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03 - Claimed by The Hunter - Lila Fox
03 - Claimed by The Hunter - Lila Fox
Ahora, sabía que podía manejar eso por muy raro que fuera,
pero sus amigas tenían a dos de los cambiaformas como
compañeros. Dios, ¿alguna vez sería capaz de llegar al punto en
el que no siguiera mirando a su alrededor en busca de una
cámara y esperando a que alguien saltara y dijera: Sorpresa,
estás en una cámara oculta? No podía creer que esos tipos no le
estuvieran jugando una broma, porque le parecía muy
descabellado.
—Pero no quiero tener que lidiar con ese calor con el que
están lidiando las chicas.
Él odiaba oír eso, pero sabía que tenía que darle un respiro
porque ella no lo entendía, y acababa de conocerlo. Encontrar a
su compañera era algo con lo que él había soñado desde que tenía
dieciséis años. —Ven conmigo. Hablaremos de camino a casa y te
prepararé algo de comer.
—Lo estoy.
Su dedo era del tamaño de los pocos hombres con los que
había salido. Empezó a jadear cuando le metió dos.
—Lo sé.
Ella asintió.
Él se rió. —No.
—A estar juntos.
—Siento que esto no sea más fácil para ti. Ojalá pudiera
ayudarte más.
Sacudió la cabeza.
Ella puso los ojos en blanco. —No esperes que eso dure,
compañero.
—Sólo agua.
—Vuelvo enseguida.
La mujer asintió.
Nicole asintió.
—Vendrá, Nicole.
Nicole asintió.
—Cállate.
—Cállate.
—Cállate.
—¿Por qué?
—Está bien.
Rafe se acercó. —Te dije que algo raro pasaba con esa mujer
la última vez que fue a verte.
—Voy a ver si puedo seguir el olor a lejía. Con suerte nos dará
la dirección —dijo Blake.
—Hunter.
—No. Espérame.
—Entendido.
La mujer entró.
—Vamos. Baja.
—De acuerdo.
—Lo sé, cariño. Enseguida voy. Ahora deja que Blake te lleve
de vuelta.
—Vamos a lavarte.
Ella asintió.
Empezó con su pelo y ella no pudo evitar el gemido que se
deslizó por su boca y la forma en que sus ojos se entornaron
cuando las yemas de sus dedos frotaron y masajearon su cuero
cabelludo.
—Dios, Hunter.
Dios mío. Tuvo que luchar para no aullar de dolor y rabia por
haber estado a punto de perderla. La soltó cuando empezó a
moverse y frunció el ceño. ¿Cómo diablos iba a mantenerla a
salvo? No podía estar con ella todo el tiempo porque tenía un
trabajo, y ella lo mataría a los pocos días. ¿Tal vez podría
convencer a Roman y Blake para que pusieran pequeñas cámaras
en la pastelería? Suponía que no les gustaría a las mujeres, así
que tendrían que determinar si siquiera se lo dirían.
Ella abrió los ojos y se giró para mirarlo por encima del
hombro.
—Lo sé, pero tú fuiste el que tuvo que lidiar con el secuestro
de tu compañera y tener que matar a una amiga de toda la vida.
—Bien.
—Te necesito.
—Hunter.
—Oh, te escucharé.
Hunter se rió. Sabía que sería malo, pero era necesario para
su tranquilidad.
—Aquí atrás.
Una de sus cejas se alzó. —Oh, ¿me has visto alguna vez ir
por ahí contándole a la gente lo que hay en los ordenadores de la
gente que arreglo? Algunas cosas son salvajes.
Jory resopló.
—¿Cómo qué?
Nicole asintió.
—¿Qué pasa?
—Por supuesto.
—¿Qué pasa?
—Como muy tarde, la semana que viene. Así que creo que
tienen que dar un paso adelante y empezar a buscar muebles y
lo básico que necesitarán.
—No lo haré.
—¿Cómo?
—Vine por algo de comida, pero ahora que las veo a las dos,
creo que también las llevaré conmigo. Hace tiempo que no tengo
un coño, y los mejores son los que no quieren.
—Dios mío. Dijo que tenía una hija y que la había atado en
algún sitio —dijo Brenna.
Miró a sus amigas. —¿Es malo que quiera estar allí cuando
maten al tipo?
—Te diré una cosa —dijo Hunter. —Si me dices dónde ataste
a tu hija, creo que podré convencerlos de que no te coman.
—Entonces, ¿la atabas cada vez que tenías que dejarla por
alguna razón? —preguntó Hunter.
Hunter asintió. —Sí, así es. También tengo que llamar a mis
ayudantes para que envíen un grupo de búsqueda para la chica
que el hombre encadenó.
—Estupendo. Gracias.
—Lo sé, pero ahora necesito que mi piel toque la tuya lo más
posible.
—Yo también.
—Entonces no esperemos.
La miró fijamente con una mirada cariñosa que provocó que
sus ojos se llenaran de lágrimas.
—Más.
—Ya lo tendrás, compañera —gruñó. Le rodeó la cintura con
un brazo, impidiéndole moverse, lo que hizo que sus embestidas
fueran aún más fuertes que antes y exactamente lo que ella
necesitaba.
—¡Hunter!
—Sé lo que necesitas, compañera. Pero tengo que prepararte
—dijo Hunter.
—Esto ayudará.
Fin