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Sam Ler, ¢Mr HABLAS A Mi? LA RETORICA DE ARISTOTELES A OBAMA Traduccién ce Belén Urrutia ‘TAURUS PENSAMIENTO. ‘Titulo origina: You Talkin To Met Publicado ariginalimente en inglés por Profile Hooks, Lid © Sam Leith, 2011 © Dela tadvecin: Belén © Deesta edd Sania Ediciones Generales, 8. ., 2012 Avenida de ls Artesanas, 6. 2760 Tres Cantos, Madi Teléfono 91 744 90 60 Telefax 91 7H 92 24 vwwneaitorilianrs.comn/es Diseio original de cubirt: Nathan Burtondesige.com, eke de Richard Blome, nable perio de Gillian Darley Frontispcio: «Rh usado gr aval ISBN: 978-84:30000700 Dep. Legal: M-25001-2012 intel in Spain -Impreso on Espa ‘Queda prdibia, sao excepcin resi era ys nar forma He reproduce, deeb, omiicaciénpiblca y waste macia elses de prope elector Levnfraccin deo derechos weniconados puede ser consti de deli contea 1a propiedad netted (ats. 270 ag del Cigo Pera) Sprisacocones INDICE oes 18 31 IntRODUCCION LA RETORIGA EN EL PASADO Y AHORA Las CINCO PARTES DE LA RETORICA LA PRIMERA PARTE DE LA RET Invencin nt eexuene (BL EAh0S srnnnni 63, Logos... “4 Pathos sin 83 Campeones de la retoriea I: Satan EL primer maesiro de ta elocuencia a La SEGUNDA PARTE DE LA RETORIC: Disposici6n 99 Exordio .. 102 Narracion .. 104 Division . 108 Prueba 110 uz Peroraci6M ssn nnn 198 Campeones de la retérica I: Marco Tulio Cicerén. El perro de presa del For romano . 126 LA TERCERA PARTE DE LA RETORICA; Exocuci6n 137 Decor 0 sree . 137 Humor 144 146 149 Efectos de sonido .. Control del tiempo ... Las figuras... é os 151 mpeones de la ret6rica III: Abraham Lincoln. «Algunas observaciones oportunasrnnmune 155 LA CUARTA PARTE DE LA RETORIGA: MEMORIA ... 167 Caonpeones de ta retérica IV: Churchill y Fer so . 183 LA QUINTA PARTE DE LA RETORICA: ACCION wa. 201 LAS TRES RAMAS DE LA ORATORIA La preinoera RAMA Rev sean BUT Campeones de ta ret6rica V: ‘Martin Luther King Jr. La fe en los SUeRds..0e 228 LA SEGUNDA RAMA DE LA ORATORIA: ReerORICA JUDICIAL Cuumpeowes de te retérica VEe 239 Barack Obama, La audacia del tropo. 250 LA TERCERA RAMA DE LA ORATORIA: TORICA EPIDICTICA . 269 Campeones de ta retérica VIE El escritor de discursos desconocid .. 282 Asf se pentursrra, seine BOY pice: GLOSARIO ¥ CONCEPTOS FUNDAMENTALES .. 299 Noras : 319 inpicr aNatitico .. 329 Paya mané LAS CINCO PARTES DE LA RETORICA PRIMERA PARTE: INVENCION SEGUNDA PARTE: DiSPOSICION TERCERA PARTE: ELOCUCION CUARTA PARTE: QuINTA PARTE: ACCION Desde cicessn la oratoriase sete divi en cinco partes basicas, que a veces se denominan los «cnones de la ret6ri- ca», No se me ocurre ninguna razén de peso para hacerlo de otra forma: la divisién puede sonar un tanto extraiia principio, pero es completamente congruente. Lo que no hay que perderde vista es que la retérica es un arte de contornos poco definidos, cuyas partes se solapan y se mezclan, Distintas autoridades han organizado de formas diferentes su contenido —que no aparece asi en Arist6teles, aunque cabe sostener que la Retérica lo implica o anticipa— yno pienso seguir a ninguna de ellas al pie de la letra. Pero, para empezar, esto es lo que decia Quintiliano: «Todo el arte de la oratoria, como han ensefiado los autores mas grandes, consta de cinco partes: invencién, disposicién, elocucién, memoria y acci6n>! Estas cinco partes corresponden de forma aproximada a la secuencia que podemos seguir para preparar un discurso ©, mas en general, cualquier alocucién persuasiva. Pensa- mos lo que queremos decir, organizamos el orden en que lo vamos a decir, hallamos la forma en que queremos decirlo, Jo memorizamos y después jalld vamos! ‘Veamos estos pasos uno a uno. Mewantasa uk miia: «Yo solo quzria ser como El y tener a unos cuantos &n- geles adorandome... Pero a El no le parecié bien. "Orgullo”, Jo llam6 El. “Pecado de orgullo”» Al comienzo de esta conversacién, si alguien hubiera preguntado a Dudley si el Diablo merecfa su exilio, la res- puesta probablemente habria sido que sf. Después de todo, cera culpable del «pecado de orgullo», Sin embargo, en unos minutos, el Tentador no solo ha conseguido dar una defini- cién de «orgullox que suena mucho masa «equidad> y pre- sentar a Dios coro un insuftible egélatra, sino que también ha puesto a su interlocutor en su lugar. Ha convencido a Dudley no solo cle que simpatice con él, sino de que ocupe su lugar. En apariencia el Diablo se pone en tu lugar, pero la realidad es que te pone a ti en el suyo. Ahora los dos estan contra Dios (en esta escena, ambos ‘yan yestidos como guardias cle tréfico, otra forma subliminal de destacar la aparente identidad de sus intereses) y «pero a no le parecié bien. “Orgullo”, lo am6 El», La repeticién de «él», 0 «fi ne un tono sarcastico y el histeron pr ron de la segunda frase pone de relieve la idea sobre la que gira el argumente: ces el orgullo algo tan malo realmente? A Dios quiza no le parezca bien... pero el Diablo y Dudley ahora sf estan de acuerdo. ¢Quién puede culpar a las gene- raciones de espectadores que han visto la pelicula por coin- cidir con ellos? EI Diablo, el maestro de la elocuencia, tiene algo de ra- zn, gno? 08 LA SEGUNDA PARTE DE LA RETORICA Disposicion Eis un tugar comin decie que toda historia debé tener un comienzo, un desarrollo y un final. Lo mismo vale para cual- quier discurso 0 escrito relativamente extenso cuyo objeto sea la persuasion. Después de haber Hlevado a cabo la inven- cidn y decidido las pruebas que se van a presentar, habr que dar forma al material, una forma que maximice los ar- tes, minimice los débiles y discurra hacia la gumentos fu za inexorable. conclusién como impulsada por una fu «No sin razén —nos dice Quintiliano— consideramos Ja disposicién la segunda de las cinco partes, pues sin ella la primera es imiitil, asf como no basta que estén vaciados to: dos los miembros de una estatua, sino que tengan la debida unién, la cual, a la menor alteraci6n y mudanza que padez- ca, resultaria un monstruo en el cuerpo animal, aunque los tuviera todos cabales»! Las autoricades hist6ricas difieren en cuanto al ntimero de partes que debe tener un discurso. Como dice Richard Lanham en su indispensable A Handlist of Rhetorical Terms: «Descle los griegos, se ha dedicado a las partes del discurso un corpus teérico tan denso y extenso que casi resulta impo- sible resumirlo»?, Quintiliano ni siquiera lo intent6 y se limité a decir que la disposicién, aunque de vital importancia, dependia de las, circunstancias y que el orador debia emplear su «sagacidad, su discernimiento, su inventiva y su juicio para decidir por si mismo», Ese es un buen consejo. Como cabe imaginar, cada tipo de discurso requerira una forma determinada. $i vaa hablar como padrino en la boda de su queria hija, no sera necesa- ria una refutaci6n punto por punto de los argumentos de sn oponente. No otstante, resulta til tener tina idea basica de la estructura préta-porter de un discuso antes de plantearse la confeccién a medida, El esquema mis sencillo es el de Arist6teles, segiin el cual el discurso tenia dos mitades: la narracién, en la que se ex- ponen los puntos en litigio, y fa prueba, en la que se desa- rrollan los argumentos del caso. Con renuencia admitié que, como mucho, se podrian definir cuatro partes si se in- cluian la introduecién y la conclusion, Sin embargo, el manual de ret6rica mis influyente entre la época de Cicersn y la de Shakespeare, Ad Herennium, nos da seis partes, que es el esquema que propongo adoptar Con independeneia de su grado de elaboracién, la mayoria de los esquemas son variaciones de este. Ad Herennium esta- blece las siguientes seis partes del discurso: Exordio (también prooimion o procmio) Es donde el orador demuestra su decision. Establece su bona ficles como orador yatrae la atencién de la audiencia con la esperanza de conservarla. Aqui es donde suele ape- larse de forma mas fuerte y directa al ethos. Narvacién (tambien diégesis, pritesis.o narratio) Corresponde ala nocién de narracién de Atistételes. Es donde se exponen de forma razonable y ecudnime los ar gumentos y los echos del caso en tér nos generales, La seouning are pe a wenten Division (también divisio, propositio y parttio) Aqui es donde el orador explica en qué coincide con sus oponentes y en qué no estan de acuerdo. Prueba (también pists, confirmatio o probatio) Entonces expone los argumentos que apoyan su tesis. Es nia por excelencia del logos. el mom Refutacién (también confutatio o reprehensio) Mis logos. Como el nombre sugiere, es la parte de un dis curso en que el orador hace aficos los argumentos de sus ‘oponentes. Pevoracién (también epilogos 0 conclusio) La apoteosis final. Si el orador tiene orna el momento de lucirlos, ysi tiene lagrimas, este es el mo. mento de derramarlas. En la peroracién resume lo prece- dente, reitera sus argumentos més fuertes y Hega a st conclusién, Suele ser el momento en el que se apela al pathos con més intensided., mentos, este es Asi, mas o menos, es como nos enseiiaban a escribir las re- dacciones en el colegio. La pauta es familiar y admite multi ples variaciones —por ejemplo, se puede afiadir una digre- nos momentos si6n decorativa hacia el final, intercalar alg emotivos en las partes expositivas centrales, subdividir cual quiera de las partes constituyentes— que no alteran stu es tructura esencial - ‘Tu misi6n es presentarte a la audiencia, enmarcar los tér- minos del debate, hallar una forma de que parezca que to- mas en cuenta los argumentos (reales o implicitos) de w oponente, cargar los dados a tu favor y echarlos a rodar con un triunfante giro de muiieca. Empecemos, ate wanes Exonpio, El objeto del exordio es poner a los oyentes en un estado de inimo receptivo ¥ atento. Para ello resulta titil decirles —como el presentador que anuncia: «jSeioras y sefiores, tenemos que escucha- rin asuntos imporantes, nuevos e insdlitos. Y también sirve de ayuda decitles por qué es usted quien los va a exponer, El texto Ad Herenaium afirma: «Hay cuatro métodos para predisponer favorablemente a la audiencia: hablando de uno mismo, de nuestros adversarios, de nuestros oyentes y de los hechos mismos»®, Como ejemplo directo, cuando el director ejecutivo de Apple Steve Jobs pronuncié un discurso en la ceremonia de graduacién en la Universidad de Stanford en 2005, combi- 6 estos métodlos eficazmente: halagar a la audiencia, mos- trarse humilde y amunciar lo que iba a decir, «Gracias —comenz6—. Es un honor estar hoy con voso- tros con motivo de vuestra graduacién en una de las mejo- res universidades del mundo. A decir verdad, yo no me gra- dlué en la universidad y esto es lo mas cerca que he estado en mi vida de uma graduacién. Hoy quiero contaros tres his- torias de mi vida, Fso es todo. No es mucho. Solo tres histo: n gran espectéculo para ustedes!» Este comienzo agradable pero cotidiano y préximo tiene aproximadamente el mismo efecto, cuando se reduce a lo importante, que el exordio, mucho mas recargado y barro- co estilisticamente, del discurso funerario que el conde de Spencer pronuncié a la muerte de su hermana Diana, la princesa de Gales: Hoy estoy ante vosottos como representante de una familia en un pais de luto, ante un mundo horrorizado, Todos tamos unidos no solo en nuestro deseo de rendir tibuto a Dia- in Lastcunoa rant peta nerOntc na, sino mas bien en nuestra necesidad de hacerlo, Porque tal cra su extraordinario carisma que las decenas de millones de personas que estén tomando parte en este funeral en todo el mundo, a través de la television y la radio, y que nunca la eono- cieron, sienten que ellas también perdieron a alguien cercano en las primeras horas del domingo. Yo no podria hoy aspirar a ofrecer Diana un tribute mis excepeional que exe Ahi —y fijese en el hermoso tricolon ascendente al comien- z0—se puede ver cémo el orador modela su relacién con la audiencia, asf como su preceptiva modestia, un tanto falsa, El conde de Spencer aparece como un «representantes no solo de su familia sino de su pais y de todo el mundo, y des pués sugiere que serfa incasaz de iguatar el tributo de los millones de personas que estén siguiendo el funeral, La primera seccién de sui discurso también contiene un ataque, siguiendo asi el decidido consejo de Ad Herennium de utilizar esa seccién «pare hacer impopulares a nuestros adversarios»: No ereo que ella llegara a entender por qué sus intenciones, , era objeto de burla en los medios de genuinamente buen: comunicacidn, por que estas parecian empenados perm: temente en hundirla, Es asombroso. Mi tinica explicacién es que la bondad auténtica supone una amenaza para los que es tin en e] otro extremo del espectro mora Eso es mordacidad. Pero no se qued6 abt y, acto seguido, colocé entre las costillas reales el afilado estilete de su pro- mesa (hecha a ta difunta Diana, en un apéstrofe continua do) de que «nosotros, tu familia de sangre» se asegurarfan de que sus hijos fueran cebidamente educados. «Familia de sangre» traza una linea entre nosotros y ellos: la casa de Windsor. 103 Esta posicin retérica no es privativa del aristécrata in- glés. El hip hop moderno esta leno de invectivas y los rape- ros no paran de decir lo legales que son y que van a meter un tiro @ alguien a quien detestan. Con frecuencia el rap es miis ‘0 menos todo ethos y exordio, una discusi6n constante de lo que el rapero va a hacer, sus credenciales para hacerlo, salt- dar a los colegas con los que va a hacerlo ¢ insultar a los miembros de las bandas enemigas que intenten impediselo. En «Till I collapse» («Hasta que me derrumbe»], Emi nem escupe: «Seguro, colegas blancos, esta es la idea, escue chad: zorras, habéis olvidado que a Slim** no le importa una mierda»***, Esto es un exordio reducido al minimo, Anuncia sus credeaciales (curiosamente, en el hip hop yen gran parte de la miisica rock «me importa una mierda» es apelar al ethos**"* positivamente), censura al piblico por haberlos olvidado y pide que le presten atencidn, El poeta del Beowulfhace lo m es el «escucha» anglosajén. mo cuando exckama: «Hwaet!», que NARRACION Segtin Ad Herennium la narracién debe tener tres caracteris- : brevedad, claridad y verosimilitud. La tercera es la mas * Rapa normals, peo a ees pegar un io a alge + Aer ego del cantante, (N.de tT +6 Observe que, come Steve Jobs, kiminen a verdad (csequro...xt sla ideas), una estrategin que desde el punto de vista intelectual podria parecer innecesania, pero qe, al vista de To ré dlulas que son las aie eas, vara ver deja de str efecto, Pensemos en mos decir «wey ser faneom, shonestamentes ‘+ Compare la popuiidad del dfinto Kurt Cobain, que anunci: cio y quiero morir» —+ realmente lo pensaba— aunque se upon su publica no debia compartir sus sentimientos. na que esti diciendo la Me que 104 La sess ean oe a nErOntca importante. Cuando expone los hechos del caso, el orador no est en peores condiciones de encaminar el debate de acuerdo con sus objetivos que cuando esta planteando abiertamente sus argumentos: de hecho, incluso quiz sea un momento mejor para ello, pues esta hablando desde una supuesta neutralidad, La narraci6n es el quién, qué, eusindo y dénde del caso, Ja solemne lectura del informe policial que precede a la dis- cusién, Asf que supongamos que en el banquillo esté el Oso. Yogui, acusado de robar una cesta de merienda en el Par que Nacional de Jellystone. En la narracién habria que exponer que el seior Yogui era un antiguo residente de Jellystone y que tenfa un largo historial de robos de cestas de merienda. Que el dueiio de Ja cesta en cuestién, el seiior X, entré en cl parque con su cesta a las diez de la manana del dia de autos y que a las eta- tro de la tarde se dirigié a un guarda del parque para de- nunciar que su cesta habia desaparecido mientras se bata- ba. Que el sefior X afirmé haber ofdo las palabras: «Vamos, vamos, Bu-Bu», y un rumor de hojas cuando regresaba del acampado. Sobre estos hechos, bao al lugar donde hal se puede basar la acusacién o preparar la defensa. La narracién proporciona a los oyentes la informacién necesaria. No hace falta que lo haga con una neutralidad bsoluta, Cuando Neville Chamberlain se divigié a la Cama- ra de los Comunes el I de septiembre de 1939, su exposi- pero estaba cién de los hechos fue breve, clara y verosi imbuida de juicios morales y emocionales ia haber hecho mas Nadie puede decir que el gobierno podr para mantener abierta la posibilidad de un acuerdo honroso y justo en la disputa entre Alemania y Polonia. Tampoco hemos dejado de intentar ningtin medio para manifestar al gobierno, lad que si insistfa en usar la fuerza alemn con meridliana elai 105 de nuevo, tal y como la habia utilizado en el pasado, estébamos decidicos a oponernos por la fuerza. Ahora que todos los documentos pertinentes se van a hacer piiblicos esperamos el juicio de la historia, sabienclo que la respon- sabilidad por esta terrible catéstrofe recae sobre los hombros de vin, que no ha dudado en hundir al mundo en la miseria para satisfacer sus insen sat ‘Todavia ayer por la noche el embajador polaco se reunié con man, Herr Von Ribbentrop. De nuevo le maniresté lo que el gobierno polaco ya habfa dicho puiblicamente, que estaba clispuesto a negociar con Alemania sobre sus diferencias en igualdad de condiciones. Cuil fue la respuesta del gobierno alemin? La respuesta fue que, sin mas predmbulos, las tropas alemanas cruzaron la losinformes, un hombre, el canciller al mbiciones [...] el ministro de Asuntos Exteriores; tera polnca esia mariana al amanecer y, seg bombardeando ciudades indefensas. Asi preparaba el camino a lo que vendria después: la expre- si6n un tanto timida de determinacién nacional que, unos mis tarde, condujo a la declaracién formal de guerra, La sobria escenificacién de Barack Obama durante su campatia presiclencial era de libro. A continuaci6n repro- duzco parte de la rarracién que utilizé en un discurso en octubre de 2008 en el que esbox6 su «plan de rescate» para a clase media estadounidense: Nos hallamos en un momento de gran inces tados Unidos. La ris desde la Gran Depresién, En todo el mundo los mereados son cada vez mas inestables y millones de estadounidenses consul- tardn el estado de sus planes de pensiones y veran que gran arte de sus ahorres, ganados con tanto esfuerzo, ha cesapare- ido, La crisis del crédito ha dejado a las empresas, grandes y nen la que no pueden obtener cré- umbre para Es- econémica que afrontames es la peor 106 ditos, lo que significa que no pueden adqui ni contratar nevos trabajadores, o ni siquiera pagar las né nas de sus actuales trabajaclores. Aqui, en Ohio, hay fébricas de automéviles que Hevaban funcionando desde hacia décadas y «que estan cerrando y despidiendo a obreros que no han tenido ir mucyos equipos, otro trabajo en su vida, Aunque las soluciones que propuso a continuacién difieren sustancialmente, su descripcién de la situacién del pais no es tan distinta de la que sus cponentes republicanos habrfan hecho. Sin embargo, mientras que una narracién republica- na —que entonces era el partido en el poder— se habria centrado en la unidad, el liderazgo y la determinacién en. los tiempos duros, Obama ponfa el acento en la crisis, la inestabilidad y la incertidumbre. La narracién es una de las principales partes de un dis- curso que se pueden manipular, y enmarear los términos del debate ya es tener la batalla medio ganada. No hay que hablar de recortar el estado det bienestar yd der be- neficios fiscales a los ricos, sino de crear una Gran Sociedad en la que las personas recuperen el control sobre su desti no. No hay que hablar de derogar los controles de seguri- dad, sino de reducir las regulaciones. ¥ asf sucesivamente. La cuesti6n de la definicién no se limita a emplear un lenguaje emotivo o eufemistico. También afecta al logos: como se define el argumente en su conjunto. Nos gusta sim- plificar las cosas y reducirlas a una elecci6n entre A y B, de manera que incluso si un problema dado es mas complejo somos vulnerables a que se nos presente de esa forma. En los meses que siguicron al 11 de septiembre, se plantea- ron una serie de cuestiones sobre si se debian tomar represa- lias, c6mo tomarlas y contra quién, Pero con los sentimientos, a flor de piel entre la poblacion, la figura dominante, al me- nos en Estados Unidos, era: «Estas con nosotros 0 estas con Monnens. oi? los terroristas», Con inelependencia de cul sea su postura so- bre la rectiuud de ka invasidn de Irak, probablemente esté de acuerdo en que, en téminos retéricos, si se impuso fue grax cias & esa oposicién binaria, y no a algtin argumento que co- nectara explicitamente el régimen laico de Sadam Husein con los fundamentalistas walabistas de Al Qaeda, Antes he dicho que definir los términos es tener la medio ganada. A eso hay que ailadir que, si ests verda- deramente desesperado, puede ser el momento de seguir Tuchando mucho después de haberla perdido. Durante el esciindalo Lewinsky, Bill Clinton, enya de del térmi- no «relaciones sexuales» ya se sabia que era excéntrica, se interné en aguas epistemolégicas profindas en su testimoni ante el Gran Jurado. Defendiendo su declaracin de que «Entre nosotros ne hay nada» —hecha en un dia en que no habja visto a Monica Lewinsky—, Clinton dijo que eso no er necesariamente wna mentira: «“Depende de cul sea el signifi- cado de la palabra *hay”, Si el... si GL... si “hay” significa hay y nunca ha habido, no es... es una cosa, Si significa que no hay nada, la declaracién era completamente cierta», Como ilustra es:e ejemplo penoso, el momento de defi- nir tus propios términos es al comienzo, no como parte de una acei6n de retaguardia, La narracién no es ka parte mis apasionante de un discurso, pero puede influir sutilmente en su resultado. la bata. Division La divisi6n y la narraci6n son las dos mitades de un caballo de pantomima. La primera sigue a la segunda, 0 deberia hacerlo sise quiere evitar que colapse en el escenario, En la divisin se comicnza resumiendo los principales puntos de acuerdo y después se exponen los puntos en conflicto. Tos La seousa ramre De a mente Asf que si regresamos por un momento a Jellystone, po- driamos decir que aunque el sefior Oso tiene tan historial de robos de cestas, y no niega que estuviera en el parque en ese nomento, la cuestidn es si sustrajo la cesta concreta de la reclamacién, ‘Todavia tenemos que averiguar de quién era Ia voz que se oy6 dicienda: «Vamos, vamos, Bu-Bu». Fs posible que al seftor Oso se le hubiera preparado una trampa y wataremos de encontrar pruebas que lo demuestren. Podemos plan- tear la posibilidad de que el sefior X hubiera perdido su cesta de la merienda y prefiriera denunciar un robo con la esperanza de hacer una rec amacién a su companiia de segue ros, etcétera, Ad Herennium nos ofrece dos iitiles ejemplos de dlivisién: «Orestes mat6 a su madre; 2n eso estoy de acuerdo con mis oponentes, Pero gtenia derecho a cometer esa accién y esta- ba justificado su acto? Eso es lo que esta en disputa». O: «Admiten que Clitemnestra maté a Agamenén; sin embar~ go, afirman que yo no deberia haber vengadlo a mi padre», Con gran perspicacia a'ade que, al exponer los puntos en discusién, es mejor no incluir demasiados: «Utilizare- mos la enumeracién cuando indiquemos con ntimeros eurdn- tos puntos vamos tratar. El mimero no debe ser superior a tres, porque, aparte del peligro de que en algtin momento incluyamos en el discurso mas 0 menos puntos de los que nerado*, podemos despertar en el oyente la sos- hemos enu * Cicerdn se burlé de wn orador menor Hamada Curio por tener una _memoria tan deficiente que «a veess, cuando habia amunciado tres puntos, aiiaa un cuartoo se le olvidaba el ercero». E piblico contemporinco solo tiene queacordarse del sketch de Monty Python sobre la Inquisicin espatio: la («jNuestra gran arma es la sorpresa! La sorpresa y el miedo... el miedo y Ia sorpresa... Nuestias dos armas son el miedo y la sorpresa. la eficacia lespiadada.... Nuestras tres armas son el miedo, la sonpresa ya efieacia des jaclacla...») ara comprabar eéme algo as pucele resultar embastaso, Mle naonas al? pecha de premeditacin y artificio, y ello priva al discurso de conviccién», Mas recientemente, los intentos de la coalicién guberna- mental para atajar la recesién en el Reino Unido han ofre do muchos ejemplos de c6mo opera la division. Tanto el go- bierno como la oposicidn coinciden en que el pais esta en recesi6n y en que hay que detenerla, Pero en lo que difieren (al menos ret6ricamente) es si para salir de la recesién lo me- jor son los recortes o el gasto pitblico. gEl control estricto del déficit 0 cl estimulo gubernamental de tipo keynesiano? El discurso Checkers» de Richard Nixon, mencionado teriormente en la seccién sobre el pathos, contiene un buen. ¢jemplo de divisi6n, Como recordar, Nixon se habia visto obligado a dar explicaciones cuando la prensa aires que se habia creado un fondo priblico para costear sus gastos electo- rales, En modo de narraci6n, Nixon admite la existencia de dicho fondo; «Yo, senador Nixon, acepté 18.000 ddlares de un grupo de partidarios mfos». Después definid, de el antiguo manual de ret6rica, los tres puntos de desacuerdo: cuerdo con Yo digo que seria moralmente incorrecto si alguno de esos 18,000 cdlares fuera para el senador Nixon, para mi uso personal Yo digo que seria wroralmente incorrecto si su entrega y st Uso se realizaran en secteto. Y digo que seria moralmente incorrecto. sialguno de los donantes recibiera a cambio favores especiales. El objetivo del discurso que pronuncia a continuacién es rebatir esas proposiciones una por una. PRUEBA En esta secci6n y en lasiguiente es donde se despliega cl logos. Ya hemos expuesto los hechos y los puntos en litigio y aho- io La seouna mare pets meric ra nos disponemos a defender nuestro planteamiento en Como vimos antes, utilicamos argumentos de probabilicad ¢ inferencia, En La aventura de la cesta de me- rienda desaparecida, podrfamos sostener que est en la natu- raleza de los os0s en general, y de Yogui en particular, robar ccestas de meriendla y hacer sus necesicades en el bosque. Asimismo, se podria buscar pruebas. Se podria pedir a os cémplices conocidos de Yogui, como Bu-Bu, que presen- taran su coartada, También se podria examinar la filmacién, de las cémaras de circuito cerrado de Jellystone, interrogar a los guardias del parque, etcétera. Son lo que —en relacién con la ret6rica forense en parti cular, aunque también hay elementos andlogos en la delibe- rativa— Aristételes denominaba «argumentos que no perte- plina». Con ello quiere decir que esos t6rica. Los alogia, necen a la dis argumentos no forman parte de la techné de la argumentos que si pertenecen son los ideados por el ora- lor. Los que no pertenecena la disciplina ya estan ahi, listos para ser utilizados sin neces dad de elaborarlos. Aristételes nombra cinco: leyes, testigos, contratos, decla- raciones bajo tortura y juramentos. Obviamente, no todos son igualmente aplicables ea todas partes en el mundo mo- derno. Se supone que en el civilizado Occidente no tortura- mos, aunque si podemos aiirmar esto seriamente o no es otra cuestién. Parece obvio que las «leyes» han de tenerse en cuenta, pero no siempre resulta claro, Tanto en la ret6rica judicial como en. la forense puede ser necesario probar no solo si X hizo Yo si X debe hacer Y, sino si eso entra dentro de la ley o no. wasién de lrak de 2003, por ee batié mucho si era necesaria una «segunda» resolucién de la ONU para antorizar el ataque a Irak o si la resolucion 1441 —que amenazaba con el uso de la fuerza sino se cumplian de- Antes de la plo, s mm Means 2 las condiciones de la ONU— era suficiente autoridad por sfsola, Arist6teles aconseja —y es un consejo que seguramen- te aprobarian los partidarios de la guerra de Irak— que «en caso de que ley escrita sea contraria a nuestro caso, hay que recurrir a la general 0 a lo razonable como mejores ele- mentos de juicio, pres eso es lo que significa “con el mejor criterio’s®, iste es el argumento, afirma, que Antigona esgrime des- pués de haber entetrado a su hermano Polinices: puede contravenir la ley arbitraria y temporal del tirano Creonte, pero no la ley no escrita de la justicia, Con los contratos acurre como con las leyes: «Un contrato €5 una norma privada y especifica, y constituyan una ley obligatoria, sino que son las leyes las que hacen obligatorios los contratos», por lo que siempre hay margen para maniobrar, Los argumentos pueden hacer que los contratos resulten, «si nos favorecen, fideclignos y vali- dos, y lo contrario, sifavorecen a la otra parte». Como antes, se puede apelar a la ley escrita o universal en apoyo de un contrato o en su contra. Lo que Aristételes dice sobre los juramentos tiene poca pertinencia en los tibunales modernos, donde todo el mundo tiene que hablar bajo juramento. En las cortes del Atica existia la opcién de desatiar al adversario a que jurase por lo que considerese més sagrado que lo que decia era cierto, lo que en realidad era una apuesta sobre lo temeroso de Dios que era tu oponente. No obstante, el juramento todavia mantiene un pode ret6rico formidable, Desde la satisfaccién garantizada del marketing publi hasta el politico que hace ostentosa- mente «promesas solemnes» (como dando a entender que las dems cosas que dice pueden considerarse frivolas e in- sinceras), el juramento sigue muy presente en la cultura. 10 es que los contratos ca Lastounba parte ne La nerénies Hace unos aiios, un excéntrico noble que conozco com- pré una mansién en secreto sin decirselo a su esposa. Al pa cer, ella se enter cuando encontré un recibo en el que po- nia epor una mansiény en ‘a papelera —sospecho que la historia ha suftido algunos cambios con las sucesivas repel ciones— y le pregunt —:Has comprado tii una mansién, H —No, cariiio. No he comprado ninguna mansién, —2De verdad? —De verdad, en serio, Me lo juras? —Te lo juro. No he comprado ninguna mansién. Juramelo por la vida de B... —dijo la esposa, no refi- rigndose a uno de sus hijos sino al pit bull terrier (que, la mentablemente, ya ha fallecito), que era lo que mas queria. Hl dudé. Trago saliva, Tartamuded. No pudo hacerlo, , he comprado tna mansién, Lo siento. Al tratar de los «testigos», Arist6teles incluye lo que pro- bablemente considerariamos una categoria distinta, El té mino general comprende tanto los «testigos modernos» que prestan declaraci6n 1n tribunal 0 los notables que dan su opinién en casos parecidos— como los que deno- mina «testigos antiguos», es decir, autoridades del pasado, categoria que incluso abares los proverbios. Esto implica que un lugar comtin también podrfa presentarse como testigo® Esto conduce a una cuestién vital. Apelar a la antoridad —lo mismo si se cita un lugar comin que las palabras de una fuente célebre— siempre refuerza un argumento, En la > te ® Por cierto, ananneses el términc culto para recordar conversaciones 0 acontecimientos pasaclos, sea deambulando piblicamente por Ia senda de Ta memoria como Ronnie Corbett en su silln y el jez Shallow de Enrique IY, pregunta: «,No fue Robert Lowell quien Parte 2, 0.como cuando w dijo: “La memoria es el genio’ 7 Memamas ani? ret6rica resulta primordial concctar con la audiencia, lo que fica encontrarsupuestos comunes. Esos supuestos comu- nes suclen ser bastante conservadores: no reinventamos el mundo desde el principio cada vez que lanzamos una teria, Como especie seguimos a lideres vivos y —lo que ¢s ex- traito, aunque parece universal— de una forma o de otra honramos @ nuestros muertos. Ta idea de autoridad esta grabada en nuestra vida intelectual y moral aparentemente de forma indeleble, tanto si se trata de aplicar las ideas de Karl Marx al capitalismo moderno como las enseitanzas del Cordin a nuestra vida cotidiana, Asi que, por cuestionable que pueda parecer intelectual mente, esos grandes oximoros de «sentido comin» y «sabi duria heredada» son profundamente importantes en la per- suasién, Las citas eonocidas incorporan los dos elementos: tienen el imprimatar de su origen antiguo, asi como de las, muchas personas que, al transmitirlas, en cierta forma las han suscrito. Por lo tanto, en términos estrictamente légicos, aunque no deberia supone una diferencia si digo: «Hay tres tipos de razonamientos persuasivos: ethos, pathos y logos», 0 «De acuerdo con Aristételes, hay tres tipos de razonamientos persuasivos: ethos, pathos y logos», lo cierto es que la segun- da forma se toma mis en serio, Después de todo, habra ofdo hablar de Aristételes, pero gquién soy yo? La mayoria de los grandes avances en el conocimiento humano se han producido como desarrollos de los conoci- mientos del pasado 0 en discusién con ellos. Los llamaclos «renacimientos» de los sighos Xtty xv se basaban en el redes- cubrimiento de la antigtiedad clasica y, hasta hoy, el mero hecho de poner una frase entre comillas la hace mas verosi- mil. Apoyarse en la sabiduria popular y en la autoridad tam bién tiene desventajas. Galileo demostré que la Tier a gira 14 La seounia ower ox La wer6nte ba alrededor del Sol, pero la autoridad de la sabidurfa here- dada era demasiado fuerte para ceder, Las pruebas de que Jas enfermedades las provocan los gérmenes habfan existido durante cientos de aiios antes de que la ortodoxia médica fuera capaz de considerarlas con objetividad y las aceptara, Por tomar un ejemplo mas modern, unos investigadores demostraron a comienzos de la década de 1980 que las ilee ras gastricas estaban causaclas por una bacteria y no, como, se habia supuesto antes, por el estrés; sin embargo, sus ha- lazgos todavia no han sido completamente aceptactos, Durante largo tiempo la propia originalidad result6 sos- pechosa, Toms Moro afirmé que habia basado su Utopia en cl informe de un viajero bien informado y la obra de Chaucer esté llena de referencias a «mi autorictad> o «ani autor». Ha- bia que respetar el contenido de los slibros antiguos», y aun- que Chaucer estuviera inventindoselo, fingia —quizé medio en broma— que su obra se basaba en un texto anterior. Cuando Barack Obama quiere convencer asu electorado o dice que se propo- idad ce un cambio radical, de la neces ne destruir todo lo que se ha hecho antes y empezar descle ccro: por el contrario, hace un doble intento de arraigar su proyecto en los valores tradizionales del pueblo estadouni- dense, Reviste sus ideas con el lenguaje de la Biblia y las coro- na con la chistera cde Abraham Lincoln, Y cuando el propio Lincoln hablé en Gettysburg, comenz6 con las palabra «Hace ocho décadas y siete ai'os nuestros padres erearon...» Cuando un politico de la derecha britanica habla actual mente, se arrodilla ante Margaret Thatcher; si es de izquier- das, ante Aneurin Bevan y Keir Hardie, Si retrocedemos un poco mis, el discurso de los «rfos de sangrer de Enoch Powell se bas6 en una alusi6n clisica: «Como el romano, me parece ver el rio Tiber espumeando abundante sangre» Uno de los lemas de la Revuelta de los Campesinos de la década de 1380 se basaba en la autoridad biblica: «Cuando is Ae naneas ase Adin cavaba y Bya hilaba, gd6nde estaba el caballero?». no iba a ningtin sitio sin su Virgilio. Esto es tan cierto de la publicidad como de la politica 0 de la literatura, Una compaiiia se precia de haber sido «pro- veedores de joyeria fina a la aristocracia desde 1861». Cuan- do en una libreria coges un libro que no conoces, probable- mente miras las citas impresas en In sobrecubierta: fra elogiosas sobre el libro firmadas por autores que conoces y en los que confias, No se debe subestimar al testigo ausente: proverbios y lugares comunes, costumbres y autoridades. Cuando llega a la cuestin mas especifica de los testigos actuales, Arist6teles es tan pragmitico como siempre. Si no tienes, afirma, puedes argumentar que los testigos enlodan. las aguas dlel caso y que es necesario juzgar a partir de lo ve- rosimil: «Ya que lo verosimil no puede enganar a cambio de un soborno, ni puede ser convicto de falso testimonio»®, Si, por el contrar‘, tienes testigos de tu parte, y tu adver- sario no, puedes emplear el argumento opuesto: que «lo ve- rosimil no es algo cue pueda someterse a juicio y que no harfan falta Jos testigos si fuera suficiente la consideraci6n de los argumentos presentados». En cuanto @ nuestra vieja conocida la tortura prictica habitual con los esclavos que prestaban declaracién en los tribunales atenienses*. Como curiosidad histériea, merece la pena mencionar lo que dice Avist6teles. Le resul- ta chocante que, pava sus contemporsneos, las declaracio- nes de los esclavos torturados «aportan credibilidad, porque hay en ellas una cierta necesidad aiiadida». No obstante, cuando considera ¢émo se puede minimizar el impacto de una declaracién cortraria obtenica bajo tortura, presenta un argumento asombrosamente moderno: era una nto de Aunque ui esclavo nica se le podiatorturarsin el cons n brbaros? su duefio, Qué estaba pensanda de aquella gente? ', PERORACION La peroracién es donde el orador puede pasirselo realmen- te bien. Aqui tiene la oportunidad de acabar con una salva de honor, de Hevar a los oyentes a las lagrimas 0 a la furia, de exhibir las figuras més impresionantes y utilizar las palabras mds rimbombantes. Puede ser como ver a Bruce Springs teen ya la E-Street Band cerrar un concierto con «Born to nal cvatro veces. Rum» y repetir el coro a peroraci6n suclen proliferar figu repeticién —con frecuencia retomando palabras o temas de otros momentos del discurso— y muchos oradores tienden a darle intensidad con un estilo solemne. Me anes 4 a? Pero también puede ser el lugar para un diminuendoen el que Hlevas la nave de tu discurso a las aguas tranquilas del puerto, A veces es mejor dejar a los oyentes pensativos que excitados, Lo importante es que la peroracién determina la impresi6n —intelectualmente, desde luego, pero sobre todo en cuanto ¢ la emocién o el tono— que el discurso deja en los oyentes, Un error en esta fase tiene mal arreglo. David Steel, con un orgullo notorio, ceré su discurso en la conferencia del Partido Liberal de 1981 con las siguientes palabras: «Volved a wuestras circunseripciones y preparaos para gobernar» Dos décadas después, cuando resulté elegido parlamentario por Henley, Boris Johnson todavia pudo provocar una car- cajada al adaptar las palabras de Steel para coneluir su dis- curso de la victoria a las cuatro de la madrugada: «Volved a vuestras casas y preparaos para desayunar». in cuanto a Sturm wid Drang, la peroracién de Frederick Douglass en su discurso dlel 4 de julio de 1852 es de las mejo- res. Douglass (1813-1895) habia nacido esclavo en Maryland, pero huyé al Norte y se convirtié en el activista mas célebre en pro de la aby Se establecié en Rochester, Nueva York, y en 1852 se le invité a hablar en la fiesta del Dfa de la Independencia orga nizada por bienintencionados altos cargos locales. La ironia de esto no le pas6 inadvertida a Douglass. Comenz6 su dis- curso con wma afilada erotema: una especie de antiethos en el que se peguntaba cudil cra su cualificacién para hablar: Qué tengo yo, o aquellos a quienes represento, que ver con ‘yuestra independencia nacional? Se nos aph grandes principios de libertad politica y justicia natural que es- tin plasmados en Ia Declaracién de Independencia? rast Y continué abundando en esa idea para conclui Te En una época como esta, lo que hace falta es ironia lacerante, ‘no argumentos convincentes. ;Ay! Si yo fuera capaz de llegar al ido de la nacién, hoy darfa rienda suelta a una ardiente suce~ sin de mordaces escarnios, duros reproches, devastadores sar- ‘casmos y severas inerepaciones. Pues no es luz lo que hace falta, sino fuego; no una suave Iavia, sino wuenos. Necesitamos la el torbellino y el terremoto, sensibiliad de la nacién, despertar la conciencia de la nacién, espantar el decoro de Ia naci6n, delatar la hipoeresia de la na 1 y denunciar sus erfmenes contra Dios y el hombre. Qué es el cuatro de julio para el esclavo americano? Yo res- pondo: un dia que le revela mas qu afio la injusticia y la erueldad flagrantes de las que es vietima, constantemente, Para él, yuestra celebracién es una farsa; lI bertad de Ia que os vanaglorifis una licencia impfa; yuestra gran- deza nacional, vanidad hinchada; vuestras expresiones de regocijo, vacfas y sin alma; westros gritos de libertad e igualdad, burla huera; vuestras plegarias ¢ himnos, vuestros sermones yac- jas, con toda vwestra pompa y solemnidlad religiosa, fg que mera grandilocuencia, supercheria, en- ‘lo para cubrir erimenes todos los demas dias del ciones de gr n fino que avergonzarfan a una nacién de salvajes. No hay una nacién, quesea en la tie grientas que el pueblo de Esados Unidos en estos momentos. Idy buscad donde querais, recorred todas las monarquias y judamérica, investigad cada abuso y cuando hayais encontrado el titimo, comparad ny €o- Ipable le pricticas mas repugnantes y san- despotismos del Viejo Mundo, viajad por uestros datos con las priteticas cotidianas dle esta na conmigo en que, en cuanto a ignominiosa barbarie y al incidi descarada hipocresfa, América no tiene Eso es lo que yo llamo ma peroracién, aunque me pregunto adénde mirarian sus anfitriones mientras Douglass hablaba. CAMPEONES DE LA RETORICA IL Marco Tulio Ciceron El perre de presa del Foro romano Aves que seguimos esperando que la moda de Justin Bie- ber desaparezca de la tierta se nos puede disculpar que exa- minemos con aprensién un caso anterior de culto a la per- sonalidad, El orador romano Marco Tulio Cicerén mur en el 43 a. C, Casi dieciséis siglos después atin habia tanta gente que lo idolatraba —Ios italianos, cristianos, incluso habjan dado en Hamarle Dios «fiipiter» y Cristo «Apolo» que el gran humanista Erasmo considerd necesario escribir una obra en la que se burlaba de ellos. En Bt cicevoniano!, de 1528, hay un personaje que ha eliminado de su biblioteca todos los libros que no son de Cicerén, ha inchuido a este en su calendario de los Apéstoles, colocado retratos suyos en Ia capilla, la biblioteca y en cada puerta de su casa y leva una miniatura de Cicerén tallada en una piedra pre La sitira de Erasmo es una prueba de la influencia durade- rade Cicerén. ¥, coma pensaba Erasmo, tratara Cicerén como tun modelo abstracto y osificado de elocucién adecuado para todas las épocas signiticaba falsearlo: si él hubiera vivido en el siglo xvid. C., habria sablado en el idioma de ese siglo. 136 Conrnones 8 Us nent It Gicerén era tanto un tedrico como un praeticante de la ret6rica: jurista, politico y maestro. Es a Gicerén a quien de-~ bemos los clisicos cinco cénones de la ret6rica —que cons- tituyen la espina dorsal de este libro—y la nocién de que la retorica busca conmover, educar y deleitar (mover, docere y delectare). Sus obras clave en el Ambito de la ret6rica son De Inventione, wn manual que escribi6 en sn jnvenmd, y De Ora. tore, un extenso didlogo «sobre el orador ideal», en el que ofrece una visién muy humanista de por qué la oratoria debe ser algo mas que una serie de herramientas para la persuasion, Como antecesor dle El Principe, de Maquiavelo, De Oratore ¢s un tatado sobre el arte «le gobernar que arroja luz sobre la idea del Estado. Para Cicerén, la oratoria era tanto la na expresion de un conjunto de virtudes civieas como 5 la compa- maxi el fundamento de su existencia: «La elocuenc fiera de la paz, la aliada de le tranquilidad y la hija, por asi decirlo, de un Estado bien orlenado»®, Cicerdn era un modelo para el retérico practic. Cuan- do hablaba de la retérica judicial, no estaba haciendo un gjercicio abstracto de estilo, sino que se referfa a los punta- les de la civilizacién, tal y como é1 la entendia: «La conve- niencia de mantener las leyes y el peligro que amenaza a todos los asuuntos pablicos y privados»’, A pesar de los esfuerzos de Erasmo, el modelo de Cice- én se mantuvo de forma més 0 menos continuada hasta el siglo XIX. Sus obras fueron textos fundamentales desde el final de la Edad Media, pasancto por el Renacimiento, hasta Ja Revoluci6n Francesa y la redacci6n de la Constitucién es- tadounicense. Fue influyente incluso a través de obras que no escribié: de la misma forma que se atribuyen a Oscar Wilde citas anénimas, también se creyé que era de su mano uno de los manuales de retérica mis influyentes, Ad Heren- nium, Me amas. nt? Aunque Cicersn es ahora el icono de la romanitas, el hombre histérico —nacido en el 106, C.— fire un caso chist- co de individuo de la periferia que lega muy alto. Su familia era acomodada y quiz tenia un batan (tun negocio en el que trataban la lana, empapandola en orina, para tejerla), pero procedian de la provinciana Arpino, por lo que no estaban completamente integrados en el selecto club romano. Cicerén habfa estudiado griego ademas de latin: marca de persona cultivada, que le abrié las puertas de Ia alta so- ciedad romana. 8. ambicioso padre lo envi6 en ka adoles- cencia a Roma, donde estudié con dos eminentes rétores romanos y uno griego, Arquias, lo que explica su-apodo, «el muchachito griego». Fs significative que el hombre que es- tablecié los canones de la retérica romana hubiera asimila- do antes la tradicién atica. Como muchos de los grandes oradores, Gicerén no tenia una presencia fisica imponente. De joven era enclenque y empollén, y confes6 que escribfa poesfa mientras los demas ichachos se dedicaban a slas fiestas y a los juegos de azar y de pelota», Antes de hablar se ponia terriblemente nervio- so, pero la forma en que describe esos nervios nos perm vislumbrar lo m de la oratoria: juciosa que era su tort Personalmente, sempre estoy muy nervioso cuando empiezo hablar: Cada vez que pronuncio un diseurso me siento como si me estuviera sometiendo a un juicio, no solo sobre mi capaci dad, sino también respecto a mi caraetery mi honor. Temo da Ja impresi6n de que prometo mas de lo que puedo cumplit, lo que indicaria una completa irsesponsabilidad, o de que podria hacerlo mejor, lo que indlicaria mala fe e indiferencia'. Ai yase ve lo consciente que era de hasta qué punto estaba el orador expuesto ante sus oyentes y lo perjudicial que con- sidera la aparienciz de mala fe. ims CCastrnaes ta mente I El joven Cicerén superé su timidez tomando lecciones de teatro y aprendiendo del estilo de Clodio Esopo, el pri- mer actor del método al estilo de Russell Crowe (sc deeia de él que, en una ocasi6n, se meti6 tanto en su papel de Age- mendn que maté am trameyista) Después de tm breve interludio como casero en los su- burbios («dos de mis tiendas se han derrumbado y las otras tienen grietas; hasta los ratones se han marchado», se queja- ba), Cicerén se dedicé en se-io a hacerse un nombre en los tribunales, Por cierto, «cicer significa «garbanzo» en latin, por lo que su bidgrafo sugiere que tenfa algdin antepasado con una verruga prominent 0 una nariz de forma intere- sante, Al comienzo de su carrera de orador, le aconsejaron que se cambiara de nombre, pero él se negé y afirmé que iba a hacerlo tan famoso corio el de Scauro y el de Catulo, gigantes politicos que le precedieron. Sus nombres signifi- can «de pies torcidos» y «caciorro» respectivamente, Su oportunidad llegé en el aio 80 a. C., cuando se hizo cargo de una patata caliente que habia sido rechazada por nombres mas importantes. Tenfa que defender a Sexto Ros- cio, acusado de matar a su padre, EI castigo indicaba hasta qué punto aborrecian los romanos el parricidio —y, por tanto, el estigma que suponia mezclarse en un caso asi—: «Seguin la costumbre de nuestros antepasados, el parricida debia recibir una paliza con varas ardiendo al rojo vivo, y después se le metia en un seco con un perro, un gallo, una vibora y un mono, se cosfa el saco y se arrojaba al mar oa un rio», Cicerén planted una defensa audaz rayana en lo teme- rari. No solo exoneré a Rescio, sino que atacé a los dos denunciantes y a uno de los favoritos del entonces dietador Sila, Pero triunfé —y también logré conservar su cuello in- tacto—, lo que supuso el comienzo de su carrera priblica No obstante, un aio después se marché al Mediterraneo oriental en un viaje que se puede considerar a medio cami- 199 Mic nantas al? no entre un aiio sibatico y un campamento de oratoria, lo que de nuevo demuestra que, para él, la oratoria era un ofi- cio tanto fisico como intelectual y que exigia un prolongado y variado aprendizaje: \do toda la po- si tencia de 1 ipre hablabasin pausa ni variacién, emplea ivory toda mi energfa [...] pensé que si stilizabs you con mas moceracién y control, y hablaba con mas diligen- cia, podria evitar el peligro y adquirir més variedad en mi elo- ccuci6n (..,) la raz6n de mi viaje a Asia fue mejorar mi forma de hablar, Alli fue disefpulo ce Apolonio Molén —ano solo un aboga- do en casos reales* y un escritor admirable, sino que tam- bién era excelente como juez y critico de las faltas, y un maestro y consejero muy prudente»— y cuando regresé a casa después de clos atios informé de que tenia «no solo mas experiencia, sino que casi [era] otro hombre; la tensién ex- cesiva de mi vor, habia desaparecido, mi elocucién se habia sosegado, por ast decirlo, mis pulmones eran mas potentes y no estaba tan flaco», Aqué tenemos a Cicerén, el hombre practico, t mindose a si mismo en el oracor que se ha propuesto ser. La experiencia también dejé huella en él. Por ejemplo, cuando regresé de su primer cargo politico —cuestor en cilia—, imaginaba que su fama se habria extendido por todas partes, pero ss amigos apenas habfan notado su mar cha, «He estado en mi provincia». «Ah, si... Africa». «No! iSicilial», Al final, avandoné y, enojado, fingié que se habia ido como turista. Después siempre valoré la importancia que tenia en la politica estar sobre el terreno: «Cuido de ser nsfor- ‘ Aqui se ve cémo valoraba Cicerén la experiencia en el mundo real: esto es ret6riea como teciné, como habilidad prictia, 130 CCasrroses tr 1a neonica I to en persona todos los «fas». Y—un truco que sigue fun- jonando para los politicos hasta hoy— se esforz6 por recor dar los nombres de la gente. Esto no significa que Cicerén fuera blando y sensiblero, Como demostré en su ataque al dictador en su primer caso mportante, la invectiva era su especialidad, Su talento para la invectiva era tan importante entonces como lo es para los ora dores en la actualidad. Etimolégicamente, «invectivay es una carga de caballeria y, cuando Gicerén se lanzaba al galope, no le esperaba nada bueno al que se pusicra por delante. En un discurso®, por ejemplo, acuséa su enemigo sucesivamente de ser un smonstruo», «pira fineraria de la reptiblica», «carnice- ro», «bribnm, «monstruo repugnante ¢ inhumanor y «cerdo castrado», Ademis, censuré su aspecto fisico, criticando su frente, cejas, mejillas (peludas) y dientes (manchados).. La clave de la invectiva 0 ataque ad hominem es que es como dar la vuelta al ethos: su finalidad es aislar al oponen- te de la comunidad. Gicerén comprendfa esto muy bien, pues se le habia tachado de arribista y se le habia atacado por su fracaso matrimonial y por ser un «ciudadano de Roma inmigrante» (el ataque de Winston Churchill a Gan- Ahi como «tin sedicioso abogaclo de! Middle Temple que se hace pasar por faquir» pertenece al mismo repertorio) Desde este punto de vista, es interesante seiialar que la invectiva del extraito suele ser mas severa y solemne, mien- tras que el que la realiza desde dentro, al sentirse mas cmo- do con los cédigos sociales de sus oyentes, puede arriesgarse a bromear un poco, Rsto apunta a algo mas general: una cascada de insultos saca a su clestinatario de la comunidad al tiempo que busca acercar a st centro al que habla, Para afir- mar una identidad tribal o consolidar el poder en torno a un lider, no hay nada mejor que tener a Otro al que denun- ciar. A pequeiia escala es lo qe ocurre cuando los hinchas del Cardiff City gritan: «Somos los que odiamos al Swansea» im

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