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12 cientiico también es un ser humane Lun centenar de articulos en est portugués y érabe (jupapers, ‘Sus preocupaciones se offentan a comprender el papel ‘social de las ciencias, en particular en los paises perifricos; a reconstrut a historia stigaciones; a analzar los procesos de globalizacién de la investigacion cientfica, y jones entre problemas sociales y problemas cientficos. ‘Ademés, ¢s investigador del Conicet, profesor titular de la Universidad Necional de Quimes, donde drige actuaimente «l instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnologia, y de Ja Maestria en Ciencia, Tecnologia y Sociedad. También es e! editor de REDES. Revista de Estuclos Sociales de la Ciencia. Capitulo 1 El intruso o la “mosca en la pared”. éPara qué sirve la ciencia? Este es el libro de un intruso. :Un espa? Algo asi; pero no exageremos. En realidad, se trata solo de penetrar en el santuario de la ciencia, de la investigacién, de la creacién, del conocimiento. ePor qué? A primera vista parece haber muchos otros lugares ‘no sofi6 con hacerse mas divertidos para espiai 10, mas cerca en el tiempo, Cl n Ovall in embargo, lejos de ofrecer tales entretenimientos, la cosa 1e su interés porque la ciencia es, ante todo (y de allf su fuerza), una promesa y una garantia, Promesa de soluciones y garantia, como ofmos a menudo en nuestra vida cotidiana, de racionalidad, seriedad, prevsibilidad, Sila calidad de un pro- dducto esti “cientiicamente comprobadia’,y ses posible que una persona con guardapolvo blanco seria y sonriente asi lo afirme, podemos consumirlo tranquilos (incluso cuando se trate de champai con “ADN vegetal"). En este libro vamos a hablar de fesas cosas, no s6lo desde el punto de vista “del cientfico”, sino bign del nuestro, es decir, de los profanos, de los “otros” taro que los conocimientos cientiicos, tanto los que se publi can en revista especialzadas como aquellos que estén incorpora- en la sociedad (yaclaremos, desde ya, que son dos cosas bien rentes), alguna vez fueron pensados, cuestionados, experi mentados, probadios,discutidos, evaluados, refutados, pulicados, 14 E cietico también es un ser humane Jfabricados,) en fin, certificados. Hasta que al final “alguien” les pone el r6uulo de “crefbles” y, lo que es todavia més, de “verdade- 10s". Asi, los conocimientos cientificos conforman verdaderos pua- ‘quetes que, una vez cerrados, no son puestos en cuesti6n, sino que pasan a formar parte del sentido comin, tanto adentro como mis importante atin~ afuera de los espacios cientificos, es decir, ‘en la sociedad: nosotros mismos en nuestra vida cotidiana, Hace algunos aiios, en un libro destinado a un piiblico univer- sitario, me preguntaba para qué se meteria un intruso en esos Iu gares esotéricos, incomprensibles para los profanos, llenos de probetas, computadoras y ratones, donde se producen “verdades” objetivas. Intentaba explicar entonces, como sociélogo, que el conocimiento era también una prictica social como otras. Es de- cir que quienes lo generan son personas de carne y hueso, indi- viduos que estan metidos en una sociedad especifica, que hablan un Ienguaje determinado ~cada uno su lengua materna, aunque Iuego se comuniquen principalmente en inglés- y que no son, por lo tanto, como sujetos sociales, diferentes de cualquier ovo como un contador, un albafil, una costurera, un empleado de banco. En rigor, todos ellos también producen conocimientos todos los dias, tanto en la vida laboral como en la privada, Pero algo podria ser diferente: el conocimiento cientifico pa- iad, como las que desarrolla, por ¢j cidn con su medio natural?? Hasta el 1 No se asusten por ol uso dela palabra “fabricado". Como veremos ‘més adelante, para la sociologla dala cencia, el conociriento puede fabricar 2 Enla medida en que hay una controversia, ls sociblogos nos res- tregamos las manos: ji todos estin de acuerdo, tabajo Sociol (ic0 6s muy aburido! Er inriso o fa “*mosoa on a pared 16 las opiniones estaban mas menos de acuerdo en otorgarle un lugar de privilegio al conocimiento cientifico. Entonces, algunos socidlogos bastante atrevidos (aunque ciertos fil6sofos e historia- wes ya habfan rozado la cuestién con mucho més tacto) prop sieron que el conocimiento cientifico no era més que una creen- cia. Es decir (y ésta fue la gota que colm6 el vaso), wna creencia ‘entre otras. Naturalmente, afirmar que el conocimiento cientifico es una cvencia ya resulta bastante provocador para quienes sostienen c la ciencia es el resultado de procesos racionales de observa- én y experimentaci6n, gracias a los cuales se pueden poner de manifiesto la leyes ocultas que gobiernan el mundo fisico y na- tural, Si nos ponemos de ese lado del mostrador, a nadie se le puede ocurrir que una afirmacién como “la aceleracién de la gravedad es igual a 9,8 m/s sea la expresién de algo que yo “creo”, Esto no es més que una formulaci6n que representa, de in proceso fisico del que no se puede dudar. Aqui pa- rece residir una de las claves: de las creencias “se duda"; a la ciencia se la comprueba, se la acepta o s¢ la rechaza. Laexpresién es doblemente provocadora, porque en cuanto se habla de creencias, los cientificos y quienes postulan la objetivi- dad de la ciencia presienten que se esta hablando de creencias re- ligiosas. ¥, naturalmente, no hay dos cosas que parezcan més ale- jadas entre sf que la ciencia y la religion. “De alli a la magia”, pparecen estar diciendo, “hay un solo paso” (por supuesto, un mal paso). Convengamos que la ciencia es muy diferente de la magia: mientras ésta se sustenta en el secreto, en Io inexplicable, el espi- situ de la ciencia es todo lo contrario; su fuerza esta en su capaci- dad de explicacién y, por lo tanto, en que permite predecir el ‘mundo natural. Y si se puede predecir, bajo ciertas condiciones, también se puede transformar. Es decir que la ciencia es una he- rramienta muy poderosa: le ofteci6 a los eres htumanos una capa cidad para transformar la naturaleza enormemente superior ala {que habjan poseido a lo largo de toda su historia sobre la Tierra. Eso no es poco, asf que jcuidadito con ponerla en cuestion! 168 ciontico también es un ser human El desafio es maytisculo: hoy en dia, tanto politicos, en especial en los paises més desarrollados (la UniGn Europea y los Estados Unidos en particular), estin hablando de uuna “sociedad del conocimiento” (ya sea de “aquello que se viene” ‘ode lo que ya vivimos hoy). A partir de aqui, aquel que se atreva & penetrar en los santuarios del conocimiento hasta sus raices se arviesga a ser acusado de estar socavando las bases mismas de la sociedad, nada menos? La nocién de “sociedad del conocimi surgi6 hacia finales d de la informaci6n’. Segiin el socidlogo Manuel Castells (La era de la informacién, 2001), en este nuevo tipo de sociedades “las. sustancialmente alteradas por una re- volucién tecnolégica Hay versiones pesimistas y optimistas. Seguin la Unesco, “se suele hablar de sociedad mundial de la informacién y de una ‘red extendida por todo el mundo’ pero en realidad slo un. 10% de las conexiones con Internet del planeta provienen del 82% de Ia poblacién mundial” (Hacia las sociedades del conoci- ‘miento, 2005). Respecto del papel de la ciencia y a tecnologia en el desarrollo social, hay una larguisima discusién acerca de qué sucedié primero: si el desarrollo de la ciencia y la tecnologia fue Ja causa de la riqueza, silos paises invirtieron en ciencia y tecno- 9 Sin las sociodades monérquioas en donde el poder de los sobecanos “emana de los cfoses” alien pretende interogarse ‘acerca de la existencia misma do Dios, lo que se pone en juego {8 todo el fundamento de esa sociedad. La legitimidad de los ‘monareas se sostone por las dos formas més © menos eiésicas los soberenos responden a los designs dinos, © hhoqueras tienen mayor capacidad de persuasién para quienes no ‘tn convencides, 1 intruso 0 la “mosoa en la paved 17 gia porque eran ricos, 0 si ambos motivos son las dos caras de moneda (vamos a discutir algo de esto en el préximo el desafio de mostrar el caracter profano-social de la cien- ¢s interesante justamente porque es riesgoso: si realmente » intentar desnudar bases sociales podria ponernos en el lugar de rebeldes 0 de es. Por suerte, la cosa no llega tan lejos: como las bases de la nncia no se sostienen slo en su enorme poder social, sino ién en la “demostraci6n” de su eficacia como sistema de umiento y en el “convencimiento” de los profanos desde mis tierna infancia (por ejemplo, por medio de la educa- mn cien juienes indagan sus cimientos sociales s6lo co- -n el peligro de la polémica y el debate, que, por cierto, son yrmas mucho més civilizadas que la guerra para dirimir los sacuerdos. ‘Algunas preguntas ci imaginarnos un mundo sin ciencia, La tenemos tan in- rporada que, en general, ni siquiera pensamos en ella de un problemético: disfrutamos “naturalmente” de sus benefi- 3s, esperamos sus resultados 0 nos impacientamos cuando tat mucho (como en el caso de los medicamentos). Pero: zen qué siste la ciencia? Es una larga historia de descubrimientos hechos por hom- rillantes? 2Es el trabajo de individuos curiosos que se en- ran para descubrir los enigmas del mundo fisico y natural? jué hace falta plata para investigas?

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