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Explicar la actual condicién social de la mujer obliga a centrar el andlisis en los siglos XVAlly XIX, perfodo de la industrializacién sulvaje en que se materializan transforma- ciones radicales que traen como consecuen- cia la aparicién e institucionalizacién de una nueva forma de familia, Divisién del trabajo en esfera industrial y doméstica, genevalizacién de la separacién entre vida publica y privada, y transforma- cidn del trabajo doméstico en trabajo social- mente inexistente son los rasgos fndamen- tales que, en relacién a la mujer, pueden ob- servarseenel estado moderno. Antoine Artous analiza igualmente los problemas de método planteadosa la hora de intentar establecer el estatuto social de ta mujer y dilucidar el origen histérico de su opresion specifica. fontamara libro historia — Q 4 f 3 : € ___ los origenes de | la Opresién _ de la mujer Antoine Artous 3a Edicion fontamara | libro historia Cesae (Cosas Antoine Artous LOS ORIGENES DE LA OPRESION DE LA MUJER BAN DAO sueus FU LIBRO | (4). Pero éste no es més que wn! aspecto del problema. Cuando la mujer se proletariza, lo de Cisivo no es que tenga que elegir entre estar al «servicio pri vado de la familia» o buscar un trabajo que la hage participar en la eproduccién social». Lo decisive es el hecho de que la trabajadora es a ta vez profetaria y mujer: es decir, que no | solamente trabaja env la fabrica’ yen el hogar, sino que la | forma en que participa én Ia producciéni se ve predeterini- | nada por éu estatuto de mujer (més exactamente, por el estan, itS que’la sociedad capitalista da a la mujer) Por lo tanto, volvamos a Engels, que distingue tres ame plios perfodos en la historia de la opresion de la mujer: «la vieja economfa domésticas, es decir, las sociedades primitivas sin clases, en la que la opresién no existfa. La opresidn apse reci6 con’ sla familia patriarcals, ligada al desarrollo de las clases sociales y de la propiedad privada: a partir de entom Giferentes capas que lo componet, convient distinguir entee las capas Que" son producto directo de le division capitalists del twabajo car ia Smnpresa “ipeanes, obreras ‘cualiicados” tecnicos.) J aqacllas teas ‘apas que sufren unit opresion especifica (ovens, Aamigrades,, muje Fes), ctvo origen se basa en un funcionaniento. més. general del ss Tema, y que hace que dichos individuaz sean prolelabizados de forms. specifica como JOvencs, mmlgracgs, mujeres. Hay. que -dilerenciar fambien ta opresign to Is mujer de la de los jovenee y los inmigrados, ap solamente Forgive aquela xisa a, nich del Sapitalisme, ine gue sia, ch a propio. seno del do. de produccion capitalist Fruho mas pro{undamente arvaigada que Ts oprssion de los jovenes Bde log inmigrados G) “Engels: op. cit, p. 231 (@) Engels: op. sir ces Ia mujer se convertiria en primera sirvienta del hombre, quedando apartada de la produccién social y recluida en el trabajo doméstico, transformado en «servicio privados. El tercer perfodo se abrié con el desarrollo del capitalismo y de Ia gran industria que destruyé, al menos para las mujeres de la clase obrera, las bases de aquella opresién patriarcal, al abrir de nuevo a Ia’ mujer el camino de la produecion social Si bien esta clasificacién por periodos tiene el mérito de marear el cardcter histérico de la opresién de la mujer, exige también cierta discusin. En primer lugar, parece estar per- fectamente probado, al nivel actual de Ia investigacién antro- polégica, que han existido formas de dominacién masculina en muchas —si no en todas (precisamente esto es lo que esté en discusién)— de las sociedades primitivas sin clases Solamente trataremos esta cuestién en el anexo y, preferen- temente, en forma de notas bibliogréficas, para apuntar estos problemas, pero no como andlisis sistematico. Si bien la opresién no hace aparicién, pues, con la sociedad de clases y la propiedad privada, Engels tiene no obstante razon al observar que en este perfodo histérico se produce tun cambio decisive en dicha opresiGn, y que se inicia un pro- ceso te reclusién de Ins mujeres —aunque de manera muy Gesigual segin las clases sociales— en Ia familia y el trabajo domeéstico, entendido por la sociedad como servicio privado. En efecto, este proceso se obierva a lo largo del desarrollo de la mercancia, de Ja destruccién progresiva que ésta intro- duce en la economfa de autoabastecimiento y en las diversas formas de division del trabajo que ello implica. Por otra parte, durante todo este periodo las mujeres siguen mante- hiendo una relacién importante con la produccién social, de Ia cual todavia no estén totalmente apartadas, ‘Lo que se produce con la lcgada del capitalismo y la gran industria no es un fenémeno aislado, como pretende Engels, ‘que venga a significar Ia ruptura con el patriarcado gracias a una participacién masiva de las mujeres en la produccién social, y que siente, al menos en la clase obrera, las bases materiales de Ja igualdad entre el hombre y la mujer. El pro- ceso es més complejo, més contradictorio. El copitalismo representa. la generalizacidn def reino de 4 Ja mercancia, 0 sea la culminacién del proceso de reclusién deta midjer en las taress domésticas efitendidas como tra- bajo privado, carente de cualquier relacién con la produccién Zocial. Y con ello la generalizacién de un determinado este- tuto para la mujer: el que es geterminado por su papel de «especialista» en las tareas domésticas. Pero, al mismo tiem po, el desarrollo del capitalisié, al permitir Ia participacion dela mujer en Ia produccién social, y dadas las contradiccio- hes que atraviesan a la familia, sienta las bases para que la emancipacién de la mujer se convierta en una posibilided histérica conereta. Se trata pues, con toda evidencia, de un proceso contradic orto qué e necesario analizar: el capitalismo significa a la Yer la generalizacién de la reclusidn de Ia Tujer y, a causa de su proletarizacién, la multiplicacién de iss contradicciones sociales, con lo que por primera vez en Ia historia se hace objetivamente posible abolir una opresién que es més anti iia que la divisién clasista. Se podria hacer aqui wna analo- ia CO; OIF proceso contradictorio originado por el capita: lismo: ef antagonismo burguesia.proletariado, ¢no es acaso Ja division clasista «més purax que nos ofece la historia y, ‘al mismo tiempo, no representa también la posibilidad obje- tiva de construir una sociedad desprovista de la division en clases? Por tanto, es preciso volver 2 analizar exactamente Ia si- tuacidn que el advenimiento del capitalismo erea para Ia mujer. 7 ‘Delimitar més exactamente esta situacin exige volver a analizar la familia, para demostrar que no podemos conten- Tarnos Con” describir la existencia de una familia patriarcal | que, de una manera pricticamente uniforme, atravesarfa el Conjunto de las sociedades clasistas y que el capitalismo ha-| bria simplemente mantenido para su propio servicio. Hay que analizar el muievo tipo de familia organizado por el capitalis- mmo, y entender que determina tanto el estatuto que esta oeiedad otorga "a la miljer, coimo su participacion en ela produccidn social» (5). () No vor a cepetir en el marco de este trabajo un andlisis deta indD oo 9a Sparicign de esta nueva Tamia (vease Critigue Comin TN? S&H SRictio de Sophie Hamed), sino simplemente esborar avs 15 f eee nese SSS A La separacién entre la esjera del trabajo domeéstico y la esfera det trabajo industrial sEl moo de produccién capitalista implica, en tanto que produccién generalizada de mercaneias, una division social progresiva del trabajo... Del mismo modo que la produccion capitalisia de mereancias destruye definitivamente la unién entre ayricultura y artesanado, rompe también con toda una serie de otros lazos entre campos de produccién diferentes, que atin permanecian ligados entre sf en las sociedades preca, Pitalistas» (6), Si bien Ia separacién entre agricultura e industria ha sido analizada por los marxistas, existe atin otra division del tra. bajo que se generaliza con el modo de produccién capitalists ¥ que no ha sido objeto dé un estudio tan profundo: se trata de la division del trabajo entre la esfera industrial y Ia esfera dointéstica, La separacion entre produccién para uso domés- tico 'y produccién «para el exterior» se va profundizando desde 1a aparicién de la mercancia, y empieza a adquirir im. ortancia en Is medida en que la economfa mercantil penetra ¥ destruye Ia economia de autoabastecimiento, Como indica Engels, el trabajo doméstico se convierte cada vez mas en «servicio privado», en un lugar de simple produccién de va. ores de uso, en un mundo en que el trabajo dominante, el trabajo socialmente valorado, es cadg, vez mas la produceién destinada al mercado. De ello se deriva una primera reclusién de la mujer en la familia, convirtiéndose asf en la «criada principal del hombre». Pero antes dei surgimiento.del capitalismo no puede hablarse aiiri de separacién total entre produceién doméstica y «pro duceidn socials. Témese por ejemplo la produccién agricola: existe, por supuesto, una especializacién de tareas entre ei hombre y la mujer. Sobre el hombre recaen principalmente las tareas del trabajo en los campos, sobre la mujer las labo. res de Ia casa 0 «alrededor» de Ia casa. Y, sin embargo, no as tnds importantes. undel, Es Le troisieme dge du capitalisme, Editions Maspero, fll,» St2, Exit" punto de'aparecer Ia edicion céstellana: BY capita: smo "ardio, Baiciones Bra, Mexico, coneted a 16 existe un corte total entve el proceso de produccién en que participa el hombre y aquél en que participa la mujer, sino Is bien una «especializacions en las tareas, en el Seno del mismo proceso de produceién «familiar». Aunque une. parte de los productos de esta economia de alttosubsistencia no se consume totalmente en la familia, sino que se vende en el mercado, no se trata siempre del’ producto del teabajo del hombre; el producto del trabajo de la mujer (tejidos, bila- tura, avicultura, etc.) también se vende frecuente, en parte, en el mercado. A su vez, tampoco existe una especializacion absoluta en el proceso de produccién: también la mujer tra] baja en los campos. En realidad, la esfera del trabajo domés| tico, como esfera totalmente aislada del resto de la produc: cién, todavia no se ha constituido como tal En la produccién artesanal, la separaciSn entre trabajo doméstico y produccién esté més claramente marcada, dada la propia naturaleza de la produccién artesanal. Existe, en efecto, una produecién para el mercado y una produccidn do- méstica, que se derivan de dos diferentes procesos de traba. Jo. Lo que sucede es que la naturaleza muchas veces familiar de la produccién artesanal hace que la mujer participe tam: bign frecuentemente en la misma: por ejemplo, se cuida de Ja tienda, que en la mayoria de los casos esta situada en el mismo lugar en que ella realiza sus tareas domésticas. La no separacién radical de las mujeres de la produccién social se traduce a su vez por una desigualuad merios marcada Entre el hombre y la mujer en el seno de los propios givinios de artesanos, frente a la desigualdad ante el trabajo cualif. Gado que se desarrollard con el advenimiento del capitalismo. EY Surgimiento y la generalizacién del capitalismo n0 sig. nifican simplemente que refuercen mas el earicter privado | de} trabajo doméstico, sino que producen Ia separacion fisica | ¥ geogréfica entre los dos procesos de trabajo, «ue legan a | Ser completamente extrafios uno al otro, El trabajo. domeés ‘tico se constituye a partir de entonces como trabajo total- | mente aistado de la «produccién socials, de la produccién | industrial. ¥ este trabajo se organiza en un lugar geogréfica- | mente distinto del lugar de «la produccién socials. De forma | [parecida a la divisién del trabajo entre agricultura e indus- ‘ria, que se materializa en una separacién cada vez més rd marcada entre campo y ciudad, del mismo modo Ia division del trabajo entre esfera doméstica y esfera industrial se ma teriaiiza por la separaciOn entre la vivienda y la fabrica, y por el corte cada vex mas definido entre el hogar y 10s locales donde se organiza «la produccién social». La produccién se separa de Ia reproduceién (de la especie). Esta nueva division generalizada del trabajo confirma a grandes rasges la divisién entre los sexos. Por supuesto, y tal como hemos dicho, existla ya en las sociedades precapitalis- tas una division del trabajo entre los sexos que coincidia cada ‘vez més con diferentes tareas, acabando éstas por quedar to- talmente separadas, dada la divisién operada entre esfera industrial y esfera doméstica. Pero, como dice Engels, esta division del trabajo funcionaba socialmente de distinta ma- nera: no existia una separacién tan radical entre ambas esferas de produccién, Con el advenimiento del capitalismo, el trabajo doméstico no solamente se convierte en un servicio privado, sino que se ve separado totalmente de Ia produccién dominante y, de paso, se desvaloriza totalmente, hasta el punto de adesaparecer> como trabajo, y de aparecer como un notrabajo. (Sélo mas adelante —y volveremos sobre este punto— cuando el capitalismo se hace cada vez més cargo de la produccién de bienes materiales o de servicios, produ- cidos antes en el seno de la familia, llegaré a considerarse que este tipo de tareas representa también una forma de tra- bajo. O bien cuando empiezan « ser empleadas otras personas pata efectuar este tipo de tareas). La situacién de la mujer se define cada vez més por esta division del trabajo que se ha instaurado. sto afecta, en primer lugar, a sus relaciones con la pro- duccion. En los siglos xv1 y xvit asistimos a una verdadera cexpulsién de mujeres de los gremios, en los que tuvieron du- rante toda la Edad Media un estatuto més favorable del que les fue dado después en los oficios desarrollados con el adve- nimiento del capitalismo (un estatuto més favorable no sig- nifica, naturalmente, que las mujeres fuesen iguales a los hombres en la produccién durante la Edad Media, sino que su situacién era menos desigual que la que tuvieron con el advenimiento del capitalismo.) Esto no significaba que las mutjeres ya no participasen en la produccién, sino que to ha- 18 cian en condiciones macho més desfavorables, Desde el si glo xvi, pasan a formar parte Ge las eapas mas descualfca fas y desheredadas del proletariado en vies de formacion fenomeno que se gensratina en el siglo XIN. El proceso de reclusion en las taress domésticas del hoges y la especializacion de la mujer en este trobajo tiene pies Jor corolario no forzosamente la exclesién total de las ms Keres de la producein, sina Ia destalorizacisn total del tx bajo que elias efecian, Lo ue determinaré a pattir de en Tonees principalmente el estatuto de Ta mujer es el lugar jue ocupa eel trabajo doméstco. 5 nueva fomaifia que ace con el adveriicnto del capita tismo tiene sus raices en esta nueva division del trabajo, av constituye en cierto modo su base econmica, Pero ésta no ©: la nica determinacion que pesa en su origen: hemos de Considerar tambien la responsabilidad que Te correspond al tslado moderne. burgues, que se est4 constrayendo poco 8 poco {7). Estado y familia ® dicho, esto resulta imposible, a diferencia del estado feudal, que podia constituirse simplemente en torno al sefior mas poderoso» (8). La aparicién del estado moderno se articula con la lucha’ contra ciertas formas supervivientes de los estados feudales, contra las formas de poder politico feudal, que estaban es trechamente ligadas a Jas relaciones de parentesco. No se trata aqui de recordar tinicamente la imbricacién de las rela mnes de dominacién politica del sefior local con la estruc- tara de su familia, sino, de una forma més general, la imbri- cacién existente en toda la sociedad de las relaciones de pa- rentesco con el conjuato de relaciones sociales, de los meca- nismos sociales, a través de los cuales la comunidad social regia su funcionamiento. Esto se observa claramente si est diamos por ejemplo la transicién del feudalismo al capita: listo (9) En primer lugar, existe una «familia amplias, que rea- sgrupa no solamente a varias generaciones emparentadas entre si, sino también a la servidumbre, «8 la clientelas... 0 sea, una verdadera institucién socialmente abierta, que se confundia con las estructuras de poder en Ja comunidad. Hasta el punto, por ejemplo, de que chando el poder monarquico empieza a querer distanciarse de las relaciones politicas feudales, para constiuir un estado independiente de las grandes familias nobles, estas iillimas continuarén jugando un papel politico decisive; mis 0 menos el papel que los partidos politicos curmplen en la sociedad burguesa Ariés y Flandrin seflalan que hay que guardarse de creer que todas las familias del antiguo régimen respondian a este modelo de femilia esta division del trabajo, tnicamente la generatiz6. Lo mismo po- demos decir de Ia division entre trabajo doméstico y «produc: ign socials, que repite Ta separacién total entre hogar» y fabrica. ero, al propio tiempo que el capitalismo generaliza estas divisiones del trabajo, empiera a crear las condiciones obje tivas para superarias, las condiciones objetivas para ta cons truccién del socialisino y, mas alla de éste, del comunismo. Situacion contradictoria que volvemos a encontrar también en la situacién de la mujer. Veremos en el segundo capitulo Ue este trabajo que, si el eapitalismo lleva al extremo la reclt Sion de la mujer en el trabajo doméstico, crea también —a medida que avanza en su propio desarrollo— las condictones objetivas para que, por primera vez. en la historia, las maje res puedan escapar de aquella primera determinacién que Gurante tanto tiempo ha pesado sobre cllas: la determinacién Ggue las define por el lugar que ocupan en las relaciones de parentesco. (7) Mandel, E.: op, et 2. El trabajo doméstico eee Mars y la reproduccién de ta fuerza de trabajo Para caracterizar la situacién de la mujer en la familia, Engels hablaba de «esclavitud doméstica», pero ni él ni Marx estudiaron mucho Ia esfera del trabajo doméstico, las condi- clones de reproduccién de la fuerza de trabajo en el seno de Ja familia. Esta es una de Jas razones por la cual no enten. dieron toda la complejidad de la situscién a la que el capi- talismo ha sometido a la mujer. Estas insuficlencias pueden explicarse por las mismas condiciones histéricas que prest fan su elaboracién, Por otra parte, las circunstancias coyunturales que les ro- deaban cuando escribieron sus obras se caracterizaban por una «industrializaci6n salvaje», por una demanda masiva de mano de obra femenina (e infantil) por parte del capital, que legé a desmembrar totalmente Ja estructura de la fami Jia proletaria, y que se mostraba més interesada por una ex plotacién «hasta ol limite de la muertey (como dice Marx) ue por implantar unas condiciones elementales de reconsti tucién y formacién de la fuerza de trabajo. «Las circunstancias histéricas y econémicas que rodean la aparicién del capitalismo no Iegaron a plantear en un pri- mer momento el problema de la reproduccién de la fuerza de trabajo, En realidad, dado el proceso de acumulacién pri- mitiva del que surge el capitalismo, esta reproduccién estaba resuelta de antemano. Ni Marx ni los economistas conside- raron que éste fuese un problema importante> (18). De manera més general, la separacién radical introducida por el capital entre esfera de produccién y esfera de repro- duccidn permite proceder a un andlisis general de las condi- ciones de produccién sin tratar de las relaciones de reproduc- cién de Ia especie, Esto, en cambio, resulta mucho més diffcit para las sociedades precapitalistas, donde las relaciones de produccién y las relaciones de parenteseo aparecen frecuen- temente entremezcladas. Y, preocupado por los mecanismos de formacién del valor, Marx no trata, por ejemplo cuando analiza la fuerza de trabajo, de este otro aspecto de la misma: de Jas condiciones concretas de su reproduccién. Esta cuestién la aborda tan sdlo en su aspecto negativo, en breves anotaciones, cuando trata de Ins consecuencias del maquinismo y del trabajo de la mujer. Por ejemplo, cuando escribe: «Como no es posible suprimir totalmente ciertas funciones de la familia, como por ejemplo las de cuidar a los nifios, darles de mamar, etc., las madres de familia confiscadas por cl capital tienen que contratar a quien las reemplace en ma- yor 0 menor medida, Es necesario sustituir por mercancias terminadas los trabajos que cxige el consumo familiar, como coser, remendar, etc. El gasto menor de trabajo doméstico se ve acompafiado por un mayor gasto de dinero» (19). Si bien vemos aquf un reconocimiento del trabajo domés- tico y de su utilidad, no es tratado como tal, sino que tiniea- mente es tomaco en cuenta cuando el capital se hace cargo de ciertos trabajos anteriormente realizados en el hogar, 0 bien cuando se procede al empleo de personas para cumplir con algunos de dichos trabajos. En una palabra, Marx se limita a describir cémo funciona el capital en relacién con icho trabajo: no considera estas tareas como trabajo més que a partir del momento en que pierdan su carécter de trabajo doméstico, haciéndose cargo de cllas el capital para (18) Claude Meillassoux, Femmes, greniers et capiteus, Maspero, 8 is} EI Canc, lbep vol. 2p. AE, nota 12, Edicign a, cargo de fo, Seqon Siplo Nt edeores 8. Ky Maleg Siglo SOUL Ge Hpals F°Sieio SET argeaina, Maula: 1i8,"d- edie 30 I t convertirlas en produccién destinada al mercado, 0 bien cuan- do dan lugar a un trabajo asalarindo (criada, nodriza, ete.) Esta no consideracién del trabajo doméstico como trabajo +1 capitalismo no lo reconoce como tal dadas sus caracte- risticas— Ileva incluso a Marx a formulaciones aquivocas «iTrabajo femenino e infantil fue, por consiguiente, la pri mera consigna dei empleo capitalista de maquinarial Asf, este poderoso remplazante de trabajo y de obreros se convictié sin demora en medio de aumentar ef nimero de los asatario dos, sometiendo s todos los integrantes de la familia obrera, sin distincién de sexo ni edades, a la férula del capital. F trabajo forzoso en beneficio del capitalista no sélo usurpo el lugar de los juegos infantiles, sino también el del trabajo libre en Ia esfera doméstica, ejecutado dentro de limites de: centes y para la familia misma» (20). iEl trabajo doméstico considerado como «trabajo libre» y puesto al mismo nivel que los juegos de los nifios! Forzan- do un poco Ia expresién podria decirse que, segiin esta cit el trabajo domeéstico es considerado como «trabajo naturals Pero no es asf en absoluto y, si Marx habla de este modo, es para oponerlo al «trabajo forzado» impuesto por el capital Pero en todo caso, tenemos aqui Ia definicién de cémo el ca pital considera ell trabajo doméstico —precisamente como un no trabajo. Mas adelante veremos que esto se refiere no a la naturaleza «en si> de dichas tareas, sino a Ia naturalera que les ha dado el capital. ‘Asi pues, Marx no analiza las condiciones concretas de reproduccién de la fuerza de trabajo; vernos como en el ca- pitulo consagtado a la «compra y venta de la fuerza de tra bajor se plantea la cuestién siguiente «Al poseedor de dinero... no le interesa preguntar por qué ese obrero libre se le enfrenta en a esfera de la cireulacion» Qb. Pero nos remite simplemente a la historia de lo que ana- lizaré mas adetante como el proceso de acumulacién primi tiva del ‘Esta relacién en modo alguno pertenece al dibito de ta QD EL Capital, tibeo I, vol. 2, p. ABL 1) El Capua, oro 1, vol 1, 28 u historia natural, ni tampoco es una relacién social comin @ todos los periodos hist6ricos. Es en si misma, ostensiblemente, él resultado de un desarrollo histérico precedente, el producto de nuinerosos trastocamientos econémices, de la decadencia experimentada por toda una serie de formaciones més anti guas de la produccién social» (22). La fuerza de trabajo aparece por lo tanto como algo his- téricamente dado, y la preocupacin de Marx serd més bien analizar eémo funciona esta mercancia en particular en la produceién y en le creacién de plusvalia. De ‘momento, se contenta con tratar del valor de dicha fuerza de trabajo: «En la medida en que es valor, la fuerza de trabajo misma representa tinicamente una cantidad determinada de twabajo medio social objetivada en ella. La fuerza de trabajo solo exis. te como facultad del individuo vive. Su produceién, pues Presupone la existencia de éste, Una vez dada dicha existen- ia, Ia produccién de la fuerza de trabajo consiste en su pro. pia reproduccién 0 conservacién. Para su conservacién el Individuo vivo requiere cierta cantidad de medios de subsis- tencia. Por tanto, el tiempo de trabajo necesario para la pro. duccién de la fuerza de trabajo se resuelve en el tiempo de trabajo necesario para Ja produtccién de dichos medios de subsistencia, 0, dicho de otra manera, el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservacién del poseedor de aquélla» (23) Se presupone por lo ianto que el individue produce su fuerza vital reproduciéndose 0 conservandose a’ si mismo Marx introduce ciertamente en este capitulo alguna correc: cién, afadiende que para determinar el valor de la fuerza de abajo hay que tener en cuenta los gastos de educacién, © el hecho de que: «La suma de los medios de subsistencia necesarios para la produccién de la fuerza de trabajo, pues, ineluye los medios de subsistencia de los sustitutos, esto es, de los hijos de los obreros, de tal modo que pueda perpe- tuarse en el mercado esa raza de peculiares poseedores de snereancias» (24). Pero, al parecer, supone que todos los bienes y servicios 1) EI Capitay,tibro f, vol. T, p. 206 (3) EI Capital, libre 1 vol 4b. 207 (2) Er Capital bre 1, Vol 1, B28 2 necesarios para la reproduccin de la fuerza de trabajo pasan a través del mercado, y que el trabajador se los puede pro- curar a cambio de su salario. En aquella época, ésto no co- rrespondia masivamente a la realidad, dado que dichos bie~ nes y servicios se producian principalmente en la familia, E incluso cuando la evolucién del capitalismo hace que se encuentren dichos bicnes y servicios cada dia en mayor me- dida en el mercado, queda atin lugar para un trabajo domés- tico, pues no todas las tareas que componen el trabajo do- méstico han sido sustituidas atin por bienes o servicios que puedan adquirirse en el mercado, y ademas, para que deter- minadas mercancias hoy existentes en el mercado puedan ser consumidas, se necesita también cierto trabajo, En otra parte, Marx escribe: «El valor de Ia fuerza de trabajo no estaba determinado por el tiempo de trabajo necesario para mantener al obrero adulto individual, sino por el necesario para mantener a Ja familia obrera. Al arrojar a todos los miembros de la familia obrera al mercado de trabajo, la maquinaria distribuye el valor de la fuerza de trabajo del hombre entre su fami lia entera, Desvaloriza, por ende, la fuerza de trabajo de aquél...» (25), Las consideraciones que siguen acerca del trabajo domés- tico que las mujeres ya no pueden realizar, permiten suponer que Marx incluye en el valor de dicha fuerza de trabajo los medios para mantener a una familia, como lugar donde la misma se reproduce. Esto se acerea mucho mas a la reali- dad, y si bien, como veremos mas adelante, la reproduccién de la fuerza de trabajo se realiza en nuestros dies cada vez menos en la familia (Io cual es, por otra parte, una de las causas de su crisis), esta Ultima sigue teniendo no obstante tun papel en dicha reproduccién. Lo cual nos remite a la ne- cesidad de observar mds detenidamente la naturaleza de este trabajo doméstico, 25 EI Capital, oco 1, vol. 2, p. $81 3 La naturaleza del trabajo doméstico En la sociedad capitalista cs donde Ja produccién mercan- Ail, Ia produccién de valores de cambio, ha experimentado su més amplia difusién, Bs la primera forma social en la histo- ria humana en que la mayor parte de la produccién est com puesta por mercancias. Sin embargo, no puede decirse que toda Ia produccién sea ya una produccién de mercancias: quedan atin dos categorias de productos que siguen siendo simples valores de uso. Por una parte, tenemos todo lo que se produce para el propio consumo de los campesinos, todo lo que es consumido irectaniente“en las granjas donde se obtienen dichos pro- ductos. Nos encontramos con este tipo de produccién para el autoconsumo de los agricultores incluso en Jos paises capita- listas més avanzados, como los Estados Unidos, pero de todos modos esto no constituye mis que una pequefia patte de Ia produccién agricola total. Cuanto més atrasada es Ia agricul. tura de un pafs y mayor es, en general, la parte de la pro- duccisn agricola que se destina al autoconsumo, mayores dificultades sc crean para calcular de una manera exacta el producto nacional de dichos paises. Una segunda categoria de productos que son todavia sim- ples valores de uso y no mercancias, en régimen capitalista, gs todo lo que se produce en el interior del hogar. Aunque exige mucha inversién en trabajo humano, toda esta produc- ion doméstica.constituye una produccién de valores de uso, ¥ no una produccién de mercancias. Cuando se prepara una comida, cuando se cose un botén, se produce, pero no se produce para el mercado» (26), 28) Mandel, Iniciacion a Ja ceorla econémica marzista, Cahiers dx ool) sebrerosiaea' ae ial "ee otis marie, Cabs du rodulelén ‘sgricoln iustran lo que se desarrolla ‘en el artculo ‘dal Apartado 3: Ei una produccidn suricoln Gominada por la’ produecion para it” autesubslstencis, existe por supuesto, tng disteeeton ae {ets gale ombaesy halen ere Cus, Senco etic, Missi owl Sue acca aan fheremaneconigue sitte jon en que la produceién pare el mercado. penetra: ya ampllarhente el odo ‘de produccson aericol Pee Fas joveeracloney sobre las lfcullades para, contabilizar aquella parte de ia produccion agricola que produce’ valores Ge Uso, sou ast thismo aplicables af trabajo doméstico, 34 } I f Esta caracterizacién del trabajo doméstico como produc- cidn de simples valores de uso se esta discutiendo actualmen- te con bastante insistencia. La primera pregunta a contestar serfa la de si el trabajo doméstico es productivo (27). Cl. Alzon se indigna de que al- (Z Claude Alzon: La ferme potiche et la femme bonniche, Mes of : Hon al ity Sen nme, nl de oes ve ngee Dale Oat Sc ome Aree de les sacar si, ten aN As, ote Soa “Bi "Hina de Rein, Une approche global du teva des femmes mp Re te, eet, tea as Gad Wseeoaie aoe lereat at a, as wunseet lies hc Ele 2 ee Sa ERO bce Aa der ase Ree ERGs, SPIN ME ea aN Sg Mes hears Balle a Ct EE ee re ean sei i ean i, erat (alee feel pss sell epi Enon sn Sere dha el-cagta ge suboraina a tux modo de taba tal co babls a ae inser Eat af didi niceal rk boc splat SRE re oneal oneal a aes as Se Baatht a conc aig Woes tenn Feb legate ada Sea tro a wana cog na ce Hei cai Sy Nags os a lio Se Ee ete Si a Ieee EG, Ghee nee ee te Bete Bee ac ne Sareea Ye Sales Sevarice a con amar ER Es a a PORE Gree) ees ese COLRRSH area east estiques (,_ cree fetsa nf at esptrita de Tos a te tite elta af ejem jo del capitalismo mereantil «que pasa pedido a un determina Riméto de produciocesdirectos,‘recoge deapues aus prodtctor 9 los Feyonde, suagzando A weeew In rntein primi oe ho, ee. Atk lisls que ‘visiblemente bo torresponde 4 la. realidad del trabajo do. esto. El ama de ease no produce pata el mercado por un pedo en Fo Maine 1, Be cuanto a la dlstgcis,extablecida of hary sire uinetn fmt y Smiston rea, vease’ Un epilo Bilate"det Copieal Las ita proceden se este nist 35 guien pueda firmar que el trabajo de Jas amas de casa no es productivo, cuando dicho trabajo existe y es perfectamen- te conocido. Pero esta actitud significa no comprender que Ja nocién de trabajo productive no es para los marxistas una categoria que intente delimitar Ia utilidad de dicho trabajo, © su caricier parasitario 0 no, en relacién a un proyecto de sociedad racionalmente organizado. Esta nocién pretende de- Iiitar simplemente Io que es un trabajo produetivo para el sistema capitalista, delimitando las esferas de la produccién social que es creadora de valor para el capital, es decir, crea EES opine, msgs coy ns eatin SGI A aad a a BIRSSS) ccc dren caer Aa opie BE ns, cue ekg expen pr pce, ct eapl arta come hte te 2 el pit BOSS? Som neem aye Sn So ene I rebel Sst ot Bela es ena “apes tahige te Sem ead Gane Se po ee eeestat tm Maine aan? ANE Ben si ae SS ati rec len ee pla Si Jat alan aca So Ba ieee Gasca eau ace eee Be Fe tao ocrt gu ace Mars de i sumion Spee yes ath ay asi wrth Seals h grolicios hala fi cia saeonitiensPa eae, @ i hae Siar ee tls iradh acta i aan Seilgias & fic ae sie as UR UA tec cet a on vigilado nf es divietdo por el capitalism, nies renlabllizado para Corpora tinicamente ef tiempo de trabajo. soctalmente necesario. Al Bisse de una produccién privada de-valores de uso, es'por to, tanto ‘Ielamente ajena a las jormas que rigen cl tvabajo ch cl sistema jtslsia. He agel por qué, en sentido estricto, el ama de-casa mo esté explotada por el capital 36 | dora de plusvalia. Desde este punto de vista, Maria Rosa Dalla Costa esté en un error.cuando afirma que el trabajo doméstico €8 productivo en el sentido marxista del.término. Porque tna de las condiciones (aunque no la tinica) para que un trabajo sea considerado productive es que dicho trabajo pueda intercambiarse por capital: esto sucede cuando toma la forma de trabajo asalariado. Ademés hay que demostrar también que dicho trabajo produce plusvalia, EI Colectivo de Reims, por su parte, no pretende que el trabajo doméstico sea productivo, pero si afirma que produce valor. «De ta misma forma en que el producto del trabajo de un artesano, sin ser productive —en\ el sentido capitalista del término—, produce una mercancfa, un valor de cambio. Del mismo modo que cualquier mercancia, Ia fuerza de trabajo debe tener ante todo una utilidad para tener valor. El trabe- jo doméstico, al contribuir al mantenimiento de a utilidad jde"Ta fuerza de trabajo (para los capitalistas), conserva el valor de dicha fuerza para el obrero. Nosotros dirfamos, con W. Seccombe, que el ama de casa crea valor porque «cual: qiller trabajo producé valor ciiando produce una parte cual quiera de una-mercancia, que tiene su equivalencia con otras mercancias que existen en el'mercado. Elcardcter de valor de la fuerza de trabajo del obrero joven existe con anterio- ridad a la venta de la misma y, por lo tanto, se ha producido un valor de cambio en el seno del hogar.» Esto es un juego malabar: que la produccién de bie- nes y servicios por mettio del trabajo doinéstico sea titi! para Ia Feconstitucién de 1a fuerza de trabajo como mercancla no-implica en. absoluto que dicha produccién. sea creadora de valor. Porque Ja mujer en el hogar ho produce una mer- caneia (la fuerza’ de trabajo), sino bienes y servicios que, consumidos por un individuo, contribuyen a reproducir su fuerza de trabajo. Decir que el trabajo doméstico produce fuerza de trabajo, 0 sea, una mercancfa, significa eludir este matic importante. Lo que determina el proceso de trabajo domeéstico es que representa una produccién privada, No'so- lamente porque se efectia dentro de un marco privado (en comparacién con el resto de la produccién social; “que se efectia en el marco de relaciones capitalistas), sino también a7 porque se realiza para un uso privado. Este sltimo aspecto Ib diferencia de la produccion del arteseno, que produce para, el mereado Una de las razones expuestas por el Colectivo de Reims © W. Seccombe para justificar que el trabajo doméstico crea valor, € que muchos otros trabajos tampoco producen dt rectamente una mercancia sino que participan en la pro- ducci6n de una mercancia. Es verdad que la procduccién de luna mercancia no es generalmente producto de un solo trabajo, sino de un proceso general que se distribuye en varios trabajos: un automévil es el resultado de un proceso de produccién muy complejo, y cada uno de los trabajos que constituyen dicho proceso de produccién no produce inme- diatamente la mercaneia. En resumen, la produccién capi talista tiene un aspecto cooperativo, Peto significa establecer uuba analogia superficial eseribir: @Dé la mismia forma que un obrero empleado en la pro- duccién capitalista no produce directamente una mercancia destinada a ser vendida, sino solamente una parte de la mis- ma, diremos que cada uno de estos trabajos (domésticos) es separado de su origen concreto cuando se le hace aparecer como produccién intermedia en la produccién de una mer- canefa: In fuerza de trabajo» La descripcién de la realidad concreta, totalmente diferen- te en el caso del proceso de trabajo realizado por el ama de casa o por un obrero que participa sindirectamentes en la produccién de una mercancfa, bastarfa para demostrar que dicha comparacién no tiene sentido. Simplemente porque to que determina el trabajo del obrero no es fundamental- mente el hecho de que esté mas o menos cetcano, dentro del proceso de produccién, al momento en que se produce la totalidad de la mercancia. Es la nafuraleza social del pro- ceso de produccién en el cual participa dentro del marco de tin proceso cooperative de trabajo, en el cual efectéa un trabajo concreto. ¥ Ia naturaleza social de dicho trabajo es que se trata de una productién para el mercado (y no pro- duccién para uso privado), en el marco de unas relaciones de produccién capitalistas, que controlan directamente cl proceso de trabajo (y no produccién realizada en un marco privado), Nos volvemos encontrar, pues, con las caracte- Fistieas que distinguen el trabajo doméstico del trabajo det artesano y del trabajo del protetario. Naturalmente, el servicio privado, no, pagado que repre senta el trabajo del ama de casa proporciona a la mereancia fuerza de trabajo, un valor superior al que tendria si no contara con este servicio, Incluso podemos decir, con Man del, que su trabajo incrementa indirectamente ia masa de plusvalfa, Pero el debate no gira en torno a fa evidencia de que el capital se beneficia en cierto modo, aunque muy indi recto, del trabajo gratuito prestado por el ama de casa. La CuestiOn reside en que, por la naturaleza de su trabajo, ef dunia de casa no participa, como lo hace el obrero 0 el arte Sano, directamente en ta produccidn social, Su trabajo no es tin trabajo social, y esto tiene consecuencias importantes para comprender la diferencia radical que distingue este trabajo de 10s demas trabajos. Un trabajo que eno existen Sabemos que, para Marx, un trabajo concreto no puede convertirse ent trabajo social abstracto —es decir, en un tra- bajo socialmente comparable a otros trabajos, un trabajo que sexistes para la sociedad-- més que a través del mercado. produciendo una mereancia que le permite obtener, por el jercicio del intercambio, su equivalente y compararlo asi con otros trabajos. En pocas palabras, es tan s6lo el mercado Jo gue permite homologar los diferentes trabajos en el sis tema capitalista. El trabajo doméstico, como simple produccién de valores de us0, no puede superar por tanto sus caracteristicas par- tieulares de trabajo concreto, para convertirse en trabajo humano, tomandolo en el sentido abstracto del texmino; para convertitse en lo que la sociedad capitalista considera como trabajo. Las reglas que rigen el trabajo en el modo de pro: duccién capitalista no se aplican pues al trabajo doméstico: la ley del valor no tiene un efecto directo sobre el mismo. He aqui una diferencia fundamental frente ai trabajo det artesano que, si bien ofrece formalmente aspectos comunes 39 con el trabajo doméstico (caracteristicas precapitalistas del proceso del trabajo), sufre también los efectos directos de Ia ley del valor. Las consccuencias de esta exterioridad del trabajo domés- tico a los efectos directos de Ia ley de? valor son miltiples; examinemos algunas. a) La ley del valor determina, en iiltima instancia, cuén- to trabajo debe invertir Ia sociedad en cada producto, en funcién del tiempo de trabajo socialmente necesario para su produccién, Hemos visto, en el ejemplo ofrecido anterior- mente de In sumisién formal al capital, una de las con cuencias: sontar todas las premisas necesarias «para que el producto no incorpore més que el tiempo de trabajo social- mente necesario». Esta légica no existe en el trabajo do- inéstico, a diferencia del trabajo realizado por el artesano. Este iiltimo se ve obligado, puesto que produce para el mercado, a poner todo su esfuerzo en que su producto no incorpore mas que el tiempo de trabajo necesario, en «ren- tabilizars su trabajo; sino Jo hace, tendré que cerrar el taller. Por supuesio, el propio cardcter del proceso de tra- bajo artesano hace que dicha rentabilizacién no pucda adop- tar Ia forma que toma la rentabilizacién del trabajo indus- trial, y el desarrollo desigual y combinado det capitalismo permite comprender la autonomia relativa que puede os- tentar la evolucién de 1a produccién artesanal, en compa- racién con la produccién industrial. Pero en altimo término, © bien el artesano ve que su trabajo es reconocide como socialmente necesario, 0 bien moriré como artesano para convertirse en proletario, Y si se convierte en proletario es porque su trabajo, que puede ser comparado con los demas trabajos a través de la venta de su producto en el mercado, ya no es socialmente rentable para el sistema; ésta es una consecuencia directa de los efectos de la ley del valor (28). (28) No puede introdueirse Ia misma correlacién autométicn para gormoregter ig necesiond que pyede tency un afta de, casa de tre Eefar. Sin embergo, esto of praclsamente fo que hace el Colectivo ds Relmg at querer Ciermiar fas rezones que empujan a la mujer al favaloefatna poy tna mcenica gid ebay” mates ‘waualardt Kigra Si ei‘ deine’ de trabajo gus’ dedican,o product Tos modes de SubsisGnsia en el interior del hogar es més éxtenso que el ave gas ian en produc cl equivalente del salor de dichos productos Yendietdo 40 } | Si la mujer que trabaja en el hogar acepta trabajar fue- a, Hoes porque su trabajo doméstico deje de ser. de re. penie, sociaimente rentable, en comparacién con otros tra: bajos (Por otra parte, hemos visto ya que si trabajo no puede ser comparado con los demés), sino por razones ex. Yernas a Ja légica propia de las tareas que ha estado efec. tuando hasta ahora. Ella se pondra a trabajar cuando un solo salario no sea suficiente. En cambio, intentar «rentabi- lizar+ el trabajo doméstico —como el artesano puede inten. far, en un primer momento, rentabilizar su trabajo— no signifiea que la mujer consiga hacer entrar més dinero en casa. Por otra parte, el hecho de que ella trabaje fuera tam- poco significa automdticamente una reducci6n una modi ficacion importante en. su trabajo doméstico. Naturalmente, Ia ley del valor pesa mucho en ta evolu cién de Ja situacién de la mujer, dado que el salario de su marido depende de dicha ley, pero pesade una manera tnd. recta Hay otros ejemplos que demuestran perfectamente ‘uc, si bien el trabajo doméstico no evoliciona directamente segiin el dictado de la ley del valor, si lo hace en cambio Indirectamente. Simplemente porque, si bien este trabajo no esté ligado directamente-al~mereado; en cambio la so. Giedad que 10 rodea pesa sobre él a través de miiltiples canales, M. Coulson, B. Magas, H. Wainwright sefialan, en La Jemme au foyer et son travail dans le systeme capitaliste, tres SS ta en, cand « Secombe is bens Pie ecattatn ans aM Seems te Sens fpieigtits RRSP mine EN Oca a ett o ee ares aragle oan, Sae ero tan pronto como han enunciado esta ley», dichas compateras og EUG SO? Ee de, te cpmtoe siglo aux, Tas mujeres casadas se vetan obligadas a ventas’ a cause By hla UGS tigen See atta & Si Boba Mc aeces abe eeabar aa cee Sola Peake pa "st Patch acat te sets tattle ai ty Geta tae rh eis Brcacnciedaly Me Gs megs Le ie Bele is Lc, ee Shei Su WS SMR aes Tas’ mujeres a trabajar. ie sies at mediaciones esenciales a través de las cuales influye la ley del valor en la evolucién del trabajo doméstico: — la necesidad que tiene el capital de disponer de mano de obra, A la vez, observan con mucho acierto: «Precisamente porque et trabajo doméstico no es un tra- bajo cualificado, porque su ritmo y su organizacién no se ven afectados radicalmente por la ley del valor, posee un margen significative de elasticldad, que permite al capital en sus fases de expansién utilizar a los obreros afectados de una forma més productivay — Ia introduecién de muievas tecnologias en et hogar, a través de Ia produccion de mercancias como los aparates electrodomésticos. Si bien estas compafieras tienen razén en insistir en cuanto a las posibilidades objetivas que ello abre una reduccion del tiempo de! trabajo doméstico, no. hay que subestimar el hecho de que —justamente en vista de la naturaleza de dicho trabajo— en la mayoria de los casos no te traducido por una mejora de las condiciones de trabajo fel ama de casa, — «el hecho de que existan empresas capitalistas, o bien el estado burgués mismo, que se hagan cargo de muchas de Jas tareas que hasta ahora estaban tradicionalmente reserva- das a 1a mujer en el hogar, La alimentacién, la vivienda, Ia limpieca, 1a educacién y el cuidado de los nifios...» (28). ») Como no se trata de una produccién para el merca- do, el trabajo doméstico no posee las caracieristicas de un trabajo social, sino de un servicio privado, personal, que presta el ama de casa. He aqui por qué «sus motivacioncss no son de orden cconémico (trabajar para ganar dinero), ni de orden «profesional» (realizar su personalidad en dicha actividad), sino que han de buscarse incluso fuera de dicho trabajo: prestar un servicio a su marido y a sus hijos, ocu- parse de tos demas, dedicarse a ellos. He aqui por qué el ama de casa no se sfealiza» en su trabajo, por qué este trabajo es en si mismo algo secundario, frente a la funcién 2D Critique Cowmuniste n° 4 En su conjunto, et articulo me parece que desarrolfe posicones globsimente’orteins sobre el taba- 2 principal, que le permite asumir dicho servicio: el ama de casa se «realiza> a través del servicio prestado al marido 0 a los hijos. En otras palabras, clla no tiene un destino propio, enraizado en sus actividades. 0 més bien su destino propio consiste en vigilar que 2 los demés no les falte nunca nada, y si ella se «realiza» como individuo es tan slo a través de las actividades de! marido y de los hijos, de su desarrollo, para contribuir al cual trabaja ella en Ia sombra, multiplt cando sus «pequetos servicios». El destino de madre y esposa es prestar un servicio, por que sociaimente su trabajo no es tin trabajo sino un ser- vicio privado. Y las catacterfsticas de esta relacién Inboral no abandonan al alma de casa ni siquiera cuando trabi fuera: sabemos cémo Ia patronal se apoya en estas scualida. des» para reforzar Ia explotacién de la mujer en el, trabajo, para difuminar las relaciones de explotacién, desarrollando toda clase de manipulaciones para hacer aparecer dicho tra bajo como un servicio personal. Bl ejemplo de las secreta- , mecanégrafas, etc., se cita frecuentemente para ilustrar dicha situacién; estos ejemplos podrian multiplicarse, sobre todo en los empleos denominados «femeninose. ¢) En comparacién con el trabajo industrial, con el tra bajo directamente organizado por las relaciones’ capitalistas de produccién, el trabajo doméstico parece tener algunos puntos en comin con el trabajo artesano, Incluso limitén- donos a una descripcién externa, algunos aspectos podrian ser muy similares, A diferencia del trabajo industrial, com- pletamente «racionalizado», monétono, hiperespectalizado, €tc., gacaso no ofrece el trabajo doméstico todas tas carac- teristicas de ser un trabajo diferente? Una tarea mucho mas ligada al ritmo del propio individuo y no sometica a la ley ya la organizacién del capital, y que por tanto permite rea- lizar multiples funciones y no es en absoluto hiperespecia- fizada. En resumen, un trabajo que podria considerarse mu- cho més susceptible de creatividad. Y, en cambio, la realidad nos dice todo to contrario. El trabajo ‘doméstico no solamente es un conjunto de tareas penosas, sino que se trata, por encima de todo, de un enca- denamiento sin fin de tareas, de un sentiiiento total de yaclo que deja dicho trabajo. Lo que puede quedarle a la 43

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