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Roberta “Shiva” Washington – Los últimos cinco años

Tras la última gran intervención del equipo Trauma, Roberta se tomó un excedente para completar su
venganza contra todos los elementos de baja estofa que le había perjudicado a ella o a los suyos,
convirtiéndose en una especie de justiciera.

A medida que su sed de sangre se saciaba, entendió que podía hacer más por la comunidad aparte de
limpiarla de sus peores elementos. Presionó a algunos sujetos de SUN afines a sus ideas para que la
organización financiara secretamente varios centros sociales, tanto para ofrecer ayuda como para
promocionar sus valores de solidaridad.

Consciente de que los cambios de mentalidad son lentos y de muchos necesitaban una protección inmediata,
Roberta refundó secretamente su antigua banda —los Ghost Tigers— para que presentara una resistencia
organizada contra las agresiones a los desfavorecidos, ya vinieran de bandas caníbales o de corporaciones
sin escrúpulos.

Sólo dos cosas siguieron perturbando su paz: Por un lado, que a pesar de todos los recursos que SUN puso
a su disposición no fue capaz de encontrar a los responsables de exterminar a su banda. Y por otro, que
durante sus investigaciones descubrió que los datos de sus padres habían sido borrados como si nunca
hubieran existido. ¿Quien tenía el poder y el interés para hacer esto?

Tras un periodo de frustración, Roberta decidió enfocar sus energías en desarrollar las herramientas que
mejor sirvieran a sus propósitos. Recibió adiestramiento en operaciones especiales por parte de SUN y, tras
varios problemas disciplinarios, pasó a formar parte de sus fuerzas de intervención táctica. Pero seguir unos
dictados que no siempre entiende o comparte se le hace cada vez más pesado. Necesita más autonomía.

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