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Tesina Marina Liz Romero.-Comprimido
Tesina Marina Liz Romero.-Comprimido
INTRODUCCIÓN.....................................................................................................................3
MARCO TEÓRICO...................................................................................................................5
CAPÍTULO I. Lygia Clark, artista de frontera................................................................9
CAPÍTULO II. Fyodor Pavlov-Andreevich. Carousel I.............................................18
Knob, Andrés. Sátiro................................................................................21
Chuyia, Chia. Times. ................................................................................22
Lolo y Lauti. Whatever happened to baby Jesus? ...........................23
Barki, Bhagavan-David. Fyodor´s performance Carousel.............25
Romero Gunset, Belén. Fyodor´s performance Carousel.............26
Alcón Quintanilha, Eduardo. Fyodor´s performance Carousel....28
Eloise Fornieles. Fyodor´s performance Carousel............................29
Pavlov Andreevich, Fyodor. The Empty Buckets..............................30
Seidner, Joshua. Fyodor´s performance Carousel...........................33
CAPÍTULO III. GIF (Grupo de Instrumentos Físicos)................................................40
CAPÍTULO IV. Jazmín Saidman: Hola, yo te enseño...............................................44
Dana Ferrari: El divismo y lo divino...................................................45
CAPÍTULO V. Experiencias de Participación...............................................................49
Experiencia N° 1........................................................................................49
Experiencia N° 2........................................................................................52
Experiencia N° 3........................................................................................54
Experiencia N° 4........................................................................................57
CONCLUSIÓN.......................................................................................................................60
AGRADECIMIENTOS..........................................................................................................63
BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................64
Introducción
3
1970, coincidiendo con el clima participativo en el arte, con la proliferación de los
happenings en numerosos países del mundo.
En el capítulo dos, trataré la obra Carousel I, dispositivo participativo propuesto
por Fyodor Pavlov-Andreevich, artista contemporáneo ruso-brasileño. Esta obra
contó con la colaboración de diferentes artistas de la performance convocados por
Pavlov- Andreevich. Al haber vivenciado la propuesta en el año 2014, podré relatar
aquello que experimenté como público y aquello que, como artista, pude observar
en los otros participantes.
En el capítulo tres comentaré mi participación dentro de un colectivo de artistas
llamado GIF (Grupo de Instrumentos Físicos).
En el capítulo cuatro, presentaré a dos artistas contemporáneas, Dana Ferrari
y Jazmín Saidman, integrantes de GIF. Sus obras fueron un disparador directo para
la gestación de mis propuestas.
Luego de describir aquellos casos particulares que fueron de gran relevancia en
mi formación y proceso creativo, en el capítulo cinco describiré de manera
detallada las Experiencias de Participación, situaciones de interacción que
desplazan al participante de su posición actual, habilitándole nuevas experiencias.
Entenderemos por Experiencia a un acontecimiento vivenciado por un sujeto en
relación o no con otros, que se sucede en un espacio y tiempo determinados, y que
implican su atención multisensorial. Comentaré cómo fueron realizadas, con qué
materiales y herramientas y fundamentalmente cómo se desarrolló la interacción
con los participantes en cada una de ellas. El registro audio-visual de las
Experiencias de Participación, hizo posible la revisión de estas acciones efímeras, su
análisis detallado y objetivo. Ellas surgieron de la necesidad interna de
relacionarme de manera no verbal y de generar situaciones inesperadas, donde las
personas ante la sorpresa respondan espontáneamente e interactúen con la
propuesta creando la obra en conjunto.
Por medio de este trabajo de investigación intento responder o aproximarme a la
siguiente pregunta problema que me acompaña desde hace años y constituye el
motor de mis producciones:
¿Resulta posible la construcción de espacios de relación con un otro
diferente que nos permita vincularnos más allá de conceptos prefijados, de
manera espontánea, para dar lugar a una nueva comunicación no verbal,
perceptual?
Pretendo, de este modo, abordar el análisis de mi producción abocada a la
comprensión de la participación en el arte y la utilización de los sentidos y el
cuerpo, como fenómeno cultural de relacionamiento en la sociedad actual,
globalizada y mediatizada. Pretendo, además, evidenciar esta creciente
tendencia participativa como respuesta a cambios irreversibles sucedidos en
nuestra realidad cotidiana con el uso y la normalización de las plataformas virtuales
como medio de sociabilización.
4
Marco Teórico
1
Bourriaud, Nicolás. Estética Relacional, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires,
2008. p.16
5
“La función subversiva y crítica del arte contemporáneo debe pasar por la invención
de líneas de fuga individuales o colectivas, construcciones provisorias y nómadas a
través de las cuales el artista propone un modelo y difunde situaciones perturbadoras.”2
Retomando la propuesta de Felix Guattari, Bourriaud se interesa por la gestación de
nuevas subjetividades3, por “singularizar todas las situaciones, con el fin de luchar
contra la operación de los mass media." 4 En el desplazamiento de la subjetividad, en
su desnaturalización, en su desterritorialización, yace su potencial de resistencia,
de elección, de enriquecimiento, de reinvención para no transformarse en algo
rígido, estipulable, impermeable, “para resistir a la uniformación de los pensamientos
y de los comportamientos.”5 Retoma la teoría de la ecosofía mental6 de Guattari:
comprometer el ser en procesos de heterogénesis, articular universos singulares,
cultivar en sí la diferencia. El arte desterritorializa nuestra percepción antes de
"conectarla" a otras posibles: es un "operador de bifurcaciones en la subjetividad.”7
Para Bourriaud el artista es un semionauta, un “creador de recorridos dentro de un
paisaje de signos”8, que busca trazar conexiones en la multiplicidad de elementos
que nos rodean, se desplaza generando diálogos heterogéneos sin punto de
partida, sin límites a priori, realizando intercambios, traducciones, un sistema
radicante que se genera en la medida que avanza, echando raíces para después
desplazarse, separarse de sus raíces primeras, y volver a aclimatarse, generando así
arraigamientos sucesivos. Lo radicante toma la forma de una trayectoria, de un
recorrido, de una marcha efectuada por un sujeto singular.
Suely Rolnik, evidencia la pérdida de la subjetividad palpable, del “en casa”, de la
familiaridad, de los sentidos compartidos, que está atravesando la humanidad
globalizada y movediza. Bajo el régimen del neoliberalismo se adoptan identidades
pre-configuradas, por temor a lo desconocido o costumbre a lo ya creado, así “el
cuerpo está como separado de la experiencia, anestesiado a efectos de la
convivencia de heterogéneos”9. Ante este panorama Rolnik propone retomar la
2
Ibíd. p.35
3
Subjetividades: conjunto de las relaciones que se crean entre el individuo y los vectores de
subjetivación con los que se encuentra, individuales o colectivos, humanos o inhumanos. Ibíd.
p.114.
4
Ibíd. p.101
5
Bourriaud, Nicolás. Op Cit. p.115
6
“ El hecho ecosófico consiste en una articulación ético-política entre el medio ambiente, lo social
y la subjetividad. Se trata de reconstruir un territorio político perdido, destrozado por la violencia
desterritorializante del Capitalismo mundial integrado.” Ibíd. p. 127.
7
Ibíd. p.125
8
Bourriaud, Nicolás. Radicante, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2009. p.117.
6
fórmula modernista brasileña, la fórmula tupí10, la antropofagia bregada por
Oswald de Andrade y sus colegas. Define a la subjetividad antropofágica como : “la
ausencia de identificación absoluta y estable con cualquier repertorio y la inexistencia
de una obediencia ciega a cualquier regla establecida, que generan una plasticidad
de contornos de la subjetividad (en lugar de identidades); es una fluidez en la
incorporación de nuevos universos, acompañada de una libertad de hibridación (en
lugar de asignarle valor de verdad a algún universo en particular) y un coraje de
experimentación llevado al límite, acompañado de agilidad de improvisación en la
dinámica de creación de territorios y de sus respectivas cartografías (en lugar de
territorios fijos con sus representaciones predeterminadas, supuestamente estables).”11
La cultura antropofágica es movilizada por la necesidad de trazar el propio mapa,
de cartografiar un recorrido singular, construyendo un territorio único, un “en casa”
representativo, un nuevo espacio dentro de lo existente y conocido.
No se trata de querer explicar o entender, sino de crear, de inventar sentidos que
hagan visibles las nuevas experiencias que atraviesan los cuerpos. Pero para ello,
para lograr este desciframiento, Rolnik, retomando el trabajo de Lygia Clark, nos
propone disponernos al estado del Cuerpo Vibrátil, exponernos a la alteridad,
adentrarnos en el caos, tolerar la tensión de eso no definible para conocerlo: “Ceder
seguridades por incertidumbres, arriesgar razones por azares, exponer el cuerpo en la
verosimilitud precaria de la sensación, fundar una existencia en la ética y estética de lo
imprevisible, como estilo de vida, como modo de ser”12, conectar con el propio
deseo, con la “vibratibilidad del cuerpo y su voluntad de potencia”13 para trazar la
cartografía de un territorio sensible propio por medio de “ alianzas y contagios, un
rizoma infinito que cambia de naturaleza y rumbo a merced de los mestizajes que se
operan en la gran usina de nuestra antropofagia cultural”14.
Se hace necesario el enfrentamiento con lo trágico, incómodo, aquello que pide
visibilidad. El campo del arte posibilita este enfrentamiento, ofrece las condiciones
10
Indios Tupinambaes, del Brasil. “Luego de matar al enemigo, el ejecutor se cambiaba el nombre
y era
marcado con escarificaciones en su cuerpo, durante un prolongado y estricto retiro. Y así, con el
correr del tiempo, los nombres se iban acumulando, con cada incorporación del combate con un
nuevo enemigo, acompañados de los respectivos dibujos tallados en la carne: y cuantos más
nombres se grababan en su cuerpo, más prestigio se granjeaba su portador. La existencia del otro
–no uno sino muchos y diversos– se inscribía así en la memoria del cuerpo, con lo cual producía
impredecibles devenires de la subjetividad”. Rolnik, Suely. Políticas de hibridación, Revista
Ramona, Buenos Aires, 2009. p.17
11
Rolnik, Suely. Políticas de hibridación, Revista Ramona, Buenos Aires, 2009. p.19
12
Rolnik, Suely. Cartografía Sentimental: transformações contemporâneas do desejo, Estaçao
Liberdade, Sao Paulo, 1989.
7
necesarias para “exponerse al malestar provocado por lo trágico”15. El artista se
posiciona como una antena ante los flujos cambiantes y las proposiciones del
deseo que pulsan por salir. Al captar tales signos puede descifrarlos y producir
nuevos sentidos. El artista es un “propositor de condiciones para que el receptor
pueda dejarse embarcar en el desmontaje de las formas -incluso las suyas propias-
en favor de nuevas composiciones de flujos, que su cuerpo-vibrátil va viviendo a lo
largo del tiempo.”16 El arte es, según palabras de Rolnik: “una práctica de
experimentación que participa de la transformación del mundo”17.
En el trazado de su propia cartografía cada artista inventa nuevas formas de
relación que inserta en un medio específico generando sociabilidades
heterogéneas con aquellos dispuestos a participar de la propuesta.
Los siguientes casos que presentaré evidencian nuevas formas de
relacionamiento. Estos artistas, atravesados por múltiples estímulos y
situaciones, buscan crean espacios de participación distintos a los instaurados,
donde los participantes se enfrentan a lo desconocido y responden desde la
auténtica espontaneidad. Es el cuerpo el principal modo de relacionamiento, el
cuerpo que oye, habla, toca, camina, crea, el cuerpo expuesto a la acción presente.
Cada obra o propuesta se presenta como una existencia temporal de convivencia
que desaparecerá dejando su huella en los sujetos, tales huellas serán tan disímiles
entre sí como personas existen, ya que cada experiencia es subjetiva y cada
memoria selecciona aquello que más la movilizó. Estas propuestas utilizan
escasamente la palabra, el elemento más utilizado por todos día a día, tal decisión
de los artistas se encuentra ligada a un objetivo específico: lograr un acercamiento
perceptual, una comunicación no verbal. Con esfuerzo analítico y movilizada por el
deseo de generar un registro a posteriori de estas obras efímeras, relataré en detalle
cada caso.
15
I15 Rolnik, Suely. El híbrido de Lygia Clark. Fuente:
http://www.medicinayarte.com/img/rolnik_el_hibrido_de%20lygia_clark.pdf
16
Ibíd.
17
Rolnik, Suely. ¿El arte cura?, Quaderns portàtils, MACBA. Fuente:
http://www.medicinayarte.com/img/rolnik_arte_cura.pdf
8
Capítulo I
9
Lygia Clark, Bichos. 1960.
Según sus palabras, con Bichos, el espectador “juega con la vida, se identifica con
ella, sintiéndose en su totalidad, participando de un momento único, total, él existe.”19
Con Caminhando (1963), logró ir aún más lejos en sus indagaciones, dejando de
lado el objeto artístico para abocarse completamente a “proposiciones”, nombre
que ella misma dio a sus nuevas búsquedas. A partir de ese momento, su interés por
la dimensión temporal y la relación física con objetos sencillos cobró total
importancia en su trabajo.
Describió esta proposición de la siguiente manera: “Haz tú mismo el Caminhando
con la faja blanca de papel que envuelve el libro, córtala a lo ancho, tuércela y pégala
de manera que obtengas una cinta de Moebius. Coge unas tijeras y desde un extremo
corta sin parar a lo largo. Ten especial cuidado en no pasar a la parte ya cortada –esto
separaría la cinta en dos pedazos. Cuando hayas dado la vuelta a la cinta de Moebius,
decide entre cortar a la derecha o la izquierda del corte ya realizado. La noción de la
elección es decisiva y de ahí radica el único sentido de esta experiencia. La obra es tu
acto. A medida que se corta la cinta, se afina y desdobla en entrelazados. Al final, el
camino es tan estrecho que no se puede abrir más. Es el fin del atajo. (…) A la relación
dualista entre el hombre y el Bicho que caracterizaba a las experiencias precedentes, le
sucede un nuevo tipo de fusión. Siendo la obra el acto de hacer la propia obra, tú y ella
os volvéis totalmente indisociables. Apenas existe un tipo de duración: el acto. El acto
19
Clark, Lygia.Sobre el ritual. Río de Janeiro. 1960
10
Lygia Clark, Caminhando, 1963.
20
VV.AA., Lygia Clark (Catálogo de la exposición), Barcelona, Fundació Antoni
Tàpies. 1997.
11
Lygia Clark, Piedra y aire. 1966. Lygia Clark. El yo y el tú. 1967
12
Entre 1972 y 1974 trabajó como docente en París, en la universidad La Sorbona.
En sus clases no pretendía impartir conocimientos, sino abrir un espacio de
experimentación para los alumnos por medio de sus proposiciones. No contaba
con un programa definido, siendo cada clase, que ella llamaba “Sesiones”, un
espacio interactivo y espontáneo que surgía a través de las acciones que Clark
proponía.
Inició junto con aquellos alumnos una fase de su trabajo que llamó Cuerpo
Colectivo, conjunto de personas que intercambian entre sí contenidos psíquicos y
afectivos. “No defino este intercambio como algo no agradable”- explicaba la artista-
“un componente del grupo vomita su vivencia al participar de una propuesta, otro la
engulle para vomitarla enseguida, siendo inmediatamente engullida por otro y así en
adelante. Se trata de un intercambio de cualidades psíquicas y la palabra
comunicación es demasiado débil para expresar lo que ocurre en este grupo.” 22
Una de las numerosas proposiciones que Clark ideó, consistía en hacer recostar
en el suelo a los estudiantes con los ojos vendados, con los pies hacia el centro en
forma rosácea. Ella se encargaba de enlazar todos los brazos y las manos entre ellos
y colocar en la mano de cada participante una piedra pequeña ya que según la
artista esta piedra les daba sentido de realidad, podían a través de la consciencia
Luz, Celina . Lygia Clark na Sorbonne: corpo-a-corpo no desbloqueio para a vivéncia. Fragmento
22
13
de su peso volver en sí y despertar de la sesión. Colocaba además bolsas de plástico
infladas con aire bajo cada cabeza y sobre cada vientre bajo la vestimenta, en el
centro del rosetón también las colocaba para que sintieran texturas en los pies
descalzos. Se encargaba de dar un masaje a cada cabeza, de respirar y de acercar un
caracol en cada oído, y de soplar aire caliente con un tubo en las partes
descubiertas de los cuerpos. Dejaba correr por unos instantes agua de los grifos y
luego comenzaba a tender hilos encima de los jóvenes delimitando espacios, todo
esto en absoluto silencio. Pasado un tiempo los jóvenes comenzaban a levantarse
de manera voluntaria, según la decisión y el ritmo de cada uno, recorrían los hilos,
se encontraban entre ellos, reventaban las bolsas. Relata la artista que cierta vez
una joven no despertaba, a pesar de los diversos intentos de hacerla volver con
masajes o palabras, Clark decidió quitarse los zapatos y recostarse en el suelo
apoyando la planta de sus pies contra los de la joven, al sentir ese contacto la joven
despertó y dijo que la presión contra sus pies la ayudó a volver a la conciencia
concreta de la realidad y salir del estado “blando, sin realidad y sin forma” 23 en el que
se hallaba.
Baba Antropofágica fue otra de las significantes proposiciones que Lygia llevó a
cabo con los estudiantes parisinos: un participante se recostaba en el suelo, los
demás se ubicaban a su alrededor, se colocaban cada uno un carrete de hilo en la
boca, los había de diferentes colores, lentamente iban extrayendo hilos llenos de
saliva que apoyaban sobre el cuerpo tendido del participante, la maraña crecía, se
formaba una densa red, hasta que finalmente se dejaba de oír los carretes girando.
Allí comenzaban a tratar de quitar los hilos difíciles de romper, levantando pedazos
enteros endurecidos por la saliva con la contraforma del participante.
Lygia Clark.
Baba antropofágica.
1973
23
Luz, Celina. op.cit. Río de Janeiro. 1975.
14
Lygia Clark. Baba antropofágica. 1973
15
Lygia Clark fue una artista de
frontera, su búsqueda la llevó a
posicionarse más allá de lo que
en aquel momento se
consideraba “arte”. Buscaba un
vínculo más estrecho entre el
arte, la vida y la libertad
(búsqueda también realizada
por las vanguardias, arte-vida)
que la llevó a interesarse por el
psicoanálisis y a usar elementos
de este para sus
experimentaciones, dedicando
los últimos años de su carrera a
dar “sesiones” privadas en un
espacio poético que creó en su
taller que llamaba “consultorio”
utilizando sus Objetos
Relacionales, pequeñas bolsas
de plástico o de tela llenas de
aire, de agua, de arena o de
poliestireno; tubos de caucho,
Lygia Clark. Nostalgia do corpo. 1975 rollos de cartón, trapos, medias,
caracoles, miel y otros muchos
objetos inesperados. Por sus cualidades físicas (textura, tamaño, peso, temperatura,
sonoridad, et), éstos objetos permitían despertar en el “paciente” fantasías o
recuerdos que lo ayudaban a expresar su fantasmática, vivenciarla y resignificarla.
Sumiéndolo en una profunda regresión, por medio de los estímulos sensoriales, le
permitía recuperar la memoria del cuerpo y traer a la conciencia experiencias
difíciles de verbalizar.
Escribió exhaustivamente al respecto de cada situación que sus participantes
vivenciaron, tomando el relato de cada uno como una valiosa fuente a partir de la
cual podía seguir generando nuevas propuestas. No creía que su trabajo podía ser
relacionado con los happenings que databan de la década anterior, ya que para ella
sus proposiciones iban más allá de lo sucedido en el momento, quería generar “una
forma de conocimiento interior”, herramientas con las que “los individuos podrían
reinventar su propia existencia.”
Clark, quien había renunciado a su rótulo de artista para situarse en la frontera
del híbrido que generó entre arte y psicoanálisis, incitaba a las personas con sus
proposiciones, de naturaleza íntima y personal, a tomar coraje, a exponerse al
enfrentamiento con lo trágico, a descubrir su propia presencia en el mundo, la
vibratilidad de su cuerpo adormecido por las condiciones de vida moderna.
16
Los invitaba a ser creadores, a realizar sus propios encuentros y descubrimientos.
Los precarios objetos que elegía eran simples potencialidades que podían o no ser
actualizadas por el participante con total libertad de acción.
Por medio del trabajo de Lygia Clark, el arte se me evidenció como herramienta
social de vinculación, de gestación, y de problematización, el arte como un espacio
de experimentación, no sólo para el artista o los cercanos al campo artístico sino
para todo aquel dispuesto a interactuar con algo desconocido.
Lygia Clark. Estruturação do self. 1975 Lygia Clark. Estruturação do self. 1975
17
Capítulo II
24
Entrevista a Fyodor Pavlov-Andreevich. 2016. Fuente:
https://www.collectorsagenda.com/en/wiener-festwochen/fyodor-pavlov-andreevich
18
Fyodor Pavlov-Andreevich. Carousel I. FAENA Art Center. 2014
19
Fyodor Pavlov-Andreevich. Carousel I. FAENA Art Center. 2014
No podía comprender lo que estaba viendo, ¿era aquella una acción teatral, ficticia,
de mutuo acuerdo entre actores? ¿o estábamos “de brazos cruzados”observando
realmente un abuso constante y violento? Permanecí inmóvil unos segundos
sintiendo impotencia ante la crudeza de la situación y sabiéndome vulnerable y en
peligro. El carrusel continuaba girando lentamente y en segundos la escena que me
inmovilizó se alejó. Permanecí unos segundos más en ese mismo lugar, mirando
pasar otras escenas sin prestarles atención. Al reponerme del estado de shock,
caminé acercándome al carrusel.
(Esta escena volverá a aparecer más adelante en el relato)
25
Knob, Andrés: “Yo soy el hombre y ella la mujer, ¿O es al revés? La satiriasis es la contraparte
masculina de la ninfomanía – y como tal – resulta mucho menos interesante para nuestra sociedad
machista”. Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Fuente:
http://malevamag.com/esto-fue-el-alucinante-carrousel-de-fyodor-pavlov-andreevich-en-el-fae
na-arts-center/
“Durante 6 días – 5 horas por día – me dediqué a explorar situaciones de abuso físico, sexual y
psicológico con diferentes mujeres, todas entrenadas para pelear competitivamente. Yo no podía
pegarles, pero podía hacer cualquier otro tipo de intento de abusar de ellas. Ellas podían defenderse
usando todo su conocimiento de combate, pero no podían hablar ni emitir sonido alguno. El público
reaccionaba antes las situaciones que se desenvolvían delante suyo, involucrándose con la acción de
distintas maneras.” Fuente: http://andresknob.com.ar/art/satiro/
21
Chuyia, Chia. Times. FAENA Art Center. 2014
Junto a cada escena, debajo del carrusel, caminaba una persona del FAENA que se
encargaba de explicar o dar instrucciones mínimas acerca de la performance que
acompañaba. Antes de subirme, una joven me indicó la consigna: “Escribí qué es el
tiempo para vos, o una fecha importante en tu vida.” En el centro de la escena se
encontraba una mujer oriental con vestido largo hasta el suelo, de mangas largas,
negro y amplio, del cual colgaban cartelitos rectangulares ya escritos por otros partici-
pantes. En las paredes negras laterales se delimitaban dos círculos en espejo repletos
de cartelitos en blanco y relojes blancos, había también dos mesitas con marcadores
negros.
26
Chuyia, Chia: “Los visitantes son invitados a ponerme un horario y una alarma, cualquiera sea el
horario que elijan, el peso del tiempo que la gente dona se carga en el cuerpo.”
Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Ibíd.
22
Chuyia, Chia. Times. FAENA Art Center. 2014
23
gritaba el performer del otro lado del panel. Muchas usuarios remotos escribían en
el chat, además de los participantes de la muestra. Las personas reían con esta
acción, les resultaba lúdica, se divertían escribiendo o mirando por los agujeros de
la pared. Personalmente esta acción no suscitó ninguna reacción en mí, permanecí
poco tiempo en la plataforma, el suficiente para comprender el mecanismo de la
acción y retirarme.
Lolo y Lauti. Whatever happened to baby Jesus?. FAENA Art Center. 2014. 27
Lolo y Lauti. Whatever happened to baby Jesus?. FAENA Art Center. 2014.
27
Lolo y Lauti: “Posamos como La Piedad de Miguel Ángel en vivo por CAM4, un sitio de cámaras
web para adultos, leyendo en voz alta los comentarios de los usuarios.” FAENA Art Center. Mayo
2014. Fuente: http://loloylauti.com/whatever
24
Barki, Bhagavan-David. Fyodor´s performance Carousel. FAENA
Art Center. 2014.
28
Barki, Bhagavan-David: “La obra es el intento del hombre teconológico primitivo de procesar y
experimentar este Koan, un enigma zen.” Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio de 2014.
Fuente:
http://malevamag.com/esto-fue-el-alucinante-carrousel-de-fyodor-pavlov-andreevich-en-el-fae
na-arts-center/
25
Romero Gunset, Belén. Fyodor´s performance Carousel. FAENA
Art Center.
Una fila de personas caminaba junto a una escena, al ritmo lento del giro del
carrusel. Una gran cortina de tela símil terciopelo color marrón claro ocultaba lo
que sucedía dentro. Ingresaban dos personas por turno. La joven encargada de
acompañar esta escena se cercioraba de que la dupla que ingresaba no se
conociera entre sí. Subí a la plataforma con mucha curiosidad acompañada de una
señora mayor. La joven corrió la cortina y pudimos ver un colchón de dos plazas en
el suelo, nos indicó que nos acostáramos en él y cerró la cortina. Una vez solas,
hicimos lo indicado y descubrimos en el techo sobre nosotras un gran espejo.
Supuse que esta acción buscaba colocar a dos desconocidos en una situación de
intimidad, interpretando al colchón como un objeto de la cotidianeidad emplazado
en nuestras habitaciones en la privacidad de nuestros hogares, el espejo permitía
que ambos desconocidos pudieran verse acostados en él uno al lado del otro. Al
pensar que lo que pretendía la acción era situarnos en la incomodidad de lo poco
habitual comencé a buscar la mirada de mi compañera de experiencia
volteándome hacia ella, y luego por medio del espejo pero ella se mostraba esquiva
y continuamente miraba en otras direcciones.
Romero Gunset, Belén. Fyodor´s performance Carousel. FAENA Art Center. 2014 29
29
Romero Gunset, Belén: “El mito de Narciso parece hacerse eco en mí como patología de lo
espectral. ¿Dónde está el encuentro? ¿Hay disponibilidad más allá del espejo?” Revista Maleva.
Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Ibíd.
26
Todo esto sucedió en unos pocos minutos, pero la acción no había terminado.
Noté que las luces que iluminaban la escena comenzaron a disminuir su potencia
lentamente hasta apagarse, y unos luces detrás del espejo iban cobrando más
intensidad lentamente. Fue en ese momento que descubrimos que aquello el
espejo era en realidad un vidrio espejado. Sobre este vidrio estaba acostada una
mujer desnuda. Colocó sus manos entre sus ojos para poder ver a través del vidrio.
Miró a la señora, luego de miró a mí. A continuación tomó un marcador (del cual no
me había percatado antes) y escribió sobre el vidrio de forma inversa para que
nosotras lo pudiéramos leer: “Cada mirada es un encuentro”, pasados unos
segundos agregó al final de la oración un signo de pregunta. Las luces se apagaron,
se prendieron nuevamente las nuestras, y la joven fuera abrió la cortina. Nos
levantamos y salimos del carrusel. Quise hablar con mi compañera de experiencia y
al acercarme me preguntó: “¿La mujer desnuda era real o era un holograma?” le
contesté que era real, ella parecía estar contrariada, impactada. Siguió caminando
en dirección a otra escena sin que pudiéramos continuar el intercambio. En ese
momento me di cuenta que mi intención no era charlar con esta mujer sino más
bien poder transmitirle calma porque noté su incomodidad durante toda
experiencia y al bajar de la plataforma. También me di cuenta que no sabía en
realidad cómo calmarla. Todavía quedaban escenas por recorrer, así que me
dispuse a continuar participando.
Romero Gunset, Belén. Fyodor´s performance Carousel. FAENA Art Center. 2014
27
Alcón Quintanilha, Eduardo. Fyodor´s performance Carousel.
FAENA Art Center. 2014.
Alcón Quintanilha, Eduardo. Fyodor´s performance Carousel. FAENA Art Center. 2014.30
30
Alcón Quintanilha, Eduardo: “Devoro fotografías de alimentos, piernas, restos cadavéricos.
Convertir la fotografía en material de performance casi con la necesidad de aniquilar estas
imágenes.” Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Ibíd.
28
Cuando subí a la escena, el performer jugaba con dos participantes a lanzarse
hojas. Había personas recostadas en el suelo viendo las imágenes impresas. Alguien
hacía una pila de bollos de papel. Caminé por el espacio arrastrando mis pies y
dejando surcos vacíos marcando mi trayecto. Continuaba pensando en la mujer
mayor de la experiencia anterior y en los recursos usados en esa acción, en el vidrio
como Cámara de Gesell y la sorpresa como factor determinante para suscitar las
reacciones espontáneas de las personas. Como la escena en la que me encontraba
experimentando no utilizaba este recurso de la sorpresa, sino más bien lo lúdico e
interactivo, y yo me encontraba deseosa de ver si en las demás habían sorpresas
inesperadas bajé de la plataforma, con la sensación de haber visto lo que tenía que
ver de esa escena, a pesar de no haber interactuado con el performer.
Alcón Quintanilha, Eduardo. Fyodor´s performance Carousel. FAENA Art Center. 2014.
29
para cambiar los videos, pero no lo acepté ya que buscaba desde la escena anterior
interacciones que me movilizaran o sorprendieran con elementos desconocidos o
inesperados.
31
Eloise Fornieles: “Integro mitologías y rituales que nos ligan a la naturaleza mientras nos
esforzamos por comprenderla.” Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Ibíd.
30
segunda ronda, bajé del carrusel pero continué caminando acompañando la
escena porque sospechaba que algo más sucedería, de lo contrario la altura de este
escenario no tendría explicación según mis experiencias anteriores.
Ganó el juego una joven que fue invitada a permanecer en la plataforma junto al
último balde. Este balde comenzó a moverse, y alguien debajo de él comenzó a
gritar y pedir ayuda en inglés. La joven retiró el balde y la cabeza de una persona
emergió de un agujero realizado en la plataforma.
32
Pavlov-Andreevich, Fyodor: “Mi performance es una versión mejorada del infame Shell Game: no
es en realidad un juego. Consiste en una estafa utilizada para cometer fraudes.” Revista Maleva.
Buenos Aires, 4 de Junio de 2014. Ibíd.
31
El performer comenzó a darle instrucciones en inglés, la joven parecía nerviosa y
a todo respondía con risas o sonrisas. Como no acataba todas las órdenes que le
daba, el performer intentó decirlas en un rudimentario español. Le ordenó que le
diera todas sus pertenencias, la joven dejó al lado de la cabeza sus pulseras, anillos,
cartera y bufanda. Él insistía en que le diera más, en que le diera su ropa y zapatos,
ella reía. Al ver que esto no funcionaba le ordenó al público que observaba la
escena que le entregaran pertenencias, así lo hicieron algunos participantes. La
joven tomaba los objetos y los dejaba cerca de la cabeza. Ella quería bajar pero él la
llamaba y decía que aún no tenía permitido irse. Las órdenes se tornaban cada vez
más caprichosas, le pedía que saltara, que girara a su alrededor, que le diera besos
o caricias. La performance parecía no tener límite temporal. Cada vez que la joven
intentaba bajar el comenzaba a gritarle con furia y ella volvía siempre entre risitas
nerviosas. Personalmente ver todo aquello de forma pasiva me causaba mucha
impotencia y angustia, y cierta calma por no haber ganado el juego. Me
preguntaba qué haría yo en el lugar de esa joven. Notaba que lo que esta escena
buscaba era llevar la tolerancia de una persona hasta su mayor extremo, provocar
constantemente y sin cesar. Esto me producía temor, ya que las reacciones de cada
persona son impredecibles. Mi enojo aumentaba siendo un observador pasivo de
la dinámica acosador-acosado.
La tensión aumentaba en la plataforma pero la joven resistía y reía. Lo que
comenzó pareciendo un juego se tornaba en situaciones cada vez más abusivas. No
sólo impactaba el maltrato generado por el performer, sino también la sumisión de
la participante y de nosotros, el público.
Pavlov Andreevich, Fyodor. The Empty Buckets. FAENA Art Center. 2014
32
La división entre realidad y la ficción iba perdiendo nitidez. En un momento de
máxima tensión el performer le ordenó a gritos “Arráncame los pelos”, la
participante, que había cumplido las órdenes anteriores no dudó un instante, tomó
con todas sus fuerzas un buen mechón y lo arrancó de un tirón. El performer insistió
sin inmutarse: “Arráncame más”. La cantidad de cabello que logró quitar la
participante era tal que uno podía ver desde abajo del carrusel los espacios calvos
de la cabeza del performer. Luego le ordenó que bajase y fuese a entregar su
cabello a alguien más del público. La joven bajó sin dejar de reír y las cortinas se
cerraron.
Las personas que habían entregado objetos personales, esperaron a que el
asistente subiera para buscarlos y devolverlos. Con una extraña sensación de
impotencia continué hacia la siguiente escena.
En la escena contigua un joven vestido de blanco enredaba sus brazos con tiras
de cuero negro, las mismas que apretaban su cuerpo y lo sostenían, provenientes
del fondo del escenario. Pude ver que una mujer del público le agradecía y bajaba
de la plataforma sonriendo.
33
Pregunté a la asistente en qué consistía la acción, ella me explicó que el
performer trabajaba con la filacteria o tefilín, ritual judío, donde son colocadas las
tiras negras en brazos y cabeza durante las oraciones.
Visualmente resultaba impactante ver a este joven amarrado a tiras tensionadas
que apretaban su piel y lo sujetaban. No sabía si estaba dispuesta a participar de
una acción brusca recordando la escena anterior y la angustia que me había
generado. Pero el gesto de agradecimiento de la mujer que acababa de participar
me dio el impulso para animarme a experimentar la propuesta. Además ninguna
otra persona parecía dispuesta a subir y el performer observaba al público con
calma mientras envolvía uno de sus brazos con los cueros.
Subí y me invitó, con un gesto de sus manos, a pararme frente a él. Sus
movimientos transmitían calma. Mirándome a los ojos, me tomó con sus manos de
los hombros y lentamente comenzó a mecerme de una lado a otro. Este lento
vaivén iba acompañado del movimiento giratorio del carrusel. Mi cuerpo se
relajaba y se dejaba llevar, la entrega era total e hipnótica, sentía calma y seguridad.
Pasados unos segundos, el performer, sin abandonar el vaivén inicial, comenzó a
girarme lentamente acercándome hacia él, hasta estrecharme contra su cuerpo.
Continuamos girando y meciéndonos en dirección al fondo del escenario. A
medida que avanzábamos, las tiras de cuero nos envolvían. La sensación de fluidez
que mi cuerpo había experimentado comenzó a tornarse lentamente en presión.
33
Seidner, Joshua: “Cada poder corresponde a un punto en el cuerpo. Con estos puntos en mente
uno se envuelve siete veces en filactería, a fin de unir los aspectos internos y externos de cada poder.
Existen siete emociones primarias representadas por los poderes de la Amabilidad, la Fortaleza, la
Belleza, la Victoria, El Esplendor, la Esencia, y la Realeza.” Revista Maleva. Buenos Aires, 4 de Junio
de 2014. Ibíd.
34
Los cueros apretaban cada vez más mi piel intensificando la tensión. Me sentía
atrapada sin poder liberarme, comencé a experimentar una fuerte sensación de
claustrofobia. Yo trataba de mantener la calma, concentrándome en mi respiración
pero no podía controlarla y ésta comenzaba a ser agitada y entrecortada. La tensión
aumentaba junto con la angustia. Llegamos a un punto de máxima presión en el
que sucumbí en la desesperación, afortunadamente ese momento duró sólo unos
segundos ya que inmediatamente después comenzamos a desandar lentamente
nuestros pasos, retornando a la posición inicial siempre moviéndonos en vaivén.
Este retorno me colocó nuevamente en la plácida sensación de fluidez y calma,
haciéndome olvidar la angustia experimentada minutos antes. Agradecí al
performer quien no pronunció palabra alguna durante toda la acción.
Ese agradecimiento fue espontáneo, era tal la sensación de paz interior que me
generó la experiencia que quería agradecerle verdaderamente a este performer. Él
sonreía.
Bajé de la plataforma sintiendo este bienestar y al observar las escenas que
pasaban frente a mí descubrí que sólo quedaba una por experimentar.
35
Decidí participar de la escena que había despertado en mí angustia, miedo,
enojo y rechazo (Sátiro, de Knob Andrés). Me dije que la ocasión se presentaba para
poder experimentar un profundo miedo inimaginable en otro espacio que no sea
dentro de la ficción que presentaba este dispositivo. Trataba de convencerme a mí
misma arguyendo que la ficcionalidad de la acción implicaba la completa
seguridad de que el posible acoso o abuso era sólo una actuación que no pasaría
los límites para convertirse en realidad.
Caminé, entonces, decidida alrededor del Carousel buscando al Sátiro. Al
encontrarlo sentí miedo, pero teniendo en cuenta que se trataba sólo de una
performance, de una ficción (de acuerdo a la charla interna que me había planteado
segundos antes), decidí enfrentarme a dicho temor. Un hombre golpeaba al
performer violentamente, este último hábilmente logró tomarlo de los brazos y
expulsarlo del escenario con un empujón. El hombre salió despedido y continuó en
dirección a la escena próxima sin volverse a mirar. El performer tenía la piel marcada
por arañazos y golpes.
36
Los concurrentes nos retiramos en silencio. Ese silencio entre tantas personas me
resultó sumamente significativo, ya que a diferencia de cuando uno asiste al cine o
al teatro donde al finalizar la función las personas se retiran hablando de lo visto,
tras haber experimentado el Carousel nadie parecía tener palabras para lo sucedido.
El dispositivo y el hecho de poder participar en él fueron sorpresivos, las
escenas, perturbadoras y movilizantes. Me encontraba procesando todas las
sensaciones que me produjo, maravillada ante el poder del arte, en estado de
shock.
Este dispositivo, ideado por el artista ruso-brasilero Fyodor Pavlov-Andreevich,
discípulo de Marina Abramovic, fue un site-specific para la Sala Molinos del FAENA
Art Center Buenos Aires. El carrusel fue construido por el arquitecto croata Marco
Brajov, la muestra fue curada por Marcello Pisu.
Pavlov-Andreevich invitó a 10 artistas de diferentes nacionalidades a participar
en su propuesta. Cada artista trabajaba en su parte designada del escenario sin
tener la posibilidad de observar lo que los demás llevaban a cabo, ya que los
conducían a la sala con los ojos vendados. Una consigna unía el trabajo de todos:
“quebrar los límites de la experiencia puramente estética”34. Palov-Andreevich
quería rendir homenaje al movimiento soviético conocido en occidente como
Down with Shame que en 1922 organizó marchas y veladas nudistas “para barrer
con la moral burguesa”35. La pauta consistía en trabajar con aquello que “nos
avergüenza”36 en nuestra sociedad.
Pero, ¿a qué se refiere el artista al proponer la consigna de “quebrar los límites de
la experiencia puramente estética”? La Estética es la rama de la filosofía que estudia
la esencia y la percepción de la belleza. Etimológicamente proviene de la palabra
griega Aisthesis, que significa «sensación», «percepción». Según la Crítica del Juicio
de Immanuel Kant la experiencia estética se basa en la captación sensible
producida por la contemplación desinteresada y libre de lo bello. En dicha
experiencia no intervienen ni la razón ni los juicios, nuestra sensibilidad se ve
excitada, se produce una satisfacción que nos lleva a descubrir nuevos sentidos en
las cosas. Esta interpretación kantiana proviene del siglo XVIII, época en la que la
obra de arte era apreciada como objeto precioso y raro, capaz de despertar la
experiencia estética ante un sujeto espectatorial, contemplativo y desinteresado.
En nuestra actualidad lo considerado bello ha trascendido el ámbito de las Bellas
Artes y se ha expandido y creado nuevos terrenos de expresión relacionados con la
cultura y el mercado, como la publicidad, el diseño, la moda, el cine, la televisión, las
redes sociales, etc. El imperativo de belleza abunda y redunda nuestro entorno, la
34
Palov-Andreevich , Fyodor. Nota del Diario El Cronista. Jueves 22 de Mayo de 2014. Buenos
Aires. Fuente:
https://www.cronista.com/informaciongral/Un-carrusel-ruso-en-Faena-Arts-Center-20140522-0
118.html
35
Ibíd.
36
Ibíd.
37
experiencia estética producida por lo bello ha invadido todos los aspectos de
nuestra producción cultural. Vivimos en una cultura de la imagen, en un mundo en
el que nuestra experiencia de las cosas se funde y se superpone con nuestra
experiencia de las imágenes tecnológicamente producidas de dichas cosas.
El arte contemporáneo se presenta hoy como un espacio de producción de todo
tipo de experiencias. Un espacio disruptivo en el que las categorías de bello,
sublime y siniestro ya no son suficientes para describir el tipo de experiencias
personales y colectivas que acaecen en él. Al proponer “quebrar los límites de la
experiencia puramente estética”, el artista invita a sus compañeros a trascender las
categorías en las cuales nos encontramos sumergidos en la actualidad para llevar a
las personas a participar activamente de vivencias tangibles, abandonando lo
puramente contemplativo para dejarse atravesar por diversos estímulos.
Los siguientes artistas participaron en Carousel, ideando y llevando acabo las
escenas efímeras: Eduardo Alcón Quintanilha (Argentina), Bhagavan-David Barki de
Lima (Brasil), Chuyia Chia (Malasia), Eloise Fornieles (Reino Unido), Andrés Knob
(Argentina), Lolo y Lauti (Argentina), Belén Romero Gunset (Argentina), Joshua
Seidner (Estados Unidos) y el mismo Fyodor Pavlov-Andreevich.
La exhibición duró 5 días, con 3 presentaciones diarias de una hora quince
minutos cada una, y 50 espectadores por turno que no podían dejar la sala hasta
que acabase el tiempo.
¿Qué nos proponía esta exhibición? ¿Por qué impactaba de tal manera a los
participantes, hoy en la era del “ya lo vimos todo”? ¿Cómo lidiar con la repentina y
concentrada estimulación a la que nos llevaba? ¿Las afectaciones sólo las llevaban
los participantes? ¿Con qué grado de ficción y realidad se enfrentaban los artistas y
los participantes?
Los límites no eran claros, había riesgos, ya que el material de estas diversas obras
era la reacción y la participación de personas con sus propias cargas psíquicas, sus
pudores, sus juicios y sus miedos. Nos encontrábamos todos (participantes y
artistas) inmersos en un gran ambiente de vulnerabilidad, exponiéndonos a lo
impredecible, confiando o desconfiando, poniendo el cuerpo u observando (ya que
no era obligatorio participar de las escenas).
Siglos después de numerosas revoluciones sociales, de las vanguardias artísticas,
de happenings y performances escandalosas, de innumerables rupturas
psicológicas y políticas, de “todo lo vimos” en la televisión o internet, luego de
tantos cambios radicales y transitando aún la actitud “ya nada me sorprende”, aún
hoy este tipo de experiencias nos movilizan fuertemente porque atraviesan la
dimensión visual y virtual, con la que tan familiarizados nos encontramos, para
llegar a tocar nuestra sensibilidad en el propio cuerpo y colocarnos en
situaciones donde el “saber”, (saber de conocer cosas por haberlas visto o leído), no
es de utilidad en la reacción inmediata que pide el presente. En la hora y cuarto que
estuve en esa exhibición no pensé en nada que no estuviese sucediendo allí, fui
38
atravesando escenarios, saliendo de una experiencia para ingresar en otra
completamente diferente, me dejé atrapar por cada situación, observando y
observándome.
Esta experiencia fue un hito importante en mi camino en el arte y en la gestación
de mis propias propuestas. La participación era la obra. Eran micro-espacios de
interacción donde dejarse llevar por la intuición y los estímulos en el cuerpo, donde
permitirse, en el ámbito de la “seguridad ficcional”, el miedo, la incomodidad, la
alegría, la calma, la incertidumbre y otras sensaciones; un juego donde la
espontaneidad generaba la vinculación y el conocimiento tanto de uno mismo
como de los otros.
39
Capítulo III
37
Bourriaud, Nicolás. Estética Relacional, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008. p.100.
40
Dentro de la semana y las actividades cotidianas de cada uno, aquellos
encuentros quebraban la monotonía, generaban un espacio diferente a los
habituales donde expresarnos y jugar sin un objetivo estable, la expresión por la
expresión en sí. Personalmente, yo nunca tenía conocimiento de qué íbamos a
realizar en cada reunión. Ese desconocimiento me generó ansiedad en las primeras
ocasiones pero luego de conocer al grupo esa ansiedad se transformó en deseos de
participar y experimentar, de poder verme en situaciones diferentes a las cotidianas
descubriendo mis reacciones y las de los demás. Los ejercicios me llevaban a
concientizar acerca de las posibilidades de mi cuerpo, temática que acompañaba
mis búsquedas desde principios de mi carrera en la universidad. Dicha temática
había cobrado suma importancia a partir del momento en el que me mudé de mi
ciudad natal, Formosa, a Buenos Aires. Con cada viaje, en los que deseaba mostrar
lo que aprendía, se tornaba aún más claro para mí que aquello que siempre me
acompañaba era mi creatividad, mi imaginación y mi cuerpo, y que con ellos podía
generar propuestas, intercambios y situaciones habilitando espacios colectivos
necesarios para la expresión en cualquier lugar del mundo.
En diciembre de 2014 fuimos invitados a mostrar nuestro trabajo en una
exposición colectiva titulada Programación Estructurada, en la galería Lista Ya! . No
todos estaban de acuerdo en participar de la exhibición ya que consideraban que
no llegaríamos a transmitir lo que realmente ocasionaban nuestros encuentros
semanales sólo con la demostración de uno de nuestros más recientes ejercicios.
De igual manera decidimos participar y exponernos a una situación y un ámbito
diferentes. Fue en ese momento cuando se nombró al grupo como GIF.
Formábamos parte de él: Rafael Barsky, Dana Ferrari, Lucia Harari , Patricio Lanusse,
Fernando Makiya, Dolores Martin, Silvia Norte Sabino, Jazmin Saidman, Isaías Sirur,
Guido Spinella , Johana Turek, Lionel Zanarini y yo, Marina Liz.
Nos ubicamos en el espacio de la galería, entre los concurrentes, de pie con los
brazos al costado del cuerpo, inmóviles. Un compañero inició el ejercicio buscando
generar un sonido y un movimiento inventados en el momento, que funcionaran
como patrón a ser repetido. Al encontrar el patrón debía buscar con la mirada a
quién de nosotros “pasarlo”. Quien lo “recibía” debía copiarlo y ejecutarlo,
sucediendo que por un momento dos personas realizaban la misma acción.
Cuando el primero consideraba que la mímesis había sido lograda, cesaba la acción
e iba en busca de otro compañero y de una nueva interacción. A su vez aquel que
había copiado el patrón comenzaba a modificarlo, explorando otros movimientos y
sonidos, mientras buscaba a quien transmitirlo. Poco a poco todos nos
encontrábamos realizando patrones con uno o varios compañeros a la vez. Se
sucedían momentos de ruidos estrepitosos con otros calmos y hasta silenciosos.
Algunos espectadores al entender la lógica del ejercicio participaban de la acción
con nosotros o con otros espectadores.
Generamos una nube sonora y una coreografía espontáneas, que mutaban a
cada instante. Caminábamos por el espacio buscando con quien entablar un
41
diálogo corporal, con quien interactuar, teniendo un registro de nuestro cuerpo y el
de los demás. No habíamos previsto una duración para nuestra intervención, pero
sí pautamos un movimiento de manos que nos indicaba el cese de la misma.
Se sucedieron acciones e intervenciones del público no previstas. Ante estas,
hubo quienes no se encontraron a gusto y quienes fomentaron su proliferación.
Personalmente, tales intervenciones genuinas y espontáneas, me resultaron
enriquecedoras para nuestra acción.
42
A raíz de estas inquietudes surgió la siguiente pregunta en el grupo: Si nosotros,
los “performers”, estamos realizando la acción e intervienen en ella “sin invitación” los
espectadores, ¿quién está mirando lo que realizamos? ¿para quién estamos mostrando
nuestra acción?
Debatimos acerca de los límites, los roles y la participación. Las opiniones fueron
diversas, y se relacionaban directamente con el trabajo artístico individual de cada
uno de nosotros.
En el grupo intercambiamos conocimientos y experiencias, compartíamos libros,
muestras de arte y música. Entre diálogos conocí el trabajo de Jazmín Saidman y de
Dana Ferrari, ambas dedicaban en aquel momento sus investigaciones y
búsquedas a la creación de situaciones de intercambio con los espectadores.
En el siguiente capítulo trataré dos propuestas ideadas y llevadas a cabo por
estas artistas. En ellas utilizaron un recurso interactivo que había llegado a mi
conocimiento años antes por medio de video viral de la performance que realizó la
artista Marina Abramovic en el año 2010, dentro de la retrospectiva de su obra en
el MoMA. Dicho recurso consistía en la interacción directa e individual del artista
con el participante.
La performance de Abramovic se titulaba La presencia de la artista. Ella se
encontraba sentada en una mesa, enfrentada a una silla que era ocupada por
turnos por cualquier visitante de la muestra. Compartía con cada uno una mirada.
Pasó 736 horas y media sentada inmóvil mirando a cada persona.
43
Capítulo IV
La obra se presenta ahora como una duración por experimentar, como una
apertura posible hacia un intercambio ilimitado.
Nicolás Bourriaud38.
Hola, yo te enseño fue una performance realizada por Jazmín Saidman en Naranja
Verde, en Agosto de 2013. En una sala se encontraban dispuestos un escritorio con
dos sillas; sobre el escritorio había papeles cuadrados para origami, etiquetas y una
birome; contra una pared una estantería vacía.
Saidman esperaba en silencio, sentada en una de las sillas, a que alguno de
los concurrentes tomase asiento a su lado para enseñarle, sin decir palabra, a armar
una bola inflable de origami. Una vez que el participante la terminaba escribía su
nombre en una etiqueta y las colocaba en la estantería. La performer arrojaba su
origami al suelo del lado derecho. Así sucedía la acción consecutivamente, con
diferentes participantes, llenando la estantería de origamis y haciendo crecer la pila
de bolas inflables a un costado de Saidman.
Los concurrentes podían observar la acción como espectadores y también elegir
participar de la misma para crear en conjunto con la artista. Se generaba de este
modo una dinámica en la que el mismo sujeto mutaba de roles siendo espectador
de la acción ajena, luego participante activo, y nuevamente espectador, de su
propia obra (el objeto terminado e indicado con su propio nombre) y de la acción
externa al ver a la performer continuar con otro sujeto la misma acción que minutos
antes realizara él mismo.
El espectador podía ver el conjunto total de la obra o deconstruirla en tres obras
relacionadas. Por un lado se encontraba la estantería con las bolas de origami
indicadas con los nombre de sus autores escritos a mano alzada. Cada pieza de
origami era única en su impronta, en la forma de sus pliegues, en su ubicación en el
conjunto de la estantería. Esta obra no permanecía estática, con cada nuevo
origami crecía y se modificaba frente a los espectadores. Esto mismo sucedía con la
pila de bolas de origami que la performer acumulaba a su lado, siendo esta otra
obra dentro del conjunto. La acción en sí constituía la tercer obra, formando la
totalidad de la obra mediante la triangulación de cuatro acciones: la enseñanza y la
38
Bourriaud, Nicolás. Estética Relacional, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008. p.14
44
y la construcción de los origamis, la ubicación en la estantería y el depósito en la
pila.
La obra estaba compuesta por seis acciones: compartir, guiar, enseñar, aprender,
crear y observar. No habían instrucciones escritas en ninguna parte de la sala, ni
indicaciones verbales de la performer. La acción comenzaba con la iniciativa de
algún espectador a acercarse e interactuar con la propuesta. Con gestos,
movimientos y miradas la artista guiaba al participante; por su parte este último
utilizaba toda su atención para comprender e interpretar tales estímulos. Aquellos
que observaban la acción antes de participar de ella, podían ver de qué trataba y
esto les permitía conocer la dinámica de la misma con antelación.
45
de ingreso. De él emanaba una luz blanca, me acerqué y descubrí en su interior mi
propio reflejo en un espejo. Mientras me observaba, vi pasar una sombra,
instintivamente levanté mi mirada, había una ventana en la sala, a un costado del
prisma, al entrar no la había notado. Ésta daba a otra sala contigua. Miré la ventana
y luego hacia la puerta por la que ingresé. Me sobresalté porque junto a la puerta,
dentro de la sala se encontraba parado, mirándome, un anciano calvo, de barba
larga y blanca, vestido con una túnica negra. Reconocí a la performer, Dana Ferrari.
Me sorprendió por su repentina aparición y por el hecho de que no esperaba
encontrarme con un anciano ya que en la antesala donde esperábamos antes de
ingresar había una fotografía de la perfomer en bikini sobre un podio en una sala
completamente vacía. Me preguntó: -¿Ya se vió en el espejo señorita?- asentí, con la
cabeza y extendiendo su mano agregando, -Entonces la acompaño a la salida-.
Al salir noté que la sensación que me había dejado la experiencia era una mezcla
de sentimientos entre extrañamiento, inquietud, diversión y gracia. El factor
sorpresa jugaba un papel fundamental en esta obra, que se veía intensificado por la
intriga generada al atravesar los largos y estrechos pasillos negros. Otro aspecto
importante fue el hecho de ingresar sola a la sala, esto fue novedoso para mí ya que
anteriormente no había experimentado esta situación en ninguna exposición de
las que había asistido.
39
Link para ver el registro de la obra El divismo y lo divino:
https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=xCX4OmThha8&feature=youtu.be
46
Ferrari, Dana. El divismo y lo divino. Fotografía. Buenos Aires. 2014.
47
sus propios sentidos, se produce una obra circunstancial que permanecerá en el
recuerdo de ambos. El artista que realiza este tipo de obras conserva para sí un sin
fin de variantes vivenciales con diferentes personas. Se generan vínculos por medio
de ellas cargados de significados personales. El artista se expone a sí mismo a lo
desconocido, invitando a los demás a participar de dicha exposición; propone
espacios donde enfrentarse a situaciones, donde interactuar y vincularse.
En su libro Estética Relacional Bourriaud da cuenta de esto: “En los últimos años en
las exposiciones internacionales se ha visto, puestos que ofrecen distintos servicios,
obras que proponen “al que mira” un contrato preciso, modelos de lo social más o
menos concretos. La participación del espectador, teorizada por los happenings y las
performances Fluxus, se ha vuelto una constante de la práctica artística.”40
Bourriaud plantea una posible explicación a este fenómeno interactivo: esta
necesidad de compartir nace de la paulatina desaparición de espacios sociales
vinculares alejados del intercambio mercantil. Lo relaciona también con la
evolución de los vectores de la comunicación que buscan incrementar la
interactividad entre sus usuarios. La importancia de este tipo de propuestas radica
en la supervivencia de emociones impalpables, una suerte de resistencia a la
cosificación de nuestra sociedad actual.
“Las obras producen espacios-tiempo relacionales, experiencias interhumanas
que tratan de liberarse de las obligaciones de la ideología de la comunicación de
masas, de los espacios en los que se elaboran; generan, en cierta medida, esquemas
sociales alternativos, modelos críticos de las construcciones de las relaciones
amistosas.”41
40
Bourriaud, Nicolás. Estética Relacional, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008. p.27
41
Ibíd. p.53
48
Capítulo V
Experiencias de Participación.
Tras haber conocido la obra de Lygia Clark, leído los escritos de Suely
Rolnik, experimentado el Carousel I de Pavlov-Andreevich, participado del Grupo de
Instrumentos Físicos y conocido los trabajos de Dana Ferrari y Jazmín Saidman,
sentí una intensa necesidad de abocarme en una nueva investigación en la cual
vincular relaciones sociales, barro y cuerpo. Hasta ese momento mi producción se
había centrado en obras escultóricas e instalaciones que abordaban diferentes
materiales y temáticas.
Al iniciar el Taller de las Artes del Fuego I, con el profesor Ricardo (Taca) Oliva, vi
en este espacio institucional la posibilidad de emprender mis investigaciones. Cada
alumno llevaba a cabo sus búsquedas artísticas personales durante el cuatrimestre;
expliqué al profesor mis intenciones de desarrollar diferentes experiencias
participativas a ser vivenciadas por todos en clase. Advertí que no daría
informaciones previas a cada experiencia ya que consideraba que los factores de
espontaneidad y la sorpresa eran importantes en el trabajo propuesto.
Decidí que trabajaría en todas las experiencias con un elemento familiar tanto
para mí como para mis compañeros, el material con el cual habíamos trabajado
durante toda la carrera, la arcilla. Intuía en este material un potencial vincular innato
que despertaría en cualquier persona ánimos lúdicos y alejaría las inhibiciones. Por
otro lado, yo misma sentía curiosidad por las posibilidades que podría albergar la
arcilla siendo utilizada de formas diferentes a las que acostumbrabamos. La
decisión de trabajar con este material fue el disparador inicial para idear la primera
experiencia.
Experiencia N° 1.
Como primera experiencia propuse mi iniciación en la percepción del barro. Esta
propuesta surgió de mi necesidad de conocer el material, con el que había decidido
trabajar, a través de otros sentidos y por medio de otras personas accionantes.
Esperaba que esta experiencia me diera una noción diferente del material mismo y
me habilitara a trabajar con él desde otro lugar desconocido hasta ese momento
por mí.
A los costados de una mesa del aula coloqué arcilla y barbotina. Invité a mis
compañeros a intervenir sobre mi cuerpo mientras me recostaba sobre la mesa.
Permanecí con los ojos cerrados durante todo el proceso.
49
Fue una tormenta de estímulos, donde múltiples manos realizaban distintas
acciones en diferentes partes de mi cuerpo. Sentí presiones de manos llenas de
barbotina en mis piernas, brazos, pies, manos, vientre, pecho, garganta. Sentí
la barbotina fría cayendo sobre una de mis manos, mientras en la nariz alguien
trazaba con un dedo una línea fría y húmeda. No podía respirar muy bien ya que
habían colocado sobre mi garganta arcilla. Colocaron, también, gran cantidad de
arcilla envolviendo mis pies y tobillos dándome una sensación de “ancla”, de estar
allí pegada a la mesa.
Sentía numerosas manos trabajando en todo mi cuerpo, esto comenzó a
generarme una sensación difusa, como si poco a poco perdiera conocimiento de mi
cuerpo y sus partes para comenzar a sentirme como una masa etérea e indefinida,
volátil. La inicial conciencia fue sustituida por la pérdida de la misma, ya no sentía
los tobillos “anclados” a la mesa, una extraña levedad, mi percepción noto un “sin
cuerpo” que me aterrorizó, deseando en ese instante que la experiencia se
terminara. Para mi fortuna una compañera realizó una acción similar a la
mencionada en el capítulo II de la presente tesina, donde Lygia Clark logró hacer
volver en sí a su alumna que no reaccionaba tras la sesión grupal. Mi compañera
presionó con fuerza la arcilla que envolvía mis pies contra la planta de los mismos,
dándome una sensación de “pisar el suelo”. Esta aparente acción simple, me
incorporó nuevamente en mi cuerpo y puede transitar lo que restó de la
intervención en conciencia de las sensaciones. De algún modo yo intuía quién de
mis compañeros realizaba cada acción sobre mí a pesar de tener los ojos cerrados,
luego al ver el registro de la acción lo corroboré.
Sentí el suave golpeteo de pequeños trozos de arcilla cayendo sobre mi pecho, la
presión de pequeñas formas de arcilla aplicadas sobre la frente, los fríos recorridos
trazados por dedos con barbotina por mis piernas y brazos, y las incesantes
presiones con arcilla que se sucedían. Escuchaba el balbuceo de la gente hablando,
de la clase que estaba dictándose en la misma aula al fondo, pero no oía, los sonidos
se distorcionaban generando una nube sonora indefinida.
No había estipulado un tiempo de realización de la acción ya que consideré que
la misma llegaría a su fin al cesar el impulso y la necesidad de cada compañero de
intervenir. Cuando sólo sentía las manos de una sóla persona trabajando sobre mí
comencé lentamente a moverme y a abrir los ojos. Reincorporarme fue como
despertar de un sueño profundo llevándome la sorpresa de encontrarme en el aula
con mis compañeros observando. Sentía el cuerpo blando. Cayeron al suelo las
formas en arcilla que tenía en la cabeza y el pecho. Mi mirada recorrió mis piernas,
cintura y brazos, poniendo en imágenes las sensaciones que momentos
antes había experimentado. Sentía el cuerpo diferente, pero sobre todo sentía un
cambio en mí, como si la arcilla hubiese absorbido todo lo no vivo y pasado que aún
habitaban en mi cuerpo, y me hubiese dejado más ligera y vulnerable. Esta
experiencia de algún modo, habilitó la invención de las siguientes.
50
Romero, Marina Liz. Experiencia N°1. Universidad Nacional de las Artes. Abril 2015. 42
42
Para ver esta experiencia ingresar en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=IFVI3xC4nYc
51
Experiencia N° 2.
Ideé esta experiencia pensando en aquellos espacios que disfrutaba crear
cuando era chica, armando “casas” con sábanas y sillas, y teniendo en cuenta otro
de mis hobbies preferidos de niña, la recolección de hojas secas. Quería vivenciar el
tipo de vinculación que llamó mi atención en la performance de Jazmín Saidman,
Dana Ferrari y Marina Abramovic, en las que el artista interactúa con un
participante a la vez por medio de una acción.
Ambienté un aula de la universidad con hojas secas cubriendo el suelo, coloqué
sobre ellas una gran sábana que había hecho cociendo sábanas entre ellas, preparé
pellas de arcilla y un vaso de barbotina, iluminé el aula con una sola luz proveniente
de un velador ubicado bajo la sábana, dejé oculto mi celular reproduciendo el
audio intermitente del canto de un pájaro.
Di la consigna a mis compañeros de ingresar de a uno y de “encontrarme”. Me
ubiqué cerca de un rincón de la habitación, bajo la gran sabana, sentada sobre un
almohadón, el velador se encontraba a mis espaldas y frente a mí coloqué otro
almohadón. Mientras esperaba la primera visita de algún compañero, me invadió la
inseguridad de no saber cómo repercutiría en los demás esta propuesta, me sentí
vulnerable y ridícula esperando sola bajo la sábana, pero alguien ingresó y decidí
llevar a cabo la acción planeada pese a mis miedos e inseguridades y motivada por
la curiosidad.
La invitación a “encontrarme” guiaba al participante al entrar y ver una figura
sentada bajo la sábana, a levantar tal sábana y llegar gateando por el suelo entre
hojas secas a mi encuentro. Con un gesto de mano le indicaba el almohadón vació
para sentarse. Una vez ubicado (cómoda o incómodamente) frente a mí, le cerraba
los ojos acercando mi mano a sus párpados, tomaba una de sus manos, untaba mi
dedo índice de barbotina (la cual tenía oculta tras de mí junto con las pellas) y
dibujaba un círculo en la palma de su mano para sensibilizar la zona, luego de la
misma manera dibujaba una línea en cada dedo recorriendo las falanges. A
continuación tomaba una de las pellas de arcilla preparada y la depositaba en la
mano del participante, quien abría los ojos para encontrarse con el objeto, yo
también tomaba una pella y comenzaba a mostrarle cómo realizar un cuenco con
la técnica de pellizco. Al finalizar la realización de los cuencos, colocaba el mío a un
costado y luego el del participante tapándolos con parte de la sábana, cerraba los
ojos e inclinaba la cabeza como saludo de despedida finalizando la acción. El
participante se retiraba.
Sucedieron en esta acción cosas que no preví, ya que cada persona interpretó a
su modo mi consigna e interactuó con la propuesta según sus decisiones. Algunas
personas, caminaban sobre la sábana con zapatos o sin ellos, me tocaban la cabeza
y pensaban retirarse. Yo que imaginé no tener la necesidad de utilizar la palabra,
formulaba en estos casos la frase “adelante, pasá”, o si la persona se apresuraba en
salir de la habitación “No te vayas sin verme”; con estas frases logré guiar a estos
participantes.
52
Sucedió también que otros participantes no abrían los ojos al tener la pella en la
mano. En algunos casos con volver a tocarles una mejilla, los ojos o el mentón, los
abrían, pero en otros casos tuve que recurrir a la palabra. En una situación la
persona no quiso abrir los ojos por lo que decidí dejar mi cuenco de lado y tomar
sus manos con las mías para guiarlas en la realización del cuenco.
Se produjeron también confusiones con el fin de la acción, ya que mi gesto de
cerrar los ojos e inclinar la cabeza no fue comprendido por todos, por lo que
diciendo “gracias” se lograba entender el cierre de la misma.
Romero, Marina Liz. Experiencia N° 2. Universidad Nacional de las Artes. Abril 2015.43
43
Para ver esta experiencia ingresar en los siguientes links:
https://www.youtube.com/watch?v=p7wxpUs9su0
https://www.youtube.com/watch?v=3QnAe_gA0S8
53
La acumulación oculta de cuencos a mi costado generaba sorpresa cuando al
finalizar uno nuevo levantaba la parte de sábana que los tapaba y develaba el
tesoro.
Algunas personas parecían incómodas, otras parecían estar divirtiéndose. Vi
ojos brillando de curiosidad, sentí manos sudando de nervios, me regalaron
sonrisas y también carcajadas de cosquillas en las manos, a alguno le provocó
escalofríos. Compartí momentos solemnes de silencio, escuchando solo nuestras
respiraciones. Recibí besos de agradecimiento. Escuché en silencio mientras la
persona me hablaba al tiempo que realizábamos la acción.
No sólo participaron mis compañeros de clase, otros alumnos y profesores
hicieron la experiencia, lo que me permitió interactuar con desconocidos.
Cada respiración, cada mano, cada actitud, cada encuentro fue diferente y me
permitió enfrentarme a la situación que buscaba, el uno a uno con un otro y la
espontaneidad. El olor de las hojas y el sonido del canto del ave intensificaban la
sensación de intimidad, iluminados por la luz tenue bajo la sábana.
Una compañera que ya había realizado la experiencia regresó a preguntarme si
necesitaba más pellas, ya que notó que otras personas querían participar de
la experiencia. No fui consciente del tiempo que pasé allí, pero con cada
participante una suerte de euforia aumentaba en mí, sintiendo una alegría intensa
y desconocida por mí hasta ese momento. Cuando dejaron de ingresar personas,
desmonté la instalación y regresé al aula de clases, para mi gran sorpresa recibí
los aplausos de mis compañeros y profesor. La experiencia fue sorpresiva tanto
para ellos como para mí.
Dos años después realicé la misma experiencia en un centro cultural en mi
ciudad natal, Formosa. Las reacciones fueron similares, lo diferente radicó en el
hecho de que muchas de aquellas personas no habían tenido contacto previo con
el barro, les sorprendía poder hacer un cuenco con sus manos y querían llevarlo. En
aquella ocasión personalmente con mi experiencia anterior sabía que la utilización
de ciertas palabras ayudaría a guiar mejor a los participantes y les transmitiría
seguridad. Varios participantes me confesaron su temor a meterse bajo la sábana
por no saber con qué iban a encontrarse.
Experiencia N° 3
La Experiencia N°2 me había dejado conmocionada y me dió el valor de
proponer la siguiente experiencia donde decidí nuevamente trabajar con mi
cuerpo de manera directa, yendo un poco más allá del límite de la primera
experiencia.
Quise experimentar la sensación de encontrarme dentro de un gran caparazón
de arcilla, como si este me contuviera siendo mi hogar, siendo yo de barro.
54
En un aula vacía de la universidad coloqué con la ayuda de un compañero
aproximadamente 40 kilos de arcilla formando una pequeña montaña en la
esquina de un plástico amplio y transparente colocado sobre el suelo. Al ingresar
mis compañeros me encontraron sentada en un extremo del aula, cubierta
completamente de barbotina. Comencé a moverme lentamente y a acercarme a
ellos mientras me ponía de pie. Con cada movimiento pensaba en mi cuerpo como
si fuese de arcilla, sintiendo el frío y la humedad penetrantes del barro. Pedí a mis
compañeros que me regresaran a mi tierra, al estado inicial de oscuridad y me senté
en el centro del plástico tomando mis rodillas con mis brazos y colocando mi
cabeza inclinada hacia abajo entre mis rodillas. Vi cómo comenzaban a tomar la
arcilla en grandes pedazos para iniciar la construcción de una pared no muy ancha
a centímetros de distancia de mi cuerpo. La arcilla se encontraba muy blanda por lo
que la pared, comenzó a caerse. Optaron mis compañeros por colocar el barro
directamente sobre mi cuerpo. Yo tenía mucho frío por la barbotina, ahora la arcilla
comenzaba a trepar por mi cuerpo y darme aún más frío, tanto que comencé a
temblar y tiritar, entrecortando mi respiración. Sentí cómo se inmovilizaron mis pies
por la gran cantidad de material que colocaron sobre ellos, siguieron mis piernas
y brazos dándome la sensación angustiante de estar atrapada. Sobre mi cuello
colocaron tanta arcilla que el peso de la misma me llevaba a hundir más aún mi
cabeza entre mis piernas. Sentía presiones constantes en cada parte de mi cuerpo.
Me encontraba ya bajo una gran capa de material pero aún divisaba luz y
escuchaba cada respiración trabajando muy cerca mío. Mi respiración era cada vez
más fuerte y entrecortada, no podía evitar los temblores de mi cuerpo, el frío y la
creciente sensación de claustrofobia me invadían. Oía cómo múltiples manos
estrujaban la arcilla. Escuché claramente como una persona comenzaba a respirar
pausado, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, traté de respirar de la
misma manera. Colocaron más arcilla sobre mi cabez generando más presión y
tapando mis oídos por lo que oía fuertemente mi respiración entrecortada y mi
flujo sanguíneo, como cuando se coloca un caracol contra la oreja. Mi espada
estaba también cubierta y la sensación de estar inmovilizada se acrecentaba junto
con mi desesperación y frío. Tuve un pensamiento tranquilizador al darme cuenta
que a pesar del peso del material y la sensación que me estaba generando, yo podía
simplemente levantarme y todo caería al piso dejándome libre, esta seguridad me
permitió transitar el resto de la experiencia aunque el frío y los estremecimientos
continuaron. Con la calma adquirida quería llegar al estado de oscuridad plena,
pero seguían filtrándose luces. Escuchaba comentarios de preocupación, algunos
compañeros y mi profesor no querían cubrirme completamente por temor a que
me quedara sin aire. Yo que me había propuesto no emitir palabras indicativas, me
abstuve a escuchar y sentir lo que sucedía fuera de mi coraza de arcilla. Los
movimientos comenzaron a disminuir hasta cesar por completo. Me mantuve un
momento más inmóvil, sintiendo el peso que me recubría. Intuitivamente comencé
a balancearme suavemente de un lado al otro, moviendo la cabeza, para ablandar
el material que me presionaba, separé mis brazos de mis piernas empujando el
55
material y logrando liberar los mismos. Con una de mis manos me ayudé a llevar la
arcilla hacia un costado, tumbándome en el suelo en posición fetal. Pude liberar mi
cabeza y asomar el rostro, permanecí unos segundos acostada mirando y luego
fui reincorporándome, miré a mi alrededor, miré a mis compañeros, y sentí la
necesidad de volver a acostarme. Sentía el cuerpo lánguido, moví los pies para
reconocer mi cuerpo nuevamente. Me senté y quise volver a cubrirme de arcilla, la
traje con mis manos hacia mis rodillas. Encontré una forma hueca sobre el plástico,
la tomé y me pareció ser
una máscara, la coloqué
sobre mi rostro y presioné
en un afán de sentir lo que
me faltó experimentar, el
encuentro con la
oscuridad, tomé más
arcilla para tapar el
espacio bajo mi mentón
que filtraba aún luz.
Presioné muy bien todo,
para mi asombro esto no
me impedía respirar, me
mantuve unos segundos
así, permitiéndome
completar mi experiencia.
Romero, Marina Liz. Experiencia N°3. Universidad Nacional de Dejé caer por su propio
las Artes. Abril 2015. 44 peso la máscara que me
había procurado. Volteé
para ver con qué me
encontraba a mis
espaldas, encontré lo que
para mí era un pequeño
túnel de arcilla, lo deshice.
Apreté con fuerza la arcilla
ubicada frente a mí y sentí
que en mi espalda todavía
había material adherido.
Me sacudí para
despegarlo, sentí con mis
manos que aún tenía
material, me sacudí más
44
Para ver esta experiencia ingresar en los siguientes links:
https://www.youtube.com/watch?v=t6xu-betr84
https://www.youtube.com/watch?v=IEwXQM4Ag7g
56
fuerte, como cuando los perros se quitan el agua de su pelaje. Lo que no se
desprendió me lo quité con las manos. Acomodé mi cabello embarrado, miré a mis
compañeros y di por finalizada la experiencia.
Al terminar, mis compañeros me ayudaron con la limpieza del aula y a quitarme
el barro. Sentí un compañerismo más intenso que aquel del inicio de la cursada.
Una compañera me contó que mi respiración se escuchaba tan fuerte y
desordenada que tomó la iniciativa de respirar pausadamente para transmitirme
calma, agradecí aquel gesto ya que fue de gran ayuda para mí.
Este relato detallado pude realizarlo gracias al registro en video de la acción y mis
recuerdos. Al observar luego la filmación de la acción pude ver que habían
construido sobre mi cabeza una especie de chimenea para que el aire continuase
ingresando, esa construcción fue la que me generaba tanta presión sobre el cuello.
Sentí un extrañamiento al concientizar que la persona bajo toda aquella arcilla era
yo, y que visualmente al moverme y quitarme el barro se asemejaba a estar
presenciando un nacimiento.
Experiencia N° 4
Nuevamente la experiencia anterior me llevó a la siguiente. En esta experiencia
participaron más profesores ya que fue presentada como trabajo final del Taller de
las Artes del Fuego I.
Pensando en algunas implicaciones del acto de nacer, sobre todo la de ejercer
presión para romper un material que nos mantiene dentro de él sin permitirnos ver
que hay fuera, construí una estructura oval con varillas de hierro y la forré con tela.
Tomé un huevo e hice un molde en yeso para reproducirlo en arcilla. Produje por
coladas diez huevo de arcilla blanca, uno de ellos en su interior era de color rojo, por
una capa de barbotina coloreada que coloqué al realizarlo. Como vestimenta para
la experiencia elegí una malla de color piel y cocí en la parte del vientre un gran
bolsillo para poder contener allí lo huevos.
Seleccioné parte de una filmación que realicé en un viaje de regreso de Formosa
a Buenos Aires, era una sucesión de palmeras en una extensa planicie, paisaje que
relaciono con Formosa. Volteé la filmación en un programa de edición de video
para que el cielo fuese el suelo y las palmeras el cielo. A medida que transcurría el
video cambié las tonalidades para que cambiara paulatinamente de color. Anulé el
sonido de la filmación para añadirle el sonido constante de una chicharra, un
sonido que se oye cada verano en mi ciudad natal, además de una canción, Si yo
fuera yo, compuesta y producida por el compositor y artista sonoro Ulises Conti.
En un aula de la universidad colmé nuevamente el suelo con hojas secas como en
la experiencia N°2. Unté de barbotina toda la estructura oval y la coloqué en una
esquina. En la esquina opuesta ubiqué una mesita, sobre la cual se encontraban un
mazo de madera y varios retazos cuadrados de tela. Apagué las luces del aula y
57
proyecté contra la pared de fondo y sobre la estructura la filmación mencionada.
Vestida con la malla, con los huevos de cerámica contenidos en el bolsillo sobre mi
vientre como un marsupial, me oculté dentro de la estructura. Un compañero
invitó a pasar a los profesores y alumnos. Una vez que oí que la puerta se cerraba,
aguardé unos segundos antes de comenzar a mover lentamente de un lado al otro
la estructura en forma de huevo. Con los dedos comencé a presionar la tela hacia
afuera en un lugar, luego en otro, trazando recorridos con los dedos tensados. Con
un cuter que llevaba conmigo hice una pequeña incisión en la tela en la parte
superior de la estructura, luego otra más abajo un poco más extensa y otra más,
para finalizar abriendo un hueco tirando con mis manos de la tela cortada. Una vez
abierto el hueco salí de él gateando e improvisé mis movimientos por el suelo
deslizándome entre las hojas, estirando el cuerpo, los brazos. Acariciaba mi vientre
sintiendo los huevos de cerámica. Me puse de pie y me acerqué a las personas que
estaban en el aula. Le entregué a cada uno un huevo. Tomé del brazo a una persona
y la guié para que me acompañase hasta la mesa, allí le indiqué con las manos que
ubicara su huevo sobre la mesa, entre dos retazos de tela y lo rompiera con un
golpe del mazo. Así lo hizo esta persona y se sucedieron los demás, a veces hacían
falta varios golpes para romper el huevo, dependiendo de la fuerza de cada uno.
Cada participante, tras romperlo, se llevaba los pedazos del mismo envueltos en el
retazo de tela. Dos personas se negaron a romper sus huevos y los conservaron.
Romero, Marina Liz. Experiencia N°4. Universidad Nacional de las Artes. Abril 2015.45
45
Para ver esta experiencia ingresar en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=DmsbjpAtUV4
58
A uno de los participantes le tocó aquel huevo de interior rojo. Al terminar de
pasar cada uno, me acerqué a la persona que poseía los restos del huevo rojo. La
tomé del brazo y guié al centro del aula, donde permaneció unos instantes
aguardando a que yo regresara de tomar un huevo más grande de arcilla húmeda
que tenía oculto en una esquina del aula. Entregué el huevo a dicha persona
invitándola a construir con él lo que gustase. Prefirió conservar el huevo y di por
finalizada la experiencia.
Romero, Marina Liz. Experiencia N°4. Universidad Nacional de las Artes. Abril 2015.
Romero, Marina Liz. Experiencia N°4. Universidad Nacional de las Artes. Abril 2015.
59
Conclusión
Hacer cultura antropofágicamente tiene que ver con cartografiar: trazar un mapa que
participa de la construcción del territorio que representa, de la toma de consistencia
de una nueva figura de sí, de un nuevo "en casa", de un nuevo mundo.
Rolnik, Suely. 46
Al igual que los autores que trabajo en esta investigación considero al arte como
un espacio abierto a la construcción experimental de nuevos territorios de
existencia, indispensable para el ritmo vertiginoso de vida que llevamos en la
actualidad. Inmersos en esta sociedad cambiante, el arte se presenta como un
espacio donde tomarnos el tiempo necesario para vivenciar nuestra propia
subjetividad fuera de las categorías impuestas; espacio donde observarnos a
nosotros mismos y a los demás por medio de propuestas diferentes.
Personalmente conocer, vivenciar y crear este tipo de experiencias, me ha
llevado a afirmar la pregunta problema dirigida a esta investigación: sí, es posible
la construcción de espacios de relación con un otro diferente que nos permita
vincularnos más allá de conceptos prefijados, de manera espontánea, para
dar lugar a una nueva comunicación no verbal, perceptual.
Resulta posible ya que las personas desean participar de estos nuevos territorios,
dejando de lado sus miedos y preconceptos. Pude comprobar que las personas se
compenetran en la participación, superando sus propias barreras para acceder a lo
desconocido y ser artífices ellos mismos de cada propuesta. De este modo se
genera esta nueva comunicación, que va más allá de la palabra para ubicarse en la
percepción íntima de cada individuo. El juego nos habilita, funciona como motor
de búsqueda y experimentación.
Esta investigación me condujo, además, a reflexionar acerca de los elementos y
materiales que utilicé para las Experiencias de Participación, elegidos
intuitivamente. Ahora bien puedo afirmar que dicha elección respondía a
búsquedas específicas que movilizaban mis obras. El cuerpo tiene en ellas una
importancia relevante. Es él, el medio vincular por excelencia. Exponemos nuestros
cuerpos día a día al ruido, a la fatiga, a la saturación de información visual, etc. El
cuerpo se encuentra aturdido por los estímulos constantes. Esa constante
exposición nos lleva a un paulatino adormecimiento de las sensaciones y de las
46
Rolnik, Suely. Subjetividad antropofágica: más allá del principio de la identidad, Teatro al sur.
Revista latinoamericana. 2001.
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facultades, por lo que resulta difícil despertarlo con sutilezas. En cambio, al
exponerlo a una situación diferente de las que acostumbra, en éste se activan los
sentidos para comprender lo nuevo que lo interpela. Despierta su sensibilidad,
pone atención, comienza a identificar el nuevo entorno y las reacciones que este le
genera. Las percepciones de un cuerpo en muchas casos son difíciles de ser
explicadas con palabras, escapan al dominio verbal para situarse en lo pre-verbal.
Se genera un lenguaje corporal en un territorio experimental transitorio, que dejará
en el sujeto el registro de percepciones olvidadas o en algunos casos desconocidas
y por lo tanto nuevas percepciones de sí.
La arcilla fue otro elemento constante de las Experiencias de Participación. A
toda persona a la que se le da un trozo de barro, suele estrujarlo, apretarlo, generar
formas, de manera totalmente intuitiva y natural. Es un material que despierta en
todos ese tipo de reacciones. Es por ello que es un material lúdico y amistoso, un
material que invita a su intervención. Es maleable, dócil y versátil. Forma parte de la
cultura universal por lo que podemos interpretar que él es un elemento de lenguaje
pre-verbal entendido por la humanidad. Todas las culturas del mundo han creado
con él. En él residen, entonces, facultades de transmisión entendidas por todos.
Es un material que desinhibe, que llama a la participación y el juego. Ha sido
utilizado en rituales y en tratamientos de salud, lo encontramos en los mitos y en las
historias de creación del mundo. La arcilla me permitió vincularme con los
participantes, compartir con ellos, tanto en la universidad, donde mis compañeros
habían trabajado el material, como en un centro cultural, al realizar la Experiencia n°
2 en Formosa, con personas sin conocimientos de técnicas cerámicas. También
utilicé la arcilla como medio de autoconocimiento y exploración, me permitió
exponer mi cuerpo a situaciones no vividas y a nuevas sensaciones.
Además, en dos Experiencias de Participación utilicé hojas de árboles. La
naturaleza siempre ha llamado mi atención, por sus procesos y sus formas. Crecí en
un espacio desbordado de verde, coleccioné hojas secas de niña, así como insectos
y piedras. Las hojas son para mí, el escenario de la existencia misma. El olor que
emanan y el sonido de ellas al rozarse por el viento o por nuestras pisadas,
me resultan una imagen poética que puede ser apreciada por todos. Al utilizar
hojas en las Experiencias de Participación, no sólo hice uso del recurso poético que
mencioné, sino también, las presentaba como un recordatorio de la transitoriedad
de la vida.
Realicé las Experiencias de Participación en el año 2015, habiendo vivenciado en
el año 2014 la obra de Carousel I y, vivencié además en el año 2015, en el marco de
la primera Bienal de Performance en Argentina, un circuito interactivo realizado por
Marina Abramovic. Desde el 2015, en la Universidad Nacional de las Artes, inició sus
actividades la cátedra de OTAV Cerámica de Graciela Olio, quien propone un
acercamiento experimental a la arcilla y al trabajo con la misma. Hemos visto cómo
en los últimos años han proliferado este tipo de manifestaciones artísticas a nivel
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año 2014 la obra de Carousel I y, vivencié además en el año 2015, en el marco de la
primera Bienal de Performance en Argentina, un circuito interactivo realizado por
Marina Abramovic. Desde el 2015, en la Universidad Nacional de las Artes, inició sus
actividades la cátedra de OTAV Cerámica de Graciela Olio, quien propone un
acercamiento experimental a la arcilla y al trabajo con la misma. Hemos visto cómo
en los últimos años han proliferado este tipo de manifestaciones artísticas a nivel
local y mundial. Esto nos lleva a concluir, para finalizar este trabajo de investigación,
que una profunda necesidad vincular nos está movilizando para pensar nuevos
modos y nuevos espacios abiertos a todos en la participación inclusiva dentro de
las diferencias. El arte se presenta hoy como ese espacio de intercambios infinitos
en donde habitar. Entre todos trabajamos para gestar los nuevos modos.
62
Agradecimientos
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Bibliografía
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65