Professional Documents
Culture Documents
Los Montojo de Cedeira - Rafael Usero González
Los Montojo de Cedeira - Rafael Usero González
A modo de preámbulo
Era anual, por el mes de agosto, y duraba varios días. Puede que este
dato nos ayude a comprender cómo un hacendado ferrolano trabó cono-
cimiento con aquellos Montojo que vivían en la jurisdicción de Cedeira.
Sabemos que él era mercader, y acaso acudiría con frecuencia a la feria de
San Andrés. Tal vez haría escala en Montoxo Vello, donde hallaría buen
recibimiento. Lo que vendría después ya fueron tratos conducentes a ma-
trimonio, y hubo de ser ésta la manera en que Juan de Montojo cedería en
casamiento a su hija Elvira, deposada, por ende, con el ferrolano Alonso
de San Martiño. Es de este modo cómo Elvira Pérez de Montojo abandonó
lo alto de las verdes campiñas cedeiresas, para una nueva vida como cón-
yuge del mercader, viviendo ahora en Ferrol (villa en otro tiempo, ciudad
en el día de hoy), y lo dicho ocurría en la primera mitad del siglo XVI.
He detallado estas mezcolanzas de realidades con hipótesis llevado
por el ánimo de dejar sentado que los Montojo ferrolanos traen su ori-
gen en esa mujer. Acontecimientos posteriores a la vida de Elvira Pérez
de Montojo se obstinaron en reflotar el apellido, cuando parecía que de
un momento a otro debía ceder en primer puesto a otros nombres de la
familia que, por ley o por tradición, debían pasar adelante. En tal caso te-
nemos a los Montojo que, desde mediados del siglo XVIII, hallaron honra
y merecido provecho en los caminos del mar.
Estudios Mindonienses, Volumen 31 (enero-diciembre 2015), págs. 463-556 issn: 213-4357
los montojo: una estirpe famosa de origen netamente cedeirés 467
Siglas utilizadas:
1 Fray José Crespo Pozo compendia noticias tales en el tomo III de “Blasones y
linajes de Galicia”, cuando se ocupa del apellido Montojo; pp. 324-325 (Reimpresión en
Coruña, 1997). La primera edición de esta obra –sin embargo admirable, por otra parte–
databa de 1965.
2 Fernández Fernández, José María, “Guía del Archivo Diocesano de Mondo-
ñedo”. Diputación Provincial de Lugo, 2005.
“como patrón verdadero que soy en una cuarta parte enteramente del
beneficio de San Giao de Montojo, sitio en la diócesis de Mondoñedo,
por fundación e dotación de mis antepasados, que fundaron e dotaron
dha iglesia”4.
3 A.H.D.M. Presentación del curato de San Xiao de Montoxo. Vacante de 1555; fol.
1687 y ss.
4 A.H.D.M. Documentación citada en la nota 3: hoja suelta al reverso del fol. 1130.
Pía cuchipanda
Hay más. Puesto que Montoxo estaba de patrón cada 7 de enero, festi-
vidad de San Julián, el cura de la parroquia, “por antíquisima costumbre”7,
al llegar ese día aguardaba con mesa puesta a un grupo de convidados
que sin duda no faltarían a la cita. Eran justamente ciertos cabezas de
familia a quienes, bien por herencia, bien por matrimonio, tocaba el de-
“se recelaba que, por cuanto la dha. escriptura había mucho tiempo
que fuera fecha, e se remataría de manera que no se podese ler; e que
también se le podría perder en fuego, en agua o en otra manera alguna,
de manera qu-él no podía ser socorrido ni aprovechado de dha. escrip-
tura, seyendo ella muy provechosa para él e su posesión qu-está de no
pagar ni contribuir, salvo lo que pagan los hijosdalgo15, por eso qu-él
pedía e requería, de parte del derecho, a dho. señor alcalde”, “le man-
dase dar e sacar, de la dha. escriptura, un treslado, e ge lo désemos [los
notarios] autorizado e signado”.
15 En relación con lo que en Cedeira se debía pagar al conde de Lemos, como
señor jurisdiccional, un testimonio datado en 1605 afirma: “… son suias las alcabalas, y
demás dellas, le pagan de tallas los vecinos de la dha. villa y su jurdición, que son trece
felegresías sin la villa, diez y nueve mil seiscientos y sesenta maravedía, que pagan los
hombres llanos por cada mes de febrero de cada un año; y esto no crecen ni menguan”.
“Y pagan ansi mesmo las haciendas de los hidalgos que hay en la dha. villa y su juris-
dicción, por razón de talla, veinte maravedís cada hacienda. Y estos los lleva el alcalde,
porque cobra la de los labradores y acude con ella al mayordomo de dho. conde”.
(A.R.G. Pleitos de la Real Audiencia. Legajo 20.357, nº 7).
“que por cuanto él, seyendo home fidalgo notorio, agora le deman-
daban qu- él pague los reales de la contribución segunda de la Her-
mandad que se agora aquí sacaban; e por cuanto los ditos reales ni
otros maravedís semellantes de ningún pedido ni repartimiento real,
él no debía ni había de pagar de derecho, por cuanto por tal se había
fidalgo notorio, aquellos dond-él venía e descendía nunca los pagaran
ni contribuyeran, según que entendía de probar; por ende que pedía e
requería a o dito señor merino que, usando de su oficio, quixese de le
rescibir los testigos de proba”.
16 En el “Apeo de Cedeira” de 1549 (A.C.M), tocante a los bienes del monasterio
de Pedroso, se hace referencia a “las casas que quedaron de Fernando d-Andrade y de
doña Inés, su mujer”, sitas en la villa. Posiblemente Fernando de Andrade era ya vecino
de Cedeira en 1483, cuando, hallándose en el monasterio de Oseira, le fue otorgado el
foro del casal de Fragoso, “su signo de Santalla de Cervo”, “por todos los días de vosa vida
e máis non” (A.P.D. Oseira. Libro 538, fol. 85).
17 García Oro, “Galicia en los siglos XIV y XV”, Tomo I, p. 367. MCMLXXVII.
18 Ibidem, pp. 331-340.
Antes dije que el acto debió de ser multitudinario; añado aquí la so-
lemnidad que sin duda revistió. Una cruz que inspirara suficiente respeto
a los testigos, se conoce que no la tenían a mano; y puesto que las decla-
raciones iban a prestarse bajo palabra comprometida por juramento, una
espada hizo el oficio de la cruz de Cristo. Una espada, sí; que al igual que
la de Excalibur del rey Arturo, o la Tizona del Campeador, esta espada
cedeiresa merecía haber tenido nombre propio.
A los cuatro declarantes –Pita, Piñeiro, Cheda y Montojo–
“o dito señor merino dio juramento en una cruz de una espada, que-
eles e cada un deles tangeron con su mao dereita, decéndolles e
esconjurándoos a Deus e ás palabras dos Santos Evangeos, onde quer
que eran escriptas, qu-eles e cada un deles derían la verdad do que
soubesen e fosen preguntado por los interrogatorios que lles desen; e
que por amigo nin por enmigo, nin dádiva nin promesa, nin por outra
razón alguna, non dirían ni declararían salva a verdade. E eles, todos e
cada un, diso: “Si, juro”, E o dito señor merino les dijo que sí; e que si
a verdad jurasen e declarasen, que Deus todopoderoso les ayudase, en
este mundo ao corpo; e no outro, ás almas, donde más abonde durar.
E se lo contrario delo ficesen, que Noso Señor los confundese e des-
truyese, en este mundo a os corpos, e no outro ás almas con Judas eno
inferno, como aqueles que se[m]pre juran eno nome de Deus a saben-
das. E eles todos cuatro, e cada un deles, diso: “Amén”.
21 A saber: “P. Eanes, juiz de Cedeira”, “Ioam Froaz, qui entum era alcayde”, “Iohan
Gundisalviz, merino de don Roy García; Meen Froaz, vigaro de ricome; Pedro Meendez
de Pineiro, cavaleiro; Fernan Martinz, clerigo de sancta Ollala Cervo; seu yrmao Pedro
Martinz, Pedro de Deus de Cedeyra”.
(A.H.N. Clero. Osera. Carpeta 1530, nº 8). Publicado por Romaní, Miguel, “Tumbos
del monasterio de Santa María de Oseira”, tomo 1º, p. 844. Santiago, 1989.
A la vista de la reproducción fotográfica del original, me he permitido corregir algún
error menudo de la transcripción publicada.
E igual sucede con los Capelo. El profesor don Carlos Breixo, no obstan-
te, me aporta que un Alonso Yanes Capelo, a principio del siglo XVI, era
uno de los regidores de Santa Marta de Ortigueira. Y esa función, según
el mentado profesor, quedaba ordinariamente reservada para miembros
de la hidalguía local.
Gil Pérez de Lago, famoso adalid del siglo Xiv, antepasado de los Montojo
Decíamos más arriba que los dos convecinos del Bartolomé sabían
muy bien que éste, por su abuelo paterno, venía del linaje de Gil Pérez de
Lago: un personaje de quien sabemos cosas; no muchas, en verdad, pero
suficientes para trazar adecuado perfil. Por lo de pronto hay que decir
que su vida se encuadra en la primera mitad del siglo XIV. Gil Pérez de
Lago fue hombre de armas y como tal figura en el séquito de don Pedro
Fernández de Castro, llamado “el de la Guerra”, poderoso magnate que,
del rey Alfonxo XI de Castilla, recibía la mayor estimación y confianza.
A raíz de la fundación de la orden de la Banda, entre otros altos
personajes que fueron armados caballeros de la misma, por mano del
propio monarca, estaba don Pedro Fernández de Castro. Y don Pedro, a
su vez, armó caballeros de la Banda a catorce hidalgos de su mesnada,
uno de ellos Gil Pérez de Lago. Esto sucedía en el burgalés monasterio de
Las Huelgas, año 1330, poco después de haber tenido lugar allí mismo la
fastuosa coronación de Alfonso XI23.
Puesto siempre bajo las alas de don Pedro Fernández de Castro, el
caballero Gil Pérez de Lago hubo de asistir, no únicamente a brillantes
ceremonias cortesanas, sino también a memorables episodios guerreros.
Y ninguno lo fue tanto como la batalla del Salado, ferozmente grandio-
sa y, para las armas cristianas, felizmente triunfal. Se enfrentaron moros
y cristianos junto al río Salado, que corre cerca de lo más sureño de la
península Ibérica y tuvo lugar la contienda el 30 de octubre de 1340. Di-
cen las crónicas que los cristianos eran unos 80.000, entre portugueses y
castellanos, con sus respectivos monarcas al frente, que los dos se llama-
ban Alfonso y eran suegro y yerno: Alfonso IV de Portugal y Alfonso el
Onceno de Castilla.
No está de más aclarar que “el gran poderoso Abofasen” del que ha-
bla el documento, es en realidad Abul Hassan Alí, perteneciente a la
dinastía de los Beni-Merines, de Marruecos, donde la capital era Fez. El
“Tremes”, qué también se cita, es el actual Tlemcen, ciudad argelina que
en su momento dio nombre a todo un pequeño reino, cuyo territorio, sin
embargo, en tiempos de la batalla del Salado, pertenecía a Marruecos. En
esos mismos tiempos, el emir de Granda respondía al nombre de Yussuf-
24 De tan expresivo modo lo recoge el historiador Antonio de Cárcer, que también
relata otros pormenores de la famosa batalla. (Antonio de Cárcer de Montalbán: “Historia
general de España y de las naciones americanas que fueron españolas”. Tomo III, p. 367.
Barcelona, s/f. Parece de los inicios del siglo XX).
25 Enrique Cal Pardo: Obra citada en la nota 6, p. 263.
Abul. Hay que ver hasta qué punto se transmutaban estos nombres en los
documentos cristianos.
De todos ellos, el que nos habla de la participación de Gil Pérez en
la batalla del Salado, cita con mérito igual a Fernán Pérez de Lago. Y en
la victoria consecuente, según el mismo documento refiere, hubieron su
parte los canónigos del monasterio de Pedroso, que, a fuerza de oracio-
nes, propiciaron la mano del Altísimo. De este modo los habitantes del
coto pedrosano fueron eximidos de tener que pagar impuestos reales, de
carácter personal o por transporte de mercancías (“monedas por cabecas
nin otros pechos asy que portadgos”)26. No es de extrañar que las gentes
del coto habrían de sentirse agradecidísimas al rey Alfonso XI, a estos ca-
balleros y al propio monasterio.
Después de pasado cerca de siglo y medio, el recuerdo de Gil Pérez
de Lago gravitaba no sólo en el coto de Pedroso, pues también se exten-
día por las comarcas circunvecinas. Todo nos hacer ver que en los años
ochenta del siglo XV, con simplemente citar a Gil Pérez de Lago, no se
precisaban mayores puntualizaciones, a pesar del tiempo transcurrido. Era
un nombre glorioso, por mucho que todavía más tarde el cronista Vasco
de Aponte nos haga saber que el personaje en cuestión, por haber dado
muerte a su propia esposa,
Un hombre atavado
26 Ibidem.
27 Vasco de Aponte, “Recuento de las Casas Antiguas del reino de Galicia”.
Edición a cargo de Manuel C. Díaz y Díaz, José García Oro, Daria Vilariño Pintos, María
Virtudes Pardo Gómez, Araceli García Piñeiro y Mª Pilar Oro Trigo, p. 118. Santiago, 1986.
28 Ibidem, p. 117.
“nunca vira ni oyera decir que o dito Fernando do Campo, ni este dito
Bartolomeu, seu fillo, en ningún tempo nen en ninguna manera conti-
buyeron sen pedido ni peñora29, ni otro pecho ningún real30 que viese a
aterra, en que fidalgos non houbesen de pagar”.
“diso qu-el nunca viera ni oyera decer que o dito Juan Fernández, nin
o dito Fernán do Campo, seu fillo, nin o dito Vertolameu, seu neto,
nunca pagasen ni contribuyesen ni fosen repartidos en ningún pedido
ni moeda nin outro peito real que soubiese, ni en esta contribución
nin en outra de Santa Hermandade, como outro cualquiera de los otros
seus vecinos lo pagaban”.
29 Peñora: “Lo que se da o deja en prenda” (Dic. De la R.A.E) Es palabra caída en
desuso.
30 “Pecho real” es el tributo que se pagaba al rey. La palabra pecho en este caso,
procede del latín pactum=pacto. Los obligados a pagar los pechos eran los pecheros.
“diso que nunca vera nin oera dicer que o dito Joán Fernández nin o
dito Fernán do Campo, seu fillo, nin agora o dito Bertolameu, seu neto,
nin ningún deles en ningún tempo, pagasen nin contribuyesen, nin
fosen empadroados en ningún padrón de pedido, nin moeda nin outro
pecho real que á terra viese, nin eso mesmo de Hermandá tampouco. E
sabe e era certo que descendían de linaje de fidalgos notorios”.
“E logo o dito merino diso que, por el visto todos los autos e
pedimentos feitos por lo dito Bertolameu, e a dita probanza e pesquisa,
e os ditos e deposizoes dos ditos testigos sobr-este caso presentados,
que fallaba que debía de mandar e mandaba que o dito Bertolameu de
Montojo, e seus descendentes, usasen da súa libertad daquí adeante,
segundo e en la manera que gozaron seus antepasados dond-el des-
cendía, según dixeron e declararon los ditos testigos, e non fose teúdo
nin obligado de aquí en adelante, nin seus descendentes, en peito nin
pedido ningún en que fidalgos notorios non deben de pagar. E que
ansí o daba e pronunciaba por su sentencia difinitiva”.
“tarreo y heredad”
“tomó por la mano al dho. Alonso de San Martiño, y le metió dentro del
dho. tarreo y heredad, y le hizo pasear por ella libremente, y [el alcalde]
tomó tierra y piedra y hierbas del dho. tarreo, y se lo echó en el regazo,
y dijo que por aquellas insignias” “le confirmaba y de nuevo le daba la
posesión”.
36 Ibidem. Es un expediente que se ocupa del pleito litigado entre Dña. Clara de
Montojo y su marido, el Dr. León. Entre otras muchas cosas, el proceso da información
sobre los parentescos de Dña. Clara por parte de su madre. También aporta abundantes
datos de carácter económico.
37 Saavedra, M.ª del Carmen, “Ferrol a finales del siglo XVI: Actividad militar y
desarrollo económico”. Estudios Mindonienses, tomo 3; pp. 265-281. Año 1987.
38 Ibidem, p. 217.
39 Martínez-BarbeiTo, Carlos, “Torres, pazos y linajes de la provincia de La
Coruña”, 2ª edición, p. 624 (León, 1986). Es preciso aclarar que cuanto dice este autor
acerca del pazo de Soelle, no debe aplicarse a éste mismo, sino a otro pazo, conocido
como Casa do Monte. Se halla en Santa Cecilia de Trasancos, parroquia ferrolana. Sus
promotores (siglo XVIII) descendían efectivamente de los dueños del pazo o torre de
Soelle, sito en Santa Uxía de Mandiá, también en el municipio de Ferrol. Pero a los
pocos años de iniciarse el siglo XVI, dejaron Soelle (topónimo que no figura en la “Gran
Enciclopedia Gallega”) para, cambiar a la villa de Ferrol. Estamos hablando de la Casa de
Mandiá, de la que luego trataremos en esta misma monografía por su relación con los
Montojo. Sobre el pazo o Casa do Monte, v.: de Aracil, Carlos, “Inventario heráldico
ferrolano”, pp. 55-57 (Ferrol, 2006).
44a Bizcocho: “Pan sin levadura, que se cuece segunda vez para que se enjugue y
dure mucho tiempo, y con el cual se abastecen las embarcaciones” (Dic. de la R.A.E). Eso
es el bizcocho de que hablamos aquí: no hay que pensar en otra cosa.
44b De los datos que aquí se consignan, los estrictamente relativos al biografiado
han sido publicados por José F. Prieto Aguirre, bajo el título “Vida y obra de Andrés de
León”, trabajo aparecido en el tomon II nº5, de “Estudios de la Historia de la Medicina
española”. Universidad de Salamanca, 1960. Es publicación que, con otros datos, me ha
facilitado el economista D. Jorge Montojo Alonso-Sañudo.
El propio Doctor León, en la dedicatoria de una de las obras que llegó a editar
–“Práctico de Morbo Gállico”–, nos hace saber que sus conocimientos empíricos le vienen
por haber estado “dende mis tiernos años, en la guerra de Granada, con el señor don
Iuan de Austria; en el exército de Portugal con el Duque de Alua, exerciendo las dos
facultades de Medicina y Cirugía, y en la armada del mar Océano con el Adelantado
Mayor de Castilla”.
45 Soraluce Blond, José Ramón, “Castillos y fortificaciones de Galicia”, p. 124.
La Coruña, 1985.
“se casaron uno con otro en faz de la Santa Iglesia, y como tales hicie-
ron y hacen vida de consuno, como marido y mujer, porqu-el testigo se
halló en sus casamientos, y vio les casó el Dortor Manso, que al tiempo
era administrador del hospital Real de la Armada de Su Majestad, que
es en esta villa e puerto de Ferrol”49.
46 Granados LouredA, Juan A., “Historia de Ferrol”, p. 141 (En colaboración
con Emilio Ramil, Francisco Javier Pérez Rodríguez, Juan A. Rodríguez-Villasante Prieto y
Guillermo Lloraca Freire). Vía Láctea. A Coruña, 1986.
47 Ibidem, p.134.
48 Ibidem, p.141.
49 A.R.G. Pleitos ante la Real Audiencia-Legajo 15.011, nº 42.
50 Ibidem.
rentado con doña Clara, tal como queda dicho más atrás, vivía paredaño
con ella y su marido el doctor. Concerniente al bautismo de la pequeña,
pude disponer de otra referencia, publicada en “Armería y Nobiliario de
los Reinos españoles”. Hay aquí una colaboración del abogado José Ra-
món de Ororbia, según la cual la niña Andrea Francisca, “hija del Doctor
León”, fue bautizada el 12 de julio de 1598, y así consta en el Libro de
Bautizado de Caranza. Consta en la partida que el padrino se llamaba
“Melchor de Olieta, general de la Real Armada en Italia”.
El que doña Clara se hubiera mostrado dispuesta a aceptar como
esposo al Doctor León, se nos antoja un hecho fácilmente explicable.
Por lo de pronto, él era hidalgo de nacimiento, y harto de cuidado que
exhibía en dejar bien patente esa condición (lo hemos de comprobar).
Aun desconociendo otros detalles, demos por sentado que nunca viene
mal contar con un médico dentro de la familia. Y éste no era un médico
cualquiera, pues destacaba por sus saberes, y no sólo empíricos. Desde
el año 1590, su “Libro Primero de Anatomía”, impreso en Baeza, podían
conocerlo todos los interesados en la materia. Y lo mismo el titulado
“Práctico de Morbo Gállico”, aparecido año siguiente en la misma ciu-
dad. En el texto de sus dedicatorias, también el autor da muestra de
conocer la Sagrada Escritura y a alguno de los Padres de la Iglesia, así
como a escritores famosos de distintas épocas, empezando por los de
la Antigüedad. Sin duda alguna que nuestro culto doctor era también
hombre de mundo, y esto ayudaría a ganar la voluntad de doña Clara.
Ella –lo hemos dicho ya– no dejaba de ser una lugareña y además –lo
decimos ahora– mujer analfabeta. A nadie le había preocupado que
doña Clara supiese, al menos, echar una firma, pero así es la verdad. Ni
siquiera a todas las señoras de la época, por elevada que fuera su con-
dición social o económica, les era siempre dado poseer tan elemental
conocimiento.
“la casa de la calle Valado, con su tienda y bodega, de valor de tres mil
e trescientos reales”51.
Pronto nos vamos a encontrar con que al Doctor León, que en pre-
téritos tiempos tantos lugares había recorrido, la expectativa de quedar el
resto de su vida avecindado en Ferrol le venía estrecha y desazonante. Se
le metió en el alma el deseo, cada vez más incontenible, de un trueque
“…el dho. Dotor León hizo almoneda de los bienes muebles que por
ella [la esposa] le cupieron y heredó, sacándolos a la calle y en pública
almoneda como fueron huchas, mesas, sillas, calderas de cobre, fusta-
lla, ropa de cama, colchones”, “mantas, sábanas, manteles y asadores;
sartén, bancos y todo género de muebles. Y”, “habiéndose mudado
como se mudó, a la villa de Vivero a vivir, no dejó en su casa cosa
alguna que no vendiese”54.
Señalaba victoria médica del doctor León, vista la categoría del paciente
Alcalde de Ferrol56
El protagonismo de nuestro doctor creció al año siguiente, y no por
motivos profesionales. Sabido es que la villa ferrolana, con su jurisdicción,
Nos queda por referir que mientras tanto seguían en pie motivos
suficientes para que doña Clara de Montojo iniciara justas reclamaciones
contra su marido. Del tiempo en que fue alcalde de Ferrol, no nos quedan
indicios de que ella procediera a rechistar.
Pero a la vista de tamaño depredador, doña Clara no se cruzó de bra-
zos. Es posible que hubiera tardado en reaccionar, pero como quiera que
haya sido, ella acabó por llevar el caso ante la Real Audiencia de Galicia,
y por medio de un procurador, expuso que en el momento de celebrarse
el matrimonio, la mujer había aportado
58 Ibidem.
59 Ibidem.
60 Op. cit., en la nota 12, p. 237 y s.
ble. Ya queda indicado que se trataba de don Pedro Álvarez Osorio, VIII
marqués, a quien además correspondían otros títulos, entre ellos el de VIII
conde de Santa Marta. Hemos referido que en el año 1602, sintiéndose
malo durante cierta visita a su condado ortigueirés, se confió a los cuida-
dos del Doctor León, y con feliz resultado. Esto es lo que, con legítimo
orgullo, cuenta el propio médico en su dedicatoria, y bien puede creerse,
pues la vida del aristócrata se prolongó hasta los comienzos de 161361.
Quien esto escribe bien lejos está de poder juzgar en lo que atañe al
contenido de las obras del Doctor León. Eso queda para los versados en
Historia de la Medicina, poseyentes de dobles saberes: los de historia en
general y los de ciencia médica. Bien claro queda que mi pretensión se
ciñe a contar la trayectoria vital de nuestro doctor, sobre todo en cuanto
eslabón de una cadena genealógica, y esto último es el tema principal.
Firmes especialistas se han ocupado de otros aspectos que me son ajenos,
señaladamente José F. Prieto Aguirre, en su “Vida y obra de Andrés de
León”62, donde cita bibliografía tocante al personaje de que tratamos aho-
ra. En su trabajo, Prieto Aguirre también publica, facsimilarmente, varios
testimonios documentales; en uno de ellos vemos a León hablando en
primera persona:
Pero nosotros bien sabemos que la ojeriza venía desde muy atrás.
Reverdecía de vez en cuando, y no era poca desgracia.
A tanto llegaron las cosas, que esos dos hermanos buscaron las per-
dición de su enemigo, y proyectaron dejar bien claro que éste, “siendo
pechero, se jactaba de ser hidalgo”. Por lo que parece, tenían modo para
demostrar que Rodrigo era tan pechero como el que más. Ya era hora
de ponerlo en su sitio, y de obligarlo, por fuerza de ley, a reconocer la
falsedad de su hidalguía. Si tal cosa lograban, había de ser para él una
humillación inmensa.
Y se emplearon a fondo. Ellos eran tíos de María de Lago, mujer de
Alonso Valerio. Contaron con él para sus maquinaciones, e igualmen-
te con el Licenciado Francisco López Chanteiro, cura de San Mateo de
Trasancos, hermano del referido Valerio. Esos cuatro individuos hallaron
la colaboración del Bachiller Juan de Mandiá, cura de Santa Cecilia de
Trasancos, y también la de Jácome de Aguiar, ferrolano “hombre voltario
y amigo de novedades”. Así lo creía de él Jácome Tenreiro, un hidalgo ve-
cino de Ferrol igualmente.
Bien sabían los citados compinches que, si aspiraban a salir airosos
en su intento, debían iniciar un pleito y era ante la Real Chancillería de Va-
lladolid donde se litigaban los pleitos de esta clase. Todos los apandillados
“a todos los del apellido Mandiá por gente principal y de mucha cali-
dad de nobleza, y de los principales linajes de hijosdalgo que había
habido en la tierra de Ferrol y su comarca”; “señores y poseedores de la
dha. Casa y palacio de Soelle, y como mayores della, han conservado el
nombre y apellido y armas de dho. solar”.
Estudios Mindonienses, Volumen 31 (enero-diciembre 2015), págs. 463-556 issn: 213-4357
508 Rafael Usero González
“se llama comunente Paro de Soelle y está sita [la casa] y encima en lo
más alto del lugar y feligresía de Mandiaa, media legua de la villa de
Ferrol”.
“que ellos no querían seguir la dha. causa contra el dho. Rodrigo López
de Mandiá porque nunca le habían visto pechar ni contribuir en el
pecho real de Su Majestad, ni en otro alguno, y los tenían por hidalgos.
Y así lo dijeron”
Más vale tarde que nunca. Pero el Tribunal, de todos modos, no per-
dió de vista al cándido León.
Alguna poderosa aunque siniestra mano tuvo que lograr la sentencia,
bien contraria a unas realidades que parecían evidentes. La Real Chanci-
llería acabó considerando que
70 Estas jurisdicciones, antes eclesiásticas, habían perdido tal carácter cuando
Felipe II, autorizado por el Papa, las incorporó a la Corona. El mismo rey las vendió, en
1586, a Juan Yanes de Leiro, canónigo doctoral de Santiago, quien, por su testamento de
7 de mayo de 1599, y por su codicilo, tres días más tarde, se las cedió a Pedro Yanes de
Mandiá, su sobrino, ya los sucesores.
(Cal Pardo, Enrique, “Mondoñedo: Catedral, ciudad y obispado en el siglo XVI.
Catálogo de la documentación del Archivo Catedralicio”, especialmente las pp. 562, 928 y
929. Lugo, 1992).
La respuesta del hijo no puede ser más convincente, pues alega que:
Doña Clara de Montojo se casó por segunda vez. últimos datos de su vida
Algo, entre tanto, iba a cambiar en la vida de doña Clara. Seguía viu-
da cuando el 4-X-1624 el monasterio de Lourenzá le aforaba un pequeño
grupo de fincas próximas a Ferrol, pertenecientes al priorato de Xubia.73
Pero poco más le iba a durar esa viudedad, puesto que en el transcurso
del pleito de que venimos hablando, nos topamos con que las partes con-
trarias dicen hallarse litigando
“con doña Clara de Montojo, que agora está casada con Juan Fernández
de Raña”74.
Andrés de León y Montojo, hijo y sucesor de doña Clara y del doctor León,
su primer marido
75 Dato sacado de la “Historia de los Montojo y sus entronques y alianzas”, por
José Ramón Ororbia y Mallo.
Y la otra
de modo que estaba a punto de nacer un pleito entre los dos, que iba a
tener lugar ante la Justicia ordinaria de Cedeira.
Pero no. Pedro y Andrés comprendieron que era mejor y más prác-
tico llegar a un acuerdo, y es de eso de lo que trata el documento que
76 Usero, Rafael, “San Xiao dos Osos, nas terras labacenguesas de Moeche” 362
pp. Caixa Galicia, 2007.
77 Ibidem, p. 180.
78 Ibidem, p. 301.
“de gastar este dho. año”, “en esta dha. villa y su jurisdicción y ferias
della, cuarenta y cuatro libras de tabaco, dende luego, y por la pre-
sente, cedía” “en el dho. Andrés de León y Montoxo una cuarta parte
enteramente de dho. tabaco, que son once libras dieciseiscenas”, “de
las cuales el dho. Andrés de León tiene recebidas dos libras antes de
ahora”. “Y las siete libras restantes, el dho. Pedro de Castrillón se las ha
de entregar en esta dha. villa, a él o persona en su nombre, dende pos-
trero de abril que viene deste presente año en adelante, que es por los
términos y tiempos que lo trae de dha. ciudad de Santiago.
Y el dho. Andrés de León le ha de pagar el trabajo y ocupación que
hiciere con ellas cuando trujere el más tabaco de la ciudad dha. del
Señor Santiago. Y es condición que en dha. villa de Cedeira no ha de
haber más de cuatro personas que durante este dho. año vendan dho.
tabaco: las tres, puestas por el dho. Pedro de Castrillón, y la otra, por el
dho. Andrés de León, sin que hayan de pedir ninguna cuenta, los unos
a los otros, de lo que ansí se gastare. Y el demás tabaco que se hubiere
de gastar durante el año por juridición de la dha. villa, y fiestas que en
ella se hacen, ha de ser en la mesma conformidad atrás referida, y no
de otra manera”79.
Otro documento de que vamos a tratar, nada tiene que ver con lo que
llevamos referido aquí, aunque se centra en la misma persona. Decíamos
al principio de este trabajo que en el Archivo Diocesano de Mondoñedo,
al menos de momento, es donde pudimos hallar las noticias más antiguas
tocantes a la estirpe de los Montojo, puesto que una de las once “voces”
o grupos de familias que tenían a su cargo la presentación para el curato
de San Xiao de Montoxo era la “Voz de los Montojo”. Y esta manera de
expresarlo, es tal y como viene en la documentación correspondiente.
79 A.I.C.N.C. Protocolo del escribano Juan Sánchez, año 1638, folio 9 vto. y. s.
A Juan de Montojo, que vivía a finales del siglo XV, podemos con-
siderarlo como punto de partida, en la trayectoria genealógica. Su hija
Elvira Pérez de Montojo es, como ya sabemos, la que marchó para Ferrol,
donde habitó con su marido Alonso de San Martiño, y de quienes perdura
descendencia. Pero también la hubo, y numerosa, de todos o casi todos
los hermanos que, en un principio al menos, se habían quedado en la
jurisdicción de Cedeira. Tanto éstos como los de Ferrol conservaron el
derecho que les correspondía en lo referente al curato de Montoxo. Se
trataba de la posesión de un bien inmaterial pero divisible, y que a veces
podría dar algún quebradero de cabeza, mejor que satisfacciones.
Un derecho que doña Clara conservó para sí, en la parte que le co-
rrespondía. Pero su hijo Andrés optó por sacudirse el compromiso. Iban
a completarse doce años del fallecimiento de la madre cuando Andrés de
León y Montojo, hallándose en Neda el 2 de julio de 1651
No finaliza aquí del todo la relación de los Montojo –en aquella rama
que consideramos la principal– con lo que de alguna forma recuerde a
Cedeira.
Andrés de León, el mercader ferrolano, tuvo por hijo y sucesor a don
Juan de León y Montojo, igualmente ferrolano. Un día abrileño de 1671,
81 Han tratado de este tema los investigadores Carlos Breixo y Fernando Dopico,
en sendos trabajos publicados en “Cátedra”, nº 13 (Pontedeume, 2006). El primero
–pp. 211 y ss.– lleva por título “Fundación do vínculo e morgado da Casa de San
Sadurniño, feito por Fernando de Andrade”. El segundo se titula “Prolegómenos,
fundación e transmisión dos morgados de Baltar e San Sadurniño na comarca de Ferrol
(séculos XVI ao XVIII)”; p. 435 y ss.
82 Entre los varios testimonios al respecto, contamos con el aportado, en marzo
de 1604, por el escribano Blas Fernández de Lago. Dice hablar visto “vivir y morar al dho.
Ares Pardo y doña Catalina de Andrade, su mujer, en la villa de Cedeira, al tiempo que
hicieron y empezaron a hacer unas casas grandes, muy buenas, en la dha. villa” “en las
cuales no podía dejar ni dejó de hacer mucha costa y gasto, porque vio el testigo que en
ellas trabajaban muchas personas de diferentes calidades y de diferentes oficios” (A.R.G.
Pleitos. Le. 2463, nº 2. Fol. 195).
83 A tenor de la declaración prestada en marzo de 1603 por es nedense Alonso
Ares de Mourelle, “el dho. Juan Pardo de Andrade tiene el dho. coto de Baltar fundada
una casa hecha de paredes, qu-estaba acabando de hacer”. A.R.G. Pleitos. Leg. 21465.
Nº22, folio 553 vto.
84 Fernando Dopico, Trabajo citado en la nota 81.
Ana deseaba bienes que por dote poseía doña Juana. Y a ésta le ocurriría
otro tanto, pero al revés. De modo que la solución estaba en un razonable
cambio, y es ello lo que se hace constar en acta notarial fechada en 1671,
concretamente el día 18 de abril85.
En este cambio, doña Ana pudo quedarse con el lugar de Brión, que
está sobre la villa de A Graña. El labrador que vivía en él venía pagando
anualmente 3’5 hamegas de centeno, 1 carnero, 4 gallinas y 14 reales;
percibir todo ello, y desde ahora, correspondería a doña Ana Pardo de
Andrade. Y además, don Antonio de Pumariño entregó a don Juan, su
concuñado, la muy apreciable cantidad de 250 ducados.
Doña Juana –la cuñada de don Juan de León– vivía con su marido
en la enorme casa que, en otros tiempos, había sido del bisabuelo, es
decir, de aquel Juan Pardo de Andrade cambiante de domicilio. El día de
la fecha de la escritura, don Juan de León y Montojo sin duda sería bien
recibido por sus cuñados vecinos de Cedeira; y, lo que es más seguro,
aquí no tendría problemas de alojamiento.
87 Este dato y luego todos los que habrán de seguir, tocantes al pleito habido
entre D. Juan de León y Montojo y la comunidad franciscana de Ferrol (años 1731-1734),
hállandose en el legajo 2917, nº 45, del A.R.G.
Otra propiedad que don Juan, bajo idénticos fines, ponía en sujeción,
éralo
88 Por cierto que ni el rió Ba, ni este lugar de Boado, figuran en la “Gran
Enciclopedia Gallega”, aunque sí en la cartografía acutal. Inexplicable omisión en lo que
atañe a Boado.
“su alto y bajo, salas, aposentos, cosina, bodega, piedra, madera y tejas”.
“que todos los domingos que se hiciere feria, como es uso y costum-
bre en esta dha. villa, han de tener obligación de hacer decir y que se
digan, en cada uno de ellos, una misa rezada en el altar de la dha. capi-
lla de Santa Isabel, la cual se ha de decir a las once horas del dho. día,
después de la misa mayor que se acostumbra decir en dho. convento,
que han de ser, en cada un año, doce misas rezadas, y por cada una
dellas, dos reales de vellón y medio. Y las ocho festividades de la Con-
Estudios Mindonienses, Volumen 31 (enero-diciembre 2015), págs. 463-556 issn: 213-4357
los montojo: una estirpe famosa de origen netamente cedeirés 525
ceción, una misa rezada, que son ocho a dos reales y medio cada una.
Y por todas son veinte misas”.
“Y más el día de Santa Isabel, que es la avocación de dha. capilla,
ha de tener obligación dho. convento a decir una misa cantada en ella,
con ministros. Y lo mismo el día de San Juan Bautista y el día de San
Andrés de cada un año, todo ello perpetuamente, y por cada una de
ellas se ha de pagar seis reales”.
Hijo y sucesor, a todos los efectos, fue don Andrés de León y Mon-
tojo. Cinco añitos eran la edad que tenía cuando falleció su padre, por lo
Estudios Mindonienses, Volumen 31 (enero-diciembre 2015), págs. 463-556 issn: 213-4357
los montojo: una estirpe famosa de origen netamente cedeirés 527
que el huérfano, junto con dos hermanas con que contaba, parece justo
imaginar quedarían todos tres bajo los cuidados solícitos de la viuda, o
sea doña Ana Pardo de Andrade. Cumple decir que, en algún momento de
su vida, esta señora acabó por mudarse a la inmediata feligresía de Santa
Mariña do Vilar, y que, cuando falleció, desde allí su cuerpo fue transpor-
tado a la capilla de Santa Isabel, y sepultado en otro de los nichos que don
Juan había mandado hacer en ella. Ésta, ya por entonces, albergaba los
restos mortales de otros difuntos, allegados de algún modo a la persona
del refundador.
Las noticias que volvemos a tener de don Andrés arrancan del año
1694, cuanto tiene cumplidos los veinticuatro de su edad. Para entonces
hallamos que él, en vez de seguir en la casa paterna del viejo Ferrol, ahora
residía en Caranza. El dato de que disponemos lleva la fecha del 22 de
noviembre de ese año, y parece indicarnos que la relación entre el con-
vento y don Andrés no era lo que se dice muy halagüeña, como tampoco
lo era la situación de nuestro hidalgo, a tenor de lo que pronto veremos.
Dicho día se presenta en su domicilio un escribano que llegaba con orden
de la R. Audiencia y, a instancias de síndico y de la comunidad francisca-
na, exige a don Andrés “jure y declare, por palabra expresa de sí o no”, si
es verdad que el requerido está debiendo 92 reales al convento “por las
fundaciones que ha hecho don Juan y don Andrés de León y Montojo, su
padre y abuelo”.
Menos mal que el requerido pudo exhibir unos cuantos recibos, que
demostraban estar todo pago hasta el año precedente inmediato. Pero se
hallaba en descubierto lo del año en curso, todavía en noviembre, y el
próximo venidero –es decir 1695– estaba, como quien dice, llamando a
las puertas.
En aquel momento un agobiado don Andrés no halló más camino
que contar implícitamente con la comprensión benévola –si alguna te-
nían– por parte de los frailes acreedores, pues él ofrece pagar su deuda
“decían unos a otros fuesen a la capilla de Montojo, para desde allí oír
los ejemplos y sermones, como lo hicieron [él y otras personas] muchas
veces. Con cuio motivo, el que declara preguntó por qué se llamaba la
capilla de Montojo, y públicamente oyó decir era porque la había redi-
ficado en toda forma, y tenía dotado [sic] don Juan de León y Montojo,
padre de don Andrés de León y doña Juana Pardo de Andrade”.
“se volvió a los dos mozos, deciéndoles volviesen a poner las piedras,
que habían quitado, en su lugar: y que si no lo hacían, no saldrían de
allí. Y a este tiempo dho. don Josef Montojo, en voces altas”,
91 Este pormenor se aprecia, por ejemplo, en un plano que se remonta al año
1732, y que ha sido publicado por José Ramón Soraluce Blond en su magnifícada obra
“Castillos y fortificaciones de Galicia”, p. 129 (La Coruña, 1985). El grabado lleva por título
“Proyecto para el Arsenal de Ferrol”. Es de lamentar, sin embargo, la baja calidad de la
reproducción.
debido a las instalaciones militares levantadas allí por aquel entonces. Las
obras del templo que nosotros conocemos, elevado en la actualidad al
rango de concatedral, fueron aprobadas oficialmente en el año 1765 92.
Volviendo al hilo narrativo, añadiremos que don Andrés, el padre
del difunto:
quedase viuda por segunda vez. Ambos cuñados de don Andrés de León
y Montojo hallaron cumplida inhumación dentro de la misma capilla.
Y como bien referido queda más atrás, recordamos nuevamente a
aquellos diez angelitos, todos hijos de don Andrés, fallecidos, “de tierna
edad”, y sepultados en el indicado recinto santisabelino. Les fue a hacer
perpetua compañía el cadáver de doña Gertrudis 94, hija de don Baltasar
Pardo, señor del pazo de Xaz 95. Fue la madre de éste, o sea la abuela de
la difuntilla, quien logró permiso de don Andrés para disponer una tum-
ba en la capilla de Santa Isabel. Esta referencia nada dice de si hubo que
contar, o no, con la frailera comunidad.
No había duda en cuanto al uso frecuente que se le venía dando a la
capilla, y no queda constancia de que antes de 1732 los frailes mostraran
oposición. Allí también se venían celebrando las misas, en conformidad
con lo acordado en aquella escritura datada en febrero de 1671.
Todavía más: llegado el día de Difuntos de cada año, salía de la casa
de los Montojo una persona portando sobre sí una ofrenda destinada a la
comunidad de San Francisco de Ferrol. Una carga que se depositaba en la
capilla de Santa Isabel. La ofrenda
94 La niña doña Gertudris era nieta paterna de don Ambrosio Pardo de Andrade
y doña María Pardo de Lago y Tenreiro, la abuela que pidió tumba para la pequeña. Este
don Ambrosio, dueño del pazo de Xaz (Dorneda-Oleiros) y morador en él, era primo
carnal de don Andrés de León, por ser su padre don Pedro Pardo de Andrade (señor del
pazo de Baltar), hermano de doña Ana, la madre de don Andrés. Pero bien se echa de ver
que doña Gertudris ya no era la sangre de los Montojo.
95 V.: Martínez-Barbeito, Carlos, “Pazos, torres y linajes de la provincia de
La Coruña (La Coruña , 1986) p.708. También Fernando Dopico Blanco “Prolegómenos,
fundación e transmición dos morgados de Baltar e San Sadurniño na comarca de Ferrol
(séculos XVI ao XVIII)” Revista Cátedra, nº 13, p. 443, (Pontedeume, 2006).
Era verdad
“para recibir [la información] en esta dha. villa, y casa de cárcel y ayun-
tamiento della”,
Estudios Mindonienses, Volumen 31 (enero-diciembre 2015), págs. 463-556 issn: 213-4357
536 Rafael Usero González
Ese mismo día, el síndico del convento daba poder a cuatro procu-
radores de la R. Audiencia, para litigar en el pleito de que tratamos, de-
fendiendo a la comunidad. Los frailes comprendieron que no había más
remedio que mojarse. El poder tenía por objeto
dre del don Andrés litigante– aceptaba, para ser patrono de la capilla, una
serie de condiciones que permanecían sin cumplir.
El documento bien guardado lo tenían los frailes, y hasta aquella
hora no lo habían exhibido. Por lo que toca a la parte contraria, tampoco
don Andrés dio señales de conservar su correspondiente copia notarial,
esto sería lo más coherente. De aquellos testigos que sabían firmar y que
declararon en su favor, no hubo uno solo que hubiera visto la dichosa
escritura, y así lo reconocieron algunos de ellos.
En este concepto, y desde acabado el año 1711, los frailes no habían
vuelto a oler ni un triste maravedí.
El 6 de febrero de 1734, y desde Coruña, en vista de la situación, tres
miembros de la R. Audiencia ordenan
“se despache provisión para que don Andrés de León y Montojo, den-
tro de tercero día, se ajuste con esta parte a cuentas [es decir, con el
convento] en razón de las pensiones que estuvieren debiendo”.
96a Llorca Freire, A. Guillermo, Voz “Ferrol”. G.E.G., tomo 12, p. 183.
la parroquia de origen don Agustín Montojo, heredero del vínculo de que tratamos. A este
señor, en Cedeira, le llamaban “el Salmanquín”.
Una hermana tenía esta María Fernández, que se llamaba María Ló-
pez de Montoxo, y que por los años veinte del siglo XVII ya estaba viuda
del capitán Gonzalo Díaz de Andrade99. Esta Marina residía en Montoxo
cuando en 1641 otorgó cierta escritura de cesión. El beneficiario, Juan Pita
Alfeirán, era el cura de la parroquia y, además, comisario del Santo Oficio.
Y lo cedido por la viuda a favor del clérigo se concreta en
“la cabeza del banco qu-está abajo del arco de la capilla mayor de la
iglesia de dha. felegresía”, “con más la vara del palio del Santísimo
Sacramento de dha. iglesia, que es la última del lado derecho y más
principal, con la sepultura de alabastro que está delante del altar de
Nuestra Señora: la parte que le toca de dha. sepultura”.
Henos ahí otra mención que pone bien de manifiesto que dicha
sepultura pertenecía pro indiviso a todos los del tronco de los Montojo.
Alguno, si quería, podría renunciar a su porción, y esto es lo ocurrido
anteriormente con Marina López, pues sabemos que ella había recibido la
parte del derecho que en todo lo aquí referido tocaba a su hermana entera
María López, y al medio hermano de ambas Pedro de Montoxo
Descripción e interpretación
Así de maltrecha ha llegado a nuestros días la interesante lápida alabastrina que cubría
la tumba de los Montojo.
Foto Willy’s (Cedeira)
102 García Iglesias, Xosé Manuel, “Artistas galegos. Pintores. Século XVI”,
p. 74. Nova Galicia Edicíóns Vigo 1999.
Hasta aquí el tipo de letra se ajusta al estilo gótico. Lo que sigue figu-
ra, como queda dicho, en letra capital:
ARMAS DE…
LOPE BISAB…
LO DEL S…
DICHO
103 Fray José Crespo Pozo: op. cit. en la nota 1. El manuscrito a que hace
referencia se intitula “Nobiliario de los linajes de Galicia”, y lleva las signaturas 6631 y
3998. El P. Crespo dice que su autor es el caballero italiano –de ascendencia gallega–
Domenico Oxea, y que va copiado por don Francisco Cadaval.
104 Usero, Rafael, “Sir Lanzarote deo Lago e a súa proxenie cedeiresa”. 2º
edición. Fundación Villaabrille. Gráficas do Castro, Sada, 1993.
105 Barcelona, 1984,
106 Perteneciente a la Biblioteca de Pierpont Morgan.
el triunfo que le facilita acabar con los horribles encantamientos que allí
tenían lugar, es ésta la victoria que le permite saber que él se llama Lan-
zarote del Lago. Muchos capítulos más adelante, el anónimo narrador se
dispone a contar uno de tantos combates en que toma parte Lanzarote,
del que dice llevar “un escudo rojo con tres bandas de plata”114, lo cual
será justamente a la inversa de como las miniaturas representan y fijan la
heráldica lanzarotiana, tal como queda visto, son las bandas que, escul-
pidas, hallamos en la piedra de los Montojo, por más que aquí no acabo
de ver claro si son finalmente tres ó cuatro, el desgaste impide mayor
apreciación.
Es posible que Vasco de Aponte nos ayude a aclarar las cosas, pues él
habla de un cierto “don Lope”; y me parece ver aquí a la misma persona
que nos intriga. Verdad es que el famoso cronista, al tratar de los Lago,
parece desconocer la imaginada relación con Lanzarote; otros lo habrían
de decir. Pero no olvida que el linaje procedía de al otro lado de nuestras
fronteras, y que era de “alta sangre”. Y tal como hemos referido, Aponte
“…ay una fortaleza metida en el mar, solar antiguo desta casa, muy
acerca de la tierra, la qual se llama oi día la Peña de Don Lope. Y dicen
deste que una noche estando en palacio delante del rey no le dieron
silla en que se sentase, y descubrió el manto y sentose encima dél. Y
saliendo todos de palacio no quiso erguir el manto, y díjole un paje:
“Cavallero ergue o manto” Y él le respondió: “O i de puta, bellaco
¿tengo yo de llevar la silla a las costas? Y de allí adelante siempre fue-
ron honrrados ante los reyes de manera que tiene fama que, en todo el
obispado de Mondoñedo, de siete u ocho casas que son allá, era la más
antigua según fama y más poderosa”115.
dia “ Gallega (tomo 18, págs. 158 y 171), también en alguna piedra armera
de las que afloran en ésta y en comarcas adyacentes117. Pero ningún ejem-
plar se parece al que comentamos aquí, el de los Montojo, tan comparable
al escudo que porta el legendario Lanzarote del Lago.
El P. Crespo, tomando como punto de referencia el manuscrito de
Oxea-Cadaval, disiente de la información contenida en este nobiliario, en
cuanto que allí lee que el escudo de los Montojo presenta cuatro bandas
de gules en campo de plata, y en punta, una cabeza de lobo, ésta de sable.
El gran heraldista gallego dice que “bandas” no pueden ser, sino “fajas”.
Estos últimos motivos, dada su posición horizontal, permitirán situar có-
modamente la cabeza del lobo, cosa bien difícil tratándose de “bandas”,
a causa de que tales figuras, en vista de su oblicuidad, apenas le dejarían
sitio. El diseño gráfico que publica el autor es un escudo con cuatro fajas,
colocada en punta la cabeza del animal.
Ororbia da a conocer un diseño que me figuro de su cosecha: otra
vez también las cuatro fajas, pero la cabeza referida va situada en jefe.
Hace notar que pertenece a los Moscoso, y es verdad que ellos tienen
por blasón una cabeza de lobo. El Sr. Ororbia debía haber explicado qué
hacen aquí las armas de los Moscoso, si en verdad les pertenecen.
Eduardo Seijas Vázquez es un insigne polígrafo que, con la misma
información que aporta el P. Crespo, publicó en la “Gran Enciclopedia Ga-
llega”, un diseño heráldico118 que sin duda se ajusta de adecuada forma a
los datos que contiene el manuscrito Oxea-Cadaval. Siguen siendo cuatro
las bandas; pero la cabeza lobera, situada en punta, halla holgado sitio.
Yo me atengo a la observación del P. Crespo en cuanto a que los au-
tores del nobiliario mencionado caen a veces en confusión 119. Y digo que
el verdadero escudo de los Montojo consta de cuatro bandas de gules en
campo de plata. Lo demás son modificaciones a posteriori. Quien me haya
seguido hasta aquí comprenderá sin duda por qué afirmo todo esto. El
blasón tallado en la piedra funeraria, a la que hemos dedicado la debida
atención parece presentar las cuatro bandas. Este escudo parece, haber
sido dotado de un borde compuesto de sucesivas curvas y contracurvas,
pero lo dicho no se puede asegurar. Da la impresión de que por arriba
tenía doble escotadura, y por lo restante habría insinuado la figura de una
117 Crespo Pozo, Fray José, op. cit. en la nota 1. Volumen en I, p. 360. Esto lo
dice él, pero hemos de ver que, queriendo, hay sitio para todo sin alterar cosa alguna.
118 Tomo 21, p. 214.
119 Crespo Pozo, Fray José, op. cit. en la nota 1. Volumen III, pp. 324-325.
casulla como las que estilaban poco ha. Pero el desgaste de la pieza no
nos permite ir mucho más lejos en nuestras observaciones.
De todos modos, a juzgar por la caligrafía y por los datos que el texto
nos aporta, lo mismo por el probable contorno acasullado del escudo, y
uniendo a todo ello las referencias manuscritas de que venimos danto no-
ticia, no hay duda de que estamos ante una tapa sepulcral perteneciente
a la primera mitad del siglo XVI.
El tempo parroquial que albergaba ésta y otras interesantes muestras,
ya no existe. Quien tuvo suficiente poder para mandarlo, determinó su
total demolición, visto que en San Xiao de Montoxo levantaron un nuevo
templo parroquial, habiendo durado las obras entre 1958 y 1964120. Pero
ni siquiera ocuparon el solar del antiguo templo, que pudo haberse con-
servado para usos laudables. Las pertinentes autoridades no se enteraron,
o no quisieron enterarse, de tamaño atentado.
Paisanos hubo que, con motivo de la expresada demolición, se lleva-
ron piedras para servir a sus fines particulares. Fue una de ellas la lápida
alabastrina de los Montojo, la cual, dentro de un cobertizo, se utilizó como
banco arrimada a la pared. No sé si fue en éste o en otro momento cuan-
do procedieron a descantillar la pieza por el borde que cae a la derecha
del espectador. Habrá perdido, cuando menos, unos 15 centímetros: más
por algunos sitios, porque el perfil ha quedado irregular. La operación
efectuada sería para que la piedra encajase bien en algún sitio; desconoz-
co el verdadero motivo.
Ya no recuerdo cuándo llegaron a mis oídos las primeras nuevas
con respecto a la existencia de esa losa de alabastro, confirmadas luego
por lo que contaban los documentos. Puede hacerme con ella gracias a
la meritoria intervención de don Emilio Prado, cura de Montoxo hasta no
ha mucho tiempo (que tampoco es el causante de la demolición). A este
digno sacerdote doy públicamente rendidas gracias.
La piedra sepulcral de los Montojo, felizmente recuperada, aguarda
el momento de ocupar el sitio que le reserva en Cedeira un proyectado
museo municipal.
APÉNDICE DOCUMENTAL
“En la villa de cedera, a trece [p.d.] días Andados del mes de abril del Año de nasçi-
miento de nuestro señor Salbador Jesu Xpo de mil e quysº E veynte Años A la abdiencia
danoa, ant-el señor fernando de lago, Allde la dha. Villa e su jurdçon por el Iltre, E muy
magco señor don rrº Enriquez Osorio, conde Lemos noso señor, en presençia de nos Tris-
tan de Tumiraos e pedro de Ferrol notarios, e de los tsº ayuso scriptos paresº presente
Vertolome frs Montojo Vº de la fra de San giao de Montojo jurdon desta dha villa E fizo
presentacion En manos del dho Allde, E de nos los dhos esnos de una esptura que En su
mano traya, espta En pergamyno, e signada e firmada del nombre de gonzalo de s domyn-
go esno que fue En esta dha. Villa, segº por ella paresçia E dixo que por qto se rrecelaba
que por cuanto la dha esptura abia mucho tienpo que fuera fecha E se remataria De ma-
nera que no se podese ler e que tanbien se le podria perder en fuego E en agua o en otra
manera alguna de manera qu-el non podia ser socorrido ni Apºbechado de dha. esptura
seyendo Ella muy pºbechosa para El E su posesion qu-esta de no pagar ny contrebuyr
Salbo lo que pagan los hijosdalgo por eso qu-el pedia E requeria de pte del derecho Al
dho señor Allde En los mejores modo bia forma y manera que podia E con drº debia, le
mandase dar e sacar de la dha. esptura Vn treslado E ge lo desemos avtorizado E firmado
e signado En manera que haga fee como El propio original Y para ello ynterpusiese su
autoridad E decreto judial E luego El dho señor allde tomo la dha esptura En su mano E
dixo q visto el pedymento A El fecho por el dho brme de montojo que abia Ante si la dha
esptura por presentada. E visto como la dha carta presentada por el dho brme de montojo
era signada de Goncalo de sant domingo esano de sus Altezas noto puco en esta Villa,
sego por ella paresçia e visto como la dha. carta no hera rota ni chançelada, ni en lugar_
sospechosa para que de dro non deba baler, por eso qu-el manda a nos los dhos esnos q
le demos Vn treslado bien y fielmente sacado de dha carta e lo demos e entreguemos Al
dho. Vertolame de montojo signado de nostros signos E firmado de nuestros nonbres En
publica forma, por Justo e debido selario El cual mdo que baliese E ficiese fee En juicio e
fuera d-el como El propio original E para ello ynterpuso su autoridad E decreto e autoridad
judicial testigos, Alfonso Martiz da dorna Po Pernas e go de Lorido [sic], veos desta dha Villa
E su jurdon E el thenor de la dha carta sacado de verbo Ad verbun hes heste que sigue
En la Villa de cedera dia martes dez e oyto días andados del mes de marco del Ano
del nascemento de nuestro Señor Jesuxpo de myll e quatrozientos e oytenta e quato Aso
En las cassas de morada A honde mora o señor Fernan d-andrade, merino e Justa mayor
por el muy magco Señor don Ro Enriquez osorio conde de Lemos noso Señor hestando
presente o dito frdo d-andrade En presençia de my go de San domingo, esno e noto puco
por el rrey, nro señor E de los tso de yuso esptos paresçio y de presnte Vartalame de mon-
tojo, morador En la fra de san giao de montojo E dixo que por gto El seyendo ome fijodal-
go notorio agora le demandam qu-el pague los rrss de la contribuycion segunda de la
Hermandad que se agora aquy sacaban E por quanto los ditos reales ny otros mrss seme-
llantes de ningún pedydo ni repartimiento Ral el no debía ny Abia de pagar de dro por
quanto por tal se abia fidalgo notorio Aquellos donde-el venya E descendia nunca los
pagaran ni contibuyeran,
_
segn que entedi [a] de probar, por ende que pedía e requería A
o dito señor merino q vsando de su offo quyxese de le rescibir los testigos de proba de
[….2…] dito abia e que quería presentar E logo o dito senor merino dixo que era prestes
de facer todo aquello a que de justicia fose obligado E luego o dito Vartolame presento
logo por testigos sobre la dita Razon a Po Pita Escudero, Vo da dita villa e fo Pineyro escri-
vano del rrey noso senor morador en freguesia de Sant Cosmede de Pinero, e lopo da
cheda E Alonso de Montojo,vezos e moradores En la fra de san giao de Montojo que_ pre-
sentes hestan A los quaes o dito senor merino dio juro En una cruz de vna hespada q-eles
E cada un d-eles tangeron con sua mao dereyta dezendolles e hesconjurandos A deus E as
palabras dos santos hebangeos, onde quer que heran esptas qu-eles e cada Vn deles derian
la verdad do que soubesen E fosen preguntados por los ynterrogatorios que lles desen e
que por amigo nin por henemigo ni dadiba ny promesa ni por otra razon alga non dirían
ny declararian salbo a verdade. E heles todos e cada Vn diso si juro E o dito señor merino
les dixo que si e que si a verdad jussen E declarasen que Deus todopoderoso les ayudase
En este mundo a o corpo E no outro as almas donde mas abonde durar E se lo contro
delo fizesen, que Noso Senor los confundese E destruyese
_
En este mundo a os corpos e
no outro as almas con Judas Eno ynferno como aqles que sepre juran Eno nome de Deus
a sabendas E heles todos quatro e cada Vn deles diso Amen testigos que os biron jurar E
todo hesto como pasou, Fernan de galdo Allde En la dita vila e lopo de […(ileg.)] E Alfon-
so gomez cro de señor conde e outros muytos. E logo o dito señor merino mando a my
notario que preguntase a os ditos testigos e cada Vn delles por las preguntas abaxo con-
tenydas primeramente si conoscen ao dito Brme de montojo yten si conosçen a su avoo
como se chamaba E de que linaje hera E de que apelido. Yten si conosceron ao dito padre
de Vertolame e como se chamaba si hera lego de lego matrimonyo E si saben o dito Verto-
lame ser fijo legitimo E vir de legitimo matrimonyo yten si saben, Vieron o oyeron dr que
o dito seu aboo, ou padre del mesmo pagasen ou contibuyesen en pedidos ou moedas o
otros repartimentos reales que bienen a la tierra En que fidalgos notorios non oubesen de
pagar nyn contribuyr. Primeramente o dito Po pita jurado e preguntado polas ditas pregun-
tas E pregdo por la primera, que dice que si conosce que si conosce [sic, la repetición] a o
dito Vertolameu, dise que si conosce yten pregdo Por la segunda pregunta que dize que si
conuscera [p.d.] seu aboo diso que _
non conoscera preguntado por la tercera pregunta Dize
que conosçera a sev padre diso q si conoscera e que se chamaba Fdo do canpo E vina de
legitimo matrimonyo e que desçendia de linage dos de Pineiro, que heran de linaje de fi-
dalgos notos E que sabia E conoscera o dito Fo canpo padre do dito Vartolame, ser ome
limpio E muy _
Atabado En aquel tenpo yten preguntado Por la quarta pregunta que dize
que sabe q-l dho. Vertolameu ser de legitimo matrimonyo dixo que si, que biera
e oyera dr que hera fijo legitimo do dito Fo do campo e de mayor do campo sua muller
yten pregdo por la Iten preguntado por quarta [sic, la casi repetición] pregta, que dize si
saben ou oyeron dr que o dito seu aboo e o dito seu padre do dito Vertolameu ou El mes-
mo pagar e contribuyr En Algun pedido de moneda ou pecho En que fidaldos notos non
oubesen de pagar dixo por lo dito juramento que feyto abia que nunca Vio ni sabe ni oyo
dr a eles ni A ningún deles os pagasen en ningo tienpo ni por alguna manera E o dito Fer-
nan de Pineyro segundo testigo jurado e preguntado por las ditas preguntas pregdo por la
primera pregunta, diso que conoscia Pregdo por la segunda pregunta diso que no conosce-
ra seu aboo. Pregdo por la tercera, diso que conosçera a seu padre que se chamaba
fo do canpo e oyra dr que benya de legitimo matrimonyo, que Viña y era do linaje dos
Capellos e dos Viladonega E dos Pineyro que hes dos linajes e fidalgos notos E que conos-
cera o dito fo do canpo Padre do dito Vartolameu que hera hombre linpio e Atabado E usar
como fidaldo Pregdo por la quarta pregunta diso que sabe e oyo dr heste dito Vertolameu
ser fijo legitimo del dho fo do Campo e de mayor do canpo sua muller A la
quinta pregta dise que nunca bira ni oyeira dezir que o dito fernando do canpo ni este dito
Vertolameu seu fillo En ningún tpo nen En ninguna manera pagasen nin contribuyesen En
pedido ny penora ni otro pecho ningun Real que biese A a terra En que fidalgos non ou-
besen de pagar E asi o daba por seu juro – Iten o dito Afonso de montojo, terçero testigo
jurado E preguntado por la dhas preguntas e por la primera pregunta diso diso [sic, la re-
petición] que conoscia ben a o dito Vertolameu Yten prego por la segunda pregunta, diso
que conoscera a o dito seu aboo que se chamaba Juo fernandez, e que oyra chamar por
home fidalgo de linaje, de gil perez de lago E dos Capelos, e dos de Pineiro, e dos de
Viladonega yten pregdo por la tercera pregunta diso conoscera e hera certo que Fernan do
canpo, padre do dito Vertolameu hera fillo legitimo do dito Juo fernandez, e era home de
prol, linpio e desçendente destes linajes Iten a la quarta pregunta diso que sabe, y
hera certo, que o dito Bertolameu de montojo era fillo legitimo do dito fernan do canpo e
de mayor do canpo sua muller. Iten a quinta pregunta, diso qu-el nunca viera nyn
oera dezer que o dito Juo fernandez nin o dito fernan do Canpo, seu fillo, ni o dito
Vertolameu, seu neto nunca pagasen ny conribuyesen ny fosen repartidos en ningún pe-
dido ni moeda, nin outro peyto rreal que soubiese, ni en esta contrebuçion nin en
outra de sta hermandade, como otro cualquier de los otros seus vezinos lo pagaban
e que asi o daba por seu juramento Yten o dito lopo da Cheda quarto testigo jurado
e pregdo por la pirmera pregta diso que conoscia o dito Vertolameu E A segunda pregunta
diso que conosçera a seu aboo e que se chamaba juo fernandez, e que vera e oera
decer que ven de linaje de gil perez de lago E dos de pineyro E dos capelos e dos de Vi-
ladonega, e dos seus linajes [p.d.] que o tiñan por fidalgo yten a tercera pregunta diso que
sabia que hera certo que deste juo fernandez desçendera fernan do Canpo seu fillo
legitimo e que hera home de prol e linpio Yten a quarta pregunta diso que sabia e hera
certo que deste dito fernan do canpo descendera o dito Vertolameu que era seu fillo legi-
timo e de mayor do Canpo, sua muller yten a quynta pregunta diso que nunca bera nin
era dizer que o dito Juo fernandez nin o dito fernando do Canpo seu fillo nin agora o dito
Vertolameu seu neto, nin ningun deles En ningun tpo pagasen nin contibuyesen, nin _
fosen empadroados en ningun padron de pedido nin moeda nin outro pecho rreal q a
terra viese nin heso mesmo da hermanda tampouco E sabe E hera certo que desçendían
de linaje de bos fidalgos notorios e hesto daba por su juramento A qual dita pesquisa asi
feyta e sacada fuy leyda e publicada en aqueste di dia Ena dita vila ante o dito senor me-
rino por lo dito Vertolameu le fuy pedido e requerido por vertud dela mandase e sentecia-
se lo que por dereyto o Justicia Achase E logo o dito merino diso que por el visto todos
los autos e pedimentos feytos por lo dito Vertolameu e a dita probança e pesquysa e os
ditos E deposicoes dos ditos testigos sobr-este casso presentados, que fallaba que debía de
mandar e mandaba que o dito Vertolameu de montojo E seus descendentes usasen da sua
libertad daquí adelante, sego e en la manera que gozaron seus antepasados dond-el des-
cendía, segun dixeron e declararon los ditos testigos e non fose teudo nin obligado de
aquy en Adelante, nyn seus desçententes En peito nin pedido ningun en que fidalgos
notorios non deben de pagar E que ansi o daba e pronunçiaba por su senta difynitiva En
es […ilegible] esptos e por ellos e o dito Vertolomeu diso que pedia E pedeu a myn o dito
notario que todo asi como pasara llo dese por testimonyo segnado, para guarda de seu
dereyto a todo tenpo, e a os presentes Rogaba que fosen delo testigos que fuy dereyto
sentenciado e feyto En lo dito lugar, Ano mes e dia suso dhos testigos que foron presentes
a la data desta dita senta o dito fernan de galdo, allde e alonso gomez e aol pernas o nobo
morador en pineyro E Fernan dias [p.d.] morador en [en blanco] E heu, Gonzalo de
Sdomyngo esno Puco e noto puco sobredito que fuy presente En vn con os ditos testigos En
todo o que dito he presente fuy en un con os ditos testigos [sic, la repetición] E hesta es-
cptura de pedimento e pobanza e senta fire espujr bien e fyelmente En my presençia como
se pasou E por ende fice aqui este myo nome e signo que tal he En testimonio de verdad
go de Sando Domyngo, noto”.
El 21-X-1512, estando en Santa Marta de Ortigueira Alonso Fernández de Muruxás,
vecino de la misma villa, reclama el reconocimiento de su hidalguía ante “el Señor Diego
Vaca, alcalde”. Siguen las diligencias pertinentes, de que son testigos Diego López de Al-
mendras, Juan Díaz de Piñeiro, Juan Sabio, Juan Novo y Alonso de Magariños.