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” [HEINRICH RAGKER, en sefialar que actualmente algunos analistas_ ven 1 problema en forma algo distinta y,“despiertan” efectivamente en la transferencia conflctes instinti- Yos ain “invisbles”, sin que por ello tengan qte Jecurrir a crear “roayores. frustraciones”.— Lo. hacen por estar segures de que estos conflicts existen Jostamente porque son tan rechazados (de tal ma: hnera que no aparecen). El ejemplo citado por Freud Jo muestra, pues efectivamente la transferencia nega~ tiva a veces no aparece, pero por otro lado sabemos “Freud nos 1o ensefié— que no existe selacién hue mana sin sentimientos hostles. La transferencia posi- fiva de aquel analizado tiene que haber sido acom- patiada por rivalidad, envidia, etc. En el anélisis de Joa mecaniemos de intenso rechazo en la transferencia —de las diociaciones, partes negadas, ete— reside, ‘pues, tma de tas posiuilidades, aunque liniteds, de profilaxis’. IV, La transferencia 1) Ya he mencionado lo que Freud decfa sobre i significado de la transferencia positioa para Ta la- bor analitica (en especial para Ja superacion de las resistencias), y el acuerdo que ge al res ‘Si en esto existe una diferencia entre la técnica Ge Freud y la de otros analistas,éta no reside en la teoria, pero tal vez si en la prictica, en cuanto no todos nosotros —o no sempre— damos a este hecho Ja importancia que tiene, por ejemplo frustrando al analizado mis de Jo que para el mantenimiento, de Ia ‘ransferencia positiva es indicado (por una distancia afectiva mayor de la necesaria, por falta de interpre- tnciones, por interpretaciones parciales en las que los sTupies some récwica PsicoaNatirics 75 aspectos positives del analizado no son adecuada- ‘mente considerados, etc). Permitaseme ahora traer a la memoria Jo que Freud pensaba sobre la neurosis de transferencia al papel que le-adjudicaba en la terapia, analitica————— Dice, por ejemplo, en sus “Conferencias”#: "Toda Ja produccién nueva (del paciente) se coloca sobre su relacién con el médico.:. Cuando la transferen- a ha adquirido esta importancia, la labor con los recuerdos del enfermo cede en alto grado... La superacién de esta neurosis nueva, artificial, es la mis- ‘ma cosa que Ia superacién de Ja enfermedad traida al tratamiento, Ja misma cosa que el cumplimiento Ge nuestra tarea terapéutica, El hombre que en_ su relacién con el médizo se ha vuelto normal y libre de la influencia. de los impulsos instintivas reprimi- os, quota ec también on es vida privada, wna vex ‘que el médico se ha nuevamente excluido”. 'Y més adelante dice similarmente: “La parte de- cisiva de la labor se realiza creando en la relacién on el médico, en la ‘transferencia’, nuevas ediciones ‘de aquellos antiguos conflictos, en las que el paciente quisiera conducirse tal como sc ha conducido en aquel @ntonces, mientras se lo obliga, por medio de la mo- vilizacién de todas las fuerzas pslquicas disponibles, a una decisién distinta, La transferencia se convier- te, pues, en el campo de batalla. -donde deben encontrarse todas las fuérzas en Iucha entre si... "Toda libido como toda resistencia contra ella es concentrada en la tinica relactén con et médico...* Evitindose una nueva climina el enaje- namiento entre’ yo y libido y se restablece la unidad 81 texto alemén expres aun con mayor clarided que ce el nico quien debe Hisar a la libido a concentrarse en Ja ielaibn con 6 EINIICH. RAGKER wicotgica de Ta persona..." (at bastardilas som sis). “He etado un tanto extensaments estas Palabras, aque reproducen la idea bisiea de Freud sobre ef me dee ep Gecuracién y que datan del afio 1916, cantgue np raras vec s oye Ja opinign de, que #60 PomTarde ae ha dado al andliis de la neurosis de vais Tironcia Ta importancia que tiene. Parece que sane prdctica fue efectvamente asi, que silo poco snilisis en In. trans van equal Gerpo habia descripto como el curso Rea” del tratamiento *. “at ‘Nuevamente pienso que no bay analista que mo sujbe aquelas palabras (exceptuando el hecho de fue muchos —sigulendo Ta evolucién de Tas ices Gel mismo Freud— pr fen lugar de “bi Gg" el termino “instintos”, y posiblemente todos ous- qaiisian Ia “represién” por el término, “mecanismos seeagensa"), ‘Sin. erabargo, existen diferencias im Setantes en Ia aplicaciin do aquel principio bésic, ie dependen también aqui Ae Tos cuatro factors Ses tucncionadios (Cap. 1), y en especial del dife- setts punto de fjacion” de los distintes analistas ede ts dintntas “tendencias”)_on_una.u_otra de Jas etapas evolutivas del psicoandlisis, 2) Esto vale particularmente la dindmica de ta transferencia, puesto que Freud mismo ha par ‘+ Quanto més eoineidan Joa acontecimientos del trata saheate nan tatn desrpcion ideal —dico Freud despuls de eevee ymca tanto mayor srk ot to de Is ferapia, peoanaliica” esrupios some Téowtca rstooanattrics 7 sado por varias etapas, a través de las cuales ha des: ollado su creciente comprensién de la transferen- a, enfatizando determinados aspectos en una, etapa, Y¥ otros en otra, Entre los varios trabajos en Tos. que Freud se ocupa de la dinimica de Ja transferencia, y cen especial de la relacién que existe entre transfe- rencia y resistencia, hay dos que son Ja expresién iis clara de dos distintas etapas y de dos distintas fenfoques de estos problemas, Me refiero a “La di- ammica de transferencia® (1912)" y “Més alld del principio del placer” (1920), Em sintesis puede de- firse que en el primer trabajo Freud considera la transferencia preponderantements como resistencia; el las eit psn en gue tepeticién (contenitla fen Ia transferencia) es una resistencia, En la segun- Gua Meat cocra i epaticim eome r= dencia del ello mientras que 1a resistencia proviene del 90, oponiéndose a la repeticién. yCémo se resuelve esta contradicci6n? Es In transferencia una resistencia, como Freud afirmé pri- meramente, o es ella justamente lo resitido, lo recha ado, como afirmé ris tarde? La respuesta es senci- Ta, pero contiene hechos complejos. La respuesta et aque la transferencia es Jas dos cosas, es resistencia y & lo resistido, segiin cual de los ‘dos aspectos se enfoque. ‘Veamos primero el concepto mis antiquo: Ia trans- Jerencia como, resistencia, Freud sc reliere. con esto ‘2 Ia transferencia negativa y sexual y, evidenteanen- te, Ia experiencia diaria confirma plenamente sie afirmaciones, Se comprende que “cuando, nos acer camos (en el tatamiets) 3 um comple aids no, por ejemplo al complejo paterno, ducer det analista (padre) 9 desear su amor sexual, sirva de resistencia, Pero detallemos un poco. Resistencia 7m ‘HEINRICH RACKER contra qué? Freud Jo dice: “contra el aniliss", et decir, contra el hacer consciente lo inconsciente. Lo ice también, sefalando que “la idea i ‘analizado repite en lugar de recordar™ y creo que tsta formulacién se prest6 an ralentendido al que fe debieron luego importantes divergencias técnicas. Lo que Freud sefila aqul, es, a mi, juicio, la ten- dencia a repetir inconscientemente ciertos impulsor en lugar” de hacerlos conscientes, Pero esto no sig- nifica que haya tna oposicién entre hacer consciente tun impulso reprimido en la transferencia y haccilo feomo recuerdo infantil (con tal de que tanto uno como oto sea vivenciado, es decir que ae trate de un Yerdadero hacer coniciente). Ms atin, Freud sub- Taya que muchas veces este hacer consciente no puede realizarse a través de los recuerdos infantiles sino télo a través de Ja, transferencia, siendo esta iltima forraa de hacer consciente equivalente a la otra, Pero parece —-y e& éste el malentendido al que aludi—~ que a veces la transferencia en st fuera interpictada Gomo resistencia, en lugar de como resistencia —tal ‘cual lo sefial6 Fread— silo lo que de ella penctré en Ya conciencia. En otras palabras: para Freud se oponian “resi | thncia” y “hacer consciente lo inconsciente”, sefia- | Tando él como resistencia las ideas transferenciales i supesficialés, conscientes. Lo otro, opuesto, era el \ jmpulso inconsciente, independiente de si éste se refe- | ‘a al analista o al objeto infantil original, ya que, i ‘ada “la ausencia de tiempo en el inconsciente”®, @l analisia y ol padre (o Ia madre) son —para el cla Freud lo que en aquel primer trabajo tal vez Tab quedado ain algo crcuro, sefalando que I nabletnncia es [0 resutido y extableciendo la <- guiente regla’ ‘Tico se pone del tado det ello 9 de su tendencic mee ieee 9 lucha contra las talent ee ‘a Ia repeticion™. Tiensraseme ejemplificar los dos aspectns de Ja weeneodia, lo proyecta y surgen desconfianza e Sdeas Arancicas frente al analst-padre, extas étmaas $9" pavanofencia (la “resistencia de transferencia”), y Tos ‘2 sSufentos femeninos son To resstide, Lo que —s0° Sian Tas palabras de Freud— “ln cura buble de Gyo, labria sido que el analizado recordase ss seatafentos ferneninos hacia el padre y 20 los repi- Sere con el analista, Pero no co esta To Ge ca “resistencia” sino que esto impulss, (fers. See.) repesidos son expresiéa del ello redsido. 1 minet) ces (la, “reitencia de transferencia") reside wie Geeconfianza parancica que es efectivamente Shgacla parte del complejo patbgeno) que, penetsy cen Ta conciencia” y esto “porgue ‘sirve de resistencia”. vteogo la impresién —como ya. he. mencionado— eto den aspects de i dinmica de Ia tans 80 HEINRICH ACKER Serencia, enfatizados por Freud en dos etapas di fas, determinan una parte importante de la diferencia entre las diversas téenicas con respecto al anilisis de Ja transferencia. Para un grupo de analistes, a trans- ferencia es, predominantemente, resistencia. Lo ese cial-del. proceso analitico esti'en “recordar” Ta in~ fancia reprimida propiamente dicha, en “Ulnar las Jagunas mnémicas®, y la transferencia es —segin Ia palabra de Freud— un instrumento para ello. BL peligro de errar esté aqui en que él pasado y el pre- ‘ente analitico no scan vistes suficientemente en su idemtidad*, Para offo grupo de analitas, 0 esencial en el proceso analitico est en Ia transferencia mis- ima, o sea en la revivencia, debiendo simulténeamente ‘“mpeditse una nueva represién” ®. Extremando algo Jos términos, puede decirse que para estos analistas la transferencia no es un instramento para hacer consciente la infancia, sino que la infancia es un instrumento para hacer consciente la transferencia, En parte este punto de vista puede también apoyarse ya en aquel primer trabajo, donde Freud afirmaba que “finalmente todes Tos conflictos tienen que ser patallados y decididos en Ia transferencia” y donde termina diciendo (al referirse a la utilidad terapéu- tica de los fendmenos transferenciales de hacer actual y manifiesta la vida instintiva infantil del paciente) : 4 Dejo agut do lado otros “poliros” que este enfoque ict y gue Ban sdo-ya sofaladas repetdas veces, Me ‘ellero en expecal sf peligro de que el recordar encubra el fevise (que, los recuerdas sinvan ‘de. defense fronts alos Gps suns coe ania) a ele dea, ioc el pasado y el presente, por ejemplo en Toe padres (pasudos) “males” y a el analista (presente) “bueno”, SF decir, que lor recuerdos sirvan de vehicula para repeti fntiguts dlsocaciones (siendo Estat veces aun apoyadas Incotuclentemente por el aralisa). at gsrunios Sonne TECNICA pstcoanariton 2 Madero nombre (matey les a isbricas €8, jar vealidadbistérica Ve SENE Ge exta manera cé comuni ast but not least, a pe Sales de ciertos erent frecuet®- 82 [HEINRICH RAGEER quedado suficientemente aclarados, At hacerlo no podké evitar algunas repeticiones. : "a) Al hablar de los dos enfoques técnicos, me re~ feri_a dos peligros de errar cistintos. En el primer tenfoque se trataba del peligro de que el pasado y el ‘presente analiticos no sean vistos suficientemente en Pi*identidad. Me refiero con esto a Ia errinea idea fon la que a veces nos encontrames, de que Jo mis Sechazado sea el recuerdo del pasado (en un sentido histdrico), siendo, en realidad, idénticos el pasado y fd presente, rechazados. El término “recordar” de Freud es aqui —repito— equivalente al “hacer cons- Gente”. Por ejemplo, si una analizada desea tener Sclaciones sexuales con el analista, ella repite este lesen no “para no recordar” su deseo sexual hacia tl padre (ya que esto es Jo mismo) sino que lo repfte fen lugar de “recordar”, por ejemplo, ci tos desu situacién de “tercera excluida”. Sexval “ha penetrado en su conciencia porque sirve Ge resistencia”; 10 resistido puede ser la vivencia de dias paranoides y de- Joo casos que empiezan su tratamiento Ciciendo que no se les ocurre nada, por ejemplo “mujeres que s- fin el contenido de Ia historia, de su vida estin Sreparadas a una agresi6n sexual” u “hombres con 30 que cl proceso dindmico inherente podvla ser, en 1 caso de'la mujer, que —por &} ‘cdipiene tensferenciales fueran rechazados a. través de Ta idea: “no soy-yo-quien-tiene stos deseos. sino ique es of padre-analista quien quiere viclarme”. Y fen el caso del hombre, por ejemplo: “yo no soy hombre-tival del sta, sino que soy una ‘mujer y deseo el pene del analista”, Es deci, ls fan- tasias transferenciales que se prestan a la resistencia son movilizadas contra Ins fantasias transferenciales echazadas (temidas). La transferencia es, pues, To sistencia y Jo resistido, “EL otro peligro de erzar —en el otro enfoque téc- nico— era, mi juicio, el de pasar por alto el carécter resistencial de determinadas situaciones transferencia- Ira. Ea mbido, por ejemplo, que Ia analizada trans flere a voces sobre su analista-hombre la imago ma- tema para defenderse de la transferenca pateina © vieeversa; 0 que ve en el analista un hombre viejo {Gunque lo sea) para defenderse de la imago paterna joven y atrayente; o que el analizado ve en su ana- Tstarmujer 1a madre-bruja para defenderse de sus impulos edipicos hacia ella, ete, Ea sabido todo eito y sin embargo, la observaciOn sugiere insistir afin en ello. ‘Llama también Ia atencién ofmo —en los diltimos tiempos y especialmente en los trabajos de algunos grupos analiticos— el concepto de la, transferencia, Como resistencia y el correspondiente término “resis- fencia de transferencia” se han vuelto més y més rarer. Este hecho tiene cieria similitad y tambi parentesco interno con un fenémeno que puede ob- fervarse (aunque con menor -intensidad) en otro campo sumamenté importante de I investigacién at ‘HEINRICH RACKER analitica: los suefios, Permftaseme aqui una breve digresiin que se justificard por el hecho de que Ia fanaloafa con el suefio nos ayudaré en la elabora- Gién cel problema que estamos tratando, Ademés, SeSala un punto importante en Ia téonica interpre~ tativa de los suefios, Me reficro a que, a veces, puede chiervarse cierta tendencia —y esto a pesar de todas fas advertencias de Froud— a contentarse con la interpretacién del conflicto contenido (en forma des- figurada) en el suefio manifiesto y a despreocuparse de la dindmica profunda del suefio, es decir, del forigen det conflicto manifiesto en un conflicto. I~ tents. ‘Tomemos, para aclararlo, el siguiente ejem- plo. Un analizado suefia que entra en una gran Tibreria. Ve alli con sorpresa a su mujer 9) detrdés ide ella aun hombre que la abraza por atréi, toman- dole tos pechos. EI analizado siente intensos celos. La interpretacién del conflicto contenido (en forma desfigurada) en el suefio manifesto es la siguiente *: fa gran Iibrerfa es el consultorio del analista, repre- sentando los. muchos libros la supuesta Fiqueza en eonocimientos del analista, La mujer representa la parte femenina del analizado. Al ver cémo su parte Temenina se deja abrazar por ef analista, el anal mado —en sa parte masculina y rival del analista— fe vuelve intensamente eeloso. Supongamos que esta creo— exacta. Sin ‘embargo lo_esencial, Ja_dinimica_del_sueiio, falta tentatva de safisfacer un deseo”, o en. otras palabras, fs una tentativa de defenderse ‘de una situacién de “+ sta interpeetacién se basa, naturalmente, en una se rie de moriaiones que no puedo reproducir aqut. He x- ‘puesto tm andlsis mis detallado de, este suetio en oto abajo. (Véate Estudio 1V de’ este libro). ecules, Rnvenso cece afectivo del analizado frente debido 9} 2n(que, habia. ado el tema principal ds al a saign). Este cere afectivo ora comtiasse save motu abrazo inte entre Sy pANe {re Por we Tasnalina (una. posilGn “narcissta” siniiee nine Yantasfas masturbatorias).. Era bajo la presi a sus fartotimiento de culpa e “intentondo sabisfaret de ore de recuperar al fadreanalisa, gue ok ntafantaweaba en el sucio la entrega de a parte emeniva (ou mujer) al analistas aug "Yralviendo. al tema de la transferencia: egw dindanieamente, la transferencia actual de est 20°" diniiny Arps resistencia o 5 1o Fesistida? Bs fo Nae pie ced, segaim a qué axpocto, de st trae 70 scferanes yen. qué momento. Si mos reeinias Bos referee, estamos ante wna resistencia” ( 2 erie de transferencia”), y si nos referimos, ° “revistnet ars femenines estamas ante To resistide ss tonttado, en el suetio —y anslogamente = voce! Por oe gacién analtiea— ol ciere afectivo y cl cp Ia Stceculpa inherente son. To rechaza, ¥ 1 tiie femenina. cx Ia defemsa, In, “resistencia, qaiforencia®. Debe, pues, tenerse siempre en Coe tenner. que en Ja interpretacén de les suelo) te (oe uaturaleea de la transferencia, ss contenido ____manifiesto y_su contenido Iatente. "S) Lat diferencias tcnicas sefinladas sapere crt, ta ciertas dudas de Freud mismo, que so Gian em algunas oscilaciones en aus firma tere? san prdeticas. Die, por ejexnplo, Por Xm fa fica se divide, pues, en tre rtotca a a a Fhids os ampujada de Toss ak pn Sh oie fea que Freud deseaba ahorrar al paciente la plena ntemidad y violencia de la repeticiém de la infan- ia, 0 sea que un rechazo inconsciente de una intensa carga contratransferencial (la que constituye una respuesta inevitable a una intensa vivencia transfe- renal) To haya levado a la tendencia de limitar Ta Tneurusis de tranoforoncia*, Ademés, dehemos tenet presente la oposicién del mundo externo a las trant Ferencias analiticas. Esta oposicién tenia que sumen- tar el gentimiento de culpa edipico de Freud al re- producir “el crimen edipico”, especialmente de sus pacientes femeninos, en la transferencia. Podemos, ‘pues, suponer que al no intetferir estos factores emo- Gionales y ambientales, Ia posicién de Freud en favor ia (en el “aqui y © "Em conexién con esto debe sefialarse muevamente que, en timo: anéliss, también todo “recordar” « iguientes palabras, en “Mis alld del pando del plicer"s El paciente esti forado a reper Boreprinido como viencia presente, en lugar de recordarlo ‘ome parte del pasado, como preferiria et médico.” Li fable eet Sia como aparece con inde fideltaad y continia diciendo: “Por lo general ol médlico ‘dol tratamien- ‘puede’ shorracie al analzado esta fc Plas bastadilas Son. mias)®®, yujeres de otros jhombres, © rt males cl que ene un contenido 88 MEINRICHE BACKER se basa en fantasia del pasado, se convierte en una fealidad, la que a mi vez crea problemas y confictes {que, en uno de sus aspectos, son igualments reales. También esto es, en principio, reconocido por todos, pero creo que en su aplicacién existen nuevamente iferencias importantes, dependientes, ante todo, de Sconvepios secundarios”. Quisiera citar un ejemplo aque —al mostrar el cambio de un enfoque por otro— {Miso un aspecto de estas diferencias ‘Ca analizado cuyo sintoma, principal era su in tensa desconexién afectiva de los objetos, trae el si- fpuiente suefio: Entro, junto con mi madre, en_una Tghitacion en ta imi padre, Tengo abr a mi_madre. Mi padre Ta mira severaente, como wajad foxjue alla habla Herado tarde, Yo la.auic- fouprotiger con at abaze. El-padse sepenentaha al fralsta, fete al cual el analizado se conducia co- reel acho manlliedo, es decir, mantenicndo Spare fering (os seatientos Hhcinales hacia al la_madre) “abrazada” hacia é1 mismo, (Subyacia el temor de sr , facia, a la escena. primaria.)~ Este “abrazo” do inconsciente de su_descone- soe ct ran con el Aaa. Se com prende también que Ta conducta del analizado_en = resentacion_suavi- ‘ada de su masturbacion ed je hacia vetcho fl analizado habia. tenido la. sensacién de que sus Seatimientos”de- culpa a~causade~ru~masturbaciin — infantil habian sido decisivos para su enfermedad. En ctapas anteriores de st anilisis habiamos bus: ‘carlo repetidas ‘veces y_con poco éxito sus fantasias rasturbatorias reprimidas, mientras el analizado ‘Meamo comprendimos por el suefio citado— las ac- * véase nota al ple, pig: 90. pstupios somes Thestoa PstooaNartica 89 ‘uaba al mismo tiempo en la realidad de su conducta frente a mi, (Buscdbamos ef mosquito y dejamos al dlefante.) Pues durante todo este tiempo él Tenia “abrazada” a “su madre” internamente, man- feniéndome afectivamente lejos de ella, en la situa Glin del “tercero excluido”, al impedir que Ja madre (au parte femenina) me’amase y Tigindola a, é fnismo. En este sentido, sus sentimicntos de culpa Y angustias persecutorias consecutivas ya 20 eran Yrplemente “transferidos” y simplemente “fantasias irrealer", puesto que me trataba realmente “sal”, ine exelufa, en parte, realmente, y se encontraba psicolopicamente, en efecto, en “masturbacién” més menos continua frente a mi, Lo que habfa comen- zado, en el fondo, con una. se convirtié 1ue- go, on parte, en una realidad. A esto correspondia Gabler la reacciGn contratrancferencial, Ta cual ‘también en parte— consistia en un cierto disgusto "tal como el analizado Io intuia en el sue- fo. Si el analista no niega ante sf mismo tales reacciones contratransferenciales, éstas pueden. con- Yertire en una importante llave para la captacién de fas situaciones transferenciales. ‘La transferencia e# una realidad constante que empieza aun antes de la primera entrovista, ¢© com pleja y en parte neurética desde el primer dia, por To que algunes grupos de analistas analizan tn “neue ros de transferencia” desde el comicnzo del trata- _jniento y con plena continuidad. En grado ereciente “hos hemos dado cuenta también de que el analizado ‘eotia azociando **% 5%, por lo que —para com prender la transferencia— nos interesa siempre, mis, ho alo lo que dice cl analizado, por qué lo dice y imo lo dice, sino también cuinde y para qué lo ice. He citado antes a una analizada que traia wm 90 [HEINRICH RAGKER cho material, “sin interrupcién” (“dab mucho” y no queria recibir nada de la analista), para demos. trar de esta manera que ella no habia robado ni hhabla venido_para robar (Cap. UL, 2). Esto ora el significado inconsciente de lo que’ hacia asociando, mientras que el contenido ineonsciente de sus aso- aciones se referia en gran parte a Jos robos come- tidos. Estas eran. sus “viejas fantasias” que volvie- ron a aparecer en la transferencia, siendo usadas para expresar —por medio de la ‘accién: “el dar oucho— su “nueva fantasia” transferencial que con- sistia, ante todo, en no volver a ser ladrona®, Se hha Tiegado asi a diferenciar en la ““transferencia to- tal” diversos aspectos, como por ejemplo los re citados, 0 lo que en ella proviene del pasado, de lo faomial 7 Jo que es ditgide Inia el faturo™, ‘Hemos progresado también, creo, en nuestra comprensién ‘con respecto al movimiento mental- 0 Ia szcuencia del material asociativo (adems de su contenido in- cconsciente) y su relacién con la transferencia, En Ja misma linea estd el aumento de nuestra atencién alos roles que el analizado desea sean aceptados y realizadas por parte del analista, segin Jas imagot Que éste representa para el analizado scgtin sus aso- Gaciones latentes y comunicadas, y segtin las angus- ‘ia las necesidades de defensa y los descos que estas magos provocan en él La ensedanza de Freud de que el proceso de cura~ i is Jaimente@n, una. tansformaclin, Se ee ae eee ee jctos ‘que ‘Gerto, fen términos generates, para todos los analistas, aun- nsrupios soums nhowica rsicoanatinics OL analiz i das, tienen jurante el tratamiento, en Ja transferencia *. Esto es cierto aun donde el analizado, en sus pen- samientos conscientes y sus comunicaciones, nos deja de lado; en tal caso le sefialamos este rechazo, sus ‘motives y mecanismos, hasta que el analizado tome rnuevamente contacto con el analista, es decir con- tigo mismo, con In fuente de su vida, sa Hbido y lo que va unido a ésta, sus objetos primarios, 4) Basidos en. este conocimiento muchos analis- tas, pes, centran activamente la interpretacién en ‘sins problemas, tal como Freud Jo indica. Los ‘conflictos del analizado ‘con otros objetos (“extra transferenciales”) son frecuentemente interpretados ‘como conflictos entre partes del propio yo (y el ello), ‘© bien como conflictos con el analista, Pero Tos con- flictos entre portes del propio yo también extin siem- } pre relacionados con la transferencia, puesto que Simultineamente una de las partes propias es sempre proyectada (manifiesta o latentemente) sobre el ana— Tista, Esto significa que también los conflictos con el analista no s6lo son conflictos con una imago de objeto, sino también conflictos con una parte propia (ma mago, del yo), y,deben oer analizador como tales ® 3.4 4531, 4% Naturslmente, etto no significa que subestimamen tas fuentes actuales (“extratranaferenciales”) de sos aufrimien- tos y angustias, Me refer a contiauacién a Ia relacén feat Io uno y lo oto (entre transferencia y realidad «x- tera, ete). 2 HEINRICH HACKER, Quisiora itustrarlo, Las asociaciones de aquella analizada que temia ser juzgada y rechazada como jadrona por su analiss (mujer), mostraron que ésta aba a st madre, a la que ella habla vaciado fen sus fantasias infantiles. Pero el rechazo por parte de la imago materna (supery6) era en Gitima ins, tana —-eomo ya he destacado en otro ejemplo— el echazo que su propio amor por Ja madre efectuaba ‘contra la parte ladrona. (Gon mayor precisién habtia Gque decir? es la pacte del yo representante cel amor dela nifia por su madre que, al percibir a la parte fadrona, reacciona con angustia y agresiOn contra Gta). La analizada equipara —o “identifica” — a su pparte carifiosa con Ia imago matema (la analista), ya que es la parte que se identifica carifiosamente ton la madre. Ademés, también en otro aspecto el objeto era “una parte de su propio yo (y ello)”. La fmago de la madre-analista rica (a la que ya se diri- ian sus impulses de robo) s6lo en parte proventa de fa diferencia real que en Ta infancia habia existide centre los poderes de la nifia y los de su madre; por fora parte provenia de las fantasias que sobre estos poderes habian surgido a causa de las frustraciones } gratficaciones expecimentadas. Y finalmente, eran Jos sentimientos de culpa y las angustias persecutorias Aebidos a los robos intencionados o “realizados”, los aque llevaron a la nif. a ceder Io suyo, a entregar sus Siqueras (potenciales) a la madre, a “llenarla”, de {o cual surgla una madre inmensamente- rica, una image idealizada. En Ja transferencia, al colocar en Ja madre-analisia su propia parte carifiosa y al que- lia sucede algo sii su'parte buena y se queda con su parte mala, Recha- Joo eriticas y probibiciones reales por parts de Ia rsruvts sonnn nhentca pstcoanattriéa 93 ‘madre desempefian un papel decisive en la configu- racién psicolégica final, pero mis como factores que desencadenan, intensifican, confirman o niegan wqse- los procesos endopsiquicos que como causas propin~ mente dichas “. Ta transferencia aparece, puss, no s6lo como te Jacién de objeto, sino también como relacién en! partes Gel yo, lo que implica una mayor o menor ‘sociacién del analizado en la transferencis. ‘He recal- ado ya. anteriormente la importancia de devolver ‘continuamente al analizado, a través de la interpre- tacién, las partes del yo colocadas en el analista, y la “parte buena” y a Ia “parte mala”, En forma and- Toga son disoriadas —con un. significado parecido, pero no idéntico— la parte sidica (vietimaria, cul- pable) la parte masoquista (victima, inocente)» © Te parte maseulina y la parte femenina, y colocada cen el analista In una o la otra. Citaré agin un, breve tjemplo. Un analizado suefia que tiene un coito per Gnum con una mujer. La situacién Iatente de este feo era la situacign transferencial actual, en la que fd analizado estaba angustiado ante sus fantasias o- ‘mosemuales hacia el analista. Habia puesto en el ana- lista, su propia parte masculina (en un aspecto se la habia cedido, renunciando él a ella por sentiinientos de culpa) y se defendia de esta angustia recuperando fen el suefio manifiesto su parte masculina y poniendo. fuera su parte femenina, en la mujer con ia que cohabita per anum, En la transferencia, y bajo la ‘presién de la misma angustia, intentaba a veces col far su parte femenina en el analista, traténdolo colbgicamente como trataba a la mujer del sueiio fisicamente, A inerpretacién de os objetos como partes del yo incluye, pues, a los objotos reales, Los con- Fictos con ellos gon,-en el fondo, conflictes del su- jeto consigo mismo, Las relaciones de objeto con al destino son, en 50 aspecto paicoldgico bisieo, une ‘sociacién (normal o patolégica) del yo, y la tarca “del analista es, bajo este enfoque, mostrarle al ana- Tizado que st mundo afuera 9 su mundo adentro son tuna misma cosa, tratando asi de unirlo a la vex con sus objetos y consigo mismo. ‘Pero también el aspécto inverso, o sea la determi- nacién de las relaciones del sujeto consigo mismo por Jas relaciones on aus objetos, es de suma importan- cia. Por ejemplo, la relacién del varén con su padre (analista) determinaré. su relacién consigo. mismo ‘como hombre; su relacién con les padres unidos (en fl pasado y en Ia transferencia) detershinaré su pro- pia capacidad de unién afectiva y sexual, ete." La uestién tfonica de cull de los aspectos mencionados de estas interrelaciones debe ser interpretado.(prime- Re Pe imepreare ie comet ferenci i Ta cones: pondiente relacién de objeto infantil o la, rclacién fon una parte del yo— se resuelve mediante las regles téenicas ya establecidas, como Ta que indica {nterpretar primero lo que es mis préximo a la con- usTupios sonne récwica PsIooANALrich — 95 ciencia y vivencia del analizado, ete. Pero en realidad, fstos ya son detalles en cuya discusién no puedo entrar aqui. V. La contratransferencia Me he refer a términee generales al hablar de sici¢ st ista, {Gente al analiza” (ap. 1), y me ocuparé ahora ange an aspeclo expecices. Tabi que- ido tratarla junto con la transferencia, puesto que ve cncia y ontratransferencia represetan, dos componentes de wna unidad vida, mutua Oe aoe inumperal Ta FE tuacién_analitica, Sin razones de expose cién aconsejaron ocuparse de la transferen- fque antes tuve que dejar de lado com respecto a sta interrelaci6n. ‘Debo atin anticipar que trataré este tema en forma tun tanto distinta de los anteriores. La causa esti en (que la contratransferencia como objeto de investi- gaeién tene una historia bastante diferente de los rencia®, por lo que resulta dificil compa Ntéentca clisica” con las “téenicas Jos sltimos ocho © av y profundos— provienen de todos Jos gruce anali- thes actuales, y aunque enfocan diferentes aspects y hiablan un lenguaje un tanto ditinto, & por abora Problemético, diferenciar nitidamente distintes “ten- 96 HEINRIGEE BACKER, denciae” al respecto: De. ahi que la diferencia princt- pal esti entre antes y ahora y consiste en un i Scalp mis ome geal! de ton de conacto to toma de contacto ‘Tos. fendmenos as de Ta contratransfe- sence tO bh Bre 50. Por Ty tan +E SR Bor To tanto Ultmamente se han Hecho en este caimpo' do inves tigacién. 1) Dijimos antes que Jes analistas han asimilado paulatinamente la ensefianza del significado central de la transferencia y estin en el camino de su plena realizacién. En cuanto aceptamos que Ia relacién el analizado con el analista es, deste ef punto de vista técnico, Io esencial, tenemos que adjudicar sig- niticado central tamblén a la contrarransferencla, por varios motivos ®, pero ante todo porque es a través der Jo que {ae ee ee Jo. que sente 7 hace frente sur instntosy sent Tots bacla el analta "De aga que la interpre. mn principal —Ia inferpretacién transferencial— sth. fntimamente cofectada con Ta_contratransfe- ee re ee a realidad constante de Ia transferencia es res- ppondida por le realidad constante de Ia. contratrans- ferencia, y viceversa. La transferencia leva a una _conducta real frente al analista y su labor, el cual —ya por les significados que para él tienen su propia persona, su Iabor y los sentimientos y actos del ana- Tizado hacia éstoe— responde con sentimientos, angus- tias, defensas y deseos igualmente reales. Este sélo es un aspecto de la interrelacién entre transferencia y contratransferencia y me referiné mis adelante a ‘otros. Pero he destacado ya aqui estos hechos para usruptos sone rficntoA pstcoanatinrca 97 oponelog a a resistencia que —aungue muy dismins- Sree Shake en ecnnooer le proces conor ee Jeeiciles on toda su univetaicad y_alance. Sees pare evident eudn importante eM U Rises quiere Miberar al paclnte de, as re Sn gs rlacones con. l médica”, eté Frens Sacepit plenamente no slo ta vivenia cer dal sno también la correspondiente vive- SaSGhtstanafereacal; a aceptar ambes “bre. de repreiones” Srna fotal del analisa Jato Freud, dec -pecnsién. a interpretacion de los proces psiclégicos tal analizado, En Ios estudios sobre contratransferencia se han hah “vena diferencacines referentes a los mil- tee cron que config, a en relacién con 16 Tecién expuesto pueden diferenciaree dos aspectos de fa contratransferencia. ‘Tomemos por ejemplo el caso de un analizado muy bloqueado en sus afectos frente ‘al analista. El analista vivencia esto en su contratrans- ftsenca como fustacion 7 ebtene de ello su pits ma interpretacién de la presente relacién de objeto ‘Rohaferciat del analzado, Pero Ta fialdad del ana- aule Welimente pudo haber “eniado” al anata we i co takhién su imepretacion srk fla, Fe tue sepa Mberasse del cireulo wicioso en. cl que el bloqueo ategire od analizado (junto con la ia disposi del analista al blogueo) amenazan Creererlor 5 idn_en aque al analista caer de represoned” podra suplir —con vide veescia'y el calor do sus wot rmientos— Io _fmieadio, Los dos aspectos de la contratransferencia a Jos que me he referido son, pues, por un lato, Tn respuesta contratransferencial a la transferencia mani- 98 HEINRICH BACKER fiesta y actual, y por el oro, Ja respuesta contratrans- Ferencial a In transferencia latente y potencial, pero reprimida 0 bloqueada, analista_con el yo y ello ‘ensfiactin,delanaita con Jo obit Fie wwalizado (“identificacién complementaria”)". | Es j cate com Gam Ta que Taper l peligro dde que ef enalista entre en el clrculo vicioso en ol {gue a veces el impacto de la transferencia amenaza Gncerrarlo, en especial al_provocar la contratransfe- rencia. negative. Lo evita guardando distancia de st mismo, manteniendo libre y aparte la contratransfe- rencia’ positiva sublimada, gracias a ln comprensiOn Ee todo este proceso que te_desarrulla entre Ta, trane ferencia y contratransferencia profundas, y més que nada entre la neurosis de transferencia y la neurosis ‘de contratransferencia. Pero ya me he referido a esta Sdoble vida” que debe levar el analista, a esta “di- sodacién sana” y a la rezla técnica (ansloga a Ja fque rige para el analizado) que le indica al analista Gividir su yo en uno vivencial, irracional y en uno racional, observador. ‘Similar a la tendencia de transformar Ja situacién analitica de predominantemente “monéloge” en did- Jogo, puede observarse, pues, una tendencia de exten- der la atencién del analista, dirigido anteriormente casi con erelvidad (a jugar por la ibiogaia) f kas vivencias del analizado, més y més también a Tas vivencias del analisa, y de considerar el proceso analitico, si se permite esta expresién, no més como SSnonopatia” sino como “diapatia” o “bipatia”. Debe recalearte, en este contexto, que la percepeién ‘ ‘también una de la con- lee a Sees sruptos sone TéewI0a PsiooANALrmon 99 de la contiatransferencia no s6lo puede indicar cl conflicto central del analizado en sus relaciones de objeto transferenciales, sino también sefialar las reac~ ‘cones de sus objetos intemos, dentro y fuera de &, yen especial las de In imago colocada en el analista, ‘ls que ol analiza Ineo ftroyects, Ta nporian . a é i ‘oanto el analista se identifica realmente —como en parte debe— con el cjeto transferido, Con In extension de Ja atencién x Ia contratrans ferencia se ha eonteibuido 2 un mayor conocimicnto de las relaciones del sujeto con sus objetos intent Yy externos y de las relaciones de éstos con el sujeto, Jntensificdndose asi también el contacto y la comuni- ‘acién Gel analista con la realidad interna del ana- Yizado. i 2) La evolucién de la posicién del psicoandlisis frente a Ja contratransferencia y Ja evolucién de su comprensién, desde que la sefalé Froud (1910), Puede verse en varios aspectos. Fue a causa del des- Cubrimiento de la contratransferencia que Freud acon- s0j6 el anilisis del futuro analista, Pero en aquel tiempo Freud hablaba de los médioos (candidatos 2 ‘analistas) como personas “précticamente sanas?*! y tl andlicis duraba unas semanas o unos meses. Hoy Ga oscila entre cuatro y diez afios 0 mis, y nosotros 100 HEINRION RAGKER sabemot que atm desputs distamos de ser “prictica- mente sanos”. Correspondientemente, reatincames poco a poco a subrayar las diferencias entre transfe- yencia y contratransferencia —las que evidentemente existen€ importan sobremanera— y tendemos aver también las analogias y correspondencias entre lat dos. Puesto que se ha hecho el estudio de la transferencia fen una forma mucho més detenida, Jo que de ella hhemos legado a saber nos puede ser atil en el estud y la comprensién de la contratransferencia, Conside- respi alguoos de ets paraeon papel ‘bésico que desempeiia la transferencia positioa en sicoanalitico cons i iss.” Andlogamente, contratransferencia postin deserpetia un papel bi- sico, suministrando la enerpia neocsaria para. ver inconsciente del = del propio analista), fuperando el analista sus contrarresistencias. Ast ‘como —a través del tratamiento analitico— la fe del analizado en el analista muestra su origen en el amor, Puesto que el analizado presta ofdo al analista sblo ‘mientras se mantiene su transferencia positiva , asi también, en el caso del analista, In comprensién ‘muestra su origen en el amor, pucsto que ol analista sc identifica con el ello y yo del analizado 610 micn- tras se mantiene su_contratransferencia positiva, ——__ ‘Ast como Ja ie 7” x transferencia.mevatina_o_ sexual pei turba Ia colaboracién del analizado, asi también Ja Cite nis noe 9a egal nu oe la compreasin del analista, y necesita por este motivo Foes cata mee ae dente, Menos manifesto pero ualmente importants cs el hecho inverso, 0 sea que la contratransferencia, ssrunios sous récwica rstoowtweénios 101 negativa y a sexual pueden ser la consecuencia de la Coprendén, perturbada. del analista, por eierplo I falar au “dentficacén concordante” por falta. de integracién ia, es decir por contrarresistencias ™. Exiae, pues, une analogia. con la taneferencia neva- Be es ee cor sane ecient on See eae ae or amma por renioncin, “iemos vst, por otro lado, que la transferenca « también to reddtido y vuelve por ccompsiin fa Fepetiién’, © en tvs tenminns, porque exsten en (ula persona una ‘dsterminada eantelacion interna {Que contene determinados impulsos, objets, angus- Es, defensas, ete ‘Toro objeto extern real adquicre al agniicads de na u otra parte del yo (y ello) © de uno u otro de los chjetos inesnes, dependiondo See Mgalitendo de aquella dipesicion, “constlac tal” del momento y Ge la catacteristicasteales del objeto extemo, Parecidamente, también la contr transferencia een elerts aspetios lo redstid, vue por “compulién 2 la repeicién”, o sea porque es Ia Expresién de la constelacién interna’ del analist, estimulada por el analizado, quien representa para SSquél una u otta parte de su yo (y ello) 0 uno w otto de sus cbjetos Andlogamente 2 la “neurosis de transferenda, existe también, a juico de alguncs Snalisiag, ‘una “neurosis de contratransferencia” ". duinque por lo general con intensidad mucho menor a aquélle, Se debe a que la ideniicacisn. con los ‘objetos transferidos (y, en menor grado, con el yo) del Snalizado implica la wiencia. de las anuitias y de- fencas patolgicas de estos objetos. Bor elemplo, una conducta perversamente agresiva de un analivado {aun frenle a un objeto “extratanserencial") pro- toca —ereo, ‘mormalmente-, por la. identifica Gel analista sn este objeto, Gert grado de angustia 102. EINRICH RACKER persecutoria y agresién reactiva. Estamos al respecto de acuerdo con Nestroy (el escritor austriaco del siglo pasado), quien decia: “EI que en clertas oca~ slones no pietde la razén, demuestra no tener-nin- guna para perder.” Admitimos, pues, que a veces Ia perdemes, no del todo, pero suficientemente como para percibir y diagnosticar el proceso contratrans- ferencial patolégico, y para utilizar luego —después de haber dominado el impacto— esta pereepeién para cl anilisis de los procescs transferenciales del anali- zado, Asi, pues, como la transferencia negativa y semual y la neurosis de transferencia no son s5lo “re sistencia” sino que traen de vuelta las situaciones infantiles més importantes, convirtifndose por lo tanto en el tema: principal del andliss, asi también Ja contratransfcrencia uegativa y sexual y ka “neurons ‘de contratransferencia” no son sélo “contrarresisten- ca” sino que se convierten —en cuanto son respues- ‘as a los procesos transferenciales— en un instrumen- to importante para la comprensién de las relaciones de objeto bisicas del analizado. pelo” e una guia para el amalita, Se manificsta en diversas formas y grados, desde sensaciones de ten- sién hasta violentas irrupciones de angustia, de contenido paranoide o depresivo. Las sensiciones de tensiin son frecuentemente consecuencia de la expciin (por parte del analista) de resitencas del analizado, que ser vividas por el analista = polgro pare mus intepclones_temupbesionn Por ejemplo, el analista percibe el intenso rechazo del analizado frente a su relacién libidinal con el ana lista (rechazo que puede deberse a sentimientos de culpa, angustiss parancides, rivalidad, masoquismo, sabotaje por parte de un objeto interno, ete), percibe Ja jnsistente amulacién de sus interpretaciones que ddeben hacer posible la superacién de este xechaz0, y reacciona con angustia que se comunica a st con- ‘Giencia como tensién, Pero la percepeién del peligro externo —de la resistencia del analizado— es s6lo ‘uno de los dos factores cuya resultante et la angustia contratransferencial. El otro es la percepcién (incons- ciente) del analista del peligro interna, por ejemplo, del peligro de ser frustrado por un ebjeto interne pro. pPio, de ser victima del propio masoquismo o de sus propias contrarresistencias. Cualesquiera que sean las roporeiones entre el factor subjetion. yet chjetiun (0 sea entre “el peligro” proveniente del interior del analista y del analizado 0, en dltima instancia, entre tnatos del uno y del otro), factores que son los cau santes de la “‘tensién”: en caso:de que el analista esté consciente de esta tensién, ella le puede servir de primer indicio para descubrir aguella parte del ye 0 del objeto intemo del analizado que se opone a la relacin libidinal de éte con el analista. Trrupciones violentas de angustia contratrandfe- rencial acontecen a veces —como ya he sefialado— ‘como consecnencia de la identificacién del analista con ‘objetos internos violentamente amenaizados, atacador © gravemente. preocupados, © como consecuencia de su identificacién con partes del yo del analizado i ‘ensamente disociades y “proyectados” en el ana Tista®®", Es, con frecuencia, la dificultad del ana- Tizado de soportar sentimientos de culpa excesivor ‘que subyacen a tales intensas “proyecciones” —en este caso: de una parte del yo vivida como culpa- 1b IEINNIOH. BACKER, ble— en el analista. Se ha observado repetidas veces {que en estos catot el analista se siente impulsado, a Evolver lo mis pronto posible esta parte disociada. La causa de esto esti en que al analista mismo le es tific soportar la culpa puesta en dl, Pero justa- mente esto puede mostrarle cuén dificil —euénto mie dificl—es para el analizado (cuyo yo suele ser nds débil que el del analista) aceptar esta parte como perteneciente a su yo. La angustia que el analista ba Figenciado le scfala, nuevamente, Jo que sucede en ULanalizado y de lo que se defiende; la intensidad de ‘sta angustia contratransferencial puede indicacle algo Sbre la dosificaci6n de las interpretaciones referentes a este, conflicto. ‘Quidiers afin agregar que el mecanismo de defensa def analirado recién mencionado (la_“identtreacion Dpmnyectiva”) consigue con frecuencia realmente ST Finalidad —en nuestro caso: que el analista se sienta ccalpable—, y no slo implica (como a veces se ha cho) que “el analizado espera del analista que éste Se stents culpable” 0 que el analizado “Supone que cl analista esti triste y deprimido” (the analyst ix tneant to be sad and depresed). La identificacion del analista con el objeto con el que el analizado Jo [dentifica, es —repito— el proceso contratransferen~ Gal normal. Sélo que esta identificacién y el proceso atologico ligado a ella (en-el ejemplo citado: los Zentimientos de culpa y la angustia irreales) deben ser Suficientemente pasajeros y de intensidad suficiente- ‘mente moderada como para no perturbar su labor. Esto vale para este caso como para muchos otros ‘Asi como el analizado. recién mencionado ponia. su parte culpable en el analista, at los analizados ponen. a Jog analtsados pooen t4o de elles en cl analista, el que se convie xsTup1es sonrr 2fNIoA PsicoANatfrtca 105: (pa eon penta inet) on bone ya por la gran superio en pers dor. Si esta situacién transferencial ha sido primero intensamente rechazada por el analizado y luego frrumpe y se vuelve repentina: e inesperadamente ‘consciente al analista, puede suceder que éste —frente al profundo sometimiento del analizado— reaccione on brusca angustia y culpa. Esto es —nuevamente— una eonsecuencia natural de su identificacién con el objeto puesto en él, Pero normalmente cl analista no queda fijado (o “pegado”) a esta identificacion, sino que latin para comprender e interpretar los pprocesos del mundo interno del analizado, en este caso, por ejemplo, la, iberacién de culpa del anali- ‘ado frente al bienestar perfecto del objeto idealizado, al que se ha entreger tan profimdamente. Otro ejemplo para el proceso scfalado lo presenta Ja analizada que rechaza insistentemente a x1 padro- amalista para demostrar de esta, manera, su_ prop “nocencia edipica”. En la medida en que la anali- zada logra. mantener al analista (padse edipico) en la ‘mpotencia”, induce en éste su propia reacci6n tera- péutica negativa. Légicamente, en un primer mo- mento, cl analista se sentiré rechazado, e2 identificaré con el objeto rechazado. Si se mantiene fn esta identificaci6n, realiza aquello a lo que tienden Jos sentimicntos de culpa edipicos y el consecutive ‘masoquismo de Ia analizada. Fs, por lo tanto, decisivo para-cl tratamiento que el analista rechace-conscien- temente dentro de sf esta identificacién o este “rol” que la analizada —en una parte de st personalidad — quiere imponerle, y que mantenga 0 recupere la iden- tificacién con aquella imago reprimida 0 disociada del padre que ama a su hija y que quiere hacerle posible amar de nuevo a sx padre, analizando al 106 EINRICH RAGKER mismo tiempo con constancia las angustias que se lo mpiden a le analizada. Aquella primera identifica: ign y vivenda Te ayudarén a comprender los pro- fcesos,paicolégicos de Ia analizada que Ja llevan al fracaso e intentan inducir al padre-analista a fra- casar_igualmente. Yuigera atin mencionar —al pasar— que @ veces el analista (si su inconsciente est bien conectado con fd de Ta analizada) puede percibir la excitacién so- ual reprimida o disociada de ella a través de sensa- Cones sexuales propias, en cierto aspecto “inducidas” a analizada. ‘He destacado antes que el colgcar al analista en ertas situaciones -psicoldgicas suele no ser s6lo un ‘deseo del analizado, sino que —en algiin grado— su- fede realuonte, Més ain, a, veces el amalizado To Sntuye y a veces nioga esta misma intuicién. Lo que fn tales situaciones me parece indicado, es, ante todo, fanalizar esta negacién. Por ejemplo, un am ccuyo intenso bloqueo y aislamiento frustra y preocupa ‘l’amaiista y provoca en 4 la sensacién de fracaso, fasocia que el analista seguramente no siente nada, hho se angustia ni se fastidia a causa del analizado, tte, Evidentemente, el analizado niega Jo que intuy6, o sea el hecho de que el analista se siente efectiva- mente “dafiado" en su labor profesional (a la que fe dirige parte de la agresividad infantil del analizado, subyacente a su blogueo), que siente angustia, fas- fidio, ete. Lo niega por los sentimientos de culpa que ie provoca admitir aquella percepeién y realiza Wh negation a través de Ta fantasia de que el analista no siente nada, ete. El andlisis de tal negacién no es i debe ser una “confesién” contratransferencial. ‘Ademés, a través de la condueta positiva del analista cou actividad interpretativa inalterada y afectuos=—, ESTUDIOS SODRE TEGNICA PSIOOANALETGA 107 el analizado percibiré también que sa propia con Gots allo staid a'una pare dea petsnalidad del analista. —4)-Quisiera-aim-tratar un éltimo-tema,-aunque-no podré hacerlo aqui con el detenimiento que corres- yponde a su inmportancia: me refiero 2 todo actuar del analisia que no sea el interpretar. “Mencioné ya antes el tema, al hablar del impulso del analista de actuar segim el papel que el analizado, en una pparte de su personalidad (generalmente inconsciente) , desea que el analista realice. Bs evidente que el analista no debe levar de ningén modo a la realidad tal impulso ‘evanco una angustia de una intensidad grande 0 mediana lo empuje a hacerlo, ex decir seuando actuaria compulsivamente. (En tal caso, lo Fnudicaty eo callusse hasta haber recobrado el equilbeie intemo, Iuego analizar —para sus adentros— lo suce- dido y'finalmente interpretar Io que aiafe al anali- zado.) Pero distinta es la situacién, cuando el im- pulso de actuar no surge de una angustia promovida ppor determinado material, sino que se origina en Ia ineficacia mis o menos crénica de las interpretacio- nes. Agut también el impulso de actuar proviene, pues, de una angustia (siendo ésta una respuesta. a alguna forma de reaccién teraptutica negativa del amalizado), pero se trata generalmente do una an- gustia Ieve aunque constante, de un estado de ten- sin del analista, yno de Tas irrupeiones um tanto brus- cas de angustia contratransferencial que ciertos casos (© situaciones) “borderline” a yeces, originan. He dicho que en aquellos casos Ia situacién me parece ser distinta, pues pienso que ahi clertas formas de actuar del analista no deben ser desechadas simple- ‘mente. Existen, por ejemplo, casos que con insistencia 108 HEINRICH RAGKER provocan (c inconscientemente buscan provocar) la fronfa o la burla del analista: caracteres masoquistas de gran estilo”. El analista percibe este mecanismo a través de sus ocurrencias contratransferenciales que son de indole burlona. Comtinmente, el analista ob- tiene de estas ocurrencias una comprensién de Ia situacién transferencial del analizado y se la inter- preta. Pero en los cases a los que he aludido —los (grandes masoquistas los grandes bloqueados, etc— fa fuerza de Ia interpretaciOn es a veces insuficiente frente a la contrafuerza del analizado, Claro esté, Jo que acabo de lamar “la fuerza de Ia interpretacién” 6s algo sumamente variable (variable de analista a analista y de época a época de éte y del psicoandlisis), y las causas de la insuficencia de “Ia fuerza de ta Interpretacién” pueden ser diversas, peru sea lv que fuere, el hecho existe. Al encontrarse Freud frente a tales situaciones, ere, por ejemplo, Ia regla de abs- tinencia, Es decir, el analista, en lugar de interpretar en vano, debia convertirse en alguien que exige 0 prohibe, 0 sea aztia. Desde aquel tiempo, el conoci- Imiento analitico ha progresado, y en algunas oportu- nidades en que probablemente el analista. clésico oxi- tia o prohibia, el analista experimentado de hoy puede lograr lo mismo —o mis— interpretando (por ejem- plo, interpretando las angustias que, subyacen a los fcting out que antafio hubieran sido frenados por __Ia regla de abstivencia). A To. que aqui me refiero es ‘aun actuar distnto: no es exigir 0 prohibir, sino que es realizar, muy pasajeramente, el papel inducide por cl analizado, para analizar luego To sucedido y actua- do. De esta manera se logra, en primer lugar, mostrar mejor (0 més vividamente) al anatizado cufl es el “fof” que desea ver realizado por el analista, y por qué Jo desea. Pero hay aqut algo ms importante. Pues EsTupios sour TEGNICA PstcoaNatfrica 109 se obtiene a veces la impresién de que estos ans 2 apres os aa ros nos imponemos (por ejemplo, el de no. hacer nada que no sea interpretar) para sus métodos in- coriscicntes de control y manejo del objeto-analista, Al romper con tal tabG, el analista irrumpe en estos sismos métodos defensivos. En otras palabras: Nor- malmente, el anilisis obra como terapia justamente porque el analista no actia, es decir porque no entra en el circulo vicioso del analizado sino que sélo inter- preta. Pero en ciertos casos los mecanismos defensives del analizado se sirven justamente de este hecko para sus fines, y paralizan al mismo tiempo Ia influencia de Ja interpretacién, Més que analizados que actian, son analizados que buscan “ser actuados”, y el “entra” del analista en ef papel sugeride por el aalizado —st Ja actuacién ha sido libre (0 casi libre) de angustia y seguido por la interpretacién de lo hiecho por ambas| arte:— sirve a veces para irrumpir en este eirculo vicioso sui generis. En tales ez Ja actuaci¢ ee cee aol ar ara scm tai pa gure elton Jos Sona __ Sin embargo, ereo que tales actuaciones del ana- Jista constituyen uma muleta, hasta que podamos ca- rinar sin ella. Pero mientras tanto, es mejor carsinar con muleta que no caminar nada, como en. ciertos casos sucede. Por otra rovienen de las tentaciones de la contratransferen- Ge aie expernintes slo. acomman pies que ya tiene amplia experiencia en el “sane; deta tnsforenc eau contatranderenca parte —dados los peligros que — 0 ‘MEINKIGH RAGKER~ Debo terminar y quisiera atin resumir brevemente. En eicaeia y fundamentalmente, In técnica analitica de antes y de hoy es la misma y su fin uno solo: a ‘de ayudar al analizado a conocerse a sf mismo. g a a yy aplicacién de las verdades descubiertas, como tam- bien en el descubsimiento de nivas ee Y con en 'unas y otras “Heo leas” eean decutidss con todo el calor y frfo de las Uwansferencas y contratransferencaa que se despligan ae Sega Habet probablontate tame a te, tame Seas Roeey, ot decals Semel, Seales més, sucle implicar que la verdad se impone. Mis series son, creo, ks peigros que provienen de aquello tre ts infin om on Monies aealieasslencn eno su eaencia, ea decir, a la funeién del anata de Ihacer consciente lo inconiciente; me refiero a todo Jo que a veces deiplaza indebidamente al instrumento técnloo por excelencia —la interpretacién--, como por ejemplo la sagestién, el congo, los ideales subjo- Tivos y tal ver neurboos del analist, su actuar com- pulivo, ete. Pero en lineas generales el psicoaniisis te ha defendido bien de estos peligos, y puede, en 2 olla stalar una evolu importante yaa ‘mente ports, y esperar que progreses futuro nidrin’ acer’ ids eflcaz la. eanien poicoanaligens tal yer pod stn conseguir sot resultado en espe ris cortos, con fo que se cumplira también la and ga capermcas de que un facto siempre mayor de eres. partcipe de estes conocimiento. ye. benefice com esta tne.

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