Siyo quisiera
Mauro CabralSi yo quisiera podria, ahora mismo, presentarme y decir: soy un
hombre. Y tal vez seria cierto. Aqui, en la intimidad de la habitacion don-
de escribo, y también en el género de mi escritura. Seria cierto para quie-
nes, sin conocerme, leen mi nombre, responsabilizandome por la autoria
de este texto. Seria cierto para gran parte de quienes escuchan como
me llamo, cuando me presento en un aula o una cena. Basicamente, y
como siempre, seria cierto para quienes quisieran creerlo. No seria cierto
para ley, sin embargo: mi documento y mi partida dicen que no es cierto.
Expuesto, desnudo frente a la mirada de los que creen que para ser hom-
bre hacen falta genitales de hombre mi cuerpo diria que tal vez estoy
mintiendo.
Si yo quisiera podria explicar el hombre que soy de muchas ma-
eras. Podria hacerme el misterioso y nombrarme como un hombre xx,
remitiéndome a unos cromosomas que nadie vio y que a nadie importan.
Podria decir que soy un transexual de mujer a varén, resumiéndome en
la tensi6n psiquidtrica entre los dos polos de una diferencia sexual en la
que, de todos modos, no creo. Quizas podria presentarme, sin més, como
un hombre que sufre de disforia de género. Pero ¢por qué inscribir mi
masculinidad, asi, desde un principio, en una cadena de sintomas y aflic-
ciones? Podria apelar a un vocabulario que no sea ni binario ni médico y
afirmar que Soy un transgénero, un transgénero feliz; feliz, justamente,
de ser transgénero. O podria decirlo como mas me gusta: "Soy un hom-
bre trans”. Soy un tipo con concha. Soy un tipo trans que tiene sexo con
toda clase de hombres. Y que no da explicaciones.
Si yo quisiera podria cambiar legalmente mi nombre, mi sexo y mi
cuerpo. Iria a un juzgado con mil y un papelitos, certificados de masculi-
nidad y “transexualismo genuino” al por mayor y para todos los gustos.
Uno, acreditando que a simple vista, vestido, parezco un hombre. Otro,
aseverando cientificamente que siempre me senti un hombre. Que juga-
baa la pelota y me subja a los Arboles y solo usaba pantalones; que era
bueno para la matematica y los autos, para la ferreteria y la conquista.
Que soy heterosexual, ;qué duda cabe! Para el noveno y el décimo certi-
ficado ya estaria probado, a ciencia cierta, que mi cuerpo es una cércel y
57yo, Mauro Cabral, su prisionero. Que nadie me toca. Que yo no me taco.
Que sin una pija ahora mismo, mia y verdadera, me muero. Y tres espe-