You are on page 1of 13
Hi Patoma,—Bi fueno, Hi i ! ar face tanto que no como fuera de mi i (Sale por ta derecha.) i Cetin —Dora, jseria i ee aoe ee de hacerme un favor? sq et —VE al Hotel Regis y de} ‘in que tenga la bonded Que es urgente, 4 LY no pregunto por él? Yenir a verme maiiana tempran Dona.—JE1 muchacho guapo? Cett4—No, Basta con ese Dors.—Voy a sacar mi chal (Sale Dora por le ixquis {Sale Dora por ta itguierdas Celia mis hacia el patio a oscuras, sEpoace eee ers Por la derecha, lea redazo de ie pegs ees 0 fan, se sienta cerca de una te leg PaLoma.—Siemy : \—Siempre como sola, aes fe ‘sido posible mi vids. $1 no tengo as ni hermanos e acue! i ov puede enicjecer. Todo cata kage, PT Ae (Sale Dora por la izquierda con e} chal.) Dora.— :Nada més, sefi i Conn iattmis sflora Celia ? Mientras como, pienso de (Sale Dora y antes de ) fe deseparecer se oueloe haci fc ide donde se le oye decir con vox (ony rea Dora.— iV. ; iVengan a ver qué bajas esti noche! jVengan a verla! jNo sabi vienen a ver las estrellas! des Tas catrellas esta n To que se pierden sina (Elles dos se quedan inmaéoites y Dora rale hacia el zaguén.) TELéNW 176 ACTO TERCERO Mismo decorado. Es el amanecer del dia siguiente. Tha Paloma esté sentada en una silla cou la mardolina entre las manos, A veces toca una melodia indefinida. Poco después entra Fernando por la isquierda, Estd pulidisine, tiene oje~ ras 9 se le ve débil. Se sienta en “sn” mecedora, sin hablar. Paroma.— jDormiste? Ferwaxvo.—Poco. Paroma—Hiubieras podido descansar un rato mis, Frrnanpo.—La of ¥ quise hablarle, PaLoma—Hace mucho que no quieres hablarme, Estoy sorprendidisima. (Toca wn poce.) FERNANDO.—No haga usted ese ruido, Patoma.—Es una manera de hacerse presente, por eso me asta. Bee Renwanpo.—Tiene usted muthss maneras de hacerse pre- sente. (Pauta.) No quise dormir, Para no olvidar nada de Jo que dijimos ayer. : PaLowa—gTe parce digno de recuerdo? FeRwanno—Me parece tan indigno, que es bueno no ol- vidarlo nunca. Paoma.—Di algo més preciso. FeRNando—No quiero. Usted sibe bien que no puedo, Hoy una palabra en especial. .. Patoma.—A mi todo me lo han dicho y he tenido el valor de repetirlo todo. FEeRwanpo.—Estaré muy segura de que no cs cierto. Yo no tengo seguridad. Patoma—Tienes dudas. Ferxanvo—jNo es verdad, no tengo dudas! Quiero s- ber si es verdad lo que dijo usted anoche. Recuerdo que hablé poco. Todavia le parece poco; es usted insaciable. Ahora va a fingir que no se acuerda de Jo que me dijo. Patoma—No me acuerdo Fenwanpo.—Tenga una poca de caridad cristiana, V7 iii tat Pavous.—(Riends.) Caridad cristina en esta casa, des ués de diez afios de esta vida. Y otros sesenta que he sopor- tado yo por mi lado, Fewanoo.—Hay momentos en que puede uno enterne- cerse, ser generoso, ayudar a los demiés, Pauoma.—Es demasiado arriesgado, Prefiero esperar a due uno de los demés tenga un momento asi. No me gusta hacer el ridiculo. Ferwano.—Hoy me siento asi, Patoma,—Pero para pedir ayuda, no para datla, —También asi puede hacerse, Pavoma.—Ese cs el sistema que siguen todos para conmo- ver a los demas y lograr lo que se proponen, Ferwanpo—No, todos no la conocen a usted. (Paloma toca otro poco.) Por favor, el ruido, Patoma.—En resumen, iqué es lo que quieres? Ferwanpo.—Usted ya lo sabe. Patomta—No sé nada, FeRwanpo.—Quiere usted algo en cambio, Patoma—Desearia varias cosas, pero no sé si en cambio, Ferwanpo.— (Qué? Pavoma.—Que le pidas perdén 2 Celia por Jo que le dic te ayer. Podria haccrle demasiado daiio, Fenwanpo.—Se lo dije porque lo pienso, Patoma—Podrias pensar lo contrario, Ferwanpo.—No podria. De cualquier modo, iqué le im- porta a usted Celia? Ni siquiera Ja conoce. Habré venido aqui tres 0 cuatro veces en su vida, Pauoma—Celia me escribe cada mes, me dice palabras afectuosas. Soy una mujer agradecida, Ferwanpo.—Le manda dinero, .. Pavoma— Una renty que dej6 tu hermano para mi, y que si Celia no quisiera, no me la mandaria, porque esti a s4 nombre. Fenwanpo.—fisas son cosas que se agradecen. (Pauta,) De nada serviria que yo le presentara disculpas a Celia, ya no ereeria nada. Las palabras no pueden berrar lo que hacen las palabras, 178 Patoma—Pero si los hechos, las actitudes, No sé si lo on ae, AMEE aU es aor ieee rts qnetine oem (ta sa, con alarma.) {Por qué cree usted que no lo haya toma on serio? Patoma.—Estabas borracho. Fa ae ete ate a react “Nadas claro pars quien no te conoee, Fanvaso—Pero waeds gis me eenocs, be gue 2m lo esa, gPor exo cree que estaba en un extado espe Patowa—No ests as semptey Que yo SP. Feavaveo,—No, ZQué me dijo und que cial Paroma.—Las palabras no pueden borrar lo que ha Patou) baer ee hice eH ds AeA Re, ere aete Cle Pe aaen tuna sospecha. oe . YM tunawions jCree usted sinceramente que Ja condoet ees ue ti extis Toco, Son sospechss. OF ee eaeere ee ia ect lan Pr ne aes a cat la eae dal ocean LOMA — : Pregdntale a Magdalena 0 a Dora. Ferwanpo,— jis verdad eso? ; Patowta—Tan verdad emo lo de Cai Fanxanoo-—Lo de Calis no es verdad, Paroma-—Muy bien, entonces no tienes mis cirsdlo, FeRwanpo- : lo ve cielo ett azuls quia ime may, ej. 1 a Nis hudlas« peaait on e@ 86 com 3O-ADTE c a mirar las lows de tw eicel. ae S ‘Fumnanpo--(Pause, cow ansieded.) Antes de decirle nada + Calin deo stgurarme, No conffoen used ‘aLoMta.—Pregiintale 2 Magdalena, . PeLanNDO- No eid yam de Isbiines (Taco 179 std bien, (Se de pie y rina (Pausa.) Esti bien. (S¢ pone de es aa 48 querta de la derecha, con oox débil.) Magdalena, (Paloma, con le mandolins en ta mana, quiere salir.) No se vaya hasta gue ella venga Patowa.—No creas que tengo tantas ganas de encontrar mela adentro después de haberla ofde roncar toda Ja noche, La proxima ve2 que te pelecs con ella no la dejaré entrar en mi recémara, (Ssle Magdalena por la derecha terminando de peinarse. Nereiosa, sin mirario.) Macpaewa—jMe lamaste? Quieres tu desayuno? Ferwanvo—Tia Palon Paroma—No digo nada, Fennanvo—(A Magdalena.) Quiero que me diges si piensas que estoy volviéndome loco. Macpauena.—(d Paloma.) {Qué ser tan odioso es us ted! Eso cra lo tinico que faltaba en esta casa, Usted sabe Perfectamente que lo que dijo el doctor es que si seguia to. mando se iba a morir del higado, y que no habria manera de evitarlo, Fenwawpo.—Ero ya lo sé. Pero... ¢¥ las cous que yo siento? Patoma—No se las has dicho al médico. Por adivina- cién, no te va a dar un diagnéstico, Macpatena.—Seguiré hablando, siempre que se vaya Ja tia Paloma: Patoma—Con gusto. Ya sé lo que vas a decir. Fernan do) ro se te olvide hablar con Celia, (Sale Paloma por lo derecha,) Macpates ‘A— {Fue capaz de decirte eso? No es verdad si fuera verdad te lo diria yo, para no engaiiarnos, Fenvanpo—Gratias por haberte :econciliado conmigo otras veces, Macbatena.— jOtras veces! Todas las veces son una sola, Ademés, no puedo permitir que ella abuse de tu credulidad, de tus nervios, Ferwanpo—Lo malo no s que ella lo haya dicho, ni que yo lo haya creido, sino que yo... ya lo sabia, 180 MacbateNa.—No, Fernando. Es que estamos viejos, No confundas la ve con otra cos: Somos mais tontos, mis in- tiles. Ademés, si vivimos aqui, de qué nos sorviria ser in ligentes y- sanos? TERE ee Dedric Ne hea ar que temer. Macpatena—Aqui nada puede pasamos. a ‘ERNANDO.—Los pdjaros viven més seguros dentro de las iia que re re Tibre. (Muy cansado.) Al fin, dentro de odo, una seguridad, i eee ayer’ a Celta’ de que’ no ven« dicra. (£1 calla.) {No te alegras’ Frrwanpo.—No. : ae Macpaena.—Entonces, iqué es Jo que buscas? Fensunno—Que fe vays y no viclva nonca, Ls pete nas se Hevan las ideas; que no nos escriba, que no nos pi entas de nada. i et Sa tears fay yates ta oe dine parte de tu sueldo, (Fernando asiente.) No podremos com- orar los mucbles, aie PIN penaasbo-—Para nototoe tin bien én, Macpanena—No estin tan viejos. aoe Fanwavoo—Vé a prepare el desyano y dite 2 Cais je dentro de an rato quero hablar con ella oY Minoan oft Seats Geman Cs cakes irnos antes de tiempo. Feiss ae ceca au era crc Jo sabjamos, ; Macpatena—Voy a decinsclo, Ferwavpo.—Magdalena. . (Magdalena se ouelve: él se acerca para darle un beso en la frente y ella lo abraza.) Macparena—(Quedo.) No vuelvas 2 pegarme. Ferwanpo.—Anda. (Sale Margarita por la izquierda y Fernando queda solo tun momento, entra Dora.) 181 Dora.—Buenos dias, don Fernando, Fenwanpo.— {Dormiste bien? Dora—Muy bien, La sefiora Celia va a recomendarme con el licenciado Ramos; pronto tendré empleo. Ferwanpo—Me parece Dora-—Ya lo creo, Tendré dinero para gestar. Fernanpo.— {Vas a gastarlo todo? Dora.—No, Guardaré un poco. Ferwanbo. {Cuinto piensas goardar? lo sé... la tercera parte, 0 mis. pDe manera que es lo que piensas hacer con tu dinero? Dora—(Répida.) Dice Palomita que debo darle algo a dofia Magdalena, para 1a casa, Ferwanpo—Ah, Dora— {Le parece usted bien? Pexwanpo.—Me parece la tini Doxa—jSi? (Répida.) Pues principio estuve de acuerdo. FERNANDo. Dona.—Pero... jy si me caso? Ferwanvo.—Tendré que prescindir doiia Magdalena, Porque entonces Io recibird tu marido, Dora—(Riendo.) {Cémo es usted, Don Fernando! Ferwanvo.—(Irdnico.) Muy bromista, jverdad? Creo que voy a ir un momento al jardin, Antes de que salga el sol. Empieza tu jorada de buenas acciones sacudiendo la sala, solucién justa, » claro que si, yo desde cl (Sale por la derecks, fonda, vega lo vemos pasar por la ventana, Dora se entrega a toda clare de accesos de jubilo; se compone el pelo, se sienta en una silla y se rie sola. Entra Celis, agitade, viene vestida com traje de viaje, Dora se le~ vanta como si la hubiera sorprendido haciendo algo prohibida.) Dora—Buenos dias, sefiora Celis, Cexta—Buenos dias, Dora— jNo me pregunta si di bien el recado de ayer? Ceuia—(Alarmada.) 2No lo diste? Dora—Si, directamente. Hablé un rato con el sefior 182 Marin, Es may simpitico. (Celis la mira con gigi s durecido.) Le dije que viniera temprano. Pero, claro, los hombres siempre se levantan muy tarde. (Silencio de Celia.) jVerdad que va usted a recomendarme con el Ticenciado Ramos? Cena resultado sera el mismo. Dora.—Queria preguntarle una cost, pero me siento timida, Si no me da tiempo, le escribiré una carta y el Cea. —Dime. Dora—Sobre ese muchacho. Cetin — 81? Dora.— {Quién es? ue CeLia—Trabaja donde yo trabajo y vive con su familia. Creo que tiene muchos hermanos y. Dora.— {Gana bastante? Cent, Mil pesos. Eso es muchisimo dinero. Te parece? r Dora.—Si. ;Es buena persona? : Cexia.—Es una Sin aes Nunca he sabido que haya hecho nada malo. Seguramente lo es. “Dora—Lo que quiero decir es que si es la clase de per- sona en que se puede confiar para... cualquier cosa, Ce11a—En la compafiia tiene un puesto de confianza. Dora—No es eso. Es que hay gente a quien puede te- nérsele mucho carifio, pero es mejor no confiar en ella... como don Fernando. Crn1a—{De manera gue asi piensas de Fernando? Dora.—Dije que lo queria mucho. Cenia.—Me doy cuenta, : : Dors.—¥ hay otros, que ssbe una que siempre estin de su lado, que no van a dejarla nunca, nia traicionarla. jf es de ésos? Cexia.—(Pausa.) No sé. i: Dora—Como dofia Magdalena es conmigo. Cetia—jasi que la gente que te interesa encontrar es como dofia Magdalena? Es una medida muy especial. 183 Dona — Ent i ~ iEntonces no sabe usted si él es asi? (Celis nicga.) Porque si lo fucta seria una listina dcfarle pau Cer1a.— {Qué quieres decir? zGy, — re aq i vienen tan pocos hombres. a, 4a.— {Quieres hacerme el favor de Qué has preguniedo todo eat SG RA.—Antes ie! ac di ie nov me Antes quiero hacerle una pregunta mis. {Tiene Cexis.—No, no tiene. Ahora contéstame Dosa-—(Riendo,) Pass para nats, para sbero, Eas aiGaN A alvde que no toy como. Magdalene 1s. mes no me engafian, Estcy acostui zi ee igafian. Estcy acostumbrada a usar~ i por nada malo, Es un muchacho muy guapo y joven, y yo ta soy joven como é fes, Es algo... mature, (No? So" come Gly no un Getia—Es una razén poderos, \-—Entones é y dea pon; —Entonces, {por qué se enoja? {Le parece’que soy CeLia.—Me parece que eres sincera, Dora.—Se lo pregunto a usted fi de, con mario ete # wed porte es une sera gran Csuin—En ew tienes razén, oRA.—Entonces, or qué le molesta? eo lo rae See RA—Ha de estar nervic con ic ned con ton Ban stat nervosa con todas ens convercio- Cetta.—(Agitada.) En eso tienes razén. Estoy nerviosa, (Pausa, mira su reloj.) iNo ti é Pasay teloj.) {No tienes nada qué hacer alld Dora—No, como ya no voy a la y no voy a la escuela... cas —Podrias ayudar a Magdsioiies ona.—(Extallando.) 3Es que siempre hay que 4 alguien? (Celia 10 rie.) Yo crcla que cinder et carrera ria a vivir para mi i ieee Sarees empezaria a vivir para mi sola y que mi trabajo seria 184, (Celia se rie mucho y Dora la mira en silencio, algo ofendida, Entra Magdalena.) Macparena.—Celia, jpor qué esti hecho ta equipaje? Crrta.—Pensaba irme hos en Ta maifana. Macpatena.—jSin vender y sin nada? Ah, pensabas, pero ya no lo piensas. Ce1s.—Todavia. En realidad, no lo sé. Dora.—Yo crefa que a su edad Jo sabia una todo y usted siempre contest que no sabe las cosas ms importantes. MacpaLena—Dora, no scas impertinente. Centa—Tiene razén. Macoatews—No hay motivo para molestar a Ja gente grande, CeLi.—La gente grande ya esti bastante molesta s6lo con serlo y tener que quedarse asi indefinidamente. Macpatzna.—No sé qué le pasa a esta nifia desde ayer, Son las emociones de Ja recepeién. Ast era yo, Dora—No estoy emocionada por Ia recepeiéi Macpatena.—Seria conveniente que fueras a visitar a tu familia para contarles que has terminado tu carrera. Ademés, hace bastante tiempo que no te ven. Dora.—No entienden nada. Macpanena.—Pero se trata de tus padres y de tus her- manos y es una atencién que les debes. Dona.—Si saben que voy 2 trabajar, empezarin a pedirme dinero, y yo... (Se detiene al ver una sonrisa en los labios de Celia.) Macpatina.—Ellos no tienen 1a culpa de ser tan pobres. Dora.—Yo tampoco. Macparwa.—Bueno, Dora, parece que hoy no se puede hablar contigo. Vé a sacudir un poco tu recémara y a poner cen orden tus cosas. Dora—Me ensuciaré. Macpatexa.—Ponte un delantal. Dora—(De mala gana.) Bueno, (Sale por la ixguierde.) Macpatewa.—Asi es Ia gente joven, Pobrecita, después 185 de todo. (Pauss.) Fijate, Celia, Pre te he vino tan libre, tan. did. Eutn—Me lo vienes diciendo desde ayer, he vito menos Tire nf menos decid, Remand GDALENA—Es que hay diss peores para mi que Jos otros, Esos dias en que me cuesta trabajo perdonar, Cetia—No es necesario perdonar, 2 Macpaena.—Para mi si. Hay momentos en que | ‘ofensas pierden importancia y que, en altimo caso, no vale Ie ena preocuparse por ellas, ‘i is Cain Bae es el per, fAcaLENA—No, no. es. Porque no puedo por com sempre hablar con aeaahual oie mele ad __Ceuin.—Quisiera que me dijera cémo has hecho vivir al Iado de Fernando todos estos aon, Por qué no Io dejaste desde el principio? aie nea Macpatewa—Porgue me dio vergi Maco, orgue me dio vergiienza; cuando una mujer doja a au marido en los primems tiempos de to maree monio I gente sempre dice que tins Ia ealpa el Go CitNe—Es cleo, 2 después? {Cuando ya todo el mun lo abla» qué stoore con recto « Fernando? iAGDALENA—Después no pude, po é que si : , » porque pensé que si lo dejabs no me guedaria nada, Bueno ¢ malo, lo que cae lo mio, Jo que yo habia escogido, Hay momentos en que see una cuentas ds gue la vide qu Teva et a” vida, Ea na escogié y que no puede negars: porque e decir: Mnideaejne ir oa ee ee Cerin iCrece que hay quien eis ov AcDALENA.—Supongo que si. Yo decidi casa Ferman, y un ver Renee wt er neo #11A—Se acabé todo. No queda ninguna esperanz Maconiexa— Las ficient coms ta t e Cet.—Somos iguales a las que son como hay irboles que sucltan el fruto Ta primera eu que necesitan dos. Macpazewa—Nos ponemos sentin A memos scntimentales. Y eso no es conveniente, Hay que hacer como que una no se fije en In costs, seguir adelante haciéndose la distralda, 4 186 me das envidia, siem- Cetia.—Fista es la primera vez que me conmuevo, desde que estoy aqui Macoarena—Ademés, ide qué hubiera servido separar- me de Fernando si quedaba la posibilidad de casarme con otro igual a él? No sé para qué te digo todo esto. Ceut4.—Me hacia falta ofrlo. Macparena—jCuindo te vas? CeLiA—No quiero hablar de exo. Macoarewa.—Es curioso, es extrafio saber que nosotros no nos iremos nunca, (Se frota la cara.) Todavia me duele. (De pronto.) \Yo no querfa nada de esto! Nunca quise que me pegara nadie, Siempre tave micdo a los golpes. Siempre tuve miedo a Jos hombres que se embriagan, a los gritos, a las diseusiones. Siempre tuve miedo a todo. {Por qué tengo que soportarlo ahora? Cenia—(Acercéndose, las dos de pie.) Magdalena, Macparena.—Tiene que ser, porque tampoco quise estar sola, ni morir abandonada, ni ser una vieja endurecids, como tia Paloma, Ya sé que soy Ia que no Ilora, la que no se ofende, Ja que no pide nada, pero quisiera imaginarme, si hubiera po- dido evitarse todo esto, jeémo habria sido mi vida? CeLia.—Si querias evitarlo todo, hubieras tenido que mo- rirte a los qeince afios. ‘Macpatena— {Para qué nos pusimos sentimentales? Cexia,—Vamos a ponernos alegres. Macoarena—(Triste.) Vamos, no hay que Ilorar. (Entra Fernando por la derecha, fondo.) Ferwanpo.—Magdalena, dice Dora que no puede pren- der a estufa. (Magdalens sale por la ikguierds, cominando despacio. Celia y Fernando se miran.) Ferwanvo.—Querida Celia... Ceti—Antes de que hables quiero decirte que silgo para México dentro de dos horas. Fernanvo.— ;Por qué? Cei—Lo decidé ayer, después de nuestra entrevista, 187 4 | i Ferwanoo.—(Seutindose.) Déjame suplicarte que no te Canin Tengo algunas cosas que hacer, haccEERNANPOYo creia que cf agai donde tenias que- CELIA —No, os all, FERNANDo.—Supongo que ayer te ofendi, CeELia.—Si, me ofendiste. Ferwanvo.—Perdéname, Cenin—(Después de uns puss.) Bueno, esti bien, JE: soa gts (Pests de uns pauss,) Bueno, esti bien, (Es sept BiNANDO-No. Quiero que sepss que te ofendt con com Blea conciencin de que mentia. Estoy completamente tguto de gue no e+ verdad Jo gue dije y so se me ocurti6 para fe eies Jas humillaciones que senti implicitas en todat tue e ce ee te esfuerces, cso no tiene ‘objeto ahora, Es 2 humillacién que te impones y que te aoeguro an aie et oe __ FERNANDo.—Este viaje resulta entonces indtil, No es justo para ti, CELIA—No tiene ii ortancia, Ademds, init, Tendr§ contecuencin, NY NO a renltedo Ferwanpo.—Es una amenaza, Cetia.—Es una conver: no otra i nvertacién como otra cualquiera. Fenwanvo.—Parece que es dificil legar a lo que so pro- pict en una conversacién como ésta, 114—No te propongas nada, Me voy y segura estaré ausente otros diez afios. eee Ferwanpo.—Hasta que no puedas mi é ‘ puedas mis y estés tan ago- biada que no veas més salida que vender tus prapie Seria 186 cheat eat os Ferwanoo.—¥ nosotros pasaremos todo esto de nuevo de tro de diez afios. No puedo darte esa opertunidad, is Ces —Ademis, dentro de diez ais ya habris podido confirmar si lo que me dijiste ayer era verdad 0 now ¥ en. tonces los insultos scrin mas verdaderos, Fenyaxoo.—De ninguna manera, Entonees, tus hijos sx 188 rin ya grandes, El mayor tendra diecisicte afios. ;Quién se atreverfa a insultar a una madre con hijos tan crecidos? Cex1a.—Bs verdad. Dentro de diez alos. Ferwanpo.—Estoy dispuesto 2 convencerte de las ven= tajas_que tiene el solucionarlo todo ahora. Cexia—No creo que puedas convencerme de nada. Ferxanvo.—Creo que si. Vamos a ver. No te vas hoy; en Ja tarde, vas a visitar a la persona a quien has decidido otorgar el poder. Te quedas un ticmpo entre nosotros, hasta que te haga partir a nostalgia de tus hijos. Dentro de un ames 0 dos, todo se habré vendido, Podras invertir tu dinero como mejor te plazca y tendrds una renta que alivie tus obligaciones, Cenin.—Eso es Jo que pensaba. Fernanpo.—No llevarlo a cabo serfa ana de tus primeras tonterias. CeLia—Mentira, he hecho tantas, Fernanpo.—Es el momento de dejar de hacerlas, Ceru—(Pausa.) Si, es el momento, (Lueg, en ove més alta.) Quiero irme dentro de dos horas. Ferwawoo.—Euss palabras se han dicho muchas veces den- tro de esta casa. No tienen cco, CeLia—Quiero irme. Ferwanpo.— iQuieres ver a tu csposo de nuevo? (Celia no contesta.) Ante tu actitud podria ocurrirseme que tuviste un pleito con él y ahora estas arrepentida. {Seria licito que pen- sara yo eso? (Celia se pone una mano en la frente.) Porque ti no quieres destrair otra vez tu hogar, ni caer en el caos, ni andar en busca de personas nuevas que en el fondo son las mismas, Ti sabes que tu casa es tu obra, y tienes que afian- arte a ella, Cexia.—Es que no tengo ganas de ir a ver a nadie, ni de otorgar poderes, ni de invertir mi dinero en nada. Ferwanno.—No hablibamos de Ia venta, sino de esas fuerzas extrafias que te hacen decidir un viaje con un objeto determinado, y Inego regresar sin haber logrado nada. Si yo fuera tu padre, te sugeriria que te quedaras. CeLiA—Lo supongo. 189 Fernanpo.—Pero sdlo soy yo. El 4 aqui, - . El que esté aqui, atemo- rizado, defendiéndose a mordigeos, con palabras, ae golpes, empezando a morirse... Una opinién mia no vale, Ceuia—Si vale. Ferwanpo.—Lo més importante para una mujer es el fu turo de sus hijos, que, para poder ivir libremente, deben Considerar Tiguidados Tos problemas de sus padres; de ott modo, no tienen fuerzas para solucionar los propios. Cetta.—Eso es verdad. ae Ferwanpo.—al fin reconoces que soy capaz de decir una, Ceiu.—;También es verdad que piensas bien de mi? Fernanpo.—Si, Y, ++ ti, iqué piensas de mi? ee NS he tenido tiempa todavia. . 'ERNANDO.— {De lo que me dijo ayer tia Paloma? Chin—Nollo grea, ean Fernanpo.—Estamos en paz, entonces, Dora—(Por la ventona.) Dice dofis Magdalena que Ya esta listo el bafio de don Fernando, FERwanpo.—Ya voy. (Dore da la cuelta y entra por la puerta del fondo.) Dora—Tan temprano y ya hace calor, Fernanpo.—;Te vas? Ce1ia.—No quiero hablar de eso ahora, dentro rato lo decidiré, Poe Fernanpol—(Encaminindose al izguic inéndose a la puerta de la izguierda, Cuando hagas el recuento de mis mérfos, no olvider que ee tre ellos esti el no haberte preguntado quién es el hombre gue vino a verte ayer. (Celia lo mira y él sale sin oolverce. Dore mira a Celia ¥ te dirige a la puerta de Ia izquierda, por donde se asoma.) Dora—Dofia Magdalena. . . (Celia mira el reloj y se impacients, Trala de no poner atenciin en Dora, Entra Magdalena.) Macpatena.—Con tanto hablar ya se le hizo tardi 190 » Fernando, Ahora va a salir corriendo y se le olvidarin to- das as cosas. Dors—Dofia Magdalena. . . Macpatena.—Dorita, no seas impaciente. (Con la mejor de sus sonrisas.) Sabes, Celia, que Dora esté empefiada en que Ine presentes a ese amigo tuyo que va a venir hoy. Dora—Si, quisiera que lo conociera dofia Magdalena. Criia—(Durisims.) No tengo inconveniente. Macpatena.— {Vino por un asunto de su trabaj Cet1—No sé a qué vino. Dora—{Cuinto tiempo va a quedarse? Crx14—No me lo ha dicho. Macpattwa—Estas nifias de hoy... Dora,—(A Celia.) {Verdad que es muy buen muchacho? Macpatexa— {Cuinto tiempo hace que lo conoces? Cez1a—Un poco més de un afio, Macparena.—jEs de buena familia? Cetia.—Clace media, como nosotros. Macparexa.—Entonces no es clase media, {Gana bas tante? Cet14.—Magdalena, te acontejo que contrates a un de- tective. Macparexa—No te burles, Es que es necesario tomar informes. No se sabe si... Cexsa—;Para qué? Macpatena—(Avergonzada.) Dora esté tan interesada. .. Cetta—{Te enamora ese muchacho, Dora? Dora—No, pero podria enamorarme en cualquier mo- mento, Cexia.— iCémo se te ocurrié eso? Dora.—Porque ayer parecia encantado de estar hablando conmigo. Yo creo que le cai simpética, Y... bueno, fue muy amable. Me parecié que... Ademis, ya se lo dije. Por- que él es joven y yo también. Cetia—EI mundo esté leno de mujeres jévenes y bo- nitas, Dora.—Pero aqui, fuera de usted, soy Ja tinica que conoce, 191 —Fuera de mi. Macoatwa—Harias bien en decisnos qué negocio lo trajo aqui. ‘No lo sé, Dora.—A mi me gusta mucho, Macpatewa.—Dors, no seas descarada, Dora.—til no lo sabe. Si se lo digo a ustedes, no im- Porta; Jo malo seria que se lo dijera a él. (Cow Picardia,) ¥ es0 no Jo haria nunca, Macoavewa—Las muchachas xo deben dar a notar esas conas, Dors.—Si yo no lo he dado a notar, jverdad, sefiora Celia! Pero si cs un buen partido, no hay’ motivo pars den, Perdiciarlo. (A Magdalena.) Pidale usted permiso Gon Fars nando para invitarlo a comer. Macpaxewa—A Fernando no ‘e gustan csss conse. Pero ahora. .. quign sabe. Hay que aprovechar las reconciliaciones, (Deja de sonreir al ver la cara seria de Celia, ) No creas que lo hago siempre, pero hoy, por darle gusto a Dora... Cetin. —Si, Hay que ditle gusto. Dora. (A Celia.) ¢Entonces, usted lo invita? Dora, (Celia se rie muy nervicsamente, parece que ve 0 orn, ) Macpauuwa.— iQué te pasa? Dora.— {Es que él tiene novia? Cutin—Tengo el presentimicnto de que esti a punto de casarse. Dora—(Seria.) 3S Macoatexa— {Entonces puede exsarse en cualquier mox mento con una muchacha de México! Ce1.14.—Probablemente, Doxa. —1 JO que ro sabfa nada de eso, Pee Macontewa—Dorita, mejor seri que no te- metas en ro. De ‘ns personas desconocidas puede esperarse cualquier cosa. No me gustari Dora—No es ning ¥ no puede pasirme nad. 192 cometicras un error que después. . error. Yo sé qu es muy bucno, Macpatewa—No me gusta, i Dons.—Pero si usted no lo conoce. En cambio yo Jo he visto varias veces y ayer hablé con él, \LENA,—No, ‘ Tanaris Madsen pl are Iced comer, y sino les gusts, no Vuelvo a verl, De vers. Macpanena.—Colia, si ti podieras conseguir algén in- forme,» rk—No tengo tiempo para esas cosas. Dock at vse sto gules iedsine “Bio pe 1a gente que ya hizo todo lo que tenia que hacer. No le importan los demés, Maopatena— | Dora! : Dons.—iLo invitamos a comer? Macpatexa—No sé lo que diri Fenando. Dora.—Pero si ya dijo usted-que él daria permiso a causa de lo de ayer. Bueno, pueden invitarlo, voy a hablar con Macatena. ae ‘Com vox clara.) Es initil. Ese muchacho vucl~ ve hoy a México. No creo que vuelvan a verlo ni ti ni Dora. Se casa dentro de tres meses, (Magdalena se ouelve con la cara descompuesta y mira a Dora con ternura.) Dora—t¥ por qué no lo dijo usted antes? Bstaba bur- indore de miy jverdad? 2Para qué me dejé seguir y seguir? {Qué gusto puede sacar de que se avergiience una pol ee rtemente. Celia, inmévil. Ma LEC eel ha eT rane pulero, muy tranguilo, listo para salir.) {Qué Ie pasa a Dora? Frrnanpo- (Dora se levanta y sale corriendo por la puerta de en trada y luego se le ve pasur por el patio.) 193 Macpatena.—(Casi lorendo ella también.) Dora esti en esa edad en que se Hora por cualquier cosa, Frrvanno.—Esté histérieca, Macpaena.—jCémo te atreves a decir eso? Ferwanpo.—Es muy comtin. Voy a trabajar; Celia... Cena.—Si, Ferwanpo.—Antes de que empiece a dolerme Ja cabeza, Son dolores hepiticos, sabes? Ce11A—Me Io imaginaba, Ferwanpo.—Todos nosotros padecemos del higado, y con este calor, Cerra. —(Quiténdose el saco.) Es verdad, hace calor. Macpatena.—Voy a hablar con Dora un momento. (Sale por la izquierda.) Ferwanpo.— Estis contenta? (Celia lo mira con le cera més acongojada del mundo.) Yo exoy mejor que ottos diss, el principio de una nueva etapa. De la iltima, para eer exac. tos. Ya que es una sola, hay que cubrirla con alegris. El pe- simismo es bueno cuando todavia falta mucho, ahora no vale Ja pena, Ceuta—Es verdad, Ferwaxvo—A ti te falta mucho, Por lo menos cuarenta afios de alegrias y de tristezas en el seno de tu familia. {Te sientes con énimo? Crt14—Trabajo mucho: todos Ios dias, a todas horas, Si no es en Ia oficina, es en la casa, con mis hijos. Ferwanpo.—No seria mala idea que tu marido te ense= fiara algo de su profesin y trabajaras con él, Cetin —Dice que no es profesién de mujeres. Ademis, nos moririamos de hambre. Ferwanno.—Ahora tendrés una renta, Ceti.—(Casi oranda.) No lo sé. Ferwavpo—Animate, Piensa en nosotros, en Magdalena que sélo espera en el mano subir unos cuantos kilos inds,.. ¥ en la suprema discrecién con que he manejado este asunto de mi locura y de tu mala conducta. (Celia lo mira, lista para tna nueva ogresién.) No, no voy a seguir hablando de exo, Tengo una idea fija: irme antes de que caliente més el sol y 194, ¢ a dolerme la cabeza. Es como uno de esos an los presos: fuera de su celda, pero dentro de de que empi paseos q be om Cetis.—No pienses eso, ; eRNaNDO—Hay gue pensar algo, Dar un significado 2 es Jo mas necesario del mundo: saber quignes somos y adénde vamos, aungue sea algo desilusionante, (Cetta—Hasts luego, Fernando. : Fernanno—(Cansado.) Que me vaya bien, :verdad? (Se acerca y le Besa la mano suavemente, casi sin tocarls.) Adiés, sefiora. Sale por la puerta del fondo Celia, meciiicamente, se inf tone aed falda, Esté agotada, Queda asi un mom mento hasta que escucha un golpe del lamador de bronce. Porece electrizada, se mueve por la escena répidamente y sin motivo y de pronto queda de pie, con el rostro cubierto por las manos y tratando de controlarse, Se escucha otro golpe. Asoma ta Paloma media cuerpo por la puerta de la derecha.) Patoma.— jQuicres que vaya a abrir la puerta? Ce11—No, creo que debo ir yo. Patoma.—Estis obligada, (Enira por Ia derecha Paloma en su recimara 'y Celia sale por la derecha fondo, para regresar después de un momento seguida de Francisco Marin.) Fraxcisco.—(Nervioso.) jPara qué me mand6 usted Mamar? ; a Cetia.— {Le molesta mucho? se Tee eee ae fi i A c alli y Ja deseaba tia a mi lado y me extrafiaba que a9 estuviera alli 3 ‘ mucho, (Celia hace un movimiento para acallarlo.) Ahora necesito hablar, ayer me detuvo, pero ahora no tiene derecho oe ae ee ros sentia el deseo mos por la calle y al pasar por los tramos oscuros sentia el de heey de sentirla junto a mi pecho, de besarla, Peru 195 no lo hacia para no perderla, para evitar el momento de que al legar a Ia oficina usted no me hablara. Porque ha de a, ber que necesito ests palabras duras cue usied me dice, ea diferencia premeditada; pues, a pesar de todo lo que me dijo ayer, de esas teorias que invent6 para alejarme, me quiere usted. Me quiere tanto que no sabe cémo disimularlo, Cetia—No tengo fuerzas para decir que quiero » nadie. Frascisco.—Pero sabe que quiere abrazarme, que qeiene estar cerca de mi. No adopte actitudes falsas para ‘hablorme teniendo en cuenta que yo lo sé ya, i (Celia lo mira angustiada.) Sees mal me hace usted, "RANCISCO,—Me Iamé porque necesita del mal Te hago. Venga aca. ce Saas oe cerca, van a abracarse, pero Celia se retira Cexis.—(Suplicondo.) Por favor. Por favor. Francisco.—(Toméndola de los braxos la acerca mucho 24) WVé emo no la beso! (Después de un momento.) Pata qué ‘me lamé? os Cr1a.—Suélteme, Francisco—/ Dulce.) Celia, Cetin—Sudlteme ya, Faavcusco.—(Soltindola.) Empicce usted. Pero no me digs une lt ment ana le rain abc ELIA. togéndose.) Quise que vi ier: jue fara de lime con awed > Metis ie iin Pomme tare Quise sentirme enamorads, y pasé toda la noche pensando en usted. 1 2 que lo quiero, pero es ver gue quiero tentirme a wu lado, y no me bass on to ae ging gue me hacen falta muchas horas de au presencia, Me luelen los ofdos de la ansiedad de escuchar une palake Js que dijo usted ayer: amor mio, nt” mt Palabra como 196 Franctsco—No me crea tan sensible. La he ofdo y no me he ilusionado, ni la he creido, Siga usted. Ce11,—No puedo. Francisco.— Porque todo eso es mentira? CeLu.—No, no lo es. Fs que yo no lo creo. Francisco.—Decida usted, Pero antes debo advertirle que, si su decisidn es negativa, no volveré a hablarle ni a acom= pafiarla; eerfa ridiculo y no tendria objeto. La quiero mucho, ‘Tengo las mejores intenciones para con usted. Daria no sé qué por verla feliz. (Pausa.) Estoy esperindola, Ceuia—Trataré de decirle la verdad, Es verdad que hui de México por miedo a usted. También porque no queria ‘comprobar esta imposibilidad de apasionarse aun por Jas cosas gue uno desea. Ayer, quise verlo porque alguien me habia sublevado y crefa que Ja violencia era el elemento para aco- meter empresas nuevas, pero en realidad me falta completa mente, Me equivoqué, aunque me alegro de que hayamos po- dido tener una altima conversacién. Francisco.—;Para qué? Cetta—Deseo que me perdone y aprucbo su decision de no volver a hablarme. Véyase y trate de olvidar lo que ha pasado aqui. Perdone que le haya hecho pensar con mis acti- tudes cosas que no puedan realizarse, que haya utilizado su compafifa para satisfacer mi falta de carifio y que haya que- ido aprovechar gratuitamente su afecto hacia mi. Perdéneme fen suma el tiempo que le he quitado, desde cl del primer dia que me acompaié a mi casa, hasta el de esta visita. de prostitucién de vez en cuando, y salga los domingos con muchachas de veinte afios. Béselas en los tramos oscuros al acompafiarlas a su casa. Si encuentra usted una mujer casada més sensible que yo, hagala su amante, no Je proponga ma= trimonjo, Es todo, (Pausa,) No, falta algo, Cisese dentro de algunos afios y no Ie sea fiel a su esposs, decepciénela un poco, higala llorar un poco. Ahora si es todo, Francisco.— {Me voy, entonces? 197 emg ASE: (Pasty) (Ahora 20 me pide usted un sao Prancisco—Celia, Cet —No, yo tampoco podria dirselo, Que Ie vaya _ bien, Reach as sido una visits corta, don Eh Si hubiers sido larga, baba tenido mas que per Franctsco.—Adiés, ensl atl Francisco, y Celia queda en la mecedors, te mece lentamente y empieza a murmurar, primero desputs con un poco mis de von:) | Pein eae Cetia—Qué vieja soy, qué vieja soy, qué vieja soy. .. Entra Dora por Ia izquierda i 2 i ee 4s izquierda com los ojos enrojecidos, pero Dora.—Voy a contarle : i une po—Voy 2 contarle + don Femando Jo que me hizo Crisi—Llegas doblemente tarde, F. Cs smente tarde, Femando ya se fue Francisco Marin estwvo aquf y também Smee ea RA —(Sentindose muy tiesa en la silla.) Estoy sentida con usted. Ba OC ote la mira a punto de sonreir cuando entra tia Pax Patoma—JVa acabaste de Morar, Dora? Doxa—(Vacilante.) Si. ee Patoma.—(Irénica.) {Bstés segura? 1.) GBatés segira? (Dora wo conte A Cel moc ju¢ a 4 Celis.) De modo que te tendrenos entre newios poral a ‘Todo Io sabe usted. ‘auoma—No, todo lo escucho, que ¢s mu} ey Pero no hay que Preocuparse por mi. es me ice ae ae tan Vieja, No, me has ensefiado los retratos de tus hijon” Cetin —Tengo que desempscrly lo haré dentro de-un ‘0 también tengo ganas de verlos. (Pausa.) Es diffe ra vivir. 198, Doxa.—Lo que yo viva tiene que ser mejor que lo que han vivido ustedes. Patoma.— Si? (Empieza a reirse con na risa falso hasta que Dora se ‘pone en pie wn poco atemorizada.) Dora—(Temblorosa,) Si. (Paloma rie més y cuando Dora esté a punto de irse, en- ira Magdalena con el vestido de mitia en las manos.) Macpatewa—Tengo que terminar esto, vienen a bus- carlo dentro de una hora, Patoma—Ahora que estamos todas juntas, hablemos de Ja venta, {Estés decidida? Ceia.—Si. Venderé todo. Menos esta casa. Patoma—Podriés venir aqui de yez en cuando, de vaca- ciones. ‘Cezta—No volveré sino dentro de mucho tiempo. Macpauens.—No quieres ver lo que va a pasar entre nos otros ahora que dice Fernando que nada nos importa, Dora—(A Celia.) Si va usted a venderlo todo y a de- jarlos sin un centavo, gpara qué se queda con esta casa? Cetia—Para volver agui cuando haya llegado el momento de encerrarme, de esconderme, de pudrirme en el suelo. Paoma—Supongo que no estaré aqui para esperarte. Cetta—Me esperarin los muebles apolillados, esos dos re~ tratos viejos, las rejas y. .. td, Dora, Dora,—No, yo no. Macpatewa.—Tengo mucha prisa, tengo mucha prisa. Dora.—No tienen derecho a decirme eso, No me lo digan, Cetin—Cuando yo vuelva, todo estari como ahora, me- nos ti y yo; el tiempo habré pasado. Dora.—jNo! Macpatewa—Es una cosa rara esa del muchacho que vino y se fue, (Dora se topa la cara con las manos.) 199 Ceta—Tan pronto como sea posible, manden a compo- ner la Limpara, que no haya nada initil, nada perdido, Pavoma.—Mientras vuelvas. No sentiremos nostalgia. Pe- Tearemos todos los dias y nos haremos recriminaciones. No nos Perdonaremos ni un hecho, ni una palabra. En las pausas, to- caré I mandolina para que no se olviden de que alli adentroy ‘en ese cuarto, oscuro, todavia exista, Macpazena.—Cerraremos Jas puertas, No tendré ni un pleito més con usted. jMe entiend:? Patoma—No, Macpatewa—Ah, si no taviera tanta priss, No heblen Porque me distraen, si hablan no podré terminar a tiempo, (Celia se acerca a la reja y mira hacia ofuera.) Patoma.—Silencio, entonces, Dora, empieza a llorar. (Dora se reste un momento y luego rompe en sollozos, Paloma la mira complacida y Mogialena no deja de coser,) TELON 200 Las cosas simples COMEDIA EN TRES ACTOS Y UN ENTREMES Ricarpo, 19 affos Sut, 32 aftos Caranina, 17 aos ALFREDO, 27 affos ALMA, 20 affos Anprits, 19 affos Exsa, 18 aifos Marie, 18 affos Perna, 18 afos Feperico, 42 afos Davi, 30 aos MicveL, 19 afos Garten, 19 afios Prpro, 18 aifos Pere, 18 affor Una. apivavapors Una roca Uw mucHacno Tres pistoleros, un cilindrero y muchachos de la Prepa- ratoria, ES ons seve Tiempo: Los tres actos, en accién continue, una matona noviembre de 1951. El entremés fuera del tiempo, Lugar: Un café-neveria cerca de la Escuela Nacional Pre~ paratoria de la ciudad de México. 201

You might also like