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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RIOS. DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES, Seminario “Ciudadania y Etica Publica” Profesor: Dr. Eduardo Rinesi “Democracia deliberativa: apuntes para una relectura republicana del Estado de Derecho” Lic. Martin Zampino Afiio: 2012 El presente articulo intenta capitalizar una serie de interesantes lecturas en las que nos vimos envuelto durante el affo 2011, lecturas que a cada paso iban de la mano con interrogantes sugestivas, En nuestra calidad de docente de la cétedra Teoria Politica II en la licenciatura en Ciencia Politica de la UNER (y desde mucho antes también) nos familiarizamos con la propuesta de Jurgen Habermas. Al mismo tiempo, intentamos tomar contacto con autores pertenceientes a otras tradiciones del pensamiento contempordneo con la finalidad de comprender sus criticas al enfoque habermasiano. Asi nos embarcamos en Ja ardua tarea de leer las producciones més recientes de Laclau y Mouffe, Rancidre, Badion y otros. Este texto no pretende hablar de todos ellos, pues el objetivo aqui no es el de dar cuenta de esos autores sino el de problematizar ciertas critieas que suelen hacerse al autor alemdn. Una hipétesis del presente trabajo es la siguiente: algunos autores, trabados en lucha contra determinados procesos socio- politico-econémicos, tienden a caricaturizar el enfoque politico-filoséfico que consideran findamentador de dichos procesos. Esto ocasiona trastornos teéricos précticos, pues lleva al estudioso a ignorar lo que dicho enfoque pueda tener de positivo, ademas de movilizar al militante a un rapido rechazo de practicas que pudieran resultar, diriamos, “progresistas”. Justo es reconocer que, dada la finitud del intelecto humano, no cabe la posibilidad de que surja un intelectual que sea “especialista” en todos los autores de la teoria politica La més de Jas veces un intelectual se familiariza 0 profundiza en un pufiado de autores, y tiene conocimiento de los demés a través de la lectura incompleta de sus obras y de relativamente pocos comentaristas', Para obtener una perspectiva mis completa se hace necesario, entonces, que cada intelectual cuente con el auxilio de los demas. Que a cada paso la “comunidad epistémica pertinente”, paraftaseando a Villoro, ejerza una vigilancia que tenga que ver no con el control, sino con el seffalamiento de presuntos cerrores, lagunas, omisiones, simplificaciones, tergiversaciones, modulaciones, etc. Mario Heler ha insistido” en cémo dichos seftalamientos tienen que ver con Ia lucha por posiciones de privilegio en cl campo (en el sentido de Bourdieu) cientifico. Reconocemos eso, pero nuestro interés se centra un poco menos que el de Heler en lo que antes se denominaba “contexto de descubrimiento” y le presta mds atencién al “contexto de justificacién”. La pertinencia de las diversas interpretaciones sélo se puede justificar a través de buenos argumentos. Intentaremos aqui exponer, de la mejor manera que podamos, algunos aspectos del pensamiento habermasiano que son inconsciente 0 deliberadamente oscurecidos por una tradicién de pensamiento que se viene forjando en el mundo intelectual desde hace un par de d&cadas. Este trabajo pretende ser un aporte mas en el debate intelectual, y tiene la intencién de resaltar lo que en algunos planteos parece estar oscurecido, Lo cual, por lo menos en principio, deberia forzar una vuelta de tuerca mas en determinados enfoques criticos, Y agui es cuando conviene hacer referencia a otro texto que result6 especialmente inspirador de la idea del presente trabajo. Me refiero a la compilacién de excelentes articulos que realizé Eduardo Rinesi con el titulo de “EN EL NOMBRE DE DIOS. Esto sin mencionar que, como la empresa del conocimiento se extiende infinitamente tanto a To ancho como a lo largo, nos encontramos con parecidas dificultades aiin cuando se trate de autores en los que en principio nos hemos “especializado”. Pues un texto se reescribe cada vez que surge una nueva tradicion ‘merpretativa. Tanto en este caso, como en el mencionado en el cuerpo del trabajo, el nico paliativo que conocemos es Ia critica abierta, eruzada y permanente. ? Cf. Heles, Mario (2004), Razén natural y revolucién burguesa en la obra de John Locke”. Se trata de un libro que pretende mostramos “otro Locke”. ePor qué “otro”? ;Cusl es el Locke frente al cual, en aras de recuperar su riqueza, es necesario construir “otro”? Pues bien, el Locke que habia que completar era el Locke “padre del liberalismo”. Esto es, el Locke que a través de una lectura y de una interpretacién selectivas termina siendo el forjador de los “principios bdsicos que constituyen el sentido comin liberal de la vida politica que vivimos”> cEs Locke liberal? Rinesi se apresura a sefialar que, teniendo en cuanta la época en que Locke escribe, eso es cronolégicamente imposible. Y sin embargo, hay un liberalismo en el autor inglés, “como un efecto de lectura”.* Bso significa que una determinada tradicién de pensamiento, la liberal, no invents “nada que no estuviera presente en los propios textos de Locke, pero si que leyé esos textos desde determinada perspectiva, que ordend y orienté su lectura de cierto modo, que seleccioné de esos textos algunos elementos en detrimento de otros, etc”* {Hay algo de malo en todo ello? No, salvo “impedirnos ver algunos de los aspectos de esa obra que hoy puede resultarnos interesante rescatar”.® jEs Habermas liberal? Rinesi sefiala algunas maximas de la ideologia liberal que estén contenidas en el pensamiento lockeano: los hombres no deliberan ni gobiernan sino a través de sus representantes, los representantes no pueden excederse en sus funciones mis alld de aquello para lo, que han sido elegidos, existe un conjunto fundamental de derechos que son anteriores a la aparicién de los gobiemos y que los gobiemnos deben proteger y preservar, las creencias religiosas de las personas no deben ser perseguidas ni limitadas, ete.” El autor alemén estaria mds 0 menos de acuerdo con estas maximas, salvo, probablemente, con la tercera. Elias Diaz, en su clésico “ESTADO DE DERECHO Y SOCIEDAD DEMOCRATICA”, sostiene que el Estado de Derecho de corte liberal exige las siguientes caracteristicas: 1- Gobierno de la ley: se gobierna per lege, es decir, a través de Ia ley, pero también sub lege, es decir que no existe nadie por fuera de la ley. Por otra parte, esa ley es fruto de la voluntad de los mismos que estan subordinados a ella. 2- Divisién de poderes: existe un poder ejecutivo, un legislativo y uno judicial. Con preeminencia del legislativo pues alli estén reunidos los representantes del pueblo. 3- Legalidad de la administracién: tal como se deduce del principio del gobierno sub lege. Esto se opone a la doctrina de la razdn de estado, 4- Derechos, tibertades y garantias inalienables: su falta de reconocimiento implica la no-existencia del Estado de Derecho.* De acuerdo con estos lineamientos, Habermas seria, grosso modo, un liberal. En estos y otros puntos se basan esas lecturas que construyen a un Habermas liberal con la finalidad de ctiticarlo con més facilidad. Asi, por ejemplo, Chantal Mouffe: “el objetivo de Habermas no es otro que establecer la naturaleza racional privilegiada de la democracia liberal y en consecuencia su validez universal."? Pero puede resultar enriquecedor e interesante rescatar lo que dichas lecturas han obviado. Si hay un paralelismo entre la compilacién de Rinesi y la presente monografia, > Rinesi, Eduardo (2009): 10. 4 Rinesi (2009): 12. * Rinesi (2009): 12. & Rinesi (2009): 15, 7 Rinesi (2009): 9. * Ctr. E.Diaz (1972): capitulo 2, * Moule, Ch. (2007): 91 es el intento de ampliar los horizontes en cuanto a las posibilidades de lectura de un determinado autor. Y asi como Rinesi seftala que Locke es mucho menos y también ‘mucho més que un liberal, es posible sostener algo parecido cuando hablamos del autor alemén, Ahora bien, resulta ser que, en la medida en que profundizamos en ambos autores ““iberales", acaso encontremos una serie de paralelismos entre ellos, tanto de lo que hay como de lo que no hay de liberalismo en ellos. Y he ahf otro de los interesantes gjercicios que nos proponemos realizar en este trabajo: una comparacién no exhaustiva entre dos autores que tienen mucho en comtin, Antes de avanzar en dicha comparacién, es necesario tomar nota de algunas de las criticas que nacen de una lectura selectiva de la propuesta habermasiana. Lacritica Chantal Mouffe ha sido, probablemente, quien con més claridad y contundencia ha criticado el modelo discursivo o consensual del iltimo pope frankfurtiano. Permitasenos reunir un abanico variado de objeciones a Habermas en torno a la fil6sofa francesa. Ella asocia el modelo de democracia deliberativa con una ofensiva neoliberal que se consolidé en la pasada década de los 90 bajo la forma de la “tercera via”. Gobiemnos como los de T. Blair y G. Schroeder se empefiaron en la defensa del globalismo e inlentaron repensar la democracia, en consecuencia, de la mano de conceptos como modernizacién, flexibilidad 0 responsabilidad. De acuerdo con esta perspectiva, los ideales revolucionarios quedan sepultados bajo los escombros del muro de Berlin, y Tas reivindicaciones populares dejan de ser tenidas en cuenta con la excusa de que son residuos de un viejo proyecto de izquierda, Es lo que Ranciére denomina posdemocracia: “La posdemocracia es la préctica gubernamental y la legitimacién conceptual de una democracia posterior al demos, de una democracia que liguidd la apariencia, la cuenta errénea y el itigio del pueblo, reduetible por Io tanto al mero juego de los dispositivos estatales y las armonizaciones de energias ¢ intereses sociales...” Ranciere tiene sus propios motivos filoséficos para considerarse a si mismo en la vereda de enfrente del modelo deliberativo de Habermas, pero coincide con Moufie en una cosa, dicho esto grosso modo: no es el consenso sino el conflicto lo que fortalece la democracia. En toda particién de lo sensible, diria Ranciére, existe siempre una distorsién. El régimen policial da, de acuerdo con una vieja definicién de justicia, a cada uno lo que le corresponde. Pero nunca tiene presente, pues es la imposibilidad misma de su estabilidad perfecta, fa parte de los que no tienen parte. Eso origina el litigio, el litigio del pueblo, cuya posibilidad de aparicién es condicién misma de la existencia de una democracia, Con otro fundamento tedrico, Mouffe coincide en la defensa de un modelo adversarial 0 agonista de democracia, convencida, como Io esta, de que el otro modelo es lisa y lanamente antipolitico. La hegemonia neoliberal de la que son fruto los gobiernos de la tercera via “caracterizada por el ensalzamiento de los valores de una politica de consenso centrista, es lo que vertebra mi indagacién tedrica, Esta es la razdn de que ponga un énfasis especial en las consecuencias negativas de considerar el ideal de la democracia como la realizacién de un consenso racional, asi como en la correspondiente ilusién de que la derecha y Ia izguierda han dejado de constituir categorias pertinentes para la politica democratica.”"" ‘Mouffe critica la idea habermasiana de acuerdo con la cual “a través de los adecuados procedimientos deliberativos deberia ser posible superar el conflicto entre los derechos individuales y las libertades, por un lado, y las demandas de igualdad y participacién popular, por otro.""? ¥ si bien en algunos momentos reconoce que Habermas termina privilegiando la dimensién democrética sobre la liberal, en otros momentos parece sostener justamente lo contrario. En el capitulo IV de su EN TORNO A LO POLITICO toma una cita de LA CONSTELACION POSNACIONAL, en la que Habermas sostiene que el proceso democratico no extrae su legitimidad (ni siguiera predominantemente) de la participacién politica y la expresién de la voluntad popular sino mas bien “de a accesibilidad general a un proceso deliberative cuya estructura fundamenta una » Ranciére, J. (2006): 129. » Moutfe (2003): 24. » Moutffe (2003): 25 expectativa de resultados racionalmente aceptables."""” Acto seguido, la autora francesa pregunta: zqué son esos resultados racionalmente aceptables? ;quién decide sobre los limites que deben imponerse a la expresidn de 1a voluntad politica? Cudles serian los fundamentos para la exclusién? Obviando otros desarrollos teéricos del frankfurtiano, Moufie contesta con una frase schmittiana: César es también sefior de la gramética, Esto es: de la misma manera que el Leviatan hobbesiano es el Arbitro de lo justo y de lo injusto, de lo tuyo y de lo mio, de lo verdadero y de lo falso, sera el régimen policial (paraftaseando a Rancitre) quien juzgerd. cudles son las respuestas pertinentes a tales preguntas. Y Mouffe sostiene que Habermas acepta, 0 no se da cuenta de que acepta, esta conclusion. Con Io que su enfoque seria netamente antipolitico. Dicho mas claboradamente: “Lo que niega el modelo de la democracia deliberativa es la dimensién del cardcter indecidible y no erradicable del antagonismo, dimensién que es constitutiva de lo politico. Al postular la existencia de una esfera publica no excluyente de deliberacion en la que obtener un consenso racional, la democracia deliberativa niega la naturaleza inherentemente conflictiva del pluralismo moderno. Este modelo es incapaz de reconocer que poner fin a una deliberacién es algo que siempre es el resultado de una decision que exeluve otras posibilidades, y que nunca deberiamos negarnos a asumir la responsabilidad de dicha decisiin invocando el imperativo de las reglas 0 los principios generales."'* Asi pues, el modelo deliberativo habermasiano es antipolitico no sélo por concederle todo el poder a César bajo la mascara de la imparcialidad de sus decisiones, sino que es también antipolitico por ser un modelo racionalista enemigo del pluralismo: “Hoy en dia es de buen tono, entre los supuestos defensores del humanismo, rechazar 1a contribucién de autores como Foucault, Derrida 0 Lacan...se los acusa de que, con su critica al universalismo y el racionalismo, minan las bases del proyecto democratico. En realidad, es exactamente lo contrario, Pues los que ponen en peligro Ia democracia son precisamente los racionalistas. Estos son en principio incapaces de comprender el desafio permanente al que debe enfrentarse siempre un régimen, de donde su ceguera y su impotencia ante las manifestaciones del antagonismo politico. Pero, ademés, todos los modelos que proponen si algiin dia se pudieran realizar- serlan absolutamenie incompatibles con la existencia de una democracia pluralista.”"!? A pesar de que Habermas insiste repetidas veces en la idea de que todo consenso racional es revisable, de tal manera que es imposible realizar, en la defensa de un orden concreto, aquella operacién que Badiou denomina sutura’’, a pesar de eso, decimos, Mouffe le endilga Ja idea de que la razén busca una armonia y una reconciliacién definitivas. O, podriamos decir también, que en nombre de esa armonia presuntamente lograda se pretende negar la capacidad de aparicién de aquellos sujetos sociales cuyos intereses no estén siendo tenidos en cuenta en la construceién de la voluntad politica. Erroneamente, como después veremos, Moufie sostiene que la razén tiende a disolver el factor poder, con lo cual, al no aceptarse la pugna entre diferentes agentes sociales que deberian admitir el carécter particular y limitado de sus reivindicaciones, se socava el pluralismo. Asi dice: “Segiin el enfoque deliberative, cuando mas democrética sea una sociedad, menor ser el poder que forma parte de las relaciones sociales. Pero si aceptamos que las relaciones de poder son constitutivas de lo social, entonces la pregunta principal que Mouffe (2007): 94 " Moutffe (2003): 117, 'S Moutfe (1999): 19. "© Badiou (2002): 205 y ss hha de atender la politica democréitica no es la de cémo eliminar el poder sino la de cémo construir formas de poder mas compatibles con los valores democrdticos. "!” Y también: “Tendremos que aceptar que todo consenso existe como resultado temporal de una hegemonia provisional, como una estabilizacién de poder, y que siempre implica alguna forma de exclusién. Las ideas de que el poder podria ser disuelto mediante un debate racional y de que la legitimidad podria basarse en la pura racionalidad son ilusiones que pueden poner en peligro las instituciones democraticas.""* Uno de los problemas fundamentales de los enfoques consensualistas, segin Mouffe, consiste en que no reconocen que la demoeracia liberal es el resultado de la articulacion de dos légicas incompatibles.”” La logica de la igualdad y a légica de la libertad se encuentran en tensién permanente, y el conilicto entre ellas slo puede estabilizarse temporalmente a través de formas hegemdnicas contingentes. La fildsofa francesa insiste en la idea de acuerdo con Ia cual la confianza en que ambas légicas pueden ser compatibilizadas a través del uso de la razén amenaza la posibilidad de que existan formas legitimas de expresién “de las resistencias que se alzan contra las relaciones de poder dominantes””° De esta manera, el pensador alemén serfa también un conservador, pues cuando el consenso proporciona legitimidad al status quo no habria espacio para alternativas a la configuracién de poder existente. Moutffe viene a decimos, asi, que Habermas no es un te6rico critico, F Moutffe (2003): 113, ° Monffe (2003): 117, "© Moutffe (2003): 22 % Mousfe (2003): 23. Una visita a Locke Si hay un punto en comiin entre Habermas y Moufle, es el objeto acerca del cual estin reflexionando. Més allé de la monumentalidad de la obra habermasiana, se puede captar un hilo que recorre todos sus trabajos, ya sean de indole espistemolégica, sociolégica 0 filoséfica. Todo parece converger en la problematica politica y juridica de la legitimidad. Mouffe, por su parte, se enfrenta contra el modelo de legitimidad democritica vigente en Europa desde hace més de 20 afos e intenta construir un tipo de razonamiento filos6fico-politice “que busca, contra el orden de cosas que las viefas teorfas... tendian a naturalizar, sentar los principios de una legitimidad diferente." En esa misma tarea se encontraba John Locke hace mas de trescientos afios. Locke reacciona contra la teoria patriarcal de Robert Filmer, de acuerdo con la cual el poder de ‘un monarea es el mismo que Dios cedié a Adin sobre sus descendientes. Rinesi resume los argumentos contra Filmer: 1- Dios no cedié Ia propiedad de las cosas del mundo a Adén con exclusién de los demas hombres, sino a la humanidad entera por intermedio de Adan. 2- El poder paterno no puede ser transferido ni heredado. 3+ Bl poder patemo no puede convertrse en el fundamento del poder politico de los monarcas, ya que son de diferente naturaleza.?? Una vez cuestionadas las bases de la vieja legitimidad, Locke se propone trazar los cimientos de la nueva. El resultado deberd ser una teoria que pueda responder a la pregunta de “sobre qué bases pueden pretender esos monarcas... tener un poder egitimo sobre sus stibditos, 0, si se prefiere plantear la pregunta desde el punto de vista de los sibaltos, a quién y por qué estén esos sibditos obligados a obedecer, y cuando y bajo qué condiciones pueden o incluso deben no obedecer.” La ultima parte de dicha pregunta hace que nuestro interés se oriente hacia el famoso Cap. XIX del SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL. Sin embargo, con Ia finalidad de sefialar luego paralelismos, similitudes y diferencias interesantes, prestaremos también atencién, aunque un tanto somera, al resto del libro. Estin contenidas alli, siguiendo a Rinesi, dos teméticas fundamentales: la de la propiedad y la del poder. Desde la perspectiva del presente trabajo, centrado en la cuestién de la legitimidad, nos es imposible aceptar la idea de que se trata de una cuestién econémica, por una parte, y de otra politica, por otra, Para nosotros se trata de dos cuestiones politicas (aunque no son solamente politicas, claro), la primera de las cuales sienta las bases y marca los limites para la segunda. Con respecto a la propiedad una salvedad inicial: si bien la forma contemporanea de concebitla tiene que ver con la concepcidn lockeana, es mucho més restrictiva, Los contempordneos entendemos que la propiedad son los bienes, mientras que para el autor inglés somos propietarios en primer lugar de nuestros cuerpos, y también de lo que hagamos con él. En sintesis, la propiedad abarea la vida, la libertad y el patrimonio.”* Ahora bien: ser duefio de todo eso no significa que el hombre efectivamente pueda disponer de su dotacién como mejor le plazea. Existen eyes naturales que indican lo que es correcto hacer. Estamos en presencia de uno de los puntos por los cuales Rinesi afirma que Locke es mucho menos que un liberal: right tiene todavia mucho mas que ver con obligaciones que con derechos.”* 2% Rinesi (2009): 65. 2 He af uno dels tntos resabios aristotéicos en el pensamiento de Locke. % Rincsi (2009): 77 % Verecker, Ch. (1961): 147 % ft, Rinesi (2009): $6, {Quign fija esas obligaciones? Pues Dios. zY cuales son esas obligaciones asequibles para los hombres a través del uso de su raz6n? Basicamente dos: preservarse a si mismo y, en la medida de lo posible al resto de la humanidad. Como vemos, esté presente el ideal cristiano de la caridad* Conviene recordarlo, pues tendré implicancias politicas de peso. Otra forma de enunciar el contenido de la ley natural seria no dafiar la propiedad de los demas y conservar la nuestra.”” El tema de la conservacién de la propiedad nos lleva a la cuestién del surgimiento de la sociedad politica. Ya que ésta es la respuesta a la siguiente pregunta: zouél es la mejor manera de salvaguardar la propiedad propia y la de los demas? Locke, al igual que Hobbes, plantea la hipdtesis de que antes de la constitucién de la sociedad politica los hombres viven en Estado de Naturaleza. Pero hay una diferencia crucial entre ambos contractualistas ingleses: para el autor de Leviathan la situacién natural de los hombres, amenazados por la escasez, es de guerra permanente entte ellos, en vistas del temor a la muerte violenta y de las pasiones que los impulsan a todos. En tales condiciones, Ia vida de los hombres es breve y miserable, Para el autor del Segundo Tratado, en cambio, ello no necesariamente es asi. La vida en Estado de Naturaleza no tiene por qué ser tosca, es abundante, existe el lenguaje y hasta existe el dinero y, por lo tanto, el comercio. Todos son perfectamente libres ¢ iguales.". Y lo que es mas importante atin: el estado de naturaleza no equivale a estado de guerra.” Automaticamente surge la pregunta: jpor qué introducir un cambio en esa situacion cuasi-idilica? La respuesta seria: porque siempre pueden existir personas que no respeten la ley natural y agredan la propiedad ajena. En tal caso, el derecho a reparar el dafio compete a la misma persona perjudicada en virtud del derecho a la propia conservacién.*” Pero como los hombres, ademas de ser racionales, son también pasionales, existe la posibilidad de que se cometan excesos a la hora de castigar las agresiones que sufra la propiedad. Asi, el poder civil surge como un remedio frente a la arbitrariedad resultante de que cada uno posea el poder ejecutivo de la ley natural." He aqui la aparicién de la teoria del Estado como pouvoir neutre, cuya funcién es resolver de manera imparcial los pleitos que se plantean entre los particulares. Asi, la sociedad politica surge, indirectamente, para proteger la propiedad. Pues se erigiré en el juez imparcial que resolveré las disputas entre los particulares cada vez que alguno considere que su propiedad fue agredida. Citando a Hooker, Locke sostiene que Jos hombres tienden por naturaleza a buscar la camaraderia y la comunién con los otros. Y justamente ése es el motivo por el cual se unen formando sociedades. Mas hace tuna aclaracién importante: el consentimiento de cada hombre es fundamental para formar parte de dicha sociedad. Si un hombre no lo brinda, y puede no hacerlo, permanece en estado natural.” De todas maneras, seria irracional que un hombre se decidiera a quedar en estado de naturaleza, y no s6lo eso, seria una contravencién a la norma divina que manda a hacer lo necesario para preserva nuestra propiedad y la ajena. Pues la mejor manera de hacerlo es despojdndose del poder natural y poniéndolo en manos de la comunidad, de tal manera que todos puedan apelar a la proteccién de las leyes que dicha comunidad establece.”? Locke (1990): Capfnulo 245. ® Locke (1990): Cap. 2 #6 * Locke (1990): Cap. 2 #4. ® Locke (1990): Cap. 3 #19. > Locke (1990): Cap. 2 #11 * Locke (1990): Cap. 2 #13. % Locke (1990); Cap. 2#15. Cap. 8 #95. * Locke (1990): Cap. 7 #87, Los poderes del Estado asf constituidos son basicamente dos: el de hacer las leyes y el de dispoper Ta guerra o la paz. Ambos tienen el fin de salvaguardar In propiedad privada.* Pero también es necesario un poder que ejecute las sentencias,’® que es Justamente ese poder al que los hombres renunciaron para abandonar el estado de naturaleza. Asi es como, para Locke, hay tres poderes: Legislativo, Federative y Ejecutivo. . Toda obediencia, en iltimo término, es al Poder Lezislativo,™ por ello es el poder soberano. Por ello y porque se constituye de acuerdo con la voluntad del pueblo” Los poderes Ejecutivo y Federativo son delegados del Legislativo. El Ejecutivo pareciera tener cierta preeminencia, pues es el encargado de convocar al pueblo para elegir los representantes en el Legislativo™ y de convocar al Parlamento asi como de determinar los periodos de reunién.” Ademds, le asiste la prerrogativa de legislar supletoriamente,*” pero no por eso es superior al Legislativo. El pueblo ha delegado el poder de hacer leyes al Legislativo.'' Precisamente esa delegacién es la puerta a través de la cual nos colaremos para volver al tema de la legitimidad. {Cudndo un poder es legitimo y puede, en consecuencia, reclamar con ‘buenos argumentos la obediencia de sus sibditos? Bésicamente, cuando el pueblo le brinda su consentimiento. La cvestién del consentimiento ocupa a Locke a todo lo largo del Capitulo 8 del SEGUNDO TRATADO. En el desarrollo de este tema Locke parece haberse adelantado a los planteos rousseaunianos, y tener mejor resueltas las paradojas que Rousseau -planiéa Sostiene que la fuerza que impulsa a la sociedad civil es el consentimiento de la mayoria."? Sélo si la mayoria se impone a los demas miembros es posible que la sociedad funcione como un solo cuerpo." Por otra parte, el consentimiento no solo se ‘brinda de forma expresa, sino que también puede ser ticito."* Asi, tenemos un poder del Estado que legisla y sus mandatos son legitimos en la medida en que encuentran el consentimiento habitualmente ticito, a veces expreso, de los stibditos. Pero los stibditos sélo van a brindar su consentimiento, se supone, cuando tanto la legislacién como la aplicacion de la ley se dispongan-conforme al bien comin.“ Y eso no puede significar otra cosa que lo siguiente: cuando el objetivo prioritario del gobierno no sea otro que la proteceién de la propiedad de los sibditos. Llegados a este punto, se abren dos interrogantes fundamentales: 1- {quign es el sujeto decide si se esta tergiversando la finalidad de salveguardar el bien comiin por parte del gobierno? 2- {qué acciones son competencia de ese sujeto una vez corroborada la tergiversacién? Con respecto a la primera pregunta, Locke sostiene en un punto que el juez de las cuestiones sociales debe ser el pueblo (ese misterioso sujeto al que ya habfamos hecho referencia) y Dios.** En otro dice que debe ser el conjunto del pueblo (whole people).4” 8 Locke (1990): Cap. 7 #88, 8 Locke (1990): Cap. 9 #126. * Locke (1990): Cap. 11 #134. Rinesi llama Ia atencién sobre el papel que en la obra de Locke le enbe @ ggte misterioso sujeto el pueblo. Cli. Rinesi (2009): 40 y 61-64. Tendremos que volver sobre este usunto, ® Locke (1990): Cap. 13 #157 ® Locke (1990): Cap. 13 #134, Locke (1990): Cap. 13 #156 © Locke (1990): Cap. 14 #159, “Locke (1990): Cap. 11 #141 ® Locke (1990): Cap. 8 #96. ® Locke (1990): Cap. 8 #98, Locke (1990): Cap. 8 #119. © Locke (1990): Cap. 9 #131 Locke (1980): Cap. 19 #242. También dice el pueblo, asi, a secas."* Hacer referencia a Dios tiene su sentido, pues cuando un gobierno desatiende su obligacién de defender la propiedad, indirectamente est atentando contra el mandato divino de autoconservacién. Ademis, existe una relacién entre la ley natural dictada por Dios y el juicio del conjunto del pueblo. Pues, como ya lo hemos visto, Dios manda a conservar no sélo la propia propiedad sino, en la medida de lo posible, la de los otros hombres. La consecuencia que se sigue de ello es que el juicio que se elabora sobre el accionar del gobjerno no tiene que ver solamente con Ia suerte de mi propiedad, sino con la de todos”. Para que el juicio sea valido, debera ser el conjunto del pueblo el que dictamine cuando un gobierno ha declarado la guerra a sus sibditos, independientemente de que haya atacado la propiedad de unos pocos 0 de muchos, FJ conjunto del pueblo, deducimos, sera siempre la mayoria del mismo, Esta exigencia pretende alejar, por otra parte, la posibilidad de que cualquiera, individualmente, se crea con derecho de oponerse al gobiemo y desobedecerlo. Parece estar todo dicho, pero hay algo més: se podria tomar Ja afirmacién de que el linico juez, el que dictamina si el principe o el legislativo han traicionado la confianza en él depositada, es el pueblo a secas, se podria tomar esta afirmacién, insistimos, como el momento culminante de la teoria politica lockeana, Se trata de un momento, aunque s6lo se trate de un momento, en el que Dios es prescindible. O, para decirlo apelando a un lugar comiin, la voz del pueblo es la voz de Dios. Estamos en presencia de un juez absoluto que es un juez mundano. Y cuyo titulo para juzgar es netamente moderno: la igualdad. Los momentos en los que el pueblo juzga, y, en consecuencia, reasume la soberania, son los momentos en los que se actualiza el fandamento de la unidad politica, que es, parafraseando a Ranciére, la igualdad de cualquiera con cualquiera. Todo orden implica una jerarquia. Pero esa jerarquia es artificial, como lo pone de manifiesto el titulo que el pueblo tiene para juzgar. Ahora bien: ,8 qué acciones tiene derecho ese sujeto, el pueblo en su conjunto, una vez que ha corroborado una traicién a la confianza por parte del gobierno? Las opciones, para nosotros, serian: a) desobedecer b) rebelarse c) reasumir de la soberania, La primera puede constituir una desobediencia, diriamos, pasiva, cuando no va acompafada de un intento de destitucién de las autoridades. La segunda significa la instalacién de’ un estado de guerra, La tercera implica abrogar la representacin concedida para, acto seguido, volver a designar otros representantes (ya que el pueblo no delibera ni legisla por si mismo) en los cuales depositar nuevamente la confianza. El concepto clave aqui es el de estado de guerra. Si prestamos atencién a su etimologia, rebelién significa el regreso de la guerra. En el capitulo 3 Locke dice que quien coloca a otro bajo su poder absoluto se coloea respecto, de éste en estado de guerra, y que el castigo contra esto es su destruccién o muerte.®° A partir de esta definicién, podemos colegir que, en realidad, el pueblo nunca se rebela. ¥ podemos apelar para confirmarlo a un giro maquiaveliano: el pueblo no quiere oprimir, s6lo quiere no ser oprimido. Los {que se rebelan son siempre los gobernantes, ya que no respetar Ia propiedad de los © Locke (1990): Cap. 19 #230 Locke (1990): Cap. 19 #240, ‘ Asi el pueblo tiene el deber de Jevantarse toda vez que el soberano atente contra la propiedad de los stibditos, por minortario que seael grupo al que no se le esta respetando su derecho natural. He aqui la yirtud cristina dela caridad fungiendo como cataizador poltco. Locke (1990): Cap. 3 #17. siibditos implica no respetar sus bienes, su libertad ni sus vidas. Y eso es lo mismo que pretender someterlos a un poder absoluto. Al actuar asi, los gobernantes traicionan 1a confianza depositada en ellos, y ademas ponen de manifiesto toda su irracionalidad, pues pasan por alto tas leyes naturales. En tales condiciones, Locke dice que merecen ser tratados como bestias salvajes. La traicién de 1a confianza depositada, por parte de los representantes, es una de las causales de disolucién del gobierno, Y cn esas condiciones el poder revierte nuevamente a la sociedad. Pero ademés, el pueblo debe evitar esa disolucién, con lo cual, como sostiene Rinesi, siempre le asiste al pueblo la razén en estas cuestiones: “‘.. wando se disuelve el gobierno el pueblo esté en libertad de cuidarse de si mismo, constituyendo un nuevo legislativo que diftera del otro en las personas, en la forma o en ambas cosas, segtin ellos consideren més conveniente para su bien y seguridad. Pues la sociedad no puede, en ningiin caso, y por culpa de otro, perder su derecho innato y originario a su propia conservacién, la cual es tinicamente posible si cuenta con un legislativo constituido y una ejecucién justa e imparcial de las leyes que aquél dicte. Ahora bien, la condicién humana no puede ser tan miserable como para que no nos sea posible poner los remedios hasta que ya sea demasiado tarde para ello... los hombres xno podrian estar a salvo de tas tiranias si la iinica forma de escapar de ellas surgiera una vez que ya se estuviera perfectamente sometido a su poder arbitrario. De ahi que el pueblo tiene perfecto derecho a librarse de ta tirania y también, cémo no, a prevenir su aparicion,”* Recapitulando: el poder legislativo es soberano, pero mientras el pueblo juzgue que su confianza no es traicionada. El pueblo puede, cuando considere que no se protege el bien coman, retirar el consentimiento, con lo que se revela como el verdadero sujeto de Ja soberania. Aunque, como el pueblo no legisla, ceda inmediatamente esa soberania con la constitucién de un nuevo legislativo. El pueblo tiene derecho, pero también la obligacién ante Dios de rebelarse en determinadas situaciones. Y sin embargo, nunea se rebela, pues esa rebelién constituye siempre una respuesta por la fuerza a quienes ya usan la fuerza al no someterse a la ley de la nturaleza, Una altima observacién antes de terminar el presente capitulo: el levantamiento del pueblo puede, més alla de las salvedades expuestas, ser considerado rebelién, pero munca revolucién. ¥ éste es el punto en el que quizé tengan razén aquellos que hacen de Locke un padre del liberalismo (econémico) o un defensor de los intereses de la clase burguesa en ascenso. Dice Rinesi, apoydndose en Edward Andrew: ‘Locke parece poner a las instituciones politicas sobre el terreno frdgil de la historia y por lo tanto de la contingencia y de la posibilidad de impugnacién, pero saca sugestivamente de ese campo a la estructura de su sociedad (a la que no hace falta ser un marxista de comunién —basta con ser un buen lockeano- para identifiear con el conjunto de instituciones asociadas a la propiedad, a las formas de organizacién del trabajo, a la industria y al comercio), a la que en cambio, una ver establecida, parece considerar perdurable, necesaria y ahistérica. Ya indicamos, més arriba, hasta qué punto es verdadera la resis que hace de Locke un idedlogo de la sociedad capitalista y de las relaciones de propiedad y produccién que la sostienen. No hacemos ahora mas que confirmarlo."? % Locke (1990): Cap 19 #220, Rinesi (2009): 41 Una visita a Habermas El problema de la legitimidad adquiere en Habermas una ubicuidad tal que es posible abordarlo desde diferentes enfoques yidisciplinas. A nosotros nos resulta més cémodo abordarlo aqui a partir de lo juridico. Segiin Locke, las leyes que emanan del Parlamento merecen obediencia porque son elaboradas por los representantes del pueblo, los miembros del cual brindan su consentimiento técito 0 expreso; pero mas todavia porque existe un canon, e! derecho natural, para evaluar el derecho positivo. Locke seria, de esta manera, un semi-modemo. pues abandona la idea griega y medieval de un mundo natural y humano que armonizan con base en jerarquias, en pos de la idea de acuerdo con la cual los hombres son libres © iguales entre si. Pero no abandona la idea de un criterio de verdad y de correccién objetivos, criterio que al venir impuesto por un ser superior trasciende toda arificialidad, Habermas es un modemo en ambos sentidos pues, para él, vivimos en una etapa que denomina posconvencional de justificacién™ y eso significa que ya no es posible acordar sobre la verdad o la comreccién de las normas con base en criterios objetivos, universales y necesarios. Queda asi abierta la pregunta sobre la legitimidad de las -normas juridicas, Cuestin que nos interesa sobremanera, pues tanto para Locke como para Rousseau, autores fundamentales para el tema que nos-ocupa, la funcién del soberano es legislar. El Jusnaturalismo clasico resolvia la cuestién de la legitimidad de las normas juridicas mediante el expediente tomista de la coneatenacién de las leyes. Esto es, existe un derecho positivo y un derecho natural. Y el segundo tiene preeminencia sobre el primero, de tal manera que si del poder soberano emana una norma que contradice al derecho natural, es claro que esa norma resulta ilegitima, Ese derecho natural venia anclado a convicciones religiosas, a la naturaleza de las cosas o a la naturaleza humana. * Terminologia prestada de Lawrence Kohlberg, Lo que apenas insinuamos aqui da pébulo a nuestra precedente afimacion de acuerdo con la calc ema de a legitimidad puede ser atacado dese maltples titecciones. Ota de ells sera, por semplo, a gnoseologs , mis restrcivamentela tora dela verdad Yel argument rezara como sigue: de acuerdo con I gnosclogia positivist, un enuncia es verdadero sida cuenta de un estado de costs enel mundo. Asi, “a eve es blanca” es verdadero si soo sla nieve ts, efecvamente, blanca. Pero a poco de razonar caemas es Ia cuenta de que en situaciones més compas, por ejemplo la verifcacion de una ley cientifcs, esto que parece aqu tan plausible no 10 es tana, Sin encionr el hecho de que ina ley cientfiea no s puede, por principio, verficar ya que seria ecesara cenit la experiencia defo tempo y lugar para hacerlo, e!Fenémena mis plasise y menos ambicioso de la corroboracién muchas veces exige un acuerdo intersubjetivo entre los cientificos acerca de qué van a considerar un hecho. Los electrones de un dtomo, por ejemplo, no son més que una hipétesis. de acuerdo con el etiterio fuerte del resismo ingenuo, Pero no se cuda Gesu exisfenia en a communidad ‘entific. Esta es la enseflanza del giro lingo: los hechos deben su exstencia alos enunciados que Toe nombran, Todo e lenguajey nada existe por fuera del mismo. No hay hechos, slo interpretaciones ‘Aa las costs Zeuéndo un enunciado es verdadero? Pues bien, un enuneiado como el de més aria, “Ia nieve es blanca? no es verdadero porque exista era del lengua una x, en est caso la nieve, queen sies blanc, sino que es verdadero porque existe un aeerdo intersbjeivo, es decir, porque se ext de acuerdo en que es verdadero, Y exe acuerdo slo puede ser un acverdo provisional sobre la base de buenos trgumentos, ya que la unversalidad y la necessriedad estin defintivamente vedadas. La pequetia vusta de tuerea que da Habermas al giro lingustico consis en afimmar que, ast como la verdad de los eunciados se puede desempeftar dscursvamente, lo ‘ual significa que son susceptibles de un acuerdo racional con base en argumenos, esto también es posible cuando hablamos dea coreccén de ls normas (ga sean morales o jurdics) El entero para deerminar la comecion o incorrecion de ls normas es recisamente avin de acceso elegich en el uerpo principal de ext abso, La bancarrota de la metafisica atrastré consigo esas fuentes sacras de legitimacién, con o cual aumenta el riesgo de que las normas juridicas no sean mas que la imposicién de un poder arbitrario. Hans Kelsen, un neokantiano que puede, sin embargo, ser considerado en sus efectos como un positivista sui generis, sostiene al respecto claramente que: 1- El derecho natural es una construccién ideolégica, por cuanto tiene por finalidad legitimar el derecho positivo y, ademés, poner limites a las facultades de! legislador, De acuerdo con los defensores del Derecho Natural los derechos subjetivos vendrian primero, y s6lo despues apareceria el derecho objetivo para reconocer y proteger esos derechos (tal como hemos visto, precisamente, en Locke). La. funcién idcolégica de tal enfoque ¢s patente: justo cuando la positividad y mutabilidad de las. instituciones juridicas legan a ser evidentes, se hace necesario establecer ciertas instituciones (por ejemplo la propiedad) como inmutables y distintas del derecho objetivo, mientras se afirma a la vez. su validez juridica™’. 2- Como la quiebra de la metafisica provocé la ruina al Jusnaturalismo eldsico, es necesatio reconocer, como nunca se lo habia hecho, que derecho y poder son dos caras de la misma moneda, ya que el derecho no es otra cosa que “un orden w organizacién especificos del poder."* Esta conclusién se halla demasiado cerca de un realismo y de un hobbesianismo que resultan, en iiltima instancia, desdefiosos de la conviccién modema de acuerdo con la cual los hombres nacen libres e iguales (y asi deberian permanecer). Desde una perspectiva “realista”, por una parte, el poder se concibe como la capacidad de imponer la propia voluntad por sobre la de los demas. Desde una perspectiva hobbesiana, ese poder tiene un tinico sujeto, y de ese sujeto emana un derecho que viene previamente autorizado (y en consecuencia legitimado) siempre, en virtud de los téminos del pacto que saca a los hombres del estado de naturaleza®®, EI mismisimo Kelsen repite la méxima hobbesiana de acuerdo con la cual “no es mejor conocimiento sino mds autoridad lo que permite a un érgano decir lo que es derecho”.*" A su vez, el autor austriaco tiene su propia solucién para el problema que entonces salta a la vista. {Cuando una norma es valida? Pues bien, haciendo un resumen grosero de las ideas de Kelsen, una norma es vélida cuando tanto en su forma como en su contenido viene autorizada por una norma de orden superior. Asi, cada norma encuentra la fuente de su legitimidad en otra, y se salta de norma en norma hasta llegar a la primera constitucién histérica. ,Y por qué es legitima la primera constitucion histérica? Ante esta pregunta crucial, Kelsen contesta con su famosa teoria de la Norma Fundamental hipotética. La primera Constitucién en sentido juridico-positivo viene legitimada por la Constitucién en sentido logico-juridico, la norma fundamental que no ha sido “puesta” como el resto de Jas normas del sistema juridico, sino “supuesta”. Y cuyo imperativo sostiene la autoridad suprema de la instancia constituyente. A poco de analizarlo, se sospecha que la norma basica de Kelsen sélo en un sentido figurado proporciona el fundamento de la potestad legislativa. Como dice Friedrich: “Esa norma bdsica es una norma que establece que se debe obedecer al parlamento, al monarca, etc. Queda por saber por qué debe ser asi. Esta pregunta decisiva permanece incontestada,” Kelsen (1960): 143-144, 8 Kelsen (1983): 142. * Cir, Hobbes (1984): Cap. XVL 3 Kelsen (1960): 353. * Friedrich (1964): 250 Pues bien, la respuesta a esa pregunta es la piedra de toque para el problema de la legitimidad. Y también es aquello sobre lo que se pregunta Mouffe cuando se embarca en el proyecto de “construir formas de poder més compatibles con los ideales democriticos”, Alguien que ha visto con toda claridad el problema que Kelsen plantea, y el marco posible para su solucién, ha sido Michelangelo Bovero: “Ya que la validez de la norma fundamental, que debe entenderse como la norma iiltima que autoriza el poder tiltimo, no es evidentemente reconducible a su produccién de parte de un poder autorizado (por definicién no puede haber un poder autorizado superior a la norma fundamental), Kelsen sugiere que ella debe ser simplemente presupuesta en todas las ocasiones en que constatemos la eficacia de un ordenamiento positive... Pero, legados a este punto, se puede preguntar si es verdaderamente ‘fundamental la norma iiltima o el poder ultimo, en vista de que la norma iiltima pierde validez, cesa de existir como norma y con ella el ordenamiento entero, cuando pierde fuerza la eficacia del poder tiltimo. Atribuida semejante posicién de privilegio al principio de efectividad, gel poder iltimo es todavia un poder de derecho 0 no se parece mas bien a un poder de hecho?” Y continiia: “.. sino es posible hacer derivar una norma revestida de poder legitimo de otro poder que no sea un poder de hecho, no veo otra manera de sostener la superioridad de la norma sobre el poder, y el poder legal como tipo de poder legitimo, si no es considerando la obligacién de obediencia contenida en la norma como fruto de la ‘misma voluntad de los coasociados.”“° Este es el virtual punto de partida habermasiano en su intento por reflotar el proyecto politico moderno. La consecuencia de que Ja voluntad de los “coasociados” sea la tinica y auténtica fuente de Jegitimidad lleva a Habermas a afirmar que los Estados de Derecho democraticog Yheden exigir de sus ciudadanos una obediencia incondicionada sino s6lo cualificada."' Tomado a la ligera, el aserto tiene un tipico tufillo jusnaturalista: sé obedece a condicién de que las normas que emanan de la autoridad politica sean justas, Pero mientras el jusnaturalista confia en la objetividad fuerte de la idea de justicia, Habermas se toma a pecho la crisis de la metafisica y sabe que la justicia no puede pretender sino una objetividad débil. Sc trata de una diferencia crucial, porque mientras los jusnaturalistas conflan en que ta verdad y la justicia son entidades objetivas, Habermas estd pensando en la objetividad débil que surge de la intersubjetividad, El hecho es que 1a tnica herramienta mediante la cual es posible construir un conocimiento intersubjetivamente fundado es a través del lenguaje. Asi, un enunciado seri objetivamente verdadero (en sentido débil) y una norma seré objetivamente justa (en sentido débil) cuando, en un intercambio lingtistico, se puedan aportar buenas razones para que una comunidad de hablantes los considere como tales. Acesto Habermas lo llama desempeftabilidad discursiva. El concepto de desempefiabilidad discursiva es clave a la hora de evaluar si el intento habermasiano supera con éxito las paradojas planteadas por el concepto rousseauniano de voluntad general. (Hasta qué punto, 0 en qué medida, es posible que las normas realmente extraigan su legitimidad de la misma voluntad de los coasociados, parafraseando a Bovero? 5 Bovero (1985): 54 © ibid. : 56. © Habermas (1997): 58. Ver nota $5, Habermas aprovecha los aportes de Kant y de Locke para dar respuesta a esta pregunta, que no es sino una reformulacién del desafio lanzado por Rousseau en el Contrato Social: 2Cémo podria encontrarse una forma de sociedad que defienda y proteja a cada uno de sus miembros, y en la cual cada uno, aun uniéndose a los demas, sélo se obedezca a si ‘mismo y mantenga, por consiguiente, su libertad anterior? La respuesta trata de combinar la idea de autolegislacién y la teoria del discurso del propio Habermas. De acuerdo con la teoria del discurso la tensin entre idea y realidad se halla grabada en las formas de vida estructuradas por medio del lenguaje®. Por ello Jos érdenes sociales s6lo cobran consistencia y perduran a través del reconocimiento de pretensiones de validez normativas. Habermas sostiene que, en ese medio universal de comunicacién que es el lenguaje, las pretensiones de correccidn de las normas tienen un desempeiio similar a la pretensién de verdad de las proposiciones. Es decir, también la pretensién de correccién es entablada por quien enuncia, es criticable y es defendible con razones. Se plantea entonces una discusién al cabo de la cual habré de poder contarse con el acuerdo de la comunidad de interpretacién. Pero como la “realidad” en su totalidad es inabarcable para los sujetos, y, més importante ain, como cualquier acuerdo puede ser fruto del engaiio o Ia coercién™, debe asumirse desde el comienzo mismo la radical falibilidad de cualquier consenso que se logre en una comunidad factica de comunicacién. Por ello el planteamiento conceptual de una comunidad ideal de comunicacién, un colectivo cuya principal peculiaridad es la de-varecer de limites, tanto espacial y temporalmente, como pata los argumentos, motivos y razones que se puedan traer a cuento, Hay que cuidarse, sin embargo, de pretender que semejante comunidad ideal de comunicacién es o sera verdaderamente existente, Por el contrario, se trata siempre de un contraféctico. Es una situacién ideal de habla destinada a no realizarse nunca, aunque determinados fenémenos histéricos pudieran acercérsele hasta cierto punto. Y sin embargo, a pesar de su radical imposibilidad, dicho contrafictico siempre se encuentra efectivamente operando en, como deciamos mas arriba, las formas de vida estructuradas lingtiisticamente. Y es que todo sujeto hablante, cuando entra en comunicaciones de cualquier tipo, no puede eludir lo que Habermas denomina corona de idealizaciones, que tiene que ver, en lo que a nosotros nos interesa, con la ya mencionada desempefabilidad discursiva de la verdad de Jos enunciados y de la correccién de las normas. Para el autor aleman existen dos formas distintas y fundamentales de comunicacién: la acci6n y el discurso. En la primera, las pretensiones de validez planteadas por cualquier comunicacién se aceptan técitamente. Si surge un desacuerdo, es necesario pasar al © Deberiamos incuir aqui tambien a Searle & Rousseau (2003) Libro L Cap. VI. © Habermas (2000): 76 y ss. Podriamos aqui mencionar dos instituciones, la critica de las cuales permite comprender a as claras que ta vigencia de un acuerdo o la existencia de un consenso no solo no excluye, sino que muy al contrario exige, una actitud de vigilancia erica. Una de esas instiuciones es el “pacto inicuo” que, segin Rousseau, da origen a la “sociedad civil". Segitn el autor francés, los actores sociales de ese pacto son “Jos rics” y “los pobres”, y se trata de un pacto que s6lo benefcia al primero de ambos grupos. Rousseau sostiene que los ricos “engafian” a los pobres, hacigndoles creer que el acuerdo beneficia a todos por ‘gual, La otra institucton es el “eontrto de trabajo", tal como lo analiza Marx. De acuerdo con la ‘deologia librecambista, se trata de un acuerdo entre dos voluntades libres: la de aquél que compra fuerza de trabajo y la de aquel que decide venderla. Marx no se cansa de sefiaar que semejante acuerdo esconde tuna extorsién, puesto que, en la medida en que el proletario no consige vender lo unico de lo que dispone, es decir, su fuerza de trabajo, lo espera el hambre y la miseria, segundo nivel de la comunicucién, el discurso, que es donde las pretensiones de validez se transforman en el tema y se investiga su justificacién: ‘La racionalidad inmanente a la préctica comunicativa cotidiana remite, pues, a la prdctica de la argumentacién como instancia de apelacién que hace posible continuar la accién comunicativa con otros medios cuando un desacuerdo ya no puede ser absorbido por las rutinas cotidianas y, sin embargo, no se lo quiere decidir recurriendo uso directo o estratégico de la fuerza.” La fuerza legitimatoria que buscamos radica, en consecuencia, en la formacién discursiva de la opinién y Ja voluntad politicas. En la medida en que las fuentes sacras que aseguraban la justicia del derecho se han secado, su lugar debe ser ocupado por la razon, Es precisamente el punto en el cual se hace evidente el aporte de Kant, pues existe un criterio racional que puede ser tomado como argumento central a la hora de evaluar la correceidn de las normas y de las decisiones politicas en general. Veémoslo. Segiin Habermas, las normas regulan la posibilidad de satisfaccién de necesidades o de consecucién de intereses.“*Pero si una norma juridica o una decisién politica no han de fandarse meramente en un poder de imposicién, “inicamente pueden justificarse aquellas normas que expresan un interés susceptible de ser generalizado y que, en consecuencia, contaria con la aprobacién voluntaria de todos los afectados."*” Esto significa que cualquier medida que se adopte para satisfacer necesidades o atender intereses se evaliia de acuerdo con la vara de la generabilidad o la universalizabilidad de tales intereses y necesidades, a la manera en que se lo enuncia mediante el principio de discurso: “Vélidas son aquellas normas (y sélo aquellas normas) a las que todos los que puedan verse afectados por ellas pudiesen prestar su asentimiento como participantes en discursos racionales"” La institucionalizacién de este principio es lo que da lugar al Estado de Derecho democratico, cuya principal funcién es instrumentalizar el principio de soberania popular. Esto es, el Estado de Derecho es una respuesta consecuente con la cuestién de como pueden institucionalizarse las formas de comunicacién de una formacién democratica de la opinién y la voluntad politicas"'. Salta a la vista que se trata de un intento por responder a la pregunta formulada por Rousseau y después por Bovero. Y a pesar de la fuerza que se pretende tenga siempre la argumentacién en esta idea de politica deliberativa, no es cierto que la presencia de Ja argumentacién difumine la existencia del poder, © pretenda disimularla, como sostiene Mouffe. El planteo habermasiano no pretende que la razén pueda disolver las relaciones de poder. Si pretende, en cambio, que la razén es una fuerza capaz de autorizar el ejercicio del poder. Pot eso se ampara en Ja terminologia de Arendt cuando diferencia entre poder y violencia. El segundo tiene que ver con la capacidad de imponer Ia propia voluntad atin contra la resistencia de otros, segimn la vieja definicién de Weber. Pero el primero es una fuerza autorizadora, que extrae su autoridad de su desempeftabilidad discursiva en un proceso comunicativo, y por eso Habermas habla siempre de poder comunicativo: Habermas (1987): 37-38. & Alexy (1989): 172, © Habermas (1997): 58 ® Habermas (2000): 172, ™ Habermas (2000): 374. “En la tradicién del derecho natural racional el trénsito del estado de naturaleza al estado de sociedad se caracteriza porque las partes que concluyen el contrato renuncian a las libertades que se basan en la fuerza fisica de cada uno... Aqui el derecho que surge de la renuncia al ejercicio de la violencia sirve a la canalizacién de una violencia que queda ast conceptualmente equiparada a poder politico. La diferencia de Hannah Arendt entre poder y violencia suprime esta contraposicién. El derecho se vincula de por si con un poder comunicativo que genera derecho legitimo. Con ello cae 1a tarea eldsica de encontrar un sustituto del que el poder-violencia puramente féctico obtuviese la autoridad de una violencia dotada de poder legitimo, capaz asi de ejercer la dominacién. H. Arendt ha de explicar, en vez de eso, cdmo los ciudadanos unidos, al formar poder comunicativo, ponen o establecen derecho legitimo, y cémo, a su vez, aseguran juridicamente esa praxis, es decir, la praxis del ejercicio de su autonomia politica.” Ahora bien: el ejercicio de dicha autonomia politica no se agota, como sostienen algunas criticas habituales, en la mera institucionalizacién del principio del discurso, que podria, sin més, reducitse a politica legislativa, Varios autores, entre ellos Moutfe, sugieren que el intento de fundar la superioridad racional de la democracia deliberativa es una forma de agotar el sentido de la politica en el funcionamiento de las redes instituefonales, con el conseouente menoseabo de los intereses de quienes no tiene representacién o, ms agudamente dicho ain, de la parte de quienes no tienen parte” Y sin embargo, si se Jee la obra habermasiana con un poco mas de atencién, no sera dificil caer en la cuenta de que el autor alemén concibe la politica tanto desde el punto de vista de la accién como desde el punto de vista de los efectos. Tal como lo dice Rinesi: “contra quienes reducen la politica... al mero funcionamiento de la maquinaria institucional, pero también contra quienes buscan la politica solamente en las précticas de oposicién a esos dispositivos, sostendré acd que el conflicto y la tension entre la idea de la politica entendida como la préctica institucional de administracién de las sociedades y la idea de la politica entendida como antagonismo y lucha es constitutiva de {a politica misma.” {De qué manera se hace presente la misma idea en la propuesta habermasiana? Pues bien: hemos visto que las diversas manifestaciones de la vida lingitisticamente estructuradas presuponen una relacién entre facticidad y validez. Ello es necesariamente asi, en vistas de que la comunicacién entre sujetos hablantes s6lo tiene sentido en la medida en que se asume la posibilidad del desempefio discursivo tanto de la verdad de las afirmaciones como de la correccién de las normas. Y cl hecho es que, al momento de analizar tanto la idea como la realidad del Estado de Derecho, Habermas sostiene que hay no s6lo una relacién interna entre facticidad y yalidez sino también una relacién externa. Nuestro esfuerzo por destacar lo habitualmente oscurecido por las criticas a Habermas hacer necesario centrarse en la relacion externa entre facticidad y validez. Pero antes es necesario y también itil un repaso de la relacién interna entre facticidad y validez tal como Ja plantea la idea de politica deliberativa, La relacién interna entre facticidad y validez, en los Estados de Derecho donde se desarrolla una politica deliberativa, tiene lugar a nivel intra-institucional, en modo particular en lo que podriamos denominar a grandes rasgos como politica legislativa, El Parlamento es el Iugar en el que tiene lugar el discurso bajo Ia forma de Habermas (2000): 216 ” Ver nota 21. ™ Rinesi (2005): 22, argumentaciones y negociaciones. A través de la argumentacién (y de los supuestos contrafacticos que ella implica) se intentan resolver, segiin Habermas, tres tipos de cuestiones diferentes: morales, éticas y pragmaticas”. Las cuestiones morales tienen que ver con Ia satisfaccidn equitativa de necesidades intereses, la cual sélo puede lograrse si la propuesta supera la prueba que representa el principio de discurso, y que tiene que ver con la universalizabilidad 0 con Ia imparcialidad: “Lo que debe hacerse tiene aqui el sentido de que la correspondiente practica es justa Tales deberes se fundamentan en discursos morales. En éstos resultan decisorios los argumentos que prueban que los intereses encarnados en las normas de que se trate son susceptibles de universalizacién. En el discurso moral la perspectiva etnocéntrica de un determinado colectivo se amplia y se convierte en la perspectiva mas amplia de una ‘comunidad de comunicacién’ deslimitada, cuyos miembros son capaces de ponerse todos en la situacién y en la comprensién de si y del mundo que tienen todos y cada uno, y de practicar en comin una asuncién ideal de rol (en el sentido de G. H. Mead).””° Las cuestiones éticas ya no tienen como sujetos a los miembros de una comunidad de comunicacién ilimitada, sino a los miembros de una determinada comunidad histéricamente existente y situada. Alli las cuestiones no tienen que ver solamente con Ja imparcialidad sino con la forma en que un determinado colectivo se asume a si mismo, y con la decision acerca de qué tradiciones desean continuar los integrantes de ese colectivo y cules tradiciones desean abandonar: En los discursos ético-politicos nos cercioramos de la configuracién de valores, bajo el presupuesto de que auin no sabemos qué es lo que en realidad queremos propiamente. En discursos de esta clase podrdn justificarse programas en la medida en que éstos resulten conducentes a las metas de que se trate y, consideradas las cosas en conjunto, sean buenos para nosotros.” Una vez que un colectivo tiene en claro los valores a los que desea atenerse y los objetivos que persigue, es necesario ponerse de acuerdo acerca de las formas en la que se planea alcanzar esos objetivos: “Las cuestiones pragméticas se plantean desde la perspectiva de un agente que, dadas unas determinadas metas y preferencias, busca los fines adecuados para la realizacién de sus metas." El proximo paso de la reflexién habermasiana es precisamente el que da por tierra con las interpretaciones demasiado sencillas o intencionadamente simplificadoras que se hacen de ella. Pues mientras la mayor parte de los eriticos insisten en sostener que para el autor alemén el consenso siempre es posible, y que, por si fuera poco, dicha posibilidad de consenso barre con las relaciones de poder, es muy otra la cosa que Habermas pretende sostener cuando habla de las negociaciones. Desde el comienzo se asume que vivimos en sociedades complejas, en las que resulta casi imposible fundamentar un interés generalizable 0 e] predominio univoco de un determinado valor “En estos casos queda la alternativa que representan las negociaciones, alternativa que, ciertamente, exige la disponibilidad a la cooperacién por parte de agentes que actitan orientados a su propio éxito,” Lo cual da por tierra, de paso, con la afirmacién frecuente y no debidamente fundamentada de que Habermas simplemente subordina el derecho y/a Ia politica a la moral °* Habermas (2000); 229-230. Habermas (2000): 229. ** Habermas (2000): 227. Haciéndose eco de un manusorito de Jon Elster, Habermas asume que “Negociar es embarcarse en una comunicacién con el propésito de forzar o inducir al oponente a aceptar la pretensién de uno. Para alcanzar este fin, los negociadores se hasan en amenazas y promesas que habrin de ejecutarse fuera de la reunién o asamblea misma El poder de negociacién no deriva del ‘poder del mejor argumento’ sino de recursos materiales, de la potencia fisica, etc” Sélo después de haber tomado nota de cual es la esencia de una negociacién, pasa Habermas a afirmar que Ios presupuestos normativos de un Estado de Derecho quedatian rotos si la cadena discursiva de la formacién de la voluntad colectiva se cortara por el frégil eslabén que presupone la capacidad de imponer condiciones en una negociacién. Por ello el autor alemin cree que es no sélo posible, sino ademas necesario, que atin en las negociaciones se haga valer aunque sea de forma indirecta el principio de discurso. Esto significa que aunque no sea probable Hegar aun acuerdo sobre la materia de los conflicios, siempre es posible llegar a un acuerdo acerca de los procedimientos que pueden seguirse para resolver dichos conflictos. En el caso particular de las negociaciones, es evidente que muchos actores quitarian su colaboracién si cl proceso de negociacién no tiene al menos visos de ser equitativo 0 Jair, Y Habermas intenta justificar que los presupuestos de la raz6n comunicativa permiten concebir condiciones de negociacién que cumplan con ese requisito"!. De alli que no sea necesario interpretar la negociacién como un limite de la construccién discursiva 0 deliberativa de la voluntad colectiva, pues en realidad toda negociacién presupone semejante construccié “una formacion de compromisos que resulte fair no reposa sobre sus propios pies. Pues las condiciones procedimentales bajo las que los compromisos a que féicticamente se llegue pueden tener también a su favor la presuncién de ser fair, tienen que ser Justificadas en discursos morales. Ademds las negociaciones sélo pueden ser admisibles ‘0 necesarias cuando estén en juego intereses particulares, es decir, intereses que por principio no sean susceptibles de universalizacién, lo que a su vez a de comprobarse en discursos morales. Las negociaciones fair no destruyen, pues, el principio de discurso, sino que lo presupanen. Una vez aclarados estos puntos, es necesario pasar a considerar la relacidn externa que se da entre facticidad y validez, y que tiene que ver no con las condiciones institucionales de una democracia deliberativa sino con las no institucionales. Este es un punto en el que Habermas lidia con las paradojas rousseaunianas y construye un modelo de democracia compatible con la institucién del representante. Podemos sostener que el autor alemén acepta implicitamente la idea lockeana de que, para que el cuerpo social tenga un rambo, es nevesario que ese rumbo sea infundido pot la voluntad mayoritaria™®. Pero mientras que para Locke el derecho natural (més precisamente su guerdidn, que es el pueblo reunido) garantiza que la autonomia privada no sea ofendida por la autonomfa del colectivo, Habermas tiene que apelar a otros expedientes en una ® Habermas (2000): 233. © Habermas (2000): 234. "Las condiciones de la negociacién serian aceptables para los implicados si se cumplen tres condiciones, las cuales a su vez pueden desempetarse discursivamente: 2) Ia solucién tiene que ser mas ventajosa para todos que la ausencia de solucién; b) la solucién debe excluir free riders; y c) la solucidn debe excluir explotadas, es decir, existen razones para suponer que el resultado de una negociacién es inequitativa (unfair) cuando existen quienes ponene en la cooperacion mas de lo que sacan de ella, Habermas (2000): 33-234, © Habermas (2000): 235. © Ver citas 43 y 44 edad posconvencional de justificacién en la que el poder de convencimiento de la metafisica se ha tronchado. El expediente habermasiano es su objeto de estudio desde la tesis doctoral de 1962. Se trata de la exigencia, justificable discursivamente, de espacios puiblicos auténomos. Dichos espacios piblicos deben poder considerarse libres de las coacciones de diverso tipo que ejercen los imperativos sistémicos. Ello no significa que de hecho, ficticamente, el dinero o el poder administrativo no se presenten alli con la intencién de manipular los espacios de la opinién publica. Sf significa, en cambio, que cada vez que esos intentos de manipulacién se presenten en la realidad serdn susceptibles de critica, Por otra parte, al tratarse de un espacio no institucionalizado, las corrientes de comunicacién que allf se generan nunca pueden ser manipuladas o maniatadas del todo. La importancia que revisten los espacios piiblicos autonomos para Habermas tiene que ver con que es un espacio de tematizacién de los intereses y necesidades que en todo momento se hallan en tensidn en un colectivo cualquiera. En consecuencia, se trata de un engranaje fundamental de la politica deliberativa, pues es el lugar en el que propiamente se pone en juego la tensibn entre la autonomfa del colectivo, esto es, la formacién colectiva de la voluntad, y las autonomias privadas que deben sujetarse a esa autonomia colectiva: “Porque el espacio piiblico general es ‘irrestricto’ en el sentido de que sus corrientes de comunicacién no vienen reguladas por procedimientos, resulta especialmente apropiado para la ‘lucha por la interpretacién de las necesidades'"** La idea del autor aleman es que la politica deliberativa no se agota en el juego de tas argumentaciones y negociaciones que se dan en el plano institucional. Las instituciones politicas, muy por el contrario, deben permanecer abiertas y porosas a los argumentos y las razones libremente flotantes en el espacio de la opinién publica, y que tienen su azn de ser en las consecuencias que traen las medidas adoptadas y las normas puestas cen vigencia para las vidas coneretas de las personas. Asi, los espacios piiblicos son ‘como una vasta red de sensores que indican el mayor 0 menos grado de coincidencia que existe, y que siempre es un desfasaje, entre la autonomia publica y las autonomias privadas. Un ejemplo en términos lockeanos puede ilustrar el punto: ;qué pasarfa si un individuo © conjunto de individuos considera que su propiedad ha sido injustamente perjudicada por una decisién adoptada en el plano institucional? Pues bien, seguramente el sujefo en cuestién intentard asociarse con otros sujetos que se encuentren en la misma condicién, y, generalmente ayudados por los medios de comunicacién masiva, se harén presentes en el espacio de la opinién piblica con sus argumentos y razones. Interpelarén con ellos a las mayorias. Y si tienen éxito en su interpelacién, si la aparicién (en terminologia de Arendt) o la teatralizacién (en terminologfa de Ranciére) tiene un minimo de éxito, habré una movilizacién de energias comunicativas (de poder comunicativo, en términos habermasianos) que puedan reabrir Ja discusién sobre un debate ya cerrado o aportar nuevos argumentos cuando las decisiones no se han tomado todavia: “por lo general se da un largo camino hasta que tales asuntos, a los que se empieza considerando como asuntos ‘privados’, logran obtener en el espacio de la opinién piiblica, mediante escenificaciones tenazmente sostenidas, el status de temas politicos reconocidos. Sélo tras una ‘lucha por el reconocimiento” sgstenida piblicamente pueden las debatidas constelaciones de intereses ser abotadas por las instancias politicas correspondientes, ser introducidas en los Grdenes del dia de los érganos Habermas (2000): 392. parlamentarios, ser discutidas y, Hegado el caso, ser convertidas en una mocién y tomarse sobre ello una resolucién vinculante, "** Ahora bien: gqué ocurte, segiin Habermas, si el sistema politico institucional se cierra, pese a todo, a los datos provenientes de las redes de comunicacién de los espacios piblicos, e insiste en basar Ia legitimidad de las normas y medidas adoptadas s6lo en la formacién de mayorias parlamentarias? Pues que se corre el riesgo de caer en lo que el autor denomina Jegalismo autoritario y alienacién legal. El legalismo autoritario tiene que ver con aquella situacién en la cual lo legal equivale a lo legitimo, porque se considera que la legitimidad de las normas juridicas se resuelve enteramente en los debates parlamentarios y en los procedimientos institucionalizados. Se exige, de esta manera, una obediencia ciega por parte de los ciudadanos, porque se considera que las medidas adoptadas son tomadas por los representantes de los mismos. Asi, por principio no son tenidos en cuenta los reclamos de aquellos que consideran que sus intereses no estan siendo tenidos en cuenta o sus derechos no estén siendo reconocidos. Cuando el Estado reprime los intentos reivindicativos de aquellos que consideran que su autonomia privada esta siendo aplastada por la autonomia del colectivo, cuando se los reprime, insistimos, olvidando que esos individuos 0 grupos esgrimen argumentos sobre la base de derechos que el mismo sistema juridico les otorga, en ese caso nos hallamos frente a una situacién de alienacién legal. Para el autor alemén tales situaciones son indefendibles, y por eso consider desobediencia civil es la piedra de toque del Bstado democritico de Derecho: “Aquellos que sufren la injusticia en primer término no suelen tener abundancia de facultades 0 de oportunidades privilegiadas para hacer sentir su influencia Precisamente por estas razones, la presién plebiscitaria de la desobediencia civil suele ser a menudo la tiltima oportunidad para corregir los errores en el proceso de la aplicacién del derecho 0 para implantar innovaciones. El hecho de que en nuestro ordenamiento juridico se cuente con muchos mecanismos de autocorreccién... viene a apoyar la tesis de que el Estado de Derecho estd frecuentemente precisado de revision. Cuando 1a Constitucién representativa fracasa ante retos que afectan a los intereses de todos los ciuidadanos, el pueblo puede resucitar los derechos originarios del soberano bajo la forma de los ciudadanos, incluso de los ciudadanos singulares. En tltima instancia, el Estado democritico de Derecho depende de este defensor de la legitimidad.*” Semejantes palabras resultan dificilmente compatibles con Jas afirmaciones de Mouffe y otros, de acuerdo con las cuales la idea de Estado de Derecho de Habermas tiende a construir una armonia artificial sobre la base del silencio 0 del no-litigio. Al mismo tiempo, refutan las acusaciones de “impotencia ante el antagonismo” o de “negacién de la naturaleza conflictiva del pluralismo”, que recaen sobre el modelo de democracia dcliberativa, Frente a ellas, la siguiente cita resulta coneluyente: “Y el Estado de Derecho que persigue ta desobediencia civil como si fuera un delito comiin incurre en la resbaladiza pendiente de un legalismo autoritario. El legalismo autoritario niega la sustancia humana de lo_multivoco precisamente cuando el Estado de Derecho se alimenta de dicha sustancia. "6 que la © Habermas (2000): 392-393. * Habermas (1997): 64 © Habermas (1997): 60-61 * Habermas (1997): 70-71, Conelusiones Creemos estar en condiciones, después de todo lo escrito, de desestimar la acusacién de “antipoliticidad” que algunos eriticos contemporéneos quieren hacer recaer sobre la propuesta habermasiana, Creemos, también, haber reunido suficientes elementos de juicio como para sostener que el modelo discursivo es una de los mejores intentos, sino el mejor y més consecuente hasta las iiltimas instancias, de construir teéricamente formas de poder compatibles con los valores democraticos. La visita realizada a Locke fue, en ese sentido, fructifera. Pues nos enseiié a ver que un autor siempre afirma mucho més y mucho menos de lo que se dice en el rétulo que se le ha asignado. En el caso particular del presente trabajo, hemos puesto en evidencia un cierto paralelismo entre el autor inglés y Habermas, que tiene que ver con sacar a la luz Jos elementos fuertemente republicanos que algunas lecturas han intentado y logrado opacar bajo la presién de los elementos liberales de ambos pensamientos. Hay diferencias marcadas entre Locke y el fildsofo alemén, claro esté. Entre ellas podemos citar que el modelo de asociacién comunicativa habermasiano hace absoleto el recurso a la idea de Contrato como primer momento de construccién de 1a unidad social y politica, También se puede sefialar el hecho de que la figura de Dios es como una piedra basal en el planteamiento lockeano, mientras que esa figura resulta inaccesible en la época en la que eseribe Habermas, esencialmente politeista en el sentido que Weber le dio al término. Esa diferencia, a su vez, afecta al fundamento suprapositivo que brinda Jegitimidad a todo ordenamiento legal, que en el caso de Locke pasa por un conjunto de derechos naturales de raigambre metafisica, y en Habermas pasa por un conjunto de derechos que son condicién de posibilidad de una convivencia ordenada entre sujetos que desean regular sus relaciones por medio del derecho positivo. Pero mas interesante resulta sefalar la cercania entre ambos fildsofos: ademés de las. sefialadas en el pardgrafo introductorio, es menester hacer referencia a la forma parecida en que se refieren al fenémeno de la legitimidad. Para ambos la legitimidad tiene que ver con la voluntad de las mayorias, pero al mismo tiempo tiene que ver con el consentimiento que debe dar a las normas todo aquél que se va a someter a ellas. Para ambos la legitimidad tiene como epicentro institucional al poder legislative, pero también para ambos existe, en tltima instancia, un juez extrainstitucional, el pueblo, encargado de juzgar incluso sobre las decisiones que adopte el legislative. ‘Tanto Locke como Habermas tienen una respuesta contundente para la pregunta que parece atormentar 2 Mouffe. Recordémoslas: zqué son esos resultados racionalmente aceptables? zquién decide sobre los limites que deben imponerse a la expresion de la voluntad politica? ;Cudles serian los fuundamentos para la exclusion? La respuesta es una sola: el pueblo y los fundamentos que éste considere aceptables, He ah{ el sujeto que decide cuando se ha traicionado el bien comin: en conjunto todos y cada uno de Jos sujetos autnomos que a su vez forman parte de una unidad politica auténoma. Tanto en un autor como en otto existe un juez mundano cuyo titulo para juzger sobre las normas y decisiones soberanas es tipicamente moderno: la igualdad. Esto significa que, contrariamente a lo que sostiene Moufle, no es cierto que el planteo habermasiano implique la ecuacién “més democracia, menos poder”. La raigambre republicana que acabamos de exponer sugiere més bien, Ja idea contraria: “mds democracia, mas poder”. Mas precisamente: “mds poder, més democracia”. Pero a condicién de que ese poder sea poder comunicativo. Es decir, que se trate de un poder informado por la razén. Que se trate de un poder que ascienda desde las bases en direccién a la ciispide del sistema politico institucionalizado, y no al revés. Ver cita $1. Llegados a este punto, nos preguntamos si Mouffe no advierte el peligro de proponer un modelo de democracia en el que, simplemente, la decisién pone fina la deliberacion®™ Si esto significa, como en el modelo deliberativo, que el poder legislativo debe en algiin momento decidir, pero que esa decisién se basa en los mejores argumentos, y a condicién de que el debate pueda ser reabierto en cualquier momento a posteriori, habida cuenta de que todo consenso es revisable, entonces, en este caso, no hay peligro alguno para los derechos de los sujetos del derecho. Pero si la decisién se basa simplemente en una determinada constelacién de fuerzas que asume explicitamente que determinados intereses y necesidades estaran excluidos,”! ello no puede sino redundar en una pérdida de autonomia de aquellos sujetos por el derecho que no han logrado construir hegemonia. Se podria sostener que todo régimen policial implica exclusiones, y que el planteamiento de Mouffe serfa una especie de sinceramiento que intenta abrir el juego. Pero para nosotros e] hecho de que la decisién tenga mas peso que la deliberacién implica, necesatiamente, que la concepeién de poder que esta en juego es més weberiana que arendtiana, con el consiguiente menoscabo de los derechos de las minorias. Creemos que el earécter racional de todo sujeto politico es el fértil suelo comin en el que mayorias y minorias pueden encontrarse para argumentar sobre necesidades e intereses y sobre los procedimientos que habrin de seguirse en una negociacién cada vez que no se pueda llegar'a un acuerdo de fondo sobre esas nevesidades e intereses. En el planteamiento de los criticos a Habermas, como se pone en evidencia con Chantal Mouffe, ese suelo comin ha desaparecido y, en consecuencia, se corre el riesgo de que el poder de derecho se reduzca a poder de hecho, parairaseando a Bovero. Y de que la politica quede reducida a un mero juego estratégico donde lo tinico que interesa ¢s el poder que se ha acumulado para lograt que la voluntad del todo coincida con la voluntad de un determinado grupo excluyendo a los demés. Semejante planteamiento disuelve la tensién que siempre existe entre facticidad y validez. Y por lo tanto nunca puede dar cuenta definitiva de lo que cualquier democracia, independientemente de sus limitaciones ficticas, siempre es. Ver cita 15 * Ver cita 19, Bibliografia - Alexy, Robert: Teorfa de la argumentacién juridica. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1989. - Badiou, Alain: Condiciones. Siglo XXI. México, 2002 + Bovero, Michelangelo: “Lugares clésicos y perspectivas contemporineas sobre politica y poder”, en Origen y fundamentos del poder politico. Grijalbo. México- Barcelona-Buenos Aires, 1985. + Cortina, Adela: Razin comunicativa y responsabilidad solidaria. Sigueme. 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