Kitsch como en el lugonismo del Boxeador de la Nacidn/y tas de
4 Decoraces
“Taiguto convertdo.en una alegoria que simultdneamente politica
4 despoitza alos expectadotes, acinematografia-ergentina vive
‘ssumanerala ragediadeun veredctofinal que se cee contra las
imagenes libres. Sentencia aun inconsumada, pero con una gradi-
cidnenlaamenazasuperioralaque ude verse,conrazénosin ella,
en Ia sonorizacién del cine 0 en el doblaje, qué al final eran
‘smenaztsinternas,ereadoras El pan-publiitarismo de las imége-
"nes actualesclausura el periodo de las raduceiones atsicas desde
‘lcine y hacia el cine, asi como desdefa la revoluciéa producida
or In eémara filmadora en ia escrtura del nareador literario. Sin
‘ernbargo, vsilias narativas como las de Ricardo Piglia, con su
sméquina fernandians, de David Vitus, con sus seriesyremisiones,
las de Marfa. Caparrés, con las planos de It noche antecior, de
‘Sergio Chee, con su lento objetvisma, de Fogwill,con su Cine.
oh (en donde presenta el limite de la relacién entce cine y
pPensamiento),indican que el cine ain resist como testigo intseno
db a experiencia literati,
Encl otro polo dela condensaciéa del cine con l literatura,
«stn los res films més polities de lahistoria del cine argentina de
‘as iltimas décadas: ivasiGn, de Hugo Santiago, Borges y Bioy,
Los Hijos de Fierro de Fernando Solanas y Los traidores de
Raimundo Gleyzer. Enetlosse respiraeltono,elmétodo, latécnica
{del cine clisico, con imsgenes econquistadorasdelos sintomas de
la publicidad (en favasion abaja la modelo publiitaria Claudia
‘Sinchez). Estas imégenes mantienen en alto el problema de la
teaducién, del Lenguaje politico y de la literatura que reclama un
Cine que Ia suveda o de un cine que exif literaturas que lo tornen
‘isterioso. Estos ues films en blanco y negro que definen al cine
argentino de sta época, indican por contrapesii hastaqué punto
hay un grado cerodeladecadenciadel cine, Eseacomparacién con
ellos que se puede petebir hoy el terrenoreeomtido por el eine para
anularet cine Sita sentencia postreranosuenaes porque atin puede
haberun dkimoespectador, que en la ate mporaldad disponible de
esta imagenes, las pueda convocar por el medio técnica que sea,
Todoarte nace sentenciado, pero la sentenca se suspende infinita.
mente nlaexistencia, aunque seadeun espectidor, que asin quiera
perder tiempo,
Imagenes del desierto,
ideologia de la Nacién
Eduardo Rinesi
Hay una hora de la tarde en que ta Hara est por
decir alge munca la dice ol velo uiceinfinitamente
"yuo la entendemor, ola entendemos per es
Intraueble com at misia,
1.L Borges, £1 Fin
Escietamente imposible describie,atravésdeeseimperfecto
insirumentoquees apalabraescrta,"latotalidad dela relaciones”™
planteadas en un programa musical cualquiera. Certo que el que
Imerecidd FedericoMonjeauestalcidaconsttacisnacercade los
mites de la escrturaparadar cuenta de laradicalmenteheterogénea
naturaleza dela musica no era, en verdad, un programa "eualquie
‘a: Se trataba de la original ejecucidn de un conjuntode piezas de
John Cage y otros compositores contemporineos poe parte del
Halloween Ensemble de Buenos Aires cealizaiaafinesde junio de
4893 enlossubsvelos del Teatro Coldn,Perollevemosasusiltimas
‘consecvencias la idea de Monjeau: {No es acaso siempre una
‘aleién el intento de deseribir con palabras una dimensin cual.
{uiera de.s0 que por comadidad Hamamos “loreal” na formulada
‘xiginalmenteentérminaslingdtsticos? Mis: No supone siempre
la introdvecién del signo -signo mediador, representativa. una: ee
traicidn respecto a esa irreducible porcidn defo real que sélo a
distancia y opacamente coasigue designar? Y no habla s6l0 de la
palabra esrita, desde lego incapaz; como sablan ya Witgenstein
y Barthes, de “decie (digamos) loreal, sino por ejemplo -y para
volver a a misica- de ls por eierto convencionals signos cuya
Ubieaein en un pentagrama peemite al intéeprete “Leer lacompo-
sign concebida y escrita por el autor.
Nosetratadeuna cuestiGnsinconsecuencias: Delarespuesta
‘que uno déa la pregunta acerca de si, como dice Richard Seanet,
‘eleonjunto de signos musicales estampados sobre un pentagrama
puede verdaderamente representa a la melodia que el compositor
ha"escuchado” en sucabeza depende que el énfasis se pongaen la
correccin de las anotaciones 0 en la pefsonalidad del ejecutante,
4. por lo mismo, que ésteconciba su propia tarea como la de un
“invérprete” o como la de un virtuoso. Siesta segunda tendencia
-representada paradigmticamente, en el debate europeo que el
sizla pasedo conocié en torna a este punto, por Franz Lisa hace
4e lamisicaunaexperienciainmanente que termina poridentificar
sin ms Ia ejecucién con el propio texto ejecutodo, en la primera
(Gigamos: la de Schumann y Brahms), el texto se mantiene como
soberano y como gufa exclusiva para la interpretacién. No sin
dificulted. Porque si algo earacteriza la evolucién, todo alo largo
del siglo XIX, del sistema de anotaciones que fos compostores|
introdvefan en sus pentagramas, es la tendencia a una creciente
abundancia y elaboracién de las marcaciones acerea del volumen
yeltempo dela masica, cada vez més frecuentemente complemen:
tadas con expresionesliterarias dirgidas a indicar la entonacicn 0
el esprit requerido para la interpretacibn, y que iban desde’ la
incorporacién de signos como calmara 0 molto trangula hasta el
limite, en exteemo barroco, de incoeporar posmas complelos para
sefalae el espirita de una pieza. Con lo que, paraddjicamenté y
‘como por el revés, los cultores de esta escuela venian a coincidir,
a pesar suyo, con los dela que hacta del eecutant a figura central
Poco importaba al final, en efecto, que el ejecutante fuera un
‘ehiculo para el compositor o que éste lo fuera para aquél. Una y
ora exevela deben terminaraceptendo (la una postulando desde el
comienzo la incapscidad representativa del signo, Ia otra satu-
éndolo hasta el absurdo) la insuficiencia de Ia esritura musical
para expresar la plenitol del sentido de la misica,
-Apuntes pera una hitea sac dal ne egantina a
Noes fc percibiren este ebatelosecos de aque oro que
‘un siglo antes propusiers el viejo Jean-Jacques Rousseau al redsc-
tar, en 1742, su polémico Proyecio concerniente a unos nuevos
signos para la misica. Es conocida la aprehensién de Rousseau
hhacialossignos y lasconvenciones responsables iemprede alejar
ef esptitw hurmano de una presencia inmediata, de una comunica-
ign plenaconlascosnsdal mundo, on lo aos yon kiatimidad
del propio yo: debido a esto, Rousseau rechaza al dinero, al
lengusje, «la razéa raciocinantey, en general, al mundo vano y
convencional dela urbanidud y de ls luces, de las que el teatro
representa a un tiempo la culminacién y la metéfors. ¥ rechaza
también, en consecuencia, a vieja y convencional notacisa musi-
cal, demasiado cargada de signos (que es decir, para Rousseau: de
obstéculos) interpuestos entre la melodia y la lectura, Rousseau
condena esa “multitud de sigoos initilimente diversiicados", "esa
cantidad de lineas, de claves, de tansportes, de sostenidos, de
bbemoles, de becuadtos, de compases simples y compuesto, de
redondas, de blancas, dénegras, de corcheas, de semicorcheas, de
fusas..", alas que acusa de ocupar demasiado espacio en et papel
y de sobrecargarindilmente la memoria de los alurmnos, Querta
poder prescindide todo aquelo tanto comaquertia poder presci-
Gir de la escrtura en general y ain de la palabra, para reencontrar
por dears de ese velo de convenciones Ia verdad profunda del
spirit. Sin embargo, sabe imposible esa empresa: La mayor
teasidn de a obra y dea vida de Rousseau es lade necesiarde la
rmediacién de lapalabro, del lengusje, pata decie su rechazo dela
sociedad y de las mediaciones. Como Jean Starabinsk ha destae
sdoconcazén,sélose puede deplorarlanusenciade loinmediate ar
‘medio de una palabra que desea su propia muerte, La solucién de
Rousseau, en lo que concierneala musica, sed resignada: puesto
que es imposible renunciar a los signos, que sean éstos lo més
simples y cares posibles, lo mas cecanas y semejantes a la cosa
misma que designan: el camino ms Ficil y més breve hacia la
‘melodia. No ineresa aut la paca Felicidad del métoda propuesto
por Rousseail-que conssia finalmente en el reemplazo de los
viejossipnos poritrasariméticas- sinosufuertecompromisocon
el gran tema que seréeje de toda su obra: la extca, la condena
terminantey sin atenuanies ala lgica de la representacién,2 Decorodot
‘¥ habia quecriticar a cepresentacin en el siglo de Volare,
ded! Atamberty de Diderot, Y de Veldzquer, Cuyas Meninasaoen
vanocligi6 Foucault paraejempliica,enelbienconocidocamien.
20deLas palabras y las cosas, la consolidacin de una configura.
cin epistemologicarepresentacionalista en la Europa que empe.
2tabaadjaratris losafios del Renacimiento. Noeseleasodetenerse
‘considerarel sui ansisisfoucaultano del cuadro de Veléaquex:
subrayemos apenas su énfass en detacarlo como sfmboto de su
éPocnents medidaen que llf-enlatela-larepresentaciénse vuelve
vidente, se vuelve visible, diiamos, asf misma, ¥ est visibiidad
de larepresentacién, esta represeniacién dela representaciGn, este
‘peeemando sisttazesy propiedadesenctespacios na vitud Pad
saree at un constant desplazansnto de su ie, und pire
GA. Bela Sth ees densi on irs ete tt