You are on page 1of 15
Pepro—jEvohé! jEvohé! Las estrellas se caen sobre la tierra, jRojas la carne, las manos y 12 boca! jMds aprisa, mis y més! Hay un signo de luz en las constelaciones. .. {Ta nos traes el destino! {Mira cémo saltan las piedras de tus co- Jumnas! jHosnna, hosanna! jNosotros te adoramos! Maria.—jAbranme la puerta! jAbranme la puerta! (Coromada de plumas 9 con su guante rojo sobre las tije- ras, Ana se pierde entre la gente PepRo.—jHa nacido el Sefior! {Ha nacido el Sefior! TELON FINAL Los frutos catdos PIEZA EN TRES Acros eS eee PERSONAJES Dora Cena Macpatena Tia Patoma Ferwanpo Francisco es eee ACTO PRIMERO Es la sala de una casa de provincia, AL ixquiers ; le fondo, a la izguierda, ie pean aguin, especie de pequato oe ‘tro com la tala com ef fats pate dene s6lo coma tn adorno, pues la habitacton se alumi edorno, pues 4¢ alumbra ci gue exelga wislado. El suelo es de mosticos bloncor y aoe 125, ite el golpe. Sale 0 de llmador de brome. Powe, Se repie et gps me ae la izquierda. Es una muchacha de 18 aitos, delgs Desoparece por la puerta que da al zaguin. Las voces se oyen desde alla. Dons.—{Qvé desea? Cexin—jEstin en cass? Dora.—iCon gue ears bree —Con ellos, con todos. Bre a Ilamar 2 dofia Magdalena, Pase usted a la sala, 27 altos, Ves- ran en la sola, Celia es una mujer de 27 ; ee cai sia dards de eoqucera, clone areqledé om certo gusto my ale moda, més ioe eneat Fe on eo de agradar. Su rostro sin estar enve : ja, ak da un poco la impresisn de jucentud morchita,) yRA.—Siéntese usted. hee i lana scaeae los retratos.) /Todavia tienen alli ese vejestorios? 0 re pene (Pausa corta.) {De parte de quién? Cerin —Digales que ha flegado Celia, Dona—iCelia? {Es usted la sefiora Celi See a, jAsi le dices td a mi tia Paloma? Dora—Pues si, Como no se cas. el meee : ee de ir a dar Ia noticia.) Nive —(Nervioia, com ganas de atic Mrsglnisiges cot tuted age Gras que alae lavic shora. . . ss ea aic oa acai oho ea Dona.—Agut siempre entin hablindo de usted. Cenk 98H? des dark gato mi legal Dona.—Serd una gran sorpresa, Como es ustet sobrina,.. {Dénde esti su equipaje? Cenin-—En la estacién, Son las diez de la mattana, Tocon a la puerta; es un golpe ] $ ; ja que se ew 126 Cexta.—Es largo. Dons Voy 2 aviserles, ich? (Desde la puerie da le tx qwierda.) Es una gran sorpresa 4 ver los retratos y 2 digibaria com una sonrisa a mediar, Suspira Apacs PipEdalena por le puerta de le izquierde, seputéa de Dee De 50 ais, muy gorda, habla com cierts languidez, y uno ents gue sus palabras som demariado clas, “Su cotite en de algodin y deja ver los brazos. No llevs media 9 calea chenclas,) Macoauewa—(Abriendo los braces.) Pero Celia ., (tur—(Abraxindola con emocién.) Magdalena, Macoatexa—Hace tanto tiempo 4 ¢Cémo Megas asi? Ceuia—Tenfa ganas-de venir. (La abreca de muevo.) Acabas de recordarme tantas cosas. {Hace tanto tiempo que ni cant Gn forma tan clara el recuerdo de mi padre © el de mi cas. ! [Y también el recuerdo de como yorerat Macoarns.—Eras como Dorita, Muy delgeds, Ce11,—Todavia lo soy. Macpatena—Si, pero, estoy hecha una vieja gorda, Guu —Hiy que recordar que han patado diez afon.,. Siempre te quise mucho; ti me hacias mf vestidar MacpaLexs—LEras como mi hija, (Mira a Dore que lay eimeaiala ronrien'e.) Como Dorita. (Pausa.) Listima dos ta, vimot que venirnos asi, en una forma tan,” Cetin. —Los pleitos de familia son una cous tremenda Macparena.— jCémo esté ta mamd? Cetia—Bien; en fin, pasindola, Macparewa—jVive contigo? Cru. —si, Macpavena—Prometiste que nos e al mes y luego dejaste de hacerlo, Ceuin—Luego empezaron a Jue no nos vefamos, (La mira com euidado.) Yo scribiriamos una vez sucederme demasiadas cosss, 127 mo estén tus hijos? Macauena—(Curiara,) Como estin tus hij Cren—Grnde, Het Totaes EL mayor es moreno, of ott rubia t14—No lo sé. ; y. bueno, los quiero mucho. pe Y Macoatena—Es. natural gue no © on (Seca.) {¥ Fernando oe eae vanne demrerdestn moment Cerin —jCimo esti? —Bien. ; AGDAL-EN ‘ oes Donen cDice al doctor que esti muy deliad Cra —iQué tiene? Macon ee Cura —iCuintos afos vas casada con élt uva—Veinticinco, E Son much a ee east eee ponte tee (s a jente de to que iba a decir, Celia espera que termine la ees ae pero despuds de todo... iverdad? ae ic entiendes con. tu mama? aoa atneate: (Pau) AY ta Palomal Meatiann Moy vieja. (Eo coz més baja.) Insoportan ble, jsabes? Si no fuera hermana de tu abuclo. Curssa.— {Qué Macanes! e me deci Cena—Mi padre me comer su poder silo para que ella viviera aquis d biera vendido hace mucho tiempo. x “Macpatxa.—Pero después legamos nowt Conia és era oir motto pure no venders Macoatans—(Jlificindse,) Vat vest Jos tchos In cocina que cabs cayéndese Fa ere reuray tambicn st cost envejecen Tee an a vender coon mule | aa Fernando ha sido siempre muy mis dificil vivir con lla. ane jue conservaba esta casa eft ca ilo, a hae 128 Centn.—A. venderlos? Macpatei ‘in apolillados. Ya no sirven, Dorita, vé a ver sidon Fernando ya salié del bao y dile que esta Celia aqui. (Con una sonrisa a Celia, sale Dora.) Macoatena.—Qué vestido tan bonito, .. Coun —(Miréndise casi con curiosidad.) ji Dime, aguién ¢s Dora? Macgarewa—{No lo sabes Cuando legamos vivia cerca de aqui y como su padre s un borrachito y no trabaja, no tenian ni qué comer. Fs una fac tmilia muy grande y la pobre Dora venia a hacerme los mane dados y como no tenemos hijos. .. Cuts —(En forma inesperada para Mogddlens,) Kernan £Ya no bebe? Macpatena—(Sebresaltada, guido. Cetin —jTrabaja en algo? Macparena—Claro, Si no, no tendria trabeja cn el banco. Es nuestra hija adoptiva, do, ) Pues... no, No muy se unos de qué vivir, Ceti.—Qué bueno, Macpatena—Celia, no sé qué idea te has formado de Fernando, Ceuia.—;Por qué? Maci MMLENA—Para ser sincera te diré que tu madve nunca o ha querido y tal vez por ella sepas cosss... Cetia—No, Me acuerdo bien de él Macpatena—Ademis, como la causa de que saliéramos de tu casa fue un disgusto que tuvieron. , Cutin—Me acuerdo del disgusto, Macparena.—No hay que tomar demasiado en serio a Fernando; es un enfermo, Cetss—En eso estoy de acuerdo. Macpareva—Cualquier cosa lo altera, (Paus,) También ti trabajas, verdad? (Ce1.ia—Hace varios aii de seguros, cexageradss, 108 que trabajo en una compaiia 129 Macpavewa—Desde tu segundo matrimonio, hace tres Cenia—Es verdad, Macpatena—i¥ qué haces slli? Crxia—De todo un poco, De cualquier manera, me tra tan bien y gano bastante. Macpaewa.—{Y¥ cuando ibas a tener el nifio? Cetia—Seguia trabajando, Macparens.—jQué barbaridad! {Todo el tiempo? Cetta.—Me dieron una licencia de un mes. Macpanena—iQué poco! Cetta—No creas, es suficiente. Macpanena—iY ahora? No te esperdbamos hasta Na- vidad. Cet1a.—Pedi otra licencia. Macpatena—El caso es que hoy se recibe Dorita de maestra y hay una fiesta en Ia Universidad y un banquete, .. por eso hubiera sido mejor que vinieras en Navidad. Cera. — jQué dices? Macpatena—(Turbada,) Pues nada, es que entonces hubiéramos hecho una fiesta en 12 casa y no hubiera sido tan. .« Cetta.—Los esperaré aqui, Macpatewa—No, a Fernando le encantari que veas a Dorita, es que... Cetts.—-(Riendo.) No entiendo nada. (Se obre Ia puerts de la derecha y entra tia Paloma; 75 aftos, de mirada profunda, vestida de negro 9 muy alta, dele pada 9 todavia derecha.) : Paroma—(Fingiendo no ver a Celia.) Magdalena... Cenia—(Levonténdose.) {Tia Paloma! Pavoma—(Abrazindola.) {Queridisima Celia! (Besén« dole.) Celia, la hija del més querido de mis sobrinos. (A pare tandose + en tono un poco déclamatorio,) Pero jqué es estoly jqué desco es este de tomarnos por sorpresa? Hace mucho tiempo que no me emocionaba asi. Macparena—Pues le alcanzé muy bien el tiempo de ponerse el mejor de sus vestides, 130 Patoma—Me lo puse para ira la fiesta. Cexia—(Intensemente.) Tenemos que hablar largo, tia Paloma. Paroma.—(Siempre arfificioss.) Estoy 2 tu disposicién. Macparens.—Si le dices eso, fe tendra hablando sin pa- tar hasta las doce de la noche. Cet1a.—No importa, iverdad PaLomA.— {Ojste Jo que dijo? No le importa, Ce11A—No les avisé porque me gusta llegar de improviso para no molestar ni obligarles a hacer preparatives Pavoma—Nada de lo que se haga por ti es molestia. Eres Jo mejor de Ia familia, Macpatena.—I lox meses. Patoma.—Lo digo porque con el dinero me manda una carta lena de palabras amables, en donde me pregunta por mi silad_y por mis deseos y por mi estado de inimo. Cetin —No tiene importancia. Mi padre m2 lo reco- ‘mend6 expresamente: “No olvides a tu tia Paloma; si la ol das es como si me volvieras la espalda a mi mismo.” Patoma.—(dlterada.) Era muy bueno, me queria mucho. 50 porque Je mandas dinero todos (Se sienta en un sillén haciendo un gesto desesperado, como si acebera de perdesto.) ee Macpatwa.—Ahora vas a Ilorar. Patoma.—No, He llorado dia y noche durante afios, Con eso basta, {Cémo estin tus hijos, Celia? CeLta.—Hermosos, Creciendo, Paromta.—i¥ tu marido? , e5 un hombre muy bueno, Me alegro que esta vez te hava salido blen, Cenin—(Con wna sonrisita.) Si, muy bien, Patoma.—Fl otro tuvo la culpa de todo; esta vez no ha- bis motivo para equivocarse. Cr11n.—No lo. habia. Macarena —Una segunda equivoescidn s nate, Ce 2 imperdo- —Si. Patoma—sSi te equivocaras de nuevo, a tu tia Paloma no Je importarfa nada. Aqui tienes mis brazos para mecerte, Macpatexa—No sea usted cursi. Cenin—A mi me encanta saber que hay alguien que me quiere, Patoma— {Trajiste fotografias de tus hijos? Cri tin on mi maleta. Macpatena.—Dice que son muy distintos, Cada uno se parece a su respectivo papa. Paroma—jQué vulgar eres! Macpatena—Vulgar usted que eseucha detris de las puertas. CeLia—Magdalena, vo te suplicaria. ., Macvarena—(Temblando y lecindose el puituelo a la ) Es que no puedo dejar de decir las cosas, no puedo > No sé qué me pasa... Pauoma—(Con dignidad estudiada.) No es vulgar escu- char cuando se escuchan cosas interesantes, Si ustedes no se pasaran el dia hablando de mi... Macpatewa— (Quiénes hablan de usted? Pavoma—Fernando, ti y hasta la nila que tienen re- cogida. : Macparswa—No le diga recogida: digale hija adoptiva. Patoma—Y hasta Jn eriada, las pocas veces que viene a jue Je pagues lo que le debes. Me arth rer ote Ga Bilan connect ENE veces Je he dicho que yo no tengo por qué discutir nada con usted. Patoma—(4 Celia.) Se pasan el dia diciendo que soy insoportable. Cetin —Pero tia. : Patoma—Y no quieren discutir nada conmigo, sino que yo acepte todo lo que se les ocurre. Han estado comprando muebles nuevos y metiendo los viejos en mi recimara. No tengo lugar ni para moverme. ‘Macpatena.—No et verdad. 132 Patoma—(A Celia, inviténdola.) {Quieres verlo? Ven pot aci. (Celia hace un morimients y Magdalena ta detiene,) Macoa.ena—His que ella no quiere que se vendan, Paroma—Eran de mis padres. Cetis—iNo te parecen bonitos los mucbles antiguos? Macpatens.—listin apolillados. Ya te he dicho que em tin apolillados, Patoma.—Crees que ae Je van a subir Jas polillas a Dorita, Crrtn—(Riende,) Tia Paloma! Macpatewa—No puede soportar a la pobre nifia, Pavoma—Me molesta la gente interesida. No puedo evitarlo, Macarena —Todos tenemos necesidad de vivir, Usted misma... Cruin—Por favor, Magdalena, Macpatxa—Fs que es insoportable, Paroma—Segunda vez que se lo dices a Celia, Macvatwa.—Y no es usted sincera, iPor qué no salié 4 sdludarla cuando supo que era ella? Patoma.— jQué seria de mi, si fuera sincera? Macpatena.—Viviriamos todos més. tran¢ Paoma—Ustedes no pueden 1 MacoaLena—Me gustaria que me dijera por qué. Patoma—Porque no tienen Ia concientia limpia, Macpatena.—(A Celia.) Esti tratando de darte a en tender que es nuestra victima, Patoma.—Te equivocas, en mis cartas siempre le he di cho que la victima de ustedes es ella, Macpatewa.—(Apured.) Celia, por favor, no vayas a pensar CuLta.—No tengas enidado, (Panse.) Tia Paloma, itoda- via toca usted ta mandolina? Patoma.—Si. Macpanena—A las tres de Ja maiiana, Patoma—Estoy demasiado vieja. Ya no me interesa dormir, 133 Macpatewa—Supongo que sabrés que también fuma, Patoma—No es verdad. Macpatewa.—Cigarros de hoja, que ella misma prepara, Ceuuw—{¥ qué tiene de malo eso? Todo el mundo fuma, Patoma—(Obstinads.) Es que no es verdad, Macbauena.—Un dia que entré en su cuarto sin lamar cescondié el cigarro encendido en su ropero y quemé un vestido. Patoma—Entrar asf es falta de educacién, Ceuts—{De manera que va usted a Ja fiesta, tia Paloma? PaLoma.—Creo que no, voy a aburrirme. Macpatewa—Dijo que se habia vestido para exo. Patoma—Dije una mentira, Me vesti porque me di euenta de que Celia estaba aqui. Macpatens—(A Celia.) Ti si vas a la fiesta, jverdad? Cett.—Claro, si ti quieres, Patoma—No quiere, te lo pregunta por otra cosa, Cet—Tia, ya que viven juntas, lo menos que pueden hhacer es vivir en paz. Esas discusiones en forma continua carcomen el espiritu, Hay que perdonarse los pequefios defec- tos jPensar que hace diez afios que se ven todos los dias! Macpavena.—Es ella la que empieza, Patoma.—No vivimos juntas, vivimos separadas, Ceu—(Seiralando a la ixguierda y a la derecka,) Elloe viven alli, t aqui. Se encuentran en la sala. Pavoma—Porque a ellos no les gusta y, para demostrir- melo, me hacen groserias, Crt jEs verdad eto, Magdalena? Macpatena—No. Es que Fernando. .. Pavoma.—(Irénica,) Qué? é Macpavena—(Répida.) Fernando es muy delicado, Cetu—Asi parece, Macpatena—No vayas a creer... {No sé qué! Es... (Paloma la mira con mucha ironte, asoma Dora por Ia izqulerda.) 134 eae Dona—Dofia Magdalena... ya terminé el sefior Fer nando. Dice que ya puede usted venir a rasurarlo, Macoauexa—(4 Celia.) Con permiso, (Sole muy de Prive.) Ceuta.—jEstos hombres de provincia! Todo tiene que hacérselo su mujer. Patoma—No ¢s e103 es que si se rasura solo se corta, no tiene pulso, (Pausa.) Tiene miedo a degollarse, Ceita— {Qué es lo que tiene Fernando? Pavoma— {Para qué hablar de es0? Tiene Jo mismo de siempre: vicios, flojera, maldad. . Cera —jTia! Patoma—Son unos piratas que estén robindote tu dinero, Cetin. —(Riendo.) ;Piratas! Paroma—(Seria.) {Te burlas? Ceti—Claro que no. Patoma.—Te lo he escrito mil veces. Era muy necesaria tu prese 1¢ 4 venderlo todo, 2 te lo dijiste 2 Magdalena? No habia razén, mi administrador es Fernando, Patoma—jTambién esta casa? Cetia—Esta casa vale mucho ahora. {No le gustaria a usted vivir en una casita nueva, que buscariamos y que yo al- quilarfa para usted? Patoma.—{¥ ellos? CrLts—No sé, Fernando trabaja, no necesita de mf. Patoma.—Gana quinientos pesos. Cetin —Quinientos pesos... Pavoma—y¥ se los gatta solo. Cetia— {De qué viven Magdalena y la muchacha? Patoma—Magdalena cose ajeno, ., pero, sobre todo, vie yen de lo que te roban, Ceuta —Necesariamente, Pero yo. .. estoy cansada de que me robe todo el mundo, Patoma— {Todo el mundo? Cetia—Me referia a cellos. Estoy agotada de trabajar 135 tanto, Estoy harta de que otras gentes cuiden a de que los cuiden mal. Siempre estén enfermos. Patoma.—Te ves mal. Cansada y... Cetia.—Envejecida. Lo suponge. Pavowa—jTrabajas tanto? (Celia afirma.) Pero todo tiene su recompensa. Ceiia—(Pausa, Sin sonreir.) Si. Patoma— Por qué te divorciaste Ia primera vez? Cet1a—Quién sabe. Ahora, ni yo misma me Jo explico bien, Era un hombre muy guapo. .. Quién sabe... Patoma—¥ eres fe Cetia—Si. Patoma—Creo que vi dando calor. —(Rienda snavemente.) {De modo que no va us- esta? Patoma— {Para qué? Ninguno de ellos quiere que vay Ni yo quiero ir, Tan vieja como estoy... iqué puede im- portarme una fiesta? CeLia—Asi pasa, En una época hay emocién en todo Jo que se hace, dice uno que estd buscando su camino y dessa encontrarlo, y lo encuentra, y descubre que ya lo éinico. necesa- rio es marchar, marchar, marchar, romperse de vez en cuando, ‘omponerse con mucho esfuerzo, y luego marchar de nuevo, viendo que todo es irido, todo repetido, todo igual. Paroma—Es verdad, pero no es lo peor. Lo peor vie~ ne cuando las personas més cercanas empiezan a irse y a mo- rine, cuando una cree que no quicre 2 sus padres y ellos se mueten, y cree que no quiere a sus hermanos y se mueren... y tampoco se quiere una a si misma, y no se muere. Cex1s.—(Combiando de tono.) Debemos evitar estas con vertaciones, Hace mucho que no las tengo con nadie y ¢s ab- surdo caer en ellas. No sirve de nada hablar asi, “Tiempo perdido. Paoma.—(Fingida como siempre.) Yo no tengo ya tiem po que perder. Cexia—jEn qué pasa usted el di: is hijos y ya cambiarme de ropa. Me esti 136 Paroma.—Leo, toco Ja mandolins, riego unas flores que tengo en mi recimara y te escribo de vez en cuando, CeLta.— (Qué lee usted? Patoma.—La Historia de México, de Zamacois, ‘Tengo veinte tomos, CeLta.—Son veinte nada mas, Patoma.—No sabia, Crnn—(Agirads.) Tia paloma, higame usted ercer que hhice bien en haber venido, que este clima es reconfortante, Que les da un poco de alegria tenerme aqui. Patoma.—jClaro que nos da alegria tenerte aqui! Y ver las forografias de tus hijos, {No trajiste una de tu esposo? CeLta.—No. (Rée un poco.) No se me ocurrié. Patoma.—Para divertirte seria capaz de ir al cine una tarde, Cetta.—Iremos. Hace tiempo que no voy al cine y tengo ans, AloMa.—Podemos ir hoy. No me cambio de ropa. Curia —(Riends,) Bso es. (Estin de pie las dos, una frente a la otra) Estamos contentas, verdad? (Tia Paloma, por tinica respuesta, se echa sollozando en braacs de Celia, que la acoge. Entra Dora, alegre; se ha pues 40 vestido color de ross, amplio, corto, sen poco ridicule, pero lla 1e ve, y, sobre todo, se siente muy Donita.) Dons.— (Ya esté llorando, Palomita? Patoma.—(Rehaciéndose.) No seas impertinente, nifia, Dora—Vine a enseiiarles mi vestido, Me lo puse tem= Prano, porque antes de la fiesta van a retratarnos. ;Cémo me Yeo, sefiora Celia? Cet14.—Bonita, Paoma,—Sélo te falta engordar seis o siete kilos. Dora.—Pues eso si no tiene remedio. (A Celia.) A us ted queria decirle una apsa. Pedirle un favor, Ce11,—Dime. Panoma—No hace ni dos horas que Iegaste y xa estén pic digndote cosas, Dora.—Dicen que su papi tenia aqui muchos amigos. 137 CeLa—Si. Dona—Que Jo querian mucho, antes de que se fuera 2 vivir a fa capital, Crxia.—Es verdad. ee Dons.—Ellos se acordarin de usted, si les dice quién cs, Cexia—Supongo que si : Doka—El caso es que voy a recibirme y todavia no tengo trabajo. : Patoma.—Ya le ofrecieron uno, Dora—Pero no sirve. No quicro dar clases en una escue- Ja particular. Quiero trabajar en el gobierno porque si se em- pieza joven y se trabaja mucho, hay ascensos y después una pensién. : ; Cet1a—{De manera que ya quieres trabajar mucho? Dora-—Si. Y si usted quisiera recomendarme con uno de Jos viejos amigos de su papi... con el Ticenciado Ramos, para set precisa, que es el jefe de Ia oficina de educacién. .. Cez1s.—No veo ningin inconveniente. ; Patoma.—Esta nifia siempre consigue Jo que quiere. Dona.—Pefo, Palomita, si soy maestra. jPor qué no voy a trabajar Ceiu—Tiene razin. Paoma—EFstoy harta de que me digas Palomita, Dora—(Alegre.) ZY cémo quiere que le diga? :Doia Paloma? Paxoma.—Lo mejor seria que no me dijeras nada. Dora. i que no, porque tengo que hablarle de vez en cuando. Patoma—(4 Celis.) Bs ta Sinica de Ja casa que parece sentir necesidad de hablarme. Ce11a—Dime una cosa, Dora. {Por qué no te ha reco- mendado don Fernando? Il es hermano de mi padre y me~ rece tantas consideraciones como yo. Tal vez mas, porque ha vivido aqui todo este tiempo. Dors.—Nadie lo toma en cuenta porque... pues no #6 por qué Je suceder exo. Don Fernando es muy buena per sona. (Tia Paloma tose y mire significaticamente a Celis.) 138 Dora—(De memoria.) Mucho, doa Magdalena y él han sido siempre muy buenos conmigo. Me dan ropa, y me man- daron a la escuela y me tratan bien. En mi casa todavia estin muriéndose de hambre, y yo, desde hace mucho tiempo. CeLia—(Un poco brasca.) Lo comprendo muy bien. (Répide.) Ayado a coser a dofia Magdalena. Ceuta.—(Suave.) Qué bueno. ‘Ya viene don Fernando, oigo sus pasos. (Acerca tun sillén) #1 siempre se sienta aqui, porque las otras sillas estén un poco débiles. Patoma—Ya viene el pajaro enjaulado, Cxtia.— {Por que dice usted eso? Patoma.—Es una manera muy bonita de decirlo. Dora—No le diga usted asi, se enoja mucho. Patoma.—Por supuesto que se enoja, pero no voy a que- darme aqui. Adiés, Celia, Que tengas una hermosa entre- vvistz, (Sale Paloma por la derecha y desde adentro se le oye decir.) Pajaro enjaulado. Dora—Creo que me equivogué. (Corre a la puerta de la izguierda y antes de que Wegue, ésta se abre de par en por y enira don Fernando seguido de Magdelena, Celia se pone en pie y lo mira con una curios dad ansinsa. Fernando es un hombre pélido pero no delgado, da la impresién de que su carne esté inflomads, Parece hablar seguro de sky de su inteligencia; su vor es incisioa, precisa; su mirada profunds. Comienza a excascarle el pelo y tene la ‘cara rasurada. Viste una camisa blanguisima y corbata negra, sun pantalin de casimir claro y zapatos muy bien lustrados. No parece caper de perder el dominio de si.) Ceuia.— Qué tal, Fernando? Fernanpo.—Querida sobrina. . (La abraza delicademente, sobriamente, casi no la toca.) Cexia—Creo qve no debfa haber Megado tan de impro- Fepwanvo—(Senténdose.) {Por qué? Llegas a tu casa, 139 Curtin. —Es verdad, Cetta—Bien. Ferwanno.— Tu madre? CeLta.—Con una salud extraordinaria para su edad, FerwaNoo—Gran mujer, tu madre. Como pocas, Mu- cha inteligencia, mucha actividad. Cetia—Es verdad. Macbattna.—Es muy violenta. Ferwanoo.—Es natural. La gente se mueve por Ia vio- Jencia. Los que no son violentos, no tienen fuerza para nada, Dora, {no te parece que te vestiste un poco anticipadamente? Dona.—(Amable.) Si, don Fernando, Firnanvo.—Ese vestido tiene las mangas muy cortas, Mage dalena. MAGDALENA—Asi se usin. Ferxanpo—No me gustan, Doxs.—(Miréndoselas.) Son muy boni Ferwanvo—Lo que mas me alegra, Celia, aparte de te= nnerte aqui, es saber que de nuevo tienes a tw familia consti- tmida, Cetia—Desde hace tres aifos. FeKxaNbo—Me preocupaba pensar en ti como una mye jer sola y con un hij Cetin. ne importancia, en ete caso, La posi- cién de Ja mujer sola es dudoss. Los hombres que ls cono- cen no saben qué clase de mujer es hasta que Ia tratan a fondo, Ja ponen a prueba. Cetta—Si eso pasd alguna vez, no me di cuenta, Ferwayoo.—En tu situacién es lo menos que podias haber hecho. Cetsa.—No disimulaba intencionalmente. Fernanno— jCémo vivias? Ceti—Trabajando igual que ahora, Sélo que entonces 140 tenia mis horas de descanso, con un solo hijo y sin obligacio- nes especiales para con nadie. Fexwaxvo—Pero ahora, 2 pesar de las obligaciones y de los dos hijos, eres feliz. Macpanewa—Si, me lo dijo antes, Ferwanpo,—Magdalena ticne muchos deberes que cum- plir, pero le han hecho falta los hijos Macpatena—No me quejo, tengo a Dorita, (Estén sentadas cerca, Megdalena le acaricia ta mano.) CetiA—Yo no lamento tencrlos. Es maravilloso llegar a imi casa y saber que estin alli, Furwanpo.— {Qué clate de persona I Es un hombre inteligente, interesado en su pro- fesidn... creo que dentro de algunos aiies hard algo impor- tante en lla, Furwanpo.— jQué prof Cetin —Se dedica a la logo. FeRNANDo—Eso no da dinero, CeLin—Cuando se cstudia algo, no se piensa en eso. Macpatena—Se estudia por vocacién, jverdad? Ferwanvo.—La vocacién es como Ia inspiracién, o como la neurastenia; demasiado circunstancial y provocada para sobre- ponerse a otras cosas, Cer4a—Probablemente. Hay que tomarla como un hecho, Ferwanpo.—Pensando en ti, también he imaginado que tendrias otro problema. El de tu hijo mayor. Ee dificil que se entienda con tu segundo esposo; mientras mas tiempo pate, mis dificil sera. CetiA—E sabe tratar a Jos nifios, Mi Macpauewa—Se puede querer 2 un ni aunque no lo sea, Fernanpo.—No lo creo ati, Cetia.—Por Jo menos, puede tratdrsele con car Ferwanvo.—Dors, hazme el favor de traerme mis ciga- ros. No importa que tardes un poco, Dors.—Con mucho gusto, (Sale.) tu marido? tiene? teratura, da clases, quicre ser fie jo Jo adora, como un hijo, 141 Ferwanpo.—De manera que, salvados todos os problems les, tu vida es perfecta y por eso has decidido tomarte es- fisere Cxlcoeettiaros Chas y en la tierra donde nacieron tus antepasados. Centa—(Seria.) Te equivocas. Fernanpo.— {No es perfecta tu vida? Cex1a.—Casi perfecta, Pero no he venido de vacaciones, es un viaje de negocios. He venido a notificarte algo, (Magdalena pone las manos en el hombro de su marido.) Fexwanpo—Magdalena, hace demasiado calor para abra- zarse, Ademés, me arrugas la camisa. (A Celia.) Habla de tuna vez, No quiero apresurarte, pero tengo que ir al banco y ‘no me gustaria Megar demasiado tarde. Cetta.—Si prefieres que sea después, con més calma... Ferwanpo.—Prefiero que sea ahora. CeLta.—Vengo a venderlo todo, Las dos huertas y Ja Fernanpo—(Pausa.) Tienes derecho. Macpatena—(Moviendo la cabera.) {Cémo puede ser! Cetu—Es todo. —Necesitas mucho el dinero, supongo. jecesito que produzea el capital que tengo y del un solo centavo, —Espero que en es no vaya envuelto ningéin teproche a mi labor de administrador. Cetia—No sé qué decirte. No la conozco. Macpatewa.—Celia, iqué estis diciéndole a Fernando? Cetin —No estoy diciéndole nada. Ferwanpo.—En efecto, no he sido un buen administra- dor. ‘Macpatena—-(Poniéndose las m nos sobre la cara.) \Ay, Fernando! Ferwanpo.—No he sumado los sueldos de los mézos, ni el dinero que se gasta en composturss, ni he contado las frutas que se pudren en el suelo porque el viento las tira antes de que maduren, He sido un pésimo administrador. Ceuin.—No te he pedido cuentas, 142 Ferwanpo.—No tengo cuentas que darte. Cexsa.— {No has sumado las ganancias? 0, simplemente, nunca las hubo? Ferwaxpo.—Si las hubo, pero me he servido de ellas para cobrar mi sucldo de administrador. Cexta.—Para mies interesante saberlo, porque supongo {que para vender ser necesario informar de ellas al comprador. @Cuanto caleulas ti que sean las ganancias mensuales? FERwanpo.—Te he dicho que no Ilevo sumas exactas, Ceuta,—jNi un céleulo general? Macpatesa—No puedes exigirle tanto, Fewanpo.—Si puede, pero no lo tengo. Macparewa—Entonces, jvas a venderlo todo? Cen. —Si. Macatena— También esta casa en que vivimos? CELI.—No sé. No estoy completamente decidida. Macoauena—Tu padre nunca Je hubiera hecho eso 2 Fernando; era su hermano preferido. CeL1,—Lo supongo, pero legado el caso... Ferwanpo.—Tiene razén Celia; mi hermano, legado el Macparexa—Como cuando tuvimos que venirnos, pero 10 no lo decidié é1 solo. Fue tu madre la que. .. Cexin.—Si, Estoy al tanto, Macpatena—Pero no sabes cémo fue. CQ que te habrin contado, Ce114.—No me 1o contaron, lo recuerdo, Macpatena,—jPero no puedes hacernos exo! Estoy segu- ta de que tu madre... Celia, yo no tengo ganas de hablar mal de ella ni de nadie. Cexia—Te aclaro que nada ha tenido que ver con esto. Ferwanpo.— {Lo decidiste ripidamente? Cetin —jEl viaje? Si. Ferwanoo.—La venta, Cext4.—Es una idea muy vieja, pero no querfa hacerlo por exrito y no me hacfa el animo de venir, ni tenia tiempo, Ferwanno.— (Por qué decidiste el viaje tan répidamente? CzL1,—Si ests pensindo que fue por urgencia de 'én sabe Io 143 nero, te equivocas. Una yenta leva tiempo y yo lo sé. Quise descansar, tomar unas vacaciones, hablar con otras gentes, Macvatena—Si no tienes urgencia de dinero, jno ven- das nada! CeLia—Es dificil complacerte. Macpatena—Puedo pedirte por mi, ahora mismo. .. FERWANDo, a hacerte una siplica, Magdalena, Sal tun momento ¥ no ruelvas, hasta que yo te lame, No quiero ‘que intervengas en esto. Se hari Jo que decidamos Celia y yo. Crtia—No quisiera ofenderla, Macpaiena.—(Saliendo por la puerta de la izquierda.) Nunca me ofendo, jQué catistrofe! {Qué catéstrofe! Ferwaxvo.—Por supuesto que piensas darme un poder haga cargo de todo: No. ‘Vas a yender ti misma? Crtaa—No creo. Frxanvo—Ni yo te Jo aconsejaria, porque como tienes que volver pronto a tu casa te ofrecerian menos, Ceraa.—Es verd: Feyanpo.—Las mujeres con marido joven no deben de- jarlo solo tanto tiempo, Es peligroso. Cetia—i8i? Fervasoo.—Fn una ausoncia, sucede cualquier cosa. Creo que hasta un profesor de literatura tendria tentaciones. No lo dcjes solo, Ce1ia—Fs un consejo interesante. Ferwanvo—Cuando Ia felicidad Mega tarde a nucstras vvidas, asi, un poco de segunda mano, es mejor cuidarla, Po- ria no haber otra oportunidad, Fs dificil aleanzar un éxito tomo cl tuyo en ese terreno; tuviste suerte. Asi lo creo. NANDO—No cualquier hombre se casa con una mujer diverciada; vo, por mi parte... Me he quedado con una cus iosidad 16 tu madre ante tu divorcio? —Habri sido muy duro todo ese desprestigio para una persona tan amante de la rectitud. .. 14 Crtsn—(Pausa.) 1Te queds alguna otra coriosidad? Fexvanoo—No bra deer, '8L14.—Mientras tanto, volvamos adonde estibamos, Me Preguntaste si iba a dante un poder y yo w dije que oe fe dijiste que no podia vender vo misma, y cstuve de ‘ ae aoe no ps yo misma, y estuve de acuerdo, Cetin—Tengo pensido darle el poder a un tio de mi madre. Le escribi al respecto y acepta, Feawanno.—iCuindo hicste ex! #u1s.—Hiace unos seis meses; no creo que se ce seis meses; no creo que se haya arre- Ia grunNanvo—Et quiere deci que hace seis mess que toda ls gente pionsa que soy un ladrdn. Fue una gran intrudes cia tuys, er Cetun—Le dije que 2 causa de tu estado de silud, no queria molestarte Fenwanpo, salud? {Ceti —Poca cosa lo que tia Paloma me ha escrito, Que tats neviow, que te moletan dematado lis cou» ERNANDO.—No tienes por qué erecta, Ee una vieja Una mujer de mis de setenta atios dificilmente estd en ap iui, i lle I gue tine una auceprbldad tan sepugnae fe que apenas puede hablirsele. La pobre Magdalene Ceus.—YVe las he ofdo hablar, aa Fenvanpo.—Te habris dado cuenta de que casi no exté (Agiteds.) iQué sabes ti de mi estado de ¢ A mi no me parecié. asi. ERNANDO.— iPuede saberse qué es lo que te pare CeLi,—Que esti en su juice, NP (Fernando saca et paituelo y se seca Ia frente.) FrnwaNoo.—Hace un calor terrible... hay dias ase Da much sed... (Celia lo mira tranguile.) Be money ag estis decidids a ponerme en ridicule? ae Cera Por lo del poder? Fervaxpo.—De eso se trata, ino? 145 Cexs—Estoy decidida 2 no causarte ni una molestia mis, Ferwanoo.—Es una manera muy extrafia de favorecerme. Cex1.—No tengo otra, Fernanpo.—Eres una mujer tranquila. Estoy viendo que tu felicidad no ha sido suerte solamente, (Cetia—Nadk tiene que ver una cosa con Ia otra. Ferwano.—Te pareces a tu madre. Ceta—Soy su hija. Ferwanpo.—{Cuindo vas a ver a tu pariente? CeLia—Hoy. .. 0 mafiana, Ferwanno.— {Nada te hard cambiar de opinién? Crtin—No. Ferwanpo.—Entonces seré mejor que me vaya, No debo Iegar tarde. Cets—No quiero perjudicarte, Frrwanpo—(Con un dejo de violencia.) No, jverdad? (Se pone en pie.) Hace mucho calor. Cetin. — {Quieres que llame a Magdalena para que te trai- ga un vaso de aguat Fewanvo——No quiero verla. (Celia lo mira atentamen- te.) iQué? Tengo algo de particular? CeLn.—No. Ferwawpo.—Sélo que estoy muy viejo para mi edad, bat tante calvo, y no veo bien. Cetia.—Tampoco yo veo bien. Ferwanpo—Somos una familia de miopes. (Llege hasts Ja puerta como si ya fuera a salir.) Permiteme felicitarte de nuevo. Ceti —jPor qué? Ferwanpo—Por todo. Ahora veo que sabes hacer bien fas cosas. Cex1—No creas, tardo demasiado em decidirme 2 ha- cerlas. Es una listima, Ferwanoo—(Cerca de la venténa.) Afuera hay un sol imposible. En estos Jugares calurosos deberia uno trabajar de noche y pasarse el dia durmiendo. (Pousa.) Estaba pensando 146 cen eudl es Ja peor de las infamias que pueden hacerse en el mundo, Cexsa.—;Cual fue? Frrnanpo.—Pensaba en un juez que metia en Ia cércel a todos los que no podian cohecharlo. Eso es lo peor: privar de Ja libertad a alguien, Ce1i.—Es dificil hacer buen uso de la libertad, Ferwanpo—En todo cxso, es preciso tenerla, Es preci= 80. (Sehalando a la ventona.) No hay nada més feo, mas hu nillante que una reja, (P.tsa.) Es decie, si hay: los compa fieros de prisién, Ceuta.—Vas a llegar tarde. Fernanno—(Amargamente.) Gracias por recomendér- melo; adiés, Cetia—Adiés, Fernando, (Sale Fernando. Inmediatamente aparece la tha Paloma.) Patoua— {Se fue? Cents.—j Tia Paloma! jQué mal rato le he dado! Patoma—(Liger:.) La venganza es por lo general una bajeza, Cexia.—jPor quign lo dice usted? Patoma.—Por mi, (Celia rie sin gonss,) Cexta—Si, es una bajeza. Patoma—jMe siento tan optimista! {Es tan dificil te- ner un sentimiento y guardarlo con el recato que merece! Peor todavia si es un sentimiento malo. Cex1k.—No creo que usted lo tenga, Patoma—Te equivocas. Desde nifia, siempre que me pe- gabin, mordia y pateaba hasta llegar a creer que la que habia hecho mis dafio era yo, y luego me rela, Cetta.—Eso es Jo que hace la mayor parte de la gente. Patoma—Hay seres que nacen para ser maltratados, Cla- 0 que se vengan fastidiando a los que no pueden defenders, Peto no por eso es menos regocijante el hecho de que sufran sa vez, Estoy contenta, 147 Cetia—En este momento es usted Ia dnica que se siente contenta en esta casa, (Entra Dora, répidamente,) Dora.—(Alegre.) Se fue don Fernando? (Magdalena, que viene muy agitada.) Macparewa.—jSe fue sin cigarros! Patowa—Comprari unos en la calle, No te desesperes, Macpatina.—(Yendo y viniendo por la escena.) No ex toy desesperads, No estoy descsperada. Dorita, gdénde estin mi aguja y mi dedsl? tengo que arreglarte las mangas, Dora.—Asi estin bien. Macvatxwa—Yo oiste lo que dijo don Fernando. Dora—Pues si, pero. Macpauewa.—No hay pero que valga, (Dora le da ls aguja y el dedal que estén sobre la mesa. Se sienta a su lado.) Dora—No me pique usted, dofia Magdalena. ;Q que le traiga sus antcojos? ‘ Macparena.—No. Veo muy bien. Patoma—En mis tiempos nunca usibamos la manga mis arriba del codo, ‘Macpanewa—Sus tiempos ya pasaron, . Paroma—jEntonces para qué sc las compones? Déjala como esti y se acabé. Macpatexa.—Usted sabe bien por qué. Porque soy una mujer que odia los pleitos, Detesto las situaciones violentas v no me gusta tener discusiones con nadie. Cetian—Creo que estis nervioss, 5 Macpatens.—Tampoco suelo ponerme nerviosa, Dora—jdy! Macparena.—No te estis q : Paroma.—Eres Ia pertona més irritable que he conocido. Macoatena—La irritable es usted. (A Celia.) Figirate que se enfurece cada vez que digo que voy a vender la lim- para. 148 Patowa.—Esa limpara es una obra de arte que trajeron amis padres de su viaje de luna de micl, cuando fueron a Italia. Crnis—La verdad es que es preciosa. Macoatesa—Vale un dineral, y ademas no sitve para nada. No prende. Crtta—EBso podria arreglarse, Macpatewa—Pero habria que ponerle muchos focos istariamos demasiada Iw. No nos aleanea el dinero para tinto, Pavoma—Hay un detalle que has pasado por alto y os gue Ja Mimpara, como todo lo que hay en esta casa, 2 de Catia. Macpatwa—(Pansa,) Tin Paloma, vaya usted a su cuar- toy acuéstese a dormir, Patowa—Me voy, porque no me gusta estar donde no Soy grata. Pero no voy a dormir, vamos al cine esta tarde, werdad, Celia? Cunts—De acuerdo, (Pawre muy molesta.) Macpatuwa—Ya estis lista, Dora, Dora—Ya me voy a la fotografia, nada mas que primero me peinaré y me pondré polvo, jMe quedan bien estos 7a. patos? Macpatena.—Un poco alto el tacén, Me da la idea de que no puedes caminar bien, Dons.—Si puedo, y correr y todo lo que quicrs, Bueno, (Sale Dora, por la izxquierda. Ellas se miran. Magdalena se pone de pie.) Macpatena.—Antes de ir a la fiesta voy a terminar un veido de nifia que me encargaton, (Va a buscerlo en algin lugar de la sala.) Ahora que no esté Fernando, Ce1sa-—iNo sabe que coses ajeno? (Magdalena niega,) Deberia saberlo, Macpatewa—No vavas a decirselo. (Pausa. A punto de Morar.) jAy, Celia, no sé para qué viniste! 149 Cet1—Ya Io sabes. Macpatewa.—Pero es que no es posible, Nadie puede ser tan cruel con Jos demés. Si vendes tus propiedades, nos mo- firemos de hambre. Cex1a.—Yo trabajo para vivir. Si no vendo lo mio para que ustedes vivan, seria como si trabajara para ustedes. Y la sola idea resulta absurda, Ademds es algo ya hecho; hace cua- to afios que trabajo, 0 sea que trabajo para ustedes. Todos los esfuerzos que he tenido que hacer han sido para ustedes, Por ustedes estave trabajando hasta el iiltimo dia de mi en barazo, por ustedes no tengo tiempo de educar a mis hijos. Macparens.—Que te sostenga tu marido, Cex1a—tises son asuntos particulares mios, pero ya que me lo has dicho, me das derecho a preguntarte por qué a ti no te sostiene el tayo. Macparena—Eso no importa ahora, Celia, jno quieres ponerte un poco cn nuestro lugar? Somos un par de viejos, ya cumplimos los cincuenta, ‘Tu padre dedicé su juventud a darle a Fernando, que era su hermano menor, las mejores co- sas; pero no Ie dio una carrera, ni siquiera un oficio, Cexta.—Tengo entendido que Fernando empez6 2 estue dos profesiones y las abandon6, Macparewa.—Por falta de energia de tu padre, que no supo acostumbrarlo al trabajo. Sino tenia necesidades, icémo iba a querer trabajar? CrLth.—Nadie nace con una vocacién extraordinaria para el trabajo. Macpatewa.—Tii eres diferente. Desde muy joven apren- diste a conocer el valor del dinero y te ingenisste para ganai~ Jo, Ti eres mis fuerte, CeLta.—No soy; no quiero ser més fuerte. Macpatens—Es que nosotros lo necesitamos tanto, No sé hasta qué panto es una injusticia, ni sé nada. Solo sé que tiene que haber dinero en una casa, venga de donde viniere. CeLta.—No me hagas esto, porque me obligas 2 represen- tar el papel del verdugo y no me gusta; lo he hecho demasia~ das veces. No quiero ser Celia Ja dura, la arbitraria, la que hace su voluntad, pasindo por encima de Jos deseos de su 150 madre, la que dicen que ocasioné con un disgusto la muerte de mu padre, la que hace lo que quiere, cuando quiere. Yo venia para ser justa, medida, tranquilas para reclamar sin viow lencis lo que era mio, y ahora me obligas a hacer todo lo que querfa evita Macpattwa—{No te importaré nada de lo que yo Macbauena—{Ni que lore, ni que suplique? (Celia niega. Magdalena, soltendo la costura.) Mira, la verdad de lo gue sucede en esta casa es que... (Entra Dora, ton arreglada como puede estarlo.) Dora— {Qué tal? {Cémo saldré en cl retrato? Yo creo que bien, Macauewa,—Demasiado polvo. Dora.—Entonces los veré a usted y 2 don Fernando en la (A Celia.) GY usted? 4No va? Criis-—No #€ si me dard tiempo de descansar un poco y de mandar a buscar mi equipaje, Dons——Etpero que vaya. Hasta luego, fet (Sale Dora, por la izguierda, fonde.) Cexta— {Qué es lo que ibas a decirme? Macoatews,—Nada, ya nada, Tengo mucha prisa. Voy a ir al banco a buscar a Fernando. No me falta mucho, des- pués de todo, Oagdolene sigue coriendo. Celis, callada, nervion, En tra Dora por donde ha salido.) Dona—Sefiora Celia, al salir me encontré con un sefior que Ja busca, dice que se lama Francisco Marin, Cein—(Muy desconcertada.) iQuién? ‘Dors.—Francisco Marin. Es un muchacho guapo y jo- ven, de veras muy guapo, Macparens.—(A Celis.) jLo conoces? Ce1a—(A Dora.) Dile que no estoy. Dona—Y¥a le dije que estaba usted. intonces dile que no puedo recibirlo, Dora—(Saliendo.) Le diré que no puede recibirlo, que vuelva més tarde, Ceuin—(Quedo, porque Dora ha slide.) No, que no vaelva, Macoarena— {Por qué no quisiste verlo? Ceria—(Con agitacién.) Porque estoy cansada, cansada de hablar tanto, de vivir tanto, del viaje, de haber venido aqui, de haber tenido que decirles todo exo, de tener que se- guir adelante, de haber nacido... Mientras Celia habla y Magdalena cose, cae el ACTO SEGUNDO El mismo dia, al atardecer. La escena vacia, Poco des pués entran de la calle Dora y Magdalena, Dora, como en la maiiana, Magdalena con un veitido discreto, Dons.—(Alegre.) Fs la fiesta mas bonita que ha habido en Ia escuela, Macpatewa.—Habia mucha gente, Dora—2¥ qué tal me veia cuando pasé a recoger mi diploma? Macpatena.—Bien. Sélo que te acercaste demasiado a la orilla del tablado y se te vieron las piernas, Dora—(Riendo.) (Si? jQué graciowo! ZY se me view ton mucho? Macpatewa.—Bastante. Creo que hasta hubo un comen- trio, Dora— {Qué fue? Macpatews.—No tiene importancia, Doza.—Péngase contenta, per favor. Iste es uno de los mejores dias, y usted ni siquiera tiene ganas de hablar. 152 Macpatena—(Dejéndose caer en une mecedora.) {Como oy a tener ganas de hablar con todo lo que Ilevo encima? Dors.—Tantos planes que tenfamos para ho ‘Macparewa—No podiamos seguir en Ia calle nando. Estoy. preocupad Dora—No cs Ia primera vez que sale del banco sin Macoareya—Pero no fue a Ia fiesta'y me consta que tenfa ganas. Aver me to dijo; pocas veces lo he visto tan in- teresado en algo. Dora—Se habri encontrado con algin amigo. Macpatena.—De eso precisamente tengo miedo, De los amigos. Ninguno lo estima de veras; porque, si fuera asi, no serfan capaces de acompaiarlo en las cosas que lo perjudican, Dora—Con seguridad que no ha pasado nada, Macvavewa—Mira, Dorita, no me hagas tonta, ti crees Jo mismo que yo. Dors.—Pero si el médico le dijo. Macpariwa—Hace mis de dos aiios que s¢ lo dijo, Dora.—No se ponga usted a Macoarena—La culpa de todo la tiene Celia, Dors.—No puede ser. Hace dos semanas pasé Jo mismo. Macpat.ena.—;Pues quign la tiene entonces? Dora.—Su enfermedad, Macoauena—Si te casas, 4 pasirte nada asi Dora— Macbatuna.—Vé a quitarte sc vestido antes de que Jo manches con alguna cosa, Dora—Quiero tenerlo puesto aunque sea un rato més, Me siento muy bien con él, Macoatena—Lo peor de todo son éstas esperas, en que nunca se sabe To que a a pasit. ‘Traeme el vestidito, por far Yer: esti en mi recémara. Por lo menos no perderé el tiempo, jate muy bien en que no vaya (Dora sale por la izxquierda y Magdalena se mece, cada sez mis nerviosa. Regresa Dors después de wn momento.) 153

You might also like