec- tos fundamentales de la presién popular rea- lizada sobre el Estado en los tiltimos aiios. No nos referimos solamente a la significacion ju- ridico-politica de la ciudadanja, El ascenso de las clases populares en el plano politico esta intimamente asociado a su irrupcion en los planos sociales y econémicos. En efecto, ya bajo la dictadura la concesién de la ciudada- nia a través de los derechos sociales se ve complementada, en sus efectos politicos, por intensidad de los procesos de urbanizacién y de industrializacion. Entre 1920 y 1940, el proletariado industrial aumenté de 275.512. a 781.185 para alcanzar, en 1950, 1.256.807. En el curso de estos mismos afios, la poblacién de la ciudad de Sao Paulo, primera base del populismo varguista, asciende de 587.072 en 1940 a 2.227.512 en 1950. Ademis de Sao Paulo, otras ciudades cre- cen a un ritmo mucho mds acentuado que el de sus estados 0 regiones.™ La masa de migrantes rurales que ob- tienen los nuevos empleos, creados por el desarrollo urbano-industrial, dan el pri- mer paso hacia la conquista de su ciuda- dania social y politica. El ingreso de los migrantes internos en la vida urbana inaugura su conversién en ciudadanos sociales y politi- camente activos y disuelve los vinculos tradi- cionales de lealtad y de sometimiento a los potentados rurales 0 a los jefes politicos de las pequefos municipios. Estas nuevas masas presionan para lograr su propio ascenso so- cial. En Brasil se dice, exagerando un poco, que el hombre que consigue migrar del cam- poa la ciudad hace su “revoluci6n individual” Pero, una vez mas, no nos apresuremos a in- terpretar este proceso “a la manera europea”."? Esta incorporacién de las masas populares a la vida urbana, no significa la atomizacién de las clases obreras, el debilitamiento de sus an- tiguos lazos de solidaridad en raz6n del au- mento de su capacidad de consumo y de la difusi6n de técnicas de manipulacién ideol6gi- ca. Si en Europa se puede hablar de una rela- tiva despolitizacién de las clases obreras, en un pais como el Brasil, el proceso de masificaci6n tuvo resultados muy diferentes: este conlleva una posibilidad de participacién politica, participacion que, a pesar de la ma- nipulaci6n populista, significa mucho, simplemente porque su condicién anterior ha sido la de no participacién. De hecho, una triple presiOn es ejercida por las masas de migrantes internos: presi6n para acceder a los empleos urbanos; presién tendiente a ampliar las posibilidades de consumo (logradas por las nuevas masas urbanas e igualmente por las antiguas), y la presién que apunta a la par- ticipaci6n politica dentro de los marcos institu- cionales. Se trata siempre de formas indivi- duales de presi6n, y aqui encontramos otro limite a la idea de manipulaci6n: ella supone 18. Datos censales. Azis Simao en su libro Sindicato e Estado (Dominus Editora, Brasil, 1966) realiza un amplio anélisis empitico de! crecimiento del protetariado industrial. 19. Entiéndase ‘; Nuestras reticencias hacen referencia solamente a la transposicion mas 0 menos Mecdnica de esquemas elaborados a partir de la formacién de las clases obreras europeas. Pero uno de los estudios mas sugestivos que conocemas sobre las condiciones especificamente brasilefias de la formacién de conciencia social de la clase obrera es de un europeo. Alain Touraine, “Industrialisation et conscience ouvriére & Sao Paulo”, en Sociologie du Travail, afio tIl, N°. 148 al menos una satisfaccién relativa de los ver- daderos intereses de las clases populares, sin Ja cual el apoyo concedido a los lideres pro- cedentes de otras clases sociales no hubiera persistido. En efecto, la manipulaci6n de las masas entr6 en crisis: ésta abrié la via a una verdadera movilizaci6n politica popular, exac- tamente cuando la economia urbano-indus- trial comenzaba a agotar su capacidad de ab- sorcién de nuevos migrantes y cuando se res- tringian los margenes de la redistribuci6n econémica. Es en esta fase cuando la temiti- ca de las reformas estructurales comienza a hacerse popular. La imagen, si no el concepto, mas apro- piada para comprender las relaciones po- pulistas entre las masas urbanas y ciertos grupos representados en el Estado es la de una alianza (tdcita) entre sectores de diferentes clases sociales. Alianza en la cual, evidentemente, la hegemonia coincide siempre con los intereses de las clases dominantes, no sin dejar de satisfacer cier- tas aspiraciones fundamentales de las cla- ses populares: reivindicacién del empleo, mejores posibilidades de consumo y de- recho de participacion en los asuntos de Estado. El Estado en crisis La presion popular es, ciertamente, el he- cho politico nuevo de la etapa democritica que se inicia en 1945. La continuaci6n del mis- mo esquema de poder vigente durante la dic- tadura y el descubrimiento politico electoral de la presencia de las masas populares, signi- fican la frustraci6n definitiva de las esperan- 20. Revista Anhembi, N*1, vol. |, diciembre de 1950. El populismo en la politica brasilefia zas liberales de la clase media que, desde antes de 1930, deseaba establecer una democracia pluralista al estilo clasico. La joven democra- cia brasilefia tendra como sustento el mismo. compromiso soéial vigente antes de 1945: ella funda sudegitimidad sobre las masas urbanas y sobre sus jefes, los lideres populistas. La amarga perplejidad de ciertos grupos de la clase media (generalmente grupos de la UDN, Unién Democratica Nacional) es muy signifi- cativa. En 1950, una revista liberal describe en los términos siguientes la campaiia electo- ral que terminé con la eleccién de Vargas como Presidente de la Reptiblica: “El 3 de octubre, en Rio de Janeiro, medio millén de miserables, analfabetos, mendigos hambrien- tos y andrajosos, espiritus reprimidos y justa- mente decepcionados, individuos a los que el abandono de los hombres habia convertido en seres groseros, malos y vengativos, descen- dieron de las colinas de la ciudad, de los mo- ros, embaucados por el canto de la demago- gia vociferada desde ventanas y automoviles, para votar a la Unica esperanza que les que- daba: a aquel que se proclamaba padre de los pobres, el mesias-charlatin...”.” Por primera vez en la historia del Brasil, las masas urbanas, aparecen libremente en el escenario politico. Libertad relativa y s6lo posible dentro de los limites de una estructu- ra de poder cuya composicién de fuerzas permanece, en sus aspectos esenciales, igual que la del periodo precedente. De todos modos, una vez terminada la dictadura, ter- mina también el monopolio ejercido por Vargas sobre la manipulaci6n de la opinion popular, no obstante que continte siendo, hasta su muerte en 1954, el gran jefe del populismo al cual todos los demés lideres Francisco Weffort estuvieron vinculados, con la tinica excepcién de Janio Quadros. En los primeros aftos de vida democratica reaparece la figura de Luis Carlos Prestes, de ahora en mas lider del Par- tido Comunista, dotado de todo el prestigio que leTonfiere su pasado de tenente revolucio- nario. Pero el PC, que lleg6 a ser en esos mo- mentos uno de los grandes partidos del Brasil fue declarado ilegal en 1947, con una eviden- te pérdida de influencia sobre las masas.”* La continuidad del mismo esquema de poder se expresa, por ejemplo, en el he- cho de que el sistema de partidos -que ademas tuvo muy poca autonomia en re- lacién al Ejecutivo- se basaba sobre dos grupos creados por Vargas al término del régimen dictatorial, agrupaciones que no hacen mds que traducir, en el nuevo len- guaje politico, el compromiso social sobre el cual se apoyaba la dictadura. El PSD (Par- tido Social Democritico) debia ser la ex- presi6n de los sectores conservadores vin- culados a la actividad agraria; efectivamente consigue mantener por muchos afos un control de la “clientela” de varias areas ru- rales del pais; el PTB (Partido Trabalhista Brasileiro), mucho menos eficaz en rela- cién a sus objetivos de movilizacién po- pular, funcioné sobre tode como un apa- rato personal de su fundador. El tercer gran partido, la UDN (Uniio Democratica Nacional), se habia formado durante la campana a favor del derrocamiento de la dictadura, apoyandose principal aunque no exclusivamente, en grupos urbanos de clase media. Este partido mantuvo durante casi todo el periodo demoeritico una linea politica de oposici6n al sistema PSD-PTB y al populismo en general (aunque en la fase final haya partici pado en la campaia de Janio Quadros para la presidencia de Id Reptiblica) y se caracterizaria, ripidamente, como un partido de derecha. A pesar de los semejanzas con el periodo anterior, ésta es la etapa en que se hace mas claro el enfrentamiento entre las fuerzas so- ciales en el gran compromiso que sirve de sustento al Estado y es también la etapa en que ese compromiso entra en crisis. Los golpes de Estado se presentan desde los primeros afios de democracia como un recurso al cual la derecha amenaza recu- rir para reparar la pérdida de su gravita- cion electoral y para neutralizar los meca- nismos institucionales que abren paso a la presion popular. La oposicién de la dere- cha a la toma de poder por Vargas en 1950, la crisis de 1954 que termina con su suici- dio, las dificultades manifestadas a la toma de poder de Kubitschek en 1955, la re- nuncia de Janio Quadros en 1961, la opo- sicion civil y militar a la toma de poder de Goulart como sucesor de Janio Quadros, son algunos de los episodios caracteristicos de una inestabilidad que parecia marcar el fin del es- cenario politico surgido en 1930. En los tiltimos afios de este periodo de- mocratico, en particular después de la renun- cia de Janio Quadros, la presién popular sobre la estructura de las instituciones se hace cada vez mas fuerte. A pesar de los importantes n sus dos afos de vida legal, el Partido Comunista aparecia como la Unica fuerza politica capaz de "soar ia influencia populista sobre las masas populares, particularmente en las elecciones legislativas. No 2, gu capacidad de liderazgo parecia no haber sido la misma en las elecciones ejecutivas federales 35 que particip6 en 1945, El candidato comunista obtuvo sélo el 9,7% de los votos, en tanto que el te apoyado por Vargas alcanz6 el 55,4%. cambios que se produjgron a partir de 1930 (en particular en los ’50), Jas caracteristicas generales de las estructuras sociales y econémicas permanecian fundamentalmente iguales. Por un lado, el proceso de industria- lizaciOn, aunque se habia intensificado a par- tir de 1950, no logré resolver las limitaciones impuestas por el sector exportador de pro- ductos primarios y tendi6 a debilitarse.# Por el otro, el desarrollo industrial pas6 a depen- der cada vez mas de los capitales extranjeros sin que se constituya un grupo de empresa- rios capaz de formular una politica indepen- diente de esos intereses.”* Mas importante atin: comienzan a surgir formas de accién popular que, en ciertos casos, van mas alld de los esquemas tradi- cionales. Las huelgas frecuentes de los trabajadores, la creciente importancia de los grupos nacionalistas, la movilizacion de la opinién publica sobre el tema de las re- formas estructurales (en particular la re- forma agraria), la extension de los dere- chos sociales a los trabajadores del cam- po, la movilizaci6n de los campesinos para la organizacion sindical o para las “ligas cam- pesinas” de Francisco Julio, son algunos de los hechos que anuncian la emergen- cia de un movimiento popular de un nue- vo estilo. Aunque emergié dentro del mar- co institucional y conserv6 relaciones de dependencia respecto de la politica populis- ta de Goulart, este movimiento planteaba problemas cuyas soluciones implicaban cambios de base en la composicién de las fuerzas sociales en que se apoyaba el ré- gimen. En realidad, el rebasamiento de los |i- mites urbanos de la manipulacién de masas — 22. Celso Furtado, op. cit, 2° parte, cap. 2, Ill. 23. FH. Cardoso, op. cit, pp. 84-85. El populismo en ta politica brasilefia con el comienzo de la movilizacién de las masas rurales- significaba que se habia inicia- do el desplazamiento de uno de los elemen- tos bisicos de la estructura de poder —la gran propiedad-, lo quié el populismo nunca habia osado intertar. Aun en la fase final del periodo democriti- co, el marco politico general continud siendo el del populismo. Las reformas estructurales eran esenciales tanto en la politica de desa- rrollo industrial nacional como en el proceso de democratizacién social y politica. Sin em- bargo, ninguno de los grupos dominantes era capaz de ofrecer los apoyos indispensables para una politica de reformas, incluso cuando se puede admitir que algunos habian sacado provecho de la misma. Todos se volvian ha- cia el Estado y, mas de una vez, las masas populares se perfilaron como la gran fuerza social capaz de proporcionar las bases a esa politica y al Estado mismo. La nueva situaci6n, planteaba, no obstante, problemas dificiles. Mientras que en los afios anteriores la acci6n de los gobernantes no fue nunca mis alla de optar, a través del juego de los intere- ses dominantes, por la linea de menor resistencia popular, en esta nueva situa- ci6n era el Estado el que tenfa la respon- sabilidad de resolver los intereses en jue- go. En tanto que en el periodo preceden- te el proceso politico creé a través del populismo -combinado con la relativa im- potencia de los grupos dominantes- la imagen de un Estado soberano, ahora era ne- cesario que el Estado probara su soberania frente a esos grupos dominantes. La importancia politica de las masas ha- bia dependido siempre de una transacci6n 151 -nire los grupos dominantes, y esta transac- wa6n se encontraba ahora en crisis. Silas ma- sas sirvieron como fuente de legitimidad del Estado, esto s6lo fue posible mientras estu- vieron contenidas dentro de un esquema de alianza policlasista, lo cual las privaba de autonomia. Buscando seguir el camino de las refor- mas estructurales, Goulart provocé la crisis del régimen. A pesar de que él, como jefe de Estado, condicionaba por accién o por omisi6n el conjunto del gobiemo popular que comenzaba a formarse, Goulart estaba lejos de tener el contro! del proceso politico. De- pendiendo a menudo de la iniciativa del Es: tado, la movilizacin popular crecia en im- portancia y tendia a sobrepasar los limites institucionales vigentes 152 El gran compromiso social sobre el cual se apoyaba el régimen se vio asi condenado por todas las fuerzas sociales que lo componian: por la derecha y por las clases medias aterrori- zadas ante la presi6n popular en aumento; por los grandes propietarios atemorizados ante el debate sobre la reforma agraria y la moviliza- iGn de las masas rurales; por la burguesia indus- trial temerosa también de la presion popular, ya vinculada a través de algunos de sus secto- res mds importantes a los intereses extranje- ros. Y, a pesar de las intenciones de algunos de sus lideres, el régimen se encontraba igual- mente condenado por la fragilidad del populismo, que se mostraba incapaz no sdlo de mantener el equilibrio de todas estas fuer- zas sino también de ejercer un control efecti- vo sobre el proceso de ascenso de las masas.

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