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Escuchar nombre de su experiencia y de su conocimiento de la tley (Prov 1,8). iEscucha, Israel!, repite cada dia el piadoso israelita para penetrarse de la *voluntad de su Dios (Dt 6.4 Mc 12,29). jEscuchad!, repite a su vez Jesés mismo, palabra de Dios (Me 439 p). ‘Abora bien, segtin el sentido he- braico de la palabra *verdad, escu- char, acoger la palabra de Dios no es s6lo prestarle un oido atento, sino abrirle el *corazén (Act 16,14), po- nerla en prictica (Mt 7,24ss), es *obe- decer. Tal es la obediencia de la *fe que requiere la predicacién ofda (Rom 1,5; 10,14ss). ) Pero el hombre no quiere es- cuchar (Dt 18,16.19), y en eso esté su drama. Es sordo a las lamadas de Dios; su ofdo y su corazén estan incircuncisos (Jer 6,10; 9,25; Act 7, 51). Tal es el pecado de los judios con que topa Jess: «Vosotros no podéis escuchar mi palabra... el que es de Dios oye las palabras de Dios; por €s0 vosotros no las ofs, porque no sois de Dios» (In 8.43.47). En efecto, s6lo Dios puede abrir el ofdo de su ‘discipulo (Is 50,5; cf. 18a 9,15; Job 36,10), «profundi- zirselo» para que obedezca (Sal 40, 7s). Ast en los tiempos mesiénicos oiran los sordos, y los milagros de Jess significan que finalmente el pueblo sordo comprenderé la pala- bra de Dios y le obedecerd (ls 29, 18; 35,5; 42,18ss; 43,8; Mt 11,5). Es lo que la voz del cielo proclama a los discipulos: «Este es mi Hijo muy amado, escuchadle» (Mt 17,5 p). *Maria, habituada a guardar fiel- mente las palabras de Dios en su corazén (Le 2,19.51), fue glorificada por su hijo Jess cuando éste reveld el sentido profundo de su materni- dad: «Bienaventurados los que escu- chan la palabra de Dios y la: guar- dan» (Le 11,28). 2. Dios escucha al hombre. El hom- 290 bre en su *oracion pide a Dios Je escuche, es decir, que acoja ruego. Dids no escucha a los tos ni a los pecadores (Is 1,15; 3,4; In 9,31). Pero oye al iuda y. al huérfano, a los des, a los cautivos (Ex 22,22-26; 102,21; Sant 5,4). In 9,3) Pe 3,12), a los que segan su *voluntad (1Jn 5,148). ¥ Jo hace, es que «siempre> a su Hijo Jesas (Jn 11,415), por que para siempre pasa la oracion cristiano. > conocer AT 2 - discipulo - fe AT NT I 2 - obediencia - palabra de = seguir - transfiguracién 2 - Espejo. > imagen - rostro - sabiduria AT TIT + calamidad 2 - cielo VI - deseo = del Sefior AT I1; NT II - esperanza 3 - Mesias AT; NT 1 - paciet ino AT IIT - salvacién NT I velar I. Esperanza. Hablar de la esperanza es decir I ‘ocupa el porvenir en vida religiosa del pueblo de un porvenir de felicidad, al que ¢ lamados todos los hombres (V 2,4). Las *promesas de Dios laron poco a poco a su pueblo esplendor de este porvenir, que sera una realidad de cste muni sino «una ‘patria mejor, es deci celestial» (Heb 11,16): «la vida nap, en la que el hombre sera mejante a Dios» (1Jn 2.25: 3,2). ‘La *confianza en Dios y en su *fi delidad, la fe en sus promesas las que garantizan la realidad de e futuro (cf. Heb 11,1) y permiten lo menos entrever sus maravill Consiguientemente es posible al yente desear este futuro 0, mas exac- tamente, esperarlo. En efecto, la par- ticipacién en este futuro: indubitable es probleniética, pues depende de un *amor’-fiel y- paciente, que es una exigencia dificil para una ‘libertad pecadora, El creyente no puede, por tanto, en absoluto fiarse de si mismo para alcanzar este futuro. Sélo puede esperarlo; con confianza, del Dios en el que cree y que es el unico que puede hacer’ su libertad capaz de amar. Enraizada en la fevy én la confianza, puede la esperanza desple- garse hacia el futuro y Jevantar con su dinamismo toda la vida del: cre- yente. Fe y confianza, esperanza, amor son, pues, diferentes aspectos de una actitud espiritual compleja, pero una, En hebreo, las mismas raices ex- presan con frecuencia una u otra de estas nociones: ‘sin embargo, el léxi- co: de la esperanza se refiere mas especialmente a las raices gavah, ya- hal y batalt, que’ los’traductores ex- presaron' Jo mejor que pudieron en griego (elpizo, elpis,” pepditha, hypo- meno...) 0 en latin (spero, spes, con- fido, sustineo, exspecto...). El NT y probablemente san Pablo (ITes 1,3; 1Cor 13,13; Gal 5,5s) establecer con toda nitidez la triada: fe, esperanza, caridad.” AT. ILA ESPERANZA DE LAS BENDI- CIONES DE -YAHVEH. » Si la misteriosa promesa hecha ya en Ios origenes por a la humanidad pecadora (Gén 3,15 9,1-17) atestigua que Dios no la .dej6 jamas sin esperanza, con *Abraham es con-quien comienza. ver- daderamente la historia de la espe- ranza ‘biblica. El porvenir garantiza- do por la *promesa es sencillo: una ‘tierra. y una pésteridad numerosa (Gén 12,1s; *fecundidad). Durante siglos: enteros. los objetos-de la espe- ranza''de Israel seguiran siendo del mismo orden terrenal: «la tierra: que mana leche y miel» (Ex 3.8.17), todas Esperanza las formas de la prosperidad (Gén 49; Ex 23,27-33; Lev 26,3-13; Dt 28). Este vigoroso impetu hacia los bie- nes de este mundo no hace, sin em- bargo, de ‘la religion de Israel: una simple moral del bienestar. Estos bie- nes ‘terrestres son para Israel *ben- diciones (Gén 39,5; 49,25) y *dones (Gén 13,15; 24,7; 28,13) de que. se muestra fiel a la promesa y a la alianza: (Ex 23,25; Dt 28,2). Cuando la fidelidad a Yahveh lo exi- Be, estos bienes terrenales deben, Pues, sacrificarse sin vacilar (Jos 6, 17-21; 18a 15); el sacrificio:de Abra- ham quedaba como ejemplo de espe- ranza perfecta en la promesa del Todopoderoso (Gén 22). Esta situa- cién hacia ‘presagiar que un dia ‘co- noceria Israel una «esperanza mejor» (Heb 7,19) hacia la ‘que’ Dios va a conducir lentamente a su pueblo. IL: . YAHVEH, ESPERANZA DE ISRAEL Y DE LAS NACIONES. Este progreso fue en’ primer lugar obra de los profe- tas que; aun purificando y mante- niendo la esperanza de Israel, le abrieron ya nuevas perspecti 1. La falsa esperanza. Israel olvidd con frecuencia que un porvenir dicho- so era un don del Dios de la alianza (Os 2,10; Ez 16,15ss). Consiguiente- mente, se veia tentado a asegurarse este porvenir de la misma manera que las *naciones:: con un *culto formalista, con la *idolatria, el *po- der o las *alianzas. Los profetas de- nuncian esta esperanza ilusoria (Jer 8,15; 13,16). Sin fidelidad no hay que esperar la *salvacién (Os 12,7; Is 26, 8ss;° $9,9ss). El *dia de Yahveh, «sombrio, sin-la menor claridad» (Am 5,20), sera «el dia de la tira» (Sof 1,15ss). Jeremias (1-29) ilustra tipica- mente este aspecto del ministerio pro- fético. 2» La verdadera esperanza. El por- venir parece a veces cerrarse delante de'Israel, que entonces se ve tentado. a decir: «Nuestra esperanza se ha 291 Esperanza destruido» (Ez 37,11; cf. Lam 3,18). Para los profetas queda entonces la esperanza como soterrada (cf. Is 8, 16s), pero no debe desaparecer: un resto se salvara (Am 9,85; Is 10, 19ss), La realizacién del designio de Dios podra asi proseguirse. A la ho- ra del *castigo, el anuncio de este gporvenir Teno de esperanza» (Jer 29,11; 31,17) resuena en los oidos de Israel (Jer 30-33; Ez 34-48; Is 40-45) para que se *consuele y se mantenga su esperanza (Sal 9,19). La misma in- fidelidad de Israel no debe impedir esperar: Dios le *perdonaré (Os 11; Lam: 3,22-33; Is $4,4-10; Ez 36,29). Silawsalvacién puede tardar (Hab 2,3; Sof 3,8), es, sin embargo, cierta, pues Yahveh, que es *fiel y *miseri- cordioso, es. «la esperanza de Israel» Ger 14,8; 17,138). , 3. Una nueva esperanza. La concep- cién profética del porvenir es muy compleja, Los profetas -anuncian 1a *paz, la *salvacién, la *luz, la *cu- racién, la *redencién, Entrevén la maravillosa y definitiva renovacion del *paraiso, del *éxodo, de la *alian- za, 0 del *reinado de *David. Israel «sera saciado de las *bendiciones» Ger 31,14) de Yahveh (Os 2,235; Is 32,15; Jer 31) y vera affuir a él Ja *riqueza de las naciones (Is 61). Los profetas, préximos al antiguo Israel, sitfan en el centro del porvenir a Israel y su felicidad (*bienaventu: ranza) temporal, Pero suspiran también por el dia en que Israel se vera lleno del *co- nocimiento de Dios (Is 11,9; Hab 2,14) porque Dios habré renovado los *corazones (Jer 31,338s; Ez 36, 25ss), mientras que las *naciones se convertiran (Is 2,3; Jer 3,17; Is 45, 14s). Este porvenir ser la época de un *culto finalmente perfecto (Ez 40- 48; Zac 14), en el que tomaran parte las naciones (Is 56,8; Zac 14,16s; cf. Sal 86,8s; 102,22s). Ahora bien, la cima del culto es.1a contemplacin 292 de Yahveh (Sal 63; 84). Para.los pro- fetas, la esperanza de Israel y de las naciones es Dids mismo (Is 60,195; 63,19; 51,5) y su reinado (Sal 9 99), Sin embargo, la felicidad de Is rael esperada para el porvenir sigue todavia situada en la tierra y, salvo excepcién (Ez 1 pende su venida es in TIL. LA. ESPERANZA DE LA SALVACION PERSONAL Y EL MAS ALLA. Estos pro- ‘gresos van a realizarse entre los *pia~ dosos y los *sabios, en el marco de la fe en la *retribucién personal. Esta fe tropezaba con el problema plan teado por el *sufrimiento del *justo. Un profeta habia, si, ensefiado que este sufrimiento debia engendrar le ‘esperanza en lugar de impedirla, pues to que era *redentor (Is 53). Pero esta anticipacién no tuvo consecuen cias en el AT. La esperanza de Job, por ejemplo, a pesar de los presen timientos (Job 13,15; 19,25ss), des emboca en la noche (Job 42,1-6). La esperanza de los misticos, cok ‘mada por la *presencia de Dios, siente Hegada a su término: el su frimiento y la muerte no tienen ver daderamente importancia para ella (Sal 73; 49,16, cf. 139;8; 16). La fe de los martires engendra la esperan- za de la *resurreccion (Dan 12) 2Mac 7), mientras que Ja es colectiva se orienta hacia el *Hijo del hombre (Dan 7). La esperanza de Jos sabios se orienta hacia una *paz (Sab 3,3), un *reposo (4,7), una *sal- vacion (5,2), que no estén ya en Si 10 en la inmortalidad (34), cerca del Seftor (5,15s), De esta nera la esperanza se hace personal (5) y se orienta hacia el mundo veni La esperanza judia del tiempo de Jesis variaba ‘segin las corrientes religiosas de entonces. All reflejar diversas formas y las etapas sucesi de Ia esperanza de Israel,. esper un porvenir a la vez material y ritual, centrado en Dios y en Israel, temporal y eterno. La realizacion de este-porvenir en Jesis iba a llevar a la esperanza. a purificarse todavia mas. NT. [LA ESPERANZA DE: ISRAEL, REALIZADA EN Jesus. Jesiis proclama la.venida del *reino de Dios a este mundo (Mt 4,17). Pero este reino es una realidal espiritual que s6lo es ac- cesible a,la fe. La esperanza de Is- rael debe, pues, -para ser colmada, renunciar a todo el aspecto materi de su espera: Jestis pide a sus dis- cipulos que acepten el *sufrimiento y la *muerte como él lo hizo (Mt 16,24ss). Por otra parte, el reino, ya presente, es, no.obstante, todavia fu- turo. La esperanza contintia, pues, pero orientada tnicamente hacia la *vida eterna (18,88), hacia la venida gloriosa del *Hijo del hombre «que retribuiré a cada uno segin su con: ducta» (16,27; 25,31-46). Mientras Hega-ese *dia, la. fuerte con las promesas (16,18) y con Ja presencia de Jestis (28,20), debe acabar de realizar la esperanza de los profetas, abriendo a las *nacio- nes su reino y su esperanza (8,11s; 28,19). I. JESUCRISTO, ° ESPERANZA DE LA Igesia. La esperanza de la Iglesia es, en la fe, una esperanza colmada. En efecto, el don del Espiritu acabé de *cumplir o realizar las *promesas (Act 2,33.39). Toda la fuerza de su esperanza se concentra en su espera de la vuelta de Jess (1,11; 3,20), Este porvenir, llamado parusia (Sant 58; 1Tes 2,19), *dia del Seftor, sita, *revelacién, parece muy proxi mo (Sant 5,8; 1Tes 4,13ss; Heb 10, 25.37; 1Pe 4,7) y facilmente se mues- tra extrafieza de que tarde (2Pe 3, 855). En realidad vendré «como’ un ladron en la *noches (ITes. 5,1ss; 2Pe»3,10; Ap 33,3; cf. Mt 24,36). Esta incertidumbre exige que se esté en *vela (ITes 5,6; IPe 5,8) con Esperanza una *paciencia inquebrantable en las *pruebas y en el *sufrimiento (Sant S,7ss; 1Tes 1,48; 1Pe 1,5ss; cf. Le 21,19), La esperanza de la: Iglesia es go- zosa (Rom 12,12), incluso en el su- frimiento (1Pe 4,13; cf. Mt 5,11s), pues la gloria que se espera es tan grande (2Cor 4,17) que repercute ya en el presente (1Pe 1,88). Esta espe- ranza engendra la sobriedad (ITes 5, 8; 1Pe 4,7) y el desasimiento (1Cor 7,29ss; 1Pe 1,13; Tit. 2,13). ¢Qué son, en efecto, los bienes terrenales en comparacién con la esperanza de «participar de la naturaleza divina» (2Pe 1,4)? La esperanza, finalmente, suscita la *oracién’ y el *amor fra- terno (1Pe 4,7s; Sant. 5,85). Fijada en el mundo venidero (Heb 6,18) ani- ma toda la:vida cristiana. IIL. La DOCTRINA PAULINA DE LA ES- PERANZA. San Pablo comparte la es- peranza de la Iglesia, pero la riqueza de su pensamiento y de su vida es- piritual aporta elementos de gran va- lor al tesoro comin. Asi, el puesto que reserva a la «*redencién de nuestro cuerpo» (Rom 8,23), ya_sea transformacion de los vivos (ICor 15.51; cf. 1Tes 4,13-18) © sobre todo *resurreccién de los muertos. No creer en ésta es para Pablo estar «sin esperanza» (ITes 4, 13; 1Cor 15,19; of, Ef 2,12). La gloria no coronaré sino

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