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los pocos progresos reales que se hagan, se obtendrén a costa de un estancamiento fatigante. En cambio, el desciframiento de los siglos —ilos milenios!— que precedieron al siglo xv1 podria ‘portarnos una nueva dimensiin. De ahi es de donde hay que esperar los progresos definilivos ". Maisons-Laffitte, 1975. En este Prologo, me he limitado 2 los temas de ta Infancia y de ta fomiln, dejando de lado Tor problemas de Ia edueacién y de la escuela, ‘que han sido objelo de numeroses teabajos. Por ejemplo: P. Ricté, Edueation et Culture dans 'Occidem barbare, Parls, 1962; G. Srvpens, La Pédogopie en France owe XVIIF et XVITT® sitles, Paris, 1963; H. De Anta, Un missionvaire de la Contre Réforme, Saint Pierve Fourier, Po fis, 1965; Pit, Antes, eProblémes de Méducations, en La France et les Frangois, Ene. de La Pine, 1972, pp. 868961. El Coloquio de Marsela, ido por R. Ducittne y publicado bajo ef titulo wLe xvii stele on», en Ia revista Marseille, n° 88, da tina visién de conjunto sobre este problems, y contiene una abundante bibliogratfa, 30 CONCLUSION LOS DOS SENTIMIENTOS DE LA INFANCIA En Ia sociedad medieval, que tomamos como punto de par- tida, el sentimiento de la infancia no existia, lo cual no signi fica que los nifios estuvieran descuidados, abandonados o fue- ran despreciados. El sentimiento de la infancia no se confunde con el afecto por Tor aii, sino que corresponde ela con ciencia de la particularidad infantil, particularidad que distin gue esencialmente al nifio del adulto, incluso joven. Dicha con- ciencia no exisiia. Por ello, en cuanto el nifio podia pasarse sin [a solicitud constante de su madre, de su nodriza o de su nana, pertenecia a la sociedad de los adultos y no se distin- guia ya de elds. Hoy dia, dicha sociedad de adultos nos pa- rece, con mucha frecuencia, pueril; se trata quizé de una cuestién de edad mental, pero también de edad fisica, porque estaba compuesta en parte por nifios y jovencitos. El idioma no daba al término nifio el_sentida restringido que nosotros | le atribuimos en lo sucesivo!” se decia enifon como ah dice «muchacho» en el lenguajé 6% stat fe isla edad & Tengan cabida los nifios pequefios y los més grandecitos, acu: rrucados, uno dos, en Is «bolsa» colgada al cuello de las i 178 im mujeret'; orinando en un rinedn; 0 interpretando sv papel en ‘una fiesta tradicional; como aprendices, en el taller, © como pajes sirviendo al eaballéro, éic- Ef ehiquitin, sin demasiado frigil para mezclarse en Ja.yida de los adultos, no cuenta; cierta frase de Molitre, atestigua ta subsislencia ett el siglo xvi de una antiquisima mentalidad. El Argan de Le Malade imoginaire tiene dos hijas, una en edad de cassrse y la otra, chiquits, Louison, que empieza ya a hablar y 2 andar. Sabemos que, para desalentar fos amores de su hija mayor. el padre amenaza con encerrarla en un convento, Su hermano le dice: «{Por qué, hermano, mio, teniendo los bienes que tt tienes y teniendo sélo una hija, pues @ la chiguita no la cuento, por qué, te pregunto, hablas de meterla en un con- vento?»?, La chiquita no coniaba pore posta morir a cada instante. alle perdido dos o tres hijos, que se criaban fuera, no sin dolor, pero sin enfado», reconoce Montaigne ?, En cuan- to el _niio salvaba ese periodo de elevada mortalidad y en “donde”‘si_supervivencia era improbable, adulios Las frases de Montaigne y de Molitre atestiguan la. sub- sistencia de esta actitud_arcaica con re-peclo a la infancia, Se trata de la supervivenela de una actitud tenaz, pero. amenazada, Desde el sigiocxiv; cierta tendencia del gusto procura expresar en el arte, en“Ia iconografia, en la devocién (el culto a los muertos), la personalidad que se reconocia a los nifios, y el sentido poético y familiar que se alribuia a su particularidad. Hemet seguido esta evolucién del putto, del reu ificluso, del nifio muerto a corta edad. Dicha evolucién lleva Fdar_al nifio, al chiquitin (al menos donde surge ese senti mmiento, es decir, en las eapas superiorés de la sociedad), du YP. Micwaues, Dactrinal du tensps présent, ed. Th, Wauro%, 1931, pon. Puis veey une femme grausse, Pourtant deux enfants ent frouste.» [Después vi s une mujer corpulenta, / que levaba dos nifios en su boss.) Pintueo de Van Lser (1592-1642) reproducida en Benwor, n° 468. T Le Molede imapineirs, aelo 1H, escena UL ) Montarone, Exsis, Ul, & 179 2 ante Jog siglos xvi y xvit,(un traje_especiall que lo distingufa de. los_adullos. Esta especializacién del, ireje de Tos_nifosy principalmente de loi varoncitos, atestigua, én ina sociedad donde Ins formas exteriores y el traje teninn gran fmporian el @aiibio ecurrida con respecto a lo’ “hifios:” ést08" cue inuclio mas de lo que cree el hermano de Le Malade imaginaire. Efectivamente, en esta obra, que parece tan severa para con los nifiitos como ciertas frases de La Fontaine, hay toda una conversacién entre Argan y Ia pequefia Louison: «jh, mirad- me! —{Qué quergis, paps? —Aqul. —{Qué? —iNo tenéis nada que decirme? Para entreteneros os contaré, si queréis, el cuento de Piel de Asno, o ln fabula del Cuervo y Ia Zorra que me han ensefiado hace poco.» Surgié_un_sentimiento_nuevo de In infancia en el que el nifio se convierte, por su ingenuidad, ‘Bu dssparpajo y su gracejo, en una fuente de diversién.v de esparcimiento para el adulto, fo que se podria llamar el @mimo- _scay) Es al_principio_un_sen mujeres, de las See encargadas del euidado de los nifios, madres o nodrizas. En la edicisn del siglo xv de Le Grand Propriétaire de toutes choses podemos leer lo siguiente referente a ta nodriza*: «Ella se alegra cuando el nifio esté alegre, y se compadece de él cuando esta enfermo; le levanta cuando se cae, le sujeta cuan- do se mueve y le lava y le limpia cuando esté sucio.» Educa “al niiio y «le ensefia a hablar, pronuncia las palabras como si fuera tartamuds para que aprenda mejor y mas pronto « ha- blar (..]. le carga en sus brazos, a hombios, luego en sus ro- ‘ dillas para distraerle cuando Mora: ella mastica la carne para cl nif cuando él no tiene dicntes, con el fin de que fo trague sin peligro y con provecho; ella disiree a dicho nino para dor- mirle y le faja los miembros para mantenerlos rectos con et fin de que el cuerpo no tenga ninguna curvatura, le bafta y te frota para nutrir su came...». Tomés Moro nos pormenorizt las imagenes de la primera infancia, del colegial a quien sv madre envia ala escuela: «Cuando ef nifo no se levantaba a tiempo, sino que se hacfa el remolén en le cama, cuando, una vez levantado, loraba porque estaba retrasado y sabia que en la escuela le iban @ pegar por eso, su madre le decia que eso sélo ocurria los primeros dies, que tendria tiempo de lleger, ‘Le Grand Propriétaire de toutes chores, traducide al francés por J. Combichon, 1555, 2 180 Y agregaba: “Vete, hijo mio, te lo prometo, yo misma le ad- veri a tu maestro; toma tw pan con mantequilla, ya vers que no te pegard." De esta manera le enviaba a la escuela lo bas- lante reconfortado como para que no Horase por dejarla a ella en la casa; pero la madre no llegaba al fondo del problema, y el niio que se relrasaba no se salvaba de In palizan’ Este pequeno Juego de los ninos debié siempre caulivar 4 las madres, nodrizas, ananass, pero correspondia al amplio tertitorio de los sentimientos que no se expresan, En Io suce-" sivo ya nadie dudar en admilir el encanto que suponen los gestos y umonerias» de los nifios, y en juguetear (mignoter) con ellos. Mme, de Sévigné reconoce, no sin afectacién, todo el Gempo que pasa entreteniéndose con su nieta: «Estoy leyen- do el descubrimiento de tas Indias por Cu..wual Colén, que me distrae mucho; pero vuestra hija me gusta todavia mas. La quiero tanto... acaricin vuestro relrato y fe mim con tanta Bracia que tengo que besarla rdpidamentes *, «Hace una hora que estoy jugando con wuestra hija, es muy grnciosa.» «La he Hevado a que la corten el pelo. Fst4 peinada de manera extra vagante y este peinado est hecho para ella. Su tez, su cuello Y su cuerpecilo son admirables. Ella have wil cosilas: habla, acticin, hace In seial de Ia cru. pide perdén, hace In reveren cia, besa la mano, se cncoge de hombros, baila. halaga, coge Ia barb: en una palabra, es graciosa para tado. Me divierto con ella horas enteras, y como temin el contagio, agregaba con tuna ligereza que nos sorprende, porque. para nosatrs, Ia muer- te de los nifios es una cosa seria con la que no se bromea: «Yo no quiero que se muera.» Pocs ese primer. sentimiento. do. In infancia se_acaptaba, camo ya henies r Tndiferencia, o mas bien a In indifereneia tradicional. La’ mis ma Mme. de Sévigné describe asf“el duelo de una madre: «Mme, de Costquen acnhaba de recibir In noticia de la muerte de su y se desmayé, Esté muy afligida y dice que nunca mas tondré otra tan bonita.» Pero a Mme. de Sévigné le pare- ce quizd que la madre no ticne corazén, puesto que agrega «Pero su marido esté muy alligido» ” 5 Citade por Janstan, Landmarks in the history of education, Londres, 1951. Mme. oe Séstosé, Letires, 1 de ahrll de 1672, 7 Nine. ve Sévicné, Lettres, 19 de agosto de 1671. 181 Conocemos atin mejor ese sentimiento gracias a las reac ciones criticas que provoeé a finales del siglo xv1, y particu- personas murmuredoras juz ior enone’ se_concedia imoseo. Esta irritacién es fidad de Montaigne: «No puedo aceptar esta pasién que consiste en abrazar a los nifios recién macidos, cuya , alma no tiene movimiento y cuyo cuerpo carece de forma re- conocible, que los hagnn dignos de ser estimados, y tampoco aguanto de buen grado que se los erie en mi presencia.» Mon- laigne no admite que se quiera a los nifios «para nuestro en- | trelenimiento, como si fueran monos», con los que uno se die | vierle con sus epataleos, juegos y tonterias pueriles». Lo que ccurre es que Ia gente, a su alrededor, se ocupaba demasiado del nino’, Otro testimonio de esta mentalidad, un siglo después, es el de Coulanges, primo de Mme. de Sévigné’. Se puede apreciar cémo le exasperaba el mimosco de sus amigos y parientes, de los «padres de familias, a quienes dedicé Ia siguiente cancién: Pour bien élever vor enfans Neépargnes. précenteur nt mie: Mais, jusques Ace quils soient prands, Fritesles taire en compagnie Car rien ne donne tant d'ennui Que d'écouter Fenfant dautry. Le Pere aveugle eroit toujours Que son fils dit choses exquises, Les auttes voudraient étre sourds Qui wentendent que des soutses, Mais il faut de nécessté Applaudir Menfant pasts Quand on vous a dit d'un bon ton Quil est joly, quil est bien sage, Qu’on ly 2 donné du bor bort N'en exigex pas davantage, Foitestuy faire serviteur ‘Aussi bien qu’® son Précepteur, * Mowranone, Essai, 1, 8 * Couances, Chansons choisies, 1694, 182 Qui eroiesit qu'avee du bon sens Quelqu'un put s'aviser Wéerire A des marmeusets de trois ans Oui de quatrz ans ne seauront lire Dion pete encor demnigrement Ie vis ce fade amusement Sachez encore, mes honnes gens ‘Que view wes! plus insupportable ue de yoir vos petits enfane En rang eoignon In grande Inble Des morvews qui, le mention ras Mettent les dofgts cans taut let plas. Owils manpent d'un autre costé Sous les yeux d'une pouvernante ui leur presche Ia premeeté Et gui ne seft point indulpente Car on ne peut trop praimlement Apprendre & manger proprement *, Veamos In siguiente invitacién dirigida por wn padre de familia que da una cena a M. de Cu: Emporter votre fie EX pe yous monies pas nourice Gu’an fasse manger lee pie leur Peéepteue & Vote, Car ayjourethat sine eéans Ue Miéau des petite enfants Conviene fijarse en que ese sent tan_nucwo-como-elfiTm0se0) pero a * [Pars educar hien a wucstros jos // no ahorréispreceplar ni ‘amigo: / pero hasta que sean miayores, / cuando hayn visla hecedlos callar, /-ya que nada ahurre tanto / como al hijo ajeno escuchar. // El dre, ciego. cree siempre / que sv hijo dice corns exquisite. / los emés desearian ser sordos J para no alt més tonterias, | pero por Hecesicnd es necesario / aplauilir al consemida n=!) Cando ‘de buena manera se os ha dicho / que (el nific) es .nantador, que es Iranquilo, / y que se le ha dailo eavanelos. no exijals mis, 7 heed que naga el servicio / €l y su preceptor. // Quign ereerta que con sensatex / alguien pusdieva escribir / a chiquillos de ives afos, / que a los cuatro leer no sabrin, / Hace poco todavia, en un padre 7 vi exe insipido entre lenimiento. // Sabed atin, buenas gentes, que nada ex mis insoporta ble / como el ver a vuestros ehiquillas / en hilera en Ia mesa grande / ‘mocosos que. con la hatbilla prasienta / mieien los dedos en todos los Hialos. // One coman en oro lado / vipiladas por una nifern que los medique In limpicea / y que no sea indulgente, J pues répidamente no 4€ puede / aprender a comer Himpinmente.} "* [Traed a vuestra hijo / pero noo mostris nodriza / que se 1g3 4 promiscuidad de Jas edades de I sociedad medieval. Precisa- “mente Montaigne, Coulanges, asi como Mme. de Sévigné, se hhan sensibilizada ya a la presencia de los nifios. Incluso debe: mos observar que Montaigne y Coulanges son més modernos que Mme, de Sévigné en la medida en que ellos estiman nece- satin Ia separacién de los nifios. Ya no et bueno que los nifios estén enite Tas. personas. mayores, parliularmmentéeaLIs- més, quizé porque, al se los wecha perder» vy se yuelven mal educados, ; iacace Por otra parte, los_maralisias_y_educadores—del_sigloxuie comparten la seticencia de Montsigne y_de Coulanges por. el InimosES" ET siglétSPleéury, en cu Traité des Etudes ®, no habla de manera diferente a la de Montaigne: «Cuando se hace caer 4 los nifios en trampas, cuando dicen una tonteris, sheando di- Fectamenfe una consecuencia de un principio impertinente que se los ha dado, uno se rie @ carcajadas, se triunfa por haberlos ‘engafiado, se los besa y se los acaricia come si hubieran hecho todo bien [es ef mimoseo}. Pareciera que los pobres nifos sélo hhubieran sido creados para diverlir a las personas mayores, como si fueran perritos © monitos [las monas de Montaigne].» El auiot del Galateo, ese manual de urbanidad tan difun- ido en los mejores colegios, entre los jesvitas, habla como Coulanges: «Fallan grandemente aquellos que no tienen nunca otra conversacién més que la de su esposa, sus hijos y la ni- fiera, iMi hijo me ha hecho reir tanto! Escuchiad...» " M. d'Argonne, en un tratada sobre la educacién, la educa cién de M. de Moncade (1690), se queja también de que I gente s6lo sé interesa por tos nifios chiquitines, por sus «cati- cias» y enifierfase; muchos padres esélo consideran a sus hijos mientras pueden divertirse y alegrarse con ellos Una observacién importante: a finales del siglo xviit ese” mimosco no estaba rescrvada a las personas de calidad, quie- nes, por el contrario, comenzaban a abandonarlo bajo la. in- fluencia de los moralistas. Se revelaba dicho rasgo entre el pueblo. J.B. de la Salle, en su Conduite des Ecoles chrétien- hogs comer a los nies / y & su preceptor en Ia antecocina / pues hoy, gut come / In ploga de los pequetivelos) "© Furuny, op. ci NG. Detta Casa, Golatée, tendueeién francera de 1609, pp. 162.168. ™ D’Anconnre, L'éducafion de Monsieur de Moncade, 1680. i | 184 i UT} nes", constata que los nifios de los pobres son particulnrmente mal criados. porque «slo hacen lo que quieren, los padres no se ocupan de ellos [pero no por negligencia}, idolalrdndoles; Jo que quieren los nifios, ellos lo desean tambiénn. Podemos: obseryar, entre los_) 01 rlistas..y_educadores_del- siglo x I i hemos analiznds en ef eapitulo precede rado_toda Ja educacién hasta el siglo.xx,. tanto. cori en el cainpo, en ta_burguesta.y.en-el.pueblo. E) cariio, por $u singularidad ya no se expresa a través del en: treienimicnts, ta enifiadas, sii@_por el interés psicolégico_y Je preocufiacion j0 no es ni di «Todo hombre sienté Gi a Wisi ein alta de giacia de 14 infancia que hastia la sana razén; esa al.” jla de la juventud que se sustenta casi tinicamente con ubjelés sin muy impre- sionables y que no es mas que un esbozo muy burdo del hombre racfonal.» Asi habla El discreto, de\Baltasa_Gragiin) tratado sobre la educacién de 1646, traducido al frag 123-por Ire je: ta infancia y de la_juventud, que c ‘odaimperfeccién.» Como venios, esas_opiniones deben sor’ ituadas_en el contexto.de_su Soest texto8, para poder entendevias. Se 87ha_in se aesa ligereza de la infancia: éste ha error. Para rectficarla, primeramente hay que conocerla mejor, y los textos de fines del siglo xvi y del si- glo xvi estén Tiends de obse je psicologia inl Todor se estucrzan fa menialidad di “TAjOF_a_st ii ducacidn. Cicrto es cle ran inte por ios egos de a sels al, pareek fs preriney VE Cristo qué Ti Obst GE TnTeTes CR aT 1B, oe 1a Satis, Conduite des Ecoles ehrétiennes, Avignon, 1720, "AR Gnactin, EF disereto, Hoesen, 1646; tad, francesa de 1725 de P. de Courbeville, S.J 'S Como puede verse en la Rotio de los jesuitas (1586) y en el Regla mento de Jacqueline Pascal para Ins mine eslicadas en Port Royal. 185 a se hace hincapié en la severidad, en contraste con el one las f ‘eon, Intnl Sogn a abate Coes ;eonsejero” del Parla: mento, en su Portrait d'une homtte Jomne'%s «Famitiarizarse con sus hijos, hacerles hablar de todos los temas, tratarlos como personas razonables y gandrselos con la dulzura de un secreto infalible para hacer de ellos lo que se quiera. Son plantas jovenes que es preciso cultivar y regar frecuentemente; unos ‘consejos dados oportunamente, unas pruebas de ternura y amis- fad de vez en cunndo, les conmueven y les animan, Unas caricias, unos regalos, unas palabras de confianza y de cord lidad impresionan su mente, y poco se resisten a esos medios gratos y ficiles que harén de ellos personas de honor y de probidad.» Ya_que_siempre se trata de hacer de esos nifios, ¢ anor, _probos, hombres raconab]es El primer sentimiento de Ja infancia fel mimoseo— apa. recié=en_el_ambita famijiat,.en..el_circula_de_los.nifis. Else fo, por el contrario, procedia de Tiegaban_@ corgi icaniadOres,” piles habia, simuligieatiente, «vie Hioieger j Tormac_juiiosas. Este sentimiento fue pasando, au, yez, 2 la vida fami 2 los enfer n_abnegicin (si bien con grandes STeenba hes para descubrir a ios que simulaban), mas el nico interés por el cuerpo de aquellos que gozaban_de bi rade “orden a la molicie, | ™ Goussautr, Le Portrait d'une hornéte femme, 1693, 186 eae a occas jer nos da una idea sobre cules eran las preocupaciones fntimas de tuna pareja, un siglo aproximadamente después de CONCLUSION , Mme. de Sévigné. Martange nacié en 1722 y se cas6 en 1754 Mas adelante tendromos ocasién de volver a ocuparnos de estos textos. Marlange se preocupa en adelante de todo lo que se refiere a la vida de sus hijos: desde el mimoseo hasta la edu acion. Agroga un gran desvelo por su salud ¢ incluso por su Wiglone: Todo o-aus ances +s Moe a ' foyin e.b LA ESCUELA Y LA DURACION DE LA INFANCIA #6359 ‘slo por § “también. 20538 Hemos analizado, en la primera parte de este libro, ef na-* cimiento y desarrollo de dos sentimientos de la infancia que nosotros_hemos distinguido: el primero, generalizado y popu . Jar, cf efnimaseon,\se limitaba a la temprana infancia y corres -potidia ata idea-de ta Infanela cory eT segundo, que expresaba Ixtoma de conciencia de Ia inocercia y la_fragilidad~ae Te infancia -delos_adullos de pre- ‘ervar la primera y a fortalecer la segunda), esiuvo reservedo | durante mucho Tiempo WU pequetia minoria de juristas, sacer- | dotes 0 moralistas. Sin ellos, el nifio hubiera continuado siendo | sinicamente el epepén, el enene», el pequeio ser gracioto y | amable con el que se distrafa la gente de forma carifiosa, pero con libertad, evando no licenciosamente, sin interés moral o educativo. Una vez que cumplia los cinco o siete afios, el nifo se mezélaba, sin transicién, con fos adultos: este sentimiento i \ i i | } i de una infancia de corta duracién persistié todevia durante mucho tiempo en Ins clases populares. Los_moralistas » edu- cadores del selon, herederos de Ie iadicién que, emonta ereUT, & los reformadores de la Universidad de Peris del siglo xv, a los fundadores de los colegios de finales de Ia Edad Media, lograron imponer su convencimiento profundo de Ie in- foncia_de Targa én gracias al triunfo de Jas instituciones = . e escolares y a las pricticas educativas que ellos orientaron y Corresponance inde dv piel de Martane, 1756-1782, ed. és, disciplinaron. En el origen, a Ia ver, del sentimiento moderno 1198, i i de la infancia y de In escolntidad moderna encontramos a los ia rmismos hombres, obsesionados con la educacién, 434 La infancia fue prolongada después de los afios en los que el hombrgeito caminaba ain con «andaderas> o hablaba «su media lengua», cuando se introdyjo una etapa, antes inhabi- tual y en lo sucesivo cada vez més comin, entre Ja época del vestido con cucllo cerrado y Ja del adulto reconocido: Ia etapal do Ia escuela, el colegio. Las clases de edades en nuestras sociedades se organizan en lorno a instituciones; asf, por ejem- plo, la adolescencia, eseasamente percibida durante el Antiguo Régimen, se distinguié durante el siglo xtx, ¢ inchiso ya en el siglo xviit, por el reclutamiento y después pot el servicio mili- tar. El término «escolar» fue hasta el siglo x1x sinénimo de ‘eestudiante» y, atin a principios del siglo xtx, se usaba indi- ferentemente el uno por el otro; la palabra «colegio» no exis, {ia todavia, El escolar de los siglos xvt al xvit es a una infan- cia larga lo que el recluta de los siglos xx y xx es a Ja edo- lescenecia. = No obstante, esta funcién demografica de In escuela no apa- rece inmediatamente como una necesidad. Por el contratio, du- rante mucho tiempo la escuela permaneciS indiferente a la reparticién y a Ia distincién de las edades, porque su objetivo esencial no cra el de educar a In infancia, Neda predisponia a ta escuela latina de la Edad Media a este papel de formacién moral y social, La escuela medieval no estaba destinada a los niffos; era mas bien como una escuela (écniea para la instruc- cidn de los clérigos, «j6venes 0 viefose, como afitma todavia el Doctrinal de Michaut. Por eso recibia también, y sin ningon cuidado especial, a los nifios, los chicos jévenes, los adultos, precoces 0 alrasados, a los pies de tas cftedras magistales Hasta el siglo xviir’por lo menos, pers: cho de esta mentalidad en In vida y en Ins costumbres escolares. Ya vimos lo tardia que {ue Ia divisién en cursos separados y regulares, la mezcla de edades dentro de cada curso, freciantado a Ia vez por nifios de diez a trece aiios y por adolescentes de quince a vyeinte. En ef lenguaje cortiente, el estar en edad escolar no sig- nificaba necesatiamente que se trataba de un nifio, pues esta edad podia ademis ser considerada como un limite por encima del cual existian pocas posibilidades de éxito, Ast es como hay que interpretar los consejos sagaces de Teresa Panza a su ma- ido Sancho'; «{...] no os alvidéis de mf y de vuestros hijos. TH be Cenvantes, Dow Quijate de la Mancha, op. cit, 1 parte, cop. V, ps 437 435 ‘Advertid que Sanchico tiene ya quince aiios cabales, y es ra- z6n que vaya a la escuela, si es que su tio el abad le ha de dejar hecho de Ja Iglesia». Se va a la escuela cuando se puede, muy temprano 0 muy tarde, Esta manera de ver las cosas sub- sistiré durante el siglo xvi, @ pesar de influcncias contrerias. Todavfa en el siglo xviti persistirén suficientes huellas como para que, después de la Revolucién, los educadores més viejos se acuerden de ella y se refieran, para condenarla, a la préctl- ca de Antiguo Régimen de mantener en el colegio @ alumnos demasiado viejos. De hecho, esta mentalidad s6lo desaparecerd durante el siglo x1x. Esla indiferencia de la escucla hacia ta formacién de la in- ‘fancia no era propia sdlo de los conservadores retrasados. Es | preciso observar que los humanistas del Renacimiento también In compartieron con sus enemigos, los escolisticos tradicionales, {AL igual que los maestrescuelas de la Edad Media, los humanis- ‘tas confundicron educacién con cultura, ampliando le primers 1 todo el periodo de la vida humana sin eonceder un valor més significativo a la infancia o a ta juventud, sin especializar la participacién de Jas edades. Por eso ejercicron escasa influen- cia en Ia estructura de Ia escuela, y su papel ha sido exagerado por los historiadores de Is literatura..Los verdaderos innovado- ros fueron los qeformadores-eséolésticos que hubo en el siglo 2¥, _el cardenal de Estouteville, Geren, fos fundadores de los cole- ios y de las pedagogias, y por iltimo, y principalmente, los jesuitas, los oratorianos y los jansenistas del siglo xvi. Con “ellos se observa Ia aparicién de la particularidad infantil, ef conocimiento de la psicologia infantil, el interés por métodos adaptados a esa psicologta, . — El colegio de Antiguo Régimen conservé, pues, durante mu cho tiempo el recuerdo de su predecesora, la escuela latina ca- tedralicia, y tardé en ser considerado como una institucién re- servada especialmente a los nifios. os No todo el mundo, ni mucho menos, paseba por colegio, ni siquiera por las escuelas elementales. Los que nunca hebian ido al colegio, o que habian permanecido en él poco tiempo {uno 0 dos aiios) conservaban todavia fas antiguas costumbres de precocidad, como en Ia Edad Media. Entre ellos permeneti 436

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