You are on page 1of 79
Funcién y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanilisis! PREFACIO En particular, no habré que olvidar que la separacién en embriologia, anatomia, fisiologia, psicologia, sociologia, clinica, no existe en la naturaleza y que no hay mas que una disciplina: la newrobiologia, a la que la observacién nos obliga a aiiadir el epiteto humana en lo que nos concierne, (CITA ESCOGIDA PARA EXERGO DE UN INSTITUTO DE PSICOANALISIS, EN 1952 El discurso que se encontrar aqui merece ser introducido por sus Gircunstancias, Porque leva sus marcas. El tema fue propuesto al autor para constituir el informe teérico usual, en la reuniGn anual que la sociedad que representaba entonces al psicoandlisis en Francia proseguia desde hacia dieciocho afios en una tradicién que se habia ‘wuelto venerable bajo el titulo de “Gongreso de los Psicoanalistas de Lengua Francesa”, extendido desde hacia dos afios a los psicoanalistas de lengua ro- mance (y en el que se comprendia a Holanda por una tolerancia de len- guaje). Ese Congreso debia tener lugar en Roma en el mes de septiembre de 1953, En el intervalo, ciertas disensiones graves acarrearon en el grupo francés una secesién, Se habian revelado con ocasién de la fundacién de un “insti. tuto de psicoanilisis”. Se pudo escuchar entonces al equipo que habia lo- grado imponer sus estatutos y su programa proclamar que impediria hablar en Roma a aquel que junto con otros habia intentado introducir una concep- Gin diferente, y utiliz6 con ese fin todos los medios que estaban en su poder 1 Informe del Congreto de Roma celebrado en el Istituto di Psicologia della Universiti di Roma el 26 y el 27 de septiembre de 1953, 232 ESCRITOS 1 No parecié sin embargo a aquellos que desde entonces habjan fundado la nueva Sociedad Francesa de Psicoanilisis que debiesen privar de la manifes- tacién anunciada a la mayoria de estudiantes que se adherian a su ense- fhanza, ni siquiera que debiesen renunciar al lugar eminente donde habia sido proyectada Las simpatias generosas que vinieron en su ayuda del grupo italiano no los colocaban en situacién de huéspedes inoportunos en la Ciudad universal En cuanto al autor de este discurso, pensaba estar asistido, por muy des. igual que hubiese de mostrarse ante la tarea de hablar de la palabra, por al guna connivencia inscrita en aquel lugar mismo, Recordaba en efecto que, mucho antes de que se revelase alli la gloria de la més lta cétedra del mundo, Aulio Gelio, en sus Noches éticas, daba al lugar Mamado Mons Vaticanus la etimologia de vagire, que designa los primeros bal- buceos de la palabra Si pues su discurso no hubiese de ser cosa mejor que un vagido, por lo me- nos tomaria de ello el auspicio de renovar en su disciplina los fundamentos que ésta toma en el lenguaje. Esta renovacin tomaba asimismo de a historia demasiado sentido para que él por su parte no rompiese con el estilo tradicional que sittia el “in- forme” entre la compilacién y la sintesis, para darle el estilo irénico de una puesta en tela de juicio de los fundamentos de esa disciplina. Puesto que sus oyentes eran esos estudiantes que esperan de nosotros la palabra, fue sobre todo pensando en ellos como foment su discurso, y para renunciar en su honor a las reglas que se observan entre augures de remedar el rigor con la minucia y confundir regla y certidumbre En el conilicto en efecto que los habia llevado a la presente situacién, se ha- bian dado pruebas en cuanto a su autonomia de temas de un desconoci- miento tan exorbitante, que la exigencia primera correspondia por ello a una reacci6n contra el tono permanente que habia permitido semejante exceso, Es que mas alld de las circunstancias locales que habfan motivado este con- flicto, habia salido a luz un vicio que las rebasaba con mucho. Ya el solo he- cho de que se haya podido pretender regular de manera tan autoritaria la formacién del psicoanalista planteaba la cuestién de saber si los modos esta- blecidos de esta formacién no desembocaban en el fin paradéjico de una mi- norizaci6n perpetuada, Giertamente, las formas iniciaticas y poderosamente organizadas en las qne Freud vio la garantia de la transmisién de su doctrina se justifican en la posicién de una disciplina que no puede sobrevivirse sino manteniéndose en el nivel de una experiencia integral. FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 233, Pero zno han llevado a un formalismo decepcionante que desalienta la ini ciativa penalizando el riesgo, y que hace del reino de la opinién de los doc- tos el principio de una prudencia décil donde la autenticidad de la investiga. cidn se embota antes de agotarse? La extrema complejidad de las nociones puestas en juego en nuestro do- minio hace que en ningtin otro sitio corza un espititu, por exponer su juicio, mis totalmente el riesgo de descubrir su medida. Pero esto deberia arrastrar la consecuencia de hacer nuestro propésito primero, sino es que tinico, de la liberacién de las tesis por la elucidacién de los principios. La seleccidn severa que se impone, en efecto, no podria ser remitida a los aplazamientos indefinidos de una coopcién quisquillosa, sino a la fecundi- dad de Ia produccién concreta y a la prueba dialéctica de sostenimientos contradictorios, Esto no implica de nuestra parte ninguna valorizacién de la divergencia. Muy al contrario, no sin sorpresa hemos podido escuchar en el Congreso in- ternacional de Londres, al que, por no haber cumplido las formas, veniamos como demandantes, a una personalidad bien intencionada para con nos- otros deplorar que no pudiésemos justificar nuestra secesién por algtin desa- cuerdo doctrinal. ;Quiere esto decir que una asociacién que quiere ser inter~ nacional tiene otto fin sino el de mantener el principio de la comunidad de nuestra experiencia? Sin duda es el secreto de Polichinela que hace un buen rato que ya no hay tal, y fue sin ningiin escéndalo como al impenetrable sefior Zilboorg, que po- niendo aparte nuestro caso insistia en que ninguna secesidn fuese admitida sino a titulo de debate cientifico, el penetrante sefior Walder pudo replicar que de confrontar los principios en que cada uno de nosotros cree fundar su experien- Ga, nuestros muros se disolverfan bien pronto en la confusién de Babel. Creemos por nuestra parte que, si innovamos, no esta en nuestros gustos hacer de ello un mérito. En una disciplina que no debe su valor cientifico sino a los conceptos tee ricos que Freud forjé en el progreso de su experiencia, pero que, por estar todavia mal criticados y conservar por lo tanto la ambigiiedad de la lengua vulgar, se aprovechan de esas resonancias no sin incurrir en malentendidos, nos parecerfa prematuro romper la tadicién de su terminologia Pero nos parece que esos términos no pueden sino esclarecerse con que se establezca su equivalencia en el lenguaje actual de la antropologia, incluso en los tiltimos problemas de la filosofia, donde a menudo el psicoandlisis no tiene sino que recobrar lo que es suyo. 234 ESCRITOS 1 Urgente en todo caso nos parece la tarea de desbrozar en nociones que se amortiguan en un uso de rutina el sentido que recobran tanto por un re- torno a su historia como por una reflexién sobre sus fundamentos subjetivos. Ksta es sin duda la funcién del docente, de donde todas las otras depen- den, yes en ella donde mejor se inscribe el precio de la experiencia. Descuidesela y se obliteraré el sentido de na accibn que no recibe sus efec- tos sino del sentido, y las reglas técnicas, de reducirse a recetas, quitan a la ex: periencia todo alcance de conocimiento ¢ incluso todo criterio de realidad. Pues nadie es menos exigente que un psicoanalista sobre lo que puede dar su estatuto a una accién que no esta lejos de considerar él mismo como mé- gica, a falta de saber dénde situarla en una concepcisn de su campo que no se le ocurre hacer concordar con su préctica. El exergo cuyo adorno hemos transportado a este prefacio es un ejemplo de ello bastante lindo. Por eso también, cesta acaso de acuerdo con una concepcién de la forma Gi6n analitica que seria la de una escuela de conductores que, no contenta con aspirar al privilegio singular de extender Ia licencia de conductor, imagi- nase estar en situaci6n de controlar la construccién automovilistica? Esta comparacién valdré lo que valga, pero sin duda vale tanto como las que corren en nuestras asambleas mas graves y que a pesar de haberse origi- nado en nuestro discurso a los idiotas, ni siquiera tienen el sabor de los ca- melos de iniciados, pero no por eso parecen recibir menos tm valor de uso de su caraeter de pomposa inepcia. La cosa empieza en la comparaci6n de todos conocida del candidato que se deja arrastrar prematuramente a la préctica con el cirujano que operaria sin asepsia, y lega hasta la que incita a lorar por esos desdichados estudian- tes desgarrados por el conflicto de sus maestros como nitios por el divorcio de sus padres. ‘Sin duda, ésta, la iltima en nacimiento, nos parece inspirarse en el respeto debido a los que han suftido en efecto lo que lamaremos, moderando nues- tro pensamiento, una presién en la ensefianza que los ha sometido a una dura prueba, pero puede uno preguntarse también, escuchando su trémolo en la boca de los maestros, silos limites del infantilismo no habran sido sin previo aviso retrotraidos hasta la tonteria. Las verdades que estas frases hechas recubren merecerfan sin embargo que se las sometiese a un examen mis serio. Método de verdad y de desmistificacién de los canuflajes subjetivos, gma- nifestaria el psicoandlisis una ambicién desmedida de aplicar sus principios a su propia corporacién, o sea, ala concepcién que se forjan los psicoanalistas FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 235, de su papel ante el enfermo, de su lugar en la sociedad de los espititus, de sus relaciones con sus pares y de su misién de ensefianza? Acaso por volver a abrir algunas ventanas a la plena luz del pensamiento de Freud, esta exposicién aliviara en algunos la angustia que engendra una accién simbélica cuando se pierde en su propia opacidad. Sea como sea, al evocar las circunstancias de este discurso no pensamos en absoluto en excusar sus insuficiencias demasiado evidentes por el apresura- miento que de ellas recibi6, puesto que es por el mismo apresuramiento por el que toma su sentido con su forma, ‘Amis de que hemos demostrado, en un sofisma ejemplar del tiempo in- tersubjetivo,? la funcién del apresuramiento en la precipitacién légica donde la verdad encuentra su condicién irrebasable. Nada creado que no aparezca en la urgencia, nada en la urgencia que no engendre su rebasamiento en la palabra Pero nada también que no se haga en ella contingente cuando viene su momento para ¢l hombre, donde puede identificar en una sola razén el par- tido que escoge y el desorden que denuncia, para comprender su coherencia en Io real y adelantarse por su certidumbre respecto de la accién que los pone en equilibrio. INTRODUCCION ‘Vamos a determinar esto mientras estamos todavia en el afetio de nuestra materia, pues cuando lleguemos al perihelio, el calor sera capaz de hacémmosla olvidar LICHTENBERG “Flesh composed of suns. How can such be?”, exclaim the simple ones. R BrowntNe, Parleying with certain people Es tal el espanto que se apodera del hombre al descubrir la figura de su poder, que se aparta de ella en la accién misma que es Ia suya cuando esa acci6n la muestra desnuda, Es el caso del psicoandlisis, El descubrimiento 2 GE, “EI tiempo légico y el aserto de certidumbre anticipada”, en este tomo, p. 193. 236 xscrrTos 1 —prometeico— de Frend fue una acci6n tal; su obra nos da testimonio de ello; pero no esté menos presente en cada experiencia humildemente le- vada a cabo por uno de los obreros formados en su escuela. Se puede seguir al filo de los afios pasados esa aversién del interés en cuanto a las funciones de la palabra y en cuanto al campo del lenguaje. Ella motiva los “cambios de meta y de técnica” confesados en el movimiento y cuya relacién con el amortiguamiento de la eficacia terapéutica es sin em- bargo ambigua. La promocién en efecto de la resistencia del objeto en la teo- riay en la técnica debe ser sometida ella misma a la dialéctica del analisis que no puede dejar de reconocer en ella una coartada del sujeto. Tratemos de dibujar la tépica de este movimiento, Considerando esa lite- ratura que llamamos nuestra actividad cientifica, los problemas actuales del psicoanilisis se desbrozan netamente bajo tres encabezados A] Funcién de lo imaginario, diremos nosotros, o mas directamente de los, fantasmas, en la técnica de Ia experiencia y en la constitucién del objeto en Jos diferentes estadios del desarrollo psiquico. El impulso vino aqui del psi- coanilisis de los nifios, y del terreno favorable que ofrecia a las tentativas como a las tentaciones de los investigadores la cercania de las estructuracio- nes preverbales. Es alli también donde su culminacién provoca ahora un re- tomo planteando el problema de la sancién simbélica que ha de darse a los fantasmas en su interpretacién, B] Nocién de las relaciones libidinales de objeto que, renovando la idea del progreso de la cura, reestructura sordamente su conduccién. La nueva perspectiva tomé aqui su arranque de la extensin del método a las psicosis yde la apertura momentanea de la técnica a datos de principio diferente, El psicoanilisis desemboca por ahi en una fenomenologia existencial, y aun en un activismo animado de caridad. Aqui también una reacci6n nitida se ejerce en favor de un retorno al pivote técnico de la simbolizacién, C] Importancia de la contratransferencia y, correlativamente, de la forma- i6n del psicoanalista. Aqui el acento vino de los azoros de la terminacién de Ja cura, que convergen con los del momento en que el psicoanilisis didactico acaba en la introduccién del candidato a la practica. se observa la misma oscilacién: por una parte, y no sin valentia, se indica el ser del analista como elemento no despreciable en los efectos del andlisis y que incluso ha de ex- ponerse en su conduccién al final del juego; no por ello se promulga menos enérgicamente, por otra parte, que ninguna solucién puede provenir sino de una profundizacién cada ver mas extremada del resorte inconsciente Estos tres problemas tienen un rasgo comin fuera de la actividad de pic neros que manifiestan en tres fronteras diferentes con la vitalidad de la expe- FUNCION Y CAMPO DE LA PALABRA 237 riencia que los apoya. Ks la tentacién que se presenta al analista de abando- nar el fundamento de la palabra, y esto precisamente en terrenos donde su uso, por confinar con lo inefable, requerirfa mas que nunca su examen: a sa- ber, la pedagogia materna, la ayuda samaritana y la maestria dialéctica, El pe- ligro se hace grande si abandona ademas su lenguaje en beneficio de lengua- jes ya instituidos y respecto de los cuales conoce mal las compensaciones que ofrecen a la ignorancia. En verdad nos gustaria saber mas sobre los efectos de la simbolizacién en ,y las madres oficiantes en psicoanilisis, aun las que dan a nuestros mis altos consejos un aire de matriarcado, no estan al abrigo de esa confu- sin de las lenguas en la que Ferenczi designa la ley de la relacién nitio- adulto® Las ideas que nuestros sabios se forjan sobre la relacién de objeto acabada son de una concepcién mas bien incierta y, si son expuestas, dejan aparecer una mediocridad que no honra a la profesién. No hay duda de que estos efectos donde el psicoanalista coincide con el tipo de héroe moderno que ilustran hazaias irrisorias en uma situacién de extravio— podrian ser corregidos por una justa vuelta al estudio en el que el psicoanalista deberia ser maestro, el de las fimciones de la palabra. Pero parece que, desde Freud, este campo central de nuestro dominio haya quedado en barbecho. Observemos cuanto se cuidaba él mismo de e: cunsiones demasiado extensas en su periferia: habiendo descubierto los esta- dios libidinales del nifio en el anzlisis de los adultos y no interviniendo en el pequeiio Hans sino por intermedio de sus padres; descifrando un pafio en- tero del lenguaje del inconsciente en el delirio paranoide, pero no utilic zando para eso sino el texto clave dejado por Schreber en la lava de su catis- trofe espiritual. Asumiendo en cambio para la dialéctica de la obra, como para la tradicin de su sentido, y en toda su altura, la posicién de la maestria, eQuiere esto decir que si el lugar del maestro queda vacio, es menos por el hecho de su desaparicién que por una obliteracidn creciente del sentido de su obra? gNo basta para convencerse de ello comprobar lo que ocurre en ese lugar? Una técnica se transmite alli, de un estilo macilento y aun reticente en su opacidad, y al que toda aereacién critica parece enloquecer. En verdad, to- mando el giro de un formalismo Mevado hasta el ceremonial, y tanto que 5 Ferenczi: “Confusion of tongues between the adult and the child”, Jnt Jouz af Paycho., 1949, XX, io, pp. 225-280, 238 xscrrTos 1 puede to preguntarse si no cae por ello bajo el mismo paralelismo con la neurosis obsesiva, a través del cual Freud apunt6 de manera tan convincente al uso, sino a la génesis, de los ritos religiosos. a analogia se acentiia si se considera la literatura que esta actividad pro- duce para alimentarse de ella: a menudo se tiene en ella la impresién de un eatioso circuito cerrado, donde el desconocimiento del origen de los térmi- nos engendra el problema de hacerlos concordar, y donde el esfuerzo de re- solver este problema refuerza este desconocimiento, Para remontarnos a las causas de esta deterioracién del discurso analitico, es legitimo aplicar el método psicoanalitico a la colectividad que lo sostiene Hablar en efecto de la pérdida del sentido de la accidn analitica es tan cierto y tan vano como explicar el sintoma por su sentido, mientras ese sen- tido no sea reconocido. Pero es sabido que, en ausencia de ese reconoci- miento, la accién no puede dejar de ser experimentada como agresiva en el nivel en que se coloca, y que en ausencia de las “resistencias” sociales en que el grupo analitico encontraba ocasién de tranquilizarse, los limites de su to- lerancia a su propia actividad, ahora “concedida” si es que no admitida, no dependen ya sino de la masa numérica por la que se mide su presencia en la escala social. Estos principios bastan para repartir las condiciones simbélicas, imaginarias yreales que determinardn las defensas —aislamiento, anulacién, negacién y en general desconocimiento— que podemos reconocer en la doctrina, Entonces si se mide por su masa la importancia que el grupo norteameri- cano tiene para el movimiento analitico, se apreciarén en su peso las condi- ciones que se encuentran en él. En el orden simbélico, en primer lugar, no se puede descuidar la impor tancia de ese factor ¢ del que hablabamos en el Congreso de Psiquiatria de 1950, como de una constante caracteristica de un medio cultural dado: con- dicién aqui del antihistoricismo en que todos estan de acuerdo en reconocer 1 rasgo principal de la “comunicaci6n” en los Estados Unidos, y que a nues- tro entender esta en los antipodas de la experiencia analitica, A lo cual se afiade una forma mental muy autéctona que bajo el nombre de behaviourismo domina hasta tal punto la nocién psicolégica en Norteamérica, que esta claro que a estas alturas ha recubierto totalmente en el psicoanalisis la inspi- raci6n freudiana, En cuanto a los otros dos érdenes, dejamos a los interesados el cuidado de apreciar lo que los mecanismos manifestados en la vida de las sociedades psi- coanaliticas deben respectivamente a las relaciones de prestancia en el inte- rior del grupo y a los efectos de su libre empresa sentidos sobre el conjunto FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 230 del cuerpo social, asi como el crédito que conviene dara la nocién subrayada por uno de sus representantes mas Iicidos, de la convergencia que se ejerce entre la extraneidad de un grupo donde domina el inmigrante y la distancia. cidn a que lo atrae Ia fuuncién que acartean las condiciones arriba indicadas de ta cultura Aparece en todo caso de manera innegable que la concepcidn del psicoa- nilisis se ha inclinado allf hacia la adaptacién del individuo al entorno social, la buisqueda de los patterns de Ia conducta y toda la objetivacién implicada en la nocién de las human relations, y es ésta sin duda una posicién de exclusion privilegiada con relacién al objeto humano que se indica en el término, na- cido en aquellos parajes, de human engineering. Asi pues a la distancia necesaria para sostener semejante posicién es ala que puede atribuirse el eclipse en el psicoanilisis de los términos mas vivos de su experiencia, el inconsciente, la sexualidad, cuya mencién misma pare- ceria que debiese borrarse préximamente No tenemos por qué tomar partido sobre el formalismo y el espfritu tende- il, que los documentos oficiales del grupo mismo sefialan para denunciar los, El fariseo y el tendero no nos interesan sino por su esencia comin, fuente de las dificultades que tienen uno y otro con la palabra, y especial mente cuando se trata del talking shop, de hablar del oficio. Es que la incomunicabilidad de los motivos, si puede sostener un magiste- rio, no corre pareja con la maestria, por lo menos la que exige una ense- fianza. La cosa por lo demas fue percibida cuando fue necesario hace poco, para sostener su primacia, dar, para guardar las formas, al menos wna lecci6n, Por eso la fidelidad indefectiblemente reafirmada por el mismo bando ha- cia la técnica tradicional previo balance de las pruebas hechas en los campos- frontera enumerados mas arriba no carece de equivocos; se mide en la susti- tucién del término clésico al término ortodoxo para calificar a esta técnica, Se prefiere atenerse a las buenas maneras, a falta de saber sobre la doctrina de- cir nada Afirmamos por nuestra parte que la técnica no puede ser comprendida, ni por consiguiente correctamente aplicada, si se desconocen los conceptos que la fundan, Nuestra tarea seré demostrar que esos conceptos no toman su pleno sentido sino orientandose en un campo de lenguaje, sino ordenane dose a la funcién de la palabra, Punto en el que hacemos notar que para manejar algtin concepto freu- diano, la lectura de Freud no podria ser considerada superflua, aunque faese para aquellos que son homénimos de nociones corrientes. Como lo demues- ta la malaventura que la temporada nos trae a la memoria de una teoria de 240 ESCRITOS 1 los instintos revisada de Frend por un autor poco despierto a la parte, Ia- mada por Freud expresamente mitica, que contiene, Manifiestamente no po- dria serlo, puesto que la aborda por el libro de Marie Bonaparte, que cita sin cesar como un equivalente del texto freudiano y esto sin que nada advierta de ello al lector, confiando tal vez, no sin raz6n, en el buen gusto de éste para no confunditlos, pero no por ello dando menos prueba de que no entiende ni jota del verdadero nivel de la segunda mano. Por cuyo medio, de reduc- cidn en deducci6n y de induccién en hipstesis, el autor concluye con la es- tiicta tautologia de sus premisas falsas: a saber, que los instintos de que se trata son reductibles al arco reflejo. Como la pila de platos cuyo derrumbe se destila en la exhibicién clasica, para no dejar entre las manos del artista mas que dos trozos desparejados por el destrozo, la construccién compleja que va desde el descubrimiento de las migraciones de la libido a las zonas erégenas hasta el paso metapsicol6gico de un principio de placer generalizado hasta el instinto de muerte, se convierte en el binomio de un instinto erético pasivo modelado sobre la actividad de las despiojadoras,* caras al poeta, y de un ins- tinto destructor, simplemente identificado con la motricidad. Resultado que merece una mencién muy honrosa por el arte, voluntario o no, de Hevar hasta el rigor las consecuencias de un malentendido. 1. PALABRA VACIA ¥ PALABRA PLENA EN LA REALIZACION PSICOANALITICA, DEL SUJETO Donne en ma bouche parole vraie et estable et fay de moy langue caulte, ERNELLE CONSOLAGION, CAPITULO XLV: QU'ON NE DOIT PAS CHAGUN CROIRE ET DU LEGIER TREBUCHEMENT DE PAROLES. Charla siempre. DIVISA DEL PENSAMIENTO “CAUSIST Ya se dé por agente de cnracién, de formacién o de sondeo, el psicoanilisis no tiene sino un medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no 4 [Alusion al poema de Rimbaud: "Les chercheuses de poux”. 75 5 [Juego de palabras: causr, “causay’, significa también, en el lenguaje pop lar, “charlar”. 15} FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 241 excusa que se la desatienda, Ahora bien, toda palabra llama a uma respuesta Mostraremos que no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra mis que el silencio, con tal de que tenga un oyente, y que éste es el meollo de su funcidn en el anzliss. Pero si el psicoanalista ignora que asi sucede en la funcién de la palabra, no experimentard sino més fuertemente su llamado, y si es el vacio el que pri- meramente se hace oft, es en si mismo donde lo experimentara y sera mas alld de la palabra donde buscara una realidad que colme ese vacio. Llega asi a analizar el comportamiento del sujeto para encontrar en él lo que no dice. Pero para obtener esa confesi6n, es preciso que hable de ello. ‘Vuelve entonces a recobrar la palabra, pero vuelta sospechosa por no haber respondido sino a la derrota de su silencio, ante el eco percibido de su pro- pia nada, Pero gqué era pues ese llamado del sujeto més all del vacfo de su decix? Llamado a la verdad en su principio, a través del cual titubeardn los lamados de necesidades més humildes, Pero primeramente y de golpe llamado pro- pio del vacio, en la hiancia ambigua de una seduccién intentada sobre el otto por los medios en que el sujeto sitiia su complacencia y en que va a adentrar el monumento de su narcisismo. “Ya estamos en la introspeccién!”, exclama el prudente caballero que se las sabe todas sobre sus peligros. Ciertamente no habré sido él, confiesa, el {iltimo en saborear sus encantos, si bien ha agotado sus provechos. Lastima que no tenga ya tiempo que perder: Porque oiriais estupendas y profundas cosas, si llegase a vuestro divan. Fs extraiio que un analista, para quien este personaje es uno de los prime- ros encuentros de su exper psicoandlisis. Porque apenas se acepta la apuesta, se escabullen todas aque- mncia, se valga todavia de la introspeccién en el llas bellezas que crefa uno tener en reserva. Su cuenta, de obligarse a ella, pa- recera corta, pero se presentan otras bastante inesperadas de nuestro hom- bre como para parecerle al principio tontas y dejarlo mudo un buen momento. Suerte comiin.® Capta entonces la diferencia entre el espejismo de monélogo cuyas fanta- sias acomodaticias animaban su jactancia, y el trabajo forzado de ese discurso sin escapatoria que el psicdlogo, no sin humorismo, y el terapeuta, no sin ax tucia, decoraron con el nombre de “asociacién libre”, 6 Pérrafo reelaborado (1966) 242 ESCRITOS 1 Porque se trata sin duda de tn trabajo, y tanto que ha podido decirse que exige un aprendizaje y aun llegar a ver en ese aprendizaje el valor formador de ese trabajo, Pero tomado asi, gqué otra cosa podria formar sino un obrero calificado? Yentonces, qué sucede con ese trabajo? Examinemos sus condiciones, su frnto, con la esperanza de ver mejor asi su meta y su provecho. Se habra reconocido a la pasada la pertinencia del término durcharbeiten a que equivale el inglés working through, y que entre nosotros ha desesperado a los traductores, aun cuando se ofreciese a ellos el ejercicio de agotamiento mar cado para siempre en la lengua francesa por el cufio de un maestro del estilo “Cien veces en el telar volved a poner...” pero zcdmo progresa aqui la obra? La teoria nos recuerda la triada: frustracion, agresividad, regresién. Es uma explicacién de aspecto tan comprensible que bien podria dispensarnos de comprender. La intuicién es égil, pero una evidencia debe sernos tanto mas sospechosa cuando se ha convertido en lugar comin. Si el analisis viene a sorprender su debilidad, convendré no conformarse con el recurso a la afec- tividad. Palabratabti de la incapacidad dialéctica que, con el verbo intelectua- lizar, cuya acepcin peyorativa hace mérito de esa incapacidad, quedardn en la historia de la lengua como los estigmas de nuestra obtusin en lo que res- pectaal sujeto® Preguntémonos més bien de dénde viene esa frustracién, {Bs del silencio del analista? Una respuesta, incluso y sobre todo aprobadora, a la palabra va- cfa muestra a menudo por sus efectos que es mucho mas frustrante que el si- lencio. :No se tratara més bien de una frustracién que seria inherente al dis- eanso mismo del sujeto? :No se adentra por él el sujeto en una desposesién mis y mas grande de ese ser de sf mismo con respecto al cual, a fuerza de pinturas sinceras que no por ello dejan menos incoherente la idea, de recti- ficaciones que no llegan a desprender su esencia, de apuntalamientos y de defensas que no impiden a su estatua tambalearse, de abrazos narcisistas que se hacen soplo al animarlo, acaba por reconocer que ese ser no fue nunca sino su obra en lo imaginario y que esa obra defrauda en él toda certidum- bre? Pues en ese trabajo que realiza de reconstruisla para otro, vuelve a encon- tar la alienacién fundamental que le hizo construitla como otra, y que la des- tiné siempre a serle hurtada por otro? 7 [Ving (sie) fois sur le méties, remettez vorre ownage..." Boileau, Art pot quest] 8 Habiamos escrito primeramente: en materia de psicologia (1966) 9. Parrafo reelaborado (1966) FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 243, Este ego, cuya fnerza definen ahora nuestros tedricos por la capacidad de sostener una frustracién, es frustracién en su esencia.”? sjeto, sino de un objeto donde su deseo esta alienado y que, cuanto mas se elabora, tanto més se ahonda para el sujeto la alienacién de su goce. Frustracién pues de segundo grado, y tal que aun cuando el sujeto en su discurso Hlevara su forma hasta la imagen pasivizante por la cual el sujeto se hace objeto en la ceremonia del espejo, no podria con ello satisfacerse puesto que aun si alcanzase en esa imagen su mas perfecta similitud, segu siendo el goce del otro lo que haria reconocer en ella, Por eso no hay res puesta adecuada a ese discurso, porque el sujeto tomara como de desprecio toda palabra que se comprometa con su equivocaci6n.!! La agresividad que el sujeto experimentara aqui no tiene nada que ver con la agresividad animal del deseo frustrado. Esta referencia con la que muchos se contentan enmascara otra menos agradable para todos y para cada uno: la agresividad del esclavo que responde a la frustracién de su trabajo por un de- seo de muerte. Se concibe entonces cémo esta agresividad puede responder a toda inter- venci6n que, denunciando las intenciones imaginarias del discurso, desarma el objeto que el sujeto ha construido para satisfacerlas. Es lo que se llama en efecto el anilisis de las resistencias, cuya vertiente peligrosa aparece de inme- diato, Esté sefialada ya por la existencia del ingenuo que no ha visto nunca ma- nifestarse otra cosa que la significacién agresiva de las fantasias de sus sujetos.!2 Fs frustracién no de un deseo del s 10 Es éste el punto de cruzamiento de una desviacién tanto prictica como teé: rica, Pues identificar el ego con la disciplina del sujeto es confundi el aislamiento imaginario con el dominio de los instintor, Es por ello expo- nerse a errores de juicio en la conduccién del tratamiento, asia apuntar a ‘un reforzamiento del ogo en muchas neurosis motivadas por sa estructura demasiado fuerte, lo ctial es un callején sin salida. -No hemos leido, bajo la puma de nuestro amigo Michael Balint, que tun reforzamiento del ego debe ser favorable al nyjeto que sufze de yjarulatiopraccex, porque le permitinia tuna suspension ms prolongada de at desea? :Cémo pensarlo sin embargo, sices precisamente al hecho de que st deseo esté suspendido de la fancién, imaginaria del «goal que el syjeto debe el cortocizeuito del acto, sobre el cual la clinica psicoanalitica muestra claramente que esta igado a la identi- ficacién narcissta con la pareja? AL [Juego de palabras entte mepris,"desprecio”, y mépriv, “equivocaci6n”, 15] 12 Eto en el trabajo mismo al que damos la palma al final de nuestra intro~ duccién (1966). Queda sehalado en lo que sigue que la agresividad no es sino un efecto lateral de la frustracidn analitca, si bien puede ser reforzado por cierto tipo de intervencisn; que, como tal, no es la raz6n de la pareja frustracisneregresion, 244 ESCRITOS 1 Ese mismo es el que, no vacilando en alegar en favor de un anilisis “can salista” que se propondria transformar al sujeto en su presente por explica- ciones sabias de su pasado, traiciona bastante hasta en su tono la angustia que quiere ahorrarse de tener que pensar que la libertad de su paciente esté suspendida de la de su intervencién. Que el expediente al que se lanza pueda ser en algiin momento benéfico para el sujeto, es cosa que no tiene otro alcance que una broma estimulante y no nos ocuparé mas tiempo. Apuntemos mas bien a ese hic t nunc donde algunos creen deber encerrar Ja maniobra del analisis, Puede en efecto ser ttil, con tal de que la intencién imaginaria que el analista descubre alli no sea separada por él de la relacién simbélica en que se expresa, Nada debe allf leerse referente al yo del sujeto que no pueda ser reasumido por él bajo la forma del yo [je], 0 sea, en pri- mera persona. io he sido esto sino para llegar a ser lo que puedo ser”: si tal no fuese la punta permanente de la asuncién que el sujeto hace de sus espejismos, @dénde podria asitse aqui un progreso? EL analista entonces no podria acosar sin peligro al sujeto en Ia intimidad de su gesto, o aun de su estatica, salvo a condicién de reintegrarlos como par tes mudas de su discurso narcisista, y esto ha sido observado de manera muy sensible, incluso por jévenes practicantes. El peligro alli no es el de la reaccién negativa del sujeto, sino més bien el de su captura en una objetivacién, no menos imaginaria que antes, de su es- titica, 0 aun de su estatua, en un estatuto renovado de su alienacisn, Muy al contrario, el arte del analista debe ser el de suspender las certidum- bres del sujeto, hasta que se consuman sus tiltimos espejismos. ¥ es en el dis- curso donde debe escandirse su resolucién. Por vacio que aparezca ese discurso en efecto, no es asi sino tomandolo en su valor facial: el que justifica la frase de Mallarmé cuando compara el uso comtin del lenguaje con el intercambio de una moneda cuyo anverso y cuyo reverso no muestran ya sino figuras borrosas y que se pasa de mano en mano “en silencio”."* Esta metifora basta para recordarnos que la palabra, incluso en el extremo de su desgaste, conserva su valor de tésera Incluso si no comunica nada, el discurso representa la existencia de la co- municaci6n; incluso si niega la evidencia, afirma que la palabra constituye la 13. [Prefacio al Tyaité du vere, de René Ghil: “Nasvar, ensefiar, incluso descr bir, es0 marcha y atin asi bastaria a cualquiera quis, para intercambiar el pensamiento humano, tomar 0 poner en la mano del otro en silencio una pieza de moneda...” (GEusves completes, Paris, La Pléiade, p. $57). as] FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 245, verdad; incluso si esta destinado a engaiiar, especula sobre la fe en el testi- Por eso el psicoanalista sabe mejor que nadie que la cuestién en él es en- tender a qué “parte” de ese discurso esta confiado el término significativo, y es asi en efecto como opera en el mejor de los casos: tomando el relato de una historia cotidiana por un apélogo que a buen entendedor pocas pala- bras, una larga prosopopeya por una interjeccién directa, o al contrario un simple lapsus por una declaracién harto compleja, y aun el suspiro de un sic Jencio por todo el desarrollo litico al que suple, Asi, es una puntuacién afortumada la que da su sentido al discurso del su- jeto. Por eso la suspensién de la sesién de la que la técnica actual hace un alto puramente cronométrico, y como tal indiferente a la trama del discurso, desempefia en él un papel de escansién que tiene todo el valor de una inter vencién para precipitar los momentos concluyentes. ¥ esto indica liberar a ese término de su marco rutinario para someterlo a todas las finalidades titi les de la técnica Asi es como puede operarse la regresién, que no es sino la actualizacién en el discurso de las relaciones fantaseadas restituidas por un ego en cada etapa de la descomposicién de su estructura, Porque, en fin, esta regresién no es real; no se manifiesta ni siquiera en el lenguaje sino por inflexiones, gi- ros, “tropiezos tan ligeros” [“tebuchements si legiers"] que no podrian en {iltima instancia sobrepasar el artificio del habla “babyish”en el adulto, Impu- tarle la realidad de una relacidn actual con el objeto equivale a proyectar all sujeto en una ilusién alienante que no hace sino reflejar una coartada del psicoanalista, Por eso nada podria extraviar més al psicoanalista que querer guiarse por un pretendido contacto experimentado de Ia realidad del sujeto. Este ca- melo de la psicologia intuicionista, incluso fenomenologica, ha tomado en el ‘uso contemporaneo una extensién bien sintomatica del enrarecimiento de Jos efectos de la palabra en el contexto social presente, Pero su valor obsesivo se hace flagrante con promoverla en una relaci6n que, por sus reglas mismas, excluye todo contacto real. Los jévenes analistas que se dejasen sin embargo imponer por lo que este recurso implica de dones impenetrables, no encontrarén nada mejor para dar marcha atrds que referirse al éxito de los controles mismos que padecen, Desde el punto de vista del contacto con lo real, la posibilidad misma de es- tos controles se convertiria en un problema. Muy al contratio, el controlador manifiesta en ello una segunda visidn (a expresién cae al pelo) que hace para él la experiencia por lo menos tan instructiva como para el controlado, 246 xscrrTos 1 Yesto casi tanto mas cuanto que este tiltimo muestra menos de esos dones, que algunos consideran tanto mas incomunicables cuanto més embarazo provocan ellos mismos sobre sus secretos técnicos Ia raz6n de este enigma es que el controlado desempefia alli el papel de filtro, 0 incluso de refractor del discurso del sujeto, y que asi se presenta ya hecha al controlador una estereografia que destaca ya los tres 0 cuatro regis- tros en que puede leer la partitura constituida por ese discurso. Si el controlado pudiese ser colocado por el controlador en una posicién subjetiva diferente de la que implica el término siniestro de control (ventajo- samente sustituido, pero s6lo en lengua inglesa," por el de supervision), el mejor fruto que sacaria de ese ejercicio serfa aprender a mantenerse é mismo en Ia posicién de subjetividad segunda en que la situacién pone de entrada al controlador Encontraria en ello la via auténtica para alcanzar lo que la clasica fSrmula de Ia atencién difusa y aun distraida del analista no expresa sino de manera muy aproximada, Pues lo esencial es saber a lo que esa atencién apunta: se guramente no, todo nuestro trabajo esta hecho para demostrarlo, aun ob- jeto més alla de la palabra del sujeto, como algunos se constrifien a no per- derlo nunca de vista. Si tal debiese ser el camino del anilisis, seria sin duda a otros mediios a los que recurriria, o bien seria el tinico ejemplo de un mé- todo que se prohibiese los medios de su fin. El iinico objeto que esta al alcance del analista es la relacién imaginaria que lo liga al sujeto en cuanto yo, y,a falta de poderlo eliminar, puede utili- zarlo para regular el caudal de sus orejas, segtin el uso que la fisiologia, de acuerdo con el Evangelio, muestra que es normal hacer de ellas: orgjas para no ofr, dicho de otra manera, para hacer la ubicacién de lo que debe ser oido, Pues no tiene ottas, ni tercera oreja, ni cuarta, para una transaudicin que se desearia directa del inconsciente por el inconsciente. Diremos lo que hay que pensar de esta pretendida comunicacién, Hemos abordado la funcién de la palabra en el andlisis por el sesgo mas ingrato, el de la palabra vacia, en que el sujeto parece hablar en vano de al- guien que, aunque se le pareciese hasta la confusién, nunca se uniré a élen Ja asuncién de su deseo. Hemos mostrado en ella la fuente de la deprecia- cidn creciente de que ha sido objeto la palabra en la teoria y la técnica, yhe- mos tenido que levantar por grados, cual una pesada rueda de molino caida sobre ella, lo que no puede servir sino de volante al movimiento del analisis: 14 [Yen espafol. as FUNCION ¥ CAMPO DE LA PALABRA 247 a saber; los factores psicofisioldgicos individuales que en realidad quedan ex- cluidos de su dialéctica, Dar como meta al andlisis el modificar su inercia pro- pia es condenarse a la ficcién del movimiento, con que cierta tendencia de la técnica parece en efecto satisfacerse. Si dirigimos ahora nuestra mirada al otro extremo de la experiencia psicoa nalitica —a su historia, a su casuistica, al proceso de la cura—, hallaremos motivo de oponer al anélisis del hic «f nunceel valor de la anamnesis como in- dice y como resorte del progreso terapéutico, a la intrasubjetividad obsesiva la intersubjetividad histériea, al andlisis de la resistencia la interpretacién sim- bélica. Aqui comienza la realizacién de la palabra plena Examinemos la relaci6n que ésta constituye. Recordemos que el método instaurado por Breuer y por Freud fue, poco después de su nacimiento, bautizado por una de las pacientes de Breuer, Anna O., con el nombre de “talking cure”, Recordemos que fue la experien- cia inaugurada con esta histérica la que los llevé al descubrimiento del acon- tecimiento patégeno llamado traumatico, Si este acontecimiento fue reconocido como causa del sintoma, es que la puesta en palabras del uno (en las “stories” de la enferma) determinaba el le- vantamiento del otro, Aqui el témino “toma de conciencia’, tomado de la teoria psicol6gica de ese hecho que se elaboré en seguida, conserva un pres- tigio que merece la desconfianza que consideramos como de buena regla res- pecto de las explicaciones que hacen oficio de evidencias. Los prejuicios psi- coldgicos de la época se oponian a que se reconociese en la verbalizacién como tal otra realidad que la de su flatus vocis. Queda el hecho de que en el estado hipnético esta disociada de Ia toma de conciencia y que esto bastaria para hacer revisar esa concepcidn de sus efectos, Pero gcémo no dan aqui el ejemplo los valientes de la Aufhebung behaviow- rista, para decir que no tienen por qué conocer si el sujeto se ha acordado de cosa alguna? Unicamente ha relatado el acontecimiento. Diremos por nues- tra parte que lo ha verbalizado, o para desarrollar este término cuyas reso- nancias en francés [como en espaiiol] evocan una figura de Pandora dife- rente de Ia de la caja donde habria tal vez que volverlo a encerrar, lo ha hecho pasar al verbo, 0 més precisamente al epos en el que se refieren en la hora presente a los orfgenes de su persona. Esto en un lenguaje que permite a su discurso ser entendido por sus contemporaneos, y mas atin que supone el discurso presente de éstos. Asf es como la recitacién del cpos puede inchuir un discurso de antafio en su lengua arcaica, incluso extranjera, incluso pro- 248 xscrrTos 1 seguirse en el tiempo presente con toda la animacién del actor, pero es a la manera de un discurso indirecto, aislado entre comillas en el curso del relato y; si se representa, es en un escenario que implica la presencia no sélo de coro, sino de espectadores. La rememoracién hipnética es sin duda reproduccién del pasado, pero so- bre todo representacién hablada y que como tal implica toda suerte de pre- sencias, Es a la rememoracién en vigilia de lo que en el analisis se lama cu- riosamente “el material”, lo que el drama que produce ante la asamblea de Jos ciuidadanos los mitos originales de la Urbe es a la historia que sin duda esté hecha de materiales, pero en la que una nacién de nuestros dias aprende a leer los simbolos de un destino en marcha, Puede decirse en len- guaje heideggeriano que una y otra constituyen al sujeto como gewesend, es decir como siendo el que asi ha sido. Pero en la unidad interna de esta tem- poralizacién, el siendo [étant: ente] sefiala la convergencia de los habiendo sido. Es decir que de suponer otros encuentros desde uno cualquiera de esos mo- mentos que han sido, habria nacido de ello otro ente que lo haria haber sido de manera totalmente diferente La ambigiedad de la revelacisn histérica del pasado no proviene tanto del titubeo de su contenido entre lo imaginario y lo real, pues se sitvia en lo uno yen lo otro. No ¢s tampoco que sea embustera. Es que nos presenta el naci- miento de la verdad en la palabra, y que por eso tropezamos con la realidad de lo que no es ni verdadero ni falso. Por lo menos esto es lo mas turbador de su problema. Pues de la verdad de esta revelacién es la palabra presente la que da testi- monio en la realidad actual, y la que la funda en nombre de esta realidad, Ahora bien, en esta realidad s6lo la palabra da testimonio de esa parte de los poderes del pasado que ha sido apartada en cada encrucijada en que el acon- tecimiento ha escogido. Por eso la condicién de continuidad en la anamnesis, en la que Freud mide la integridad de la euracién, no tiene nada que ver con el mito bergso- niano de una restauraci6n de la duracién en que la autenticidad de cada ins- tante seria destruida de no resumir la modulacién de todos los instantes an- tecedentes. Es que no se trata para Freud ni de memoria biolégica, ni de su mistificacién intuicionista, ni de la paramnesia del sintoma, sino de rememo- racién, es decir, de historia, que hace descansar sobre el tinico fiel de las cer tidumbres de fecha la balanza en la que las conjeturas sobre el pasacio hacen oscilar las promesas del futuro. Seamos categéricos, no se trata en la anamne- sis psicoanalitica de realidad, sino de verdad, porque es el efecto de una pa- labra plena reordenar las contingencias pasadas dandoles el sentido de las

You might also like