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1 orden con que se forman y adquieren las nociones de onservacién de Ie substencia, del peso y del volumen se fonserva integramente; no se encuentra la Gltime de las tues invariaciones citadas (sélo presente en los simples re- tranados y extrafa al débil) sin las otras dos, ni la segut- primera, en tanto que suele encontrarse le eon- Ge Ia substancia sin las del peso y volumen, y las de le substancia y peso sin In del volumen, Por eso Is autora pudo oponer la debilided a Ia imbecilidad, gracias ‘ala presencia de las agrupaciones concretas (de la que el jmbécil es ineapaz), y al simple retraso, por incapacidad para el razonamiente formal, © sea por la imposiblidad ‘de completar le construccién operatoria.' Se trata, pues, de la primers aplicacién de un método que podria desarro- Iarse en la determinacin de los niveles de inteligencis en general. 48, Teele, Le dignotic ds rasonement ces les dies men eas, Daca Nel 8h 208 td. a © Cavinto VE LOS FACTORES SOCIALES DEL DESARROLLO INTELECTUAL El ser humano ce halla sumergido desde su nacimien to en un medio social que actia sobre él del mismo modo que al medio fisico. Més atin, en cierto sentido, que el me- dio fisico, la sociedad transforma al individuo en su estruc- tura misma, en virtud de que no sélo le obliga a reconocer hhechos, sino que le da un sistema ya construido de signos que modifican eu pensamiento, le propone valores nuevos ¥ le impone una sucesién indefinida de obligaciones. Es fevidente, pues, que Ia vida social transforma la inteligen- tia por la triple accién intermedia del lenguaje (signos), del contenido de los cambios (valores intelectusles) y de las reglas que impone al pensamiento (normas colectivas Tigicas o prelégicas). Ta sociologia debe, sin duda, considerar a la sociedad ‘como un todo, aun euando ese todo, muy distinto de la ‘suma de los individuos, no sea mas que el conjunto de las relaciones o de Tes interacciones entre esos individuos. Cada relacién entre individuos (a partir de dos) los modi fica efectivamiente, y constituye ya, por consiguiente, una totelided, de tal manera que Ia totalidad formada por el conjunto de la sociedad es menos una cosa, un sero una 205 enusa quo un sistema de relaciones, Pero ests rlaciones fon extremdamente numerosas y complejas, pes constic fyen en realidad una trema continua en la historia por Ta sceién de unas generaciones sobre les otras, si como tn sistema sinrénico de equilibrio en cada momento de Ie histori, Es Tegtimo, pues, adopter un lenguaje estadiation y hablar de “la sociedad” como de un todo echerente (al ‘odo en que una Gestalt es resltante de-un sistema este- Aistico de relaciones). Solo que es esencial tener present el cardcter estadfstico de las expresiones del lengusje socio- Tigieo, pues al olviderlo ao daria alas palabras un sentido itolégico. Cabe incluso preguntarse, tratindose de socio- logis del pensamicrt, si no conveniene reemplazae ya al lenguaje global usual por la mencién de Tos tipos de relaciones en juego (ipoe igualmente estes, claro en). Por el contrario, cuando se trata de psicologia, es de- cir, cuando la unidad de referencia es el indvidvo modifi ado por las relaciones sociales y no ya el conjunto 0 los Conjuntos de relaciones como tales, sevults completamen- te ilegitmo cele u términos estadisticos demasiado. ge “tevin de Ia vida social” consttuse ana no m vaga como lo seria la de “la acién del medio fisico”, en el caso de que no se detallara, Desde tu nscimiento hassle vida adult, el cr humano es objeto de presiones sociales, pero ests presiones son de tipo ex: teemadamentediverso y 20 ejercen seam cierto orden de desenvolvimiento. Del mismo modo que el medio fisico no fe impone de una sola vee nen bloque a Ta intligencia fen evolucin, sino que es posible seguir paso a paso las fudguisiciones en funcién de le experiencia, y sobre todo Tos modos de asimilacién y acomoacién con que exis ad- 206 duisiciones ce regulan, modes que son muy diferentes se- gin el nivel, asi el medio social determina interacciones entre el individuo que se desarrolla y el mundo que lo ro- dea, extremadamente diferentes unas de otras, y cuya su- cesiGn obedece a ciertas leyes. El psiedlogo debe détertinar con sumo euidado esot tipos de interaceiones:y esas leyes de sucesién, bajo pena de que su tarea quede tan simplificada que pueda Hegar a Ia abdicacin en favor de las leyes y los tipos de 1a socio- logis, Asf, no existe ya razén alguna de conflicto entre esta ciencia y la psicologia, desde que se reconoce cémo tales interacciones modifican la estructura del individuo: todo Io pueden ganar ambas diseiplinas mediante un estu dio que supere el anilisis global para entrar en el de las rolaciones, a socalzocién de a inteligencia individual. — Segin ¢l desarrollo del individu, los intercambios que se rege- tran entre él y su medio socal son de natwraleza muy dic versa y, por consiguiente, modifican Ia estructura mental individual de un modo igualmente distin Durante el perfodo sensozmotor el bebé es ye, netu- zalmente, objeto de miltiples influencias sociales? se le Jrindan los mayores placezes que au joven experiencia co: noce —desde el alimento hasta el calor de los afectos—, se le rodes, se le sonrie, se le divierte, se Ie calma; se le in clean hibits y regulavidades relacionadss con certos Signos o palabras, se le proltben ya cieros acto, se Te 1e- prende. En una palabrs, visto desde fuera, el lacante se halla en el centeo de una multitud de releciones que anti pan los signos, los valores y las reglas de la ulterior vida social. Pero, detde el punto de vista dl sujeto mismo, el ‘medio social no se diferencia todavia esencilmente del me- 207 dio fisico, al menos hesta que llega el quinto de Tos esta- ios que hemos distinguido en Ja inteligencia senso-motriz (cap. IV). Los signos que ceracterizan nuestras relaciones xno son para él sino indicios o sefisles. Las reglas que se le imponen no constituyen todavia obligaciones de concien- cia y para él se confunden con Ins regularidades propi de Ta costumbre. En cugnto a las personas, étas representan para el bebé cuadros andlogos a todos los que integran la realidad, ‘aunque especialmente actives, imprevistes y fuentes de sentimientos mas intensos. El bebé acta sobre ellas como sobre las cosas, mediante gestos eficaoes que le permiten continuar las acciones de interés y mediante diversos gri- tos, pero no hay todavia intercembio alguno de pens ‘miento, ya que el nifio de este nivel ignora el pensamiento, ni hay tampoco modificacién alguna profunda de las es. tructuras intelectuales por accién de le vida social am- Diente Por el contrari, con la adquisicién del lengusje, es decir, con los periodos simbslico e intuitivo, aparecen nue- vas relaciones sociales que vienen a enriquecer y transfor- rar el pensamiento del individuo, Pero a este respecto hay aque distinguir tres euestiones. Primerament, el sistema de los signos ealeetivas no crea la funcién simbélica, sino que Is deserrolla naturale mente en proporciones que el individuo solo, aislado, igno aria. Empero, el signo como tal, convencional (“atbitra- rio”) y ya construido, no basta como medio de expresién para el pensamiento del pequefo: éste no se conforma con + Desde al punt, de vit alone, Gaenmente en ol vel dea onarucén dea poli de objeto poets haber peyecién del alec" {Mii sobre fap, ‘ntonce coneidae tate ele, come es io de Sei Independent 208 hhablar, necesita “representar” lo que piensa, simbolisar sus ideas por medio de gests u objetos, representar las cosas por imitacin, dibujo y constucrién, En una. pl bra, desde el punto de vista de la expresin, el nia se en- cuentra al comienzo en una situacidn intermedia entre el ‘empleo del sign coletivp y el del simbolo individual, aun- ‘que siempre son smbos neceserios, pero el segundo ine Para los peguefos que para los adultos. En segundo lugar, el lenguaje transmite al individuo un sistema completamente preparado de nociones, de cla- siffeaiones, de relaciones, en suma, un poteneisl inagote- bie de eoncepios que en cada individuo se reconstruyen sobre el modelo multisecular eonformado ya por las gene- raciones anteriores, Pero se sobrentende que, de toda esta coleccién, el nifio comienza por tomar solamente lo que le conviene, jgnorando soberbiamente todo lo que sobsepasa su nivel mental. incluso To que toma es asimilado segin su estructura intelectual: una palabra destinada ar ve hculo de un eoncepto general no engendrs, por de pronto, sino un preconcepto, semiindividusl y semisocialisado (la palabra “péjaro” evecaré asi elcanasio familiar, eters) En tereer lugar esti las relaciones que el sujto ma iene con su medio, esto es, las relaciones “sinerdnica Por oposicién a los procesos “diaerénicos”, cua influencia experimenta el nfo al edquirir el lenguaje y las maneras de pensar que le son propias. Ahora bien, esas relaciones sincrOnieas son lo esencial: al conversar con sus familiares el no advertiré eada instante que sus pensaaientos son aprobados o diseutides, y descubrid un inmenso muido de pensamientos que le son exterores, que le instruirén 0 Jmpresionardn de modos diversos. Desde el punto de vista de Ta inteligencia (‘nico que aqut nos interesa) el sujeto sera levado, pues, a practicar cada vex con mayor inten. 209 ided un intreambio de valores intelectusles, y se sentiré presionado por un nimero siempre mayor de verdades bligatorias (ideas hechas o normas propiamente dichas de razonsmiento)- ‘Tampoeo aqui conviene exagerar ni confundir Ia ca- pacidad de asimilacién propia del pensamiento intutivo con la capacidad que seré earactefstca del nivel opersto- rio, Hemos visto, en efecto, en cuanto se refiere a a adap tacidn del pensazmiento al medio fisieo, quo el pensamiento intuitive —euyo dominio se extiende hasta el fin de In primera infancia (siete afios)— se caracteriza por un des cequilibrio, aim no reducido, entre le asimilacién y la aco- rmodacién, Una relacién intuitiva resulta siempre de una “eentracién” del pensamiento en funcién de Ie activided propia, por oposicién a la “agrupacisn” de todas las rela- ciones respectivas: de tal manera, Ia equivalencia entre dos series de objetos no se admite sino con relacién a la accidn misma que las pone en eorrespondencia, y se pierde tan pronto como esta accién queda reemplazada por ot EL pensamiento intuitivo atestigua siempre, por tanto, un egocentrismo deformante, ya que la relacién admitida se halla siempre vineulada a Ie aecién del sujeto y no des- entrada en un sistema objetivo Reciprocamente y por l mismo hecho de que el pensamiento intuitive se halla “centrado” a cada instante sobre una relacién dada, este ppensamiento es fenomeniste y slo toma de lo real su apa- rieneia perceptiva; ese pensamiento se halla, pues, 2 mer- ced de las sugestiones de Ia experiencia inmedista a la que en lugar de corzegie copia e imita La reaceién de le inte- 4 Wallon, que ha cried Ie nskin del expen, adit, sin embargo inliasent, i nol tsa como ta oti, © ey serttnmest,disendo que ene Pensa et isin 210 ligencia de est nivel ante el medio social es exactamente patalela« su resocién ante el medio fisieo, cosa qu, por otta parte, es natural, ya que ambas clases de experiencias son indisociables en la realidad. Por un lado, no obstente'su dependencia de las i fluencissintelecuales del medio, el pequefo las asimi su manera, Las reducesa fu punto de vista y ls deforms, en consecuencia, sin saberlo, por el solo hetho de que no distingu todavia este punto de vista del de los otros por falta de coordinacién o de “agrupacién” de los puntos de vista mismos, Es asf egoeéalrico por inconsciencia de si subjetivided, tanto en el plano social como en el plano ff sico. Ejemplos: podra mostrar su mano derecha, pero com fundird las relaciones sabre el compafero que ee encuentra frente a él incapex de colocarse en el otro punto de vista, tani social como geométriamentes también hemos con probado eémo, en los problemas de perepectiva, pres & los dems su propia visin de as casas; en las euestiones de tiempo, procede como un nifo que no discute el hecho dde que su padre ses mucho més viejo que él, pro Te ree nacido “después” que 2 de “recordar” lo que € hacia ants... TEn una palabra, Ia centracién intuiiva, puesta a le descentracién opertoria, e duplica asf con un primado in conseiente —y tento més sistemético— del propio panto de vista, Este egocentrismo intelectual no constituye ned mis, en ambos essos, que un defect de enordinacién, nada ris que una ausencia de “agrupacién” de las velaciones con los otros indviduos y con las cosas. Nada que no sea perfectamente natural: Ja primacfa del propio. punto de Vista, al igual que la centracién intaitiva en funciin de propia accién, no constituye sino la expres de una Indiferenciacién inieal, de une asimilacién deformant, 2 porque se halla determinada por el dnico punto de vista posible, Tal indiferenciacién es, en efecto, nate aque Ia distncién de los puntos de vista y st coor dinecion suponen un verdadero trabajo de la inteligence. Pero, como contecuencia de que el egocentrismo ini cial resulta de una simple indiferenciacin entre el ego y el alir, el sujeto se halla expuesto, exactamente durante el rismo perfodo, a todas las sugestiones ya todas las pre- jones del medio que le rodea, a los cuales se adapter sin critica, por no ser, precisamente, consciente del cardcter propio de su punto de vista (ocurve frecuentemente que los nifos no tienen conciencia de imitar, ereyendo haber teni do Ia iniciativa del modelo, al igual que se les ocurre atri- buir a los demés sus propias particulares ideas). He ahi por qué el apogeo del egocentrismo coincide, en el desarro Ilo, con el de la presién de los ejemplos y opiniones del medio, yes tan explicable la mezcla de asimilacfon al yo y de adaptacién a los modelos ambientes, como la del ego- centrismo y del fenomenismo propios de ta intuiciéninicial de las relaciones fisias. seco sam les condones (toa I cles ne re Jacionen, pues, con Ia ausencia de “agrupacién”) las pre vse Samedi na basta pe eer wea Tica cen el expirity del nifo, incluso si las verdades que imponen tales presiones fuesen racionales en su contenido: repetit ideas justas, aun ereyendo que éstas emanan de uno mismo, no es lo misino que razonar correctamente. Al contrario, para aprender de Jos otros a rezonar légicamente es in- dispensable que entre ellos y tno mismo se establezean caas relaciones de diferenciacién y de reciprocidad simul- tineas que carscterizan la coordinacién de los puntos de ‘En pocas palabras, cuando se trata de los niveles pre- 212 operatorios que se extienden desde Ta apericiin del Ten- fuaje hasta los 7-8 afos aproximadamente, las estructuras propias del pensamiento naciente exchayen la formacidn de las relaciones de cooperaciGn, dnices que determin Ta constitucién de une ligica: oscilando entre el egocen- trismo deformante y la pasiva ceptacién de las presiones intelectuales, el nifo no experimenta todavia el proceso de una socializacién de Ja inteligencia que pueda modificar profundamente su contenido. TEs en los niveles de la construceién de las agrupacio nes de operaciones coneretas —mls tarde especialmente formales— donde se plantea, por el contrario, con toda su aguders, el problema de los respectivos papeles del inter cambio social y de Tas estructuras individuales en el des: arrollo del pensamiento, La logics verdadera, que se cons tituye durante esos dos perfodes, se halla acompatiads, en efecto, de dos tipos de caracteres sociales, acerea de los fusles precisamente hay que determinar si resulten de la sparicién de las agrupaciones o si constituyen su caus Por un lado, « medida que las intuiciones se articulan y teeminan por agraparse operativamente, el nifo resulta Progresivamente mas apto para la cooperacién, relacign {Social que difiee de la obligatoriedad, por el hecho de que fupone una reciprocidad entre individuos que saben rerciar sus respectivos puntos de vista. En el orden de la inteligencia, Ia cooperacién viene a ser asf la discusi condcida objetivemente (de donde se sigue esa discusiéa {nteriorizada que es la deliberacién o reflexién), Ie eola- boracidn en el trabajo, el inteeambio de ideas, la ertice rmutua (que determina la necesidad de verifieaciim y de demosteacién), ete. Claro resulta, por consiguiente, que la cooperack halla en el punto de partida de una serie de conductas im 218 portantes para Ia constitucidn y el desarrollo de la légica. Por otra part, la Iogica no consiste‘nicamente, desde el punto de viste psicoldgico —que aqui es el nuestro— en tin sistema de operaciones libres: ella se traduee por un conjunto de estados de conciencia, de sentimientos intelee tuales y de conductas, todos earacterizades por cirtas bligaciones en las que es dificil desconocer un earécter social, ya sea primario o derivedo. Considerada desde este punto de vista, la Iigica implica reglas o normas comunest fs una moral del pensamiento, impuesta y sancionada por los otros. Asi es como La obligacién de no contredecirse no constituye simplemente una necesidad condicional (un “imperativo hipotético”), para quien quiere plegarse a las exigencias de las reglas el juego operatorio: es también ‘un imperativo moral (“cetegbrico”), en tanto que exigido por el intercambio intelectual y por la cooperacién, Y, en efecto, es ante todo eusndo se halla frente alos demas, que el nfo procura evita Ie contradiecién. Asimis- ro, la ebjetividad, la necesidad de verificacién, la necesc dad de que las palabras y las ideas conserven su sentido, eteétera, son otras tentas obligaciones sociales, asf como condiciones del pensamiento operator. ‘Aqui se plantea, pues, necesariamente wna pregunta: 1a “egrupacién” ges cause o efecto de la eooperacidn? La agrupacitn es una coordinacién de operaciones, esto, de acciones accesibles al individuo, La cooperacién es una coordinacign de puntos de vista o de acciones que emanan respectivamente de distntos individuos. Su parentesco re- sulla evidente, pero, ges el desenvolvimiento operatorio interior al individuo to que le have susceptible de cooperar con los otros, 0 Ia cooperaeién exterior, luego interiorizada cen él lo que le oblige a reagrupar sus accfones en sistemas coperatorios? 24 “Agrupanientos” operatorios y cooperacién. — A una pregunta de tal natureleza deben darse ciestamente dos res- puestas distntas y complementarias. Una es que, sin inter- cambio de penssmiento y cooperacién con los demés, el in- dividuo no Hegarfa a agrupar su operaciones en un todo coberente: en este sentido, Ia ageupacién operstoria supo ne, consecuentemente, Ie yida social. Pero, por otea parte, Jos mismos intereamabfos de pensamiento obedecen a una ley de equilibrio Ia cual de nuevo no seria més que una agrupacién operator, en vietud de que cooperar ¢5 coor dinar operaciones. La’ agrupactén es, pues, una forma de cquilibrio de las acciones inter-individuales, como de las acciones individuales, y asf encuentra su autonomia en el eno mismo de la vida socal Resulta, en efecto, muy diffcil comprender cémo el in dividuo lograria agrupar de manera precisa sus operacio- nes, y por consiguiente transformar sus representaciones intuitivas en operaciones transtivas, roversibles, idéaticas| ¥ asociativas, sin el intercambio de pensamiento, La agru- pacién consisteesencialmente en liberar desde el punto de Vista egoeéatrico las percepsiones y Iss intuiciones espon- téness del individuo, con el objeto de construir un sistema de relaciones tales que pueda pasarse de un término o de tuna relacién a otra, cualquiera sea el punto de vista que se adopte. La agrupacién es pues en su principio une coordi- nacién de Jos puntos de vist, y ello significa, en realidad, tuna coordinacién entre observadores, esto es, una coopera: idm de varios individuos. Supongemos, empero, con el sentido comin, que un individuo superior, al eambiar indefinidamente de puntos de vista, logta por sf mismo eoordinarlos todos de manera ‘que pueda asegurar su agrupacién. Pero cémo un indivi duo solo, sun dotada de una experiencia suficienlemente 215. amplia, podtia recordar sus puntos de vista anteriores, es deci, el conjunto de las relaciones que ha percibido, pero que ya no percibe? Si fuese capaz de elo, significarfa que hhabria logrado constituir uns especie de intercambio entre aus estados sucesivos y diversos, es decir, darse, mediante convenciones eontinuas consigo mismo, un sistema de no. taciones susceptible de consolidar sus recuerdos y de tra: ‘ducitlos en un lenguaje representativo: jhabria realizado, ‘pues, una “sociedad” entre sus diferentes “yo! ‘En realidad, el intercambio constante de pensamien- tos con los otros es, precisamente, Io que nos permite de tal manera descentrarnos, ¥ nos aiegura la posbilidad de coordinar interiormente las releciones que emanan de puntos de vista distintos. No se ve claro atmo, sin Ia coo peracién, podiian los conceptos conservar su sentido per- manente y su definicién; la misma reversibilidad del pene samiento se halla ligada ast a une conservacin eolectiva, fuera de la cual el pensamiento individual no dispondria sino de una movilided infintemente més restringida. Pero dicho esto y admitiendo pues que un pensamien- to légico es necesariamente social, no es menos indudable que las leyes de Ia agrupaciin constituyen formas de et librio generales, que expresan tanto el equilibrio de los intercambios inter-individuales como el de las operacio- nes de que lega a ser capaz todo individvo socalizado cuando razona interiormente, conforme con sus ideas més personales y nuevas. Decir que el individuo no Mega & Ia Iégica sino gra- cias a la couperacién, viene a ser como suponer simple- mente que el equiibrio de sus operaciones se halla subor- dinado a une capacidad indefinida de intereambio con el préjimo, esto es, 2 una reciprocidad total. Pero esta afic- Imacién ‘lo se caracterize por su evideneia, ya que la 216 agrupacién es en sf misma, precisamente, un sistema de reciprocidades. ‘Ademis, si uno se pregunte qué es un intercambio de ppensamiento entre individuos, adviértese que consiste esen- cialmente en sistemas de fijacién de comrespondencias, eto fs, en “agrupeciones” bien definidas: « tal relaciOn’ este Dlecida desde el punto ‘de'visia de A corresponde, hecho el intereambio, tal elacién desde el punto de vista de B, y tal operacin efectuada por A corresponde (sea equivalen te o simplemente reeiproca) a tal operacién efectuada por B. Estas correspondencias determinan, para cada proposi cidn, enunciada por A 0 por By el acuerdo (o en caso de no correspondencia, el desacuerdo) de los compafieros, esa obligacién de conservar las propesiciones edmitidas y Ia duradera validez de étas con vistes a la sucesién de los intereambios. E] intercambio intelectual entre individuos es pues comparable @ una inmensa pertida de ajedrez, que prose- Buirfa sin tregue, y de tal neturaleza que eada accién cum- plida en un punto dado determina una serie de acciones equivalentes 0 complementarias de parte de los compat ros: las leyes de la agrupacién sélo representan las diver- sas reglas que aseguran Ia reciprocidad de los jugadores y ls coherencia de su juego. Mis exactamente, cada agrupacién interior a los in- dividuos es un sistema de operaciones, ¥ la cooperaciéa constituye el sistema de las operaciones efectuadas en comin, es decir, en sentide propio, de las co-operaciones. Serfa inexacto concluir, sin embargo, que las leyes de Ja agrupacién con superiores a la ver a la cooperaeién y al pensamiento individual: no constituyen, repitémeslo, sino leyes de equilibrio, y expresan simplemente esa forma par- ticular de equilibrio que, por una patie, se aleanze cuando 27 ‘como un resultado del solo pensamiento individual, ni co- que el equilibrio de que trate nunca sells de todo com oie pens 28 Gonexusi6x RITMOS, REGULACIONES Y AGRUPACIONES La inteligencia aparece, en sume, como una estruetie racin que imprime ciertas formas a los intercambios entre Lo los sujetos y los objetos que los rodean, tento en la idad como a la distancia, Su originslidad se refiere mente a 1a naturaleza de las formas que a este efecto construe. La vida misma es ya “ereadora de formas”, como ha dicho Brachet.' Segurarmente esas “formas” bioldgicas son las del organismo, de cada uno de esos drganos y de los intereambios materiales que ellos establecen con el medio. Pero, con el instinto, las formas andtomo-fisiol6gicas se desdoblan en intercambios funcionales, es decir, en “for- mas” de conducta. El instinto no es, en efecto, sino una prolongacién funcional de Ie estructura de los drganos: 1a forma del pico de un ave se prolonga en instinto percutor, tung pata formada en determinada armadura en instnto de exeavacién, eteétera. El instinto es la légica de los érga- nos y en esta condicién es como Hlega « configurar conduc- tas, y la realizacién de estas conductes, en el pleno de Tas sgn devel tee intlencia ten eaters fon To org dine que inerioes ne desea eben 219 ‘operaciones propiamente diches, supondria a menudo una inteligencia prodigiosa, cuando incluso sus “formas” pue- en resultar a primera vista enélogas a esa inteligencia (como en la bisqueda del objeto fuere del campo de per- cepcidn y 2 distancias diversas). EL habito y Ia pereepeién constituyen otras “formas”, como lo ha dicho insistentemente la teorfa de la Gestalt, jando las leyes de su organizacién, Nuevas formas de ello presenta todavia el pensamiento intuitive, Y la inteligen- cia operatoria se caracteriza, como lo hemos visto repeti- damente, por ests “formas” méviles yreversibles que cons- tituyen Tos grupos y agrupaciones. Si queremos replaniear en las consideraciones biolé- ‘de que hemos partido (eap. 1) lo que nos ha ense- fiado el andlisis de les operaciones de la inteligencia, se trata de situar, para concuir, las estructuras operatories fen el conjunto de las “formas” posibles, Ahora bien, un acto operstorio puede parecerse en mucho, por su contenido, & un acto intuitive, a un acto sensomotor o perceptivo, ¢ incluso « un acto instintivo: étrice puede ser asi el producto de uns de una intuicién preoperstoria, de uns percepeién, de im hébito automatizado y hasta de un instinto construcivo, La diferencia entre los diversos ni veles no se refiere, pues, a ese contenido, es decir, a la “forma” en cierto mado materializada que es el resultado del acto, sino a la “forma” del acto mismo y de su orga nizacién progresiva. En el caso de la inteligencia reflexiva que he Hlegado a su equilibrio, esta forma consiste en cicr- ta “agrupecién” de Ies operaciones. En los casos que s¢ 2 abe bacr mutat que Juste Ta tora de Ie, Farms” ba Ins otro de et fa ener lo eal etl condita 8 de (hide demas 1b constaclen genes 220 exealonan entre la percepcién y el pensamiento intuitive, Ja forma de la conducta es la de un ajuste, més o menos lento 0 répido (a veces casi inmedisto), pero que siempre procede mediante “regulaciones”. En el caso de la condueta instintiva o refleja, se trata, Finalmente, de una ascensin relativamente completay-rigida, con un solo sentido y que funciona por repetisiones periddicas o “ritmos”. El orden de sucesiGn de las estrueturss 0 “formas” fundamentales ‘que interesan al desarrollo de la inteligencia, seria el sic uiente: ritmos, regulaciones y agrupaciones. Las necesidades orginicas o instintivas que constitu. yen los méviles de las eonductas elementales son, efecti- ‘vamente, periddicas, y obedecen, por lo tanto, a una es- tuctura de ritmo: el hambre, 1a sed, el apetite sexual, et- cétera, En cuanto a los aspectos reflejos que permiten su satisfaccién y constituyen la subestructura de Ja vida men- tal, sibese hoy suficientemente que forman sistemas de conjunto y no resultan de la adicién de reacciones elemen- tales: 1a locomocidn de un bipeda y, sobre todo, de un cuadrpedo (cuya organizacién atestigua —eegiin Gral Brown— un ritmo de conjunto que domina y preceds cluso los reflejos diferenciados), asi como los tan compli cados reflejos que aseguran Ia suecién en el recién nacido, ‘teétera, y hasta los movimientos impulsivos que caracte rizan el comportamiento del Iactante, presentan un fun- cionemiento cuya forma xitmica es evidente, Los eompor- lamientos instintives del animal, frecuent Cializados, también cot terminados de movimientos que ofrecen Ia imagen de eier- to ritmo, ya que se repiten periédicamente a intervalos constantes. El ritmo carsctetiza, pues, los funcionamien- tos que se sitian en el punto de reunién entre la vida or- ginica y Ie vida animal, lo eual es tan cierto que, incluso 221 en la esfera de Ins percepeiones elemental o sensaciones, la medida de la sensibilidad pone de manifesto Ia exsten cia de rittos primitivos, que escapan por completo a la Conciencia del sujeto, El ritmo es igualmente Ia ase de los tmovimientos, incluso los que componen el hébito moter BE ritmo presenta una estructura que conviene tener presente, para situar Ia intligencia en el conjunto de Tes formas™ vivientes, pues el modo de encadenamiento que supone anuncia ya, de une manera elemental, lo que Hlegs- ia ser la reversibilidad misma, propia de las operaciones superiores. Ya se consideren los refueraos y particlares inhibiciones zeflejas, o, en general, una sucesién de movie tmients orientados en sentidos allerativamente contrarios, el exquema del ritmo requiere siempre, de uns w otra ma. nera, la alternancia de dos procesos antagénicos, uno de Jos euales funciona en la diceceiin de A~B y el otro en la direcein inversa B> Cierto es que, en un sistema de regulaciones percep- tivas,intuitivas o relativas a movimientos coordinados en funelén de la experiencia, exsten también procesce orien- tados en sentidos inversos: pero entonces se suceden sin regularidad y en relacién con “desplazamientos de equil- i” provoctdos por una situacién exterior nueva. Los movimientosantagénieos propios del ritmo quedan fijados, por el contrat, segin una ordenacin interna (y heredi- teria), y presentan por Jo tanto. una regularidad mucho mis rigida y de un solo sentido. Mayor es todavia la dife reneia entre el ritmo y las “operaciones invereas” propias de Ja seversibilidad inteligene, que son intencionales y se hallan ligadas a les combinaciones indefinidamente movi- Jes de Is “agrupacién”. El ritmo hereditario ssegura asi cierta eonservacién dle as conductas que no excluye de ningtin modo su comple- 222 jidad ni incluso una selativa flexibilided (se ha exagerado le rigidez de los instintos). Pero, en la medida en que uno se queda en las ordensciones innatas, esta conservacién de los esquemas perisdicos es prueba de una indifereneiacién sistemitica entre Ie asimilacién de los objetos « la actvi- dad del sujeto, y la acomedgcién de éste a las posibles modificaciones’de la situacidn exterior. Con las adquisiciones en funcién de la experiencia, la scomodacién se diferencia, y, en la misma medida, los rit ‘mos elomentales se integran en sistemas més vastos, que ya no ofrecen una periodicidad regular. Entonees se pre- Senta una segunda estructura general, que prolongs Ia periodicidad inicial, y consiste en regulaciones:* son las que ya habfamos encontrado en el eamino desde la percep cin hasta Ins mismes intuiciones preoperatorias. Una per cepeiéa, por ejemplo, constituye siempre un sistema de conjunto de relaciones, pudiendo asi coneebirse como Ia forma momentinea de equilibrio de una multted de rit ‘mos sensoriles elementales, reunidos 0 interfirigndose en- tue si de diversas maneras. Este sistema tiende ® conservarse en tanto que tota- lidad, mientcas los datos exteriores no. se_moci pero, en cuanto éstas cambiar, Is acomodacién a los mue- vos datos determina un ‘‘desplazamiento de equilibrio” Sélo que estos desplazatnentos no son limitados y el equi Tibrio, que se restablece en funcién de le asimilacion a los esquemas perceptivos anteriores, es prucba de que existe tuna tendencia a reaccionar en sentido invereo de le me ficacién exterior? + Hadonos sq de ruses eestcles, como ee satarl ¥ bo de teucone!energtcay, que eaaceren septn Pe ene ice i ids testa dele ames ves. Yer porcemply in fsa de Detben,cads p 95 223 Hay, pues, regulacién, es deci, intervencién de pro- esos antagénioos comparables a los que se manifiestan ya fen los movimientos periédicos, pero ahora el fendmeno se luce en una escala superior, mucho més compleja y Snplia,y sn necesaria periodicdad. Este estructura, caracterizada por la existencia de I regulaciones, no es tna estructura especial de la percep- . Se la encuentea en Jas “correcciones” propias de las aadquisiciones motrices. De una manera general, todo el deserrollo senso-motor, inclusive ciertos niveles de la in- teligencia senso-motriz, patentiza sistemas andlogos. Sélo ten un caso privilegiado —el de los desplazamientos pro- piamente dichos, con retomos y rodeos— tiende el siste rma a aleanzar Ia reversibilidad, anunciando asf Ia agrupa- cin, aunque con las restriciones que hemos visto. En los caso’ generale, al contrario, una regulacién, aunque mo- derando y corrigiendo las modificaciones perturbedoras, y ccumpliéndose, pues, en sentido inverso de las transforma: clones anteriores, no aleanza Ie reversbilidad complete, por falta de ajuste completo entre la asimilacin y Ia aco- rmodacién, En el plano del pensamiento naciente, en particular, les centraciones intuitivas y el egocentrismo propio de las relaciones sucesivamente construidas, mantienen el pensa- siento en el estado irreversible, como se ha visto (cap. V) 4 propésito de las no-conservaciones. Las transform nes intuitivas s6lo quedan, pues, “compensadas” por un juego de regulaciones, que poco @ poco ermoniza la asimi- lacién y la acomodacién mentale, y aseguran por sf solas Js ordenacién del pensamiento no operatorio, en el curso de los tanteos anteriores de le representacién. ‘Ahora bien, es fii adverlir que esas regulaciones, cuyos diversos tipos se escalonan a partir de Iss percep: 224 ciones y hibitos elementales, hasta el umbral de las ope- raciones, también proceden de los “itmos” iniciales de un ‘modo bastante continuo. Conviene las adquisiciones inieisles, que inmedi ejercicio de las ordenaciones heredita ‘mismo una forma de ritmo: Iss “reeeciones circulares”, ‘que constituyen el punto dé plrtida de los bi dos de una manera active, consisten en repeticiones de pe: riodicidad suficientemente visible. Las medidas percepti ‘yas relativas a les magnitudes o farmas complejas (¥ no solamente en Ja sensibilidad absoluta), revelan ain la ‘existencia de oscilaciones continuas en toro de un punto dado de equilibrio, Por otra parte, puede suponerse que logos componentes a los que determinan las fases alter netivas y antagénicas propias del ritmo (A> B y B> A) vyuelvan’a encontrarse en un sistema de conjunto suscep. Uible de regulaciones, pero entonces se presentan simulté- neamente y en equilibrio momentdneo uno con otro, en Ie gar de traerlo cada uno a su turno; por ello ex que, cuando 2 allera esto oquilibrio, hay “‘desplazamiento de equili- brio” y aparicién de una tendencia a resisir las modifica clones exteriores, es decir, a “moderai” el cambio sobre- venido (como se dice en fisica en el easo del conocido me ccenismo deserito por Le Chatelier). Puede concebirse, por lo tanto, que cuando los compo: nentes de Ia aceién constituyen sistemas estiticos de com junto, los movimientos orientados en sentido inverso unos de otros (y cuya alternacién determinarfa les distintas y sucesivas fases del ritmo) se sincronicen y representen| log elementos del equilibria del sistema, En easo de mo Aificaciones exteriors, el equilibrio se desplaza por ace tuscién de una de las endenciae en juego, pero esta acen tuacida es tarde o temprano limitads por la inervencién 25 de la tendencia contraria: tal inversién de sentido define entonces la regulacién. ‘Se comprende ahora Ia naturaleza de la reversibilidad propia de la inteligencia operstoria, y el modo emo las fperaciones inversas de 1a agrupacion proceden de las re- gulaciones, no sélo intuitivas, sino incluso senso-motrices y perceptivas. Loe ritmos reflejos no son reversibles, en su marcha de conjunto, sino que se hallan orientados eon arr ilo a un sentido definido: ejecutar un movimiento (0 un ‘complejo de movimientos), detenerlo y volver al punto de partida para repetirlo en el mismo sentido; tales son las fases sucesivas, y, si la fase de retorno (0 antagénica) in- ‘verte los movimientos iniciales, no se trata de una segunda ‘ccién que se caracteriza con el mismo valor que la fase ppositiva, sina de una zeiteracién que viene = determinar tin recomienzo orientado en la misma direccién. Sin em- Dargo, 1a fase antegénica del ritmo se halla en el punto de partida de Ia regulacién y, por encims de esta titima, de Tas “operaciones inversas” de la inteligencia, siendo po- sible concebir desde Iuego todo ritmo como un sistema de regulaciones alternativas y reunidas en una totalidad ini cea de sucesién. En cuanto a Is regulacién, que constituirfa asi el producto de un ritmo de eonjunto cuyos componen- tes habrian Hegado a eer simultineos, caracteriza conduc- tas todavia irreversibles, pero cuya inreversibilidad se ha- Ila en progreso con respecto a las precedentes. Ya en el plano perceptive la inversién de una ilusién supone que tuna relaeién (por ejemplo, de semejanza) la leva sobre Je relacin inversa (diferencia), a partir de cierta exage- racién de esta iltima, y reciprocamente. Mas claro es to- davia el asunto en el dominio del pensamiento intuit Ta relacién descuidada por la centracién de la atencii ‘cuando éste se apega a otra relacién, domina de retormo & 226 ‘sta ltima, cuando el error sabrepase cieros limites, La Alescentracién, fuente de zegulacién, viene a resultar en ste caso un equivalente intuitivo de las operaciones in- erst, cabze todo cuando las anticipaciones y reconsti- tuciones representativas aumentan su amplitud y Ia hacen casi instantines, lo cual se-produce eada vex mis en el nivel de las “intuiciones”atticuladas” (cap. V)- Bastard, pies, que Ia regulaein concluya en eompenssciones com: pletae (ao cual tienden, precisament, ls intuiciones ar- ficuladas) para que la apevacién aparezce por ese mismo hecho: las operaciones no constituyen, en efecto, otra cosa «que un sistema de tansformaciones coordinadas y que han Iegado a ser veversibles cualeequiera sean sus combina Es posible coneebit, pues, en el sentido més eonereto y precise, a Tas agrupaciones operatorias de le ineigencia oma la “forma” de equilibrio final hecia Ia eualtienden las funciones sensomotrices y representatives en el curso dle su desenvolvimiento, heciendo posible esta concepeién «que se comprenda la unidad funcional profunda de la evo- Tucién mental, a la ver que sefslando las diferencias de naturaeza que distinguen las estructuras propias de las tapas sucesivas, Tan pronto como se aleanze le reversi Iilidad completa, Kimite de un proceso continuo, pero I rite de propiedades muy diferentes de las de Tas fses an- terioes, en virlud de que sefila la Hegada al equilibrio mismo, los agregados hasta entonees rigidos se vuelven, en efecto, suscepibles de una movlidad de composicién que aseguta precisamente su estabilidad, porque la edaptacién als experiencia se encuentra entonces en equlibrio perma. nenle,cualeaguiera sean Ins operaciones efectuadas, con la asimilacgn que se ha promovido, por ese mismo hecho, al xango de necesaria deduccién, 227 img, regulasons y“agropaci” constugen af sas Et mecaniano evltive gu vine a ite Tama on I ea reget de eile me ie etn lv adaption «Ta veri erica wradss entre, sf, imposibles de realizar en el plano orgénic. 228 INDICE Praia os se oe ce ee ee ee ee oe Profane ec Primer pre LA NATURALEZA DE LA INTELIGENCIA Capito 1 INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA ‘Sivasn do ta ltlgnes oo a organi meat) Neues adaptntinn do In ntllzncla Detnio de ie itgenis =e es cece once oe hasiieacin dela interpreicons poses de a Ineligeca Cepia {LA *PSICOLOGIA DEL PENSAMIENTO” Y LA NATURALEZA, PSICOLOGICA DE LAS OPERAGIONES LOGICAS 1a terial de B, Rall ‘Le "peli del pene" Bley Sele» (etn de a "psoga del pean” Vine pilose ~ as eperaines ys ogrpemiece = a 1s spsifinia fancy I ect der “epepgene Casein de tos “erapemiente” y le oper tel pennies : gules y oe 29

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