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SALON DE 1846 3 A los burgueses Vosotros sois la mayoria —nimero ¢ inteligencia—; de modo que sois la fuerza —que es la justicia. Sabios los unos, los otros propictarios; Iegara un dia radiante en que los sabios sean propictarios y los propietarios, sabios. Entonces vuestro poder sera com- pleto y nadie protestara contra él. A la espera de que Ilegue esta armonia suprema, es justo que los que no son propietarios aspiren a conver- tirse en sabios, pues la ciencia es un goce no menos grande que la propiedad. Vosotros poseéis el gobierno de la ciudad y eso es justo, porque sois la fuerza. Pero es menester que sedis capaces de sentir la belleza, pues como ninguno de voso- tros puede hoy pasarse sin poder, ninguno tiene derecho a pasarse sin. poesia. Podéis vivir tres dias sin pan; sin poesia, jamés. ¥ aquellos de entre vosotros que dicen lo contrario se engafian, porque no se conocen. Los aristécratas del pensamiento, los distribuidores del elogio y de la critica, los acaparadores de las cosas espirituales os han dicho que no teniais derecho a sentir y a gozar: son unos fariseos, pues vosotros poseéis el gobierno de una ciudad cuyo publico es el universo, y es necesario que sedis dignos de esa tarea. Gozar es una ciencia y el ejercicio de Jos cinco senti- dos requiere una iniciacién particular que sélo se leva a cabo cuando hay necesidad y buena voluntad. 20 Ahora bien; vosotros tenéis necesidad de arte. El arte es un bien infinitamente precioso, un brebaje refrescante y reconfortante, que restablece el estéma- go y el espiritu en el natural equilibrio del ideal. Vosotros concebis su utilidad, oh burgueses —legis- Jadores o comerciantes—, cuando él son de la séptima o de la octava hora inclina vuestra cabeza fatigada hacia Jas brasas del hogar y las orejeras del sillén. Un deseo mas ardiente, un ensuefio més activo os descansarian entonces de la accién cotidiana. Pero los acaparadores han querido alejaros de las manzanas de la ciencia, porque la ciencia es su mostrador ¥ su botica, de la que estén infinitamente.celosos. Si os hubieran negado el poder de realizar obras de arte o de comprender los procedimientos de acuerdo a los cuales Se las realiza, hubieran afirmade una verdad que no os hubiera ofendido, porque los asuntos publicos y él co- mercio absorben los tres cuartos de vuestra jornada. En cuanto a los ocios, deben emplearse en el goce y en la voluptuosidad. Pero los acaparadores os han prohibido gozar, por- que no tenéis conocimiento de la técnica de las artes como lo tenéis de la técnica de las leyes y de los nego- cios. 5 . Sin embargo, si los dos tercios de vuestro tiempo estén colmados por la ciencia, es justo que el tercero esté ccupado por el sentimiento, y séio por el sentimiento habréis de comprender el arte; y asi quedara constituido el equilibrio de las fuerzas de vuestra alma. La verdad no es doble por el hecho de que sea milti- ple; y como habéis ampliado en vuestra politica los derechos y los beneficios, establecisteis en las artes una ™ mayor y mas abundante comunién. Vosotros, burgueses —reyes, legisladores 0 nego- ciantes—, habéis fundado colecciones, museos, galerias. Algunas de las que hace dieciséis afios sélo estaban abiertas a los. acaparadores, han ensanchado sus puertas para la multitud. 2Para qué? Signo de interrogacién giande y terrible, que coge a la critica por el cuello, desde que intenta dar el primer paso en su primer capitulo. Ante todo, ¢] artista reprocha a la critica el no poder ensefiar nada al burgués, que no pretende ni pintar, ni rimar; ni el arte, puesto que es de sus propias entrafas que ha surgido la misma critica. ¥ sin embargo, jcudntos artistas de esta época le deben a ella sola su pobre fama! Puede que éste sea el verdadero reproche que haya que formularle. Todos hemos visto un Gavarni que representa a un pintor' inclinado sobre su tela; a sus espaldas hay un sefior grave, seco, rigido, de corbata blanca, que tiene en la mano su ultimo articulo, «Si el arte ef noble, la critica es santa.» «{¥ quién dice eso?» «/La critical» Pero si el artista desempefia tan fécilmente el buen papel es, sin duda porque el critico es un critico del montén. En materia de recursos y procedimientos tomados de las obras mismas? el piblico y el artista nada tienen que aprender aqui. Esas cosas se aprenden en el taller y el piiblico no se preocupa nada mas que del resultado. 1 El grabado en metal de Gavarni, Lecciones y consejos, nim. 4. ? Bien sé que la critica actual tiene otras pretensiones; de modo que habra de recomendar siempre el dibujo a los coloristas y el color a los dibujantes. jEs algo de una inclinacién muy xazonable y muy sublime! (N. del A.) 23 Yo creo, sinceramente, que la mejor critica es la que resulta entretenida y poética; no esa otra fria y alge- braica que, bajo pretexto de explicarlo todo, no tiene ni odio ni amor y se despoja voluntariamente de toda espe- ¢ie de temperamento; pero como un hermoso cuadro es la naturaleza reflejada por un artista, la mejor critica sera ese mismo cuadro, reflejado por un espiritu inteli- gente y sensible. De modo que la mejor crénica de un cuadro podria ser un soneto o una elegia. Pero ese género de critica esta destinado a los volimenes de poesia y a los lectores poéticos. En cuanto a la critica propiamente dicha, espero que los filésofos comprenderan lo que voy a decir: para ser justa, es decir, para tener razén de existir, la critica debe de ser parcial, apasionada, politica, esto es, realizada desde un punto de vista exclusivo, pero que sea el punto de vista que abre mayor niimero de horizontes. Exaltar la linea en detrimento del color, 0 el color a expensas de la linea, es sin duda un punto de vista; pero ho es ni muy amplio ni muy justo, y acusa una gran ignorancia de los destinos particulares. Ignoramos en qué dosis ha mezclado la naturaleza en cada espiritu el gusto de la linea y el gusto del color, y por qué misteriosos procedimientos opera ella esta fusién, cuyo resultado es un cuadro. De modo que el punto de vista mas amplio serA el individualismo bien entendido: exigir del artista la ingenuidad y la sincera expresién de su temperamento, ayudada por todos los recursos que le proporciona su oficio? Quien no tiene temperamento no es digno de pintar cuadros, y como estamos cansados de los imita- dores y sobre todo de los eclécticos, debe de entrar como obrero al servicio de un pintor de temperamento. Y esto es lo que demostraré en uno de mis tiltimos capitulos. 3 A propésito del individualismo bien entendido, véase en el *Salén de 1845+ el articulo sobre William Haussoullier. Pese a todos los reproches que se me han hecho a este respecto, persisto yo en mi opinién; pero hay que comprender el ar- ticulo. (WW. del A.) 24 En adelante, armado de un criterio seguro; criterio tomado de la naturaleza, el critico tiene que cumplir su deber con pasién; pues por ser critico no se deja de ser hombre, y la pasién aproxima los temperamentos analo- gos y levanta la razén a nuevas alturas. Stendhal ha dicho alguna vez: «jLa pintura no es mas que una construccién* moral!» Segtin se entienda la palabra «moral» en un sentido mds o menos liberal, se puede decir otro tanto de todas las artes. Como todas son siempre lo bello expresado por medio de! sentimiento, la pasién y el ensuefio de cada uno, es decir, la variedad dentro de la unidad, 0 las diversas fases de lo absoluto, Ja critica a cada instante esta rozando la métafisica. ¥ como cada siglo ha poseido Ia expresién de su belleza y de su moral ~si se quiere entender por roman- ticismo la expresién mas reciente y més moderna de la belleza~, para el critico razonable y apasionado el gran artista seré, pues, aquel que una a la condicién que acabamos de exigir ~la ingenuidad— el mayor romanti- cismo posible. Ir 2Qué es el romanticismo? Pocos hoy por hoy consentiran en conceder a esa palabra un sentido real y positivo; zosardn, sin embargo, afirmar que una generacién acepte librar una batalla de varios afios bajo una bandera que no sea un simbolo? Recuérdense las perturbaciones de estos. iiltimos tiempos, y se veré que si han quedado pocos romanticos * Sentencia tomada de Historia de ta pintura em Italia. 25 es debido a que pocos entre ellos encontraron el roman- ticismo; pero todos lo buscaron sincera y lealmente. Algunos se dedicaron sélo a la eleccién de temas y no tenian el temperamento de sus temas. Otros, creyendo atin en una Sociedad catdlica, trataron de reflejar el catolicismo en sus obras. Pero llamarse romantico y mirar sistematicamente hacia el pasado, es contradecir- se. Estos, en nombre del romanticismo, blasfemaron de griegos y romanos; y sin embargo, se pueden hacer griegos y romanos roménticos cuando lo es uno mismo. El color local y la verdad en e] arte extraviaron a muchos otros. El realismo habia existido mucho tiempo antes de esta gran batalla, y por lo dem4s, componer una tragedia © un cuadro para monsieur Raoul Rochette* es exponerse a ser desmentido por el primer Negado si es mas sabio qué monsieur Raoul Rochette. El romanticismo no reside precisamente ni en la eleccién de los temas ni en la verdad exacta, sino en la manera de sentir. Ellos lo buscaron afuera, y sélo adentro era posible encontrar]o. Para mi, el romanticismo es la expresién mds re ciente y mas actual de lo bello. Y hay-tantas bellezas cuantas maneras habituales de perseguir la dicha® * La filosofia del progreso explica esto claramente; asi como han existido tantos ideales, cuantas maneras han tenido los pueblos de comprender la moral, el amor, la religién, etc, el romanticismo no tiene qué consistir en una ejecucién perfecta, sino en una concepcién analo- ga a la moral del siglo. Debido a que algunos lo hicieron residir en la per- feccién del oficio, hemos tenido el rococé del romanti- cismo, el més insoportable de todos, sin disputa alguna.. 5 Arguedlogo muy conocido en la época. ‘Stendhal. (N. del A.) 26 Es menester, pues, ante todo, conocer los-aspectos de Ja naturaleza y las situaciones del hombre, que los artistas del pasado desdefiaron 0 ignoraron. Quien dice romanticismo dice arte moderno, es decir, intimidad, espiritualismo, color, aspiracién hacia Jo infinito, expresadas mediante todos los recursos que contienen las artes. De esto se deduce que hay una contradiccién evi- dente entre e] romanticismo y las obras de sus principales sectarios. * 2Qué tiene de sorprendente que el color desempefie un papel muy importante en el arte moderno? El roman- ticismo es hijo del norte, y el norte es colorista; los suefios y lo maravilloso son hijos de la bruma. Inglate- rra, esa patria de exasperados coloristas; Flandes, la mitad de Francia, estan sumergidas en neblinas; Venecia misma se empapa en sus lagunas. En cuanto a los pin- tores espafioles, son mas dados al contraste que al color. En compensacién, el Mediodia es naturalista, pues Ja naturaleza es alli tan bella y tan clara que el hombre, como no tiene nada que desear, no encuentra nada mas hermoso para inventar que lo que ve: aqui, el arte al aire libre, y algunos centenares de leguas mas arriba, Jos suefios profundos del taller y las miradas de la fantasia perdidas en el horizonte gris. El Mediodia es brutal y positivo como un’escultor, hasta en sus composiciones mas delicadas; el norte, in- quieto y sufriente, se consuela con la imaginacién y si hace escultura, sera mas a menudo pintoresca que clasica. Rafael, por puro que sea, no es mds que un espiritu materialista, siempre en busca de lo sélido; pero ese canalla de Rembrandt es un poderoso idealista que hace sofiar y adivinar el mds all4..El uno compone criaturas de condicién nueva y virginal:’Adan y Eva; pero el otro sacude harapos ante nuestros ojos y nos cuenta los hu- manos sufrimientos. Sin embargo, Rembrandt no es un puro colorista, sino un armonista; jy cémo sera de nuevo el efecto y de adorable el romanticismo, si un poderoso colorista nos 27 expresa nuestros sentimientos y nuestros suefios mas caros con un color apropiado a esos motivos! Antes de entrar en el examen del hombre que es hasta hoy el mds digno representante del romanticismo, quiero escribir una serie de reflexiones sobre el color, que no serdn initiles para la completa comprension de este pequeiio libro. A It Del color Supongamos un hermoso retazo de naturaleza, donde todo verdea, rojea, espolvorea y reluce en plena libertad, donde todas las cosas, diversamente coloreadas seguin su constitucién molecular, transformadas de segundo en segundo por el desplazamiento de la sombra y de la luz y agitadas por su interno trabajo calérico, se Hallan en una perpetua vibracién que hace temblar sifs lineas y completa la ley del movimiento universal y eterno. Una inmensidad, azul a veces y verde a menudo, se extiende hasta los confines del cielo: es el mar. Los arboles son verdes, el césped verde, los musgos verdes; el verde serpentea en los troncos y los tallos que atin no madu- raron son verdes; el verde es el fondo de la naturaleza, Porque el verde se desposa facilmente con todos los demas tonos.’ Lo que mas me impresiona es que en todas Partes —amapolillas en el césped, adormideras, papaga- 7 Excepto sus generadores, el azul y el amarillo; pero yo né hablo aqui mas de los tonos puros, pues esta regla no ¢s aplicable a los coloristas trascendentes, que conocen a fon- do la ciencia del contrapunto. (N. del A.) 28 yos, etcétera— el rojo canta la gloria del verde; el negro ~cuando lo hay~, cero insignificante y solitario, solicita el socorro del azul o del rojo, El azul, es decir, el cielo, esta intetrumpido por ligeros Copos blancos o por masa¢ grises, que templan felizmente su sombria crudeza, y como los vapores de la estacién, en invierno o verano, bafian, suavizan o absorben los contornos; la naturaleza se asemeja a una perinola que, moviéndose a velocidad acelerada, nos parece gris, aunque resume en si todos los colores. La savia asciende y como es una mezcla de princi- pios se expande en tonos mezclados; los Arboles, las rocas, los granitos se miran.en el agua y dejan en ella sus reflejos; todos los objetos transparentes atrapan al paso luces y colores vecinos y lejanos. Y a medida que el astro del dia se desplaza, los tonos cambian de valor, pero respetando siempre sus simpatias y odios naturales, contintian viviendo en armonia gracias a reciprocas concesiones. Las sombras se mueven lentamente y a su paso hacen huir o extinguen los tonos, a medida que la luz, moviéndose también, quiere hacerlos resonar nueyamente. Estos entrecruzan sus reflejos, y al modi- ficar sus cualidades y al bafiarlas en la gelatina de cualidades transparentes y prestadas, multiplican hasta el infinito sus melodiosos desposorios y los tornan mas faciles. ° Cuando’ el gran foco desciende hacia las aguas, rojas fanfarrias se alzan de todas partes; estalla en el horizonte una sangrienta armonia y el verde se empur- pura ricamente. Pero bien pronto vastas sombras azules expulsan cadenciosamente a su paso la turba de los tonos anaranjados y rosados:tiernos que son como el €co lejano y debilitado de la luz. Esta gran sinfonia del dia, que es la eterna variacién de la sinfonia de ayer, esta sucesién de melodias, en que la variedad surge siempre del infinito, este himno complicado se Mama color. En el color encontramos la armonia, la melodia y el contrapunto. 29 Si queremos examinar detalle por detallé en un ‘objeto de mediana dimensién, por ejemplo, la mano de una mujer algo sanguinea, algo delgada y de muy. fina piel, veremos que hay armonia perfécta éntre el verde de las salientes venas que la surcan: y Iés tonos sangui- nolentos que marcan las coyunturas; las ufas. rosadas zesaltan en la primera falange, que posee algunos tonos srises_y pardos. En cuanto a la ‘palma, las lineas de la vida, mas réseas y mds vinosas, quedan separadas unas dé otras por el sistema de las venas verdes o azules que las cruzan. E] estudio del mismo objeto hecho con una jupa proporcionaré en cualquier espacio. por pequeno que sea, una perfecta armonia de tonos grises, azules, Pardos, verdes, blancos y anaranjados,. calentados por un poco de amarillo; armonia que, combinada con las sombras, produce ‘el modelado de los coloristas, esen— ~~7Ajico en su manera de expresar el color y cémo el estudio de Ja naturaleza conduce a menudo a un resultado muy diferente de la naturaleza. El aire desempefia un papel tan importante en la teoria del color que si un paisajista pintara las hojas de los arboles tal como las ve, obtendria un tono falso, dado que hay un espacio de aire mucho menor entré el espec- tador y el cuadro, que entre el espectador y la natura- leza. Les engafios son continuamente necesarios, aun para llegar a un efecto ilusorio. La armonia es la base de la teoria del odlor. La melodia es la unidad en ¢l color, 0 el color gene- ral. La melodia requiere una conclusién; es un conjunto en que todos los efectos concurren a un efecto general. Por eso la melodia deja en el espiritu un profundo recuerdo. A la mayor parte de nuestros jévenes coloristas les falta melodia. La mejor manera de saber si un cuadro es melodioso consiste en mirarlo desde bastante lejos, como para no comprender su tema ni sus lineas. Si es melodioso, tiene aun asi'un sentido y ha tomado desde entonces su lugar en el repertorio de recuerdos. 31 El estilo y el sentimiento en el color provienen de la eleccién y la eleccién depende del temperamento. Hay tones alegres y retozones, retozones y tristes, ticos y tristes, ricos y alegres, originales y vulgares. Asi, el color del Veronese es alegre y tranquilo. El color de Delacroix es quejumbroso a menudo y el color de monsieur Catlin® suele ser terrible. Yo he tenido mucho tiempo ante mi ventana una faberna pintada a medias de verde y rojo crudos, que eran para mis ojos un dolor delicioso. Ignoro si algin analogista ha establecido solida- Sentimientos, pero recuerdo un pasaje de Hoffmann que expresa mi idea perfectamente, Y que ha de agradar a Gpantos aman sinceramente la naturaleza: «No es sélo darante el ensue, ni en el ligero delirio que precede al sueho, sino también despierto y cuando oigo mdsicn, que encuentro una analogia y una intima relacién entre perfumes, colores y sonidos, .Me parece que todas ence ¥ ue todas ellas deben reunirse en maravilloso con, cierto. Sobre todo el olor de las caléndulas, rojas y castafias, produce en mi ser un magico efecto. Me hace ¢aer en profunda meditacién y oigo entonces, como en la Iejania, los sones profundos y graves del oboe. Es frecuente preguntar si el mismo hombre puede ser gran colorista y gran dibujante a la vez. Si y no; pues hay diferentes clases de dibujos. 1a cualidad del puro dibujante consiste sobre todo en Ja fineza, y tal fineza excluye la pincelada; pero hay * Respecto a este artista, J. Crépet dice lo siguiente: «Como el Pintor Catlin, que ha dado su noinbre a una galeria del Note nal Museum de Washington, es ignorado por la_mayoria de Ruestras enciclopedias, mencionemos que nacid en 179% mune en 1872, pas diez afios entre las poblaciones indias de ane. rica, cuya vida pintoresca capté con su pincel; trajo pox tres weces aigunes Sioux e Iowas a las principales capiiales ene Peas y publicé varios obras consagradas a sus amigos ae color.» ° Kreisleriana. (N. del A) 32) . pinceladas fclices, y cl colorista encargado de expresar Ja naturaleza por medio del color perderia més muchas veces suprimiendo las pinceladas felices que buscando una mayor austeridad en el dibujo. El color no excluye por cierto ¢l gran dibujo, el ‘del Veronese, por ejemplo, que procede sobre todo por medio de masas y conjuntos; excluye mas bien el dibujo ‘detallista, la minucia de los pequefios fragmentos, donde Ja pincelada siempre devoraré la linea. La aficién al aire libre, la preferencia por temas en tnovimiento exigen el uso de lineas flotantes y perdidas. Los dibujantes exclusivistas actian no obstante segim un procedimiento inverso y analogo. Empefiados n seguir y sorprender la linea en sus ondulaciones mas secretas, no tienen tiempo de ver la luz y el aire, es decir, sus efectos, y hasta se esfuerzan en no verlos, a fin de no perjudicar el lema de su escuela. De modo que se puede ser a la vez colorista y di- bujante, pero en cierto sentido. Lo mismo que un dibu- jante puede ser colorista por medio de las grandes masas, ‘un colorista puede ser dibujante gracias a una légica sompleta del conjunto de lineas, pero siempre una de esas cualidades absorbe los detalles de la otra. ___ Les coloristas dibujan como la naturaleza sus figu- tas alcanzan naturalmente sus limites por la armoniosa lucha de las masas coloreadas. Los dibujantes puros son filésofos y destiladores de quintaesencias. Los coloristas son poetas épicos. 32 pinceladas felices, y el colorista encargado de expresar Ja naturaleza por medio del color perderia mds muchas veces suprimiendo las pinceladas felices que buscando una mayor austeridad en el dibujo. El coler no excluye por cierto el gran dibujo, el del Veronese, por ejemplo,-que procede sobre todo por medio de masas y conjuntos; excluye mas bien el dibujo detallista, la minucia de los. pequefos fragmentos, donde Ja pincelada siempre devorara la linea. La aficién al aire libre, la preferencia por temas en tnovimiento exigen el uso de lineas flotantes y perdidas. Los dibujantes exclusivistas actian no obstante segin un procedimiento inverso y analogo. Empefados en seguir y sorprender la linea en sus ondulaciones mas Secretas, no tienen tiempo de ver la luz y el aire, es decir, sus efectos, y hasta se esfuerzan en no verlos, a fin de no perjudicar el lema de su escuela. De modo que se puede ser a la vez colorista y di- bujante, pero en cierto sentido. Lo mismo que un dibu- Jante puede ser colorista por medio de las grandes masas, un colorista puede ser dibujante gracias a una légica completa del conjunto de lineas, pero siempre una de sas cualidades absorbe los detalles de la otra. Les coloristas dibujan como Ja naturaleza) sus figu- tas alcanzan naturalmente sus limites por Ja armoniosa Jucha de las masas coloreadas. Los dibujantes puros son filésofos y destiladores de quintaesencias. Los coloristas son poetas épicos, 33 Iv Eugéne Delacroix E] romanticismo y el color me conducen derechamente a Eugéne Delacroix. Ignoro’si él se enorgullece de su cendicién de roméntico, pero su Iugar es éste, porque 1a mayoria del piiblico lo ha erigido desde hace mucho tiempo, y aun desde su primera obra, en jefe de la escuela moderna. Al entrar a esta parte de mi estudio, tengo el cora- zen Ileno de serena alegria y elijo expresamente mis plumas més nuevas, tan claro y limpido quiero ser y tan @ gusto me siento al abordar mi tema més querido y simpatico. Para que se comprendan bien las conclusio- nes de este capitulo, es menester que retroceda yo un Poco en la historia de estos tiempos y que vuelva a poner bajo les ojos del piblico algunas piezas del pro- SiS0- Ya citadas por los historiadores y criticos prece- dentes, pero necesarias para el conjunto de la demon, tracién. Por lo demas, no sera sin vivo placer ‘que los puros entusiastas de Eugéne Delacroix releerén un an. ticulo del Constitucional de 1822, tomado del Salen de monsicur Thiers, periodista. Ningin cuadro revela mejor a mi juicio el Porveniz de un gran pintor que el de mon- sieur Delacroix cuando representa a Dante ¥ Virgilio en los infiernos. Es en esta pintura sobre todo donde podemos observar la garra del talento, ese impulso de la superioridad naciente que reanima las esperanzas algo desalentadas por el mérito demasiado mode- rado de todo el resto. Dante y Virgilio, guiados por Caronte, cruzan el rio infernal y atraviesan penosamente la multitud que se apifia en torno de la barca para entrar en ella. Dante, al que se supone vivo, tiene el horrible tinte de aquellos luga- res; Virgilio, coronado de sombrio iaurel, ostenta los colores de Ja muerte. Los miseros, condenados a desear’ eternamente Ja orilla opuesta, se aferran a la barca. Uno la coge en vano, y derribado por su movimiento dema- siado rapido, cae nuevamente al agua; otro Ja abraza y rechaza con los pies a quienes tratan de abordarla como él; otros dos clavan Jos dientes en esa madera gue les huye. Nay en esto el egoismo y la desesperacién del infierno. En semejante tema, tan propenso 2 la exageracién, encontramos no obstante una severidad de gusto, una justeza local en cierto ‘modo, que realza el dibujo, al que jucces severos, pero en ese caso poco avisados, podrian reprocharle falta de nobleza. La pin- celada es amplia y firme y el color simple y vigorso, aungue algo crudo. Ademéas de la imaginacién pottica que es co- mun al pintor y al escritor, el autor posee esa imaginacién artistica que podriamos en cierto modo Mamar imaginacién del dibujo y que es muy distinta de la anterior. Distribuye sus figuras, las agrupa, las doblega a su vo'un- tad, con el atrevimiento de Miguel Angel y la fecundidad de Rubens. No sé qué recuerdo de los grandes artistas me sobrecoje al contem- plar este cuadro; encuentro en é1 esa potencia salvaje y ardiente, pero natural, que cede sin esfuerzo a mi propio arrebato [...) No creo equivocarme: monsieur Delacroix se halla dotado de genio; puede marchar seguro y entregarse a los inmensos trabajos que son condicién indispensable del talento. ¥ lo que 36 parece era mas hombre de ingenio que pintor, exclamé: «jAcaba de revelérsenos un pintor, pero es un hombre que anda a saltos por los tejados!» Para andar a «altos por los tejados hay que tener pies sélidos y ojos ilumi- nados por la luz interior. iGloria y justicia sean reconocidas a los sefiores Thiers y Gérard! Desde el cuadro de Dante y Virgilio hasta las pintu- ras de la Camara de los Pares y de los Diputados, gran- de es sin duda el tiempo transcurrido: pero la biografia de Eugéne Delacroix es poco accidentada. Para seme- jante hombre dotado de tal valentia y de tal pasion, las luchas mas interesantes son las que ha de sostener consigo mismo; no es menester dilatados horizontes ‘para que sean importantes I< batallas; las revoluciones y los acontecimientos més curiosos tienen lugar bajo la béveda del créneo, en el reducido y misterioso labo- ratorio del cerebro. De modo que como el hombre fuera debidamente revelado y se revelara cada vez mas (cuando alegérico de Grecia, Sardandpalo, la libertad, etcétera), y como el contagio del nuevo evangelio empeoraba dia a dia, hasta el mismo desdén académico se vio obligado a interesarse por este nuevo genio. Monsieur Sosthéne de La Roche- foucauld, director entonces de Bellas Artes, hizo citar un buen dia a Eugéne Delacroix y le dijo, después de muchos cumplidos, que era doloroso que un hombre de tan rica imaginacién, y de tan hermoso talento, y a quien el gobierno tenia en consideracién. no quisicra aguar un poco su vino; y le pregunté, en definitiva, si no le seria posible modificar su manera. Eugéne Dela- croix, prodigiosamente asombrado de tan extravagante propuesta y de aquellos consejos ministeriales, respon- did con célera casi cémica que al parecer, si pintaba asi, era porque tenia que hacerlo y porque no podia Pintar de otro modo. Cayé en completa desgracia y du- rante siete afios se le privé de toda clase de encargos. Hubo que esperar a 1830. Monsieur Thiers habia publi. cado en El Globo un nuevo y muy pomposo articulo. 37 Un viaje a Marruecos dejé en su espiritu, segin parece, una impresién profunda; alli pudo estadiar a gusto al hombre y a la mujer en la independencia y nativa originalidad de sus movimientos, y comprender la belleza antigua gracias al aspecto de una raza pura de toda mezcla inferior y realzada por su salud y el libre desarrollo de sus miisculos. De esta €peca data, Probablemente, la composicién Mujeres de Argel, asi como una gran cantidad de apuntes. Hasta el momento, sevha sido injusto con Eugéne Delacroix. La critica ha sido ignorante y amarga con él, y salvo algunas nobles excepciones, la alabanza mis. ma ha debido a menudo parecerle chocante. En gene- ral y para la mayoria de la gente, nombrar a Eugene Delacroix es lanzar en sus espiritus no sé qué vagas ideas de impetu mal dirigido, de turbulencia, de inspi- racién aventurera, incluso de desorden; y para esos se- flores que constituyen la mayor parte del ptiblico, el #zar, honesto y complaciente servidor del genio, desem- Pefia un gran papel en sus mas felices composiciones. En la desgraciada época revolucionaria de que hablé hace un momento, y cuyos. numerosos errores he men- cionado, se comparé muy a menudo a Eugéne Dela. croix con Victor Hugo. Tenian al poeta romdntico y ahora necesitaban el pintor. Esta necesidad de encontrar a foda costa paralelos y andlogos en las diferentes

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