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aise tener VW TDA CON y tres plezas breves f caddertes de Difusién f 52 a | j G FUNDARTE ECA “JOSE IGNACIO CABRUJAS” 1 emocionante Io obruvo la nueva Vida con Mamé que llend la sala fe tres meses en su temporada de o a la abundante antologia de nacional. La obra y su produccién ‘erfiticas favorables, habiéndosele con- del Concejo Municipal del Distrito Fe- supo” y el premio del Circulo de Cri- a la Mejor Actriz a Herminia Valdez. iunf6 por todo lo alto. es una averiguacién basada en juegos . Averiguar significa inquirir la ver- de descubrirla y esta busqueda la lleva a a través de juegos sugeridos por las conserva su memoria, Los juegos —a ve- jn y mds frecuentes conceptuales— deshilan de recuerdos que van aclarando el crimen. esta nueva obra de Elisa Lerner trata sobre de un crimen, porque sus dos tnicos per- fadre e Hija— son a la vez detectives y prota- | delito que han cometida con sus vidas, Son s, acusadoras y acusadas, una pareja cuya culpabilidad les impide separarse y les obliga intercambidndose los papeles de detective y Hablan del mundo, recuerdan al mundo, se mientras se persiguen para poder conti- Ta una a la otra y ast poder continuar vi- dos detectives averiguando la verdad del de- mismas se han ocasionado. Elisa Lerner es ademds, una conmovedora ¢ la historia de Venezuela partiendo de la muer- Gomes y en dicha revisidn se hacen muchas bre la validez y 1a eficacia de los tiltimos go- del sistema democritico, En este sentido, es una singular interés para el piblico latinoamericano mente encontrard en el acerbo humor de la es- s instantes de identificacién. Tal examen a a través de una situacién familiar es lo que iticos coincidieron en calificar como realizacién sefla. “Mamd muestra la firmeza creativa de una escri- talento siempre era evidente pero parecfa no oo sei 3 es a ee decidirse a dar el indispensable salto al vacio. Es decir, ay atreverse a partir de una realidad propia para crear una f strena —. ficcién tan real y contundente como aquella original. Este i en mayo de 1975 con el siguiente salto mortal —algo como hacer que el cuerpo dé la vuelta r ; completa en el aire para volver a caet de pie— es la interminable e inconclusa proeza que todo escritor va re- -finando. Elisa Lerner la ha comenzado con Vida con Mand. En este volumen se han incluido otras tres piezas cortas — de dicho dramaturgo. Una Entrevista de Prensa o la Bella — de Inteligencia, estrenada en 1960, causd un revuelo si- milar al de Vida con Mamdé porque presenté a una escri- tora que se atrevia a resumir y a parodiar inclemente a las leonas de la sociedad intelectual. Hasta entonces, Elisa Lerner habia sido conocida por sus agudas criticas — literarias y con este monélogo, que fue publicado en la revista Sardio un afio antes, se situé como una creadora que merecia atencién. En 1964, recibié un premio en el Concurso de Teatro del Ateneo de Caracas por su pieza Fn El Vasto Silencio de Manhattan donde aparece su atrayente mezcla de ternura y sevetidad para tratar sus personajes. Esta obra hoy en dia seguramente resultard de particular interés a los admiradores de Vida con Mama, La tercera pieza incluida en este volumen es El Pais Odontoldgico que fue publicada en la revista Zona Franca en 1966, y que sigue refinando la preocupacién de Elisa — Lerner con el didlogo mas que con Ja conversacién. En 1974, escribié el sketch sobre la “envidia” que formé parte del espectdculo Los Siete Pecados Capitales. En dltimo lugar se ha incluido un nuevo mondlogo de la autora, La Mujer del Periéddico de la Tarde, que resulta un excelente y conciso estudio sobre la soledad. Estas tres breves piezas bien podrfan conformar un espectéculo que mostrarfa a cabalidad el indiscutible talento de Elisa Lerner como dramaturgo. ién, “El Nuevo Grupo” obtuvo el Premio Municipal del Distrito Federal, otorgado por | para estimular la continuidad y calidad de los ‘aldez obtuvo el Premio a la Mejor Actriz, otor- Circulo de Criticoos Teatrales de Veneguela. Isaac Chocrén ia pa > fadre y la Hija aparecen sentadas, cada una, en sendas doras de mimbre —de color verdoso o pardusco— tuvieron tan de moda, muy a principios de los afios ecedoras estan colocadas en una amplia plataforma que buena parte de un escenario abierto. En la misma forma, algo detrds de las mecedoras, una maciza cémo- a. Sobre la cémoda, dos esbeltos candelabros de wit reloj despertador de antiguo disefto, de gran de la plataforma, a la izquierda, un aguamanil con ‘ay gran jarréx pintados con adornos de rosas algo svaidas por el transcurso del tiempo. Fuera de la pla- ad, a la derecha, la puerta de un closet sin empotra- en pared alguna y algo mas cerca del publico, una repisa de madera labrada colocada en un estrecho tudinal panel blanco. La presencia del pasado debe ‘ada médiante un rmrobiliario fiel pero escueto. La erafia no debe pretender ser copia de la época evo- Sino una “visidn” dela misma. ‘ personajes de la Madre y la Hija pueden ser interpre: ; por cuatro actrices. O sea, dos actrices para el papel ladre y dos para el de Hija, que se alternarian de una a otra de acuerdo alo que disponga el director. - adre es una mujer de alrededor de setenta aitos. Del- pequefia, movil, muy blanca. De mejillas pronun- hundidas —el hundimiento en la edad—, de pelo into, tirante y la mirada sagaz, inguieta, por mo- “dura. Aparentemente viste para una gran ocasiOn. én gue se retrasa dolorosa, visiblemente. Porque e de noche corto, de terciopelo vino tinto recamado es como los disefiados por Erté hacia los afios Las chinelas forradas de raso blanco y tacén que win dentro de esa sutileza— indican frustracién y a dasis de realismo: previamente, la suntuosa dama Se estd engafiando, El traje que tiene puesto pudo a aun baile. Pero las chinelas la afincan a una ‘emplativa, posiblemente doméstica. Sin horizontes. quiere hacer referencia a un tiempo en que la conyugal —y acaso la estabilidad de todos los estuva simbolizada por el uso desmedido de los 1 . perlas. En el traje de la madre, la franja de perlas que va estiréndose ostentosa y laberinticamente, des- de el pecho basta la cintura, intenta sefialar cémo su obsti- nado apogeo termind por envolver y asediar los mds finos espiritus, La Hija —geuarenta afios ya?— robusta y alta, mucho mds lenta en sus movimientos que la Madre, incluso algo torpe fisicamente. Con blusa camisero de seda blanco, de gran lazo y falda negra. Cuando la Madre hable del traje de novia o se refiera al pasado, un dispositive que surge —secretamente, de la tramoya o la plataforma— debe subirla a ella sentada en la mecedora, de modo que parezca colgada de los aires como en un fantastico, barroco columpio. Al narrar la Hija sus cuentos, debe suceder lo mismo. Esta ascensién de me- cedoras y personajes no se dard uniformemente. El direc- tor elige los momentos, lo mismo que las situaciones, en que las mujeres permranecen sentadas 0 en movimiento. La Madre y la Hija son seres que en medio de un gran desorden interior pasan de la agresividad, la ironia, el ci- nismo —la realidad, el presente— al suefio y el pasado. Lo que las diferencia —y deberia propiciar el juego teatral— e5 que pocas veces, durante el desarrollo de la pieza, coin- ciden los momentos de ironia e irrealidad de cada uno de los personajes. Cuando la Madre suefia, la Hija vive un ahora irdnico, dcido o viceversa. Pero contribuye también al drama en ‘Vida con Mama” que el largo desencanto vivido en el pais no sélo durante la tirania de Juan Vicen- te Gémez sino en los aftos posteriores, a ratos, hace coin- cidir los distintos tiempos emotivos y cronolégicos de la Hija y de la Madre para que, al final acaso, termine por conciliar lo que siempre anbelaron y lo que todavia viven. PRIMER ACTO Durante el desarrollo de esta escena, se oye un sonido confuso, inconexo. Casi indiscernible, MADRE: Tocan. Alguien que viene. HIJA: No es nada. MADRE: Una visita. HIJA: Nadie. MADRE: Se impacientan. Tocan con mas vigor. Alguien ~ anheloso de entrar, toca la puerta. HIJA: Buscaré mis bindéculos de teatro. MADRE: Estén en el cléset. HIJA: Son lo tinico que hay en él. MADRE: También estén las bolsas de naftalina. HIJA: Todo lo ocupan las naftalinas. ;Aqui estén los bi- néculos! MADRE: ¢Es que estamos en el teatro? HIJA: En el teatro los vidrios de aumento que titilan en la sala dan una ilusién de compaiiia a todo lo que nos rodea. MADRE: No me colocaré los binéculos. Si de antemano acepto que soy espectadora, no vendran los visitantes. Terca. Llaman con mucha insistencia. HIJA: La ciudad que es ruidosa. MADRE: Siguen lIlamando, siguen golpeando. HIJA: Es la hora del gran tréfago de autos. MADRE: Los puentes levadizos del vecino castillo se _ abren de par en par en estas momentos. Genuflexiones. “Bienvenida” exclaman en el castillo. “Bienvenida” con- _ testan en los puentes levadizos. Cesan las genuflextones. _ ¢Qué esperas para abrir? HIJA: En este instante, los televisores se encienden co- : _ to una puntual fogata nocturna. Son las voces, desde Ja televisién, que hacen el recuento del ultimo boletin Noticioso y que todos escuchan sin decir palabra alguna, ‘Casi aterrorizados. fi 4 at Es - “Jacobo Kramer’. | at DRE: ...En la tiltima visita que tuvimos. .. JA; Diez o quince aftos atras. DRE: ¢Hace tanto tiempo? 3 HIJA: Fue bajo la anterior administracién. MADRE: ¢Estébamos con el gobierno o con Ja oposicion? HIJA: No me acuerdo. MADRE: Conclusién: para ese entonces, no ‘estébamos ni con el gobierno ni con la oposicidn. HIJA: Jacobo Kramer era el mds diligente repartidot de comestibles de toda la ciudad. MADRE: El tinico repartidor de comestibles de toda la la ciudad. Fue muy gentil de su parte hacernos esa visita, antes de marcharse definitivamente para Miami. HIJA: Los judios siempre estén diciendo adiés. Todo el dinero lo invierten en estampillas postales. MADRE: Jacobo Kramer sus repartos los hacia desde lo alto de una bicicleta, HIJA: ¢Por qué lo recordamos haciendo los repartos montado en una nube? MADRE: jLos hacia con tal ligereza! HIJA: Un hombre que de joven se deslizaba en una ra- diante bicicleta, a la larga pondria de manifiesto su singular condicién de viajero internacional. MADRE: Luego que iba a la tienda de comestibles, no dejé de preguntar si habia Iegado carta de Jacobo. Una vez recibi alli una postal muy azul con la piscina de un gran hotel de Miami. HIJA: Los ojos de Jacobo eran azules, muy azules. Ter- minante. Por eso envié la piscina. MADRE: jQuién sabe! El Ievaba durante el trabajo un holgado overol azul. HIJA: En ese tiempo, todos los hombres usaron holgados overoles azules, Fue una época de gran esclavitud. MADRE: Después no se supo mas de Jacobo. El sector donde estaba situada la tienda fue demolido, mientras en los cécteles se comenzé a hablar con euforia de la “picota del progreso”. HIJA: zAntes de que empezara la televisién, lo que se crey6 importante se dijo. en los edcteles? La Madre toma de la cémoda un vieja pero atin esplén- dido espeja de tocador. MADRE: Mirdéndose con melancolia en el espejo: Ver la desaparicién de la’ parte vieja de la ciudad fue como si el espejo que ha acompafiado a mi rostro desde su infancia, hubiera saltado hecho pedazos. 14 Pausa. “El traje de novia’. MADRE: ¢Sabes? A veces suefio que vistes un bello traje nupcial. El suefio se repite con la regular mono- tonfa de una plana infantil. El traje de novia, el traje de novia. Lo vistes centenares, miles de veces. Te re- sulta muy econdémico tenerlo encima. Nunca hay que lle- varlo a la tintoreria, Es siempre de una blancura inmu- table. Pero es un vestido que, cada vez, tiene la cola mas larga. Y, a medida que progresan los suefios, hay alguien que grita: “Su hija debe viajar a Nueva York para casarse. Debe buscar una desmesurada metrdpoli para la consagracién de sus bodas. De otro modo, la cola de su traje de novia arrasard la ciudad en que vi- vimos, nos arrastrard a todos. ¥ lo que se habra cele- brado no serén las nupcias de su hija, sino un estran- gulamiento masivo”. Breve silencio. HIJA: -Es de verdad, bello el traje... de ese suefio? MADRE: Sobre todo de mucha calidad, Esté confeccio- nado en muy fino satén. HIJA: :Lleva toca? MADRE: No te oigo. La cola del traje a veces me cubre toda y me separa del mundo. HIJA Casi gritando: :Lleva toca? MADRE: Y muy linda. Con la justeza de los pasteles bien nevados. HIJA: Hablas como una cocinera. MADRE: Hablo como una costurera. HIJA: Volvamos, entonces a la moda. ¢Hay perlas en el traje? -Brillan mucho? Mientras la Hija va diciendo las anteriores palabras, al fondo, por encima de la plataforma, debe surgir bien ilu Minada, una foto gigantesca en blanca y negro, de una novia de pie, sosteniendo un “bouquet” a la manera de las fotografias nupciales de finales de 1930 y principios de 1940. MADRE: Hablas como una ciega. HIJA Dirigigndose al fondo, donde esta la gigantesca re- | produccién, torpemente como una ciega y tratando de 15 tocar el traje de la novia retratada. Desde ese fondo: El traje es para mi. Pero nunca lo he visto. EI efecto fotogrdfico cesa, Lejano timbre. MADRE Alera: La visita que esperdbamos. HIJA Reticente: Todos los sdbados, a la noche, viene el empleado del canal de TV a hacer sus preguntas. gEs que no lo recuerdas? MADRE Con falso orgullo: No puedo recordar todos los __ visitantes. _ HIJA Tratando de imitar la voz del empleado de TV: “aTiene el canal encendido? ¢Cudl programa escucha en este momento? ¢Qué dice? ¢No le gustan las tele- novelas? La televisién sélo es para las mujeres de co- razon”. MADRE Algo avergonzada: Hay visitantes muy importan- tes. Breve silencio, Juntas no la pasamos tan mal. A veces, sueles contar cuentos. Como ese... de los can- delabros de plata. HIJA La Hija toma los candelabros de la cémoda y los mece coma tiernos bebés: Son dos. Uno podria lla- marse “Mama”. El otro... “gHijita?”, La Hija de- vuelve los candelabros a su sitio. MADRE: Debes instalarte en el taburete rojo para contar el cuento. EI taburete rojo aparece tinicamente en esta escena, La Hija va directa al taburete donde se instala. MADRE: ¢Cudnto pesas hoy? HIJA: Lo mismo que ayer. MADRE: Estoy harta. Hasta el tope. Nunca hay varia- eién alguna. Tus kilos son como tu vida. La Hija desciende del taburete. HIJA: Los candelabros. MADRE: ;Son dos! HIJA; Vuelve a tomar los candelabros y los junta abora en sus brazos, ansiosamente, como amantes: Uno Hamarse “Elizabeth Taylor”, El otro, “Richard Burton”. MADRE: De ninguna manera. No quiero confiar mis candelabros de plata a semejante gentuza, Hay el pe- 16 de que las velas permanezcan encendidas por muy ‘poco tiempo. De que todo sea muy efimero. Avanza jndignada hacia la Hija. Le arrebata los candelabros y abrazada a ellos. jIrresponsable! Mas nunca volveré a hablarte del blanco y nupcial traje que aparece en mis suenos. Deja los candelabros en la cémoda, HIJA: No puedes hacer eso. El traje es mio, Me perte- nece. MADRE: Irrespetaste el trato, No has contado lo conve- nido. Amenazante. Me desharé del suefio. Me desharé del traje. HIJA: Tu deber es cuidarlo. Es lo tinico que tengo. De- sesperada. ¢Al traje lo acompajia un collar de perlas? Simultaneamente con estas palabras aparece en muy ré pida, casi fugitiva vision, otra gigantesca fotografia que muestra en detalle el cuello de la novia portando un collar de perlas. MADRE: Nada tengo que decir. HIJA: Te contaré otro cuento, MADRE Cambiando: 2Podrés ser tan gentil? Porque he Ilegado a pensar que sdlo lo es la joven que da la hora Bi por el teléfono. “Las ocho para todos. Acaban de dar las | diez. Son un cuarto para las doce. Las nueve ya”. jEl dia madura con tal exactitud en su voz! Efusiva, abrien- do los brazos hacia la Hija. Ven, querida. Ven donde tu Mamafta y cuéntale... HIJA: Qué te parece si te cuento lo de la muchacha que @parece en esas cajas de pasas de California, con su 8ran gorro rojo de cintas atado al cuello, ofteciendo _ una rica bandeja de uvas? MADRE; Una muchacha tan austera merece un premio de buena conducta. _ HIJA: Pero tuvo un triste final. Después que reparte la _ bandeja rebosante de uvas termina por convertirse en vuna dama de fortuna muy esquiva, que sélo conté con Un paraguas para los dias de Iuvia y con una raqueta _ para los de sol, Breve silencio. ¢Hay que llevar collar de perlas? i F MADRE: Las novias de antes los usaban. Las perlas 7 ? el tul combinan. HIJA: Ta siempre hablando como una costureta. MADRE: En mi juventud, sélo se conté con figurines. HIJA Puntualizando: Y con fotdgrafos. MADRE Entusiasta: Las novias se hacian tomar retratos y los collares lucieron nitidos y disciplinados, como in- dicando el ordenamiento a que estaban expuestos los que se casaban. Al fondo aparece, muy répidamente, en tamafio corriente, una sucesion de cincuenta fotografias, algunas en ocre, otras en blanco y negro, con novias de los afios cuarenta, MADRE: Jamis a nadie le preocupé que no se tratase de perlas legitimas. - HIJA: El todo zera IMevarlas? Al fondo unas fotografias se iluminan, otras no. MADRE: Se detiene ante un aguamanil y dice con cierto consancio en la voz: El Derecho es una pequeiia aguja de plata al alcance de muy pocos ojos. HIJA: jQué orgullosa me siento de ti! De que seas cos- turera tan experimentada. MADRE Aparentemente sin hacer caso’ de la Hija: Des- pués... _ HIJA: ¢A donde fueron a parar los dudosos collares? MADRE: Algunas lenguas viperinas empezaron a decir cosas... HIJA; El didlogo gsiempre ha sido un desprestigio en el pais? MADRE Comienza a alejarse del aguamanil: Es que so- brevino un tiempo de ruptura, de separaciones, HIJA: La gente dejé de casarse. MADRE: Siguid casdndose. El matrimonio era atin una vocacién segura, sdlida. Pero las mujeres que lo hacian, ya no se colocaron collar alguno en el cuello. HIJA: La fotografia dejé de acompafiar a las bodas. Se apaga totalmente la sucesién de fotos del fondo. MADRE: Exacto. HIJA: ¢Quedaron largamente desempleados? 18 MADRE: ¢Quiénes? HIJA: Los fotégrafos. MADRE: No lo creo. De inmediato, empezaron a hacer tomas de gente divorciada. HIJA: De Joan Crawford, Ingrid Bergman, Lana Turner, Rita Hayworth, Ava Gardner, MADRE: Divorciadas. HIJA: De Dolores del Rio, Maria Félix. MADRE e HIJA: Al unisono, como en un rito: Divor- ciadas, HIJA: De Wallis Simpson. MADRE: Divorciada. HIJA: Divorciada. Breve silencio. HIJA: La genie se divorcia para no tener recuerdos. MADRE: Nadie quiere recordar al Jabén de Reuter. HIJA: No limpia suficientemente. No quita las manchas de petréleo. MADRE: Nadie quiere recordar al leén de la Metro Goldwyn Mayer. HIJA: Se asemeja en extremo a nuestros politicos, cuan- do se disponen a dar una audiencia. MADRE: Nadie quiere recordar al Tricdfeto de Barry. HIJA: La sal de uvas Picot. MADRE: La emulsién de Scott. HIJA: Nadie quiere recordar. MADRE: Nadie quiere recordar a Juan Vicente Gémez, HIJA: El dinico tiempo de introspeccién nacional. La Unica vez que los venezolanos, realmente, estuvimos S. Aqui el didlogo entre la Madre y la Hija debe bacerse cada ver mas rapido. Este didlogo es un vuelo. MADRE: Nadie quiere recordar a Roberta. HIJA: Se llamaba Ramona. MADRE: En 1938 todas las muchachas se Ilamaban Ro- berta y vestian trajes de lamé, HIJA: Hubo algunas Ramonas y bailaban, ingeniosamen- te, el fox-trot. MADRE: Nadie quiere recordar a Betty Boop. ae Betty desconocia el uso de la pastilla anticoncep- iva. ey oo ee Le Soe eS es ee eee MADRE: Nadie quiere recordar a Dick Tracy. HIJA: jHuyamos en la limosina amarilla de Dick Tracy! Terminada esta frase, de seguida, Madre e Hija contien- zan @ tararear muy vivamente y con pasos de baile, al estilo del teatro de bataclanas, la famosa cancién de los afios treinta: “Mary, Peggy, Betty, July, Rubias de New York. Cabecitas adoradas Que mienten amor. Dan envidia a las estrellas. Yo no sé vivir sin ellas. Mary, Peggy, Betty, July, De labios en flor”. Pausa. HIJA: ¢Cémo fue la vida conyugal de esas novias de las fotografias y de las perlas? MADRE: Todos los matides eran empleados de correo. HIJA: Debimos haber sido muy pobres.. . MADRE: El marido, después de la cena, mosttaba a la esposa dlbumes con sellos de correo, editados lujosamente por la Editorial del Estado. Pero al presente, gracias a la teenologia, en lugar de sellos los matides muestran diapositivas. HIJA Coma para st: Permanecer soltera, es persistir en lo desconocido. Més sociable, a la Madre. Hoy ¢los expendios de estampillas estén a cargo de gente soli- taria, desamparada? MADRE &n actitud reflexiva: Siempre lo estuvieron. Pausa. HIJA: Son en las épocas de mucho calor que se celebran los remates en las tiendas. MADRE Nostdlgica: (Yo iba a “La Perla” y compraba caireles! HIJA: ¢Los suefios con el traje nupcial no se te presen- tan en los dias calurasos? MADRE: Estar atenta al calendario, es menstruar. Dejé de menstruar y, ahora, sdélo sueiio. 20 ‘La bora en que mataron a Lola”. Una luz de circo debe iluminar la siguiente escena. MADRE: La Biblioteca Nacional con el correr del tiempo se transformé en un supermercado, Pero algo de la an- tigua Biblioteca queda. Hay la ilusién de que el helado i de vainilla que ofrecen no se derrite damasiado pronto, | porque Ileva el nombre inmortal de uno de nuestros escritores. La torta de chocolate, orgullo del supermer- cado, se la bautizé con el nombre de otra ilustre escri- { tora, en homenaje a su gordura. | HIJA: El paso de los afios es pura prestidigitacién. Por cierto... el otro dia asisti a la funcién de un mago. MADRE: ¢Fuiste a matinée? HIJA: La funcién comenzaba a las tres en punto. MADRE: La hora en que mataron a Lola. | HIJA: ¢Quién era Lola? MADRE: Una mujer que nunca iba a matinée. HIJA: Por cuestiones de horario gprefirié la interme- diaria? MADRE: Fue muy duro enterarse que su muerte tuvo ] lugar a las tres de la tarde. Lola todo lo hacia de noche. HIJA: Seguramente trabajaba de cabaretera. MADRE: De modo que es importante mencionar la cama en que durmid la mayor parte de su vida. Un lecho de da muebleria ‘La Liberal”. HIJA; Una muebleria que se llama “La Liberal” es por- _ que su especialidad son enormes camas conyugales. MADRE: Eran las tres de la tarde. La Madre se enfrenta al priblica y canta agresivamente: “Eran las tres de la tarde cuando mataron a Lola. Y dicen los que la vieron que agonizante decfa: Yo quiero ver a ese hombre que me ha arrancado la vida”. Casi sin interrupeién. MADRE: jLola agonizaba y moria en el gran lecho! En _€ste sentido siguié fiel a sus pasiones nocturnas. HIJA; jCémo me gusté la funcién del mago! al ps, , ! ; : Ey MADRE: Los magos con sus sombreros de copa parecen novios a punto de celebrar sus bodas. HIJA: ¢Quieres saber una cosa? Vi-el tiempo surgir del sombrero de copa del mago. De lejos, lo que parecian salir eran los habituales conejos. Pero de cerca vi sur- gir, clarito del pumpé, el afio 1949. MADRE: Querida, los afios siempre se deslizan como co- nejos. ¢Dénde estd la magia? HIJA De algién lado del escenario se alzan los aires de “Ballerina”, muy fragmentariamente: El afio 1949 es- tuvo un rato rebotando a solas en el sombrero, a los acordes de “Ballerina”. En el piblico nadie noté que en ese momento el mago trastabillé, se vio de pronto de mucha mds edad y el sombrero de copa no parecié tan reluciente. Finaliza la luz de circo. Pausa. “La cigiiefia”. MADRE Con mucha naturalidad: 2Qué farmacias estén hoy de turno? HIJA Se para y saca de una gaveta de la cémoda, un ejewtplar de “El Nacional’’: Lo consultaré en la prensa. Hajea el periddico hasta que da con lo que busca. Lee en silencio. MADRE Evocando: Las boticas eran tiendas de golosinas. HIJA Bruscamente, deja a un lado el periddico; \Al pais lo ablandaron el miedo y la melcocha! MADRE: Los dulces no fueron mal vistos. Pero también estaban en venta mdquinas de coser, graméfonos, autos de capota roja. HIJA: ¢Los boticarios eran turcos? MADRE: Casi todo se importaba desde Paris. HIJA: ¢Como la cigiiefia? MADRE: Como los bebés. Mueve, muy sensualmente, las caderas, Arrorré. Arrorré. HIJA: Nada hay més reaccionatio que la cigiiefia. MADRE Estupefacta: eQué dices? HIJA: Por afios, se lo tuvimos que encargar todo. MADRE: Aparte de los bebés, acaso algtin talco para nifios. HIJA: Aparte de los bebés, el arte, los libros, las ideas, Eramos una colonia de la cigiiefia. 22 MADRE: La cigiiefia era como decir: Paris. Como decir: Ja creacién, Son esos mis recuerdos de parturienta. HIJA: (Qué exagerada! La cigtiefia estaba domiciliada en Paris y tomd sus ventajas. MADRE: ¢La estds llamando ventajista? HIJA: No le tengo miedo. MADRE: Claro. Nunca has sido madre... HIJA: jEs hora de enfrentar a Ia cigiieiia! MADRE: Ten cuidado. Viene cargada de nifios vene- zolanos. HIJA: Precisamente» ¢Hasta cudndo la interferencia ex- tranjera, en lo mds vulnerable e intimo del pais? Breve silencio. HIJA: En las farmacias de ahora venden “Modess” y todavia, naftalina. MADRE: Mi cuerpo ya clausuré una parte de su sangre. HIJA Muy carifiosa: ¢Qué viene primero, la menopausia o el libro de memorias? MADRE: La menopausia. El libro de memorias es sélo una forma de alcanzar fama, prestigio y publicidad una yez Ilegada la menopausia. HIJA: “Modess” no necesitas. MADRE Satisfecha: El cléset estd repleto de naftalinas. HIJA Con enojo: Por eso tengo que recurrir, constante- mente, a tu nupcial suefio, Esas naftalinas al abarrotar el cléset no dan cabida a la fragancia de un traje de bodas. MADRE: Ya te lo dije. Es sdbado en la noche. Si llama- mos a alguna farmacia de turno, algiin visitante puede venir luego y°traernos un blanco manojo de aspirinas. HIJA Burlindose un poco: ¢De nuevo con jaqueca? La jaqueca empieza a considerarse como extravagante. En estos tiempos, sdlo da a las mujeres de la *generacién del 28." MADRE: Y porque el visitante es joven, dispuesto y no- sotras dos estamos anhelosas de voces y de cuerpos, en sus manos el manojo de aspirinas tendrd Ja franca ter- sura de un ramo de margaritas. Pausa. “El cochecito de bebé”’. La madre aparece’ arrastrando un viejo cochecito negro de bebé. A mitad de escena se detiene y emtpieza a sacar 23 ee del coche, presurosamente, una serie de potes y paquetes de comestibles que va dejande, desardenadamente, en el suelo. La Hija mira impertérrita la accién de la Madre. Pasado un tiempo, la Madre deja de sacar potes y pa- quetes. MADRE: Hay que lustrar el cochecito. HIJA: ¢De verdad, crees que van a llegar visitas? En el supermercado han comenzado a quejarse. No entienden eémo para hacer las compras usas un viejo cochecito de bebé en lugar del carrito para comestibles. a; El cochecito lo que necesita es un poco de lustre... HIJA Con sorna: Por ejemplo, algo de pasta para me- tales. “Silvo” seria lo apropiado. Gracias a “Silvo’’ los candelabros nunca han dejado de brillar en esta casa. MADRE: Es un oficio luminoso cuidar de los candelabros. HIJA: Toda tu vida lo tinico que has hecho es frotarlos, incansablemente, con esa pasta para limpiar metales. _ MADRE; Llega un momento en que una anhela otros brillos. Una constelacién. HIJA: Pero de lo que se dispone es de “Silvo” y entonces, quieres inundar con tu maldita pasta el cochecito. MADRE: Lo que tienes es celos. En el cochecito permane- ciste los primeros cinco afios de tu vida y, ahora, sdlo lo quieres para ti. HIJA: ¢Tanto tiempo sin salir del cochecito, sin salir a la vida? MADRE: No fue necesario que salieras. Fuiste inmen- samente feliz dentro. HIJA: Los primeros afios enclaustrada en un coche de bebé y todavia sin poder caminar, correr da una patada al cochecifo: de él salen, estruendosamente, mds potes y paguetes... gatear... ¢no me sefialaron, temprana- mente, de lisiada? MADRE La observa criticamente: Ese inicial periodo de inactividad, acaso ha configurado algo de tu torpeza actual, algunas dolorosas lentitudes. . . HIJA: Por eso nunca has querido separarte del coche- cito. Y ahora lo quieres untar con pasta “Silvo” para que luzca como uno de tus tersos candelabros. El viejo cochecito te da seguridad. Te recuerda, constantemente, Io tarda que soy de movimientos, mi poca agilidad. Y 24 es que ha sido la pesadez de mi cuerpo lo que no me ha permitido alejarme de tu doméstico imperio, de tu sedentaria maldad. Mi cuerpo que, a veces, se hincha como un huevo duro que se estuviese cocinando, eter- namente, en una hornilla sometida a desgaste. MADRE Larzando el cochecito hacia la Hija como en un violento juego deportivo: No sigas, Eres muy inde- fensa fisicamente. El cochecito atin puede abalanzarse sobre ti, golpearte y hasta hacerte sangrar. HIJA Devolviendo el coche a la Madre con el mismo impetu: Ti eres el cochecito. MADRE: Te equivocas. Llevo el pequefio cartuaje al supermercado para que Leo, en medio de ese intenso | trifico de carritos de comestibles, pueda alguna vez reconocerlo, HIJA: ¢Leo? ¢Otra de las visitas que esperas? MADRE: Mi deseo es que él vuelva a hacer rodar el cochecito. Aunque sea por breves minutos. Volverias a ser tan feliz... HIJA: ¢Es que alguna vez lo fui? ;Para tener felicidad, no es necesario poseer antes el traje de novia? MADRE: Tu vida amorosa comenzd estupendamente bien, gracias a Leo. El te retuvo en el cochecito. HIJA: ¢Fue uno de tus primeros visitantes? MADRE: Leo era un comensal. HIJA: ¢Almorzaba y cenaba, continuamente, en hoteles, restaurantes? ¢En el hotel “Majestic’’? MADRE: Era el comensal del Cédigo Civil. Alguien que, a las horas de comida, aprecia mas la familiaridad, la inti- midad, el carifio de en rededor que la calidad de los Manjares. HIJA; Nuestro Cédigo le hubiese servido de mucho a Franklin Roosevelt en tiempos de la depresién. Pero en estos dias de abandono de hogar y divorcio, el juri- dico comensal debe verse en apuros para ingetir algin bocado. . . MADRE: Cuando le conocf, Leo entre grandes risotadas me dijo: “‘Acabo de llegar al pais como pasajero de ter- eta. Pero si en el barco aleman hubiera habido cuarta , clase, de seguro que Leo viene en cuarta”. _ HIJA: De inmediato ¢se puso a trabajar para costearse mds suntuosos viajes? he +: re 3 MADRE: Un comensal del Cédigo Civil tiene la comida gratis. Leo no pasaba hambre. De modo que se puso a cantar y te hizo feliz. HIJA: Yo permanecia en el cochecito y Leo me cantaba. MADRE: Exactamente. Pero también abundaron las ve- ces que te cargé en sus brazos. Leo estuvo cargdndote y cantdndote hasta que cumpliste los cinco afios. HIJA: A esos brazos y canciones es que debo mi torpeza. MADRE; Nada tienes que reprocharle. Con un hombre tan buen mozo cantdndote y cargindote todo el dia, es natural que no hayas tenido el més minimo interés por empezar a caminar. HIJA: ¢Qué canciones cantaba? MADRE: Todas las que se escuchaban en el fondgrafo. HIJA Algo desilusionada: :Sdlo ésas? MADRE:;- Hubo las veces en que te cantd viejas cancion- citas rusas. HIJA: Al parecer, Leo era un hombre muy calido. MADRE: Con Ia fuerza y fogosidad de los barcos en que viajo. HIJA: De todas maneras, resulta incémodo el traslado de tantos paquetes de gelatina “Royal” en el viejo cachecito.. . MADRE: Una visita de Leo se hace imperiosa. HIJA: Luego que dejé de mecer el cochecito zvolviste a tener noticias de él? MADRE: Por largo rato sdlo contd con las canciones, su gran atractivo, y un par de zapatos de dos tonos. Después, en un golpe de suerte, logré que una mujer de Ja godarria se casara con él. HIJA: ¢Seguird cantando? MADRE: Es posible. Leo siempre fue muy listo para aprenderse las nuevas canciones. Pausa. Breve oscuridad, seguida de una luz mas tenue. La Madre aparece de pie, de espaldas al piblico, limpian- do muy concienzudamente, con pasta “Silva” y un pafiito de cocina, los candelabros de la cémoda, La Hija, en evclillas, aparece tanthién muy atareada, frotando con pasta i i. “Silvo” y un paftita de cocina las ruedas del cochecito de é bebé. ; Madre e Hija no cruzan palabras. Su tarea es un vito. Una solennidad. 26 “Allende”. F MADRE: Sigues enfrascada en el periddico. La Hija no | hojea ningiin periddico, sina que esté tensa como a la espera de algo que ha de sucederse al fondo, por encima de la plataforma, Después de leer en la prensa los avi- sos econdémicos, hay dias en que pienso que la riqueza est4 al fin por llegarme. Pero hay los otros dias en que Tuego de su lectura, no puedo dejar de pensar en que cada vez mds, estoy al borde de la miseria, Los avi- sos econémicos me ocasionan el jubilo, la seguridad. Pero también la desdicha, lo que desguarnece. HIJA Al grano: ¢Tu crees que fue asesinado o que se suicidd? ote la De inmediato aparece al fondo, por sobre la plataforma, un gran retrato en blanco y megro de Salvador Allende, con ese rosiro friste, conmovido, con que apareciéd en los noticieras de televisién, durante los sltimos dias de su gobierno. HIJA La Hija desciende del escenario, se mueve entre la printera fila de los espectadores y luego dirigiéndose a uno, con seriedad irreprachable: :Ti qué crees? De re- greso al escenario ¢Tan sdlo Ja tragedia personal de un hombre cuyas esperanzas y suefios han sido frustrados terminando en suicidio o asesinato? El retrato al bacerse més borroso luce amarillento, como las paginas de los periddicos viejos, hasta que desaparece. MADRE Grita: ¢Muerte o asesinato? 7 HIJA Una calma de antiguos pueblos: Tenemos que se- { guir averiguando. FIN DEL PRIMER ACTO SEGUNDO ACTO Hw E; gCual es el otro cuento? El de Ja chica germana. IRE: gCémo se llama? A: Mercedes Benz, DRE: El nombre me es familiar. gArtista de cine? JA: Mercedes era una robusta joven teutona. ADRE Con reserva: gNazi? [JA: Postnazi. Como no pudo aferrarse al ejército ale- , s¢ aferré desesperadamente a la dieta alemana.— Salchichas. Repollo. Cerveza. A los treinta afios, en la itud de su hermosura, empezé a comprar toallas sanitarias de tamafio super. Su sangre atrafa a las toallas sanitarias de gran tamafio, pero no a los hombres. Asi decididé someterse a la... metamorfosis industrial. ADRE: ¢Un término conocido por los factores de pro- n, que contribuyen al progreso econdmico de la epublica? ; TJA: En un cerrar de ojos, el cuerpo de Mercedes = quirié formas de auto. ¥ el auto Mercedes Benz ha conseguido lo que nunca logré la muchacha Mercedes. Aguellos ejecutivos de todo el mundo, que jamds pudo ; a con sus solas belleza y femntuidads los tiene a; atsa, “Carlitos”. DRE: Ti sélo cuentas cuentos. Nunca, nada personal. -Experiencias. . Me ieaeae que te gustaban mds los cuentos. La (ADRE: Di algo de tu propia vida. Temo que no pueda. Si hubiera tenido un traje de A DRE: 2Qué hubiese pasado? JA: Hubiera hecho un viaje de bodas. Tendria algo ‘para contar después. Bueno... en cierta oportunidad, tuve a punto de tener un amigo. DRE: ;Qué bien! : Hace muchos ajfios... MADRE: Qué crema usabas, entonces, para la cara? HIJA: Fue una época sombria. Sdlo usaba “Maybelline” para los parpados. MADRE: ¢La sombra del “Maybelline” habra ayudado, también, a oscurecer todos los destinos, todas las vidas? HIJA: Asisti a una fiesta donde tocaba la ‘“Billo’s Happy Boys”. La gente engullia mucha ensalada rusa. MADRE: Por un exclusive afén de conocimiento, Stalin, el marxismo. HIJA: De pronto aparecié ¢l, sonriendo y repartiendo sus fotografias en las que se veia claramente impreso: “4 los que piden audiencias, carifiosamente Carlitos”. MADRE: En la pista de baile de la “Billo’s” sdlo se baila- ban guarachas.. . HIJA: Pasé a mi lado y me regalé uno de los retratos, en cuyo dorso me habia fijado el dia y la hora para una audiencia. MADRE: Jams se me ocurrié que hayas levado munda- na vida de audiencias. HIJA: No volvi a ver a Carlitos, excepto en el retrato do- nado. A la entrada del Ministerio, me pidieron la cédula de identidad. Por supuesto, me negué rotunda- mente. MADRE May Idgica y cruzando los dedos: Sin embargo es un ptocedimiento usual. La porteria de un Ministe- tio no se diferencia mucho de la de un departamento policial. HIJA: ¢Dénde vives? gIgnoras lo que significa despren- derse, aunque sea por un instante, de la cédula de identidad en un pais tan violento como éste? Era como verme despojada de mis pantaletas. MADRE: Si hubieras visto de nuevo a Carlitos a lo mejor te ofrece un cargo. Ofrecer cargos es la tinica férmula de cortesia que, atin, se ventila entre nuestros conciu- dadanos. HIJA: ;Lucia tan cortés durante el reparto de fotos! MADRE: Hubieses podido comprar docenas y docenas de trajes nupeiales. Con desprecio. Pero a ti lo que te importé fue tu eédula. HIJA Reealcitrante: Mis-pan-ta-le-tas. MADRE: Ya para ese tiempo ¢las cédulas eran a todo color? : 30 LA: Me indigné muchisimo cuando a la puerta del Ministerio, me preguntaron: “Su cédula es a todo co- Jor?” De ningiin modo, les dije. Siempre he sido par- __ tidaria del cine en blanco y negro. oh Pausa. “El Tranvia”. Se aye el sonido del reloj despertador que suena, enfati- camente, durante algunos segundos. _ MADRE Alegre: Finalmente! El tranvia que vuelve a pasar al frente, como antes. HIJA: Es el reloj despertador. Termina el sonido. _ MADRE: De inmediato podemos esperar la Ilegada de s un visitante fino, educado. De un caballero, En los tran- es vias, sélo viajan caballeros, % HIJA: El reloj despertador esta descompuesto y en lugar de sonar de mafiana, lo hace ahora. En la actualidad + no hay buenos relojeros. MADRE: E! atreglo de relojes es como un euidadoso, mi- nucioso zurcido por hacer. El tiempo. .. HIJA La ataja répidamente y girando, como si estuviese i bailando un vals: El tiempo es ese vaivén que empuja los hombres hacia las mujeres y de nuevo, las mujeres | fe hacia los hombres. fk | ‘ Breve silencio. MADRE: Con el tiempo, se han transformado en una | insistente cinta roja, en un hilo bermellén que atraviesan mi existencia una y otra vez. _ HIJA: -Coagulan? _ MADRE Cow extrafieza: ¢Coagulan, qué? HIJA: Esas sangres. . . __ MADRE: Son luces rojas. HIJA Insinuante: gUn paisaje bermejo? Siti Evpieza a escucharse el sonido del reloj despertador, como desde muy lejos. 3L eats ee

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