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LA FE EN LA ERRATA Sobre la Historia del cerco de Lisboa de José Saramago Por Viviana Ackerman Pecos conocen con exactitud cudl es la tarea de un corrector. quc jos hay de pruebas y los hay de estilo. Y aun aquéllos nada saben de eu cficio, de ous afanes, sus preocupaciones, sus pruritss, sa amor por la lengua. No adivinan su aburrimiente, la indignacién que les provoca 1a menguade calidad del material con el que a menudo Geben trabajar. No saben lo iniitil que resulta, entonces, su tarea. Situado por detrés, velado por Ja naturaleza misma de su propio guehacer, sin nombre, deseonocido, menoscabado, el corrector trabaja, no ‘ivma y e61lo es invocado cuando yerra. e@uién es, en verdad. el corrector? Es un personaje sombrio, taciturns, descoloride, redeade de libros de consulta y entregado a Je que se da en llamar “le correccién”, la cual pareceria ser una suerte de ortopedia de los textes: normative, reglas, leyes. 0 un prolijo profesional del servicio de limpieza, de desbrozamients de los escritos. 2¥ cudl es su quehacer? Ante la ley, qué lo anonimiza, el corrector se las ve con cites mal hechas (ia cuéntos sabios que en el mundo han sido ha salvado més de una vez el oscuro corrector!). Faltas de tildes y de concordancias, discontinuidades en los textos, monstrucsidedes légicas, bastardilles mal usadas, abusadas o ignorades, comillas que no cierran 6 que Ho abren, puntuaciones enrevesadas, son la tierva sobre la cual se abre paso esa labranzs, 6s& méquina humana con sus garebatos semejantes = jeroglificos: deledtures, separdrese, jantese, pénganse cvadratines. guiones, parénte: BS Pero el corrector, como tode hombre, es falible. El cazador de errores y de barbarismos. el exterminador de los solecismos y de las aberraciones lingiisticas, esta condenado también él fallar. Por eso, desde muy antiguo se he inventado -noble invento- lo que se denomine la “fe de erratas”. “Errata” es un vocablo conocido y tensparente. Ahora bien, zpor qué “fe de erratas’? iA qué fe alude dicha expresién? Les diccionaries consultados no brindan mayor esclarecimiento, dejando por ende lugar a la conjetura: Se trateria acaso de le mismisima fe. La novela de Saramago Erase una vez un corrrector llamado Raimundo Silva, a quien una editora lisbeeta le encomienda la correccién de wn libro de historia: la Historia del cerco de Lisboa. En el afio 1147, 1a ciudad de Lisboa esté en manos Ge los moros desde hace S58 afice, enands se apoderavon del reino de Lusitania destruyendo iglesiss y devastando aldeas. El rey Alfonso Henriques ha decidido poner fin a tal situacién y esta resuelto a derrribar e1 cerco musulmén, para lo ou de colaboracién, estos soldados de la fe catélica responden acude = le syude de los cruzados. Consultedes sobre su voluntad afirmativamente, y, con su valersea intervencién, los portugueses reconguisten Lisboa para la Cristdandad. Raimundo Silva, corrector soltero y solitario, fiel a le editora o la que desde hace décodas brinda puntillosa y cabalmente sus servicios profesionales, inopinademente y sin saber por qué, decide poner un no alli donde los cruzados dieron el ei con una voluntad -ineserutable en apariencia- de introducir esta negacién donde lo que hubo fue une undnime aceptacién de parte de los eruzades. Concluido el acto, entrega el original y se retira lieno de zozobra, de excitacién, de temor: 2Cudndo descubrirdén en “Produccién™ cultable felonia? 4Cémo reaccionarén? ,Quién sera el agente de la veprimenda, del castigo, de la excommnién quizs? Reimundo Silva ve acumulendo angustias y desasosiego, perc. obstinadamente, persiste en su “error”. Es, al mismo tiempo, “autor y complice de eu fraude, porque siendo autor erré, y siendo corrector no corrigié”. Pasan trece dias, al cabo de los cuales se produce la eefial. la vibrac. del teléfono, y la calculable convulsién de Raimundo, quien lo wmico que espera es esa llamada para la cual esta totalmente deearmado: ninguna explicacién acude a su mente, nada 2 uede argumentar pera Justificar tan osada enmienda, tan upertinente injerencia en el] texto del digsnisimo historiador. Se dirige pues al “encuentro fatal con el leén que lo espera on la boca abierta™ entra a un despacho donde se hallan el ecter Litereric, el jefe de Produceién y un tercer personaje esconecido para €1, v a quien nadie le presenta: una mujer tractiva, de poco menos de cuarenta asfice. El sefier director general stabe demasiado atareado para acuparse de fechorias correctoriles, © modo que no se ha presentado a la convocatoria. El corrector, aturalmente, no despliega explicaciones, pero tampoco niega eu no_ 2 le ordena entonces escribir sendas cartas de excusas dirigidas al utor y al director de la editora, y, en virtud de eue largoe asics 2 leales servicios, se lo perdona con solemnidad, se le advierte, la acusadoramente su delit: ele si : he tergiversade un episodio rascendente de 1a épica nacional. Y, por sobre todo, se espera de 1 que no se repite similer incidente. Pocos dias més tarde se produce otra llamada, esta vez nesperada: la de la doctora Maria Sara, la dama aue particips del acuentro. Se presenta: @s la nueva jefa de correctores. Maria Sara = dacita a Raimundo para acorder, en lo sucesivo, cuestiones cinentes a su actividad. e editora -después de una ache sobresaltada, tras haber realizado una hazafia coemética de Pero cuando el corrector llega a inturs pare ocultar eus canas- la doctora -quien ne ce ha reocupade por teflir las suyas- le regala wun ejempler tmico, un apax, en el que puede leerse ese no sin la fe de erratas orrespondiente, donde insiste la negativa de los cruzados a olaborar con los portugueses. Lejos de pretender debatir cuestiones sborales, Maria Sera esta empefiada en hablar de la vercién de aimundo Silva respecto del acontecimiento histérico, versién que. or €1 momento, sdlo repose en dos letras: no. El encuentro seta signado por una atmésfera de timides y de srturbecién, de escrutamiento mutuo. El ritmo se va desacelerando y adecusda 21 honds ere > instala una morosidad perfectament emo © que ya habia despuntadc, agresivamente, desde la Primera entrevista entre la jefa y el subordinado. Se instala una pugna: Raimundo reclama que eu incidente cea elvidade, pero Maria Sara insiste en la euestion del Cerco; is tensién se acrecienta hasta que ella le descerraja una proposicién: que escriba su versién en la que, efectivamente, los portugueses derriban el Cerco sin 1a ayuda de los cruzados. “El No que aquel die escribié -observa Maria Sara- habré sido e1 acto més importante de eu vida. E1 Cerco Comienza pues 1 corrector a escribir mu historia. Asediado por jas palabras, detenido en los pormeneres narrativos, abocado « la vevisién de ls fuentes histéricas, compone Raimundo su novela. Su Posicién es semejante a la del historiador, aunque no con exactitud: “..-porque no es historiader, categoria humana que més se aproxima a ia Givinidad en ¢1 modo de mirar”. Consulta la Crénica dos Cince Reis y se topa con la problemitica de los histeriadores sumada a la de los escritores de ficcién: hay una contradiccién flagrante entre jo que dice ln Crénica y las declaraciones de su propio rereonaie, Mougueime. respecto del emargor de las aguas de wna fuente Mougueime es un soldado cristiano enamorado de Ouroana, manceba del caballero Enrique, digno alemén de pro quien la tomé como botin en sno de los asaltos a Galicia. Se organiza un contrapunto entre la historia amoresa de los personajes de la novela de Raimundo y los Pretagonistas del primer plano de la narracién, cuye eje os la metéfors del Cerco. En efecto, ¢1 cerco que rodea a los’ morce desesperados es también el cerco del amor que aprieta, que acorrala, que va aproximendo en un crescendo -en cada caso, con las vespectivas peculiaridades histéricas y culturales- a los amantes Fe en la errata 2Qué no ce ha dicho del error, del errare, del errebunds? El corrector erra y¥ poda yerros ajenos, pero la suya no deja de ser una errancia guiada por los decélogos de la gramética normativa. El 4 error es una dimeneién, a menudo ¢l velo, de slguna verdad. #1 error, constitutivo de la verdad. funciona, en consecuencia. como su causa. Si sfirmamos es porgue hay la mentira, y si neganbs ee porque hey la verdad. Verdad que no es facil de leer. Verded que, como une Jove temible, escendslosa, pero Jove, le es entregada en 1a espesa envoltura de iss péginas del regalo de Maria Sara a Raimundo, pero que, como deseo, es causa de las paginas que el lector tiene ante sus ojos. Esta novela, como una nave, cobra impulso con le fuerza de ls apuesta al error, en este caso voluntario, de un correcter de pruebas. A partir de su no, se termina para el protagonista el tiempe de la inecencia. En su traicién a la fidelidad del texto, lo que lee Maria Sara -y el advertido lector—- es ia verdad, la voluntad Ge Raimundo de escribir y. por lo tanto, de dejar su propia marca Marie Sere, mujer decidide y de afinadicime cide, tiene fe en le errata y, convencida de que su lectura ha sido certera. no vacila en desafiar al timido corrector para que, de una buena vez, se aduefic de sus yerros/errancias y apusste a su propia escritura colocando, por fin, la estampa de su firma S

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