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INSTITUTO DE INVESTIGAGIONES HISTORIGAS aR We CROEBY Serie Historia General / 1 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO CONSECUENCIAS BIOLOGICAS Y CULTURALES A PARTIR DE 1492 Prooco pe OTTO VON MERING Traduccion de | CRISTINA CARBS UNIVERSIDAD NACIOI UTONOMA DE MEXICO MEXICO 1991 PRétoco. Alfred W. Crosby Jr. pertenece a un selecto grupo de histo- riadores sociales, Ha dedicado ss particular talento para la Investigacién a reexaminar los datos acerca de la persistente interacctén entre las costumbres 9 usos de los hombres y tos cambios habidos en sus condiciones, desde que Colin descu- bid el Nuovo Mundo. Como rapracentante de lo que yo desea- tha donominar historiografia “antropomédica”, Crosby nos in- Jorava sucintamente sobre asta serie natijacética de cambiantes condiciones de vida y de bienestar, Su nuevo relato de los hhechos as un alocuente testimonio del insaciable impulso det hombre por conocerse a st mismo y a su hébitat, impulso no siempre atendido con sogacidad, pero a veces con demasiada, EL lector es conducido, en un cautivante viaje intelectual, a través de los heckos y las interpretaciones sobresalientes de las consecuencias biolégicas, sociales y culturales de 1492. Obtiene una visién equilibrada del intercambio a nivel mun- diel y de las secuslas sociopoliticas de wna cambiante enfer- medad, lo sifils, ast como de las enfermedades mis contagio- sas: influenza, virueta, sarampién y newmonta. Puede también obtener importantes respuestas histéricas a las complejas co- nexiones existentes enire los dexplazamientos internacionales de las enfermedades 1 de tos hombres; Ia transformacién y arumu- lacién de las reservas alimenticias mundiales y algunos de los cambios més notubles en el cracimiento de la poblacién mundial. SL INTAREAMHIO TRANSOCEARICO Alfred Crosby resulta sumamente preciso cuando traza ta « dispersiin. mundial y el intercambio de los principales culti- vos del Nuevo Mundo (por ejemplo, maiz, papa, camote, frijol 9 mandioca) con las productos alimenticios animales y vegetules caracteristicos det Viejo Mundo (es decir, arroz, trigo, eebada, vena y fratales; vacas, cerdos, ovejas, cabras, pollos yeabatlos), También nos convence et argumento que use para telacionar la frogresiva reestructuraciin de tus economas agricolas locales, regionales 'y nacionales con ta notable decii- nacién historica de las reseruas allinenticias y et continuo in cremento en la calidad, ulilided y nivel de las reserves mun- diates basicas. Las cuidadosas reflexiones del autor acerca de los —histé- ricamente significantes— efectos ecolégicos y humanos del intercambio mundiat te vegetales y microorganismas interasa 4 todos los estudiosos sevios de la condicién humana actual Concluye su bien acompasada historia de este intercambio con tin wnilisis evocutivo def rads reciente » tal vec w largo placo, més significatioo “resultado” humano de 1492: et fendmeno, posterior a 1800, de la vasta migracién intercontinental. eAeaso no resulta irdnico que, aunque los movinientos de poblacianes por todo et mundo injluyen profundamente en nuestra vide cotidiana, sepamos bastante mds acerca de las — carusas, sentido 'y consecuencias de las conductas migratorias de fos animales? Si permanecemos tan deinformados acerca de ‘esias migraciones como hasta ahora, pronto también estaremos inseguros acerca de su probable papel en et curso de las act inter de tos hombres con. sus semejantes, Como anttdoto proc sorio a nuestra carencia ie conacimientos en esta érea, ct tector tal vex deree sumarse a las reflexiones sobre la observaciée del profesor Crosby, quien firma que, hoy en dla, “hay das Buropas y dos Africas: une a cada lado del Atléntico”. Orzo vox Mrnova § Paeracio Nada puede ser comprendido fuera de su contexto, y el hombre Ro cS una cxcepcién. Es un ser vivo que depende para su ulimentacién, abrigo y techo de muchos otros seres; de la misma manera muchos seres dependen de él. EI hombre es tna calidad biolégica, antes que un caldlico romano, un capi ita o cualquier otra cosa. Ms atin, su historia no se inicia cuando comienza a registrarla, ni es4 limitada a aquellos as- poctos de su existencia que interesan a los erudites. F primer | puto para comprender al hombre «s considerarlo como una entidad biolégica que ha existido sobre Ia tierra desde hace muchos milenios, modificando y siendo a su vex afectado por tres organismos, Una vez que hemos ubicado al hombre en su espacio eo- srespondiente y en su. propio contexto temporal, podcmos cm- pear a cxaminar aspectos particulares © acontecimientes de 2 historia, con la certeza —o, al menos, la esperanza— ide encontrar relaciones significativas entre el hombre y tal con- texto, en vez de Limitamos, simplemente, a transitar por los estechos seaderos que conducen de Ia tienda de un anticuario El historiador, antes de estar en condiciones de jurgar biamente las habilidades politicas, Ia fortatezn de las eco- “nomfas 0 el significado de las literaturas de Ios diversos gru- ‘pos humanos, necesita conocer en qué medida los miembros © de esos grupos lograron sobrevivir y reproducisse exitosamente, | Debe tener idea de cémo los esfuerzas de esos grupos en la 10 BL mVTERCAMBIO TRANSOGEANTCO empresa de la supervivencia afectaron a su entome como tota- lidad y ssimismo a los otros seres vivos que también formaban paric de este medio ambiente, Es al ecologista. y no al coleccio~ nista hacia quien debe volver la mirada el bistorindor en. busca de su modelo de estudio, ‘Es probable que de nifies les hayan ensefiado a recitar: Golén navegs en el oegano azul en mil cuatrocientos noventa y dos, y pocos de nosotros nos hemos interesado, realmente, por lo gue sucedié ese afio, mas allé de tal descripcién, Acumulamos datos que nos permiten realizar cuadros cada ve més elabo- rados de ese acontecimiento, ce Ins sensacionales realizaciones ¥ de los talentos de Jos conquistadores que azribaron inmedia- tamente después, Estas pinturas son tan interesantes que Ta mayoria de nosotros nunca ha logrado desprenderse de su lascinacién superiiclal para buat el signifiendo real de los sucesos que describen. La razin de ser de este Tibro es} precisamente, aclarar este punto, Es un trabajo conciso y sin pretensiones —expero—, pero soy el primero en asumir que historiadores, ge6logos, an- (copdlogos, zodlogos, beténicos y demégrafos me veran como aun aficionado cn sus particulares campos de investigacién. Me anticipo a sus exfticas, en parte coincidiendo con ellas y fen parte respondiendo que, aunque ya esté lejano el periodo del Renacimiento, hay una gran necesidnd del estilo renacen- tista, en lo que respecta a sus intentos de reunir los descubri- mientos de los diversas especiatistas para abarcar en forma general lo que se sabe acerca de Ja vida en este planeta. Pido una disculpa a los natives americanos por el uso cons- tante que hago del ambiguo ¢ inadecuado término indio. No se me escapa que Ja acepcién que Colén dio a esta palabra fue producto de un gran error; tampooo que no exislen rao rea para repetirlo, salvo la inercia, Sin embargo, la expresion amerindio me disgusta por lo mal constraida, y pocos de mis fucturos lectores utilizan ya la expresién amerizano native, Por PREPACIO 1 consideracién hacia ellos sigo usando cl ya, consagrado y con- fuso témine indio, Quiero agmdecer a la Washington State University el bsberme otorgado una beca paca la investigacién y redaccién de este libro. Debo agradecer también a los editores de The Hispanic American Historical Review y The American Anthyo- pologist por permitirme publicar nuevamente las partes de les capitulos 2 y 4 que habian aparccide con anterioridad ea esas revislas. Terigo una gran deuda con Barbara $. Crosby por sus penetrantes exiticas estilisticas, Finalmente, pero de manera destacada, agradezco a toda mi familia —Barbara, Kevia y Carolyn—, quienes soportaron tantas ropentinas y pe quefias unécdolas acerca del maiz y las virvelas, 1 # ‘Los contrastas Al atardecer del 11 de actubre de 1492, Cristdbal Colén, a bordo de la Santa Maria en el océano Atlintico, creyé ver una luz diminuta @ la distancia. Pocas horas més tarde Ro- trig de Triana, vigia en el castle de proa de la Pinta, divisd tierra, y una partida desembarcé por la mafiana, Colén habia Tegado a las Bahamas, La conexién entre el Vicia Munda y el Nuevo, que durante més de diez milenios habia consistido en algo tan exiguo como los viajes de Ios vikingos, de algu- nos pescadores a Ia deriva y escuros contactos por Ia via Polinesia, se convirtid, el dia 12 de octubre de 1492, en na vineulo tan significative como alguna vez lo fuera el puente tecresire de Bering.* Los dos muncos, que Dios babia man- tenido separades, se unieron nucvamente, y ambos, tan dife- veutes, a partir de ese dia comenzaron a parecerse. Esta tendencia hacia Ia homogencidad biolégica es uno de los ae peclos ms importantes de Ja historia de la vida en este Planeta, desde el retroceso de los glaciares continentales, Los europeos creyeron que estaban en la costa de Asia —wuevamente do regres a Eurasia— pero se sintieron sor- prendidos por la rareza de fa flora y la fauna de las islas que habian descubierto, Bl informe de Colén esté lleno de observaciones tales como: 4 Los fandamentos teérieos de este capitulo y del libro en general fostin cuidadesamente abreviados en rorge Caplotd Shipton, The Ceo- raphy of Heolusion, 1. 69-132, “ BL INTERGAMDIO TRANSOCEANICO No vi ni ovejae ni cabras ni niagin otro animal, pero he estado gui un tempo tan cone, medio dia; sin embargo ai hubiera alguiaos no aejaria de haberlos visto abla perros que munca Iadraban. “Todos los Grboles zon tan diferentes de Ios nuestros como el dia. de la noche, y lo zaismo Tos Srutos, In hietba, las piedras y todas las cosas? ‘También Mamaron la ateacién de Colén Jas diferencias de Jos seres umanes. Encontré que los indios eran distintos in- cluso de los negros africanos, la gente mas exética que munca antes hubiera visto, El cabello de los indios no cra “anaso, sino Jacio y grveso como tas crines de los caballos, Ja frente y la cabeza muy anchas, mis que las de cualquiera otra raza {que yo haya visto alguna vez”. A su vez estos indios arawakos se Sintieron tan impresionados por Jos europeos —sus embar- caciones, vestidos, armas, medidas y color— que les creyeron semidicees y se juntaron a su alrededor pars besar “sus manos yy aus pies maravillandose y pensando que venian del ciclo... [y] palpindolos para cerciorarse de si eran de carne y huucso”.* Las diferencias entre las formas de vida de Jos dos mundos than asombrado a la humanidad desde 1492, La mayoria de quicnes no son botfnicos se inclina a prestar mas atencién a Jes animales que a las plantas, por Jo que el contraste entre Ja flora del hemisierio oriental ¥ la del occidental no ha les- pertado tanto interés como el que existe entre ambas faunas; sin embargo, ete contraste es notable, aunque no absotuto —unas 456 especies de plantas son originarias tanto de sAmé- rica del Norte como de Japén—, y resulta destacable Ja sin- gularidad de la flora americana. Los actos, por ejemplo, son de origen exclusivamente americano, A pesar de las centurias de contacto por via marstima entre la regién norocste de Fstados ‘Unidos, cl adyacente Canad y el resto del mundo, apenas alrededor de un 18 por ciento del mimero total de las espe- © Gluistopher Colembus, Journals and Other Documents on the Lite and Voyeges of Christopher Columbus, tans. Samuc) Eliot Morison, p. 273, 4. ¥ nite, p. 66, 90 Ctl Calin oe el Nuevo Mundo as Majeed, ining 219, n Diego Maton Camano, Died de la ena’ provincia de Tiree BL Nueeo Mundo segtin se concebia en 1860, e Peancisco Hemnénder, Obrat Completes. ‘Los conmasTES 15 cies vegetales que crecen en esta regidn de América no son de oxigen americano* Los agricultores precolombinos desarrellaron las plantas ali menticias amgricanas a partir de un conjunto de plantas sil vvestres muy diferentes de las que cultivaron los inventores de la agricultusa en el Viejo Mundo. Incluso los més optimistas entre Jos primeros colonizadores de Virginia debieron admitir que Ja flora era extrafia, con més frecuencia que familiar, Estas diferencias se hacen més y ms pronunciadas a medida que tmo se interna en México y hacia el sur. Jean de Léry, un micmbro de la frustrada colonia francesa en Rio de Janciro durante la década de 1550, encontré apenas tres plantas que le resultaron familiares: Ia verdolaga, la albahaca y una espe- cie de helecho, Todas las demas eran distintas, lo que producia diversas dificultades. Sin viffedos emo harlan tes europeos Para fabricar el vino necesario para la cclebracién de la Buca ristfa? ¢Exa. preferible olvidarse de esta ceremonia hasta que se puciera obtener vino de Europa o sostener la teorfa de que Jestis 1o ust porque era la bebida comin en Palestina Ys por lo tanto, que su sacrificio en In cruz podia conmemo- Taree con alguna de las bebidas locales indfgenas? * Las diferencias entre Ja fauna del Viejo Mundo y In del Nuevo impresionan a cualquiera que haya cruzado el Atlin {ico 0 el Pacifico, Algunas especies, particularmente en las lati- tudes nérdicas, son comunes a ambos, pero esto pone atin més de relieve los contrastes, Hin Sudamérien y América Central el cuadripedo native mds grande es el tapir, un animal que también se encuentra en el sudeste de Asia, pero que de nine guna manera resulta alli el mAs impresionante.* Fl elefante * HuicLin 1, “Pltiaie Relationships Between Eastern Asia an Eastern North America,’ p. 4035 Henry A. Gleason y Arthur Crongulit, The Naturet Geography of Piauts, p. 34; Ronald Good, The Geography. of the Flowering Plants, p. 64 g Jean de Léty, Journal de Bord de Jeon de Léry, ed, MR. Mayeme, . 129, 295; William Stachey, The Misorle of Travel into Virginia Be, Sonia, b, 117-1853 Steian Lovant, ed., Phe New World, , 290-260. © Cal H. Lindsoth, The Reunal Connections Betwsen Evvope ond North Amarice, p, 18-134; Try, Journal, p. 298. El tapie ex un avisnal 2 16 Pr INTPROAMIO TRANSOCHANICD da Vij Mondo bastante mayor y ens un wom mucky més dl, Aunque los cuadnipedas earmivoras de las regi tropicales de América son més impactantes que el herbivore tapir, io mismo puede observarse la curiosa diferencia que existe enite los mamiferos de ambos mundos, Si bien el jaguar hho e¢ un animal que pueda set traiada con contemplaciones, comparado con un leén oun tigre resulta wn gato de tamaio rea primerosexploradores se asombraron ante Ia peux de lon amare americanos que encontaban. drs sm ediciones, Ia mayoria de Jos cuales estaba circunserita a la ona Utrida. Iueron los reptiles, serpientes, pijaros inst fos que realmente lov impsexionaron, Fn Europa no hay reptil tan grande como la iguana y, probablemente, tampoco haya. ani- mal més feo. A pesar de no tese als ia iguana Te revurdé 2 Américo Vespucio la serpiente voladora de la leyenda. Bl y Ss compaiicros reacionson ante ls iguanas exactamente como ta natralza pretenia que fo eran fos eneigen de Gstas inofensivas esta, "Su apariencia total —escribid Ves fpucio acerca de Jos reptiles— cra tan extraiia. que, nosotros, fuponiéndla verona, ones atevinas ,aprosimars fe sus camaadas habitantes de la jungla eran, por aes, eadeaay t mpenude tea terorics 7 Frenene ments mde pervs To sabia ang ue deen on clectricidad, spyas y pirafias, Habfa monos —no raros cola! {Ovién habia vito alguna ver un pajaro tan. exten come et tcin, que pares tener mis pico ue cuerpo? Qe habia visto volar a tm pro terete del tamafo del finder adie? ¥ jquign, salvo en pes alguna ver conterpl6 mureiéligos, que chupaban la sangre, cbservé a un repiil tan largo como la boa?? St corto y teso, que aleanza, 2 10 semipronsil corto y 4 ‘ani ee ee ‘Léry pudo decir del tapir el fue ae * aii aeeet see a ee areas fy ds Wee Los cowrrastns a Se deren cuenta los europeas que los animales de Ia regién templada de Norteamérica cran menas mares que los de més al sur, pero, incluso ae, resuliaban muy diferentes de los suyos, En los rios de América. habia més especies de peces de los que nunca lubicran nadado en el Ebro o el Guadalquivix, Uno de los mayores habitaha en cl Misisipi y tenia bigotes como jun gato, “su tercera parte era cabeza, con agallas de extrema 4 extzemo, y en les costados tenia grandes espinas que parc- clan afiladas Ieznas”, Habia una serpicnte con castaiiuelas en la cola (sin duda Ja vibora de cascabel), cuya. picadura daba a Ia victima, si acaso, el tiempo para confesarse por diltima vez. Lo mas asombroso de todo: euando Coronado se intend ent Tas planicies, en lugar de oro encontré una especie de ga- nado gigantesco (los byifalas o bisontes) y tan abundante como Jos peces en el mar, Eran tan o més grandes que los bueyes, fenfan cucrnos cortos y grueses, jorobas como los camellos y al correr mantenfan Ja cola erecta como los escorpiones, Espan. taban a los caballos espafioles “porque tienen el zosiro angosto ¥ corto, una separacién de dos palmos entre los ojos y éstos ogados a los costados de la cabeza de modo tal que cuando corren pueden ver a quien los sigue. Tiencn barbas muy largas como les cabras y cuando corren inelinan Ja cabeua hacia atrés con Ja batba arrastrando por el suelo™* Los hombres regresaban de América contando historias de bestias mftieas —como la del pAjaro mexicano que munca se post y empolla sus huevos en el aire—° pezo 10 habia ne sidad de vecurrir a la fieci6n; Ia fauna americana os mi ri en especies singulares de lo que cualquier imaginaciém puede inventar, En la década de 1850 Philip L, Sclater, con base en lo que conocia acerea de ta distribucién geogratica de las seemitler... To Which Aru Added the Four Voyages of Amerigo Vesoncct, tuans. Josep Fscier anil Franz von Wiewer, p. 106; Simpson, Geography of Roolution, p. 167-200. ® Pedro ‘Castaiedla, The Journey of Coronado, trans. George Pasker Winship. pn, M0-L41: sreceik W. Hodee yTeedmre He beck Shanish Bsplorens in the Southern United States, 15201943. p. 21 » Semel Champlain, Narretive of a Voyage to the Wass Indice and Masiew in the Years 1599-1602, trans, Alice Wilmer, pe 18 xL ryTmRAMMIO TaNsoaesnreo especies de aves, conchayS que nuestro planeta esté dividido ‘en seis regiones, cada una con una poblacién caracteristica, ¥ que dos de estas regiones se ubican en el Nuevo Mundo, Veinte aiios después, Alfred Russel Wallace, descubridor junto con Darwin del concepto modemo de evolucién, observé que la wisidn en seis partes del planeta, hecha por Sclater, era tan Valid para Jos animales en general como para. los péjares. Les animales de las scis regiones estin impedidos 0, por lo menos, limitados para mezclarse por los océanos, las cadenas montaitosas, los desiertos, ias diferencias de temperatara, La fauna de estas regiones no es absolutatiente distinta —el tapi cs originario tanto de América tropical como de Asia tropicals fl puma, la vibora de cascabel y el colibri To son tanto de Norteamérien como de Sudamérica peo, para its a vo zoogeégrafo modemo, “las especies de las diferentes partes steal nas eon las de Ia misma regiéa reine aniznal estén mnds rela {que con las de otrns", Para ilustrar esto diremes que, aunque tay muchas similitudes entre Tx fauna de Terawaddy, Nigeria Baja, y la de fos valles del Amazonas, um zoblogo puede dis- nguirlas de un vistazo.” ents ‘con Jas Indias Occidentales y parte de México, América Central y América del Sur conforma una de las re + giones estudiadas por Sclater y Wallace. El resto de México con Estados Unidos, Canad& y Groenlandia forman otra. De am- thas, la ubicada més al sur es Ja. més rica zool6gicamente, con cazenta y cineo familias de animales vertebrados que, seatin Wallace, son propios exclusivamente de ella, (Investigaciones posteriores lian demostrado que ni esta regién sur ni ninguna de Tas otras puede diferenciarse con tanta nitidez como él creyé “en cualquier regla la acumulacién de datos siempre sefila ppeto la valider general del sistema de Sclates da afin hoy en dia.) Para cl logo parece lel Sur, con sus pecuiliares oses hormi- Tas excepciones- y Wallace es aceptac evidente que América d is z 7 rfbution 6 Philip J. Davlington, Zengvographys The Geographieat Dist of Antinalsp. 248; Philip Ti, Selater, “On the General Genaraphical Dis- Teen ot "the Members of the Class Aves”, p. 197-1453 Alfred Ruste! Ihe Geographical Distribution of Animals, 1:58 ff. slate, 10s conmastes 19 gueros, perczox0s, montos de colas prensiles, mureiélagos vam Pires, roedoves grandes como perces y Ja salvaje profuién dc insects y aves, debe considerarse como una regién separada. Solamente Australia la iguala en ser verdaderamente excep” cional. América del Norte no ¢s tan diferente; Wallace meaciona, a Jo sumo, trece familias de vertebrades originarios exclusiva. mente de ella, pero de Ja misma manera reclama su singula- ridad. ‘Tiene una cierta cantidad de mamiiteras que le son pro- pias, inclnyendo varias clases de topos, y animales como la cabra y cl antilope americano de Ins Montafias Rocosas. Se destaca de la regién sur por ser cl hogar de los tinicos mars piales que existen fuera de Australia, asi como de los tinicos colibries del mundo, Es muy rica en reptiles y anfibios a pesar de que. los climas frio y templaclo generalmente limitan Ia cai tidad de estos animales. Y su incomparable sistema de lagos y rios Je proporciona una riqueza de moluscos y peces de agua dulce cin igual en parte alguna de este plarcla™ La cuidadosa acumulacién de evidencias y genecalizaciones de Alfred Russel Wallace, confirmé Jo que ya habla supuesto Jean de Léry durante un viaje al Brasil que realizé més de trescientos affos antes: que América es en verdad tan ‘dife rente de Europa, Asia y Africa, en los habitos de su gente, en las earacteristicas de sus animales y, en general, en lo que produce Ta tierra, que bien puede ser Hamada cl Nuevo Mundo... El contraste entre ambos mundas acicateé Ia cusiosidad europea, No todo resultaba diferente. Las palmeras america- nas eran como las de Africa y el jaguar muy parecido al Keopardo, Pero ¢por qué existian incluso las pequefias diferen- Y Por qué las grandes? {Por qué no habia caballos 0 resex en ninguna parte de América? gor qué no habia bestias cua driipedas mayores que un zorro en las Iniias Occidentales? 2M Wallace, Distribution of Animals. 2:519, 115125, Véss fom, Zoogeography, p. 442-449, para corvegie lo que esté demas Fieado en Wallnce 3 Ley, Journal, p. 406, 20 Bn TWHRROAMEIO TRANSOGHKTCO Jncluso quienes habian viajado a Africa por esclavos yal Lcjano Oriente por especias encontraron pocas cosas familia vex en Améiica y muchas eneramente extras Europa habia salido de Ja Edad Media con sistemas in- (y_ mm0y_pocos imaginaban siquiers que Bae jl de la ortedoxin) para explicar todo: desc ne ste primera hasta Ja ftima mosca, Hstos sistemas resltaron dev Tnasiado extrechos para inchiir al Nuevo Mundo, Aristéreles habia. puesto, con bastante ldgice, que Ia zona ecuatorial de mundo era tan caliente gue no podia existir la vida, José de ‘Acosta. pas6 cxactamente bajo cl sol en su viaje @ América en 1570 y sintié “tal frfo que algunas veces me alfa als para abrigarme. .. aqui yo conficso que me ref e hice donaire Ue los metcoros de Aristételes y de au filosafia...” La Historia natural de Plinio contiene treinta y siete libros y, sin embargo, Ta llama no cs mencionada en ninguno de ellos, Les trabajos dle Hipdcrates, Galeno y Avicena ecupan estanterias comple: tas en cualquiera buena biblioteca del sige quince, deste Bas. ‘onl y Timbucti, pero ninguno de estos tres gigan sa een tke wa, pbs acerca de ta sli 1s gebgrafos antiguas ¥ mediovales hicieron cuidadasos mapas de todo el made pero Tos hombres de la generacién de. Cokin descubrieron que “Ptolomco y los. demas conocfan apenas 1a anitad”.* ‘os pronunciamientos antiguos y medievales acerca de tos seve hae yas comtutas paeveron dejar os europe poras elecciones, salvo condenar a los indios como aliados del femonio. Por ejemplo, 10s cristianos concordaban en que la monogamia heterosexual era Ia tinica forma de tener relaciones sexuales, Los indios, con una especie de abandon ni siquiera mencionade en Tas céndidas pSginas del Viejo Testamento, ‘vlan en la promisenidad, Ja poligamia, el ineesto y Ia sodomia. ? is, Ui. 2 1s José de Acotta, Misovia natn moral de tor Tdi, Woo: 2 caps nh Nas its, The’ New Pound Worde or Antares, vas Soom they pe LOS GoNTmaAsTES at Los exropeos tuvicron que concebir tanto Ia existencia de las diferencias eulturales como inventar Ia tolerancia cultural para mangjarlas, 0 asumir que los indios estaban en alianza con el infiemo. La mayorfa eligié lo tiltimo, La excepcién, por su- puesto, fue Montaigne, quien no encontré nada barbaro en lo que habia ofdo de América, sino que “todo mundo da el titulo de barbarisme a aquello que no esté de acuerdo con sus La Biblia era la fuente de la mayor parte de In sabichria y el libro del Génesis decia todo lo que se necesitaba saber acerca del comienzo de los cielos, la tierra, los Angeles, [as 1, Tos animales y los hombres. Existia un Dios y habia habido una Greacién; cuando el génezo humano ofendié a Dios, te envi un gran dilavio ea el cual porccieron todas Jas criaturas terrestres, incluidos los hombres, con excepcién de aquellos que sc salvaron en el Arca de Noé. Esta explicacién parecfa suficientemente amplia como para abarcar dentro de ‘sus limites a todas las variedades de la vida —vegetal, animal y humana— que los europeos precisaban reconocer a fines del siglo quinee, Fue entonces que Da Gama y Colén develaron nuevos mundos completos que estallaron frente a la percep= cin curopea, Los problemas para explicar Aftica y Asia eran dificiles, pero superables. Después de todo siempre ac haba sabido que estaban alli y, si los curopeos no habian visto clefantes, por Jo menos sabian desde siempre que cxistian, Pero América: equién habia sofiado jamés con América? La singulatidad del Nuevo Mundo cuestioné toda la cosmogonia cristiana, Si Dios habia, creado todas las formas de vida que Iuego se habian des- parramado por el mundo en wa semana y en un solo ugar, epor qué cran tan diferentes las formas de vida de Tos hemis- fevios oriental y occidental? Y si todos los animales tetrestces y los hombres habfan perccido, salvo los del Arca, y los que actualmente existen son descendientes de esos pocos elegidos, epor qué eran tan distintos los animales y los hombres a cada 24 Michel Eyquet de Monisigne, Montaigne, Selected Berns od. Bane cluard Bates, p. 77, 2» EL INTERCAMRIO TRANSOCEANICO lado del Atléntico? gPor qué no hay perezosos en los te6picos afticano y asiético y por gué los paganos peruanos adoraban a Viracocha en Inger de a Baal o algin otto demonio fami liar de los antiguos judios? Los intentos por mantener 1a ver- sién hebrea del origen de la. vida y de 10s hombres acabaron fen “someter a tormenta a muchos cristianos cultos pata ast jntentar descifrarlo” EI problema incité a algunas europeos a jugar con Ia idea de varias creaciones, pero la mayoria continué aferrada a la idea anterior. Tenia que hacerlo, pues era biésico para la cris- tiandad. ¢Qué pasaria, por ejemplo, con la legitimidad de ta coneesin que el papa hizo a Bspaiia en 1493 de “todas Ins islas y continentes descubertos y por descubrir, encontrados por encontrar” en el Atléntico ocridental, a menos qne sis jhabitantes fueran hombres y mujeres verdaderos y, por lo tanto, ajo la jurisdiccién papal? EI famoso Requerimiento de 1512, {que os monarcas espaiioles ordenaron a los conguistadares que {leyevan a los indies para que eamprendivsen qe su consiguien- te sujeciin y destruccién cstaban justificadas, empezaba con tuna afirmacién de que “cl Sefior nuestro Dins, viviente y eterno, cereador del ciclo y de Ja tierra y de um hombre y uns mujer de quienes ti y yo y todos los hombres fuimos y somos descen- dicntes,..” Al ser descendientes de Adan y Eva, los aborige- nies americanos estaba sujetos al papa y, por sx donacién de ‘América a Espafia, Fernando ¢ Isabel, ‘Si en esta insiancia la creacién Gnica resulté en contra de Jos indios, en 1537 les fue favorable, Bl papa denuncié como acélitos del demonio a quienes prociamalan que los incios “Gebfan ser tratados como bestias ereadas para nuestro servi cio”, punto de vista comin entre los conquistadores. El papa proclamé que “los indios son hombres verdaderos, no silo ca- paces de comprender la fe catélica sine, de acuerdo con mues- tra informacion, que desean fervientemente zecibirta”.** 28 Citado ea T. Rendyshe, “The Bistory of Anthropology”, p. 966 4 Henry Steele Comnager, ed, Docasnents of American History, p. 3 Lewis Hanke, tly Hitory of Latin American Civilization, Sources and 108 conmastas 28 De esta suerte, Roma decidié que los aborigenes de América merecian ser conquistados, y también ser tratades como anima Jes domésticos. Una y otra vez, durante Jos siglos del imperia- lismo enropco, el punto de vista cristiano accrea de que todos Jos hombres son hermanes sirvié para justificar la persecucion de los no-curopoos —él, que es mi hermano, ha pecado tanto que no se me asemeja—, y para. atemperar el imperialismo con Ie piedad — que ei hemnno, meee amor fate La confianza del papado cn que el libro del Génesis pro- curaba toda la paleontologia que un cristiano necesitaba no fue periurbada, Pero América resultaba una estaca demasiado cua- drada para calzar en al redondo agujero del Génesis, Se su- pone que Paracelso, cuya mente estaba poco lastrada eon dog- mas de ninguna especie, dijo en 1520 que no cualquicra podia creer f§cilmente que “aquellos que han sido encontrados en islas fuera de toda ruta... sean descendicntes de Adin y Eva... es més probable que provengan de otro Adan”. José de Acosta fue un sacerdote, pero el contraste entre: lax criae turas del Viejo Mundo y las del Nuevo, que habia observado emorialmente, 1 condujo tambiga& la hereia. Hay en Ams ca, eseribi6, tiles de expectes diferentes de aves y bestas de la florsta, que nunea fueron conocidas ni en forma ni en nombre; y de las cuales no se ha hecho mencidn enixe los latis,” ni entre Jos griegos ni en ninguna otra nacién del sundo, Y¥ ofrecié como explicacién que “ial vez Dios habia realizado una, meva ereacién de bestias”."* El problema de América preocapé también al siglo die site, conduciendlo a algunos hombres la heterodoxia y, a uno por lo menos, a la prisién, Si el Edén y el Monte Ararat estaban en Asia, goémo podia haber hombres y animales en América? Isaac de La Peyrére fue quien ejercié mayor in- Interpretations, 12125-1245 Lewis Hanke, The Spanish Strgate for Justice in the Conquest of Amsrica, p. 38, 72-73. nee 37 Bendyshe, “History of Anthropology”, p. 353. % ort, fliorie-atanaly marl, Hino" cape ys a BL INTERCAMMIO THANEOCKANICO fluencia entre Jos que se opontan a los puntos de vista orto- doxos con respecte a este asunto, Lo condujeron a Ja herejia més las ambigtiedades biblicas y las referencias, en documen- tos antiguos, a hechos aparentemente preadénicos en Bgipto y Fenicia que el enigma de una América biolégicamente sin- gular; pero st teoria proporcioné explicaciones para las tes causas de confusién. Adin éra el producto de una segunda creacién y padre de les judios tinicamente, La primera creas cin, que habia, precedido en mucho tiempo a la de Adan, era Ta de los ascendientes de todos los no-judios —los preadénnicos— y el diluvio s6lo habia cafdo sobre los palestinos, sin afectar a los primeros. Entre los descendientes de les prendiénicos esia~ tban “los mexicanas que Col6n descubrié no hace tanto tiempo”. La Peyrére fue arrestado y su libro quemado, pero Ja teorla de las varias creaciones perduré.°* Philip TL. Sclater, un eminente zoGlogo britintco y el erca- Gor del esquema de las seis zonas de fauna a que nos hemos referido anterionnente, present en 1857, ante Ia Linneun Society, una conferencia’ en Ja que se mestré como uno de quienes todavia se entretenfan ron la idea de més de wna exes ign, Bsta explicaria cémo las aves ast como los demés ani- males terrestzes, inchuido ¢l hombre, se hablan distribuide de Ja manera en que estaban, A semejanza de todos los que pro Fesaban la teoria de las varias creaciones, comenzé con la falsa premisa de que todas las especies animales deben haber sido ereadas ex e) tea eomrfiea que expan actualmente, Siendo te el caso, si ppuede demostmarse que las repiones ceupadas actualmente por fas primeras variedades del xénero humino se corsponden con las provincias zoolégieas primarias del orhe, como deduc- 29 Bendythe, “History of Anthropology", p. 255-60; Matthew Tale, ‘The Primitioa Origination of Mankind, 18211; Lee Edridge Vuddleston, Osiginy of the American Indians, Buropean Concepts, 1492-1729, 0. 159° MO: David Riga Moke, “Hasse de la Peyréce, A Precursor of Eighteenth Gentury Cratical Deke", p. 456405; Margarce T. Hodgen, Barly Ansiropo- logy 40 the Sixteenth and Seventeensh Century, p. 207-8833 Tsaae de La Doyndne, Prae-ddamitae, p. 23, Los conmexsTEs 5 clon inevitable resulta que estas variedades del hombre tavie- ron st orjgen en Jas diferentes partes del mundo donde han sido encontadas y se evitaria la dificil necesidad de suponer gue ¢l hombre rojo se intredujo en América por el Estrecko de Bering, 0 que Ja Polinesia fue colonizada por parejas de sualayos extraviados, navegando a la dexiva en edscaras de mez, y todas las hipétesis similares, Fue en esta conferencia en Ta cual Sclater adelanté su hipdtesis de qne tos pAjaros del mundo estan distribuidos em seis regiones diferenciadas. Dividid estas regiones en dos gru- pos, tino para el Viejo Mundo y otro para el Nuevo. Los nombres que eligié para ambos: Creatio Palacogeana y Creatio Neogeana," 0 Creacién del Viejo Mundo y Greacién del Nue- vo Mundo, pusieron de relieve sus coincidencias con Acosta. Sclater fue de los vikimos, euitre quienes sostenian esta teo~ ra, digno de respeto, Hin 1858 Charles Darwin y Alfred Russel Wallace presentaron, también en la Linnean Society, cnsayos en Ios que adelantaban la moderna teorfa de la evolucién, Un afio més tarde, Darwin publicé Acerca det origen de las expecies, obra con la que hizo afficos Ja teorfa de las creaciones varias (mientras destrozaba también buena parte de los fan damentos del judakino y cristianismo tracicionales). Una vez aceptada Ia nueva teorla de la evolucién, la idea de las di- versas creaciones sobrevivi6 solamente como justifieacién del racismo, al que afin presta servicios * La fuente real del conflicto entre los cristianes oxtodexos y ol diminuto pero obstinado mimero de sustentadores de la ‘corfa de Tas varias creaciones era que Jos cristianos no tenian tun concepto adecuado del cambio, en cl cual fundamentar una cexplicacién de cémo ef mundo y Ia vida habjan aleanzado su condicién presente. Fl coneepto de In evolucién existia por lo menos deste ef tiempo de Aristételes, pero no cra ni popular ni ortodoxo, La misiGn de los fildsofos ¥ bidlogos cristianos era Sclater, "Geographical Distibution of the Glass Aves, p. 132, 145, ara un ejemplo del racismo asada en Ia iden de las vavias’ eves cones, wéate Alexander Winchell, Preadamites, or @ Dentonstration of the Esitence of Men Before Adorn, 6 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO proporcionar al hombre los medios intelectuales para inmovi- Hizar la realidad dentro de un sistema establecido, en vez de permitir que se deslizara dando tumbos y sin un destino en especial por la pendiente del tiempo. La creencia aceptada era que todas las especies de plantas y animales, junto con los dos primeros seres humanos, habfan sido creados en Ia semana inicial de los tiempos, y que todos estuvieron com- pletos y sin posibilidad de cvolucionar desde aquet primer domingo. Incluso si los europeos hubieran tenido el concepto de evo- lucida, que les ayudara a entender cémo se habian producido Is diferencias entre el Viejo Mundo y el Nuevo, no tenian uuna idea, fuera la que fuese, acerca del tiempo durante el cual las fuerzas de la evolucién habian estado operando sobre las formas de vida del planeta. Una teoria de la evolucion bio- égica sélo es ttil cuando se piensa en términos de millones de aiios, El Requerimiento de 1512 ubicaba la fecha de Ja creacién alrededor de 5000 aos antes de haber sido escito, Durante el siglo siguiente la fecha fue calculada con mayor exactitud ain, Bernabé Cobo, el gran experto en América, afirmé, en 1651, que Dios habia creado el mundo “5 199 aiios antes del nacimiento de su Hijo Unico y Bendito, nuestro Re- dentor Jesucristo”. James Ussher, obispo de Irlanda y con- temporéneo de Cobo, estimé que Ja fecha era de 4004 a. C. Los desacuerdos con respecto a la edad exacta del universo se hhicieron cada vea més frecuentes, pero todo el mundo coin- cidfa en que hacia apenas unos pocos miles de afios que Adén habia muerto: cl tiempo necesario para avanzar de Ia picto- grafia al alfabeto, pero no el suficiente para la diferenciacio nite lat Hama y ef dromedario, o entre el jaguar y cl Ieopardo. No fue sino hasta que el geélogo Sir Charles Lyell publics su trabajo, cn la década de 1830, que el hombre comenzé real- mente a comprender cud viejo es el mundo y cudnto tiempo hhabian tenido las fuerzas naturales para moklear la vida en ‘sus diferentes formas. 1 Beenabé Cobo, Obras, 1: 19-143 Hanke, Latin American Civtication, 15124; Paul Hazard, ‘Phe European Mind (1680-1715), p. 47 108 CONTRASTES 2 *¢ aproximadamente 60 millones de afics que el mundo empezé a parecerse al que ahora conocemos. Les pastos, tos frboles y arbustas de hoja caduca y todas las plantas que flo- rean, adems de los helechos y confferas, comenzaban su apa- ricién y a diferenciarse en el cuarto de millin de especies que existen actualmente.** Los dinosaurios murieron y_prevalecie- ron los mamfferos, diversificdndose en murciélagos y ballenas, perezosos y antilopes y, después de més de 60 millones de afios, fen hombres, Si se tienen algunos conocimientos de este periodo de 60 millones de aiies, conocido como la Era Genozoica, y del curso de Ja evolucién durante la misma, pueden explicarse las dife- rencias entre Ja flora y la fauna de ambos mundas sin recurrir a creaciones adicionales. En el curso de esa evolucién infla- yeron profundamente la aparicién y desaparicién de grandes pplentes terrestres que unfan o separaban a los continentes don- de cstaban aconteciendo diversos experimentos de nuevas pos de vida. El ejemplo més obvio acerca de la importan de Ia existencia 0, en este caso de Ia ausencia, de un puente tcrrestse, es Australia, que ha estado separada de Asia desde el comienzo mismo de la Era Cenozoica y donde la existencia dle Tos marsupiales no fee précticamente cuestionada hasta el asvibo de les europeos y sus mamiferos con placenta: caballos, ovejas, conejos y demés.* EL istmo de América Central es ef puente intercontinental ‘que, probablemente, estuvo bajo el agua durante la mayor parte de la Era Cenozoica, Desde principios de Gta y due rante diez millones de affos, América del Sur fue otra Austra- Jia donde proliferaron mamiferos que no bubieran sobrevivide ala competencia con sus primos det Viejo Mundo y de Amé- rica del Norte. Entonces reaparecié la conexién terrestre y mu chas especies nativas de América del Sur murieron bajo el alud de maméferos més eficientes que descendian de Norte- ainética, Los poens que sobrevivieron fueron aquellos que, jas- tamente, no encajaban ni en los margenes mas amplios de los 2 Raymond C. Moore, Introduction to Historical Geology, p. 578599. B Edwin TL Gilbert, Brofution of the Vertebrates, p. 2h. 28 aL INTERCAMBIO TRANSOCE{IICO reconceptas europeos del siglo diecistis acerca de Jo que debian ser los mamiferos: el armadiio, el perezoso y el oso hormiguero americano. Lejos, en direccién noroeste del istmo de América Cen- tral, est cl puente més notable y gue tavo Ia mayor influen- cia en la evolucién durante el Cenozoico, Yace ahora bajo el Mar de Bering, pero fue una extensién de 1500 kilémetros de tierra seca de norte a sur, y miles de especies vegetales y animales, grandes y microseépicas, se desplazaron por él de un mundo al otro, Si el nivel del agua bajara hoy en dia cuarenta metros, el Estrecho de Bering seria nuevamente tierra firme." 1a presencia 0 ausencia de un isto entre el Viejo Mundo y el Nuevo comenz6 a fascinar a los ewropeos tan pronto como se pereataron que Colén no habia legado a Asia sino a un continente nuevo. La posibilidad de que existicra un puente entre Tierra del Fuego y Asia munca desperté tanto interés como la de un equivalente Artico, Los ingleses, al darse cuenta que los pasajes maritimes surefios hacia Catay y las Islas de las Especias eran tun monopolio ibérico, permitieron que sus ddeseos de una via maritima hacia el Oriente Jos convencieran de que un puente ast no existia entre América y Siberia y, por lo tanto, que si habfa pasos noroestes y norestes entre Inglaterra y el Oriente, Sir Humphrey Gilbert cit6 a Platén, Aristételes, Plinio, Estrabén y a una cantidad de geégrafos de Ja época, ninguno de Jos cuales habfa dicho jams media pa- labra acerca del Estrecho de Bering, para probar “que Amé- rica era una isla y que habfa un gran mar entre ella, Catay y Groenlandia...” Con respecto a esta cuestién, tenia no s6lo autoridad sina también razén: si América estuviera conectada ‘con Asia seguramente los habitantes de la parte norocste de Ja primera, “con la esperanza de encontrar lugares mas con- fortabies...", o los tartaros, huyendo del frio y la pobreza de su pats, hubiéran hallado uns el camino hacia et continente 2 Toidem, p. 262-267, 83, 348. S David M. Hophing, "The Cenozsic History. of Beringia-A. Syo- these", p. 410; Hlansjurgen Miller-Beck, "On Migrations Across the Bering Land Beye in the Upper Pleistocene”, p. $00. t | | Los conmmastes 29 de Jos otcos. Mis atin, “nunca se han encontrado bestias pro- pias de Catay 0 de Tartaria, etcétera, en América, ni tampoco aquellas propias de América en Tartaria, Catay, etcétera, 0 en parte alguna de Asia”, Asi fue como los ingleses navega- ron suftiendo privaciones y pereciendo desde Nueva Zelanda a la Bahia de Hudson? Sir Francis Drake fue de los primeros en no estar de acuerdo con Gilbert, con base en st propia experiencia. Bl navegé a Jo largo de la costa de California y hacia el norte en la déada de 1570 buscando, probablemente, un camino facil de regreso a su tierra con cl botin espafiol, pero no ‘encontrs indicio alguno de un estrecho, Abandoné Ia bis queda a causa de “la cuorme extensién de los continentes asiético y americano, los cuales (hacia ef norte de estas re- giones), parecen, si no completamente unides, muy cerca uno del otro” * José de Acosta razoné en un sentido diferente de st propia afirmacién, que citamos en la pagina 23, y recreé el istmo que Gilbert habia borrado, Si Dios habia creado Ja vida de una sola vez y si todos los animales terrestres se habian salvado fen ta arca, si los dos mundos estaban y siempre habian <= tado separados, scémo podia haber animales en ambos hemis- ferias, el oriental y ef occidental? “Desde hace mucho tiempo he ereido que tno y otro mundo estin unides y se contingian tao con ef otro en alguna parte ©, al menos, estén muy Las que coincidian con este argumento, que perduré hasta los viajes de Bering y de otros del siglo dieciocho tenfan razéa ¥ al mismo tiempo estaban equivocados. Sus desacuerdos re- Alejaban no s610 su ignorancia acerca del Pacifico norte, sino también el simple hecho de que habia evidencias tanto de Ia uuni6n como de la separacién de Asia y América. La historia def puente terrestre ha sido aparecer y sumergirse sucesiva- & David Boers Quin, ed, The Voyages ond Colonixing Enterprises of Sir Humphrey Gilbert, 1:137-142, "s ° 7 2 "Gado en A. E. Rouse, The Elizabethan: and America, p. 2 4 Acosta, Hitoria natural 7 moral, bro, esp. 30 BL INTERCAMMIO TRANSOCEAKICO mente, Durante fos periodos de desaparicién, el Viejo Mundo y el Nuevo se desarrollaron independiente y divergentemente, Durante los segundos, las revoluciones biol6gicas barrieron Jas diferencias en la medida en que las formas de vida originales de cada uno y extrafias al otro se trasladaban hacia los terri- torios respectivamente virgenes.” Es probable que estas migraciones eruzadas afectaran, en general, mas profundamente al Nuevo Mundo que al Viejo, porque este aitimo, al ser més grande, habia producido una vatiedad mayor de formas de vida durante el periodo de sepa- racién y aislamiento, Pero América también desarroll6 formas de vida Yinicas y de larga duracién, El camello y el caballo actuales, por ejemplo, son de origen norteamericano. Los ca- ‘ellos migraron hacia el oeste, hasta convertirse en los drome- darios y camellos de Asia y Africa, y hacia el sur, para legar a ser Ia llama, en Pert. Los caballos trotaron junto con ellos hracia Asia y de alli a Aftica y Europa. Sendos animales desapa- recieron de su lugar de origen; el caballo durante los milenios finales de la tiltima etapa del Cenoroico, el Pleistoceno."* La desaparicién del caballo y el camello de Norteaméri forma parte de uno de los capitulos mas misteriosos del silt mo millén de afios. En un periodo que abarca entre 40000 y 10.000 afios se acabaron, por lo menas, doscientas especies de animales, dejindonos la herencia, en palabras de Alfred Russel Wallace, de “un mundo zoolbgicamente empobrecido, del cual hhan desaparecido recientemente las formas de vida mAs enor- mes, mds feroces y més fuertes...” Mamutes, mastodontes, wigantescos perezcsos, tigres diente de sable, rinocerontes lanu- los, bisontes enormes y otros desaparecieron por completo. Los animales que se extinguieron eran, en general, de los. mas grandes, aunque no fueron afectadas las gigantescas ballenas de los océanos. Entre las plantas no hubo un decremento dra- mitico. Puesto que los grandes mamiferos de tierra no fueron reeimplazadas por rivales de tamafio parecido, esta extincién 8 Hopkins, “Cenozoic History”, 451 ff 8 idem, 475; Colbert, Evolution of Vertebratas, p. $60, 364, 386. Evcogsine LIBRO Feada deame Los es paholes cngiis faton ala clit dad dine At. De cimo los espaicles conquittaron a Ja ciudad de México, fray Bernardino de Sahagin, Cédice Florentine, BB 20-25 RECUBNCIAS PORCHITUALS - 30 Los contrastes 31 resulta curiosa.*® La explicacién de gue fueron Ios cambios climéticos de finales del Pleistoceno los que provocaron estas, extinciones no resulta satisfactoria; tales cambios fueron gra- uales, 1o que habria permitido a los animales adaptarse, me- diante la supervivencia y reproduccién de los mAs aptos, O, sim- plemente, los animales pudieron trasladarse durante generaciones ¥ generaciones, hacia regiones donde el clima les resultara mas propicio. Se han dado explicaciones tales como enfermedades, adiaciones césmicas, “senilidad racial”, y otras de este tenor, pero gpor qué habrian afectado a los animales més grandes cexclusivamente? ® En América el hombre fue el titimo de los grandes mami- feros que alcaneé su forma actual y una explicacién en boga de fas extinciones del Pleistoceno lo sefala como culpable: bus- cando comida en cantidad habria elegido, para su rapifia, tanto Jos herbivoros mas grandes como a les menores, Al decrecer fl nimero de estos herbivoros también habria disminuido ta cantidad de animales carnivoros y de rapifia que dependian de cellos para su alimentacion, La principal debilidad de esta teoria radica en que obliga a pensar que una poblacién escasa de cazadores de la Edad de Piedra podria haber eliminado a millones de animales gigantescos y presumiblemente muy peli- ‘grasos. Segiin In historia documentada, los indios nunca aca baron con as manadas de bisontes americanos, ni siquiera con Ja ayuda del mosqutete y el rifle. Entonces ghabrfan. podide los cazadores prehistéricos climinar grandes manadas de diversos animales, incluso teniendo miles de aiios para hacerlo? * Resulta mucho més fdcil sefialar a los cazadores. prehistéri- 98 como los grandes asesinos del Pleistoceno que sugerir una explicacién més adecuada, La teoria parece mis satisfactoria para América que para el Viejo Mundo. En Australia, Mada- gascar, Nueva Zelanda y América —las regiones més’ diffciles Wallace, Distribution of Animets, 1:150; P, S, Martin, “Prehistoric "p78, William B, Edwards, “The Late-Pleistocene Egtinction and Dire wution in Size of Many Mammalian Species" py 15-195, 3 Martin, “Prehistoric Overkil, p. 75-120 32 EL INTERCAMIO TRANSOGEANICO de alcanzar desde Jas ticrras donde el hombre se otiging— las cextinciones se realizaron en épocas més recientes, durante los tle tins 15 000 aiios. Con la posible excepcién de Nueva Zelanda, América fue Ja més inaccesible de todas ellas.* A finales del Pleistoceno, el puente terrestre de Bering es tuvo alto y seco durante largos periodos y un corredor libre de hielo se extendia entre glaciares desde Alaska hasta Canada. Se piensa, generalmente, que durante uno o més de estos pe- riodos los hombres cruzaron desde Siberia. hacia América. Es posible que les primeros vinieran hace aproximadamente 28 000 afios y no hay pruebas en contra de que haya habido migra- iones incluso més tempranas. Estas gentes, que por muchos miles de afios perfeccionaron sus habilidades para cazar ani- ‘males que, a su vez, habian tenido un lapso de tiempo seme- jante para adaptarse a estos depredadores de dos piernas, se trasladaron a un fecundo mundo poblado de animales que Jamas habian visto a un hombre, La cacerfa fue soberbia.* Si hubo en América protoindios que arvojaron su lanza al corazén de los Gltimos mamutes, resulta, por supuesto, asunto de debate, aunque es cierto que ef arribo del hombre y Ia desaparicién de los animales mAs grandes coincitlen aproxima- damente. Y ia ventaja que dio al hombre en América el “ele- mento sorpresa” de su brusca aparicién contribuiria al hecho curioso de que Ta extincién de la fauna mayor fuera més com- pleta en el Nuevo Mundo que en el Viejo. La escasa presencia en el hemisferio occidental, en compa- raci6n al oriental, de tantos animales grandes, llamé Ia atencidn de los europeos de los siglos diccistis, diecisiete y dieciocho como algo verdaderamente muy curioso. El conde de Buffon, natura- lista del siglo dieciocho, llegé a Ia conclusién de que si los cta- driipedas del Nuevo Mundo eran de menor tamaiio que fos del Viejo, Jo mismo sucedia con casi todo en América, que era ite ferior a su contrapaite europea, africana y asidtica, Uno de los ejemplos mas Uamativos de esta inferioridad americana, segin 8 IBidem, p. 77 3 MillerDeck, “Migeation”, p. 873, 381; Edwards, “Lat Extinction", p. 145-148, LOS conTRaSTES 33 Buffon y sus discipulos, era el indio americano, quien resultaba mas limitado en tecnologta, organizacién politica, hazafias mi= litares, resistencia a las enfermedades, inteligencia y —lo mas relevante— en “ardor por las mujeres”.” En el siglo veinte tal vez somes lo suficientemente sofisicadas como para convenir en ue los indios tienen una vida sexual tan rica como cualquiera, asi como que su “estupidez” era evidencia de Ia brecha cul. tural que existia entre ellos y los curopeos; pero debemos acep- far que los presuntuosos del Viejo Mundo tenian razdn en mucho de lo quevafirmaban, Cuando Colén lleg6, incluso los indios mas avanzados estaban salicndo apenas de ta Edad de Piedra y diminutas bandas. de conquistadores arrasaron con sus ejércitos, Su agricultara era impresionante, pero tenian pocos animales domésticos y étos no muy espectaculares. ;Qué po- dian hacer les europeos, salvo sonreir, cuando comparaban los petros, guajolotes, patos, lamas y conejillos de Indias con sus ropios caballos, burros, vacas, ovejas, cerdes, pollos, gansos? Los indios murieron en grandes cantidades a causa de enfer- medades a las que se habian adaptado hacia muchisimo tiempo Jos europeos, africanos y asidtices. Como sefialara un espaitol ignado, los indios “miorian como peces en un cubo”.™ Resultaba y resulta todavia evidente que los indios ameri- canos eran distintes del resto de la humanidad en muchos aspectes importantes, ninguno de los cuales les oftecia ventaja alguna en su confrontacién con Golén y quienes fo siguieron. Puede ser acertado decir que en 1492 los indios eran mds dite rentes del resto de la humanidad que cualquiera otra poblacién grande. Una probable excepcién a esta regla la constituyen los ahorfgenes australiance, quiencs también estuvicion aislados por un periode de miles de aiios. La unicidad del indio american es mensurable, No osté tanto en su color, altura, peso, formacién ésea y otros atribu- tos fisicos —en este aspecto resulta, evidentemente, como notd Américo Vespucio, una especie de primo de la raza mongo- st Henry Steele Commager and Elno Giordanetti, eds, Was America 4 Mistake? An Eighteenth Costury Controveny, 631 % Gitdo en D. P, Mannix y Malcolm Cowley, Black Cergoes, p56, at EL INTEROAMB{O TRANSOCEANICO Joide— sino en Ia seméjanza fisica que tienen todas entre sf desde Ja Bahia de Hudson hasta Tierra del Fuego. Bernabé Gobo llamd fa atencién sobre esta uniformidad hace trescien- tes afios, y muchos antropélogos del sigio veinte estin de acuer~ do con * Entre los indios ng existen contrastes parecides a Jos que hay entre los watutsis y los pigmeos, 0 los rubios prix sianos y los morenos sicilianes. No ¢5 cierto que “si se ha visto tun indio se ha visto a todas” —nadic confundirfa un indio de San Blas con un itogui— pero, citando al antropélogo fisico Frederick §, Hulse, “comparados con la diversidad de aspec- tos corporales y de constituciones genéticas que se encuentran centre personas del lado este del Atlintico, los indios americanos presentan un sorpeendente grado de uniformidad”.** Algunos antropéiogos han Ilegado en. sus afirmaciones al punto de sefia~ lar a tos indics como una raza completamente diferente en vez de un subgrapo de la raza mongoloide."* Esta singular uniformidad resulta especialmente evidente en ia distribacién de los tipas sanguineos entre los aborigenes americans. A diferencia de los rasyos superficiales y las carac- teristicas culturales, Ja distribucién de los grupos sanguineos proporciona una manera cientifiea de diferenciar a los seres humanos. Un grupo sanguineo depende irrevocablemente de Ja herencia, Ningiin cambio cn entrenamiento, alimentacién, lima otto cualquiera puede alterar el grupo sanguineo indi- Vidual, yo hay modo de que, por elemplo, wna. persona del grupo O pucda comenzar repentinamente a tener hijos del frupo snnguineo B, salvo que hays habido una aporiaciin de Material genético cxterno al grupo original, También es cierto que una poblacién que esté conformada, por poner un ejem- plo, por un 60 por ciento det grupo sanguineo Q, 30 por ciento del grupo B y 10 por ciento del A, es muy improbable que tenga hijos 0 nictos, © incluss biinietos, cuya distcibucién sea 2» Cobo, Obras, 2:13; Waldscemtier, Coumographiae Introduction, o Poth Frederick §, Hulse, The Human Species. An Introduction to Physical Anthroplegy, pe 546. “ oy 'V. Neet y F. M, Salzano, “A Prospectus for Genetic Studies Toone", p. 299. 105 conrmastEs 35 marcadamente diferente, salvo que haya introduccién de extra- ios al grupo. Los mapas que se adjuntan mucstran drdsticamente cuin uniforme y singular es la distribucién de los grupos sanguineos. entre los indios,"* aunque esto no demuestra que los aborigenes americanos sean gente totalmente homogénea, y nadie pretende afirmar que los esquimales son indios, Hay otras formas de medi las prop‘edadtes fisicas de la poblacién india que no pro- ducen un resultado tan homogéneo como estos mapas.* Incluso Jos mapas de Jos tipos A y O parecen indicar que los indios de Canadé y de la mayor parte del norte de los Estados Unie dos y sus —casi literalmente— hermanos de sangre, los atapas- canes del surveste de fos Kstados Unidos, no tienen estricta- mente los mismos ancestros que los de cualquier otra parte de América, Pero aun recordando la regla que, corectamente, dice que todas las generalizaciones son falsas, es posible afir- mar que sucedié algo que maté a la mayoria de los indios de tipo sanguineo A y B —los més diferentes—, o que la mayo- ria cstin estrechamente emparentados unos con otros. Su uniformidad en lo que respecta a grupos sanguineos es ain més impresionante cuando se la contrasta con las diferen- cias que existen en Ja distribucién del Viejo Mundo. Los ma- ppas de tipos sanguineos de los aborfgenes de! hemisferio orien- tal son de una gran complefidad, con diferencias notorias de distribucién entre dos sitios ubicados a cien o mil millas de distancia uno de otro, Es evidente que ha habido una gran mezcla entre los habitantes'del Viejo Mundo, En_contraste, los indios americanos son tan “de pura raza” que T. D. Stewart afirma “que en ninguna época ha existido una poblacién de tamaiio equiparable que pués de extenderse en un rca tan grande”. haya conservado tan uniforme des © A. E. Mourant, Ada Képec y Karimiers Domaniewska-Sobczah, The 480 Groups, Comprehensive Tebles end Maps of World Distribusion, 3-270, 1 Neel y Saleano, “Genetic Studies", p. 258, TD. Stewart, “A Physical Anthropolaga’s View of the Peopling of the New World" p. 262. EL INTHRGAMBIO TRANSOCEANICO Esta uniformiidad de Jos indios —Jo mucho que se parecen entre si— asi como lo que se diferencian de los mongoloides, junto con le que sabemes acerca del puente terrestre de Bering, sugicre la siguiente explicacién de su pasado prehistérico: hace algunas decenas © miles de afios, cuando el Estrecho de Bering era tierra firme, los asiéticos comenzaron a cruzar hacia Amé- rica, No eran mongoloides pero sf eran, probablemente, los antepasados comunes de ambos grupos: chinos y japoneses de hhoy en dia e indios americanos. Estos inmigrantes y les que los siguieron fueron pocos. El clima de Siberia era tan inléspito que un niimero reducido de individuos vivia en las proximida- des del puente terrestee de Bering; por To tanto, relativamente pocos emprendiezon el viaje. El interrogante acerca de cémo la gran poblacién indigena que habia en 1492 pudo provenir de tan pacos ancestras puede ser respondido facilmente, Para dar un ejemplo extremo, citatrocientos seres humanos, hembras y machos, reproduciéndese una vee cada veinte afios, con un incremento por geaeracién de 14 por ciento, tendifan diez millones de hijos e hijas en_ 15 000° afios.® Entonces, hace 10000 afios, més o menos, el puente te- srestre de Bering se sumengié nuevamente. A partir de ese mo- mento muy pocas especies terrestres Jograron trasladarse de un mundo al otro. El homo sapiens, el alee amnericano, el olmo, todas las formas de vida de ambos mundos quedaron aisladas Y Jas alferencias entre unas y otras comenzaron & aumenta. ‘Unas pocos grupos humanos siguieron encontrando st camino deste Siberia hacia Alaa; pequetas cantidades de ations ppolinesios y americanos se las ingeniaron, sin duda alguna, para viajar a través del Pacifico transportando algunas ideas yun puiiado de semillas. Esto se ha visto que es lactible: en 1815 un junco japonés que partié de Osaka hacia Yedo perdié sus rméstiles y su timén y navegs a la deriva diecisiete meses, hasta que los tres hombres que continuaban con vida de una tripulacion de més de diecisiete fueron rescatados por un ber- «© W. §, Laughlin, “Hluman Migration and Permanent Occupation in she Boring Sea Area”, p, 416, f Los conmastEs 37 gantin americano cerca de Santa Barbara, California. * Pero Ja constitucién basica de la poblacién humana del Nuevo Mundo, como existié desde hace alrededor de 8000. afios a. C. hasta 1492, estuvo cuantitativamente completa desde la primera fecha, Esto resulta igualmente cierto para las plantas y los animales con los que el ser humano del Nuevo Mundo uvo que convivir y aprender a adaptar a sus propios obje- tivos. Los antepasados de los indios eruzaron a Ja aislada América probablemente antes que la agricultura se inventara y, cierta- ‘mente, antes que la hubieran adoptado los habitantes de Six beria, Los americanos originales se introdujeron en el callején sin salida del Nuevo Mundo antes que se levara a cabo la principal domesticacién de animales salvajes, 0 en un tiempo ‘en que se habian realizado apenas las primeras, como la del perro" Crazaron-mucho antes que se fundara la primera cite dad sumeria, mucho antes que los chinos comenzaran a escri- bir. Los indies americanos desarrollaron sus formas de vida en wn aislamiento précticamente completo, Ese aislamiento no sélo limité ef crecimiento de sa civil zacién sino que debilité también sus defensas contra las cipales enfermedades de la humanidad. El clima de Siberia, el puente terzestre y Alaska fueron los principales elementos que interceptaron muchas enfermedades: el frio mats los gér~ menes y, aun més importante, el mismo frio y los rigores de Ia vida en esas latitudes eliminaron a todos fos seres humanos que padecian enferinedades debilitantes, En el sentido més crue do, la vida de los primeros americanos fue definida por Ia supervivencia de los mAs aptos.** Estos primeras emigrantes transportaron consigo pocas en- fermedades y en América no encontraron seres humanos, ni en- fermos, ni sanos. Vivieron, se reprodujeron y murieron aisla- 4° Chaties W. Brooks, Japanese Wreck: Stranded and Picked Up Adrift in the North Pecific Oceam, py U0 *" Frederick E. Zeuner, A History of Domesticated Animals, p. 436 # cewart, "Peo of che New World”, p. 268, 38 EL aNTERCARBO TRANSOCEANICO dos durante generaciones, desarrollando culturas singulares, y en el aspecto biolégico defensas hacia una seleccién de vida patolégica microscépica limitada y especifica. Cuando este aislae iento se rompié, cuando Colén unié tas das mitades del pla- neta, Jos indios americanos por primera vex enfrentaron al ‘encmigo mis espanteso: ni el hombre blanco ni sus sirvientes negros, sino Jos asesinos invisibles que €30s hombres trafan en su sangre y en su aliento. | PRECUENCTAS PORCENTUALE,g Eos Be - 90 yoo 85 gy - oo gg 70-75 Ws-0 Flo-s gye-%0 [s-# 0 entre las poblaciones nativas del mundo 2 Coxguistanor ¥ PesTILENars Por qué pudieron los europeos conquistar América con tanta facilidad? En nuestras historias oficiales, asi como en las leyen- das, siempre se enfatiza la ferocidad y obstinacién de la resis- tencia de los aztecas, sioux, apaches, tupinambas y araucanos, cenire otros; pero Ia inelicacia de esta resistencia resulta verdaderamente sorprendente, Los orientales enfrentaron a los europeos con un éxito bastante mayor; por supuesto, tenfan las ventajas que les proporcionaban su vasto numero y una tecnologia mucho mAs avanzada que Ix de tos indios. Sin em. bargo, los africanos no estaban, salvo por la posesién de armas de hierro, “miles de afios més adelantados que las indios” y Jas grandes masas desnegros africanas no sucumbieron a la conquista europea sino hasta el siglo diecinueve. Hay muchas explicaciones para et éxito de los europeos en América: Ia ventaja del acero sobre la piedra; de los cafiones y aninas de fuego sobre los arcos, flechas y hondas; el efecto aterrorizante que los caballos producian sobre los combatien- tes que marchaban a pir y que munca habfan visto tales bes- tias; [a falta de unidad de Jos indios incluso dentro de sus imperios; las profecias de la mitologia indigena acerca de la egada de dioses blancos. Todos estos factores se combinaron para producir en los indios un impacto semejante tan sélo al que sugiere H. G. Wells en La guerra de los mundos, Sin lugar a dudas, cadla factor resulté de importancia para cien- tos de soldados, para Cortés, Pizarro y nmichos attos de los grandes matadores de indios. 40 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO A pesar de todo, podria haberse esperado que algunas so- ciedades altamente organizadas militarmente, como las de Mé- xico y los Andes, hubieran sobrevivide al contacto inicial con kes europeas. Miles de guerreros indies, aunque confundidos, atemorizados y empufiando nada més que mazas de obsidiana, podrian haber rechazado a los pocos cientos de espaiioles que Hegaron primero, g¥ cuél es Ia explicacién para el hecho de que los indios tuvieren tan poco éxito para defenderse y de- fender sus tierras aun después de haber comprendido que los invasores no eran diases, de haber obtenido sus. propios caballos y rilles, y de haber desarrollado técticas para enfrentar 2 los ceuropeos? Tin indio de. Yacatén, después de la conquista espaiiola, escribié acerca de la vida de su gente en dias més felice antes de la Hegada de los europe Entonces no habla enfermedad; no tenfan los huesos dolor des; entonces no tenian fisbre alta; no tenfanvituela; no tenian 41 pecio.ardiendo; no. tenn dolores abdominales; 0. te nian consunein; no tenian dolore de cabezs. En aqeel tempo ei transcurrir de Ja humanidad era. ordonado. Las extrston Jo transformaron cuando legaron aqui” Seria f4eil atvibuir estas palabras a Ia nostalgia que los con- quistadas sienten siempre de los tiempos anteriores a Ia apari- cin de los conquistadores, pero la afirmacién es en buena parte verdadera. Durante et milenio anterior a la época en que Ios europeos empezaron a utilizar tanto el compas como las carabelas de tres méstiles, y revolucionaton ast Ia historia del mundo, los hombres se trasladaban lentamente, muy de vez en cuando, distancias langas, y rara vez a través de los grandes ovéauus, Vivian en el mismo continente donde habian vivido sus abuelos, y excepcionalmente provocaban violentos y ripidos cambios en el delicado equilibrio que existia entre ellos y su medio ambiente. Las enfermedades tendian a ser endé micas, més que epidémicas, aunque e cierto que el hombre no habia Iogrado todavia una perfecta adaptaciin a sus parée » The Book of Chilam Balam of Chuyome, tans. Ralph L. Roy, p. 83 CONQUISTADOR Y PESTILENGIA 41 sitos micrascépicos. Las mutaciones, los cambios ecoldgicos y Jas migraciones transportaron la Muerte Negra a Europa y po- cos seres humanos aleanzaban la proverbial edad de. setenta afios sin haber sufrido las enfermedades epidémicas. Sin em. bango, la estabilidad ecolégica si tendié a crear una especie rudimentaria de tolerancia recfproca entre et huésped humano ¥ sus pardsitos, La mayoria de los europeos, por ejemplo, sobre. vivia al sarampién ya la tuberculosis, y Ia mayaria de los africanos occidentales a la fiebre amarilla y Ia malaria, Las migraciones de los hombres con sus enfermedades son Ja causa principal de las epidemias, Y cuando estas migracio- nes tienen lugar, aquellas criaturas que han estado largo tiem. po aisladas son las que més sufren, puesto que su material genético esté menos acostumbrado a las diversas enfermedades del mundo. Entre las principales divisiones del homo sapiens, tal vez con excepeién del aborigen australiano, el indio ame. ricano fue quien tuvo, con toda probabilidad, el peligroso pri- legio de ser el que habfa estado més aislado del resto de la hrumanidad. Los historiadores de la medicina suponen que entre Jas enfermedades m&s mortiferas que existen son pocas las originarias de América.* Estos asesinos legaron al Nuevo Mundo con ios explora- dores y los conguistadores, Las enfermedades fatales en el Viejo Mundo mataban con més efectividad ain en el Nuevo y las que eran relativamente benignas alli, aqui se transformaron en mortales, Resulta apenas exagerado Io que afirmaba en 1699 tun misionero alemén, quien decia que “les indios mueren con tanta facilidad, que la simple visién y olor de un espaol es causa en ellos de entregar el alma a Dios” P.M. Ashbum, The Ranks of Death, A Medical History of the Conquest of America, passim: Henty M. Scott, A History of Tropical Maa, cine, 1:128, 288; Sherburne F. Cook, “The incidence asd Siguifcanee of Disease Among the Avtecs and Related Tribes", p. 31, 385: Jehan Vellang “Gansns bioldgicas de Ja desaparicin de lor indlos americasce’s py 97.99: Woodrow Borah, “America as Model: "The Demographic Tmpact of Earspess Expansion upon the Nos-Eitopean World”, p. 379-387, 8 Cltado en E, Wegner Stem y Allen Er Stearn, The Effect of Small fos on the Destiny of the Amenadian, i 2 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO El periodo més espectacular de mortalidad de los indios americanos ocurrié durante los primeros cien afios de contacto con los europeos y africanos, Casi todos los historiadores con- temporineos de los asentamientos més tempranos, desde Bar- tolomé de las Casas hasta William Bradford, de Ja plantacién de Plymouth, se asombraron de las rachas de epidemias que tenfan lugar entre las poblaciones nativas de América, En Mé xico y Peri, a donde llegaron europeos y africanos en mayor niimero —y por lo tanto, hubo més contacto con et Viejo Mundo— y en donde las crénicas de los sucesos se guardaron con més cuidado que en otras &reas de América, los registros muestran alrededor de catorce epidemias en el’ primer sitio mencionado y, mas 0 menos, diecsiete en el segundo, en el periodo que comprende de 1520 a 1600 Los anales de los comienzos det imperio espaficl estan Henos Ge quejas acerca del catastréfico decrecimiento de la poblacién nativa de América, A comienzos del siglo diecisiete, cuando An- tonio de Herrera escribié su voluminosa historia de este im perio, registré como una de las principales diferencias entre el Viejo Mundo y et Nuevo las escasas defensas de los natives dei timo con respecto a las enfermedades, especialmente la viruela, Las mujeres indigenas, escribié, sucumbfan de manera especialmente rapida, pero rara vez contagiaban a alguien de origen europeo. Los indios legaron a enfurecerse tanto por Ja invulnerabilidad de los espafioles a las enfermedades epi- démicas, que amasaban el pan de sus amos con sangre infec- tada y arrojaban cadveres en sus pozos —aunque con poco resultado.* Probablemente las victimas de las enfermedades fueron més cen las ticrras montafiosas densamente pobladas de Nueva Es- pafia y Peri pero, en proporcién con la _poblacién residente, Ta cantidad fue mayor en las calientes y hiimedas tierras bajas Para 1580 las enfermedades, con ayuda de la brutalidad espa- + Charles Gibson, The Asteer Under Spanieh Rule, p. 448-451; Henry F, Dobyns, “An. Outline of Andean’ Epidemie History to. 1720”, p. 296 © Antonio ce Herrera y Tordesiat, Historia general, 2:35: Chseles Gituon, Spain ie America, UINA142. CONQUISTADOR Y PESTILENGIA B fiola, habjan matado o expulsado a la mayorta de los habitan- tes de las Antillas, de Jas tierras bajas de Nueva Espafia, de Peri, y del litoral caribeiio: “el habitar estas costas ¢5... tan desgastamte y condenado, que de treinta partes de la gente que alli vive, veintinueve estan muy mal y sucede como con 1 resto de. 10s indios, que en poco tiempo decaen”.* ‘A menudo se ha sugerido que los altes rangos de morta- lidad que producian estas epidemias postcolombinas se debie ron al trato brutal que Jos europeos daban a los indios més que a la carencia de éstos de resistencia 2 Ins enfermedades importadas. Pero les primeros cronistas relataron que las epi demias que aparecieron en ciertas areas del Nuevo Mundo, in- mediatamente después det arribo de las gentes de Europa, fuc- ron las peores 0, por lo menos, de las peores; y la explotacion agin no habia tenido tiempo de destrozar la salud indigena. Tas crénicas mucstran que el contacto de varias geneva: ciones de indios con los europeos y africanos no condujo a la destruccién total de los primeros, sine solamente a una aguda dismainuci6n de su némero, seguida luego por un renovado ere- cimiento.’ Las relaciones entre estos fendmenos son demasiado complejas para que puedan ser explicadas por una sola teoria, Sin embargo, su seeuencia es perfectamente compatible con % Jouk de Acoste, The Natural and Moral History of the Indice, 1:160. Para raforencing expecificas acetea del despoblamiento, wase Antonio Viz ‘ques de Espincta, Compendinm ond Dererption of the West Indies, pray fos, 98, 102, 115, 271, 279, 384, 329, 685, 698, 994, 945, 1025, 1073, 1039, inet, 1102, 1147, 1168, 1217, 1332, 1342, }, 1643; 1052. 1665, 1252, 1654, 1894, 1945, 1992'y 2060. Puede hacerse una interesante comparacin enti la Awérica espaiila y Jas Filipinas espaflas, Los abo figenes de azbas suffiefon la explotacion, pero. huibe menos epicen tnuche menos despoblamiento en Ing Filipinss, El contacto entee estas ielas ya terra firme de Asia habia existide por muchas generaciones, y los fil pinos Babin adguiclo Tar iomunidades de Ia tierea Bre. Véase Je Phelan, Fhe Hisponization of the Philippines, p. 103-107; Emma H. Bla y James A. Roberton, ede, Philippine Islands, 12:311;'19:715 302309; Bor93945 94:207. © Sherburne F. Cook y Weodrow Borah, The Indian Population of Central Mesico, 1591-1610 Sherine F. Cook y Woodrow Boral, The Aboniat Population of Gettecl Meneo on the Eve of the Span enquest. em -HL-INTERCAMBIO TRANSOCEANICO fa que afirma que los indios tenian poca o ninguna resistencia hhacia muchas de las enfermedades traidas del Viejo Mundo, y fue asi como, al principio, murieron en grandes cantidades causa de ese contacto con los inmigrantes de Europa y Africa Guando perecieron los menos resistentes, la mezela de sangres entre los. sobrevivientes més fuertes y, en una cantidad no medida, con los inmigrantes, condujo at comienzo de Ja recu- peracién de la poblacién. Los registros de la historia médica de América durante el primer periodo postcolombino munca fueron guardadlos cuida- dosamente y desde entonces muchos s¢ han perdido; sin em- argo parecen mostrar una cantidad mayor de epidemins, ca~ racterizadas, asimisma, por un rango de mortalidad mayor incluso del que era tipico en Ja insalubre Europa de ese tiempo. La primera epidemia fue wna muy fuerte, que comenzé en 1519 en las Antillas Mayores y avanzé a través de México y América Central, legando —con toda probabilidad— hasta Perd. Caus6 “ciertamente la. pérdida més severa de poblacién aborigen ocurrida de una sola vea”, segin afirma un experto que ha examinado sut historia cuidadosamente.* Esta epidemia cs Ja mejor documentada de todas Jas primeras pues de Ins ‘otras no tenemos més que retazos de informacién. A pri de la década de 1550, Hans Staden, un cautivo de los tupi- namba de Brasil, se salvé —irénicamente— de la muerte gra- cias a lo que pudo haber sido una epidemia, al convencer al jefe local de que la enfermedad que habfa matado a tantos indios habia sido enviada por el Dios cristiano en castigo por sa inteneién de comérselo, En 1552 una enfermedad respira- toria eliminé a muchos natives de los alrededores de Pernam buco, En la misma década, la epidemia estallé entre los ham- breads franceses de Rio de Janeiro, se extendié hasta las misiones indigenas de las cercanias y maté a ochocientos indis En_ 1558 la pleuresfa y el flujo sanguinolento se esparcieron a Jo largo de la costa desde Rio a Espiritu Santo. En 1558 y 1560 ta viruela arribé al Rio de, ta Plata y acabé con millares © Dobyns, “Andean Epidemic History", p. SL CONQUISTADOR Y PESTILENOIA 45 de indies sin tocar a un solo espaol, La viruela Iegé a Brasil durante 1562 y 1563 y terminé con decenas de miles de Indios, dejando a los portugueses libres de todo dafio, En algu- nas aldeas no qued6 nadie sano, en condiciones de atender a los enfermes, “ni siquiera alguien que pudiera ir a la fuente a buscar una cubeta de agua”? Los ingleses fueron portadores de la_enfermedad tan cfi- cientes como Jos latinos. En 1585 sir Francis Drake dirigié una gran expedicién en contra de las pocesioncs espattolas de ultramar. Sus hombres enfermaron de una fiebre muy contagiosa —probablemente el tifus— en las Islas de Gabo Verde y Ia trae Jeron consigo al Caribe y la Florida, La enfermedad se des- arramé entre los indios de los alrededores de San Agustin y “la gente nativa... morfa muy répidamemte y decian entre ellos que era. ef dios inglés quien los hacia mori asi”. En 1587, los ingleses fundaron una colonia en la isla de Roanoke, unas millas al norte de San Agustin, Los coloniza- dores observaron que su Tlegada produjo de inmediato un efecto fatal para muchos indios de Florida; este diagnéstico fue si- milar, en términos de filosofia médica, al expresado por los mismos indios. Themas Hariot escribié que no hubo villa digena donde se hubiera mostrado hostilidad, abierta 0 en- cubierta, pero en los escasos «dias posteriores a nuestra partida de todos eos poblados, aquella gente empezé a morir muy répidamente; en algunas villas murievon alrededor de veinte indios, en otras renta, en otras sesenta, y en una inelnso més, lo que en verdad. era mucho en telacién su nimero... La enfermedad era también tan extraiia que ellos no sabian qué era ni cémo © Hlans Staden, The Tie History of His Captivity, tans, Malcolm Letts, p. 25-89; Alexander Marchant, From Barter to Slavery: The Ee homie Relations of she Portuguese and Tndiant in the Settlensent of Bras, 1500-1580, p. 116-127; Claude Lévi-Strauss, a World on the Wane, po 8 Juan Lépez de Velasco, Geogrefia » descripeiin universal de as Indi p. 992. 4 David B. Quinn, ed., The Roanoke Vayages, 1: i 46 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO ccurarla; segiin el relato de los més ancianos de la regiém nunca antes habia ocurrido, desde los tiempos que recordaban2* Los nativos de lo que hoy ¢s la costa atlintica de Canadé habian entrada en contacto con los europeos —pescadores y comerciantes en pieles— desde principios del siglo dieciséis, mu- cho antes que los ingleses intentaran la colonizacién en Roano- ke 0 citalquier owvo sitio de América, Entre tales tribus el des- poblamiento era ya evidente en la época del asentamiento francés. Las Relaciones jesuitas contienen un informe fechade 1616 del que ha sido extraido el siguiente parrafo, En él se sefiala que les indios estin asombrados y se quejan frecuentemente de que desde que se mezclan y tienen trafico con los franceses estén muriendo répidamente y In poblacién disminaye. Pues afirman que antes Ge esta acociacién e intercambio todos sus pafses cian muy populosos y cuentan cémo a medida que han comenzado a fraticar con nosotos, uns a una, Jas diferentes costas, se han vino mas y mis reducidas por la enfermedad."* Estos indios miraban con envidia ef sur, Nueva Inglaterra, donde las tibunos no disminuian, Ei tarno de les armouchiquots, ‘como 10s llamaban los indios canadienses, lleg6 el afio mismo ta esta erénica, En 1615 y 1617 una peste bosques, segrin palabras en que fue esc arrasé Nuova Inglaterra limpiando | dle Cotton Mather, “de esas perniciosas criaturas, para hacer espacio a una raza m a que foese Ta enferme- dad, Jos curopecs eran inmunes a alla. El pufiado de blancos que pass cl inviceno de 1616-1617 con los indios de Ja costa dle Maine “yacen en las cabinas junto con les moribundos, {pero} ninguno sintié ni una vez que Te doliera la cabeza si quiera, mientras permanecian alli”. La tribu massachusetts re- sulté exterminada casi por completo, despobléndose el rea de Ia Bahia de Plymouth justo en cl momento en que los pere- Toider: Citado en Allred G, Bailey, The Conflict of Furopean and Eastern Algonkian Cultures, 1504-1700: A Study ix Canadian Civilisation, y- 13. CONQUISTADOR ¥ PESTILENCIA 47 grinos decidfan venir a América, La misma epidemia barrié también los alrededores de a Bahia de Boston. Un curopeo que vivia en esa zona escribié en 1622 que los indios habian rmuerto en muchedumbres mientras yaclan en sus casas; y los wivos, gue podian valerse por sf mismos, habian huido eovriendo ¥ dejindolos moris, abandonando los eiqueletos por suelo, Sin sepultura... Ylos huesos y eréneos en lor distintos sitios de sus viviendas efan un especticulo tl, después de mi llegada 2 eaas regionce que, mientras viajaba por [a floesta cetea e Massachusetts me parecla haber encontrado un nuevo Géle gon No hay necesidad de continuar esta Kigubre enumeracién. Los relatos de todos los curopeos que tuvieron un contacto prolongado con los natives de América estén lenas de referen- cias acerea del devastador impacto de las enfermedades del Viejo Mundo, Los rusos, los diltimos en llegar, tuvieron la mis- ma experiencia que los espaitoles, portugueses, ingleses y fran- cceses; ¥ miles de aleuts, esquimales y Wingits fueron Hevados a Ja sepultura por las enfermedades que los promyshlenniki —tan sin intencién como Jos conquistadores-— txajeron consigo al ‘Nuevo Mundo.* mt iron comes La historia completa de las enfeimedades del Viejo Mundo y su efecto sobre los habitantes del Nuevo abarcaria muchos volimenes. Nos limitaremas a un estudio detallado de la pri- mera epidemia que se registré en América, cuya influencia en Ia historia de este continente es incuestionable y tan espectacu- lar como Jo fue la Muerte Negra en Ia historia del viejo con- tinente. Sabemas que las fiebres eruptivas —viruela, sarampién, tifus y otras similares— fueron de las primeras epidemias con mayor indice de mortalidad cn América. La primera que lleg6 44 Chasles Francis Adains, Three Episodes of Mavsachusetts History, 1b. ggg) Hebert Howe Bonet, History of Alase, 17501885, p50, 560. 48 BL INTERCAMDIO TRANSocEANICO ys segdin relataron los contempordneos, la mas mortifera, fue la viruela. Sin embargo, incluso hoy en dfa, la viruela es oca- sionalmente diagnosticada de manera errénea como influenza, neumonia, sarampi6n, escarlatina, sfiis, 0 viruela loca." Hace cuatrocientos aiios esos errores eran atin mis comunes y quic- nies hicieron las estimaciones sobre las que debemas basar nues- tos andlisis de la temprana historia de la viruela en Amética, no tenfan especial interés en los diagnésticas precisas, Aquellas primeros historiadores preferian alzar la vista al firmamento y comentar, como evidencia de la ira divina, las muchos pecados que habjan atrafdo a tales epidemias que describirlas con cferto dctalle. También debemos tener en cuenta que las condiciones que facilitaban la difusién de uma enfermedad generalmente fomentaban asimismo la de otras y que “muy rara vez hay una epidemia pura de una sola enfermedad”. Por ejemplo, ta neu- monia y la pleuresfa a menudo signen a In viruela, abatiendo a aquellos que esta tilima debilits.** Més arin: aunque la palabra espafiola vimela, que apa- rece una y otra vez.en las ernicas del siglo dieciséis, casi inva- riablemente 5 traducida al inglés como smallpox, especific mente significa no la enfermedad en si sino su sintoma més obvio, la apariencia granujienta y pustulosa, Por consiguiente, Ja generacién de tos conquistadores pudo haber usado el tée- mino virucla para referirse al sarampién, la viruela loca o el tifus. Debemos recordar también que la gente det siglo dicciséis no tenia una mentalidad estadistica, por lo que sus estimaciones sobre el mimero de muertos a causa de las enfermedades epi- démicas median més estrictamente sus emociones que las cifras de los que realmente muricron. Guando el cspafiol del siglo dieciséis sefialé y dijo viruela, lo que vio y queria decir fue, generalmente, smallpox, aunque ‘en algunas ocasiones fue perfectamente capaz de distinguir entre diferentes enfermedades: por ejemplo, Hlamé a Ia epidemia de 1 ©. W. Dixon, Smallpox, p. 68. 4% Franklin H. Top et al, Communicable and Infectious Diseases, p. 515; Hans Zines, Rats, Lice and History, p. 81-88, CONQUISTADOR ¥ PESTILENCIA 49 1531 en América Central sarampién —meastes Pocemos basarnos en la presuncién de que a viruela fue la enfermedad més importante entre las primeras de que se tiene registro en la historia de América. Bn las naciones industralizadas del siglo veinte Ja virucla ha sido controlada con tanta eficacia mediante la vacunacién y |a cuarentena que pocos norteamericanos o europeos la han visto siquiera. Pero es una antigua acompafiante de la huma- nidad y una de las enfermedades més comunes en Europa da- ante la mayor parte del tltimo milenio, Se creyé con razén durante mucho tiempo que era una de las més infecciosas, La virnela se contagia generalmente a través del aire, por medio de gotitas o particulas de polvo; el virus entra en el nuevo huésped por las vias respiratorias, Hay muchos casos de per- sonas que han contraido fa enfermedad al visitar un hospital, por el solo hecho de respirar el aire de una habitacién en la que habia alguien enfermo." Puesto que es muy contagiosa, antes del siglo diecistis gene- ralmente se crela que era un mal necesario de Ia nifiez, como hoy Jo es el sarampidn. A veces el tinico grupo grande que no se contagiaha era aquel que relativamente no habia estado ex- Paesto a cllaz Jos jévenes, Incluso entre los nifios espaitotes del siglo dieciséis la viruela era tan ‘comiin que Ruy Diaz de Isla, un médico escriter, relaté que una vez habia visto a un enfermo de veinte afios “y que nunca antes [a habia tenido”. Donde Ja viruela ha sido endémica, ha resultado un asesino Seguro, constante, responsable del 3 al 10 por ciento de tas mnertes, Donde azot6 a grupos aislados, el porcentaje fue terri ble, El anélisis de tas cifras de unos veinte estallides de viruela muestra que la mortalidad en una poblaci6n sin vacunar es de un 30 por ciento aproximadamente. Puede suponerse que en grupos que no han tenido ningtin contacto previo con la viruela, 3 Donald B, Cooper, Epidemic Disease in Mexico City, 1761-1618, p, 07-08: RaGl Porras Bavrenechea, ed, Certar del Peri 15241549, ps 22, 24, 38, 46. 38 Dison, Smallpox, p. 171, 29-901 % Ashburn, Ranks of Death, p, 66 50 EL INTEREAMBIO TRANSOCEANICO. &ta afectaré a casi la totalidad de sus individuos. En 1707, cvan- do aparecié por primera vez en Islandia, en el curso de dos aiios murieron 18 de los 50 mil habitantes.* ‘Los arawakos de las Antillas Mayores y Jas Bahamas fueron los primeros grupos del Nuevo Mundo que entraron en con- tacto con Jas razas blanca y negra y sus enfermedades. Ya desde el primer dia del desembarco, en 1492, Colén not6 que “son muy poco habiles con les brazos... (y) todes podian ser sojuzgados y obligndos a hacer lo que uno quiere”. Estos arawakos vivieron lo suficiente como para proveer a los espaiio- les de la primera generacién de esclavos en América y, 2 las enfermedades del Viejo Mundo, de su primera cabeza de playa en el Nuevo. Oviedo, uno de los tempranos historiadores de América, cstimaba que en Santo Domingo vivia un millén de indios quando arribaron los europeos a fundar su primera colonia permanente en el Nuevo Mundo. “De todos ellos”, excribié, “y de todos los que nacieron después, no es de ereer que alcan~ cen la cifra de 500, entre nifios y adultos, ahora, en este afio de 1548, que sean nativos, descendientes 0 del Tinaje de aque- los primeros”. No slo ls sitios historindores protestants de a exuela de Ia “Leyenda Negra” sino también los escritores espafioles de la €poca, como Oviedo y Bartolomé de Jas Casas, han acusado a Ja crueldad espafiola de la destruccién de los arawakos. No cabe duda que los primeros espafioles explotaron brutalmente a los indios, pero cbviamente no al punto de matarlos puesto que los primeras colonizadores tuvieron que batallar con una escasez crénica de mano de obra, y los necesitaban, La enfer- medad se presenta como una explicacién més légica para la cestinci6n de los arawakos porque tenian, como los otros indios, 2 Dixon, Smallpos, p. $25; John Duliy, Epidemics in Colonial America, 22; Stearn y Steain, Effect of Smallpox, p. 14 ‘Sarnue! Elfot Morton, ddbniral of the’ Ocean stopher Columbus, 1:304-305. % Gonzalo Feendadee Oviedo y Valdés, Historia ge les Indias, 2a, 1°66-67 A Life of Chris: ral y naturel de ConQUISTADOR ¥ PESTILENCIA 51 poca inmunidad a Jas enfermedades del Viejo Mundo. Puede admitirse que su resistencia fue a ta par debilitada por la explo- tacién espafiola, ‘Sin embargo ¢s interesante obscrvar que durante ct primer cuarto de siglo después del primer viaje de Colin no hay ‘exénicas sobre epidemias masivas de vituela entre los “indios de las Antillas. Las poblaciones decrecieron mucho debiclo, con toda probabilidad, al trabajo excesive, a otras enfermedades y a uma generalizada ausencia del deseo de vivir después de haber sido destrozada toda sw cultura por Ja invasién extran- jera."* Pero cémo explicar esta ausencia de Ta viruela siendo tos indios tan susceptibles y arribando constantemente a Santo Domingo barcos con curopeas y africanos del pestilente Viejo ‘Mundo? La respuesta reside en Ja naturaleza de Ja enfermedad. Es mortal, pero su desarrollo es muy répido en cada paciente. Después de un periodo de incubacién de alrededor de doce dias, el enfermo sufte de fiebre alta y vomitos, los que son seguidos, tres 0 cuatro dias después, por Ta caracteristica erup- cién, En los enfermos que no mueren, estas péstulas se seca en una semana o diez dias y forman costras que pronto se caen dejando las desfigurantes marcas que definen Ia. enfermedad, El proceso completo dura alrededor de un mes, después del cual el enferme mucre o queda inmunizado al menos por algu- nos afios. Tampoco existe un transmisor animal —como la pulga cen el caso del tifus y el masquito en cf de Ja malaria— de la viruela, la que se transmite de ser humano a ser humano, ni Jos enfermios son contagioses por larga tiempo como succde, por ejemplo, con a tifoidea y Ia sfilis, No cs wna simplificar cign el afisnar que, o alguien tiene viruela y puede contagiatla, © no Ia tiene y por consiguiente no puede transmitirla, Con excepcién de Jos nifios, Ia mayor parte de las eutropeos y sus exclaves ya hablan padecido Ja viruela y estaban inmu- rizados, al menos parcialmente, y durante las primeras déca- dias después del descubrimiento fue muy poca la poblacién % biden; Colecién de documentos inéditosrelativs of descubrimiento, conguista y colonizaciOu de las poteioner expafiolas en dmévice y Over 148s, 52 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO infantil que navegé hacia América, El viaje duraba varias se- manas, asi que incluso en el caso de que un inmigrante 0 un marinero contrajera la viruela el dia que se embarcaba, Jo ms probable era que muriera o st librara del virus antes de arribar a Santo Domingo. El calor hémedo y el fuerte sol, caracteristicos de un viaje por mares tropicales, eran particu- larmente mortiferos para el virus de la viruela, La carencia en el siglo dieciséis de medios répidos para cruzar el Atlintico demoré Ia entrega del peor obsequio que el Viejo Mundo le hizo al Nuevo. Este obsequio fue retrasado, pero nada més. Un viaje espe- cialmente velor, Ia presencia en una nave de varias personas no inmunizadas que podian transmitirse Ia enfermedad una 2 otra mientras Megaban a su destino, costras de viruela en las que el virus podia sobrevivir durante semanas, accidentalmente empacadas en un fardo de telas: cualquiera de estos medios pudo traer la enfermedad a la América espafiota* En diciembre de 1518 0 enero de 1519 aparecié entre los indios de Santo Domingo una enfermedad que fue identifi- cada como Ia viruela, traida de Castilla, segin Las Gasas, Ataeé a pocos espaitoles, ninguno de los cuales murié, pero ceausé estragos entre los indios. Segtin informaron los espafioles, exterminé entre un tercio y la mitad de la poblaciéa indigena. Las Casas, quien nunca fue amigo de disimulos, aseveré. que ia epidemia no dejé més de un millar de indios con vida “de la enorme canticad de gente que habia en esta isla y que hemos visto com nuestros propios ojos”. ‘Sin Iugar a dudas, estas estadisticas deben ser cuestionadas, pero no estin demasiado alejadaa de los rangoe de mortalidad que produjeron otras epidemias de viruela y coinciden con el #48, P. Bedson ef al, Virue and Ricketts! Diseases, p. 151-192, Dixon, Sinalipos, De 174 189, 206-297, 204, 359; Jacques M. May, ed, Siadies in Direase Ecotogy, p. 1, 8 2 Coleccibn de documentor iaédites, 1:967, 969370, 429; Coleecn de varios documentos fara la hitoria de la Florida y sieras adyacentes, 144% tray Bartolomé de Las Cass, Obras excogidas de Bartolomé de Las ness, 25184. ‘CONQUISTADOR Y PESTRENCIA 33 juicio de C. W. Dixon, quien afizma que las poblaciones que no han sido tocadas por Ta viruela durante generaciones tien- den a resist In enfermedad con un éxito menor que aquellas que han tenido, por lo menos, un contacto ocasional con la misma. Mas atin, la epidemia de Santo Domingo no fue una atipica epidemia pura. Segin parece, fue acompafiada de mo- lestias respiratorias (romadizo), es posible que del sarampién, ast como de otros asesinos de indios, Probablemente el hambre también cobré su parte debido a la falta de gente en condi- ciones de trabajar el campo. Aunque ningén epidemidlogo o demégrafo del siglo veinte consideraria estas estadtsticas del dieciséis completamente satisfactorias, con mucha probabilidad son crudamente exactas. En cuesti6n de dfas, después de aparecer la viruela en Santo Domingo, ésta surgié en Puerto Rico. No mucho después los arawakes perecian de una muerte espantosa y poco comin a lo Jargo y ancho de las Antillas Mayores:" En ese momento, ya aplastados por un cuarto de siglo de explotacién, Mevaron a cabo su iiltima tarea sobre Ja tierra: actuar como una reserva de pestilencia en ef Nuevo Mundo, misma de la que los con- quistadores tomaban invisibles aliados biolégicos para su asalto al continente. Segiin parece, la viruela viaj6 muy ripido de las Antillas a Yucatén, Bl obispo Diego de Landa, el principal informante espafiol sobre Ia gente de Yneatén del siglo diecishis, relaté gue una ver, al finatizar 1a segunda década de la centuria, “ios diezmé una pestilencia, caracterizada por grandes pristulas que pudrfan sus euerpes con una gran hediondez, de modo tal que los miembros se les cafan en pedazos en cuatro o cinco dias”. El Libro de Chilam Balam de Chumayel, escrito en lengua maya con alfabeto europeo después del asentamiento espafiol en Yucatén, también registra que en la segunda déca- % Coles de documentos iditor, 1:68, 387-00, 420429; Dison Smalipor, p. 317-318, 32: jet ise 27 Pub Aleaee Rabiano, Pedavar Dds, p. 606; Cole ries docimsentor para la histo deta Ponda, 1:85, én de ae 34 BL INTEROAMBI0 TRANSOCEANICO da “foe cuando ocurrié la erupcién de péistulas. Era la vie mucla”. Se ha especulado acerca de si la enfermedad Megé con Jos espafioles que naufragaron en la costa, de Yucatan en 1511 ‘© con Jos soldados y marineros de la expedicién de Herndindez de Cérdoba que navegaron a lo largo de la costa yucateca en 1517. Ambas explicaciones parecen poco probables, pues la virueta no aparecié en las Antillas Mayores —la fuente més verosimil de cualquier epidemia en el continente— sino hasta fines de 1518 0 prineipios de 1519, De todas formas, existen cevidlencias de que Ia epidemia de Santo Domingo se habria desparramado por el continente antes de la invasién de Cortés a México. Por lo tanto, la. violenta epidemia que alli se desaté fen ese momento puede haber provenido de dos vias —desde Yucatin por ei norte y el oeste, y directamente desde Cuba al centro de México, trafda por las tropas de Cortés. ‘No es necesario relatar nuevamente el melodrama de Cortés y la conquista de México, Después de ocupar Tenochtitlan y derrotar al cjército de sw rival, Narvaez, Cortés y sus tropas tuvieron que abrirse camino fuera de Ja ciudad y hacia el re- fugio de Tlaxcala, Inchando, Ya mientras los expafioles estaban en retirada aparceié un aliado més formidable que los daxcal- tecas. Afios més tarde, Francisco de Aguilar, antiguo seguidor de Cortés convertido luego en fraile dominico, contaba asi la tecrible retirada de Ja Noche triste: “Cuando los cristianos estaban exhaustos por Ja batalla, Dios considers adecuado en- viar la viruela a los indias y hubo wha gran pestilencia en la ciudad..." Gon los hombres de Narvéer habla venido un negro enfer- mode virucla “y él contagié al caserio de Gempoala donde cstuvieron acuartelades; y se extendi6 de un indio a otro, y cilos, al ser tan numerosos y comer y dormir juntos, contagia- 2 Diego de Landa, Landa’: Relacién de ler Const de Yucotdn, rans Allred M. Tozer, p. 42; Book of Ghilem Belam, p. 128. 3 Patricia de Fuentes, ed. and wana, The Conquistadors. Firt-Person “Accounts of the Congucst of Mesieo, p. 189, Acerca del argumeato de que fe eararapiGn y no vinuela, vaare Horacio Figueroa Marroquin, Fufermeda des de ler conqusiiadores, p. 48-67. CONQUISTADOR Y PESTILENCIA 8 roa répidamente a todo el pais”. Antes, los mexicanos nunca habian visto la viruela y ni siquiera tenfan los escasos conoci- ‘mientos de fos curopeos para combatitla, Beal Diaz del Gas: tillo, el antiguo soldado cronista, am6 al negeo “dosis de ‘medicamento muy negro [para México] porque por su causa todo el pais fue azotado con gran cantidad de muertes”.” Posiblemente estaban actuando juntas varias enfermedades. Poco después de la retirada de Tenochtitlan, Bernal Diaz, in- mune a la virucla como la mayoria de los espafioles, “estuvo muy enfermo, con fiebre y vomitando sangre”. Las fuentes stecas mencionan Ia dolorasa tos que padecian Ios enfermos de viruela, lo que hace pensar en una complicacién respira- toria como neumonia o en una infeccién de estreptococes, ambas frecuentes entre las victimas de Ia primera. En los afios de 1520 y 1521 muchos cakchiqueles, en Guatemala, fueron derribades por una devastadora epidemia cuyo sintoma més evidente eran unas espantosas hemorragias nasales, Fuera Ia aque fuese, esta enfermedad pudo haberse presentado junto con Ta viruela en el centro de México. Los triunfantes aztecas no supusicron que los espafioles re- tornarfan después de su expulsion de Tenochtitlan, Sin émbar- 0, los sesenta dias que duré la epidemia en la ciudad dieron a Cortés ¥ a sus tropas un respiré imprescindible para reorga- nizarse y preparar un contraataque. Cuando la enfermedad amain6 comenzés el asedio de Ia capital azteca. Si la epidemia % Bernal Diat del Castillo, The Bernal Diez Chronicles: The tory of the Conquest of Mexice, rans. Albert Hell, p. 250; Diego Dh The Aatecit The History of the Indies in New Spain, trans. Dove Heyden i Fernando Horcasias, pe 99%; Franch Line se Gtuvana, Govier he Life ofthe Conqueror ty His Secretary. tans. Lesley Byrd Sinpson, 204 205; Toribio Motein(a, Motelinte': History of the Indians of Netw Spoin, tans. Elizatcth A. Foster p. 38; Bernarding de SahagGn, Florentine Coder Ganerat History of the Things of New Spain, trans. Arthur J. O. Anderson and Charles E, Dibble, 9:4. 1H Anales de Tlatelolco. Unos anates hstdrieas de ta nacién mesicane y Chdice de Tlatelovo, p. 68; The Annals of the Cakehiquels and Title Of the Lords of Totonicepen, trans, Adrian Recinss, Dionizeio Joré Chonay ‘and Delia. Goeta, p. 118-1163 Bedion, Virus, p. 153; Diaz del Cas Gironieles, p, 289s Miguel Legn-Portlla, ed, Phe Broken Sports The Aztec Account of the Congrest of Mexies, p- 132; Top, Diseases, p. 313. 56 BL INTERCAMBIO TRANsocEANICO no hubiera existido, los aztecas, con su potencial guerrero in- facto y sus combatientes inflamados por la victoria, podrian haber derrotado a los espaiioles, y Ia vida de Cortés habria acabado bajo la hoja de obsidiana del cuchillo de un sa dote de Huitzilopochtli, Bs evidente que Ia epidemin debilité Ja resistencia de Tenochtitlan. Tal como ocurrid, el ascdio con. finué durante setenta y cinco dias, hasta que los muertos en combate, de hambruna y de enfermedad —probablemente de viruela— Tlegaron a sumar muchos miles, Cuando la ciudad cayé, “las calles, plazas, cass y patios estaban repletos de cuerpes, de modo tal que era casi imposible pasur. Cortés mismo se enfermé del hedor que legaba a sus narices”, Una temprana epidemia golpes también al Peri y a las tierras altas de los Andes; si la misma fue de viruela es muy probable que haya Uegado a través del istmo de Panamé, tal come lo hizo Francisco Pizarro, La documentacién que existe acerca de la historia de Panama durante los. primeros aiios después de Ia conquista no ¢s tan amplia como Ia de México 6 las regiones incas, porque en el istmo habia menos riquezas y carecia de una poblacién indigena civilizada que pudiera apren- der cl alfabeto de los frailes y escribir su propia historia. Pero si sabemos que entre Jos indios de América Central, en las pri- ‘meras décadas del siglo dieciséis, se produjo la misma apabus ante mortalidad que habia tenido lugar en México y en las Antillas. La historia médica registrada del istmo coment en 1514 con la muerte, en un mes, de setecientos pobladores de Darién, vietimas del hambre y de una enfermedad no iden- tificada, Oviedo, que estuvo en Panamé en la época de mayor martalidad, estimé que entre 1514 y 1530 mnrieron més de dos millones de indios, y Antonio de Herrera nos cuenta que cen ese siglo, y exclusivamente en las poblaciones de Panamé, murieron de enfermedad cuarenta mil almas, en un periodo de veintiocho afios. Otros cronistas escribieron acerca del des. poblamiento de “‘cuatrocientas leguas" de tierra que hablan 2 Hernando Cortés, Fibs Letters, tans, J. Bayard Mori, p. 2265 Dian det Caxttl, Chronicles, . 405-406; Lépex de GSmara, Cortes, p. 205, 203; Leéu-Portilla, Broken Spears, p. 92; SahagGn, Florentine Codes, T3:81, CoNgUISTADOR Y PESTIENCIA 87 “hormigueado” de gente cuando legaron por primera vex los espaiioles."* Qué aniquilé a los indios alli? Los contempordneos y mu- hos hhistoriadores adjudican el exterminio a las matances que levé a cabo Pedrarias Davila, quien ejecuté a Balboa y go- bern6 Jos primeros ascntamnientos espafioles en América Cen tral con mano tan dura que fue odindo por todos los princi- pales cronistas de a época, Sin embargo, puede argumentarse con razén que Davila no fue un carnicero de indios peor que Pizarro, puesto que la mortalidad entre los indios det istmo durante los afios de su poderio es semejante, en lo elevado de las cifras, a Ja ocurrida donde quiera que los. espafioles Megaron.** En 1527, cuando se levé a cabo una investigacién en contra de Pedrarias, sus defensores sostuvieron que el ma- yor asesino de indios habia sido una. epidemia de viruela, Este testimonio es dificilide refutar, pues otto documento de 1527 hace mencién a la necesidad de importar esclavas aborigencs a la ciudad de Panam, a Nata y al Puerto de Honduras, porque Ja viruela habia arrasado con todos los indics de esas regiones** Los espaiioles nunca pudicron hacer mucho por mejorar Ja salud publica en Panamé. En 1660, los gobernantes de la ciudad registraron como asesinos residentes y molestos a la vi- tuela, el sarampién, Ja neumonfa, los abscesos supurantes, el tifus, las fiebres, Ia diarrea, el eatarro, los furdinculos y la urti- caria de todo ello acusaban a’ la importacién de vino pemtano! * Sin embargo, de todas los asesinos que operaron 8 Colecién de documentos inéditos, 37:200; Oviedo, Historia gene ral, 20, ed, 3:953, Para coroboracion, véase ML. M. Alba'C., Ztnotogir y foblacion histériea, passin, Porras Barveneches, Cortes del Perks pe 24, Lapes de Velasco, Gengrafia, p. Bil; Relaciones hidaricas geograficas deldmérica Central, p. 226.2% Se Hercera, Historie general, 5:330; Relaciones histércas y geogréfic 2s, p, 20. 5 Sivares, Pedravias Dévite,p. 608, 619, 621, 623; Coleecién de docu rmentes para le historia de Costa Rica, 4: 8 Pascual de Andagoya, Narrative of the Proceedings of Pedraies Dévilo, rans, Clements RK Markham, p. 6; Coleccién de documentos fulde 38 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO en Panamé, al principio, la viruela, sin lugar a dudas, fue I que caus6 més mortalidad. Sin intentamos describir cémo llegaron por vez. primera las enfermedades del Viejo Mundo a las Areas surefias de Panarné, hhabremos de conformarnos con la ambigtiedad, los errores 7 cl simple trabajo de adivinacién, puesto que las fiebres erupti- vas que operaban ya desde bases continentales aventajaron a los espafioles, apresurdndose en direccién sur, desde el istme hhacia el imperio inca, antes de Ja invasién de’ Pizarro, Mucho antes que ésta ocurriera, el inca Huayna Capac ya habia sido advertido de que los espafioles —‘‘animales marino monstruo- s0s, hombres barbados que viajaban sobre el mar en grandes casas”— avanzaban por Ia costa desde Panami. La facilidad de contagio de la viruela y de otras fiebres eruptivas era (al, que cualquier indio que hubiera tenido noticias de Jos espa- fioles podria también haber recibido ta infeccién. Los indios, bioldgicamente. indefenses, se convirticron en portadores mucho més eficientes que los espafioles.* Lo que afirmamos acerea de la primera epidemia postcolom. bina proviene por completa de Ia tradicién oral pues los incas no tenian sistema de escritura. ‘Tal es la raz6n por la que depen- demos de informes secundaries, hechos por espaficles y por Indios nacidas después de la conquista, basados en la memoria tos, 17:219-2025 Hercera, Historia general, 4:217; Scot, Tropical Medicine, Wri92, 26 = Garcia de la Vege, Fit Part of the Royal Commontorcs of the Yeas, trans. Clesnents Re Markham, 2:456-857; Femando. Montesinos, Memoviae antiguas. Hitorialee del Peri, tans. Plilip A. Means, p- 126} Pedro Sarmientn de Gatuboa, History of the Znew, a ous Fe ‘Markham, ps 19%, Se ha sugerido qve el origen de la gran enidemia en ccuesign eetuva en dot hombres, Alonso de Molina y Ginds, deiadoe atras por Pizarro en Tumber durante el viaje de reconocimnienta de 1527. Pedro de Giera ce Leta, The Tneas of Pedvo Cieua de Leén, ed. Vietor W. von Haurict de Onis, n. 51. Haya sido la epidemia de viruela mpibo, esta explicaciOn ct inveroaimil, pooque estar enfermedader ton de conta duraciin y no tienen ua estado de portacién. La expediciGn ve_etos hombres eran roiembras no habia tenido contacto con ¢! pestlente Panainé desde slgin tiempo antes de Tetornar allt Getde Tubes ‘Si ambos hombres contrajeron Ia virwela o el sarampin, tat enfermedad ya debja. haber existdo entre los indo. CONQUISTADOR Y PESMILENCIA 99 de los nativos y puestos por escrito afias, incluso décadas, des- pués de Ia epidemia de Ia década de 1520. Los pocos repor- {es con que contamos de la gran epidemia estén asociados con la muerte de Huayna Capac, quien pas6 los tltimos afios de su vida en campaiias contra ios habitantes de lo que hoy es el norte de Peri y Ecuador, Fue alli, en la provincia de Quito, donde el inca recibié por primera vez noticias de una epidenia que recorria su imperio y alli también donde é mismo enfermé. Huayna Capac y sus capitanes murieron con asombrosa rapidea, con “‘sus rostros cubiertos de costras”. @De qué marieron el inca y sus capitanes? Garcilaso de la ‘Vega, casi siempre una de nuestras fuentes més confiables, describe Ia muerte de Huayna Capac como consecuencia de “unos temblores, unos escalofrios.. que los indios Mamaban chuceku, y una fiebre que denominaban rupu....” Cuatrocien- tos aiios ris tarde nos atrevemos @ afirmar, sin temor a equi- vocarnos, que la enfermedad no era originaria de América. La mayor parte de los registros Ja Haman viruela, 0 sugiere que era viruela o sarampién. La primera parece la opeién més probable, porque la epidemia se desaté en ese periodo fen que les espafioles, que avanzaban desde lugares donde esa cafermedad estaba matando a mulkitudes, navegaron por p: mera vez. costeando las tierras de los incas:* 85 Felipe Guamén Poms Ayala, Nueva corénica y buen govierme, p. 85 £86; Cieza de LeGa, Ineat,p- 52, 258; Wernabé Cobo, Obras, 2:93; Garcilaso fe ta Vess, Royal Commenterir, 2:461; Martin de Murda, Hutoria Ge- heal del Per. Origen y Devcendencia de lor Treas, 1: 108-104; Clemente R. Markham, ed, and tans. Narratives of the Rites ond Lans of the Incas py U0; Pedro. Pinaero, Relation of the Discovery and Conquest of the Kingdoms of Peru, tass. Philip A. Means, 1:196-198; Sarmiento de Garnboa, tory of the near, pe 487-168; Miguel Cabello Valboa, Mireeénea anta tice, ava historia del Peri antigus, p. 998-304; Marcos Jiméner de fa Espada, ed., Relaciones geogrifcas de Tndias-Perd, 2:267, ‘ Ewisia Ja viruela en las tierras ineas antes de 1520? Fernando Mor- tesinos, al esrb on el siglo diecisiete, aseveré que Capac Tit Yupanqu, tun pecwano precolombine, mors de virwela durante una epidemia general {de ea enfermedad. También alguncs ejemplaces de Ta famosa. alfaeria hacuratista mochica musstran indies con péstulas y marcas que tienen una ‘stan sensjanea con far Ge la viuela. Pero Mantesinos es considerado como tho de los istorladaes metas eonfiables de for tiempor incaicos, ¥ exten tras varias enfermedades rativas, tales como las teribles vermugns, que

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