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El sexo es diferencia absoluta: Uno sin Otro zEn qué se convierte la alteridad del goce en la ex- periencia del ser humano, el ser hablante? Qué ob- jeto anida en esta forma de alteridad en la que no hay ya simetrias ni reciprocidades posibles? ¢ Qué es este objeto una vez despojado de las imagenes de todo “gé- nero” que podamos imaginar, siempre tributarias de las pequefias o grandes diferencias? Es un objeto muy singular que Lacan construyo pacientemente y al que puso el nombre de una letra para intentar no afectarlo de ninguna cualidad: el objeto a. Es el objeto que anida en las fantasias de cada uno, el objeto también de sus goces y adicciones, tan pegado al cuerpo que llega a ser una parte de él. La ldgica del objeto a, resorte del deseo, condensador del goce y de la satisfaccion de las pulsiones, no sigue la légica binaria ni de la diferencia telativa. Es la a de un abecedario de una sola letra, una letra sola, sin otra para poder definirla por su diferencia con ella. Y es esta otra légica, absolutamente distinta a la légica de la diferencia y del binarismo, la que queda sin abordar en el discurso de PBP dirigido al psicoana- lisis y, hasta donde he podido conocer, en los discursos de género con todas sus consecuencias. Seguramente el discurso trans- podria encontrar una forma de reno- 42 MIQUEL BASSOLS varse con esta nueva ldgica del objeto a, porque es un objeto que se presenta precisamente como translingtis- tico, transgénero, transidentitario, transfuga del sentido, Lo que insiste entonces, cuando la ldgica de la dife- tencia deja de funcionar para representar la alteridad radical de lo sexual, es el sexo mismo como diferencia absoluta. Veamos por qué. La légica binaria implica de algun modo una reciprocidad entre los dos elementos en juego: S, — S,. Cada uno no es solo uno para si mis- mo, sino que es también otro para el otro. Pero cuando se trata del goce, del cuerpo del goce y del goce sexual, “esta reciprocidad deja de existir entre el uno y el otro. Aquello de To 0. elc lel_otro no es lo mismo due aquelle-de lp que el atte goza en ri cuerpo sean cuales sean los sexos bioldgicos o los géneros en “heoo, Hay Tro eGo. dl gnce_peree¢ un Yao se 0. Y, Sobre todo, sin que Biya pocibiidad ae una Teer aed imaginando a un Otro para el Otro y que seria el Uno inicial, Aqui se termina el binarismo y empieza el campo del goce, que es aquél que el psicoanalisis entiende weaktonie como ere experienci a ° Dé hecho, si se lee con re esta imposibilidad del binarismo en el campo del goce esta ya presente en Freud. Mas alla de la ldgica falica, mas alla también del famoso “dualismo pulsional” de su modelo que se mantiene hasta al final con la polaridad entre pulsion de vida — pulsion de muerte. Mas alla, la pulsién sexual no es en si misma binaria. La polaridad actividad-pasi- vidad (ver-ser visto, comer-ser comido, etc.) deja de ser una dualidad cuando se descomponen los factores de la pulsion. El empuje de la pulsién (Drang), su exigen- cia de satisfaccion, siempre es activa y solo puede ser pasiva en su fin (Zie/). Dicho de una manera simple: a LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 43 veces hay que gastar un mont6n de energia para no hacer nada, o para hacerse ver, para mostrarse, en una posicion pasiva. Se habla mucho de la identidad sexual pero poco, demasiado poco, de la eleccién de objeto y de su iden- tidad vacia de sentido. Seguramente el término “objeto” plantea problemas a alguna alma bienpensante que no tendra problemas en aceptar que la homosexualidad no es una patologia pero que los pondra de inmediato a la hora de situar lo que hay de objeto, de objetalidad, en la sexualidad. Sin embargo, no se entiende qué es un sujeto ~subalterno o no-, un ser hablante, sin situar la dimensién del objeto. El objeto es contingente, no , esta determinado para ningun ser humano, ni desde su nacimiento ni tampoco a lo largo de su vida. Por otra parte, la eleccién del sujeto no se define por la natura- leza supuesta a ese objeto (masculino, femenino, trans, | no-trans, cis, no-cis...), sino por las condiciones de su eleccién. Dicho de manera rapida, el objeto a no se de- fine por ningun “género”, tampoco por ningun sexo en el juego de las diferencias relativas. Y es por esto que Lacan lleg6 a decir que es un objeto a-sexuado. Puede parecer una paradoja, pero en el ombligo mas real del cuerpo del goce y de la sexualidad hay un objeto que es a-sexuado. Dicho de otra manera, todavia. No son los caracte- tes secundarios del cuerpo del sujeto y del objeto, como se suele decir en lenguaje médico, pero tampoco los primarios, los que definen su posicién de goce, su po- sicion sexual. No es porque una mujer elija a una mujer como objeto sexual que podemos deducir que es ho- mosexual. No es tampoco porque un hombre elija a un hombre como objeto que puede definirse como homo- sexual. Sucede lo mismo en los cruces binaristas que / 44 MIQUEL BASSOLS podamos hacer desde el lado supuestamente hetero, o incluso trans. La cuesti6n se hace entonces mas com. pleja si salimos de la légica binaria, la logica de las dife. rencias relativas entre géneros. Lacan lo vio muy pron- to, tan pronto como en su primer seminario de 1953, donde evoca el caso de Marcel Proust en los siguientes términos: Recuerden ustedes el prodigioso analisis de la homo- sexualidad que desarrolla Proust en el mito de Alberti- na [personaje central de En busca del tiempo perdido]. Poco importa que este personaje sea femenino, la es- tructura de la relacién es eminentemente homosexual. La exigencia de este estilo de deseo sélo puede satis- facerse en una captura inagotable del deseo del otro..." La.posicién sexual no viene entonces definida por el “género” dél Sujeto 0 del objeto en cuestién, sino por lo que Lacan llama aqui, de un modo tan sutil como evo- cador, ‘la exigencia del estilo de deseo”. Y, en efecto, hay que recorrer el texto de En busca del tiempo perdido para situar este rasgo de estilo del deseo y del gocé de Marcel Proust que define las condiciones de su eleccién. -Se puede comprender entonces que sea posible una re- lacién homosexual con alguien del “género” opuesto. Es por ello que Lacan debera reformular lo “homo” y lo ‘hé- tero” de un modo que no seguira ya la légica binaria de ‘Tos Sexos ni de la diferencia relativa entre los dos térmi- nos. De hecho, parte del problema puede entenderse si diferenciamos dos modos gramaticales de la clasica ex- presion que se utiliza para distinguir las identidades se- 1 Lacan, J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud (1953), Paidés, Buenos Aires, 1980, p. 323. LA DIFERENOIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 45 yusles binarias: “eleccién de objeto”. Hablamos de “elec- tién de objeto homosexual’ o bien de “eleccién de objeto heterosexual” para definir dos posiciones, la homosexual y la heterosexual, en su diferencia relativa con respecto ala supuesta identidad sexual del sujeto, de su género. Una mujer seria homosexual si ama a una mujer, hete- rosexual si ama a un hombre. Un hombre seria homo- sexual si ama a un hombre, heterosexual si ama a una mujer. Pero podemos desplazar, solo un poco, la sintaxis de la expresiOn de este modo: iSteccion homosexual de objeto” y “eleccion hete: jal Ue objeto’, sea cual sea TSA cemneaiooal sueisy a Soe felabjeto. Donde recae entonces el rasgo del adjetivo calificativo? Lo que define la posicion no es la naturaleza supuesta del sujeto y del objefo, Su caracter de género, sini josicién de goce Nera he do con respecto a un objeto a-sexuado, “Sie! —Yénero, sin ninguna cualidad que lo haga esencial. Lo homo- $eré entonces aquello que hy 6- neo! jjeto.a la propia imagen, To hétero/aquello que consiente a la alteridad radical de del gage, sean __ ales Sean los géneros en juego. Pero para ello hay que retonocer AQ fem ino _algo mas alla de_un nt aquello que pone en cuestion al propio binarismo de los géneros y de la diferencia entre los sexos, su condicién de conjuntos universales definidos como un Todo. Para el discurso del psicoanalisis, lo femenino es, en efecto, igilo gn repo diivetnerte lTipea Urisfa'dal Significante y de Tos universales que se sostienen en él, aquello que es el sexo como diferencia absoluta. Mas adelante, en un complejo texto de Lacan de 1972 titulado L’étourdit -no por complejo habria que ahorrar-~ se su lectura si se quiere hacer su critica-, encontramos la siguiente observacién, absolutamente central en este tema: 46 MIQUEL BASSOLS. Lo que se llama el sexo [.:.] es propiamente, al soste- nerse en nofoda, el ‘Ete p o¢ [Héteros] que no puede saciarse de universo. Llamemos heterosexual, por de- finicién, a aquello que ama a las mujeres, sea cual sea su propio sexo. Asi sera mas claro.” eo Por supuesto, solo sera un poco mas claro si salimos de la légica binaria de la diferencia entre significantes, de los significantes que constituyen los conjuntos uni- versales: “todos los hombres” y “todas las mujeres’, con una identidad previa que defina los elementos incluidos en cada conjunto. Solo sera un poco mas claro si en- tendemos lo Hétero como aquello que deja en suspen- so toda posibilidad de hacer un Todo con un conjunto de elementos definidos por un rasgo previo, también si este rasgo se llama “trans”. Solo sera un poco mas claro si consideramos lo femenino como lo mas singular del sexo que impide hacer género alguno en una légica bi- naria. Solo sera mas claro si entendemos que La mujer —como un universal— no existe como tal. Solo sera un poco mas claro, pero sera sin duda una pequeiia luz para salir del oscurantismo general. El sexo de la eleccién, digamos incluso el sexo como causa de la eleccion, es segun esta formula “hetero- sexual” en la medida que ama a la alteridad encarnada por las mujeres, en lo femenino mas alla de la ldgica falica de los géneros. La traduccién mantiene muy bien el sujeto de la eleccidn: “llamemos heterosexual aquello que ama” (ce qui aime les femmes) y no “a quien ama’ (celui, ou celle, qui aime). Es el objeto a-sexual el que esta como causa de la eleccidn y de la posicién de goce 2 Lacan, J., Otros escritos, Paidés, Buenos Aires, 2012, p. 491. Lee LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 47 del sujeto, mas alla del género supuesto del sujeto y del objeto. ;Pero cuidado! Es cierto que Lacan habla aqui del amor, y no tanto del goce sexual en si mismo. El amor, el dios Eros, es preciso hacerlo entrar en el baile de mascaras para no sentirse enjaulado en la tirania del goce. Dejemos ahora este cabo un poco suelto, para recogerlo al final. Una eleccién de amor es entonces una hetero-elec- cién mas alla del género del objeto, mas alla también de su caracter narcisista que lo convierte siempre en una homo-eleccién. La homo-eleccién es una eleccién hecha a partir de lo mas parecido a mis imagenes idea- les, homogéneas y relativas a la imagen de mi Yo. Una eleccién de amor lacaniana, si se me permite la expre- sién, es entonces una hetero-eleccién en la medida que apunta a lo femenino que hay en cada ser que habla, mas alla de sus identificaciones ideales, como aquello que pone en suspenso la homogeneidad de sus identifi- caciones. Lo que sin duda no cuadra con ninguna teoria de género, pero tampoco con la ldgica binaria. Tal es la lgica del objeto a, un objeto mas bien trans, queer incluso si damos a este término el sentido de torcido, fuera de toda norma. Es también un objeto translingiis- tico, hay quien lo ha estudiado en el cruce y traduccién de lenguas como el objeto que pasa en silencio de una a otra. Es también un objeto transidentitario. Alivia el fu- ror de las identificaciones segregativas y segregadoras cuando uno se sabe necesariamente habitado por esta alteridad irreductible del goce, por la diferencia absolu- ta, sin simetria ni reciprocidad posible, sin Otro del Otro posible. No es nada que permita hacer una pastoral del amor. No es nada para proponer como un ideal. Un res- to mas bien, un desecho, le gustaba decir a Lacan. No hay una estética del goce _tica, en la medida que rompe la_unidad imaginaria que cada uno se ha construido a partir de 5 imagen de otro, ode otra. O de otre, da lo mismo. Da lo mismo, precisa- mente, porque solo da lo que me hace creer idéntico a mi mismo’. La imagen del cuerpo se construye de forma recipraca —aundue No Siem é a imagen de este otro especular. Es siempre y necesaria-_ mente un Uno con Otro, y el Uno es el Otro para el Otro, es el Uno hecho a imagen del Otro, siempre a partir de setter’ wratdes atcronclss relativas. Lo llamamos “el semejante’”, y es lo Unico que podemos representar- nos del cuerpo para hacerlo un poco mas soportable. A veces lo escogemos como pareja, al estilo “homo”, que aqui quiere decir homogéneo mas que otra cosa. Por- que de la Otra cosa no queremos saber nada. Y asi se las “arregla” cada uno —en el sentido también de “arre- 1 Aqui nos permitimos subrayar la contundencia del titulo elegido por PBP, “Yo soy e/ monstruo...”, que en francés quedaba un poco mas atenuada con “Je suis un monstre...”, titulo con el que fue publica- do en Francia el discurso de PBP. Y que finalmente convendria me- Jor traducir, a lo Rimbaud, simplemente por: “Yo es el monstruo”. El Monstruo, como el infierno, no son los otros, el monstruo es el Yo de siempre, el que se muestra con las plumas nacaradas del narcisismo. ° 50 MIQUEL BASSOLS glarse” para salir a la calle- como mejor puede. Pero es siempre a partir de la imagen del otro, mas o menos ideal, mas o menos extrafia, mas o menos Monstruosa, siempre reciproca entre Uno y Otro. La experiencia real del goce en el cuerpo introduce, sin embargo, Ofra diferencia, una_diferencia absoluta, imposible de reciclar en la experiencia de la unidad ho- mogénea del cuerpo. El sexo © distinto al del nacesisme, @ medirla, compararla, lo qué no Nay estética del sexo o del goce que pueda sostenerse sin derivar en una moral, segtn las costum- bres de la época. Mejor no quejarse demasiado por ello, pero mejor también no confundirse demasiado con los semblantes que la época nos propone: con la moda, por la costumbre, en la movida, en la cofradia, la iglesia, siempre con una insignia... los semblantes que son hoy nuestros dioses. La experiencia del sexo es siempre una experiencia parcial y parcializante de la unidad ima- ginaria y sentida en el cuerpo: ereccién de una parte, desgarro de otra, cosquilleo convulso, temblor espas- méddico, quemazon de escalofrio, temblor trémulo hasta la exasperacién. Ya sea sentido como interior o como exterior, su origen es finalmente imposible de localizar. Borde de los orificios del cuerpo que se hunde palpi- tando en el vacio que quiere rodear. Siempre viene de afuera, pero es un afuera tan interior que pone en jaque cualquier unidad imaginaria del cuerpo. El sexo es Otro cuerpo, cuerpo extrafio que irrumpe en el cuerpo.cono- cido hasta ese momento. Pero solo es Otro para alguien que pueda pensarlo ya desde un afuera. Desde este es- pacio interior y exterior a la vez, el_sexo es el Uno del _goce, sin Otro posible desde el que poder represenar 0. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE Si} Este goce si Otro solo puede experimentarse-coma_ { lteridad radical incrustada desde entonces en el cuer- OAS an alien, Si en algun momento hay algun otro * “‘monstruo que no sea Yo, es ese alien del goce, solo que ho tiene nombre ni imagen posible, de tan Otro como se ‘nos aparece. Es una de las razones del racismo, y de’ las diversas formas de segregaci6n social, empezando por la que recae desde hace siglos sobre muchas mu- jeres. Parece un goce Otro —es por eso que a veces lo llamamos asi, el goce del Otro, el goce de lo Otro— pero pcidén del Uno del goce sin Otro al ina representacion. Y nadie esta suficien femente bien Geparedefarieao. Cuanda llega, llega, sin poderlo es- perar. Y cuanto mas se lo espera, menos llega. Para hacerle frente o para encontrarlo de buena manera no hay pedagogia posible, ni sexologia que no se convierta finalmente en una moral, incluso en moralina. zLo seria menos promover la homosexualidad como mejor forma de gozar en relaci6n a otra, heterosexual 0 no? No, 0, para el discurso del psicoanalisis no hay una eniencia y de su acci6n. Dicho de otro modo, no hay { una estética posible del goce, no hay uno que pueda proponerse como mejor, mas bello o menos palaligice, Q que otro. Cualquier forma de gozar, llevada al limite, se convierte en pura pulsion de muerte. Hay, eso si, una ética del goce, una posicién que asume de entrada la insistencia de esta pulsién de muerte en la propia légi- ca del placer. Y ante esta fractura, hay pocos discursos que no retrocedan, o que lo alejen cuanto mas piensan acercarse a ella. Siempre a contracorriente de este movimiento de se- gregacion, lo que constata el psicoandlisis es lo siguien- 52 MIQUEL BASSOLs te: cuan' ienci. ' de-un_sujeto, hay un_antes-y un despugs volver a ser como antes, para bien o para seatle Puey® listas lacanianos lo llamamos: un encuentro Log Sie CON Io pa Experiencias trans-: “el cambio de sexo no existe” Para no caer de nuevo en aquello que queremos sobrepasar, el binarismo, convendria precisamente no poner a todo lo que se llama “trans” en el mismo saco, oponiéndolo después a lo que seria supuestamente una sexualidad normativa o normalizada. La clinica del psi- coanalisis se distingue por no poner en un saco casos que descriptivamente pueden parecer iguales, como hace por ejemplo la clinica —hoy ya en declive- de la psiquiatria del DSM a la que se refiere PBP para ponerla en continuidad con el propio psicoanalisis. Veamos qué dice hoy esta clinica descriptiva. Los especialistas en operaciones trans lo repiten una y otra vez. No es lo mismo un trans que pide ser hor- monado que un trans que exige ser operado quirtirgica- mente, ya sea para extirparle el pene o para realizarle una faloplastia. No es un dato del psicoanalisis sino del discurso médico actual. Las consultas médicas y las diversas evaluaciones lo observan: no es tan simple confirmar cuando se trata o no de un “verdadero trans”. éQué seria, sin embargo, un verdadero trans? El pro- ceso es siempre farragoso, y pasa, en los tratamientos médicos habituales, por distintas fases. La primera es el “tratamiento hormonal cruzado”, ya sea con estrégenos y antiandrégenos (para la mujer trans), o con andrége- 54 MIQUEL BASSOLS nos como la testosterona (para el hombre trans). Sub- rayemos que todo este camino sigue el orden binario igualmente: hombre trans / mujer trans. Los cambios fisicos no tienen por qué ir acompafiados de un cambio en la posicion del sujeto y es por eso que se ve la nece- sidad de introducir una segunda fase, que suele llamar- se “test de vida real’, como si hubiera otra vida que esa. Se contabilizan habitualmente dos afios para verificar si el sujeto se siente de acuerdo con los primeros cam- bios fisicos. En realidad, se trata de un tiempo subjetivo, imposible de contabilizar con el calendario. Hasta este punto, los cambios son siempre reversibles, como los que indica PBP. La tercera fase, que implica la cirugia y la intervencién directa en los aparatos genitales, es irreversible. En el caso de la mujer trans: penectomia y retirada de testiculos, con el afiadido de protesis mama- tias. En el caso del hombre trans la cosa es mas compli- cada: histeroctomia y retirada de ovarios, masectomia (extirpacion del tejido muscular mamario) y faloplastia, consistente en la extraccién de tejidos del brazo o del muslo para injertarlos de modo que se intente construir un pene de unos 12 a 13 cm de longitud, “con capaci- dad de penetraci6én -se afiade- gracias a una protesis’. Son pocos los casos que llegan a exigir una faloplastia, ya que no resulta nada facil, todavia, obtener un pene funcional de modo artificial. Todo se andara. Pero cada caso es particular segun el momento en que el sujeto decida detenerse o no en las distintas fa- ses del proceso. Hay sin embargo un pasaje, la tercera fase, que es irreversible. Esta particularidad no nos dice nada tampoco sobre lo mas singular de cada caso, que solo puede ser situado en el discurso del sujeto, siempre distinto de un caso a otro. Los casos son tan distintos como los resultados en cada paso en cada momento del LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 55 proceso. Hay quien se siente planamente satisfecho y a gusto, hay quien se siente absolutamente decepciona- do, hay quien considera suficiente la primera fase, hay quien exige la tercera como unica via posible, hay quien no soporta el resultado final. Lo que nos encontramos realmente es un continuum de singularidades que solo por protocolo -mas o menos acertado, mas 0 menos cémodo-— se pueden ordenar en clases distintas de trans. Y ninguna singularidad puede ser un modelo o una referencia para abordar el trata- miento de otra. PBP, por ejemplo, nos habla de un pro- ceso que segun él seria siempre reversible’: El proceso de metamorfosis politica que acompafia a la transexualidad es una de las cosas mas faciles, bellas y gozosas que he hecho en mi vida [...] Por si esto fuera poco, ese proceso de transicién del que aqui les hablo no es en modo alguno irreversible. Bien al con- trario, bastarian unos meses sin administrarme testos- terona y la decisién consciente de “volver” a identificar- me como mujer para que pudiera pasar de nuevo por uno de los cuerpos femeninos que habitan el espacio social. La supuesta unidireccionalidad de este viaje es una de las mentiras normativas del relato psiquiatrico y psicoanalitico. En un proceso de devenir trans no solo no es preciso convertirse en hombre, sino que es ade- mas completamente posible “volver” a ser mujer, 0 a ser.otra cosa, si fuera necesario 0 deseado. PBP pone aqui mucho cuidado en algunas de sus Palabras, pero no tanto en otras. Se trata para él de un Proceso que seria siempre reversible, es decir, sin llegar 1 Preciado, Paul B., Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas. Anagrama, Barcelona, 2020, p. 53. 56 MIQUEL BASSOLS nunca a la tercera fase. Se trata de poder identificarse a pedido, con lo que sea, y “poder pasar de nuevo por uno de los cuerpos femeninos que habitan el espacio social”. “Pasar por’ es una expresion que tiene tanto el sentido de “hacer apariencia de” como de “transitar por un lugar’, y siempre con la posibilidad de “volver”. La frontera es bidireccional, binaria incluso, porque supone que cada “pais”, por decirlo asi, es uno para el otro, y el otro es también otro para el uno. Los paises pueden reconocerse entonces como pares, con-una reciproci- dad que asegure el pasaje por la frontera de manera bidireccional, con un pasaje de ida y vuelta. jAh, si todo el mundo funcionara siempre con esta buena légica de representantes y consulados, de reconocimientos mu- tuos y reciprocos! Digamos que solo un error de buena fe puede seguir sofiando con un mundo asi, y siempre sera para despertar a una pesadilla, mas real sin duda. En todo caso, esta posicion “trans” no tiene nada que ver con la llamada “tercera fase” que implica, se mire por donde se mire, un acto irreversible. No es solamen- te un acto quirtrgico, es también y sobre todo un acto de decision y de eleccion subjetiva, una apuesta radical con respecto al cuerpo del goce y al modo de gozar del cuerpo. A partir de este acto, cuando es un verdadero acto, ya no es posible “volver”, pero sobre todo ya no es posible volver a “hacer apariencia de” sin multiplicar el desacuerdo con el propio cuerpo. Y hay casos, no son pocos, en los que este pasaje al acto tiene con- secuencias irreversibles, a veces tragicas. Admitamos al menos que cruzar este umbral implica una diferen- cia importante, si no radicalmente decisiva, pero que parece que PBP no considera de ningun modo en su discurso. Parece, solo lo parece, porque en realidad si se lee bien, su discurso bordea este acto como el lito- LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 57 ral del pais donde se siente encerrado, el litoral de su jaula?. Aun ahi, es preciso distinguir bien. Una cosa es “hacer apariencia” —-de hombre, de mujer, de trans, de queer...-, otra muy distinta es cruzar una frontera sin welta atras posible: jAlea jacta est! Ahi la frontera deja de ser frontera, simbolica o imaginaria. Es una pequefia gran diferencia, una diferencia que no es ya la de los sexos binarios sino una diferencia absoluta, sin vuelta posible al Otro lugar. Es una diferencia de la posicién subjetiva ante el goce sexual, ante el cuerpo del goce. Pero aqui el discurso de PBP hace un nuevo viraje y welve a endilgar al psicoanalisis una supuesta “mentira normativa”, sin argumentar cual seria esa mentira, y po- niéndolo ademas al lado de una psiquiatria que tampo- co es seguro que la sienta como suya. gPor qué? He atendido, y he conocido también por supervisio- nes, varios casos de sujetos que se han presentado como “transgénero” al psicoanalista. Cada uno es distin- to en su singularidad, con expectativas diversas cuan- do se ha encontrado en distintos momentos de las tres frases a las que se ven dirigidos por el discurso médico. Nunca los he escuchado siguiendo un protocolo norma- tivo. Si he escuchado, sin embargo, en cada caso, uno por uno, la importancia de cruzar o no esta frontera que dejaria de serlo al ser irreversible, al no poder ya “vol- ver’. En este pasaje, el Otro lugar reciproco y reversible deja de existir como tal. Y es cierto, hay pocos casos 2 Sefialemos aqui una via abierta por Lacan en los ajios setenta al distinguir la légica de la frontera —siempre reversible, reciproca y finalmente binaria- y una légica del litoral literal y decididamente femenina, de lo Uno sin lo Otro- donde esta reciprocidad deja de existir. Es una via por explorar y que de buen seguro es de lo mas fecunda para orientarse en la terra incognita que hoy llaman “trans”. 58 MIQUEL BASSOLS en los que la certeza del sujeto vaya mas alla de tran- sitar en el registro del “parecer ser’. Y cuando hay esta certeza, las cosas cambian de modo radical. No es un problema de normas sociales, ideoldgicas, patriarca- les, homo, hetero, 0 lo que fuera—, es un problema de la singularidad de cada eleccién subjetiva, una eleccién que siempre esta fuera de cualquier norma, ya sea le- gal, estadistica o ideolégica. Y que hay que escuchar como tal. Meter en un mismo saco casos tan distintos es, sim- plemente, una impropiedad conceptual. El resultado es que el adjetivo “trans”, prefijo o sufijo, viene a significar posiciones sexuadas absolutamente dispares. La clini- ca del caso por caso, la tinica que puede sostener el psicoanalisis sin pretensiones de universalidad, debe saber escuchar en cada uno la singularidad de este “trans”, sin tener un prejuicio a priori. Finalmente, como también parece indicar PBP, lo “trans” es un rasgo de la época, del sujeto de nuestro tiempo sometido a ser un transfuga de las fronteras simbolicas que antafio or- denaban el mundo, o el menos lo hacian parecer. Y las fronteras entre géneros, razas, colectivos, han sido y si- guen siendo una forma de organizar las segregaciones y violencias mas abyectas. Convengamos, sin embargo, que en cada caso lo “trans” significa algo distinto, y para algunos casos algo radicalmente distinto, confrontados con una diferencia absoluta en el propio cuerpo, sin Otro al que “volver”. Y tal vez estos casos nos dicen algo to- davia mas real de lo que es el goce del cuerpo, el goce del cuerpo como el verdadero Otro, la verdadera alte- tidad tal como se presenta para cada ser humano, un Otro sin Otro posible con el que encontrar y situar “la diferencia”, siempre relativa en esta perspectiva. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 59 Cuando no hay ningun Otro del Otro posible para es- tablecer una reciprocidad, cuando no hay ningun Otro para el Otro como sucede en la reciprocidad de los gé- neros y sus fronteras reversibles —el cis es cis para el trans y el trans es trans para el cis— , entonces nos en- contramos con la soledad del Otro, sin Otro mas que lo acompafie, entonces nos encontramos con el Uno del goce del cuerpo, entonces nos encontramos, cada uno de un modo absolutamente singular, con la soledad del cuerpo. Y el cuerpo se nos revela, asi, como el uni- co y verdadero Otro, como el Otro unico, el Uno en su goce. Entonces entendemos que no somos ese cuerpo, y que nunca llegamos a identificarnos plenamente con él. Entonces entendemos que solo fenemos un cuerpo y que se nos puede hacer tan extrafio como el extranjero que nos parece barbaro al cruzar la frontera de nuestro mundo circundante, una frontera ficticia que solo lo era para nosotros. Y entonces también podemos rechazar nuestro cuerpo como un extrafio, porque en realidad, por mucho que entendamos, nunca entenderemos la extrafieza de tener un cuerpo sin serio. Es ante esta soledad del cuerpo y del goce del Uno, que cada ser humano deja de ser idéntico a si mismo y se convierte en un extranjero para si mismo, en Otro para si mismo. Ser Otro para uno mismo, esta es una de las defini- ciones que Lacan dio de la posicién de “lo femenino” en cada ser humano, una posicién que habita en él como lo més extranjero de si mismo. Freud, el primero, lo vislum- bro a su manera diciendo que cada ser humano es “bi- sexual’ por estructura, pero era sin duda una concesion aun binarismo que su propia obra finalmente contradice a cada paso. Que hayan sido, con mas frecuencia, las llamadas “mujeres” las mas sensibles a esta alteridad 60 MIQUEL BASSOLS del nico sexo, es algo que el psicoandlisis ha investiga- do y sigue investigando como la clave para ir en contra de toda segregacién. No por nada la historia del psicoa- nalisis empezo con la clinica de la histeria, la primera gran objetora de conciencia de la identidad sexual nor- mativa, segregada por el discurso médico con su deseo siempre insatisfecho. Y si, habra que reconocerle para siempre a Freud haber sido “décil’® a la objeci6n radical del discurso de la histeria para descubrir con ella el nudo que vincula a cada ser humano con la alteridad radical del sexo. Y no por nada también, Jacques Lacan situara al analista (ya se presente como hombre, como mujer, como trans-, como homo-, como hetero-, o cualquiera de los 37 géneros hoy reconocidos en nuestro pais) en la posicién de lo femenino como tal. Desde esta perspectiva, absolutamente diferente -si, aqui se trata de una diferencia absoluta— a la que se le atribuye a veces al discurso del psicoandlisis, la experien- cia “trans” cobra otro relieve, otra dimension, en la que cada ser humano es escuchado en su singularidad ab- soluta, sin sacos ni jaulas colectivas. O, mejor dicho, sin otro saco que el cuerpo propio que a veces se convierte, es cierto, en una jaula. Pero en esta jaula, {dénde esta el adentro, y donde esta el afuera? Depende de cada caso. Encontramos, por ejemplo, otra forma de singula- tidad “trans” en el testimonio de Miquel Missé, socié- 3. Recogemos el término con el que Jacques-Alain Miller acaba de trazar la orientacion clinica, epistémica y politica para responder a este rasgo, “trans”, de la subjetividad de nuestra época: “Lacan hace el elogio de Freud, quien supo mostrarse ‘décil al sujeto histérico’. A mi me gustaria también felicitar al practicante de hoy por haber sabido hacerse ‘décil a lo trans’. Sera el caso?”. Miller, J.-A, “Docile au trans”, Lacan Quotidien n° 928, p. 18. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 61 logo y activista trans, con quien la Escuela Lacaniana de Psicoandlisis sostuvo en Barcelona un encuentro y una conversacion el 28 de octubre de 2019 a propésito de la presentaci6n de su libro A /a conquista del cuer- po equivocado.* Miquel Missé no se presenta como un monstruo ante la mirada del Otro sino, tal como dice explicitamente, como “un espejo” ante el que el Otro so- cial se pregunta por su propia experiencia de vivir en un cuerpo. El propio cuerpo es aqui el lugar del Otro desde el que se plantea esta pregunta, nada cémoda para nadie: gcémo habito en mi cuerpo? {cdmo soy ha- bitado por su forma de gozar? Miquel Missé manifiesta asi su profundo malestar por el boom mediatico que ha obtenido la supuesta “revolucién trans”, especialmente en nuestro pais, con sus promesas de felicidad gracias a los recursos técnicos que la ciencia pone a disposi- cin para intentar responder al derecho a gozar mejor del propio cuerpo. En su perspectiva, la transicién de género —no de sexo-, es hoy mas facil, pero deja oculta la verdadera cuestién: el relato sobre el cuerpo y so- bre los modelos ideales inducidos por el discurso social. En este punto, el relato sobre el cuerpo sigue siendo el mismo, incluso en muchos ambitos del mundo “trans”. A diferencia de otras experiencias, Miquel Missé sostiene que este relato le ha “robado el cuerpo” para prometerle un cuerpo supuestamente mejor, en una perspectiva de género que sigue el ideal actual de una “humanidad me- jorada’. Y sostiene que el fendmeno del “cuerpo robado” 4 Missé, M. (2018), A la conquista del cuerpo equivocado. Egales Edi- torial, Barcelona. El libro fue presentado el 28 de octubre de 2019, €n conversacién con Shula Eldar, Francesc Vila, psicoanalistas de la ELP. Puede escucharse su intervencién en Youtube: https:/Avww. youtube.com/watch?v=9DGJN_eJKvO 62 MIQUEL BASSOLS no sucede solo en las personas trans, sino que empieza ya, por ejemplo, con la imposicién, mas o menos velada, de la depilacién del cuerpo femenino segun cierta ima- gen social, ideal, del cuerpo femenino. Y su conclusién, siguiendo su experiencia de transicién, es muy llamati- va: “El principal ladrén de mi cuerpo soy yo”. Me permito modular este enunciado siguiendo el argumento antes expuesto sobre el Yo: el principal ladron del cuerpo es el Yo, el mismo Yo de siempre, su construccién imagi- naria hecha a partir de la imagen ideal del otro. Se trata entonces de abordar la cuestién mas espinosa: la nece- sidad del cambio corporal se juega en la mirada de los demas, en la mirada del Otro, no en la experiencia de vivir supuestamente en un cuerpo equivocado. Y Miquel Missé nos dice que no encuentra, por el momento, en la comunidad trans un espacio para plantear seriamente esta cuestién. Su incomodidad lo lleva a sostener un debate necesario y que esta todavia por proseguir. Se reivindica que la transexualidad no es una enfermedad —como todavia sostiene la psiquiatria patologizante del DSM o la psicologia normativa— pero gqué mas? gQué hay del discurso normativizante de género que induce el deseo de modificacién del propio cuerpo? Plantear la cuestion lleva a introducir un elemento indispensable: la implicaci6n del propio sujeto, del sujeto modificado por su acto, en el proceso trans. De ahi que Miquel Missé nos plantee la necesidad de un debate radical sobre “la ética de la modificacién corporal” que, de buen seguro, PBP compartira: gHasta dénde nos parece aceptable, a cada uno, la modifica- cién del cuerpo para alcanzar una imagen mas 0 menos ideal y a resguardo del malestar? ¢Se trata de aliviar a toda costa este malestar del cuerpo con el recurso cons- tante a la técnica, ya sea con la testosterona, con los LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 63 implantes mamarios, faloplasticos o de cualquier otro orden? Estamos dispuestos sin ningun problema a po- nernos unos lentes, unas lentillas, o también a implan- tarnos un cristalino artificial. Es algo que tenemos ya incorporado en nuestros modos de gozar y de vivir con nuestro cuerpo. Pero ghasta dénde estamos dispues- tos a tratar la experiencia de soledad de este cuerpo con el recurso a la técnica? 4O bien se trata de abordar primero este malestar por medio de la palabra? Miquel Missé apuesta decididamente por tratar a cada suje- to con el mismo respeto por su singularidad, mas alla de toda promesa de felicidad en el viaje trans que, a lo sumo, puede ofrecer un buen “passing”, es decir pasar desapercibido para conseguir una mirada del Otro mas amable. Finalmente, Miquel Missé lanza un verdadero misil, éste si, a la categoria de la diferencia sexual: “El cam- bio de sexo no existe”. Todo lo mas, podemos trans- formar las caracteristicas secundarias del cuerpo, pero seguiremos sin saber qué es el sexo como tal para el sujeto que lo experimenta como alteridad. Y es ahi don- de encontramos, mas alla de diferencias relativas y de binarismos, la cuestion del sexo como alteridad radical en cada cuerpo, es alli donde puede empezar la conver- sacién sobre el goce del cuerpo para cada ser humano. Lo que el psicoanalisis puede ofrecer en este viaje vertiginoso inducido por las biotecnologias es poner en juego la singularidad de cada sujeto ante la soledad de su cuerpo, incluso y muy especialmente en las situacio- nes mas extremas, para que pueda seguir 0 anudar el hilo de su vida en los actos que lo confrontan a la alte- ridad del cuerpo del goce. Ni tecno-profeta fascinado ni bio-catastrofista apocaliptico, el lugar del psicoanalista Confronta a cada sujeto con la diferencia absoluta de 64 MIQUEL BASSOLS su cuerpo de goce que ningun objeto tecnoldgico podra borrar, recubrir o silenciar. Desde el binarismo sexual hacia el unarismo del goce és aide gio dea fren” sgnfcan- — { légica “del objeto a lo absolutamente “hetero” sin homo-geneidad posible, I Sentido mas genuino. Tomemos el sig- lo quee hificanté “queer) precisamente como un signo de esta __ nueva co} fa_en la que puede desarrollarse una conversacién entre las nuevas formas de goce. Es una palabra tan dificil de traducir qué optamos justificad: mente por trasplantarla tal cual en cada lengua," “Queer ) es lo extrafio, lo poco usual, lo raro.’ y excéntrico, lo-que es sin par, pero también es lo que esta torcido, lo que se desviaria siempre de una supuesta normalidad que, en realidad, es solo una construccién estadistica. Asi, 0 queer plantea una objecién de principio a la I6gica de rencia -tan bien explotada por Gilles Deleuze-, la dégica binaria gobernada por el significante del-fal ‘Gea sastacion. En realidad, fo queer es una una ala idea misma de norma fundada en la légica binaria del 1 y del 0. Entre el 1 y el 0 se abre un intervalo infinito, 'mposible de rellenar con todos los numeros fracciona- Nios 0 decimales que podamos imaginar. La logica de 66 MIQUEL BASSOLS la diferencia deja de funcionar en el campo del goce y debemos encontrar otro término para situar los elemen- tos que aparecen en este intervalo. El fildsofo Francois Jullien, en su libro La identidad cultural no existe, propo- ne otro término para abordar esta nueva coyuntura, un término de la lengua francesa, igualmente intraducible, que es “écart’: lo desviado, lo torcido, fuera de la norma, lo separado, pero no segregado, lo diverso, pero no ais- lado. Es un elemento que no se.opone necesariamente aninadn olka, que ee afirma en su singulanded extrema no comparable a nada, pero que fiene una gran potencia a la hora de plantear una posible, y necesaria, conver- saci6n entre las singularidades. Es también la ldgica del “sinthome” — lo mas singular del sintoma de cada uno- que Lacan abordé en ia ultima ba de su ensefianza. Es la_logica_con | da le resolver la barf (Post idad de la re clon Sau fa imposibilidad una medida comiin_entre los sexos. En esta < Pot epconnar podemos decir también que Ta identidad se- xual no existe, que cada sujeto debe inventar, mas alla de la supuesta identidad falica, su forma sintomatica de hacer con lo real del goce sexual. Nuestro colega Eric Laurent, en la secuencia que si- oe . eer ee a guid a la intervencion de PBP en las Jornadas citadas al principio, lo sefialé muy bien ala hora de introducir los testimonios 4 s Analistas d riencia de ja vez llev un psicoanalisis has- ta su finaL_Si liens entender este pasal je, cada vez singular, como un: es precisamente ~ porque no se trata . atravesar “ninguna frontera reversi- us Ee bales vant ; saat ai dete en LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 67 solo se presenta en-el ser humano del lado”femenino omo| un goce que. =v agarose légoca’ del le la,presencia 6 la ausen- es para dejar en la Sombra 3 Sono ardor Tat Tarrennevain recietacidad posible. ‘Dr cho de una manera mas “matematica”: entre‘O'y thay, idad de numeros que-ninguna diferencia binaria { junca representar ni agotar. Es por ello que Lacan - consideraba ridicula la referencia de Simone de Beau- voir al sexo femenino como “el segundo sexo”, como si fuera la otra cara -complementaria 0 no, pero siempre feciproca- de un primer sexo que seria el masculino. Lo que es representable del sexo en el simbolo falico y en la libido masculina -que Freud elaboré en sus textos sobre la sexualidad confesando que no podia decir nada de aquel “continente negro” que le parecia la sexualidad femenina-, lo que solo es representable por la diferencia telativa, es un obstaculo para abordar el Unarismo feme- nino. Solo hay salida, si de encontrarla se trata, hacia el Unaris aaeery™ no tanto _ ue, Lacan dixit, no existe como un universal. N 1 Dejo el lapsus calami tal cual por bienvenido. La légica loca del falo, deudora de la razon de! Logos, solo entiende de identidades bina- fias, cada una definida por su diferencia con la otra, y cada una por Su ausencia en relacién a la otra y a si misma. Es por ello que la logica de la razon también engendra sus propios monstruos, bien digeridos finalmente por el discurso comun. 68 MIQUEL BASSOLS Es lo que ha dado siempre a los seres humanos que Es'lo que na dado. nos sadc y Masculinos un tasgo necesariamente-femenino, no por oposicién bina- ria a lo masculino si cho de haber encontrado bitado por alguien, por ejemplo, co! in de la Cruz en su transito por las seis nadas del Monte Carme- lo. Y.es_por eso que Lacan no dudo en situarlo del lado femenino de las posiciones sexuadas. Un discurso sin fragmentos amorosos Y llegamos entonces a un punto crucial del discur- so, sobre todo porque se refiere a un’silencio, a aquello que echamos a faltar, aunque solo fuera evocado por el brillo de su ausencia. Es un silencio que nos dice tam- bién algo de la subjetividad de nuestro tiempo. Es el si- lencio del amor. Pero no es el silencio shakespereano de aquella bella definicion: “to hear with eyes belongs to loves fine wit”, oir con los ojos corresponde al fino ingenio del amor. No es el silencio en el amor sino la falta de toda referencia a la dimensién misma del amor. Incluso en la clasica pelicula “Freaks” de Tod Browning, oenel “Frankenstein” de Mary Shelley —para tomar dos de las figuras del monstruo moderno-, el amor tiene un lugar central en el discurso. Casi diriamos que no hay monstruo posible sin la dimensién del amor, sea cual sea: amor pasién, amor imposible, amor loco, amor fi- lial, amor caridad, 0 incluso amor-odio. Sorprende, sin embargo, no encontrar en todo el discurso de PBP casi ninguna referencia al amor’. Hay que recurrir a otros 1 Solo cuando habla de un “amor igualmente intenso o si cabe aun més intenso", en la pag. 55. 70 MIQUEL BASSOLS textos anteriores para entender por qué. Por ejemplo, a “Happy Valentine”? (2015), donde leemos: El amor no es un sentimiento, sino una tecnologia de gobierno de los cuerpos, una politica de gestién del de- seo que captura la potencia de actuar y de gozar de dos maquinas vivas y las pone al servicio de la repro- duccion social. O también, de una forma mas resumida: “El amor es un dron”, es decir un objeto manipulable y manipulador, un ojo omnivoyer construido para el control de los cuer- pos, un objeto politico para convertir a los sujetos en objetos a-politicos. PBP dice alli que dejo de creer en el amor, y que ese momento fue también el que lo propul- s6 al viaje trans. Decir que uno no cree en el amor {lo hace sin embargo un increyente? No es nada seguro. Hay también el amor propio, lo mas propio del amor, una creencia de la que es también dificil salir sin expe- rimentar su reverso, el del odio a los semblantes de la época, nuestros nuevos dioses. Lo que no deja de tener su ternura, pero también su efecto radical de exclusién del otro en el mismo movimiento en que se acercaba a él... oaella. Y, sin embargo, la dimension del amor esta presente en el discurso de PBP. Ahi, como al pasar, aparece una formula que es precisamente la férmula lacaniana del amor, aunque PBP no lo cite explicitamente, ya sea por- que no conozca esta referencia o porque prefiera obviar- la: “Nadie puede dar lo que no tiene ni lo que nunca ha 2 Preciado, Paul B., Un apartamento en Urano: Crénicas del cruce, Anagrama, Barcelona, 2019. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE nn conocido”. Deberemos seguir la frase: nadie... excepto el amante precisamente, nadie excepto el que ama sin esperar nada, sin esperar ser amado o ser odiado por lo que tiene o por lo que sabe. Esta es precisamente la formula lacaniana: el amor es dar lo que no se tiene. Supone, es cierto, una minima creencia en el discurso del Otro, en el propio inconsciente en primer lugar, el inconsciente que es finalmente el Otro mas radical para cada uno, aquello en cada uno que es un saber que no se sabe a si mismo. El amor, lo que permite al goce transformarse en de- seo, en deseo del Otro, en deseo de lo Otro, ahi don- de solo habria el Uno... sin el Otro. Y es aqui donde el amor puede revelarse como el Unico pasaje posible a lo Hétero, a la diferencia absoluta, mas alla de un amor que seria por definicién siempre narcisista, homogéneo ala propia imagen ideal de uno mismo. Ahi el amor no es ninguna pastoral de una armonia universal sino el encuentro con el otro al que le supongo un saber sobre mi ser. Y es un encuentro siempre contingente, nunca previsible en un gobierno de los cuerpos. Pero PBP nos ha dicho ya, en un articulo que es de hecho el reverso de su discurso a los psicoanalistas, que “la heterose- xualidad es peligrosa”’, incluso asesina, y que hay que liberarse de ella. El amor, el amor mas digno no es, sin embargo, un dron. El amor es un don que permite dar lo que no se tiene, incluso dar lo que no se sabe, darlo mas alla de un objeto que por si mismo nunca dara garantia abso- 3 Preciado, Paul B., opus cif. p. 29. 4. Preciado, Paul B., L’hétérosexualité est dangereuse. Publicado en la Web de Mediapart.fr, 3/12/2020. a eee 72 MIQUEL BASSOLS luta del amor del Otro. Incluso en el caso de un dron se impondria la suposicién de un sujeto en algun lugar, un sujeto que lo dirige a distancia, aunque sea con un frio algoritmo. Y es la primera suposicién que también hace del amor un amo. Dicho de una manera mas simple: sin el amor, todo esto se hace simplemente insoportable. Y ello, por insoportable que resulte a veces el amor mismo. Porque sdlo el amor permite al Uno del goce —siempre autista, vuelto sobre si mismo- transitar al deseo del Otro, hacer existir al Otro de un modo que no sea para segregarlo, ya sea enjaulandolo o considerandolo subal- terno. En nuestra civilizacion, este lugar del Otro segre- gado ha sido encarnado, y sigue siéndolo, por tres suje- tos fundamentalmente: por la infancia, por lo femenino y por la locura. Son los tres sujetos segregados por hacer presente un goce imposible de gobernar. Y hay que de- cir que, a pesar de los esfuerzos, no hemos encontrado todavia una manera de no seguir segregandolo. éSera el sujeto contemporaneo, sin embargo, un transfuga del inconsciente de nuestra época, un sujeto para quien el amor no sea ya un signo de nada? El dis- curso del psicoanalisis apuesta sin duda por el amor, por el amor de transferencia en primer lugar, que es el amor por el propio inconsciente, por ese texto indescifrado del que me hago portador como un saber no sabido. Aestas alturas, tal vez sea de los pocos discursos que apueste decididamente por el amor como el vinculo que permi- ta al sujeto trans de nuestro tiempo una transferencia con lo mas ignorado de si mismo. Este amor supone, sin embargo, estar dispuesto a dejar caer las mascaras con las que nos identificamos en el baile de los géneros y plantearse decididamente la pregunta sobre el deseo mas intimo en uno mismo y, a la vez, mas ignorado por uno mismo. LA DIFERENOI DE LOS SEXOS NO EXISTE 3 Aunque este amor pueda encontrar también, es cierto, el odio como su reverso mas verdadero. incluso como su destino final. Entrevista a Paul B. Preciado gois Ansermet y Omaira Meseguer, ‘en las 49° Jornadas de la de la Cause freudienne (ECF) por Fran Ecole Paul B. Preciado fue uno de los invitados por la Eco- le de la Cause Freudienne con motivo de sus Jorna- das anuales, el 1 7 de noviembre de 2019 en el Palais des Congrés de Paris, para una conversaci6n. Esta fue precedida de una exposicién del invitado ante los par- La exposicion de P. B. Preciado, que seré publicada en su préximo libro, permitié sdlo una breve entrevista, que damos aqui a leer - La Redacci6n de Lacan Quotidien. ticipantes. Francois Ansermet — Paul, gracias. jHemos enten- a muy bien que tenia usted algo que decirnos prime- tol Y este es probablemente un momento particular, in- oul que nos propone. Ha comenzado con la meta- a i la jaula. Existe, en efecto, la jaula de lo binario, ice de la anatomia, la jaula de la epistemologia, la ta arena la jaula de la identidad, la jaula de la nor- ticle aqui estamos en la jaula del tiempo: jtenemos 5 lerminar a las 16:28! fe, ne del tiempo es también la del tiempo presen- est sucediendo en el tiempo presente? El ~~ 78 MIQUEL BASSOLS manifiesto que acaba de pronunciar revela hasta qué punto se esta transformando el mundo: una evidencia que hay que tener en cuenta. El mundo a veces cambia mas rapido que nuestra capacidad para seguirlo, para comprenderlo. El cursor de lo simbdlico corre mas ra- pido que nosotros. Hay el riesgo de que lo real se nos adelante. jUsted nos ofrece una terapia politica de los prejuicios! j|En efecto! Comparto esta posicion que, ade- mas, deberia ser la del psicoanalisis. Creo que muchos de nosotros aqui nos cefiimos a una practica sin a priori, mas alla de todo presupuesto. Decir que el cursor de lo simbdlico corre mas rapido que nosotros no es lo mismo que decir que hay una crisis de lo simbdlico, que “todo se va al traste”, el Padre, el Edipo, etc. Es decir, por el contrario, que se trata de vivir en esta nueva dimension. Paul B. Preciado — jIncluso si todo se va al traste! Estoy de acuerdo con usted, con lo que dice. Pero, con todo, de inmediato quieres atrapar algo ... F.A.— No creo que quiera atrapar algo. Creo al con- trario que hay un mundo que se esta inventando. El psi- coanalisis también es una practica de invencién. Aqui es donde convergemos: usted nos invita a una practica de la invencion, a la responsabilidad que tenemos de reinventar el psicoanalisis, en un mundo en el que parti- cipamos. (aplausos) Me llamé la atencion una estupenda entrevista que le hicieron en el Beaubourg con Philippe Mangeot, aqui presente, en el Observatorio de las Pasiones [junio de 2018], en torno a la pasion por ser otro. En un instante dice que estamos viviendo un momento revolucionario, pero que nadie lo sabe. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 79 P.B.P. -Exactamente. Quizas ahora sea el momento de hacer espacio también, no sé si las otras 3.000 per- sonas que estan aqui podran hablar. Para mi estar aqui como una persona trans diag- nosticada por la medicina normativa, una persona de género no binario, estar frente a ustedes, frente a esta asamblea, es sumamente importante. F.A. -jPara nosotros también! P.B.P. -|Exactamente! Y pensar en esta asamblea hoy como una asamblea constituyente, como un movi- miento y un momento transformador. De hecho, cuando acepté su invitacién, cuando me inventaron... me invita- fon a venir aqui ustedes... Omaira Meseguer -Esa era mi pregunta, gpor qué dijo que si? P.B.P. —Dije que si porque creo que ustedes tienen una responsabilidad social, histérica y politica extraor- dinaria. Creo que hoy deben estar presentes en el dis- curso politico contemporaneo. Estan las fortalezas de la farmacologia, de las neurociencias. Creo que ustedes podran mantener su lugar y el lugar que han inventado historicamente en la medida en que sean capaces de entrar en didalogo y estar en relacién con el presente, con la radicalidad politica contemporanea. F.A. -Estaremos mas presentes porque, como dice en Su libro, “la vida es un suefio y los suefios también son Parte de la vida’. Nos lleva alli a una posicién que es Claramente muy politica a través del discurso que ha rea- lizado, pero en su libro también sigue el hilo del suefio. 80 MIQUEL BASSOLS P.B.P. -Es cierto, los suefios son muy importantes para mi, pero no los suefios confiscados, que se ven solo en el nivel del psicoanalisis, al menos en el nivel de un psicoandlisis normativo. Es cierto que cuando digo el “psicoanalisis’, ya ven que no estoy hablando concretamente de ustedes, por- que sé que quizas ya estén en un proceso de trans- formar su practica. Pero me refiero a los textos funda- cionales del psicoandlisis y la institucion psicoanalitica dominante. Asi que en algun lugar también quise volver a apro- piarme de mis suefios, y por otra parte es un suefio el que me dio el nombre que llevo hoy. F.A. —-Ademas, si no me equivoco, este suefio fue el 16 de noviembre de 2016. Hoy estamos apenas un dia después del 16 de noviembre, estamos en el 17 de no- viembre, y me parece sorprendente que esta entrevista se realice en esta fecha, que esto marque esta etapa, que la puntte... P.B.P. —Me gustaria transmitirles hasta qué punto es- tamos viviendo un momento revolucionario. Estamos en plena mutacion de esta epistemologia de la diferencia sexual. No pueden seguir practicando el psicoandlisis ni como practica discursiva ni como practica clinica como si estuviéramos a mediados del siglo xix, ni siquiera en la década de 1950, cuando Lacan trabajaba. Deberia- mos tener en cuenta el hecho de que estamos atrave- sando una revolucién. Los invito, si quieren, a bajar de estos divanes patriarcales, burgueses y coloniales, a salir de lo que fue instalado por Freud y luego por La- can, y unirse a nosotros en una revolucion activa hoy, en todas sus dimensiones. oo Soest eee eee a LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS NO EXISTE 81 FA. -jAsi que Nos invita a lo contemporaneo, que tambien eS lo inactuall Asi, pues, a hacer entrar lo inac- tual en nuestras practicas. ‘Asi que termino con una cita de Paul B. Preciado usted! -, pagina 243 de Un appartement sur Uranus. Eseribe alll: “Siento cierto vértigo”. jCreo que de hecho nos ha traido un mensaje donde este vértigo se pondra a trabajar a partir de ahora! TRANSCRIPCION DE LILY NAGGAR, REVISADA POR LOS AUTORES Coda de Francois Ansermet y Omaira Meseguer Después de una reunién con Paul B. Preciado Estabamos los dos con él. La idea era discutir, opto por leer un manifiesto. En los dias siguientes nos lleg6 una referencia a “la entrevista que no se realizo”. Lo que es falso. La entrevista fue breve, pero la acogimos como tal. El “Informe para una academia” de Franz Kafka fue su manera de interpelarnos. Es cierto, Paul B. Precia- do comenzé poniendo a todos los psicoanalistas en la misma jaula. Hay que reconocer que existen corrientes que estan dominadas por ciertas tendencias conserva- doras, cosificadoras, a las que responde su manifiesto. Recientemente nos informo que el texto se publicara en su proximo libro. Araiz de este breve intercambio, sostenemos que la practica del psicoanalisis, obra siempre abierta, debe acoger los cambios en la sociedad, de manera subver- siva, sin dejar de cuestionarlos. Esta viva, en la medida que se reinventa segtin el momento y en el momento de los “desafios” que encuentra. TEXTO PUBLICADO EN LACAN QUOTIDIEN N° 868, LUNES 10 DE FEBRERO DE 2020. TRADUCCION: MIQUEL BASSOLS “SL

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