CARLOS ALTAMIRANO
BEATRIZ SARLO
ENSAYOS
ARGENTINOS
De Sarmiento a la vanguardia
Aridcuerdos. Ua anti desarolad de ete miso episodio use
leer en Altamirano y Srl, Tentdad, linge ménto de Sar
Iie’, en Puno de Visa, ao 8, nimaro 10, now. de 198.
46. Sermlento tiene 24 afoeexiado en Cul, trabaje como ma-
yordomo de minas en Copapé. "Por economia, pasatiempo y
‘avenure” Yeti on el ogupo completa de miner y lo conser
‘abo une ver terminado ln area dni, cuando lee argentinas
‘sereunian en leona de Mardone, es de mina, y artauban
‘su tertulia. "Ua noche encontramos horpedado a on sae Co
eco, paleo sbartacndadane que se quaaba de las inco-
‘modidadesy privacones de ln jorada. Saludaronlo todos con
‘ance, oguime yo el gorro.con encogimientny faa clocar
‘me en un rinota, por sostrasrne alas mirades en ago traje
(que me era habia, dendle ver, sn embarg, al pasa, mi
tirador alehgnd, que os le piea pineal del equipo... La
conversion ro sobre varioa punta, distreparon en una co-
‘ae hecho que 10 refrfa a le historia oderon europen y
‘ombres googrfces,«instintivamente Carr, Chenauty Tot
‘demas ne ovieon hair para saber Yo que habia de verdad
Provocado ast a tomar parte en I eanveraaca de ioe cable
106 die lo que habia en el eas, pero en tarmines tan dogmt
‘oe, xn tan minucioste detalles, que Coded aba cai fax
fen plmo doc, vendo la paginas do un ie ds labios
fal que habia tomado por api" Rec, p. 168
49.fec, 9.182.
50. Ree, p. 182
5 Ree, p10
152. Nadle ha plantendo con més porpicacia que Tuto Halperin
Dongil sgnifced ambiqua de esta revindicaién genalgien,
ssnqe sitaando el contested vlores en le diferencia qoe me:
Sn entre Mf densa y Recuardos de provincia 300 an el neror
de eta timo tera, Vea: “Sarmlnta lugar ea le sociedad
argent pst-revoluinava" en Su, pumera 341,197.
58.fee, p14,
54. Hlalperin Donghi, art. eit.
15. Rec, pp. 148-8.
156. Ree, p87,
S57. p64,
58. Ree, p- 176
59.Re, p12.
80-Ree, p 152
ree ee
La Argentina del Centenario:
campo intelectual, vida literaria
y temas ideolégicos*
Cantos ALtANORANO
"Bram SARLO
¢Somos NACION?
Es un hecho reiteradamente sefialado —por la critica
{y por aus propios protagonistas— que la generacién del
900 desarrollé una actividad literaria y propagandistica
en tarno a los temas del nacionalismo cultural. También
parece ser una comprobacién undnimemente aceptada
que, en un proceso que comienza con el modernismo y
tiene su primera condensacién en los afios del Centena-
rio, la funeién del escritor adquiere perfiles profesiona-
les, Ictentaremos colocar ambos fenémenos en relacién,
de autoimplicacién, describiendo los nexos que en nues-
tra opinién se establecen entre un conjunto de tomas
‘deol6gicos, el ascenso de una nueva figura social —la
del eseritor‘profesional’— y la prosperidad correlative
de Sdeologias de artista’.
La emergencia de un campo intelectual! socialmente
diferenciado formaba parte del proveso més vasto de
rmodernizacién que afectaba a la sociedad argentina y
+ Publlesdo en Higpamério, N? 2526, 1980.(que habfa recibido su impulso mds resuelto desde Ia dé-
cada de 1880. El ciclo politico y econémico iniciado bajo
Ja primera presidencia del general Roca habia compar
tado una modificacién profunda de las relaciones econd-
‘micas y do la estructura social, as{ como un acelerado
‘proceso de urbanizacién en Buenos Aires y el érea lito
ral. Bl régimen politico que habia cristalizado bajo la
gestién de la llamada generacién del ochenta —liberal
en sus formas institucionales y oligarquico en su funcio
‘namiento efectivo— fue el requisito de ese proceso y el
custodio de sus componentes bésicos: la gran propiedad
terrateniente y au aliado, el imperialismo briténico.
Hacia los primeros afios del nuevo siglo ese movi
iento arrojaba todes aus resultados y consecuencias.
Si, como se verd enseguida, la progresiva constitucién
del campo intelectual debe ser situada dentro de esta
transformacién més inelusiva, que generaba una mayor
complejidad de las relaciones sociales y el surgimiento
de categorfas con funciones més especifieadas, hay que
observar a su vez que ese mismo proceso de transforma-
cidn del cuerpo social habria de suscitar reacciones ¥
respuestas diversas en Ins filas de las eapas intelectus-
les en formacién. Categoria social en proceso de defini
cin, ala busqueda todavia de la legitimacisn ideologi-
ca de sus funciones dentro de la divisién del trabajo, se
Geearrolla fuertemente condicionada por el control oli-
igérquico del aparato cultural. En su interior hallarfan
eco y problematizacién aspectos bsicos del cielo hist6ri-
co comenzado en el ultimo cuarto del siglo precedente.
‘La més significativa de estas reacciones —por la larga
repercusiGn de algunos de sus planteos, por el peso cul-
‘tural de las figuras empéfiadas en su difusion— fue la
sussitada en torno al tema de In ‘identidad nacional’. La
primera historia de Ia literatura argentina, el debate
sobre el signifieada del Martin Fierro, que inaugur6 el
capitulo de la critica culta del pooma de Herndndez, y
algunos libros claves del proceso intelectual argentina,
tienen au rafe en exe fermentoideolégico que ha sido de-
‘nominado también “primer nacionalismo” o “nacionalis-
mo cultural”?
‘La inquietud por la identidad nacional no era nueva
en las élites politicointelectuales de la Argentina Ya
fen 1883, Sarmiento Ia habfa proclamado: "{Somos na-
én? {Necién sin amalgama de materiales acumulados,
sin ajuste ni cimiento? Argentinos? Hasta dénde y des-
e cadndo, bueno es darse cuenta de ello”. Pero la rea-
‘nudacién de la cuestién en el perfodo del Centenario dio
lugar a un nuevo tipo de eristalizaciones ideol6gicas, al
‘gunas de las cuales prefigurarfan el tono de la impug-
hhacién a que serian sometides, veinte afios después, los,
valores politicos y eulturales del liberalismo.+
‘EL HORIZONTE IDEOLOGICO
‘Abt tenemos, por una parte, la repereusién local de
ese proceso de “revisién de las cartidumbres democrat
cas, racionalistas y progresistas"® que se rospira en las
principales capitales europeas desde fines del siglo XIX.
En aquelles paises donde Ia burguesfa ha conquistado su
dominio con la implantacién del constitucionalismolibe
ral, sus efreulos dirigentas se dividen entre los que pro
ponen proseguir el movimiento de democratizacién de la
‘ida politi y cultural y los que se muestras escépticos
‘ante el porvenir, atemorizados ante Ia escala creciente
del movimiento obrero y el desafio de socialists y anar~
auistas. Por otra parte, mientras fracciones de la bur-
{gues(a liberal giran hacia posiciones conservadoras, en,
log medics politicos y literarios del conservadurismo
tradicional, de inspiracién més 0 menos mondrquica, se
{forjan nuevos mitos para oponer a la cultura laiea y po-
sitivista y enfrentar Ia era de la politica de masas, Por
Ja sugestién que ejerceria en algunos de los propulsores
de la reaccién nacionalista del Centenario, hay que ha-
160cer aquf mencién especial del surgimiento del naciona-
smo francés, catélico ¥ mondrquice. Movimfenta si
[gravitacién police, #U iradiadiGn en los circulos inte-
Jectuales no era ajena a la eficaca literaria de sus prin-
pales exponentes: Barrds, Maurras, Laén Daudet.
En un nivel menos inmediatamente politico, seia-
lemos el éxito mundano ereiente de las floss
epritualistasy da lo que ee ha Unmada “reason,
Sdelista contra la cencia’, Nietzsche, con su re
chazo dl fiistetomo moral dela sociedad barge
fay el llamado. edifear una civizacin superior
‘undada sobre una éica de efiores, hacia fortuna
en las diveroasbahires iteraring a ropatonse
entre ella. CNo recuerdo quién dereubrié un to-
‘mo de Nieizache en la biblioteen del Municipio.
Nos volvimos tofos nietzscheance. Neceaitdbasnas
reformer urgentemente la ssciedad"®.
Otro componente del clima ideol6gico del diez, signi-
Sieativo para el abjeto que estamos eonsiderando, fue el
hhispanismo. Fl espiritu de coneiliacién hacia Espaia y
“Ta reconsideracion de la “herencia espafola", que tom6
‘auge en toda Hispancamérica particularmente después
de la guerra hispano-norteamericana, comportaban tn
viraje respecto de la tradicién liberal decimonénica y
abririan paso a una nueva visién del pasado, alimentan-
do uno de los mitos de Ia hora: el mito de la raza.” Bajo
1 inffujo de esta nueva actitud, algunos intalectuales
argentinos de la generacién del 900 loerda en los escri
tos de Unamuno o de Ganivet su propia inguietud por la
tradiciGn y el reelam@ d'un renacimiento del “alma na-
ional". En Ricardo Rojas y en Manuel Galvez esto serd
transparente y explicte.’Mencionemos, finalmente, a
Ariel y el “arielismo”, una suerte de condensacin de ve
‘os de Tos temas enumerados, El libro de Rodé —men-
saje “a le juventud de Amériea”— fue acogido con entu-
siasmo en los cireulos literarios del continente y ello
obedecis al hecho de que mas que difundir el conjunto,
de tépicos después identicados con el “arieism twvo
Ja virtud de recogerlos y coificarios en una visin de
conjunto.
Como es sabido, el centro de la obra de Rods constit-
ye waa impugnacin de lacvlizacién trunfante en los
(Cestadas Unidos utitaria y voleada a la bisqueda det
rogreso material Ante ella, Ariel propone un ideal de vi
da desinteresada, donde oe conjugan el mensaje moral
del eristianimo con el eapirtu armonioso de la cultura
eviga, Pero este programa ético y estétio ala vez, que
Seria recibido con complacencia también en los ciruloa
de las cligarquiashispanoamericanas, iba acompanado
de otros topics no menos cnrrentes hacia el 900 Sin re
nogar del Iiberalismo y asumiendo sus principice, Rods
Jhace alarmadas advertencia contr ls peligros de la
in yelcosmopoitisme: “El presuroso crecimiento
de nuestras demoeracis por Ia incosante agregacién de
‘una enorme mtited eosmopoit, por a efvenciainmi-
‘atria que se incorpora an mileo debi para vriiear
tun activo trabajo de asimilacién y encauzar el torrente
hhumano con los mesos queofrece la solidea secular dela
‘estructura sociale orden politico segue y los elementos
de una cultura que heya arraigado intimamente, nos ex-
‘pone en el porvenr alos peligros de la degeneracién de-
Iocritca, que ahogs bajo la fuerza ciega del nimero to
da nocién de calidad, que desvanece en la conciencia de
las sociedades todo justo sentimiento dl orden, y que li-
brando eu ordenactn jerruica ala torpeza del senso,
conduc forzssmente a hacer trunfar las més injustifi
cada e innobes aspiraiones Fi
\LA MEDIACION DE LA HISTORIA
‘Todos esos elementos formaban parte del horizonte
{deolégico del Centenario, Tenerlos presentes puede ayu-
dar a identificer de dénde se tomaron en préstamo cier-tas nociones y ciertas eatagorias, pero no nos puede ex:
plicar por qué se tornaron activas y operantes en deter-
‘minado segmento del campo intelectual. Fue necesaria
la mediacién de un conjunto de circunstancias histéricas
para que un grapo de escritores argenitiios buseara, ha-
cia es0s aos, en es0s elementos del horizonte ideolégic,
log medios para elaborar una respuesta a una realidad
‘que percibfan como problematica, Veamos esto breve-
‘mente.
En primer término, el dato més ostensible: la inmj-
_gracién, que habia lenado de extranjeros y de hijos de
‘extranjeros las ciudades. Esta presencia, que era obser-
‘vada con aprensién creciente dentro de la élite de “viejos
criollos’, formaba parte, en realidad, de la politica pues-
‘a en prictica por las clases dominantes locales desde el
‘timo tereio del siglo XIX. Traduefa el programa conce-
bido ya por los hombres de la organizacién nacional, que
‘nclufa la inmigracién como medio no sélo de poblar el
desierto, sino también de borrar los habites que se iden:
tificaban con el caudillismo y la barbarie rural. Se trata
ba de crear “desde arriba" la sociedad civil que deberfa
converlirse en el soporte 26 un Estado nacional moderno
e tipo capitalista,
Pero la inmigracién Negaria a a campafia en escasa
‘medida. El monopolio de la tierra en manos de grandes
propietarios locales obstruiria el proceso de colonizacién,
| rural y transformatia Ia radicacién del inmigrante en
lun dato predominantemente urbano, Durante décadas
los extranjeros sobrepasardn en mimero a los habitan-
tes nativos en la ciudad de Buenos Aires y tendrén un
‘peso decisivo en la composicién demografica de las prin-
cipales ciudades del litoral. Hacia 1910 el fenémeno es-
‘4 en su apogeo. La dimensién euantitativa de la inmi-
sgraci6n, sin embargo, no nos revelaria todos sus efectos
si no la insertéramos en el conjunto de transformacio-
nes que estaban modificando la articulacién misma del
‘mundo social y politic desde 1880: urbanizacién acele-
168
7 eo ed
rreda, modifcacién de la estructura productiva y emer~
‘gencia de clases y categorias eociales nuevas que susti-
‘tufan Ia estratificacién precapitalista precedente.10 En.
tado ello Ta inmigracién fue un ingrediente basico. Dicho
fen otros términos: no sélo se Henaba de extranjeros el
espacio social, sino que la amplitud y la configuracién,
( raisma de ese espacio cambiaba,
“Aunque como pais perifério y dependiente, la Argen-
tina erecia, Aumentaban las cifras de sus exportaciones
‘como la extensié de sus vias férreas;
as instituciones de a sociedad civil y el
capital extranjero, después de la crisis de 1890, volvia a
tmostrarse eonfiado en el orden de la repsbliea cligérqui-
‘ea. El Centenario dela Revelucién de Mayo celebraria es
ts triunfos, Pero los eamabios habian introducido tam-
ign las tensiones, los confictos y el tipo de lucha de
clases del mando capitalista. La protesta obrera, el anar-
‘quisme, el socilismo, También las demandas y presiones
{elas clases medias por democratizar el régimen politico
xy los canales de acceso a las instituciones culturales. Ha-
tia 1910, la cuestién de la identidad nacional se hallaré
entretajida con el eco de esta nueva realidad.
‘PROFESION: ARTISTA
Estos datos —modemnizacién, secularizacin, inmigra
‘Gén—extendieron su impulso transformador hasta Ia es-
fera de las actividades intelectuales. Rasgos de lo que Jo-
st Luis Romero lamé el “espritu del Centenario"! el
‘spiritualism, el esteticismo, el nacionalismo literazio—
informan, por su artculacién sistemdtica, sobre un fen6=
reno nuevo: la constitueién de ideologias de artista. De
tse horizonte sobre el que se definen elecciones y tenden-
clas, un grupo de eseritares del 900 potencia un elenco de
jdeas que se vineulan con la sociedad mediante un doble
‘exo: por un Tado, el inmigrantey la “ciudad fenicia” des-
er| Biertan ta inguietud por la tradicién cultural y los valo-
es del espiritu; por el otro, léFuneiin proplamente inte.
lectual que se ha ido diferenciando impone la creaciGn
2. Cleonsumo de ideologias especificas al nuevs grupo. Se.
uF este proceso obliga a eonsiderar éon algiin detent.
tmiento la emergencia de un campo intelectual en la Ar
‘gentina.12
David Visas'? ha sefialado las diferencias entre los
“goniTemigh escrtores", tipicos del ochenta, y el nuevo
‘modelo de eseritor que emergerd en el 900, demostran.
do en sus relaciones con los grandes diarios, con el tea.
tro y su public, con nuevas formas de consazracién, la
ad argentina. Sin embargo, el mismo Vitas se preoca.
6 por enfatizar més el control efectivamente ejereido
Por la oligarqufa sobre el rudimentario aparato eultu-
ral, que la novedad de este curso,
‘Hacia la primera década de este sigo, os escritores
se “profesionslizan”. Gélver fue el primero, en temati
zar extensamente el fenémeno en sus memorias." Pero,
unque proporciona un buen registro de los cambios
operados en la actividad y Ia fancin social del eseritor,
¥ sua descripciones sobre las nuevas circunstancias de
la préctice literaria son extoriormente adecuadas a lo
ue sucedié entonces, sus explicaciones plantean mas
problemas de los que resuelven. Sujeto él mismo de ese
proceso de transicién de las formas tradicionales a las
‘modernas, no siempre puede separar las razones que la
‘deologfa literaria o poltica tejié para explicarlo, de las
Condiciones objetivas en que éste deearrollé su curso.
“La de escribir no ha sido profesién oficial entre no-
‘otros hasta ahora, por mis que hubiese y haya un pu-
Sado de profesionales de la pluma. Auin hay quien sos.
tanga que se debe escribir ablo en los ‘ratoe de oti’
‘como se fuma wi eigarro, Lo sostienen y lo practican y,
last sale ello”, eseribe Payré.! La figura que esta men
tada en el texto es la que Vitlas denominaria el “gentle.
ee ereene
de oci. Le que oe disefia como en un espejo es, aunque
sélo on calidad de proyecto, de expectaiva de carrera
/- profesional, la del esritor para quien eseribir es si
(_ pre ocupacién contra te ver despues si trabajo rem
‘BaFado): Con la conciencia socal que plantea exigeacias
propias, aparece nitidamente en Payré el programa de
reivindicacones corporativas: defenaa de les eitorales
Argentinas, de los derechos de autar, de los derechos del
Periodista profesional, fundacién de una sociedad de es-
éritores, de una casa del eserior, ete.
Briste una especie de unanimidad en el registro de
‘ste proceso de especificacin de las fonciones sociales.
Si asta entances las facltades de Derecho y Medicina
ran tambien los canales por execlencia de acceso ala v-
di intelectual y cultural hacia el 900 ae comienza a per.
ctbir ou inadecuaciéne ineufctencin lo entoncespare-
ce posible comenzar a pensar un acces diferente, propio
el estatuto de esritor. A propésito de Bmulio Becher,
[Rojas escribe: “Se matricul en le Facultad de Derecho,
por sugestién y sin voeacién, porque en 1898, ls bach
eres ignordbamos que existia en Buenos Aires una F
cultad de Plosofia y Letras, la que, recién nacida, era
mirada cai desdén hasta por los dems doctores. Acas,
por este otro camino, eu primer choque con la realidad
hhabria sido menos duro, y tal vex su vocacin habria bi
ado crcunstancias més favorables para aubsistr Af
nes del siglo pasado, la labor literaria iba dejando de ser
1m esparcimiento de generale y doctores para converti-
sen una profesién libre, 0 mejor dicho en isin exfor
zaida Para ella nose abrian entonces sno los talleres del
periodismoӢ
El pasaje planes (etrepectivamente ya que fue es-
crito en 1996) varias cuestiones: cémo ae ingresa en el
campo intelectut, qué fancion cumple a “voeaién® en la
eleecin libre de una actividad; ofmo se separa la prét-
‘en cultural de las demés pricticas sociales para conver-tirse en una profesin (si las circunstancias econémicas lo
ppermiten) o, que es lo que sucede més generalmente en el
‘900, en la actividad que le proporeiona al escritor su iden-
‘dad social, aunque no siempre sus medios de vida. Asi
considerada, la profesionalizacién desborda @l enfoque
estrechamerte economicista, De lo que aqui ee trata no
es de afirmar que, hacia un momento situado a comien-
| 208 del siglo XX, surge un grupo de hombres que vive de
| Js Meratura 0 que bace de su pluma el medio de ida
Drincipal. Formulada la euestién en estos términes, su
respuesta serfa no séloincierta, sino que informaria me-
nos acerea de la nueva figura de éscritor que sobre la ex-
pansiva profesién de periadista. Es cierto: @ comienzos de
siglo varios escritores so ganan la vida como periodistas
Pero si este fenémeno no hubiera sido acompatiado de un
movimiento vasto de reflexién acerea de la propia activi-
dad literaria, del surgimionto de nuevas formas de socia-
bilidad entre intelectuales, de laimposicién de instancias
de consagracisn y eooptacién, de polémicas sobre la legi-
timidad cultural, no podria afirmarse que el cambio hu-
biera afectado tan profundamente como lo hizo las cos-
tumbres culturales de Ia Argentina.
Payr6, Rojas, Galvez, Becher, Ingenieros experimen-
tan la novedad de su posicién y fucién social, integra
das en una estructura donde atin se conservan rasgos
arcaicos y tradicionales. En su “Introduccién’” a la Hs
toria de la literatura argentina, Rojas registra la dife-
rrenciaciGn de Ins actividades y la ‘emancipacién de Ia
(( sctividad literarja como funcién distinta de la politi-
‘ea° Concebida por Rojas como un progreso, la diferen-
‘icin de la literatura y la politica ee, en eu opinién, el
requltado de las tltimas décadas. La diferenciacién de
la funcién genera conjuntamente la *conciencia del of
cio" y la tonsién con el medio social, considerado adver.
80, donde ese oficio (0 misién) debe practicarse. Esta
tensiGn se traduce por varioe aintomas. Existe, por una
parte, Ia protesta sobre Ia desproteccion del escritor y
m0
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™ caracteristico del proceso de diferenciacién. Raymond
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con une verdad de Ie neginaion’ yen segundo logan
Tnconsideracin dl artista como po eepecal de pers
nat Comestando en I revista Idec na confoensa
de Manual Ugare sree socialism, Becher tra los
extremos de ina oposiconcaracerigtes: frente ia
“nediccidadimperante en ln bes” el artista ear
sens “speriontad socal”
“Soma de risa reg or oa ied
para entenddee qu, incu, pods opoerse la patias
sin alioy obo conierado eclamente, ve eonoce
Yparareconcerae ono diferencia, realize gst dela
possi aunque ese sen stn) aa sod ap
‘Ben. Fl tema romantion dun pablo incapas de cm
render qus el arta produc se expand generalea
Frei condo novia reel vial ed eh
con os ors esrtoreey slo de manera meade