You are on page 1of 25

1

COCTEL INOVIDABLE
(comedia tradicional)
Obra registrada

Autor: Carlos Cazila


carloscazila@gmail.com
mensaje70@yahoo.com.ar
114 -172-8732

Origen: Argentina

----------------------------------
Personajes:

Fernando: Joven estudioso.


Gastón: Mucamo.
Amelia: Dueña de casa.
Sirena: Mujer sexy.
Clarita: Chica inculta.
Guillermo: Joven investigador

SINTESIS: Una científica excéntrica se las ingenia para reunir a


cuatro jóvenes que no se conocen y probar un experimento sobre la
atracción mutua entre esas dos parejas.
La acción transcurre en el living de la señora.

Primera escena: Se oye el canto destemplado de un pájaro. Entra


Fernando.
FERNADO: (Llama) ¡Oh, de la casa...!
GASTON: (Entra) Disculpe, no alcancé a oír el canto.
FERNANDO: ¿El canto?
GASTON: Del pájaro. Avisa con sus trinos.
FERNANDO: ¿Y con tanta libertad, entra la gente?
GASTON: La señora es muy confiada.
FERNANDO: ¿Tan sólo ese pajarito...?
GASTON: Es un pueblo tranquilo, como habrá visto, casi despoblado,
localidad serrana, un pueblo sin movimiento, sin gente...
FERNANDO: Sin movimiento, sin gente, sin pueblo.
GASTON: Usted lo dijo, nada de nada.
(Se oye otra vez al pájaro)
2

FERNANDO: (Se refiere a dicho llamado) ¿Alguien más?


GASTON: Sí, para la señora.
FERNANDO: Precisamente a la señora, quiero ver.
GASTON: Hubiera dicho. Amelia va a tener mucho gusto en recibirlo.
FERNANDO: ¿Qué, me esperan, entonces?
GASTON: Por supuesto. No veía la hora en que empezaran a caer.
FERNANDO: ¿A caer?
GASTON: ¿No viene por el aviso?
FERNANDO: ¿El aviso? No, ¿qué aviso?
GASTON: La convocatoria de la señora.
FERNANDO: ¿Me convocó, entonces?
AMELIA: (Entra) Gastón, querido, ¿quién es que ha llegado?
GASTON: Un desconocido, señora, permiso...
AMELIA: (Lo observa, estudiándolo) Bienvenido, desconocido.
FERNANDO: ¿Desconocido?, ¡míreme bien! ¿Le parezco
desconocido?
AMELIA: Y…bastante.
FERNANDO: (Extiende sus brazos hacia ella) ¡Pero…! ¡Tía Amelia!
AMELIA: ¿Tía?, ¿dónde, quién, qué tía?
FERNANDO: ¡Tía Amelia!, ¿no me reconoce? ¡Soy Fernando, su
sobrino!
AMELIA: Fernando...tía, ¿yo, tía? No sabía que fui tía.
FERNANDO: ¡Vamos, tía, no se niegue a tus sobrinos!
AMELIA: No me niego, pero es la primera vez que me dicen tía.
FERNANDO: ¡Tía, tan alejada, tan ermitaña, no me diga que ya se ha
olvidado!
AMELIA: Acepto lo de alejada y ermitaña, pero tengo buena
memoria.
FERNANDO: Perdóneme entonces, pero, ¿no reconoce en mis rasgos,
los de los suyos?
AMELIA: Los rasgos...los rasgos...La verdad que no.
FERNANDO: ¿No los ve?
AMELIA: A ver…(Lo observa) Un poco ñato de este perfil, narigón
del otro, hocicudo y de labios chicos, en fin, cara de zapallo...No me
reconozco, no.
FERNANDO: En cambio yo sí la recuerdo perfectamente. Mamá
siempre conservó fotos de sus tiempos... Ambas, jóvenes y esbeltas...
AMELIA: ¿Tu madre también? ¿De manera que también una hermana,
de familia joven, esbelta, ñata de un perfil, narigona del otro, hocicuda
de labios chicos, cara de zapallo...¿Estás seguro?
FERNANDO: Una, no, ¡varias, tía!
AMELIA: ¿Varias? ¿Y sos hijo de todas?
3

FERNANDO: ¡Pero no, tía!, soy hijo de una, de Florencia, su


hermana.
AMELIA: Florencia, sí, claro, Florencia... es un nombre que puede
pertenecer a una hermana, género humano, sexo femenino, más
precisamente, pero...¿decís que yo tuve una hermana?
FERNANDO: No lo niegue, tía, no lo niegue. Quizá la gobierne
alguna oscura sospecha, pero conmigo va a ser distinto...
AMELIA: ¿Distinto? Entonces, ¿narigona, no?, ¿cara de zapallo,
tampoco?
FERNANDO: Bueno, empezaré por presentarme ¿Ve estos
documentos? Soy Fernando Ventura ¿Todo esto no le dice nada?
AMELIA: Ni por ventura.
FERNANDO: ¿Tía, su apellido no es el mismo?
AMELIA: (Muestra un cuadrito) Mirá, acá te muestro un
reconocimiento a mi trayectoria... ¿ves que por ningún lado dice que
tenga sobrinos?
FERNANDO: Vamos, tía, todos la conocemos...
AMELIA: ¡Ay! ¿Qué es lo que conocen?
FERNANDO: Sí, sí, sí. Todos sabemos que usted siempre ha sido una
científica algo especial, que a causa de experimentos algo
extravagantes, debió alejarse por ahí, por ahí… y que después
regresó…
AMELIA: Por acá, por acá…
FERNANDO: … con otros documentos...
AMELIA: ¿Y todo eso sabés?
FERNANDO: En la familia siempre la envidiaron por su ciencia, pero
yo también soy investigador, ¿quiere que le cuente?
AMELIA: ¿Pero viniste o no viniste por la convocatoria?
FERNANDO: No, estaba tratando de explicarle...
AMELIA: No importa, ya te mostré mi nombre en el cuadrito, ya ves,
es el único, no hay otro.
FERNANDO: Vamos tía, no niegue sus raíces.
AMELIA: Ni las niego ni las riego.
FERNANDO: Permítame ir paso a paso...En primer lugar... ¿alguna
vez ha repasado su árbol genealógico?
AMELIA: ¿El árbol?
FERNANDO: Precisamente, el árbol.
AMELIA: ¿De las raíces al árbol?
FERNANDO: Eso, eso mismo, el árbol.
AMELIA: Sí, sí, el árbol (Llama) ¡Gastón!
GASTON: ¡Ordene la señora!
AMELIA: Gastón, el árbol genealógico.
GASTON: Enseguida, señora. (Sale)
4

FERNANDO: ¡Qué lujo! El árbol de tía, el mismo, de la misma


plantación.
AMELIA: Si al menos me dijeras que viniste por la convocatoria...
FERNANDO: Me convoca el árbol...
GASTON: (Entra con un pesado libro) Su árbol, señora.
AMELIA: Gracias, Gastón, y ocupate de Teodolino.
FERNANDO: ¿Hay alguien más?
AMELIA: Teodolino, mi pájaro.
FERNANDO: Ah, la urraca, sí
AMELIA: ¿Cómo...?
FERNANDO: El chajá...Bueno, bueno, busquemos...Busquemos el
árbol en cuestión... ¿Ve?, ¿ve que hay datos que coinciden?
AMELIA: ¿Qué es lo que coincide?
FERNANDO: Fíjese, fíjese acá, nuestros bisabuelos son los mismos.
AMELIA: ¿Te parece?
FERNANDO: Está escrito.
AMELIA: Escrito...escrito... ¡Error de imprenta!
FERNANDO: ¿Qué dice? Si se fija, muchísimo más lejos, nos
remontamos a la época de nuestro antepasado común, el viejo Ventura,
que vino de parte de…que vino con…quien vino…para hacerla corta,
con el arca de…
AMELIA: ¿Con el arca de Noé?
FERNANDO: No. Con el arca de Ventura.
AMELIA: No me convence.
FERNADO: Y hasta se puede ver de mucho antes.
AMELIA: ¿Antes del diluvio?
FERNANDO: Antes, y a pleno sol.
AMELIA: No insistas. Yo siempre supe muy bien que mi verdadero
origen es incognoscible.
FERNANDO: ¿Cómo?
AMELIA: Incognoscible, sí, incognoscible.
FERNANDO: ¡Qué difícil! Por favor, tía, no complique las cosas.
AMELIA: No complico nada. Seguí buscando en otro lado, y quizá
llegues a dar con alguna que quiera sobrinos.
FERNANDO: ¡Tía! ¡Modere su inclemencia!
AMELIA: Querido. Está todo dicho. Llamo a Gastón, y que te
acompañe...
FERNANDO: Espere, por favor. Dígame cómo haré para calmar la
inquietud de toda esa pila de ancestros, de tantos…de
tantos…fantasmas.
AMELIA: ¿Fantasmas?
FERNANDO: No se preocupe. No voy a hablar de fantasmas.
AMELIA: (Llama) ¡Gastón!
5

FERNADO: Déjeme que la mire por última vez, tía. Todo ese porte, el
mismo de mamá Florencia, esa elegancia, esa prestancia, ¡pero, qué
veo!, ¡sus zapatos!
AMELIA: ¿Mis zapatos?
FERNANDO: Iguales a los de ella, por favor, déjeme besarlos.
AMELIA: ¿Qué...?
FERNANDO: Mamá siempre decía, “En mis pies descansa la
hidalguía”
AMELIA: ¿Cómo decía?
FERNANDO: En mis pies descansa la hidalguía.
AMELIA: ¡Ay! ¿Eso decía?
FERNANDO: “En mis pies descansa la hidalguía”
AMELIA: ¡Pero...! ¡Entonces…! ¡Sobrino mío!
FERNANDO: ¿Me reconoce?
AMELIA: ¡Sí, sí, ahora sí! Es la frase de mis ancestros. ¡Ahora sé de
qué árbol bajó mi sobrino!
FERNANDO: Pensar que por los zapatos... (Se refiere a ellos) Quiero
tenerlos en mis manos. Déjeme que pueda acariciar esta reliquia.
AMELIA: ¡Eh! ¡No tanto!
FERNANDO: ¡Sus zapatos! ¡Por favor!
AMELIA: ¡Nene, qué capricho, con lo que me cuesta calzarme!... (Se
los quita)
FERNANDO: Gracias, gracias tía, por permitirme esto.
AMELIA: ¡Gastón!
GASTON: (Entra) ¡Aquí estoy!
AMELIA: ¡Acompañá a mi sobrino a sus aposentos!
GASTON: ¿Sobrino, al fin?
AMELIA: ¡Sí, sí, mi sobrino necesita descansar!
FERNANDO: ¡Gracias, tía, gracias! (Se dispone a salir, guiado por
Gastón)
GASTON: ¡Se ha formado un parentesco! (Salen)
Vuelve a cantar el pájaro
AMELIA: Apurate Gastón, que debe estar llegando alguien más...¡Mis
zapatos, busco otro par! (Sale)
Escena siguiente:
SIRENA: (Entra) ¡Hola…! ¿No hay nadie que atienda acá?... (Por el
pájaro) ¡Ay, no puedo soportar ese chillido!
GASTON: (Entra apurado. Impactado) ¡Yo, yo la atiendo!
SIRENA: Por favor, haga callar a ese búho.
GASTON: ¿El jilguero?
SIRENA: El loro, lo que sea, hágalo callar.
GASTON: (Hacia donde está el pájaro) ¡Eh! ¡Chissst!
SIRENA: ¿Ya está? ¿Si, no, sí? ¡Qué maravilla! ¡Usted es un mago!
6

GASTON: Y…Méritos que uno tiene, un gusto de


conocerla...señorita...
SIRENA: Sirena González...Ahora dígame, dígame...
GASTON: ¿Qué?
SIRENA: ¿Dónde, dónde?
GASTON: ¿Dónde qué?
SIRENA: ¡Dónde, dónde!
GASTOR: Por allá, derecho.
SIRENA: Dónde estoy, quiero saber.
GASTON: Ah, pensé otra cosa.
SIRENA: ¡No!, ¿sí?, ¡no! No sé. Por favor, dígame dónde.
GASTON: ¿Como? ¿No vino por la convocatoria?
SIRENA: ¡No, qué convocatoria! ¡Ah, sí, sí!, debe ser eso, la
convocatoria.
GASTON: ¡Y claro que sí! ...¿Gusta sentarse?
SIRENA: Odio que me traten de usted.
GASTON: De acuerdo…. “¿gustás sentarte, Sirena?”
SIRENA: Odio que me tuteen. ¿Donde, dónde?
GASTON: ¿Dónde qué?
SIRENA: ¿Dónde me puedo sentar?
GASTON: (Señala el sofá) Acá, por supuesto.
SIRENA: ¡No, mejor así, así! (Continúa de pié) Y ahora, ¡dígame,
dígame, dígame!
GASTON: ¿Qué?
SIRENA: ¡No, no me diga nada!... “¡La convocatoria!” ¿adiviné?
GASTON: ¡Ah, la convocatoria!... ¡Eso mismo…!
SIRENA: ¿Y no piensa ofrecerme asiento?, ¡no!, ¡sí!, ¡mejor no
ofrezca nada y siéntese!
GASTON: ¿Yo?
SIRENA: Como quiera, es lo mismo.
GASTON: Mejor, los dos juntos.
SIRENA: Ni se le ocurra.
GASTON: Entonces...
SIRENA: (Lo empuja sobre el sillón. Cae sentado) ¡Entonces, por
favor, ayúdeme!
GASTON: ¿En qué?
SIRENA: ¡El maquillaje, mi espejo!
GASTON: No veo para qué.
SIRENA: ¿Qué no necesito, qué? ¿qué es lo que no necesito?, ¡diga
pronto!
SIRENA: Demasiado. Demasiado hermosa, ¡Afearme ahora, esa será
mi salvación! No puedo soportar el asedio, el asedio me sumerge, me
ahoga, me…atora… (Experimenta el ahogo)
7

GASTON: (Intenta darle palmaditas) ¡No, no se atora....!


AMELIA: (Entra) Gastón... ¿Acaso cantó Teodolino?...
GASTON: Perdón, las presento, la señora, la señorita.
AMELIA: Encantada.
SIRENA: ¿Eh? ¡No! ¡Sí, no, sí!
AMELIA: ¡Sí!, sí, me siento verdaderamente orgullosa de que la
convocatoria empiece a hacer eco.
SIRENA: Ah, el eco, ¡la convocatoria!, ¡sí, no, sí, no!, la
convocatoria, me decía el señor...
GASTON: Gastón, para servirla...
SIRENA: No. No me sirve.
AMELIA: Sí, quiero que aquí dentro, tan sólo y nada más ni nada
menos que entre las cuarenta y cuatro paredes de esta casa, puedan
plasmar al fin, todo lo que desean, algo así como un remanso, un
espacio dónde lograr sus sueños...
SIRENA: ¡Sus zapatos!
AMELIA: Dije bien. Sus sueños.
SIRENA: ¡Sus zapatos!
AMELIA: ¿Pero qué tienen hoy mis zapatos?
SIRENA: Por favor, déjeme verlos...Ya me decían que los iba a
encontrar. ¡El oráculo en pleno!
GASTÓN: ¿Qué cosa en pleno?
SIRENA:… ¡Pensar que los tenía tan cerca! ¡Estos zapatos justifican
distancias!
GASTON: ¿Cerca de qué distancias?
SIRENA: Cerca, no sé de dónde, no sé qué distancia, no sé dónde
estamos, pero ameritan mi viaje, ¡por favor, se los compro ya mismo!
AMELIA: ¿El triunfo de mis pies?
SIRENA: Ya mismo le firmo un cheque. Le pago lo que sea...
AMELIA: Faltaba más...Gastón, ayudame a quitármelos. Van de
regalo, nomás.
SIRENA: ¡Ay!
GASTON: (A Sirena) ¿La señorita piensa calzarlos ya mismo?
SIRENA: ¡No!, ¡sí!, ¡no! No quiero que queden expuestos.
GASTON: (A Sirena) Claro que no. ¿Le busco un envoltorio a gusto?
SIRENA: ¿Cómo?, sí, no, ¿dónde? ¡No! ¡No me haga pensar!
GASTON: ¡Ni pienso, no piense, se lo pienso, se lo traigo ya
mismo!...(Sale)
SIRENA: Si, no, no, claro que sí, no.
AMELIA: No te demores, Gastón.
SIRENA: ¡Ahora que se fue ese tarado, dígame por favor, la verdad!
AMELIA: ¿La verdad?, ¿qué verdad?
8

SIRENA: ¡Sí!, ¡no!, ¡no!, ¡sí!, ¡qué significa todo esto! Vengo
acosada. ¿Por qué inventaron esa historia de la convocatoria?
AMELIA: ¿Qué historia? ¿La convocatoria? Estás invitada a quedarte.
Lo que busco es nada más ni nada menos que cambiar la vida de unos
cuantos.
SIRENA: ¿De unos cuantos? ¿Y a mí también? No, sí, no… ¿la
convocatoria?
AMELIA: La convocatoria, eso mismo.
SIRENA: No, sí, claro, sí, no, sí. La convocatoria.
GASTON: (Entra) Aquí está el paño para cubrirlos.
SIRENA: ¡Démelos! Que no se envuelvan. Yo los guardo.
AMELIA: Es lo que yo decía. (A Gastón, por Sirena) A sus
aposentos… A tus aposentos, ¿no es cierto?
SIRENA: ¿A qué aposentos?
AMELIA: (A Gastón) A sus aposentos.
SIRENA: ¡Sí!, ¡no!, ¡sí!, ¿a mis aposentos...?
AMELIA: (A Gastón) Sí. A sus aposentos.
GASTON: ¿A sus aposentos? ¿Me acompaña, por favor?
SIRENA: ¿A mis aposentos?¿Para allá? ¡No, ¡sí!, ¡no! (A Gastón) ¡No
me toque! (Salen)
AMELIA: Apurate Gastón, que tengo algo más...(Canta el pájaro)
¡Teodolino! ¡Más gente, Gastón, apurate, la convocatoria!
GASTON: (Entra, tocándose como si hubiera recibido un sopapo) ¡Sí,
señora, ya estoy!
AMELIA: (Por el sopapo) ¡Estás listo! Andá y hacé pasar al próximo.
Escena siguiente:
CLARITA: (Entra atropellada, la sigue Guillermo) Muy buenos días,
muy buenas tardes, muy buenas noches, que sea lo que quiera.
GUILLERMO: Eso mismo.
AMELIA: Lo que quiera, pero sigo descalza.
GASTON: A eso voy, a eso voy. (Sale).
CLARITA: A eso vamos señora, a eso vamos.
GUILLERMO: Eso mismo, eso mismo... (Comienza a recorrer el
ambiente, con una lupa)
AMELIA: No entiendo nada. ¿Ustedes vienen juntos?
CLARITA: No, al muchacho lo tropecé por el camino.
GUILLERMO: (Se refiere a la casa) Sí, sí, muy interesante...
CLARITA: Tropezamos, y acá estamos.
AMELIA: Ah, me parece muy bien. Sigan tropezándose. Es decir,
sigan, sigan, pero... (A Guillermo) ¿qué busca, joven?
GUILLERMO: Sigo...sigo...
AMELIA: ¿Sigue? ¿Sigue qué?... ¿detective?
GUILLERMO: Mucho más que eso: Entomólogo.
9

CLARITA: ¡Ay!...¿qué es eso?


GUILLERMO: En-to-mo-lo-go.
CLARITA: ¡No! ¿Es grave?
AMELIA: De ninguna manera. Apruebo que busque bichos. Busque
todos los que guste.
GUILLERMO: Eso mismo. No sabe cómo le agradezco.
AMELIA: ¡No, si es lo que necesitábamos! ¡La casa está plagada de
polillas! ¡A ver si me las mata.!
GUILLERMO: ¡Eso…no! Es otro insecto el que busco.
CLARITA: ¿Y ataca?
GUILLERMO: ¡No, pero a veces pica!
AMELIA: Entonces, ¿qué bicho te habrá picado?
GUILLERMO: Mis registros indican que en la casa se dan las
condiciones del microclima ideal como para que se desarrolle la
Ictinus Picus.
CLARITA: ¿La qué?
GUILLERMO: ¡Ictinus Picus!
AMELIA: Sí, ya te oímos, pero, ¿no me matarías ni una hormiguita,
siquiera?
GASTON: Permiso señora, su nuevo par.
AMELIA: (Los muestra) Ah, sí, pueden mirarlos, quiero que los vean
muy bien.
CLARITA: Los vemos, muy lindos, sí, muy lindos...
GUILLERMO: Sí, sí, eso mismo.
GASTON: Claro que sí, claro que sí.
AMELIA: ¿Entonces, me puedo calzar?
GUILLERMO: ¡Qué pregunta...!
AMELIA: ¿Qué pregunto? Les estoy pidiendo permiso.
CLARITA: ¡Señora, es su casa!
GUILLERMO: Eso, eso mismo.
AMELIA: Sí, sí, pero, ¿están seguros de que me puedo poner los
zapatos?
GASTON: No se haga rogar, señora.
GUILLERMO: Eso mismo. No entiendo la razón de su consulta.
CLARITA: No, no se entiende.
GASTON: No entienden, no entienden.
AMELIA: Pasa que de tanto calzarme, empecé a cansarme. Ya sé que
no es gracioso, pero calzarse, tampoco...
GUILLERMO: Ni falta que hace…
AMELIA: (A Guillermo) ¿Cómo que no hace falta? Y vos querido,
seguí, seguí con eso de las langostitas, o las que sean.
GUILLERMO: Ya lo dije, Ictinus Picus, la del pico certero. Voy a ser
breve, aunque no tanto...Empezaría por describir su apariencia.
10

CLARITA: ¿Su qué?... mejor vuelvo otro día.


AMELIA: ¡Pero nena!, ¿viniste hasta acá y ya te querés ir?
GASTON: ¡Es lo que yo decía!
CLARITA: Entonces, ¿puedo explicar?
AMELIA: Por supuesto, estoy ansiosa por oirte.
CLARITA: ¿De veras? Bueno, voy al grano. Me llamo Clarita. Soy
nueva en el pueblo. Vine haciendo un corretaje.
AMELIA: ¿Corretaje? ¿Y el aviso?
CLARITA: (Dudando) Ah, sí... aviso, sí. Resulta que traje cables para
ofrecerles...Extensibles, para cuando se corta la corriente. Vea este
cable, es práctico, económico, accesible a cualquier tipo de bolsillo,
superficie y lugar...
AMELIA: ¡Ay! ¡Te agradezco, mi amor, pero la casa está provista de
tecnología de punta. Ni falta nos hace. Sólo necesitamos gente con
suficiente optimismo y esperanza, como para experimentar un cambio.
CLARITA: Es justo lo que me enseñaron en el curso: Optimismo,
esperanza...para vender cables.
AMELIA: Ahora le vas a encontrar otra vuelta... (Por Guillermo) Y
acá, ¿el joven...?
GUILLERMO: Guillermo.
AMELIA: ¿Por casualidad, Guillermo, ¿escuchaste mi propuesta?
GUILLERMO: Eso mismo. Podría ser, tendría que pensarlo.
AMELIA: ¿Lo pensarías? ¿Todo correcto, entonces? ¿Puedo terminar
de calzarme?
CLARITA: No se haga rogar.
AMELIA: Gastón, por favor...
GASTON: (La ayuda) Complacido, señora.
AMELIA: Disculpen la falta de delicadeza, pero ya se me está
haciendo habitual, y no crean que es algo grato.
GUILLERMO: Eso, eso.Y eso que los seres humanos tenemos nada
más que dos patas…dos pies, quise decir.
CLARITA: ¿Y cuántos querés que tengamos?
GUILLERMO: Pensá en un insecto
CLARITA: ¡Ay!
AMELIA: Dos pies, nada más que dos pies...El amor, en cambio...
¿saben cuántos tiene?
CLARITA: ¿Que el amor tiene qué…?
AMELIA: Pies, sí, pies.
CLARITA: Disculpe. Soy muy bruta Es la primera vez que escucho a
alguien más bruta que yo... ¡Eh! ¡Yo digo…!
AMELIA: No, querida, no te disculpes. Te explico por dónde pasa lo
mío: Todavía no he logrado resolver el enigma del sendero. Porque, no
sé si sabrás, el amor es un sendero, y solamente con dos pies, es decir,
11

nomás que con los que tenemos, se hace muy difícil poder andarlo, y si
bien es ahí donde se asoma la dificultad, ahí también reside el encanto,
el encanto de recorrerlo...
CLARITA: Ay, que romántica la señora… todo un gusto escucharla...
GUILLERMO: Eso mismo, eso mismo. Dice cosas que sólo existen en
poesías.
AMELIA: ¿No es verdad que todo es poesía en esta vida?
GUILLERMO: Eso, eso. Por eso nunca leo.
AMELIA: Sí, sólo insectos, pero ya van a ver, ya van a ver que vale la
pena transitar la experiencia de abrir nuestros corazones.
GUILLERMO: ¡Señora!
AMELIA: ¿Qué pasa?
GUILLERMO: ¡Acaba de pisar una Ictinus!
AMELIA: ¿Dónde?
GUILLERMO: ¡Tantos años de búsqueda, para que este pobre y
escaso ejemplar terminara bajo sus pies!
AMELIA: ¡Bajo mis pies! ¡Yo sabía que se iban a meter con mis
zapatos! ¡Ni una palabra más! (Se los quita y arroja) ¡Tomen!
¡Tomen! ¡Y ahora. a sus aposentos! ¡A sus aposentos!
CLARITA: ¿A dónde?
AMELIA: ¡Por allá, por allá...!
GASTON: Vamos, vamos...
GUILLERMO: Pero...
Gastón los conduce. Canta el pájaro.
AMELIA: (Al pájaro) ¿Ya?, ¿tan pronto? ¡Se me viene el cóctel!
¿Llegará alguien mas?
Escena siguiente:
GASTON: (Entra con una bandeja y vasos) Permiso, señora...
AMELIA: Ah, eras vos...
GASTON: Sí, señora, sí, ya están todos ubicados.
AMELIA: ¿Cerraste bien? No sea que se arrepientan.
GASTON: No señora, nadie podría negarse a una convocatoria donde
el tema central es el amor.
AMELIA: Con más razón. ¿Vos creés que estos quieran saber algo de
eso?
GASTON: Por supuesto que no. ¡Eh..! Claro que sí, claro que no, ¡por
supuesto que sí!
AMELIA: Por momentos tuve la sensación que dudabas.
GASTON: ¿Yo? ¡Nooo!
AMELIA: Además, la impresión de que estos estaban interesados por
cualquier otra cosa, de lo más vulgar y pedestre.
GASTON: Ya vamos a ir a la zapatería.
AMELIA: No hablo de mis pies. Es otro, el tema.
12

GASTON: Quédese tranquila, la convocatoria ha resultado todo un


éxito Ya tenemos dos posibles parejas. Al menos dos pares…No, no
hablo de zapatos.
AMELIA: Claro que no.
GASTON: Con estos cuatro, ya puede considerarse cumplida.
AMELIA: Que Cupido te oiga. ¿Te parece que vendrán al cóctel?
GASTON: ¿Y qué duda le cabe, señora?
AMELIA: Es la ansiedad. Por fin voy a saber si el experimento va a
resultar.
GASTON: Lo sabrá, señora, lo sabrá.
AMELIA: Por supuesto que con tu ayuda, y los electrodos, claro.
GASTON: Claro, los electrodos... ¡Ah!, ¡los electrodos...!
AMELIA: ¿Qué?
GASTON: Quería preguntarle si van los nacionales o los importados.
AMELIA: Probemos con importados, por tradición. ¿Sabés? Lo
fundamental es que no falle la conexión. Al menos, mientras dure el
cóctel.
GASTON: Lo sé señora. Preví todo eso, y ya fueron revisados.
AMELIA: Me lo imaginaba.
GASTON: Y por si acaso, también los nacionales, en serie. Si fallan
unos, contamos con otros.
AMELIA: Esperá. ¿Lo del cóctel, te quedó claro?
GASTON: Por supuesto, señora.
AMELIA: ¿Cada trago con su reactivo?
GASTON: Cada trago con su reactivo, pero si la señora perdona mi
ignorancia, me gustaría saber qué tienen que ver esos tragos, con el
tema de los electrodos.
AMELIA: Mirá, es algo así como cuando te sacás una radiografía. Sí,
ya sé que no entendés ... La cuestión es, si van a querer tomar...
GASTON: Ya les dije que es una tradición en la casa. Sólo hubo
reparos con Sirena. No acepta más que agua.
AMELIA: Que sea con agua nomás. Agua para todos. El reactivo no
tiene gusto a nada. ¡Ay! Esperemos que todo salga de maravillas. ¡Va
a ser el experimento de mi vida! ¡La generación espontánea del amor!
GASTON: ¿Espontánea?
AMELIA: Quiero decir, algo así, de pronto...de repente.
GASTON: ¿De repente, como un flash?
AMELIA: Bueno, como siempre, hablo en términos figurados. Calculo
que cuando mucho, en una semana, día más, día menos, podrá medirse
el efecto, y seguramente vamos a contemplar nada más ni nada menos
que a dos felices parejas. Y si todo sigue bien, con el tiempo voy a
poder mejorar la performance, y entonces, con una pildorita, nomás,
¡el amor!¡el amor!
13

GASTON: El amor...
AMELIA: El amor, sí, Gastón, ¡viva el amor, soy una enamorada del
amor!... ¡El amor es mi causa, el amor, mi guía!
GASTON: ¡De cepa romántica y con todo!
AMELIA: Pero con criterio científico. Y para la posteridad.
GASTON: ¿También piensa divulgarlo?
AMELIA: ¡Por supuesto!
GASTON: ¡Pero el invento es suyo!
AMALIA: Sí, pero de lo contrario, cómo se podría ayudar a los
demás? ¿Cómo se podría asegurar la perpetuidad de la progenie
humana?
GASTON: Sí, claro, señora, sí, pero cuando esa gente se entere de que
fue utilizada...
AMELIA: ¿Cómo “utilizada”? Han tenido el privilegio de ser
convocados para una experiencia que cambiará el curso de toda una
humanidad, y a ella se han prestado con suma gentileza...Por lo demás,
si después llegan a pelearse a muerte, ese no es mi tema. Yo sólo
genero el amor, no la guerra...Bueno, ya sabés bastante y... ¡ah!, por
sobre todas las cosas, te recomiendo que no se enteren de que en la
casa hay un sótano. Que a ese de los bichos ni se le ocurra meterse ahí.
No sea cosa que se descubra la máquina.
GASTON: Descuide, señora. Y… ya es la hora del cóctel...
AMELIA: ¿Ya? ¡Ah, cierto, ya!
GASTON: Por las dudas, me pareció prudente adelantar a Teodolino.
Les dije que cuando vuelva a cantar tres veces... (El pájaro canta)
AMELIA: (Sigue al canto) Uno...Dos...Tres...Ya vienen, voy a
mejorar mi apariencia.
GASTON: Vaya, señora, vaya.
Escena siguiente:
SIRENA: (Entra) ¡Ay! ¡Que deje! ¡que deje de chillar esa cacatúa!
GASTON: ¿Dónde, mejorando lo presente?
SIRENA: La cacatúa, el carancho, no sé...
GASTON: ¡Teodolino! Ah, sí, suele ser muy puntual.
SIRENA: No sé para qué me citaron. Estaba meditando.
GASTON: Sí…Desde acá se oían los ronquidos, ¿puedo saber en qué
meditaba?
SIRENA: En ningún estúpido.
GASTON: ¡Yo sabía que conmigo!
SIRENA: Ni se le ocurra, ¿Qué hago?, ¿me quedo, o me vuelvo?
GASTON: Sí, quédese ahí nomás, paradita.
SIRENA: ¡¿Qué dice?! Mejor me siento. (Lo hace)
GASTON: (Para sí) Sabía que iba a resultar.
SIRENA: ¿Que?
14

GASTON: Que no se podría negar al cóctel. (Distribuye los vasos)


SIRENA: ¿El cóctel?, ¿qué cóctel?
FERNANDO: (Entra) Me muero por tomar algo... (Bebe de un vaso)
GASTON: Por favor, no se olvide del brindis.
FERNANDO: ¿Falta alguno más?
GASTON: Alguno multiplicado por dos.
FERNANDO: ¿Y tía?
SIRENA: ¿Tía?, ¿qué tía?
GASTON: El señor es el sobrino de su tía.
SIRENA: ¿Y eso es un privilegio?
FERNANDO: No, un parentesco. Nada raro.
CLARITA: (Entra. Trae al pájaro, destartalado) Nada raro, pero,
¿alguien me puede decir qué es esto?
GASTON: ¡Teodolino!, ¿qué le hiciste?
CLARITA: Yo, nada, parece que el piso estaba abajo...
GASTON: ¡Teodolino! ¡Teodolino!
SIRENA: ¿Qué? ¿Se rompió el chimango?
CLARITA: ¿Ahora, cómo sé si canta?
GASTON: La señora lo inventó. Ella sabrá.
GUILLERMO: (Entra) Disculpen. Andaba detrás de un insecto, y sin
querer le pegué a un colgajo.
GASTON: ¡Teodolino!
SIRENA: ¿La calandria?
FERNANDO: ¿El gavilán?
GASTON: El ruiseñor, y basta.
AMELIA: (Entra descalza) ¡Aquí estoy, no me hago rogar! Pero, ¿qué
escondés, Gastón? A ver...¡Teodolino! ¡Ay, Teodolino, ay!
GASTON: En nombre de todos, le pido mil disculpas, señora., sin
duda alguna, nadie quiso causarle esa pérdida...
LOS OTROS: Sentida pérdida.
SIRENA: Por el papagayo.
AMELIA: ¿El papagayo? ¡Ay!, ¿sentido pésame? (Transición, con
ligereza) No se preocupen... (Lo arroja a un costado) Se arregla con
pegamento ¡No voy a decir la marca, no!...En fin, chicos, quería
explicarles que como comprenderán, no alcancé a decidirme con el
calzado. ¿Mejor descartarlo, no es cierto?, y si no lo dije antes, quiero
resaltar que estoy dichosa de tenerlos a todos aquí. Seguramente,
ustedes también, ¿no es verdad?... ¿no es cierto que sí? (Los otros
muestran gesto dudoso) ¡Eso, eso! Bien, ¡a ver, Gastón, los electrodos!
GASTON: Todo en orden, señora.
AMELIA: Bueno, entonces, empecemos.
SIRENA: ¿Empecemos qué?
AMELIA: Depende…¿Tomaste o no tomaste?
15

SIRENA: ¿Que?
AMELIA: El agüita, mi amor.
SIRENA: ¡Pero que ocurrencia!, ni piensen que voy a probar esto.
AMELIA: ( más inquieta) Gastón, ¿los electrodos, funcionan?
GUILLERMO: ¿Pero de qué electrodos habla?
AMELIA: No tiene importancia. No tiene importancia. Código
interno.
FERNANDO: ¡Tía, queremos compartir sus códigos internos!
SIRENA: ¿Yo también?
FERNANDO: ¡Sí, sí, compartir!
FERNANDO, CLARITA Y GUILLERMO: ¡Compartir, claro,
compartir!
GUILLERMO: ¡Eso! ¡Eso mismo!
AMELIA: ¿Compartir?...Ay, bueno, sí, pasa que... (A Gastón) los
electrodos...
GASTON: Está bien, señora, voy, voy donde tengo que ir voy, voy…
(Sale)
AMELIA: ¡Andá, Andá!
FERNANDO, CLARITA Y GUILLERMO: ¿Pero adónde, adónde?
AMELIA: Quería decirles que…
TODOS: ¡Los electrodos!
AMELIA: (A ellos) ¡Pero...! ¿Por qué no dejan los electrodos en paz?
FERNANDO: ¡Los códigos, usted lo dijo, por favor, los códigos!
SIRENA: ¡No importa qué códigos!... ¡Estoy harta de escuchar
preguntas!
CLARITA: Es cierto Todos preguntan. Y las ventas vienen difíciles.
SIRENA: ¡Preguntas, preguntas y más preguntas!
FERNANDO: (A Sirena) ¡Qué preguntas ni preguntas! Nadie está
persiguiendo a nadie.
SIRENA: ¿Que no? Vengo huyendo. Mi ex marido me busca.
GUILLERMO: Yo sólo persigo insectos.
SIRENA: ¡Y mi otro marido también me busca! El otro y los otros,
Todos, todos mis maridos. Me persiguen, me ahogan... (Transición)
Por eso estoy regia.
CLARITA: Yo también. Persigo clientes.
FERNANDO: Y yo, a Priscila.
SIRENA: ¡Priscila? ¡Ah, sí! ¡no! ¡sí! Creo que la conozco….¿La
conozco?
FERNANDO: No, no es posible que la conozcas. Priscila es un
fantasma.
AMELIA: ¿Y justo acá, viniste a buscar? Bueno, por suerte, yo no
persigo nada, mejor dicho, sí, persigo, ¡claro que persigo, persigo la
felicidad ¡La felicidad de tantos…!
16

CLARITA: ¿De quién? ¿Tantos? Entonces, ¿cuántos? ¡Ah, versito!


AMALIA: ¡Felicidad! ¡Felicidad, sí!
SIRENA: ¡No, no! ¡Felicidad no, felicidad no, de ninguna manera!
GUILLERMO: Eso. Eso mismo. Mejor la tragedia.
FERNANDO: ¿Qué hacemos, entonces? ¿vamos a votación?
SIRENA: ¡Sí! ¡No! ¡Sí!
AMELIA: ¡No, chicos, escuchen, escuchen…! (La luz oscila) ¡Ay!
¡Gastón, los electrodos! ¡Sí, los electrodos! Tengo miedo que se vaya
la luz...Entonces, tomen, tomen...brinden rápido y tomen....
SIRENA: Brindar, ¿por qué? ¿por quién?
AMELIA: (La hace tomar de golpe) ¡No importa, tomá, tomá...!
SIRENA: ¡Ajjjj!, esto es…! (Transición, contenta) ¡delicioso! (Bebe)
AMELIA: ¡Eso, beban, beban, pronto, muy bien, muy bien, así! ¡Me
hacen sentir plena!
FERNANDO: ¿Y usted, tía?
AMELIA: Yo, ¿qué?
FERNANDO: ¿No va a brindar?
AMELIA: Después. Yo brindo con la naturaleza, el aire, el sol…
GUILLERMO: Claro. Como todo insecto.
AMELIA: ¿Eso es un halago?
SIRENA: ¡Lo que sea, pero basta! ¡Ya me cansé ! (intenta salir)
AMELIA: Esperá, mi amor, un minutito más...(Hacia afuera) ¡Gastón,
los electrodos!
SIRENA: ¡No!, ¡sí!, ¡no!, ¡No intenten detenerme! ¡Cuánto más,
cuanto menos, peor que más peor que menos! (Sale).
AMELIA: ¡Nena!
CLARITA: A esta no sabría que venderle.
GUILLERMO: Eso mismo.
CLARITA: No debe haber mercadería que le venga bien.
AMELIA: Eso es lo que menos importa, no se interrumpan, hablen,
hablen, sigan hablando.
GUILLERMO: Hablando…hablando, ¿pero hay algo en común?
CLARITA: Claro que sí. Yo vendo cosas eléctricas.
GUILLERMO: ¿Y con eso?
CLARITA: Que también matan insectos.
GUILLERMO: ¿Que matan insectos? ¡Esto es intolerable!. Mejor la
infelicidad (Sale)
AMELIA: ¡Pero!...otro disidente...¡Los electrodos, Gastón!
CLARITA: ¿Habré dicho una burrada?
AMELIA: No, querida, no...Rescatemos lo bello de todo esto...Un
sobrino maravilloso y una dulce niña que ofrece porquerías eléctricas,
¿hay algo mejor?...Por el momento es lo que hay… ¡Qué desgracia!
17

CLARITA: Gracias, si gracias, ahora… ¿puedo contar algunos chistes


para alegrar la fiesta?
FERNANDO: Por si acaso, y con permiso, me voy a dormir... (Sale)
AMELIA: Pero... ¿Por qué no sabrán apreciar?... Apreciar el…apreciar
la… ¡bueno, aprecien lo que aprecien, aprecien algo, carajo!
CLARITA: Es lo que yo digo. Se fueron a…
AMELIA: (la interrumpe) ¿Al fin de las ilusiones, no es cierto?
CLARITA: ¿Cómo dice?
AMELIA: Tal vez esperabas algo más.
CLARITA: Sí, esperaba venderles algo.
SAMELIA: No importa, nena, ya vas a ver que pronto van a pasar
otras cosas.
CLARITA: ¿Está segura, señora?
AMELIA: No más que una semana. Acordate, tan sólo una semana, y
en esta casa, todo va a ser distinto. Acordate, acordate.
GASTON: (Entra) ¡Bien! Arreglada la luz, señora. Un pequeño
desperfecto. Me ayudaron los cables de Clarita.
CLARITA: ¿Ven que lo mío, sirve?
AMELIA: Claro que sí, vení, ayudame, entre las dos vamos a reparar
a Teodolino. (Salen. Gastón recoge los vasos y sale cantando)
Escena siguiente: Es de noche. Se vuelve a oír al pájaro. Sirena, en el
sillón, intenta calzarse los zapatos de Amelia.
GUILLERMO: (Entra) Perdón...¿Molesto?
SIRENA: Bastante. Un poco. Si. No. No sé.
GUILLERMO: Disculpame... (Se sienta al lado)
SIRENA: No sé por qué.
GUILLERMO: Hice ¡plum! y me desperté. Bueno, aterricé.
Cualquiera se cae de la cama.
SIRENA: ¿Caído del catre? Yo no tengo nada que ver. No, si, no. ¡Sí!,
estoy inquieta, expectante, ansiosa!
GUILLERMO: Eso mismo... (Por el calzado) ¿puedo ayudarte?
SIRENA: ¡No!, ¡sí!, ¡no!¡Ni tocarlos! Es lo mejor que encontré en la
casa. Me entraron ganas de quedarme, pero, ¡sí, no, sí!, me siento rara.
No sé porqué, no sé, no sé.
GUILLERMO: Igual que yo. Me cuesta volver al cuarto. Tuve una
pesadilla.
SIRENA: ¿Pesadillas? ¡Ah, no, si, no!, ¡no me cuentes!
GUILLERMO: Eso mismo, ni pensaba.
SIRENA: ¡Ah! ¡No tenés derecho! ¡Ningún derecho a dejarme con
intrigas!
GUILLERMO: No sé si será intriga, pero a partir de la revelación de la
pesadilla, lo primero que hice es buscar mi lupa y no la pude
encontrar. Tampoco pude encontrar otras cuantas pertenencias.
18

SIRENA: ¿Y con eso?


GUILLERMO: En realidad, me parece que acá, hay alguien que roba,
mejor dicho, que sustrae cosas.
SIRENA: ¡No! No sigas creando misterios y decí ya mismo en quién
recae tu sospecha! ¿No será en mí? ¿no?, ¿si?, ¿no?
GUILLERMO: No. No tengo la menor idea.
SIRENA: A veces también se me pierden.
GUILLERMO: No te preocupes, ya vas a tener ideas.
SIRENA: No, sí, no. Tengo que encontrarlas.
GUILLERMO: Eso mismo.
SIRENA: Mi pulsera y mi chequera. Pensé que fue un despiste...
GUILLERMO: No, en mi caso. Ya te dije, tiene que haber algún
cleptómano suelto.
SIRENA: ¡Bueno, al fin está pasando algo! Odio que no pase nada.
GUILLERMO: A mí, me pasó que soñé que habían desparecido.
SIRENA: ¿Quiénes?
GUILLERMO: Todos…todos…los insectos.
SIRENA: ¿El cleptómano, también?
GUILLERMO: ¿Te das cuenta?, no poder encontrar mi bichito…
SIRENA: ¿Tan importante tu bichito?
GUILLERMO: Más que nada en el mundo...En otros, en mis dulces
sueños, he llegado a besar a la Ictinus. Me pica y me hace feliz...
SIRENA: ¿Te pica y te hace feliz, ¿sí, no, sí?... ¿Y no hay otras cosas?
¿No pensás en que la felicidad también podría llegar en manos de un
dulce deslizar de zapatos?
GUILLERMO: Ni por asomo. Mejor…
SIRENA: ¡Un momento! ¿No me podrías decir acaso por qué los otros
no pueden apartarse de mi lado?
GUILLERMO: Eso mismo. Ni se me ocurre.
SIRENA: ¿Y nunca te picó el bichito del amor?
GUILLERMO: ¿La Ictinus? Ya lo dije, sólo en sueños.
SIRENA: ¿Y si ese bichito te sorprendiera cuando menos lo imaginás?
GUILLERMO: Ese es mi sueño dorado.
SIRENA: Un bichito que viene, que se acerca, se acerca despacio…
¡Se acerca, busca y busca y…! ¡ay! (Le muerde el cuello)
GUILLERMO: ¡Qué bruta! ¡Eso fue mordisco de vampiro!
SIRENA: ¡No te vayas!... ¿No fue así, entonces?
GUILLERMO: La verdad… fue en otra zona.
SIRENA: ¿En otra zona, en dónde, por favor? (sigue investigando el
cuello de él)... ¿Por acá? ¿Por dónde?
GUILLERMO: En realidad, estaba agachado, me da vergüenza, fue
mucho más abajo y detrás…
SIRENA: ¿En el…dorso?
19

FERNADO: Picó muy hondo, pero te desanimes, ya vas a aprender.


SIRENA: ¡Esperá! Aclarame. Es la primera vez que fracasan mis
encantos.
GUILLERMO: Eso mismo. No sé de qué encantos hablás.
SIRENA: Yo tampoco, en realidad, ningún hombre me atrae. Los
encuentro a todos muy mal pintados, ¡sí!, ¡no!, ¡sí!, todos, hombres y
las mujeres también. Todos, todos, ¡el género humano, en su totalidad,
es tan poco...fotogénico! ¡Impresentable, diría yo! En realidad, no sé
por qué estoy perdiendo el tiempo con un hombre tan feo; por eso
quiero volver ya con mis ex maridos, todos ellos muy feos. ¡Ah!,
necesito que me acompañes. ¡Quiero ir ya! ¡No!, ¡si!, ¡no!, entre feos y
feos, te elijo a vos. Enseñame a compartir fealdades.
GUILLERMO: Podría ser, no tengo apuro por volver a mi cuarto, pero
la mujer de mis sueños tiene que reunir todas esas condiciones que
hagan que pueda llamarla “Bichito mío”...
SIRENA: ¡Ay! ¡¿“Bichito mío”?! ¡Ese era el apodo que me puso mi
quinto esposo, el que me corrió con el cuchillo!
GUILLERMO: Vos, ¿“Bichito mío”? (fija su atención en ella)
SIRENA: ¡No, ¡sí!, no! Veo algo extraño ¡No te acerques, no!...(huye)
GUILLERMO: (Sale detrás, con un zapato en la mano)
Esperá...Esperá, te olvidás esto...
Escena siguiente: Vuelve a cantar Teodolino.
Entra Clarita, caminando sonámbula.
FERNANDO: (Entra, buscando, guiado por un zapato de Amelia)
Priscila....Priscila… ¡Eh…! (Se topa con Clarita) ¡Priscila!
CLARITA: (Se despierta) ¿Eh?... ¡Ay, yo no hice nada, nada, nada!
FERNANDO: ¡No, no hagas nada! ¡Quiero que me digas! ¡quiero que
me digas!
CLARITA ¡No, yo no fui! ¡Por favor, no se lo cuentes a nadie, no, no!
FERNANDO: ¡Claro que no! Esto va a quedar entre nosotros dos. Fue
el zapato.
CLARITA: ¿El zapato? Yo no tengo nada que ver con ese zapato. Lo
tenía el de los bichos..
FERNANDO: Pero lo encontré escondido.
CLARITA: Ya te dije. No tengo nada que ver.
FERNANDO: No importa. (Por el zapato) ¿No te das cuenta de la
capacidad increíble que tiene para detectar?
CLARITA: Sí, pero yo no hice nada.
FERNANDO: No, no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo
que harás. Hagas o no hagas, hacé el favor de decirme si sos o no sos.
CLARITA: Mirá, estoy nerviosa, dejame.
FERNANDO: Por favor, es importante que hablemos.
CLARITA: ¿Qué hablemos?...Pero, es que no sé que querés...
20

FERNANDO: Que me digas todo.


CLARITA: Ya dije. No sé quién lo escondió.
FERNANDO: No me importa quién lo escondió. (Por el zapato) El
detector me indica que sos vos.
CLARITA: No, yo no fui, creeme a mí.
FERNANDO: Podría ser, pero me dice que sos vos.
CLARITA: ¡Sí, yo soy yo, pero, no, no, no!
FERNADO: ¡Sí, sí, sí!
CLARITA: ¡No, por favor, creeme, que no!
FERNANDO: ¡No trates de ocultarlo! El detector me dice que fuiste,
sos, y serás Priscila.
CLARITA: ¿Qué? ¡No, mirá, ya te dije que estoy nerviosa. No sé qué
me pasa.
FERNANDO: Yo tampoco, pero te ruego que me cuentes todo.
CLARITA: ¿Todo?... ¿Querés que te cuente todo?
FERNADO: Todo, sí.
CLARITA: Todo, no.
FERNANDO: Ya te prometí el secreto.
CLARITA: ¿Seguro que no me vas a delatar?
FERNANDO: Segurísimo.
CLARITA: ¿Con nadie, con nadie?
FERNANDO: De ningún modo. Sólo me importa Priscila.
CLARITA: Pero es que yo no sé nada...
FERNANDO: Por favor, seamos amigos...
CLARITA: ¿Amigos?¿nosotros?... ¿Te parece...?
FERNANDO: Sí, eso es lo que te estoy pidiendo.
CLARITA: Amigos…Entonces, ¿me podrías ayudar?
FERNANDO: Te ayudaría gustoso si me decís algo de Priscila. Sólo
tenés que hacer memoria. Priscila es un fantasma...
CLARITA: ¿Qué?
FERNANDO: Es posible que ahora no recuerdes. Pero estoy seguro
de que vos sos ella. Sí, vos sos una encarnación de Priscila.
CLARITA: ¿Una qué?
FERNANDO: ¿Nunca oíste hablar de eso?
CLARITA: No, no. ¡Y sólo quiero que me ayudes! ¡Tiene que ser
ahora!
FERNANDO: ¿Ahora?
CLARITA: Sí, ahora, ya.
FERNANDO: ¿Reconocés que sos Priscila?
CLARITA: Lo único que te puedo decir es que vine con nombre falso.
Mi pareja y yo pensamos hacer un desfalco en la casa. Mi pareja....
FERNANDO: ¡Priscila, tu pareja soy yo!
21

CLARITA: No, mi pareja es el Pancho. Quedó en que iba a caer con el


pretexto del aviso, y no sé porqué me falló.
GUILLERMO: No importa. ¿Me vas a hablar de Priscila?
CLARITA: Ah, sí, claro, Priscila... Sí, si me ayudás, te cuento lo que
quieras.
FERNADO: ¡Mi amor! ¡Te escucho!
CLARITA: (Extrae una llave, de su propio bolsillo) La llave del
sótano....
FERNADO: ¿Te vestirías como ella?
CLARITA: ¡La llave del sótano!
FERNANDO: Sí, ¿qué tiene?
CLARITA: La conseguí en un descuido. Sospecho que guardan
valores. Quiero bajar... ¡Prometiste ayudarme!
FERNANDO: ¡Esperá, esperá, decime lo que te pedí!
CLARITA: Cuando baje te cuento. Vos quedate acá, y me avisás si
viene alguien.
FERNANDO: ¿Vos primero, y después juntos?
CLARITA: Sí, sí, después...Avisá si vienen ( Sale)
FERNADO: (Dice, hacia ella) Mi amor...Mirá que yo también estoy
ansioso...¿Ya está? ¿Ya te vestiste?... ¡Mirá que bajo...! (Sale detrás de
ella.)
Escena siguiente: Amelia entra con zapatos en la mano. Llama,
imitando al pájaro.
GASTON: (entra) ¿Llamaba la señora?
AMELIA: (por el llamado) La costumbre, ¿no es cierto?
GASTON: Sí, es lamentable.
AMELIA: ¿Qué cosa?
GASTON: Teodolino…
AMELIA: No importa, pronto vendrá otro...
GASTON: Lo extraño… ¿No quiere que la ayude a calzarse?
AMELIA: Para eso te llamé... (Por los zapatos) ¿Decime, no se ven
mejor que nunca?
GASTON: Me alegro de que haya podido recuperarlos.
AMELIA: En un principio, me costó cederlos, pero reconozco que
fueron eficaces.
GASTON: ¿Se refiere a la convocatoria?
AMELIA: La fascinación de los zapatos no podía fallar. Lástima que
lo que no anduvo, fue nada más ni nada menos que la máquina,
¡cascajo de mierda!
GASTON: Contrólese, señora .
AMELIA: ¡Mierda, mierda, mierda!
GASTON: Sí, su máquina de mierda… del amor, digo, con lo que
costaron esos electrodos....
22

AMELIA: Los importados estallaron, los nacionales también


estallaron. Por eso, mi decisión: La instalación, la máquina, los
electrodos, todos, todos… fueron a parar al botellero.
GASTON: De cualquier manera, algo me dice que no está del todo
arrepentida, ¿no es cierto?
AMELIA: ¿De esa experiencia? ¿qué importa que hayan fracasado
esas parejas? El germen del amor ha de seguir siempre vivo.
GASTON: ¿Entonces, piensa continuar?
AMELIA: Por supuesto...Tengo que superarme. ¿De qué sirve la
ciencia, si no es para seguir probando?
GASTON: ¿Y cómo piensa retener a esa gente?
AMELIA: ¿Qué gente?... Una nueva convocatoria.
GASTON: ¿Y echar a estos?
AMELIA: ¿Quién habló de echar a nadie?
GASTON: Sí, pero con ellos, ¿qué piensa hacer?
AMELIA: No es necesario pensar nada.
GASTON: ¿Nada, nada?
AMELIA: Ya está todo resuelto.
GASTON: Sólo, que habría que comprar algunos cables…
AMELIA: ¿Para qué?
GASTON: Para reponer los que trajo esa chica.
AMELIA: ¡No! Esa chica no molesta.
GASTON: ¡Ah, esa, no!... pero los otros...el de los bichos reclama una
lupa...
AMELIA: ¡Ya no! ¡Ya no!
GASTON: La sirena, también…
AMELIA: Reclamos, reclamos…¿No los tengo acaso a mis pies?
GASTON: ¿A ellos o a los zapatos?
AMELIA: A todos. Y más que nada, los zapatos.
GASTON: Si, sí, claro...Su sobrino, en cambio...
AMELIA: ¿Qué sobrino?
GASTON: El señor Fernando.
AMELIA: ¡Ah, ese! ¡Ese no tiene tías!
GASTON: ¿Cómo?
AMELIA: Fue sólo un juego...Nadie se lo creyó..
GASTON: Pero él parece seguro.
AMELIA: Falso. Absolutamente falso. Como todos.
GASTON: No entiendo.
AMELIA: ¡Quién sabe con qué oscuras intenciones habrán llegado
todos esos hasta acá...!
GASTON: Puede ser, pero lo que más me intriga...
AMELIA: ¿Qué?
23

GASTON: Que hoy no hayan salido de sus habitaciones... ¿Será


porque no volvió a cantar el Ave Fénix?
AMELIA: Teodolino...Pájaro obsoleto e inservible. Finalmente, decidí
deshacerme de él...
GASTON: ¿También al botellero?
AMELIA: No, eso sería indigno de su memoria....
GASTON: Pobrecito, estaba tan destartalado... ¿Tuvo acaso una
muerte digna?
AMELIA: La batea...
GASTON: ¿Puso a funcionar la batea?
AMELIA: La del sótano... Mezcla en parte iguales, de ácido sulfúrico,
nítrico y clorhídrico, una combinación muy noble.
GASTON: Bueno, ¿qué hago entonces, señora?
AMELIA: ¿Con qué?
GASTON: Con esa gente. ¿Los llamo?
AMELIA: Con esa gente... ¿con el que entró a robar con la chica...?
GASTON: ¿Qué? ¿Alguien entró a robar?
AMELIA: ¿No te enteraste?
GASTON: ¿Qué…? ¿De veras, señora?
AMELIA: No importa. Ya te hablé de la batea...
GASTON: ¿La batea?, ¿el ladrón a la batea?
AMELIA: Así es.
GASTON: ¿Y los otros?
AMELIA: La batea, te decía...
GASTÓN : ¿Todos a la batea?
AMELIA: No, todos, no, fueron entrando de a uno....¡Y al fin y al
cabo, esa experiencia, sí que resultó un encanto!
GASTON: (Extrañado) ¡Señora!...
AMELIA: Ya te dije: Soy una enamorada del amor. La máquina se
empacó sin querer saber nada, ¿no es así? ¡Entonces, muy fácil!...
Tendría que explicarte que con el tiempo he llegado a desplegar mi
propia forma de amar, mi amor genérico, mi amor…mi amor…amor…
¿Cómo podría nombrarlo? Te puedo decir algo así como que amo la
esencia de las cosas, lo más íntimo, lo que está más cerca del alma, ¿lo
entendés, acaso?
GASTON: (Asombrado) ¿Por eso los redujo?
AMELIA: Por eso fui a lo intrínseco. Eso es el amor...(Eleva un
zapato como si se tratara de una copa) Y ahora es momento de que
brindemos.
GASTON: (Intimidado) ¿Nosotros...?
AMELIA: Sí, Gastón, quiero celebrar todo lo que avancé con tu ayuda.
GASTON: ¿Le parece, señora?
AMELIA: Sí, Gastón, claro que sí...
24

GASTON: Ay, señora, discúlpeme, es que...de pronto, se me cerró el


estómago.
AMELIA: ¡Pero Gastón querido, no hay motivos para que te alejes!
GASTON: No, no me alejo.
AMELIA: Todavía no me dijiste qué zapato te gusta más..
GASTON: ¿Tengo que decirlo?
AMELIA: Sí, decilo, necesito que me lo digas.
GASTON: ¿Ahora, ya?
AMELIA: ¡Ahora! ¡Ahora, ya!
GASTON: Eh...yo...
AMELIA: Gastón, mirá fijo mi zapatito... (Lo usa como a una especie
de imán, hipnótico. El, con temor, obedece)...¿Es este el que más te
fascina?...Contestá, Gastón, ¿es este…?
GASTON: Eh...ese, sí
AMELIA: Decime, Gastón...¿acaso no sentís algo especial?
GASTON: ¿Algo especial, señora?
AMELIA: ¿No sentís algo así como un embrujo que te rodea?
GASTON: ¿Embrujo?, ¿eh? No, no sé...
AMELIA: ¿Estás seguro de que no?
GASTON: No, no….sí, sí.
AMELIA: ¿Viste?, ¿viste que la máquina funciona?
GASTON: Sí, embrujo... pero no, no...
AMELIA: (Sigue esgrimiendo el zapato) Vení, vení, Gastón, acercate,
no tengas miedo, estoy absolutamente enamorada...
GASTON: ¿Eh...enamorada?
AMELIA: Enamorada, sí, enamorada.
GASTON: Eh... enamorada ¿de quién?
AMELIA: ¿Pero es que acaso no entendés?
GASTON: Eh...yo...
AMELIA: Pero sí, sí, acercate más, vamos, acercate, decime qué
sentís.
GASTON: Eh...quiero...quiero decir... (Aún más próximo, sin poder
librarse) ¡¡Socorro!!

FINAL
(1981)

Autor: Carlos Cazila


carloscazila@gmail.com
mensaje70@yahoo.com.ar
114-172-8732

ORIGEN: ARGENTINA
25

You might also like