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RO HAN COLABORAI IGLO INVES A, Elorza © M. Tufién de Lara © R. Abella R.de la Torre * J. U. Martinez * A. Bahamonde J.L Peset © M.A. Sellés » F. Calvo Serraller LA VISPERA DE NUESTRO SIGLO Sociedad, politica y cultura en los 98 ] Oy ELORZA, Antonio: “El si ilo que muerte.” AML Historia Universal mare.” En: Sele Hi abersal: La vispera de nuestro siglo. Col 1a 16. Madrid, 1997, pp. 5-14 (© A Boa, M. Tun de Lam, R Abela Be dee Tre, JU Marines Cates ‘ tabamande, JL, Pee, M.A. Self Calvo Sealer © Ioan einai SL Hatori 16 Ratna Gomes 23 hie 28087 Mado Tl 30 65 75 © Temas de Hoy. SA Paco del Clan, 93 2a Madd ot de prtad Tova de Vandal, por Jean Besa, ‘eu, Mineo Carnevale, Pais Die de elec: ‘Radeodo dea Peete ISBN: 84. 7679.52.9 bea completa) ISDN: 8176793227 famen 1) Depést le M9863. 1997 Disecde quoicoe SCHL Distuce Hines Comercial Panta Ferocamposcé oes Amove SF, SL Impress: Green, 8 Eneindernain: Sey Priced in Spin = Inpro em Exp Peco par Canaria, Cuts y Mell: 1.00 pts, DIVA toledo aos de uespore EL SIGLO QUE MUERE Ree La extana metéfora utlizada por Nietzsche en Ast hablé Zoratustra Fefleja muy bien un rasgo esencial del siglo que ahora acaba: la pro- fundidad de las ransformaciones experimentadas por la vida humana, hhechas realidad y sueio al mismo tiempo por el progreso cientifco Los grandes cambios previstos por la literatura de anticipacién del ‘Ochocientos han ido produciéndose, y a veces con contenidos en- tonces impensables. Unicamente la realizacién de uno de esos sue- hos emblematicos, el viaye a la Luna, fa acabado defraudando tras momentos de gran expectacién. Los ochenta dias del viaje aleededor de la Tierra han pasado, a ser unas cuantas horas y la perspectiva de tuna apropiacién del mundo exterior por el hombre, a través de la transmision de la imagen y por la revolucién informatica, se ha con- vertida en algo que nada tiene de extraordinaria y que se integra en la vida normal de cientos de millones de hombres y mujeres. La vida se prolonga y la ciencia aplicada alos bienes de consumo proporcio- na instrumentos, como el automévil, que tansorman radicalmente el abanico de posibilidades a nuestra disposicion. El siglo XIX aporté ya el ferrocarily la navegacién a vapor, pero el transporte urbano corra atin a cargo del tranvia de mulas. Las formas de vida actuales co- ‘menzaron a perfilarse en el timo terclo del siglo XIX, marcando ya fen las grandes ciudades una divisoria infranqueable respecto de las sociedadestradicionales de base agraria, e incluso de la primera fase de la revolucién industrial. Pero es ahora cuando esa cascada de luz define un cambio radical, dffcilmente imaginable fuera de la ciencia ficcion, No obstante, la lectura de lo ocurido dificilmente es interpretada, como lo era en torno a 1900, de acuerdo con la llamada ley del pro- reso. Las mutacianes tecnolégicas fueron espectaculares, pero tam bien las contradicciones, los estrangulamientos y los retrocesos que las acompamaron en muchos momentos tigicos de estas diez dtimas décadas. Y las perspectivas para el siglo XXI distan de estar tan claras y de ser tan favorables como las que se perflaban ante nuestos ante. pasados. De ahi que la nocién de abismo resulte adecuada para efee twar un balance realista, I propio mbito del progreso cientiico ofrece ejemplos claros de lesa tensiGn, Las matemiticas, la fisica, la quimica, la informatica, en Re pecial, el slam se encuentra bien preparaco para proporcionar una respuesta alos fracasos de las ideologias modernizadoras que reco: rrieron el mundo drabe, de Argelia a Egipto, de Irén a Indonesia, Los ideales humanitarios ¢ interacionalistas han sido reducidos a un pa- pel marginal y cobran prioridad las ideologias ligadas a la exaltacién de los propios intereses, a un individvalismo posesivo periectamente ajustabe a la identidad nacional (yal consiguiente rechazo del otro. Se adaptan adams como la piel al cuerpo a la estructura de los prin- pales conflictos: al integrisma islimico responde el integrismo ju- dio, et regreso de las tensiones comunalistas provoca el auge de! in- tegrismo hindi en India, 2 la emigracién de extracomunitarios a Europa centrooccidental se responde con populisinos xendfobos, del tipo Le Pen o Liga Norte en Hala, Tiene lugar un doble encastlla- imiento, frente al mundo occidental de un lado, frente ala invasién demografica de otro. EI resultado, pensando en los afios sesenta, es ‘un mundo més éspero, més violento, menos generoso, ‘Simbolo de los malos tiempos: la nueva enfermedad, ef sida. Vol- vvernas a tener el escenario descrito por Panizza en su Concilio del amor para la aparicién de la sfilis en la crisis del Renacimiento. La revolucién en las costumbres, el auge de la sexualidad, el principio del fin dela dseriminacién contra los diferentes (gays y lesbianas), ha twopezado con este obstéculo inesperado de una nueva enfermedad, tan destructora como moralizante, Las congquistas de apariencia ire versible en terrenus como la legalizacion del abort 0 la supresion de la pena de muerte se han detenido. Las elites vuelven a asumir la prioridad del orden social amenazado, Todo el pesimismo anterior no ha de borrar, sin embargo, avances sustanciales. En la duracién de la vida, en la aplicacién de la ciencia, ‘en [a expansidn de la libertad individual, en el espacio de la imagi naci6n (emblema: el cine) y en los niveles de consumo. También en «el reconocimiento publico, por las leyes y por los usos sociales, de ‘que esos avances responclen a una necesidad histérica, completando €l proyecto de emancipacién que diseis en el plano poltico la Re- volucién francesa. Incluso en las sociedades desarcolladas, siguen| cexistiondo altisimas grados de desigualdad econémica y social, acen- tuados incluso desde los ahs setenta, pero ha alcanzado carta de na- turaleza el concepto de ciudadania social, el reconocimiento de que Ja democracia politica requiere el complemento de unos derechos y de unas garantias sociales, con lo cual una gran mayoria de hombres ¥y mujeres aleanzan unos niveles minimos de bienesta, asi como los instrumentos encargados de defenderlos. Mas que en la ideologia neoliberal, el adversario de esa ciudadania social debe situarse en el ‘complejo de fenémenos econémicos que en la actualidad acompa- jan a la globalizaci6n. Podrfa ocurrir que ni los trabajadores de los nuevos dragones accedieran a lo ya conseguido en el mundo indus- tralizado, ni éste lograra defender lo conquistado en dos siglos de progreso tecnol6gico y luchas sociales. De ahi que sobre el nuevo si- slo planeen las sombras de la crisis ecol6gica, con la destruccién ace- lerada del medio por causa de la explosién cemogratica, del reo cso en una relativa justicia social costosamente lograda en una parte del mundo. Pero esa los hombres, y no a los augures, a quienes toca hhacer la historia, EL SALTO DEL SIGLO, ECC He} Manuel Tufién de Lara’ El azar o el destino —y ambos tienen mala prensa en los medios his- toriogrificos— han querido que, si bien no hay identdad precisa entre los cambios cronolégicos marcados por el alendariogreporia rho que nos rige ylaexistencia real de las sociedades humanas, si que puede formularse una apeoximacién, si nos servimos de una teenica In de crear espacios bistéricos, apretados haces cronolégicos en los due se producen hechos decisivos para el canrbio en la vida de los ppueblos. Porque, naturalmente, la farga daracion transcurte facil mente por las aguas plicidas de silos y milenios, ¢ incluso, en as pectos mas cercanos, los trends seculares nos ayudan « mejorar ‘nuestra Optica histériea; pero en esa biisgueda del cambio, sin el cual, como ya sebal6 cl maestro Bloch, no existiea la deuda histori ‘ea necesitamos agrupat hechos y captar su significado, “Todo lo predicho viene a cuento de que hablar dela especificidad dl siglo XX no es ninguna bagatela; al contrario, puede hablarse de un auténtic salto del siglo, cuya toma de impulso puede situarse en 1895 —y afios que le preceden inmediatamente— y va hasta 1905 6 1906. Tal ver se nos objete que el verdadero siglo XX empieza en 1914, en Sarajevo, 0 mejor atin, en el gran conflicto de ls imperie lismos, cuya inmensa colisidn generar, «su vez, la itrupeién en pri- ‘mer plano de las clases sociales subordinadas. No seré yo quien me ‘oponga a ese punto de vista, y tengo dicho que para mi la Espafia del siglo XX empieza en 1917, Pero del mismo modo que la crisis Corasinica es manifesta en esa fecha y no puede comprenderse para ‘nuestro pas sin un proceso de sintomas que proceden de 1898, ta bien seria pueril pensar que los grandes enfrentamientos y cambios «que precipitan a la sociedad en un nuevo siglo planetariamente ba ‘lando, surgen, como por ensalmo, en el verano de 1914. Muy al contrario, as bases de partida habian sido ya cteadas por ese sao dle un par de lustros, al cabo de los cuales la sociedad decimondini- cca empieza a verse como una cosa del pasado, Faso cuando nos dsponiamos ata y disiar ete magnifico tabsjo mora el pcesor Manvel Tun de Lar Colabotador habitual cn as cleciones de HIS FTORIA 16, desde el nimero de nuests revs, memo de muestra Conse sscso, Mantel Tuhén de Lara patipa en eta elecién con diversas artis ‘ela apureiendo au debido temp. Desens en pas, amigo Tue. Tn Lo que los expertos de la época llamaron gran depres, situada aproximadamente entre 1873 y 1894, no era sino el paso de una pe mera a una segunda fase dle la socieded eapitalista, lo que podria de cirse —tomiando los términos con cera libertad— cl paso de a pi mera revoluci6n industrial, que constituye la eclsién capitalist, a ‘otra segunda, caracterizada por el progreso tecnolégico, cambios de ls estructuras de produccién, amplicién de mercados, ee. Lo que ocurti en el decenio de los setenta es que la fase del de satrollo industrial captalista a base del burgués emprendedor, de los Capitanes de empresa audaces, de los primeros resultados consegui dos por los ferrocartiles coadyuvando a la formacisn de mercados nacionales, dela fabricacisn de hietros usando en altos homnos com- bustible mineral, focabe tcho al disminuie forzosamente el ritmo de su expansidn sino se eambiaban elementos teenoldgicos,financicros y estructurales. En los paises de primer orden (Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos) crecié la preocupacisin de los empress. ios, ante la problemitica de la competencia, de la lucha por los mercados, de necesitar una verdadera masa dinerara para ls inver- siones (que luego se tardaba mis 0 menos en amortizat). En pocas palabras, habia terminado la edad de oro, sin riesgo alguno. Ade- nds, el sefsmo social que supuso la Gommaare de Pars (agrandado y deformado en la conciencia de empresaros, propietarios y conser: vadores en general) y la preocupecién tal vez mayor por la Interna: cional crisparon todavia mis alas clases dominantes y les hicieron ver peligros por doquier. Sin embargo, acercindose a los hechos, se ve que la realidad es muy diferente, En esos vente afios van a crearse las bases de sust- tucién de la empresa familiar por la sociedad anénima en la gran in dustria, del progreso tecnolégico que hard erecer la produecién y reducira los costos unitarios dela misma, va a dominar por doquier €l proteccionismo arancelaro y, en uma, se va a plantear el proble- ma de un nuevo reparto del mundo (por las grandes potencias) con objeto de disputatse los mercados, las fuentes de materia primas y las zonas de exportacin ¢ inversion de capitales (lo mismo encar ‘zindose de los servicios publicos que de las fuentes de energia, et cétera, de lo que tenemos tantos ejemplos en Espafia y paises latino americanos) ‘Caando liegue el Gltimo decenio del siglo XIX se habré produci do ya un fabuloso movimiento de concentracién de eaptales y de plantas industrials. Las fortunas se iin concentrando, sin duda, en las pafses desartolados, asf como las aglomeraciones urbanas ch las 7onas industrials, Se estan creando las condiciones para el slfo def siglo, En Espafia, por ejemplo, la exportacién del mineral de hierro ‘que necesitaba la siderurgia inglesa tras la aplicacién de procedi- rmientos de convertidores Bessemer, que cmpicza tras la segunda guerra earista seré Ia base de la acurnulacién de capitales, perm tiendo financiar una sidcrurgia de tipo mis modemo desde 1882 (mis concentrada y més modemizads, desde luego) hasta los prime 10s afios del siglo XX. Sy es Be Si todo el XIX habia sido el silo del hierro y del catbén, en sus dos iltimos decenios estos ejes de la produccién (pudiéndose hablar de acero en vex de hierro colado) serin completados por la basque: da del petréleo y por ia aparicién con toda fuerza de las industias auimicay eléctrica en funcién de los adelantos tecnolépicos En la economia, como en la diplomacia y Ia politica, el imperio. britinico de la Reina Victoria ostentaba la supremacia mundial; sin ‘embargo, cuando el final del siglo XIX se aproxime, dos competi- dores sadn a la palestra: Estados Unidos y Alemania, Todavia en 1890 la Gran Bretaha esta a la cabeza dela produceidn carbonifera ‘mundial, con sus 180 millones de toneladas de hula al ao; cuando falta slo un afo para terminar el siglo es superada por los Estados Unidos (los yacimientos de la vertiente occidental de los Apalaches, de facil explotacin, habfan hecho posible unos costos de produc cion impensables en Europa. En la produccion de acero, Estados Unidos se habfa puesto en ca beaa de todo el mando a partir de 1882, seguido de Alemania, que al empezar el siglo ya babla superado ampliamente a Inglaterra, Esta produccién esté toda en manos de grandes empresas con tendencia a la formacién de trusts; en este proceso gigantesco de concentracién destacan en Estados Unidos la Pitshurgh Steel Co, ‘cuyo personaje més importante es Andrew Carnegie, que llega a po- seer todos los yacimientos de mineral de hierro del Lago Superior, y John Davidson Rockefeller y su Stondard Oi! Company transforms: dda legalmente en 20 eompatias pot la ley anté‘rasts de 1890, pero guardando su carécteroligopolsta, En 1901, la Pitsburg Stel sein tegrara en el grupo U.S. Steel Corporation de Pieepont Morgan, que ripidamente produciri el 60 por 100 de todo el acero norteamet ‘Antes de que acabe el silo, la progresin cientifico-tecnolégica, la ampliacién de mercados y de la demandl, la acumulacién capita lista en funcién de las inversiones en paises subdesarrolados y colo- Diales lanzan de nuevo la produccién de los grandes colosos; Ia tunin de los grandes bancos con as prandes empresas industrales y so] et etn. de servicios crea lo que se llamaré capital financiero, cuyos poderes de decision en el mundo econémico y de iafluencia en el politico- plomatico hubieran sido inimaginabies cincuenta aos aris. No hay potencia que no aumente prodigiosamente su producciSn de car: bin, de hierro y acero, pero Alemania las dobla con cxeces en el breve tiempo que nos ocupa Las inversiones en el extranjero, cada vez mis importantes, Hegan ¢ 1900 a 2397 millones de libras esterlinas para Inglaterra, que no sélo se basa en su Imperio colonial, sino en su dominacién econé- nica sobre el conjunto de paises latinoamericanos (por ejemplo, to- dlos los ferrocarriles, puertosy servicios pablicos), todavia poco con- ‘rarrestada, incluso en aquel continente, por Estados Unidos, aungue éste dominaba practicamente a Cubs, después de la guerra ‘con Espafiaen 1898 y de que, desde los tltimos afios del siglo XIX, los capitales norteamericanos tienden a controlar las economies mo noproductoras de grandes plantaciones. La United Fruit Co, ereada en 1899 como fusicn de la Boston Fruit y de la Tropical Trading, es tun ejemplo palmario de esa penetracién en Américe Central, que ‘ba desde las plantaciones a los puertos, los errocartiles, el control del comercio y, de hecho, el control de toda la politica, Francia, por su parte, poseia mas de mil millones de libras en in versiones en otros paises al comenzar el siglo (los ferrocarriles y otros servicios pablicos en Espaiia son un cjemplo de ello) y ocups bbe el segundo lugar, rcntear que Alemania, pesca #4 extraordina rio despegue tecnolégico c industrial, iba detris en esta carrera por nuevas formas de competencia econdmica internacional Se discute si el periodo que se inicia en la coyuntura que estudia ‘mos constituye el comienzo de una segunda revolucién industrial, Seria vano entrar en un debate nominalsta; sin embargo, hay rasgos especificos de una nueva época que va a empezar y gue, en certo ‘iodo, coincdira con la marcha del siglo XX. a fase que empieza se caractetiza por el empleo de nuevas fuen tes de energi; junto al carbén estaran ahora el petrleo y la energia eléettica, que incidirdn en nuevas formas de maquinaria, de produc- cin de fuerza motriz, de medios de traccin y transporte y dara lu ‘gar a numerosas modificaciones éenicas. Sin salir de la siderurpa, el cambio del hierro por el acero es favorecido por la generalizacién de Jos horns Thoms. Por otta parte, entte 1880 y 1900, el aluminio habsa pasado de ser tun producto rar y caro a uno de aplicacién industrial corriente del ue se producfan 8.000 toneladas; el automévil fue su primer clin te, pero entr6 en la vida cotidiana en forma de cacerolas y platos. Poco después daria un nuevo salto al desareollarse la produccién ae- rondutiea Lo especificamente nuevo sera el gran avance de la quimica or- tinica y de sus aplicaciones industrials, el desarrollo del motor de explosién con sus miltiples consccuencias y la produccién de cenerpiaeléctric, tanto como apoyatura de Ia industria en general yy del transporte, como por la creacién de la rama industrial de la ‘lectrotéeniea y también por el cambio cualitativo de la vida hu- ‘mana cuando la iluminaci6n eléctrica se expande por ciudades y Fogares Conviene examinar mis de cerca algunos de estos aspectos, ast ‘como sus consecuencias en las estructuras econémicas. EL PETROLEC Sabido es que los primesos pozos de los que brots el petrleo fueron los de Titusville, en Pennsilvania (Estados Unidos), en la ya Ikjana fecha de 1859. Poco a poco la produccidn se generalizé y las cinco grandes cuencas perrliferas de Estados Unidos produjeron '8.744,000 toneladas en 1900, Pero al empezar el siglo, Rusia, con sus yacimientos de Bakii —casi todos en poder de compaiias ex tranjeras—, superaba esa marca, llegando a los 9.841.000 toneladas, yen las Indias Orientales Holandesas (la actual Indonesia) se empe 2aba a prodicir 309,000 toneladas en la misma fecha Frente al imperio de la Standard Oil surgi el de la Royal Dutch Shell, de capitles anglo holandeses. Todavia pequefia en 1900, en muy pocos aos Henry Deterding har que su radio de acc se ex tienda a los mas diversos paises, inicindose una guerra sorda entre las clos pigantes del petroleo, que en ocasiones implies a pases en Por qué la iemportancia adquirida por este combustible liquide? {as explocaciones de Borneo y Texas dispondrin de un petrdleo particularmente adecuado, por su composicién quimics, para su uti- lizacién como combustible. De todas maneras, mediante técnicas de destilacion del crudo, el petréleo y sus derivados no servirin sola- La 4 Avenida de Nueva York en una fotografia de finates del siglo | sam ‘mente pata el alumbrado doméstico, sino que se revelarin como el producto enerpético fundamental con que sustitie el earhén en los ‘medios de transporte, Ciertamente, cuando empieza cl siglo XX, to dos los ferrocartilessiguen utlizando locomotores de vapor, pero el cambio se est produciendo en la navegacién; en 1902 la importan te linea maritima Hamcbourg-Amerika susttuye el carhén por el pe ‘ndleo en todos sus navios. [Nada de esto seria enteramente concebible sin una referencia al ‘motor de explosin y sus aplicaciones. Su prototipo data de un mo. tor que funcionaba con gas, que patents en 1859 cl belpa Etienne [Lenoir inspirado en la méquina de Wate imaginé un gran ciindo en el que penctraba gas dl alumbrado con un encendedor de hilo de platino que se ponta incandescente por una bobina de las lama das de Ruhmkorf. Cada explosin empujaba cl pstény el ciclo co rmeozaba, EI motor estaba detado de una biela y de un volante de stances dimensiones. Su consumo er, en verdad, enorme y costoso. Pasaron los aos y hubo enconadase inteminablesluchas entre aienes presentaron patentes de nuevos motores de explosién mi adaptables, Fn. 1876 se obtendra el primer motor de gas operativo, ‘con compresiin del combustible. Diez afios después, Gotlieb Daimler presenta un motor moderno en el que los encendedores de platino son sustituidos por la magneto y euyo combustible e un producto de destilacién del petroleo: la gasolina, Estamos en pre fencia del moderno motor de explosién, ¥ tambign del aucomevll, Duesto que Daimler y su socio, Benz, ponen ese motor ef ln parte trasera de un artefacto de cuatro ruedas que se desplsza a 20 ils, tnetros por hora, Habra que esperar, sin embargo, « 1891 para que marche el primer automovil Panhard, eon patente de Daimler, y Primero que construye el francés Armand Peugeot, Exe fabricaré 72 automovikes en 1895. De Dion y Bouton, Leon Bolle, Berlet, ete, demostrarin la eapacidad tecnoldgica de ln industria francesa en ste sector, También los frances innovaraa la taccn atom vil por medio del neumtico, que inventa Dunlop en 1888 y perfec ciona Michelin en 1891, La primera carrera de automévilesfuc la de Paris a Rouen, celebrada en 1894. En ella partiiparon 102 coches, pero de ellos sslo 30 rodaban con gasolina Otro francés, Luis Renault (hijo de un fabricante de botones de Billancourt, junto a Paris), constuye su primer automévil en 1898, se asocia con sus hermanos Fernando y Marcel al fo siguiente y en 1900 fabrican 80 coches; en 1906, el encazgo de 1.500 taxis para Pa sis constituird su verdadero triunfo, En 1899 sc ha onganizado ya en Paris el primer Salén del Automéwily al empezar el siglo rodaban or Francia 2.884 automéviles de cuatro asientos, 5.286 de dos ssientos y 11.252 motocicetas. En 1899, Lis Renaule habia inven- tado el cambio de velocidad modemo y desde cuatro aos antes los hermanos Michelin habian hecho una realidad del neumstico des montable Aqui s que puede hablarse con razdin de salto det siglo al refetitse al primer luszo del mismo. En 1902 el automéu esté yu provsto de tues pedals, acclerador, reno, embrague, palanca de velocidades, a diador de refrigeracion..Porlo general tien motor de cuatro cin dros y la magneto elétrca dos aos més tarde, Pierre Boss invents tel starter eléctrico y se usan ya los embragues con discos que supri men los salts del coche com los antiguos cénicos. En una palabra, se std yaen la tlkima antesala de lo que sera el automo contempors neo. Una industria que todavia es semiartesanal emplea en Francia, en 1901, 2 90,000 obreros lanza una produccion de 2,000 coches en 1902 Este mismo aio tiene lugar a carrera Pars-Viena, através de ‘990 kilémetros de complicadismas carteteras;setenta y cuatro coches Tlegaron al punto de destino y gané Henri Farman pilotando un Pan- hard 70 CY, haciendo el recorrido en dieisés horas y veinticinco mi- nuts, Sin embargo, fuera de concurso, Marcel Renault, en un coche ligero fabricado por su empresa, solo tard quince horas y tes cuar tosen recorrer el mismo trayect. Mencionemos, por tin, Ia tigica carrera PasieMadkid (en 1903), probibida por el Gobierno francés al Ilegar los coches a Bur deos, donde eoeontcaron la muerte varios cotredores, entre clos Marcel Renault y numerosos espectadores de los que se apretujaban 2 lo largo de la carretera desbordando el servicio de orden. En esta carrera se legaron a aleanzar velocidades de 130 kilémetros hora Peto creer en la hegemonia francesa del novisimo vebiculo seria ignorat Ia potencialidad industrial y de empresa que ya tenian los Estados Unidos: Henry Ford, adolescente norteamericano, hijo de inmigrados campesinos ielandeses, construy6 artesanalmente una rmaqueta de vehiculo de traccién a vapor, alos dieiscs aiios hizo el aprendizaje de mecinico en Detroit; en 1893, alos treintaafios, era ingeniero-jefe de una de las nuevas y pequetias centrales eléctticas de la epoca y empez6 la construceiin de un vebieulo movido por motor de explosidn de gas de petréleo; en 1896 sacé al mercado un coche que todavia no tenia frenos; ayudado por hombres de neyo- ios pudo formar la Compania Automouil Cadilac. En 1903 se lan zaba a producir el coche Fordmobile, que, segin su publicidad, es: taba destinado al uso profesional y familiar Henry Ford, dotado de gran sentido de Ia racionalizacién indus- tral, construyé a bajos costos, que le permitieron vender su coche » Thomas Alva Edison, inventor el tooo (olurta deta Thastracién spate y ‘amercana) 850 délares, precio netamente inferior al de los coches franceses y apto para un mercado, como el norteamezicano, en plena expansidn de la capacidad de compra de un nimero creciente de familias. La fabrica Ford, de Detroit, fue cada vez mas el centro de una produc: isn en masa de automéviles uilitarios, accesible a gran parte de las clases medias y modelo de racionalizacién que, naturalmente, com prende en su faceta negativa una superexplotacion de Ia fuerza de trabajo (es lo que se ha llamado fordiomo y también taylor), la mplantacién del trabajo por tarcas separadas en Ia cadena mecini «a, etc. Es el camino de los Tiempos Modernos, que Chaplin descr biria magistralmente treinta altos despues, Consecuencias: desde 1907 la produccién norteamericana de au: tomoviles superard a Ia francesa. Y a través del mundo entero, el petréleo y sus derivades constituiran la fuerza energética capaz de ‘mover los navios, los nutoméviles de todo género y, muy pronta, los aviones. En efecto; desde el vuelo de Santas Dumont, en 1906, Jos de los hermanos Wright y, sobre todo, el de Bleriat atravesando el canal de Ja Mancha en 1909, la avincién fue ya un hecho indus- tial... jy militar! El motor de explosién habia triunfado en toda la linea. Con el tiempo y el progreso de la quimica, el petréleo seri ba sico en las mas diversas producciones (Istenos con citar las ma terias plisticas). Pero bueno es saber que también le abre hori ontes_muy amplios otro motor inventado. por un alemsi, Rodolfo Diesel, que lo patenta en 1892, pero lo da sobre todo a conocer en 1900 con motivo de la Exposicién Internacional de Paris, Este motor utiliza combustibles que son mucho mas bara tos que la gasolina (aceites pesados, aceites vegetales, etc.) y su rendimiento es mayor; si, sobre una base 100, se calcula que la ‘maquina de vapor consigue un indice de rendimiento de 12, el ‘motor de explosién Hlega a 17 y el Diesel a 31. Los ferrocattles, las embarcaciones y diversas ramas de la produecién se centrarin en exe género de motores. He aqui otro hecho bisico que condiciona el slto de siglo. Na- tutalmente, no se trata de la electricidad en si misma, sino de la pro duccién, dstibucién y aplicacién de la energia eléctrica. En puri dad, es’ el descubrimiento de las aplicaciones practicas de la clectrcidad lo que acabaré por destronar la maquina de vapor; ge netalizadas a todas las técnicas de produccin, son las que permii sin hablar de una segunda revolucién industrial. De 1870 a 1890 se desarrollaré la transformacign de cosrientes alterna y la posibilidad de convert Ia cortiente alterna de alto voltae. La primera estacién importante de cortiente alterna de alto voltae funcionari en Deptt ppord, junto al Témesis (Inglaterra), en 1889. Pero ya en 1881 los Brothers Siemens habian creado en Godelwing (Inglaterra) la prime- 1 central piblica de energia clsctrica, En 1879, Edison habia in ventado la impara de filamentos incandescentes. Pero, sobre todo, xz. lo decisivo en cl empleo de I energia eléctrica esque és ibera ala maguina de su sujecién a un lugar conereto, como habia sido el caso de la energia hidréulica y de la energia de vapor. En 1899 las bases de In produccién de enerpia eléctrica est s6 lidamente echadas. Es més, ya se han realizado grandes inversiones ‘en algunos paises. En Alemania, ademés de la Siemens, ya exstente, se habia creado en 1883 la Allgemeine Elericittsgesellchaft (la e&- Iebre AEG) y mas tarde el grupo Felten y Guillaume. Sin embargo, el hombre medio ignoraba gran parte de las posbilidades que la enerpia eéctrica abria, por la sencilla rsz6n de que todavia no ha bian entrado en su vida cotidiana de manera perceptible. Igualmen- te ignoraba cual habia sido el proceso seguido desde que el belga Gramme deseubsié la dinamo que debia generar la corriente electri

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