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Humedad y estabilidad geotécnica de presas de relaves

Conference Paper · December 2011


DOI: 10.13140/RG.2.2.31849.70248

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2 4,421

2 authors:

Roberto Lorenzo Rodríguez Pacheco L. Oldecop


Instituto Geológico y Minero de España National University of San Juan
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Conferencia invitada. Humedad y estabilidad geotécnica de presas de relaves. Universidad Central del
Ecuador. Curso de capacitación profesional teórico-práctico en “Aspectos relacionados a la hidrogeología e
hidroquímica en zonas mineras del sur del Ecuador. Quito. 30 de noviembre al 7 de diciembre

HUMEDAD Y ESTABILIDAD GEOTÉCNICA DE PRESAS DE RELAVES

Roberto Rodríguez(1) Luciano Oldecop(2)


1
Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Ríos Rosa, 23. 28003 Madrid. España.
E-mail: roberto.rodriguez@igme.es

2
Instituto de Investigaciones Antisísmicas. “Ing. Aldo Bruschi”. Facultad de Ingeniería. Universidad
Nacional de San Juan. Av. Libertador 1290 (Oeste). 5400 San Juan. Argentina.
E-mail: oldecop@unsj.edu.ar

MOISTURE AND GEOTECHNICAL STABILITY OF TAILINGS DAMS

Abstract

The aim of this research is the analysis of the influence of the moisture content in
tailings on geotechnical stability of the tailings dam (TD). According to results,
geotechnical and hydrogeological properties of the tailings depends mainly on the
moisture content, density, rheology behavior, particle size distribution, etc. But for the
tailings place in unsaturated zone between surface tailings and the water table are
greatly dependent on water transfer and energy transfer between the atmosphere
and the tailings, through the tailings surface. The hydraulic operation of tailings is
conditioned by a number of actions received from the external environment and from
inside the TD. Furthermore, events like rain, thaw, and evaporation, extraction of
surplus water from pumping, groundwater input, and water drainage to the dam
foundation or through the TD have to be considered. Particular phenomena, like
consolidation, infiltration, superficial runoff and capillary rise, are characteristics of a
fine particle size distribution as tailings. These phenomena condition the hydraulic
operation of TD. The advanced of knowledge in this area is conditioned by field data
availability with space temporal evolution (saturation, density, hydraulic conductivity,
consolidation, etc.) that allows to understand how the non-saturated zone of TD
works, to identify which the relevant variables of the problem are, and to calibrate
methods and models that guarantee a better TD management. Usually, piezometers
are installed as part of auscultation systems of TD and do not detect capillary water.
In addition, there is a specialized instrumentation to measure suction and humidity in
the unsaturated zone. This type of instrumentation, at the beginning used in
agriculture, has a relatively moderated cost. Only few TD around the world have
currently installed this type instrumentation for research study.

Keywords: capillary height, degree of saturation, tailings, tailings dam failure,


unsaturated zone, water content

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Resumen

El objetivo de esta investigación es analizar la influencia del contenido de humedad


de los relaves sobre la estabilidad geotécnica de las presas de relaves (PR). Las
propiedades geotécnicas e hidrogeológicas de los relaves dependen del contenido
de humedad, densidad, comportamiento reológico, tamaño de partículas, etc. Los
relaves mineros que componen la zona no saturada (ZNS) entre la superficie de los
relaves y el nivel freático en el interior de las PR dependen en gran medida de la
transferencia de agua y energía entre la atmósfera y los relaves, a través de su
superficie. El funcionamiento hidráulico de las PR está condicionado por un conjunto
numeroso de acciones que reciben desde el entorno exterior e interior de esta. El
propio vertido de nuevos relaves implica un importante aporte de agua a las PR.
Además, deben considerarse las lluvias, deshielos, evaporación, extracción de agua
excedente de la laguna de decantación (LD) por bombeo u otros sistemas de
drenaje, ingreso de agua subterránea, drenaje de agua hacia la fundación o a través
de las PR. Fenómenos singulares, como consolidación, infiltración, escurrimiento
superficial y ascenso capilar, propios de relaves de granulometría fina, también
condicionan el funcionamiento hidráulico de la PR. En cualquier caso, el avance del
conocimiento en esta materia está condicionado por la disponibilidad de datos de
campo con evolución espacio temporal (humedad, consolidación, permeabilidad,
etc.) que permitan comprender cómo funciona la zona no saturada de las PR y de
los relaves acumulados en su baso, identificar cuáles son las variables relevantes
del problema y calibrar métodos y modelos, que permitan garantizar un mejor
manejo de las PR y los relaves. En este sentido es importante recordar que los
piezómetros, que habitualmente se instalan como parte de los sistemas de
auscultación de las PR, no detectan el agua capilar y que existe instrumentación
específica para medir succión y humedad en la zona no saturada. Este tipo de
instrumentación, en un principio desarrollado para aplicaciones agrícolas, tiene un
costo relativamente moderado, de un orden similar al de los piezómetros. Las PR
que actualmente tienen instalado este tipo de instrumentación son sólo unos pocos
en todo el mundo.

Palabras claves: altura capilar, contenido de humedad, grado de saturación, fallo de


presas de relaves, relaves, zona no saturada

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INTRODUCCIÓN

La mayor parte de las presas de relaves (PR) existentes en la actualidad a nivel


mundial se han construido mediante el sistema de relleno hidráulico. Los residuos
del proceso de extracción, roca finamente molida y mezclada con agua con la
consistencia de un lodo, son enviados a través de tuberías o canales hacia la PR,
utilizando bombas o la fuerza de la gravedad, con una proporción del 30-40 % de
sólidos y 70 al 60% de líquido (Rodríguez y García-Cortés, 2006, Wels et al., 2000).
La PR o estructura de contención de los relaves, construida con los mismos residuos
del proceso metalúrgico (relaves) o con otro material de préstamo e incluso la roca
estéril del proceso de extracción del mineral, crece gradualmente en altura, al ritmo
de producción de residuos de la mina, la misma puede tener también diferentes
etapas de recrecimiento producto a periodos de inactividad, por problemas técnicos
o falta de demanda de materias primas. El funcionamiento hidráulico de las PR está
condicionado por un conjunto numeroso de acciones que reciben desde el entorno
exterior e interior de la PR. El propio vertido de nuevos relaves implica un importante
aporte de agua a la PR. Además, deben considerarse las lluvias, deshielos,
evaporación, extracción de agua excedente de la laguna por bombeo u otros
sistemas, ingreso de agua subterránea, drenaje de agua hacia la fundación o a
través de la presa. Fenómenos singulares, como consolidación, infiltración,
escurrimiento superficial y ascenso capilar, propios de un material de granulometría
fina como los relaves, también condicionan el funcionamiento hidráulico de la PR. Un
número importante de casos de rotura de PR fue recopilado en el Boletín 121 del
ICOLD (2001). Este trabajo clasifica las fallas de PR en siete tipos según su causa:
deslizamientos, terremotos, sobrepaso, tubificación, subsidencia, falla de estructuras
auxiliares y desconocida. El objetivo del trabajo es mostrar la relación de las
diferentes tipologías de fallo de presas de relaves con el manejo del agua en el
interior de las PR y el alto contenido de humedad que caracteriza a los relaves
almacenados. El alto contenido de humedad en diferentes PR, sobre todo en
profundidades superiores a los 5 metros, es común para todos los relaves en el
mundo, independientemente de las condiciones climáticas, geológicas y
geomorfológicas existentes en su lugar de emplazamiento (García et al., 2006).

En una típica PR por relleno hidráulico (Fig. 1), el agua que libera el material
recientemente depositado se acumula en la superficie superior de los lodos
formando una laguna de decantación (LD). Esta LD fija el nivel freático en el interior
de la PR, mientras que en los bordes de la PR, el nivel freático se encuentra
normalmente bajo la superficie natural del terreno y está determinado por las
condiciones hidrogeológicas de la fundación y el sistema de drenaje existente. Si
bien no es habitual, el nivel freático natural también puede estar por encima de la
superficie de la fundación, como en los casos en que se construyen PR en zonas
pantanosas o a la orilla del mar (Rodríguez, 2002, Rodríguez y Acero, 2006). La
diferencia de niveles de agua entre el interior de la PR y los bordes define un salto
hidráulico que determina un flujo de agua desde la LD hacia los bordes de la PR y
de esta al acuífero o la ZNS (Rodríguez and Candela 2004). La forma que adquiere
la superficie freática depende de la magnitud del salto hidráulico, el material
geológico de la fundación, la distancia entre el borde de la LD y el borde de la PR y
la anisotropía del medio debido a las estructuras sedimentarias, fundamentalmente

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la estratificación y distribución de permeabilidades en la masa que conforma los


relaves (Rodríguez et al., 2011).

FIG. 1. Superficie superior de una PR desarrollado por el método de relleno hidráulico. Mina Bajo La
Alumbrera, Catamarca, Argentina.

a) Vertido de nuevos relaves


Laguna de decantación
Talud

Dren

Terreno natural
Superficie freatica Tubería de decantación
b)

c)

FIG. 2. a) Corte esquemático de una PR. b) Un nivel excesivamente elevado de agua en la LD puede
desencadenar una falla del talud de la PR por afloramiento del nivel freático en el mismo. c) Una
posición incorrecta de la LD hace obsoleta la tubería de decantación y también puede desencadenar
una falla del talud de la PR.

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La estabilidad de una PR bajo el régimen de funcionamiento hidráulico descrito (Fig.


2), depende en gran medida de la forma y posición del nivel freático en el interior de
la PR respecto de los taludes que forman el borde exterior del mismo. En general, se
busca mantener el nivel freático lo más deprimido posible y alejado de los taludes,
pues el incremento de humedad del material disminuye sus parámetros de
resistencia, acentuando una caída de los mismos para grados de saturación superior
a 75 y 80% (Rodríguez, 2002, 2006). Una mejora en la estabilidad de la presa se
consigue alejando la LD de los bordes y manteniendo ocupada una extensión
razonablemente pequeña en el interior de la PR. Mientras más alejada esté la LD del
borde mayor será la estabilidad de la PR (Fig. 2a, 2b y 2c). Para ello, se cuenta con
varias herramientas de operación entre las que destacan:

1) Variar el punto de vertido de los relaves en el contorno de la PR para controlar la


posición de la LD y su tamaño, mediante un dispositivo de rebalse (chimeneas o
torre de decantación, quenas o sistemas de drenaje de fondo, vertical de pie,
inclinado, Fig. 2 y 3). La torre tiene aberturas a diferentes niveles por las que el agua
sobrenadante de la LD rebalsa (Fig. 4). Las aberturas se van taponando a medida
que el depósito crece en altura. La torre de evacuación del agua desde la LD se
continúa con un conducto horizontal que extrae el agua fuera de la presa (Fig. 2). La
rotura de estos conductos es frecuentemente el origen de serios problemas, ya sea
debido a la fuga de agua hacia los relaves o, a la inversa, la fuga de relaves hacia el
conducto.

2) Extraer agua por bombeo desde una plataforma flotante localizada en el centro de
la LD (Fig. 3 y 4). Este sistema evita los potenciales problemas que presentan las
tuberías atravesando la PR y pueden resultar relativamente seguros si se cuenta con
sistemas con suficiente redundancia como para subsanar eventuales averías o, el
aporte extraordinario de agua al sistema por lluvia, deshielo, etc.

El análisis de casos históricos de falla de PR muestra que, si bien existen diversos


mecanismos de rotura, tales como los identificados por el Boletín 121 del ICOLD
(2001), casi siempre la falla de una PR está asociada a un mal funcionamiento
hidráulico, como es el caso de los esquema hidráulicos descritos (Fig. 2), ya sea por
error de operación, por falta de atención adecuada o por haber adoptado hipótesis
de diseño equivocadas. En todos los casos, el resultado de esos fallos de PR es una
rápida transferencia de la carga hidráulica a zonas inmediatamente vecinas a alguno
de los taludes exteriores de la PR, con la consecuente pérdida de estabilidad,
desarrollo de tubificación o directamente el sobrepaso. En este sentido también
juega un papel importante la cantidad de agua que almacena la PR. Es importante
considerar que el propio vertido de relaves constituye un ingreso continuo de agua a
la PR, de volumen muy significativo, puesto que la proporción líquido:sólido de un
relave típico suele ser mayor a 3:1 en volumen (Oldecop y Rodríguez, 2007).
Además, se debe tener presente que materiales finos, como los relaves mineros,
tienen una gran capacidad de retener agua en condición no saturada. Por ello, aun
cuando se prevean sistemas de drenaje inferior, la cantidad de agua almacenada
puede permanecer elevada por largo tiempo, pues los relaves no drenan.
Finalmente, el fenómeno de ascenso capilar causa que el grado de saturación por
encima del nivel freático se mantenga permanentemente elevado (Oldecop y
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Rodríguez, 2006). A continuación se examinan algunos de esos casos de falla de


PR, que ilustran estos conceptos.

Fig. 3. Extracción de agua mediante bombeo desde la LD, la flecha azul indica la dirección del flujo
(EC, 2009).

Fig. 4. Imagen de la PR Antamina, Perú y de la extención de la LD, se aprecia ademas diferentes


puntos de vertido (PV) y las cinco torres de decantación las que se localizan en la zona más profunda
de la LD, las mismas estan conectadas a un tunel de evación del agua, para su reutilización en el
porceso. Esta es la presa de relaves más alta del mundo, al final de su vida util el dique tendar en su
punto mas alto 288 m (imagen modificada de Google Earth 7/2010).

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CASOS HISTÓRICOS DE FALLA DE PRESAS DE RELAVES

Para conocer cómo el manejo del agua y la humedad de los relaves almacenados en
las PR constituyen la clave en su estabilidad geotécnica, en el siguiente apartado
analizaremos diferentes casos históricos de falla de PR, en algunos casos con
licuefacción y falla de flujo. Las PR que se analizan responden a diferentes
tipologías de falla. Muchos de estos fallos de PR han sido analizados en diferentes
publicaciones internacionales, así como otros responden a casos que no habían sido
reportados en la literatura científica y que han sido estudiados por los autores del
trabajo y colaboradores a los cuales se hace referencia en el texto (Tabla 1).

Falla presa de relaves Bafokeng, Sudáfrica, 1973-1974

Uno de las PR de la mina de platino de Bafokeng (Sudáfrica), tuvo un primer


deslizamiento en 1973. Se inició con una superficie de deslizamiento circular que
afectó a un talud relativamente bajo (16 m) y de poca pendiente (24º), fallando el
material netamente por corte. El material derramado, 40000 m3 aproximadamente,
se desplazó hasta 40 metros del pie del talud y se detuvo con una pendiente de
equilibrio de 4º. No se conocen cuáles fueron las causas de esta falla. El ancho del
deslizamiento (160 m), el relativamente pequeño volumen de relaves vertido y la
corta distancia recorrida por el material, determinaron que las consecuencias de este
accidente fueran mínimas (Oldecop y Rodríguez, 2006).

Un año más tarde, el 11 de Noviembre de 1974, ocurrió una segunda rotura de la PR


de consecuencias radicalmente diferentes. La PR que fallo estaba dividida en dos
sectores por un terraplén (dique). El nivel de la LD en el sector donde ocurrió la falla
de la PR estaba dos metros por debajo del vaso de la PR vecina. La rotura fue
precedida por una fuerte lluvia en la madrugada del 11 de Noviembre, en la que se
estima cayeron 75 mm en dos horas. La lluvia provocó que el nivel de agua en
ambas LD aumentara peligrosamente. Los operadores intentaron bajar el nivel de
rebalse de las torres de decantación y además comenzaron a arrojar material seco
mediante una pala cargadora, desde el borde de la PR, para “empujar” la LD lejos
del talud. A las 8:45 ocurrió el sobrepaso del terraplén que separaba las dos partes
de la PR causando que el nivel de agua en la LD más baja se elevara súbitamente.
Según el testimonio de los trabajadores, la revancha o borde libre en el talud
exterior, donde luego se formó la brecha, era del orden de 1.5 metros y en ningún
momento el dique exterior fue sobrepasado. A las 10:15 apareció un chorro de agua
a dos tercios de la altura del talud exterior de la PR, que se fue agrandando hasta
formar una brecha que se amplió hasta alcanzar un ancho de 130 m. A través de la
brecha se escaparon 3 millones de metros cúbicos de relaves en forma de lodo. Se
formó una avalancha de 10 metros de altura y 800 metros de ancho que provocó la
muerte de 12 trabajadores y los relaves se esparcieron en 42 Km aguas abajo a lo
largo de un valle fluvial (Rodríguez et al., 2009).

El mecanismo de rotura de la presa de Bafokeng se ha clasificado como tubificación.


El disparador de este proceso pudo ser un nivel freático demasiado elevado,
causado por las lluvias y por una LD demasiado próxima a la PR. Blight (1997)
señala otros posibles factores que pudieron contribuir al desarrollo de este

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mecanismo de falla. Se observó una notable estratificación de los relaves en la zona


próxima a la PR: estratos de arena de 200 a 500 mm de espesor alternados con
lentes discontinuos de arcilla de 20 mm. Esto indudablemente produjo una fuerte
anisotropía en la permeabilidad, factor que pudo conducir a tener niveles freáticos
colgados que afloraron en el talud. También hay que tener en cuenta las vibraciones
producidas por la pala cargadora trabajando sobre la presa hasta el último momento,
que pudo producir la licuación de los relaves de una zona de la PR saturada.

Falla presa de relaves Saaiplaas, Sudáfrica, 1992

En la PR de Saaiplaas, también ubicado en Sudáfrica, ocurrió una secuencia de tres


roturas sucesivas, en un periodo de menos de 5 días (Blight, 1997). Los
deslizamientos fueron precedidos por lluvias ligeras durante la semana anterior. Sin
embargo durante los dos días en que ocurrieron las dos primeras roturas, no llovió y
además se sabe que no había agua acumulada sobre la superficie de la PR en la
LD. En la noche de la tercera rotura llovió 19 mm. Un dato interesante, que indica un
posible factor disparador de las roturas, fue el hecho de que a lo largo del mes
anterior, el ritmo de recrecimiento de la PR se había incrementado significativamente
(2,8 metros de altura/año), en relación a los 1,8 m/año mantenidos desde el inicio de
la construcción. En los dos bordes de la PR en que ocurrieron los deslizamientos, se
sabe que el ritmo de recrecimiento de la PR fue aún mayor. La razón de ello es que,
mediante el vertido de relaves, se intentaba mover la LD hacia el centro de la PR. Un
ritmo de recrecimiento excesivo de la PR provoca un aumento de presión de poros,
pues no se da tiempo al material para consolidar y disipar el exceso de presión de
agua generado al aumentar la carga vertical. Esto pudo contribuir a desestabilizar
los taludes de la PR. Además, el mismo hecho de que la LD estuviera próxima a los
bordes fallados indica que es probable que el nivel freático en la zona tuviera allí una
cota elevada. Por otro lado, Blight (1997) notó que el tercer deslizamiento provocó
una falla de flujo de mayor extensión que los dos primeros, posiblemente debido a
que el material tenía una mayor humedad y a que el terreno se encontraba mojado
debido a la lluvia que precedió a la rotura. En el tercer deslizamiento, el material se
detuvo al ser contenido por un dique destinado a almacenar el agua que se
reutilizaba en el proceso minero. De no existir esa barrera, es probable que el flujo
de los relaves vertidos hubiera alcanzado mayores distancias.

Falla presa de relaves El Cobre, Chile, 1965

Si se examinan las fallas de PR causadas por terremotos, también se descubre que


en muchos casos, el manejo hidráulico de esas PR jugó un papel determinante en la
rotura. La PR El Cobre (Chile) llevaba 2 años fuera de uso al momento de su rotura
y sólo se usaba periódicamente como presa temporal de agua (Blight & Fourie,
2003). Esto posiblemente determinó que el nivel de saturación en la PR se
mantuviera elevado debido al clima relativamente seco de la región y a pesar de que
el vertido de relaves se hubiera detenido. La PR tenía una altura de 35 m y el dique
era de recrecimiento hacia aguas arriba. El terremoto de La Ligua (28/03/1965), de
magnitud 7.5 en la escala Richter, con epicentro a 70 Km de distancia y profundidad

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focal 60 Km, provocó la falla por licuación de los relaves. Un millón trescientos mil
metros cúbicos de lodo viajaron 12 Km valle abajo, provocando la destrucción de un
pueblo y la muerte de 300 personas. A pesar de que la pendiente del terreno natural
era bastante baja (sólo unos 3º), la velocidad de la avalancha se estimó en unos 20
Km/h. La pendiente final de equilibrio de la superficie de los relaves vertidos fue de
sólo 3.5º, lo cual es una indicación de la baja resistencia residual del material.

Falla presa de relaves tapo Canyon, EEUU, 1994

Fallo de la PR Tapo Canyon, que se rompió a consecuencia del terremoto de


Northridge en 1994 (Harder y Stewart, 1996). El terremoto de magnitud 6.9 en la
escala de Richter, tuvo su epicentro a 21 Km de la PR, provocando en el sitio una
aceleración máxima estimada en 0.5g (Arango et al., 2000). Esta PR almacenaba
finos provenientes del lavado de áridos para una planta de hormigón. Al momento de
la falla, la PR llevaba dos años inactiva. Sin embargo, en la mitad este, se
continuaba realizando el lavado de los camiones mezcladores de hormigón,
vertiendo restos de hormigón, que formaron una costra superficial de un grosor
considerable. En la mitad oeste de la PR existía una laguna, donde se acumulaba el
agua del lavado de los camiones, de manera que a lo largo del borde fallado, la
laguna se encontraba muy cercana al talud. Este talud había presentado ya
problemas de filtraciones y de estabilidad, por lo que poco tiempo antes se le había
adosado una berma de refuerzo de 180 metros de longitud. La rotura ocurrió por
licuación, unos 10 minutos después de terminado el movimiento sísmico,
produciendo una brecha de 60 metros de ancho. El flujo de residuos licuados, con
un volumen estimado en 135000 m3, fue capaz de transportar a lo largo de varios
cientos de metros, bloques de hormigón de tamaño considerable (de hasta 200
toneladas), provenientes de la costra superficial.

Falla presa de relaves Las Palmas, Chile, 27/02/2010

Un nuevo caso de rotura de una PR por acción sísmica ocurrió en el terremoto de


Chile del 27 febrero de 2010 (Fig.5 y 6). Al momento de la rotura, la PR de Las
Palmas llevaba 13 años inactivos y se habían realizado ya las obras de cierre y
drenaje para acondicionarlo para el abandono. La PR está localizado en una ladera
y constaba de dos sectores vecinos, con niveles de coronamiento diferentes, el de
aguas abajo unos pocos metros inferiores al de aguas arriba. La cubierta consistía
en una capa de suelo autóctono de entre 10 y 20 cm de espesor.

El terremoto causó extensa licuación de los relaves en ambos sectores de la PR.


Aguas arriba, la licuación se manifestó como volcanes de arena y grietas que se
observaron en múltiples puntos de los taludes y el coronamiento (Fig. 7). En el
sector de aguas abajo, en cambio, ocurrió una falla de flujo formando una avalancha
que recorrió una distancia de 500 metros y mató a cuatro personas que se
encontraban dentro de una vivienda. La avalancha estuvo compuesta por relaves
licuados en su parte inferior y por bloques de relaves no saturados en su parte
superior. Es posible que el hecho de que no todo el volumen de relaves

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almacenados en la PR estuviera saturado determinara que la distancia recorrida por


la avalancha de relaves fuera relativamente corta. Los relaves escapados
bloquearon los cauces de los dos pequeños ríos que atraviesan el área de
implantación de la explotación minera, produciendo su embalsamiento.

FIG. 5. Falla de la PR Las Palmas por licuación durante el terremoto de Chile de 2010.

FIG. 6. Planta de la PR Las Palmas y zonas aledañas inundadas por los relaves derramados en la
rotura y falla de flujo.

Para que haya ocurrido licuación de los relaves, un volumen importante de la masa
de relaves que llenan la PR debió estar saturado o casi saturado. Por esto debe
buscarse el motivo de la falla en el mecanismo que hizo que la condición de
saturación existiera aún después de transcurrido un tiempo considerable desde el

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último vertido de relaves. Además se debe considerar que la condición de saturación


existió a pesar de los trabajos de acondicionamiento realizados para evitar el ingreso
de agua de lluvia en la PR. Se conoce, a través de fotos satelitales, que la LD del
sector de aguas abajo contenía agua superficial en el año 2002, es decir a 5 años de
su cierre. Se desconoce si esta agua era un remanente del agua de proceso o bien
provenía de las lluvias captadas en el coronamiento de la PR, que no tenía sistema
de desagüe o drenaje. En cualquier caso es interesante notar que el escarpe de
rotura se inicia justamente en el centro de dicha LD (Fig. 6), lo que parece indicar
que allí, el nivel freático, tenía una posición elevada al momento del terremoto.

FIG.7. Volcanes de arena indicativos de la licuefacción de los relaves en la PR Las Pamas, Chile.

Falla de la presa de relaves Merriespruit (Sudáfrica), 1994

El caso de Merriespruit fue descrito por Fourie y Papageorgiou (2001) y Fourie et al


(2001). La causa de rotura se ha clasificado como sobrepaso. La PR era de tipo
anular con planta rectangular y almacenaba relaves de un proceso de extracción de
oro. Tenía al momento de su rotura 31 metros de altura y su construcción había
comenzado 16 años antes. El recrecimiento se hacía aguas arriba, utilizando los
mismos relaves como material de construcción, permitiendo su secado para
favorecer su consolidación por acción de las fuerzas capilares. El exceso de agua
que se acumulaba en la LD en el centro de la PR se evacuaba a través de una
tubería hacia una PR intermedia, para luego ser reutilizada en el proceso de
extracción del mineral. Debido a la variable demanda de agua del proceso
metalúrgico y la inadecuada capacidad de la LD de la PR intermedia, era habitual
que un volumen importante de agua quedara almacenado en la LD sobre la PR. En
el mismo sitio donde se produjo la rotura, la PR había presentado problemas de
filtración y de inestabilidad en el pie del talud. En 1991, se colocó una berma de
escollera como medida paliativa. Casi un año antes de ocurrir la falla, el llenado de
la PR fue suspendido. Sin embargo el vertido de relaves continuó de forma
esporádica y también ocurrieron escapes de relaves desde una PR vecina que
seguía en operación. Puesto que estos vertidos ocasionales ocurrieron siempre en el
mismo costado de la PR, la LD fue empujada gradualmente hacia el borde opuesto
de la PR (el que luego fallaría). Una foto satelital obtenida tres semanas antes de la
falla muestra que la LD se encontraba en contacto directo con la PR y lejos de la
toma de la tubería de decantación, impidiendo toda posibilidad de extraer los
excesos de agua. Se desconoce la altura de resguardo o borde libre al momento de

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la falla, pero se estima que era escasa. La falla de la PR de Merriespruit se inició con
una tormenta de lluvia que aportó 50 mm. La brecha dejó escapar 600000 m3 de
relaves que fluyeron a lo largo de 3 Km. El pueblo vecino de Merriespruit fue
inundado con una ola de relaves que alcanzó 2,5 metros de altura destruyendo
varias casas y provoco la muerte de 17 personas.

Falla de la presa de relaves Stava (Italia), 1985

La falla del complejo de PR de Stava se atribuyó a filtraciones desde un conducto de


decantación obstruido (Chandler and Tosatti, 1995). El complejo estaba constituido
por dos PR adyacentes, uno aguas arriba del otro, construidos a través del valle de
un pequeño río de montaña. La pendiente del valle era elevada (12 a 16°) y las PR
se apoyaron directamente sobre materiales morrenicos y fluvio-glaciales. Dentro del
área de implantación de las PR existían originalmente vertientes, pero no se tomó
ninguna previsión especial para el drenaje (Chandler & Tosatti, 1995). El conducto
de decantación era un tubo de hormigón de 200 mm de diámetro que se tendió
sobre la superficie del terreno natural. Puesto que el espacio era escaso, la segunda
PR se ubicó inmediatamente aguas arriba de la primera PR. El sistema de
recrecimiento utilizado fue el de línea central, lo que provocó que el pie del nuevo
talud fuera gradualmente avanzando sobre la playa formada por los relaves de la PR
inferior. La pendiente proyectada para el talud de la nueva PR fue inusualmente
elevada (40°) y de hecho no pudo construirse, quedando con un ángulo de 39°
respecto de la horizontal, que tuvo que estabilizarse con una cobertura protectora de
césped. El conducto de decantación de la PR superior descargaba en el reservorio
formado por la PR inferior, que pasó a trabajar como estanque de clarificación de las
aguas, que luego se vertían al río. Por falta de previsión de sistemas de by-pass
para las aguas superficiales que naturalmente escurrían del valle, éstas ingresaban
también al reservorio creado por la PR superior. Por lo que, de forma casi
permanente, la superficie de ambas PR estaba totalmente cubierta de agua. La
altura final de proyecto de la segunda PR era de 19 metros sobre la fundación. Sin
embargo la PR continuó recreciendo, hasta que al alcanzar una altura de 29.5
metros se produjo la falla. El año de la falla, 1985, fue significativamente más
lluvioso que lo normal. La rotura se inició en el talud de la PR superior y esto
provocó el colapso en cadena de la PR inferior. La avalancha de lodos avanzó por el
valle a una velocidad estimada de 30 Km/h, hasta alcanzar el pueblo de Stava
ubicado 500 metros aguas abajo. Allí produjo la destrucción de dos hoteles y varias
casas. Luego, una masa un poco más fluida de agua y sedimentos, continuó
descendiendo por el valle a lo largo de 3 Km y a una velocidad estimada de 90
Km/h. Varias casas más resultaron destruidas o dañadas en esta zona. En total se
perdieron 268 vidas.

CONSECUENCIAS DE LA ROTURA DE UNA PRESA DE RELAVES

El comportamiento de los relaves una vez ocurrida la rotura ha mostrado ser


sumamente variable, así como la gravedad de las consecuencias del accidente.
La tabla 1 resume las características de algunos casos notables de rotura. En

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general, las roturas más destructivas han sido las que han involucrado: escape de
grandes volúmenes de relaves (solido+líquido), gran distancia recorrida por la
avalancha, elevada velocidad de avance de la avalancha. Estas condiciones se
han dado cuando ha ocurrido lo que se conoce como “falla de flujo” o “licuación
estática” de los relaves. Si se observa el ángulo de reposo del material licuado ( β),
una vez que ha detenido su movimiento, se ve que en varios casos es
extremadamente bajo (2º), signo de que la resistencia al corte de los relaves que
escaparon en la rotura era realmente ínfima. Este tipo de comportamiento (falla de
flujo) ha ocurrido tanto en sitios con elevada pendiente del terreno (Stava, Italia),
como en sitios de baja pendiente (Bafokeng, República de Sudáfrica). El factor
disparador de la falla tampoco parece tener una relación directa con las
consecuencias de la misma. En efecto, en la tabla 1 encontramos casos de fallas
provocados por terremotos (El Cobre, Chile, Tapo Canyon, EE: UU), tubificación
(Bafokeng), subsidencia (Iwiny), mal funcionamiento de estructuras auxiliares
(Stava) y sobrepaso (Merriespruit, República de Sudáfrica), con consecuencias
absoluta.

TABLA 1. Principales características de algunos casos de rotura de PR con falla de flujo.


V
v D
PR País Date I β [10
3
Daños Muertos
3 [Km/h] [m]
m]
El Cobre Chile 28/03/1965 3.0º 3.5º 1900 20 12000 Elevados 300
Iwiny 13/12/1967 4600 15000 Elevados 18
Bafokeng Sudáfrica 1973 1.5º 4.0º 40 20 Mínimos 0
Bafokeng Sudáfrica 11/11/1974 1.3º 2.0º 3000 40 42000 Elevados 12
Arcturus Sudáfrica 1978 1.5º 3.0º 20 300 Mínimos 1
Stava Italia 19/07/1985 12.0º 200 30 3500 Elevados 268
Saaiplaas Sudáfrica 18/03/1992 1.0º 3.0º 70 70 Mínimos 0
Saaiplaas Sudáfrica 19/03/1992 -0.5º 2.3º 70 70 Mínimos 0
Saaiplaas Sudáfrica 22/03/1992 -0.5º 3.0º 140 300 Moderados 0
Tapo Canyon EE.UU 17/01/1994 2.3º 4.2º 135 500 Moderados 0
Merriespruit Sudáfrica 22/02/1994 1.5º 2.0º 600 3000 Elevados 17
Los Frailes España 15/04/1998 0.1º 4000 24000 Elevados 0
Las Palmas Chile 27/02/2010 1.5º 500 Moderados 4
La Luciana España 17/08/1960 300 Elevados 17
Brunita España 20/10/1972 Elevados 1
i: Pendiente del terreno natural
β: Ángulo de reposo de los relaves licuados una vez detenido el movimiento
V: volumen de relaves vertido, v: velocidad de la avalancha, D: distancia recorrida por la avalancha, PR: presa de
relavesmente diversas.

El único factor que parece tener una clara influencia en el desarrollo de fallas de
flujo, es la humedad de los relaves al momento de la rotura, en todos los caso están
saturados. En todos los casos de rotura con consecuencias graves, los errores de
operación hidráulica y la ocurrencia previa de lluvias, parecen haber sido
ingredientes presentes en la falla de flujo. Blight (1997) midió la resistencia al corte
de relaves saturados con diferente contenido de humedad. A bajas humedades, las

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resistencias fueron medidas mediante el ensayo de veleta. A altas humedades, el


material se comporta como un líquido viscoso (lodo) y por lo tanto se utilizó un
viscosímetro. En la Fig. 8 se reproducen estos datos, en donde se ve que la
resistencia cae muy fuertemente (notar la escala logarítmica en el eje vertical) con el
aumento de la humedad.

Sin embargo, a pesar de estas observaciones, el comportamiento de los relaves en


relación a la licuación estática es contradictorio y su comprensión es aún incompleta.
La licuación estática de los relaves vertidos en la rotura de la PR Los Frailes (Alonso
and Gens, 2006), que recorrieron 24 Km antes de detenerse, se contrapone a los
taludes casi verticales que se observan en los restos del mismo material, que
quedaron dentro de la PR.

10 Ensayo de veleta
Viscosímetro ddt=30s-1
Viscosímetro ddt=10s -1
Resistencia al corte [kPa]

0.1

0.01

0.001
15
15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70
Humedad gravimétrica [%]
FIG. 8. Resistencia al corte de relaves con diferente humedad (adaptado de Blight, 1997).

Con el conocimiento actual, es imposible explicar por qué una parte de estos relaves
licuó, mientras un material prácticamente idéntico, vecino al material licuado, mostró
una cohesión suficiente para mantener en pie taludes de varios metros de altura. En
el mismo sentido, subsiste la incógnita de por qué algunos casos de rotura históricos
han desarrollado fallas de flujo con consecuencias catastróficas y otros no.

INFLUENCIA DEL AGUA CAPILAR Y LA INTERACCIÓN CON LA ATMÓSFERA

Un volumen significativo de la masa de relaves almacenada en una PR, por encima


del nivel freático, se encuentra permanentemente en una condición de saturación
parcial o zona no saturada (ZNS). La ZNS pierde agua por evaporación hacia la
atmósfera. Por otra parte, la infiltración de agua de lluvia y el ascenso capilar desde
la superficie freática aportan agua. La capacidad de un material fino, como los
relaves, para provocar ascenso capilar es muy importante. En una zona de varios
metros de espesor sobre el nivel freático, el grado de saturación puede permanecer
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cercano al 100% por causa de este fenómeno (Oldecop y Rodriguez, 2006). La


presencia en una PR de grandes volúmenes de relaves en ese estado de quasi-
saturación puede constituir un factor que incremente el peligro de falla, ya que
aportes relativamente pequeños de agua, provenientes de lluvia por ejemplo,
pueden producir ascensos de la superficie freática inesperadamente rápidos. Una
complicación adicional es que el agua capilar no puede ser drenada por gravedad y
además su presencia no se detecta con piezómetros.

El funcionamiento hidráulico de una PR es el resultado de un número importante de


fenómenos. Las PR se construyen de forma gradual a lo largo de muchos años. El
continuo vertido de nuevas relaves y los fenómenos meteorológicos hacen que
exista flujo de agua en condiciones saturadas y no saturadas y en régimen
transitorio durante toda la vida de la PR. El vertido de nuevos relaves constituye un
aporte significativo de agua a la PR. Los relaves vertidos en forma de lodo se
segregan separándose parte del agua que escurre por la superficie hacia la LD. La
otra fracción fluye más lentamente clasificándose por tamaños, de más grueso a
más fino hacia la LD normalmente en el centro (zonas llanas) o fondo (valle o ladera)
de la PR (Blight, 1994). Esto hace que los relaves tengan mayor permeabilidad cerca
de los bordes de la PR que en el centro, zona de la LD. También, lógicamente, tiene
efectos sobre la curva de retención de agua o curva característica de los relaves.
Cuando se interrumpe el vertido o se mueve el punto desde donde se lleva a cabo,
comienza el secado de los relaves por evaporación desde la superficie, induciendo
el ascenso capilar. Los relaves tienen una granulometría muy fina y por lo tanto gran
capacidad para producir ascenso capilar, en el orden de centímetros a decena de
metros, esto está controlado por la superficie específica y su capacidad de absorción
(Rodríguez et al., 2009). Si el nivel freático no se encuentra demasiado profundo,
este ascenso capilar se alimenta del agua freática, con lo cual la ZNS de la PR se
recarga de agua, reponiendo la pérdida por evaporación. La infiltración de agua
desde la LD y las filtraciones de agua desde o hacia la fundación condicionan la
forma y posición de la superficie freática dentro de la PR. Durante un evento de
lluvia o derretimiento de nieve, parte del agua se infiltra y el resto escurre hacia la
LD. El agua de lluvia infiltrada cambia transitoriamente la condición de la ZNS y, si
es abundante, puede alterar la superficie freática. Bajo el peso de las capas
superiores, los relaves siguen un proceso de consolidación primaria, durante el cual
expulsan agua de sus poros. También, con el paso del tiempo, puede ocurrir
consolidación secundaria (fluencia). El agua expulsada debe drenar o bien ser
eliminada por evaporación. Los procesos de consolidación tienen como
consecuencia cambios en la porosidad de los relaves, que a su vez implican
cambios en la permeabilidad, la curva de retención y en las propiedades mecánicas.
Los relaves no saturados tienen un comportamiento mecánico modificado por la
succión, que se manifiesta como una disminución de la compresibilidad y un
aumento de la resistencia al corte para grados de saturación decrecientes. En caso
de producirse variaciones del grado de saturación, por ejemplo por el mojado
durante una lluvia, las propiedades mecánicas del material cambiarán a
consecuencia de esa acción (Rodríguez y Oldecop, 2006).

Zandarín et al., (2008) realizaron la modelación con elementos finitos de un caso


real, que toma en cuenta la mayoría de los fenómenos y factores antes indicados. La
PR analizada está ubicado en la región de Moa, al este de la isla de Cuba y

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almacena residuos de la extracción de níquel y cobalto. El clima del sitio es tropical,


con una pluviometría media anual de 2830 mm y una evapotranspiración anual
estimada en 1837 mm. El objetivo fue analizar la importancia relativa de los
fenómenos enumerados y del agua capilar en el funcionamiento hidromecánico de la
PR, ante un evento extraordinario de lluvia. La simulación de los 16 años que duró la
construcción de la PR, con su llenado paulatino, muestra cómo, en todas las etapas
constructivas, el grado de saturación de los relaves por encima de la superficie
freática se mantiene permanentemente elevado (mayor al 85%). Este efecto se debe
al ascenso capilar desde el agua freática y, en menor medida, al aporte de agua que
implica el constante vertido de nuevos relaves dentro de la PR. Después de detenido
el vertido de relaves, la superficie freática tiende a bajar lentamente, pero a pesar de
ello, el grado de saturación por encima de la superficie freática sigue manteniéndose
elevado, debido al ascenso capilar.

FIG.9. Sección de la PR de la industria del níquel. Moa. Holguín. Cuba. a) Pluviograma registrado en
el sitio y aplicado al modelo numérico. b) Evolución de la superficie freática a consecuencia de la
tormenta de lluvia (modificado de Zandarín et al., 2008).

Es interesante ver también cómo se comporta la PR en el caso de una lluvia. Se


aplicó al modelo un pluviograma registrado en el sitio de emplazamiento de la PR
(Fig. 9a), durante una tormenta tropical. Los resultados de la Fig. 9b muestran que la
superficie freática experimenta un rápido ascenso durante la tormenta. Esto se debe
a que el agua infiltrada satura rápidamente los poros, ya parcialmente llenos con
agua capilar. Además, la aproximación del agua freática al talud exterior de la PR

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tiene un efecto desestabilizante. Por una parte esto se debe a las fuerzas de
filtración que genera el flujo de agua, pero también influye la pérdida de la cohesión
aparente al aumentar el grado de saturación. En todos los análisis realizados, se
observó que, sistemáticamente, la máxima altura del nivel freático se alcanzaba
entre unas horas a unos pocos días, después de pasada la tormenta.

Al examinar el comportamiento del modelo después de pasada la tormenta, se


descubre que el proceso de descenso de la superficie freática, una vez detenido el
aporte externo de agua, se desarrolla en un periodo de tiempo más extenso que el
ascenso. Se ve en los resultados (Fig.9b) de la modelación, que 10 días después de
terminada la tormenta, la superficie freática aún se encuentra en una posición
significativamente más elevada que la inicial. Esto se debe a la baja conductividad
hidráulica de los relaves, que hace que el proceso de drenaje sea lento. Esta
característica lleva a pensar en los efectos acumulativos que tendrían eventos de
lluvia repetidos en un corto periodo de tiempo. De hecho, aproximadamente un tercio
de los casos de falla de PR, por sobrepaso o deslizamiento, recopilados en el
Boletín 121 del ICOLD (2001), fueron precedidos por periodos más o menos
prolongados de lluvia o varios eventos de lluvia que se sucedieron en un corto
periodo.

Los análisis de sensibilidad realizados con el mismo modelo, muestran que el


comportamiento de la superficie freática ante eventos de lluvia depende fuertemente
de la condición de funcionamiento hidráulico de la PR (niveles freáticos y distribución
de grados de saturación) que antecede a la tormenta. La superficie freática depende,
además de la geometría de la PR, de la posición de la LD y de la condición de
drenaje de la fundación, fundamentalmente, de las condiciones de borde climáticas,
de infiltración y evaporación, impuestas al contorno superior del modelo (Chalkley et
al., 2002, Zandarín et al., 2009). Si bien esta conclusión sólo es válida para la
geometría de la PR y las condiciones climáticas particulares del sitio estudiado con
el modelo, parece razonable esperar que en la mayoría de los casos la interacción
de los relaves con la atmósfera sea un factor relevante para la estabilidad
geotécnica y seguridad ambiental de la PR.

FACTORES QUE CONTROLAN LA INFILTRACIÓN

La infiltración de agua de lluvia que cae sobre la superficie de un material poroso es


un fenómeno complejo. Normalmente, las condiciones iniciales están determinadas
por el régimen de evaporación, que produce un perfil de succión creciente en la ZNS
sobre el nivel freático consistente con flujo capilar ascendente (Fig.10a y 10b).
Cuando comienza a llover, la succión en la superficie cae a cero en tanto que en el
interior del material, aún no saturado o seco, puede ser muy elevada (de varios
MPa). Por lo tanto, el gradiente de succión en el frente de mojado (dirigido hacia
abajo) es elevado y esto acelera el proceso de infiltración. Por otro lado, el bajo
grado de saturación hace que la permeabilidad no saturada sea varios órdenes de
magnitud menor a la permeabilidad saturada, lo cual retrasa la infiltración (Rodríguez
y Oldecop, 2006). Es decir que en la definición de la velocidad de infiltración
participan dos efectos antagónicos. Además puede haber otros factores que retrasen
la infiltración, como la presencia de aire ocluido que frene el proceso de saturación.

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En un proceso de infiltración típico, la velocidad de infiltración disminuye a medida


que la capacidad del material para retener agua se extingue. En la Fig.11 se
muestran datos obtenidos de ensayos de aspersión realizados en parcelas de 9 x 9
metros en los que la infiltración se deduce de las medidas de caudal aplicado y
escurrimiento superficial (Blight, 1997). La velocidad o caudal infiltrado por unidad de
área decrece gradualmente con la cantidad acumulada de agua infiltrada. En el
límite, se aproxima a un régimen estacionario, que teóricamente corresponde a la
condición de saturación del suelo, para la cual la velocidad de infiltración se
aproximaría al valor de la permeabilidad saturada. Los experimentos muestran
también que el régimen estacionario se alcanza en menor tiempo en los materiales
con mayor humedad inicial, debida a que hay un mayor volumen de poros ocupados
inicialmente con agua que facilitan la infiltración.
a) Presión de Grado de b)
líquido saturación [mm/hora]
NT 0 (-) 0 2 1
Intensidad
2 máxima
3 3
4
4
5 1 1
6 5 Volumen
6 Infiltración
escurrido
máxima
1: Perfil inicial
(evaporación)
Volumen
hc
2-5: Evolución bajo infiltrado
NF lluvia continuada
6: Estado final
(perfil saturado) k sat
Presión h c : Ascenso
hidrostática capilar
Duración [horas]

Figura 20: a) Cambio de los perfiles de succión y de grado de saturación, durante un proceso de
FIG. 10. a) Cambio de perfiles de
infiltración. b) succión y grado
Infiltración de saturación
y escurrimiento durante
durante un proceso de infiltración
una lluvia.
(modificado de Langhans et al., 2011). b) Infiltración y escurrimiento durante una lluvia.

Otros experimentos más recientes (Langhans et al., 2011) han mostrado que, en
realidad, la infiltración en régimen estacionario no es un valor único, propio del
material, sino que depende también de la intensidad de la lluvia (Fig.11 y 12). La
explicación para ello es que la superficie del suelo durante una lluvia no es cubierta
por una lámina uniforme de agua. El agua se acumula en los “valles” que forma la
micro-topografía de la superficie y desde allí se infiltra y también escurre según la
pendiente. La infiltración sólo puede ocurrir dentro del área inundada y ésta depende
tanto de la intensidad como de la mayor o menor facilidad de escurrimiento. Esto
implica que, en un determinado sitio, con independencia de la condición de
saturación del suelo, una mayor intensidad de lluvia implica mayor área inundada y
por lo tanto mayor infiltración.

Para analizar el efecto que tiene una lluvia sobre una PR, interesa estimar la fracción
del volumen de agua llovido que se escurre y la fracción que infiltra (Fig.9b). De las
Figuras 10 y 11 se deduce que esta fracción depende de seis factores básicos,
aunque existen otros:

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1) duración de la lluvia,
2) intensidad de la lluvia y su distribución temporal,
3) permeabilidad no saturada y saturada del medio poroso,
4) pendiente del terreno,
5) estado de humedad del medio poroso al inicio de la lluvia y
6) existencia de vías de flujo preferencial

El factor cinco (5) depende a su vez de: I) tiempo transcurrido desde la última lluvia y
su intensidad, II) intensidad de la evaporación, III) posición del nivel freático y IV)
curva de retención del medio que controlan el ascenso capilar. Este es un desafío
ciertamente complejo desde el punto de vista para la modelación matemática y de
momento la única vía de solución posible es utilizar algún tipo de correlación
empírica que permita estimar un caudal de infiltración representativo de las
condiciones medias a largo plazo o bien directamente un perfil de succión y grado de
saturación medio.

Humedad inicial
Velocidad de infiltración, v [mm/hora]

Permeabilidad saturada

Infiltración acumulada, I [mm]


FIG. 11. Resultados de ensayos de aspersión en parcelas de 9x9m (Blight, 1997).
Figura 19: Resultados de ensayos de aspersión en parcelas de 9x9 m (Blight, 1997)

FIG. 12. Fracción de área inundada e infiltración en régimen estacionario, medidos en ensayos de
aspersión sobre parcelas de suelo de cultivo para diferentes valores de intensidad de lluvia (CT =
labranza normal; RT = labranza reducida) (Langhans et al., 2011).

Existen factores adicionales que pueden tener una profunda influencia sobre el
proceso de infiltración, que son el resultado del proceso constructivo propio de las
PR. El vertido de los relaves dentro de la PR se hace habitualmente en forma de
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lodo, con una proporción líquido:sólido mayor a 3:1 en volumen. Rodríguez (2002)
establece que a pesar de ser un material netamente no plástico (roca finamente
molida), se ha observado que cuando este material se seca, ocurre retracción y
finalmente agrietamiento (Fig.13a). Ensayos en edómetro con succión controlada
(Fig. 13b), bajo ciclos de humedecimiento y secado, muestran que el proceso de
retracción produce deformaciones irreversibles. La retracción tiene su origen en las
fuerzas generadas por el agua capilar, que tienen especial relevancia en este
material, debido a la fina granulometría de las partículas. Ensayos de secado en
laboratorio, en ambiente con HR controlada (Fig 13c), muestran que, en la mayoría
de los casos, el agrietamiento ocurre en una condición próxima al valor de entrada
de aire del material (de acurdo con la curva de retención), con grados de saturación
superiores al 80% (Rodríguez, 2002). Esta observación es importante, ya que
significa que al momento de formarse las grietas, el relave todavía contiene una
cantidad de agua significativa (agua capilar), que influye en la interacción de los
relaves con la atmósfera, tanto en la infiltración como en la evaporación.

a) b) c)

Figura
FIG. 13.21: Colasde
Relaves delalaindustria
IndustriaCubana
Cubanadel
delNíquel.
Níquela)a)Grietas
Grietasde
dedesecación
desecación en
en lala superficie
superficie de
deuna
un
PR, b) Retracción
depósito irreversible
b) Ciclos de medida bajo ciclos
secado-humedecimiento de secado-humedecimiento
en ensayo ensecado
edometrico. c) Ensayo de ensayo enedométrico.
laboratorio
c)
conEnsayo de secado
HR controlada con HR controlada
(Rodriguez, 2002). (Rodríguez et al., 2007).

El procedimiento típico de construcción de una PR implica el cambio periódico del


punto de vertido de manera que el vertido en diferentes sectores de la PR es
intermitente. Esto da oportunidad a los relaves de secarse y eventualmente
agrietarse y cuando se produce el nuevo vertido aparecen procesos erosivos que
dan lugar a palecocanales. Las grietas existentes son rellenadas con nuevos relaves
cuando se reanuda el vertido, pero de todas maneras se generan discontinuidades y
heterogeneidades que permanecen en la estructura del material generalmente
estratificado, formando alternancia de finas capas con características texturales muy
diferentes. Por otra parte, el proceso de secado hace que entre capas de vertidos
sucesivos se genere una superficie de discontinuidad que conduce finalmente a que
la PR presente una estratificación sub-horizontal. La morfología de esta
estratificación es compleja, debido a los cambios de los puntos de vertido que
generan variaciones en la inclinación, espesor y granulometría entre capas. Varias
de estas características se observan en un perfil de una PR que se muestra en la
Fig.14. El espesor de las capas puede ser desde milímetros hasta decenas de
centímetros, ocasionalmente metros.

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Estas características singulares en el proceso de formación de los relaves influyen


profundamente en sus propiedades hidráulicas. Rodríguez et al., (2006) reprodujo
las condiciones de vertido, consolidación y secado de los relaves en un ensayo de
columna en laboratorio con el control de la humedad relativa, la succión y la
temperatura en superficie y profundidad. Los relaves, con consistencia de lodo,
fueron vertidos en un contenedor, en capas de espesor variable y entre capa y capa
se dejaron secar hasta el agrietamiento. Del material obtenido, fuertemente
heterogéneo, se tallaron probetas de 10 cm de diámetro y 120 de alto para realizar
ensayos de permeabilidad saturada en una cámara triaxial. Los ensayos se
repitieron para diferentes presiones de confinamiento y diferente espesor de las
capas de vertido. Los resultados se presentan en la Fig. 14, comparándolos con las
mediciones en una probeta “homogénea” preparada con el mismo procedimiento de
vertido-secado-tallado, pero en una sola capa.

FIG. 14. Estratificación cruzada y grietas subverticales y paleocanales en un perfil o corte artificial de
una PR de explotación de sulfuros de Pb y Zn en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, Murcia,
España. Nótese la heterogeneidad y complejidad del material, las capas sobresalientes de color
crema son muy plásticas. El color blanco de la superficie en las capas arenosas se debe al
precipitado de sales de sulfato producto a la oxidación de los sulfuros, este predomina en las capas
de material granular en las que se produce el flujo de agua horizontal. La superficie de estos
materiales es una costra muy dura.

Los datos experimentales de la Fig.15 muestran la fuerte influencia que tienen la


estratificación y el agrietamiento sobre la permeabilidad vertical del material. Las
probetas heterogéneas tienen una permeabilidad saturada de hasta dos órdenes de
magnitud mayor que el mismo material homogéneo. El efecto observado del espesor
de las capas sobre la formación de grietas, es que, a mayor espesor el patrón de
agrietamiento es menos denso, mientras que las grietas tienen mayor abertura.
Puesto que las probetas talladas para el ensayo en la cámara triaxial tenían todas, el
mismo tamaño, las probetas formadas con capas de mayor espesor contenían un
menor número de grietas, pero con abertura mayor. No se sabe exactamente por
qué este efecto resulta en una permeabilidad vertical mayor que las probetas
formadas con capas de menor espesor. Todas las probetas exhiben una
dependencia con la tensión de confinamiento. En las probetas heterogéneas este
efecto es significativamente más intenso. A medida que aumenta la presión de
confinamiento las probetas heterogéneas tienden a un valor común de

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permeabilidad, pero que, aún a presiones de más de 1 MPa, se mantiene casi un


orden de magnitud por encima de la permeabilidad de la probeta homogénea. Por
último hay que notar que, de momento, no se tienen datos de cómo influye la
heterogeneidad observada en las PR, en la permeabilidad no saturada y en el
fenómeno de ascenso capilar.

1,E-05
h = 10 mm
a) b) h = 20 mm
1,E-06 h = 40 mm
Homogénea
1,E-07
k [m/s]

1,E-08

1,E-09

1,E-10
1 10 100 1000 10000 0,54 0,56 0,58 0,60 0,62 0,64 0,66
Presión de confinamiento (KPa) Porosidad
FIG.Figura
15. a) 23:
Esquema de una
a) Esquema de las muestras
del proceso obtenidas
de obtención con el de
de las probetas procedimiento de vertido
colas estratificadas. de relaves
b) Resultados de en
un depósito para
ensayos de obtener probetas
permeabilidad detriaxial
en cámara relaves estratificadas
a diferentes y agrietadas.
presiones b) Resultados
de confinamiento de2002)
(Rodriguez, ensayos
de permeabilidad realizados en un célula triaxial a diferentes presiones de confinamiento con
muestras de relaves de diferentes características (Rodríguez, 2002).

Figura
FIG. 16.24:
LasDepósito de colas
grietas son abandonado
el resultado en la Sierra
del colapso de losderelaves
Cartagena, Murcia, España.
almacenados en una a) Resellado
corta de
(open pit)
grietas por precipitación
abandonada en la Sierra de
desales. b), c) y d)Unión,
Cartagena-La Proceso de formación
Murcia, España. de un patróndederesellado
a) Ejemplo erosión superficial
de grietas
de tracción por
condicionado porprecipitación de sales de sulfato (yeso) que le confieren el color blanco. b), c) y d)
grietas de retracción.
proceso de formación de un patrón de erosión superficial a partir del agrietamiento inicial.

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Existen otros fenómenos adicionales asociados a las grietas, que se ilustran en las
fotografías de la Fig.16 y corresponden a relaves almacenados en una corta (open
pit) abandonado, ubicado en la Sierra de Cartagena-La Unión. Los relaves son el
resultado de la explotación de sulfurosos (pirita, galena, esfalerita), En la fotografía
15a se observa cómo la precipitación y cristalización de sales inducida por la
evaporación puede provocar el “resellado” de las grietas de retracción. Por otro lado
las fotografías 16b, c y d muestran tres estadios sucesivos de un fenómeno singular
de erosión superficial condicionado por el patrón de agrietamiento inicial, que al
parecer fue provocado por el colapso de la fundación de la PR. Se puede observar
que los bloques grandes están también agrietados en polígonos de tres a seis lados
e incluso más. El agua que escurre, toma los caminos preferentes generados por las
grietas superficiales, provocando su ensanchamiento y generando la morfología de
“islas” que se observa en la última fotografía (Fig. 16c). Lógicamente, cabe esperar
que todos estos fenómenos también afecten la proporción de
escurrimiento/infiltración de los relaves.

FACTORES QUE CONTROLAN EL SECADO DE LOS RELAVES

La evaporación desde la superficie de un material poroso como los relaves es


también influenciada por una gran cantidad de factores. Al igual que con la
infiltración, estimar la cantidad de agua que se evapora en una PR es fundamental
para establecer el balance de agua y delimitar cuáles son sus condiciones de
funcionamiento hidrogeológico y mecánico.

El mecanismo de secado de un suelo comprende, en general, tres fenómenos


básicos: evaporación, ascenso capilar y flujo de vapor (Fig.17). El cambio de fase
ocurre en el frente de evaporación, que puede estar ubicado a una cierta
profundidad de la superficie en la ZNS. El cambio de fase está gobernado por la
relación psicrométrica observada en la ecuación 1 (Gili, 1988).

R.T .Ln( HR)    s    (1)

donde R, la constante de los gases, T, la temperatura absoluta, HR, la humedad


relativa, ѵ, el volumen molar del agua, s, la succión matricial y π, la succión osmótica
determinada por las sales disueltas en el agua. Cuando se cumple la igualdad
(ecuación 1), las fases líquida y gaseosa están en equilibrio.

Para que haya evaporación, el primer miembro de la ecuación 1 debe ser menor que
el segundo y a la inversa para que ocurra condensación. La evaporación agrega
masa de vapor al aire vecino al frente de evaporación, lo cual produce una elevación
local de la HR. Para que el desequilibrio en la ecuación 1 se mantenga y el proceso
de secado continúe, ese vapor debe ser removido de la vecindad del frente de
evaporación. Eso puede ocurrir por difusión molecular (un mecanismo relativamente
lento) o por advección, que requiere de un movimiento del aire. Por ello, el viento

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tiene una influencia drástica en la tasa de evaporación, ya que provoca el reemplazo


del aire vecino al frente de evaporación.

Por otra parte, el cambio de fase requiere de una cantidad de calor muy significativa.
El calor latente de evaporación del agua es aproximadamente 6 veces el calor
necesario para elevar la temperatura del agua de 0 a 100ºC. Si se iniciara un
proceso de evaporación, sin un suministro de energía suficiente para compensar el
calor latente, la temperatura disminuiría rápidamente, por el consumo de energía en
el cambio de fase. Este enfriamiento haría que la HR en el aire vecino al frente de
evaporación aumente. En un cierto momento los miembros de la ecuación 1 se
igualarían y entonces el proceso de evaporación se detendría. El razonamiento
inverso también es válido. Si existiera una fuente de calor, esto haría elevar la
temperatura del aire, lo que a su vez provocaría una disminución de la HR y esto
aceleraría la evaporación. Por lo tanto, la evaporación está prácticamente controlada
por la disponibilidad de energía, normalmente proveniente de la radiación del sol, del
calor almacenado en el suelo y por advección (calor transportado en el aire) causada
por el viento.

Condiciones atmoféricas
Viento HR, T
SUP.

qv
ze HR
Frente de
evaporación E
zw
ql Succión

NF

FIG. 17. Fenómenos que 25:


Figura intervienen
Fenómenos en elque
secado de un suelo
intervienen en el (Referencia).
secado de un HR: humedad relativa, T:
suelo.
temperatura, NF: Nivel freático, Ze: zona no saturada en la superficie del suelo, Z: profundidad, qv:
caudal de difusión de vapor, ql: flujo ascendente de agua capilar, E: evaporación.

Puesto que los factores que controlan la evaporación son muchos y su interacción
es ciertamente compleja, la estimación del flujo de evaporación suele hacerse
mediante fórmulas semiempíricas (Staple, 1974, Smajstrla et al., 2000), que tienen
en cuenta los factores enumerados antes:

E  f  , HR, T , Rn, G,V  (2)

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donde E es la evaporación total [masa/área/tiempo], Rn es la radiación neta por


unidad de superficie de suelo [MJ/m2/día], G es el flujo de calor absorbido por el
suelo [J/m2/día] y V es la velocidad del viento [m/s].

El segundo fenómeno es el ascenso capilar. Puesto que en el frente de evaporación


se consume agua líquida, esto induce localmente un “secado” del suelo y por lo
tanto un aumento de la succión. Ese aumento de succión provoca un gradiente, que
causa un flujo ascendente de agua capilar (ql). Cuando el frente de evaporación está
a una cierta profundidad bajo la superficie, entonces el proceso de secado también
incluye flujo de vapor. Justo por encima del frente de evaporación se produce un
aumento local de la HR, puesto que la evaporación agrega vapor al aire. Esto
provoca entre el frente de saturación y la superficie, un gradiente de HR, que induce
a un flujo difusivo del vapor (qv).

Si el proceso de secado fuera estacionario, en el esquema de la Fig.17 se debe


verificar que:

E  ql  qv (3)

En la práctica lo que sucede es que el proceso de evaporación puede ser


estacionario o no, dependiendo de las propiedades del suelo, de las condiciones
impuestas por la atmósfera y de la profundidad a la que se encuentra el agua
freática. Para un ritmo de evaporación creciente y nivel freático constante, se
pueden diferenciar tres etapas de secado de un suelo (Gowing et al., 2006).
Partiendo desde un perfil de suelo con grado de saturación elevado (por ejemplo si
el grado de saturación del relave superficial se encuentra cercano al valor de entrada
de aire, de acuerdo a la curva de retención o característica, en la primera etapa, el
frente de evaporación coincide con la superficie del suelo (ze = 0 en la Fig.17). El
caudal evaporado está controlado por el fenómeno de evaporación en sí mismo (E),
ya que la capacidad de ascenso capilar (ql) supera la tasa de evaporación. En estas
condiciones no hay flujo de vapor dentro del suelo. Si las condiciones atmosféricas
(HR, radiación solar y viento) hacen que E aumente y supere a ql, entonces el suelo
comenzará a secarse. Cuando la humedad del suelo baja tanto, que la fase líquida
pierde continuidad, el frente de evaporación se traslada hacia abajo. Entonces se
establece un flujo de vapor entre el frente de evaporación y la superficie del suelo o
relaves. Esta es la segunda etapa conocida como transitoria. Al descender el frente
de evaporación E disminuye, ya que los factores atmosféricos que favorecen la
evaporación, tienen menor influencia al aumentar la profundidad a la que ocurre el
cambio de fase. Simultáneamente, ql aumenta ya que el camino del ascenso capilar
se acorta. Eventualmente se restablece la igualdad de la ecuación 3 y se alcanza
una nueva condición estacionaria. Esta es la tercera etapa en la que el caudal
evaporado puede estar limitado por la energía disponible para la evaporación o bien
por el flujo de vapor, qv. El transporte por difusión de vapor es bastante lento por lo

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que esta condición limita la profundidad del frente de evaporación a unos pocos
decímetros (Oldecop y Rodríguez, 2006).

Un factor adicional, que puede tener una influencia significativa en la tasa de secado
de un suelo es la presencia de sales. El flujo capilar ascendente transporta las sales
disueltas en el agua hacia el frente de evaporación. Luego la evaporación hace que,
en la zona del frente, la concentración de sales aumente y eventualmente puedan
llegar a precipitar. La Fig. 18a muestra resultados de experimentos de laboratorio en
los que un suelo que inicialmente contiene agua con cloruro sódico se somete a
secado (Gowing et al., 2006). La concentración de sal se mide en este caso, a través
de la conductividad eléctrica. Inicialmente la conductividad es uniforme (8 dS/m) en
el perfil. A medida que pasan los días y el secado progresa, la conductividad
aumenta significativamente en los centímetros superiores de la probeta. En este
experimento se identificó que el frente de evaporación estacionario (etapa III) se
ubicó a 4 cm por debajo de la superficie. Consistentemente la mayor acumulación de
sal ocurre a esa profundidad (observar el pico en el perfil a partir de los 36 días de
ensayo).

En la Fig. 18b, se presentan datos de laboratorio obtenidos por Fahey y Fujiyasu


(1994), que ilustran el profundo efecto que puede tener la presencia de sales en el
proceso de secado de los relaves. Se trata de relaves artificiales a las que se agregó
agua con diferente concentración de cloruro sódico y se sometieron a secado. La
evaporación relativa se define como el cociente entre la evaporación real medida (Er)
y la evaporación potencial (Ep), que es la que ocurre en las mismas condiciones
atmosféricas desde una superficie plana de agua pura. Se observa cómo en los
casos en los que el agua contiene sal, la evaporación relativa cae mucho más
rápidamente que cuando los relaves contienen agua pura.

Los efectos de la concentración y precipitación de sales sobre el secado pueden ser


de naturaleza variada, pero todos ellos disminuyen la tasa de secado (SCS, 1957).
En primer lugar, el aumento de la concentración de sales hace que la componente
osmótica de la succión aumente (Fig.19a). La ecuación 1 indica que ese caso es
necesario que la HR disminuya una cantidad adicional para inducir evaporación,
respecto del caso con agua pura. La Fig. 19 ilustra el efecto que este fenómeno
tiene sobre la tasa de secado. Se supone, a modo de ejemplo un caso de secado en
etapa I, en que el nivel freático está a 5 metros por debajo de la superficie. En una
condición hidrostática (sin evaporación) la succión matricial en la superficie sería de
50 kPa. Si por acumulación de sales, el agua líquida del frente de saturación se
satura de, por ejemplo cloruro sódico, la succión osmótica a temperatura ambiente
será de 39MPa (la succión osmótica depende de la composición química de los
solutos y de su concentración). Introduciendo estos valores en la ecuación 1, se
concluye que, para el agua pura (s = 50 kPa, π = 0), la evaporación se iniciará cada
vez que la HR descienda a menos de 99.95%, es decir prácticamente todo el tiempo
excepto durante las lluvias o en condiciones de rocío. En cambio, considerando la
presencia de sales, la evaporación sólo ocurrirá cuando la HR en la atmósfera esté
por debajo del 75%. Como explica el esquema de la Fig. 19b, esto hace que los
periodos en los que ocurre la evaporación se reduzcan considerablemente, lo que en
definitiva resulta en un ritmo medio de secado menor. Si consideramos que los
relaves se caracterizan por presentar conductividades elevadas, la posibilidad de

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evaporación se reduce y la formación de costras de sales que dificultan la misma es


común, sobre todo en aquellos relaves que provienen de materiales ricos en
minerales sulfurosos, que experimentan su oxidación y formación de sulfatos al
entrar en contacto con el oxígeno.

a) Conductividad [dS/m] b) 1
C=0 C = 0.17
0 50 100 C = 0.05 C = 0.23

Evaporación relativa Er/Ep


0 0.8 C = 0.11

0.6
Profundidad [cm]

10
0.4 (Fahey y Fujiyasu, 1994)
(Gowing et al, 2006)
4 días 12 días 0.2
20
18 días 36 días
0
54 días 70 días 0 10 20 30 40
Tiempo [días]
30
Figura 26: Experimentos de evaporación. a) Aumento de la conductividad en la vecindad del frente de
evaporación
FIG. debido a la de
18. Experimentos precipitación de sales
evaporación. (Gowingdeet la
a) Aumento al,conductividad
2006) b) Efecto
en de
la la concentración
vecindad inicial
del frente de
evaporación
de sal (clorurodebido
sódico)aen
la laprecipitación
evaporación de sales(C(Gowing
relativa et al., 2006).
= concentración) b) yEfecto
(Fahey de la
Fujiyasu, concentración
1994).
inicial de sal (cloruro sódico) en la evaporación relativa (C = Concentración) (Fahey & Fujiyasu, 1994).

a) Concentración de b) Agua de poros Agua de poros


sales saturada con NaCl sin solutos
E
HR [%]
100

5m
50

NF HR en la
Evaporación atmósfera
0
tiempo
Figura 27: Efecto de la concentración de sales en la evaporación de agua. a) Esquema de transporte de
FIG.
sales19. Efecto
hacia de ladeconcentración
el frente evaporación. b)deEfecto
salesde
enlas
lasales
evaporación del agua.
sobre el tiempo a) Esquema
efectivo de transporte
de evaporación.
de sales hacia el frente de evaporación. b) Efecto de las sales sobre el tiempo efectivo de
evaporación.

Cuando el frente de evaporación está en la superficie (secado en etapa I) la


precipitación de sales genera costras de porosidad y humedad variable (Fig.19).
Estas costras son generalmente de sulfatos y humedad variable (Alcolea et al.,
2010). Estas costras tienen una porosidad elevada debido a que la cristalización
ocurre de forma libre, no confinada, a presión atmosférica. Además, algunas costras,
en su proceso de formación, se curvan despegándose de la superficie de los relaves
en grandes áreas (Newson & Fahey, 2003, Rodríguez et al., 2004). Ambos efectos
hacen que la costra constituya una barrera para el ascenso capilar, por lo que la

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evaporación sólo puede ocurrir bajo la costra. Por otra parte las costras modifican el
albedo (reflectancia) de la superficie de los relaves o el suelo, haciendo que la
energía que los relaves absorben de la radiación solar sea menor (Newson and
Fahey, 2003), con lo que se reduce la energía disponible para el cambio de fase. En
otras situaciones, la precipitación ocurre dentro de los poros del material.

a) b)

c) d)

FIG. 20. 28:


Figura Efectos
Efectosde de
la laprecipitación
precipitación de
de sales enelelsecado
sales en secado de colas
de las los relaves
minerasmineros
Depósitosendeuna
colasPR
abandonados
abandonados de de la
la Sierra
Sierra de de Cartagena-La Unión,
Cartagena, Murcia, Murcia,a) España.
España. a) Costra de
Costra superficial superficial
elevada de elevada
porosidad
(García, 2004).
porosidad b) “Pavimento”
con sales de sulfato de colas cementadas
precipitadas (García, de
por precipitación
en superficie 2004). b) los
sales en “Pavimento” de relaves
poros. c) Sellado de
cementadas por precipitación de sales en los poros. c) Sellado de poros y de grietas
poros y de grietas de retracción por precipitación de sales. d) Humedad de las colas bajo la capa de retracción por
precipitación de sales.
superficial cementada. d) Relaves plástico y saturado bajo la capa superficial cementada.

Presumiblemente esto ocurre cuando el frente de evaporación se ubica a una cierta


distancia bajo la superficie (secado en etapa III). Sin embargo el fenómeno también
podría estar asociado al tipo de sal precipitada. Se ha observado que algunas sales,
como el sulfato de magnesio, tienden a precipitar sellando los poros del material, en
tanto que otras tienden a formar eflorescencias. El fenómeno puede incluso
extenderse al sellado de antiguas grietas de desecación, como en el caso mostrado
en la Fig.4a y 20. En cualquier caso, el efecto es que, en un cierto espesor
superficial, los relaves adquieren una cementación, formando una especie de
pavimento (Fig.19b y c), que interrumpe el camino del flujo de vapor hacia la
superficie. Por debajo de este pavimento los relaves conservan una humedad
elevada (Fig. 20c).

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Fig. 21. Imágenes del sondeo de la presa de relaves. Sondeo de 15 metros de profundidad en la PR
Brunita: a) 0-3 m, b) 3-6 m, c) 6-9m, d) 9-12 m, e) 12-15 m y f) imagen del emboquillado del sondeo
(adaptado de Faz et al., 2003a). El color marrón oscuro del relave en el primer metro inicial muestra el
grado de oxidación de los relaves. Se puede apreciar que los primeros tres metros corresponden a la
zona no saturada, a partir de esta profundidad hasta los 10 metros los relaves están saturados. En
ningún caso en el sondeo se aprecia la estratificación del material observada in situ (Fig. 22).

En dos sondeos realizados por García (2004) en PR, de la Sierra Minera de


Cartagena-La Unión (España), inactivos por más de 20 años, indican que, a pesar
del clima seco de la región (precipitación media anual = 300 mm), el índice de
saturación en el interior de la PR se mantiene entre el 75 y 80% en los primeros
metros y saturado en profundidad, sobre todo en aquellas PR que se encuentras
desforestadas, típicas de relaves cuya agua intersticial y de saturación es ácida, o
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no tiene los componentes químicos y nutrientes necesarios del suelo que permita
una colonización natural por las plantas (Fig.22).

Fig. 22. Diques de arena en la superficie de la PR Brunita y detalle de como el dique corta las estratos
horizontales de los relaves. La erosión a lo largo de los años ha eliminado los volcanes de arena.

Estudios desarrollados por Faz et al., (2003a, b, c; 2004a, b, c; 2005a, b; 2006a, b y


2007a, b, c, d) en trece PR, diez en La Sierra Minera de Cartagena-La Unión y tres
en el Distrito Minero de Mazarrón, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia,
España, se ha medido un grado de saturación de los relaves muy elevado en
profundidad y la formación de la costra superficial en las PR. Además, otros estudios
realizados por el IGME con perfiles geotécnicos en calicatas y sondeos han
observado las mismas condiciones (Rodríguez y Gómez de las Eras, 2006,
Rodríguez et al., 2011).

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En varias presas se realizaron sondeos como el que se muestra en la Fig.21. Un


aspecto interesante del testigo es que no se aprecia la estratificación de los relaves,
aspecto característico de esta presa y de todas las demás estudiadas (Fig.22). La
causa de este comportamiento puede ser que el material licua en la zona saturada
de la presa, por la acción mecánica de la perforación. Esta presa denominada
Brunita fallo (20/10/1972) por licuefacción (García, 2004). La prueba de la
licuefacción es la presencia de diques de arena en más del 50 % de la presa
(Fig.22). Estos diques cortan los estratos de forma vertical, se puede apreciar con
claridad la dirección del flujo por la deformación de los estratos (Fig. 22b). Esta al
igual que la mayoría de las fallas de flujo se produjo después de unas lluvias
torrenciales donde entre los días 17, 18 y 19 de octubre se registraron 237 mm, casi
equivale a la precipitación media anual de la zona que es de 300 mm. La avalancha
de lodos sepulto una parte del cementerio de la Unión, afecto la carretera nacional,
la vía del tren y además provocó la muerte de una persona. Aunque no se tiene
datos de un estudio al respecto, solo algunas fotos y testimonio de vecinos. El agua
de los lodos llego hasta la Laguna del Mar Menor.

En el sondeo se realizaron dos ensayos SPT en profundidad en los tramos 7-7.60 m


y 12-12.60 m. El ensayo consiste en introducir un toma-muestras en el sondeo e
hincarlo en el terreno unos 60 cm, contando el número de golpes que se dan sobre
éste para introducirlo en tramos de 15 cm. El número de golpes que se produjeron
en los 60 cm fue de 0-1-0-1 para el primer tramo y 6-7-7-10 para el segundo.
Teniendo en cuenta la posible alteración del suelo o la aparición de derrumbes en
las paredes del sondeo, así como la posible compactación del terreno, anulamos el
primer y último valor. De tal forma que, el parámetro NSPT buscado es igual a 1 y 14
respectivamente (la suma de los dos valores centrales). Las muestras obtenidas
(Fig. 23) presentaban una humedad del 37 % para la primera y del 4% para la
segunda.

Fig. 23. Muestras obtenidas en los ensayos SPT. a) Material recuperado en el tramo 7-7,60 m. b)
Material recuperado en el tramo 12-12,60 m (Faz et al., 2003a).

Según Hunt (1984), existe una relación entre los valores de peso específico, de
resistencia a compresión simple y el número de golpes N obtenido en el ensayo de
penetración estándar (Tabla 2). Como se puede ver el primer tramo no presenta
prácticamente resistencia, lo que confirma la apariencia de lodo que tiene la
muestra, a la cual se le puede hincar el dedo, moldeable bajo presiones débiles. Es

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cierto que el sondeo se realizó en una zona relativamente alejada del talud principal
pero en una zona que normalmente constituía la laguna de decantación.

Tabla 2. Propiedades comunes de suelos arcillosos (Hunt, 1984).


3
N γsat (g/cm ) Resistencia a compresión simple
Consistencia Identificación manual 2
(kg/cm )
Rígida 8-15 Se marca con el pulgar 1,92-2,08 1,0-2,0
Media (firme) 4-8 Moldeable bajo presiones 1,76-1,92 0,5-1,0
fuertes
Blanda 2-4 Moldeable bajo presiones 1,60-1,76 0,25-0,5
débiles

Con la utilización de técnicas geofísicas fundamentalmente la ERT (resistividad


eléctrica) y su calibración con medidas directas en sondeos mecánicos se ha
comprobado que los relaves permanecen saturados a cierta profundidad (Fig. 23 y
24), incluso 40 años después de ser abandonados y aun habiendo fallado. Estudios
sobre PR restauradas muestran comportamiento similar, aunque las que presentan
pH alcalino y han logrado desarrollar la vegetación con la aplicación de una
cobertura de suelo muestran la saturación a mayor profundidad. Esto nos indica que
al parecer las PR no se secan nunca en profundidad, o que su saturación es muy
rápida y su secado muy lento, como los resultados obtenidos por Rodríguez et al.,
(2005), el agua que entra a una columna de relaves de 32 cm de altura y 30 de
diámetro en 8 horas, no se extrae evaporando continuamente día y noche con una
velocidad del aire de 2 m/s y una temperatura media en superficie de 23 grados
centígrados (±0.5 grados). Se ha comprobado que los menores valores de
saturación (humedad) se registran en aquellas PR que presentan una cobertura de
vegetación (Oldecop et al., 2011), esto es un indicativo de la necesidad del cierre de
las PR para facilitar su integración en el medioambiente y garantizar su estabilidad y
seguridad ambiental a largo plazo. Ósea con la disminución de la humedad se
incrementa siempre la seguridad y si ocurriera una falla se evita el desastre, pues los
relaves recorrerán poca distancia y la superficie de suelo afectada será menor.

Fig. 24. En el perfil se observan los valores de resistividad (Modificado de Faz et al., 2003a), se
puede comprobar que las zonas que tienen un valor de resistividad inferior a 10 están saturados
(variación del color de azul fuerte a azul claro) (ver imágenes del sondeo en la Fig. 21, desde 3 a 10
metros).

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SÍNTESIS Y DISCUSIÓN

Las operaciones hidráulicas son un aspecto esencial para la seguridad de las PR.
Diferentes casos históricos de fallas causadas por muy diversos factores y
mecanismos (deslizamientos, terremotos, sobrepaso, tubificación, falla de
estructuras auxiliares, etc.) sugieren que, casi siempre, las condiciones de operación
hidráulica juegan un papel fundamental en el desarrollo del fallo de la estructura de
la PR, así como en la magnitud de sus consecuencias económicas, sociales,
ambientales y de pérdidas de vidas humanas.

La rotura de una PR puede tener consecuencias económicas y medioambientales


mínimas en el caso de deslizamientos de bajo volumen y corto alcance, o por el
contrario, ser devastadoras en el caso de las llamadas “fallas de flujo”. Al presente
no se conocen todos los factores que determinan uno u otro tipo de comportamiento,
pero si hay un aspecto en común en todas estas fallas de flujo, la presencia de
abundante cantidad de agua o saturación de los relaves. Hay que señalar que la
magnitud de estos desastres ha generado gran parte del rechazo que existe a la
minería a nivel internacional y la pérdida de imagen corporativa de muchas
empresas del sector, e incluso su quiebra.

La humedad es un factor fundamental, tanto en el comportamiento global de la PR,


como en las propiedades mecánicas e hidrogeológicas de los relaves (Rodríguez y
Oldecop, 2006). En general se puede decir que una mayor humedad de los relaves
implica menor estabilidad, mayor probabilidad de rotura y peores consecuencias de
la rotura en cuanto a magnitud del desastre. Por lo tanto la humedad es el parámetro
fundamental a medir y controlar durante toda la vida de la PR e inclusive después de
su cierre, pues si este no es correcto su variación puede dar lugar al fallo de estas
como se muestra en la Fig. 4 y 5. En este contexto, es insuficiente considerar
únicamente el agua freática contenida en la PR, es necesario considerar el agua
capilar y la magnitud del ascenso, aspecto que no se mide en la actualidad con los
sistemas de instrumentación disponibles e instalados, fundamentalmente son
piezómetros.

La fina granulometría de los relaves mineros (2-0.001 mm), hace que el agua capilar
tenga efectos determinantes en su comportamiento mecánico y una influencia
significativa en toda una serie de problemas asociados a la estabilidad de las PR. El
estado actual de desarrollo teórico y de modelos numéricos permite modelar gran
parte de los fenómenos capilares, que ocurren en una PR, tales como la infiltración,
evaporación, ascenso capilar, transporte y precipitación de sales y flujo de energía
(Olivella et al., 1996; Zandarín, 2006; Zandarín et al., 2011). Todos estos fenómenos
tienen interacción entre sí y por lo tanto requieren ser considerados
simultáneamente, en lo que se conoce como modelos acoplados (Alonso et al.,
1990, Olivella et al., 1996). Estos modelos son relativamente complejos y por ello, en
muchos casos, inapropiados para su aplicación directa a casos prácticos de
ingeniería. El caso presentado en este trabajo es un ejemplo de ello, en el que fue
necesario recurrir a métodos empíricos muy simples para estimar las tasas de
infiltración y evaporación medias a largo plazo (Rodríguez, 1998, Rodríguez et al.,
2004). De esta manera se establece las condiciones de borde para modelar la

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evolución espacio temporal de la PR desde el inicio de su construcción. Pero las


incertidumbres asociadas a estos métodos empíricos tienen efectos tan importantes
sobre el modelo, que invalidan en cierta medida los resultados, pues el conocimiento
de la variación espacio temporal existente sobre los parámetros (evaporación,
infiltración, altura capilar, redistribución de vacíos, permeabilidad, etc.) que controlan
el comportamiento hidráulico de las PR es una de las grandes asignaturas
pendientes en el terreno del manejo de relaves, incluyendo la ingeniería civil, la
metalurgia y la ingeniería minera. Este desconocimiento se debe a que en gran
medida las empresas mineras se basan en un gran hermetismo y secreto sobre los
diferentes problemas que presentan las PR, constituye un problema en la gestión y
prevención de riesgos. Únicamente en aquellos casos que las consecuencias han
sido exteriorizadas por los efectos ambientales y pérdidas humanas, ha sido posible
que se conozcan los resultados de los estudios y las posibles causas de las
catástrofes. Debido a los medios de comunicación y la actividad de la prensa es que
se ha podido tener acceso a esa información. Realmente se desconoce el número
de PR existentes en el mundo y también se desconoce el número de ellas que han
fallado.

Las vías de solución posibles para este tipo de problemas son varias, como por
ejemplo desarrollar métodos para estimar la tasa de evaporación/infiltración,
específicos para PR, que tengan menos incertidumbre asociada o bien correlaciones
directas entre variables climáticas y el perfil de succión/grado de saturación
esperable en un determinado relaves, pues sus características están condicionada
por varios factores como el tipo de yacimiento mineral, el proceso metalúrgico, la
forma de vertido, las condiciones climáticas del lugar, etc. El desarrollo de un
proceso de auscultación y monitoreo desde el inicio de la construcción de la PR y
durante todo el proceso de operación y de ser posible durante el proceso de post
operación o cierre de minas es otra posible solución. En la actualidad, el desarrollo
de las nanotecnologías y el sistema de control remoto de los diferentes sensores
ofrece una oportunidad sin precedentes para poder materializar este objetivo y poder
dar solución a un problema global que son la seguridad y estabilidad geotécnica de
las PR, pues cada año se producen como mínimo un gran desastre.

A medida que crece la población, crece la demanda de materias primas minerales


como las tierras raras o los elementos del grupo del platino que son elementos
encontrados en muy bajas concentraciones (ppm, ppb o ppt) en la corteza terrestre,
rara vez se encuentran en concentraciones mayores, pero su demanda y aplicación
en las nuevas tecnologías es creciente. Considerando esto, el volumen de relaves a
almacenar es cada vez mayor, pues las concentraciones tan bajas de los elementos
útiles hacen necesario remover grandes masas de suelo y rocas, lo que genera
grandes volúmenes de relaves que hay que almacenar en condiciones
ambientalmente seguras. Las PR, las pilas de lixiviación y las acumulaciones de
desmontes de roca estéril que se producen en minería son una de las pocas obras
de ingeniería que se construye para toda la vida, es decir son un caso particular y
singular de la ingeniería civil con especial énfasis en que son mayoritariamente
obras de materiales sueltos, donde en muchos casos se construye el dique o
terraplén con el propio relave. En muchos casos los relaves son material compuesto
por minerales sulfurosos que se oxidan y hacen variar las propiedades físicas,
mecánicas e hidrogeológicas de los relaves y con ello en el tiempo se produce un

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deterioro de estos y la pérdida de estabilidad física o geotécnica de las PR. Se ha


demostrado que fallan tanto las PR activas como las inactivas (ICOLD, 2001,
Oldecop y Rodríguez, 2006), e incluso en el caso de las PR inactivas han fallado
aquellas que se ha realizado el proceso de cierre y restauración con las obras de
drenaje (Fig. 4 y 5). El hecho de que fallen las PR inactivas se debe a que están
constituidos por material poroso o granular de estructura abierta con un alto grado
de saturación (humedad), que generalmente tienen un comportamiento contractivo y
colapsable (Rodríguez, 2006). En el caso del fallo de PR debido a seísmos es
porque los procesos de sismicidad disminuyen su porosidad, pues cada evento
sísmico ò de corte en materiales de estructuras abiertas como es el caso de las
arenas, limos y los relaves reduce el volumen de vacío (porosidad). Debido a que el
volumen de agua permanece casi constante, en la medida que disminuye la
porosidad cada vez se encuentra más saturado, el proceso de deformación es
acumulativo y las PR acumula sus deformaciones y por ello se mantienen estables
durante largos periodos de tiempo, hasta que se produce un evento que actúa como
detonante, el detonante puede ser por ejemplo un terremoto, una gran lluvia,
operaciones mecánicas, incremento de la carga por mayor vertido de relaves, etc.).
Además, los eventos de secado y mojado reducen su volumen de vacíos (porosidad)
y con un mismo volumen de agua el grado de saturación será siempre mayor.
Finalmente, el proceso de mojado del material es rápido sin embargo el proceso de
secado es muy lento, debido a los altos valores de succión osmótica que presentan
estos materiales por la alta salinidad del agua (Rodríguez, 2002).

En cualquier caso, el avance del conocimiento en esta materia está condicionado


por la disponibilidad de datos de campo con evolución espacio temporal que
permitan comprender cómo funciona la ZNS de la PR y de lo relaves acumulados en
su baso, identificar cuáles son las variables relevantes del problema y calibrar
métodos y modelos, que permitan garantizar un mejor manejo de las PR y los
relaves. En este sentido es importante recordar que los piezómetros, que
habitualmente se instalan como parte de los sistemas de auscultación de las PR, no
detectan el agua capilar y que existe instrumentación específica para medir succión
y humedad en la ZNS. Este tipo de instrumentación, en un principio desarrollado
para aplicaciones agrícolas, tiene un costo relativamente moderado, de un orden
similar al de los piezómetros. Las PR que actualmente tienen instalado este tipo de
instrumentación son sólo unos pocos en todo el mundo y están instalados de forma
experimental. A todo esto hay que añadir que no existe una metodología establecida
para determinar la cantidad y calidad de la instrumentación necesaria para cada PR
a nivel internacional. Se puede afirmar que la ingeniería de las PR de gran tamaño
es mejor que las presas pequeñas o las de minería artesanal.

De todo lo analizado podíamos señalar que la clave está en evitar la saturación de


los relaves y con ello su posible licuación estática o dinámica. La licuación y falla de
flujo de los relaves y de los materiales granulares (arenas, limos) en general es una
cuestión muy compleja. Hay algunos fenómenos asociados a la licuación de
materiales granulares que aún no son completamente comprendidos ni se sabe
cómo tratarlos o tenerlos en cuenta en las evaluaciones de estabilidad geotécnica
para garantizar la seguridad de las obras de ingeniería civil y en especial de las PR.
Uno de estos fenómenos es la llamada redistribución de vacíos sugerida por
Withman en los años 80 (Withman, 1985). La idea es que, si bien el material que

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alcanza la licuación se encuentra en una condición «no drenada», es decir que su


volumen es constante al estar confinado, es posible que dentro de dicho volumen
haya zonas en las que el índice de poros aumente mientras que en otras disminuye.
Esto sería posible por la “movilidad” que adquieren las partículas al ocurrir la
licuación del material y por los flujos de agua que tenderá a salir de la masa licuada
por los gradientes de presión generados. Si bien el volumen total se mantendría
constante, el índice de poros no y eso modificaría la resistencia residual del material.

Este tipo de fenómeno explicaría ciertos deslizamientos ocurridos en materiales


granulares (limos y arenas) que licuaron durante un terremoto, pero que tienen una
pendiente del terreno tan baja que las tensiones de corte jamás podrían haber
superado la resistencia residual del material, que se obtiene con los ensayos de
penetración por ejemplo (CPT, SPT). Un caso como este es el de la ciudad de
Niigata (Japón) durante el terremoto de 1964 (Fig. 25). Grandes áreas de la ciudad
sufrieron desplazamientos del terreno de varios metros, a pesar de que le pendiente
general no superaba 1º y por lo tanto la resistencia residual de la arena era más que
suficiente para impedir el deslizamiento.

Fig. 25. A la izquierda mapa con un sector de la ciudad de Niigata, Japón durante el terremoto de
1964. A la derecha representación del dispositivo experimental y en la parte inferior de este una foto
del experimento donde se pueden observar las capas de arena con la intercalación de una capa de
limos y la formación de la lámina de agua (redistribución de vacíos) (modificado de Kokusho, 1999).

Las investigaciones realizadas por Kokusho (1999) proponen que estos fenómenos
ocurren cuando el material licuado está confinado por una o más capas de material
fino impermeable. Según exploraciones geotécnicas, parece ser que este es el caso
en el sitio de los deslizamientos de Niigata, Japón. El flujo ascendente de agua
proveniente del material licuado, que tiende a escapar hacia la superficie, se
encuentra entonces con una capa relativamente impermeable y genera un cambio

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local del índice de poros. El fenómeno puede llegar al extremo de producir faja o
lámina en la que solo hay agua sin suelo. Es lo que se denomina lámina de agua
(water film, Fig. 25). Lógicamente que la resistencia al corte de una lámina de agua
es nula y eso explicaría el deslizamiento para tan bajas pendientes, como el que se
ha observado en un gran número de fallas de PR de las que se disponen de datos
(Tabla 1). El fenómeno ha sido reproducido en ensayos de laboratorio como los que
se muestran a la Fig. 25.

Los motivos o causas importantes que condicionan que en las PR ocurra la


formación de estos estratos en forma de finas laminas o capas de material fino
(limos, limo-arcilla) muy impermeable intercaladas con capas permeables (arenas,
arenas-limos), similar a lo que ocurre en formaciones sedimentarias como el caso de
Niigata, Japón, es el vertido hidráulico y la segregación de partículas que ocurre en
la horizontal y en la vertical. En la vertical ocurre siempre en la zona de la laguna de
decantación, pero cuando la presa es cubierta completamente por la lámina de agua
el proceso se puede generar en toda la presa. Esta segregación provocan la
formación de horizontes o capas permeables que funcionan como acuíferos
colgados (aunque tienen poca capacidad de trasmitir agua debido a su pequeño
espesor) y que no tiene comunicación hidráulica con los demás estratos debido a la
intercalación de las capas finas: la formación de estas secuencias o alternancias
estratigráficas están favorecidas por:

FIG. 26. Presa de relaves CMH. Parcoy, La Libertad, Perú. Se puede observar la saturación de los
relaves y el escaso nivel de borde libre que tiene la presa. El dique está recubierto con una
geomembrana.

1) la existencia de recesos o disminución del aporte de sólidos a la PR y


existencia de una lámina de agua importante en extensión y espesor,

2) el llenado de agua de toda la superficie de la PR por aportes extraordinarios


de agua, debido a un gran evento extremo de precipitación, deshilos, fallo de
los sistemas de evacuación del agua y drenaje,

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3) crecimiento o desplazamiento de la LD hacia diferentes zonas de la PR, por


continuos cambios del punto de vertido,

4) por mayor aporte de agua del proceso minero-metalúrgico, debido a paros


productivos, deficiencia de los procesos, lavado y limpieza de los sistemas y
tanques de flotación, etc.

FIG. 27. Perfil del dique una presa de relaves donde se aprecia la intercalación de estratos de
material permeable no plástico (oscuro), con material fino impermeable de baja plasticidad (claro).

Cuando ocurre cualquiera de los casos anteriores, o combinación de ellos, como


por ejemplo si la PR se encuentra en la situación como la que se muestra en la
Fig. 26, podremos pasar entonces a la situación de la de la PR de la Fig. 4. La
lámina de agua se encarga de que se produzca una distribución en toda la
superficie inundada de las partículas finas que están en suspensión y precipitan
formando una capa que cubre todo los relaves, formando una secuencia en la
vertical como la de la Fig. 27. Esta secuencia se repetirá indistintamente y de

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diferentes maneras en cada PR. Es bueno recordar que no existe una


metodología para el vertido de relaves, y mucho menos para seguir el orden de
llenado de la PR, normalmente se utiliza el criterio del operario.

Finalmente señalar que además de estos aspectos se trabaja en la investigación


del comportamiento reológico de los relaves y la capacidad de amplificación
sísmica de los mismos, debido a que los estudios geofísicos realizados muestran
que la velocidad de las ondas de corte o cizalla (V s) varía entre los 100 y 290 m/s
(Baoshan and Chopin, 1983; Mantegh, 2006). Considerando estos resultados los
relaves se clasifican como materiales granulares finos no plásticos o de muy baja
plasticidad (partículas tamaño limos, arenas e incuso arcilla) que presentan una
amplificación sísmica superior a 2,5. De acurdo con la norma sismorresistente de
España (NCSR-02) se clasifican como un suelo de tipo III o IV. Mayoritariamente
como tipo IV debido a que la velocidad de las ondas de corte, normalmente es
inferior a 200 m/s.

CONCLUSIONES

Considerando el análisis de la información consultada y la experiencia en el


desarrollo de proyectos de PR se puede señalar sin ninguna duda que la humedad
(expresada en grado de saturación, contenido volumétrico de agua, etc.) es el factor
o variable fundamental, tanto en el comportamiento global de la PR, como su
influencia directa en las propiedades mecánicas e hidrogeológicas de los relaves. Se
ha comprobado que cuando el grado de saturación supera el 85% (una mayor
humedad de los relaves) implica generalmente una menor estabilidad geotécnica,
mayor probabilidad de rotura y peores consecuencias de la rotura en cuanto a
magnitud del desastre. Por lo tanto es necesario medir y controlar la variación del
grado de saturación (humedad) durante toda la vida de la PR e inclusive después de
su cierre. En segundo lugar los fenómenos de tensión superficial (altura capilar y
succión). En este contexto, es insuficiente considerar únicamente el agua freática
contenida en la PR, es necesario tener muy en cuenta el agua capilar y la magnitud
del ascenso, este puede variar desde centímetros a varias decenas de metros,
aspecto que no se mide en la actualidad con los sistemas de instrumentación
disponibles. Parece razonable esperar que en la mayoría de los casos de las PR la
interacción e intercambio de energía de los relaves con la atmósfera, sea un factor
que facilite la evaporación, y las condiciones geodinámicas de la zona de
emplazamiento y contribuya en cierta medida a garantizar la estabilidad geotécnica y
seguridad de las PR. Pero al parecer los resultados observados muestran que esta
interacción solo afecta los primeros metros del perfil de las PR, sobre todo en
aquellas formadas por minerales sulfurosos, que generan una costra en superficie
por precipitación de sales y la alta succión osmótica que evita la evaporación.
Además, hay que tener en cuenta que la succión osmótica, la precipitación de sales,
la formación de costras, las grietas de desecación y la estratificación conjuntamente
con la granulometría son aspectos a considerar significativamente, pues controlan el
flujo de agua en la PR.

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AGRADECIMIENTOS

Se agradece al Instituto Nacional de Investigaciones Geológicas, Minero


Metalúrgicas (INIGEMM) y a la Facultad de Ingeniería en Geología, Minas, Petróleo
y Ambiental (FIGEMPA). Universidad Central del Ecuador por la invitación a impartir
esta conferencia en el marco del Curso de Capacitación Profesional Teórico-Práctico
sobre Hidrogeología e Hidroquímica.

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