La filologia espafiola actual
EMILIO
* Salamanca, 1922. Miem-
bro de la Real Academia Espa-
hola,
ALARCOS LLORACH *
E SBOZAR un panorama de la filologia espafiola actual impo-
ne al redactor ciertas decisiones que repercuten en los resul-
tados. Por fuerza, el criterio que se adopte ha de ser parcial, subje-
tivo y por tanto arbitrario: se seleccionan los aspectos que parecen
més relevantes,
En primer lugar, conviene precisar lo que se entiende con cada
uno de los términos del enunciado. ;Qué abarea la filologia? ,Qué
alcance debe asignarse al adjctivo «espaiola»? {Como debe inter-
pretarse el sentido de «actual»?
Comenzando por lo tltimo, consideramos «actual» todo aque-
Ilo que, sin ser cronolégicamente presente, mantiene atin su vigen-
cia. i
En cuanto a «filologia», nos atendremos aproximadamente a
lo que expresa la primera acepcién del Diccionario de la Real
Academia Espanola, a saber: «ciencia historica que estudia una
cultura, tal como se manifiesta en su lengua y su literatura, princi
palmente a través de los textos escritos», y rechazamos el uso res-
trictivo de la tercera acepcion que la identifica con la «linguistican.
Sin embargo, en aquella definicion académica —un tanto transida
de «idealismo»— convendria atenuar el exclusivismo del califica-
tivo «histdrica», ya que no todo estudio filolégico es historico,
matizando también que no siempre el objeto de la filologia consis.
te en el estudio de una cultura, sino mas bien de la lengua y la
literatura que la manifiestan
Delimitado asi lo que designa la filologia, atin queda por deter-
minar el sentido en que se toma la nota especificativa de «espaio-
la», {Se trata de la labor filolégica hecha en Espaia, o bien sdlo de
la que se propone la consideracién de la lengua espanola y de las
demas lenguas de la nacién? Seria prudente inclinarse por la pri-
mera posibilidad apuntada, y asi exponer el estado actual de los
estudios filologicos en Espaiia con independencia de la lengua a
que se aplican.
Bien es verdad que, hasta tiempos muy recientes, parece haber
presidido la actividad de los fildlogos espanoles el lema noventayo-
chista de Ganivet: «In interiore Hispaniae habitat ueritas». En
efecto, aqui, sobre todo, se han dado «hispanistas», y han sido
excepcion quienes se han especializado en lenguas extrapeninsula-
res, La filologia hecha en Espajia se ha interesado primordialmen-
te en lo propio del pais; sélo ha desbordado este campo para aten-
der a las lenguas y culturas que en otro tiempo han vivido en
Hispania: el latin (y como secuela, el griego), las lenguas semiticas
29(arabe y hebreo) y las oscuras lenguas prerromanas y su tnico
relicto secular, el vascuence.
Ya es sintomatico de esta actitud el hecho de que los planes de
estudio vigentes a mediados de siglo redujeran a tres las ramas de
la filologia; filologia romanica (en esencia, hispanica), filologia cl
sica y filologia semitica. La atencién oficial a otras lenguas rom:
nicas ajenas y a las lenguas germanicas (aunque ya reflejada en los
planes universitarios de la Republica) ha sido mas tardia. Hoy
cuenta con figuras importantes (Martin de Riquer, Francisco
Rico, Emilio Lorenzo, entre otros), pero todavia no ha alcanzado
en conjunto la relevancia de las otras disciplinas filologicas.
No por ello insinuamos que la filologia espafiola haya pecado
de espiritu de campanario, pues son valiosas las aportaciones a la
romanistica extrapeninsular de Menéndez Pidal, de Asin, de Da-
maso Alonso, de Garcia Gomez, de Riquer, etc.; pero si hay que
subrayar que en los estudios filolégicos de Espana predomina el
interés por lo peninsular. Por ello dedicaremos a ese aspecto lo
esencial de nuestra revision panoramica, aunque de pasada se alu-
da a la filologia clasica y semitica y aun a la vasca.
La filologia aplicada al estudio del espaiol y su literatura ha
sido una de las pocas actividades cientificas que Espatia ha podido
exportar con éxito durante el siglo Xx. Ya antes de la diaspora
civil del segundo tercio de la centuria, algunas figuras seheras se
establecieron al otro lado del Atlantico, y alli difundieron los m
todos y los logros de la escuela filolégica espafiola, creada y desa-
trollada, con autoridad indiscutida. desde el Centro de Estudios
Historicos de Madrid, por don Ramon Menéndez Pidal. Recorde-
mos, como muestra, a Federico de Onis, sapientisimo y original
personaje que ejercié toda su vida de espafol carpetoveténico ¢
intrahistorico, y que fue (entre otros, como Antonio G. Solalinde y
Angel del Rio) el maximo agitador del hispanismo en Norteamé-
rica, O al extraordinario Amado Alonso, meticuloso, abierto y
agudisimo investigador, que desde Buenos Aires primero y luego
desde Harvard, colm6 el vacio de los estudios filolégicos (desapa-
recidos Cuervo, Hanssen y Lenz) en Hispanoamérica, aglutinando
a su alrededor lo mas valioso que alli existia, y, con incansable
proselitismo docente, hizo germinar un codal vigoroso y remoza-
do de la filologia espaiola, algo desvencijada en la Peninsula des-
pués de la contienda. A raiz de ésta, grandes figuras (Américo
Castro, Tomas Navarro Tomas, Pedro Salinas, Jorge Guillén, ete.)
infunden savia nueva en el hispanismo de todo el continente ame-
ricano, y hasta dejan sentir también su beneficioso influjo en Es-
pafia,
Aqui, aunque recoleto en su retiro de Chamartin, siguié don
Ramé6n Menéndez Pidal, y su obra y su ejemplo, floridos y fron-
dosos, encauzan a través de insignes discfpulos mas 0 menos direc-
tos el penoso reajuste de la labor filolégica. En los aftos cuarenta,
su huella, inevitable y magistral, se aprecia en la docencia o en las
publicaciones de sus inmediatos seguidores: Damaso Alonso, Sa-
muel Gili Gaya, Salvador Fernandez Ramirez, Rafael Lapesa, etc.
Y ha persistido hasta hoy, a pesar de las modas sucesivas.
La filologia pidalina habia heredado la erudicion historica y
30
| LA ESCUELA
FILOLOGICA
ESPANOLAcomparativa y las intuiciones criticas geniales de Menéndez Pela-
yo, pero corrigié la relativa retorica decimononica con los austeros
métodos positivistas de la «romanische Philologic» de fines del
siglo XIX, y se ha ido caracterizando por la unidad y claridad de
sus propésitos: el estudio ¢ interpretacién de los textos literarios y.
para tal fin, el aniilisis de la lengua en que estan escritos. No hay
que olvidar que, hasta pasado el medio siglo, la mayoria de las
catedras universitarias se titulaban «Lengua y Literatura espano-
las», lo cual contribuy6 a que los dedicados a esas materias fuesen
sobre todo fildlogos, cuya formacisn lingitistica se fundaba en lo
histérico y se orientaba al entendimiento de las obras literarias. La
seccion rélativa de los puros lingiiistas, que atienden a la lengua
como un fin en si misma y no un medio para abordar la literatura,
solo se produce a partir de los afos sesenta, cuando los métodos
sincrénicos se popularizan amenazando con arrinconar parcial-
mente las actividades historicas y se crean catedras segregadas de
lengua espaiiola.
La base positivista de la escuela filolégica espafola no impidio
la conveniente absorcion de otras metodologias. En la primera
mitad del siglo fue indudable y duradero el influjo del idealismo.
croceano y vossleriano, que, entre otros resultados, dio lugar al
cultivo de la llamada estilistica y a la sustitucién parcial de la vieja
y aséptica gramatica historica por la historia de la lengua, la cual
ponia de relieve el hecho evidente de que la lengua no és un ente
abstract, sino sobre todo el producto realizado por los hombres
coneretos que la hablan y que con mayor @ menor conciencia la
dirigen hacia fines especificos, expresivos y comunicativos,
En cuanto a la estilistica, la labor desarrollada (empezando por
los dos Alonso, Damaso y Amado) se proponia contrarrestar el
puro historicismo predominante en el estudio de la literatura, y
propugnaba que la obra literaria, en lugar de ser eslabon inserto en
la larga cadena de la tradicion, de las influencias y de las escuelas,
gozaba de entidad propia, era un objeto tinico, cuyo valor depen-
dia de su estructura interna y de su intencionalidad expresiva,
puestas de manifiesto por la lengua. Con ello, la estilistica anun-
ciaba la proliferacion de los andlisis formalistas de la segunda mi-
tad del siglo y, en cierta medida, el desarrollo de la semistica lite-
raria.
Por su parte, la historia de la lengua, centrindose en el estudio
de las obras literarias como reflejo de la actitud de los hablantes
ante su propia lengua, preludiaba el desarrollo posterior de la so-
cio-lingiiistica y, al tener en cuenta las manifestaciones no litera-
rias como base sobre la cual se clabora la lengua literaria, hacia
mas realista y mas compleja y viva la descripci6n de los sistemas
lingitisticos. Todo ello estaba implicito, y a veces explicito, en la
labor de la escuela pidalina. Basta con analizar atentamente ese
gran monumento que son los Origenes del espanol de don Ramon
Menéndez Pidal.
La apertura de horizontes de la escuela filolégica espatiola no
disminuyo a pesar de las limitaciones impuestas por la situacion
del pais en los afios posteriores a las guerra civil. Los maestros que
habian quedado reanudaron e incluso incrementaron los contac-
tos con el exterior. Poco a poco, con cierta demora, todas las nove-
31dades metodoldgicas fueron Ilegando a Espaiia. Y en los ultimos
aftos han afectado, con vertiginosa rapidez y de modo vario, la
formacién de las promociones jévenes. Como consecuencia, el pa-
norama actual, en cierto modo mas vigoroso que nunca, se pre-
senta algo embrollado y confuso, pues las tendencias divergentes
se acumulan y rivalizan con el plausible afin de estar al dia en
los ultimos presupuestos tedricos, mientras falta hoy una figura
tan cimera, amplia ¢ irrebatible como fue don Ramon Menéndez
Pidal.
Las revistas también se han multiplicado, Junto a las tres fun-
damentales de la anteguerra —la Revista de Filologia Espanola
desde 1914, Emérita y Al-Andalus desde 1933—, ahora se publi-
can otras muchas por cada Universidad, por cada centro de inves-
tigacion, por cada sociedad de estudios, los cuales dan a conocer
(al lado de las colaboraciones de los ya consagrados) la labor de las
nuevas promociones, ansiosas por disponer para su «curriculum»
de suficiente peso en publicaciones. Es casi imposible clasificar
adecuadamente qué lineas de investigacion predominan en esta
densa selva bibliografica.
No obstante, se han proseguido con cuidado y eficacia los pro-
positos esenciales de la escuela pidalina: la fijacion y andlisis de los
textos medievales y clasicos, la recolecci6n de las hablas vivas dia-
lectales (o mejor, sus moribundos restos), el estudio del léxico y la
etimologia, la determinacion de las etapas de la lengua literaria, la
ordenacién del inmenso romancero, etc. Maestros ya fallecidos u
octogenarios, han logrado obras descollantes: don Vicente Garcia
de Diego, Damaso Alonso, Juan Corominas, Rafael Lapesa. Otros
mas jovenes han seguido ese camino (Yndurain, Sanchez Casta-
fer, Orozco, Alonso Zamora, Vilanova, Blecua, Lopez Estrada,
Pensado, Bustos, etc.).
Considerable ha sido el incremento de los estudios clasicos.
Tras las figuras de Vallejo o Pabon, el mas entusiasta mentor ha
sido Antonio Tovar, que impulsé la creacién de un grupo nume-
roso de helenistas, latinistas e indoeuropeistas, cuyas obras han
logrado resonancia internacional: Adrados, los malogrados Mari-
ner y Fernandez Galiano, Ruipérez, Manuel C, Diaz, Lasso y tan-
tos otros. También Tovar propicié la filologia vasca y el estudio de
las lenguas prerromanas. En ese campo del vascuence (después de
don Resurreccién M.* de Azkue) surgié el caso insdlito de Luis
Michelena, también competente indoeuropeista, conocedor insa-
ciable de muchos dominios linguiisticos, que nos dejé su gran libro
Fonética historica vasca y, desgraciadamente sin concluir, el Dic-
cionario general vasco.
La filologia arabiga (de tan arraigada tradicién: Simonet, Code-
ray en este siglo don Miguel Asin) cuenta felizmente todavia con
la figura egregia de Emilio Garcia Gomez y presenta hoy una am-
plia némina de arabistas (entre los cuales comienzan a aparecer
algunos mas bien lingiistas que fildlogos). Y en el hebraismo (ani-
mado desde Barcelona y Madrid por Millas y Cantera) existe hoy
un grupo de jovenes maestros.
No hay que olvidar tampoco el extraordinario esfuerzo del
Diccionario historico de la lengua espariola, que, iniciado por don
32
DENSA SELVA
BIBLIOGRAFICAJulio Casares, elabora la Real Academia Espafiola, primero bajo la
direccion de Rafael Lapesa y ahora de Manuel Seco.
‘A partir de la mitad de la centuria, se observan nuevas tenden-
cias en la labor filologica espafiola. Hasta entonces habia prevale-
cido el enfoque histérico, perceptible incluso en los trabajos dia-
lectales que en general describian su objeto con las pautas
diacrénicas de la gramatica historica y de los métodos etnograficos
de palabras y cosas. Ahora comienza a despertarse el interés por el
estudio sincronico de la lengua, que, mantenido antes en los ma-
nuales de tipo normativo, habia dado ya frutos mas cientificos,
como el Manual de pronunciacion espafola de Navarro Tomas, el
Curso superior de sintaxis espanola de Gili Gaya y la inconclusa y
utilisima Gramdtica Espanola de Salvador Fernandez Ramirez
(que acogia ya doctrinas renovadoras y se basaba en un copiosa,
material escogido meticulosamente de [a lengua escrita moderna y
contemporanea).
De igual manera, en el terreno literario, donde las tesis y mo-
nografias se dedicaban casi exclusivamente a autores y temas del
pasado (incluyendo apenas los de finales del siglo XIX), se extiende
el interés, cada vez més asiduo, por el estudio de las obras litera-
rias del siglo xX, las cuales solo habian merecido previamente, en
general, la atencidn de los criticos orientados hacia el ensayismo 0
la labor periodistica.
En el cambio de rumbo no fue ajena la difusién de los métodos
derivados del estructuralismo europco y del descriptivismo nortea-
mericano y sus consecuencias ulteriores, asi como los nuevos plan-
teamientos de los formalistas rusos, del nuevo criticismo, de la
semidtica, etc.
Anteriormente, Navarro Tomas y Amado Alonso habian utili-
zado los métodos de la fonologia praguense en algunos de sus
articulos; pero fueron los manuales del que suscribe, la Fonologia
espanola y la Gramdtica estructural del espaol (y més tarde los
Estudios de gramdtica funcional del espatiol), los que difundieron
desde los aftos cincuenta las ideas estructuralistas y funcionalistas.
Desde entonces un numero creciente de estudiosos las han aplica-
do en sus trabajos, sin renunciar en principio a la perspectiva dia-
cronica. En este campo, las aportaciones (inconclusas) de Amado
Alonso, modelo de minuciosidad positivista y de claridad interpre-
tativa, y luego las de otros (Lapesa, D. Catalan ¢ incluso don Ra-
mé6n Menéndez Pidal) han sido fundamentales para la historia de
la lengua espafiola, en especial para su fonologia. También en el
dominio sintactico, hasta entonces tan magro, se ha experimenta-
do un avance copioso y variado sobre aspectos estructurales y fun-
cionales de la lengua actual, y también, poco a poco, desde el
punto de vista diacrénico, sobre todo con los trabajos de Lapesa
que van configurando su esperada Sintaxis historica del espanol.
De igual modo, el estructuralismo ha penetrado en el estudio de
las hablas dialectales (por ejemplo, E/ habla de Cullar-Baza de
Gregorio Salvador y Bable y castellano en el concejo de Oviedo de
Josefina Martinez).
Con posterioridad, se produjo el conocimiento y expansion de
las teorias generativo-transformativas. Tras la primera exposicion
de Fernando Lazaro, tal camino, de aparente claridad formal, ha
33sido recorrido por muchos, no sabemos si beneficiosamente. Hoy
hay innumerables estudios de marchamo generativo que aplican
un poco mecdnicamente las pautas (sucesivamente rehechas) de la
escuela mas 0 menos unitaria, y que analizan mas lo que no se
dice que lo que realmente se utiliza en el uso de la lengua espaio-
la. Parece que hoy comienza a sedimentarse esta efervescencia
metodoldgica. Autores de iniciales entusiasmos transformativos
han ido acercdndose a un sano realismo, gracias a la interferencia
del funcionalismo moderado y a la reconsideracién de los puntos
de vista tradicionales derivados de Andrés Bello, Numerosos nu-
cleos de investigadores prosiguen por esta ruta.
Para el conocimiento sincrénico de la lengua y sus variedades
(y sin duda también para la adecuada interpretacion diacronica de
Jos hechos) ha supuesto un incomparable avance la elaboracion de
los atlas lingiiisticos regionales, que vinieron a relevar, completar y
mejorar los materiales (en su mayoria inéditos) del Atlas Linguiisti-
co de la Peninsula Ibérica, inspirado por Menéndez Pidal y leva-
do a cabo por Navarro Tomas y sus eficaces colaboradores. La
nueva labor de geografia lingitistica, comenzada por el Atlas Lin-
giitstico y Etnogréfico de Andalucia, es obra del animo esforzado
de Manuel Alvar (solo 0 con sus colaboradores, como Antonio
Llorente, Gregorio Salvador, Tomas Buesa, Antonio Quilis), y hoy
se va coronando con la preparacién del Atlas de la América hispa-
na. A ellos se debe en parte también la difusion de la metodologia
sociolinguiistica.
La modernizacion de Jos estudios de seméntica ha recibido el
impulso de G. Salvador, dandoles el giro necesario para que tal
materia fuese una verdadera disciplina linglistica. De ello procede
una serie de estudios que, sobre todo en Canarias, han desarrolla-
do la nueva semantica (con la labor de Ramon Trujillo y otros).
Las nuevas técnicas experimentales y electronicas han influido
en la transformacién y el refinamiento de la fonética. Después de
los trabajos de Navarro Tomas, han contribuido en este dominio
las investigaciones de Quilis, Martinez Celdran y otros.
El panorama de la labor filolégica aplicada a la literatura es
denso y complejo. Debemos renunciar a la enumeraci6n de tantos
estudiosos. Destacan las magistrales aportaciones de Fernando La-
zaro, de quien esperamos un manual de Poética que recoja sus
disquisiciones de teoria literaria, y que ha trabajado con hondura y
brillantez en campos varios (picaresca, renacimiento, barroco, si-
glo xvii). De entre los métodos recientes, cabe seftalar el acertado
cultivo de la semitica literaria,
Un ultimo rasgo de estos aitos seria el interés despertado por
las cuestiones teoricas y generales, Se pueden citar las obras de
Francisco R. Adrados y otros como Antonio Prieto, Garcia Berrio,
Salvador Gutiérrez etc., dedicadas a la linguistica general 0 a la
teoria literaria.
En conclusi6n, segiin hemos apuntado, el panorama actual de
la filologia, aunque carezca de la maciza solidez de los tiempos de
don Ramén Menéndez Pidal, es rico y variado y, sobre todo, man-
tiene la apertura de horizontes y el equilibrio que la escuela filolo-
gica de Madrid supo imprimir a la labor de todos.
34
LOS ATLAS
LINGUISTICOS
REGIONALES