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Las increibles aventuras de don Quijote y Sancho Panza Version de Adela Basch uustRacones De FERNANDO CALVL eo lestaas mores azulejos ‘tard scones epeses Aes Palo (cect irae See (nnn de ie saa Oa Dagrmac au taroe ene et ce on Oe Schon danas ‘saad phe hates pr ors Bosca sta 27 Bop Wem. Ane Stee 3) LE cocoon wens-Smerionn EB er En A fo ped Ge Merson Aa Sr hn en ee Nr, Noa prereset Seat in Et oe stein epi enue 20 en a ae de Pat apr SL sl Fas, woe de Bots Ke Ageine. Inept seman ss em rae ot Se Hl autor y ta obra Biografia La autora de esta version wow ‘Aventuras increibles Le obra 1 Don Quijote se lanza ala aventura 2. Don Quijote es nombrado cabsllero 3. Don Quijote defiende el buen nombre de Dulcinea. e2Bor 4, Sancho Panza se convierte en escudero 39 5. Don Quijote lucha contra los gigantes Be 6. Don Quijote libera a una princesa. 7. Don Quijote entra en una batalla 61 ee 8. Don Quijote conquista el yelmo de Mambrino Actividades Actividades para comprender la lectura Actividades de produccién de escritura Actividades de relacién con otras disciplinas 69 B ci ci} 79 Ty PALE Le) "Maue ne Cenvanres Sanvenea nacié en Espaha, en 1547, y murié en 1616, En conmemoracin del da su fallecimiento, todos los 23 de abril celebramos el Dia et oma, Cervantes two una vida llena de pe- ripecias:vaj6 por muchas ciudades, luché como soldado, tuvo que enfrentar la pobreza y padecié varios aftos de cautverio. En 1571, ‘mientras combatiavalerosamente en la batalla de Lepanto, fue he- ‘ido y perdié el movimiento de brazoizquierdo, por lo que también se lo recuerda como “el manco de Lepanto’. Vivid en una época de esplendor de a literatura espafoa y hoy «5 reconocido como su autor més importante, Se destaos en todos los géneros: poesia, teatro y norrativa. Algunas de sus obras son: [Novelas ejemplores (1613), Viale def Pornaso (1614), Comedias y entremeses (1615). Pero su ereaci6n més admirable fue la de una novela que haria historia: el EV ingeniaso hidalgo don Quijote de Lo ‘Mancha, que se publcé en dos partes (1605 y 1615). Han pasado 400 aos desde entoncesy, sin embargo este personaje creado por Cervantes contin siendo uno de los més queridos de todos los tiempos. Las ierobles avatars de dan Oiotey Soste Farzal? La autora de esta versién ‘Anau BascH nacié en la ciudad de Buenos Aires, el 23 de noviembre de | 1946. Es egresada de la carrera de Letras fen la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1979, e esren6 su primera obra de teatro: Abran cancho, ‘que aqui viene don Quijote de la Mancho. Desde entonces, ha con- tinuado escribiendo y publicand libros, que marvillany diverter por su continuo descubrimiento de las posibildades de jugar que ofrecen las palabras. Algunas de sus obras son: Saber de fas ga- {axias (eventos, 2001), Una fan junto afalaguno (evento, 2002), Colén agarta viaje a toda cost (teatro, 1992), José de Son Martin, cabailero def principio al fn (teatro, 2001), iQue sea fa Odsal (tea- tro, 2003), Que f cafe no calle (poemas, 2005). En este libro Adela Basch wueve a encontrarse con dos de sus personajes favoritos: don Quijote y Sancho. ¥ ns leva a viajar con «los Porque, como ella die, “via significa dejar el lugaren que se «est para digits a otro. Y eso siempre ocure al leer. Dejamos todo to inmedito pare i, por ejemplo ala pigina de un libro y donde «sta nos lve, Por eso, en i prec, todos las libros son bros de viajes" 8 Ade Bosh [Bj Aventuras increfbles dui es don Quijote? Un seo, ya bastante entrado en ais, ‘que se la pasaba leyendo novels de cabaleros andantes. tantas novelas ley, que un dia emper6 a creer que él mismo era un ca- baller andante, y que su destino debera ser igual que el de los personajes qu poblaban ese mundo de fantasia ‘partir de esta stuaci, Cervantes escribié una serie de aver turas que se van encodenando ala largo dels vises que hace don Quijote a través de los campos de Castila, tratando de realizar ls mayores proezs y provocando el desconcieto de todos los que se ‘ruzan por su camino. La lectura dela novela de Cervantes es una de los experiencia mis dvertias que pueda ofrecemos la iteratua. Y gran parte de la diversién se encuentra en los desoplantescilogos aque don Quijote mantine con su compaiero Sancho Panza un cam peso bastante ingenvo, pero con muchsimo sentido comin. En este libro, Adela Basch nos invita a recorer el increible mun do de don Quijote y Sancho, y nos leva a compartir con ellos algu- nas de sus aventuras més disparatadas. tas ieralesaeturas de dn Quite y Sancho Panza | Las increibles aventuras de don Quijote y Sancho Panza Versién de Adela Basch 1. Don Quijote se lanza a la aventura En un lugar de La Mancha del que prefiero no recordar el nombre, justamente porque queda en La Mancha y por eso ime hace acordar de que todo el tiempo me mancho con lo todo lo que se les ocurra, especialmente con la tinta con la que escribo, y también con salsa, tuco, mate, café y cual- uier cosa que tenga a mano... Pero me estoy yendo por las ramas, asi que mejor empiezo otra vez. En un lugar de La Mancha del que prefiero no recordar el nombre, y por favor no me pregunten por qué prefiero no recordar el nombre, porque también prefiero no recordar por qué prefiero no recordarlo. Y ya me estoy yendo otra vez por las ramas. Bueno, voy a empezar de nuevo y esta ver, si aparecen ramas, ni las voy a mira. En un lugar de La Mancha del que prefiero no recordar el nombre, vivia hace mucho tiempo un hombre delgado y cincuentén que tenia un caballo tan flaco como él Comia poco y mal y algunos dias se salteaba el almuerzo © la cena, y eso no quiere decir que preparaba unas verduras tes increles aventura de dn Quijote y Sancho Pana |13 salteadas con aceite de oliva, sino que no comfa. Y no por que quisiera mantener la linea, sino porque tenia la despen- sa vacia, igual que los bolsillos. Pero, para compensar, tenfa la cabeza llena, pronto veremos de qué. Posiblemente se lamara Quijana, pero algunos le decian Quijada y otros, Quesada, y no se sabe bien por qué, pero terminé siendo conocido como Quijote. Tampoco se sabe bien por qué, pese a su pobreza, conta- ba con una empleada fel, una mujer de unos cuarenta arios que se encargabs de limpiar la casa cuando estaba sucia, ya 14 Adela Bosch ‘que él se encargaba de ensuciarla cuando estaba limpia. Y también vivian con él una sobrina adolescente y un mucha: cho que hacia algunas tareas que en esa época hacian los muchachos como ese: le ensillaba el caballo cuando estaba desensillado y se lo desensillaba cuando estaba ensillado, También le daba de comer al caballo cuando tenia hambre. Y cuando él tenia hambre, comfa como un caballo, aunque 1no del mismo tipo de alimento. ‘¥ como siempre habia alguien que se ocupaba de realizar las tareas necesarias, él tenia poco para hacer. Ademés, pa- rece ser que proventa de una familia de alcurnia, aunque su situacién econémica se habia venido abajo en picada. Y en sa época no estaba bien visto que las personas de alcurnia Las inerobles avatars de don Qe y Sneha Pass 15 trabajaran. Por eso tenia mucho tiempo libre. Y ese tiempo libre lo dedicaba a la lectura, Pero, claro, en esa época muchos grandes escritores to- davia no habian publicado sus libros; por ejemplo y sin ir mas lejos, el mismo Miguel de Cervantes. Y ni hablar de la excelente literatura argentina y latinoamericana, que toda- via ni siquiera habfa sido escrita El pobre hombre no tenfa mas remedio que leer las pési- ‘mas novelas que estaban de moda en su tiempo, que eran historias de caballeros andantes. Los protagonistas de esos novelones eran aventureros que iban de un lado a otro mo- vidos por el afén de hacer justicia, conquistar el amor de tuna princesa, descabezar a un dragén, derrotar gigantes, deshacer encantamientos y entrometerse en toda situacién que les pudiera deparar fama, renombre y fortuna. Al final no estaba del todo claro si lo que buscaban era ir por el mundo haciendo el bien o si més bien querian quedar bien con todo el mundo. Y lucirse lo més posible. La cuestién es que este hombre consumia novelas de ca- balleria como quien come chocolate. Y asi como una perso- na puede volverse adicta a las golosinas y terminar con el higado destrozado, él se engolosiné con esa clase de libros, con sus personajes, sus hazafias y sucesos, hasta que sus 16] Adel Basch ses0s quedaron carcomidos por tanta lectura indigesta. La lectura de las gestas caballerescas tenia para él tanto en- canto, que llegé a vender gran parte de la tierra que atin le quedaba para poder comprar més libros. Vivia tan enfras- cado en ellos que la mente se le empez6 a confundir y las paginas que leia a toda hora empezaron a conformar en su entendimiento una realidad més viva que la de sus expe- riencias cotidianas. Conocia de memoria las insélitas aventuras de mas de cien caballeros, y sus nombres y sus hazafias se agolpaban fen su sien como modelos del surno bien, a quienes anhela- ba imitar La pasién de don Quijote por los caballeros andantes no tena cura. Y para colmo, en los momentos en que no se dedicaba a la lectura, solia conversar con el cura del lugar, Paco Pérez, y con maese Nicolés, el barbero, acerca del mis- mo tema. Es decir, era un hombre monotemético, lo que no ‘quiere decir que su tema predilecto fueran los monos y tam- poco una combinacién de monerias y matematica, sino que tenia un solo interés: las novelas de caballeros andantes. Y ‘con el tiempo se convirtié en ejemplo de lo mal que puede hacer leer solamente lo que esté de moda y no tener ningtin discernimiento acerca de lo que se lee. as ierleseetara de dn Quiet Sacha Pana [17 Con el cura y el barbero solia discutir quién habia sido et caballero més valiente de toda la Tierra: si Amadis de Gaula ‘© Palmerin de Inglaterra El caso es que los momentos de cordura de don Quijote eran cada vez més escasos. En cambio, sus momentos de gordura eran totalmente inexistentes, ya que tenia una del gadez extrema, Muchos de los libros que lefa estaban tan llenos de frases tan llenas de palabras tan llenas de sonidos rimbombantes, y tan vactas de significado, que el cerebro se le estrujaba tratando de entenderlas y as ideas se le embrollaban toda- via més de lo que ya las tenia, Fue entonces cuando en su enmaraiiada cabeza despun- 16 una idea que puso puntos suspensivos a la vida que lle- vaba hasta ese momento y apunté a convertrlo en héroe de puntiaguda lanza en mano, como los protagonistas de tanta novela que habia leido, El sefior Quijana estaba a punto de transformarse en don Quijote. Solo faltaban algunos detalles fundamentales para que naciera como caballero andante. Como él bien sabia, gracias a tanta lectura, era impres- cindible que un caballero tuviera un caballo, Sin dudarlo, se acercé al suyo, que a decir verdad era bastante entrado en 18 Al Basch aiios y salido de kilos. Es decir, ya no era joven ni brioso y le sobraba edad, del mismo modo que le faltaba peso. Pe- ro como don Quijote habia empezado a ver el mundo con unos ojos que transformaban todo lo que veian, lo encontré en excelentes condiciones. Y decidié que, de alli en més, lo llamaria Rocinante. as ierles aventura de dn Oijote Sanco Pans | 19 También sabia que la vida de un caballero andante no «estaba completa sin la presencia de una mujer de la que es- tuviera totalmente enamorado y a la que dedicara sus triun- fos y sus proezas. Don Quijote recordé que cerca de all vivia una campesina llamada Aldonza Lorenzo, y en un san- tiamén su imaginacién la convirtié en una dama delicada y distinguida, duefia de su corazén. La bautizé con el nombre de Dulcinea del Toboso, 20 Adela Bosch 1 | Durante toda una semana se dedicé a conseguir una ar- madura, un escudo, un casco y una lanza, elementos in- dispensables para un caballero andante, y a ponerlos en buenas condiciones. Y por fin, un dia, antes del amanecer, partié sin despedirse de ninguna de las personas que cono- cia y se lanzé, lanza en mano, a la aventura. las incre avetars de don Qjte 7 Sncho Poze | 21 2. Don Quijote es nombrado caballero Eran tantos los caminos que se le presentaban, que don Quijote decidié tomar el que eligiera Rocinante. Segura- mente, de ese modo se encontraria con los combates que su destino le tenia reservados. Quién seria su primer con- trincante? COtro caballero? £0 algin mago conocedor de tembrujos y encantamientos? Se encomendé a su amada Dulcinea del Toboso, a quien dedicaria todas sus luchas, y ‘comenz6 a imaginar que, muy pronto, algiin cronista coro- naria sus hazafas escribiendo sobre él y haciéndolo famoso en el mundo entero. Pero, de pronto, lo asalté un pensamiento que le hizo dar un salto, iSe habia salteado un paso importantisimo! \ra necesario que alguien le otorgara el nombramiento de caballero en una ceremonia realizada con ese fin! Asi eran {as reglas de la caballeriay él no las podia pasar por alto, ni por un milimetro Estuvo a punto de dar marcha atrés, cuando otro pen- ssamiento lo tranquilizé. Se haria nombrar caballero por la Las ines sventaras de dn Quite y Scho Pass | 23 primera persona que encontrara. Bueno, por la primera per ssona que encontrara y que reuniera las condiciones necesa- rias. No podia ser cualquiera: tenia que ser otro caballero © alguien de la nobleza. Y tampoco se podia hacer en cual- quier lugar. Debfa ser un palacio o un castillo y, en lo po- sible, en una capilla. Y también era necesario que el futuro caballero pasara toda la noche de pie junto a sus armas, sin dormir, Eso se lamaba “velar las armas”. Don Quijote y su caballo Rocinante anduvieron todo el dia sin cruzarse con nadie. Cuando empezé a anochecer, ambos estaban a punto de desfallecer de hambre y de sed. De pronto, don Quijote vio luces a lo lejos y se dirigid deci didamente hacia all Cuando Hleg6, sus ojos vieron un castillo, Pero cualquier otra persona hubiera visto una posada de poca categoria donde se quedaban a pasar la noche personas que no per tenecian precisamente a la nobleza. Porque eso es lo que realmente era Pero don Quijote no ve‘a las cosas como eran, sino como su imaginaci6n se las dictaba. Y su imaginacién siempre le dictaba que las cosas eran como en las novelas que tanto habia lefdo, Para don Quijote, el borde que separaba la fic cién de la realidad era inexistente y, por ausencia de ese 2b Adela Bech borde, veia la vida real como un bordado hecho a semejanza de las aventuras y los personajes que poblaban su mente, Y, en esas novelas, un caballero nunca dirigfa sus pisadas hacia una simple posada, sino que, fuera répido o despacio, siempre llegaba a un castillo 0 a un palacio. Y puesto que 41 se consideraba un apuesto caballero, tenia la certeza de estar ante un gran castillo de la regién de Castilla, donde sin duda se quedaria a costillas del duet para velar las armas y ser nombrado caballero, Mientras se acercaba, esperaba que lo recibieran con trompetas. Y ya comenzaba a extrafiarse de no ofrlas, cuan- ddo un cuidador de cerdos hizo sonar un cuemno para llamar 2 los animales y levarlos a su corral, Don Quijote, todavia sentado sobre Rocinante, dio por sentado que el sonido era 'misica ejecutada en su honor y que lo recibfan con bom- bos y platillos. Y como su hambre era muy grande, también pensaba en los abundantes platillos de sabrosos alimentos on que lo convidarian. En la entrada habia dos campesinas, que nada tenfan ‘que ver con damas de alcuria o seftoras de la nobleza. Eran dos mujeres bastante vulgares y de toscos modales. Pero don Quijote las tomé por dos elegantes y delicadas prince- sas. En cuanto lo vieron acercarse con armadura, casco y Losier aretars edo Oley Sache Pans 125 lanza, se asustaron y trataron de salir corriendo, porque no «era comiin encontrar gente que anduviera as por el mundo. Y del mismo modo que hay personas de las que se dice que son locos perdidos, para estas mujeres don Quijote era un loco que acaban de encontrar. El traté de detenerlas con palabras amables: =No huyan, distinguidas damas, ni alberguen temor ‘alguno al verme. Soy incapaz de hacerles el menor da- fio. Por el contrario, me pongo totalmente a sus érdenes. 251 Pela Boch Pertenezco a una orden de caballerfa cuyos miembros somos caballeros de gran caballerosided. Aloir que las llamaba “distinguidas damas”, las dos mu- Jeres terminaron de convencerse de que estaba bastante chiflado y se echaron a reir. Justo cuando don Quijote es- taba por ofenderse, legé el duerio de la posada que él vefa como un castillo. El posadero comprendié que estaba ante tun hombre al que le fallaba la cabeza: y cuando don Quijote lo tomé por un gran sefor, le siguié la corriente. Le dio la bienvenida y lo invit6 con una espantosa comida que don Quijote sabores como si fuera el més delicioso manjar. Zi os incre sreturas doo Oulotey Sneha Pars |27 Pero una vez que sacié su sed y su hambre y logré que lo mismo hiciera Rocinante, empez6 a acosar al posadero y a pedirle que le permitiera velar las armas en su supuesto castillo y lo armara caballero. Era lo Gnico que le faltaba para poder cumplir su sueio de ir por el mundo realizando hazafas. Le dijo que no velarian las armas para no llamar la aten- cién del resto de los huéspedes del castillo. Y que la capilla no se podia utilizar porque estaba en refacciones. Don Qui- jote express cierta decepcién en sus facciones, y aunque las palabras del posadero no le gustaron ni medio, las acept6 porque no tuvo mas remedio. El posadero hizo que don Quijote se posara de rodilas an- te él, tomé un libro cualquiera, lo abrié al azar y comenzé 2 pronunciar palabras absolutamente incomprensibles para ‘cualquiera, pero que a don Quijote le parecieron las adecua- das para la ceremonia, Luego tomé la espada de don Quijote y le dio con ella un golpe sobre la espalda. Les dijo a las dos ‘muchachas que le ataran la espada a la cintura y sentencié: Seftor, yo ya hice mi parte, Ahora es hora de que usted parta Don Quijote monté sobre Rocinante y, dejando una es- tela de palabras de agradecimiento tras de sf, partié rumbo 281 Adela Basch a la aventura, pensando en la fama que estaba a punto de adquirir y en su enamorada, Dulcinea del Toboso. ‘as inerieseventuras do dn Quite Senha Pans | 29 3. Don Quijote defiende el buen nombre de Dulcinea Todavia flotaba en el aire la estela de agradecimientos de don Quijote, cuando este se encontré con un grupo de co- merciantes de tela. Pero como los tomé por pobladores de ‘su mundo imaginario, crey6 que eran caballeros andantes como él. Se planté en medio del sendero, frente a ellos, y con la frente en alto exclamé: —IAlto! iAlto!iAlto ahi! Los comerciantes se miraron entre si. Si alguien hubiera podido leer lo que decia la expresin de sus rostros, habria leido: “Este tipo esté loco de remate”. Uno de ellos puso cara de tonto y pregunts: —€A cudl de nosotros se refiere al decir “alto”? Porque somos todos més bien de baja estatura, Por lo que veo, aqui usted es el ‘nico de mucha altura, Don Quijote respondié de inmediato: Caballeros, parece que mis palabras no les resultaron laras Pero qué clara ni qué yema ni qué huevo duro! iY salga las increlesaventuas de don Quite y Sneho Fazs [21 del medio porque tenemos apuro! —dljo uno de ellos con muestras de enojo en los ojos. Sefiores, yo no me referia a su altura. No me importa si son altos 0 bajos. Lo que quiero es que frenen su marcha Por favor, salga del medio. No estamos de paseo. Tene- ‘mos mucho trabajo. —Les digo que se de.. —LNos dice que sabe de qué? No, no digo que sé de algo. =Y sino sabe, ¢para qué habla? Les digo que se dete. —iNos dice “qué sed de t6"? iPero qué té ni qué cafél Qué quiere, que le sirvamos un té? éSe cree que somos sus lacayos? (Haga el favor de salir del medio junto con su ca- ballo! ~exclam6 el primero que habia hablado, que seguia teniendo expresin de enojo en los ojos. —iLes digo que se detengan! Ninguno de ustedes daré tun paso més si no declaran que la emperatriz Dulcinea del Toboso, la dueiia de mi corazén, es la mujer més hermosa del mundo, 32 Adela Bases os ierle aretares un Oley Sancho Pars 133 —Pero, digame, pedazo de infelz, ese puede saber quién ‘es esa emperatriz? —grité otro de los comerciantes, que ya habia perdido la poca paciencia que tenia, =Si no la conocen, la culpa es de su ignorancia. Pero, si quieren seguir adelante, deberdn confesar que nadie la iguala en belleza y elegancia. iDigan que Dulcinea del Tobo- 0 no tiene par 0 no les permitiré pasar! Inmediatamente, otro de los comerciantes exclamé: Todo el mundo sabe que Duleinea del Toboso no tiene par... pado. 'Ya esté, ya lo dijel Ahora déjenos pasar. —iUsted es un irrespetuoso! iLos pérpados més bellos son los de Dulcinea del Tobosol Y ninguno de ustedes daré tn solo paso si no declaran que Dulcinea del Toboso es la ddama més hermosa del universo entero. —iNo tiene un retrato? —pregunté otro de los comer- ciantes-. iTenemos que verlal iSi no, no hay trato! Le ruego —dijo otro de ellos en tono burlén- bre de todos nosotros, que nos muestre un retrato, y dire- mos que es la més hermosa, aunque sea... horriblemente fea y se parezca a una gallina que cacarea! No es fea, no se parece a una gallina y no cacarea! . Ya van a ver cémo mi en nom- —vociferd don Quijote enfurecido- lanza los volteal iDulcinea tiene una cara bellisimal Pero 381 Adela Boer ustedes pagardn cara su insolenciay sus insultos:llos voy a atravesar con mi espada como si fueran bultos! Don Quijote se disponia a defender el honor de su ama- da con su lanza y con su espada, cuando Rocinante tropez6 con una piedra y terminé rodando por el suelo. Don Quijote cayé y, por un momento, call6, Se golped desde la cabeza hasta los callos de los pies y comenzé a mascullar palabras ‘que nadie ofa, mientras se magullaba partes del cuerpo que todos vefan, Los comerciantes soltaron unas cuantas carca- jadas y retomaron la marcha. Largo rato estuvo don Quijote tendido sobre el camino, porque el peso de la armadura y el dolor de las lastimadu- ras le impedian levantarse. En esa situacién, recordé que, en alguna novela de caballeria, el marqués de Mantua habia acudido a auxiliar a un caballero andante, y comenz6 a la- marlo para que lo ayudara a él, Pero como el marqués era tun personaje de ficcién, fue imposible que se acercara. En cambio, el que se acercé fue un vecino, Pedro Alonso, que enseguida lo reconocié ~Sefior Quijana —le dijo~, équé le ha sucedido? —Yo no soy ningtin Quijana. Soy el caballero andante don Quijote de La Mancha y acabo de mantener un combate con unos cobardes traidores, Las inerobls svotars de don Oley Snche Pass 35 El vecino comprendié enseguida que don Quijote no solo tenia dafado el cuerpo, sino también la mente, porque no dejaba de repetir: “Haré que ese malvado de Frestén lo la- mente”. ¥ decidié llevarlo de regreso a su casa, 36] Mee Basch as inrediesevnturas de dn Quite Sesh Pass 137 4. Sancho Panza se convierte en escudero Don Quijote llegé a su casa acompaiiado por su vecino, ‘que, en cuanto vio a la sobrina, le dijo: —2Ve? Sino lo encontraba yo en medio del camino, ivaya tno a saber qué serfa de su tio en este momento! Alli estaban también la empleada, el cura Paco Pérez y maese Nicolés, el barbero. Todos se sentian muy preocu- pados por don Quijote, que se veia lastimado y no podia ponerse de pie. Pero en cuanto lo examinaron bien, vieron ‘que no tenia heridas graves. —Por favor, lévenme a mi lecho y tréiganme un poco de le che un vaso donde la echen. ¥llamen a la sabia Urganda para ‘que me dé una porcién de su magica pocién que todo lo cura. Entonces les conté que se habia caido del caballo a causa de un encantamiento de su gran enemigo, el mago Frestén, mientras combatia solo contra diez gigantes descomunales. ‘A todos les basté oir nombrar a Unganda, a Frestén y a los gigantes, personajes de las novelas que don Quijote so- Nia leer, para decir: Las inerobles aretaras de dn Olotey Sancho Pars | 39 Ha lefdo tanta novela, que no ve la realidad. Y como no ve la realidad, ha convertido la realidad en una novela, Entonces decidieron deshacerse de la biblioteca de don Quijote, atestada de libros de aventuras, caballeros, prince- sas, castllos y hechizos, pensando que asi lo ayudarian a recuperar la razén, ‘Al dia siguiente, cuando, ya més repuesto, don Quijote 40] Ada Bosch pidié sus libros, le djeron que se los habia llevado Frestn, Pero, con o sin libros, lo ico que esperaba era volver a sentirse completamente bien para reenudar sus aventuras. Mientras se recuperaba, se dio cuenta de que en su pri mera sala le habia faltado algo esencial. Era necesario que un caballero contara con la compaiia fiel de un escudero. Don Quijote pensé en todos sus conocidos y se encaminé, as icrleraetare don Quote Sash Fors [41 decidido, hacia la casa de Sancho Panza, un campesino que hacia honor a su apellido. Y con él realizé su primera conquista. Sancho era un hombre sencillo, dedicado a labrar la tierra, Aunque era analfabeto y de poca cultura, tenia una gran sensatez. Cuando don Quijote le propuso que fuera su escudero y lo acompatiara en las emocionantes 2 la Bar aventuras que estaba a punto de emprender, Sancho se resistié, Por empezar, ni siquiera estaba enterado de la cexistencia de los caballeros andantes y no tenia planes de convertirse en escudero de nadie. Sin embargo, don Quijote logré convencerlo. Le aseguré que sus hazatias serfan tan famosas y tan bien recompensadas que algin dia los dos se volverian muy ricos y que seguramente Sancho llegaria a ser gobernador. Y con esa expectativa, Sancho cedié y se dio a la aventura. Finalmente, una noche, ambos salieron a escondidas de sus respectivas casas, llevando unas pertenencias escasas y sin decirle a nadie que emprendian un camino en busca de proezas y gloria. as incre aretaras ue Oley Saebo Pas 143 5. Don Quijote lucha contra los gigantes EI nuevo dia los encontré en plena marcha por la lla- rnura de La Mancha, Sancho iba montado sobre su burro, mientras sofiaba con un futuro en el que no cabia el aburri- mmiento, Don Quijote iba sobre su caballo pensando en los cabellos de la bella Dulcinea, cuando le vinieron alos labios {as palabras que leeremos a continuacién. Y no le vinieron porque si esas palabras, sino porque se parecfan mucho a las que salian de la boca de los caballeros andantes de las novelas que don Quijote tanto habia ledo. Sancho, no sé qué hazatias serdn las que este camino nos depare, pero seguramente no hay nada con que se com- paren. No habré maleficio ni encantamiento que yo no repa- re. ¥ te aconsejo que de mi no te separes porque mi valiente brazo serd siempre el que te ampare. Pero no permitas que ninguna magia tu atencién acapare. Y en este preciso ins- tante algo me dice que acé pare. —éQué sucede, seiior don Quijote? EPor qué nos dete- nemos? as icles eventuras de dn Quiet y Sancho Pane |S —dPreguntas qué sucede, Sancho? Si, Por qué nos detenemos? 2Qué sucede? —Sucede que estamos en la sede de nuestro primer en- frentamiento, de nuestra primera hazafa, de nuestro pri mer escalén hacia la gloria —Sus palabras me producen desconcierto. Yo lo énico {que percibo aqui es el soplido del viento, que suena como si fuera a dar un concierto. Pero no percibo nada relacionado con la fama y la fortuna que persigo. 46 Aen Bah lpr, Sancho, lo que dices no me sorprende, todavia tienes ‘mucho que aprender acerca de la vida de los caballeros an- dantes y sus escuderos. Te digo que una gran aventura se acerca, Las cosas no siempre son lo que parecen y verds que tendremos un enfrentamiento en el que unos malvados gi- antes perecen. —AGigantes? {Dénde estén, seitor? —pregunt6 Sancho mirando hacia todos lados. Sancho, no te dejes engafar por las apariencias. Mira bien, all estén los gigantes. Son como treinta o cuarenta, Pero no temas. Combatiré contra ellos y os venceré a todos. po ob as increas aventres de don Olt y Sanco Panze | 47 Sancho volvié a mirar a su alrededor, pero no vio nia un solo gigante. Lo que si vio fueron grandes molinos de viento. isculpe, sefior don Quijote, Zde qué gigantes habla? Mira, all estéel primero, Es de altura descomunal, pero no podré contra mi —Sefior, es0 es un mol. —INo! Es un gigante desalmado. Y yo lo vencerfa aunque estuviera desarmado. Pero si tienes miedo, hazte a un lado, —Don Quijote, es un moli No! iEs un gigante! iMira sus enormes brazos! “Le digo que es un moli. —INo! Es un gigante. ~iEs un mol. ~iNo! Es un molino, y no tiene enormes brazos, sino aspas. Y si lo ataca, seguro que lo raspan, lo paspan y hasta le pro- ducen un ataque de caspa. Sancho, tii todavia no entiendes de estas cosas. iSon gigantes! Don Quijote, son molinos de vien. ~iBien sé yo que son gigantes! iGigantes horripilantes, repugnantes y espeluznantes como nunca he visto antes! 8 Adela Baer —Son molinos. Y si usted se acerca, lo van a dejar bien molido, iTenga cuidado! 2Quiere que lo muelan a golpes? ~iQué muelas ni qué dientes! —exclamé don Quijote— Yo soy un cabellero muy valiente! En ese momento, el viento comenz6 a soplar con més fuerza y a mover répidamente las aspas de los molinos. —iAmada Dulcinea, me encomiendo a ti! iPor més que sean miles, venceré a estos gigantes viles! Las inerobles avatars de dn Quite y Sancho Poza 49 Dichas estas palabras, don Quijote se abalanzé contra los molinos. Pero apenas avanz6 un pequefto trecho, cuan- ddo quedé totalmente maltrecho, Una de las aspas lo atrope- 16 y lo hizo volar por el aire con Rocinante y todo. Sancho corrié a socorrerlo S01 Ade Boch —Seiior, le dije que eran molinos y no gigantes. —Sancho, por favor, no digas nada. Lo que sucedié fue ‘obra de mi gran enemigo, el sabio Frestén, que con su mala magia convirté a los gigantes en molinos para impedirme tener la gloria de vencerlos. Pero no esté dicha la éltima pa- labra y ya llegaré el dia en que mi espada los derrote. Ven, ayddame a levantarme y sigamos nuestro camino, Ningin gigante me apartara de mi misién de ser un caballero an- dante. Las incre avnturas de don Quite y Sncho Pass 6. Don Quijote libera a una princesa Don Quijote y Sancho Panza prosiguieron la marcha. El primero iba bastante magullado, pero totalmente callado, Al segundo le llamaba la atencién que ninguna queja saliera de sus labios. Entonces don Quijote le explicé que quejarse ro era cosa de caballeros andantes ni de hombres sabios. Sancho le hablé con toda franqueza y le dijo que, por suer- te, él no era ninguna de las dos cosas, porque cuando tenia ‘motivo acostumbraba llorar y quejarse sin parar. A don Qui- jote le conmovié ver que su escudero era un hombre capaz de ser totalmente sincero. Iban hablando asi, cuando vieron venir a dos frales montados sobre dos mulas y, algo més atrés, una cara- vana de hombres a caballo y otros a pie, que escoltaban un carruaje en el que viajaba una gran dama. Los frailes nada tenfan que ver con ella, solo estaban cerca por pura casualidad. Pero ya sabemos que los ojos de don Quijote no vean las cosas del mismo modo que los demés. Y Sancho sentia Los ierble retars oe Gas y Sones Pas 153 tanto respeto por su amo, que se le iba pareciendo cada dia més. Para don Quijote, una fogata podia ser un dragén, yy un perro podia tomar el aspecto de un leén. Un gigante podia tener la apariencia de un molino de viento a causa de un simple encantamiento. Dos frailes podian transformarse en delincuentes que merecian un escarmiento. Y una mujer que iba de lo més contenta en un carruaje podia convertirse en la victima de un rapto o de un tremendo ultraje. Algo asi fue lo que pensé don Quijote, porque no bien se le acercaron los frailes les grits: —IDeténganse, bandidos, y suelten a la noble princesa {que contra su voluntad llevan presal Somos dos frales de San Benito, y no hemos cometido ningtin delito. Totalmente sorprendidos, los dos religiosos intentaron tranquilizarlo y darle una explicacién, pero el caballero an- dante no les presté la menor atencién. Sin escuchar lo que decian, se lanzé contra ellos ¢ hizo caer a uno de la mula, mientras el otro salia corriendo con tal rapidez que parecia cepaz de llegar hasta la luna Sintiéndose sumamente satisfecho con lo que habia he- cho, don Quijote agité la lanza a troche y mache y se enca- ‘miné hacia el coche. Mientras tanto, con inocencia, Sancho se acereé al caido y comenz6 a despojarlo de la ropa con que estaba vestido y de todas sus pertenencias. AA verlo actuar de esa forma, dos de la caravana que es- coltaba el carruaje corrieron a preguntarle qué hacia. Estoy actuando de acuerdo con las leyes de la caballe: rfa andante, segiin me explicé don Quijote, mi sefior. Me ha dicho que las posesiones del vencido pasan a pertenecer al vencedor. Pero como los dos hombres eran ignorantes de las leyes de la caballeria andante, liberaron al fraile de inmediato ya Sancho lo golpearon y le hicieron pasar un mal rato. Mientras tanto, don Quijote habia tomado posicién junto al coche y hablaba con la viajera, que se preguntaba quién seria ese loco con aspecto de fantoche. Y cuando escuché las palabras que él le dirigia, confirmé atin mas su suposi- cidn: tenia enfrente a un hombre totalmente demente, de ‘mente trastornada que habia perdido la razén, —Distinguida sefiora, permitame presentarme: soy don Quijote de La Mancha, su atento servidor. Y ha querido la fortuna que se encontrara usted conmigo para que yo me convirtiera en su libertador. La mujer iba a intentar explicarle que nadie la habia to- ‘mado prisionera, pero se dio cuenta de que no valfa la pena tas ierleraetara d dn Gla y Sancho Pana {55 decir una sola palabra a un hombre que parecia més loco ‘que una cabra, Decidié seguirle la corriente y le agradecié su conducta valiente. Entusiasmado, don Quijote continué: Yo he puesto en fuga a los desalmados que con sus ar- ‘mas la habian tomado prisionera y ahora es usted libre de ir adonde quiera. Pero le ruego que antes de dirigirse adonde desee, vaya al Toboso y le cuente a mi amada Dulcinea que yo acabo de salvarla a usted de unos delincuentes suma- mente peligrosos. Y le pido que por favor le diga que es una hazavia més que he realizado en su honor. La mujer le dijo que, en agradecimiento a su gesto, iria ‘con mucho gusto, aunque el viaje le demandara un gran g2sto. Pero, en realidad, no tenia la menor intencién de ir En ese momento, uno de los hombres de su escolta escuché que don Quijote le pedia que fueran al Toboso y le dijo de mal modo que se dejara de tonterias, que les permitiera se- uir adelante y que terminara con esa farsa de ser un gran caballero andante. Todo 50 lo dijo en tono de burla y con sora, y don Quijote tomé sus palabras como una ofensa que atentaba contra su honra. Un momento después, ambos desenvainaban la espada, dispuestos a perforaral otro desde el pecho hasta la espalda, 36] Ala Bash Estaban a punto de trenzarse en una feroz pelea, pero antes don Quijote invocé la ayuda de su amada Dulcinea: —Dulce Dulcinea del Toboso, dama de belleza sin igual, aytidame a derrotar a este rival —Dudo mucho que esa Dulcinea del Toboso pueda impe- dir que usted termine en un estado desastroso. iUsted es un farsante! —troné el escolta—. iTodo el mundo sabe que no existen los caballeros andantes! —iNo me diga! Lo voy a partir en dos, com hizo el Caballero de la Ardiente Espada con los gigantes! —replicé don Quijote. —iPero qué caballo ni qué caballero! iUsted es un em- busterot —éAh, si? iPues no le voy a dejar un hueso entero! ~iSepa, caballero de pacotilla, que le voy a destrozar las costillas! —IUsted es un fraude y de mi espada no lo salva nadie! —vociferé don Quijote —IUsted es un guaso, y lo voy a dejar hecho pedazos! ~afité el escolta ~iNadie vence a don Quijote de La Manchal IEs como tratar de detener una avalancha! Asi estuvieron un largo rato a los gritos. Y aunque su cenergia era mucha, la gastaron toda y no les quedé fuerza 58] All Bosh para la lucha. Cada uno terminé yéndose por su lado, total mente agotado. ‘Sancho habfa quedado muy mal parado después de los golpes que habia recibido. Es decir, le costé mucho volver a ponerse de pie. Pero cuando se repuso, pensé que don Qui- jote habia vencido, —Sefior don Quijote, cha conquistado ya una isla o un reino para que yo gobieme? —Sancho, esta aventura no ha resultado como tt pien- sas, Pero no te preocupes, ya tendrés tu isla y muchas otras recompensas. Y ahora sigamos nuestro camino y veamos qué hazafias nos depara el destino. Los inerobles sretars edn Oley Sancho Panza 152 7. Don Quijote entra en una batalla Don Quijote y Sancho Panza andaban por unos campos bastante éridos y secos. Los dos iban pensando en los ecos. En los ecos que tendrian sus formidables aventuras, que les darian fama y tesoros. De pronto, ambos percibieron en la lejanta una gran pol- vareda que formaba remolinos en el aire. CQué se escon- derfa tras ella? CHabria una noble princesa que esperaba al bondadoso caballero que la salvaria de las garras de un malvado dragén? éSeria la oportunidad para que Sancho se hiciera rico 0 gobernara por fin alguna isla o algiin reino? ‘Sea como fuera, don Quijote estaba seguro de que tras esa enorme nube de polvo lo esperaba un desafio al que él res- ponderia con el valor y la entereza de un cabal caballero an- dante. El corazén parecia salirsele del pecho por la emocién. —iMira, Sancho! Ves esa espesa polvareda que avanza hacia aqui? Es indicio seguro de que se nos aproxima un ejército numerosisimo. Se acerca el momento de entrar en accién. Los venceremos y nos cubriremos de gloria. Las ieralesavetaras de doo Qioe y Soho Panza 61 —2No podriamos cubrimos con algo més itil? Yo necesi- ‘to nuevas ropas, las que tengo ya no dan més. —Derrotaré a tantos enemigos y obtendré tantos tesoros, ‘que podrés comprar toda la ropa que quieras, y de la mejor tela, Te la prometo. Tela promete? Prométame también riqueza, Te la prometo, y me refiero a la victoria, Sancho. Las ropas y los reinos vendrén con ella. Y muchas otras recom- pensas que ni te imaginas. Recuerda lo que te dije: algiin dia serds gobernador. Mire, sefior: son dos las polvaredas. Ademés de la que vimos, hay otra. Y parece que fueran a embestrse. iY yo jus- to hablando de vestirme mejor! —£s cierto, Sancho. Esta vez la vista no te ha engafiado, Porque son dos ejécitos. Y ahora veo claramente que el rey Pentapolin esté al mando de uno. ¥ que ala cabeza del otro va su faroso enemigo, el emperador Alifanfarén. —Sefior, me maravilla que pueda ver tanto. A mi, la pol- vareda no me permite ver nada, Sancho, lo que te impide ver es el temor y no la polva- reda. Mira con atencién y verds al valiente Pentapolin que cesgrime su espada contra un batall6n. Tienes que deshacer- te del miedo, porque no es més que un estorbo. 162 Ae Bah —Esté bien. Pero no veo ningén batallén, solo una gran rnube de polvo. €Y por qué pelean esos dos sefiores? Es por la hija de Pentapolin, con la que Alifanfarén ‘quiere casarse. Pero ella no lo ama, y Pentapolin no permi- tird ese matrimonio. iY ya basta de charlal iEs hora de que yo acuda en ayuda de Pentapolin! Los caballeros andantes siempre combatimos a favor de las causas nobles. De modo que ven conmigo 0 quédate a un lado. —Espere, sefor. {Ahora puedo distinguir con claridad! No son ejércitos, sino dos manadas de ganado. En una vienen ovejas, yen la otra, carmeros. =ISancho! iNo permitas que te confunda el temor! UAcaso no oyes el relincho de los caballos y el redoble del tambor? Seiior, solo oigo balidos. iQue baladas ni qué balidos! iSon latidos! iLos latidos de mi corazén, que no ve la hora de entrar en la batalla! —Don Quijote, lo que usted no ve es que no son ejércitos, sino rebatios de ganado. éNo oye sus balidos? —IQué baladas ni qué balidos! El miedo te hace confun- dir los sonidos. —Don Quijote, lo nico que se oye es el balido de los car- rneros y las ovejas. Las ieralesavetaras de om Quote y SanehePazs 163 —iNo te dejes engafiar, Sanchol Eltemor te altera las orejas, | Seftor, por favor, no saque la espada. No son ejércitos, | son solo unas manadas. —Sancho, por favor, déjame tranquilo y calla, porque voy a entrar en la batalla. Prepdrate para milanza ymiespede, | rmalvado Alifanfarén! iNo te casarés con una princesa que te nega el corazén! iTe voy a convertir en un montén de ase- rrin! iNunca serés el novio de la hija de Pentapolin! 681 Ada Bach ~iDeténgase, don Quijote! {Qué novio ni qué novio! Me parece que usted no vio... 2No vio que all no hay novio, ni reyes, ni ejércitos? Tampoco hay Alifanfarén ni Pentapolin al mando de batallones de guerreros. Solo hay unos pasto- res con muchas ovejas y carneros. No hubo manera de que Sancho convenciera a don Qui- jote, que se sintié llamado para combatir por la justicia y arremetié con su lanza contra las ovejas y los carmeros as increas aventaras de dn Git y Senco Panza | 65. como si fueran sus enemigos mortales y no unas manadas de paeificos animales. Los pastores estaban horrorizados y no entendian nada de nada. La lanza de don Quijote ya habia dado muerte a ‘unas cuantas ovejas, cuando intentaron detenerlo con rue- 08 y alaridos. Pero no lo lograron. Tampoco los perros con sus ladridos. Lanza en mano, siguié atravesando con sus furiosas estocadas a los carneros y a las ovejas, mientras los pastores se deshacfan en quejas. Entonces uno de los pastores le grité: —INo te salvarés aunque reces! éPor qué has dado muer- tea mis reses? En ese momento, las séplicas y los gritos con que trata- ban de calmar a don Quijote se transformaron en pedradas y cascotazos que cayeron sobre él en una avalancha que puso fin a las maniobras de su lanza, Tantos fueron los golpes que don Quijote recibi6, que ter- rmin6 cayendo al suelo totalmente desplomado. Los pastores lo creyeron muerto, dejaron de tirarle piedras y se fueron. Sancho Panza se acercé a don Quijote y se lamenté con estas palabras: —éPor qué no me hace caso alguna vez? ile dje que eran ovejas y careros! 6 Adela Boer Sancho, te digo que era un ejército de caballeros —mur- rmuré don Quijote con un hilo de vor~. Te vuelvo a decir: no te dejes engaiiar por las apariencias. Por un instante tuvie- ron el aspecto de un rebafio a causa de mi enemigo Frestén y su brujerias, que no quiere verme vencedor. Pero si los siguieras ahora, verias c6mo, apenas se alejan de nosotros, vwuelven a ser hombres armados. De todos modos, no los si- 28. Porque estoy un poco lastimado y necesito de tu ayuda para volver @ ponerme de pie. tas ierales aventura dom Gute y Sones Pas | 57 8. Don Quijote conquista el yelmo de Mambrino Don Quijote y Sancho avanzaban por el camino. éQué ‘nueva aventura les esperarfa? Don Quijote iba pensando en que dedicaria su préxima hazafia a Dulcinea del Toboso, y ‘en que pronto su nombre seria pronunciado en todas par- tes con admiracién. Sancho se preguntaba sifaltaria mucho para que lograra ser gobernador de una isla. El dia estaba nublado y comenzaron a caer unas gotas, justo cuando Sancho empezaba a preocuparle que la comi- da se les agotara. De pronto, vieron venira un hombre montado sobre un as- ‘no, con la cabeza cubierta por un objeto que brillaba como el oro, Cuando don Quijote lo vio, empez6 a repetir como un loro: El yelmo de Mambrino!iEl yelmo de Mambrino! iE! yel- mo de Mambrino! Y falté poco para que el corazén se le saliera del pecho por la emocién. Y para que a Sancho se le salieran los tim- panos por los alaridos que soltaba don Quijote mientras saltaba de aleg fa as icrabiesreturas 6 don Oley Sancho Pana | 62 —£Qué es e50 del yermo de Mambrino? ~pregunté Sancho. —Yelmo, Sancho, yelmo, no yermo —lo corigié don Quijote. ~2Y yo qué dije? —Yermo. ¥ es0 es algo completamente distinto. —Esta bien. Entonces, 2qué es eso del yerno de Mambrino? Yelmo, Sancho, yelmo, no yerno. LY yo qué dije? —Yerno. Y eso también es algo completamente distinto, Yo estoy hablando de un yelmo, con “ele” —LUsted esté hablando de un yelmo con Ele? éQuién es Ele? dEleonor? dEleodoro? Yo crefa que usted estaba ha- blando conmigo, Pero éme puede decir con quién esté ha- blando? ilo dnico que falta es que su enemigo, el mago Frestén, me haya hecho un encantamiento para que yo no vvea con quién habla usted! —Sancho, équé te pasa? Estoy hablando contigo. Y es- to es lo que te digo: que estoy hablando de un ye/mo, con “ele”, no de un yermo con “erre” ni de un yemo con “ene’, —eQué ene..? £Enemigos? dDénde estén? ~ISancho! 2s que no conoces las letras? ENo sabes nada de lo que hay entre la “a” y la “zeta”? —Lo siento, sefior don Quijote. Pero yo no sé leer ni escribir. TOI Adela toh —IQué pena! Pero no te preocupes: la ignorancia es un mal que tiene cura, Puedes aprender. Recuerda que algiin dia alguien va a escribir nuestras aventuras, y seguramente las vas a querer leer. Ademés, cuando seas gobernador, si sabes leer y escribir, te iré mejor. Pero ahora tenemos que ‘ocupamos de ese caballero que se acerca. Lleva puesto so- bre la cabeza el famoso yelmo de Mambrino. —2Qué es es0 del yelmo de Matambrino, don Quijote? —IMamrino, Sancho, no Matambrino! {Qué te sucede? Es que estuviste bebiendo vino? exclamé don Quijote. —Prefiero que sea Mambrino y no Matambrino —dijo ‘Sancho. Porque Matambrino me suena a matambre, y de solo pensarlo, me da hambre. Ya mila posibilidad de perder ese valioso yelmo me da calambre —Don Quijote, para mi ese yelmo no vale més que un pe- azo de alambre. 2No le parece que serfa mejor sentarnos a ‘comer un poco de queso y fiambre? Sancho, es muy especial el yelmo que lleva ese audaz caballero sobre la cabeza. Y realmente me interesa, Es un yelmo de oro que fue hecho hace tiempo para Mambrino, ‘un moro. Su valor no reside solo en que esté hecho de me- tal precioso, sino en que otorga poderes magicas a quien as inreieseventaras de don Quiet y Sancho Pana [71 lo use y le permite salir siempre victorioso. Y pronto verds ‘como me convertiré en su duetio y lograré cumplir todos mis suefos, —Don Quijote, yo creo que ese hombre no es un audaz caballero. Me parece que es un simple barbero. —2Un simple barbero? Lo que estas diciendo es una bar- baridad. creo que lo que lleva sobre la cabeza no es un yermo, eh, un yerno, perdén, un yelmo, Para mi es solo una palan- gana que se puso sobre la cabeza para que la lluvia no se la ‘mojara, Y dudo que sea de oro. Yo dirfa que es de lata, Sancho, tu ignorancia te delata y te hace meter la pata. El yelmo de Mambrino est hecho del metal mas precioso, y me convertiré en el caballero més poderoso. Y deja ya de distraerme, porque no puedo dejar pasar esta oportunidad. Después de decir estas palabras, don Quijote se dirigié al hombre que se acercaba por el camino, que, por supuesto, era un barbero y no un audaz caballero. —Quédese quieto, no dé un paso més ni hacia adelante ri hacia atrés. Entrégueme ya mismo el yelmo de Mambrino y sepa que no dérmelo seria un desatino. El barbero se asusté tanto al ver a don Quijote con su armadura, su lanza, su espada y su chifladura, que se bajé Te Adela Bosch inmediatamente del asno que montaba, dejé caer la palan- gana que llevaba sobre la cabeza y huyé corriendo. Don Quijote se sinti feliz de haber logrado répidamente lo que se proponia, Le pidié a Sancho que le alcanzara el yelmo y se lo colocé sobre la cabeza. Al darse cuenta de que le quedaba muy grande, dijo: Ha de haber sido enorme la cabeza de Mambrino, por- que a mi su yelmo me baila por todas partes. —Setior —dijo Sancho, si usted tomé posesién del yel- mo, éno podria yo hacer lo mismo con el asno que quedé abandonado por su duetio? —De ninguna manera, Sancho, No es fo mismo un yelmo ‘mégico que un asno. No seria propio de caballeros. Siga- ‘mos nuestra marcha, porque nuestras hazaiias las espera el mundo entero. TAL Adela Bach BOE Ey al /ACTIMOADES PARA COMPRENDER LA LECTURA Estas actividades los ayudarén a comprender las historias que leyeron, 41. RASTREEN. En el capitulo 1 nos enteramos de que los protago- nistas de las novelas que lefa don Quijote “eran aventureros que ‘ban de un lado a otro movides por el afin de hacer justicia, con- ‘uistarel amor de una princesa, descabezar a un dragén, derrotar Bigantes, deshacer encantamientos y entrometerse en toda situa- cidn que les pudiese deparar fama, renombre y fortuna’. Busquen én los capitulo siguientes y sefalen en l libro cudles de estas «acciones realiza don Quijote en las aventuras que aqui se narran. 2. JUSTIFIQUEN. Segin e! narrador, don Quijote era “monotemé: tio”, es decir, estaba interesado por un dnico tema. Expliquen la afirmacion del narrador. 3. COMPAREN. Lean el siguiente fragmento, tomado del Amadis de aula, una novela de caballeros andantes, que se publics en Espaia a commienzos del siglo x. Con que aventura de don Quijote se relaciona? hart yarn i Seto ov apne soa tmp et oe cates, ii, De et Ma a esr pox rele? Sed que gue aes eee ‘rob de cal db fens ay gw 3p een “Site el apes secre uhh. eer crn prs. les Sina lol ap aa ig ao oy bt ‘un en cen Ama de Gu 751 Actas 4, COMENTEN. A lo largo del relato, varios personajes dicen que don Quijote esté loco. Discutan con sus compaiieros: + UEn qué consiste la locura de don Quijote? * Por qué se volvié loco? '* Todos reaccionan del mismo modo ante su locura? 5. RELACIONEN. En sus aventuras, don Quijote confunde la reali- dad que lo rodea con los elementos que aparecen en las novelas de caballeros andantes. Unan con flechas,relacionando lo que don ‘Quijote encuentra con lo que él cree encontrar: oxi fons posadero stile ee ‘yelmo de oro. Prinses pag dei scion 66. EXPLIQUEN. Segiin el narrador, Sancho Panza, “aunque era ‘analfabeto y de poca cultura, tenia una gran sensatez". Conversen con sus compaiieros: ¢por qué les parece que Sancho, a pesar de su sensatez, acepta acompafiar a don Quijote? Traten de funda- 'mentar sus respuestas con ejemplos tomados de la historia 7. INTERPRETEN. A lo largo de todo el relato aparecen varios equi- vyoc0s juegos de palabras. Eljan uno de los siguientes y expliquen fen qué consiste el juego: ‘© Como no ve la realidad, ha convertido la realidad en una novela. * Sancho cediéy se dioa la aventura, ‘sun gigante desalmado.Y yo lo vencerfa aunque estuviera desarmado, * Don Quijote cayé y, por un momento, calle. {mejor los munds poss 177 Bl scomnces DE PRODUCCION DE ESCRITURA Estas son algunas propuestas para escribir a partir de las histo- ras que leyeron. 1 INVENTEN UNA HISTORIA. Imaginen lo que podtfa sucederle a un fandtico de un superhéroe de historietas, si confundiera la realidad ‘on a ficcién, Naren una aventura dvertda basada en esa confusin. 2. ESCRIBAN UNA CARTA. moginen que don Quijote decide esc- birle a Dulcinea para contare las proezas que él leva a cabo en su honor. Piensen: Zqué cosas le contaria?, 4eémo se dirigiia a su amads?,Lqué setimientos expresaria? Luego de refesionar sobre estos temas, escriban la carta a Dueinea. 3. ESCRIBAN A PARTIR DE EQUIVOCOS. A veces, las palabras pue- den originar confusiones que se aprovechan para obtener un efec- to humoristico.Inventen dilogos donde se produzcan malenten dios y juegos relacionados con el uso de las palabras. Tengan en cuenta las siguientes posibilidades: ‘© Homénimos, Por ejemplo: banco (asiento) / banco (institucién f- rancier); calle (sustantvo)/ calle (verbo) * Parénimos. Por ejempl: Asia / hacia; tuvo/ tubo; casado / cazado, etoétera, * Separaciones entre las palabras. Por ejemplo: mi prima veré al amigo / mi primaveral amigo. ‘© imas, Por ejemplo: pariente independiente; estofado de venado; ccucaracha borracha, 7B Aesvidades| Bi ewe oc acm con os osonns TecNOLOGIA, INVESTIGUEN. En la époce en que Cervantes escribié el Quijote, los libros impresos eran un “invento” bastante reciente. Lean el siguiente texto y luego busquen informacién complementaria para resolver las consign: Hasta el siglo ms libros fueron manuscrtos. En ese siglo yla primera ited del siguiente, comenzé a utilizar la xlograi (una técnica que consist en alla texto en una plancha de maders, que lego se en- tintaba eames fueraun sel) para imprimir imsgenes de santos, juegos de carta, calendaris y hoja suelas. Pero el metodo resultab incsme- doy solo permitia imprimir pubicaciones de pacas pignas. El problema se resolvié con el descubrimiento de que los textos se podian componer partir de tipossueltosy con la invencién de un instrumentoy un procedimiento para fundios. El nuev sistem fue

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